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Mujer y medios de comunicación: la necesaria cultura de igualdad (página 2)


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El movimiento gestado propiamente en torno a la mujer y los medios de comunicación, tuvo como antecedente la Plataforma de Acción establecida a partir de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing en 1995. En dicha actividad se evidenciaron algunos problemas graves de las mujeres como la imagen estereotipada que difunden los medios, el aumento significativo de las imágenes que perpetúan la violencia contra las mujeres y la falta de acceso de éstas lo que viola no sólo su derecho a la expresión sino también a la toma de decisiones en y a través de los medios[ix]. Como menciona la agencia mexicana de noticias Notimex[x], la mujer debe ser no sólo receptora sino también protagonista de la información.

Además de estos problemas, durante la Conferencia de Beijing, las Naciones Unidas, a través de su Departamento de Información Pública, pronunció también su preocupación sobre la constante proyección de imágenes negativas y degradantes de la mujer, así como su desigualdad en el acceso a la tecnología de la información[xi]. También destacó la necesidad de que las mujeres intervinieran en la adopción de decisiones que afectaran al desarrollo de las nuevas tecnologías, a fin de participar plenamente en su expansión y en el control de su influencia.

La Plataforma de Acción de Beijing tuvo como objetivo el alentar a los medios de comunicación a que examinaran las consecuencias de los estereotipos sexistas, incluidos aquellos que se perpetúan en los anuncios publicitarios que promueven la violencia y las desigualdades de género, […] y a que adoptaran medidas para eliminar esas imágenes negativas con miras a promover una sociedad no violenta. El voyeurismo de la mirada masculina no puede buscar coartadas en la libertad [y el derecho] de expresión cuando la representación de las mujeres como objeto sexual conduce a su cosificación y, así, a su victimización[xii] (López, Pilar. 2002).

Para fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de la mujer en los medios de difusión, la Conferencia recomendó realizar la aplicación de una estrategia de información, educación y comunicación que incluyera el monitoreo de medios de comunicación. Iniciado en la década de los noventa, este monitoreo  permitió evidenciar la manera en que se muestra a las mujeres y a los hombres en los medios de comunicación, revelando que los medios insisten en mantener a la mujer en el ámbito privado, doméstico o familiar a través de los temas de hogar, moda, cocina y belleza (Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005).

El Instituto Nacional de las Mujeres de México reveló también que los resultados del monitoreo concluyeron que las mujeres no son presentadas como personas individuales sino en roles considerados tradicionales como el de esposas, hijas o madres, frente a la imagen mucho más autónoma del varón. Esta representación reproduce entonces los estereotipos de lo que la sociedad supone como "lo femenino y lo masculino" en imágenes que son sexistas y que contribuyen a las inequidades entre hombres y mujeres afirma el Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer en su informe del 2005.

En 1996[1], la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas abundó en las recomendaciones formuladas en Beijing y propuso a los Estados, a la comunidad internacional y a la sociedad civil que adoptaran nuevas medidas a este respecto e incluso que se incorporara una perspectiva de género en todas las políticas y programas pertinentes para sensibilizar acerca de la función de los medios de comunicación en la promoción de imágenes no estereotipadas de la mujer y el hombre y crear un entorno propicio para la medios de comunicación de la mujer.

El mismo Instituto afirma que si bien en los últimos 30 años la presencia femenina en los medios de comunicación ha crecido notablemente, ello no ha significado un cambio fundamental en el contenido y enfoque de la información que se transmite, lo cual no ha impedido que las mujeres hayan optado por tácticas alternativas para participar de manera activa dentro y desde los medios de comunicación; entre ellas, destaca la creación de medios de comunicación alternativos de mujeres, en donde las nuevas tecnologías de información juegan un papel relevante. Los espacios generados por esos medios alternativos, muchas veces establecidos como redes nacionales o internacionales, han permitido visibilizar la realidad de las mujeres y evidenciar sus necesidades (Mahoney, 2005)[xiii].El Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas (2000) también concuerda con que desde la celebración de la Conferencia de Beijing la mujer se matricula cada vez más en las carreras de periodista, corresponsal y locutoras de radio y televisión.

Según el Instituto Nacional de las Mujeres de México, ha sido en la última década que organizaciones de mujeres de diversas partes del mundo, así como de agencias internacionales, han puesto el tema en la mesa con el propósito de promover el desarrollo de imágenes y mensajes que den cuenta de la diversidad en la vida de las mujeres y el derecho de visibilizar su contribución a la sociedad, dentro de la prensa, los medios visuales, sonoros y electrónicos. Para lograrlo, se ha planteado la necesidad de contar con la igualdad de los sexos en la gestión y dirección de los medios de comunicación, así como en la construcción de los contenidos.

En América Latina se realizó un esfuerzo especial para la creación del 14 de septiembre como Día Latinoamericano de la Imagen de la Mujer en los Medios de Comunicación. Dicha idea fue una iniciativa de un grupo de periodistas y comunicadoras que participó en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en noviembre de 1990, en la localidad de San Bernardo, Argentina[2].

A pesar de los esfuerzos en diversas partes del mundo por dar voz a las mujeres, al hacer un balance de los avances en torno a la equidad de género en los medios de comunicación, estos no son suficientes para alcanzar el derecho a la igualdad. En el año 2000, las Naciones Unidas promovieron una revisión sobre las recomendaciones de Beijing y concluyeron que existen pocos avances respecto de las representaciones de la mujer en la publicidad y en las noticias, además de que eran todavía pocas las mujeres periodistas que ocupaban puestos de toma de decisiones dentro de los medios (Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005). Respecto a la publicidad Juan Carlos Suárez afirma que lo que miramos en la publicidad no es sino una mirada masculina sobre la identidad femenina.

La importancia social de los medios de comunicación en un mundo globalizado

Los medios de comunicación son un instrumento eficaz a través del cual las personas se informan, conforman sus creencias y forman su opinión. Juegan un papel importante en la formación de la individualidad, las ideas sobre las demás personas, y del lugar que se ocupa en el mundo (López, Pilar. 2002).

Además los medios constituyen una institución mediadora entre los hechos y lo que se dice sobre ellos. Nos ofrecen elementos a través de los cuales constituimos nuestras propias percepciones; nos brindan modelos, normalizan pautas de comportamiento, otorgan estatus a personas e instituciones y legitiman el orden social (Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005).

Como afirma Sandra Lovera[xiv] del Centro mexicano de investigación de la mujer, los medios de comunicación predominantes -de la prensa escrita al Internet– constituyen un instrumento para propagar el paradigma de desarrollo predominante: el del poder. Son una herramienta para fortalecer tanto el estado actual de cosas y la estructura (controlada desde las cúpulas decisorias) como un instrumento para aumentar las disparidades y convertir a los pueblos en consumidores de bienes e ideologías. La página web de Mujeres Hoy: el portal de las latinoamericanas[xv] destaca que los medios de comunicación no son herramientas: son espacios de lucha por el poder simbólico. Dentro de ellos -en un lugar cada vez más difícil de delimitar- se teje una enmarañada negociación que después se traduce en eso que se presenta como "las noticias del día`.

Un desafío para los medios de comunicación es el de la globalización, ligada directamente con la globalización de la economía, de los bienes culturales, simbólicos y de la ideología (Lovera, México). Esta globalización ha obligado a una creciente apertura mediática para grandes agencias internacionales como CNN, BBC y otras, que hacen circular un mismo mensaje en los cinco continentes (Lovera, México). 

La globalización se ha materializado en tendencias visibles: centralización y monopolización, control de las tecnologías y creación de productos culturales globalizados. De ahí que la globalización también implica que el patriarcado se fortalezca y se arraigue profundamente en todas nuestras sociedades, lo que nos incluye como género (Lovera, México).

A este respecto coincide el informe Women In Action[xvi] del 2000, el cual consistió en una revisión de medios de comunicación en seguimiento a los acuerdos de Beijing realizado por una serie personas y grupos de mujeres- entre ellas la Agencia Latinoamericana de Información- de Asia, América Latina y la región Europea de la ONU. Dicho informe reveló preocupa seriamente el efecto que provoca la tendencia de la globalización a que las culturas y las sociedades sean homogéneas, cuyo resultado puede impedir que se reflejen adecuadamente la diversidad de etnias, clases, castas y estilos de vida. Las grandes corporaciones transnacionales ahogan a las empresas nacionales. En este sentido hay aún menos espacio para los medios más pequeños, indígenas, y para las mujeres que trabajan en los medios y las productoras de programación que encuentran difícil mantener el control editorial o de producción que tenían, aunque fuera en una escala limitada, en los medios tradicionales y alternativos. La legislación y cuestiones de jurisdicción son temas problemáticos mencionados también en el informe dado el carácter cada vez más transnacional de los medios.

La mujer en los medios de comunicación: construcción de género

La categoría de género es fundamental en la interpretación de las condiciones desiguales de la mujer en la sociedad, y también proporciona elementos para comprender el porqué de la escasa participación de la mujer en la esfera pública, en este caso, en los medios de comunicación (Cruz, Alejandra.1997). Ante esto es fundamental comprender que una adecuada comunicación, con perspectiva de género, se convierte en un factor importante en la dinámica transformadora hacia una sociedad en equidad entre los géneros (Córdoba, Ligia y Farreon, Ana.1995).

Los medios de difusión de masas, en general, se han constituido en vehículos fundamentales para el reforzamiento y transmisión de la ideología patriarcal en la sociedad. Los medios difunden una determinada imagen de las mujeres; por ejemplo: la mujer pasiva, la mujer objeto-sexual, la mujer que se realiza básicamente en sus funciones domésticas. Raramente difunden información sobre las actividades productivas de las mujeres (Córdoba, Ligia y Farreon, Ana.1995).

De acuerdo con un artículo publicado en 2003 en la página web Mujeres hoy, las mujeres siguen ocupando un lugar secundario en la agenda de los medios opinión que comparte la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana [xvii] al afirmar que en un estudio realizado en 2006 en 76 países las mujeres aparecen en dos de cada 10 noticias y que para el mundo de los medios son el segundo sexo. Esto es confirmado por el periodista Juan Carlos Suárez (2007) cuando afirma que el protagonista de la información por excelencia es el hombre, que éste es a la vez líder en su campo y tiene un discurso apropiado para ser interpretado por los medios.

La figura de la mujer en los medios, como constructoras de conocimiento, transmisoras de información y como protagonistas, ha sido caracterizada por su ausencia, en contraposición a los hombres. Al gozar de menos representación en las altas esferas del poder político, económico, cultural y social, las mujeres tienen menos posibilidades de ejercer los papeles protagónicos de la información. Suárez afirma también que nos encontramos en una sociedad donde los medios han sido los encargados de perpetuar la sociedad liderada por los hombres y menciona que la posible causa de la invisibilización de la mujer en los medios se debe fundamentalmente a que las mujeres estuvieron por mucho tiempo excluidas de los espacios públicos. ésta es una primera causa que brinda el autor y que podría explicar la ausencia de las mujeres en espacios informativamente significativos. Sin embargo, a medida que éstas se han ido incorporando a los escenarios públicos, agrega, se ha incrementado y diversificado su aparición en los medios, pero todavía se está lejos de que estén presentes en términos de paridad.

Otra de las causas de la ausencia de la mujer en los medios mencionada por el autor es lo que él denomina la superestructura jerárquica que relega a la mujer a un segundo plano en las empresas y las instituciones mediáticas e, incluso, en los mismos criterios profesionales. Esta jerarquía se encarga de ocultar a las auténticas autoras de los trabajos o a las gestoras verdaderas de los proyectos que muchas veces son las que están detrás de los que ostentan los cargos directivos, es decir, los hombres.

Ligia Arana García y Rebeca Centeno Orozco[xviii] , ambas catedráticas de la Universidad Centroamericana de Nicaragua presentaron los resultados de un estudio realizado por ambas en el año 2000 titulado: El sexismo en los medios escritos de comunicación en Nicaragua; dicho estudio se basó en el análisis de los dos principales diarios del país: La Prensa y El Nuevo Diario. Con base en los resultados obtenidos, las autoras afirman que quienes ejercen realmente el poder en estas publicaciones son los hombres, ni una sola periodista ocupa un cargo relevante en una sección considerada importante desde donde pueda tomar decisiones e imprimirle, quizás, una perspectiva distinta, una mirada diferente de la que tienen en la actualidad.

La ausencia de mujeres en las esferas de poder a nivel de los medios, constriñe las posibilidades de que se dé oportunidad a las periodistas de tener más presencia en los espacios considerados de mayor relevancia. La opinión considerada «un acto de libertad», a través de la cual los seres humanos externan sus puntos de vista y apreciaciones sobre determinado tópico, es un ámbito que, según este estudio, está monopolizado por los varones. En ambos diarios los porcentajes de participación femenina no alcanzan el 15%.

En 1995, la organización MediaWatch-Canada[xix] llevó a cabo el primer proyecto de monitoreo de los medios de comunicación en el mundo: Global Media Monitoring Project (GMMP). Este proyecto, realizado por cientos de voluntarios, consistió en analizar las historias de 15 mil noticias en 71 países del mundo, considerando qué noticias se emitían, su contenido, cuál era el tratamiento de las mismas y quién se encargaba de presentarlas, entre otros aspectos.

En primer lugar, se observa un claro predominio masculino entre los periodistas (59 por ciento), pero sobre todo entre las personas entrevistadas (82 por ciento), lo cual evidencia el hecho de que la mujer es pocas veces noticia y que con escasa frecuencia se toma su opinión. En relación con los periodistas, el monitoreo destaca la importante proporción de mujeres tratando noticias del campo del arte y del entretenimiento, campo poco tratado entre los periodistas varones. Lo anterior da cuenta de que la realidad se construye en "clave masculina" y ello obedece, en buena medida, a que las mujeres no tienen presencia importante en los puestos desde los cuales se decide qué es noticia.

En su labor con agentes para consolidar la democracia, los medios de comunicación juegan un papel primordial. Como señala Sofía Montenegro[xx] (2007) la democracia no se agota en las elecciones y en la alternancia de poder, sino que requiere profundizar en el ejercicio de una ciudadanía activa y en la rendición de cuentas del poder y en esto los medios son clave. Expone también que el nuevo paradigma de libertad de expresión reclama, además, la existencia de una sociedad civil vigorosa que promueva el debate público, la adopción de normas democráticas en los medios y su autorregulación de cara a la ciudadanía.

Los medios de comunicación de masas como portavoces de la opinión pública deben elaborar un discurso en el que hombres y mujeres se vean identificados por igual, pero la prensa, la radio y la televisión, en lugar de emitir un mensaje social de progreso, se dedica a retrasar a la sociedad, ya que para vender sus productos utiliza varios estereotipos (Suárez, Juan. 2007). Las Naciones Unidas en su informe Mujer 2000 coincide totalmente con este aspecto al afirmar que es lamentable que la prensa, los medios visuales, sonoros y electrónicos de muchos países no ofrezcan una imagen equiponderada de la diversidad en la vida de la mujer y de la contribución de ésta al mundo. Los materiales pornográficos y violentos que presentan los medios de comunicación degradan a la mujer y afectan negativamente su participación en la sociedad.

Sin embargo el mismo informe señala que a nivel de los gobiernos del mundo, en la mayoría de las regiones se ha producido un aumento de la información sobre cuestiones y problemas que interesan a la mujer que transmiten los medios de comunicación y que se han adoptado medidas para promover una imagen más equiponderada y no estereotipada de la mujer en los medios de comunicación. Dentro de estos esfuerzos gubernamentales destaca el dar más formación a los profesionales de los medios de comunicación en cuestiones relacionadas con el género.

Los estereotipos de lo masculino y lo femenino

Se entiende como estereotipo al conjunto de ideas que una sociedad obtiene a partir de las normas o patrones culturales previamente establecidos. La acción de estereotipar es fijar de manera permanente y de identificar lo estereotipado como el seguimiento de un modelo preestablecido, conocido y formalizado que se adapta de una manera fija. Los estereotipos sociales son generalizaciones sobre personas e instituciones que se derivan de su pertenencia en determinados grupos o categorías sociales. Pertenecen al imaginario colectivo y se nos presentan como la realidad objetiva e incuestionable ya que están vinculados a la estructura social y obviamente transcienden así a la sociedad (Suárez, Juan.2007). 

De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la mujer (2005) los medios siguen definiendo al hombre por, su situación profesional, asociada al ámbito público; mientras que casi siempre la mujer se presenta solamente vinculada a su situación familiar, correspondiente al ámbito privado y doméstico. Por otro lado hace también un importante señalamiento al afirmar que los medios de comunicación parecen ignorar la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y, por tanto, al mundo público.

El resultado es que las imágenes se obtienen de hombres y mujeres desde los medios no corresponden del todo a la realidad social. Sara Lovera del Centro de Investigación de la Mujer de México comparte este señalamiento al afirmar que hay una relación desfasada entre la imagen y la realidad, porque en los últimos años han sucedido importantes cambios en la sociedad y en la vida concreta de hombres y mujeres en el mundo. Estos cambios han originado nuevos entretejidos en la vida y las mujeres como género y han ido tomando otros lugares, haceres y propuestas en la sociedad, que no son reflejados en los medios y con frecuencia son fustigados.

Esto lo confirma el Instituto al observar una representación estereotipada de las mujeres en las páginas de los periódicos, en los programas de televisión y en el cine; las imágenes que se transmiten siguen ancladas en los roles tradicionales de la mujer y generalmente, aunque esto está cambiando, se presenta como pasiva, obediente, servil, maternal, ama de casa, amable, comprensiva, discreta, delicada, dependiente y sin iniciativa, atractiva físicamente, siempre joven, y como apoyo incondicional para el hombre.

Es muy raro que en los diversos medios de comunicación aparezcan mujeres realizando profesiones consideradas tradicionalmente para hombres y los medios refuerzan esto. A ellas se les sigue asociando, casi de manera exclusiva, con el hogar y con la familia mientras en el hombre sigue valorándose el que sea cabeza de familia, se mira su hombría, olvidándose de sus sentimientos, sus errores son normales, y hasta se justifican sus deslices sexuales como productos de su masculinidad (Suárez, Juan.2007).

En general, los medios de comunicación siguen fomentando los roles tradicionales tanto de mujeres como de hombres. En las revistas y en la publicidad, las mujeres siguen apareciendo como un objeto sexual, a pesar de la intención de cubrir la imagen femenina con un barniz de modernidad y presentarla desarrollando roles profesionales. En términos generales, se continúa mostrando a la mujer preocupada por su aspecto físico y nunca por el intelectual, mientras que los hombres se muestran interesados por los deportes y la tecnología (Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005).

En el cine, la prensa y la radio, las actividades y los intereses de las mujeres no van más allá de los confines de la casa y la familia. Se caracteriza a las mujeres como esencialmente dependientes y románticas, y rara vez se las presenta como racionales, activas o aptas para tomar decisiones (Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005). En este marco, las mujeres son explotadas en términos de su sexualidad y de su apariencia física; esto lo confirma también Juan Carlos Suárez (2007) al afirmar que la mujer sigue siendo identificada por su cuerpo, sus relaciones, su belleza y destacan aquellas que posean estas cualidades. Suárez señala también que la mayoría de las presentadoras de la televisión generalmente deben ser atractivas y esta belleza también está estereotipada en función del tipo de programa y el perfil de los destinatarios a los que está dirigido.

En la televisión, se observa a las mujeres desempeñando papeles de sometimiento o sumisión, mientras que el poder y el estatus quedan reservados a los varones. El Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la mujer destaca la mayor presencia masculina en los noticieros; mientras en las series televisivas se insiste en ofrecer una imagen tradicional de la mujer, es decir, de madre y ama de casa. Un ejemplo concreto de esto es cuando los medios de comunicación muestran los obstáculos que enfrentan las mujeres que buscan compatibilizar el trabajo realizado fuera de casa con la maternidad, no plantean la distribución solidaria de las tareas domésticas como solución. A este respecto Isabel Soto Mayedo[xxi] periodista historiadora cubana, especializada en temas de América Latina, el Caribe y Cuba, señala que es la falta de equidad, la subestimación, y la desestimación de la importancia de la paternidad, son cuestiones implícitas en los mensajes transmitidos por los medios de comunicación.

Los estereotipos afectan negativamente a ambos géneros, al constituirse en patrones o paradigmas divisionistas que no permiten el descubrimiento, el desarrollo y la expresión de cualidades y valores propios del ser humano, sin distinción de sexo (Suárez, Juan.2007). El trato desigual impide mantener relaciones plenamente armoniosas entre hombres y mujeres y, por tanto, limita la contribución plena de ambos para el desarrollo deseado de la sociedad.

Los medios de comunicación y la violencia hacia la mujer

Al hacer esta investigación fue inevitable no encontrar una relación directa entre los medios de comunicación y la violencia hacia la mujer. Pilar López Díez[3] Formadora e investigadora de políticas de género para los medios de comunicación señala cifras de denuncias de violencia contra las mujeres en el Dossier de Prensa del Instituto Nacional de Radio y Televisión Española las cuáles comprueban que los casos mundiales se acercan a los 25.000 por año, aunque se cree que sólo se denuncian un 10% de los actos de violencia de los que las mujeres son víctimas.

La misma autora señala que desde los años setenta la investigación de género sobre este problema no se centra, como es práctica habitual en los medios, en explicar el porqué un determinado hombre maltrata a una determinada mujer, sino que busca entender porqué los hombres en general utilizan la fuerza física y las estrategias de poder y de control con sus parejas y qué función tienen estas conductas en una determinada sociedad y en un contexto histórico específico.

Ante esta perspectiva la autora señala que es necesario enfocar el análisis con los medios desde cuatro puntos fundamentales: en primer lugar, la utilidad explicativa de la construcción de género y el poder; en segundo lugar la necesidad de analizar la familia como una institución que estructura las relaciones entre hombres y mujeres de acuerdo al género y al poder. En tercer lugar, la necesidad de comprender y validar las experiencias de las mujeres, y en cuarto, la necesidad de desarrollar teorías y modelos que reflejen de manera fidedigna las experiencias de las mujeres.

En el portal de Mujeres Hoy[xxii] se publicó un artículo sobre el II Encuentro de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género llevado a cabo en Guatemala en el 2006 donde se dieron a conocer los resultados de la Investigación en Prensa Escrita sobre violencia contra las mujeres para ese año. Los resultados reflejaron que los espacios que se destinan al abordaje de los temas de la población femenina, no sólo son escasos, sino que muchas veces son negativos. El artículo presentaba con preocupación la resistencia de los medios de comunicación a capacitar a las y los reporteros en cuanto a la cobertura de los hechos relacionados con la violencia, de modo que se contribuya a imprimir un impacto de reflexión en la sociedad con una visión adecuada de género.

El Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica (INAMU) afirma contundentemente que la violencia que se trasmite en los medios de comunicación es un fenómeno investigado en todo el mundo y ampliamente reconocido. Como todos los mecanismos de sujetación ideológica, los medios transmiten la ideología patriarcal y reproducen los estereotipos y prejuicios que legitiman y perpetúan la violencia de género. En este sentido es sumamente nociva la influencia que tienen en la formación de las nuevas generaciones en los aspectos vinculados con las relaciones de género y el refuerzo de las desigualdades y la discriminación. El Estado tiene el deber de velar porque los medios no trasmitan información que atente contra los derechos de las personas y contra su imagen y dignidad, es decir todos aquellos contenidos de carácter sexista, machista y discriminatorio de cualquier naturaleza.

La periodista guatemalteca Patricia Zapata[xxiii] afirma que las relaciones entre mujeres y hombres se asimilan a través de las comunicaciones, programas radiales y televisivos, por lo que un problema de violencia intrafamiliar mal planteado en cualquiera de estos medios, causa mucho más impacto degenerativo que la pornografía. La misma periodista señala que las mujeres han sido víctimas de todo tipo de discriminación al ser utilizadas como objeto en los diferentes ámbitos de la sociedad y en el marco de la comunicación. También recordó los anuncios comerciales de las empresas de licoreras y tabacaleras, que comúnmente utilizan a la mujer de una manera vulgar.

Los medios ofrecen determinadas representaciones de la realidad de las mujeres y los hombres; explican los motivos de dichas construcciones basándose en estereotipos obsoletos y repetidos y presentan una iconografía elaborada para dicha realidad, basada en presupuestos tradicionales de dominación y subordinación entre hombres y mujeres. Este es el principio fundamental sobre el que se articulan las actuales relaciones entre los dos géneros y sobre el que, entonces, habría que actuar para erradicar la violencia de género (López, Pilar. 2002).

Es necesario también, explica Pilar López, un aumento en la sensibilidad y la conciencia social de la profesión periodística, asentada en la también falta de conocimiento y de formación sobre temas de género. Señala también que hay que hacer un llamado a los dueños de los medios para que la profesión de periodismo no se vea forzada a reproducir las noticias de agencia, sin el tiempo necesario para contextualizar, documentarse, contrastar fuentes; en una palabra, para elaborar información de calidad. Los relatos sobre violencia contra las mujeres no pueden depender únicamente, en fuentes policiales, judiciales y en la vecindad. Se debe contrastar la información con fuentes, especialistas en temas de género e igualdad de derechos, que puedan proporcionar otra dimensión al relato. Y esta es, precisamente, la información de calidad.

La agencia mexicana de noticias, Notimex, afirma que los medios tienen la responsabilidad de cuidar la forma en que emiten la información o los contenidos que ofrecen a su público, pero también la sociedad y todos los sectores deben trabajar para evitar se reproduzca la violencia. También argumenta que la omisión y la ausencia de opinión de las mujeres es también una forma de ejercer violencia en los medios.

Conclusiones

El derecho de las mujeres a la comunicación es un derecho humano inalienable que requiere de medios y fuentes de información pluralistas además de una administración transparente y democrática de las políticas de comunicación, con equidad y justicia de género[4] (Women Action. 2000).

Queda aún pendiente aumentar el acceso de las mujeres a los medios de expresión, a la toma de decisiones en y a través de los medios tradicionales y de las nuevas tecnologías de información, así como la difusión de una imagen más realista y diversa de las mujeres. El aumento del número de mujeres que trabajan en el sector de las comunicaciones que, no obstante, no se traduce en un aumento en el acceso al poder y a la toma de decisiones en los medios; las mujeres tampoco están en condiciones de influir en las políticas de comunicación.

Los medios de comunicación no sólo se conciben como agentes generadores de estereotipos, sino también como promotores de la diversidad, del multiculturalismo y, sobre todo, del cambio relativo a la equidad de género.

Es alentador el surgimiento de columnas y programas dedicados a cuestiones que interesan a la mujer, así como la creación de publicaciones y estaciones de radio y televisión para la mujer. Estos nuevos espacios en los medios de comunicación han contribuido a aumentar la participación y la representación positiva de la mujer.

Las mujeres estamos preocupadas con la ausencia de análisis de la globalización en los medios, en particular las grandes uniones entre las corporaciones transnacionales de los medios y los cambios en la propiedad al nivel nacional que influyen en los contenidos e intenciones de los medios. La globalización de las comunicaciones ha significado, entre otras cuestiones, la entrada de decenas de canales de cable que emiten su programación desde fuera de América Latina y el Caribe, la concentración de los medios en muchos países que han dado como resultado la creación de enormes empresas multimedia dueñas de periódicos, cadenas de radio y de televisión (Women Action. 2000). Esta tendencia ha sido contraproducente para la democratización de las comunicaciones y para el logro de una representación equitativa de los distintos actores sociales, las mujeres en particular.

Los gobiernos y las ONGs tienen que asegurar mecanismos regulatorios de los medios de comunicación guiados por los valores de la justicia de género, los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural, a las expresiones culturales, a la sexualidad, al estilo de vida y al desarrollo sustentable (Women Action.2000).

El conocimiento es también un factor clave. En la era de la información, las mujeres enfrentan el desafío no sólo de desarrollar y sistematizar su propio conocimiento, sino también de asegurar que se emplea en su propio beneficio (Women Action.2000).

Deben desarrollarse proyectos de capacitación para sensibilizar a los periodistas y comunicadores; publicarse manuales para evitar el uso del lenguaje sexista,  dentro de los medios de prensa, programas radiales y la televisión.

 

 

 

 

Autor:

María del Mar Murillo Lobo  

Curso: Comunicación e Interculturalidad Profesor: José Luis Aguirre

16/11/2008

[1] Mujer 2000. Igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI, Nueva York, junio del 2000. Sección de Desarrollo y Derechos Humanos. Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas.

[2] Centro de Información y Documentación de Isis Internacional. Mujeres hoy: el portal de las latinoamericanas. 2003. http://www.mujereshoy.com/secciones/1249.shtml

[3] Instituto Nacional de Radio y Televisión Española. Mujer Violencia y Medios de Comunicación. Dossier de Prensa. Editorial Edraf S.A. Madrid, España. 2002

[4]

Referencias bibliográficas

[i] Estado Mundial de la Infancia: La mujer y la infancia. El doble dividendo de la igualdad de género.  Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) .2006.

[ii] Suarez, Juan Carlos. Medios de Comunicación y diferencia de género. Artículo publicado en la página web: http://www.nodo50.org/tortuga/Medios-de-comunicacion-y.html  2007.

[iii] Cruz Muñoz, Alejandra. Mujer y medios de comunicación en Centroamérica. Anuario de Estudios Centroamericanos. Universidad de Costa Rica. 1997.

[iv] Barquero Córdoba Ligia y Farreon Angel, Ana Lucía. Comunicación con perspectiva de género: escuchando voces de mujeres. Universidad de Costa Rica. 1995.

[v] Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional (OIT/Cinterfor) Uruguay, Montevideo. http://www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/temas/gender/doc/glosario/ii.htm

[vi] Instituto Nacional de las Mujeres. San José, Costa Rica. Noviembre de 2008. Página web: http://www.inamu.go.cr/content/view/46/427/

[vii] Instituto Nacional de las Mujeres. Dirección General de Evaluación y Desarrollo Estadístico. www.inmujeres.gob.mx. Octubre, 2005.

[viii] Idem.

[ix] Women and the Media: New Challenges. Review and Appraisal of the Implementation of the Beijing Declaration and Platform for Action. INSTRAW Instituto Internacional de Investigación y capacitación de las Naciones Unidas para la Mujer. 2005.

http://www.uninstraw.org/images/stories/Beijing/womenandthemedia.pdf

[x] Agencia Notimex. Mexicanas: Medios justifican violencia contra las mujeres. Ciudad de México. 2008. Publicado en: http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/alba/37962

[xi] Mujer 2000. Igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI. Sección de Desarrollo y Derechos Humanos. Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas. Nueva York. 2000. http://www.un.org/spanish/conferences/Beijing/fs10.htm

[xii] Varios autores, Instituto Nacional de Radio y Televisión Española. Mujer Violencia y Medios de Comunicación. Dossier de Prensa. Editorial Edraf S.A. Madrid, España. 2002.

[xiii] Mahoney, Hielen (s/f). "Mujeres, desarrollo y medios de comunicación". TELOS-Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad, núm. 31. http://www.isis.cl/temas/cominf/mujeres.doc

[xiv] Lovera, Sandra. Las imágenes de la mujer en los medios de comunicación de masas. Centro de Investigación de la Mujer (CIMAC). México. http://www.laneta.apc.org/telemanita/bol10_art3.html

[xv] Centro de Información y Documentación de Isis Internacional. Mujeres hoy: el portal de las latinoamericanas. 2003. http://www.mujereshoy.com/secciones/1249.shtml

[xvi] WomenAction 2000 – Contribución alternativa sobre Mujer y Medios de Comunicación. http://www.womenaction.org/csw44/altrepspa.htm

[xvii] Aguilar, Paola. Escasa presencia de la mujer en los medios de comunicación. Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana. 2006. http://www.wacc-al.net/prog_mujer/monitoreo_clar.html

[xviii] Arana García, Ligia y Centeno Orozco, Rebeca. El sexismo en los medios escritos de comunicación en Nicaragua. Managua, Nicaragua. 2000. http://www.grupoese.com.ni/2001/bn/bm/ed55/sexismo55.htm

[xix] Global Media Monitoring Project: Women"s Participation in the News, Toronto, MediaWatch Canada, 2001. http://www.mediawatch.ca/research/gmmp

[xx] Montenegro, Sofía. Tendencias de la prensa Centroamericana. Los medios de comunicación como actores políticos en Nicaragua: los periodistas, los medios y el poder. Centro de Investigaciones de la Comunicación (CINCO). Managua, Nicaragua. 2007.

[xxi] Soto Mayedo, Isabel. Medios de comunicación al servicio de la discriminación de género.2007. http://isabelsotomayedo.blogia.com/2007/062704-medios-de-comunicacion-al-servicio-de-la-discriminacion-de-genero.php

[xxii] Mujeres Hoy. Guatemala: Medios de Comunicación invisibilizan a las mujeres. 2007. http://www.mujereshoy.com/secc_n/3860.shtml

[xxiii] Zapata, Patricia. Guatemala: Urge cambiar la imagen de la mujer en los medios de comunicación. Agencia Informativa Púlsar. Guatemala. 2001. http://www.correodelsur.ch/feminismo/gua_cambiar_imagen.html

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