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Evolución vs. Creación ó El Hombre vs. Dios (página 6)

Enviado por leyanet


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El arrepentimiento es un tema escaso en nuestras iglesias. La mayoría piensa que es suficiente recibir a Cristo en el corazón, y por añadidura serán salvos, incluso los de la casa. Por cierto: ¿Habrá sido esta frase, dicha por el apóstol Pablo, una promesa particular?, ya que en la práctica vemos que no siempre cuando una persona acepta a Jesús como su único salvador te secunde tu familia, sino por lo contrario la misma familia te califica de loco. Todo esto, que incluso en ocasiones raya en lo doctrinal, se basa en el relato descrito en Hechos 16:30,31, donde se describe la anécdota en que el apóstol había sido encarcelado, y de pronto se produce un temblor y las puertas de la celda se abren de par en par. Suponiendo que los presos habían escapado, el carcelero procede a suicidarse, pero Pablo lo detiene. Al ver esto, el hombre cae de rodillas exclamando: "¿Qué puedo hacer para ser salvo?". Es importante recordar que en ese momento el carcelero estaba al punto del suicidio, es decir, perfectamente preparado para el arrepentimiento: estaba de rodillas, temblando, desesperado, y esto fue perfectamente aprovechado por los apóstoles. Los mormones utilizan este pasaje para justificar un antibíblico bautismo para salvación de sus familiares muertos: ¡qué falsa esperanza les vende Satanás!

Junto a la confesión de fe, es necesario que se produzca una renovación de nuestro entendimiento hacia Dios, la cual nos conduzca a desarrollar una capacidad autocrítica de nuestros actos y actitudes enfocados siempre a la luz de la verdad bíblica. Arrepentirse no es contristarse o entristecerse. Como ya he dicho, implica un cambio, un hacer lo opuesto de lo que nos produjo el inicial sentimiento de amargura o tristeza, y para ello se necesita haber pasado por un estado consciente y autocrítico, en lo cual juega un papel importante el libre albedrío.

En el caso específico de la canción, el hombre cree haber ofendido a su amada. Pero los cristianos ofenden la santidad de su Dios. El Rey David, por ejemplo, entendió eso y por ello admitió haber pecado contra Jehová (II Samuel 12:13), no contra Urías, ni contra Betsabé, ni contra su envestidura, ni contra la cruel sociedad regida por leyes de hombres. Por eso, es necesario que manifestemos nuestro arrepentimiento ante Dios: esto es básico y tema central en el plan de salvación individual de los hombres. Forma parte integral de la predicación apostólica. Un bebé recién nacido no puede arrepentirse. Por ello, todo aquel que no esté en capacidad de ejecutar su libre albedrío, y elegir entre el bien y el mal, está en una condición previa a la muerte de Adán. Este razonamiento nos lleva a sostener que en el arrebatamiento de la iglesia del Señor Jesús, los que estén en esa condición serán indefectiblemente tomados. Los espíritus tampoco pueden arrepentirse, a pesar de tener libre albedrío. De lo contrario los ángeles caídos ya lo hubiesen hecho al darse cuenta de la desacertada decisión que una vez tomaron. En consecuencia, el ser humano, al pasar al mundo espiritual, esto es una vez muerto, tampoco tiene otra oportunidad de salvación como algunas doctrinas religiosas en contra de toda lógica bíblica pretenden vender a sus "fieles ingenuos". Es, pues, totalmente necesario arrepentirse mientras vida se tenga para entrar en el reino de Dios. Esto es una verdad neotestamentaria tajante e indiscutible. Por ello, es necesario creer en el corazón lo que se confiesa, pues dice la Biblia que la confesión es para salvación, pero para que se le pueda contar como justicia es preciso llevarlo al corazón, lo cual implica hacer interactuar a la conciencia, y consecuentemente a la voluntad y al libre albedrío. Primero hay que arrepentirse y después convertirse. Al menos, eso fue lo que pregonó el apóstol Pedro ante el Pórtico de Salomón (Hch.3:19). Arrepentirse no es hacer penitencia. La penitencia no es bíblica. Es un cambio de actitud, de modo de pensar y de plan de vida. Por ello, Pedro decía (Hechos 2:38): "arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo". Quiere decir que antes de bautizar a un ser humano debemos observar primero que muestre frutos dignos de arrepentimiento. Pero el arrepentimiento tampoco es un simple "dar la vuelta", como se nos enseña en los cursos básicos de discipulado o un simple cambio de dirección. La Biblia profundiza mucho más. La traducción literal no se puede encerrar en una sola palabra. Hay una gran diferencia entre simplemente cambiar de opinión y verse urgentemente impulsado hacia el cambio, que es lo que sucede cuando Dios nos llama por amor y no respondemos al llamado, entonces nos llama por dolor. Y no hay nada más urgente que el que se entienda que se precisa del Señor Jesús para la salvación. Lo que es más aún: simplemente, lamentar las actitudes propias no constituye arrepentimiento. Pablo dice: "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación…, pero la tristeza del mundo produce muerte" (II Cor.7:10). ¿Se le ha estado diciendo a las personas que lo único que tiene que hacer es creer para ser salvo? Me pregunto si insistimos en una contrición bíblica como evidencia del verdadero arrepentimiento, o si tan sólo estamos llevando una masa de gente sin convicciones a una falsa sensación de seguridad. ¿Les estamos asegurando que con la mera alocución de unas sencillas, aunque poderosas, palabras mágicas tendrán garantizada la eternidad? Si usted está confiado en ello, permítame sonar la señal de alarma. La persona que repite una oración el domingo por la mañana sin mostrar un verdadero cambio en su vida diaria, creyendo que ya es hijo de Dios y que por lo tanto tiene derecho a todos los privilegios del hijo del Rey, está muy equivocada. Hay que adicionar una vida caminando en El Señor, buscándole y conociéndole. Jesús nunca ofreció la salvación sin el arrepentimiento.

TEMA NO.39

Hubo un artículo que fue publicado bajo mi firma y no es de mi autoría, pero lo incluyo por su calidad y porque casi estoy seguro —nunca lo hablé con él— de que debe haber sido de mi primer maestro, ya que sólo él conocía mi estilo y me hacía sugerencias. Habíamos hablado sobre este particular, y él había predicado sobre el tema en la iglesia. La extensión de su redacción —los míos no son regularmente tan extensos—, el uso de citas que no corresponden a una Reina-Valera de 1960 —él utilizaba una edición más moderna—, el conocimiento y la costumbre de citar los Estados Unidos, ya que había vivido allí, y que me conocía tanto como hasta el punto de llegar a imitarme, ¡y tiene el talento para ello!: como en el uso de los "sin embargo", la forma como titulo los escritos, lo explícito del detalle de lo que se quiere expresar siguiendo una secuencia descriptiva de la idea, conversaciones personales que me hacen hacer la deducción, y otras muchas cosas más. Recuerdo que escribí un e-mail a la redacción del periódico aclarando que el escrito no había sido mi creación, pero al fin y al cabo poco importaba, sino el motivo para el cual fue escrito. Es el último capítulo porque fue el último que hallé, pero para mí fue todo un honor que este joven, al cual admiro, haya escrito bajo mi firma. Por lo tanto, a diferencia de los demás artículos éste no sufrió modificación alguna, ni aun en la puntuación, ya que pienso que este no es el caso en que el maestro supere al alumno, y si él quería hacer de conocimiento público su idea, debió de haber recibido la unción para ello, ya que de hecho tiene la de maestro, como pocos en el mundo. Lo que no entiendo es el porqué decidió hacerlo así. El tema fue el siguiente:

Hablando del pecado

En ocasiones hemos hablado de situaciones cuando las aflicciones y las dificultades vienen a nosotros sin que haya una razón evidente para que ello ocurra… Sin embargo, existe una fuente de dolor y sufrimiento en nuestras vidas, que debemos considerarla seriamente. Los pecados, y entre ellos la desobediencia a Dios, casi han sido olvidados y cómo éstos determinan nuestro bienestar. En realidad, muchas de las aflicciones por las que frecuentemente culpamos a Dios son resultado del pecado. No estoy hablando de la maldición del pecado de Adán, sino del comportamiento específicamente pecaminoso que hace estragos entre los seres humanos.

La Biblia nos dice claramente que existe una relación directa entre la desobediencia a Dios y la muerte. En la carta de Santiago 1, 14-15, se describe claramente este vínculo de la siguiente manera: "al contrario, uno es tentado por su propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen. De estos malos deseos nace el pecado, y del pecado, cuando llega a su completo desarrollo, nace la muerte".

Todo pecado posee esa característica mortal. No es que Dios está sentado en el cielo, y decide maltratar a los que cometen errores. Pero él prohíbe ciertas maneras de comportarse porque sabe que finalmente destruirán a sus víctimas. No es Dios el que conduce la muerte a la persona, sino el pecado. Y el pecado se convierte en un cáncer que consume a aquellos que se entregan a él.

El apóstol San Pablo, nueva vez, usó las siguientes palabras para describir la naturaleza maligna del pecado en su propia vida, y el maravilloso remedio que está a la disposición de todo cristiano: "Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quién doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión, yo entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero como hombre estoy sometido a la ley del pecado" (Romanos 7,24-25).

¿Qué es el CUERPO DE MUERTE al que se refirió San Pablo en su carta a los Romanos? Este término describía un horrible método de ejecución que era utilizado por los romanos en esos días. Ataban un cadáver a la persona condenada, de tal manera, que no podía librarse de él. Entonces la carne podrida del cuerpo muerto comenzaba a corromper el cuerpo del condenado. Inevitablemente, enfermedades e infecciones terribles producían una muerte lenta y dolorosa. Esto, según dijo San Pablo, es lo que el pecado le hace a una persona que no ha nacido de nuevo, ni experimentado un conversión profunda al amor de Cristo. Se une a sus víctimas y contamina todo lo que toca. Sin la preciosa sangre de Jesucristo, que limpia de todo pecado, todos estamos irremediablemente condenados por esta plaga de la maldad.

Esta relación entre el pecado y la muerte tiene que ver no solamente con las personas, sino también con las naciones. Por ejemplo, tomemos el caso de los Estado Unidos. El libro del Deuteronomio 30:19 dice: "Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yahveh, escuchando su voz, uniéndote a Él".

Cuando la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos dictó su vil decisión sobre el caso Roe Vs Wade, en 1973, treinta millones de bebés, en estado de gestación, fueron asesinados durante los próximos veinte (20) años. Esa cantidad de muertes representa más del diez por ciento de la población de ese país, y está aumentando en unos 4000 casos todos los días. Tal derramamiento de sangre, que ahora está tomando el lugar en el mundo entero, no tiene precedentes en la historia de la humanidad, y sin embargo, sólo estamos viendo el principio.

Cuando el pecado es consumado, según dice Santiago, engendra la muerte. Durante el siglo XVIII, los dueños de plantaciones norteamericanas y los hombres de negocios se dedicaron a la práctica de la esclavitud para obtener mano de obra barata y conveniente. Sin duda, sabían de antemano que era una actividad llena de maldad. Los traficantes de esclavos secuestraban a los pacíficos aldeanos africanos y los transportaban encadenados, en contra de su voluntad, y los encerraban tan apretadamente en los barcos sucios y plagados de enfermedades que hasta la mitad de ellos se morían en el trayecto. Cada una de estas muertes fue un asesinato. Los compraban y los vendían como si fueran animales, sin respetar en absoluto la integridad familiar. Les quitaban hijos a padres, maridos a sus mujeres, padres a hijos. Eran golpeados, violados, maltratados hasta morir trabajando.

Desgraciadamente, el terrible pecado de la esclavitud fue consumado en el año 1860, cuando contribuyó a una guerra civil vergonzosa y devastadora. Más norteamericanos murieron en esa lucha que en todos los demás conflictos juntos, incluyendo la revolución, la primera y la segunda guerra mundial, la guerra de Corea, la de Vietnam y cada escaramuza que ha ocurrido entre estos conflictos. En esencia, seiscientos mil esposos, padres e hijos, pagaron el precio supremo por la locura de la codicia y la explotación de una nación.

En el monte Sinaí, Dios fue muy claro al decir:"No cometerás adulterio". Tradicionalmente, la mayoría de los cristianos devotos han interpretado que ese mandamiento abarca todo tipo de relaciones sexuales fuera del matrimonio. Jesús incluso condenó los pensamientos lujuriosos, diciendo que el hombre que se complacía de ellos ya había cometido adulterio de corazón.

Existe un movimiento, originado por una ola de teólogos liberales provenientes de las principales denominaciones protestantes norteamericanas, que desde los años sesenta han apoyado el "concepto de la ética y la moral según el contexto y la situación". No obstante, de acuerdo con la definición hecha por un autor episcopal, la "ética" según la "situación" establece que siempre hay circunstancias en las que los principios absolutos de comportamiento fallan. La única manera razonable de poner a prueba la "ética" es lo que el amor de Dios exige en cada situación particular.

Cada una de estas denominaciones habría recibido informes de prestigiosos comités internos en los que se pedía que se hiciera una nueva definición de la "conducta inmoral". Una de la iglesias mas grandes consideró una resolución que toleraría específicamente las relaciones sexuales entre personas solteras, los homosexuales y las personas que estuvieran practicando "otros" estilos de relaciones interpersonales. Otra denominación examinó un informe que indicaba que tener relaciones sexuales antes de casarse no es intrínsicamente malo, a menos que una de las personas quiera aprovecharse egoístamente de la otra. Y una última denominación estaba considerando una "escala variable" de relaciones sexuales permitidas fuera del matrimonio, adaptadas a la permanencia, profundidad y madurez de la relación. En definitiva, se determinó que las relaciones sexuales son morales si la pareja está mutuamente comprometida al desarrollo de la personalidad de cada uno, omitiendo el matrimonio como pre-requisito.

En contra del concepto tradicional de que Dios quiere que los seres humanos se sometan al plan diseñando por él, la nueva moralidad establece su punto de vista en la idea de que Dios preferiría que las personas tomen sus propias decisiones responsables. ¡Qué tergiversación de la norma bíblica! En ningún lugar de la Biblia, ni siquiera una sola vez, hay la más pequeña señal de que Dios quiera que hagamos nuestras propias reglas. Sin embargo, esa ha sido la tendencia a lo largo de los tiempos.

La humanidad ha tratado de pecar impunemente desde que la serpiente (entiéndase MALDAD) tentó a Eva en el jardín del Edén. Le dijo: "No moriréis". Satanás la engañó, y el engaño continúa hasta el día de hoy. Hemos tratado de vencer el pecado con nuestros propios medios y lo único que hemos logrado es meternos más profundamente dentro del fango del sufrimiento. ¿Por qué? Porque el fundamento moral del universo es una expresión de la naturaleza de Dios, y todo es gobernado por ésta. ¡Los que tratan de pecar sin sufrir las consecuencias desastrosas del pecado están destinados a experimentar un terrible desengaño!

Ahora bien, ¿por qué hemos dado esta explicación al estar considerando la intervención de Dios en nuestras vidas? Porque creo sinceramente que nosotros somos responsables de muchas de las pruebas y las tribulaciones que se nos presentan en el camino. Algunas como consecuencia directa del pecado, como hemos visto. Y otras en el dolor que experimentamos como resultado de decisiones imprudentes. Resulta increíble cómo nos metemos en problemas porque actuamos de manera tonta e irresponsable.

El apóstol San Pablo confirmó que no es necesario que el pecado tenga poder sobre nosotros, y escribió lo siguiente en su carta a los Romanos 5, 1-2: Así pues, libres ya de culpa gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Pues por Cristo gozamos del favor de Dios por medio de la fe y estamos firmes, y nos alegramos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios."

Estas son noticias muy importantes para todos lo que están cargados y agobiados por las presiones y tensiones de la vida. Todo se reduce a este simple concepto: Dios no está en contra de nosotros por causa de nuestros pecados. El está a favor nuestro en contra de nuestros pecados. Y esto hace un mundo de diferencia.

Dios no nos amenaza con echarnos en el infierno, más bien, nos recuerda que perderlo a Él es perdernos a nosotros mismos: esto es el infierno.

TEMA NO.40

Hoy es día 15 de diciembre del año 2005. No recuerdo la fecha en que escribí el último artículo. Pero hace un par de meses escuché a un amigo, Franz, católico, sugerir y aconsejar a otra persona —la cual se había casado en una ceremonia católica romana y luego se había divorciado por la Ley y posteriormente se había vuelto a casar por la misma Ley— que, si tenía relaciones íntimas con su primera esposa, esa acción no constituía ningún acto pecaminoso debido a que ante Dios estaba casado aún con su primera esposa, dado que "lo que Dios juntó, no lo separa el hombre". Al escuchar el "sabio" razonamiento de mi amigo, tan sólo le dije que eso no era así y que le iba a responder por escrito. Oré varias veces al respecto, y como hacía tiempo que el Señor no me utilizaba escribiendo, le pedí que me manifestara si la intención de escribir estuviera en su voluntad y que no permitiera que se diluyera la inquietud por responder, y que además debía yo mantener y sentir de Él no sólo la iluminación acerca de la revelación, sino también el vivo deseo de hacerlo.

"Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre"

El maestro de la Palabra, uno de los cinco ministerios descritos en la Biblia, tiende a parecerse mucho al abogado o doctor en Leyes. De hecho, el segundo maneja la ley del hombre y el primero la de Dios, y no corresponde esta bendición en el manejo de la palabra al predicador, al apóstol, al profeta o al pastor, aunque pueden producirse combinaciones de ellos. Entre éstos existe la similitud que acabo de especificar, así como la diferencia de que, aunque cada uno estudia sus leyes, el maestro no puede prescindir de la iluminación por parte de Dios, ya que como la misma palabra dicta: "La letra mata y el Espíritu vivifica". Pero ambos se fundamentan en textos, contextos, versículos, palabras, capítulos, etcétera.

En el libro de Mateo, capítulo 19:6 y en Marcos 12:1-12, la Palabra de Dios nos dice que lo que Dios junta o une el hombre no puede separarlo. Y eso es correcto e indiscutible. Pero aplicado al matrimonio debemos analizarlo, como es la moda, dentro de un marco globalizado.

Algunos dicen que el Evangelio de Mateo fue escrito para judíos, pero la cita en cuestión también es dicha por otro de los evangelios sinópticos, el de Marcos. Ahora bien, deberíamos todos conocer, como parte del conocimiento bíblico básico, 1) que Jesús vino a cumplir la Ley dada a Moisés, no sólo a morir en la cruz, y que fue el único que la pudo llevar a cabo de manera perfecta; 2) qué Jesús de Nazareth se estaba dirigiendo a personas que no conocían de La Gracia, y que mostraban una actitud renuente a aceptarla, e incluso a Él mismo, como es el ejemplar caso de Saulo; 3) que Jesús nos visita en el filo del tiempo que divide la Ley, de la Gracia, y que, por tanto, no les puede hablar de lo que no conocen, pero les profetiza: "os dejaré un consolador, y Él os guiará a toda verdad, pues tomará de lo mío y os los hará saber"; 4) que no iban a entender, tal como hoy no nos entienden los que aún están bajo la Ley, los 10 Mandamientos y todas esas religiosidades, pues no sólo hay que creer con la mente, sino también con el corazón; 5) que para muchos, y entre esos estoy yo, la Gracia empieza cuando el Espíritu Santo se derrama por vez primera el Día de Pentecostés; 6) que es importante y básico entender, y además comprender, que nosotros, los gentiles, somos salvos gracias a que su pueblo, Israel, no lo aceptó y que entonces Jesús se buscó otra esposa para llamar a celo a su pueblo; 7) que la Ley no nos rige, ni en lo más mínimo, y eso está más que claro en el Nuevo Testamento, y que toda doctrina en contra de lo que acabo de afirmar es antibíblica, y es bueno que tengamos en claro que existen muchas, pero eso es un tema infinitamente amplio; 8) que la labor del sacerdote en la Ley no es la misma que en la Gracia, y si no es así, ¿quién es nuestro actual sumo sacerdote y dónde está el tabernáculo?; 9) que la Biblia nos llama reyes y sacerdotes, por razones que la misma Palabra explica; 10) que el tipo de sacerdote que presenta el catolicismo romano es antibíblico, puramente religioso, manipulador y carente de todo fundamento neotestamentario; 11) que Jesús le estaba hablando a conocedores de la Ley, no a nosotros, ya que a nosotros nos habló mediante hombres inspirados por el Espíritu Santo, de acuerdo a II de Timoteo 3:16; 12) que el uso de esa frase en el acto litúrgico es pura religiosidad de hombres, lo que Jesús llamó "enseñar como doctrina mandamientos de hombres"; 13) que queda clara la respuesta ofrecida cuando a Jesús se le pregunta en Mateo 22: 23-33, Marcos 12:18-27 y Lucas 20: 27-40, sobre la resurrección, en el cielo, y que una mujer que se vuelva a casar siete veces no estará casada con su primer esposo, ni viceversa, pero que sí daremos cuenta los hombres como cabezas de familia; 14) que debe quedar claramente entendido que lo escrito aquí no justifica el divorcio, antes bien debe hacerse lo imposible por evitarlo, pero los caminos de Dios no son nuestros caminos; 15) que ningún rey o patriarca está en el cielo junto a su primera mujer; 16) que el patriarcado no es admitido hoy día, y que en la Gracia cae dentro de lo que se denomina poligamia, y es pecado, y grave; 17) que ni el papa ni "la santa madre iglesia" son los representantes de Dios en la tierra —lo cual ya he explicado en otras ocasiones— y que esa usurpación de funciones constituye una blasfemia debido a que están tomando atribuciones del Espíritu Santo; 18) que el sacerdote no debe ni tiene que casar a nadie, eso es religiosidad y "chulería" tan solo; 19) que si los anteriores conceptos bíblicos, en ninguna manera teológicos, han sido comprendidos y aceptados por su mente y por su corazón, podrá entonces usted entender lo que a continuación explico, a la luz de la Palabra, acerca de cómo es para nosotros, los hombres, lo que significa el título de este tema durante el período de Gracia, y 20) por razones políticas y a fuerza de años la aludida expresión ha logrado calar en personas que han elegido creer en el hombre antes que en la Palabra, dado que les es más cómodo.

Antes, debemos explicar al neófito y no entendido en la materia que El Vaticano es un ciudad sobre 7 colinas y Estado a la vez, que tiene sus propias leyes, bandera, y… hasta algunos poderosos ejércitos de inteligencia. Es poderoso. Está sentado al lado de los reyes y bajo el cumplimiento de la palabra profética del capítulo 17 de Apocalipsis o Revelaciones, firmó un acuerdo o concordato con el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina en el año 1954, y goza de privilegios especiales que no se les conceden a las demás religiones.  Dichos privilegios incluyen el uso de los fondos públicos para sufragar algunos gastos de la Iglesia católica, incluso la rehabilitación y construcción de iglesias, y una exoneración  total de los aranceles aduanales en la importación de bienes al país. Cabría preguntarse: ¿a cambio de qué se le dio todo eso, y que aún hoy se le continúan dando; y permitiendo cosas como la intromisión en los asuntos internos del país? Los líderes evangélicos han cabildeado periódicamente para que los privilegios que reciben sus iglesias sean iguales a los concedidos a la Iglesia Católica.  En la actualidad, los matrimonios católicos romanos son las únicas ceremonias matrimoniales religiosas que el Gobierno reconoce como legales, aunque las uniones civiles también son legales, todo gracias al acuerdo con el Dictador. Se exhorta fuertemente la asistencia a la Misa Católica para los miembros de la Policía Nacional y otras instituciones gubernamentales, pero se les permite practicar sus propias creencias.  El Cardenal Católico de la República Dominicana es Capellán del Ejército de  las Fuerzas Armadas y la Policía, con rango de Mayor General (ah! La gloria del hombre, a ver si a eso fue llamado y si es necesario para predicar la Palabra; pienso que se tiene conocimiento de todo lo malo que se hace, pero qué importa, lo trascendental son los loores, logros y resultados económicos y sociales; para ocultar la condición parasitaria y privilegiada de la Iglesia Católica, que se refuerza con el Concordato. En una ocasión no se tuvo empacho en declarar que el Arzobispado apenas recibía "mil pesos al mes"). En Roma también es considerado el modelo del concordato gracias a un dictador que favorecía a la Iglesia y rendía honores públicos a la jerarquía, aunque no respetara los derechos humanos, Benito Mussolini. Trujillo, que desde 1930 gobernaba dictatorialmente la República Dominicana, quería un concordato y preguntó al Vaticano cuál era el mejor modelo. Le respondieron que el de Franco y rápidamente negoció uno con una corte similar y que fue firmado el 16 de junio de 1954. Trujillo murió asesinado en 1961, en vísperas del Concilio Vaticano II, que pondría fin (al menos teóricamente) a ese sistema de relaciones entre Iglesia y Estado; pero nadie se atreve a tocar ese punto con la debida energía. No cabe duda de que así como el Vaticano fue creado en 1929 por el dictador fascista Benito Mussolini y que fuera éste quien le dotara de fondos para salir de la objetiva quiebra a que había arribado la ciudad del Vaticano desde su encierro a partir de 1870, tras la llamada guerra de los Estados Pontificios, lo que pone así en evidencia que lo de la genialidad administrativa y financiera de los curas y los papas es una burda y despreciable falacia para ocultar su maridaje espúreo con los grandes explotadores y opresores desde el emperador Constantino I hasta Pinochet, y últimamente con Fidel Castro, como la fuente y secreto de su supervivencia y enriquecimiento desmedido.

Pues bien, ya hemos explicado de manera breve el aspecto histórico-político del tema en cuestión. Por definición, el matrimonio es un contrato bilateral por el cual se une un hombre libre a una mujer soltera, con arreglo y apego al derecho o ley, y en el catolicismo un sacramento en que se une indisolublemente un hombre a una mujer y viceversa, "recibiendo la Gracia de vivir santamente y educar a sus hijos", lo cual no tiene en lo absoluto nada que ver con el matrimonio. El divorcio es la separación del matrimonio por un juez competente. En algunos pueblos y culturas esta disolución del vínculo matrimonial permite nuevas nupcias. Pasemos entonces, de manera breve pero bien explícita, al punto de vista bíblico neotestamentario.

El libro de Romanos, escrito por el apóstol de nosotros los gentiles, Pablo, dice en su capítulo 13 y versículo 1: "sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas", y continúa diciendo: "de modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados (no los sacerdotes o curas) no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo". También en la carta pastoral de Tito, en el capítulo 3 y versículo primero dice: "Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra".

En conclusión

  • 1. No debe el pueblo cristiano envidiar ni desear lo acordado mediante el Concordato, que además de ya estar vencido y contradecir la libre expresión religiosa en la Constitución, por lo cual es ilegal, no es más que el cumplimiento de la consecución de la palabra profética. Procurar estar en el mismo lugar equivale a ir trillando dentro del camino del ecumenismo apocalíptico y llegar un día a ser dirigido por el falso profeta.

  • 2. El divorcio por la Ley y el Matrimonio por Ley es perfectamente legal ante Dios, de acuerdo a lo expresado en Romanos 13:1.

  • 3. Cuando el catolicismo romano niega el divorcio, está entrando desde el punto de vista bíblico de la Gracia en el terreno del versículo 2 del capítulo 13 de Romanos. "Quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten acarrean condenación para sí mismo"; y desde la óptica de la Ley del hombre, el Concordato es para que haga según la Ley y la Constitución, no contrario a ella. Y todo contrato que es invalidado en algunos de sus puntos es nulo por sí mismo, de acuerdo al derecho común.

  • 4. Que la persona que se vuelve a casar por Ley está casada y unida ante Dios, debido a lo que acabamos de discutir, no a doctrinas y mandatos de hombres; y que ciertamente sólo Dios los puede separar, pero mediante sus mecanismos y medios, que no son los nuestros. Que hay razones bíblicas neotestamentarias, como las explicadas en Corintios, que justifican el divorcio, pero que, repito, Dios tiene sus métodos; o acaso podría alguien pensar que Dios mismo, o el Señor, o el Espíritu Santo deben manifestarse materialmente y ante dos o más testigos para que se justifique el divorcio. Dios no obra así hoy. A quien le suceda un divorcio, en su relación personal con Dios va a sentir "si es de Dios o no es de Dios"; el Espíritu le va a dar testimonio a su espíritu.

  • 5. Que si el que se vuelve a casar tiene relaciones con su ex-esposa, fornica, adultera y peca, con todas las consecuencias que la Palabra de Dios dicta para este pecado.

  • 6.  Que debemos tener mucho cuidado en no permitir que estando nosotros ciegos espiritualmente, ávidos de conocimientos y en busca de la verdad, vengan otros más ciegos a dirigirnos y a rechazar en consecuencia los puntos de vista de quienes han recibido la luz y la verdad.

  • 7. Que todo el divorciado por ley y casado por ley debe, en el aspecto a que nos estamos refiriendo, sentirse en paz con Dios, y que cuide de su nueva esposa como vaso frágil, ya que aquí, en la tierra, son una sola carne.

Gracia, Misericordia y Paz.

 

 

Autor:

Leyanet

 

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