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Emociones, sencillamente (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Caso "b": Abro la puerta de mi piso y veo que lo han saqueado los ladrones. El daño es grande y el malestar que me produce es grande. Sin embargo la Inteligencia empieza a controlar la emoción dolorosa, colocando en el otro platillo de la balanza emociones de signo contrario: "tengo un seguro muy bueno", "yo ya estaba cansado de los electrodomésticos tan anticuados y pensaba comprar otros nuevos"… Empieza a bajar el nivel de malestar (incluso podría darse el caso que desembocara en alegría, con la Ilusión de cómo va a quedar mi nuevo piso con los nuevos muebles) de manera que ni me molesto en localizar al ladrón, duermo tranquilamente y mi vida continúa sin malestar.

La persona del caso "a" no hace nada por controlar su emoción. No sólo ha perdido los muebles sino que encima ha perdido su felicidad por largo tiempo.

La persona del caso "b" ha perdido los muebles pero no ha perdido su felicidad.

Estas conclusiones presuponen que va a ser casi imposible encontrar al ladrón. Si hubiese claras posibilidades de encontrarlo, el primer caso estaría más acertado que el segundo, porque el malestar le empuja a localizarlo, mientras el caso "b", al no sentir malestar, se despreocupará de la búsqueda y lógicamente no encontrará los muebles.

La inteligencia aconsejará en cada caso cuál debe ser la mejor conducta.

Las emociones también pueden influir sobre la inteligencia: Si estoy encaprichado con algo, la ilusión subrayará el lado positivo del asunto, y para engañar y distraer a la inteligencia, ignorará o maquillará la cara negativa (caso de los enamoramientos inconvenientes). La Emoción ilusionante puede "taparse los oídos" a la voz de la Inteligencia o razón. De ahí aquello de que "el amor es ciego".

La Inteligencia puede modificar la verdadera realidad por nuestro interés, pero como no podemos engañarnos a nosotros mismos, existe lo que, de forma coloquial, podríamos llamar "la voz de la conciencia", que en todo momento nos recuerda esa dolorosa realidad que no podemos ignorar a pesar de haber intentado maquillarla.

Hay un funcionamiento de URGENCIA que no necesita el concurso de la Inteligencia (muy lenta en su funcionamiento): Por ejemplo, voy con el coche por la carretera. Encuentro un obstáculo repentino insalvable (sentido de la vista). La memoria instantáneamente recuerda los casos similares que he visto o me han contado con anterioridad, con resultado mortal. "El estómago se me viene a la garganta"(malestar grande e inmediato) e inconscientemente piso el freno o doy un volantazo. Las Emociones pueden actuar directamente con la información recibida de los sentidos y de la Memoria ( la Memoria va almacenando datos de la experiencia de casos propios o ajenos, vividos o conocidos), sin necesidad de que intervenga la Inteligencia: desde mi casa oigo alguien hablando en la calle (sentido del oído) reconozco la voz de mi amigo (memoria); salgo inmediatamente a encontrarme con él. La inteligencia no ha necesitado elaborar ningún estudio para realizar la acción automática. La Inteligencia puede continuar con el pensamiento analítico que la ocupaba, y a la vez estamos saliendo a vernos con nuestro amigo. Un 90% de las acciones de nuestra vida, llamadas rutinarias, se realizan gracias a nuestra memoria operativa. Esto permite a la Inteligencia seguir trabajando en ese otro 10% de problemas para los que buscamos una solución más complicada.

De la satisfacción de una necesidad presuntamente beneficiosa para el individuo, nace una sensación placentera (ya he resuelto la necesidad, fin del problema) Esa sensación placentera hace funciones de incentivo, para propiciar que en el futuro vuelva a satisfacerse la necesidad. Mientras la necesidad no se satisfaga, hay sensación de malestar (que será la fuerza que me obligue y empuje a solucionar el problema y conseguir el incentivo placentero) si ese malestar no existiese (me da igual blanco que negro), pasaríamos página sobre el problema y quedaría sin resolver, resultando así empobrecida nuestra vida. Diríamos en este caso que la persona es indolente o "pasota".

Las emociones conducen nuestra vida con garantías de automatismo. La inteligencia es lenta y voluntaria. Las emociones son rápidas e inconscientes (son pilotos automáticos de nuestro comportamiento. Esa es su virtud y ese su inconveniente. Al ser automáticas no podemos eludirlas cuando, por determinadas circunstancias, resultan inconvenientes). Si suprimiésemos todas las emociones, la vida sería un caos porque a la inteligencia se le amontonaría el trabajo y por la premura de los acontecimientos las decisiones se tomarían de forma arriesgada, tardía o incluso no llegarían a tomarse. La inteligencia ayuda a reducir la severidad de las emociones coyunturalmente inconvenientes (control emocional); anularlas totalmente es casi imposible. La emoción dice negro, la inteligencia propone blanco (opuesto), y así al final quedará el gris, liberándonos por tanto del negro total excesivo. Cuanto más blanco aporte la inteligencia, más claro resultará el gris, y más lejos estaremos del negro total que nos hace un daño infructuoso. Así las personas más inteligentes y analíticas, saldrán más fácilmente de situaciones de ansiedad y depresión, y todo lo contrario ocurrirá a las personas menos reflexivas que se entregan de lleno a la tiranía de sus emociones sin ningún tipo de control o freno. Decimos que las personas más inteligentes disponen de más recursos para salir de la depresión, pero paradójicamente son más propensas a entrar en ella, ya que son capaces de ver en los problemas una complejidad y "gravedad" que los menos inteligentes, por suerte, no alcanzan a contemplar.

Las emociones se formaron y fueron muy válidas en tiempos prehistóricos. Nacieron a medida de las necesidades de aquellos hombres cuya vida evolucionaba muy lentamente. En las civilizaciones actuales, los cambios son tan vertiginosos que nuestra genética (formada a lo largo de milenios) se ve sorprendida e incomodada de forma traumática por los novísimos estilos de vida, produciéndonos situaciones de descontento o falta de felicidad. Tratamos de ignorarlas pero ellas (las emociones) son las reinas de nuestro estado de ánimo.

MECANICA DE LAS EMOCIONES Y JERARQUIA DE GRUPO. El sentimiento o

emoción controla nuestros pasos de manera sencilla, automática y eficaz, basada en el principio de doble rienda: Malestar (daño, abstinencia, carencia…infelicidad) – Bienestar (placer, descanso, tranquilidad…felicidad). Sufro, por ejemplo, una abstinencia o un daño, calificado previamente como tal por la inteligencia . Inmediatamente interviene la emoción correspondiente que pone en funcionamiento las hormonas o sustancias desencadenantes del malestar. Este malestar obliga a la inteligencia a organizar (sin perder de vista otras emociones concurrentes) la acción o abstención tendente a mejorar el problema. Conseguidos los fines, el organismo aplaude el éxito obtenido, mediante la hormona o sustancia del bienestar (placer, tranquilidad, descanso…). Si la reparación del daño escapa a nuestras posibilidades, el malestar continúa (lo llamamos frustración, impotencia). Si el daño era poco importante, o siéndolo, la inteligencia consiguió devaluarlo (recordemos la fábula de la zorra y las uvas) nuevas emociones positivas ocuparán nuestra vida, y el daño irá perdiendo fuerza hasta quedar en el olvido, quizás como un mal recuerdo. Si el daño es muy importante, no nos resignamos y seguimos hurgando en el problema irresoluble, el malestar se eterniza hasta que el organismo, ante tanto malestar sin descanso y sin satisfacción, sólo encuentra un camino drástico de poner fin a la situación dolorosa: La depresión, con la que el organismo nos dice en tono revolucionario algo así como: "Si tú eres incapaz de resignarte al problema y devolverme la tranquilidad, yo pondré los medios para obligarte a dejar esta lucha tan infructuosa, porque así no podemos seguir."

EJEMPLO DE FORMACIÓN DE LA JERARQUIA SOCIAL

Ejemplo: hemos salido los dos a buscar comida y sólo hemos encontrado una manzana. Si yo me la como, te dejo a ti sin ella. Esto va a originar una confrontación para ver quién se come la manzana. Se la comerá el que más fuerza tenga. Los dos luchamos por la manzana. El otro tiene más fuerza que yo, y el resultado es que no me he comido la manzana y encima he recibido en la confrontación 4 bofetadas. La próxima vez que encontremos una manzana, y visto que él continúa siendo más fuerte que yo, lo más inteligente por mi parte será cederle directamente la manzana al otro y al menos me ahorro las 4 bofetadas. Esta mecánica va a repetirse en todos los repartos y de este modo nace la Jerarquía del grupo, que podemos definirla como la especial y tácita ordenación interna del grupo, que permite un reparto de los bienes no equitativo, pero al menos con el máximo ahorro de disputas inútiles.

La Jerarquía tiene sus leyes: (A) Los individuos se ordenan en el grupo por su fuerza total demostrada o aparente. (B) La ordenación jerárquica puede sufrir cambios por nuevos acontecimientos (puedo subir o puedo bajar en el nivel jerárquico según mi fuerza total aumente o disminuya). (C) En la ordenación o escalafón, el de arriba tiene prioridad sobre los de abajo en el reparto de los bienes, y a la vez carga a éstos con las obligaciones molestas desagradables o peligrosas.

Ampliamos el punto (A): Para determinar la Fuerza Total se valoraría:

  • La fuerza física personal

  • La fuerza de las ayudas (familiares, amigos, aliados, simpatizantes…)

  • El apoyo de personas con fuerza reconocida en el grupo (jefe, líder, héroe salvador, hechicero, adivino…)

  • Los valores personales que benefician, alegran o deleitan al grupo y que otros individuos no tienen o tienen en menor medida: Por ejemplo, conocer técnicas especiales de artesanía, conocimiento meteorología, conocimiento del fuego, buen sentido de orientación, conocimiento amplio del territorio, inteligencia para resolver problemas, inventor de estrategias defensivas u ofensivas, perfeccionamiento en la construcción de armas, o trampas, construcción de chozas o habitáculos, dotes para la caza, amabilidad, simpatía, dotes de canto, belleza o armonía física, y un largo etc. que podemos imaginar.

  • La capacidad de persuasión.

Ampliamos el punto (B): La ordenación jerárquica no es estática sino que se va adecuando a las circunstancias cambiantes: Por ejemplo, en mi tribu de 100 individuos, yo me encuentro aproximadamente en el puesto 50, es decir tengo por encima 49 individuos que pueden abusar de mis "derechos" y darme órdenes coercitivas desagradables; yo empezaré a comer cuando ellos terminen (comeré lo que me dejen); detrás de mí hay otros 49 de los que yo puedo abusar, y a los que puedo dar órdenes; ellos empezarán a comer cuando yo termine.

Podemos concretar que para mí existen 2 grupos en la tribu: A los primeros 49 los llamaré "abusones" y a los últimos 49 los llamaré "pupas". Me interesa (es para mí buena noticia) que cualquiera de los "abusones" tenga problemas que les hagan perder puntuación, de manera que yo pueda alcanzarlos más fácilmente. No me interesa (es mala noticia) que cualquiera de ellos se revalorice con nuevos méritos, porque consolidan su superioridad y me dificulta poder alcanzarlos. Igual me ocurrirá con los "pupas": No me interesa que mejoren sus méritos porque podrían situarse delante de mí. Si pierden méritos, mejor, porque tendrán más dificultad en alcanzarme. Todas estas variaciones me afectan tanto más cuanto más cerca de mi puesto escalafonal esté el compañero en cuestión. De manera que los que están en puestos muy lejanos, tanto por arriba como por abajo, me afectan de manera muy débil, porque no compiten conmigo.

Cómo me ayudo yo en el terreno de la jerarquía. En una doble dirección, la 1ª cultivándome continuamente para mejorar o conseguir nuevos méritos personales (forma noble). La 2ª dificultando los méritos de los demás con una conducta picaresca impulsada por la Envidia. Esta emoción era una herramienta de trabajo importantísima en la prehistoria. Podía ir en ello la vida.

Ampliamos el punto (C):A la vista de la valoración que hicimos en el punto (A), cada individuo, conociendo sus méritos y conociendo los de los demás ( aquí vemos la necesidad del sano "cotilleo"), se asigna para sí un puesto razonable e imaginario en el escalafón del grupo. Esta asignación es sincera y sería imprudente intentar calificarse mucho más alto: Sería de tontos competir con alguien mucho más alto en el escalafón: perderíamos el bien y encima llevaríamos las 4 bofetadas. El extremo opuesto sería también negativo, es decir si nos valoramos más bajo de nuestros merecimientos reales, esto nos asegura que nunca nos darán las 4 bofetadas, pero en los repartos, continuamente estaremos perdiendo unos bienes a los que podríamos acceder sin mayores problemas (esto lo conocemos con el nombre de Timidez). Ni un extremo ni otro, en medio estaría la virtud. Es decir una valoración un poquitín alta ( autoestimandonos) de manera que nos aseguremos el máximo de beneficios aunque de vez en cuando caiga alguna bofetada esporádica.

Cada uno aspirará a la máxima puntuación para situarse lo más alto posible en el escalafón, y así alcanzar el máximo de privilegios y el mínimo de obligaciones.

La Jerarquía impregnaba en la antigüedad todos los campos de la vida. Empezó a perder fuerza con la aparición de los grandes focos de población y la necesidad de regirse por normas escritas. Ahora el ciudadano ve protegidos sus derechos, y a la vez se ve impedido de ejercer personalmente la justicia para equilibrar sus problemas sociales, como antes hacía, porque la Ley lo protege a él, pero también al resto de ciudadanos, de manera que no puedan agredirse unos a otros a voluntad.

Ahora la Jerarquía sólo queda vigente y visible en las relaciones laborales y en el poder, y aún así de forma limitada.

REGULADORES AUTOMATICOS DE LA CONDUCTA

La Emoción es el impulso imprescindible para la acción. Todos nuestros actos van precedidos de una emoción. Las tendencias, inclinaciones, aversiones, instintos, funcionan igual que las emociones y pueden quedar englobadas en el mismo concepto.

En un principio los seres humanos éramos como los animales, es decir con muy pocas emociones (hambre, sed, deseo de reproducción, protección de la prole, temor relacionado con la supervivencia, y alguna más. Hay animales, como el zorro o la ardilla, que conocen el ahorro y guardan sus excedentes alimentarios). La vida para ellos es muy simple. A medida que nuestro cerebro fue aumentando su capacidad, se fueron abriendo nuevos horizontes, nuevos cambios y por consiguiente nuevos problemas a los que había que dar solución. Por ejemplo: inventamos la camisa para abrigarnos, y enganchada a ella nos aparece un inconveniente que hay que solucionar: nos la roban los compañeros, cosa que antes –lógicamente- no ocurría.

Podríamos seguir poniendo infinitos ejemplos, pero concluyamos que todo cambio enriquece la anterior situación pero a la vez necesita de unos ajustes y servidumbres que pueden afectar y complicar el anterior ordenamiento (invento la camisa, mi vida mejora, tengo que defenderla, me quita el sueño, mi vida mejoró con la camisa pero empeoró en otra dirección). Así las emociones sociales fueron multiplicándose y alejándonos cada vez más visiblemente del resto de los animales. Quiere decir que las emociones no tienen todas la misma antigüedad. Hay algunas más primitivas –las más vitales diríamos- y otras de aparición posterior nacidas para ajustar nuestra conducta al grupo. A más antigüedad más arraigadas están en nuestra genética y resulta más difícil controlarlas. Entre éstas podríamos destacar por encima de todas el Gregarismo, que unido a los potentes medios de comunicación actuales, convierten al individuo en marioneta, conduciéndolo por caminos fuera de toda lógica y razón. El individuo lo sabe.

Todos lo sabemos; sin embargo nadie se atreve a dar un paso en dirección contraria al grupo. El individuo no encuentra cauce para manifestar sus opiniones a la masa, pero el dinero (los medios de comunicación) sí.

Cada una de los reguladores de conducta conlleva una sensación de Bienestar o bien de Malestar. El Bienestar nos sirve como refuerzo o premio por haber solucionado un problema, o satisfecho una carencia, y va precedido del Malestar que nos produce ese problema o carencia.

Tengo un problema o algo que creo me perjudica, según me informa la Inteligencia. Inmediatamente se produce un malestar que no es más que el empujón (e-moción) que necesito para dirigir mi conducta a la solución. Cuando llega esa solución viene acompañada de un bienestar, que hace de refuerzo o premio, de manera que en problemas sucesivos similares nos motivaremos a resolverlos.

¿Qué ocurriría si ante un problema ( por ej. "hace frío") yo no sintiese malestar? Pues sencillamente, podría ocurrir que me dejara morir de frío sin darme cuenta. Afortunadamente siento ese malestar y actúo: me acerco al fuego e inmediatamente mi cuerpo me lo agradece ofreciéndome un gran bienestar.

Para que el bienestar se produzca debe ir precedido anteriormente de un problema, malestar, o carencia. Cuando desaparece el problema o se satisface la carencia, al poco se diluye el bienestar: En el ejemplo anterior, cuando tenía frío y me acerqué al fuego, sentí bienestar. Pasado un tiempo de la desaparición del frío, desapareció el bienestar. Me quedé sin nada: sin problema, sin malestar y sin bienestar. Sean bien venidos los problemas, que nos harán sentir vivos. No me refiero a los terribles problemas modernos nunca antes conocidos (hipotecas, adolescencias de 20 años de duración, problemas post-divorcio, trabajo repetitivo e insatisfactorio de por vida…) El término "sociedad del bienestar" no es totalmente exacto. Está basado en evitarnos los pequeños problemas y tener cubiertas todas las necesidades y carencias, de manera que el Placer queda ahogado en la abundancia. Esto es importantísimo y muy a tener en cuenta. No va a disfrutar más de la comida quien tiene el frigorífico abarrotado, sino quien tiene mucho hambre.

Filosóficamente es importante concluir que para sentir que nuestra vida va bien, no podemos partir de una situación de "no problemas" o de "tenerlo todo". Si quiero sentir el bienestar del calor, tengo que partir de una situación problemática de frío. Nuestra equivocación radica en que asociamos las situaciones problemáticas productoras de malestar, con algo a evitar (parece lógico). Parece lógico pensar que es mejor no sentir frío que sentirlo. Bajo esta lógica engañosa tomamos medidas para anticiparnos al frío y así nunca sentimos el bienestar de calentarnos.

El ser humano está genéticamente adaptado a encarar problemas y buscar soluciones (siempre fue así), y aunque no parezca lógico, esto es lo placentero. Lo terrible es la ausencia de problemas. Esto lo vemos claro en el ejemplo de los crucigramas o similares: Es un problema que voluntariamente buscamos para sentir el placer de resolverlo. Podría ver la solución en la última página pero no lo hago. El placer del bricolaje no es otra cosa que afrontar una serie de problemas, dificultades y costos para fabricar un artículo que encontraríamos en el mercado mejor y más barato, pero hemos superado las dificultades y generado bienestar. Los países que llamamos tercermundistas (más problemas) está estudiado que tienen mejor salud mental que los muy desarrollados. Este dato debería considerarse en su punto de gravedad y tener claro sin miedo a equivocarnos, que algo falla en nuestro concepto de "progreso". Hemos pasado del término medio aristotélico que presidía la vida de nuestros antepasados, al extremo revolucionario, insostenible y perjudicial.

Cuando al problema que nos afecta de manera real o imaginaria, pasa el tiempo y no le vemos solución aceptable, sólo sentimos el malestar y no alcanzamos la satisfacción o bienestar. Si la situación problemática se prolonga y no somos capaces de aparcarla, ese malestar sin fin que nunca se equilibra con bienestar, va a desembocar en trastorno psicológico más grave o enfermedad depresiva. Estamos genéticamente diseñados para alternar malestar y placer, pero no para ahogar los placeres en un malestar indefinido.

El placer o felicidad nos puede llegar por dos caminos: uno el de la solución del problema o satisfacción de necesidad o carencia. La naturaleza que es sabia, inventa un nuevo cauce para enriquecer nuestra vida: La Ilusión. Es el camino que recorremos para llegar a una meta positiva y asequible, más allá de las necesidades de una carencia imperiosa. La Inteligencia debe dar su veredicto sobre la viabilidad de la meta, que llevará –como es lógico- algunos costes. La Ilusión es la fuerza y Bienestar duradero que nos permite acometer la empresa. Al final llegamos a la meta y sentimos –de forma poco duradera- un pico de bienestar por haberlo conseguido. Si, a medio camino, sentimos que la meta es imposible de alcanzar, o el precio a pagar es excesivo, termina la acción ilusionante y comienza un malestar (Frustración), que es como un toque de atención a la Inteligencia para que otra vez sea prudente y mida mejor las posibilidades reales de llegar a la meta. No es bueno correr con unos gastos para nada. En cualquier caso el camino fue placentero y duradero, y así debemos valorarlo consiguiendo que el sentimiento de Frustración pierda fuerza ("Fue bonito mientras duró"). La Ilusión es el único placer que se obtiene antes de llegar a la meta. El organismo no puede enviar malestar previo, ya que nos dirigimos hacia algo bueno pero no partimos de una situación problemática (como ocurre con los restantes placeres). Diríamos que se trata de conseguir un extra o mejoría en nuestra vida.

Las Emociones son necesidades genéticas que al satisfacerlas producen felicidad. Si las reprimimos, nos causan malestar, no para fastidiarnos, sino para empujarnos a satisfacerlas (no se dan por vencidas, debido a su automatismo funcional).

Las emociones no podemos, por así decirlo, quitárnoslas de encima ya que funcionan automáticamente queramos o no, pero no debemos ignorar que su intensidad podemos atenuarla o acentuarla con la ayuda de la Inteligencia, la educación infantil y los comportamientos culturales de grupo. Podemos hablar de control emocional y de inteligencia emocional, al referirnos a aquellas personas que saben conducir y sacar el máximo provecho a sus emociones, potenciando las beneficiosas y maniatando las dolorosas o entorpecedoras.

CÓMO LAS EMOCIONES DECIDEN NUESTRA CONDUCTA

Cada emoción tiene su peso, y es fácil entender que hay emociones muy importantes y pesadas y otras muy ligeras.

Ejemplo: Pienso cambiar de acera porque la emoción del solecito de invierno me empuja a ello. En el platillo contrario de la balanza, la inteligencia empieza a colocar emociones que se oponen: La emoción del esfuerzo extra que necesito; la acera va más transitada y entorpecida; me molesta el sol porque he olvidado las gafas; corro el riesgo de tropezarme con el pesado de todas las mañanas que por allí transita. Al final el platillo del solecito ha pesado más (por poca diferencia) que las emociones del otro platillo, y empiezo a cruzar la calle. A medio cruzar alguien me para y me dice: El sol perjudica la piel. Entonces me vuelvo otra vez a la sombra porque la nueva emoción (cuidado de la salud) ha terminado por inclinar el platillo hacia el otro lado.

Al final son las emociones las que deciden nuestros actos, y como la intensidad de éstas viene configurada por la cultura del entorno, la educación recibida, y la propia genética (igual que unos nacemos con una nariz más larga que otros, nacemos también con mayor o menor predisposición a una determinada emoción, pero siempre de unos límites bastante próximos –nadie tiene una nariz el doble que otro-), y como esta configuración de la intensidad emocional, escapa en un alto porcentaje a nuestra voluntad, deberíamos mostrarnos más tolerantes con los actos del prójimo que nos afectan, y dejar un poco la mala costumbre de juzgarlos y etiquetarlos según nuestras emociones particulares, desconociendo las suyas, que, desde el plano humano, deberían ser totalmente respetables porque todos los seres humanos vamos en el mismo barco. Además, la Tolerancia y solidaridad, al haber estado muy presentes hasta la llegada del nuevo orden de valores competitivos impuesto por la "sociedad del bienestar", se hizo genética, es fuente de Felicidad, y su ausencia crea malestar. Se trata de poner un poco en cuarentena nuestro florido catálogo de "derechos", porque también nosotros con frecuencia invadimos los de los demás.

CAPITULO VI

Consideraciones sobre las emociones más conocidas

Sería bueno darnos un paseo por las emociones más conocidas (son casi infinitas). Es imprescindible adentrarnos en la tribu de los neanderthales, para entender "nuestras" Emociones, ya que éstas nacieron, -y siguen vigentes, impresas en nuestra genética- para dar satisfacción a los problemas que generaba aquel estilo de vida y no a los de la civilización actual.

Para una rápida consulta, aparecen ordenadas alfabéticamente.

Aburrimiento Sientes que tu vida no se enriquece, te has "dormido en los laureles" y bajarás peligrosamente en la Jerarquía social. Esto era muy grave para nuestros antepasados. Para nosotros es una molestia casi innecesaria en la mayoría de los casos, pero ahí está molestando y empujándonos a la actividad. El aburrimiento termina al iniciar una actividad, o con la Distracción. La actividad tiene menos efectos negativos secundarios que la Distracción como ya veremos más adelante.

Admiración Se produce cuando una conducta envidiable no afecta a nuestra Jerarquía porque el admirado queda lejos de nuestro puesto jerárquico, no compite con nosotros, o incluso ya ha fallecido. Sentimos Admiración por todos los personajes importantes que nos precedieron. Y por los actuales que nos son inalcanzables: El rey, un artista famoso, un deportista de elite, un multimillonario…La Admiración podríamos definirla como una Envidia descafeinada. Cuando la Admiración se exterioriza, ejerce un efecto social positivo al fomentar los valores positivos admirados.

Ahorro Hoy tengo recursos, pero no sé qué ocurrirá mañana. Si hoy tengo excedente y guardo, mañana no tendré problemas. Esto es Seguridad. Algunos animales participan de esta emoción y guardan sus excedentes alimentarios. No ahorrar nada es negativo, ahorrar moderadamente es positivo y ahorrar en demasía (Avaricia) vuelve a ser negativo.

Amor propio. Tenacidad. Cabezonería: Supone un reto; intentar demostrar a los demás y a nosotros mismos nuestros valores (los valores son la base de la Jerarquía): ej. "tengo que dar con la solución del acertijo como me llamo Pepe" (no contemplo la posibilidad de no acertarlo y quedar perdedor). "tengo que encontrar la monedita sea como sea" (no me doy por vencido; no quiero perder la batalla). El valor de la monedita es lo de menos. Lo importante es triunfar en la búsqueda. Con el amor propio se pretende defender la Autoestima interna y la Imagen triunfal frente a los demás ("llevo razón" "me salgo con la mía").

Amor. Altruismo. Todas las emociones van dirigidas al propio interés del individuo; incluido el Amor.

La vida en grupo tiene sus reglas de funcionamiento y la ayuda y cooperación entre sus miembros es el valor sobre el que se fundamentan todos los demás. Recordando los principios

de la Jerarquía, veíamos, como mandamiento prioritario, adornarnos con el máximo de valores dentro del grupo. La persona que ayuda a los compañeros, es valorada por el grupo. El que anda pisando los intereses ajenos se gana el desprecio de los demás y no es apto para la convivencia. Hay que excluirlo del grupo. El bien crea amigos, el mal todo lo contrario.

Cuando practicamos el Amor, no sólo somos valorados por el grupo, sino que creamos una deuda de afecto a nuestro favor, que en el futuro puede sernos de utilidad. Doy de lo que me sobra y mañana puedo recibir algo que me sea necesario. No sólo los bienes materiales son motivo de trueque. La ayuda o trabajo cooperativo, también. Estamos diseñados para el amor, como valor que enriquece al que da y al que recibe. El ser humano es bueno por naturaleza (es lo inteligente). Enarbolando la bandera del Amor como medicina, podríamos curar o mejorar infinidad de conflictos y tensiones en nuestras relaciones humanas. Tendríamos que quitar fuerza al "tengo derecho a…" y "exijo…"

Entonces ¿Por qué el hombre practica el mal?. Utiliza el Amor para buscar un interés propio a la vez que consigue el bien del prójimo, que es lo grande y bueno de esta emoción. La búsqueda del interés personal es una ley genética de rango superior a la del Amor. Éste es una herramienta estupenda para conseguir aquel. Hay muchos bienes ajenos (materiales o inmateriales) que interesan al individuo. Si en apropiárselos no encuentra perjuicio ni daña su imagen, así lo hará. Es decir practicará el mal. A lo largo de la historia, las tribus se invadían unas a otras para robarlo todo, incluso las mujeres reproductoras para poder hacer una tribu más grande y por consiguiente más poderosa que las vecinas. Después, con la llegada del sedentarismo y el nacimiento de los grandes núcleos de población, aparecen las guerras a mayor escala, donde las naciones poderosas, con algún pretexto "razonable", invaden países más débiles, para conseguir algún tipo de beneficio, a costa de muchísimas vida humanas.

Guerra del Congo desde 1994. Estaño, tántalo, oro y tungsteno. 19.000 cascos azules de Naciones Unidas. Más de 5.000.000 de muertos. Cuando hablamos del "valor de la vida humana" es puro cinismo. Más nos valdría, para no engañarnos, llamar a las cosas por su verdadero nombre.

Añoranza, Nostalgia: Dolor por la pérdida de algo bueno que antes disfrutábamos. Si el empuje del dolor no nos va a conducir a la vuelta del disfrute, mejor tratar de no recordar, ni manosear, para no sufrir. Ver lo bueno pasado como capítulo felizmente aprobado; no como carencia dolorosa.

Asombro o Extrañeza. Atención total para informarnos bien de las propiedades de un acontecimiento raro o inusual que no entra en los esquemas conocidos. Todos los sentidos se ponen en alerta. También la inteligencia para elaborar conclusiones de unos datos que escapan a lo rutinario. Por ello los viajes resultan enriquecedores (lo notamos en los niños a la vuelta) y a la vez estresantes, de manera que al regresar a casa sentimos un relajo muy agradable, al volver los "pilotos automáticos" a hacerse cargo de nuestra rutina.

Autoestima: Es muy importante para la Felicidad: No importa cómo soy ni cómo estoy, sino cómo me siento. Si siento que estoy pilotando bien el coche de mi vida, soy feliz, sin importar que mi realidad vista por los que me rodean no sea tan positiva. Si siento que mi vida se podía conducir mejor, o que no me acompaña la suerte, o que no he sido agraciado con dones naturales, voy a sentir malestar. Este malestar sería el motor necesario para impulsarme hacia el cambio y la mejora. Si no hay malestar (emoción) no hay motor hacia el cambio (acción). Si el cambio es difícil o utópico, haríamos bien en restarle valor (Resignación) (como sabiamente pensó la zorra de las uvas) o esgrimir el arma de la comparación con los de abajo (Consuelo), sintiéndonos en posición de privilegio relativo. En ambos casos la autoestima sufrirá poco y mantendremos un aceptable grado de felicidad. Por supuesto que si queremos "triunfar" en la vida a los ojos de los demás, con esta receta conformista y resignada lo vamos a tener difícil, ya que en la competición no importa cómo me siento sino cómo soy.

Si no estoy contento con mi vida no puedo tener autoestima. De todas formas puedo ayudarla subrayando pensamientos o sensaciones positivas, y a la vez tratando de ignorar o disculpar las negativas.

La Autoestima está muy relacionada con la Timidez: Me veo pequeño porque me imagino a los demás muy grandes. No sirve de nada que yo siga creciendo; mi imaginación seguirá manteniéndome en la Timidez. Necesitaría valorar la realidad de los demás, pero esto cada vez se me hace más difícil porque se está supervalorando el llamado respeto a la intimidad del prójimo que no es otra cosa que la protección del engaño: Los demás sólo verán de mí lo que yo quiera mostrar; es decir, una vida envidiable (Facebook, Twitter…) Esto da lugar a unos niveles de Timidez en los jóvenes, nunca antes conocidos. Y ya que no puedo conocer la realidad de mis vecinos, la tele, que no se le pasa una, me vende el cotilleo de la tarde y hasta de la noche con personajes que nada tienen en común con mi entorno vital. Es decir, nada van a mejorar mi situación emocional, excepto el Consuelo de ver que los "envidiables" de la sociedad tienen también problemas, a veces más gordos que los nuestros. Tanto las cadenas como la publicidad son especialistas en ir derechos a nuestras emociones.

Avaricia (Ahorro desmedido y problemático). Ahorrar es bueno, actuando como un seguro contra la carencia. Para ahorrar tenemos que trabajar un poco más de lo necesario, lo que equivale a robarle más tiempo a nuestra vida. La Avaricia no ve final al ahorro y es tanto el tiempo que acapara, que la vida se ve monopolizada por la lucha en pos del dinero, no dejando lugar para el resto de los disfrutes vitales. Tratar de fijar un límite razonable al ahorro.

Bueno, Favorable, Agradable: Es una emoción agradable que se produce con muchísima frecuencia. Siempre que la Inteligencia dictamina que una situación, o camino a seguir resulta favorable.

Cansancio físico (descanso). El descanso no es permanecer sentado ("me pincha la silla"). El descanso es una satisfacción orgánica que sólo está al alcance de los fatigados. La sociedad del bienestar promueve el ahorro de esfuerzos físicos. Cualquier acto que implique trabajo, es motivo del correspondiente invento de la herramienta adecuada para evitar la molestia. Nuestros antepasados tenían pocos medios materiales para crear aparatos que economizaran esfuerzo.

Cualquier pequeña invención era bien recibida y no suponía desequilibrio en sus esquemas de actividad. Inventar quedó así genéticamente grabado en nuestra naturaleza como algo positivo sin efectos secundarios. Para ahorrarnos trabajo, necesitamos la máquina; para la máquina necesitamos aumentar la dependencia del dinero, más la servidumbre a la que el mantenimiento de la máquina nos obliga. La falta de ejercicio físico, aparte de cerrarnos el placer del descanso, provoca una serie de problemas médicos que por conocidos paso de largo. Nos gastamos dinero en la máquina, y nos volvemos a gastar dinero en el gimnasio para curarnos de los efectos de la inactividad a la que la máquina nos ha llevado. De lo más inteligente.

Carencia o Deseo: La falta de un bien conocido, provoca la emoción molesta de Carencia. Si se trata de una necesidad genética (comida, bebida, oxígeno, descanso, viajar, distracción, protección, conocimiento, lazos familiares, comunicación… etc.), no necesita conocimiento para manifestar Carencia, porque el conocimiento o necesidad va impreso en los genes. Las "necesidades" no genéticas (la mayoría de las ofrecidas por el consumismo), si se desconocen, no originan el malestar de Carencia. De aquí el efecto negativo de la publicidad, que por un lado me obliga a comprar (trabajar para ganar dinero) y por otro me hace sentirme mal porque carezco de lo que no he comprado pero sé que existe. Si no compro como todo el mundo, siento el malestar de la Marginación (hay dos grupos de ciudadanos: los que lo han adquirido y los que no lo han hecho. Yo estoy en el segundo grupo y esto nunca resulta agradable).

Si para que se produzca Carencia, es necesario conocer el bien del que se carece, en los países desarrollados, es lógico que se sufra Carencia más que en el tercer mundo.

Caridad, Compasión, Conmiseración, Lástima La persona que nos despierta estás emociones siempre se encuentra más baja que nosotros en la Jerarquía social (el pobre de la esquina mueve mi Compasión; mi vecino que ha adquirido un automóvil mejor que el mío, no). El mendigo no compite conmigo; el vecino sí.

Se diferencia la Caridad del Amor en que la Caridad suele ser esporádica, incluso con desconocidos, y no se espera reciprocidad. El Amor es duradero, se manifiesta con conocidos y se espera de ellos un trato acorde al nuestro. Con la Caridad lo que se espera es fomentar un valor o cultura social caritativa de la que yo mismo podría beneficiarme si algún día fuera necesario ( es un seguro de que, en una sociedad caritativa, también a mí me tratarían con caridad). Doy lo que hoy me sobra para mañana asegurarme que no me faltará lo necesario.

Estas emociones conjugan a la vez el interés particular y el altruismo. Las dos caras son positivas y esto es lo maravilloso de ellas.

Estas emociones son incompatibles con la Envidia o el Odio, por eso nos ayudan a controlarlas: Si con la ayuda de la inteligencia (pensamientos) tratamos de Compadecernos de la persona envidiada u odiada, nuestro dolor se hace más llevadero. Esto se hace difícil (es como si nadáramos a contracorriente), pero con el sacrificio y la perseverancia se mejora, y esta mejoría es fuente de bienestar (lo estamos consiguiendo, y los triunfos son siempre agradables). "contra Envidia, Caridad" nos enseñó siempre La Iglesia.

Celos de pareja: La mujer sólo teme que otra mujer le arrebate la pareja. El hombre siente el peligro de que otro hombre acceda a su pareja porque esto puede dejar en entredicho su paternidad.

Además le resulta muy dolorosa la idea de que otro hombre pueda tener más éxito que él, precisamente con su pareja (competitividad masculina). Son los celos para el hombre un sentimiento claro de Envidia y menoscabo de la Imagen. Por eso el hombre tratará siempre de ocultar la situación celosa; la mujer, por el contrario, no tendrá inconveniente en hacer participes de ello a otras mujeres, buscando siempre el apoyo necesario.

Competitividad o comparación de fuerzas o méritos (luchas, juegos, deportes, chulería), sobre todo en el varón, para favorecer la dominancia sexual genética, y la posición jerárquica dentro del grupo. Delante de una mujer, los hombres se comportan entre ellos de forma más competitiva o chulesca.

En la vida, puedo competir personalmente, o a veces apuesto por un competidor de una contienda en la que no participo (Equipo de fútbol, concursante de la tele, discusión entre vecinos…). Esto lo llamaríamos competición de 2º grado. En toda confrontación ajena, y con alguna excusa, etiquetamos a un contendiente de "bueno" y por él tomamos partido.

Automáticamente el otro es el "malo" y queremos que pierda. Nos encanta hacer de jueces de los demás. Nuestros antepasados competían directa y personalmente, pudiendo decidir el resultado por su propia conducta. Nosotros practicamos una competición indirecta y descafeinada, en la que el resultado no depende directamente de nosotros. Lo podemos calificar como sucedáneo de competición. Casi todas nuestras competiciones nos llegan vía tele donde en la competición sólo participamos como meros apostantes.

Sin embargo la Competición personal y directa es indispensable para conocer mi puesto en la Jerarquía social y saber que los demás tienen fuerza, pero yo también. No tengo por qué inhibirme tímidamente cuando dispongo de fuerza suficiente para actuar. Los jóvenes actuales desgraciadamente sólo compiten con los muñecos de la consola y esto no les sirve para suavizar la Timidez tan galopante que manifiestan.

Conformismo, Resignación. Nos ahorramos la lucha. Útil ante problemas irresolubles (luchas estériles).

Negativo para los problemas con solución de costo razonable. Por esta razonabilidad es importante el dictamen de la Inteligencia. Pensar en la fábula de la zorra y las uvas. Con el Conformismo se conserva la autoestima y suaviza la Frustración. El Conformismo pone fin a la acción, y por tanto es incompatible con la Ilusión, Esperanza o Fe. Elegir el camino de la

Ilusión o decidirnos por el Conformismo va a ser asunto de la inteligencia o razón. Si decidimos el camino de la Ilusión, debemos evocar pensamientos positivos que den ánimos. Si elegimos el Conformismo, sólo contemplaremos el lado negativo de la cuestión ("no están maduras").

Conocer, Descubrir, Aprender, Viajar. Resulta fácil de entender que mejoran nuestras posibilidades y enriquecen la vida. Como todas ellas son de desarrollo infinito, hay que poner límite porque pueden ocupar un tiempo que hay que robar a otras actividades o placeres ("en medio está la virtud"). El saber, nos dicen, no ocupa lugar. Se olvidan de advertirnos que tiempo, sí ocupa.

Hay aprendizajes útiles y otros innecesarios. No es necesario conocerlo todo en la vida. El deseo de viajar se hizo genético, porque los viajes siempre aportaban a nuestros antepasados novedades interesantes: unos materiales o productos especiales, conocimiento de otras culturas, parajes con más posibilidades de vida, ampliar en el espacio el conocimiento del entorno… El viaje sirve para descansar de la rutina (por razones obvias, mientras viajamos quedan en suspenso las ocupaciones diarias (excepto las tareas del móvil). Viajar es placentero y por tanto necesario, pero no es preciso hacerlo a lugares complicados "de ensueño". El único requisito es que el viaje se haga a lugares desconocidos para enriquecernos con nuevos conocimientos. Hay que saber viajar porque un viaje muy denso o muy prolongado puede resultar estresante. Como actualmente resultan costosos por complicados, los viajes son una buena excusa para dar lustre a nuestra imagen social, desvirtuando su finalidad genuina.

Consuelo: El organismo trata de aliviarnos el dolor de la pérdida o fracaso y la subsiguiente bajada de Autoestima, mediante el Consuelo, que no es otra cosa que resaltar los aspectos positivos que rodean el acontecimiento frustrante, casi siempre irreversible. Podríamos ilustrar este hecho en la frase tantas veces escuchada: "Al menos me queda el consuelo de…" La Religión desempeña un papel muy importante en esta emoción tan necesaria para nuestro equilibrio emocional.

Recordar aquello de "no estaría de Dios" o "estaría de Dios".

Culpabilidad o Arrepentimiento. Nos hace esta emoción tener mas cuidado en ocasiones venideras, e incluso corregir -si se puede- un camino mal tomado. Si la culpabilidad es por hacer daño a otra persona, se produce alivio al recibir castigo por ello. Si el damnificado no puede castigarnos porque ha fallecido, nuestro propio organismo nos lo hace pagar en forma de duelo. Es muy probable que quien más sufra la muerte de un familiar sea quien más culpable se sienta del trato en vida. La Culpabilidad parece contradecir el sentido egoísta del comportamiento humano: ¿Cómo puede castigarme mi organismo por algo injusto hecho a otra persona, pero en mi propio beneficio?. La respuesta es Sí, porque mi comportamiento injusto, lo normal y lógico es que provoque una reacción negativa de esa persona hacia mí. Esta emoción me previene del trato injusto a los demás porque al final mi conducta puede acarrearme problemas. El Arrepentimiento es un malestar que sirve para en veces sucesivas no actuar de esa manera errónea que me perjudica. Cuando el error es irreversible, y no voy a necesitar modificar mi conducta en adelante porque el caso es muy difícil que se vuelva a repetir, no tiene sentido martirizarse manoseando mucho el Arrepentimiento, y ayudarnos más bien del Consuelo. Las emociones deben servir para mejorar nuestra calidad de vida, no para fastidiarnos innecesariamente.

El Cinismo, o la Hipocresía, son una forma de aliviar el sentimiento doloroso de Culpa: Si doy limosnas con frecuencia, no sé por qué me acusan de ser un ladrón con mis trabajadores. Mi país fomenta el conflicto bélico en otra nación (siempre más débil) para que nos enriquezcamos con sus materias primas y apertura de mercados. Morirán miles de personas inocentes. Mientras tanto, el mundo entero se hace a la calle en protesta por la lapidación intolerable de una adúltera. Habría que salir a la calle en ambos casos. No sólo en uno. Estamos dejando a nuestros herederos, el planeta hecho un asco. Procuro tirar la botella en el contenedor de reciclaje, pero que nadie me hable de reducir mi consumo energético. Por falta de tiempo, me desentiendo de la educación de mi hijo, pero que nadie, ni siquiera el maestro, ose regañarle porque la liamos. Yo en defensa de mi hijo, mato.

Deseo de información (control del medio). La vida está llena de decisiones. Para poder tomar

las más adecuadas, es imprescindible conocer un número suficiente de datos acerca de las circunstancias que rodean las alternativas sobre las que vamos a decidir. Parte de la información la obtenemos nosotros mediante los sentidos o nuestras deducciones intelectuales. Hay otra información que nos viene elaborada por terceras personas, a veces distorsionada para que nuestra conducta beneficie sus propios intereses (manipulación). Esto ha venido ocurriendo así desde los tiempos más remotos. Pero antes, al no existir los medios de comunicación, los efectos negativos resultaban tolerables. Actualmente sufrimos una verdadera tromba de información pisándole los talones a nuestro dinero o a nuestro voto político, como galgos tras la liebre. Nos estamos acostumbrando a prescindir de nuestro propio criterio en la toma de decisiones, y entregarnos sin más molestias a los mensajes provenientes de los medios. "Han dicho en la tele…" Esto es sagrado. Nadie puede discrepar. La información se nos cuelan por el buzón, rompen nuestros paisajes y presiden nuestras mesas y dormitorios. Antes los medios se preocupaban de disipar cualquier duda sobre su independencia informativa. Decían ser simples "notarios de la realidad". Hoy son "formadores de opinión", y en esta línea, ya nadie se asombra de que tal diario o cadena televisiva, sirvan de eco y amplificador a tal o cuál tendencia política. Con ser de importancia lo expuesto, nada que ver con el problema de la publicidad comercial, que con armas cada vez más sofisticadas manejan nuestro subconsciente, llevándonos al Consumismo indiscriminado, y por este camino a la dependencia del dinero, del trabajo como único medio de conseguir ese dinero, y al final caída en el pozo de la falta de tiempo para lo real y genéticamente placentero de la vida. Tenemos la información pero con ella se nos cuela la información tendenciosa y manipuladora. Al final resulta que estamos desinformados y la Inseguridad preside nuestras decisiones, y ante la duda triunfa la emoción de Gregarismo: "Si todo el mundo sigue este camino, no hay de qué preocuparse; la vida es así y así hay que tomarla". Esto es un ejemplo de Conformismo y Resignación, a mi juicio improcedentes porque todo se puede cambiar con arreglo a la Inteligencia y no continuar con la obediencia a las emociones manipulativas.

La cada vez más potente información comercial plantea el problema de la excesiva diversificación de opciones, y la dolorosa toma de decisiones. Decía Ortega y Gasset que "lo terrible de la vida es tener que decidirse por algo". Claro. Cuando sólo tenemos una opción, a ella nos entregamos sin reservas. Cuando tenemos tres opciones, nos decidimos por una, pero con el rabillo del ojo seguiremos contemplando las otras dos opciones que pudimos elegir pero no lo hicimos. Otros las eligen. ¿seguro que no me habré equivocado en la elección? ¿Serán los otros más listos que yo? Estas consideraciones inhiben del total disfrute de mi elección, y me llevan a una Inseguridad dolorosa. La elección implica cerrar la puerta a otras opciones quizás interesantes también. Toda elección lleva implícita una renuncia más o menos dolorosa. No es cierto que más opciones sea índice de mayor bienestar, pero sí de más preocupaciones, y estas cierran la puerta al disfrute de los placeres.

Otra faceta ligada al Control del Medio, hace referencia a la continua aparición de nueva tecnología. Todo cambia, todo se modifica a velocidad cada vez mayor. Hemos cambiado la vieja enciclopedia, por el indispensable libro de instrucciones. Hemos cambiado la seguridad de la Experiencia, por nuestro nuevo título de eternos e inseguros aprendices. Lo más triste del caso es que los conocimientos que se acumularon a lo largo de muchos años de vida, apenas sirven hoy para nada, y eso es lo que podemos aportar a nuestros nietos. Con la edad, las neuronas ya no están para tanto aprendizaje. Necesitamos el asesoramiento de los jóvenes para muchas de las operaciones de nuestra vida (al revés de lo que demanda nuestra genética). Las satisfacciones que nos quedan tras la jubilación son muy escasas, por muchos cursillos de pintura que nos propongan y mucho taichí que practiquemos.

Nada que ver con aquellas culturas menos desarrolladas donde el 90% de la vida se cimenta sobre los eternos pilares de la Naturaleza y la Genética. Estilos de vida ancestrales. Los mayores son dueños de la Experiencia y la seguridad, y hasta el final de sus vidas pueden impartir alguna clase a su descendencia. Se sienten útiles. Un abuelo no debe vivir únicamente para hacerse cargo de los nietos, en lugar de los padres y pagar la cuenta del restaurante.

No podemos pasar por alto el exceso de información a que estamos sometidos. Un porcentaje muy elevado de la información que recibimos de los medios, en nada afecta a nuestro entorno vital, y sin embargo nos ocupa un tiempo que tenemos que quitarlo a los asuntos de nuestra vida que verdaderamente nos interesan. Diariamente nos obligan a repasar folletos publicitarios, y tenemos que hacerlo porque ¿y si publicitan algo interesante? ¿y si la vecina sí lo leyó y aprovechó la oferta, y quedamos de pardillos? Hay que leerlos. Para qué hablar de las telefónicas: diariamente, y durante el almuerzo (es la mejor hora para pillarnos en casa) recibimos la dichosa oferta que supera la que nos dieron ayer; nada que ver con la que recibiremos mañana; misma hora, mismo lugar. El que conecte las noticias televisivas para estar informado, ya sabe el menú: Los talibanes siguen ganando terreno, el representante del partido conservador de Arkansas pierde las elecciones, en Libia continúan los alborotos callejeros, y en Moscú han registrado hoy una temperatura de 3 bajo cero. En Zaragoza un loco se tira por la ventana, y en Tolosa colisión de turismos con un saldo de 4 muertos (grabación detallada y muy valiosa de los restos aún calientes, ya que fuimos los primeros en llegar al lugar de los hechos). Hora de emisión, la de siempre: almuerzo o cena. Toda esta información que consume nuestro tiempo, en nada afecta a nuestro entorno, a nuestra vida.

Hablar del Cotilleo: Antiguamente en el pueblo se cotilleaba. A veces éramos víctimas de una información injusta y tendenciosa y deformada. Esto era un problema. Si bien decir que los falsos informadores, eran conocidos de todos y su credibilidad merecía una baja consideración. Este inconveniente, se veía superado con creces por el cotilleo positivo e informador. En el grupo social toda nuestra vida está interrelacionada con los demás y en todos los ámbitos; en consecuencia es justo conocer "con quién nos la estamos jugando". Es injusto que yo oculte, camufle o disimule mi lado negativo, porque esto será motivo de sorpresas perjudiciales para los demás, "cada palo que aguante su vela". El cotilleo positivo colocaba a cada uno en su sitio porque no sólo conocíamos los defectos de los otros, sino también sus virtudes. Así nuestras relaciones interpersonales estaban casi exentas de la dicha sorpresa. Como globalmente el cotilleo resultaba beneficioso al grupo, fue a lo largo de milenios haciéndose genético. Lo que quiere decir que en nuestra sociedad actual, basada mayoritariamente en las grandes urbes donde somos todos desconocidos unos para otros, resulta imposible ejercer el cotilleo. La genética nos descubre esa Carencia de información interpersonal, y nos empuja, sin resultado, como es lógico. Algún avispado se percató de esta carencia (la sociedad de consumo se nutre de la detección de carencias) y gracias a ello, todos los jueves, los martes, o no sé cuándo, aparece en nuestra pantalla un programa que explota de forma sucedánea nuestras necesidades de meternos en casa de los demás. Todo el mundo siente esta necesidad emocional; nadie quiere reconocerlo públicamente, aunque los índices de audiencia televisiva certifican todo lo contrario.

Al hablar de cotilleo podemos hablar del "derecho a la intimidad", que me permite poder engañar a los demás mostrando únicamente lo que me embellece y ocultando lo que me afea. La intimidad está reñida con la transparencia socialmente deseable por el grupo. Todas nuestras virtudes y nuestro defectos son humanos y por consiguiente ninguno de ellos debería de avergonzarnos. Nadie tiene derecho a engañar a los demás. Hemos obligado a los políticos a que nos abran el escaparate de sus ingresos, y eso debería de servir de ejemplo en nuestras vidas. Si las cámaras de TV se cuelan en mi casa y aparece toda la porquería que tengo acumulada, los denuncio. Si algún famoso o personaje ilustre viene a almorzar conmigo, les abro de par en par las puertas a los reporteros. El derecho a la intimidad favorece el interés particular del individuo en detrimento del derecho de información del resto del grupo, y esto no resulta socialmente aceptable, pero como la intimidad es la mejor salvaguarda de nuestra imagen y prestigio, derogar el derecho a la misma supondría un grave varapalo para una sociedad montada en un consumismo no de necesidad sino de imagen externa.

edu.redResumiendo: ocultar mis miserias me resulta muy gratificante, pero desconocer la realidad del resto del grupo (que también tienen derecho a ocultar las suyas), me causa graves problemas existenciales en la apreciación de si mi vida va o no por el mejor camino. Me crea dudas inquietantes y metas excesivamente altas (mejor que me sobre que no que me falte).

Necesitamos conocer la vida de los demás como referente para conducir la nuestra. La dichosa independencia moderna nos lo pone difícil.

Deseo de Justicia. Indignación. El sentimiento de justicia está muy arraigado en la persona. Se remonta al nacimiento de la vida en grupo. Nos gusta ser jueces de nuestros conflictos, y dar también nuestra opinión en los ajenos. El concepto de justicia es maravilloso. Lo problemático es que lo que yo considero "justo" (mi justicia), no coincida con lo que la otra parte afectada considere como tal. La formación y la educación en valores es el único arma para unificar criterios entre las dos partes.

Cuando el individuo se siente injustamente tratado por los demás, reacciona con medidas de fuerza (del tipo que sea) para que vuelva a restablecerse la justicia. Suele suceder que la otra parte no considera esa injusticia, y entonces aquellas medidas de fuerza se convierten para el otro en abusivas (injustas) y ya tenemos la pescadilla que se muerde la cola.

Lo que está claro es que la injusticia genera violencia. Cuando se trata de resolver un problema social de violencia, no podemos quedarnos en la anécdota de los hechos. Hay que profundizar en el problema porque pueden darse dos casos: 1º Que el violento sea objetivamente víctima de injusticia, con lo que tiene derecho a que cese la injusticia (es imprescindible escuchar su opinión, y la sociedad tiene también derecho a conocer los motivos que el violento considera injustos). 2º Que el violento se considere tratado injustamente de forma subjetiva, y en este caso, el violento debe ser también escuchado y persuadido por profesionales independientes de que sus pretensiones son injustas y debe desistir en su actitud violenta. En cualquiera de los dos casos se restablecería la justicia y desaparecería la violencia. Intentar que el violento deponga su actitud únicamente por la fuerza coercitiva del castigo, supone un atropello emocional. Las Administraciones no pueden permitir que personas sigan matando a personas y muchas veces suicidándose ellos mismos en un holocausto que podría reconducirse a niveles mucho menos sangrientos.

Una legislación alegre y electoralista, puede desequilibrar y por tanto crear injusticia generadora de violencia en el equipo familiar, cuyo funcionamiento se ha ido equilibrando por la Naturaleza a lo largo de miles de siglos. ¿Quién se atrevería a mejorar el funcionamiento de un ojo, del corazón o del sistema respiratorio? No podemos creernos más listos que la Naturaleza.

Deseo de trascendencia ("inmortalizar mi memoria gracias a mi legado" un hijo, un libro, un árbol).

Para los humanos es dolorosa la idea de abandonar el mundo sin dejar huella.

Dignidad. Acatamiento sin rebelión de los males que sobrevienen ("lleva con mucha Dignidad su enfermedad", "lleva con mucha Dignidad su pobreza". Entendemos que la persona no crea problemas a su entorno y eso es valorable por ese entorno). También puede significar Orgullo ("mi dignidad no me permite aceptar esas condiciones"). Si aceptara, los conocedores del hecho podrían aplicarme un calificativo, según los casos, que empañara mi imagen: tonto, chaquetero, cabrón, débil, cobarde, pelotas… ) Esto afectaría gravemente a mi puesto en la Jerarquía de grupo. Valor social de la Dignidad u Orgullo: ninguno. En la sociedad el término Dignidad debería perder más fuerza positiva de la que tiene. No se debería utilizar el término indigno para ningún comportamiento humano que no perjudique a los demás.

Discriminación (no estar entre los elegidos. Estar alejado de la elite). Es un sentimiento doloroso por no ser reconocido por el grupo. Es como un certificado de minusvalía. En el Paleolítico, la discriminación era gravísima porque te veías con un pie fuera del grupo, y del aislamiento a la muerte sólo había un paso.

Cuando un conocido pasa y no nos saluda, sentimos un gran malestar. Todo lo contrario ocurre cuando estrechamos la mano de un personaje importante, o este personaje nos saluda al cruzarnos con él. Nada, o muy poco, nos va a aportar el saludo ni el apretón de manos. Para nuestros antepasados sí era importante y por ello esta emoción llega a nosotros vía genética.

Como actualmente se depende muy poco del grupo (dependemos de las leyes y normas), es una emoción a controlar para que no nos haga daño innecesario: Aunque me marginen, no sentirme marginado, que no pasa nada. Mi vida va a continuar igual.

Distracción. Libera del Aburrimiento mediante dos emociones: La Competitividad (deportes, concursos) y el Deseo de información o control del medio (charla, coloquios, cuentos, películas, lectura, pasatiempos, observación natural…) De todo lo enumerado se sacan aprendizajes. "Aprendiendo", es decir, haciendo algo beneficioso, no salta la alarma dolorosa del tiempo perdido o Aburrimiento. Así puede prolongarse excesivamente la Distracción, con el consiguiente empobrecimiento de otras áreas de nuestra vida. La distracción no es mala, el exceso sí. La tele puede en algún caso muy concreto no ser mala, lo malo, entre otros muchos inconvenientes, son las horas diarias que quemamos para muy poco.

Primero la acción. Después la distracción.

Dolor físico. Es una alerta automática ante un peligro que puede ser pequeño o puede ser muy grave. Por esa urgencia la respuesta no precisa ser controlada por la inteligencia (lenta).

Emoción, "estoy emocionado"Bienestar muy agradable ante la perspectiva de que el pobre, indefenso, maltratado…, encuentra de repente una ayuda, quizás definitiva, de alguien poderoso, que a veces puede ser Dios. Cuando todo parece perdido, salimos repentinamente del túnel. También nos emociona alguien presuntamente malo al que en un momento se nos descubre inesperadamente con unos valores sociales de amor al prójimo. La emoción es muy utilizada en las películas y novelas (cuando más a merced del "malo" está el "bueno", surge un incidente que hace cambiar el rumbo del enfrentamiento) . Siento bienestar porque si yo me viera en el futuro en una situación semejante, estoy seguro que también sería auxiliado y saldría airoso.

Las subsiguientes lágrimas suponen un reconocimiento, o súplica humilde y reverente ante esa persona o Ser Poderoso que ha hecho posible lo inesperado. El triunfo de la Justicia suele ser muy emocionante, por los motivos ya apuntados.

A veces utilizamos la palabra emoción para referirnos a ese punto de la trama de una película en el que vemos peligrar el desenlace que a nosotros nos gustaría. Es un dolor (Preocupación) provisional que revalorizará la alegría del desenlace feliz.

Enseñar, informar, Opinar, Orientar. Son valores sociales dirigidos a ayudar al prójimo. Al ser valores sociales aumentan la Autoestima. Nos encanta ejercerlos. Unas veces enseñamos y opinamos, y otras somos informados, enseñados, y oímos la opinión de otros. Esto es fundamental en todas las sociedades, incluidas las del reino animal, aunque de forma más rudimentaria y sencilla.

Envidia ( malestar ante los logros exitosos de la persona envidiada). La persona envidiada, con su éxito, amenaza subir en la Jerarquía más alto que yo. La envidia enciende el odio, que buscará satisfacción en el daño al envidiado. Este daño que infligimos al otro, pretende estropear y anular el éxito envidiado, devolviendo al individuo a su puesto anterior en la Jerarquía. A más

proximidad en la Jerarquía competitiva, más fuerte la envidia (para el ciudadano medio, la envidia a los muy altos o muy bajos es casi nula, ya que no compite con ellos).

Para nuestros antepasados, para los que la Jerarquía podía ser motivo de vida o muerte, la Envidia resultaba un arma imprescindible; por eso se hizo genética, y así llega a todos nosotros, pero en nuestro tiempo, de manera innecesaria y dolorosa, ya que las Leyes actuales impiden materializar el daño que daría satisfacción a la Envidia.

Como actualmente la envidia resulta inútil, la persona que pretenda ser feliz no puede entregarse a esta emoción, sino más bien maniatarla utilizando la emoción contraria al Odio (Compasión, Caridad, Lástima).

Fr. Luis de León nos proponía vivir la vida "ni envidiados ni envidiosos" (el envidioso sufre el dolor de la envidia y el envidiado no alcanza los beneficios de la Compasión (es odiado). Hay personas que rechazan la Compasión; no quieren que se les tenga lástima, ya que ello supondría como una especie de certificado de que no son envidiadas, y ellas desean todo lo contrario).

El sentido de la Imagen personal externa, tan desarrollado en las sociedades más avanzadas, es el caldo de cultivo ideal para el crecimiento de la Envidia. En los países conocidos como tercermundistas, para salir adelante, es muy necesaria la cooperación y ayuda entre los individuos, florecen los valores humanos, y resulta un lujo peligroso alimentar sentimientos de Envidia.

La Envidia es el principal motor del desarrollo.

Felicidad (Alegría) Es el refuerzo placentero y temporal que nuestro organismo nos concede al conseguir algo deseable, o bien al no materializarse lo temido.

Es un Refuerzo: Nos anima a repetir esa conducta en ocasiones sucesivas. Es Temporal puesto que se trata de una excitación orgánica, que debe ir seguida de un descanso (la Felicidad continua sería fisiológicamente rechazada por nuestro organismo. La Felicidad continua es una utopía). Nuestros antepasados, para los que el puesto jerárquico marcaba la diferencia entre la vida y muerte, debían cultivar continuamente sus valores sociales (no existían los valores actuales relacionados con la imagen externa). La felicidad continua supondría para ellos la no necesidad de luchar por esos valores y terminar pereciendo a corto plazo por bajada en el nivel jerárquico. Es lo que nosotros conocemos por "dormirse en los laureles." El refuerzo nos lo concede nuestro propio organismo (la felicidad no se encuentra absolutamente en las cosas externas, sino en éstas + el condicionamiento personal interno (el langostino sólo resultará agradable si yo tengo hambre).Utilizando la inteligencia como herramienta podemos conducir nuestras emociones para alcanzar felicidad a pesar de un exterior adverso. Conseguir algo presuntamente positivo. Conseguir supone un proceso que partiendo de un "no tener" nos lleva al "tener". Cuando "tenemos" algo, ya no podemos hablar de "conseguirlo" y por tanto no puede seguir generándonos Felicidad indefinidamente. En nuestra experiencia todos sabemos que mientras recorremos con Ilusión el camino para llegar a algo interesante sentimos bienestar, pero al poco de conseguirlo desaparece aquella fuente de felicidad. Un ejemplo puede aclarárnoslo: "No sabemos lo que es la salud hasta que la perdemos". Mientras tenemos salud, no por ello sentimos felicidad. Nadie va por la calle pensando "qué feliz soy que no tengo enfermedades". Después perdemos la salud y nos sentimos desdichados. Al conseguir nuevamente la salud, volvemos a sentirnos felices durante un corto espacio de tiempo, hasta que nos olvidamos y volvemos a sentirnos igual que antes de que ocurriera la enfermedad.

Nuestro buen estado de salud no vuelve a producirnos felicidad hasta que no se inicie un nuevo ciclo de enfermedad. Sólo se disfruta lo que se consigue; no lo que se tiene. ¿Por qué no se disfruta lo que se tiene? Imaginemos una persona que consigue aprobar unas oposiciones (confiesa que es el día más feliz de su vida). Mañana, pasado mañana y en días sucesivos indefinidos, podemos decir que tiene aprobada la oposición. Como la oposición continúa aprobada, la felicidad debería continuar como el primer día. Sin embargo esto no sucede porque si así fuera, la felicidad le haría vivir como en una nube de bienestar y se olvidaría y

despreocuparía del resto de actividades vitales ("dormido en los laureles"), llegando a un empobrecimiento vital. La Naturaleza, una vez más, nos da muestras de su sabiduría.

Frustración, Desilusión: Se produce cuando la Ilusión no consigue llegar a la meta. No se cumplen las expectativas que abrigábamos. Según la importancia y duración de la Ilusión, así será la intensidad de la Frustración. El malestar de la Frustración podría parecer innecesario porque no nos va a servir para conseguir nada, sin embargo el malestar sirve para que en el futuro no nos entreguemos inocentemente a cualquier ilusión que no tenga visos de llegar a buen fin. No podemos permitirnos gastos inútiles de tiempo y energía para nada.

Si una persona se aferra durante mucho tiempo a una intensa y única ilusión, de manera que toda su vida gira en torno a ella, un desenlace frustrante supone que su vida ha perdido sentido. A poco que le ayudemos con otra pequeña desgracia, la Depresión está asegurada.

Sigamos el ejemplo de los inversores: diversificar riesgos; no nos lo juguemos todo a una carta. Cimentemos nuestra vida sobre varias ilusiones. Si falla una, siempre nos quedarán las demás para pasar el trago sin graves desequilibrios emocionales.

Generosidad, ligada a la Caridad y al Amor. Facilidad de desprendimiento de lo propio. Es contraria a la Avaricia. Es una virtud muy edificante. Lo que perdemos por un lado, lo ganamos con creces en bienestar.

En la sociedad de la Imagen, desgraciadamente, practicar la Generosidad con el competidor no resulta inteligente, y no se hace. "Al enemigo, ni agua". De pena.

Gregarismo. Pertenencia a grupo o "rebaño". El rebaño piensa por mi. No necesito molestarme en pensar. El rebaño es muy grande y no pueden estar todos equivocados. Tranquilo, que siguiéndolo, es seguro que estoy en el buen camino. Coincidir con el grupo era señal de acierto. Además el grupo defiende a cada uno de sus componentes en caso de necesidad. Todo el que se aventuraba a salir del grupo, tenía a corto plazo pocas posibilidades de supervivencia. Esta emoción era fundamental para el hombre del Paleolítico, y por consiguiente quedó de forma indeleble impresa en nuestros genes, de manera que hoy hablamos del Hombre como "ser sociable". En la sociedad del progreso, esta emoción causa estragos y fija nuestra conducta al son de los medios de comunicación y publicidad, verdaderos conductores y referentes de nuestras decisiones. No conocemos la opinión ni la vida de las gentes de nuestro pueblo o barrio; aceptamos sin el menor debate o crítica (una de las ventajas del rebaño era, como vimos, no tener que pensar) lo que se descuelga por la antena del moderno "caballo de Troya". Nuestra vida no la decide, como antes, el sentido común experimentado; la decide un señor que tiene mucho dinero y que va a seguir acrecentándolo a costa nuestra. Ese señor debe divertirse muchísimo al comprobar lo fácil que resulta mover los hilos de la marioneta, y lo obediente que ésta resulta. Nuestra Estrella Polar ya no es el grupo, sino lo que aquel señor dice que hace el grupo. En la "caja tonta" el dinero es quien toma la palabra. Cualquier anuncio publicitario podría ilustrarlo, pero el más evidente es el que se dirige al espectador en estos términos: " Muchos ya hemos adquirido este producto ¿ Vd. no lo ha hecho aún? ¿Qué espera? Únase a nosotros." Sin esta emoción, la publicidad y el consumismo no tendrían nada que hacer; pero para nuestra desgracia, es una de las emociones más arraigadas e implacables, por lo útil que fue en nuestros orígenes.

La Emoción es soberana por encima de la inteligencia, y quiere esto decir que por muchos razonamientos que ilustren los acontecimientos, si la mayoría de las personas siguen un determinado camino, será muy difícil elegir otro distinto. Se puede hacer, pero el Gregarismo no cesará de mandarnos malestar en forma de Inseguridad, hasta que encontremos una excusa "razonable" para unirnos al grupo y tranquilizarnos a partir de ese momento.

Gula. Nuestros antepasados no disponían de almacenes alimentarios (eran nómadas). En consecuencia cuando disponían de alimento suficiente debían comer en exceso y acumular grasa porque no

sabían si mañana habría algo que llevarse a la boca. "El mandamiento del pobre: reventar antes que sobre".

Hambre: Emoción vital automática. El hambre es el mejor ingrediente de la buena receta. Si no nos hemos procurado un poquito de hambre, por mucho diseño que apliquemos al plato, el placer resultará pobre. Estamos diseñados para superar episodios de hambre y mezclarlos con momentos de placer gástrico intenso (supongo que a muchos de los que practican el Ramadán, esto no les resultará extraño). La excesiva falta de alimentos no es buena; la abundancia continua, tampoco. Cuando vemos una persona anoréxica, comprobamos la resistencia humana a la falta de alimentos. Antes que se produzca la muerte por inanición, se produce un enflaquecimiento fuera de lo normal. Todos hemos visto fotos grupales tomadas en los campos de concentración nazis, y aún estaban vivos.

Humildad (contrario de Soberbia u Orgullo). Yo creo que esta emoción la hemos inventado y en realidad sólo existe en el diccionario. Sería antinatural. Contradiría las leyes de la Jerarquía. Detrás de la humildad puede esconderse la Timidez. También puede esconder un deseo de que nos la valoren positivamente, como de hecho así ocurre con frecuencia. Nadie puede sentir placer en esconder sus valores a no ser por causa justificada ("en conventos y hermandades no muestres habilidades"). El "humilde" sabe que al final se harán públicos sus valores y se revalorizarán. El personaje importante o famoso que se nos manifiesta con actitudes humildes, actúa con sensatez porque la sociedad lo valorará positivamente y se pondrá de su parte (la sociedad disfruta del aporte que nos ofrece el personaje, y no se siente herida por posturas orgullosas). A todos nos gusta que se reconozcan nuestros méritos.

Humillación, Insulto. Minusvaloración despectiva sobre nuestra persona. Si se hacen en privado pierden casi toda su fuerza. El daño aumenta cuando se hacen en presencia del grupo, porque entonces tememos que afecten nuestra reputación y baje nuestro puesto Jerárquico. La valoración que se dé a la Humillación es cosa personal. Hay quien se sentirá excesivamente dolido y pobre, y hay quien considerará que el grupo puede opinar a favor del humillado y descalificar la conducta injusta del humillante. Debemos controlar las emociones dolorosas -esta es una de ellas-, y no servirnos al plato más de lo necesario. La Humillación nos herirá tanto como nosotros queramos. Seamos listos. Inmunicémonos.

Hurtar, engañar o mentir, hallar objetos ( obtención fácil de beneficios, o eludir obligaciones). Hurtar es apoderarse ilícitamente de los bienes ajenos. Esto casi siempre dio al individuo buenos resultados y por tanto se hizo genético. Con frecuencia, el hurto no era más que una justa redistribución (a veces vital) de los recursos. La vida está llena de hurtos legalizados por el ordenamiento jurídico. Nos encanta hurtar legalmente. No importa el daño que hacemos. Lo importante es que el hurto esté dentro de la "legalidad" y no nos puedan sancionar por ello. El empresario que no paga lo debido a sus operarios. El usurero. El gobierno que aumenta los impuestos más de lo justo. El comerciante que abusa de los precios aprovechando la escasez. El profesional que cobra por su trabajo más de lo justo. El ciudadano que aprovechándose de la necesidad de otro, pone un precio abusivo a su mercancía. El trabajador que escatima su trabajo y exige que le paguen más de lo que produce.

No nos planteamos actualmente los hurtos ilegales por el peligro de ser descubiertos y que nos apliquen el terrible calificativo de "ladrón". Esto afectaría gravemente a nuestra Imagen.

Desde luego está claro –como hemos visto sobre los hurtos legalizados- que nos importa un bledo sisar al prójimo sus legítimos bienes, siempre que no nos produzca efectos secundarios.

Ilusión, Motivación, Esperanza o Fe, emoción contraria al Temor (la Ilusión desea que se produzca lo bueno; el Temor desea que no se produzca lo malo). Da fuerza para superar una carencia conocida. Es básica para el progreso. La ilusión, ya mientras dura, resulta placentera en sí

misma, sin perjuicio de intensificarse brevemente el placer o felicidad al alcanzar la meta. A poco de llegar a la meta, el organismo nos retira el placer de la ilusión para que no nos durmamos en los laureles y sigamos enriqueciendo nuestra vida en otros campos. Debido a la larga duración en el tiempo que transcurre antes de llegar a la meta, influye grandemente en la felicidad general del individuo. La meta que persigue la ilusión debe ser asequible a nuestras posibilidades y no utópica. De lo contrario resultaría negativa desembocando en Frustración, siendo el grado de ésta proporcional a la intensidad y duración de la Ilusión. Si la Inteligencia dictamina que la meta es casi inalcanzable, disminuye la fuerza de la Ilusión hasta el punto de desistir. El trabajo que desarrollamos para alcanzar la meta es muy llevadero y agradable. Aquí podríamos advocar aquella frase: "Fue bonito mientras duró". Lo importante no es la meta sino el camino que recorremos para llegar a ella. La meta marca el final de la Ilusión. Desde pequeños deberían habituarnos a cultivar pequeñas y múltiples ilusiones, y a la vez endurecernos en la Frustración de las no conseguidas. Las sociedades pobres tienen campo abierto a la ilusión. En las más desarrolladas, la Ilusión es un bien que resulta escaso y a veces cimentado sobre conductas antisociales inconfesables y a la postre dolorosas.

Fases de la Ilusión: Nos llega el conocimiento de algo deseable y se produce inmediatamente el malestar de Carencia ("no tengo"). Pronto aparece la Ilusión ("podría tener"). La Ilusión moviliza nuestra conducta hacia el bien deseable. La Ilusión nos produce Felicidad moderada durante todo el tiempo que tardamos en "conseguir". Llegado ese momento, alcanzamos un pico alto de Felicidad, muy breve. A partir de ahora, ya "tenemos", y nuestro organismo nos corta el suministro de Felicidad para que desarrollemos nuevas inquietudes y no nos "durmamos en los laureles".

Imagen o Prestigio (pertenecer a una elite jerárquica. Tener más méritos. Saber más que otros. Ser más hábiles, inteligentes…). No es necesario ser; basta con parecer.

Esta emoción, vital para nuestros antepasados (ellos sólo computaban los valores personales útiles al grupo) llega a nosotros vía genética, como no podía ser de otra forma, y en el caldo de cultivo que supone ocupar el piso de arriba de la conocida pirámide de Maslow, adquiere en nuestra vida un protagonismo tan absurdo como desmesurado que, lejos de contribuir a nuestra felicidad, nos instala en la eterna competición y descontento. Es como una carrera que al llegar a la meta, nos informan que no, que la meta está un poco más adelante y hay que seguir corriendo. Colgarse el dorsal para esa carrera parece poco inteligente. Sin embargo todo el mundo corre, y si decides no hacerlo, quedas aislado en una Discriminación desagradable. Sin duda alguna, nuestros hábitos de vida serán motivo de hilaridad para generaciones venideras, si al final la Inteligencia impone la cordura mediante el conocimiento y control emocional.

Independencia sostenible: Cuando los hombres eran totalmente dependientes unos de otros, hablar de Independencia era un lujo sostenible y al alcance de pocos. Actualmente gracias al progreso y la protección que suponen las Leyes, todo el mundo puede permitirse aquel lujo. Aquí nace el problema: Yo soy independiente (en hora buena) pero los demás ciudadanos también lo son. Y el ejercicio de esa Independencia nos lleva a perder, por incompatibilidad, todos los bienestares que antes sentíamos por ser sociables o dependientes. Hemos dado un paso atrás. Como exponente de lo mucho que nos estamos perdiendo, aparece la temible Soledad, desconocida en pueblos menos desarrollados, en los que los individuos son más interdependientes.

Concluyendo: mi Independencia me beneficia un poco, pero la de los demás me perjudica en mayor medida. Deberían adoptarse estrategias sociales que no alimentaran la Independencia, pero esto en la sociedad de la Imagen personal competitiva sería una utopía. Nadaríamos contra corriente.

Si decimos que el hombre es un ser sociable, hablar de Independencia y aislamiento resulta incongruente; sin embargo la sociedad del bienestar es eso lo que nos vende. Los lazos sociales, incluso familiares, están muy deteriorados. El listón de la Independencia deberíamos

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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