c. Fijación de objetivos y metas
No he encontrado una definición de lo que es un objetivo, más clara y sustanciosa que la que presenta Guillermo Luna en su libro, Hacia una Administración Eficaz. Él escribe de C. L. Hughes, la siguiente definición:
Un objetivo es un fin, un resultado, no sólo una tarea o una función a desempeñar. Es un emplazamiento en el espacio y en el tiempo que describe la situación que deseamos lograr. Es una norma de realización, un criterio de éxito, algo tangible, mensurable y valioso hacia el cual estamos motivados. Es concreto y explicito, definitivo, conveniente y predeterminado. Guía nuestros actos y nos ayuda a hacer planes como individuos y como administradores. Puede ser a largo o corto plazo; los objetivos a largo plazo ayudan a esclarecer nuestros objetivos a corto plazo. Los objetivos de mayor importancia determinan objetivos secundarios. El presente lo determina el futuro no el pasado.[25]
Como el lector podrá observar, esta definición es muy clara, es precisa y concisa, en otras palabras, es una definición objetiva. El doctor Luna arguye más adelante sobre la necesidad de que la iglesia como organización se proponga objetivos y metas concretos, de lo contrario no sabrá hacia donde se dirige lo cual podría ser nefasto. Él continúa:
Debemos recordar muy claramente que ningún trabajo tiene sentido en una organización, empresa o congregación, a menos que nos conduzca hacia un objetivo importante que contribuya a realizar la meta de la organización, y ninguna organización estará cumpliendo su cometido a menos que ayude a alcanzar los objetivos personales de sus miembros.[26]
El objetivo es el blanco hacia donde nos dirigimos, por lo mismo, tiene que estar bien definido con todas sus pautas; tiene que ser realista, alcanzable, y en completa concordancia con nuestros recursos y capacidad. Es cierto que confiamos, y dependemos de un Dios Grande y Poderoso, que es el Dueño del oro y de la plata (Hageo 2:8), y que debemos actuar movidos por la fe y la confianza en él, pues es evidente que los grandes hombres de Dios, planificaron y obtuvieron grandes victorias y hazañas a causa de su dependencia absoluta de Dios. Ellos dieron pasos agigantados por fe. Ellos visualizaron sus objetivos por fe. Ellos cumplieron y obtuvieron su cometido e hicieron grandes determinaciones movidos por convicciones firmes de fe y confianza en Dios. De la misma manera nosotros, debemos creer en un Dios Grande y Poderoso. Debemos dar pasos grandes, con la fe, la confianza y la esperanza de que Dios estará con nosotros en todo momento hasta la culminación de nuestros objetivos para la honra y la gloria de Su nombre. Pero no es menos cierto, que dar pasos desproporcionados y a tientas, movidos por ambiciones personalistas que inflan el ego y por una "Súper Fe" anti-bíblica, es característico de necios y no de sabios.
Por último, debemos señalar que como parte misma del objetivo, está el procedimiento. El procedimiento tiene que ver con el hecho de cómo pretendemos lograr el objetivo. Es decir, si ya determinamos lo que queremos hacer, a donde queremos llegar, ya está todo visualizado, ya está todo claro, sin la menor duda; de una vez por todas, debemos determinar cómo vamos a llegar hasta allá. Es aquí, donde el líder siervo, en su función de administrador, debe -como dijimos anteriormente- tener definidas algunas cosas tales como: dinero, fechas precisas, la primera, la segunda, y la tercera etapas del plan; también con cuántas personas cuenta para comenzar la acción, y por supuesto debe tener un presupuesto.
d. Comunicar la visión
Una vez hayamos definido el objetivo, el siguiente paso es presentarlo al grupo de asesores, socios, compañeros, ancianos, diáconos y pueblo en general para su análisis y evaluación.
Esto lo podemos presentar, como, la visión y la misión que Dios nos ha dado y encomendado. Es importante que el grupo de líderes afines al proyecto, al objetivo, estén presentes el día que lo presentemos a la congregación. Esto dará fuerza espiritual al líder cabeza ante la congregación, y la congregación observará que las máximas autoridades de la Iglesia están en completo consenso sobre el planteamiento.
Hay dos maneras de comunicar la visión a la iglesia: por escrito y oralmente. La visión se debe escribir para que el pueblo la lea, la analice, y reflexione sobre ella. Se debe estar abierto a posibles preguntas que puedan surgir, inclusive, hasta el punto de hacer ajustes, o replantear el proyecto.
El Señor le ordenó al profeta Habacuc, que escribiera la visión.
"Escribe en tablas de barro lo que te voy a mostrar, de modo que pueda
leerse de corrido" (Hb. 2:2).[27] De igual manera a Isaías "Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla en presencia de ellos, y regístrala en un libro,
para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre" (Is. 8:1).[28] El que Dios les haya sugerido a sus siervos escribir la visión es indicativo de cuán importante es presentar por escrito toda información seria. Generalmente, la gente tiende a olvidar lo escuchado, a menos que lo tenga accesible, en papel para poderlo examinar y recordar. Cuando presentamos la visión por escrito, le estamos dando ante la congregación, a esta, un carácter de documento legal, un carácter de escritura pública, con connotaciones muy reales y serias.
Al presentar la visión por escrito ante la iglesia es importante, también, entrar en detalles orales, sobre qué fue lo que nos movió a elaborar el proyecto, cual fue la intención original, por qué estamos seguros que Dios nos guió a esta visión. Se debe reunir y brindar toda la información posible que hable de los avances del proyecto, tales como estadísticas, informes, correspondencia, evaluaciones, fotografías, testimonios, etc. El propósito de la presentación oral, es motivar a la congregación a creer y a actuar en razón de lo que hemos concebido y formulado como un plan magistral de Dios para su pueblo. Es bueno que varios de la cúpula del liderazgo tomen la palabra para explicar al pueblo la necesidad de entrar inmediatamente en acción y poner manos a la obra con voz y compromiso. Si se presenta la visión por escrito y oralmente al mismo tiempo, podría hacerse por medio de trasparencias en un proyector, o si se tiene acceso y manejo de un sistema Power Point, sería fantástico.
En caso de que el proyecto sea la construcción de un edificio para la iglesia, lo ideal sería que se presentara la maqueta misma de la edificación, o en su defecto los planos de la construcción. De esa manera se crearán imágenes del proyecto en la mente de los congregados que probablemente nunca olvidarán. Además, se le da una imagen de profesionalismo al proyecto, de manera tal que la gente sabrá que estamos al día con la tecnología y con los mejores avances de la ciencia al respecto. Se debe terminar la presentación oral con una oración de confianza y esperanza plena en Dios, y a su vez, haciéndoles llegar, de ser posible, una copia del proyecto, a todos los que hayan hecho un compromiso serio de apoyo e involucramiento.
2. Organización
Organización es poner las cosas en orden para realizar el propósito establecido en la planificación. "La palabra organizar nos hace pensar en un organismo en el que todos los órganos y miembros se hallan íntimamente relacionados entre sí, funcionando al unísono para el bien común.[29] La palabra organizar, y sus derivados vienen de orden, y la palabra orden, u ornamento, vienen del término griego "cosmos" que es lo opuesto de "caos" desorden. "El concepto se halla en su uso en 1 P. 3:3 y en nuestra palabra moderna "cosméticos". El universo (es decir, el cielo y la tierra) se llama el cosmos porque es un ornamento de relaciones armoniosas (Hech 17:24)".[30]
La organización nació de la necesidad humana de cooperar. Los hombres se han visto obligados a cooperar para obtener sus fines personales, por razón de sus limitaciones físicas, biológicas, sicológicas y sociales. En la mayor parte de los casos, esta cooperación puede ser más productiva o menos costosa si se dispone de una estructura de organización. [31]
Con todo, es obvio que aún personas capaces que deseen cooperar entre sí, trabajarán mucho mas efectivamente si todos conocen el papel que deben cumplir y la forma en que sus funciones se relacionan unas con otras. Este es un principio general, válido tanto en la administración de empresas como en cualquier institución. El líder siervo, en su papel administrativo, debe saber que "No basta con predicar que la iglesia debe ser activa o que todos los hermanos y hermanas deben trabajar para el Señor. Debemos señalarles específicamente en que deben trabajar".[32] Dios quiere que su iglesia esté organizada, una iglesia organizada funciona en el orden de Dios. "Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. … pero hágase todo decentemente y con orden" (1 Co. 14:33, 40).
Cómo organizar
Mentalice todos los hombres y mujeres que conforman su iglesia, ya que de ellos es que va a crear una estructura de liderazgo. Comience a organizar teniendo en mente el plan que ha sido ideado con sus objetivos y que fue previamente presentado por escrito y oralmente a la congregación. Determine qué cantidad de personas serán necesarias para concretar el plan.
Descubra los dones y habilidades que cada uno tiene. Enfóquese en la espiritualidad, conocimiento, personalidad, moralidad, ética, carácter, experiencia y disciplina, de quienes van conformar la estructura. Observe, detalles importantes, como por ejemplo: cómo se conduce cada individuo: con su familia, en su trabajo o negocio, en sus relaciones interpersonales, cuáles han sido sus logros más importantes, y cuáles son sus expectativas para el futuro. De ser posible, antes de hacer la selección de individuos que conformarán la estructura de la organización, entrevístelos, uno por uno. Conozca de cerca sus ambiciones, sus metas, sus inquietudes, sus límites, sus necesidades, su espíritu, si es afín a la visión que Dios le ha dado a usted como el cabeza de la iglesia. Haga consciente al entrevistado de la responsabilidad que conlleva la posición que se le va a delegar, el tiempo que debe dedicar, el sacrificio que debe mostrar y lo que se espera de él en tal posición. De la misma manera, inspírele su confianza, motívelo, indíquele la bendición de Dios sobre quienes sean fieles y perseverantes y dele todo su apoyo.
Una vez haya descubierto, a base de la entrevista o discernimiento, los dones y cualidades de cada individuo, el líder siervo en su carácter de administrador procederá a crear la estructura organizativa.
La estructura organizativa de la iglesia local que está en la marcha de la planificación y la obtención de objetivos debe tener dos dimensiones: la dimensión interna, y la dimensión externa.
La dimensión interna comprende de todos los hombres y mujeres que desempeñan alguna posición en la iglesia.
Estas posiciones son:
Apóstol (Pastor general o denominacional).
Pastor (Iglesia local).
Pastores (Distritales o provinciales).
Pastores de área (Iglesia local, subordinados al pastor principal).
Ancianos
Directores (Representes legales).
Presidente
Secretario
Tesorero
Diáconos
Grupo de alabanza
Director
Músicos
Sonido
Maestros
De enseñanza
De Escuela Dominical
De niños
Ujieres
Coordinadores
Servidores
Grupo de evangelismo
Evangelismo
Seminarios
Células de hogar
Parques
Radio
Televisión
Campañas
Visitación
Casas
Hospitales
Cárceles
Bautismos
Retiros
Actividades sociales
Convivios
Cumpleaños
Quinceañeras
Bodas
Graduaciones
Filantropía
Sociedad de Jóvenes
Sociedad de Damas
Sociedad de Caballeros
Sociedad de Hombres y/o Mujeres de Negocio
Librería
Literatura
Articulos varios
Cassettes
Publicidad
Secretaria
Archivos
Agenda pastoral
Calendario de actividades de la iglesia
Información
Membrecías
Caja chica
La dimensión externa, de la estructura organizativa de la iglesia local, incluye a quienes estarán directamente involucrados en el proyecto o visión al que se dirige la iglesia. En otras palabras, mientras la estructura organizativa interna, se concentra mayormente en lo espiritual, la dimensión externa, por su parte, se concentra en lo material. Entiéndase por espiritual lo que tiene que ver con el culto o servicio a Dios en la iglesia local y que es de carácter permanente. Y por material, lo que tiene que ver con el trabajo físico que se hará en el desarrollo del proyecto visión u objetivo planificado y que es de carácter temporal. En esto último, según las características y dimensiones del proyecto visión u objetivo al que se encamina la iglesia, se necesitará de profesionales en la materia, y de mano de obra calificada.
Cómo delegar
"Delegación es el proceso sobre la marcha, por medio del cual el administrador asigna responsabilidades y autoridad adicionales a sus subordinados".[33] En la próxima sección, hablaremos sobre el principio de autoridad, sin embargo, conviene aquí, que anticipemos algunos puntos que nos parecen muy importantes en cuanto a la autoridad delegada en el contexto de la administración.
El primer paso en el proceso de delegar posiciones y autoridad administrativa es hacer una descripción de responsabilidades. En esencia la descripción de responsabilidades es un documento que responde a las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las responsabilidades específicas de quien va servir? ¿Qué tipo de autoridad tiene? ¿Quién es su autoridad inmediata? ¿A quiénes dirige? ¿En qué horario se requerirá de sus servicios y por cuánto tiempo? Es importante que esta descripción de responsabilidades se le dé a la persona que va servir, por escrito y oralmente el día de la entrevista.
Posteriormente, lo que debe hacer, el líder siervo administrador, en el proceso de delegar autoridad, es establecer jerarquías. Debe establecer una cadena de mando, es decir quién manda a quién y cuáles son los poderes y límites, que cada uno recibe. Generalmente, en este campo, se reconocen tres tipos de autoridad, mismas que son:
Actuar por cuenta propia. Esta es una autoridad delegada para que la persona tenga libertad de actuar y tomar decisiones en determinados casos sin necesidad de consultar con el líder siervo o el administrador. Tampoco deberá informar después sobre su actuación. Casi siempre estas decisiones son sobre cosas triviales por las que no se necesita distraer, ni absorber el tiempo de los superiores. Se sobrentiende, en este contexto, que quien actúa por su propia iniciativa debe hacerlo en concordancia con la filosofía de la organización. No sería sabio de parte de quien tiene autoridad delegada contravenir predisposiciones de sus superiores. Toda decisión deberá estar encaminada a la búsqueda del bien común, obtención de los objetivos y mantener el orden en la organización. Este tipo de autoridad, se extiende, mayormente a personas de alta posición, de suma confianza, y de madurez y experiencia.
Actuar e informar. Este tipo de autoridad otorga al responsable la libertad de tomar decisiones por cuenta propia pero deberá informar sobre las mismas así como de sus resultados a su autoridad inmediata. El informe puede hacerse por escrito o verbalmente y se debe llevar un expediente.
Actuar sólo con aprobación. En este caso el subordinado no puede actuar por sí mismo sino hasta recibir aprobación directa de su superior.
En la Escritura encontramos dos excelentes ejemplos de este proceso de delegar autoridad. Uno es el de Jetro a Moisés, -al cual ya nos hemos referido brevemente- y el otro es de Dios a Moisés. El primero nos habla del agobio y frustración que tenía Moisés lidiando en el desierto con probablemente dos millones de personas. Era sumamente difícil para Moisés tener control de todas las situaciones críticas que se estaban dando en medio de tan numeroso pueblo. No era para menos, ya que él llevaba sobre sus hombros el hecho de arreglar asuntos relacionados con problemas matrimoniales, familiares, económicos, morales, rituales, militares, litigios interpersonales, etc. La administración de la justicia, de la consejería y de la espiritualidad del pueblo, entre otros deberes, era a todas luces, una tarea absorbente y estresante para Moisés en su carácter de líder siervo.
En ese período de la historia de Israel por el desierto, rumbo a la tierra prometida, Moisés se volvió multifuncional. Era general, consejero, juez, padre, esposo, pastor, guía, y sacerdote, entre otros. Fue en estas instancias, donde apareció Jetro, su suegro, dándole un consejo muy acertado sobre la importancia de delegar autoridad y funciones. El consejo de Jetro se fundaba en la organización del pueblo, en el establecimiento de jerarquías grupales, y en una cadena de mando que comenzara y terminara en Moisés, sin necesidad de que él se involucrara directamente en cada caso. En este proceso se delegó a líderes sobre mil, sobre cien, sobre cincuenta y sobre diez personas. Esto trajo, obviamente, un gran alivio y descanso al fatigado Moisés (Ex. 18:19-26).
Debemos resaltar, no obstante, que aunque la aplicación del consejo de Jetro a la tarea administrativa de Israel en el desierto fue motivo de bastante desahogo de muchas cargas y presiones que Moisés tenía, esto no fue del todo suficiente para solucionar los problemas en su totalidad. Esto es evidente, porque más adelante la situación vuelve a tornarse crítica para el líder siervo. En esta ocasión, el agobio, el agotamiento y la frustración, habían hecho presa de Moisés, al punto de quejarse con angustia y desesperación ante Dios. Es aquí donde interviene directamente el Señor sugiriéndole reestructurar el liderazgo.
Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo … Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron (Nm. 11:16-17, 24-25).
Este pasaje nos da a todos los que ministramos en la obra de Dios una maravillosa enseñanza sobre la importancia de establecer una estructura organizacional. El liderazgo no debe estar centralizado sólo en un hombre, el liderazgo debe estar centralizado sobre líderes capaces que sean "varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia" (Ex. 18:21). Es cierto que hay líderes con llamados selectivos (Nm. 12:6-8), y con misiones únicas (Gá. 1:15-16 Hech. 9:15); Pero estos, deben trabajar en equipo y asociación y no como llaneros solitarios. Es cierto que debe haber un eje y una piedra angular en cada iglesia local, pero no es menos cierto, que una buena administración, se erige, sobre la base de una buena asociación, y sobre la base de la transferencia del líder a otros líderes para formar un liderazgo sólido e invulnerable. Esta es en esencia la finalidad de la administración del liderazgo. Esta es en esencia la finalidad en el contexto de la autoridad delegada.
Los dos casos de delegación de autoridad mencionados tuvieron profundas implicaciones sobre el liderazgo del pueblo de Dios. El primero nos habla de administración civil. El segundo nos habla de administración cultual. El consejo de Jetro llevó a Moisés a estructurar un liderazgo judicial (eran jueces Ex. 18:22). El consejo de Jehováh llevó a Moisés a estructurar un liderazgo espiritual (eran profetas Nm. 11:25-26). En el primer caso los líderes tenían el sentir de Moisés. En el segundo caso, los líderes escogidos, tenían el espíritu de Moisés. En el proceso de delegación de autoridad, se necesita que los delegados tengan el mismo sentir y conocimiento de causa para que hagan lo que se les manda, pero deben tener el espíritu del líder cabeza para que hagan exactamente como se les dijo que hicieran. Esto último involucra mente y corazón. Los setenta líderes con el espíritu de Moisés, eran como setenta Moiseses en acción. Eran como el mismo Moisés multiplicado (clonado) en setenta. Dice Luna que "la delegación no habrá sido realizada a menos que los individuos a los cuales se les delega la responsabilidad y autoridad, sientan la responsabilidad personal de las tareas que les han sido asignadas" [34]
Dirección
Esta tercera función administrativa, envuelve los conceptos de motivación, liderato, guía, estímulo y actuación. A pesar de que cada uno de estos términos tiene una connotación diferente, todos ellos indican claramente que esta función administrativa tiene que ver con los factores humanos de una organización. Es como resultado de los esfuerzos de cada miembro de una organización que ésta logra cumplir sus propósitos, de ahí que dirigir la organización, de manera que se alcancen sus objetivos en la forma más óptima posible, sea una función fundamental del proceso administrativo.
Los expertos en administración estiman que existen veintiuna características que identifican a los administradores de alto rendimiento en el contexto de la dirección. Tales características son descritas en el libro Hacia una Administración Eficaz de Guillermo Luna, de donde las hemos extraído.
1. Autoestima, aprecio de sí mismo:
Este es el cimiento o la base del comportamiento de alto rendimiento. Usted se ve a sí mismo como una persona de gran valor, digno, capaz, e importante. Representa algo que es bueno, que es positivo. Sabe que puede realizar casi cualquier cosa que se proponga hacer. Piensa también que merece el éxito. Debido a que las decisiones que toma y a que las acciones que emprende son bien encaminadas, merece ser bien recompensado. Con vehemencia busca lo nuevo y lo desafiante. Usted sabe que es capaz de modificar y controlar las condiciones que sin duda alguna le conducirán al éxito.
2. Responsabilidad:
Usted sabe que en muchas áreas de su vida se ha hecho a "pulso". Ha puesto en movimiento los eventos y circunstancias que eran necesarios para una cadena de éxitos, así como ha puesto en movimiento elementos que han traído en algunos momentos los errores. Cuando las cosas parezcan ir de maravilla o cuando las cosas parezcan ir de mal en peor, reconozca que se debe a usted. Cuando el barco parezca estar bien dirigido o en ocasiones parezca estar a la deriva, siempre reconozca y acepte que usted es el primero y último responsable. Debido a que se percibe a sí mismo como responsable de lo que ocurra, reflexione en lo que ha hecho y en lo que está haciendo, porque esto determinará invariablemente el éxito o el fracaso. Usted ha aprendido en gran medida de sus éxitos y de sus fracasos. De sus aciertos y sus desvaríos. Ha aprendido a reforzar las razones de sus éxitos y a corregir las razones de sus fracasos.
3. Optimismo:
Conforme al grado de estima de sí mismo y de responsabilidad alcanza niveles óptimos, su expectación de las cosas van a ser mejores mañana, crece en gran manera. Ejerciendo su libre albedrío, escoge lo que deberá hacerse, y conforme se da cuenta de que es competente y digno, descubre todas las razones a favor de esperar que su futuro sea brillante, próspero, productivo, y satisfactorio. Cada decisión que toma, cada acción que inicie, está impulsada por su conocimiento y respaldada por la experiencia de que resultará en el logro de metas que siempre ha deseado alcanzar. Utilice su tiempo y sus capacidades, a plenitud hoy, porque sabe ciertamente que es una inversión que producirá excelentes dividendos mañana. Es una siembra que producirá abundante cosecha.
4. Orientación hacia las metas:
Muchas personas se proponen metas, pero muy a menudo nunca las logran. El administrador de alto rendimiento, utilizará sus metas de manera diferente. Lo que establece la diferencia es lo que usted haga después de haber establecido aquellas metas; la forma en que usted incorpora y utiliza las metas en su sistema es lo que cuenta. Usted ha aprendido a mantener sus metas frente a su vista y en su mente. Ha aprendido a vivir con ellas tan intensa y continuamente que éstas motivan su vida y dirigen su conducta en forma consciente y subconsciente. El administrador de alto rendimiento armoniza sus metas personales con las metas establecidas con los grupos, entidades, y organizaciones en los cuales participa.
5. Imaginación:
Como un hábito, el administrador de alto rendimiento enfoca su imaginación en lo positivo. Crea imágenes constructivas hacia las cuales debe dirigirse. En ninguna manera está limitado a lo que ha hecho en el pasado. Sabe que es capaz de cualquier logro que se proponga. Con el trabajo de su mente puede experimentar nuevas y fructíferas situaciones para sí y para la organización aun antes de que las vea ocurrir. Las personas tienen la tendencia a dirigirse hacia aquello que les es común. Por esta razón usted confía en su imaginación, piensa continuamente en todas aquellas cosas buenas que quiere para usted mismo, para sus semejantes, para sus colaboradores, para su organización. Piensa constantemente en nuevas habilidades para el trabajo, nuevas técnicas, en un carácter más radiante, más alegre, más jovial. Piensa en la salud, en la comprensión, la tolerancia y flexibilidad que hay que tener; en la armonía familiar, en el amor, en los grandes logros, las grades recompensas, las grandes satisfacciones; en grandes proyectos de beneficio a la comunidad. El dirigente de alto rendimiento no tiene que estar batallando en ajustarse a los cambios, porque él es el que los está motivando.
6. Actitud alerta:
El dirigente absorbe más y más información de su medio. Es como una esponja que recibe, percibe, acumula, procesa y digiere todo aquello que está ocurriendo a su alrededor. Debido a que sabe perfectamente hacia dónde se dirige, está siempre alerta a las "señales del camino". Es consciente de las oportunidades y que pueden aparecer y que en alguna manera pueden contribuir al logro de sus metas. Observa y hace uso de esas señales, claves, pistas y nuevas direcciones para su actividad privada, para su empresa, para su vida de hogar, para su recreación.
7. Creatividad:
Usted está convencido de que siempre hay una manera de hacer mejor todas las cosas. Esta actitud le mantiene investigando nuevas oportunidades, nuevos procedimientos, nuevos modos de hacer excelentes aquellos buenos sistemas. Toda persona es creativa por naturaleza. Todas las personas crean un cúmulo de ideas constantemente, pero el administrador de alto rendimiento ha aprendido a hacer que sus ideas fluyan más espontáneamente, más acertadamente, más constantemente. Menos restricciones e ideas preconcebidas. Se evitan los estancamientos, se da rienda suelta a nuevas imágenes mentales. Está siempre en actividad para que la "crema y nata" suba a la superficie. Allí es donde las nuevas ideas pueden ser usadas, capturadas y utilizadas.
8. Actitud comunicativa:
Usted sabe perfectamente que el éxito está fuertemente enraizado en su habilidad de transmitir imágenes mentales a otros y en entender lo que los demás están tratando de comunicarle. Por lo tanto usted advierte que su total y plena responsabilidad es asegurar que sus comunicaciones, sus imágenes mentales, sus mensajes lleguen al blanco. Es indispensable y a la vez útil que se comprenda exactamente lo que la gente piensa; cómo perciben el mundo a su alrededor. Por esta razón usted se dedica a desarrollar sus habilidades de empatía. Las usa como una plataforma en todas sus comunicaciones.
9. Orientación hacia el crecimiento:
Usted sabe que es imposible el estar estancado o inmóvil en un mundo que cambia continuamente. Usted ha escogido crecer. En ninguna manera le interesa sino más bien repudia el solo pensamiento de estancarse en busca de un perenne descanso. La actitud profesional del administrador de alto rendimiento, investiga con diligencia en cada campo buscando mejores y más rápidas maneras de crecimiento, de desarrollo. Le da absoluta prioridad a la tarea de estar apercibido y listo para su futuro. Usted espera el crecimiento. Da la bienvenida a la oportunidad de cambiar los hábitos viejos y poco productivos por nuevos patrones de pensamiento altamente fructíferos.
10. Respuesta positiva hacia la presión:
Cuando la fecha límite se aproxima, cuando estalla una crisis familiar, cuando hay clamor por una decisión, cuando las presiones de todo tipo crecen violentamente, usted funciona mejor, está en su ambiente, rueda libremente, trabaja eficientemente. Espera y anticipa las presiones y las crisis, por ello ha aprendido a usarlas más bien como un "disipador". Las usa para iniciar respuestas constructivas. Se ha programado a sí mismo para que pueda alcanzar la cúspide en esos momentos, en vez de desmoronarse cuando las condiciones se tornan hostiles a su alrededor. Recibe con actitud de bienvenida los tiempos de dificultad. Son oportunidades de ampliar su talento, habilidades y creatividad. Es la ocasión de poner a trabajar todo su potencial. Muy a menudo cuando las cosas parecen ir demasiado tranquilas, el administrador de alto rendimiento, procura alborotar un poco las cosas, mover el bote, remover el agua. De hecho crea presión porque sabe ciertamente que así funciona mejor.
11. Confianza:
En cada área de su vida usted siente una atmósfera de confianza, tanto en su hogar como en su trabajo y en su vida social. Sabe que las personas en ninguna manera buscan deliberadamente quedar mal. Así que con toda confianza "pasa la pelota" a otros miembros de su equipo. Confía plenamente en que aquella persona actuará con toda responsabilidad. Este sentimiento de confianza provee a su comunicación con los demás un clima de sinceridad, de franqueza, de apertura que establece el tono para la verdadera cooperación en todas sus relaciones.
12. Gozo:
Usted realmente goza, y disfruta todo lo que hace. Se siente complacido cuando está en el trabajo, cuando se relaciona con otras personas, cuando se comunica, cuando alcanza los logros. Disfruta sus actividades y a las personas que trabajan con usted. Su energía es influyente. Usted es una persona radiante. Irradia optimismo. Otros se motivan conforme realizan sus actividades y las hacen con más gozo, mejoran el ambiente total que les rodea. Está orgulloso de sus contribuciones tanto a sus metas personales como a las metas de su organización.
13. Disposición a correr riesgos:
La vida no está hecha de garantías. Debido a que se siente a gusto y ha aprendido a vivir frente al hecho de que toda actividad involucra un determinado grado de probabilidades, a favor y en contra, usted está listo y dispuesto a lanzarse, a extenderse y consecuentemente a correr riesgos razonables. Su objetivo es la excelencia, no la perfección. Cuando empieza un nuevo proyecto, cuando lanza un nuevo producto, cuando inicia un nuevo programa o diversifica sus actividades, usted sopesa las probables ganancias con las probables pérdidas. Toma su decisión y actúa.
14. Prontitud:
Conforme todas sus características de alto rendimiento alcanzan sus máximos indicadores, usted empieza a percibir una nueva sensación de prontitud, de la urgencia de la obra que realiza. Usted toma decisiones hoy. Inicia sus acciones ahora mismo. No porque tenga que hacerlo, sino porque desea hacerlo. Realmente lo disfruta; le produce un continuo entusiasmo. Respira un aire de intensidad, de urgencia. A su vez refleja un sentido de capacidad, de fortaleza, de movimiento, de elogio, de entusiasmo, de un entusiasmo influyente. Nunca vacile. Recuerde que es siempre preferible escoger una alternativa y aplicar su energía a ella, que consumir sus energías en la incertidumbre, en la indecisión. Muchas veces una "mala alternativa" es convertida en un gran logro, mediante la aplicación de trabajo y energía a ella.
15. Sentido de dirección:
Esto quiere decir que además de tener los objetivos precisos en su mente tiene un sentido de movimiento, de orientación, una dinámica que le impulsa a alcanzar esos objetivos. Esto responde a las inquietantes preguntas ¿qué es lo que usted quiere? Así como ¿hacia dónde se dirige? En realidad, estas dos preguntas deben ser respondidas en armonía pues la dirección en que nos movemos debe apuntar siempre hacia lo que queremos.
16. Capacidad de persuasión:
El administrador debe ser capaz de convencer a otros de que le acompañen a ese destino, a las metas que se ha trazado. La capacidad de persuasión y el sentido de dirección son los que determinan la eficiencia del líder: su orientación hacia los objetivos y su capacidad de motivar a las demás personas. Un administrador deberá siempre contar con un equipo de gente, con hombres que él esté formando y dirigiendo hacia el logro de las metas. No podremos concebir a un líder, a un administrador, sin gente, sin personas con las que esté trabajando. Así pues no es suficiente que el líder desee hacer muchas cosas y ver grandes logros. Para ser un verdadero administrador, tiene que vivir lo que nos dice la Escritura en 1 Tesalonicenses 2:8:
"Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos".
Aquí se realza el hecho de que el líder tendrá que tratar con conceptos y con personas. En este pasaje, Pablo no está interesado sólo en las ideas, los objetivos y en las mentes de los individuos, sino que está plenamente interesado en ellos como personas. Este es el equilibrio que debe existir en el liderazgo.
Convicciones personales profundas
Las personas que meramente tienen "creencias" no son las que van a transformar el mundo en que vivimos. Es necesario que el líder tenga profundas convicciones sobre su llamamiento, sobre lo que Dios quiere que haga. Hay algunos elementos que pueden ayudar a la profundización de nuestras convicciones:
a. Permitir que Dios corrija el curso de nuestra vida. En el caso de Saulo de Tarso, vemos que sus convicciones cambiaron mediante el encuentro que tuvo con el Señor Jesús en el camino hacia Damasco. Este encuentro trajo un sentido de corrección al curso de su vida. En otra oportunidad cuando el Señor estaba hablando de la muerte con que iba a morir, le dice a Pedro: "Sígueme". Pedro responde: "Señor, ¿y qué de éste?" refiriéndose a Juan. Jesús le dijo: "Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú" (Juan 21:19, 21, 22). Esta es una indicación de corrección directa en el curso de una vida. El permitir que Dios obre en nuestras vidas corrigiendo y enderezando aquellas áreas que precisan cambios. Esto trae profundas convicciones personales. En Proverbios 3:5, 6 dice: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia…". La enseñanza aquí es que nosotros debemos reconocer a Dios en todos nuestros caminos para que él dirija y corrija nuestra vida.
b. Tiempo consistente en la oración.
La oración es trabajo. Esto no es una alternativa sino una necesidad para el líder. Generalmente donde fallamos con más regularidad es en el área de la oración. Hay mucho actuar, mucho decir, mucho activismo en nuestra vida. Nos hace falta escuchar más al Señor en nuestro tiempo de meditación en oración para que así podamos estar atentos a lo que Dios tiene que decirnos; para poder interceder más adecuadamente por otros, para poder entender y comprender cuál es el propósito de Dios en nuestra vida. En 2 Crónicas 7:14, hay un precioso pasaje que habla sobre la importancia de la oración aun para transformar naciones enteras:
"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra". Finalmente, en Romanos 14:5 encontramos una declaración muy importante: "Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente". Las Escrituras nos amonestan a estar perfectamente convencidos en nuestra propia mente y tener convicciones profundas. Es Dios quien nos va a llevar a esta convicción plena en nuestra propia mente, mediante la corrección que él hace en el curso de nuestras vidas en nuestro tiempo de oración y reflexión en su Palabra.
18. Una agenda personal rigorosa:
Es mucho más fácil dirigir una organización que dirigirse uno mismo y administrar el tiempo en forma eficiente. Somos prontos a juzgar duramente a alguien que cae en excesos del beber y del comer. Pero, ¿qué diremos de la persona que pretende ser un administrador y no puede controlar su propio tiempo? No se trata de tener una disciplina por tenerla, sino que deberá expresar los objetivos y metas del administrador. Estúdiese usted mismo. Sea un maestro conocedor de sí mismo. La conquista más difícil es la de uno mismo.
19. Esté dispuesto a decir "no":
El líder siervo debe estar dispuesto a subordinar todos los aspectos de su vida de manera que se establezcan las metas y objetivos como prioridades. En ninguna manera el administrador puede darse el lujo de hacerlo todo; aun cosas buenas. Muchas veces la diferencia entre una persona que alcanza el éxito y una que fracasa es que el primero ha aprendido a decir "no" a una serie de cosas positivas, pero que no contribuyen al logro de sus metas. El apóstol Pablo dijo: "Pero una cosa hago…" (Filipenses 3:13). Es interesante notar que Pablo hizo esta declaración ya al final de su vida. Hay muchos que aspiran al liderazgo pero no están dispuestos a pagar el precio. Debemos advertir aquí que no estamos hablando de sacrificar valores morales, ni de utilizar a las personas indebidamente para el logro de las metas. Uno de los ejemplos más extraordinarios es el que nos da el mismo Señor Jesucristo. Ya en su hora última, en la cruz, pudo decir: "Consumado es". Eso significaba que había logrado la realización de su plan, había alcanzado la meta. Al mismo tiempo fue sensible al reconocer que su madre estaba sola y encargó a Juan su cuidado. No hubo conflicto entre las responsabilidades morales y las metas. El buen administrador debe saber entender ambas cosas.
20. Esté dispuesto a tomar decisiones firmes:
Un famoso empresario medía la capacidad de un ejecutivo por su habilidad de amonestar y aun despedir a otros. El saber tratar las situaciones difíciles y conflictivas es lo que establece la diferencia entre el niño y el adulto en el campo administrativo. El líder debe ser un hombre de voluntad dinámica, robusta, para cuando se le presente este tipo de situaciones. Esta característica es sumamente importante para el futuro de su grupo u organización. Reconoce el momento en que deben tomarse las decisiones cruciales, con presteza, y sin aplazamientos ni vacilaciones. Sabe identificar adecuadamente el momento, después de haber obtenido toda la información necesaria. Reconoce que por el bien suyo y el de sus asociados, le conviene actuar con firmeza después de haber oído a las partes involucradas con una actitud objetiva. Muchas veces habrán de tomarse decisiones drásticas aun cuando se tema perder imagen y prestigio. Son las metas y los objetivos y nos los sentimientos, los personalismos, los prejuicios, ni las actitudes de excesiva e innecesaria rudeza los que determinan la validez y el momento de las decisiones importantes que el administrador debe tomar.
La Biblia, la Palabra de Dios, nos habla siempre en imperativo. Los hombres de Dios fueron siempre hombres robustos en su voluntad. La dirección del Espíritu Santo en la vida de los escritores de la Biblia y en los grandes hombres de Dios fue definida y firme. Nuestro Señor Jesucristo supo tomar la decisión de la cruz con gallardía y firmeza. Sus instrucciones para con sus discípulos fueron directas y no vacilantes. La Palabra de Dios es una fuente de este tipo de direcciones firmes y que muestran la voluntad robusta de nuestro Dios. "Andad en el Espíritu", "Haced discípulos", etc.
21. Un sentido de misión y destino:
Esto lo vemos en todas las actividades humanas. Nadie va a seguir a una persona que se siente insignificante, que no sabe a dónde va ni cuáles son sus metas en la vida. Es importante que el administrador reconozca la proyección positiva de sus acciones en el mundo que lo rodea, la diferencia que establece su presencia y la actuación suya y de sus hombres. Debe tener una visión clara de la forma en que el mundo va a ser reconstruido, modelado, modificado mediante las acciones que emprende.[35]
Supervisión control
La función de control es ejercida continuadamente, y aunque relacionada con las funciones de organización y dirección, está más íntimamente asociada con la función de planeamiento. La supervisión asegura que las diversas actividades se mantengan apegadas al plan. En este contexto es notable la comparación y explicación que nos da Vidal García experto en administración de empresas:
Al igual que la respiración el CONTROL debe ser constante, un equilibrista puede perder el equilibrio y "desbalancearse" peligrosamente en su cuerda, pero como está auto inspeccionando sus puntos vitales puede restablecer su estabilidad, si deja de hacerlo puede caer y no regresar jamás. O sea, el control no es un proceso esporádico, sino continuo asignando responsabilidades a cada subsistema encargado de la ejecución analizando los objetivos de las áreas de resultados claves para que el logro de la meta empresarial sea integral. Todo Proceso de CONTROL debe de crear los mecanismos que detecten cualquier desviación de los parámetros fijados lo que permitirá localizar donde está el problema para poder combatir el comportamiento que lo ocasionó.[36]
La supervisión o control es lo que hace que el plan se realice. Supervisar es analizar situaciones, evaluar los pros y los contras en razón de la consecución de los objetivos. Es delinear parámetros en la marcha del proyecto, hacer ajustes, mejorar, etc. El administrador debe estar dispuesto a tomar las decisiones que más convengan para conseguir lo propuesto. Estas decisiones pueden ser mediatas o inmediatas. La toma de decisiones, involucra cordura, premeditación, acción. Algunas veces los cambios que se hagan, las medidas que se tomen, afectarán positiva o negativamente la imagen del administrador y hasta la de la empresa u organización, por tanto, quien supervisa, debe hacerlo bajo toda la cautela posible. Habrá casos en que el supervisor se sentará a evaluar seriamente las repercusiones que conllevará tomar tal o cual decisión. Las repercusiones pueden ser económicas, legales, laborales; y los efectos pueden ser rápidos o lentos. Tendrá en ocasiones que tomar injerencia directa sobre individuos pero sin atropellar la dignidad de nadie. Al buscar solución a problemas laborales deberá escuchar con atención a todas las partes implicadas con todo sentido de sabiduría y justicia.
Al hacer cambios que afecten directa o indirectamente a ciertos empleados, el administrador deberá preparar cautelosamente el terreno y asesorarse bien antes de actuar. Es importante que el administrador supervise el trabajo con paciencia y con esperanza sabiendo que todo requiere su tiempo y su proceso. Debe desarrollar una filosofía de dialogo constante con sus empleados. El diálogo debe ser con una actitud positiva y estimulante. La gente lo que está esperando es que se le dé oportunidad de hacer las cosas bien. Esto no sólo ayudará a limar asperezas, sino también, creará una atmósfera de interacción que resultará en el establecimiento de buenas relaciones obrero patronal. Es bueno que se creen incentivos económicos, como bonos, aumento de salario, aguinaldo, que se den a los empleados las vacaciones contractuales, descanso en algunos días feriados, reconocimientos públicos, premios, cursos de capacitación pagados por la empresa u organización, etc. En todo esto el supervisor está sembrando cosas valiosas en la mente y en el corazón de sus empleados que se verán grandemente redituadas en la mano de obra, en lo cualitativo, y en lo cuantitativo del producto, o del proyecto.
En relación con la iglesia el líder siervo debe con frecuencia examinar el estado espiritual del pueblo. Debe determinar donde están las fallas si las hay y cómo y cuándo comenzar una labor re organizativa, reconstructiva. Si por ejemplo ha creado una estructura de trabajo en aras de lograr los objetivos propuestos con un grupo de cristianos de su congregación, debe ser consciente, que quienes están a su lado, son hombres y mujeres redimidos por la Sangre de Cristo y merecen respeto, atención y cuidado, dentro o fuera de la iglesia. Debe tratarlos como sus hermanos, con consideración, de una forma justa, y con genuina transparencia. Debe cumplir al pie de la letra todo contrato laboral que se haya hecho sea de palabra o por escrito. Debe pedirle sabiduría a Dios para conducir el rebaño, ser ejemplo de la grey en todo, ser un fiel administrador de los bienes de su Señor sabiendo que un día ha de entregar cuentas.
Por último, consideramos vital para el líder siervo que eche mano de los dones, las herramientas y las armas espirituales con las que Dios ha equipado a su Iglesia y a sus ministros para el ejercicio de sus funciones administrativas de modo que estas estén en plena consonancia con las demandas divinas para los administradores.
El líder siervo y su entendimiento del principio de autoridad
Todo aquel que quiera servir al Señor en cualquier área de servicio eclesiástico deberá tener muy en claro los parámetros de la autoridad.
A. Definición y ejemplos
Autoridad es el "Derecho o poder de mandar, regir, gobernar, promulgar leyes, etc".[37] Ese derecho o poder de mandar, o regir, sobre otros, se puede observar en muchas dimensiones. Por ejemplo: La autoridad civil: encabezada por el presidente del país donde uno vive y de la cual se desprenden otras ramificaciones. La autoridad militar: dirigida por los militares o por poderes civiles según algunas democracias. La autoridad familiar: encabezada por el padre de familia. Autoridad patronal: dirigida por los patrones empresariales. Autoridad comunitaria: encaminada por líderes de comités, líderes de asociaciones, clubes etc. Autoridad tribal: Caciques o caudillos que gobiernan sobre tribus a grupos étnicos determinados. Autoridad escolar encabezada por los directores y profesores de las escuelas. Autoridad religiosa encabezada por el ministro de la iglesia. Autoridad institucional: podría abarcar todo los ejemplos citados, y también, todo un sistema de gobierno de instituciones, dependencias, sindicatos, asociaciones, etc.
Como podemos observar, hay un sinnúmero de ramas donde es evidente el ejercicio de la autoridad. En esta sección, hablaremos, brevemente, de la autoridad en el contexto religioso, y más concretamente en el contexto del liderazgo del siervo de Dios.
B. El principio de autoridad se centra en Dios.
"Porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas" (Ro. 13:1). "Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo" (1 Co.11:3).
C. La salvación se centra en el principio de autoridad.
Es importante señalar que recibir a Cristo como Salvador no es solamente un asunto verbal, es un acto interno de fe que sale del corazón y nos lleva a la obediencia. Es la aceptación del señorío de Cristo sobre nuestra vida lo que en fin de cuentas nos salvará, y no una repetición verbal mágica. El pasaje bíblico dice: "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Ro. 10:9). Según el contexto (v. 14), el término creer va ligado a obediencia. Obediencia a un principio. Al principio de autoridad divina. Este principio es un sometimiento total de nuestra vida a la autoridad de Jesucristo para que el rija nuestro destino según su santa y soberana voluntad. Jesús fue enfático al declarar que quienes entrarían al cielo lo harían sobre la base del reconocimiento de Su señorío y sucesivo sometimiento a la Voluntad del Padre sobres sus vidas y no tan solamente por una profesión externa de fe. "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt. 7:21). El líder siervo es aquel que se identifica plenamente con el principio de autoridad.
D. El sometimiento a la autoridad divina nos convierte en autoridad.
Alguien dijo que: "Encontrarnos con la autoridad y someternos a la autoridad nos convierte automáticamente en autoridad". El sometimiento a la autoridad establecida por Dios no es algo opcional, es un asunto de vida o muerte. "De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos" (Ro.13:2). Por el contrario, el sometimiento a la autoridad de Dios, nos trae Su beneplácito y nos da poder contra las fuerzas del mal. "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Stg. 4:7).
Un ejemplo patético, del peligro de intentar hacer liberación demoníaca sin estar bajo la autoridad que conlleva el sometimiento a Dios, lo encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. El pasaje nos habla de unos exorcistas ambulantes que trataron de expulsar demonios de personas posesas usando el nombre de Jesús, sin tan siquiera tener la más mínima relación basada en la fe y obediencia a Él. El resultado fue nefasto, ya que el demonio arremetió duramente contra ellos dándoles el susto de sus vidas (Hech.19:13-16). Todo líder que pretenda tener el "don de liberación" debe saber esto muy bien.
Antes de delegar autoridad el líder siervo debe primero entrenar a quien la recibirá, dándosela paulatinamente para evitar dársela cuando aún no está listo.
E. La fe y el reconocimiento de la autoridad divina no están desasociados.
1. El ejemplo de un líder militar gentil
Este capitán de las milicias imperiales romanas, arrancó una gran bendición del Señor Jesús para su empleado, sobre la base del entendimiento del principio de fe-autoridad. "Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado esta postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Mt.8:5-10).
2. El ejemplo de Jesús
a. Se sometió a la autoridad política
Jesús es nuestro mejor ejemplo. Él bien pudo haber ordenado que vinieran doce legiones de ángeles para defenderlo de todos los improperios y vejámenes de que fue objeto, sin embargo no lo hizo (Mt. 26:53-54). Él tenía bien entendido y definido el principio de autoridad. Él debía someterse en todo a la voluntad del Padre con todas sus implicaciones (Fil. 2:8). Él sabía que la autoridad que tenían sus detractores la habían recibido de arriba. Por tanto no debía Él contravenir las órdenes de lo alto.
Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Más Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene (Jn. 19:9-11).
b. Se sometió a la autoridad religiosa
"Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas él callaba, y nada respondía" (Mr. 14:60-61). Aunque Jesús sabía que se estaba cometiendo una injusticia flagrante con Él, el trasfondo de todo era que en Su obediencia se cumplía la voluntad de Su Padre (He. 5:7-10).
3. El ejemplo de Pablo
El apóstol Pablo es otro ejemplo digno de imitar. Él entendió de tal manera el principio de autoridad que no tuvo reparos en acatar las predisposiciones divinas. Aunque en su humanidad se evidencian rasgos de un carácter firme que estaba en proceso de perfección (Ro. 7:14-24; Fil. 3:13-14), no obstante, su conocimiento de los propósitos divinos y de la ley de Dios, lo hizo sujetarse a todos los parámetros que encerraba la autoridad.
Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo (Hech. 23:1-5).
F. Sujeción a la autoridad delegada
1. Requerida en los creyentes
"Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…" (Fil. 2:23).
2. Quien rechaza la autoridad delegada rechaza a Dios.
Dios dijo que el repudio por parte de Israel a la autoridad del profetismo y magistratura de Samuel, era repudio al mismo Dios.
Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos (1 Sam. 8:6-7).
"De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos" (Ro.13:2).
3. Consecuencias del rechazo a la autoridad delegada:
a. El caso de Caín
1. Marcado por Dios (Gn. 4:15)
2. Adoptado por el maligno (1 Jn. 3:12)
Caín se mostró reacio a sujetarse a la autoridad de Dios. Su soberbia, era tal, que después de haber cometido asesinato, en vez de humillarse ante la autoridad divina, se rebela flagrantemente contra ella (Gn. 4:8-15). No en vano Judas lo incluye como un apóstata contumaz (Judas 11).
b. El caso de Coré y su séquito
1. Se los tragó la tierra (Nm. 16:31-33)
2. Los consumió el fuego de Dios (Nm. 16:35)
"Coré se destacó por su rebelión contra el liderazgo elegido por Dios (Comp. Núm. 16:1-40)".[38] Las ambiciones de poder llevaron a Coré al clímax de su maldad.
Judas advierte sobre las consecuencias de pecar contra la autoridad delegada y pone precisamente a Caín y Coré como ejemplo de hombres que llenaron el colmo de la afrenta.
No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré (Jd. 8-11).
c. El caso de Janes y Jambres
1. Desafiaron la autoridad de Moisés
Pablo nos presenta un típico caso de obstinación contra la autoridad. Habla de dos personajes que en su afán por desafiar la autoridad de Moisés ante faraón y los egipcios llegaron hasta el extremo de su necedad.
Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Más no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos (2 Tim.3:8-9).
Dios hace quedar en ridículo a quien obstinadamente desafía su autoridad delegada.
d. El caso de los hijos de Aarón
1. Usurpación de funciones
Aquí encontramos un caso patético de pecados contra la autoridad. Sacerdotes legítimos, oficiando en posiciones ilegitimas. En mi libro sobre las Normas Disciplinarias de la Iglesia, amplio sobre este particular. Resta decir, sin embargo, que es tanto pecado contravenir a la autoridad, como suplantar la autoridad.
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehovah (Lev. 10:1-2).
La muerte inmediata de los culpables fue la reacción divina. El líder siervo observa con detenimiento estos pasajes, pues contienen sabiduría.
e. El caso de María y Aarón
1. Murmurar contra la autoridad
María y Aarón fueron reprendidos fuertemente por el Señor a causa de sus comentarios hostiles contra la autoridad de Moisés. No se dice cual fue el castigo para Aarón, pero de María, se dice que le vino lepra, y a no ser por la intercesión de su hermano Moisés, hubiera perecido bajo el juicio divino.
María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? (Nm.12:1-8).
La enseñanza de este pasaje es importante. Ya que el error de María y Aarón, fue pensar, que ellos, estaban a la misma altura espiritual delante de Dios que su hermano Moisés. No olvidemos que Dios en su soberanía hace llamados y da reconocimientos especiales a quien le place. El líder siervo es manso y humilde y de espíritu dócil ante la autoridad. Él sabe que toda autoridad viene de Dios, y lo que menos, quiere, es tener conflictos con Dios.
f. El caso de Saúl
1. Usurpación de funciones sacerdotales y desobediencia a la autoridad divina.
El atenuante en el pecado de Saúl se debió al hecho de pensar que por ser el rey de Israel tenía autoridad absoluta sobre otras áreas de ministerio, como el sacerdocio o el profetismo. Era costumbre de los reyes paganos convertirse en gobernantes políticos y religiosos de sus naciones. Entre las dinastías faraónicas por ejemplo, el faraón se constituía en dios de los egipcios. En el caso de los emperadores romanos era lo mismo, ellos al ser investidos como reyes del imperio, también eran, al mismo tiempo, reconocidos como dioses y sacerdotes del pueblo. Esto les hacia tener autoridad suprema y control absoluto sobre la gente que gobernaban. Por su parte la monarquía israelita tenía otro patrón de gobierno, era el gobierno semi-teocrático, es decir el gobierno indirecto de Dios. Aunque ya existía un poder monárquico como cabeza del reino político, en el ámbito religioso, no obstante, había total autonomía e independencia por parte del sumo sacerdote. El sacerdote dependía desde su llamado hasta sus funciones sacerdotales totalmente de Dios y no del rey. Samuel era quien debía oficiar el sacerdocio y el profetismo en Israel y no otro, ni siquiera el rey. El pecado de Saúl debe verse entonces en este contexto.
Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (1 Sam.13:13-14). …Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 Sam. 15:22-23).
El líder siervo es aquel que reconoce los límites de su autoridad, respeta áreas delegadas, y no usurpa funciones ministeriales.
g. El caso de Absalón
1. Conspiración
Absalón es tipo del líder divisionista, que astutamente prepara el camino entre los que han sido puestos a su cuidado, para luego darse a conocer a ellos como alguien que tiene un llamado especial de Dios sobre ellos. Estos falsos siervos, escalan rápidamente, por su audacia y perseverancia, posiciones de poder y control dentro de la iglesia, en espera de que la autoridad representativa cometa un error. Son como serpientes, que se mueven sigilosamente en las áreas más necesitadas de liderazgo de la iglesia y demuestran sumo interés por el crecimiento de la grey y casi siempre tienen ideas geniales respecto a la mejor manera de obtener los mejores resultados.
Es fácil detectarlos por la ambición y las ansias de poder que los dominan. Casi siempre apetecen posiciones clave, en donde puedan tener contacto personal con los creyentes, para desde allí comenzar a ejercer influencia sagazmente sobre los ingenuos. Se ganan el aprecio de los hermanos de la iglesia por ser muy "dedicados" y "consagrados". Tienden a confundir a muchos por su apariencia de personas de bien, y externamente se muestran compatibles con la autoridad que está sobre ellos, por eso mismo hacen con frecuencia, públicamente, comentarios halagadores sobre la autoridad, pero eso es sólo una de sus estratagemas pues en secreto murmuran y manifiestan su desacuerdo con bastante alevosía. A la primera oportunidad echarán mano de todo el poder persuasivo de que son capaces para arrastrar tras sí a muchos. Eso era lo que hacía Absalón en Israel. Leamos el párrafo.
Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey. Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia! Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba. De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel. (2 Sam. 15:2-6).
La sutileza de Absalón, fue tal, que a no ser por la intervención divina, -usando maravillosamente a Husai consejero de David, en contra de Absalón, para destruir su conspiración- hubiera concluido con feliz término su conspiración contra su propio padre (2 Sam. 17:6-14). El fin de Absalón, colgado de un árbol, es un terrible ejemplo, de lo nefasto que puede ser este tipo de pecados contra la autoridad establecida (2 Sam. 18:9). Concluimos con el doctor Héctor Torres quien explica las características del espíritu absalonita dentro de la iglesia: "El espíritu de Absalón, como el hijo de David, es independiente, no quiere someterse a las autoridades que Dios ungió. Intenta usurpar la autoridad, e incita a los demás a rebelarse y reemplazar al pastor que Dios llamó para guiar el rebano".[39]
h. El ejemplo de David
1. David entendía claramente el principio de autoridad divina.
Aun cuando sabía que el rey Saúl no estaba plenamente bajo la obediencia divina, David siempre vio en él, al ungido de Jehovah.
Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino (1 Sam. 24:4-7, 10).
El ejemplo de David en el contexto de líder siervo es digno de imitar ya que la autoridad en el liderazgo de siervo se gana no se asume.
G. ¿Qué hacer en casos de conflictos de autoridad?
1. La autoridad civil en contraposición a la autoridad divina.
a. Caso 1: Los varones en el horno de
fuego.
Este caso llama fuertemente la atención, porque estos creyentes, al no obedecer el decreto del rey, estaban –humanamente hablando- dándose a sí mismos la sentencia de muerte (Dn. 3:6).
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado (Dn. 3:16-18).
Al comentar sobre este pasaje la nota marginal de la Biblia SIGLO XXI, arguye:
Por negarse a cumplir la orden de Nabucodonosor, Sadrac, Mesac y Abed -Nego fueron llevados ante el rey. El cumplir la propuesta del rey hubiera sido equivalente a violar el segundo mandamiento (Comp. Exo. 20:4). La respuesta de los tres hombres ante las amenazas del rey Nabucodonosor es clásica. Afirmaron su confianza en que Dios los libraría de la muerte, pero también declararon que seguirían siendo fieles a Jehovah y se negarían a adorar al ídolo en Dura, aunque no los librara.[40]
Dios apareció en escena, librando de manera sobrenatural a sus siervos de la muerte y premiando su fidelidad al principio de autoridad divina que en este caso se sobrepone a la autoridad política terrenal. Entonces exclamó Nabucodonosor: « ¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. [41]
2. Caso 2: Daniel en el foso de los leones
Daniel en este pasaje, es el prototipo del líder siervo que no escatima su propia vida con tal de obedecer fielmente el mandamiento divino. Él sabía que el único Dios es Yahweh y en él solamente se debe confiar y se le debe adorar. Fuera de él a nadie:
Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios (Dn. 6:22-23).
Al comentar sobre Daniel en el foso de los leones Wiersbe, nos da una interesante explicación:
Daniel sabía que era incorrecto adorar y pedir al rey, porque conocía la Palabra de Dios. Prefería morir obedeciendo la Palabra que vivir fuera de la voluntad de Dios. Satanás viene como león rugiente (1 P 5.8–9) y usa a nuestros enemigos para tratar de devorarnos (2 Ti 4.17), pero Dios puede librarnos para su gloria.[42]
3. Caso 3: Pedro y los otros apóstoles (Hech. 4:19, 5:29).
Pedro y los demás apóstoles se vieron en la necesidad de tomar decisiones contraventoras a la autoridad. Esto se debió a que los líderes del Concilio les pedían que desistiesen de anunciar las buenas nuevas de salvación. En otras palabras, les estaban prohibiendo que hicieran lo que Dios les había ordenado que hicieran. Jesús después de resucitado les ordenó lo que se conoce en teología como la Gran Comisión. (Mt. 28:19-20). Cuando la autoridad establecida se vuelve hostil a las bases reglamentarias divinas, al extremo de aprobar leyes y decretos en franca oposición a los principios divinos, el creyente no está obligado a acatar del todo esas disposiciones. En semejante situación el creyente debe sumisión pero no obediencia. En adición a esto, es importante también, poner de relieve, que los creyentes debemos orar a Dios por nuestras autoridades para que vivamos quieta y reposadamente (1 Ti. 2:1-4).
El texto sagrado dice:
Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (Hech. 4:18-20).
Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech. 5:27-29).
A manera de advertencia, hay que señalar también, que este pasaje no debe interpretarse fuera del contexto, pues es evidente que en algunos casos Dios permite represión a los suyos para dar lecciones espirituales y de esa manera preparar los corazones en cuanto a la fe, el amor, la santidad, la justicia, etc. En este sentido, basta dar un vistazo al pueblo de Israel en el tiempo de los jueces, o cuando era llevado cautivo por las naciones, Egipto, Asiria, Babilonia, entre otras, para entender que los propósitos de Dios muchas veces incluyen persecución, lo cual sobrepasa nuestro entendimiento. El comentario de Hayford en la Biblia Plenitud al pasaje citado es muy oportuno de analizar:
La necesidad de obedecer primero a Dios, en cuestiones en que la autoridad humana se opone a su voluntad, se ejemplifica en este pasaje. Aunque aparentemente justificable en algunos casos (véase 5.40–42; 1 P 2.18–23), este texto no ofrece una base para tolerar un espíritu rebelde. La conducta de Pedro y Juan no manifiesta ni arrogancia ni presunción, mientras reafirma un reclamo moral superior.[43]
El líder siervo y su entendimiento de la Gracia del Dar.[44]
Evidentemente, la sempiterna realidad es que las riquezas representan peligros considerables para todos, muy especialmente para el pueblo cristiano que cada día se vuelve más próspero. ¿Pero qué podemos hacer para escapar del poder del materialismo? ¿Salir del mundo de la competencia? ¿Abandonar los negocios? ¿Evitar tener una profesión? ¿Unirnos a una comuna? Hay quienes piensan así, a pesar de las firmes advertencias en contra del aislamiento.
Hay, sin embargo, un camino mejor, enseñado una y otra vez en la Palabra de Dios. En realidad, la Biblia lo presenta como una gracia: la gracia de dar.
La enseñanza más explícita en cuanto a este tema está en 2 Corintios 8, donde el apóstol Pablo enseña magistralmente a la iglesia de los corintios en cuanto al dar, citando el hermoso ejemplo en cuanto a ofrenda de la iglesia de los macedonios:
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