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El trotskismo en el Perú

Enviado por Rafael Herrera Robles


Partes: 1, 2, 3

  1. Síntesis
  2. César Hildebrandt
  3. La revolución permanente
  4. La peculiaridad de los pueblos
  5. La burocracia estalinista
  6. Tres concepciones sobre la revolución rusa
  7. Lenin y Trotsky
  8. Trotsky y Stalin en el Perú
  9. Tres concepciones sobre la revolución Indoamericana
  10. César Vallejo
  11. Trotsky y el Apra
  12. El estalinismo en el Perú
  13. El trotskysmo en el Perú
  14. Notas

Síntesis

En el Perú el término trotskysmo atrae las pasiones más extremas. Hace poco, la gran prensa peruana, de derecha e "izquierda" (diario "La primera"), lo destacó en términos de descalificación, de injuria, comentando declaraciones de un asesor1 presidencial despedido que culpó de su desgracia a otro asesor, al que endilgó el epíteto de "trotskista". Esto no es casual porque, luego de la muerte de Mariátegui en abril de 1930, el Perú se convirtió en uno de los bastiones más grandes del estalinismo en esta parte del continente, por lo que, periodistas, profesores universitarios, escritores de diverso talento, políticos y plumíferos de todas las especies, denostan del trotskismo en la primera oportunidad que se les presente, la mayor parte de veces, sin disimular su falta de sinceridad intelectual y su ignorancia sobre política marxista.

César Hildebrandt

A un reconocido periodista, César Hildebrant, no le gustó que por recordar los crímenes de Stalin, los defensores del historial estalinista lo califiquen de "trotskista vergonzante", y desde las páginas del diario "La Primera2", escribió que siempre pensó que Trotsky hubiese hecho lo mismo que Stalin. En otras palabras, Trotsky y Stalin son la misma cosa. Un absurdo semejante a los que ponían en el mismo lugar a Robespierre, a los jefes del termidor y a Babeuf en la revolución francesa; a los zares de Rusia que ponían en el mismo lugar a liberales y marxistas, a los que hoy ponen en el mismo lugar a la izquierda marxista con la izquierda ajena al marxismo. Desde inicios del siglo veinte el pensamiento de Trotsky se distinguía de otras corrientes marxistas conforme mencionaremos en líneas siguientes, y luego del triunfo de 1917, en el poder, se fueron evidenciando otras diferencias. Por ejemplo, mientras Trotsky estuvo en Rusia, el estalinismo no logró prohibir ninguna corriente artística o científica. Por ese entonces se estaba gestando un gran bloque histórico donde confluían las diversas vertientes del saber, de las artes a las ciencias y la política. Rusia revolucionaria -en la década del veinte- estaba a la vanguardia mundial en la renovación artística en todos los terrenos. La contrarrevolución estalinista acabó con ese proceso. Hildebrandt es incapaz de interpretar esos acontecimientos, por lo que se interroga si podría ser cierto que los trotskistas con sus propuestas, -para él, irrealizables-, sean la "quinta columna" del imperialismo como decía Stalin, añadiendo además que a las mujeres -de solvencia económica-, no son sus ideales libertarios que las llevan abrazar la causa del socialismo o del trotskismo, sino su complejo de culpa, reduciendo la política a la moral de "humillados" y "ofendidos".

Hildebrandt no se ha dado cuenta que el triunfo revolucionario en los países atrasados para promover el socialismo, antes que en los adelantados, estaba entre las posibilidades en la teoría de la revolución permanente de Trotsky, lo que no significa necesariamente que puedan llegar primero a la realización plena del socialismo, que sólo es posible en el plano mundial. Es imposible el socialismo en un solo país. Tampoco existe el capitalismo en un solo país.

La revolución permanente

Trotsky es pseudónimo del revolucionario ruso de ascendencia judía, Lev Davidovich Bronstein, que nació en 1879 y murió asesinado por un esbirro estalinista en su destierro de Méjico un 20 de agosto de 1940, creyendo así acabar con su pensamiento. Pero el trotskismo no sólo sobrevivió a su principal gestor, sino que generaciones de revolucionarios en el mundo, bajo su inspiración, confluyendo con otras tendencias libertarias, han revitalizado al marxismo, que hoy se alza lozano al devenir del siglo veintiuno.

El principal distintivo del trotskysmo en política es la teoría de la revolución permanente, cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo diecinueve cuando, para ciertos países atrasados de Europa Occidental, entre ellos Alemania, donde estaba a la orden del día la lucha bajo consignas democráticas burguesas para liquidar la feudalidad, Carlos Marx en algunos textos, entre ellos, el "Mensaje del Comité Central a la Liga de los comunistas" (1850), escribió: "La relación entre el Partido Obrero revolucionario con los demócratas pequeño burgueses es ésta: marcha con ellos en contra de la fracción a la que pretenda derrocar, se opone a ellos en todo aquello por medio de lo cual tratan de consolidar su posición en su propio provecho… Su grito de batalla debe ser: la revolución permanente".

La idea, por una parte, es que el proceso revolucionario arroje del poder una tras otra a las diversas facciones de las clases dominantes hasta la conquista del poder político por la clase obrera para dar inicio a la construcción del socialismo; y por otra parte, la revolución no se puede detener en los marcos nacionales, sino que por su misma naturaleza, es internacional, en la medida que las fuerzas productivas -capacidad mental-corporal humana materializada en la ciencia y la técnica- sobrepasan las fronteras nacionales.

La segunda internacional liderada por Carlos Kautsky dejó de lado esta estrategia y fue León Trotsky quien lo cohesionó desde inicios del siglo veinte, partiendo de las peculiaridades rusas, en obras como "Balance y Perspectivas" y "1905", elaboradas en base a las luchas sociales que se coronaron con la revolución derrotada de 1905, de cuyos consejos obreros (soviets) Trotsky fue su presidente y, como tal, juzgado y condenado a prisión por el régimen zarista. En 1928 Trotsky dio la versión definitiva a su teoría en su obra "La revolución permanente", criticando al mismo tiempo a sus detractores. Comienza su exposición reivindicando la peculiaridad de los pueblos.

La peculiaridad de los pueblos

Por su misma naturaleza, el marxismo es creador en tanto promueve el conocimiento de la realidad para transformarla de acuerdo a las especificidades culturales de los pueblos, parte integrante de la realidad mundial.

Los movimientos revolucionarios que han confluido con las más diversas manifestaciones progresivas, desde la economía a la política, desde la religión al arte y literatura, han triunfado; mientras los que se han desligado de ese torrente de manifestaciones libertarias han fracasado. Se incluye también a formas de vida de pueblos en los cuales la actividad mercantil no se ha interiorizado en sus conciencias, como los casos de las comunidades andinas reivindicadas por Mariátegui para un proceso socialista a inicios del siglo veinte o las comunas rusas de la segunda mitad del siglo diecinueve reivindicadas por Marx.

Stalin decía que el internacionalismo revolucionario se basa en los "rasgos generales del capitalismo, iguales en su esencia en todos los países" y los rasgos específicos, "no son más que un complemento de los rasgos generales". Trotsky lo criticó argumentando que la economía mundial no es la suma de factores nacionales idénticos, en los que los "rasgos específicos" sean sólo un complemento de los rasgos generales. "En realidad, las particularidades nacionales representan en sí una combinación de los rasgos fundamentales de la economía mundial. Esta peculiaridad puede tener una importancia decisiva para la estrategia revolucionaria durante un largo periodo. Baste recordar el hecho de que el proletariado de un país retrógrado haya llegado al poder muchos años antes que el de los países más avanzados3".

Frente a los primeros marxistas, -entre ellos Vera Sázulich y Jorge Plejanov- que veían el desenvolvimiento ruso idéntico al europeo occidental, y frente a los populistas que desligaban el devenir ruso del resto del mundo para encontrar la "originalidad", Trotsky dio un salto cualitativo al encontrar la originalidad, la peculiaridad del desenvolvimiento ruso inmerso en el sistema mundial, mediante su teoría del desenvolvimiento desigual y combinado, donde lo adelantado y lo atrasado, lo moderno y lo arcaico, están entrelazados, por lo que los países en su devenir, principalmente coloniales y neocoloniales pierden autonomía, y sus modos de vida son truncados y trastocados de su sentido original, para incorporarlos al torrente internacional de acumulación de capital.

Las revoluciones estallan en el "eslabón más débil" del sistema imperialista, que puede ser un país o conjunto de países, -"atrasados" o "adelantados"- como parte de la revolución mundial.

Trotsky criticaba que se imparta las mismas consignas a todos los países dejando de lado las peculiaridades nacionales, pero esto no siempre ha sido tomado en cuenta por gran parte de sus seguidores.

La burocracia estalinista

La burocracia estalinista para Trotsky es un caso nuevo en el devenir humano. Surge de la deformación de la revolución socialista, usufructúa de sus logros y del plus trabajo del pueblo, pero no es una nueva clase social como pensaban y piensan muchos, porque no es propietaria de los medios de vida –tierra, gran banca, gran industria– y no puede heredar a sus descendientes. Tampoco tiene ideología propia como en mayor o menor grado tienen las clases dominantes. Desfigura el marxismo para legitimarse.

Los intereses de la burocracia estalinista son distintos a los intereses imperialistas, por lo que una invasión terminaría con su dominio. De ahí que la burocracia defienda para sus propios fines a la Unión Soviética. En tal sentido, en caso de agresión imperialista, los revolucionarios, dice Trotsky, no deben ser neutrales, sino ponerse del lado del estalinismo para defender las conquistas sociales de los trabajadores, porque si triunfa la invasión imperialista restauraría el capitalismo con todas sus lacras.

En el seno de la burocracia existen diversas tendencias, desde las fascistas hasta las marxistas, las últimas, cada vez menos. Por encima de ellas se levanta el poder omnipotente de una camarilla comandada por Stalin. Esas tendencias, en forma menos clara, también se encuentran en el conjunto social. La cúpula estalinista al elevarse por encima de las diversas facciones y por encima de la sociedad, es una forma de bonapartismo.

"Dos tendencias opuestas -escribe Trotsky en "La revolución traicionada"- crecen en el seno del régimen. La una, al desarrollar las fuerzas productivas, al revés del capitalismo estatificado, crea los fundamentos económicos del socialismo; la otra, extremando las normas burguesas de la repartición en su complacencia hacia los dirigentes, prepara una restauración capitalista. La contradicción entre las formas de propiedad y las normas (burguesas) de la repartición no puede crecer indefinidamente. De uno u otro modo se extienden las normas burguesas a los medios de producción o las normas de repartición deberían ajustarse a la propiedad socialista".

Como proyección del posible desenlace, Trotsky señaló que si triunfa el pueblo barrerá con la burocracia construyendo el socialismo. En caso de una invasión imperialista liquidaría a la burocracia y se regresaría al capitalismo. Y en caso que la burocracia continúe por largo tiempo: "La evolución de las relaciones sociales no cesa. Es evidente que no puede pensarse que la burocracia abdicará en favor de la igualdad socialista. Ya desde ahora se ha visto obligada, a pesar de los inconvenientes que esto presenta, a restablecer los grados y las condecoraciones; en el futuro, será inevitable que busque apoyo en las relaciones de propiedad. Probablemente se objetará que poco importan al funcionario elevado las formas de propiedad de las que obtiene sus ingresos. Esto es ignorar la inestabilidad de los derechos de la burocracia y el problema de su descendencia. El reciente culto de la familia soviética no ha caído del cielo. Los privilegios, que no se pueden legar a los hijos pierden la mitad de su valor; y el derecho de testar es inseparable del derecho de la propiedad. No basta ser director de trust, hay que ser accionista. La victoria de la burocracia en ese sector decisivo crearía una nueva clase poseedora".

En "El programa de transición", Trotsky puso el dilema: "O la burocracia se transforma cada vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del estado obrero, derriba las nuevas formas de propiedad y vuelve el país al capitalismo; o la clase obrera aplasta a la burocracia y abre el camino hacia el socialismo".

A quedado demostrado que la burocracia estalinista reprimiendo a los revolucionarios prepara el camino a la restauración capitalista con elites emergidas de sus tendencias más corruptas y siniestras que cumplieron el rol de "compradores", de correa de transmisión para una restauración capitalista. 1989 fue la culminación de un largo proceso contra revolucionario iniciado en la década del veinte. Hoy, como parte fundamental de la restauración capitalista, pululan en lo que era la Unión Soviética, además de pandillas que se disputan el control de las ciudades, mafias transnacionales de tráfico de drogas, de personas, de bienes culturales.

Tres concepciones sobre la revolución rusa

En escenario ruso de inicios del siglo veinte se presentaron tres concepciones sobre la revolución: la menchevique de Plejanov, la bolchevique de Lenin y la concepción de la revolución permanente de Trotsky. Las tres concepciones coincidían en que falta consumarse las reivindicaciones democrático burguesas, entre ellas, la reforma agraria para acabar con los lastres del feudalismo y otras formas arcaicas. Para el menchevismo liderado por Jorge Plejanov, esas reivindicaciones serían resueltas en una revolución democrático burguesa conducida por una burguesía nacional "revolucionaria" para que desarrolle el capitalismo -a semejanza de Europa Occidental- y a la postre vendría el socialismo. Por eso el partido reclamado marxista, por ese entonces la socialdemocracia, -que en Rusia se había dividido en mencheviques y bolcheviques, a los que se sumaban otras tendencias- debería subordinarse a esa burguesía.

Para Lenin y los bolcheviques no existía una burguesía nacional revolucionaria y la conducción del proceso democrático burgués estaría a cargo de la "dictadura democrática" de obreros y campesinos que, liquidando todas las trabas precapitalistas, entre ellas feudales, abriría el camino al libre desarrollo capitalista, -al igual que en Estados Unidos– creando las mejores condiciones para un ulterior tránsito al socialismo. El otro camino del tránsito del feudalismo al capitalismo para Lenin, era el terrateniente burgués que ya estaba en curso, en forma lenta, con la diversificación de inversiones de los propietarios agrarios al sector urbano industrial.

Para Trotsky no existía una burguesía nacional revolucionaria y la conducción del proceso recaería en la clase obrera en alianza con los campesinos y el pueblo en su conjunto. Pero la revolución no se detendría en la simple solución de las reivindicaciones burguesas, sino que la clase obrera, haciendo prevalecer sus intereses, haría que traspase los límites burgueses rumbo al socialismo, como parte de la revolución mundial. Las fases, pactos, alianzas, concesiones, que se realicen, están inmersas en las especificidades de cada país, parte integrante del sistema mundial.

Además de lo anterior, las divergencias entre los bolcheviques (Lenin) y Trotsky estaba en que Trotsky, en sus inicios, priorizaba la acción directa de los trabajadores por mediación de sus organismos gremiales en desmedro de la organización política. Es decir, no tenía en cuenta lo primordial de la organización política con claros principios socialistas, intentando por eso, unificar a mencheviques y bolcheviques con otras tendencias, aunque sus estrategias sobre la revolución eran diferentes.

En 1917 Lenin4 se pasa a la posición de Trotsky en cuanto a estrategia y Trotsky acepta que se equivocó en cuestiones de organización, pasando a formar parte del partido de los bolcheviques.

Entre muchos estudiosos, el historiador inglés G.D.H. Cole5 en su Historia del pensamiento socialista, precisa de las tres concepciones sobre la revolución rusa y de cómo, en 1917 Lenin y el partido bolchevique se pasaron a la posición de Trotsky.

El marxista italiano Antonio Gramsci, que conoció de cerca la polémica, ya que estuvo en Rusia los años 1922 y 1923, decía en una de sus cartas a la dirección del Partido Comunista italiano, que antes de 1917, Trotsky "estaba políticamente más a la izquierda de los bolcheviques, mientras que en las cuestiones de organización a menudo hacía bloque y hasta se confundía con los mencheviques. Es sabido que ya en 1905 Trotsky juzgaba que en Rusia podía verificarse una revolución socialista obrera, mientras que los bolcheviques intentaban sólo establecer una dictadura política del proletariado aliado a los campesinos, la cual sirviera de envoltorio al desarrollo del capitalismo, que no debía ser golpeado en su estructura económica. Es conocido también que en noviembre de 1917, mientras que Lenin con la mayoría del partido había pasado a la concepción de Trotsky e intentaba controlar no sólo el gobierno político sino el gobierno industrial, Zinoviev y Kamenev se habían quedado en la opinión tradicional del partido …"

En la reciente polémica habida en Rusia se rebela como Trotsky y la oposición en general, en virtud de la prolongada ausencia de Lenin en la dirección del partido se preocupaban mucho de un posible regreso a la vieja mentalidad que sería deletéreo para la revolución. Pidiendo una mayor intervención del elemento obrero en la vida del partido y una disminución de los poderes de la burocracia ellos quieren en el fondo, asegurar a la revolución su carácter obrero e impedir que se transforme lentamente en aquella dictadura democrática, envoltorio de un capitalismo en desarrollo6…" Gramsci concluía su carta advirtiendo que si bien la estrategia de la revolución permanente es válida, pero si se fuerza demasiado los acontecimientos, podrían acarrear efectos contrarios a la revolución.

Aunado a la teoría de la revolución permanente está la teoría del desenvolvimiento desigual y combinando, que si bien estaba presente en ciertos pasajes de la obra de Marx, Rosa Luxemburgo o Lenin, por mencionar tres nombres, el que lo interpretó en toda su dimensión fue Trotsky.

Marx decía refiriéndose a Alemania de mediados del siglo diecinueve, que lo atormentan todos los males, del pasado y del presente, -los vivos y los muertos- porque no ha alcanzado como otros pueblos entrar a la vida moderna, por su desarrollo capitalista incipiente que coexiste con el régimen medieval y otros lastres del pasado. "Lo mismo que en el Panteón romano se encontraban los dioses de todas las naciones, en el Sacro Imperio Romano-Germánico se encontrarán los pecados de todas las formas de Estado". Los reyes, los príncipes, los representantes de las capas medias o de la burguesía, enfrentados entre sí, no representan el interés general, por lo que la solución a los problemas recae en una nueva clase: la obrera, en una revolución radical contra toda forma de explotación y opresión7.

Lenin en su obra "El desarrollo del capitalismo en Rusia" (1899), también hacía mención a diversas fases del devenir, pero no logró valorizarlo en todo rigor por lo que a inicios de siglo no pudo desentrañar las contradicciones entre las clases sociales que se proyecten al socialismo como lo hizo Trotsky. Por esa época la perspectiva política de Lenin aún estaba refrendada por las posiciones de Carlos kautsky que, para el caso de Rusia, esperaba solo una revolución burguesa para que desarrolle el capitalismo.

Rosa Luxemburgo en su obra "La acumulación del capital" (1913), señalaba que la acumulación de capital tiene dos fuentes: la capitalista, basada en el régimen salarial, sobre todo en Europa, y las relaciones precapitalistas -esclavistas, feudales, comunales, etc.-, sobre todo en el mundo colonial, junto al robo, a la piratería. Y en su estrategia sobre la revolución, a decir de Michael Lowy, Rosa Luxemburgo en su "Introducción a la Economía Política, escribe que: el período dominado por la propiedad privada podría ser un simple paréntesis en la historia de la humanidad entre las dos grandes épocas comunistas, la del pasado arcaico y la del futuro socialista. Con esta concepción, ella propone la alianza entre el proletariado europeo moderno y los pueblos indígenas de los países coloniales, es decir entre el comunismo moderno y el arcaico, contra su enemigo común: el imperialismo8".

Si bien en sus obras iniciales como "Balance y perspectivas", Trotsky aborda el desarrollo desigual y combinado, es en su "Historia de la Revolución Rusa", (publicada en 1932), donde lo expone de manera más coherente: "Los países atrasados se asimilan las conquistas materiales e ideológicas de las naciones avanzadas. Pero esto no significa que sigan a estas últimas, servilmente, reproduciendo todas las etapas de su pasado…"

"El capitalismo prepara y, hasta cierto punto, realiza la universalidad y permanencia en la evolución de la humanidad. Con esto se excluye ya la posibilidad de que se repitan las formas evolutivas en las diversas naciones. Obligado a seguir a los países avanzados, el país atrasado no se ajusta en su desarrollo a la concatenación de las etapas sucesivas. El privilegio de los países históricamente rezagados, que lo es realmente- está en poder asimilar las cosas o, mejor dicho, a obligarles a asimilárselas antes del plazo previsto, pasando por alto toda una serie de etapas intermedias. Los salvajes pasan de la flecha al fusil de golpe, sin recorrer la senda que separa en el pasado esas dos armas. Los colonizadores europeos de América no tuvieron necesidad de volver empezar la historia de nuevo…"

"Las leyes de la historia no tienen nada de común con el esquematismo pedantesco. El desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso histórico, no se nos revela, en parte alguna, con la evidencia y complejidad con que lo patentiza el destino de los países atrasados. Azotados por el látigo de las necesidades, los países atrasados vense obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, la calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la fusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible conocer la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado9".

Los modos de producción y las formaciones económico sociales teorizadas por Marx encuentran mayor concreción inmersa en las desigualdades, combinaciones y coexistencia de diversas formas de vida teorizadas por Trotsky, tanto en el ámbito de un territorio, como en el ámbito del sistema mundial.

Esta teoría explica, entre otras cosas, que en el devenir humano han decaído pueblos que por un periodo fueron los más progresivos, emergiendo otros. Así, pueblos antiguos de Asia y Africa estaban adelantados respecto a los europeos, sobre todo en el desarrollo de la ciencia y la técnica, en la acumulación de dinero, en las artes, pero los que dieron el salto de sociedades de estamentos y castas al capitalismo fueron los europeos. Los primeros brotes de capitalismo tuvieron lugar en Europa mediterránea, pero luego la delantera se ubicó en el norte, donde habitaban los pueblos "bárbaros", y de allí pasó a Estados Unidos. En este proceso, -en el que se adquieren nuevas habilidades y se pierden otras- pueblos rezagados se apropian o asimilan el legado de pueblos más prósperos y puede3n llegar a superarlos. Por eso no es de extrañar que dentro del sistema capitalista mundial hayan sido pueblos rezagados o atrasados los que han dado los primeros pasos para superar al capitalismo.

En el marco de su teoría, Trotsky decía que el impacto de la introducción de nuevos instrumentos y conocimientos sobre un pueblo, depende de su especificidad dentro del sistema mundial, "de la capacidad de asimilación". , que puede mejorar o empeorar el modo de vida. Para el caso de Rusia, "la introducción de los elementos de la técnica occidental, sobre todo la militar y la manufacturera bajo Pedro I se tradujo en la agravación del régimen servil como forma fundamental de la organización del trabajo. El armamento y los empréstitos a la europea –productos indudablemente, de una cultura más elevada, determinaron el robustecimiento del zarismo, que, a su vez, se interpuso como un obstáculo ante el desarrollo del país10."

Este fenómeno podemos decir que es común en el mundo colonial, como el caso emblemático de la cultura andina que, antes de la llegada de los europeos, con una economía planificada, no obstante sus instrumentos rudimentarios -si lo comparamos a culturas como la egipcia o china– logra solucionar el problema del hambre, conforme lo reconocen hasta hoy sus detractores. La organización social -como vertiente esencial de las fuerzas productivas- suplió con ventaja la falta de instrumentos materiales avanzados.

El capitalismo, como expresión de los intereses de la clase dominante (burguesía), -al igual que las formaciones sociales que lo antecedieron- en parte contribuye a mejorar la vida y en parte lo estropea, dejando de lado gran parte del legado progresivo porque es contrario a sus intereses particulares. Por el contrario, los intereses de la clase obrera y clases populares, en tanto confluye con los intereses de la humanidad, recogen todo el legado progresivo desde sus orígenes, por lo que Federico Engels pudo escribir: "…el príncipe más poderoso, el más grande hombre público o guerrero de la civilización, puede envidiar al más modesto jefe gentil el respeto espontáneo y universal que se le profesaba. El uno se movía dentro de la sociedad; el otro se ve forzado a pretender representar algo que está fuera y por encima de ella11".

La formación del sistema mundial moderno se levantó sobre el legado o cimiento de culturas (no europeas) llamadas desdeñosamente "bárbaras" y "primitivas", que comenzaron a domesticar plantas y animales, creando lo que hoy es base de la alimentación mundial. Igualmente la técnica y la ciencia, base sobre la que se desenvuelve el capitalismo mundial encontró sus primeros creadores e inventores en esas culturas. No obstante, por la división internacional del trabajo impuesto desde las conquistas, los principales usufructuarios de esos descubrimientos son los países más industrializados (Europa y Estados Unidos) que prosiguen saqueando los recursos naturales a esos pueblos y al mismo tiempo los privan de la ciencia y tecnología para así perpetuar el sistema. El desarrollo de la genética, la aplicación de la biotecnología, ha acentuado el saqueo del germoplasma por parte del imperialismo, a los países del "tercer mundo".

El legado progresivo de las culturas primigenias está presente más de lo que uno pueda imaginarse, en todos los terrenos, comenzando de la alimentación.

Lenin y Trotsky

Lenin muere en enero de 1924 agobiado por la burocratización de la revolución, por lo que en cartas a su partido pide destituir a Stalin del cargo de secretario general y de encargado de las nacionalidades, lo que no se realizó, sino todo lo contrario, Stalin se aferra al poder, y al mismo tiempo que reivindica el término "leninismo", crea su opuesto, el "trotskismo". El "leninismo" cambiaba de acuerdo a los virajes políticos, al igual que las acusaciones contra el "trotskismo", que en la década del treinta se le consideró contrarrevolucionario. Sólo en Rusia, alrededor de un millón de revolucionarios pagaron con su vida su esperanza en el socialismo, al igual que la plana mayor bolchevique condenada a pena de muerte en juicios infames entre los años 1936 a 1938.

Sobre las disputas entre Lenin y Trotsky hasta 1916, existen abundantes documentos. Como en toda polémica, se entrecruzan criterios racionales y zahirientes. En una oportunidad Trotsky tildó a Lenin de "abogado chapucero" y la respuesta era igualmente en el mismo tono. Entre otras cosas, Lenin tildaba a Trotsky de "conciliador", porque intentaba unificar a bolcheviques, mencheviques y otras tendencias que tenían estrategias diferentes. En base a ello el estalinismo, con infundios, tergiversando la polémica, crea el anatema del "leninismo", contra Trotsky y el "trotskysmo". Se han dado publicidad escritos de Lenin contra Trotsky, pero los escritos de Trotsky contra Lenin solo se conocen en forma retaceada, desfigurando los argumentos. En esto también son responsables gran parte de los seguidores de Trotsky que han intentado, sino borrar, minimizar la controversia, para presentarse como "leninistas".

Al estallar la revolución rusa en 1917, gran parte de líderes bolcheviques intentan crear una república burguesa para desarrollar el capitalismo, conforme a su propuesta original de inicios de siglo. Todo eso cambia porque el pueblo estaba en las calles sobrepasando a las direcciones políticas, y Lenin, con sus Tesis de Abril, con gran resistencia de otros líderes bolcheviques, -entre ellos Zinoviev y Kamanev- reorienta al partido hacia la conquista del poder político para construir el socialismo, confluyendo con la teoría de Trotsky.

Entre otros, el historiador G.D.H. Cole escribe que luego del triunfo revolucionario en 1917: "Cuando los bolcheviques se pusieron a formar su gobierno, Lenin propuso que Trotsky, como principal organizador de la insurrección lo presidiera, pero todos, incluyendo Trotsky, consideraban a Lenin como el único líder posible y Lenin aceptó el hecho a disgusto12". Ya cercano a su muerte, en una de sus últimas cartas, Lenin presenta a Trotsky como el "bolchevique más capaz" y pide no recordar sus antiguas divergencias con el bolchevismo. Los acontecimientos demuestran la compenetración al que llegaron los dos caudillos revolucionarios.

Establecido el gobierno, existieron grandes controversias al interior del Partido Bolchevique y de la Tercera Internacional fundada en 1919, protagonizada por revolucionarios de prestigio y ascendencia, en la mayoría de las cuales, Lenin y Trotsky tenían el mismo punto de vista. Por ejemplo, Rosa Luxemburgo criticó abiertamente a Lenin y Trotsky porque supuestamente hacían demasiadas concesiones a los campesinos y reclamando más democracia, pero nadie se atrevió pedir su expulsión de la internacional. Zinoviev, dirigente bolchevique que se opuso a tomar el poder en 1917, fue nombrado en 1919 presidente de la naciente Tercera Internacional. El partido bolchevique revolucionario era diferente al monasterio estalinista. Lenin y Trotsky hicieron causa común en las cuestiones más importantes referentes a la política interior y exterior. Mencionemos como ejemplos la política económica, el monopolio del comercio exterior, la política cultural, las tesis sobre el frente único, la lucha contra la burocratización, etc. Los cuatro primeros congresos de la tercera internacional, redactados por Trotsky promueven una estrategia de revolución permanente, -de acuerdo a las especificidades nacionales-, por lo que, al surgir la pugna entre Trotsky y Stalin, los seguidores de Trotsky pueden encontrar "trotskysmo" en esos congresos y en las organizaciones del mundo que las hicieron suyas, aunque en su gran mayoría esas organizaciones fueron sometidas a la política estalinista que retoma las tesis de los mencheviques sobre la imposibilidad del socialismo en los países atrasados.

Para reorientar al partido que había caído en el ultra izquierdismo luego del triunfo revolucionario, ambos. -Lenin y Trotsky- hicieron causa común para promover la política del frente único con organizaciones reformistas, pequeño burguesas y burguesas sobre reivindicaciones concretas, manteniendo la independencia orgánica y política. Como preámbulo, Lenin escribió su opúsculo sobre "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo", y luego Trotsky redacta las "Tesis sobre el frente único", que ambos defendieron en el Comité Ejecutivo de la internacional (1921), lo que fue refrendado -con gran resistencia- en el cuarto congreso de la misma (1922). Cuando tendencias sectarias intentaron oficializar determinada corriente artística como la única correcta, Lenin y Trotsky se opusieron. Trotsky se enfrentó a tamaña degeneración del marxismo en su libro "Literatura y Revolución" (1923). Lenin no entendía a las vanguardias artísticas. Cuando Lunacharsky en calidad de Comisario de Educación promovió la publicación del poemario "150'000,00" en número de cinco mil ejemplares, del poeta proveniente del futurismo, Mayakovsky, Lenin, en una carta a Lunacharsky fechada el 6 de mayo de 1921 dijo que era una vergüenza:

"Es absurdo, estúpido, es una tontería rematada y una presunción".

"A mi juicio deben imprimirse 1 de cada 10 cosas de esas y con una tirada de no más de 1,500 ejemplares para las bibliotecas y los extravagantes13".

Lenin, que gustaba de la poesía lírica de Pushkin, a pesar de su incomprensión de las corrientes de vanguardia en el arte, hizo causa común con Trotsky defendiendo la libertad de creación para todas las escuelas y tendencias en el arte y las ciencias.

En 1921 a iniciativa de Lenin se establece la Nueva Política Económica (NEP), como una medida coyuntural, pasajera, pero luego de su muerte en enero de 1924, el estalinismo pretendió eternizarlo, con graves consecuencias.

Stalin, además de retomar las viejas tesis mencheviques de la imposibilidad del socialismo en los países atrasados, de oficializar una sola corriente de arte y literatura bajo vigilancia del partido, desechando a las vanguardias artísticas y al freudismo, promovió su única idea original, la del socialismo en un solo país, una aberración en un mundo de diversidades pero cada vez más unificado por lazos económicos y culturales. Debemos tener en claro que tampoco ha existido el capitalismo en un solo país.

Cuando Trotsky condena la teoría del socialismo en un solo país como contraria a la realidad y contraria al marxismo, fue tildado de "derrotista", de estar en contra las "realizaciones nacionales", que sólo espera la revolución mundial. Una crítica sin sentido a uno de los principales promotores del socialismo en Rusia y el mundo. En 1924, conjuntamente a otros bolcheviques, entre ellos Preobrajensky, Trotsky propuso iniciar la planificación de la economía para construir el socialismo, siendo desechado por el estalinismo como la "cumbre de la utopía". Era la burocracia estalinista quien, en los hechos, estaba contra las realizaciones nacionales con proyección al socialismo, sin plantear (en 1924) ninguna alternativa. En 1929 Stalin se vio forzado planificar la economía en medio de una gran crisis que se pudo evitar si la planificación comenzaba en 1924 como era la propuesta de Trotsky.

Si bien es cierto que el triunfo definitivo del socialismo sólo es posible con el triunfo de la revolución mundial, eso no impide iniciar su construcción en el ámbito de un territorio, al igual que la clase obrera de un país atrasado puede llegar al poder antes que la clase obrera de un país industrializado.

Trotsky y Stalin en el Perú

Lenin y Trotsky eran reconocidos en el ámbito internacional como los principales promotores de la revolución rusa y sus escritos divulgados como sinónimo de marxismo. La figura de Stalin comienza aparecer luego de la muerte de Lenin, al hacerse públicas las divergencias en el seno del partido comunista ruso (partido bolchevique). Pero es recién a finales de la década del veinte que su figura adquiere relevancia con la expulsión de Trotsky de Rusia.

Haya de la Torre14, fundador del Apra, viajó a Rusia y en 1924 escribe un artículo recordando a Trotsky, en el que sobraban los elogios, pero años después, al editarse el texto como parte de su libro "Excombatientes y desocupados", sin desmerecer las ideas de Trotsky, avala su expulsión de Rusia, pero siguió haciendo proselitismo utilizando su figura. En "El Antiimperialismo y el Apra" recuerda una frase en la que Trotsky pone el dilema: "o descender definitivamente al nivel de una colonia o resurgir bajo la forma socialista, tal es la alternativa de nuestro país15".

Mariátegui regresa de Europa en 1923. En abril de 1924 escribe un ensayo sobre Trotsky, presentándolo como el forjador del ejército rojo y el intérprete de la revolución en filosofía y arte. "…los penetrantes estudios de Lenin no abarcaron sino las cuestiones políticas y económicas. Trotsky, en cambio, se ha interesado además por las consecuencias de la Revolución en la filosofía y el arte16".

Es necesario dejar constancia que Mariátegui reconocía a Lenin como máximo dirigente bolchevique, del que también conocía su libro "Materialismo y empiriocriticismo", -cuya primera edición data de 1908-, de carácter filosófico, y que lo menciona entre otros escritos, en una conferencia titulada: "Elogio de Lenin17". (Mariátegui no conoció los apuntes de Lenin comentando su lectura de Hegel, conocidos como "Cuadernos filosóficos")

El calificativo a Trotsky de "intérprete de la revolución en filosofía y arte" por parte de Mariátegui se debe entender porque el estratega de la revolución permanente abordó, entre otras cosas, además de la dialéctica marxista, la problemática de la ciencia y las comunicaciones en el nuevo estado, los problemas de la vida cotidiana18 en la construcción socialista y sobre el arte y la cultura en la transición del capitalismo al socialismo. Lo último, particularmente en su obra, "Literatura y revolución", que tuvo difusión mundial. Mariátegui comenta este texto donde Trotsky expone que la nueva cultura socialista, no tendrá carácter de clase, y que no existirá una cultura "proletaria" en el mismo sentido que cultura burguesa o cultura feudal, porque el dominio de la clase obrera es diferente de la burguesa, en tanto su finalidad no es perennizarse en el poder, sino extinguirse en el proceso de tránsito al socialismo, donde la cultura dejará de tener carácter de clase. Cuanto más avance el proceso de construcción socialista, se irán extinguiendo las clases sociales, creando a la par una nueva cultura, superior a todas las culturas que lo antecedieron, pero tomando el legado progresivo de estas. En este proceso la clase obrera y clases populares dejarán su huella imperecedera. Mariátegui, a la postre, se adhiere a esta posición: "(Trotsky ha planteado ya, en sus justos términos, la cuestión del arte proletario19)". En algunos escritos, Mariátegui utiliza el término "realismo proletario" para resaltar la complejidad de la vida, con sus grandezas y miserias, diferente al "realismo burgués" que idealiza a los personajes, cuyos héroes son presentados como intachables, portadores del bien y la virtud, consustancial con la política de la burguesía que esconde sus intereses privados -que han devenido contrarios al progreso- con una ideología justificatoria20. El "realismo proletario" que presenta Mariátegui es contrario al "realismo socialista" de la época de Stalin donde abundaban, además de personajes intachables, idealizados con todas las virtudes "revolucionarias", una desfiguración de los acontecimientos históricos para legitimar el dominio de una casta burocrática.

Cuando la pugna entre Stalin y Trotsky se hace más evidente, Mariátegui en un inicio, en 1926, con muchas imprecisiones, presenta a Trotsky y al trotskysmo como una "tendencia derrotada" dentro del bolchevismo. Es decir, se pone de lado de Stalin. Pero conforme la pugna se extrema con la expulsión de Trotsky de Rusia, revaloriza cada vez más a Trotsky y al trotskysmo, por su internacionalismo y por su lucha contra el burocratismo. Para Mariátegui, Stalin resulta siendo el encargado de las realizaciones nacionales, y a Trotsky -a su criterio, alejado "momentáneamente" de Rusia- lo imagina extendiendo la revolución mundial comandando el ejército rojo21.

En 1927 Mariátegui y sus compañeros rinden homenaje a Lenin en el tercer año de su fallecimiento, con un escrito de Trotsky traducido especialmente para Amauta22, presentado así: "En el tercer aniversario de la muerte de Lenin, nos parece oportuno ofrecer a los lectores de Amauta uno de los más sugestivos y vigorosos estudios escritos por León Trotsky sobre el gran jefe de la revolución".

En 1929, en la conferencia comunista de Buenos Aires, Mariátegui -en su "Punto de Vista Antiimperialista" y con sus tesis sobre el tramonto de las comunidades indígenas al socialismo- pone en tela de juicio el conjunto de la política estalinista en el ámbito mundial. Sobre China, es preciso en señalar que fue equivocado confiar en la burguesía nacional y en movimientos pequeño burgueses.

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