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El montaje del sistema político cubano en el marco de la ocupación norteamericana 1898 – 1902 (página 2)

Enviado por Alie Perez Veliz


Partes: 1, 2

La resistencia nacional de los cubanos a tal situación se hizo sentir. La avanzada de la conciencia cubana ocupó su espacio, poniendo en tela de juicio el Tratado de Paris, insistió la necesidad de celebrar actos patrióticos que mostraran la decisión revolucionaria del pueblo cubano y condenó tanto la anexión como la falsa posición humanitaria adoptada por los Estados Unidos, para demostrar que en realidad habían obtenido un gran botín con la de Puerto Rico y Filipinas.

Sin dudas, el objetivo inmediato de estos patriotas era el de evitar que su país corriera la misma suerte.

Para obtener apoyo dentro de la isla, algo que era necesario a sus fines, EE.UU. profundizó los lazos de orden económico y hasta políticos con las clases y grupos oligárquicos heredados de la colonia y todos los entes captables para este propósito.

Debemos insistir en la idea de que en nuestro país estaba débilmente desarrollada la conciencia nacional, y sectores como, los intelectuales y cierta parte de las capas medias, que potencialmente se beneficiarían de una verdadera independencia nacional, por sus compromisos con la oligarquía y el capital foráneo, prefirieron apoyar los planes de EE.UU.; incluso, llegaron a sumarse a estos sostenedores de la "revolución intervenida" una parte de la composición orgánica de la gesta independentista; no pocos nombres se prestaron al juego y quedaron empañados ante la Historia y frente a su pueblo.

Bajo esta realidad, un tanto desafortunada para el futuro, de nuestro país, el 1 ero de enero de 1899 se inició oficialmente la ocupación heredada directa del Tratado, de Paris del 10 de diciembre del año anterior. El Mayor General John Rutter Brooke, Comandante de la División de Cuba del ejército norteamericano, asume así el cargo de primer gobernador militar en la isla. Inmediatamente comienzan a implementarse las bases para un nuevo modelo.

Costituye por tanto, objetivo de este trabajo, sistematizar en un cuerpo teórico varias teorías y concepciones existentes en bibliografía dispersas para analizar cómo ocurrió el montaje del sistema politico cubano en el marco de la ocupación norteamericana desde 1889 hasta 1902.

Los métodos teóricos empleados en la investigación fueron el Histórico, porque se analizan los antecedentes , posibles causas, evolución temporal y factológica y posibles tendencias de los hechos, procesos y fenómenos de la relación Estados Unidos – Cuba; y el Lógico, porque se revelan los nexos, leyes, y regularidades de esa realidad.

El método empírico que se utilizó fue el análisis documental.

DESARROLLO

Como ha planteado Concepción Planos Viñals en La Primera Ocupación Norteamericana: objetivos y resultados:

"Evaluando la gestión de la administración norteamericana en Cuba durante la ocupación militar, se constata su esfuerzo por estimular el proceso inversionista con las vestiduras del fomento económico, su interés por profundizar el vínculo comercial dependiente con los Estados Unidos, dándole una apariencia de reciproca y equitativa actividad mercantil, y la manipulación de las medidas jurídicas, mercantiles, etc.; en calidad de pilares de la estructura institucional que tendría la república en el futuro." (2)

El primer año de ocupación, a pesar de haber propiciado, la dominación económica de nuestro país, demostró también a EE.UU. que una multiplicidad de factores de orden económico, político y social hacían cada vez mayor la resistencia a la anexión.

EI espíritu independentista de nuestro pueblo, recién salido de treinta años de luchas por la independencia nacional; los opuestos intereses de algunos círculos económicos yanquis, aprovechados con cierto toque "filantrópico" por el partido demócrata en pleno año electoral; y la tensión que había provocado la rebelión de Aguinaldo en Filipinas contra la ocupación norteamericana hicieron de la posibilidad de anexión de Cuba a los EE.UU., algo cada vez más impracticable, o por lo menos impolítico para la administración republicana de McKinley.

Esto hizo necesaria la afirmación del secretario de Guerra, Elihu Root, el primero de diciembre de 1899, de la voluntad del Gobierno de entregar Cuba a los cubanos; y planteó que se debía pasar sucesivamente a la elección de las autoridades municipales, la aprobación de una Constitución y la elección de un gobierno nacional que definiera el tipo de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de forma clara.

Algo parecido declararía William Mc Kinley ante el Congreso de su país, enfatizando que entre ambos países, luego de la desocupación, se debían establecer lazos de muy profunda intimidad.

Especiales instrucciones en ese sentido traería Leonardo Wood, el 20 de diciembre de 1899, en su rango de nuevo gobernador militar. Wood, a diferencia de John R Brooke, consideraba necesaria la prolongación del proceso de ocupación hasta que estuvieran creadas las condiciones con vistas a dejar establecido el protectorado. Cuba sería formalmente independiente pero en la práctica no pasaría de neocolonia yanqui.

A fin de definir el futuro político de Cuba, comenzó desde principios de 1900 una ronda de contactos oficiales entre el gobierno interventor y los círculos más influyentes de la sociedad cubana. Las discusiones al respecto subieron de tono y fue necesaria la visita del secretario de la Guerra, Elihu Root, y de un grupo de representantes del Comité de Relaciones con Cuba, del Senado de los EE.UU. para verificar el cumplimiento de los planes trazados.

Hubo en el país, un proceso de reestructuración de las instituciones oligárquicas, las que comenzaron el cabildo en Washington para alcanzar la reciprocidad entre ambos países. Los representantes más activos de los interese oligárquicos se incorporaron a los partidos políticos que por aquel entonces fueron surgiendo.

Producto de intereses especiales de la burguesía cubana se destacaron en la escena política cuatro partidos: el Partido Nacional Cubano, fundado en Marzo de 1900, que se interesaba en el desarrollo de una industria nacional para el mercado interno, contó este con el respaldo del Generalísimo y por lo tanto con la mayoría del electorado; el Partido Republicano Federal de las Villas y el Republicano de la Habana, fundados en diciembre de 1900, estaban dominados por la gran burguesía interesada en asegurar sus vínculos con los Estados Unidos, aún a costa del desarrollo económico independiente del País; y en abril de ese mismo año se fundó el partido Unión Democrática, por las personeros del autonomismo. Este partido defendía el Tratado de París como base del sistema de que se debía establecer en Cuba y no la Resolución Conjunta.

La esencia de los intereses de todos los partidos políticos era lograr la reciprocidad comercial y la hegemonía política. De tal manera la oligarquía, por medios de sus corporaciones e instituciones políticas, cooperó con la administración yanqui en la estructuración del sistema político burgués, con vistas a lo cual mancomunó sus esfuerzos, preparándose para la lid electoral que se avecinaba.

Para los norteamericanos no fue tan sencillo lograr establecer su sistema de dominación en Cuba. La república mediatizada que se constituiría debió contar con un gobierno de cubanos que asumieran en la práctica un sistema político subordinado, de fácil manejo para Washington.

La Constitución cubana de 1901 en muchos aspectos estaría fuertemente inspirada en la norteamericana. En ello debemos señalar tres posiciones que desembocarían en el mismo resultado. La primera estaría sinceramente convencida de los valores democráticos republicanos y representados al sector de avanzada del pensamiento político cubano.

La otra veía en el asumir las estructuras de la constitución norteamericana, en la cual se sustentaba su sistema político, una forma de que EE.UU. procediera más rápidamente al proceso de desocupación, al percibir un agrado en la estructura republicana que se correspondía con sus presectos esenciales. La tercera posición deseaba ver la Carta Magna lo más cercana posible a la Constitución y al sistema político estadounidense, para propiciar una "maduración" de las estructuras, de modo que desembocara en una futura anexión.

Por Orden Militar No.301 del 25 de Julio de 1900 el gobernador Leonardo Word dio a conocer la convocatoria para la Convención Constituyente. Se preciaba con especial énfasis en que ella debía quedar de forma explícita, el tipo de relaciones que existiera entre Estado Unidos y Cuba. En el orden se señalaba que ambos países debían estar ligados por vínculos especiales, y como un acto de "altruismo paternal" Norteamérica estaría al tanto de cualquier falla en el gobierno del nuevo estado, producto de la inexperiencia o falta de capacidad de un pueblo inculto todavía para autogobernarse.

El gobierno de ocupación tomó sus medidas para que los cubanos de inspiración revolucionaria no fueran a obstaculizar sus planes. Para estos fines el gobernador recorrió casi toda la isla. Al respecto planteó tres "sugerencias".

1. Que la Asamblea debía ser"ajena" a toda política.

2. Que sus miembros debían ser hombres de ciencia y experiencia que pudieran garantizar una ley fundamental lo más perfecta posible.

3. Que debía asegurar un gobierno estable y con firmes relaciones con Estados Unidos.

Como plantea Concepción Planos Viñals:

"Las palabras de Wood entrañaban la velada amenaza de que si no se obraba de acuerdo con sus ideas, la presencia norteamericana continuaría en la isla."(3).

Los partidos que propondrían las candidaturas para la Constituyente serian el Nacional, el Republicano y el Unionista. Frente a la pujanza del Partido Nacional Cubano, de clara membresía oligárquica, la tendencia de izquierda, encabezada por el mambisado revolucionario, buscó alianza para reforzarse numéricamente con la agrupación menos favorecida por la opinión pública. Los republicanos mambises buscaban evitar que sus aliados se inclinaran por el anexionismo en la elaboración de la Constitución, mientras que los representantes de la Unión Democrática perseguían en su alianza alcanzar un espacio político en la vida nacional del país. Aunque verdaderamente no existía unidad de criterios entre ambas fuerzas, en todos los aspectos el bloque republicano-democritico alcanzó una representación de 18 delegados en las elecciones del 15 de septiembre de 1900. El total a elegir era de 31 delegados.

La opinión personal de los constituyentitas era la que realmente definía su posición ante las discusiones presentadas. Los partidos y agrupaciones políticas que se establecieron en la isla tuvieron composición clasista heterogénea y en muchas ocasiones formaron proyecciones políticas divergentes. Igualmente divididas se encontraban las fuerzas que habían participado de forma activa en la guerra de independencia, lo que cerraba el paso en defensa de los objetivos nacional-liberadores del pueblo.

Aunque casi todos declaraban ser representantes del independentismo, no todos defendían las propuestas progresistas corno el derecho al sufragio universal, a la autodeterminación de los pueblos, o a los derechos civiles y políticos de la mujer, y muy pocos alzaron sus voces contra las pretensiones de dominación, aunque todos aspiraban a ver constituida la República de Cuba.

El discurso de inauguración de la Convención se realizaría en el teatro Irioja y estaría a cargo del Gobernador General. En ese 5 de noviembre de 1900 Wood declararía de forma chantajista, que si se cumplía con las exigencias de Washington de definir las relaciones futuras de ambos países, habría la posibilidad de concertar un tratado de reciprocidad comercial. Su objetivo estaba dirigido a captar el interés de la oligarquía del país y ganar su apoyo a favor de la fórmula de dependencia.

Muchas discusiones surgieron alrededor del discurso inaugural. Los mis comprometidos con su pueblo plantearon que no era facultad de la Asamblea fijar el tipo de relaciones entre Cuba y EE.UU. y que esto nunca debía ser una condicionante para la aprobación de la constitución, ya que correspondía al futuro gobierno definir esas relaciones. En este sentido se pronunciaron Juan Gualberto G6mez, Salvador Cisneros Betancourt, José Lacret Marlot, Rafael Portuondo, Tamayo y otros asambleístas. Otros, no menos patriotas, como Manuel Sanguily preferían no pronunciarse al respecto para no darle una justificación a Washington que continuara la ocupación. Quizás nunca imaginaron la verdadera dimensión de estas exigencias que se hacían por los ocupantes.

Otros se convirtieron, con buenas o malas intenciones, en portavoces de la política yanqui. Algunos como Eliseo Giberga no ocultaban su interés para lograr un mayor acercamiento a EE.UU.; otros como Diego Tamayo planteaban la necesidad de cooperar con el gobierno interventor, ya que Cuba tenía la necesidad de estar bajo la influencia de ocupante. Se quería así conciliar la independencia de Cuba con los intereses yanquis, algo que consideraban imprescindible para salvar el porvenir de la isla caribeña. Lógicamente, después de tan adversos planteamientos la proposición de Juan Gualberto Gómez no fue aprobada.

Otro punto que generó polémica fue el del papel de EE.UU. en la guerra contra España, quedando definidas tres posiciones:

1. Los que plantearon la gratitud a EE.UU.

2. Los que señalaron los móviles interesados del imperialismo yanqui.

3. Los que agradecieron a Norteamérica su ayuda brindada pero sin otorgarle el desempeño decisivo.

Se comenzó por la aprobación el reglamento interno de la Asamblea Constituyente y se, eligió la mesa definitiva. El presidente de dicha mesa era Domingo Méndez Capote y las vicepresidencias eran compartidas por Juan Rius Rivera y Pedro González Llorente. Los secretarios fueron Enrique Villuendas y Alfredo Sayas.

El resumen de los 13 proyectos presentados estuvo a cargo de Juan Rius Rivera, presidente, de la comisión designada con este fin, y de Antonio Bravo Correoso, Pedro González LLorente, Leopoldo Berriel y Gonzalo de Quesada, secretario y vocales respectivamente de esa comisión.

Un asunto que no siempre es suficientemente tratado fue la influencia que tuvo, en muchos aspectos, la Constitución Norteamericana en la redacción y aprobación del texto constitucional cubano de 1901. En esto no solo debe considerarse la gran inspiración "democrática" que se le vio a dicho documento en nuestro continente y en el mundo entero, sino las condiciones en que se redactó nuestra Carta Magna y la ideología de muchos que participaron en su elaboración. Se llegó incluso a copiar textualmente fragmentos y artículos incompatibles con nuestra realidad, y en no pocos casos la conformación del sistema político que fundaríamos y los procedimientos que de é1 emanaran dejarían las puertas abiertas a un tutelaje subordinador por parte de nuestra nueva metrópolis.

La Constitución de 1901 además de poseer un preámbulo, donde se invoca el poder de Dios y catorce títulos, donde se recogen aspectos como los límites de la nación, la condición de cubanos, la división política administrativa del país, los derechos que se garantizan y otros aspectos, define la forma, de gobierno que se implantaría en Cuba y la estructura de su sistema político, aspectos en los que consideramos hay mayor acercamiento a la realidad sociopolítico de EE.UU. que a nuestra propia realidad.

Al igual que en la Constitución Norteamericana en su articulo primero, en el titulo sexto de nuestra Constitución se define la estructura del Poder Legislativo, el cual en muchos seria una copia mecánica del norteamericano y no tomaría en cuenta el Articulo 1ero de la Constitución de Guaimaro, que hacia recaer este poder en una Cámara de Representantes; la Constitución de Jimaguayú en su Articulo l ero que hacia recaer el poder legislativo y ejecutivo en un Consejo de Gobierno, más acorde con la necesidad de unidad de acciones que tenia nuestro país; o como también se define a en la Constitución de la Yaya en su título III, sección segunda. No se tendrían en cuenta nuestras tradiciones constitucionalistas. Es decir, en 1901 el legislativo se ejercería por un "Congreso" bicameral, compuesto, por una "Cámara de Representantes" y un "Senado". Hasta los nombres serian copiados.

La cifra de senadores por provincia seria de un número fijo de dignatarios, cuatro en total. La Constitución de EE.UU. establecía una regulación parecida de dos senadores por estado. El procedimiento para la elección de estos puestos era similar en la Constitución cubana de 1901 que en la norteamericana elaborada más de cien años antes: en la primera se establecía la elección de los senadores por los Consejos Provinciales y por el doble número de compromisarios, constituidos en Junta electoral; la de Estados Unidos había establecido que la elección o los puestos de la Cámara Alta la debía realizar el legislativo de los respectivos estados. En nuestra Constitución se iba un poco por debajo del democratismo yanqui porque establecía que, la mitad de los compromisarios serían los mayores contribuyentes.

Uno de los requisitos fundamentales para tenor derecho a la dignidad senatorial en ambos casos era la edad, en EE.UU. Se requerían 30 años como mínimo, en Cuba 35; nada, que éramos un poco más exigentes que nuestros "inspiradores".

Las atribuciones del Senado en ambos casos eran casi las mismas: podrían juzgar al Presidente u otro funcionario en caso, de infracción de preceptos constitucionales; en caso de juicio de residencia contra el Presidente, presidiría el Senado constituido en Tribunal el Juez Presidente del Tribunal Supremo; las penas a imponer eran las mismas: destitución del cargo e inhabilitación para el ejercicio, de cargos públicos, quedando la persona sujeta a enjuiciamiento o condena por los tribunales en caso de delitos comunes. Había, otras atribuciones menores específicas en cada caso.

En el caso de la Cámara de Representantes la Constitución de 1901 establecía que su elección se haría en proporción al número de habitantes (uno por cada 25 000 habitantes o fracción de más de 12 500). En la Constitución estadounidense también la elección a la Cámara era proporcional a la cantidad de habitantes de cada estado (uno por cada 30 000).

AI igual que el Senado norteamericano la Cámara de Representantes de Cuba debía ser renovada parcialmente cada dos años. Entre los requisitos para ser representante se establece, en ambas constituciones, tener una edad mínima de 25 años; en el caso de la norteamericana haber vivido siete años en EE.UU. como mínimo y en la cubana haberlo hecho por espacio de ocho años.

En la Constituci6n cubana de 1901, tanto como lo era en la norteamericana, seria facultad solo de la Cámara poder incoar juicios de residencia.

AI igual que la sección V, capitulo I, de la Constitución de EE.UU. el artículo 55, sección cuarta, titulo VI de la Constitución de 1901 establecía que cada Cámara juzgará la validez de las elecciones de sus respectivos miembros; en ese sentido el párrafo que continúa, en ambos casos, determina que cada Cámara formará su reglamento.

Como en la sección 6 del capitulo I de la Constituci6n Norteamericana, en los artículos 51, 52 y 53 de la sección cuarta, titulo VI de la Constitución cubana se reglamentaba:

1. Que la remuneración para los senadores y representantes esté a cargo del Estado.

2. La inviolabilidad de los cargos de senador y representante (inmunidad).

3. La incompatibilidad de los cargos de ambas legislaturas con otro cargo remunerado por el gobierno.

También se debe señalar que aunque la Constitución cubana de 1901 fijaba un mínimo, de dos veces para reunión del Congreso por año, y la EE.UU. exigía un mínimo, de una por el mismo, periodo; en las dos se, establecía el inicio de las sesiones para el primer lunes del mes que corresponde.

Las funciones de los dos Congresos eran similares:

  • Formar códigos y Leyes de carácter general y dictar disposiciones reguladoras.
  • Imponer y recaudar contribuciones.
  • Discutir y aprobar los presupuestos de gastos e ingresos del Estado.
  • Acordar empréstitos.
  • Acuñar moneda, regular su valor y fijar patrones de pesas y medidas.
  • Declarar la guerra.
  • Fijar las fuerzas de mar y tierra.
  • Regular las comunicaciones.
  • Regular el comercio interior y exterior.

El procedimiento para la aprobación de una ley en ambos casos es exactamente igual, utilizándose prácticamente las mismas palabras y hasta fijándose el mismo número de días (diez) en que el Presidente debe, como máximo, emplear para sancionar dicha ley.

Se establecía que "Todo proyecto de ley que haya obtenido la aprobación de ambos Cuerpos

Colegisladores, y toda resolución de los mismos que haya de ser ejecutada por el Presidente de la República, deberá presentarse a este para su sanción. Si los aprueba, los autorizará devolviéndolos, en otro caso, con las objeciones que hiciere al Cuerpo Colegislador que los hubiere propuesto; el cual consignará las referidas objeciones íntegramente en acta, discutiendo de nuevo el proyecto o resolución "

Si despu6s de esta discusión, dos terceras partes del número total de los miembros del cuerpo Colegislador, votasen en favor del proyecto o resolución, se pasará con las objeciones del Presidente, al otro cuerpo, que también lo discutirá, y si por igual mayoría lo aprueba, será la ley. En todos estos casos las votaciones serán nominales.

Si dentro de diez días hábiles siguientes a la remisión del proyecto o resolución al presidente, este no lo devolviere se tendría por sancionado y será ley.

Si, dentro de los últimos diez días de una legislatura, se presentare un proyecto de ley al presidente de la República, y este se propusiere utilizar todo el término que, al efecto de la sanción, se le conceda en el párrafo anterior, comunicará su propósito, en el mismo día al congreso, a fin de que permanezca reunido si lo quisiere, hasta el vencimiento del expresado término. De no hacerlo así el Presidente, se tendrá por sancionado en proyecto y será ley.

Ningún proyecto de ley desechado totalmente por alguno de los Cuerpos Colegisladores, podrá discutirse de nuevo en la misma legislatura.

En el titulo VII, sección primera artículo 64 de la constitución de la república mediatizada, al que en el articulo II de la Constitución de los Estados Unidos se hace recaer el poder ejecutivo en el Presidente del país.

Los requisitos que se toman en cuenta para aspirar a presidente son similares, aunque hay condiciones especificas de cada realidad, como el hecho de que para aspirar a tan alta magistratura en Cuba, habiendo sido cubano por naturalización, se requiera al menos haber participado por lo menos diez años en la guerras por la independencia. La edad mínima para ocupar el cargo en EE.UU. es de 35 años, mientras que en Cuba es de 40 años. También se fija en cuatro años el período de mandato para Presidente en las dos constituciones. En los dos casos la elección para Presidente será de segundo grado, también debe jurar el cargo.

También son similares las funciones del Presidente:

  1. Sancionar y promulgar las leyes, ejecutarlas y hacerlas ejecutar.
  2. Dirigir las negociaciones diplomáticas y celebrar tratados con las otras naciones.
  3. Con el consejo y consentimiento del Senado podrá nombrar embajadores, a los Secretarios de Despacho, los magistrados del Tribunal Supremo, agentes consulares de la República, así como todos los demás funcionarios que no estén determinadas por la Constitución sus fuentes especiales de nombramientos.
  4. Informar periódicamente al Congreso del estado de la nación y recomendar medidas, leyes y resoluciones que creyere necesarias o útiles.

5. Suspender las sesiones del Congreso, cuando tratándose en este de su suspensión, no hubiere acuerdo acerca de ella entre los Cuerpos Colegisladores.

6. Será jefe supremo del ejército, tanto de las fuerzas de mar como las de tierra, entre otras atribuciones.

Las atribuciones del Vicepresidente del país y la forma de elegirlo en ambos casos es similar. Un ejemplo de esto es que el vicepresidente ejercerá la Presidencia del senado y en ambos casos su voto solo tendrá valor si existe empate.

El tercero de los poderes en que se dividía el sistema político era el judicial. Esto, que había quedado refrendado en el articulo III de la Constitución de EE.UU, casi quedaba reproducido en el titulo X de la Constitución mediatizada de 1901.

En este sentido el poder se ejercería por el Tribunal Supremo de Justicia, y en muchos aspectos las atribuciones y procedimientos eran similares. Se recogen en ambos documentos la igualdad de todo ciudadano ante la ley y el derecho de todos a ser juzgado por un tribunal competente.

En la Constitución de 1901 se señalan elementos de la norteamericana y de sus enmiendas como la imposibilidad de aplicar pena de muerte por delitos políticos; la negación al efecto retroactivo de la ley, excepto cuando esta sea favorable al procesado; el derecho a un tribunal competente; y la inviolabilidad del secreto de correspondencia y de domicilio.

En la sesión del 21 de enero, se presentó un proyecto base cuyo articulado se iría discutiendo hasta quedar definitivamente aprobado. Dicho proyecto seria sometido a transformaciones totales o parciales en correspondencia a los criterios prevalecientes. Se discutieron fuertemente problemas como, el tipo de sufragio y de Estado a establecer, la forma de gobierno, las relaciones y funciones de los poderes estatales, las libertades y garantías para los ciudadanos, el nivel de dependencia de las provincias con respecto al gobierno central, las relaciones Estado-lglesia y el laicismo del primero, entre otros temas de interés. Especial connotación tendría la aprobación de la separación de las escuelas públicas de la Iglesia, algo inspirado en la realidad norteamericana que en las nuestras tierras de Latinoamérica, en las que este problema quedaba aún por resolver.

La Constituc16n fue firmada por los asambleístas el 21 de febrero de 1901.

Los fuertes debates sobre la forma que bebían adquirir las relaciones EE.UU-Cuba, desde el punto de vista político-juridico, aclaraban cual sería la realidad futura de esas discusiones, en el seno de la Constituyente. Para no retardar la tarea de la elaboración constitucional, mezclándola con el tan delicado tema de las relaciones, se decidió por moción, aplazar el, análisis de este último hasta que se concluyera con la primera misión.

Luego de elaborada y discutida la Carta Magna se eligió una comisión encargada de elaborar el proyecto de relaciones entre ambas naciones. El 12 de Febrero fueron seleccionados Juan Gualberto G6mez, Manuel R. Silva, Enrique Villuendas, Gonzalo de Quesada y Diego Tamayo.

Muy pronto Estados Unidos empezó a utilizar su influencia para incidir sobre dicha comisión, tratando, que fuera aprobado un proyecto que fuera capaz de satisfacer sus necesidades de dominación post ocupación. La táctica del Gobernador General comenzó por la utilización de un tono respetuoso con matices de consejo amistoso, tratando de "convencer" a los encargados de que era lo mejor para Cuba en virtud del interés de Washington por alcanzar especiales vínculos con la isla, ya que según é1, correspondía a su país la responsabilidad de que el nuestro lograra un adecuado desarrollo político económico y social, en correspondencia con los cánones modernos de la civilización occidental.

Con este fin Wood invitó a los miembros de la comisión a una cacería en la Ciénaga de Zapata, dándole a conocer la carta del secretario de Guerra norteamericano, Elihu Root, donde se le hacia la sugerencia de algunos elementos que debían tomar en cuenta para la redacción del documento que estipulara las relaciones entre ambos países. Curiosamente muchos de esos elementos estarían recogidos en la denominada Emnienda Platt. Hay que recordar que ya antes algunos asambleístas habían propuesto la inclusión del tipo de relaciones bilaterales en el propio cuerpo de la Constitución, algo que recibió el rechazo de la mayoría.

Se desarrolló seguidamente un fuerte debate al final del cual la Comisión de Relaciones elaboró un proyecto para presentárselo a la Constituyente, la cual daría sus consideraciones al respecto. En dicho proyecto se hacían tres recomendaciones fundamentales:

1. El futuro gobierno de Cuba no establecería tratado alguno que pusiera en entredicho la independencia del país, o la comprometiera ante potencias extranjeras.

2. Dicho gobierno no autorizaría a intereses extranjeros a ocupar parte del territorio nacional para fines militares.

3. También se solicitaba la regulación de relaciones comerciales entre EE.UU. y Cuba, mediante un tratado de reciprocidad.

El proyecto también criticaba las pretensiones de EE.UU. sobre la Isla de Pinos, aunque solo eran criterios, porque ellos pensaban que correspondería solo al futuro gobierno establecer el tipo de relaciones que regirá.

Washington, sin embargo, no permitiría tal dilación, y se apresuraría a ejercer presión sobre la Asamblea. EI fantasma de la prolongación de la ocupación se convirtió en el arma fundamental de la presión imperialista, aunque esta se complementó con el juego de intereses económicos de la burguesía agroexportadora, ansiosa de alcanzar el tratado recíproco, algo que estaría, a partir de entonces, sujeto a condicionamiento.

En el Congreso norteamericano era presentada, por esa fecha, a consideración una enmienda del senador Orville Platt al proyecto de ley sobre créditos del ejéreito de EE.UU.. Curiosamente recogía los principios formulados por Elihu Root en la carta enviada para ser presentada por Wood a los delegados cubanos de la Comisión de Relaciones. La ley de crédito fue aprobada, con su enmienda, por el Senado el 27 de febrero, por la Cámara de Representantes el 2 de marzo y sancionada por Mackinley el día 3 del mismo mes.

Cuando se supo en la convención cubana la aprobación de la ley, los criterios al respecto se dividieron en tres líneas fundamentales. Un grupo de delegados considero, su incapacidad para deliberar acerca del contenido de la enmienda, tratándose de una ley de los EE.UU.. El segundo grupo se consideró capacitado para hacerlo. Algunos asambleístas propusieron que se formara una comisión encargada de elaborar una respuesta al gobierno norteamericano, que pidiera aclaraciones sobre algunos puntos incluidos en el documento en cuestión. Se planteó la necesidad de que esta comisión fuera a discutir con las autoridades en Washington ese documento. La tercera y más firme línea fue la que mostraron un reducido grupo de patriotas encabezados por Manuel Sanguily, estos propusieron la disolución de la asamblea para establecer otra convención con mayor autoridad, lo cual fue rechazado por la mayoría de los asambleístas. No faltaron las posiciones individuales; en ese sentido Salvador Cisnero presentó un voto de rechazo a la Enmienda Platt, por no haber estado Cuba representada en la discusi6n y aprobación de dicho documento. Juan Gualberto Gómez presentó el primero de abril una ponencia en muchos puntos coincidente con la postura de Cisnero. En ella se hablaba de la necesidad de que EE.UU. cumpliera con el Tratado de Paris y la Resolución Conjunta, en lo relativo a la creación del gobierno independiente de Cuba.

La posición más proyanqui fue la del Circulo de Hacendados, que reclamaba la aprobación integra del texto norteamericano, como única vía para alcanzar la fundación de un gobierno propio y garantizar los especiales vínculos con Norteamérica. Su personaje mis destacado fue el hacendado y delegado por Pinar del Río Joaquín Quilez. Para el exautonomista Elisco Giberga la Enmienda era un resultado de la Doctrina Monroe y por lo tanto una garantía para la defensa de nuestro país, que en todo caso debíamos agradecer a los EE.UU..

Se comenzaron a apreciar rápidamente posiciones vacilantes. Domingo Méndez Capote la catalogaba de "fatalidad inevitable," a la vez que Diego Tamayo reconocía que aunque "lastimaba el sentimiento de Cuba" no creía que con ella EE.UU. albergara malas intenciones.

La posición de Manuel Sanguily en este sentido era la de centrarse en la conformación del nuevo gobierno, propiciando la desocupación yanqui lo más rápido posible, y dejando a la futura república la solución del problema de la Enmienda Platt como mal indiscutible.

En medio de estas discusiones se conoció de las cartas de McKinley y Root al Gobernador General, donde era autorizado a discutir con los delegados el tan debatido artículo tres de la Enmienda.

En la sesión del día 11 un grupo reducido de asambleístas declaraba, que la Constituyente, antes de la aprobación de la comisión negociadora con EE.UU., debía pronunciarse por el rechazo a la Platt "… por los términos en que están redactados algunas de sus cláusulas y el contenido de otras… "La proposición, sometida a votación, fue aprobada por 18 votos contra 10. Con posterioridad se eligió la comisión que viajaría a EE.UU, integrada por:

  • Domingo Méndez Capote.
  • Diego Tamayo.
  • Pedro González Llorente.
  • Rafael Portuondo Tamayo.
  • Pedro Betancourt (por renuncia de Berriel).

La misión que cumpliría la comisión se iniciaría el 24 de abril de 1901. Verdaderamente hay que decir que los delegados trataron de hacerle ver a las autoridades yanquis su preocupación por el carácter de la Enmienda, pero Root y Wood, este último en esos momentos en EE.UU., reiteraron que ninguna de las cláusulas recogidas mermaba la soberanía de Cuba y que en todo caso contribuía a sostenerla. También aclaraban que tácticamente se intervendría en caso de graves perturbaciones, con el solo objetivo de mantener el orden y la paz interna.

Para ablandar un poco la situación prometieron que el Presidente McKinlev influiría sobre el Congreso en virtud de aprobar un acuerdo de reciprocidad, algo muy esperado por la oligarquía criolla. Con este fin el cúmulo de hacendados envió una carta a la Asamblea, donde se sugería la aprobación del apéndice constitucional, siempre que se pudieran garantizar las bases de un tratado de reciprocidad. No pocos representantes de la burguesía agroexportadora planteaban este tipo de relaciones como una necesidad apremiante de la economía cubana. El 7 de mayo comenzaron las sesiones secretas de la comisión, para exponer los resultados de la gestión diplomática respecto a la Platt ante la asamblea constituyente; pero los delegados, a solicitud de Sanguily, tuvieron que expresar sus criterios personales al respecto ante la misma. Diego Tamayo planteó que la Enmienda garantizaba la soberanía y la independencia de Cuba y recordó de nuevo el peligro de la prolongación de la ocupación en caso de ser rechazada. Portuondo Tamayo definió como sinceras las declaraciones de las autoridades estadounidenses, aunque aclaraba que é1 continuaría rechazándola por cuestiones de principios.

Ante el planteamiento de la inminente prolongación de la intervención militar en caso de rechazarse por parte de la Asamblea la Enmienda, Manuel Sanguily, sostuvo que el objetivo inmediato era la formación de un gobierno independiente, y llegó a aprobar el apéndice como un mal necesario.

No estaría totalmente equivocado el grupo de radicales que, junto a Salvador Cisneros, mantuvieron una posición firme y en voz de este alegaron:

"… creemos y estamos en la convicción de que el gobierno americano lo, menos que piensa es Cumplir la Joint Resolution, ni reconoce a Cuba su soberanía e independencia absoluta, sino que a todo trance trata de quedarse con ella, como, parte integrante de la nación americana." (4).

EI informe fue devuelto a la comisión para que deliberara nuevamente y el 20 de mayo los integrantes de la Comisión de Relaciones, Gonzalo de Quesada, Diego Tamayo y Enrique Villuendas presentaron un nuevo informe. El texto recogía casi lo mismo del anterior más la Enmienda, un punto aclaratorio en casi todos los artículos, y adelantaba la necesidad de un tratado de reciprocidad comercial. Rápidamente los grupos oligárquicos apoyarían el proyecto.

Juan Gualberto G6mez y Manuel R. Silva se oponían al tratado o a obligaciones contraídas por Cuba con EE.UU, que la redujeran a la dependencia de dicho país. También atacaban directamente las contradicciones que tenía el propio documento, por ejemplo, que los EE.UU se arrogaran el derecho de limitar las relaciones internacionales de Cuba, con lo que ellos denominaban poderes extranjeros, sin considerarse ellos mismos en esa condición, así como el de interferir en los asuntos internos de Cuba, con el pretexto de garantizar la independencia nacional.

Después de acalorados debates, el 25 de mayo fue presentado el informe final por Quesada, Tamayo y Villuendas. El 28 fue sometido a votación la aprobación de las propuestas de la comisión con determinadas aclaraciones a cada una de las cláusulas que se estimaban atentatorias de la soberanía cubana. La aprobación fue de cerrado margen, solo 15 contra 141 votos.

Rápidamente el Secretario de la Guerra envió una carta a la Constituyente donde declaraba que la Enmienda Platt debía ser aprobada en su totalidad sin aclaraciones de ningún tipo, pues así aparecía adicionada a la Ley de Presupuesto y amenazaba con la prolongación indefinida de la ocupación. Esta presión tuvo el efecto deseado. Villuendas, Quesada y Tamayo presentaron una moción en la cual recomendaban la aprobación textual de la ley norteamericana.

Se efectuó la votación definitiva el 12 de Junio, y se aprobó el apéndice constitucional por 16 votos contra 11. Un grupo de patriotas como Bravo Correoso y Rius Rivera decidieron no asistir. Las ausencias de Robau y Gener, más el voto positivo de José Ferrer en este momento, determinaron la aceptación de la Enmienda.

Seguidamente al acto de votación muchos asambleístas explicaron sus votos. Sanguily plantea que era una imposición de los Estados Unidos, a la que no podía hacérsele resistencia, pues seria funesta la misma para las aspiraciones de nuestro pueblo. Joaquín, Quilez sostenía que con su votación era consecuente con la posición que había asumido desde un principio.

Muy esclarecida seria la posición asumida por Salvador Cisnero, que en carta a Bartolomé Masó expresó.

…"Esto ha hecho que perdamos toda esperanza de ver a Cuba con su independencia absoluta, y los que nos levantamos en el año 1868, principalmente tenemos que batallar, hasta conseguirlo…"(6).

Pero la mayor parte de los delegados consideraron que admitir el apéndice constitucional era la única forma de instaurar la república cubana, aunque dentro de estas tendencias se manifestaron diferentes posiciones. No pocos albergaban sus esperanzas en que una vez lograda la independencia se eliminara este apéndice. Pero en su propia esencia estaba la consolidación de la dominación mediante un tratado permanente. Ellos preferían la república independiente, aunque limitada, antes que la patria ocupada. Personas como el futuro presidente José Miguel Gómez aprobaron la Enmienda, por ser esta la de provocar un enfrentamiento con EE.UU.

El artículo primero de la Enmienda prohibía al gobierno de Cuba la concertación de tratados o convenios con gobiernos extranjeros que menoscabaran la independencia de Cuba y que significaran la cesión de parte de su territorio. De más está decir que Estados Unidos no se consideraba una nación extranjera con respecto a Cuba.

El artículo segundo prohibía al gobierno de Cuba contraer deudas por encima de su capacidad para abonar los intereses y la amortización de las mismas. Estados Unidos no podía permitir que ninguna potencia europea se tomara el derecho de atacar a Cuba, como había ocurrido en América Latina con anterioridad.

Por el artículo tercero se permitiría el derecho de intervenir militarmente la Isla, en caso de que peligraran, a su juicio, las vidas, la propiedad y las libertades individuales.

En el artículo quinto, Cuba estaba obligada a atender con preferencia la sanidad de sus poblaciones, para proteger el comercio y el pueblo del sur de los Estados Unidos.

El error geográfico de haber considerado a Cuba como una isla, tanto por España como por los mambises, cuando en realidad es un archipiélago, se reflejó en el artículo sexto. En el Mismo se disponía que el status político de Isla de Pinos se determinara en un futuro tratado.

La Junta Naval norteamericana recomendó al Departamento de Estado que cualquier, convenio de relaciones entre Cuba y su país, debía incluir la posesión permanente por Norteamérica de las bahías de Guantánamo y Cienfuegos, y del territorio de diez millas de radio que las circundaban. En la Junta Naval se alegó que estos territorios eran imprescindibles para la defensa de Cuba y del canal interoceánico que se proyectaba construir en Centroamérica.

Fue el artículo 7 de la Enmienda Platt el que estableció la cesión de porciones de suelo cubano a Estados Unidos para establecer sus bases navales o carboneras.

El artículo 8 de la referida Enmienda era el que definía la transformación de ésta en un Tratado Permanente, una vez instituida la república que se nos dejaría como forma de gobierno.

La Enmienda Platt sería el instrumento jurídico que daría a EE.UU. el derecho a intervenir para la prevención de rebeliones y anarquía en la isla de Cuba; ataba al sistema político cubano un mecanismo oficial que permitiría a Washington fiscalizar los actos de gobierno y conducta del pueblo cubano, garantizando a sus monopolios la existencia de condiciones favorables para su realización capitalista.

También dejaba sentada la primacía norteamericana respecto a las demás potencias, ya que hacia obligatoria la aprobación por EE.UU. de cualquier acto del gobierno cubano respecto a las relaciones exteriores, haciéndose esto condición fundamental para no recibir la reprobación estadounidense y, por ello, que culminara una decisión cubana en el fracaso rotundo.

Se puede afirmar que fue la Enmienda una expresión de la mediatización de aquella república, hecho que se vería profundizado con los posteriores tratados bilaterales y mecanismos de penetración y dominación económica.

Washington no perdería la importancia de la legalizac1ón de esta Enmienda una vez instaurado el gobierno cubano elegido por sufragio universal, por ello se preocuparía bajo la administración de Estrada Palma por convertirlo en un Tratado Permanente de relaciones bilaterales.

Para las autoridades norteamericanas la Enmienda Platt era una extensión de la Doctrina Monroe. Los artículos I y III libran a los EE.UU. de aparecer como agresor cuando se enfrenten con otras naciones en defensa de la independencia de Cuba.

Desbrozado el camino para el "experimento cubano", al imperialismo norteamericano no le quedaba más que propiciar la elección de un presidente, constituir un gobierno "pacífico y estable" y concretar un tratado comercial que remachara los grilletes del capital financiero en Cuba.

Los nuevos poderes se conformarían basándose en la Constitución, a partir de un proceso electoral en dos niveles: el municipal y el general. Por orden militar No.91, de 8 de abril de 1901, tuvieron lugar los comicios municipales. Las fuerzas políticas que participaron en el proceso fueron las mismas de la Convención Constituyentista. Se mantenía en pie la coalición entre republicanos independientes y unionistas, y nacionales y republicanos se presentaron de forma independiente a la lid por los ayuntamientos.

EI apoyo oficial del Gobierno Militar al Partido Nacional evidenciaba las intenciones yanquis de obstaculizar el desarrollo de la izquierda mambisa y de su capacidad para asumir el Poder político de la Isla. A partir de esos momentos el apoyo del gobernador Wood a Miguel Gener para la alcaldía de la Habana propició la subida de este a esa alta magistratura, clave para la manipulación de las futuras elecciones generales.

Quedaría solamente la promulgación por la Asamblea Constituyente del reglamento y los procedimientos para dicha elección. También determinaba la organización de las juntas de escrutinios, la confección del listado de electores y el método a seguir para la consulta popular, el conteo de votos y la proclamación de los electos.

Por Orden Militar No.218, del 14 de Diciembre de 1901, se fijó para el 31 de Diciembre las elecciones de compromisarios y para representantes a la Cámara, gobernadores y consejeros provinciales. Se dejó para el 24 de febrero siguiente la designación del presidente, del vicepresidente y los senadores.

Toda la atención de los partidos políticos se puso en función de la elección del Presidente y el Vicepresidente. Estaría claro para todos que los candidatos de más peso serían los que sobrevivieron a la gesta independentista y que habían tenido un papel connotado en ella. Comenzaron a aflorar de nuevo las viejas heridas del civilismo contra el militarismo y viceversa, lo que demuestra la aun incipiente madurez política de los grupos mencionados.

El pensamiento político de José Martí no había sido comprendido en toda su dimensión. Los males y peligro que é1 vio en caso de mantenerse la división de las fuerzas revolucionarias pronto hicieron acto de presencia en la Cuba de inicios de siglo.

La peligrosa posición de EE.UU ante una Cuba independiente se concretó en la práctica. Parecía, sin embargo, que las figuras mis prominentes de la gesta independentista, muchas, que incluso habían convivido y conocido al Apóstol, no tuvieron su previsión ni claridad meridiana. Se cometieron los errores que nunca debieron cometerse y no se reconoció al verdadero enemigo del pueblo cubano.

Las fuerzas políticas más revolucionarias se percataron de la necesidad de la unidad para alcanzar el triunfo; en ese sentido se propuso a Máximo G6mez para el merecidísimo cargo de Presidente de la República, dignidad que declinó. A su vez Salvador Cisneros, también en condiciones de ser Presidente, propuso al igual que Gómez, la formula de candidato que pudiera conciliar las fuerzas progresistas y nacional-liberadoras. Así apareció una figura que había sido general de las guerras independentistas. Estrada Palma había vivido mucho tiempo en Estados Unidos y estaba impregnado de tal manera de esa sociedad en lo político, económico y cultural que en no pocas ocasiones se había inclinado por la anexión. EI apoyo oficial de Washington a este candidato propició el recelo posterior de los patriotas, que en un principio lo habían apoyado.

Aparece así en escena el estradismo como, opción política basada en un modo especial de concebir los vínculos entre Cuba y Estados Unidos y la conducción de un sistema político orientado a la subordinación. Fue llamado por sus contemporáneos el bayamés norteamericano, y el anexionista tapado de Valley Forge.

Es apreciable cual sería el sustento de sus ideas políticas sobre el futuro de Cuba si, a continuación, relacionamos algunos fragmentos de su epistolario.

Siguiendo una política abierta, justa y racional, el sentimiento de gratitud de parte del Pueblo cubano será tan intenso y sincero, que puede convertirse sin esfuerzo en el deseo de formar un solo pueblo con el de los Estados Unidos, si así conviniera a los intereses de uno y de otros."(7).

Las bases de lo que sería la plataforma, política del "estradismo" quedarían recogidas, con cierta ambigüedad en su carta-programa del 21 de septiembre de 1901. En este, cuidó de no exteriorizar crudamente sus criterios y por ello no todos advirtieron sus sutilezas, algo que sin embargo descubrió Juan Gualberto Gómez.

La otra opción sería Bartolomé Masó Márquez. La postura de este digno cubano del independentismo era en lo político-ideológico diametralmente opuesta al anexionismo estradista; se había destacado por una fuerte duda sobre el papel benefactor de EE.UU. en la intervención en la guerra hispano-cubana, así como de las intenciones yanquis con respecto a Cuba y planteó la independencia absoluta como única verdadera salida a los males de la Isla. Fue público su rechazo a la Enmienda Platt.

Quedaba definitivamente formuladas las candidaturas a la Presidencia y la Vicepresidencia del país, bajo el liderazgo de dos grandes coaliciones. El bloque nacional-republicano presentaba a Tomás Estrada Palma y a Luis Estévez Romero para la primera y segunda magistratura pública respectivamente. A su vez la alianza unionista con los republicanos independentistas proponía a Masó y Eusebio Hernández para ambos puestos en ese orden. Gómez, pensando en la necesaria unidad de las fuerzas, propuso una tercera vía, que era la inclusión de Masó en la candidatura de Estrada Palma, pero como Vicepresidente de este. No fue aceptada, por el primero, esta salida.

Sabiendo de los resultados de una encuesta de 1900, que daba a Masó mayor apoyatura de masas, los ocupantes comenzaron un despliegue de tácticas y rejuegos para garantizar el triunfo de sus candidatos. La primera acción en ese sentido fue la exclusión de los maoístas de la Junta Central de Escrutinios, órgano máximo de los comicios. Se utilizó el fraude y la obligatoriedad de votos estradistas a los funcionarios públicos.

Ante tales manipulaciones los maoístas decidieron retirarse de la lid, lo que abrió definitivamente las puertas del poder a Estrada Palma. Sin embargo, solo obtuvo el 47% en su elección.

Mucho júbilo provocó en la oligarquía nacional y en EE.UU. la elección de Tomás Estrada Palma, lo que entusiasmó hasta los querían ver definitivamente cumplido el sueño de un gobierno cubano. Rápidamente comenzaría la burguesía agroexportadora e importadora a hacer gestiones para el logro del tratado de reciprocidad comercial que tanto esperaban.

En abril de 1902 arriba a Cuba Estrada Palma despues de más de 20 años de vida en EE.UU. EI cambio de poderes se desarrolló el 20 de mayo de 1902. Para esta fecha se había constituido el Congreso de la República con Domingo Méndez Capote como presidente del Senado y Pelayo García Santiago, de la Cámara.

A las 12:00 del día, luego del juramento presidencial ante el Tribunal Supremo, y al ritmo de 45 salvas de cañón se izó la bandera cubana en el Morro y en el Palacio. Luego del juramento del vicepresidente ante el Senado, Wood partió para su país en el acorazado Brooklyn.

Había comenzado, oficialmente el modelo de república que quería EE.UU. para América Latina. Aún faltaría por perfeccionar su dinámica política conforme a las costumbres republicanas yanquis.

CONCLUSIONES

  • Estados Unidos articuló su sistema político en el proceso de su desarrollo histórico y lo trató de convertir en paradigma a imitar. La nación se autotituló misionera en una cruzada "civilizadora" cuya base esencial era: "Hacer al mundo seguro para la democracia".
  • Estados Unidos al intervenir en la guerra de independencia que Cuba sostenía con España, preparó las condiciones tan anheladas de apoderarse de Cuba y a partir de la primera ocupación militar, al imponerse la Enmienda Platt y posteriormente el Tratado de Reciprocidad Comercial, se establecen las premisas político-juridicas y económicas a partir de las cuales se montó el modelo de dominación.
  • La supuesta dinámica política resultante de una "bien diseñada" estructura bipartidista, con clásica alternativa en el poder, no funciona en Cuba como ocurría en Estados Unidos. Problemas históricos no resueltos y realidades muy distintas, provocaron que la maquinaria política, sobre la cual se sustentaba una relación bilateral de dominación imperialista sobre la nación se mostrara débil e ineficaz sin la imposición formal de la ocupación.

REFERENCIAS

  1. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005.
  2. Planos Viñals, Concepción. La primera ocupación norteamericana: objetivos y resultados, en La neocolonia. Organización y crisis. Editora política. La Habana.1998.
  3. Planos Viñals, Concepción. La primera ocupación norteamericana: objetivos y resultados, en La neocolonia. Organización y crisis. Editora política. La Habana.1998.

    BIBLIOGRAFÍA

  4. Pichardo, Hortencia. Documentos para la historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1969.
  5. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005.
  6. Foner, Philip S. La guerra hispano-cubano-norteamericana y el surgimiento del imperialismo yanqui. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1978.
  7. Le Riverend, Julio. La República : dependencia y revolución. Instituto Cubano del Libro. La Habana. 1969.
  8. Pichardo, Hortencia. Documentos para la historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1969.
  9. Planos Viñals, Concepción. La primera ocupación norteamericana: objetivos y resultados, en La neocolonia. Organización y crisis. Editora política. La Habana.1998.
  10. Yglesia Martínez, Teresita. Organización de la república neocolonial, en La neocolonia. Organización y crisis. Editora política. La Habana.1998.

 

 

 

 

Autor:

Lic. Alie Perez Veliz

Lic. Olga Lisbeth Crespo. Hernández

Est. Ramon Delfin Crespo Hernández

Partes: 1, 2
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