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Dinámicas del liderazgo eclesiástico (página 4)

Enviado por Efrain Lemus


Partes: 1, 2, 3, 4

«Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia (es decir, la gracia de dar) de Dios, que se ha dado a las iglesias de Macedonia" (v. 1). Para Pablo, el dar es una tal gracia que él utiliza la palabra griega cinco veces en este breve texto: En el versículo uno dice "la gracia" (charin); en el versículo cuatro, "el privilegio" (charas); en el versículo seis, "esta obra de gracia" (charin); en el versículo siete, «en esta gracia (de dar) (chariti); y en el versículo ocho, "la gracia" (charin). Dar es un asunto de gracia, de comienzo a fin, como veremos.

A. La gracia de dar en la historia de Israel.

Para comprender exactamente la dinámica enseñanza de Pablo en cuanto a la gracia de dar, necesitamos recordar la enseñanza bíblica que había sido dada al pueblo de Israel. Hay cierta confusión hoy en cuanto a lo que Dios exigía realmente de su pueblo en el Antiguo Testamento. La mayoría piensa que era algo como el diez por ciento, lo cual es una lastimosa equivocación. En realidad, había varias otras ofrendas obligatorias en Israel que totalizaban mucho más del diez por ciento.

1. El diezmo del Señor

El diezmo básico era llamado el diezmo del Señor (o el diezmo de los levitas, Números 18:21-29, porque estaba destinado al sostén del ministerio sacerdotal). Levítico 27:30 dice:

"Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová." Eso significaba que un diezmo (el diez por ciento) de toda la producción agrícola y animal se entregaba a los levitas. Ningún israelita escapaba de ello. De modo que el hombre que no entregaba el diezmo estaba robando a Dios. Malaquías 3:8 se refiere a esto, diciendo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas."

2. El diezmo de la celebración

Aparte de este primer diez por ciento, había un segundo diezmo, llamado comúnmente el diezmo de la celebración. Según Deuteronomio 12:10, 11, 17,18, este diezmo se estableció cuando Israel conquistó la Tierra Prometida, pues un diez por ciento debía darse para tener una celebración anual, una fiesta con la familia, los amigos y los criados. Mientras que el propósito del diezmo del Señor fue perpetuar el ministerio sacerdotal, el diezmo de la celebración tuvo como objetivo tener una gran fiesta religiosa y compañerismo mutuo entre el pueblo de Dios. De modo que la suma de los dos diezmos constituía ya una mordida económica, es decir, un veinte por ciento obligatorio.

3. El diezmo de los pobres

Pero había aún más, ya que Deuteronomio 14:28,29 ordenaba un tercer diezmo, el diezmo de los pobres:

Al final de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.

Este diezmo proporcionaba la ayuda social a los que no podían sostenerse a sí mismos. Ya que el diezmo era el diez por ciento cada tres años, esto significaba 3,3 por ciento por año, siendo así el total de diezmos más del veintitrés por ciento al año.

Estos tres diezmos obligatorios servían para sostener el sacerdocio, realizar una fiesta nacional y ayudar a los pobres. ¡Suficiente! podríamos pensar. Pero Levítico 19:9,10 ordenaba aún más, ya que el pueblo debía además abstenerse de segarlo todo, o de recoger hasta la última uva, a fin de dejar los rebuscos para los pobres. Pero además de esto, hubo otros impuestos ocasionales, tales como el impuesto de la tercera parte de un siclo que se debía pagar después por los materiales utilizados para la ofrenda en el templo (Nehemías 10:32,33). El meollo del asunto era éste: El pueblo de Dios debía dar un mínimo del veinticinco por ciento al año.

B. El dar de gracia

Uno podría pensar que un veinticinco por ciento era, sin duda, el límite. Pero era en este punto que el dar de corazón hacía su aparición: "el dar de gracia" o hacer ofrendas que no eran obligatorias. Había la ofrenda de las primicias en la cual un israelita, por amor a Dios, traía los primeros frutos de su cosecha o de su ganado a Dios (Números 18:11-13). Lo hermoso de esto era que lo hacía cuando todavía no lo había cosechado todo y no sabía cuánto cosecharía realmente. Pero daba lo mejor a Dios, confiando en que Él lo supliría todo. Era un dar por fe, y un dar totalmente voluntario.

Había también la ofrenda voluntaria, la ofrenda que Dios pidió cuando Moisés ordenó constituir el tabernáculo: "Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda" (Éxodo 25:1,2). Nada se especificaba, excepto que fuera voluntaria y de todo corazón. En esa ocasión la respuesta del pueblo fue tan grande que Moisés tuvo que decirles que no siguieran trayendo más (Éxodo 36:2-7).

El dar con un corazón rebosante de la gracia de Dios, ya sea por obligación o voluntariamente, ha sido el ideal en cuanto al pueblo de Dios, antes y después de la venida de Cristo. Cuando el corazón de un hombre rebosa de la gracia de dar, una cantidad sustancial de los ingresos que percibe va a Dios.

1. El dar de gracia en el Nuevo Testamento

Como ya hemos dicho, Pablo comenzó su exposición en cuanto a la gracia de dar alabando el ejemplo en cuanto a ofrendar dado por los cristianos pobres de Macedonia: "Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad" (2 Corintios 8:1,2). Los macedonios eran profundamente pobres, pobres de verdad.

Hoy nos consideramos pobres si tenemos que pensarlo dos veces antes de decidir cenar fuera de casa. El "estilo americano" de hoy es la tarjeta de crédito, es decir, comprar cosas que no se necesitan, con dinero que no se tiene, para impresionar a gente que no se quiere. Pero ese no era el caso de los cristianos macedonios.

No sólo eran paupérrimos, sino que además estaban "en grande prueba de tribulación". El sentido literal de esto es que estaban siendo acosados por las dificultades de su condición de cristianos. Su entorno social los rechazaba y los acosaba más y más por su devoción a Cristo, de modo que se encontraban dentro de una implacable olla de presión. Su situación era insoportable: pobreza extrema y duras pruebas. Pero de todo esto brotaba una gracia increíble, de modo que su profunda pobreza y sus duras pruebas se combinaban para producir un gozo abundante y "abundaron en riquezas de su generosidad". Esto era el resultado del dar de gracia.

Esto es en realidad admirable. Pero si esto pone a prueba nuestra credulidad, notemos lo que sigue diciendo Pablo en los versículos 3 y 4: "Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos." Dieron "más allá de (literalmente, "contrario a") sus fuerzas". Crisóstomo se maravilló de esto y comentó: "Fueron ellos, no Pablo, quienes imploraron." "¡Vamos, Pablo, sé bueno! ¡Déjanos dar más!"

La gracia de dar no tiene nada que ver con tener buena situación económica, ni es el resultado de la capacidad de hacerlo. Es la disposición a dar, en la que el dar es visto como un privilegio. Es algo que se hace con entusiasmo gozoso y que implora la oportunidad de dar más.

¿Qué otra cosa da origen el dar? Pablo da la respuesta en el versículo cinco al referirse a los aspectos verticales y horizontales de la entrega de los macedonios: "Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios." Su admirable ofrenda fue el resultado de darse primero al Señor. Es que es muy simple: cuando uno le da al Señor todo lo que tiene, el dar a los demás se convierte en la respuesta natural del alma.

Resulta fácil rendir una parte cuando ya hemos dado el todo. Eso lo demuestra la vida de un joven noruego llamado Peter Torjesen cuando, a la edad de diecisiete años, su corazón estaba tan tocado por el reto de dar para la obra misionera, que puso en la ofrenda todo lo que tenía en su cartera, y después de pensarlo brevemente echó también un pedazo de papel en el cual decía: Og mit liv [Y mi vida]. Resulta significativo que el joven Torjesen tuvo después una fructífera vida como misionero en la China.

Los macedonios hicieron lo correcto: primero dieron su corazón a Dios y después a sí mismos a sus hermanos en Cristo, lo que, a su vez, dio como resultado que entregaran todo lo que tenían para la obra de Cristo. Es aquí donde el dar de gracia debe comenzar: en el darnos primero completamente a Dios. El dar de gracia no puede existir sin esto (Romanos 12:1).

2. La influencia del dar de gracia

El radiante ejemplo de dar de los macedonios fue alabado por el apóstol Pablo con el propósito de convencer y motivar a la iglesia de los corintios. Ahora Pablo no deja dudas en cuanto a lo que él esperaba que ocurriera: "De manera que exhortamos a Tito para que… acabe también entre vosotros esta obra de gracia. Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia (de dar)" (vv. 6,7).

Los creyentes de Corinto eran una comunidad con muchos dones en muchas cosas dignas de encomio, excepto en el de dar. Pero Pablo sabía que a pesar de lo buenos que eran en las demás cosas, nunca llegarían a lo que podrían y debieran ser. El inmutable hecho espiritual es que no hay forma de lograr madurez espiritual sin entregar al Señor todo lo que tenemos. Dios puede tener nuestro dinero y no nuestro corazón, pero no puede tener nuestro corazón sin tener también nuestro dinero. Jesús dijo: "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:21).

Los espectros de los gigantes de Wall Street que fueron a la ruina, no son los únicos que proclaman los peligros del dinero. Todo el Nuevo Testamento está lleno de advertencias, muchas de las cuales salieron de los labios del mismísimo Jesús, quien habló a los que le escuchaban, más de dinero que acerca del cielo y del infierno, o de la inmoralidad sexual o de la violencia. Después que el joven rico se marchó triste al decirle Jesús que lo vendiera todo, Jesús les dijo a sus discípulos: "Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios" (Marcos 10:25). Lo que Él quiso decir es que es imposible que un hombre que confíe en sus riquezas vaya al cielo. Pero gracias a Dios remató con algo más: "Para los hombres (salvarse, v. 26) es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios" (v. 27).

Jesús aseguró con toda claridad que las riquezas son un estorbo si uno pone su confianza en ellas antes que en Dios. Hacia el final del Sermón del Monte, dijo: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan." Poco después advirtió: «Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

Y a un hombre que disputaba a otro una herencia, Jesús le gritó: "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15). Luego les relató la parábola del rico que edificó" graneros cada vez más grandes, pero que esa misma noche moriría. Terminó la parábola con esta solemne declaración: "Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios" (v. 21).

Los "ricos para con Dios" son los que no sólo se dan a sí mismos, sino que también dan sus riquezas, atesorando de esa manera tesoros en el cielo. El secreto de la liberación del poder del materialismo no es huir de la sociedad, ni abandonar los negocios, ni dejar a los demás las riquezas de la nación, sino el dar de gracia.

El dar de gracia va más allá del simple diezmo, es dar con abnegación. El dar de gracia afecta nuestro estilo de vida. Hay cosas que no se pueden tener y cosas que uno no puede permitirse cuando practica el dar de gracia. Como apuntó C. S. Lewis:

Si lo que gastamos en comodidades, lujos y diversiones es lo mismo que gastan los que tienen ingresos semejantes a los nuestros, eso significa que probablemente estamos dando muy poco. Si lo que damos no limita en absoluto nuestros gastos ni nos impide hacer ciertas cosas, yo diría que es muy poco. Debe haber cosas que nos gustaría hacer, pero no podemos hacerlas porque lo que damos no nos lo permite.

Los que dan generosamente por amor a Dios son los que restan importancia al poder del dinero. Estos son los que invitan a la gracia de Dios a fluir a través de ellos.

Es posible que usted esté enfrentando alguna traba en su desarrollo espiritual y se encuentre perplejo. Después de todo, usted asiste a su iglesia regularmente, disfruta del compañerismo de los creyentes y hasta lee la Biblia y ora regularmente. El problema puede ser que no está dando, simplemente que Dios no tiene esa parte suya. Si es así, lo que usted necesita es el dar de gracia: la ofrenda de las primicias, el mejor anticipo a Dios confiando en que Él proveerá el resto; la gozosa ofrenda voluntaria tal como lo experimentaron los israelitas hasta que Moisés tuvo que decir: "¡Basta!"; el dar de gracia de los macedonios cuya liberalidad sobreabundó al punto de implorar que se les diera la oportunidad de dar más.

El apóstol Pablo argumentó el asunto convincentemente, pero lo coronó con una excelente ilustración: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (v. 9). Aunque Jesús tenía las estrellas al alcance de su mano se despojó a sí mismo, convirtiéndose por nosotros en un miserable siervo terrenal. Ese es el "programa" celestial de mayordomía, y también el modelo para nosotros. Los creyentes corintios participaron colectivamente en la ofrenda, pero no por temor ni por una exhortación manipuladora. Fue más bien el ejemplo perfecto en cuanto a dar – "la gracia de nuestro Señor Jesucristo" – lo que produjo la gracia de dar en su vida. Lo hicieron simplemente por Jesucristo.

C. La disciplina de dar

Es preciso que comprendamos que la gracia de Dios en nuestra vida exige disciplina. Esta es la razón por la cual el gran apóstol de la gracia dice: «Ejercítate para la piedad" (1 Timoteo 4:7b). Y en este asunto del dar de gracia, para dar también es necesario disciplinarse.

1. La disciplina de la mente

Antes que haya una disciplina exterior en cuanto al dar, debe haber una comprensión disciplinada del dar.

En primer lugar, usted debe tener presente que dar no es una obra meritoria que realzará su posición delante de Dios.

De igual manera, el hecho de que usted dé no lo hará mejor que los demás cristianos.

En segundo lugar, usted debe comprender que a pesar de que el dar no le dará méritos ante Dios, ¡el dar trae bendiciones! Jesús dijo: «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38). En la misma línea de pensamiento, Pablo escribió: «Pero esto digo:

El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará" (2 Corintios 9:6).

Hay que reconocer que estas bendiciones son básicamente espirituales. Pero ¿qué preferiría usted: bendiciones espirituales o tener dinero en el banco? ¿Satisfacción interior o un nuevo artefacto eléctrico?

En tercer lugar, usted debe tener presente que lo que dé debe ser algo decidido entre usted y Dios. El dar nunca debe ser hecho a la ligera ni con petulancia, sino después de haber orado sinceramente pidiendo a Dios que lo dirija en cuanto a lo que usted debe dar.

2. La disciplina de la voluntad

Con la disciplina de dar firmemente en cuenta, el camino está expedito para el acto de dar.

Para comenzar, el acto de dar debe estar acompañado de la ofrenda de uno mismo al Señor, tal como lo hicieron los macedonios que «a sí mismos se dieron primeramente al Señor" (2 Corintios 8:5). Esto debe hacerse calladamente, para que nadie se dé cuenta de nuestro piadoso acto de adoración. Y darse uno mismo a Dios es indudablemente un acto de adoración (Romanos 12:1).

En segundo lugar, se recomienda primeramente – a la luz de las grandes exigencias en cuanto al dar impuestas al antiguo Israel teocrático – que todos los creyentes deben empezar dando a Dios el diez por ciento de sus ingresos, como mínimo. En el caso de la ofrenda de gracia de los creyentes de Macedonia la cantidad debió haber sido mucho más del diez por ciento, ya que el diez por ciento de su «profunda pobreza" (2 Corintios 8:2) no habría sido de ayuda para nadie.

En tercer lugar, usted debe dar al Señor regularmente. Pablo aconsejó a estos mismos creyentes corintios en otra ocasión: «Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas" (1 Corintios 16:2). El apóstol sabía que el ofrendar regular y sistemáticamente los ayudaría a cumplir sus compromisos normales y darle frente a la mayoría de las situaciones de emergencia.

En cuarto lugar, usted debe comenzar a dar inmediatamente. La tendencia natural es diferirlo hasta que uno sienta que puede hacerlo, pero tal criterio es lo que hace que muchos jamás comiencen a dar. En cierta ocasión un pastor vino a ver a un granjero y le dijo:

Si usted tuviera doscientos dólares, ¿le daría cien al Señor?

– Sí.

– Si tuviera dos vacas, ¿daría una de ellas al Señor?

– Claro que sí.

– Y si tuviera dos cerdos, ¿daría uno de ellos al Señor?

A lo que el granjero respondió:

– ¡Eso no es justo! Usted sabe que tengo dos cerdos.

El ofrendar no sólo debe hacerse con regularidad, sino que además debe ser espontáneo y como respuesta a una necesidad, como en el caso de los macedonios y de María de Betania, quienes dieron con largueza lo que tenían.

Por último, su ofrenda debe ser gozosa «porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 8:9). Como mucho se ha dicho, «alegre" puede traducirse «con regocijo", indicando un gozo que desconoce todo freno.

El acto de ofrendar es un acto bendito. Haríamos bien en recordar que el propio Señor Jesucristo dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35). ¡Ojalá que seamos fieles y disciplinados en el darnos primeramente a nosotros mismos a Dios, y luego todo lo que tenemos!

Conclusión

Concluimos este trabajo concientizando al lector, a la cristiandad, y al liderazgo de la iglesia en general sobre la importancia de poner en práctica el modelo de liderazgo de siervo expuesto con todas sus dinámicas y disciplinas correspondientes. Estamos seguros que hasta que se apliquen los principios establecidos por nuestro Señor Jesucristo en cuanto al liderazgo -presentados en este trabajo- tendremos una iglesia bien estructurada, sólida, influyente y poderosa en este mundo. Consideramos que las bases teológicas y los ejemplos bibliográficos expuestos, y las herramientas provistas para la consecución de los fines, son más que suficientes para llegar a ser líderes siervos tal como lo fue nuestro Señor Jesucristo. Obviamente, -como remarcamos en alguno de los párrafos tratados-, lo que en verdad se necesita es voluntad y disponibilidad de hacer las cosas tal como se deben hacer. Dejar que el Espíritu Santo y la Palabra de Dios nos transformen en los líderes siervos útiles y fieles que Dios quiere en su iglesia es la demanda más grande del liderazgo eclesiástico. Confiamos, pues, en que el pensamiento expuesto, sea de mucha utilidad para todos aquellos que siendo llamados por el Señor están desempeñándose en posiciones de responsabilidad en la iglesia local.

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Autor:

Efrain Lemus

Breves datos acerca del autor

El pastor Efraín Lemus, es originario de la República de Guatemala, Centro América, donde cursó sus estudios académicos y de teología básica. Fue llamado por el Señor Jesucristo al ministerio pastoral en 1985 estando en Los Ángeles California. Allí continuó sus estudios pastorales a través de seminarios y facultades teológicas. Desde entonces, ha predicado el Evangelio de Cristo y fundado iglesias en ciudades de los Estados Unidos y en países de Sur América y México.

Uno de sus mejores recuerdos, es haber ministrado la Palabra de Dios en Ecuador por unos cuatro años. En tal tiempo, el pastor Lemus, junto a su familia fueron testigos de un avivamiento extraordinario de la Obra de Dios en aquel país.

Con el ánimo de servir más y de mejor manera a Dios y a su pueblo continuó sus estudios teológicos de bachillerato (1997-1999) en la Facultad de Teología de la Iglesia Cuadrangular de Montebello, CA. Posteriormente ingresó a la universidad (A.P.U. Azusa Pacific University), en Azusa California (1999-2002) obteniendo el grado de Maestría en Artes y Estudios Pastorales, MAPS. También tiene un doctorado: Honoris Causa en Literatura otorgado por EL CUERPO DOCENTE DEL SEMINARIO DEL PACIFICO DE GUAYAQUIL ECUADOR SUR AMERICA en 2004.

Actualmente es Profesor de Teología e Historia Eclesiástica en la Facultad de Teología de la Iglesia Cuadrangular en Van Nuys, California y reside en Oxnard, California.

El pastor Efraín Lemus tiene una familia con tres hijos.

[1] Miranda, Jesse., Liderazgo y amistad. (Miami, Florida: Editorial Vida, 1998), p. 21.

[2] Larson, Pedro A., Liderazgo Espiritual. (Terrassa: Editorial, CLIE, 1995) p. 15. Larson toma esta definición de Haggai, 1986:15.

[3] Clinton, J. Robert., The Making of the Leader. (Colorado Spring, Colorado: Navpress, 1988),. p. 14.

[4] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo. (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.

[5] Ibíd.

[6] León, Jorge A., Psicología pastoral de la Iglesia. (Miami, Florida: Editorial Caribe, 1986), p. 17.

[7] Hughes, R. Kent., Disciplinas de un hombre piadoso. (Deerfield, Florida: Editorial Vida, 1994), p.196.

[8] Larson, op. cit. p. 18.

[9] Hughes, op. cit. p. 196.

[10] Trull, Joe E., Carter, James E., Ética Ministerial. (El Paso, TX.: Casa Bautista de Publicaciones, 1997), pp. 107-108.

[11] Ibíd. p.107.

[12] Ibíd. 108.

[13] Blank, Les., Sevant Leadership. (Azusa CA.: Azusa Pacific University, Spring 2002). El doctor Blank, es profesor de Azusa Pacific University y nos dio una clase sobre el "Liderazgo de Siervo" a los estudiantes de maestría, M.A.P.S. en esa universidad, en Azusa, California en la primavera de 2002. Parte del material que aquí exponemos fue aportado por tan magno maestro.

[14] Trull, op. cit. p. 108.

[15] Griffith, Leonard., Nosotros tenemos este ministerio. (Waco Word Books, 1973), p. 48.

[16] Ibíd

[17] Foster, Richard J., Alabanza a la Disciplina. (Nashville, TN.: Editorial Caribe, 1986), p.22.

[18] Miranda, op. cit. pp. 71-76. (Este artículo sobre la disciplina en la vida de David pertenece, íntegro, al autor mencionado, con la excepción del bosquejo y las adaptaciones de formato que son nuestros).

[19] Trull, Joe E., Carter James E., op. cit. p. 121.

[20] Ibíd., p. 107.

[21] Villasmil, Jonathan., Gerencia y Liderazgo. www.monografías.com.

[22] Nixon, Richard M., Líderes. (New York: Warner Books, 1982), p. 4.

[23] Núñez, Emilio A., Desafíos pastorales. (Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1998), p. 111.

[24] Luna, A. Guillermo., Hacia una Administración Eficaz. (Minneapolis, MN.: Editorial Betania, 1985), p. 35.

[25] Luna., op. cit. p. 44.

[26] Ibíd. p. 44.

[27] Dios Habla Hoy – La Biblia de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[28] Reina-Valera 1995-Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[29] Núñez, op. cit. 116.

[30] Ryrie, Charles., Teología Básica. (Miami, FL.: Editorial Unilit, 1993), p. 170.

[31] La Administración. (www.monografías.com 2000).

[32] Núñez., op. cit. p. 112.

[33] Luna., op. cit. p. 80.

[34] Ibíd. p. 82.

[35] Luna., op. cit. pp. 93-103.

[36] García, Vidal Gelmar., Modelo de Administración para el desarrollo armónico y continuo de los procesos empresariales en empresas cubanas. (2002, www.edu.red).

[37] Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation.

[38] Biblia de Estudio Siglo XXI. (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 1999), p. 1898.

[39] Torres, Héctor., Liderazgo Ministerio y Batalla. (Nashville, TN.: Editorial Caribe, 1997), pp. 68-69.

[40] Biblia de Estudio SIGLO XXI (El Paso, TX.: Editorial Mundo Hispano, 1999), p. 1247.

[41] International Bible Society. (1979). Nueva Versio´n Internacional. (Dn 3.28). East Brunswick, NJ, USA: Sociedad Bi´blica Internacional.

[42] Wiersbe, Warren W., Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995.

[43] Hayford, Jack W., General Editor, Biblia Plenitud, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1994.

[44] Artículo tomado del libro de R. Kent Hughes, op. cit. pp. 211-220. (ver referencia bibliografica).

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