- Resumen
- Introducción
- Métodos de Investigación del nivel teórico
- Comienzos y evolución del cine
- Breve reseña histórica del cine cubano
- Nuevo cine cubano: impacto social a través de las décadas
- Conclusiones
- Bibliografía
- Anexo
¨ En nuestra filmografía el público cubano encuentra su propia imagen.¨
Alfredo Guevara
Resumen
El cine es un instrumento social y el cineasta es una persona con la responsabilidad de usarlo en beneficio de su gente. El cine es un objeto artístico que, además de proporcionar placer estético, sirve al espectador como medio de percepción y análisis de la realidad, llegando incluso a definirse a partir de su función social. En el caso de la historia del cine cubano se evidencia su evolución hacia una propuesta cinematográfica cada vez más revolucionaria, que ha jugado un papel fundamental en la educación y el mejoramiento de la sociedad cubana, sin apartarse de su idiosincrasia, costumbres, valores, en fin, fomentando el fortalecimiento de la identidad cultural nacional.
Abstract
Cinema is a social tool and the filmmaker is a person responsible of using it to the benefit of his/her people. Film is an artistic object that besides providing aesthetic pleasure, works as a means of perception and analysis of reality for the audience. It is even defined from its social function. In the case of the Cuban film history its evolution towards an increasingly revolutionary film is evident. It has played a key role in education and improvement of Cuban society, without detracting from its idiosyncrasy, customs and values. In other words, it encourages the strengthening of national cultural identity.
Introducción
El cine es un medio de expresión artística en el cual se transmiten emociones e ideas que llegan a las masas populares a través de narraciones que, en su mayoría, le llevan al espectador un sentimiento de identificación, pues se puede ver el reflejo de la Historia o la vida cotidiana que está conformado por medio de códigos y de costumbres del país al que pertenezcan.
El lenguaje del cine ha ido evolucionando acorde al tiempo, provocando así una mayor libertad de expresión en cuanto al contenido narrativo y a las imágenes, incitando a que este tenga una amplia visión del mundo y de esa manera pueda transformarlo según la ideología de quien lo transmite.
El cine es arte, pero también es industria, una industria de entretenimiento que dentro de una sociedad excesivamente informada, mecanizada y globalizada, busca conservar su esencia, aunque el consumo le acerque cada vez más al comercio y le limite como manifestación artística.
A principios el siglo XIX, el cine llegó a Cuba, por tanto la isla arribó temprano a las producciones cinematográficas, rodando antes del triunfo de la Revolución unos ochenta largometrajes, de los cuales la mayoría, salvo raras excepciones, eran melodramas que no decían nada de la realidad del país.
El sueño de muchos de los cineastas precursores, que a lo largo de los años se debatieron para conseguir la fundación y el desarrollo de una industria cinematográfica cubana, se materializó con la fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, bajo la ley 169 del gobierno revolucionario.
Con la fundación del ICAIC se produjo el nacimiento de una cinematografía de nuevo carácter, sin precedentes ni tradiciones, en medio de una realidad extraordinariamente rica en hechos y circunstancias, lo que significó un reto para los nuevos directores de cine que con una mirada nueva y gran libertad creativa enfrentaron temas que aparecían por primera vez con un espectro amplio y diverso.
Desde sus inicios, el ICAIC asumió la producción, distribución y exhibición de un nuevo cine representativo de una expresión cinematográfica verdaderamente nacional. Reseñó los cambios operados en el país, evaluándolos, polemizando con ellos, reflejando dignamente el pasado y el presente, rompiendo tabúes y proponiendo soluciones a los conflictos más disímiles.
El Cine cubano como medio audiovisual y en la lucha contra el proceso de globalización cultural es una poderosa herramienta para el trabajo político ideológico y la formación de valores en la población, ya que nuestra cinematografía promueve la cultura y la identidad nacional y en ella están presentes de una forma u otra todas las raíces que nos definen como cubanos.
Tomando como base lo ya expresado se plantea el siguiente problema de investigación:
¿Cómo el cine cubano ha contribuido al desarrollo de una sociedad mejor desde el triunfo de la Revolución hasta la actualidad?
Objetivo General:
Valorar teórica e históricamente el cine revolucionario cubano y sus aportes al desarrollo de la sociedad.
Objetivos Específicos:
1. Argumentar la historia del cine como herramienta de análisis sociocultural.
2. Caracterizar las principales etapas del cine cubano.
3. Valorar el trabajo realizado por el cine revolucionario en función del mejoramiento de la sociedad cubana.
Métodos de Investigación del nivel teórico
Histórico – lógico: sistematización de los principales elementos relacionados con el origen y evolución del propósito planteado, así como de algunos fenómenos asociados, de modo que permita una mayor comprensión de su realidad y tendencias actuales.
Análisis – síntesis: Búsqueda analítica con carácter selectivo, de aquellos criterios teóricos que fundamentan los conceptos y aristas del fenómeno abordado en dicho trabajo.
Inductivo – deductivo: establecimiento de conclusiones en la medida en que se encuentran datos relevantes relacionados con los casos a comprender integralmente, así como aporte de pequeñas teorizaciones valiosas.
De lo abstracto a lo concreto: sirvió para sistematizar los conceptos de cultura, industria cultural y cine, para su mayor comprensión en aras de acrecentar los valores positivos que posee dicho movimiento.
Epígrafe 1.
Comienzos y evolución del cine
Historia del Séptimo Arte.
El cine (abreviatura de cinematógrafo o cinematografía), es la técnica de proyectar fotogramas de forma rápida y sucesiva para crear la impresión de movimiento, mostrando alguna película, o video. La palabra cine designa también las salas o teatros en los cuales se proyectan las películas. Etimológicamente, la palabra cinematografía fue un neologismo creado a finales del siglo XIX compuesto a partir de dos palabras griegas. Por un lado ???? (kiné), que significa "movimiento"; y por otro de ??afó? (grafós). Con ello se intentaba definir el concepto de "imagen en movimiento". (Victoria, 2008)
Surge el cine por la necesidad del ser humano de registrar en imágenes y sonidos su historia e identidad. Es considerado el séptimo arte después de la arquitectura, la música, la escultura, la pintura, la danza y la poesía, y a través de los años se ha nutrido de todas ellas pero con un lenguaje propio que le diferencia e identifica. La realización cinematográfica requiere de un equipo técnico constituido por una unidad de producción, de dirección, de guión, de fotografía, de montaje, de dirección de arte y muchas otras.
El 28 de diciembre de 1895 comienza la historia del cine, cuando los hermanos Lumière públicamente proyectaron la salida de los obreros de una fábrica francesa en Lyon, la demolición de un muro, un barco saliendo del puerto y la llegada de un tren. Este invento tuvo éxito inmediato, no sólo en Francia, sino también en toda Europa y América del Norte.
Los hermanos Lumière creaban más de 500 películas al año, caracterizadas por la ausencia de actores y los decorados naturales, la brevedad, la ausencia de montaje y la posición fija de la cámara. Por lo monótono de las tomas los espectadores acabaron aburriéndose. George Méliès fue quien por primera vez contó historias de ficción y comenzó a desarrollar las nuevas técnicas cinematográficas, sobre todo en 1902 con Viaje a la luna y en 1904 con Viaje a través de lo imposible, aplicando la técnica teatral y creando los primeros efectos especiales y la ciencia-ficción filmada.
Desde ese momento la cinematografía no hizo más que avanzar y surgieron grandes directores como Ernst Lubitsch, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, o Charles Chaplin que mantuvieron en constante evolución la técnica hasta que en 1927 se estrena la primera película con sonido El cantante de jazz, a partir de la cual el cine tal y como se conocía dejó de existir y se impusieron guiones más complejos que se alejaban de los estereotipados personajes que la época muda había creado.
Fue en ese mismo año 1927 cuando la Paramount Pictures crea la técnica cinematográfica conocida como doblaje.
Al paso de los años la técnica permitió la incorporación del color, llegando en 1935 con La feria de las vanidades de Rouben Mamoulian, aunque artísticamente consiguió su máxima plenitud en 1939 con Lo que el viento se llevó. El color tardó más en ser adoptado por el cine. El público era relativamente indiferente a la fotografía en color opuesta al blanco y negro. Pero al mejorar los procesos de registro del color y disminuir los costos frente al blanco y negro, más películas se filmaron en color, asegurando su lugar en sucesión al cine clásico y también su proximidad al postmodernismo. (Sadoul, 1972)
1.2 ¿Arte o Industria?
Hace unas décadas, la cultura era una exquisitez apreciada por unos pocos privilegiados, mientras que hoy en día constituye una de las principales industrias de la economía mundial, hay que entenderla como conjunto de un universo simbólico, decodificable por una red de significaciones que una comunidad porta en un contexto histórico-social determinado y cambiante. El concepto de cultura, con todos sus valores, se dibuja en principio, ajeno al concepto de industria que evoca montajes, reproducción en serie, circulación extensa y comercial de objetos convertidos en mercancía. Sin embargo, es la historia la que posibilita la unión entre contrarios. (Basail y Álvarez, 2006)
La Industria cultural se podría definir como el conjunto de empresas e instituciones cuya principal actividad económica es la producción de cultura con fines lucrativos. En el sistema de producción cultural pueden considerarse: la televisión, la radio, los diarios y revistas, industrias cinematográficas, discográficas, las editoriales, compañías de teatro o danza, las distribuidoras, etc., creando mecanismos que buscan a la vez aumentar el consumo de sus productos, modificar los hábitos sociales, educar, informar y, finalmente, transformar a la sociedad, por tanto abarca todos los ámbitos de la sociedad e intenta incluir a todos los individuos sin excepción.
Hoy la industria cultural marca de forma decisiva la estructura mental de las personas, y en consecuencia su forma de sentir, aprender, y en definitiva, vivir. Sin embargo, esta industria no es más que un subsistema, inmerso en otro sistema de índole superior, el capitalista.
En ese sistema se potencia que las obras de arte no tengan valor en sí mismas. Se ha sustituido su valor de uso, por un valor de cambio. No importa la obra en sí, sino lo que pueda conseguirse mediante el intercambio de la misma. Lo que valora las obras, no es la experiencia estética, ni su misma recepción, sino lo que se produce mediante el intercambio: el ascenso del reconocimiento social.
La expresión "industria cultural" fue empleada por primera vez por los teóricos de la Escuela de Frankfurt, que intentaban recoger así el cambio radical que se estaba produciendo tanto en la forma de producción como en el lugar social ocupado por la cultura. Theodor Adorno y Max Horkheimer, en el libro Dialéctica de la ilustración, profundizan sobre la cultura y los procesos industriales, afirmando que dada la inserción del cine en la industria cultural, nunca podría constituirse en una esfera autónoma a semejanza de las demás artes; no puede ser considerado arte pues sus materiales sólo pueden ser leídos en función de la cultura.
En el momento en que se escribe Dialéctica de la ilustración, no es un error afirmar que el cine no es un arte, ya que entonces no lo era. Lejos de haber atravesado un proceso de autonomización que lo constituyese como tal, hasta 1940 el cine solo pretendió "disfrazarse de arte", tal cual señalan los autores con envidiable acierto. (Adorno y Horkheimer, 1994, p.165)
Es necesario resaltar que el cine se convirtió en industria debido a que las películas resultaban caras, por lo que tuvieron que ser industrializadas para que, al llenarse los cines, pudieran financiarse próximas producciones.
Resulta casi paradójico que todo el mundo esté convencido de que el cine es una industria, cuando casi todos los países del mundo hacen o intentan hacer cine y sólo existe una industria con mayúscula, la hollywoodense; y en el resto del mundo sólo manufacturas con una producción inestable y éxito regional, independientemente de su calidad. Industria al fin, el cine ha estado mezclado desde su nacimiento a la historia económica de cada pueblo que lo ha acogido y por sus cualidades comunicativas, artísticas o propagandísticas, tal vez más que ninguna otra industria.
En definitiva, el cine es una industria muy importante, que mueve mucho dinero y da trabajo a miles de personas, y también existe el cine que es arte. Pero no todo cine es arte, aunque sí todo el cine tiene una identidad cultural. Películas malas, regulares o buenas son una representación simbólica que nace de una interpretación particular del mundo.
Por tanto, se trata de hacer cine, y a su vez de llenar salas. En el cine, sólo una de cada diez películas logra el éxito, por ese motivo se hacen filmes muy comerciales para obtener la mayor audiencia posible. Es por ello que el cine actual no es más que un arte industrializado en la era de la globalización, del consumismo más feroz y de la inmediatez en la que vivimos. Pero todavía no ha perdido ese halo exquisito que le protege y le consuma como el séptimo arte que es.
"La actuación de los intérpretes, la construcción de decorados, la variedad de los trajes, la calidad de la fotografía, la humanidad de los relatos, la perfección de la técnica, la verdad y la poesía de la escenificación, la realidad de los sentimientos, la armonía de la música, pueden lograr un filme tan valioso como las grandes obras del género humano." (Sadoul, 1972, p.12)
Epígrafe 2.
Breve reseña histórica del cine cubano
2.1 Cine prerrevolucionario: intentos de crear una cinematografía nacional.
La llegada del cine a Cuba ocurrió el 24 de enero de 1897, con el arribo a La Habana, proveniente de México, del representante de la casa Lumiére de París Gabriel Veyre, y la filmación de la primera obra cinematográfica hecha en Cuba Simulacro de Incendio, filmada el 7 de febrero de 1897. El primer film hecho por un cubano es el cortometraje publicitario El brujo desapareciendo, realizado por el actor y empresario José Casasús en 1898.
Rápidamente vendría a demostrarse que el cine desde sus comienzos, ha estado muy relacionado a la historia del país. En 1898 se filman las escenas del Maine hundido y los marines muertos en el sabotaje. Estos filmes unidos a otros como: Cuban refugees waiting for rations referentes a la reconcentración de Weyler, fueron exhibidos y manipulados en Estados Unidos de Norteamérica, por quienes pretendían la anexión de Cuba a los propios Estados Unidos, con el fin de obtener de su congreso la autorización para la intervención en la Guerra Hispano-Cubana, y frustrar así los legítimos deseos del pueblo cubano de obtener una república libre e independiente.
No obstante a ello, la esporádica producción cinematográfica durante las dos primeras décadas del siglo tuvo un carácter marcadamente patriótico y nacionalista. Su principal exponente fue Enrique Díaz Quesada, considerado por muchos críticos e historiadores del cine cubano como "el padre de la cinematografía nacional", desde 1906 no se detiene en la creación de documentales o cortos de actualidad y combina éstos con largos de ficción o históricos, entre los que se destacan las vistas del entierro de Máximo Gómez, Un duelo a orillas del Almendares (1907), El rescate de Sanguily (1907) y Manuel García o el rey de los campos de Cuba (1913). Muere en 1923, año en que un incendio destruye a excepción del corto El Parque del Palatino todos los negativos de las películas realizadas por él, perdiéndose así la mayor parte del cine de la etapa silente.
La proyección de filmes franceses, italianos y daneses sostenía el negocio de la exhibición en Cuba. La producción nacional no podía competir con los filmes europeos, debido a que era muy pobre.
En la etapa de la república neocolonial, Estados Unidos aprovecha su dominio económico en el país para ir penetrando de manera gradual en el ámbito cultural e ideológico. El cine norteamericano desplaza al europeo del lugar privilegiado que gozaba en la isla.
Después de la Primera Guerra Mundial, Europa queda desvastada y la cantidad de películas que producía el cine europeo disminuye considerablemente. Hollywood se convierte en la más grande fábrica productora de películas del mundo, por tanto invade las pantallas cubanas, además de que comenzaron a manejar todo el negocio cinematográfico, los filmes europeos y los pocos cubanos eran vistos en tandas alternativas. De esta forma el cine norteamericano pasa a ser una industria cultural explotadora de valores, con un cine netamente manipulador y estereotipado, imponiendo patrones consumistas diferentes a los forjados en la nación cubana. (Agramonte, 1966)
Aunque desde 1920 hasta 1922 hubo un aumento de la producción nacional, esta era de baja calidad técnica y escasos valores artísticos. El realizador Ramón Peón, con su filme La Virgen de la Caridad, estrenado en 1930, vino a salvar un poco esta etapa, marcando el fin del período silente. Esta cinta es la única que se conserva completa en la Cinemateca de Cuba, al contrario de lo hecho en esos años se interesa por la realidad cubana, y especialmente por las duras condiciones de vida del campesinado. De ella ha dicho el prestigioso historiador del cine Georges Sadoul: "…un filme que a pesar de la ingenuidad de su guión fue notable en su puesta en escena, sus actores, sus tipos nacionales bien situados. Este fue el último filme cubano mudo de valor". (1972, p.381).
En el año 1932 se introduce el cine sonoro, el primer corto filmado fue Maracas y bongó, de Max Toquilla y en 1937 Ernesto Caparrós realiza el primer largometraje de esta etapa titulado La serpiente roja basado en los episodios radiofónicos del detective Chan Li Po, escritos por Félix B. Caignet.
A lo largo de veinte años la música, el canto y el baile cobran más importancia que la trama, dando a la producción un carácter superficial, imitando a los folletines radiales y el melodrama mexicano, quedando representada la expresión de nacionalidad por lo más pintoresco y externo. Los filmes eran protagonizados por estrellas de la radio y del teatro Vernáculo como Rita Montaner y Maria de los Ángeles Santana para atraer al público, ejemplos de lo antes expuesto son: Romance del palmar (1938, Ramón Peón) y Estampas habaneras (1939, Jaime Salvador).
En esta etapa es importante destacar la fundación de la campaña Cuba Sono Film, en 1938, la cual filmó con regularidad el Noticiero Periódico Hoy, numerosos documentales y dos cortos de ficción. Esta compañía contó con la colaboración de Alejo Carpentier, Juan Marinello y Mirta Aguirre. Este noticiero tubo un carácter histórico pues dedicó grandes espacios a la historia del movimiento sindical y obrero cubano y a denunciar y testimoniar su lucha.
A partir de la década del 40 Cuba solo servía como escenario natural a las baratas coproducciones con México. Sólo escapan a la mediocridad reinante, Siete muertes a plazo fijo (1950) y Casta de roble (1953), ambas dirigidas por Manuel Alonso.
Frente a la imposibilidad de los cubanos de desarrollar un cine de valor se creó en 1951 la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, incluyendo a varios artistas e intelectuales de los que luego fundarían el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. En 1955, Julio García Espinosa con la colaboración de Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara y José Massip, realizó el cortometraje El Mégano, reflejando críticamente las condiciones a que estaban sometidos los campesinos de La Ciénaga de Zapata, preparando el camino a seguir para un cine auténtico que comenzó a producirse en Cuba a partir del triunfo de La Revolución. (Douglas, 1997)
2.2 Cine revolucionario: esencias y proyecciones.
Con el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, ocurren grandes cambios en el cine Cubano. Se crea la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde. En su sección de cine se filman dos documentales los cuales termina posteriormente el ICAIC: Esta tierra nuestra, de Tomás Gutiérrez Alea y La vivienda de Julio García Espinosa, insertos ambos en el problema de la tierra, el desalojo campesino, y la vivienda en general.
La mayoría de los jóvenes que venían tratando de abrirse camino en el ámbito cinematográfico desde los cine clubes, la crítica o alguna producción independiente como fue El Mégano, habían intervenido de alguna forma en la lucha contra la tiranía batistiana, por lo que sólo tres meses después, el 24 de Marzo, amparados por la Ley No. 159 (la primera creada por el nuevo gobierno en el ámbito de la cultura) fueron los encargados, bajo la dirección de Alfredo Guevara, de la creación del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC); institución que ha guiado los destinos del cine cubano hasta nuestros días.
Estos jóvenes, que habían sido reprimidos como críticos y rechazados como creadores en la etapa anterior, siempre en espera de la película que redimiera el cine cubano y diera pie al comienzo de un cine más digno; cuando tuvieron en sus manos la posibilidad de decidir el destino del nuevo cine cubano optaron por partir de cero, rechazando todo lo establecido para llevar a la pantalla el nuevo repertorio temático, que según el acta fundacional del ICAIC, además de conservar su condición de "arte noblemente concebido" debía ser "un instrumento de opinión y formación de la conciencia colectiva que contribuya a hacer más profundo y diáfano el espíritu revolucionario…". (Anexo 1)
Surgió así la perspectiva de que el cine no sólo tuviera valor artístico y cumpliera una función social, sino que se convirtiera en uno de los productos de la nueva cultura, con el objetivo no sólo de entretener, sino como medio de instrucción.
En diciembre de 1960 el ICAIC estrenó su primer largometraje de ficción Historias de la Revolución de Tomas Gutiérrez Alea, quien se transformaría en el más destacado realizador cubano, transitando de lo épico a lo íntimo y a la sátira crítica en Las doce sillas, La muerte de un burócrata y Memorias del Subdesarrollo.
En sus comienzos, el cine cubano se agrupaba en tres vertientes: didáctico, documental y de ficción, aparte del departamento de dibujos animados, creado en 1960. Por lo general, los cineastas, a fin de aprender el oficio, pasaban del género didáctico al documental y de ahí a la ficción. Paralelamente, llegaban al país numerosas personalidades del cine mundial, muchas de las cuales realizaron aquí importantes obras como: Roman Karmen, Chris Marker, Joris Ivens, Mijail Kalatozov, Agnes Varda, Cesare Zavattini, entre otros.
Las primeras producciones de los años sesenta, en su mayoría cortometrajes y documentales se realizaron sobre la realidad histórica, política y social, con un profundo sentido popular, buscando las raíces más auténticas de nuestro pueblo, de nuestra cultura, proyectada artísticamente en una constante preocupación y lucha por la calidad.
El ICAIC, además de asumir la producción de filmes nacionales, dedicó grandes esfuerzos a exhibir obras de la cinematografía mundial con el objetivo de elevar el nivel cultural del espectador y poco a poco lograr la transformación de un gusto deformado por décadas. Se creó la Cinemateca de Cuba que amplió el espectro de exhibición al concebir una programación a partir de muestras, semanas de cine y ciclos de cine internacional. Editó textos teóricos y técnicos para elevar el nivel de sus profesionales y fundó la revista Cine cubano diferente de las anteriores publicaciones dedicadas al cine, que respondían a criterios comerciales. En Cine Cubano se debatía sobre el nuevo cine nacional y latinoamericano y se exponía la nueva política cultural en un marco verdaderamente interesante para la polémica y la creación.
El noticiero ICAIC Latinoamericano se transmitió desde el 6 de junio de 1960 y hasta 1990, se encargó de narrar los principales acontecimientos ocurridos en el país y el extranjero, constituyendo una importante fuente de conocimiento para las presentes y futuras generaciones. Su director, el maestro del cine documental Santiago Álvarez, tuvo el acierto de reportar con gran puntería los momentos y lugares donde se vislumbraba un camino mejor y más luminoso para la humanidad.
Visitó más de noventa países haciendo su cine documental, fue corresponsal de guerra en Vietnam, Kampuchea, Chile y Angola, tuvo la oportunidad de conocer personalmente y entrevistar a Fidel, el Che, Ho Chi Min, Salvador Allende y Agostinho Neto. Con su impecable olfato periodístico, Santiago Álvarez vino a ser, durante cuatro décadas, el cronista mayor. El Noticiero ICAIC Latinoamericano, del cual dirigió más de 400 ediciones, no solo sentó cátedra y fundó escuela, también redactó la historia de un país en Revolución.
Entre las grandes creaciones del ICAIC es importante destacar al Cine Móvil, nacido en la Cinemateca el 2 de enero de 1961 y más tarde dirigido desde el Departamento de Divulgación. Para impulsar este movimiento cultural masivo fue necesario el equipamiento de un gran numero de camiones, lanchas e incluso arrias de mulas, con todo lo necesario para realizar proyecciones a lo largo y ancho del país, en todos aquellos lugares donde no llegaba el cine ni la televisión por no haber luz eléctrica. Esta fue una tarea hermosa para quienes la llevaron a cabo, y muy agradecida por los miles de cubanos que nunca habían visto una película.
Otro hecho relevante que ocurrió gracias al surgimiento del ICAIC es la fundación en 1969 del Grupo de Experimentación Sonora por Alfredo Guevara, y bajo la guía de Leo Brouwer. Se propuso el estudio-investigación-desarrollo-creación del problema musical, pero no solo insertado en el cine. Su objetivo esencial era crear música para las producciones cubanas. El grupo exhibe en la historia de la cultura cubana, una importancia que va más allá del cine porque al margen de los muchos logros en este campo constituyó la génesis de uno de los más significativos fenómenos de la música popular cubana: el Movimiento de la Nueva Trova. A la vez dotó de un método, una actitud ante la música y el arte, a un grupo de los más importantes compositores y músicos en general, que se mezclaron en torno suyo: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Eduardo Ramos, Martín Rojas, Pablo Menéndez, Sara González, Emiliano Salvador y Sergio Vitier.
Con el ICAIC se hizo realidad el sueño de los cineastas precedentes que dedicaron su vida a la lucha para conseguir la creación de una cinematografía totalmente cubana. Como medio de comunicación dio un viraje en su esencia, se llenó de significado político y con un sentido nuevo fue utilizado para propagandizar lo sucedido día a día en el país. Como proyecto ha sentado pautas en la cultura nacional, logrando la transformación del público cubano de un sujeto deformado y alienado a un espectador activo, capaz de valorar críticamente el cine, a lo que tanto ha contribuido la celebración desde 1979, del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Otro acierto de esta política fue la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, fundada en 1986 por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, la cual tuvo a Gabriel García Márquez como primer presidente y gran apoyo. En esta escuela se han graduado un sinnúmero de jóvenes, como futuros directores, guionistas, fotógrafos y editores del cine latinoamericano e incluso de muchas otras regiones del mundo. (Díaz y del Río, 2010)
Epígrafe 3
Nuevo cine cubano: impacto social a través de las décadas
3.1 Época dorada.
En el desarrollo del cine cubano revolucionario cada década ha tenido su significación como ente propio de la vida del hombre, siendo reflejo de la historia, cultura e identidad.
Al período comprendido entre 1959 y 1969, muchos críticos cinematográficos lo bautizaron como la época de oro del cine cubano, generalmente por la producción de los llamados cuatro clásicos: Aventuras de Juan Quin Quin (1967), Memorias del subdesarrollo (1968), Lucía (1969) y La Primera carga al machete (1969).
La más extraordinaria, libre y sugestiva etapa del cine cubano se caracteriza por la promoción y desarrollo, la formación de artistas, la confrontación de destruir y rehacer todas las estructuras para gestar una cultura nueva al servicio de la educación del pueblo.
Los más disímiles temas son tratados en los filmes de esta etapa, desde los más relevantes sucesos de nuestra historia, hasta la problemática social y el diario devenir del cubano más humilde, que se veía retratado en el celuloide, sobre todo en el documental, que por razones económicas, estratégicas e incluso políticas fue el género más promovido por el ICAIC en estos primeros años.
Tal fue el éxito alcanzado por el documental y tanto su influjo, que podría decirse que la mayor influencia que recibe el cine de ficción en su etapa de consolidación proviene de estos documentales con una marcada intención artística, como ejemplo de esto vale mencionar los documentales de Santiago Álvarez Hasta la Victoria Siempre (1967) sobre la repercusión de la desaparición física del Che y Now (1965), considerado por algunos críticos como el primer video clip de la historia por su montaje de imágenes que muestran la discriminación racial en los Estados Unidos en ininterrumpida secuencia con la canción de la cantante afro norteamericana Lena Horne.
En el caso del cine de ficción se destacan algunos títulos memorables que pueden ilustrar su significación analizado desde el plano histórico, cultural y social. La autora no puede dejar de mencionar películas como: Las 12 sillas (1962) y La muerte de un burócrata (1966), dirigidas por Tomás Gutiérrez Alea, que tratan los problemas que crea la burocracia y Manuela (1966, Humberto Solás), que muestra el tema de la esclavitud y la vida colonial.
Son muchos los filmes que abordan la temática histórica, pero ninguno tan magistralmente como Lucía (1968), pieza antológica de Humberto Solás. Seleccionado entre los diez mejores filmes Iberoamericanos, el largometraje reúne tres cuentos de amor. En el primero se recrea el romanticismo del siglo XIX y la vivencia de una mujer acosada por la guerra y la traición; en el segundo el encanto de los años treinta, donde una muchacha se debate entre la pasión y la muerte en medio de una convulsa situación política; en el último, los años sesenta sirven de referencia a una joven campesina que defiende sus derechos frente a los celos enfermizos de su esposo. No es solamente un fresco sobre la mujer cubana a través de la historia, es también el cuadro de una ética, sus valores y patrones de conducta que a la larga han moldeado la idiosincrasia del cubano y por tanto inciden en su modo de ver el mundo y en las condiciones actuales de su personalidad.
Otra joya histórica es La primera carga al machete (1969, Manuel Octavio Gómez). Ambientada en los orígenes de la Guerra de los Diez Años, cuenta la legendaria toma y defensa de Bayamo por los insurgentes. Para reconquistar la ciudad, el gobernador español envía una columna de 700 hombres. Éstos son derrotados por los cubanos que, a las órdenes del General Máximo Gómez, caen sobre ellos con sus machetes. El filme utiliza técnicas del documental y del cine-encuesta, con entrevistas a los integrantes de ambos bandos, sonido directo y tomas de las batallas como si la obra se hubiese filmado en el momento que sucedieron los hechos. Las canciones de Pablo Milanés comentan los sucesos narrados de principio a fin.
La Cuba pre-revolucionaria es llevada al cine por Julio García Espinosa en Aventuras de Juan Quin Quin en Pueblo Mocho, basada en la novela homónima que el escritor cubano Samuel Feijóo publicó en 1964. Juan Quin Quin es un astuto campesino que no se conforma con su suerte, desafía a su patrón y a la sociedad que lo oprime, uniéndose a la guerrilla en su lucha contra Batista. Con altas dosis de surrealismo y una delirante mezcla de estilos, se convirtió en una de las películas más populares de la historia del cine cubano. El carisma del protagonista y la escasez de héroes infantiles nacionales tuvieron mucho que ver con esa aceptación del público
Memorias del subdesarrollo (1968, Tomás Gutiérrez Alea), basada en la novela del mismo nombre de Edmundo Desnoes, es la primera película que introduce el tema de la emigración. Sergio, representante de la burguesía, se niega a acompañar a su familia, que parte a los Estados Unidos. El desmoronamiento de su mundo le impide integrarse al proceso revolucionario en plena Crisis de Octubre. El personaje es un exiliado en su propio país, desterrado por su propia soledad. Seleccionada entre las 100 mejores películas de todos los tiempos por la Federación Internacional de Clubes de Cine, Memorias, trata un problema moral y social que golpea a muchos intelectuales en un mundo cambiante, de ahí su valor, vigencia y universalidad. (Douglas, 1997)
Años grises.
Con la creación del Ministerio de Cultura en 1976 finaliza lo que se conoce como quinquenio gris de la cultura cubana (1971-1976), llamado así por ser un período difícil para la producción cultural en Cuba.
Las primeras películas de esta década se aferran a las experiencias culturales y existenciales del pasado y en lo artístico al barroquismo visual y conceptual. Esta sería la década más inclinada al cine histórico a través de filmes como: Páginas del diario de José Martí (José Massip), Los días del agua (Manuel Octavio Gómez), Una pelea cubana contra los demonios, La última cena y Los sobrevivientes (Tomás Gutiérrez Alea), Maluala, El otro Francisco y Rancheador (Sergio Giral), Mella (Enrique Pineda Barnet), El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez) y El brigadista (Octavio Cortázar).
Sin embargo, no faltan ejemplos de películas críticas y más contemporáneas, que se proponen reflexionar sobre la práctica del socialismo en nuestro país desde una perspectiva de introspección y cuestionamiento. Tal es el caso de Un día de noviembre, (Humberto Solás), Ustedes tienen la palabra, (Manuel Octavio Gómez) y De cierta manera, (Sara Gómez).
Se llegó a la cúspide del cine histórico en 1979 mediante el largometraje de dibujos animados Elpidio Valdés, el filme cuenta los inicios de la Guerra de Independencia. Se desarrolla casi totalmente en 1895. Elpidio es un coronel del Ejército Libertador cubano que lucha por la independencia de la Patria frente al colonialismo español, al mando de un escuadrón de caballería junto a sus compañeros María Silvia, Pepe El corneta, Eutelia, Marcial, y su bravo caballo Palmiche, entre otros.
El popular personaje de historietas infantiles cubanas, creado el 14 de agosto de 1970 por el caricaturista, ilustrador, historietista y guionista Juan Padrón fue pensado en un inicio como una historieta para ser publicada en la Revista Pionero con el objetivo de entretener y educar a los pioneros cubanos pero debido a su popularidad saltó al cine en 1974, en el dibujo animado Elpidio Valdés contra el tren militar, realizado por Padrón, José Reyes y producido por el Instituto Cubano de Cine e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Elpidio Valdés ha alcanzado la categoría de tradición cultural entre generaciones de niños y jóvenes que han disfrutado de sus aventuras como expresión de la nacionalidad cubana. Ahora, gracias a él los cubanos conocen mejor su propia historia.
Entre los principales temas sociales tratados en esta época sobresale la emancipación de la mujer, representada principalmente como luchadora contra el machismo, se vuelve fuerte, independiente y libre de participar en la obra de la Revolución. Esto es ejemplificado en Retrato de Teresa (1979, Pastor Vega). La protagonista lucha sin cesar por la igualdad femenina en la participación en el trabajo y se rebela contra las actitudes machistas que su marido Ramón tiene en casa. Teresa busca el apoyo de su marido para compartir responsabilidades en el hogar, así ella puede participar más fácilmente en la sociedad socialista como madre, esposa, estudiante, trabajadora, activista, pero, sobre todo, con una base de igualdad en aspectos materiales y humanos, sin género alguno. Este filme lleva consigo una expresiva definición de la necesidad de evolución del comportamiento de la pareja como condición del cambio social y en ello radica su originalidad y validez, no sólo como cine cubano sino como hispanoamericano también.
A favor de la taquilla.
El Cine Cubano arriba a los 80 con un promedio de tres largometrajes de ficción al año, baja cifra de producción entre otras razones motivada por la muy prolongada y costosa realización del largometraje Cecilia (1981-1982, Humberto Solás). Título polémico que generó opiniones encontradas de la crítica tras su estreno, sobre todo a partir de la muy libre interpretación del realizador sobre una novela mitológica y símbolo de la cubanía.
Esta película, además de romper con los esquemas de organización de la producción, pues se plantea nuevamente el concepto de coproducción, aspiró a rescatar el alto nivel de creatividad que se había perdido en el cine cubano debido al proceso de institucionalización y los principios de rentabilidad económica y productividad aplicados a la esfera del cine.
Con respecto al público, Cecilia fue para una buena parte de la concurrencia un fenómeno de incomunicación artística. Por otro lado la crítica arremetió con saña contra la película, cuestionando sus postulados estéticos y aún sus gastos; lo que dejaba entrever más un ataque contra el poco poder que aun tenía el ICAIC, que un análisis justo de la obra.
Esta situación al parecer ya insostenible trajo consigo la retirada de Alfredo Guevara, en julio del propio año, quien fue sustituido por Julio García Espinosa.
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