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José Martí, compilación de artículos sobre deportes (II) (página 2)

Enviado por Ramón Guerra Díaz


Partes: 1, 2

Dicen en los Estados Unidos que este juego es nuevo, y nunca lo ha habido antes; pero no es muy nuevo, sino otro modo de jugar a la gallina ciega. Es muy curioso; los niños de ahora juegan lo mismo que los niños de antes: la gente de los pueblos que no se han visto nunca, juegan a las mismas cosas. Se habla mucho de los griegos y de los romanos, que vivieron hace dos mil años; pero los niños romanos jugaban a las bolas, lo mismo que nosotros, y las niñas griegas tenían muñecas con pelo de verdad, como las niñas de ahora. En la lámina están unas niñas griegas, poniendo sus muñecas delante de la estatua de Diana, que era como una santa de entonces; porque los griegos creían también que en el cielo había santos, y a esta Diana le rezaban las niñas, para que las dejase vivir y las tuviese siempre lindas. No eran las muñecas sólo lo que le llevaban los niños, porque ese caballero de la lámina que mira a la diosa con cara de emperador, le trae su cochecito de madera, para que Diana se monte en el coche cuando salga a cazar, como dicen que salía todas las mañanas. Nunca hubo Diana ninguna, por supuesto. Ni hubo ninguno de los otros dioses a que les rezaban los griegos, en versos muy hermosos, y con procesiones y cantos. Los griegos fueron como todos los pueblos nuevos: que creen que ellos son los amos del mundo, lo mismo que creen los niños; y como ven que del cielo vienen el sol y la lluvia, y que la tierra da el trigo y el maíz, y que en los montes hay pájaros y animales buenos para comer, les rezan a la tierra y a la lluvia, y al monte y al sol, y les ponen nombres de hombres y mujeres, y los pintan con figura humana, porque creen que piensan y quieren lo mismo que ellos, y que deben tener su misma figura. Diana era la diosa del monte. En el museo del Louvre de Paris hay una estatua de Diana muy hermosa, donde va Diana cazando con su perro, y está tan bien que parece que anda. Las piernas no más son como de hombre, para que se vea que es diosa que camina mucho. Y las niñas griegas querían a su muñeca tanto, que cuando se morían las enterraban con las muñecas.

Todos los juegos no son tan viejos como las bolas, ni como las muñecas, ni como el cricket, ni como la pelota, ni como el columpio ni como los saltos. La gallina ciega no es tan vieja, aunque hace como mil años que se juega en Francia. Y 1os niños no saben, cuando les vendan los ojos, que este juego se juega por un caballero muy valiente que hubo en Francia, que se quedó ciego un día de pelea y no soltó la espada ni quiso que lo curasen, sino siguió peleando hasta morir: ése fue el caballero Colin-Maillard. Luego el rey mandó que en las peleas de juego, que se llamaban torneos, saliera siempre a pelear un caballero con los ojos vendados, para que la gente de Francia no se olvidara de aquel gran valor. Y de ahí vino el juego.

Lo que no parece por cierto cosa de hombres es esa diversión en que están entretenidos los amigos de Enrique III que también fue rey de Francia, pero no un rey bravo y generoso como Enrique IV de Navarra, que vino después, sino un hombrecito ridículo, como esos que no piensan más que en peinarse y empolvarse como las mujeres, y en recortarse en pico la barba. En eso pasaban la vida los amigos del rey; en jugar y en pelearse por celos con los bufones de palacio, que les tenían odio por holgazanes, y se lo decían cara a cara. La pobre Francia estaba en la miseria, y el pueblo trabajador pagaba una gran contribución para que el rey y sus amigos tuvieran espadas de puño de oro y vestidos de seda. Entonces no había periódicos que dijeran la verdad. Los bufones eran entonces algo como los periódicos, y los reyes no los tenían solo en sus palacios para que los hicieran reír, sino para que averiguasen lo que sucedía, y le dijesen a los caballeros las verdades, que los bufones decían como en chiste, a los caballeros y a los mismos reyes. Los bufones eran casi siempre hombres muy feos, o flacos, o gordos, o jorobados. Uno de los cuadros más tristes del mundo es el cuadro de los bufones que pintó el español Zamacois. Todos aquellos hombres infelices están esperando a que el rey los llame para hacerle reír, con sus vestidos de picos y de campanillas, de color de mono o de cotorra.

Desnudos como están son más felices que ellos esos negros que bailan en la otra lámina la danza del palo. Los pueblos, lo mismo que los niños necesitan de tiempo en tiempo algo así como correr mucho, reírse mucho y dar gritos y saltos. Es que en la vida no se puede hacer todo lo que se quiere, y lo que se va quedando sin hacer sale así de tiempo en tiempo, como una locura. Los moros tienen una fiesta de caballos que llaman "fantasía". Otro pintor español ha pintado muy bien la fiesta: el pobre Fortuna. Se ve en el cuadro los moros que entran a escape en la ciudad, con los caballos tan locos como ellos, y ellos disparando al aire espingardas, tendidos sobre el cuello de sus animales, besándolos, mordiéndolos, echándose al suelo sin parar la carrera y volviéndose a montar. Gritan como si se les abriese el pecho. El aire se ve oscuro de la pólvora. Los hombres de todos los países blancos, o negros, japoneses o indios, necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro y movimiento, como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia(sic). En Nueva Zelandia hay mucho calor, y los negros de allí son hombres de cuerpo arrogante, como los que andan mucho a pie, y gente brava, que pelea por su tierra también como danza en el palo. Ellos suben y bajan por las cuerdas y se van enroscando hasta que la cuerda está a la mitad, y luego se dejan caer. Echan la cuerda a volar, lo mismo que un columpio, y se sujetan de una mano, de los dientes, de un pie, de las rodillas. Rebotan contra el palo, como si fueran pelotas. Se gritan unos a otros y se abrazan.

Los indios de México tenían cuando vinieron los españoles esa misa danza del palo. Tenían juegos muy lindos los indios de México. Eran hombres muy finos y trabajadores, y no conocían la pólvora y las balas como los soldados de español Cortés pero su ciudad era como de plata, y la plata misma la labraban como un encaje, con tanta delicadeza como en la mejor joyería. En sus juegos eran tan ligeros y originales como en sus trabajos. Esa danza del palo fue entre los indios una diversión de mucha agilidad y atrevimiento; porque se echaban desde lo alto del palo que tenía unas veinte varas y venían por el aire dando volteos y haciendo pruebas de gimnasio sin sujetarse más que con la soga, que ellos tejían muy fina y fuerte, y llamaban metate. Dicen que estremecía ver aquel atrevimiento; y un libro viejo cuenta que era "horrible y espantoso, que llena de congojas y asusta el mirarlo."

Los ingleses creen que el juego del palo es cosa suya, y que ellos no más saben lucir su habilidad en las ferias con el garrote que empuñan por una punta y por el medio; o con la porra, que juegan muy bien. Los isleños de las Canarias, que son gente de mucha fuerza, creen que el palo no es invención del inglés, sino de las islas; y sí que es cosa de verse a un isleño jugando el palo, y haciendo el molinete. Lo mismo que el luchar, que en las Canarias les enseñan a los niños en las escuelas. Y la danza del palo encintado; que es un baile muy difícil en que cada hombre tiene una cinta de un color, y la va trenzando alrededor del palo, haciendo lazos y figuras graciosas, sin equivocarse nunca. Pero los indios de México jugaban al palo tan bien como el inglés más rubio, o el canario de más espalda: y no era solo el defenderse con él lo que sabían, sino jugar con el palo a equilibrio, como los que hacen ahora los japoneses y los moros kabilas. Y ya van cinco pueblos que han hecho lo mismo que los indios: los de Nueva Zelandia, los ingleses, los canarios, los japoneses y los moros. Sin contar la pelota que todos los pueblos la juegan, y entre los indios era una pasión, como que creyeron que el buen jugador era hombre venido del cielo, y que lo dioses mexicanos, que eran diferentes de los dioses griegos, bajaban a decirle cómo debía tira la pelota y recogerla. Lo de la pelota, que es muy curioso, será para otro día.

Ahora contamos lo del palo, y lo de los equilibrios que los indios hacían con él, que eran de grandísima dificultad. Los indios se acostaban en la tierra, como los japoneses de los circos cuando van a jugar las bolas o el barril; y en el palo, atravesado sobre la planta de los pies, sostenían hasta cuatro hombres, que es más que lo de los moros porque a los moros los sostiene el más fuerte de ellos sobre los hombros, pero no sobre la planta de los pies. Tsaá le decían a este juego: dos indios se subían primero en las puntas del palo, dos más se encaramaban sobre estos dos, y los cuatro hacían sin caerse muchas suertes y vueltas. Y los indios tenían su ajedrez, y sus jugadores de manos, que se comían la lana encendida y la echaban por la nariz: pero eso, como la pelota, será para otro día. Porque con los cuentos se ha de hacer lo que decía Chichá, la niña bonota de Guatemala:

-¿Chichá, por qué te comes esa aceituna tan despacio?

-Porque me gusta mucho. (337-343)

Revista "La Edad de Oro Nº 1, Pág. 25-28, julio de 1889.

Obras Completas de José Martí. Tomo 18, 1875

La última página

"(.)Antes todo se hacía con los puños: ahora la fuerza está en el saber, más que en los puñetazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear, para cuando un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es bueno ser fuerte de cuerpo; pero para lo demás de la vida, la fuerza está en saber mucho (.)" (349)

Revista La Edad de Oro Nº 1, pág. 32.

Obras Completas de José Martí, Tomo 18, 1975

El gimnasio en la casa

En estos tiempos de ansiedad de espíritu, urge fortalecer el cuerpo que ha de mantenerlo. En las ciudades, sobre todo, donde el aire es pesado y miasmático; el trabajo, excesivo; el placer, violento; y las causas de fatiga grandes,-se necesita asegurar a los órganos del cuerpo, que todas esas causas empobrecen y lastiman, habitación holgada en un sistema muscular bien desenvuelto, nivelar el ejercicio de todas las facultades para que no ponga en riesgo la vida el ejercicio excesivo de una sola, y templar con un sistema saludable de circulación de la sangre, y con la distribución de la fuerza en el empleo de todos los órganos del cuerpo, el peligro de que toda ella se acumule, con el mucho pensar, en el cerebro, y con el mucho sentir en el corazón,-y den la muerte. A los niños, sobre todo, es preciso robustecer el cuerpo a medida que se lea robustece el espíritu. Hoy las pasiones se despiertan temprano, los deseos nacen desde que se echan los ojos sobre la tierra, y saben todos tanto que es fuerza aprender pronto mucho, por arte de maravilla, para no quedar oscurecido en la pasmosa concurrencia, y revuelto en el polvo en el magnifico certamen. Estas consecuencias de la vida moderna hacen urgente ese esparcimiento de la fuerza, aglomerada en llama en el cerebro desde los primeros años de la vida, y la preparación oportuna y previa del edificio que ha de sustentar tal pesadumbre -del cuerpo que ha de ser teatro de tales batallas del espíritu.

En esta misma plana publicamos hoy grabados diversos de un gimnasio doméstico, que ha de ser mirado, más que como artículo de comercio, como una buena obra. Y en la Habana, en casa de los agentes de "La Agencia Americana", señores Amat y Laguardia, puede verse.

No tiene término la enumeración de sus bondades. Es útil, y es artístico, que es otra manera de ser útil. Hay en el ser humano deseos vehementes de gracia y armonía, p así como se lastima y queda herido de no verlas realizadas, así se alegra y queda fuerte, cada vez que las halla. El color del aparato es blanco y agradable a los ojos. El aparato es esbelto, y a la par que sirve, adorna. Con ser un gimnasio completo, cabe en un cuarto pequeño, entre los demás juguetes de los niños; o en una vara de pared, o en un recodo del jardín, o en un rincón del patio. Lo tiene todo: hasta trapecio para hacer locuras. El trapecio, aunque no sea el más útil de los ejercicios, es una sabiduría del gimnasio: porque el hombre no se interesa en lo que no le parece brillante, y le ofrece peligro. Pero aquí el trapecio no ofrece riesgo mayor, porque está a una vara de tierra. Lo tiene todo: barras paralelas que se quitan y se ponen, y sirven para anchar bien el pecho, y desenvolver los músculos de los brazos y los hombros: barras paralelas y perpendiculares, que fortalecen brazos, pecho y muslos; barra horizontal que ayuda a la elasticidad de la cintura y poder del brazo; todos los múltiples ejercicios de las poleas, que son tan varios y tan beneficiosos, porque desde los pies al cuello, no hay parte del cuerpo que no saque provecho de ellos, y que en este aparato benefician mejor que en otro alguno, porque las pesas de las poleas, que pueden usarse además como pesas separadas, no caen súbitamente, sacudiendo el brazo fatigado que se esfuerza por retenerlas, y arrastrando el cuerpo detrás de ellas, con lo cual el ejercicio cansa pronto, sino que descienden suavemente por un plano inclinado, dejando así en reposo el brazo en la segunda parte de cada movimiento y permitiendo por lo tanto que éste se renueve con más descanso, utilidad y placer, mayor numero de veces. Las correas de las poleas pueden, sin complicación alguna, alargarse o acortarse, y están dispuestas de manera, que con ayuda de ellas sentado en el piso del aparato en una cómoda banqueta que corre sobre ruedas bien seguras, y los pies puestos en pedales fijos, se hacen todos los hermosos y sanos ejercicios que pueden hacerse con los remos, los cuales, a más de dar gracia notable al cuerpo, y de invitar a ir por mares y ríos a gozar aire puro, tienen la ventaja de no dejar músculo alguno en inacción, y de desarrollarlos todos a la vez. Con las mismas poleas, sujeto por las manos de la barra horizontal, que remata por arriba el aparato, y sentado en otra barra paralela a ésta, sostenida entre las dos perpendiculares, pueden hacerse todos los movimientos que requiere el velocípedo. Si se padece de curvatura de la espina, el gimnasio doméstico tiene una tabla flexible que se ajusta encorvándola hacia afuera, entre el tope y el piso del aparato, y sobre ella se acuesta regaladamente el enfermo, que hace allí sin ningún esfuerzo su saludable ejercicio de poleas. Para poner la sangre en buena circulación, el piso del gimnasio está hecho de tablillas movibles saltando ligeramente sobre las cuales, se siente a poco el provecho del ejercicio. Para desenvolver los hombros, dar poder de impulsión al brazo, y ponerse en actitud de defenderse de algún ataque brusco de puños ajenos, el aparato tiene un saco pequeño que se cuelga de la barra horizontal, y donde el puño cobra fuerzas dando golpe tras golpe. Como las muñecas necesitan desenvolverse, el aparato tiene un rodillo enlazado con las pesas, dedicado exclusivamente al desarrollo de las muñecas. En suma, no hay ejercicio corporal, ya de los suaves que llaman calisténicos, ya de los más recios que se enseñan como gala en los gimnasios, que merced a este excelente y airoso aparato de Gifford, no pueda hacerse sin incomodidad alguna en la propia casa. Para nuestras mujeres pudorosas, a quienes simpáticas razones vedan la asistencia a los gimnasios públicos, y que necesitan, sin embargo, tan grandemente de estos ejercicios, el Gimnasio Doméstico es de inapreciable ventaja: sin exponerse a ojos extraños, y en su propia habitación, pueden ejercitarse diariamente en todos los movimientos saludables que aumentarán la fortaleza de sus músculos y la armonía y gracia de sus formas.

La tisis siega en flor nuestros jardines:-¡cuántas menos flores nos arrebataría la tisis, que viene muchas veces de que el pulmón que busca desarrollo no cabe en el pecho apretado y endeble, si se hicieran un habito en nuestras niñas y entre nuestros jóvenes, los ejercicios gimnásticos!-Esta necesidad es especial en nuestras tierras, donde la preocupación por una parte, y la santidad de las mujeres por la otra, las retrae de las calles y paseos-que al cabo ayudan a fortalecer el cuerpo: y las confinan a la casa, donde el cuerpo más robusto se torna a poco pesado y enfermizo.

Para los niños, el aparato de Gifford es un deleite, porque no sólo pueden remar y andar como en velocípedo, sino jugar a lo que en Cuba llaman cachumbambé, y en otras partes "sube y baja", merced a una tabla en cuyos extremos se sientan los dos niños, la cual descansa sobre una barra baja sujeta por las perpendiculares. Y no es éste el único juego del aparato: también tiene el Gimnasio Doméstico un columpio, que se cuelga de la barra alta, y lleva a los ángeles juguetones hasta donde ellos quieren ir siempre que juegan, aunque hagan temblar y llorar a los que los ven: ¡hasta el cielo!

¿Qué más? Hasta para caballete de cuadros sirve el aparato: se quitan de él poleas y rodillos, y queda como atril sencillo y garboso en que no descasaría mal un cuadro de Melero en la Habana, de discípulo de don Felipe Gutiérrez, en Colombia; de Ocaranza, Rebull, Parra o Pina, en México.

Y todo eso que va dicho cabe en una cáscara de nuez. En un espacio de dos varas de largo y tres cuartos de vara de ancho, puede alzarse esa pequeña fábrica mágica, que es en verdad fábrica de vida, y reúne todos los aparatos y permite todos los ejercicios para cuya práctica han sido hasta ahora necesarios vastos patios o grandes salones. Este gimnasio ni es caro, porque su baratura pasma; ni engañoso, porque sus maderas son tan recias como finas; ni necesita maestros, porque enseña solo; ni es peligroso, porque está todo en él a flor de tierra.

No hay escuela que no desee tener un gimnasio; pero aun los colegios ricos vacilan ante los gastos que acarrea su establecimiento, y la dificultad de hallar maestro oportuno, y los costos de mantenerlo. Ahora, con quince pesos que cuesta el aparato sencillo para fijar a la pared; 0 con treinta y cinco pesos que cuesta el aparato completo, que cabe bien en medio de una habitación pequeña, no hay escuela que no pueda hacerse de un gimnasio. En los colegios mayores, de diez a veinte aparatos bastarían, con más bello aspecto de la sala, mucha mayor ventaja y riesgos y precios mucho menores, a reemplazar al más complicado y costoso de los gimnasios.

Por eso dijimos que el Gimnasio Doméstico es una buena acción. Es preciso dar casa de buenos cimientos y recias paredes al alma atormentada, o en peligro constante de tormenta. Bien se sabe lo que dijo el latino: "Ha de tenerse alma robusta en cuerpo robusto". ("Mens sana in corpore sano").

He aquí lo que acaba de escribir en The North American Reviuw el profesor Hall, que es pensador norteamericano prominente:

"Tengo a la higiene por necesidad capital en la educación de los niños. Y lo que primero les enseñaría acaso, y con más ardor, sería el desarrollo de sus músculos. Pocos conocen la relación estrechísima que existe entre la debilidad física y la maldad moral, cuán imposible es la saludable energía de la voluntad sin que la sostengan los fuertes músculos que son sus naturales órganos, y cuánto dependen de un buen desarrollo muscular cualidades tan preciosas como la abnegación, el dominio de sí propio, y la serenidad en las desgracias" (389)

La América, Nueva York, marzo de 1883

Obras Completas de José Martí. Tomo 8, 1975

Ejercicios físicos

-Todo género de atención y aplauso merece el proyecto de ley que el diputado Becerra acaba de presentar al Congreso español. Mueren en flor en las tierras latinas, o se agostan prematuramente, por falta de fuerzas físicas que reparen los desarreglos y mermas que cause, aun en hombres robustos, una excesiva actividad mental. Un cuerpo vigoroso es como un depósito de fuerzas, en que renueva su energía la mente exhausta. Es urgentísimo para españoles e hispanoamericanos cultivar a la vez las dotes de la mente y las fuerzas del cuerpo. Propone el diputado que se declare oficial la enseñanza de la gimnástica higiénico, Y que se dé clase de ella en los Institutos de Enseñanza Superior, y en las escuelas normales de maestros y de maestras; que sea obligatoria la asistencia a estas clases y que no se pueda obtener grado de Bachiller sin acreditar que se ha recibido un año de educación gimnástica, que se convertirá luego en tres años, cuando parezca menos revolucionaria la costumbre, y hayan comenzado a estimarse sus incalculables beneficios. Ha de tenerse en cuenta que el espíritu es voraz, y es necesario darle qué roer. El espíritu se alimenta de aquel a quien anima. (172)

La Opinión Nacional, 25 de enero de 1882.

Obras Completas de José Martí. Tomo 23, 1975

Esgrima

Es alto, de ojos seguros, flexible y ágil como el florete que maneja. Pálido y cortés, asida la empuñadura y victoriosa la cabeza, Lorenzo García es un caballero de la libertad. La libertad se hace a tajos, como las estatuas. Lorenzo García, el cubano que quiere "ver a sus compatriotas fuertes y viriles", ha abierto su sala de armas en la Cuarta Avenida, número 410.

La esgrima aumenta y ordena las facultades del hombre. (417)

Sección "En Casa", Periódico Patria.

Obras Completas de José Martí. Tomo 5, 1975

"…No hay miedo en echar a combatir a un juicioso de aldea, acorazado de la verdad, y hecho a obrar a la luz, contra un escarceador de Parlamento, hecho a esgrima italiana, que es saltarina y juguetona, y salta como cebra, y revoletea como tábano y hiere de costado. Pero es temible la batalla entre dos esgrimidores, porque, como se conocen las artes, se las esquivan, y el más astuto da al fin con las hendijas de la armadura del contrario…" (460)

La Opinión Nacional. Caracas. 1882.

Obras Completas de José Martí. Tomo 14, 1975

Carreras de caballo

Dos caballos norteamericanos han ganado el premio en las carreras de este año, en Inglaterra. El cable ha trasmitido diariamente noticias muy minuciosas de la apariencia, hábitos, movimientos y estado de la salud de estos caballos. Foxhall e Zroqzmis son los nombres de estos corceles afortunados. No hace muchos días se leía en un periódico de Nueva York, al pie de un telegrama que hablaba de la entrevista de los emperadores, y sobre otro telegrama de alta política, este cablegrama: "Foxhall ha arañado a Iroquois." (72)

La Opinión Nacional, 10 de noviembre de 1881.

Obras Completas de José Martí. Tomo 23, 1975

-En el Estado de Iowa-de la América del Norte-tuvo efecto hace poco tiempo, en presencia de diez mil espectadores, una corrida de caballos que llamó en alto grado la atención por ser los jockeys dos conocidas amazonas, míss Piuneo y miss Burke, ambas de un peso aproximado-120 y 117 libras respectivamente. Deberían recorrer la distancia de diez millas, y cambiar de caballo cada dos millas. Los cinco caballos de miss Burke eran ya conocidos, por haber corrido diferentes veces en Nebraska, a diferencia de los de misa Piuneo, que los acababa de adquirir semisalvajes en el Colorado. Poco antes de darse la señal de partida, miss Burke tuvo un fuerte altercado con el padre de misa Piuneo, de manera que ésta principió la corrida en condiciones desfavorables; a pesar de lo cual las amazonas llegaron a un tiempo a la primera parada, produciendo con ello la indignación de la multitud. Miss Burke empleó ocho segundos en el cambio del caballo y diez su contrincante. En la siguiente corrida miss Burke adelantó un cuarto de milla a miss Piuneo, y considerándose ya victoriosa, al pasar cerca del padre de ésta le dio un bofetón, no olvidándose después de apostrofarle en cada corrida, cuando le hallaba al paso. Después de la novena parada miss Piuneo estaba casi sin fuerzas y pidió a su padre que no le hiciese correr las últimas dos millas. "No, contestó el padre, debes correrlas aunque te cause la muerte." Miss Piuneo obedeció, pero miss Burke ganó la corrida por una milla de ventaja. Miss Piuneo empleó 23 minutos 40 segundos y mis Burke 21 minutos 49 segundos.(109)

La Opinión Nacional, 6 de diciembre de 1881.

Obras Completas de José Martí. Tomo 23, 1975

Patines

(…)-y ésta es invención de uno de nuestra raza, así como unos patines flexibles que obedecen a todos los movimientos del pie, lo que hace el patinar más cómodo y gracioso. (338)

La Nación. Buenos Aires, 15 de diciembre de 1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo 10, 1975

Velocípedos

Stevens, el velocipedista, acaba de llegar de los países donde la naturaleza es fragante y perezosa, y lleva en los brazos lianas y serpientes. Un periódico de Nueva York, el Outing", algo como "Al Aire Libre" le pagó el viaje en velocípedo alrededor de la tierra. En abril del ochenta y cinco salió de Nueva York en un vapor de Europa, y en enero del ochenta y siete Ilegó a San Francisco en un vapor de Asia. Europa, ya está vista, y no tiene romance, o su romance está aladrado, pasado de sazón, echado a podre, como la comida de moda en los hoteles. El romance está en los países de túnicas de seda, mujeres embozadas, de cabellos vivaces, de paramentos joyantes y vistosos, de vinos perfumados, de apólogos que saben a nuez fresca. Donde Haydée mira, donde embriaga el hashish, donde cantan el Ruboiyat, el poema bordado de rosas, está el romance. Como por ruinas pasó Stevens por los pueblos europeos, llagados todos, como una enorme Capua. Recorrió en velocípedo los caminos de Turquía, de esa rosa comida de gusanos. Cruzó a Persia; penetró en Afganistán. En China quiso entrar, pero a las cien leguas lo detuvieron a pedradas en Kingan-Toy, y ya llevaba magullado el casco hindú de que se armó para el viaje, cuando pudo asilarse en el yamen, que ampara, como antaño nuestros templos, a los que se acogen a su guarda.

Por todas partes halló Stevens clubs de velocipedistas. De los países de ojos negros ha traído recuerdos dominantes. Celebra la sencillez y bondad turcas. Lugar hubo donde el gobernador le tributó honores de Estado, y congregó a la población para verle partir volando sobre su rueda y pedir a Alá que fuese siempre con él la maravilla". Halló a los chinos desconfiados y silenciosos, como quienes han padecido de la gente extraña. Ellos, como nuestros indios, jamás dicen llanamente al extranjero lo que le falta de camino, ni cuál es su vía, ni qué tiempo le auguran. El blanco los estrujó en agraz: agraz es para ellos el blanco. Un miedo rencoroso inspiran sus respuestas.-"¿Falta mucho para llegar?"-"Una subidita y una bajadita." Y faltan leguas.-"¿lloverá hoy ?"-"¡El cielo sabrá eso!" Da pena ver las razas espantadas. (165)

El Partido Liberal. México, 5 de mayo de 1887.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11, 1975

(…) Si pasa un niño en un velocípedo, con su vestido de terciopelo y su cachucha, y tan de prisa que todo el mundo se para a verlo, el padre no piensa en comprarse un velocípedo él, sino en que su hijito estará lindo de veras cuando vaya como el niño del terciopelo y la cachucha, en sus dos ruedas que dan como una luz cuando andan, y van casi tan de prisa como la luz, que es lo que anda más pronto en el mundo (…) (502)

La Edad de Oro. Octubre de 1889.

Obras Completas de José Martí. Tomo 18, 1975

Reflexión sobre los deportes

"Los juego son como los pueblos en que priman: este es golpe, ausencia de arte: se enriquecen y embriagan con ese juego burdo que cría admiración funesta por los fuertes, tanto (que) en los colegios se mira aquí como a pobres personas el que se nutre, como de estrellas que muerden, de ideas y sueños grandes: acá los prohombres de los colegios, los que llevan las damas y mantienen corte, son el que mejor rema, el que mejor recibe la pelota, el que más sabe de hinchar ojos y desgoznar narices, el que más bebe o fuma(.) (40)

El Liberal de México, 13 de junio de 1886.

"Otras Crónicas de Nueva York", José Martí.

Compilador Ernesto Mejías, 1983.

Recreación

Y éste es el mes. En la naturaleza, en los colegios, en los pueblos de baños, en los campamentos de jóvenes ricos, dados a veces-con verdadera mengua-a vestirse de bailarines y payasos, en los campos de las carreras, donde a suntuosas damas que las ven desde elegantes coches se juntan montón ávido de burdos apostadores, que al caballo juegan, como a la ruleta o al dado; en los amplios circos, donde, acumulando ganancias y vítores, juegan con brazos desnudos y ágiles, los favoritos de la ciudad a la pelota; en los carros urbanos que rebosan gente; en las terrazas cálidas, que esparcen aromas, todo es flor y pompa. (438)

La Nación. Buenos Aires, 14 de agosto de 1883.

Obras Completas de José Martí Tomo 9, 1975

Mes de junio, mes de ceremonias de colegios; de carreras de caballos; de regatas de botes y buquecillos de paseo; de lances de pelotas y boliches; de probar, en improvisados campamentos, el peso de las armas de la guerra, y el sabor de los manjares de batalla. (444)

La Nación. Buenos Aires, 15 de agosto de 1883.

Obras Completas de José Martí: Tomo 9, 1975

La fiesta era ayer en todas partes: carreras de caballos corredores, carreras de todo paso, apuestas, entre caminadores, juegos escoceses, excursiones por los ríos, regatas, de remadores, partidas de pelota. Pululaban los alrededores y las playas. La ciudad se iba vaciando desde por la mañana sobre las arboledas y campos vecinos (.) Cada vapor lleva un ejército a las playas serenas de Coney Island (…) (49)

El Partido Liberal, México, 25 de julio de 1886.

"Otras crónicas de Nueva York" José Martí.

Compilador Ernesto Mejías, 1983

¡Y ahora también cazan zorras en Newport, que es gran ciudad de baños; pero como en circo, y por ganar fama de buenos montadores, y por que los vean las gentes, que enfilan a los bordes del puesto de la caza, y aplauden como en títeres o pantomima rabelesca, a los corredores de bolsa, sacerdotes desocupados, hongos de sala, abogados en huelga, y burdos neorricos que, como quien sienta plaza de nobleza, profanan los días hermosos del verano de América con menguadas parodias de los divertimientos de los bosques y terratenientes de Austria selvosa y feudal Inglaterra! -Damas y caballeros, de azul o verde aquéllas, y éstos de casaquín rosado, que pareciera coraza teñida en burlas al bravo San Humberto, galopan y escapan por sobre el césped, tráganse arroyos, trasponen vallas, vuelan sobre cercas, azuzan a los mastines,–que poco antes vinieron en carro cubierto, porque no se cansasen, al lugar de la junta, -acorralan en un recodo de ramas secas a la azorada bestia, rebátanla en presencia de las damas, y a quien saltó mejor le dan el rabo, y a quien corrió en línea derecha tras la zorra, la cabeza, y este cuarto y aquel del animal a quien ha ennoblecido la casaca rosa con mayor prohombría.

Mas es de ver este caballero que se para, todo galán en sus arreos de cinegeta más cerca aún de la ciudad suntuosa que del bosque por donde baten a la zorra, a recibir una cubierta cerrada de manos del mozalbete mensajero, de uniforme azul con botones dorados, que viene como montado en soplos, a traer al caballero el telegrama que para él llega. ¡Es la bolsa que sube! ¡Es el ferrocarril en que tiene su fortuna que baja! ¡Es la especulación, la zorra nueva! (456)

La Nación, Buenos Aires, 21 de octubre de 1883.

Obras Completas de José Martí. Tomo 9, 1975

En domingo se escribe esta carta; un sofocante domingo de verano. Los pueblos de campo y las playas vecinas tienen hoy más fieles que las iglesias: rebosan los trenes pasajeros acalorados que van a ver las regatas de los remadores desde las barandas del Puente Alto; y los vapores pasean por los ríos, luciendo banderas de todas las naciones, a multitudes aseadas y gozosas. Se abren los nidos en el campo y el amor en las almas.

Todo es parejas en los rincones de los botes, en las escaleras de las estaciones del ferrocarril elevado, por las aceras anchas de las calles. Ellos lucen corbata blanca de piqué, y chaleco blanco: ellas, vestidas de telas ligeras como de alas, pasean, como un buque en gala sus pabellones, sus trajea, prendidos con cintas rosadas y azules. De diez a doce, aún se veían, en las cercanías de los templos despoblados, barbudos caballeros y compuestas damas con su Biblia y su libro de cantos: pero la ciudad no está ahora de devoción, sino de tálamo. Flota en el aire un inmenso Júpiter, que besa en la boca a la desvanecida. Nació el amor de Junio y de la Tierra. El invierno es un féretro; y las almas, con las primeras luces del verano, se visten de amores, como los parques de ramos de lilas. En los barrios míseros que echan sus gentes sofocadas a las grandes avenidas, trepan por las rodillas de sus -madres, como insectos por troncos de árboles, los niñuelos enfermos, esos pobres niñuelos descamados y exangües que en estas grandes ciudades sin fe y sin sosiego, tienen, como flores de lodo, de mujeres brutales los trabajadores descontentos e iracundos: esos niños, apenas se acerca el sol a la tierra, se empiezan a secar, encoger y desvanecer, como los pantanos en los meses ardientes. Se busca a las fieras en los bosques: buscarlas, y convertirlas, se debe, en las entrañas turbias de estas ciudades opulentas. (58)

La Nación, Buenos Aires, 16 de julio de 1884.

Obras Completas de José Martí. Tomo 10, 1975

Cierra el Congreso aceleradamente sus sesiones; llevan los sacerdotes por los campos floridos a sus rebaños en excursiones de fiesta; reparten escuelas y colegios en sus ceremonias de fin de curso los premios del año: se vacían las ciudades en loa pueblos de campo, en los hipódromos donde se corren los caballos favoritos, en los monumentales hoteles de concierto a la orilla del mar, en los alegres ríos henchidos de vapores y veleros embanderados, donde regatean remo a remo, con ansias de mercenarios, los estudiantes de las universidades(.)

(…) todo es fiesta. Las cuadrillas de jugadores de pelota vienen de los colegios del interior a disputarse en concurso público el premio: unos juegan acá a la pelota de pies: otros allá a la de manos, o a los bolos, o a los juegos de prado y jardín que privan entre los ingleses. (…) (128)

La Nación. Buenos Aires, 11 de enero de 1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo10, 1975

Hay mucha carrera de caballos, con caballeretes de casa rica que montan bien y saltan mucho. Hay mucho juego de pelota. (Pág. 251)

La Nación. Buenos Aires, 15 de julio de 1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo10, 1975

De todas esas cosas se habla ahora, porque son las que han ocurrido en los últimos días o están para ocurrir; de todo eso se habla, ya en los colgadizos de los hoteles de verano, sentados los contertulios frente al mar o a la falda de la arboleda pintoresca, en anchas mecedoras rústicas de madera roja y asiento de paja; ya mano a mano en las canoas, cuando se va a recobrar en una partida de remo las fuerzas exhaustas por la labor excesiva, mientras se ve a lo lejos girar sobre su sostén central un puente de acero por donde acaba de pasar arrebatado un ferrocarril, para que a su vez lo cruce el vapor embanderado que lleva a los paseantes por el río; ya en los juegos de pelota, ya en las carreras de caballos, ya en la playa limpia de los pueblecillos veraniegos, viendo como compiten, a modo de regata de alas blancas, los veleros yates, ya en las fiestas con que en este mes de Junio celebran los colegios-Yale y Harvard viejos, Vassar rico, Cornell útil,-las fiestas de fin de curso que abren las puertas a las golondrinas cautivas, y los echan armados, a la batalla de la vida, o a que en los regocijos de las vacantes remocen las fuerzas para seguir con el nuevo invierno, preparándose a ella. (255)

La Nación. Buenos Aires, 24 de julio de 1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo10, 1975

Está la mesa llena de los diarios del mes. Es mes ocupado; pero no en cosas mayores: en regatas, en partidos de pelota, en carreras de caballos, en exámenes de colegios, en simulacros y ejercicios militares, en congresos de sacerdotes y de músicos, en preparar el viaje a Europa (.) (266)

La Nación Buenos Aires, 20 de agosto de l885.

Obras Completas de José Martí. Tomo 10, 1975

Todo es juego, movimiento y gasto. En cada solar hay un desafío de pelota. Las sociedades benéficas, loa diarios poderosos, los regidores que anhelan fama, sacan en flotillas por el río a las gentes de los barrios pobre, que meriendan y danzan en las islas vecinas-Y se nota que el advenimiento de la luz predispone a la generosidad.

La Nación Buenos Aires, agosto de 1886.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11: 15, 1975

Giros entretienen los calores de junio jugando a la pelota, corriendo en apuestas, imitando en ejercicios corporales a los soldados ingleses. (18)

La Nación, Buenos Aires, agosto, 1886

Obras Completas de José Martí. Tomo 11, 1975

Septiembre es siempre mes animadísimo en la vida norteamericana.

A los baños de mar suceden las partidas de caza; a las partidas de pesca, las grandes regatas entre los veleros ingleses y bostonianos, en que los de Boston ganan.

A los abandonos y coqueterías sobre la arena, que son aquí cosa mayor y pecadora, reemplazan los trajes elegantes de los paseos por el mar y las carreras de caballos: las que en Narragansett Pier y en Bay Harbor paseaban sin miedo de mañana a tarde los trajes más atrevidos y vistosos, ahora con más honesto arreo vuelven a sus hogares de la ciudad, a perder en las cenas de champaña, en las meriendas a la moda, en los bailes y rivalidades del invierno, las rosas que devolvieron a sus mejillas los aires vivos del océano y el campo. (79)

La Nación. Buenos Aires, 14 de noviembre de 1886.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11, 1975

Ya que inundan las playas y los caseríos, en sus trajes de blanco dril con adornos azules, en que ahora marinean, o en aquellos otros, audaces y ceñidos, con que juegan en parques y jardines a la pelota y al lawn tennis. (219)

La Nación, Buenos Aires, 10 de agosto de l887

Obras Completas de José Martí. Tomo 11, 1975

Se tira a la pelota, como todos los junios: se calman los negocios: se llenan de amores nuevos, de maridos benignos y casadas solas los hoteles de las playas y de las montañas: salen embanderados, con su carga de bailadoras, los vapores que llevan, por las costas vecinas, pobladas de árboles, a los novios juguetones, los comerciantes fatigados, (…) (337)

La Nación. Buenos Aires, 25 de agosto de 1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 13, 1975

La ciudad apenas cuenta curiosidades individuales: el aeronauta que se deja caer de mil pies de altura con un paracaídas y llega en salvo: el neoyorquino que vuelve del Niágara triunfante, después de haber cruzado el torrente, con levita y sombrero de copa, en un velocípedo de agua, que flota sobre dos cilindros de zinc, y adelanta por las aspas que lleva en la rueda. (265)

La Nación. Buenos Aires, 29 da septiembre de 1887.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11, 1975

Con septiembre vienen las hojas amarillas, los juegos de pelota, las regatas de yacht, las carreras de caballos (…) (51)

La Nación. Buenos Aires, 2 de noviembre de 1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 12, 1975

(…)ni la vuelta de los estudiantes, a ver quién gana a pujo de brazo en la lucha entre los "frescos" y los "sofomoros" el derecho de llevar bastón durante el año; ni el paseo de los velocipedistas que recorren de calzón corto y cachucha de terciopelo los caminos históricos de Massachussets; (…)ni cacerías, ni torneos de pelota, (…) (54)

La Nación. Buenos Aires, 2 de noviembre de 1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 12, 1975

El día está hermoso, y la iglesia es el mundo. El cazador sale de mañanita con su perro, a ejercitarse en matar que es sin duda oficio de hombres. Con el blanco al frente, que es amarillo y rojo, van a los suburbios, donde no dañen las balas perdidas, los clubs de tiradores, unos de blusa y casquete, y calzones a la rodilla, otros de máscara, vestidos de irlandés, en chaleco y sombrero de pelo, con la pipa caída por la barbaza roja, o de chinos y mexicanos, con trajes de seda y alamares de oro, o de sacerdote negro, de espejuelos y levitón, montado en un burro, y otro burro a la cola, con el barril de cerveza.(.) Y niñas y damiselas pasean la ciudad, con los colores del bando de pelota que van a favorecer en el juego famoso de la tarde, colores que lucen en cinta alegre al brazo de la damisela y en un moño galán al cuello del perro que lleva de la mano. (.) (512)

La Nación, Buenos Aires 11 de enero de 1891.

Obras Completas de José Martí. Tomo 13: 512, 1975

 

 

 

 

Autor:

Ramón Guerra Díaz

Museólogo Especialista

Museo Casa Natal de José Martí

http://blogs.edu.red/marti-otra-vision/

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