- Introducción
- Marco teórico
- La vulnerabilidad social
- Los grupos vulnerables
- Calidad de vida
- Tendencias demográficas
- Mitos respecto a la vejez
- Intervención psicosocial
- Normativa nacional sobre los derechos de las Personas Adultas Mayores
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
Introducción
Las poblaciones de todo el mundo y sobre todo la de nuestro país pasan por diferentes procesos sociales, de los cuáles tiene un punto de partida con sus tasas de natalidad que en algunos países pueden ser altos y en otros bajos, y tiene punto final con sus tasas de mortalidad que varían también en los diferentes países, claro que, de generación en generación.
En el proceso intermedio de formación, o sea, entre el punto de partida y el punto final, las poblaciones comienzan a trabajar en los diferentes aspectos de su vida como por ejemplo en lo económico, político, cultural, tecnológico, etc., entonces podemos ver el auge de esas población pero con una mano de obra que forma parte de esa población como es el caso de la juventud que se va forjando, educando, capacitando, tecnificando para entrar en el mundo pujante de las sociedades compuestas por la población adulta que es la encargada de poner el hombro para que la población pueda surgir en todos los aspectos mencionados.
Lo más penoso y terrible es cuando estas poblaciones, generaciones entran en su recta final de la vida, y es cuando tiene que afrontar la tercera edad, que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), comienza esta tercera edad a los 65 años, claro , en países subdesarrollados como el nuestro, en cambio, en los países en vías de desarrollo la vejez comienza a los 60 años, y las personas de la tercera edad se le denomina personas Adultas Mayores (PAMs).
En nuestro país como es el Perú las personas adultas mayores pobres representan aproximadamente el 41.7 %, y los que se encuentran en extrema pobreza el 17.5% (ENAHO), El 42.73 % de PAMs tiene algún grado de educación primaria y el 34.9% de la población no tiene ningún nivel educativo, ya que aproximadamente 3/4 partes de PAMs se encuentran en esta condición (estimación INEI). El 75 % de las PAMs se encuentran fuera de actividad laboral mientras que las mujeres viven más años pero a expensas de vivir más años con incapacidad.
Es tal vez por estos datos estadísticos que las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad son las PAMs, donde ellos como cualquier humano siguen teniendo derechos como por ejemplo Tener acceso a alimentación, agua, vivienda, vestimenta y atención de salud adecuados mediante ingresos propios suficientes y/o el apoyo de sus familias y de la comunidad, Tener la posibilidad de trabajar o tener acceso a otras alternativas de obtener ingresos, Poder participar en la determinación de cuándo y en qué medida cesarán de desempeñar actividades laborales, Tener acceso a programas educativos y de formación adecuados, Permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y en la aplicación de las políticas que afectan directamente su bienestar, etc., estos derechos que les fueron aprobados en la Convención de Ginebra de la Naciones Unidas, en 1982, y que hoy en día se ven vulnerados por cuestiones políticas, económicas y de intereses personales.
Marco teórico
El ADULTO MAYOR
Los seres humanos somos netamente sociales y para que nos adaptemos a una sociedad tenemos que pasar por un largo proceso, proceso por el cual nos iniciamos en la vida, en otras palabras cuando nacemos, nuestra vida social solo dependiente de nuestros padres y mientras la vida o los años van avanzando nuestro mundo social va en aumento por el contacto social que se hace más extenso ya que tenemos contacto con otros entes como por ejemplo los primos, tíos, el colegio, los amigos, etc., luego en la adolescencia se hace mucha más extensa el roce social ya que tenemos contacto con mayor cantidad de personas como por son los amigos de barrio, de la academia, de la universidad, y después llega la adultez donde los roces sólo son con los compañeros de trabajo y se va perdiendo otras como amigos del colegio, de la universidad, etc.
Por lo tanto el ser humano empieza a transformarse en un ente cada vez menos sociable y sobre todo cuando llega a la vejez (hoy en día es considerado como el adulto mayor o persona de la tercera edad o vulgarmente los ancianitos), donde nuevamente llega al punto de partida en la vida, porque es como si hubiera nacido nuevamente ya que su entorno social se reduce de nuevo a pocas personas que en este caso vendrían a ser sólo los hijos.
La OMS considera que en los países desarrollados la etapa de vida Adulto Mayor se inicia a partir de los 65 años; sin embargo para los países en desarrollo considera desde los 60 años. La ONU desde el año 1996 denomina a este grupo poblacional "Personas Adultas Mayores".
En la sociedad actual podemos observar que las personas adultas mayores se encuentran en situación de desventaja, discriminación, y muchas veces sufren violencia y abandono familiar, lo que les ocasiona consecuencias graves, sobre todo, en la parte afectiva que repercute en su salud física y emocional.
Ante esta situación, el Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif) ha puesto en marcha la Unidad de Servicios de Protección de Personas Adultas Mayores (USPPAM), la cual se encargará de programar, conducir, coordinar ejecutar y supervisar servicios preventivos, promocionales y de protección integral a las personas adultas mayores en todos los servicios del Inabif.
Esta favorable iniciativa propone que las personas adultas mayores ejerzan sus derechos con dignidad, autonomía e inclusión social, y que quienes están en situación de abandono o riesgo social tengan en los mencionados centros de atención residencial una calidad de vida y, sobre todo, alegría de vivir.
El Inabif ha elaborado una estrategia de inclusión en la cual un equipo profesional multidisciplinario, conformado por trabajadores sociales, psicólogos, abogados, especialistas en salud, nutricionistas y otros, brinde sus servicios personalizados para mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores.
El concepto de mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores implica proveer y promocionar un trato digno a dicha población, desarrollando y articulando, al mismo tiempo, servicios especializados de atención, cuidado y protección a esta población vulnerable y en riesgo social.
Hay que señalar que, según el último censo del INEI, este sector representa más de dos millones 700 mil personas, y tomar en cuenta que la ampliación de la esperanza de vida en el mundo crece día a día, y por ello el crecimiento de la persona adulta y adulta mayor es más grande cada día. Para el 2050, el 25 por ciento de la población del Perú estará conformado por personas adultas mayores.
Tengamos presente que los adultos mayores representan la experiencia y la sabiduría adquiridas por los años. Son nuestras raíces, testigos del pasado e inspiradores del futuro, la piedra angular de la familia, el carisma que rompe las barreras entre las generaciones, los que fortalecen la crianza de los nietos y los maestros que transmiten las tradiciones y la historia familiar.
Son las mujeres y hombres de fuerzas agotadas, pero con juventud acumulada en su corazón, quienes siempre tienen un consejo y el cariño verdadero para sus seres queridos.
Creemos que como sociedad, la única forma de restituirles derechos afectados y reintegrarlos a una vida plena, es actuar con idoneidad, sensibilidad y eficiencia.
Por ello es importante reflexionar sobre qué calidad de vida le estamos brindando a las personas adultas mayores en el seno de nuestras familias y nuestra comunidad, y ponernos en el lugar de cada uno de ellos, ya que todos llegaremos a esa etapa de la vida.
Piense usted, ¿cómo le gustaría que lo traten? ¿Cómo le gustaría vivir esta etapa de la vida? Respóndase y estamos seguros de que habrá muchas más personas adultas mayores felices. Apoye usted para construir una sociedad más humana, solidaria, con justicia social y progreso para todos y todas
La vulnerabilidad social
Debemos primero destacar que la noción-concepto intenta dar cuenta de factores o situaciones de desventaja social en el marco de la implementación del actual modelo de desarrollo. En contraposición al concepto de "pobreza", que describe más nítidamente necesidades básicas insatisfechas, niveles de vida precarios, ingresos restringidos, incapacidad de satisfacción plena del consumo, etc.), la noción-concepto de "vulnerabilidad social" ha ganado terreno como valioso instrumento teórico-descriptivo que permite dar cuenta de realidades sociales críticas y de conflicto en el contexto de los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que marcan el desarrollo de la región desde finales de la década de los 80 y, más definitivamente, desde los años 90.
El concepto da cuenta de las "condiciones de indefensión" que se manifiesta en amplias capas y grupos sociales que durante largo tiempo se ampararon en la acción de un Estado con mayor o menor vocación interventora y protectora.
En realidad, el enfoque de pobreza califica de forma descriptiva determinados atributos de personas y familias, sin dar mayor cuenta de los procesos causales que le dan origen. La vulnerabilidad, en cambio, hace referencia al carácter de las estructuras e instituciones económico-sociales y al impacto que estas provocan en comunidades, familias y personas en distintas dimensiones de la vida social. Esta diferencia conceptual tiene, desde luego, importancia explicativa. Pero además también debiera tener incidencia en las políticas públicas, con tratamientos que permitan atacar la pobreza y la vulnerabilidad de forma integral.
Todas estas situaciones y realidades descritas, y constatables en América Latina y el Caribe, terminan por construir el clima creciente de tensión social en cada uno de nuestros países, ya que como se deduce impactan en torno a personas y grupos de personas de manera directa. Es esta situación la que permite afirmar que la Vulnerabilidad Social se ha convertido en un rasgo dominante que se extiende a vastos contingentes de la población continental, no solo expresado en torno a los sectores sociales de menores ingresos, sino también peligrosamente en torno a ingentes sectores medios de las sociedades.
Es en este sentido que se tiende a rescatar como instrumento analítico el concepto de Vulnerabilidad Social, sobre todo porque incorpora dos aspectos cualitativos destacables:
• Por un lado, su capacidad para reflejar un proceso dinámico que apunta a respuestas potenciales y no a resultados; y,
• Por otro, enfatiza su potencia para describir e interpretar fenómenos actuales y vigentes.
Esta nueva noción-concepto da cuenta de la condición de riesgo e indefección en que quedan aquellas capas sociales que durante un tiempo estuvieron amparadas por el Estado desarrollista y retrata bien la creciente inestabilidad que caracteriza la trayectoria de las personas.
Aún más, se le identifica un carácter multidimensional, situación que permite su instrumentalización y operativización a diferentes escalas. Ello, está signado por la posibilidad de identificar expresiones de ésta "condición de riesgo" en las siguientes escalas:
A escala macrosocial, se destaca la estrecha relación que tiene con los traumáticos y acelerados cambios que se producen en los basamentos mismos del sistema socioeconómico: la importancia otorgada al mercado, la globalización, el nuevo rol del Estado, la prioridad otorgada a la eficiencia en la asignación de recursos y la búsqueda a ultranza de competitividad y el consumo .
En este mismo contexto, desde un punto de vista de la acción social, el Estado desproteje a los grupos medios y focaliza su acción en los grupos de extrema pobreza; paralelamente, se presencia una pérdida de peso relativo de las organizaciones sociales, gremiales y políticas situación que da espacio y no suponen interpelación social ante situaciones tan polémicas como la reducción relativa de los salarios y la flexibilización del empleo.
En esta dimensión, los cambios del modelo de desarrollo promueven y generan una mutación social profunda cuya dirección esencial produce un paso de la protección y seguridad relativa pre-existente a la competencia y a la incertidumbre de numerosos actores sociales.
A escala mesosocial (comunidades) los mecanismos de generación de desventajas sociales se ubican y vinculan principalmente con las condiciones productivas locales y con la institucionalidad local concreta de organizaciones sociales y políticas legitimadas, o en su modalidad de vínculos de solidaridad, confianza, trabajo conjunto, de apoyo mutuo y de conocimiento reciproco).
Generalmente, las comunidades vulnerables cuentan con capacidades productivas precarias o en obsolescencia o tienen un capital social instituciones y vínculos de reciprocidad y confianza insuficientes.
Sin embargo, de suyo, la vulnerabilidad de comunidades, barrios o pueblos puede tener su origen en eventos que provocan desastres y por ello pueden considerarse como un mayor riesgo o una mayor debilidad frente a los resultados o consecuencias de aquellos.
A escala microsocial (familias e individuos), se destacan los desafíos cotidianos del medio en el que las familias e individuos están insertos. Ellos permiten o impiden el acceso a las inserciones sociales y reditúan de manera diferenciada en los planos del ingreso, el prestigio y el poder. Por ello, el nivel de vulnerabilidad de un hogar que se refiere a su capacidad para controlar las fuerzas que los afecta depende de la posesión o control de activos, esto es, de los recursos requeridos para el aprovechamiento de las oportunidades que brinda el medio en que se desenvuelve.
En este sentido, las unidades domesticas (hogares y familias) y las personas con desventajas económicas (capitales, activos y habilidades limitadas para el manejo de recursos), con desventajas socioculturales (educación, capacitación, información, etc.) con desventajas organizacionales (relaciones y pertenencia a redes sociales y organizaciones sociales), engrozan las franjas de vulnerables al enfrentarse cotidianamente a un medio que les presiona más allá de sus capacidades de respuesta.
Quienes han trabajado el concepto de vulnerabilidad en relación a la "capacidad de movilización de activos" destacan su asociatividad con los recursos disponibles en hogares y personas para enfrentar shocks o adaptarse a cambios externos y ella se definiría por la carencia propiamente tal de activos o incapacidad para movilizarlos.
La mención a los activos hace referencia en un sentido amplio, a los bienes tangibles e intagibles que las personas o los hogares controlan o poseen y que pueden utilizarlos al momento del impacto o shock. De igual manera, entre éstos activos se identifican al trabajo, el capital humano, los recursos productivos y las relaciones sociales y familiares.
En esta lógica, es dicho conjunto de activos el que sufre el impacto del nuevo patrón de desarrollo, al modificar drásticamente las posibilidades de acumularlos y movilizarlos con las consiguientes repercusiones y construcción de situaciones de indefensión en amplios contigentes poblacionales y grupos sociales del continente. Siguiendo esta reflexión, se percibe la noción de Vulnerabilidad Social como un proceso en torno al cual se destacan cuatro dimensiones de la vida social que exponen de manera más súbita y pertinaz a condiciones de indefensión e inseguridad a amplios segmentos poblacionales, particularmente en América Latina: el Trabajo, el capital humano, el capital físico y las relaciones sociales.
El trabajo, es así identificado en la región como uno de los principales "espacios de riesgo", hoy acorralado por las formas de producción (basada en núcleos modernos) que disminuyen relativamente la generación de nuevos empleos, que expulsan y/o no incorporan mano de obra de baja calificación y baja productividad, y que se norma con políticas de flexibilización y de inseguridad que terminan por mostrar un mapa de precariedad asociada al mundo de asalariados y trabajadores en general. Concomitantemente, se constata entonces un estrecho vínculo entre la vulnerabilidad social y el empleo, situación evidentemente consustancial al patrón de desarrollo vigente.
La indefensión de las personas también se muestra en torno al denominado capital humano, dimensión que da cuenta principalmente a los cambios negativos en educación y salud, y la privatización total o parcial de estos sistemas, con el consecuente deterioro ante quienes no acceden a un mercado privatizado, que oferta mejores servicios.
La condición de vulnerabilidad en que se encuentran el capital humano de la población latinoamericana no solo otorga al patrón de desarrollo una particularidad socialmente distintiva, sino que también muestra el escaso aprovechamiento que se hace de los recursos humanos para lograr el mejoramiento sistémico de la competitividad en los mercados mundiales.
Otra dimensión de vulnerabilidad social está descrita a través del debilitamiento y pérdida del capital físico o recursos productivos de los sectores de baja productividad o de sectores informales de la economía (trabajadores por cuenta propia, artesanos, talleres de micro y pequeñas empresa, negocios familiares, unidades económicas solidarias, etc.). De hecho, en la nueva coyuntura el marcado interno de productos y servicios que estos sectores producen y comercializan se ve drásticamente trastocado por la competencia que la globalización permite, sin embargo lo más relevante menciona el hecho que en el marco del actual patrón de desarrollo imperante en la región se privilegia el ordenamiento macroeconómico y se limitan o anulan capacidades públicas para fomentar políticas de protección y subsidios y protección de iniciativas que emergen de los sectores de baja productividad.
Finalmente, se destaca que la vulnerabilidad incluye una dimensión específicamente referida a las relaciones sociales. En torno a ellas se constata que el modelo de desarrollo vigente ha impactado de manera negativa y concreta en los sistemas de redes sociales y estructuras de organización y participación social y política.
El sesgo negativo del impacto hacia ellas está dado porque los vínculos y redes que tienen las personas son históricamente muy determinantes para las mayores o menores posibilidades de acceso a mejores oportunidades para una vida más digna. La privatización de la vida económica, la disminución del papel del Estado como instancia de protección de la vida social y el debilitamiento de las organizaciones sindicales y sociales han acercado a los individuos al mercado, pero lo han aislado de la sociedad.
De hecho, con realidades obviamente heterogéneas en la región, estamos frente a una suerte de "desintegración de la vida social", donde se perciben afectadas las formas tradicionales de organización y participación social, y de representación social y política por medio de sindicatos, partidos políticos o movimientos sociales tradicionales.
Incluso las relaciones familiares (que también constituyen un activo significativo, especialmente en los sectores pobres) se ven impactadas incrementando la situación de indefensión y vulnerabilidad de los hogares. Algunas ideas fuerzas del modelo de desarrollo (privatización, consumo, competencia, etc.) socaban los hábitos solidarios y la responsabilidad social de los individuos, y por el contrario alimentan nuevos estereotipos sociales (consumismo, individualismo, etc.) que promueven los estados de indefensión en las personas y grupos más debilitados. Y la crisis financiera es ahora una crisis social reduciendo los recursos públicos y las instituciones que protegían a la gente.
Los grupos vulnerables
Son aquellos identificados como sujetos en situación de desmedro y desventajas sociales originadas a partir de múltiples y diferentes factores son, sin embargo, grupos que no encuentran o no cuentan con estructuras institucionales para resolver los asuntos propios de una idónea reproducción social.
En un sentido amplio, los grupos vulnerables identificables en las sociedades latinoamericanas y caribeñas podrían registrar como tales a múltiples universos poblacionales, a partir de la multiplicidad de factores que teóricamente construyen desventaja social y situaciones de indefensión. De suyo, siguiendo las reflexiones teóricas anteriores, diferentes planos de la reproducción social podrían eventualmente permitir la identificación de los grupos vulnerables.
Si bien esta afirmación nos empujaría inexorablemente a identificar como grupos vulnerables a la gran mayoría de la población continental, no es menos cierto tener en cuenta que el carácter multidimensional de los factores que construyen o facilitan situaciones de desventaja social por ende de vulnerabilidad social- se acotan respecto de la desventaja o exclusión de personas y grupos de personas respecto de la participación en los intercambios, prácticas y derechos sociales que permiten o constituyen la integración social.
De esta manera, aunque sigue percibiéndose el carácter transversal de la presencia de grupos vulnerables (identificables en torno a múltiples y diversos grupos sociales), en América Latina y el Caribe, se hacen más identificables como grupos vulnerables aquellos asociados a estamentos sociales incluidos o cercanos a la pobreza.
Insistiendo en el carácter aún exploratorio y en proceso de construcción teórica del concepto que define la Vulnerabilidad Social, se mencionan como grupos vulnerables a los niños y jóvenes, las mujeres, los ancianos y los indígenas, todos ellos, grupos que requieren de políticas sectoriales o multisectoriales específicas.
Entre algunos grupos socialmente vulnerables que ya son insistentemente identificados, se mencionan al menos a:
Mujeres (generalmente jefas de hogares)
Discapacitados (en situación de pobreza)
Jóvenes (de entre 14 y 24 años, en situación de pobreza por NBI y con problemas de empleo)
Migrantes
Indígenas (en situación de pobreza por NBI)
Niños (de la calle o incluidos en trabajo infantil)
Hogares (con portafolios limitado de activos)
Adultos Mayores (mayores de 60 años, sin ingresos o con ingresos inferiores a jubilaciones mínimas);
Lo cierto es que obviamente siguiendo la síntesis teórica realizada en el acápite anterior, podríamos aseverar que en el contexto de las situaciones de bienestar social v/s indefensión social que gesta el modelo de desarrollo vigente, se puede fácilmente llegar a identificar transversalmente en todas nuestras sociedades grupos de personas (pertenecientes a estratos sociales medios y bajos) que cotidianamente se perciben en estado de indefensión frente a la modernidad.
Los factores de vulnerabilidad, que adquieren preponderancia en la actual fase de desarrollo de la región, colocan a ciertos grupos sociales en condiciones especialmente precarias.
Los adultos mayores pobres sufren las consecuencias de sistemas de previsión social no eficientes y/o no equitativos y que no les garantizan pensiones para cubrir sus necesidades básicas. Si se agregan los también ineficientes y/o inequitativos sistemas de salud, las condiciones de la vejez son muy dramáticas en los países de la región.
Calidad de vida
En Salud para desarrollar nuestro trabajo, de psicólogo, es necesario elaborar modelos alternativos de formación profesional. Así lo exige, una estrategia de Atención Primaria de la Salud (APS), por ejemplo, que define la salud como un derecho básico, donde el Estado tiene el deber de garantizar el acceso equitativo a los servicios de salud, es visto como un proceso ligado a las condiciones de vida de la población, teniendo como unidad de análisis el grupo social, la familia, e incorpora la interdisciplina para dar cuenta de esa complejidad. Un concepto de salud que incluye, participación de la población, el énfasis en la promoción y la prevención, el trabajo bajo programas, cierta autonomía en la planificación, y la articulación entre los distintos niveles de atención.
De otro lado, tenemos la necesidad de dar cuenta de la dimensión social y cultural del proceso de salud-enfermedad-atención, e incorporar, en nuestra práctica, el concepto de calidad de vida., definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona (a), como la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales (b), como la combinación de componentes objetivos y subjetivos, es decir, Calidad de Vida definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona junto a la satisfacción que ésta experimenta (c) y, por último, como la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas personales (d). El concepto está emergiendo como un principio organizador que puede ser aplicable para la mejora de una sociedad como la nuestra, sometida a transformaciones sociales, políticas, tecnológicas y económicas. No obstante, la verdadera utilidad del concepto se percibe sobre todo en los servicios humanos, inmersos en una "Quality revolution" que propugna la planificación centrada en la persona y la adopción de un modelo de apoyos y de técnicas de mejora de la calidad.
Grau (1998), nos refiere que si la CV es una valoración subjetiva, no puede prescindirse entonces de la valoración del sujeto; cada uno debe ser considerado la persona más capaz de sopesar satisfacciones e insatisfacciones con su vida. El papel de los factores psicológicos que condicionan el grado de satisfacción o bienestar es determinante para el proceso de evaluación. Así, desde el campo de la Psicología, la CV se convierte en un concepto básicamente referido al tipo de respuesta individual y social ante el conjunto de situaciones de la vida; se centra en la percepción de ese bienestar, en el análisis de los procesos que conducen a esa satisfacción y en los elementos integrantes de la misma, al incorporar la dimensión subjetiva hay que subrayar el papel que tiene la satisfacción y su medición a través de juicios cognitivos y reacciones afectivas (Diener, 1984). Sin embargo, existen opiniones divergentes en relación a la satisfacción (Reimel, Muñoz, 1990), asociándola a factores intrínsecos (reconocimiento, progreso, autorrealización) y extrínsecos (status, salarios, seguridad), o conceptualizándola en términos de una actitud. Esto ha permitido examinarla bajo el prisma de diferentes modelos teóricos recientes: el modelo de medición perceptual de Rice y sus cols, los modelos basados en la teoría social-cognitiva de Bandura y Jeller, la teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen, la teoría de la ecología del desarrollo de Bronfenbrenner, y otras propuestas. Este es aún un camino incipiente que habrá de desarrollarse en los próximos años y puede servir de sustrato al enfoque psicológico en la conceptualización de la CV y su evaluación.
Tendencias demográficas
El envejecimiento de la población es considerado tanto un signo como un resultado del desarrollo económico y social de un país. En este sentido, la O.N.U. pronostica para el año 2050 que en las regiones desarrolladas habrá más del doble de personas mayores de sesenta años que menores de quince; mientras que en las menos desarrolladas el porcentaje poblacional de los primeros se incrementará de un ocho a un veintiuno durante el período comprendido entre 1998 y 2050. En conjunto, la proporción de personas mayores en el mundo pasará de un diez a un veintidós por ciento en el transcurso de dicho período.
Uno de los indicadores más utilizados en el análisis de las tendencias demográficas de un país es el índice de envejecimiento que resulta de dividir el número de personas con 60 ó más años entre los que no alcanzan la edad de 15. Valores por encima de 0,5 corresponden a poblaciones en proceso de envejecimiento, y si son superiores a 0,6 permiten aplicarle el calificativo de envejecida. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la población peruana proyectada a fecha treinta de junio de 1999 asciende a 25.232.000 personas. De ellas, el 33,9% tiene menos de quince años, mientras que el 7,1% cuenta con sesenta o más años. La evolución del índice de envejecimiento en este país muestra la tendencia propia de aquellos países que se encuentran en un proceso de transición demográfica. En este sentido, en 1950 eran 13,7 las personas mayores de sesenta años por cada cien niños de entre cero y catorce años. Este índice ha pasado a ser de 18,7 en 1995, y se estima que en el año 2025 supere la barrera del medio punto, situándose según los pronósticos en 0,534.
Para el año 2002 la población estimada a nivel nacional es de 26 millones 749 mil personas, de las cuales el 33.8% tiene menos de 15 años, el 60% está entre 15 y 59 años, mientras que el 7.2 % cuenta con 60 y más años. Proyecciones oficiales estiman que para el año 2020 esta proporción de adultos mayores subirá al 11% de la población y a 12.6% el año 2025. En cifras absolutas, las personas de 60 años y más subirán de 1 millón 848 mil en el año 2000 a 3 613 mil en el año 2020 y, a 4 millones 470 mil en el año 2025.
Mitos respecto a la vejez
En torno a los cambios biológicos ocurridos al envejecer, se configuró el llamado modelo médico tradicional que conceptualizó a la vejez en términos de déficits y de involución acentuando la percepción de la vejez como un proceso degenerativo. El proceso de envejecimiento constituye un fenómeno universal que afecta a todos los seres vivos. El envejecer no significa necesariamente que la persona se deslice inevitablemente hacia la invalidez, soledad y a un deterioro físico y mental.
Respecto a la vejez se han desarrollado una variedad de mitos. El primero se refiere a la expectativa de que ser viejo significa estar enfermo (Verbrugge, 1984). Al respecto, una encuesta realizada en 1994 encontró que entre las personas de 65 y 74 años, 89% no presenta invalidez alguna. Para las personas entre 75 y 84 años, esta cifra fue del 73% y entre aquellos sobre 85 años, fue del 40% (Rowe y Khan, 1998).
El segundo mito se refiere a que existen límites en la capacidad de aprendizaje. Una serie de habilidades como el procesamiento, el aprendizaje y la recuperación de nueva información, la solución de problemas y la rapidez de respuesta, parecen sufrir un enlentecimiento en la vejez con respecto a etapas previas de la vida. Birren, Woods y Williams (1980) proponen la hipótesis de un enlentecimiento cognitivo generalizado del SNC. Sin embargo, las personas mayores pueden mejorar sus habilidades cognitivas mediante procedimientos conductuales (por ej., retroalimentación y reforzamiento positivo para la identificación de las claves relevantes a la memorización); en particular, el aprendizaje, la recuperación de información y la habilidad para resolver problemas.
Una tercera creencia o mito implica que el envejecimiento conlleva necesariamente un deterioro continuo y progresivo. Sin embargo, gran parte de las funciones perdidas pueden recuperarse y en algunas instancias lograr niveles superiores a los previos.
Una cuarta creencia señala que la genética es el factor determinante en el cómo envejecemos. Sin embargo, se estima que sólo el 30% del envejecimiento físico puede ser atribuido a factores genéticos, aún más, se cree que a medida que envejecemos la importancia de la genética es cada vez menor. La forma en que vivimos (estilos de vida) y dónde vivimos (ambiente) son los factores más importantes en determinar los cambios relacionados con el corazón, el sistema inmunológico, los pulmones, los huesos, el cerebro y los riñones.
El quinto mito se refiere a dificultades en la respuesta sexual. Al respecto, se constata una gran variabilidad individual. Considerándose que, aquellos individuos que han sido sexualmente activos toda su vida es probable que continúen siéndolo durante su vejez. También parece necesario señalar que es muy probable que el repertorio sexual se amplíe a medida que envejecemos. Es decir, los viejos practican una gama más amplia de comportamientos sexuales, en donde el acariciarse, abrazarse y sentirse amado son más importantes que la penetración y el alcanzar el orgasmo (Segraves y Segraves, 1995).
Un sexto mito se relaciona con la creencia de que los viejos son una carga para los otros grupos etáreos y que no participan en actividades productivas. Lo cierto es que, una buena parte de los adultos viejos están preparados y dispuestos a trabajar, o trabajan; lo que ocurre es que en el mercado laboral son discriminados, cuando se trata de contrataciones o ascensos.
De otro lado, el retiro como negación del derecho al trabajo. La retirada de los sistemas de producción se traduce en un cambio radical en el estilo de vida de estas personas, a una disminución considerable de su poder adquisitivo se le añade la pérdida de los ambientes sociales en los que habitualmente se desenvolvía la persona, la disminución de funciones y roles sociales, la obligada reestructuración de su tiempo, etc.
No obstante, debemos prestar atención a los procesos que normalmente están asociados al envejecimiento, y que nos indican cuáles son los problemas que se presentan hoy en día:
Por una parte, la incomprensión y la falta de adaptabilidad a situaciones nuevas que colocan a las personas mayores en una situación de inferioridad en un mundo rápidamente cambiante.
Por otra, el declive psicofísico asociado al envejecimiento conlleva necesidades de atención psicosocial, sanitarias y económicas cada vez mayores.
En los países desarrollados se considera que cerca del 25 % de la población geriátrica sufre una afección psíquica (Sheperd y Clare, 1981), siendo la depresión la más frecuente, con un índice de morbilidad que oscila entre el 13 y el 20 %. En Lima Metropolitana y Callao, la prevalencia actual del episodio depresivo, alcanza la cifra de 9.8. El 27.8 % alguna vez en su vida ha presentado deseos suicidas; el 2.5% ha intentado suicidarse alguna vez y un 0.3% lo habría realizado en el último año.
Intervención psicosocial
La satisfacción de las necesidades debe considerarse no sólo como superación de carencias sino también como la capacitación de los mayores como participantes activos en el desarrollo de su sociedad y como protagonistas del crecimiento personal de cada cual como ser humano, pasar a ser personas sujeto y no objeto.
Este desarrollo supera la antinomia entre lo individual y lo social, fomenta la adopción de medidas que combinan el crecimiento individual y social como dos aspectos de una misma realidad.
Lo que se busca en el desarrollo a escala humana es una planificación global de la autonomía local, con estrategias capaces de movilizar a las diferentes organizaciones de los mayores de modo que puedan transformar su lucha por sobrevivir en opciones y alternativas vitales basadas en la dignidad y creatividad y no en la pobreza y degradación humana.
Al ser la vejez una construcción social, el desarrollo a escala humana cambiaría desde el inicio las fuerzas que estigmatizan a los viejos y los empujan al margen de la sociedad. Avanzar en esta modalidad podría dar lugar al ejercicio activo de los principios propuestos por las Naciones Unidas a favor de los Adultos Mayores: "independencia, participación, cuidado, realización personal y dignidad".
En otro aspecto, y en relación a la salud de la comunidad, un objetivo importante es ofrecer un encuadre conceptual y metodológico para el trabajo con la comunidad, que supone una serie de actividades referidas al equipo, a la comunidad y a otros sectores involucrados.
Con respecto al equipo se plantea la necesidad de:
•Recuperar la historia del grupo y realizar un diagnóstico sobre la situación presente, la inclusión de nuevos integrantes, el grado de acercamiento y compromiso con la propuesta de "salud de la comunidad".
•Sondear las expectativas y actitudes relativas al trabajo en el centro de salud.
•Promover espacios de trabajo interdisciplinario.
•Analizar las dificultades cotidianas, los obstáculos que impiden la realización de las tareas programadas, revisando las consignas surgidas en las reuniones de equipo.
•Registrar las actividades, proyectos y programas colaborando en el establecimiento de prioridades y la planificación de las actividades.
•Incorporar la dimensión sociocultural e histórica al interior del equipo, para ampliar su concepción de los procesos de salud-enfermedad-atención.
•Incentivar los procesos de reflexión sobre la institución: su historia, organización, normativas, relaciones de poder.
•Brindar información sobre la población del área programática en lo referente a composición sociodemográfica, historia, organizaciones, grupos e instituciones.
•Reflexionar sobre las estrategias de trabajo comunitario con el fin de coordinar las actividades extra muro.
Esto significa con respecto a la comunidad, profundizar el conocimiento de la historia, las formas de organización, instituciones, liderazgo, redes, formas de comunicación, lógicas existentes. Avanzar en el conocimiento de las distintas instituciones, organizaciones y grupos que estaban trabajando en el barrio, intentando en la medida de lo posible una coordinación de acciones.
Reflexionar sobre la relación centro de salud comunidad, el grado de acercamiento, las imágenes, expectativas, experiencias, las demandas en lo asistencial y en los programas, intentando fortalecer los vínculos existentes y formulando una metodología adecuada de trabajo. Entrar en un mundo conocido desde la experiencia social pero desde una posición distinta, una experiencia que se asocia al padecimiento, a la enfermedad y a la muerte, que genera angustia, temor. Intervenir, conocer para transformar, para pensar alternativas, involucrarse.
Esta experiencia supone aprender a trabajar de otro modo, muchas veces con problemas enunciados por otras disciplinas, redefinir una problemática desde diferentes perspectivas, trabajar con un ritmo distinto, atravesados por urgencias, contradicciones, frustraciones. El supuesto teórico implícito es trabajar sobre las diferencias no como oposiciones sino como relaciones (nosotros-otros), trabajar sobre los espacios de intercambio, las interacciones, las mediaciones entre los individual y lo social, lo micro y lo macro, la teoría y la práctica: las relaciones entre el C.S. y la comunidad, entre clases sociales. Las modalidades a través de las cuales se me impone el otro, el lugar que ocupamos, las formas de comunicación, las distancias, las relaciones de poder. Relacionar lo macro y lo microsocial, analizando cómo el contexto histórico, político y económico, las modificaciones en las políticas sociales, podemos verlas en la cotidianeidad y en las rupturas de esa cotidianeidad, asociadas a experiencias colectivas.
Normativa nacional sobre los derechos de las Personas Adultas Mayores
LEY N° 28803
EL PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA
POR CUANTO:
EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA;
Ha dado la Ley siguiente:
LEY DE LAS PERSONAS ADULTAS MAYORES
Artículo 1°.- Objeto de la Ley.
Dar un marco normativo que garantice los mecanismos legales para el ejercicio pleno de los derechos reconocidos en la Constitución Política y los Tratados Internaciones vigentes de las Personas Adultas Mayores para mejorar su calidad de vida y que se integren plenamente al desarrollo social, económico, político y cultural, contribuyendo al respeto de su dignidad.
Artículo 2°.- Definición.
Entiéndase por personas adultas mayores a todas aquellas que tenga 60 o más años de edad.
Artículo 3°.- Derechos de la Persona Adulta Mayor.
Toda persona adulta mayor tiene, entre otros, derecho a:
1. La igualdad de oportunidades y una vida digna, promoviendo la defensa de sus intereses.
2. Recibir el apoyo familiar y social necesario para garantizarle una vida saludable, necesaria y útil elevando su autoestima.
3. Acceder a programas de educación y capacitación que le permitan seguir siendo productivo.
4. Participar en la vida social, económica, cultural y política del País
5. El acceso a la atención preferente en los servicios de salud integral, servicios de transporte y actividades de educación, cultura y recreación.
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