II. La vida responsable o la decisión de salir a la tempestad de la vida y enfrentarla. Asumir la vida con responsabilidad y comprometidos con la causa del reino en el momento y lugar que nos toque vivir, haciéndolo con visión profética de anuncio y denuncia y con sentido de misión delante del padre de tal manera que al final de nuestras vidas podamos decir como Jesucristo: "Padre, he acabado la obra que me diste que hiciera" (Juan 17: 4).
Bonhoeffer describe este aspecto como "la acción", que distingue a la iglesia como tal (5). Lo dice de la siguiente manera: "La libertad no es hacer y aventurar lo arbitrario, sino lo recto, no es fluctuar en lo posible, sino abrazar valientemente la realidad, no consiste la libertad en refugiarse en el pensamiento, sino en la acción" (6).
La iglesia, para ser autentica ha de encarnarse en su mundo o dicho coloquialmente, "meterse en el pellejo de aquellos a quienes testifica". Esta es la manera como la iglesia enfrenta su mundo en tiempo y lugar. Jesús nos envía tal y como El fue enviado; como fue enviado? "Como el padre me envió, así yo os envío" (Jn. 17: 18). Jesús se encarnó, fue crucificado y resucitó. En esas tres dimensiones de vida es que somos realmente hombres, genéricamente hablando. "En su encarnación somos hombres de verdad, en su cruz somos hombres sentenciados por Dios y en su resurrección somos hombres ante Dios"(7). Por tanto hemos de ir al mundo encarnándonos, viviendo y anunciando el mensaje de la cruz en donde encontramos redención y perdón, en el poder de la resurrección que levantó a Cristo de entre los muertos.
Nuestra prioridad es identificarnos con Jesucristo, no con el mundo. Para llegar al mundo y alcanzarlo no estamos llamados a ser como tal, sino que hemos sido llamados a ser como Cristo. Aquí, la perspectiva de ser como Cristo no es ética sino teológica. Desde esta perspectiva, no tratamos de ser como él, sino que somos El – Cristo – en la tierra. Esto es posible por la obra del Espíritu Santo quien hace factible que Jesucristo resucitado continúe su ministerio a través de la iglesia. Somos sus manos, sus pies, sus ojos, somos su cuerpo.
La declaración de Jesucristo cuando aparece a Saulo de Tarso en el camino a Damasco es contundente al responder a la pregunta de "¿Quién eres Señor?" "Yo soy Jesús a quien tu persigues". (Hechos 9: 1-4). La iglesia es Cristo, su cuerpo; Somos El. No tenemos que ser El, no tenemos que tratar de parecernos a él, no se trata de que seamos como El, sino que… Somos éL. Dios se hace mundo, lo santo se hace profano: "hecho por nosotros maldición" (Gal.3:13). El evangelio no se conjuga en modo subjuntivo (fuéramos, podríamos, tendríamos) sino en modo indicativo (somos, podemos, tenemos). Así pues, el ideal ético de la iglesia de ser como Jesucristo se ha de sustentar primero sobre la base teológica que nos ofrece el fundamento para vivir siendo El. Lo que hacemos (praxis) se sustenta en lo que creemos (Orto praxis).
La iglesia de hoy no ha resistido la tentación y ha errado al hacerse como el mundo para alcanzarlo; ha buscado identificarse con el mundo, se ha configurado al mundo en lugar de configurarse a Cristo. Ha olvidado hacerse carne para anunciar el mensaje de la cruz. Si entendemos esta premisa, si vivimos con esta conciencia y compromiso, es entonces que venimos a ser Cristo en la tierra, punto de encuentro entre Dios y la humanidad. Sólo así somos la iglesia a la que hemos sido llamados a ser.
Bonhoeffer fue invitado a quedarse en Los Estados Unidos cuando fue a dar unos cursos, Pero él decidió regresar a Alemania por considerar que su pueblo y la iglesia estaban viviendo momentos cruciales en su historia. Su futuro como académico en USA era seguro pero para él no era un futuro responsable. El entendió que su lugar era estar al lado de su pueblo y de sus hermanos. Regresa y no elude su compromiso como protagonista en la historia de su nación. Su participación llega a ser políticamente franca pero para él, esta acción tenía un profundo sentido teológico al encarnarse con su pueblo en sus sufrimientos y en una lucha de la que no podía ni debía sustraerse. Su decisión tenía también un sentido ético por cuanto debía responder a las demandas de una conciencia limpia que sólo era sostenida por la vida responsable.
Para Bonhoeffer sólo había tres posiciones éticas ante el nazismo: 1). Ignorarlo todo, que vale por cerrar los ojos y no meterse en problemas. La acción consecuente con esta postura era huir a países más seguros. Muchos intelectuales, artistas y científicos tomaron esta opción. 2). Estar de acuerdo con la política fascista de Hitler y hacer comparsa al régimen. Esto era posible siendo parte de la iglesia oficial que estaba alineada con los intereses del Tercer Reich. 3). Resistir y mantenerse firme con una conciencia libre. Acto y posición ética que implicaba riesgos, pero al fin y al cabo comprometido con los valores del Reino e identificados con Jesucristo. Para Bonhoeffer el compromiso con esta postura era tal que aun implicaba el complot para eliminar a Hitler. él lo argumenta de la siguiente manera: "Si un loco… lanza su automóvil sobre los transeúntes, yo no puedo como pastor contentarme con enterrar a los muertos y consolar a las familias. Debo, si me encuentro allí, saltar y arrancar del volante al conductor." (8) Bonhoeffer había asumido la postura de Lutero ante el Estado, cuando éste parece actuar injustamente (9)
1. La iglesia puede preguntarle al estado si su acción es justa, y de ese modo devolverle la responsabilidad al Estado de examinar sus acciones a la luz del reproche de la iglesia.
2. La iglesia puede ayudar a las víctimas de una acción injusta del Estado, y por ese medio puede aliviar las consecuencias peores de una ley o acción injusta.
3. La iglesia puede tomar acción política directa si está segura que el Estado está faltando en su deber de mantener la ley y el orden.
Bonhoeffer se ve obligado ante la tercera opción ya que las acciones del estado alemán habían llevado a la iglesia confesante hasta este punto.
III. El camino del sufrimiento como el camino que Jesucristo llamó angosto. Es el camino que implica la vida responsable. La sociedad contemporánea nos ha enseñado que la libertad vale por comodidad y que la ausencia del dolor constituye el "sumo Bonum". Pero para Bonhoeffer el sufrimiento es un elemento fundamental de la libertad del ser humano. Para él la libertad no es hacer lo arbitrario sino lo recto, no es fluctuar en lo posible sino abrazar valientemente la realidad, no es pensamiento, es acción.(10)
En un balance que hace de la iglesia alemana ante los embates del nazismo el escribe acerca del sufrimiento: "Es infinitamente más fácil sufrir en la obediencia a una orden humana, que en la libertad de un acto realizado con la responsabilidad más personal. Resulta infinitamente más fácil sufrir en comunidad que a solas. Resulta infinitamente más fácil sufrir públicamente y con honor que sufrir a solas y en la deshonra. Resulta infinitamente más fácil sufrir en la entrega de la vida corporal, que en el espíritu. Cristo sufrió en la libertad, en la soledad, apartado y en la deshonra, en el cuerpo y en el espíritu. Y desde entonces muchos cristianos sufren con El." (11)
IV. Por último, el camino hacia la verdadera libertad se encuentra en asumir la muerte como compromiso final de una vida responsable. Cuando Bonhoeffer decidió regresar a Alemania en los momentos más difíciles y de inestabilidad social y política, sabía que estaba escogiendo un riesgo que podría llevarlo aun a la misma muerte. No rehuyó a ella, sino que la enfrentó con valor y determinación. Aún frente a la horca no claudicó en sus convicciones ni en su esperanza. Mientras para sus verdugos era el fin, para él era el comienzo. El capitán Payne Best, piloto británico, fue uno de los compañeros de prisión que sobrevivió y narró posteriormente que las últimas palabras de Dietrich Bonhoeffer antes de ser ejecutado fueron: "Esto es el fin, pero para mí es el principio de la vida"(12)
La teología de Bonhoeffer no es una teología dogmatica, de hecho el resistía a encasillarse en dicha teología aunque era un consumado académico de la misma. Simplemente para él la teología verdadera es aquella que se encarna en misión y compromiso con su geografía y su tiempo. Para Bonhoeffer la teología es Cristo hecho carne, el verbo encarnado. Teos: Dios; Logos: Cristo. El logos de Dios es Cristo encarnado. La encarnación se hace historia y espacio, tiempo y lugar, no hay otro modo de comprenderla.
La temprana muerte de Bonhoeffer – a los 39 años – es un testimonio de que la mejor teología que un cristiano puede expresar es la de una vida de compromiso con su tiempo y lugar. Tal y como Dios lo reveló en su Hijo, Cristo habitando entre nosotros. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). Bonhoeffer amaba a su pueblo, pero antes que identificarse con su este se identificaba con Jesucristo, precisamente para poder impactarlo con su mensaje. Desde esta perspectiva es que condicionaba la existencia de la iglesia solo cuando ésta vive para el mundo, encarnada, crucificada y en novedad de vida.
Este sentido ético de libertad, Bonhoeffer lo resume en una carta que escribe el 28 de Abril de 1934 a Erwin Sutz, un párroco suizo, antiguo compañero de estudios en el Union Theological Seminary de New York y tal vez su más fiel confidente: "Aunque colaboro con todas mis fuerzas en la oposición eclesial, me resulta totalmente claro que esta oposición es una fase transitoria muy provisional hacia una oposición de carácter muy diverso, y que los hombres de estas primeras escaramuzas, sólo en muy pequeña parte son los hombres de aquella segunda lucha. Y creo que toda la cristiandad debe pedir con nosotros que la resistencia llegue hasta la sangre, y que sean encontrados hombres que la sufran. Sencillamente sufrirla; de eso se tratará, no combatir, golpear o punzar: esto puede ser permitido y posible en los encuentros preliminares, pero el combate propiamente dicho, al que quizá se llegue más tarde, tiene que ser sencillamente un padecer en la fe; y entonces, quizá entonces, Dios reconocerá de nuevo a su iglesia con su Palabra. Pero hasta entonces hay que creer mucho, orar mucho, sufrir mucho…" (13).
Bonhoeffer acertó en cuanto a lo que habría de venir en el conflicto de la iglesia Alemana infiltrada por el nacional – socialismo de Hitler. El vivió disciplinadamente, responsable con sus convicciones y con su entorno, sufrió por su fe y la libertad de su conciencia y murió sin claudicar en su lucha por una iglesia libre y una cristiandad fiel a la vocación de la Palabra.
LA IGLESIA DE HOY FRENTE A SU TIEMPO Y LUGAR: MÉXICO
75 años han pasado desde que Bonhoeffer escribiera estas reflexiones acerca de su visión y perspectiva de la iglesia alemana frente a los embates del nazismo.
La iglesia en México ha enfrentado su tarea no precisamente como una iglesia consciente de su entorno ni ha vivido encarnada en su pueblo. Somos herederos de un evangelio individualista, desencarnado y ajeno a la realidad que nos rodea. Nuestro mensaje ha sido "chato", sin capacidad transformadora. Hemos sido una iglesia que sueña con Babel, estar más cerca del cielo que de los hombres, y es tanto nuestro anhelo de estar más cerca de Dios que vivimos alejados de la realidad humana. El espíritu de Nimrod ha dominado al liderazgo de nuestras iglesias.
La iglesia evangélica de México carece de identidad, no sabe quién es ni para que esta en el mundo. No hemos entendido que nuestra identidad está en Cristo, no en el mundo. Que sólo identificados con Jesucristo es que podemos alcanzar el mundo.
En lugar de asumirnos como hombres – genéricamente hablando – resistimos a nuestra naturaleza humana al pretender una espiritualidad cimentada en "superar" la carne, en lo sobrenatural o en lo no humano. Sin embargo, "la presencia de Dios en el mundo a través de la encarnación fundamenta el que se tome en serio lo terreno, pero precisamente como el lugar en el que se alzó la cruz de Jesús… despojada de revestimientos religiosos invitando al servicio honesto y responsable en el seno de la realidad mundana." (14)
Si entendiéramos la encarnación, aceptaríamos lo humano, asumiríamos nuestra condición de hombres y la gracia de Dios asomaría su esplendor en nuestras vidas.
Por otro lado, necesitamos reconocer nuestra esclavitud sobre todo cuando se piensa que la expresión sin freno de nuestra fe es indicativa de nuestra libertad. Nada más falso que esto. Hace unas semanas asistí a un culto cargado de sensualismo, desenfreno, atropellamiento, sin sentido, sin orden, sin Palabra. Los niños y jóvenes en esta iglesia están aprendiendo que la libertad es hacer lo que venga en gana y más grave es aún cuando se cree que en tal arbitrariedad de vida se halla el Espíritu de Dios. Provengo de una formación teológica tradicional pero abierta a expresiones de fe diversas, sin embargo lo que vi, si bien nada nuevo, sólo es una muestra de lo que sucede repetitivamente en forma creciente en todo México en el contexto de las iglesias cristianas.
La disciplina de la oración, de la lectura bíblica y de su estudio, de la adoración consiente e inteligente, la predicación formal, seria y expositiva de la Biblia, la ofrenda de nuestros cuerpos en sacrificio vivo, agradable a Dios como expresión de adoración racional, la disciplina de nuestros pensamientos y de nuestros impulsos ha sido sustituida por un falso sentido de libertad. El "culto a la libertad" es un énfasis actual que se pretende justificar con argumentos espirituales pero que desde mi punto de vista tiene un trasfondo más psicosocial que teológico. La catarsis emocional que se busca en dichos cultos es referenciada en la mayoría de las veces como una experiencia espiritual. Debemos revisar lo que significa ser espirituales a la luz de la espiritualidad de Jesús.
Por otro lado, en cuanto a la vida responsable, no tenemos mucho de que sentirnos orgullosos. Los pobres nos rodean con hambre, sed y frío. Los huérfanos vagan por las calles devorados por la bestia urbana. Los ancianos los hemos desechado por "lentos e improductivos", La degradación humana ya no se descubre sino se exhibe con cinismo como distintivo de una sociedad "moderna". Las corrientes ideológicas se pavonean – sin cuestionamiento alguno de parte de la iglesia – con sus falacias utópicas de dar felicidad al ser humano; los valores éticos del reino (justicia, vida, paz) se socavan desde las altas esferas políticas; las instituciones sociales, económicas y políticas se corrompen y el futuro de México está en peligro y la iglesia no percibe que también su futuro lo está. Hemos errado al creer que las promesas de vida eterna implican la sobrevivencia y la trascendencia histórica.
¿Dónde está la iglesia en todo esto?, ¿Dónde está su voz? ¿Dónde su reflexión? ¿Dónde su compromiso? ¿Dónde está? … ¿Está?, si, si está, pero está en su burbuja, viviendo para sí, construyendo su propia utopía, su propio reino, su Babel, su mundo interior, su monasticismo irrelevante en su afán de huir de lo mundano; empecinada en discutir nimiedades, Sin preguntas y sin respuestas, sin voz, sin identidad y sin responsabilidad ante las demandas de una sociedad agobiada y afligida.
Cuanta falta nos hace en nuestra generación, que se levanten hombres y mujeres como los de la Biblia y la historia del cristianismo que marcaron no sólo su generación sino la historia con sus vidas y testimonio de entrega, de lucha y coraje en el servicio a Dios. ¿Donde están los hombres como Abraham? que obedeció a Dios sin cuestionar; Como Elías que enfrentó sólo, con valor y coraje a 400 sacerdotes de Baal; Como Amos y Miqueas que clamaban por las calles justicia para los pobres y oprimidos; Como Juan el Bautista que denunció el pecado de Herodes y fue degollado por hablar en nombre de Dios; Como Pablo que con su mensaje alborotaba ciudades enteras como éfeso; Como San Agustín de Hipona que defendió la pureza de la fe de las herejías de su tiempo. Como Martin Lutero, con mente independiente que buscó la congruencia de su vida y de su fe con la palabra de Dios y no valoró su vida por defender su libertad y conciencia Hasta la muerte; Como Guillermo Carey que estableció con entrega y sacrificio un modelo de misión integral; Como Judson Taylor que se encarnó en la cultura China para comunicar con su vida a Jesucristo.; Como Juan y Carlos Wesley que predicaban incansablemente por las calles el evangelio llamando a la santidad de vida; como Karl Barth, quien enarboló la bandera del retorno a la Palabra de Dios en tiempos del liberalismo que cuestionaba la autoridad de la Biblia. Como Martin Luther King que dio su vida por los derechos civiles de los negros en USA; Como Jim Elliot y Natanael Saint que murieron sacrificados por los Aucas en la selva amazónica del Ecuador en su afán de llevarles el evangelio y como muchos más que no dudaron en vivir, sufrir y morir por la causa del reino de Dios. Hombres y mujeres que fueron fieles a Dios y respondieron a las demandas de su generación.
Mientras la iglesia cristiana en México insiste en sus proyectos babilónicos de esplendor, seguimos ajenos a la realidad social, política, económica y espiritual de nuestro entorno. Tal y como sucedió con la iglesia ortodoxa rusa que en tiempos de la revolución bolchevique y mientras la sangre corría en las calles, los líderes religiosos se encontraban en sus templos discutiendo la utilización correcta de los iconos sagrados. No es necesario demostrar que esta iglesia desapareció como participante activa de la historia y sociedad soviética.
Mientras nos ocupan otros intereses internos como iglesias, los niños siguen muriendo antes de nacer, los jóvenes siguen confundidos y apabullados ante las propuestas del mundo; nuestra sociedad sigue su loca carrera hacia la autodestrucción y ante esa realidad, la iglesia -punto de encuentro entre Dios y la humanidad- ha olvidado quien es y para que esta en el mundo, hemos olvidado nuestra misión profética, hemos preferido permanecer mudos en lugar de buscar y construir espacios para comunicar nuestra posición ante los innumerables problemas de nuestra sociedad mexicana. Insistimos en decir que Cristo es la respuesta sin entender cuál es la pregunta.
La iglesia contemporánea percibe el mundo al que predica solamente en función de vicios y virtudes personales sin tener una visión, y por tanto una posición que refleje su mensaje ante las realidades sociales de nuestra nación. Creemos que si seguimos "ganando almas" hasta que todos se conviertan en nuestra ciudad y país, entonces el mundo será mejor. Esto tiene algo de lógica, pero sólo es parte de la verdad porque que el evangelio de Jesucristo confronta y transforma no sólo al individuo sino también a todas sus instituciones – Estado, educación, familia, leyes, finanzas y religión – y a las ideologías que las conforman.
Como iglesia hemos ignorado u olvidado que nuestra misión es en el mundo, que nuestra agenda debe llenarse de citas con la humanidad, que nuestro escenario no son nuestros templos sino las calles, los pueblos y ciudades, las instituciones vitales de las sociedades humanas. Recordemos que el mandato de "id por todo el mundo" se refiere a "cosmos", es decir el universo, no a "geo", extensión geográfica.
¿Y qué decir ante el camino del sufrimiento? Para nosotros los cristianos occidentales el sufrimiento es algo que nos enseñaron a evitar. Somos una sociedad hedonista que entiende el bienestar, el placer y la comodidad como signos de la felicidad.
Sin embargo el sufrimiento tiene aún una herencia enriquecedora en cuanto a la libertad se refiere. Fue y sigue siendo el camino de la cruz. El camino del sufrimiento para que sea admisible e instrumento de redención ha de ser en libre y responsable elección. Sólo así su semilla fructifica. No hablo del sufrimiento inherente de la vida, hablo del sufrimiento que libremente se elige al buscar ser responsables ante el llamado de Dios.
El camino del sufrimiento es camino de renuncia ligado a la vocación divina. Pero si nuestra iglesia contemporánea no tiene clara su vocación, ¿cómo puede asumir una vida de compromiso? Misión y vocación van juntas, misión y compromiso también.
La historia de la iglesia está construida con la sangre de los mártires que en su momento y lugar mantuvieron la mano firme en el arado mirando siempre hacia adelante; no claudicaron, aunque en ello les fuera la vida. Esa sangre aún fertiliza las nuevas generaciones de la iglesia contemporánea. Sin embargo, para esto debe haber desafío, ideales, conciencia histórica, ética y teológica. De otra forma nuestra generación pasara sin pena ni gloria, será recordada como la generación que tuvo la oportunidad pero no la aprovechó y no trascendió.
Dios está demandando vidas que quieran pagar el precio, que libremente elijan el camino angosto y que lo caminen hasta el final.
Finalmente y como consecuencia de esto, no parece que la muerte sea acogida hoy día como parte de este proceso de libertad. No es común conocer cristianos que mueran por su fe. La causa de la iglesia ya no es ir a lejanas tierras o cuando menos a los grupos no alcanzados de nuestra sociedad. Todos morimos "normalmente", involucrados en nuestros proyectos y programas de la iglesia, calendario de actividades, congresos, templos, auditorios, etc.
¿Dónde está la iglesia misionera? La iglesia que se encarna con los pobres? Que visita a los presos? La que llora con los niños de la calle, con los huérfanos, con las viudas? La que lucha por las causas de justicia social? La iglesia que abre sus puertas a las prostitutas, y a los homosexuales sin juzgarlos? La iglesia que construye asilos, albergues, comedores públicos, hospitales, centros de rehabilitación para adictos? La iglesia que abre foros de discusión sobre temas de actualidad y difunde su posición ante la sociedad?
Si no hay conciencia de vocación ni de obediencia al llamado divino, puede haber compromiso? Habrá vidas ofrendadas por la causa del reino de Dios?
Hemos visto vidas así? Hemos visto iglesias así? Las que hay, si las hay, hemos de valorarlas y aprender de ellas.
Creo que la iglesia contemporánea ha sido devorada por el espíritu de Babilonia; pertenecemos a una generación del "éxito" en donde los valores del reino han sido cambiados por los valores temporales sin que nos demos cuenta de la trampa porque Jesucristo nunca nos ha llamado a tener "éxito" sino a obedecerle. Hemos venido a ser una iglesia del mundo pero no para el mundo, identificados con el mundo pero no con Cristo.
¿TIENE FUTURO LA IGLESIA CRISTIANA EN MÉXICO?
¿Tiene futuro la iglesia cristiana en México? Aunque la pregunta pareciera inadecuada por cuanto entendemos que la iglesia es eterna ya que es Cristo mismo, sin embargo, la iglesia también está inmersa en el tiempo y en lugares determinados. Si reflexionamos acerca del papel de la iglesia cristiana a lo largo de la historia encontramos algunas cosas interesantes que nos deben alertar acerca del papel y permanencia de la iglesia cristiana en el remolino de fuerzas históricas desde donde emergen nuestras sociedades.
La iglesia existe para ser signo del reino. Esta llamada para ser luz y sal de los valores del reino y a partir de esta plataforma ha de responder a las demandas del lugar y momento histórico que le toque vivir
Cuando no logra insertarse ni ubicarse en su mundo, deja de ser sal, deja de ser luz. Deja de tener pertinencia y su mensaje, sin levadura, se vuelve irrelevante. Ya no transforma y su existencia se encuentra diluida en el mundo. Una iglesia así sólo deja un rastro de olvido en la historia.
Dios deja de hacerse presente en dicho momento y lugar, para eso está su iglesia, pero si esta no entiende su misión ni su papel en la historia de su pueblo entonces no hay testimonio y sin el mensaje profético el pueblo se desenfrena. En estas circunstancias los pueblos viven tiempos difíciles, épocas de decadencia y destrucción que incluye en este proceso a la misma iglesia, que debió mantener su identidad con Cristo y no lo hizo, que debió encarnarse y no lo entendió, que debió trascender con la predicación de la palabra pero no obedeció.
La iglesia vigorosa, dinámica y transformadora es aquella que identificada con Jesucristo tiene respuestas a las demandas de su tiempo y asume el protagonismo histórico a la que ha sido llamada. Una iglesia así bendice el devenir histórico de su pueblo porque en tanto viva como Cristo encarnado y predica el mensaje de la cruz en el poder de la resurrección, se convierte en punto de encuentro entre Dios y el mundo.
Dios construye la historia de los pueblos dando a la iglesia el ser coprotagonista de esa construcción con su testimonio y con su mensaje. Pero si la iglesia pierde su identidad con Jesucristo, ya no sala, ya no alumbra… ya no sirve. Perdemos así la oportunidad de leudar nuestra generación y nuestra historia. Si la iglesia cristiana no influye con su testimonio transformador, otras fuerzas históricas lo harán, lo han hecho… y en México lo están haciendo ante una iglesia empecinada en construir sus castillos de pureza. Consideremos algunos casos de la historia brevemente:
Israel Fue formado con una vocación inherente a su origen: Dar testimonio de que sólo Jehová es Dios entre las naciones en derredor. Pero Israel falló, se contaminó e identificó con los pueblos de su entorno y Dios abandonó el lugar de su presencia en el arca del pacto y en el templo de Jerusalén. Los tiempos que vinieron no fueron nada gratos para la nación hebrea, y aún pagan las consecuencias de los desatinos de aquellas generaciones.
La iglesia de Antioquia fue la primera iglesia misionera del mundo a los gentiles, de ella, solo quedan ruinas históricas de la ciudad y el registro bíblico del papel que desempeñara en la expansión del cristianismo. No pudo sostenerse ante los embates de las grandes herejías y la invasión musulmana.
Las iglesias cristianas de Asia menor fundadas por San pablo y de quienes se refiriera Juan en su Apocalipsis. Son iglesias que ya no existen. Ya desde la misma carta de Juan se evidenciaban sus problemas y se advertía el rechazo de Dios. Hoy sólo hay ruinas.
El Magreb (Norte de África). Fue territorio cristiano – La tradición dice que aquel funcionario de Etiopía que Felipe evangelizó fue quien llevó la semilla del evangelio - hasta el siglo VI cuando los ejércitos musulmanes arrasaron los pueblos de la región y la iglesia se diluyó ante los embates históricos de su época. Sólo queda como testimonio de su esplendor cristiano los escritos de San Agustín de Hipona quien es reconocido como uno de los más grandes apologistas del cristianismo.
La iglesia en Escocia, cuna de grandes avivamientos de la historia y de hombres de la talla de Juan Knox de quien la reina dijera que tenía más temor de sus oraciones que del ejército mejor armado. Hoy en día sólo quedan registros e historias de aquella influyente iglesia pero ésta se ha debilitado significativamente. Las iglesias que hoy se encuentran en Escocia no tienen la influencia en el mundo contemporáneo como lo tuvo en los siglos XVIII y IXX.
Inglaterra es otro ejemplo, cuna de grandes siervos de Dios, misioneros y predicadores dotados de gran unción. Una iglesia protagonista del mundo en la época del colonialismo. Sin embargo esa iglesia ya no existe. Podemos visitar el cementerio de Westminster para ver la tumba de David Livingston o admirar la arquitectura victoriana de aquellos templos de los cuales se levantaran hombres y mujeres que impactaron su generación mirando más allá de sus fronteras de acuerdo al espíritu de su época, pero ya no podemos ver a aquella pujante iglesia. Hoy la iglesia británica ha perdido su visión, su sentido de compromiso y se ha amoldado a su cultura, no tiene una propuesta para su sociedad avasallada por el materialismo y el humanismo característico de la comunidad europea. Es una iglesia que vive de su herencia histórica y espiritual, herencia que se le está agotando.
La estafeta fue tomada por USA quien vivió su época de esplendor en la segunda mitad del siglo IXX y las dos terceras partes del siglo XX. Así como Inglaterra en sus tiempos de gloria, los norteamericanos, inmersos en su poderío económico han sido misioneros y visionarios, un pueblo guerrero, violento y dominante que ha predicado el evangelio por todo el mundo desde la perspectiva de su sociedad individualista y progresista, teniendo como plataforma una iglesia que pasó por alto los fundamentos teológicos de la reforma del siglo XVI. Está claro que la gloria de este pueblo y de esta iglesia está pasando a la historia como las iglesias que he mencionado antes. Aunque con cierta resistencia de parte de algunos sectores evangélicos en Norteamérica, sin embargo la sociedad norteamericana ha rebasado con su democracia y culto a la libertad los valores del reino de Dios; así, la iglesia de USA esta sucumbiendo por las mismas razones que decayera en épocas pasadas la iglesia: Identificarse con su Mundo e incapacidad para transformarlo, en lugar de identificarse con Jesucristo y leudarlo.
Pareciera que se trata de ciclos o de un plan preconcebido de Dios, pero no es así. La iglesia de Jesucristo en el mundo a lo largo de la historia ha sido llamada a ser luz y sal, señal del reino, pero" si la sal perdiere su sabor servirá para algo"?
Hoy, es notoria la efervescencia de las iglesias coreanas, la ambición misionera de las iglesias africanas y también de las brasileñas. Sólo falta que estas iglesias tomen también la estafeta del quehacer teológico que aún siguen protagonizando los cristianos de Alemania, Inglaterra y Norteamérica por causa de sus sistemas educativos universitarios más productivos. Son la escolástica del mundo moderno. Este es otro tema que inquieta y que es una realidad de la iglesia en México: La influencia de la literatura cristiana determinada por las grandes editoriales cuya producción y distribución de su material está fuera del contexto sociocultural de nuestra nación y que obedece a razones comerciales y de mercado más que a las necesidades de educación cristiana, teológicas y misioneras del pueblo de Dios. Por otro lado, la filosofía educativa y nuestros sistemas pedagógicos como nación influyen determinantemente en la carencia de pensadores y escritores mexicanos. Esta debiera ser una tarea que la iglesia cristiana contemporánea de México ha de tomar en sus manos.
Mi percepción personal es que en tanto en México los cristianos no entendamos nuestra naturaleza y misión; si no sabemos ser la iglesia, si no vivimos como tal, nuestro futuro histórico se encuentra en riesgo. No cuestiono las promesas de eternidad o escatológicas, ni las doctrinas de salvación. Lo que cuestiono es nuestra identidad como iglesia, nuestro silencio ante los problemas principales del México actual en todos sus ámbitos. Lo que cuestiono es que no estamos salando el mundo, no lo estamos alumbrando, no estamos respondiendo a las demandas actuales. Prueba de esto es que no tenemos una posición formal y oficial ante los problemas éticos de nuestro país – aborto, pena de muerte, las políticas de control sanitario del gobierno, los temas familiares, sociales y sexuales en los libros de texto oficiales – ante la batalla multipartidista en el plano político, ante el cese del estado de derecho en nuestra nación, ya que desde el momento en que las calles de las ciudades de nuestro país se ven patrulladas por el ejercito junto a otras fuerzas de seguridad es indicativo de que fracasaron nuestros magistrados, los jueces, la policía y en general nuestro gobierno.
¿Qué decimos ante la guerra entre el gobierno y las fuerzas oscuras de la delincuencia organizada, la inseguridad actual por la explosión de la violencia en todo el territorio nacional, las políticas económicas y sociales de nuestro gobierno, ante las corrientes filosóficas que están conformando la sociedad mexicana como el humanismo, el materialismo, el positivismo y ante el despertar de un "espiritualismo" que ha abierto las puertas al misticismo oriental.
Tenemos que admitir que si la iglesia católica de México no estuviera librando la batalla que ha librado para impedir que el aborto sea favorecido legislativamente, éste ya hubiera sido aprobado en toda la república mexicana. Sin embargo, los cristianos de México no hemos presentado un frente a este problema, ni siquiera estamos reflexionando sobre el tema; mucho menos estamos organizados para debatir y para ofrecer un frente común ante la opinión pública en donde expresemos nuestra posición y luchemos no sólo desde la trinchera de la oración sino también utilizando otras trincheras como la política, la docencia, los medios de comunicación entre otros frentes que son parte del "cosmos" al que Jesucristo nos envió a evangelizar.
Definitivamente, No nos hemos encarnado en nuestro pueblo; insistimos en creer que nuestra misión es atraer a la gente a nuestro "mundo feliz". No tenemos respuestas para esta generación "light". La verdad es que no hemos despertado en los jóvenes ninguna pasión por la causa del reino ni estamos modelando al hombre nuevo en Cristo.
Estamos siendo diluidos por nuestro mundo, en peligro de ser desechados y de perder la oportunidad de cambiar la historia de nuestra nación. Si en México se presentara un cambio político radical en las libertades sociales, si arribara al poder un caudillo – como el que sigue esperando nuestro pueblo. Si las libertades religiosas fueran canceladas y viviéramos el horror que vivieron los cristianos alemanes con el nazismo o los cristianos de Bulgaria y Rumania con el socialismo de los años 60,s no se qué pasaría con nuestra fe. Tal vez resultaría un acicate para despertar la conciencia y la responsabilidad cristiana como ha sucedido en otras épocas y lugares; pero yo preferiría no tener que llegar a esas condiciones extremas para saber cómo reaccionaríamos. Si en el contexto social en que vivimos nos estamos diluyendo con el mundo, ¿Podemos esperar una respuesta radical e integra ante las amenazas de una época de crisis social, política y económica? En 1992 escuche a un pastor cubano decir: "si hubiéramos sabido lo que nos venía con el régimen de Fidel Castro, hubiéramos tomado en serio la libertad que tuvimos para Cambiar nuestra historia. Hoy lo estamos lamentando". Los cristianos de Cuba han librado una lucha de sobrevivencia por más de 50 años. Dios nos libre de tener que vivir experiencias así. Mejor es que entendamos, que seamos consientes de quien somos como iglesia y para que estamos en México y en el mundo y seamos responsables con nuestra misión.
LAS FUERZAS OSCURAS QUE DILUYEN NUESTRA IDENTIDAD EN CRISTO
Cuando el estado alemán ordenó que todos los creyentes no pertenecientes a la raza aria fueran expulsados de las iglesias cristianas; la respuesta de Bonhoeffer no se hizo esperar. Predicó un sermón a su congregación el 23 de julio de 1933 en el que abiertamente desafió la política segregacionista del Tercer Reich y también a la iglesia oficial, es decir, a los cristianos alemanes que estaban sometidos al partido nazi. El declaró que sentía aversión por entrar en una lucha que llegaría inevitablemente a ser política y agrega: "Si la decisión fuera nuestra, preferiríamos evitar las decisiones que ahora se nos imponen; si la decisión fuera nuestra no nos dejaríamos arrebatar en esta lucha de iglesia; si pudiésemos, preferiríamos no tener que insistir en la rectitud de nuestra causa, y con cuanto gusto evitaríamos el peligro de exaltarnos sobre otros". (15) Bonhoeffer enmarca su sermón con Mat. 16: 13 – 18 en el que reflexiona sobre la naturaleza de la iglesia y vislumbra el estado terrible de una iglesia dividida y vacilante, devorada por las fuerzas históricas del momento. Busca a la iglesia en medio del caos y la visualiza apagada, frágil, sin saber qué hacer, en una crisis de identidad. Sin embargo, también advierte el peligro de pretender ser constructores de la iglesia.
Hoy no estamos en las circunstancias de la iglesia alemana. Los cristianos en México no estamos envueltos en una guerra de las proporciones de la segunda Guerra mundial. Pero si estamos rodeados de fuerzas oscuras que han debilitado la identidad de la iglesia. Menciono tres antiguas fuerzas a continuación que diluyen nuestra identidad y que aún no hemos sabido cómo enfrentarlas.
1.- La separación de lo sagrado y lo secular. Desde la invasión española recibimos esta dicotomía de origen persa (Zoroastrismo) que nos llegó a través de la influencia helénica y que está infiltrada en nuestro pensamiento mestizo hasta los huesos. Distinguimos entre lo santo y lo pagano relacionando esta distinción entre lo espiritual y lo carnal. Esta dicotomía nos ha llevado a santificar lo religioso y a satanizar lo secular. Así pues hemos entendido lo religioso como el ideal espiritual. Nuestra meta es tener dominio sobre la carne; (Muchos gurús de la india podrían ser fácilmente nuestros héroes), creemos que esto es ser espirituales; "elevarse" por encima de lo carnal y por tanto del mundo, creemos que así alcanzamos un estado "superior". A esto le llamamos "espiritualidad." No hay duda de que estamos ante una de las herejías más antiguas de la iglesia y que todavía se sigue predicando en nuestros pulpitos. El principal problema es que esta idea tiene un peso enorme en la conciencia social y cultural que nos impide entender la doctrina de la encarnación, de tal manera que "ser humanos" ha llegado a ser un conflicto para ser cristianos. Bonhoeffer escribe al respecto: "Dios se hace hombre, hombre real. Mientras nosotros nos esforzamos por avanzar por encima de nuestro ser de hombres, por dejar al hombre tras nosotros. Dios se hace hombre y debemos saber que Dios quiere que también nosotros seamos hombres, seamos hombres reales" (16). Por esto, pretender un cristianismo sin religión, como Bonhoeffer lo proponía (17) es tan secular que nos es difícil asimilar tal propuesta. Dios no esta circunscrito a la esfera de la religión ni esta ausente del resto del mundo.
2.- El humanismo como eje de nuestra expresión de fe. En nuestra concepción del mundo, de la vida y de Dios, en la liturgia, en la música y en los cantos, así como en muchas expresiones de nuestra fe, el hombre es eje y no Dios. Los temas de interés son "como ser cristianos de éxito", "como prosperar económicamente" La voluntad de Dios se busca en función de encontrar un camino a la felicidad personal. Los pulpitos están cargados de mensajes en relación a la prosperidad del creyente o de la iglesia. Dios órbita alrededor del creyente. Se trata de un humanismo desbordante en el que el cristianismo (Iglesia, biblia, oraciones, fe, tc.) están al servicio del hombre. Por supuesto que tal mensaje está lejos de una identificación con Cristo y muy cerca de identificarse y diluirse con el mundo.
3.- Un individualismo enajenante. Como un elemento hilvanado a las anteriores fuerzas, tenemos un individualismo inherente a la cultura anglosajona que nos ha sido heredado a través de los misioneros que trajeron el evangelio a nuestras tierras. Dicho individualismo se refuerza a través de la música, de la literatura, etc. Somos iglesias en donde el "yo" se disputa los espacios con el "nosotros" y la ventaja de la primera persona ya es mucha. Por esto se nos dificulta vivir en comunidad, encarnarnos en el tejido social, se nos dificulta ser iglesia, entendiendo que ésta no se concibe si no es en la conjugación del "nosotros". Jesús mismo cuando enseña a sus discípulos a orar muestra una oración cargada de comunión, de hermandad, de vida compartida: Padre Nuestro; El pan nuestro, dánoslo…; perdónanos nuestras deudas; Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; No nos metas en tentación; Líbranos…"
La santa Cena nos enseña a vivir como pan compartido para los demás. ¡Cuánta riqueza encierra la celebración de dicha ordenanza para la vida en comunidad! ¡Cuánta sabiduría divina al ordenarnos este memorial. Sin embargo, al no entender el valor y el significado de esta ordenanza, la celebración de la misma se ha relegado como un ritualismo intrascendente e incomodo del que muchas confesiones de fe no saben cómo hacer de esta celebración algo fundamental para la vida en comunidad.
Como resultado de este predominio de fuerzas sobre la iglesia cristiana, tenemos una iglesia en México que proclama su separación del mundo pero que se encuentra infiltrada por el mismo en todos los sentidos. En el afán de alcanzar su ideal espiritual la iglesia niega su humanidad alejándose así del ser humano. No hemos entendido que Dios quiere que seamos hombres, hombres de verdad, porque la gracia es sólo para los hombres, no para los ángeles. Hoy día vemos una iglesia afanada en construirse a sí misma, megalómana, proclamando un mensaje desencarnado, afanada por mostrarse fuerte en sus estructuras y en su imagen pero débil en su identidad y en el cumplimiento de su tarea. Sin impacto, sin capacidad de leudar o transformar su entorno social, sin presencia, sin saber cómo encarnarse, secularizada, antropocéntrica y muy individualista.
No veo un futuro halagador para la trascendencia histórica de la iglesia cristiana en México, Sé que suena fatalista y negativo, quisiera argumentar lo contrario, quisiera ser optimista pero no encuentro en donde apoyarme para tener una mejor perspectiva. No veo en México que la iglesia cristiana esté aprovechando las tremendas oportunidades que tenemos en nuestras manos. Si, sé que hay iglesias que tienen ministerios de misericordia, que recogen "desechos" humanos por las calles y los restauran, que algunas tienen orfanatos o comedores públicos dando un testimonio de amor y compasión en su entorno social; que hay iglesias que envían misioneros a las etnias no alcanzadas en México y en el mundo entero, que hay mexicanos haciendo un excelente trabajo encarnados en lejanos pueblos. ¡En hora buena!, esta es una buena señal, pero nuestra perspectiva no debe ser lo que yo hago ni lo que otros hacen para concluir que si se hace, sino que debemos reflexionar desde la plataforma de la iglesia en México, a la luz de las demandas de nuestro momento histórico y es aquí en donde debemos entender que no estamos dando buenas cuentas. Por ejemplo, no estamos reflexionando sobre las necesidades reales de nuestra sociedad.
Debemos afrontar nuestra responsabilidad histórica de frente a una seria reflexión ante la actuación de nuestras instituciones (Gobierno, leyes, educación, familia, economía y religión). Debemos plantear propuestas a nuestros gobernantes, denunciar atropellos, señalar los peligros sociales y económicos inminentes que vive nuestro pueblo, debemos advertir y discutir los riesgos que nuestros hijos enfrentaran en el futuro, pero no lo hacemos y lo más alarmante es que no creemos que debamos hacerlo. Tenemos en nuestras manos la oportunidad de cambiar nuestra historia pero no lo hemos advertido. Hemos sido rebasados. Debiéramos estar "pateando" las puertas del infierno para invadirlo pero en lugar de esto los cristianos estamos refugiados dentro de las iglesias resistiendo los embates de la maldad, estamos sobreviviendo pero creyendo que vamos rumbo al "éxito". Es algo que buscamos afanosamente porque este es el ideal del cristiano contemporáneo.
El pueblo tiene hambre de Dios; esto se nota porque la gente escucha la palabra, los templos se llenan, pero ¿es esto indicativo de que estamos haciendo bien la tarea? Creo que hay indicios abundantes de que Dios está visitando nuestra nación en el "cinco para las doce" de nuestra era. Pero también Dios lo está haciendo en otros pueblos, como los musulmanes, por ejemplo. Hay testimonios de conversión sorprendentes en donde Dios se está revelando en sueños y obrando milagros entre los musulmanes, pero eso no quiere decir que la iglesia cristiana en México está siendo responsable en enviar misioneros a esos pueblos. Si nosotros callamos, las piedras hablarán. Este mismo criterio es el que uso para establecer mi posición en cuanto a lo que pasa en México. Dios esta bendiciendo, pero la iglesia necesita ubicarse correctamente ante su responsabilidad y oportunidad histórica.
LA ESPERANZA ES QUE CRISTO CONSTRUYE
Sin embargo, ante toda esta situación busco alguna esperanza, algo de lo cual pueda "agarrarme", y entonces recuerdo cuando las iglesias de Asia menor eran perseguidas, cuando los cristianos se reunían a escondidas, cuando el futuro se veía amenazador y sombrío, cuando las herejías opacaban el mensaje de la cruz; Juan ve a un Cristo glorioso, majestuoso y triunfante que está por encima de todo imperio humano y sobrenatural. Aún y cuando todo parece ir mal y no se ve el horizonte con claridad, Jesucristo reina sobre todo el universo.
Por eso necesitamos cuidar el no actuar con soberbia y pensar que podemos construir una iglesia mejor. Despreciar la iglesia de hoy tal y como se encuentra es errar con arrogancia y Dios se encargara de enseñarnos a ser humildes, sin embargo esto no nos exime de ser autocríticos y revisar nuestra situación en el contexto de nuestra trayectoria histórica en nuestro tiempo y lugar.
A pesar de todo la iglesia sigue siendo cuerpo de Cristo, que no entendamos esto o que no sepamos cómo vivir siendo Cristo en el mundo es otro asunto. Sin embargo, no nos toca despreciarla, rechazarla o juzgarla. Dios se encarga de cada iglesia en su momento, la historia es testigo de esta realidad. El cumplirá sus promesas y determinará sus juicios; a nosotros nos toca amarla, valorarla, ser parte de ella y proclamar a Cristo como Señor siendo responsables ante las demandas de nuestro mundo, pero viviendo en la libertad de una vida disciplinada, siendo responsables con nuestro entorno, asumiendo el sufrimiento en libertad y dando la vida por la causa del reino.
Ante esta disyuntiva y en tiempos en que la iglesia alemana requería ser levantada y reconstruida, en el sermón que Bonhoeffer predicara denunciando la altanería del Estado sobre la iglesia y asumiendo responsablemente el camino de la lucha y el enfrentamiento, y ante la desolación y futuro incierto de la iglesia alemana, Bonhoeffer vislumbra la esperanza y la convicción de que sólo Cristo construye la iglesia. A continuación cito un fragmento de tal sermón:
"nadie sino sólo Cristo construye la iglesia. Quien se propone construir la iglesia ciertamente está encaminado a destruirla, ya que sin quererlo ni saberlo hará un templo para ídolos. Nosotros debemos confesar, El construye, nosotros debemos proclamar, El construye; nosotros debemos rogarle que construya, No conocemos su plan ni podemos ver si está construyendo o destruyendo. Es posible que los tiempos que por las normas humanas son épocas de desplome, para El son grandes épocas de construcción… es un gran consuelo que Cristo le ha dado a su iglesia. Tu confiesa, predica, testifica en mi nombre, y yo sólo construiré donde me plazca. No te metas en lo que es provincia mía. Lo que te es dado por hacer, hazlo bien y habrás hecho suficiente, pero hazlo bien. No atiendas puntos de vista ni opiniones, no pidas juicios ni acostumbres a calcular lo que ha de venir, ni estés en búsqueda constante de otro refugio. ¡Iglesia, sigue siendo iglesia, pero iglesia, confiesa, confiesa, confiesa, sólo Cristo es tu señor! Sólo de su gracia puedes vivir. ¡Cristo construye!"(18)
CONCLUSIÓN
Me pregunto ¿qué se puede hacer?, además de orar, para advertir a la iglesia contemporánea de México acerca del peligro histórico ante el que nos encontramos. Es un asunto de conciencia teológica, ética e histórica. ¿Cómo despertar esa conciencia en el pueblo cristiano de México?. Que Dios esté visitando México añade aun mayor responsabilidad a nuestra situación porque el Espíritu Santo no es derramado sobre una iglesia, pueblo o nación para vivir "borrachos" de gozo sino para predicar el evangelio con el poder de Dios, para transformar nuestra historia y sociedad con el poder del evangelio; esta es la enseñanza detrás del pentecostés. Nuestra tarea no es desde afuera sino desde adentro, en sujeción libre y responsable al liderazgo, actuando con inteligencia y con madurez; sabiendo cuando permanecer en una comunidad particular y cuando no.
No nos motiva la soberbia de un nuevo conocimiento o una nueva perspectiva de la iglesia. Hemos de amar a nuestros hermanos y vivir en comunidad, hemos de respetar y apoyar a nuestros pastores. Pero hay que aprovechar cualquier coyuntura para provocar la reflexión y despertar la conciencia, hay que abrir espacios de reflexión, construir foros estratégicos para opinar y desde donde establezcamos posiciones pero sobre todo, orar y confesar a Jesucristo a tiempo y fuera de tiempo, y dejar que El siga construyendo su iglesia.
Propongo a continuación algunas ideas que espero elaborar mejor en otra ocasión pero que pueden contribuir a definir posiciones y despertar la conciencia teológica, ética e histórica:
1). Convocar a un periodo de oración y ayuno durante no menos de tres meses.
2). Organizar un conclave o reunión cumbre nacional para revisar nuestra actuación como cristianos evangélicos en México a lo largo de nuestra historia y para proponer nuevos caminos a seguir con la finalidad de coprotagonizar la transformación de nuestro rumbo histórico en un México renovado. Será necesario formar un comité de trabajo previo a dicho conclave, así como preceder el mismo con conclaves regionales. Los temas teológicos claves son la cristología, la misionologia y el reino de Dios, en el marco de la pastoral de la iglesia.
3). Una buena cobertura nacional de oración durante todo el proceso.
4). Programar reuniones trianuales y quinquenales para la revisión de nuestra agenda como iglesia cristiana en México.
5). Los líderes nacionales deberán doblar rodillas juntos, buscando la dirección de Dios en la revisión y renovación de nuestro ser y hacer como iglesia a la luz de la obra y naturaleza de Cristo. Se trata de revisar seriamente el cumplimiento de nuestra tarea como iglesia, nuestro futuro histórico y el de nuestra nación.
Oro y espero que como cristianos de México entendamos la encrucijada histórica que vivimos y asumamos nuestra identidad en Cristo para cumplir con la tarea a la que hemos sido llamados. Dios nos ayude a vivir responsables con Dios, con nuestro pueblo y con nuestra historia.
Por otro lado, si este ensayo provoca el deseo de conocer más de la vida de Dietrich Bonhoeffer y su obra literaria, como un siervo que fue parte aguas en su generación, en hora buena, hay muchos más que en diferente tiempo y lugar vivieron y murieron respondiendo a la vocación de quien los redimió y los envió al mundo a servirle. Dios permita que estas reflexiones nos provoquen e inspiren a ser responsables con nuestra generación.
Referencias Bibliográficas
1. Dietrich Bonhoeffer, nació en Breslau el 4 de febrero de 1906. Su padre, Karl Bonhoeffer, era profesor numerario de psiquiatría. Su madre, Paula, pertenecía a la familia Von Hase. En 1912 los Bonhoeffer pasaron a vivir a Berlín, en cuya universidad Dietrich estudió teología de 1923 a 1927 en que se licenció. En 1928 – 1929 es vicario en Barcelona. En 1929 obtiene la agregación en la Universidad de Berlín. En 1930 marcha a América y cursa un año de estudios en el Unión TTheological Seminary de Nueva York. En 1931 es nombrado profesor en la Universidad de Berlín y ejerce de Consiliario en la Escuela Técnica Superior. En 1933 pasa a ser pastor de la iglesia alemana de Londres. En 1935 regresa a Alemania y es nombrado director del Seminario de la iglesia confesora en Finkewald. En 1936 es desposeído de su docencia en la Universidad de Berlín. En junio de 1939 acepta la invitación de profesor en curso en los Estados Unidos, pero en agosto de ese mismo año, ante las inquietantes perspectivas de una nueva guerra, decide regresar voluntariamente a su país. A partir de 1940, la iglesia confesora le encomienda algunas misiones especiales. El 5 de abril de 1943 es detenido y encarcelado en Berlín. El 9 de Abril de 1945 es ejecutado en Flossenburg. Dietrich Bonhoeffer. Resistencia y Sumisión, Sígueme Salamanca, 1983, contraportada.
2. Ibid, pg. 166
3. Bonhoeffer inició esta obra – su segundo tema después de su tesis "sanctorum communio"- a los 22 años de edad cuando se encontraba en Barcelona como pastor asistente en la comunidad alemana de esta ciudad en 1929. Bonhoeffer trabajo sobre esta obra durante toda su vida y aun escribió sobre el tema estando en prisión los últimos meses de su vida. El consideraba este trabajo como el libro de su vida.
4. Dietrich Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, 1968, pg. 1
5. Ibid.
6. Ibid.
7. E.H.Robertson, Su Pensamiento teológico, Mundo Hispano, 1966, pg.72
8. Dietrich Bonhoeffer, ética, Editorial Estela, 1968, pg. XVII
9. E.H. Robertson, Dietrich Bonhoeffer, Su Pensamiento Teologico, Mundo Hispano, 1966, pg. 51
10. Dietrich Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, 1968, pg. 1
11. Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y Sumisión, Cartas y apuntes desde la prisión; editadas por Eberhard Bethege, editorial Sígueme, 1983, pg.21
12. Dietrich Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, edición española por Luis Duch, 1968, pg.XIX
13. Dietrich Bonhoeffer, Redimidos para lo humano, Editorial Sígueme, 1979, pg. 81
14. Dietrich Bonhoeffer, Redimidos para lo humano, Editorial Sígueme, 1979, pg. 13
15. E.H. Robertson, Dietrich Bonhoeffer, Su Pensamiento Teológico, Mundo Hispano, 1966, pg. 49
16. Dietrich Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, 1968, pg. 48
17. Dietrich Bonhoeffer, Etica, Editorial Estela, 1968, pg. 21
18. E.H.Robertson, Dietrich Bonhoeffer, Su pensamiento teológico, Mundo Hispano, 1968, pg. 50
Autor:
Gonzalo Viniegra Villa
Otoño de 2008
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