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Trastornos de Ansiedad en Naturoterapia

Enviado por German Pastorini


Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Respuestas de Ansiedad
  2. Miedo real, ansiedad normal, y estrés patológico
  3. El Paradigma Co-creador o Participante
  4. Salud, Actitud Sanadora, y Enfermedad
  5. ¿Y cuál sería nuestro rol como sanadores en dicho proceso?
  6. Naturoterapia
  7. Abordaje Naturoterapéutico del estrés
  8. ¿Cómo convertir el distrés en estrés positivo?
  9. Bibliografía citada y consultada

… Hace miles, decenas, centenares de miles de años ha, en algún lugar del planeta, deambulaba por la existencia Ger-H, quien vivía en un mundo azaroso, en total soledad, salvo algún ocasional encuentro con un ser similar y cuando no tenía que disputar por un mendrugo de alimento y aun así, el poco alimento debía ser ingerido rápidamente, con todos los sentidos muy alerta o sería él quien se convertiría en… alimento. Y en todo momento, lo que más temía era una sombra que lo sobrevolaba…el pterodáctilo. Y aún más difícil se hacía la noche, llena de ruidos que presagiaban… la muerte inminente. En un mundo así, la ansiedad era constante ante un mundo plagado de continuas amenazas, mortales todas ellas.

Y así llegamos a nuestros días…, pleno siglo XXI. Ger-H ha "renacido" como Germán Horacio, en una ciudad capitalina, donde los pterodáctilos y otras amenazas pre-históricas solo se ven en imágenes o fósiles en un museo. Pero… la sombra del pterodáctilo sigue presente en sus venas, aunque ahora, su presencia es… invisible a los ojos, pero no al corazón.

De lo que se desprende de la historia que acabamos de relatar, queremos dar a entender de qué manera nos vemos enfrentados en nuestro cotidiano quehacer, a re-acciones y pre-ocupaciones menores, y en momentos específicos de nuestras vidas, a eventos a los que realmente podríamos considerar como estresantes (un despido, una ruptura amorosa, etc.).

Sin embargo, al interior de nuestro organismo, esas preocupaciones "menores" se convierten en verdaderos tornados electromagnéticos, dado que nuestra mente los asocia a "la hora del pterodáctilo". Es decir, no son los eventos en sí, sino el cómo cada uno de nosotros los interpreta.

Como decía el Buda hace 2.500 años: "Somos lo que pensamos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo".

El tema es que muchos de nosotros no somos conscientes de lo que elegimos pensar y mucho menos de cómo pensamos. Y como veremos, la sola intención, motivación o imaginación, ya tiene efecto e impacta sobre nuestro organismo, aunque no pasemos a la acción directa. El sólo pensar ya tiene efecto en nuestra biología… y es acumulativo.

Pero realicemos un acercamiento a algunas de las cualidades de nuestro mundo actual:

  • Vivimos en mundo altamente conflictivo.

  • Vivimos en continua aceleración, siempre con prisa por llegar a… no sabemos dónde, pero no importa.

  • El modelo familiar tradicional está en crisis.

  • El multiempleo es lo más habitual.

  • No hay comunicación… pero si mucha des-información.

  • Consumo excesivo. Hay que consumir, no importa qué o porqué, pero hay que consumir… y nuestra autoestima se encuentra asociada a nuestra capacidad de consumo.

  • Estamos en una búsqueda frenética de… no sabemos qué, pero tampoco importa, además de que no tenemos tiempo para detenernos a reflexionar.

En suma vivimos estresados, angustiados, deprimidos, aislados e incomunicados… "porque así es la vida".

Y yo me pregunto, hablando en un lenguaje propio de este siglo XXI, si este modo de ser en el mundo, como dirían los existencialistas del milenio pasado, refiere a un "sistema operativo" o a un "chip" que nos implantan al momento de nacer, porque la verdad que es algo imposible de pensar que el summun bonum de la creación natural, lo elija como una opción personal,… la verdad descarto de un plumazo el que realmente queramos vivir así. Si así vivimos es "porque así es la vida"… y no estamos equivocados, pues todo el mundo lo dice, así que debe de ser verdad.

Realmente, no sé si por fortuna o por un desafortunado sino, ya que no hay mayor felicidad que la de la ignorancia, es que desde hace ya tiempo, he asumido el papel de "abogado del diablo", en cuanto que decidí nadar contracorriente, con lo cual me he dado cuenta de que en realidad estaba optando por fluir con el universo, y que el "normal" seguir la corriente, en verdad era un ir en dirección opuesta a la del resto de la Naturaleza (de la naturaleza física y de la Naturaleza universal).

Obviamente que el paso subsiguiente ha sido como decía Chamalu, un suicidarse al actual y "normal" modo de vivir la vida, pero así poder renacer a un nuevo modo, que en sí es el modo natural y "lógico" (en tanto que de acuerdo al Logos).

Y como en la "escalera de Jacob", así como nos ayudan a subir peldaño tras peldaño, es menester que ayudemos a los otros.

Discernimiento este que deriva más que en la asunción de un nuevo rol, en el descubrimiento de la más profunda e inherente vocación presente en el corazón de todo ser humano: la sanación y su vehículo, el sanador; como dijimos y afirmamos más que como un rol, como un modo de vida.

Pero pensemos primero un poco, y haciendo una pequeña inflexión en nuestro ajetreado vivir, permitámonos un momento de re-flexión y preguntémonos acerca de porqué enfermamos.

Y como decía Kukio Chishima, no son los virus, microbios y bacterias quienes nos enferman, sino que es nuestro propio desequilibrio interior el que altera la natural y simbiótica relación que con ellos mantenemos.

Quizás por ahí podamos llegar a descubrir por qué enfermamos… el desequilibrio… hemos perdido nuestro natural equilibrio

Pero avancemos un poco más, antes de adentrarnos en mundos tan ignotos, para en nuestra consuetudinaria existencia.

Como podrán apreciar estamos buscando (pues todo en la vida son opciones que como seres libres elegimos asumir), a través de una aproximación diferente, aunque no excluyente, de aquella que adoptan los modelos "terapéuticos" más en boga; un sentido a y de nuestro actual desequilibrio así como un modo de retomar el cauce del fluir del universo.

En este sentido podríamos continuar hablando de cómo se encuentran clasificados los "trastornos de ansiedad" de acuerdo al DSM-IV, o cuales son los síntomas de la ansiedad, dividiéndolos por ejemplo en síntomas cognitivos, motores, y fisiológicos… pero preferimos un abordaje diferente aunque complementario.

Respuestas de Ansiedad

Retomando el original cuento con que comenzamos la presente reflexión, vemos que la ansiedad, o el estrés, en verdad es una respuesta natural del organismo y de una utilidad fundamental ya que ha sido la que ha permitido la existencia de nuestros ancestros, incluso de aquellos más primordiales, dado que hasta las amebas y otros protozoarios tienen reacciones de defensa/ataque, y hasta desarrollan… estrés.

Ciertamente que sí.

Elsworth F. Baker refiere a que la ameba mantiene un efecto pulsátil de alternancia entre la expansión y la contracción. Por ejemplo, movimientos de expansión cuando quiere englobar a su comida y de contracción cuando por ejemplo sufre un ataque proveniente del medio ambiente circundante.

En el caso de sufrir varios ataques, la ameba se vuelve cada vez más cautelosa, expandiéndose de una manera "ansiosa" e incompleta. De continuar los ataques, la ameba permanece en contracción, como acorazada al interior de sí misma, disminuyendo cada vez más el intercambio con su entorno, hasta que este disminuye tanto que la ameba muere.

Pese a nuestra infinita complejidad organizativa, si nos comparamos con una ameba, las respuestas que establecemos al interactuar con nuestro entorno, son las mismas, de expansión y de contracción, donde las respuestas defensivas continúan siendo las de huida o de lucha… aunque en definitiva, la ameba es mucho más sabia que nosotros, ya que ella no responde ante la ilusión de peligro, sino tan sólo ante un peligro real y concreto, en pocas palabras, a la ameba no la asustan los fantasmas.

Miedo real, ansiedad normal, y estrés patológico

El miedo es una respuesta emocional normal ante un evento o situación del cual se derive un peligro real.

La ansiedad normal es aquella que es una reacción emocional esperable y común, de carácter limitado y transitorio, por ejemplo, dar un examen, un nuevo trabajo, conocer una nueva pareja. La ansiedad (del latín anxietas, 'angustia, aflicción') es una respuesta emocional o conjunto de respuestas que engloba: aspectos subjetivos o cognitivos de carácter displacentero, así como aspectos corporales o fisiológicos caracterizados por un alto grado de activación del sistema periférico, aspectos observables o motores que suelen implicar comportamientos poco adaptativos.

Pero estas mismas situaciones pueden convertirse en estresantes, cuando esa reacción ansiosa de carácter normal, se vuelve crónica, de manera tal que comienza a interferir en grado sumo con y en nuestra vida cotidiana, dada su alta intensidad de manifestación y a la frecuencia con que dicha reacción se presenta. En pocas palabras, vivimos estresados porque vivimos anticipando "posibles" amenazas o peligros.

Y si esas amenazas y/o peligros son posibles, son infinitamente muy poco probables, y ello implica en definitiva que no son reales…

Ahora, razonemos juntos… Si los pterodáctilos hace millones de años que se extinguieron, porque seguimos anticipando su presencia, o quizás de alguna manera hayamos aprendido al mismo tiempo que nos han enseñado, a crear toda una nueva especie de pterodáctilos, sólo que esta vez invisibles. Entre ellos tenemos por ejemplo, entre otros, el "pterodáctilo" jefe, el "pterodáctilo" pareja; el "pterodáctilo" ómnibus que siguió de largo y no me paro; el "pterodáctilo" hablar en público; el "pterodáctilo" llegar a fin de mes; el "pterodáctilo" que voy a hacer cuando me jubile, y tantísimos otros.

Lo que todos ellos tienen en común, además de su irrealidad, son los síntomas que evocan y provocan en todos nosotros, con y en diferentes grados de enlarvada virulencia.

Algunos de ellos son: palpitaciones, hipertensión, sensación de sofoco y ahogo, inseguridad, temor, hiperactividad, malestares digestivos, trastornos sexuales (impotencia en el hombre y frigidez en la mujer, así como pérdida del apetito sexual en ambos), problemas de comunicación y de relacionamiento, respiración rápida, y superficial acompañada de opresión torácica, pensamientos negativos que se traducen en una dificultad en y para la toma de decisiones, aislamiento, continua sensación de una amenaza flotante o invisible.

Ante este panorama, el modo preponderante en cuanto a su abordaje "terapéutico"; ha sido el de la medicina alopática, la cual al día de hoy ha demostrado ser ineficaz e ineficiente, así como la responsable de generar más problemas de aquellos que en verdad soluciona. Aunque a decir verdad, y es justo reconocerlo, la problemática no radica en la medicina en sí como arte, ciencia y técnica de la curación (no siempre de la sanación), sino en la mercantilización del acto médico, es decir, no es la medicina per se la que ha fracasado de manera estrepitosa, sino el lucrativo negocio del "curar", el que se ha instaurado como la meta cumbre a lograr.

Por ello, y para no entrar en disquisiciones y polémicas de carácter intolerante, radicales y por sobre todas las cosas, feudalistas, es que no hablaremos de una "medicina" bioenergética, vibracional o naturista, sino de un proceso de sanación bio-naturo-energética y ello dentro de un modelo de paradigma que he dado en llamar el paradigma co-creador o participante.

El Paradigma Co-creador o Participante

Hacia fines del milenio pasado y principios de éste, el paradigma que parecía iría a marcar gran parte del siglo XXI, era el paradigma electro-magnético o cuántico.

Sin embargo, en lo personal, considero que el paradigma más relevante será el paradigma co-creador o participante.

Ya mencionamos anteriormente, y lo repetimos ahora, como el Buda ya había señalado acerca de que: "Somos lo que pensamos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo". Y a mediados del siglo pasado, Heisenberg ya había señalado, demoliendo así con su sentencia todo el modelo objetivo de ciencia, que el experimentador es parte co-constitutiva del experimento realizado y que aquello que uno elige observar altera la esencia del objeto observado, y si no su esencia, al menos sí, su o sus cualidades.

Como refiere Gregg Braden en "La Matriz Divina": "Los experimentos sugieren que el propio acto de observación es un acto de creación, y que la conciencia es la autora de esa creación." Y más adelante continúa expresando: "… ya no podemos considerarnos simples observadores que no afectan el mundo que están observando."

Llevando esto al campo de la sanación y siguiendo en este sentido la obra de Caroline Myss, podemos afirmar, que nuestra historia personal afecta a nuestro ser, de manera que nuestra biografía se convierte en nuestra biología.

De todo ello se desprende la simple verdad, acerca de que somos parte co-constitutiva de un universo inter-conectado.

En este orden, los últimos descubrimientos científicos dan cuenta entre otras cosas de que:

  • a) El universo no es una masa sólida como habitualmente pensamos, sino una verdadera anarquía organizada de… posibilidades.

  • b) Que nuestras creencias personales son las que convierten esas posibilidades en… realidades.

Como veremos, gran parte de lo que daremos en llamar "la" enfermedad, en realidad no es más que… aislamiento, es decir, el considerar-nos (ya que en definitiva es una opción personal), separados de un universo del cual en verdad formamos parte. Y por consiguiente, "la" salud tan solo requeriría el que seamos plenamente conscientes de que somos parte indivisible de esta telaraña cósmico-energética y que por ende, todo el poder del universo está a nuestra disposición, y como veremos, ello implicaría el realizar un pequeño… re-encuadre.

Según la Medicina Tradicional China (MTCH.), existe una energía llamada "Shen", a la cual podríamos definir como "atención consciente", y su particular característica es la de ser un vector de fuerza energética. Podríamos decir que con y a través de nuestro Shen, creamos "nuestra" realidad, para bien o… para mal. Por ello, el uso adecuado y oportuno del Shen es e implica una verdadera responsabilidad, en el sentido último de habilidad para responder (entiéndase ser conscientes de nuestro papel como partes de un todo orgánico que es el universo).

Somos nosotros, mediante un adecuado uso de nuestro Shen o energía mental consciente, quienes decidimos crear la realidad en que vivimos y ello incluye a nuestro cuerpo y a nuestra mente, y a su mutua interrelación e interacción, así como también lo que hace al proceso salud-enfermedad.

Decía el jefe indio Seattle en 1854, en un mensaje dirigido a los parlamentarios y al gobierno de EE.UU que: "El hombre no tejió la red de la vida -el hombre no es más que una hebra de esta red. Todo lo que el hombre le hace a la red, se lo está haciendo a sí mismo"… Y olvidarlo es enfermar. La enfermedad es una, sus manifestaciones son… Legión.

Dos referencias del libro citado de Gregg Braden vienen a reafirmarlo: "La clave no estaba en reaccionar a lo que el mundo nos estaba mostrando, sino en crear nuestras propias reglas para lo que elijamos experimentar", y más adelante comenta: "Entre las muchas posibilidades, la que se convierte en realidad parece estar determinada por la conciencia y por el acto de observación. En otras palabras, el objeto de nuestra atención se convierte en la realidad de nuestro mundo".

Y esta, sucintamente, es la base del paradigma co-creador o participante, por lo que ahora nos vemos convocados a discernir acerca de lo que entendemos por salud y enfermedad desde este modelo de mundo, y que rol le toca jugar, más que al terapeuta, al sanador, en y al interior del mismo.

Salud, Actitud Sanadora, y Enfermedad

A la salud podemos llegar a través de una triple definición, e inclusive agregarle un cuarto aspecto definitorio de la misma: desde lo celeste, desde lo terrestre, desde lo humano, y una cuarta perspectiva, desde lo individual.

Desde lo celeste, podríamos decir que la salud refiere al equilibrio dinámicamente armonioso de las energías de ese ser en continuo interaccionar con el movimiento del universo.

Desde una perspectiva terrestre la podríamos definir como aquel estado en el cual el ser lleva a cabo la función que le corresponde como parte co-constitutiva de la comunidad en la que le ha tocado vivir.

Desde lo humano, la salud sería un estado, o más bien, un proceso que genera en el ser, bienestar, equilibrio y armonía en su comunidad.

En un sentido individual, podemos definir la salud como aquella consonancia entre lo que el ser siente como propio y aquello que en verdad realiza.

Y la salud la empezamos a perder a partir del momento en que perdemos la coherencia entre lo que hacemos y lo que en realidad sentimos en y a todos los planos de nuestro ser.

Por ende, toda enfermedad comienza por un desequilibrio a nivel armónico, pudiendo llegar a afectar a los aspectos más orgánicos. Como nos hace saber el Dr. R. Hamer, la enfermedad es el resultado de un evento psico-emocional no o mal metabolizado, el cual al no ser adecuadamente procesado y asimilado, deviene en enfermedad orgánica.

¿Y qué es lo que va a llevar a ese ser a enfermar?

Para ello existen muchas razones. Pero más allá de todos los factores que puedan estar implicados, LO QUE ENFERMA AL SER HUMANO ES EL MODO EN QUE SE HA PLANTEADO SU EXISTENCIA.

Y en la medida en que la vida se plantea como una situación de gozo, la enfermedad no aparecería. Esta actitud refiere a un elevado estado de espiritualidad en la cual el ser se dispone a contemplar todo lo creado; inclusive su sí mismo y sus propios movimientos vitales.

El ser humano se ha planteado genéricamente la consecución de la vida como una carrera por… y en esa carrera hemos perdido la capacidad de gozo, de contemplar la Creación.

Cuando se inicia una enfermedad se instaura un nuevo lenguaje para ese ser y entonces las perspectivas desde las cuales vemos e interactuamos con nosotros mismos y con nuestro entorno van a cambiar, teniendo por base ese nuevo lenguaje que es la enfermedad y la correspondiente pérdida de la capacidad de goce.

La aparición de la enfermedad entonces es algo que le va a estar hablando a esa persona; le va a estar enviando señales. Es algo que no deja a nuestra estructura indiferente y que por ende implicaría una reestructuración de nuestro ser. La enfermedad entonces le está intentando decir algo al ser y en principio le dice que no está cumpliendo su naturaleza de ser capaz de goce y del placer de estar vivo y que la forma en la cual ha conformado su existencia no es la adecuada para él ni para su entorno.

La enfermedad es algo que desde su inicio hace que la persona se exprese de manera diferente. Es la forma en la cual nosotros como seres podemos replantearnos nuestra vida y desarrollar los mecanismos para cambiar. La enfermedad en ese sentido es una posibilidad de evolucionar.

Por ende nunca combatimos la enfermedad sino que vamos a buscar entender cuál es el significado de la misma, cual es el mensaje que está expresando con respecto a cómo estamos viviendo la vida.

Cuando atendemos a una persona, le preguntamos qué ha aprendido con lo que le está pasando; que enseñanza ha implicado para la persona esa enfermedad. De que se ha dado cuenta a través de su enfermedad. Todo ello nos permite intuir a través de la enfermedad, el darnos cuenta de que hay nuevas posibilidades para replantearnos la vida. Y dentro de ello la posibilidad de erradicar tanto el miedo como la necesidad de ejercer el poder. En lugar de combatir un síntoma, lo aceptamos, lo respetamos y lo escuchamos.

Y esa respuesta la tiene que buscar y encontrar cada uno. Y nuestra función como sanadores consistirá en ver la enfermedad como la posibilidad de rescatar recursos y posibilidades que si bien propios, nos hemos olvidado y/o los hemos dejado de lado. Ello se ve en cuanto la persona nos dice: "Siempre me habría gustado"; "Siempre me dijeron que tenía tales y cuales habilidades"; "De chico siempre me gusto…., pero ahora no lo puedo realizar", etc.

Esos ideales y esos sueños olvidados son los que la enfermedad nos está demandando que tengamos en cuenta para reconectarnos con nuestra capacidad de goce.

En este orden de cosas, el Dr. Albert García Serrats manifiesta que la enfermedad "es simplemente un desequilibrio originado por la ignorancia. Pero también es una vía de curación en sí misma ya que nos indica que algo debe cambiar en nuestra vida. En realidad la enfermedad es la infelicidad. No es sólo la manifestación de síntomas externos visibles sino toda obstrucción del libre flujo del amor y un agradecimiento profundo y constante por vivir cada día, está alguna fase de enfermedad. Las distintas manifestaciones físicas -desde un resfriado hasta un cáncer- y psíquicas -desde una depresión hasta una psicosis– son oportunidades que nos muestran la necesidad urgente de cambiar algo, aunque en ese momento quizá la persona no sepa que es lo que hay que cambiar."

Y más adelante refiere: "En realidad la enfermedad se produce en los planos más sutiles del ser, los cuales nunca han sido contemplados por la medicina oficial. De hecho, la medicina académica jamás conseguirá avanzar hasta que no reconozca que el ser humano es un ser espiritual. Es un ser psíquico que maneja un cuerpo, pero las emociones son el punto donde se genera la enfermedad".

La enfermedad es un mecanismo para que el ser se dé cuenta de que no está siguiendo el camino adecuado y que sabiéndolo pueda tomar los recaudos necesarios para retomar el camino que lo conduzca a una experiencia liberadora. ¿Y cuál es el camino adecuado? El que nos permite comprender que la vida no es un problema a ser solucionado sino una experiencia a ser vivida y realizada.

Por ello, la enfermedad no es algo contra lo cual haya que luchar, sino que entendemos la misma como un lenguaje que en definitiva nos permitiría recomponer una forma de vida.

Y como posibles decodificadores de ese lenguaje, como sanadores somos los primeros que tenemos que aprender a replantear nuestras vidas. Y ello puede constituir todo un proceso revolucionario.

Dice el Dr. J. L. Padilla Corral que el humor lleva al amor y evita el tumor.

En consecuencia, no vamos a basar nuestra concepción de salud en criterios preestablecidos sino que vamos a generar situaciones de vacío que posibiliten a la persona el encontrar sus propios mecanismos de autenticidad y de sanación.

Ante ese estilo de salud que cada cultura va a plantear también va a surgir un estilo de enfermar, lo que habrá de conducirnos a la interrogante de si existe "la" enfermedad o estilos de enfermedad.

Lo que lleva a que en un determinado momento exista un desequilibrio es lo que nos habilita a que podamos hablar de "la" enfermedad.

Podríamos decir que existe un tiempo de enfermedad que luego se podrá manifestar de diversas maneras en cada uno. Cualquier enfermedad es un salir de ese estado de equilibrio dinámico y homeostático que es la salud, lo cual ha de estar implicando una concepción unitaria de la enfermedad.

¿Y cuál sería nuestro rol como sanadores en dicho proceso?

Para poder ser sanadores el primer cambio lo tenemos que hacer en nosotros mismos.

La sanación implica un verdadero acto de belleza. Artista es aquella persona que identificándose y dando testimonio de quien es, puede manifestar un acto de belleza. Además, cada acto sanador es único e irrepetible. Ser sanador es ser un artista. Como dice Alan Watts: "Para ser terapeuta, es preciso tener la capacidad de estar tan loco, como la persona que pretendes curar".

Al descubrirnos como artistas, se nos abre la oportunidad de conectar todas las herramientas energéticas que el universo tiene a nuestra disposición.

Como sanadores nos vamos a aproximar a un fenómeno vivo y en cuanto a ello tenemos dos perspectivas: una es una aproximación descriptiva, donde describimos cómo es ese fenómeno en todo y/o en parte. Otra aproximación es viendo la interacción que se genera entre ese ser y lo que le rodea, en tanto que influencia y es influenciado, y como, es decir, su relación con el entorno.

Y una tercera aproximación es a través de elementos intangibles que no podrían ser descriptos, pero que implicaría una serie de fuerzas o energías que ejercen su influencia.

Como bien lo describe el Dr. E. Bach, en sus "7 Pasos de la Sanación", la misma requiere de: paz, esperanza, alegría, fe, seguridad, sabiduría y amor. En esa misma sintonía nos encontramos con "las 7 Reglas" de Paracelso:

"1º) Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2º) Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, todo idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3º) Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4º) Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5º) Debes recogerte todos los días en donde nadie puede turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.

6º) Debes guardar absoluto silencio de todos los asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7º) Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que alegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera sólo se consigue por otros caminos; allí donde nuca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo."

En este sentido nos hacemos eco del Dr. Ted Kaptchuck, en su Prólogo al libro "Psicología y Medicina China" de L. Hammer: "Un sistema médico siempre hace que el paciente emprenda un viaje que es, al menos en parte, un descubrimiento de sí mismo… Cuantas más dimensiones de la personalidad humana contenga un modelo conceptual médico, mayor será el potencial para el propio reconocimiento. Cuánta más "humanidad" haya en el sistema, mayor capacidad habrá para revelar, encontrar y transformar".

Más adelante continúa explicando que: "Los dominios físico, mental, emocional, intelectual, de comportamiento, social, existencial y espiritual deben, hasta cierto punto, y dependiendo de las circunstancias ser incluidos o excluidos en el diálogo interno así como del intercambio médico/paciente." Y una última reflexión refiere: "Un encuentro médico está siempre limitado por lo lejos que pueda conducir al paciente el practicante guía. No importa cual sea la fuerza del sistema, si el practicante se siente solamente a gusto dirigiéndose a lo físico, o a lo psicológico, o a lo existencial, o al comportamiento, pues si es así, la transformación curativa quedará confinada a un solo aspecto. Además, cuanto menor sea la intervención dirigida al aspecto físico, más crucial será la comprensión de uno mismo, el entendimiento y los recursos interiores del sanador."

Y con respecto al modelo de medicina alopática, presentaremos una serie de citas del médico cubano Dr. Marcos Días Mastellari, tomados de su obra: "La Medicina China Tradicional y la Medicina del Futuro: qué, porqué, cómo y dónde", donde a pesar de lo extenso de las mismas, creemos son fundamentales de tener en cuenta: "…una vez incluida la Medicina dentro del aparato administrativo, de dirección y de gobierno de una sociedad dada – tanto en los modos formalmente institucionalizados como en sus modalidades no tan formales -, y mezclada hasta lo irreconocible con las peculiaridades de su organización económica y social, adquiere una relativa independencia y somete, reduce a la obediencia, obliga al médico a proceder dentro de determinados márgenes que pautan el "correcto proceder". Ese concepto de "proceder correcto" no ha sido inmutable, sino que se ha ido adaptando a los cambios que se han ido operando en cada sociedad, en cada país y en cada momento del desarrollo de la Humanidad.

Esto último determina que en la Medicina, la estructura y el contenido de sus

presupuestos, los criterios generales de organización del conocimiento y de la práctica asistencial, sus objetivos particulares, los criterios de verosimilitud y los puntos de vista que favorecen la aceptación o rechazo de las sugerencias o decisiones, por lo menos, parecen guardar un grado considerable de correspondencia y coherencia con las ideas políticas, la organización social, la organización y la estructura de la economía y la concepción del mundo prevaleciente en cada sociedad, a través de las diversas etapas que atraviesa a lo largo de todo su desarrollo. Esta correspondencia y coherencia parece infiltrar incluso el pensamiento de los científicos relacionados con ella -médicos y no médicos-, al punto que a veces parece incluso superar su pretendida objetividad y, a través de ésta, los resultados alcanzados, aceptados o aplicados."

Y sigue diciendo: "Al finalizar el siglo XIX, la industria químico-farmacéutica se encontraba dando sus pasos iniciales. Durante el siglo XX tiene lugar un desarrollo explosivo de ésta y otras industrias relacionadas, como la industria alimenticia, particularmente a partir de su quinta década"". Este proceso dio origen a un nuevo tipo de mercancía con una muy alta y especialmente prioritaria demanda: el alivio, la supervivencia y la salud. Las sustancias medicinales sintéticas y los materiales y reactivos para el diagnóstico se transformaron en mercancía altamente redituable; las sustancias de origen natural se subestimaron y desestimaron cada vez más, surgiendo así una rama productiva y un mercado de una insospechada capacidad para generar

beneficios económicos que impetuosamente se deshacía de todo lo que pudiera

enlentecer o entorpecer su desenvolvimiento.

El crecimiento, desarrollo y fortalecimiento vertiginoso de estas industrias propició el surgimiento de gigantescos y poderosos consorcios de diversa índole, abriendo paso al concepto de "Industria de la Salud", la que ha jugado un papel cada vez más importante en el crecimiento del PIB de muchos países desarrollados, a la vez

que propició, fomentó y alentó el descrédito de las sustancias naturales. A su vez, este fenómeno económico facilitó hasta convertirlo en criterio lógico y jurídico, que solo los productos sintéticos o semi-sintéticos eran susceptibles de ser patentados."

Más adelante refiere: "¿Por qué este especial interés en apoyar los protocolos para determinar el diagnóstico y el tratamiento correctos? Por supuesto que la respuesta inmediata sería, "para impulsar el desarrollo científico y mejorar los métodos de trabajo con el paciente", pero la realidad iba un poco más allá. Las empresas aseguradoras, mediante el empleo de protocolos de diagnóstico y de tratamiento "objetivamente demostrados", han restringido cada vez más el rango de discreción del médico, y han condicionado cada vez más el diagnóstico definitivo al empleo de tecnologías. El médico solo puede indicar lo que la aseguradora reconoce como válido. Cada vez menos su criterio determina en las decisiones que puede tomar ante cada paciente concreto."

Y sigue: "Ya en 1957, el médico cubano Luis Díaz Soto advertía esta tendencia. En su informe a la 5ª reunión del staff del Centro Benéfico Jurídico de Trabajadores de

Cuba decía: "Pero la dedicación a la técnica ha determinado en muchos compañeros un proceso que ha hecho que ella se convierta en la fuente única de actividad y de

conocimientos, separándose manifiestamente de la medicina y, sobre todo, del

enfermo. (…) Cuando nos piden un ´chequeo´ se evidencia que el sentido interno

del pedido es: Prescinda usted de usted mismo, doctor, y páseme por las

máquinas que son las que siempre tienen la razón".

Al mismo tiempo se fue desarrollando una especie de fascinación por la tecnología y una suerte de compulsión por renovarla constantemente, en nada desvinculada de la necesidad de alcanzar niveles crecientes de competitividad. Así, el valor del trabajo y de la experticidad del médico se fueron haciendo paulatinamente

menores, y el diagnóstico clínico cada vez menos apreciado por "impreciso y subjetivo".

Pero un científico que reduce su contacto con el fenómeno estudiado es cada vez menos científico. Sin observación no hay ciencia. Observar, para la Ciencia, es

relacionar o comparar el fenómeno con la concepción del fenómeno de que es portador el científico y, en Medicina, eso solo se puede lograr a través del diagnóstico clínico. Por consiguiente, el médico, con el desarrollo de la tecnología, se iba alejando de la Ciencia en la medida que la tecnología sustituía

su función como científico. Para la Industria, la Ciencia solo es importante en función de los beneficios económicos que le provea, aunque para eso tenga que menguarla y deformarla hasta amenazarla de muerte. Así, poco a poco el diagnóstico en medicina es cada vez más el resultado de una recopilación de

datos aportados por diversas tecnologías y cada vez menos la consecuencia inmediata de la actividad del científico.

Por otra parte, el médico que se dedica a la asistencia primaria es el peor remunerado, mientras el especialista o subespecialista, cuantos más recursos de la Industria emplee, mejor remunerado estará. Pareciera como si ahora lo mejor para el paciente fuera que se enfermara de aquello que necesitara de

procedimientos más sofisticados y costosos, o que se agravara hasta lo indispensable como para no morir, pues en ese caso dejaría de ser un consumidor de los productos ofertados. Este curso de los acontecimientos está determinado más por intereses económicos y políticos que por razones de ciencia. En este proceso, en última instancia, el médico y el paciente son un recurso más de la "Industria" y, por consiguiente, subordinados a ésta… Al final de este camino parece insinuarse la silueta de un sueño tan quimérico como oscuro de la Industria agazapado en la novedosa telemedicina. ¿De qué se trata este sueño? De poder prescindir del médico casi totalmente. En extremos terminales se situarían técnicos adiestrados en la obtención del dato primario del paciente y los medios tecnológicos. Luego, en estructura piramidal se situarían especialistas dedicados a su lectura e interpretación, los que determinarían el diagnóstico y tratamiento del paciente.

Al fin, la máquina sustituiría al hombre, el proceso se volvería mucho más lucrativo, pues se reduce a la mínima expresión la mano de obra – con sus inconvenientes de demandas, pagos por seguros médicos y jubilación, etc.- y su promedio de especialización. Si a esto añadimos la velocidad y bajos costos de la transmisión de datos digitalizados y el empleo de sistemas de inteligencia artificial, el sueño alcanza su clímax. ¿Y la Ciencia? ¿Y el científico? Podrían estar en peligro de

extinción. ¿Pudiera este proceso provocar una crisis en el desarrollo de la Medicina? Pudiera, pero mientras, la industria recoge jugosos beneficios. ¿Y las consecuencias? Ya se resolverán cuando llegue el momento. Por lo pronto, lo que exigiría el proceso de la industria sería, como siempre, ser pragmáticos."

Y para finalizar, dice el Dr. Díaz Mastellari: "¿Y qué ha sucedido con la importancia y la prioridad de la medicina preventiva y la preservación de la mejor salud?

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