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El Adolecente

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    Indice1. Abstract 2. Introducción 3. La sexualidad adolescente 4. Gonorrea en la mujer 5. Conclusión 6. Fuentes utilizadas

    1. Abstract

    La sexualidad es un concepto íntimamente vinculado con el adolescente. Esta relación implica un período de cambios a nivel social, físico y psíquico que conducen al joven a mantener relaciones sexuales. Pero lamentablemente se ve influido por una serie de desventajas, entre las que se encuentran la escasa información que brindan entre otros los docentes y los medios de comunicación. A raíz de este desconocimiento, el adolescente se convierte en protagonista activo del acto sexual sin la debida prevención, contrayendo así enfermedades de transmisión sexual como el SIDA y la gonorrea. Sexualidad en la adolescencia: ¿Sabremos lo suficiente? Bien sabemos sobre las características generales de una de las más importantes enfermedades de transmisión sexual, el SIDA: *qué es, formas de prevención, etc. Pero, ¿conocemos realmente las consecuencias de lo que viven los enfermos, cómo se sienten frente a un mundo lleno de prejuicios y discriminación? ; ¿estamos seguros de cómo tratar a alguien con esta enfermedad? ; ¿sabemos cómo enfrentar la situación?. El objetivo de esta monografía es el de dar a conocer el punto de vista que poseemos los adolescentes con respecto a este tema. Esclarecer todas las dudas acerca de la discriminación que conlleva padecimientos de este tipo (que no solo implican la mortalidad como juicio final, sino que presuponen infecciones y otro tipo de alteraciones físicas, como es el caso de la GONORREA). Informarnos; hacernos saber de lo que ocurre en el mundo, más allá de las cifras y los números, tratando de comprender los sentimientos de los que padecen esta enfermedad.

    2. Introducción

    La adolescencia es una dolencia universal. Nadie negará que se trata de una experiencia que se mete a prueba a todos los afectados. Primero se tiene un niño dependiente, dócil y adorable. Luego, de la noche a la mañana, o así lo parece sobrevienen cambios. Estos cambios amilanan a los padres más inteligentes y sensatos, lo cual no les facilita las cosas al adolescente que está padeciendo la parte mayor de sufrimiento. El crecimiento es un asunto penoso. El niño que antes se conocía se transforma en un completo extraño. Parece vano todo lo que sus padres han tratado de inculcarle en los pasados años formativos (eso se decía que eran). Entre otras revisiones de su conducta, él quiere volver tarde de noche, demanda el derecho de "vivir su propia vida", critica sus mayores, y comienza a interesarse desmañadamente y con embarazo, por el sexo opuesto. Es en extremo importante entender los problemas de los jóvenes en esta edad de transición y proporcionarles toda la ayuda que sea posible. Evidentemente, el primer requisito es cierto sentido del humor, que en realidad es simplemente un sentido de la perspectiva. Los mayores olvidan lo que ellos fueron. El primer error que cometen la mayoría de ellos consiste en pensar que la generación más joven es diferente, que es mejor o peor que cualquier otra generación en la historia. Sin duda los aspectos exteriores no resultan familiares, pero ¿son ellos tan distintos, realmente? Una adolescente de hoy usa lápiz de labios y se pinta las pestañas pareciera que casi antes de aprender a leer y escribir. En la época de los padres de estos adolescentes, se frotaban la cara con papel crepé rojo. Se dice que las películas, la radio y la televisión han creado una generación diferente. ¿Estamos seguros de que su efecto no es más o menos el mismo que las naciones engendradas por las novelas baratas que antes se conseguían? Hay cambios, cambios profundos, pero no son inherentes a estos jóvenes. Son cambios de las tradiciones y credos de otras generaciones anteriores. Antes, lo bueno y lo malo era definido por la religión y el código social. Si bien en la actualidad los jóvenes tienen las mismas inquietudes religiosas, en muchos casos no han sido educados en la clara doctrina de ninguna fe. Las construcciones sociales eran más rígidas. Los muchachos bebían y fumaban, pero lo hacían subrepticiamente. Las muchachas "buenas" ni soñaban con tales hábitos. Existían las caricias y besos, pero las hijas bien educadas negaban siempre que ellas hicieran esas "cosas". Antes el gran problema era: si una se deja besar, ¿ él lo contará? Sabemos que todo esto es muy diferente hoy. Los instintos de los jóvenes son independientes del tiempo, pero el impacto de la sociedad difiere. Esto constituye nuestro problema. El desarrollo sexual forma parte del rápido crecimiento físico que produce durante la adolescencia. Antes, los padres instruían a sus hijos a esta edad a cerca de los "hechos de la vida". El padre inteligente de la actualidad ha respondido a todas las preguntas de su hijo mucho antes. Si no lo ha hecho ya es demasiado tarde; el joven ya se ha informado –mas o menos bien- con sus amigos. Pero no se ha informado de todo. Sus padres lo saben, por consiguiente, cuando su hijo se aproxima a su libertad, el padre moderno le habla de sorpresivas erecciones y poluciones nocturnas, le dice que debe esperar para muy pronto esos signos de incipiente virilidad y que resultarán menos perturbadores si trabaja duro, juega mucho, duerme con regularidad y así se sobrepone a ello. La madre prepara a su hija para la menstruación y se asegura que esta tiene una actitud sana hacia a la misma. Esto es relativamente fácil, pero no es suficiente. A un padre le resulta sumamente difícil explicar o exponer sensaciones de impulsos sexuales demasiado personales. Pocos de ellos pueden hablar a sus hijos de cosas que tuvieron que aprender por experiencia propia, principalmente sus relaciones conyugales. Aún si pudieran hacerlo, los adolescentes son demasiado tímidos y sensibles para atender. Y a parte de eso, tales como ellos los ven son demasiado viejos. Los adultos conocen la fuerza de las tumultuosas emociones juveniles no refrenadas por la sociedad o la religión. Hay todavía una reconfortante cantidad de muchachos y muchachas que van a la escuela dominical y a la iglesia, y que siguen la enseñanza moral de su credo, pero otros consideran que el tema está sujeto a su propia decisión personal. Es indudable que los jóvenes no esperen al matrimonio, sino que empiecen su experiencia sexual antes de la ceremonia nupcial. Muchas madres ven con temor a sus hijas, salir de casa. Por lo tanto, algunos padres tratan de colocar al miedo a las consecuencias en el lugar de temor a Dios, a los padres o a lo que dirá la gente que los contenía nuestra juventud. Hablan tan violentamente de los peligros de la preñez y las enfermedades venéreas como solían hacerlo nuestro viejo y buen ministro respecto al fuego del infierno. Los jóvenes están llenos de ideales, ideas y de anhelos de conocimiento a cerca de este importante sector de su vida afectiva. Es probable que hasta los más instruidos estén confusos, pues sus sentimientos sexuales son nuevos para ellos. Muchos acumulan una afligente cantidad de mala información, que puede o no resultar malsana en términos de futuro. Una generación le transmite inevitablemente a la próxima algunas de las actitudes y supersticiones de un pasado polvoriento y superado. Cómo se siente y se comporta un infectado por HIV y cómo reaccionan sus allegados Acabamos de desarrollar el tema SIDA desde un punto de vista biológico en el que la "persona enferma" se considera como "persona–organismo" y la enfermedad como hecho natural, explicable causalmente (prevención, etiología, formas de contagio, evolución). También abordamos el mismo tema desde el punto de vista sociológico en el que la "persona enferma" se considera como "persona social" y la enfermedad como respuesta a los factores sociales y socio económicos que la sobre determinan (discriminación). Ahora, desde un modelo psicológico- social, consideraremos a la "persona enferma" como "persona en relación con otras personas" y la enfermedad como conflicto interpersonal o como alteraciones de la comunicación lingüística o como perturbación de las normas. Cuando una persona recibe el diagnóstico de SIDA, casi siempre siente una sacudida. Su vida cambia, como así también la de su círculo de familiares y amigos. La frecuencia de lasa pruebas, los tratamientos y las hospitalizaciones suelen ser agobiantes. La vida se complica a medida que la enfermedad avanza y se hace necesario solicitar ayuda para realizar los controles y tratamientos y también para llevar a cabo las tareas de rutina. Algunos enfermos se sienten culpables de haber contraído la enfermedad. Otros tienen miedo de adquirir infecciones o les preocupa el que puedan transmitir la enfermedad a otras personas. Algunos por padecer esta enfermedad incurable, se preocupan por su enfermedad y por la muerte mostrando síntomas de ansiedad: tensión, insomnio, perturbación y dificultad para concentrarse. Muchas veces no pueden pensar con claridad y pasan por su mente preguntas y pensamientos confusos. Pueden también sentir enojo hacia ellos mismos, la enfermedad, la discriminación y el estigma de que son objeto, la falta de cura y la posibilidad de la muerte, y aún hacia las personas que cuidan de ellos. Muchas de las personas con SIDA se sienten deprimidas y algunas piensan en el suicidio, aunque pocas lo llevan a cabo. Las personas allegadas al enfermo deben comprender estos cambios del estado de ánimo y el comportamiento del paciente. La forma en que los enfermos y su círculo se enfrentan a la enfermedad, depende de las capacidades y fortaleza que posean, de sus actitudes y del cuidado y atención de los que lo rodean. El soporte brindado por profesionales (médicos y psicólogos) es de gran ayuda. Los familiares y amigos de los enfermos de SIDA necesitan apoyo emocional ya que ellos también experimentan depresión y ansiedad al ver que un ser querido sufre de una enfermedad sumamente dolorosa y debilitante. A menudo las personas que lo cuidan tienen los mismos prejuicios que el enfermo y no saben a quién pedir ayuda y decirle que un ser querido está muriendo de SIDA. Algunas veces, estas personas dedican todo su tiempo y energías a la atención del enfermo, olvidando que ellos también tienen necesidades. A pesar de que es difícil, se debe evitar esta situación. Además de los profesionales anteriormente citados, es muy importante la ayuda que brindan los grupos de apoyo. Es consolador discutir nuestras experiencias con otras personas que se encuentran en situaciones similares y los grupos de apoyo nos ofrecen esta oportunidad a la vez que son fuente de información valiosa. Hablemos de cómo se siente un enfermo y sus allegados más íntimos (amigos y familiares), pero también hay un tercer grupo mayoritario de personas que son los que conocen o pueden llegar a conocer a un enfermo o infectado y en ese grupo estamos incluidos todos y, lamentablemente, cada vez tenemos más posibilidades de que ocurra debido al incremento de esta enfermedad. Desde ya, que lo ideal sería que los mecanismos de prevención se desarrollaran al máximo de manera de poder erradicar definitivamente esta enfermedad y en esto tendríamos que poner todas nuestras energías, pero ante la evidencia cierta de su existencia y de la cantidad de enfermos, es importante tener en cuenta qué podemos hacer para ayudarlos desde nuestra posición. En primer lugar, es fundamental conocer los comportamientos que no contagian el SIDA y que la convivencia con una persona con SIDA es totalmente posible por lo cual no existe razón alguna para el abandono o el aislamiento de la persona infectada. Otro punto a tener en cuenta es utilizar la terminología adecuada: decir "persona con SIDA" y no decir "sidoso o sidásico"; "enfermedad incurable" y no decir "enfermedad mortal"; "epidemia" y no "flagelo"; "enfermo" y no "víctima". Por último, consideremos algunas actitudes que son positivas para la relación interpersonal: aprender todo lo posible acerca del HIV y el SIDA, tener contacto físico con el afectado (un abrazo a un simple apretón de manos le dicen que es querido); llamarlo y preguntarle si le parece bien ser visitado; compartir sus emociones (llorar cuando llora, reír cuando ríe); invitarlo a compartir un paseo, celebrar fiestas juntos; no tener miedo a hablar con él sobre su enfermedad si es lo que él desea; tenerle más paciencia que a otro en sus "días malos"; acompañarlo a sus controles médicos o a cualquier otro lado: banco, cine, compras, etc.; animarlo a tomar decisiones, no subestimarlo; aceptar sus enojos con nosotros ya que suelen descargar su agresividad sobre quienes más quieren; si se es religioso, preguntarle si quiere que oremos por él (la fe religiosa y la espiritualidad suelen ser muy importantes en estos momentos); ofrecerse a hacer los trabajos domésticos cuando las fuerzas le flaqueen, pero siempre preguntándole antes; no sermonearlo o aconsejarlo permanentemente (habrá momentos en los que no entendamos cómo se sienten y por qué toman ciertas decisiones); hablarle del futuro, mantener viva la esperanza y, finalmente cuidarnos nosotros mismos compartiendo nuestro dolor, rabia o sentimientos de impotencia con otros amigos o en un grupo de apoyo. Para introducirnos en el campo de los efectos emocionales y las consecuencias a nivel social que genera el estar afectado por alguna enfermedad como el SIDA, o cualquier otro tipo de enfermedad de transmisión sexual, primero debemos informarnos acerca de como se ve perjudicado físicamente el individuo. Con este fin, a continuación presentamos algunas de ellas, formas de contagio, su accionar en el cuerpo y métodos de prevención : Las enfermedades de transmisión sexual (E.T.S.), son enfermedades infecciosas que se pueden contagiar principalmente por contacto sexual. Algunas se pueden transmitir por vía no sexual, pero representan la minoría del número total de casos. Entre las de transmisión mayoritaria o exclusiva por contacto sexual entre las personas, están la sífilis, la infección por ladillas (Pediculosis pubis), el chancroide, la hepatitis B, la gonorrea, colidoma, y la más conocida de todas, el SIDA ( o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), entre muchas otras. La transmisión de la infección se efectúa sólo por un contacto íntimo con una persona infectada, ya que los organismos que las producen mueren rápidamente si se los separa del cuerpo humano. La mayoría de los organismos infecciosos son transferidos por el contacto directo con una úlcera o lesión sobre los genitales o boca. Sin embargo, algunos pueden vivir en los fluidos corporales sin ocasionar una lesión visible y ser transferidos por el contacto con estos fluidos, en prácticas tanto homosexuales ( hombre a hombre, mujer a mujer) como heterosexuales ( hombre a mujer, mujer a hombre), y por vías tanto anal como vaginal y también sexo oral. Algunas prácticas sexuales, tales como la relación anal, llevan un riesgo más alto de transmisión que otras prácticas sexuales, tales como la relación vaginal. Algunas afecciones, como el chancroide y la producida por las ladillas, pueden extenderse de una parte de la piel a otra por la misma persona infectada a través de sus manos. La gonorrea, sífilis e infecciones por Chlamydia pueden pasar de la mujer embarazada a su hijo, ya sea en el embarazo o durante el parto. Tales infecciones congénitas pueden ser bastante graves. Aunque las infecciones de transmisión sexual comienzan en los genitales externos, se pueden extender también a la próstata, útero, testículos y órganos cercanos. La mayoría de estas infecciones sólo causan irritación, picores y ligeros dolores pero la gonorrea y la uretritis por Chlamydia son causa importante de esterilidad en las mujeres. Algunas ETS también pueden ser transmitidas por un contacto directo no sexual con tejidos o fluidos infectados, por ejemplo el contacto con sangre infectada por medio de agujas cuando son utilizadas drogas intravenosas, como es el caso del VIH y de la hepatitis B. Otra forma no sexual de transmisión es la transfusión de sangre contaminada. Existen creencias y mitos con respecto a la transmisión del VIH, sin embargo ahora sabemos que en las siguientes situaciones no se transmite el virus : contacto físico no sexual con gente afectada, por picaduras de insectos, por medio del uso de teléfonos, piscinas u otros lugares públicos, en lugares de trabajo, al compartir utensilios de comer, o durante la visita a hospitales. El carácter epidémico de las enfermedades de transmisión sexual torna muy dificultoso tener un control sobre las mismas. Esto es atribuible al aumento de la actividad sexual, sobre todo entre adolescentes. También es significativa la sustitución del preservativo (que además de actuar como método anticonceptivo proporcionaba cierta protección) por otros métodos de control como píldoras y diafragma. Los modelos de enfermedad de transmisión sexual también cambian. La sífilis y la gonorrea fueron epidémicas en un tiempo, pero el uso masivo de la penicilina consiguió un control moderado sobre la sífilis. La atención se centró entonces en la gonorrea, y en ese momento empezó a aumentar de nuevo la aparición de la sífilis. Aumentaron también entre los años 1970-80, el herpes genital y la infección por Chlamydia. El tratamiento básico de las enfermedades de transmisión sexual es mediante antibióticos. La penicilina ha sido efectiva contra la sífilis y la gonorrea, pero muchos organismos gonorreicos resisten hoy la acción de este fármaco, obligando a los científicos a buscar nuevas curas. La única forma de prevenir la propagación de las ETS, es identificando a las personas con las cuales ha tenido contacto sexual la persona infectada y proceder a determinar si también necesitan tratamiento.

    3. La sexualidad adolescente

    La adolescencia es una etapa crítica de la vida caracterizada por profundas transiciones en la conducta emocional, intelectual, sexual y social de los seres humanos. Su tarea principal es la consolidación de la propia identidad; esto es, el descubrir "quién soy yo". En esta etapa la amistad llega a ser de vital importancia ya que el adolescente busca el aliento de afines, con quienes pueda compartir las experiencias vividas en el proceso de búsqueda de identidad. Los amigos se dan entre sí el apoyo emocional que los adolescentes necesitan.Los padres temen porque ignoran las reacciones del hijo en ese período y cómo acercarse a él, y el propio adolescente porque teme el descontrol. El equilibrio se ha roto, los padres dejaron de protegerle y tiene que afrontarse con diferentes retos en la vida que le conducirán al mundo adulto. El bebé, que no ha configurado todavía la respuesta sexual, experimenta la sexualidad simplemente al azar de sus descubrimientos sensoriales, y de forma incompleta. Durante el período infantil, en el que hay un perfeccionamiento de las distintas habilidades mentales y motoras, también se adquiere una mayor integración del cuerpo propio, dándose ya, el comienzo del esquema sensorial susceptible de configurarse como excitación sexual: el tipo de caricia táctil, estímulos olfativos y visuales, sensibilidad genital. Algunos niños tienen inhibida la exploración sexual porque desde muy pequeños han aprendido a descartar ese tipo de sensaciones. El joven está lleno de curiosidad, es impresionable, quiere saber, naturalmente, qué cosa es ésta gran experiencia, cómo se conducirá él o hasta dónde llegará su capacidad. La curiosidad intelectual es un componente esencial de la sexualidad juvenil. Los miedos tienen varias formas de expresión: lenguaje corporal, lenguaje psíquico y lenguaje social. Estos lenguajes sirven para expresar las enfermedades producidas por esos miedos, que son: Los trastornos de la alimentación relacionados con la imagen corporal, Las enfermedades de transmisión sexual relacionadas con la sexualidad, entre otras. Hace ya mucho tiempo que nuestra sociedad occidental se preocupa por definir la sexualidad de una sola manera. En virtud de la aparición de grandes epidemias como la sífilis durante el siglo pasado y el sida en nuestro siglo, la actividad sexual se ha considerado una actividad riesgosa para la salud. Esta concepción tiene como consecuencia la necesidad de hacer de lo sexual un asunto susceptible de políticas y estrategias que supuestamente protejan a las personas de los riesgos asociados, como son el embarazo no deseado y la transmisión de enfermedades sexuales. Sobra decir, entonces, que la sexualidad se ha convertido en algo que requiere de administración y control, aún desde el punto de vista médico. Para esta concepción, que domina nuestra cultura hoy en día, la actividad sexual de los jóvenes representa una dificultad particular porque se considera que presenta “riesgos'' específicos de la edad, diferentes de los que enfrentan los niños y los adultos. La conducta sexual de los jóvenes se considera precisamente su conducta más riesgosa, en virtud de que se piensa que el “impulso'' sexual no se controla eficazmente por la precaria situación emocional del adolescente. ¿Podemos considerar que todos los jóvenes pasan por los mismos procesos personales, como si éstos fueran una evolución natural determinada solamente por la biología? Tal empresa resultaría sumamente dudosa y, sin embargo, eso es lo que nuestra cultura hace cotidianamente: construir un estereotipo universal de adolescente que se aplica a todos los jóvenes de cierta edad sin atender a sus condiciones concretas de existencia. Con respecto a la sexualidad, estas ideas dominantes consideran que los adolescentes son incapaces de hacerse responsables de su conducta sexual. En respuesta, la mayoría de las estrategias educativas se realizan bajo una concepción fundamentalmente negativa tanto de la sexualidad como de los jóvenes, además de que niegan sus circunstancias particulares y sus necesidades concretas. En todo caso, se piensa que es necesario controlar a los adolescentes ya que ellos no pueden controlarse a sí mismos, y esta tarea le es encomendada principalmente a los padres. De hecho, la “buena'' conducta sexual de los hijos es un elemento para la evaluación de la buena educación recibida en el seno familiar. Si en ello va la reputación parental, es obvio que la sexualidad de los jóvenes es una preocupación de los adultos.

    Las fuentes de la desinformación Algunos de los jóvenes, entre 13 y 17 años, entrevistados no consideran a los padres informantes confiables sobre la sexualidad, debido fundamentalmente a dos circunstancias: el nivel educativo de los padres y sus reacciones negativas ante cualquier pregunta sobre el tema. Los siguientes comentarios ilustran la primera circunstancia: “Uno les pregunta y se ponen colorados, no saben qué decir.'' No es infrecuente la decisión de guardar silencio frente a los progenitores pues, a decir de estos jóvenes entrevistados, plantear preguntas e inquietudes sobre el tema genera en ellos una reacción adversa basada en la preocupación, el temor y la necesidad de control de la sexualidad del hijo. En la experiencia de estos jóvenes, tanto la familia como la comunidad consideran que su sexualidad les es ajena por su edad. Ellos expresan que el discurso de los adultos los califica de “chiquitos'' e incapaces de tener deseos sexuales, menos aún de ejercer una sexualidad responsable. De esta manera, sus dudas y preguntas son descalificadas de inmediato por ser “inapropiadas'' para su edad. Pero la negación del deseo de los jóvenes no lo elimina de la realidad, solamente provoca que ellos cierren sus posibilidades de diálogo en la familia y lo trasladen hacia otros ámbitos, no siempre los más indicados, pero sí más receptivos a sus inquietudes sin mediar una reprimenda. Por todo lo anterior, es importante reconocer que la familia no siempre es el espacio idóneo de orientación sexual. Durante la adolescencia la actividad sexual, satisface una gran cantidad de necesidades importantes de las cuales la menos urgente es el placer físico. Más importante es la habilidad de la interacción sexual para mejorar la comunicación, para ejemplificar la búsqueda de nuevas experiencias, para proporcionar madurez, para estar a tono con los amigos y para lograr acabar con presiones sociales. De esta forma, con el objeto de verse libre de las presiones familiares, de los amigos y de la sociedad en general, el adolescente se compromete en actividades sexuales aún antes de estar preparado para ellas; esto es, incluso antes de que haya recibido una educación sexual adecuada y oportuna que le dé las armas suficientes para salvar las consecuencias graves del ejercicio de la sexualidad tales como la infección de ETS y el SIDA. Desde hace varios años se han llevado a la práctica diversas intervenciones educativas con el objeto de proteger de la amenaza del SIDA a los adolescentes, incrementando el conocimiento acerca de la enfermedad, sus consecuencias y formas de prevención. La mayoría de los estudiantes conocen todo lo relacionado con el SIDA y las estrategias de prevención; sin embargo, no se perciben como sujetos de riesgo ni realizan cambios en su comportamiento sexual para protegerse de una posible infección de VIH . Los datos obtenidos sobre actitudes y prácticas de riesgo sexual, muestran que el 69% de la población estudiada considera estar medianamente informada, en contraste con un 21% de estudiantes que reportaron tener un mejor conocimiento sobre el tema; no obstante estas encuestas muestran un nivel de información sobre sexualidad muy deficiente, el cual han obtenido a través de revistas, televisión, periódicos y libros. En relación con esto, se ha encontrado que a pesar de que los medios masivos de comunicación juegan un papel importante en la transmisión de ideas y actitudes sobre sexualidad, muchas veces presentan situaciones que corresponden a contextos culturales diferentes a los de la población receptora. El método anticonceptivo que utilizan con más frecuencia es el condón; el 35.5% de las mujeres y el 42.2% de los hombres que han tenido relaciones sexuales, reportan haber utilizado el condón en su primera relación sexual. Finalmente, la información recolectada muestra que la utilización del condón se enfoca principalmente a la prevención del VIH; sin embargo el 60% de la población considera que las ETS y el SIDA son enfermedades propias de homosexuales, prostitutas y adultos. En esta etapa conflictiva e inestable de la vida, las necesidades fisiológicas, psicológicas y socioculturales impulsan al adolescente a tomar conductas sexuales compulsivas: ya sean tener relaciones genitales sin cuidado ni protección alguna, elección equivocada de la pareja, promiscuidad y/o inicio precoz de la actividad sexual,etc. Las Enfermedades de Transmisión Sexual son otro importante factor de riesgo. La falta de utilización de métodos de prevención eficaces, que en muchos casos se viven como una barrera en sus relaciones afectivas, pueden desarrollar un clima oportuno par el contagio de las mismas. Las familias, asumen con ansiedad las vivencias de la sexualidad de sus hijos e hijas adolescentes y los sistemas educativo, sanitario y de servicios sociales no dan la cobertura necesaria para facilitar a la población juvenil y adolescente el disfrute de una sexualidad de forma saludable y satisfactoria. Por último los medios de comunicación social, en general, comercializan el sexo dando una imagen distorsionada del mismo, y sólo en escasas ocasiones se promueven programas divulgativos y formativos. Con todo lo expuesto podemos afirmar que nuestra sociedad no está abordando adecuadamente las vivencias de la sexualidad de la población joven, y por ello se hace necesario promover estrategias que permitan aceptar que la población adolescente y joven es sexualmente activa, mejorar su nivel de información sobre sexualidad, ofrecerles los medios educativos y asistenciales para que puedan vivirla sin riesgos, y por último fomentar actitudes positivas ante el hecho sexual humano en jóvenes, familias y profesionales.

    La Blenorragia En El Hombre La enfermedad venérea más difundida es la BLENORRAGIA o GONORREA: en general, se considera como una enfermedad local que afecta al aparato genital y urinario. Es causada por un germen que ataca particularmente a las mucosas genitales, produciendo un estado de notable inflamación y flujo de material purulento. Raramente el proceso morboso se extiende a otras partes del organismo.

    Diferencia En Los Dos Sexos Esta afección tiene la peculiaridad de atacar al hombre con manifestaciones que en la mayoría de los casos no pueden ser ignoradas, mientras que puede presentarse en la mujer con síntomas tan débiles que a menudo no se toman en consideración; de aquí nace la posibilidad de que algunas mujeres transmitan la enfermedad a través de las relaciones sexuales, no sabiendo que están infectadas; en ciertos casos es precisamente el contagio del hombre el que revela en la mujer la primera fuente de la enfermedad.

    Manifestaciones Iniciales Como hemos dicho, en el hombre las manifestaciones son , en general , bastante evidentes : 3 ó 4 días después del contagio se nota prurito y escozor bastante intensos en los labios del orificio urinario (meato urinario),que se presentan enrojecidos y ligeramente hinchados ;a la presión, y a veces también espontáneamente, sale del meato urinario un líquido purulento amarillo verdoso. El examen de esta excreción efectuado al microscopio, nos revela los gérmenes (gonococos) responsables de la enfermedad; se presentan como pequeños elementos en forma de granos de café, contenidos inicialmente en las células superficiales de la mucosa, que son las primeras en ser atacadas. A continuación, en el ulterior desarrollo de la enfermedad, determinadas células de la sangre intentan defender al organismo de la infección, envolviendo con sus seudópodos a los gonococos y enjaulándolos en su interior. Y justamente en el interior de estas células (los leucocitos o glóbulos blancos), podemos ver algunos gérmenes, mientras que otros pueden encontrarse libres en la secreción purulenta. Para que la enfermedad se transmita es necesario que una pequeña cantidad de la secreción, rica en gérmenes entre en contacto con la mucosa genital; esto explica que sea extraordinariamente improbable el contraer la enfermedad fuera de los contactos sexuales, ya que los gérmenes, expuestos al aire y a la desecación mueren en pocas horas. Hemos visto cómo unos de los síntomas más importantes es el escozor; éste se hará bastante intenso hasta convertirse en un vivo dolor cuando el enfermo orina; la causa es la distensión de los tejidos inflamados, debida al paso del liquido; el dolor es tan fuerte que arranca verdaderos gemidos y hace muy difícil la expulsión de la orina. A los síntomas locales es menester añadir un estado de cansancio general de malestar, cierta palidez y a veces fiebre no muy alta. La primera infección se desarrolla en un ensanchamiento que toma el nombre de fosa navicular, situado en el interior del conducto uretral (por el que fluye la orina desde la vejiga hasta el orificio externo). Si esta primera infección se trata en seguida, los individuos afectados de blenorragia pueden considerarse curados en la casi totalidad de los casos.

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