Importancia de la educación bíblica, teológica y ministerial
Enviado por Erick Saúl Cifuentes Chávez
- Apuntes para una teología paulina
- Retos y desafíos de la Educación Teológica hacia el siglo XXI
- Teología del Ministerio
- Educación teológica, bíblica y ministerial
- Educación en Guatemala
- Problemática actual
- Importancia de la educación
- Anexos
- Conclusión
- Recomendaciones
- Comprobación de la hipótesis
- Bibliografía
El ministerio es el trabajo más importante que puede existir, por ello es también el que demanda mejor preparación. Para que un ministro pueda llegar a comprender esta necesidad, debe tener una correcta filosofía del ministerio. De la manera que los trabajos complejos de nuestro mundo actual demandan empleados bien preparados, en el santo ministerio demanda una buena preparación en el campo ministerial como secular. En ningún momento podemos prescindir de la educación, pues es la demanda actual, pues nuestras iglesias están creciendo y se están uniendo a ella personas preparadas, en muchos casos estudiando o graduados de alguna carrera universitaria.
El pastor de hoy debe prepararse para poder atender de la mejor manera las necesidades de la gente de su iglesia. Solamente de esta manera podremos hacer de la Iglesia de Dios, una agencia que cumpla su propósito en Dios.
En esta tesis discutiré los siguientes temas:
- Teología del ministerio
- Educación Teológica, Bíblica y Ministerial
- Educación en Guatemala
- Problemática actual
- Importancia de la educación
APUNTES PARA UNA TEOLOGÍA PAULINA
Formulas de fe Cristológicas
1. Muerte: Dios lo resucito de los muertos
2. Resurrección: Se levantaran para vida eterna
3. Parusía: Presencia del Hijo de Dios,
Afirmaciones Cristológicas tradicionales
- Dios envió a su Hijo para que nosotros recibamos la filiación
Cristología presupuestada en la himnología
- Condición Divina
- Asumió el cambio
- Condición de esclavo
- Semejante a los hombres
- Condición de hombre
- Humillación
- Obediencia
- Muerte
- Exaltación
- Nombre sobre todo nombre
- Toda rodilla se postrara
- Toda lengua confesara
- Cristo es Señor
Esta es en sí, la teología paulina. Enfocada al sacrificio de Cristo y al servicio. Para lograr formular esta teología, pasaron muchos años. La preparación del apóstol Pablo es una de las más intensas, pero su teología es también una de las más extensas e impactantes.
Retos y Desafíos de la Educación Teológica Hacia El Siglo XXI
Este desafío está relacionado a lo que está ocurriendo al interior de la iglesia.
No hay nada más necesario hoy en día que una exposición fiel y sistemática de las escrituras. Parece que cada dos o tres años hay una nueva corriente teológica y moda contemporánea que promete una vida cristiana más profunda, más rica o más completa y en menos tiempo.
Modas como la guerra espiritual, la estricta sumisión a los líderes, el atar y desatar, la teología de la prosperidad, las caídas, la risa santa, el pedir algo y reclamarlo, etc., etc. están penetrando al cristianismo. Se está volviendo una costumbre de nuestro mundo querer una salida fácil, especialmente una solución que no involucre esfuerzo ni dolor.
Lo que es aún más peligroso es que junto con todas estas prácticas se esta introduciendo una nueva teología, una nueva manera de entender y vivir la fe, un nuevo concepto de santidad, una nueva ética. John MacArthur Jr. En su artículo "Las once características del ministro de Cristo excelente" sostiene que; "se ha permitido la infiltración de toda clase de error, que la iglesia se ha visto abrumada por la confusión"5 . Frente a esta situación, la Educación Teológica tiene el gran desafío de preparar ministros que estén capacitados bíblicos y teológicamente para enseñar la sana doctrina y que tengan el valor.
El deber del ministro debe ser, no sólo enseñar la sana doctrina, sino también convencer o refutar a los que la contradicen o se oponen a ella. Las ovejas sin pastor, o con pastores no capacitados; serán fácil presa para los lobos y falsos profetas que menciona la Biblia, "guardaos de los falsos profetas".
Es responsabilidad de los ministros emitir juicios sobre enseñanzas que no son bíblicas. Somos responsables de juzgar estas corrientes a la luz de la Biblia. Las controversias no deberían deleitarnos, debería ser una obligación desagradable, la única razón para involucrarnos a ella debería ser la compasión por la iglesia.
CAPITULO I.
Desde hace mucho tiempo, a una de las bastas áreas que estudia la teología se le ha llamado teología del ministerio. Con ese nombre se le ha conocido durante mucho tiempo, aunque después hablaremos de su correcta descripción. Debemos hacer una reflexión sobre este tema para poder comprender el tema general de la tesina.
Tratado o estudio acerca de Dios. Ciencia que estudia las doctrinas de Dios.
Es el intento de hombre por conocer a Dios, sus verdades, atributos y su revelación con el hombre.
Es lo que se dice y piensa con respecto a Dios.
Ciencia que trata de Dios, sus atributos y perfecciones.
Disciplina que trata de expresar los contenidos de una fe religiosa presentados como un conjunto coherente de proposiciones.
La palabra se emplea para referirse a la fe cristiana aunque en algunos casos se utilice por analogía para referirse a otros credos, pero fue el cristianismo el que le otorgó su significado actual.
Tiene un alcance más limitado que la fe, pues mientras la fe es una actitud integral del individuo y engloba voluntad y sentimiento, la teología trata de expresar en palabras los elementos de la creencia que están contenidos en la fe de forma implícita o explícita.
- Teología :
Ciencia general de los seres, de los principios y de las causas y efectos de las cosas naturales.
Pensamiento reflexivo y personal sobre algún tema.
Interpretación global del universo desde un punto de vista
particular.
Filosofía de vida que se refiere a las creencias que sirven de guía en la vida del hombre.
Conjunto de consideraciones y reflexiones generales sobre los principios fundamentales del conocimiento, pensamiento y acción humanos integrado a una doctrina o sistema.
- Filosofía:
- Ministerio:
Servicio. Es una posición de responsabilidad.
Es una vocación o llamamiento y no solamente profesión. Si es la voluntad de Dios que las iglesias sean formadas, también es la voluntad de Dios que personas particulares sean llamadas para servir como ministros.
El ministerio tiene una función dual, administrativa e instructiva.
Para iniciar este capitulo, debe quedar claro que al hablar de Teología del ministerio debemos reconocer que por muchos años se han hecho estudios sobre este tema y bajo este nombre. Se cree que el nombre que se debe usar es el de Filosofía del ministerio. A opinión del profesor Joel Maldonado, "Si hablamos de teología del ministerio, podemos quedar muy cortos al momento de definirla y explicarla".
Cuando hablamos de teología del ministerio, nos referimos al pensamiento, reflexión u opinión del ministro referente a su rol como siervo de Dios.
En esta Tesis hablaremos de Filosofía del Ministerio.
Es posible, sin embargo, ofrecer una descripción de la filosofía como ‘saber racional totalizante, crítico de segundo grado’. En primer lugar, la filosofía es una forma de conocimiento que pretende ofrecer explicaciones de los temas que analiza empleando la razón y los argumentos racionales (a diferencia de la fe o la autoridad). En segundo lugar, la filosofía pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas. En tercer lugar, la filosofía es un saber crítico, pues analiza los fundamentos de todo lo que considera y nunca se limita a aceptarlos de forma ingenua.
La filosofía es un saber eminentemente interdisciplinario, ya que emplea las aportaciones de diferentes disciplinas científicas y de distintos tipos de saber, sin limitarse a ninguno de ellos; en este sentido, la filosofía va más allá de las habituales especializaciones del saber científico. Este rasgo es una derivación de su carácter general y crítico. Debe señalarse que en filosofía posee un gran valor la actitud interrogativa, y se ha dicho que en ella son más importantes las preguntas que plantea que aquellas respuestas que pueda ofrecer: tal consideración es consecuencia del carácter crítico que caracteriza a la filosofía. Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad.
La manifestación de Dios hacia el hombre, desde el principio ha enmarcado una serie de facetas, entre ellas, el llamamiento a un ministerio especifico. Este es principal pilar del ministerio. El ministro será fuerte o débil, feliz o infeliz, exitoso o fracasado, realizado o decepcionado, dependiendo de cual sea su filosofía del ministerio, es decir, ¿Qué es en sí el ministerio para el pastor, maestro, evangelista, apóstol o profeta?
Básicamente, nadie puede realizar una función o un trabajo si no sabe que es ese trabajo o a que se refiere. El ministro debe conocer con seguridad a que esta dedicado, de otra manera, no sabrá defender esa verdad. Se piensa así, somos lo que creemos que somos. Somos lo que un día soñamos ser, no podemos ser más de lo que creemos.
La Biblia puede contener hermosas historias de siervos de Dios, espectaculares paradigmas, inmortales y excelentes promesas, pero si nuestra mente y corazón no son capaces de creer y hacer propias esas promesas, relatos, paradigmas e inverosímiles historias, podemos morir de viejos o de enfermos y nunca sabremos que sintieron vivieron y vieron esos grandes hombres de Dios. Todo lo que hacemos, decimos, sentimos, etc., se basa en nuestro concepto de ministerio. Esa es una filosofía. Cuando existe una filosofía, sabemos los lineamientos de este trabajo. Es necesario que cada uno conozca su área de trabajo y la desempeñe de acuerdo a su filosofía de ministerio.
Cuando un hombre o una mujer recibe un llamamiento especial de Dios, recibe una responsabilidad que lo acompañará hasta la misma muerte. Es por eso que al momento de recibir ese llamamiento de parte de Dios, debemos meditar, orar y pensar que significado tiene esto para nosotros. En si el ministerio es la oportunidad que el hombre o mujer tiene para servirle a Dios y a la comunidad. Todo el trabajo que realice, bueno o malo, excelente o defectuoso, dedicado o negligente, dependerá de su filosofía de ministerio. Esta filosofía será el regulador del trabajo y los resultados cualitativos y cuantitativos de dicho ministerio.
Lo que nunca nos debe faltar en la vida son sueños. El hombre que deja de soñar empieza a morir. Por eso la filosofía del ministerio es el primer pilar principal en el éxito ministerial. Hoy podemos conocer en nuestro entorno a gente que ha trazado una incorrecta filosofía de vida y por eso vive lo que un día trazó. El hombre es el arquitecto de su propio destino, ya sea que nos dejemos llevar por la perfecta voluntad de Dios que es nuestro norte natural, o que hagamos las cosas a nuestra manera.
Muchos de nuestros actuales problemas como denominación, se deben a esta causa, muchos pastores no tienen una filosofía del ministerio, otros ni siquiera saben de esto, sin embargo la tienen, pero muy pobre. A estos problemas se les une el hecho de que hoy en día existen muchas y diversas filosofías del ministerio resultantes de otras denominaciones, líneas teológicas y confesiones de fe, unas mas torcidas que otras, estas corrientes están influyendo en nuestros pastores a tal grado que sus extrañas filosofías están provocando que muchos abandonen la obra, al no haber cumplidas sus demandas. Otros se van de la Iglesia de Dios, porque no les ayuda. De este modo se convierten en chantajistas, pues al no recibir ayuda económica o de otra índole abandonan el ministerio.
Muchas iglesias están enseñando la teología de la prosperidad, extraña por la forma en que la interpretan. Fruto de esto es que hoy es común hablar con ministros y escuchar sus exigencias de querer pastorear solo iglesias grandes. Sin saber que esas iglesias hay que fundarlas, claro que Dios quiere que cumplamos nuestros deseos en el ministerio, pero como dijo el reverendo Arturo Toc (QEPD) de Alta Verapaz, "Hay que sufrir primero para luego gozar". Si creemos que al iniciar nuestro ministerio nos darán una iglesia con mas de mil miembros, estamos equivocados. Porque las iglesias grandes no surgen de la nada, pues son el fruto del trabajo de grandes ministros llenos del Espíritu Santo, con una misión y visión clara, bien preparados, y estoy seguro que si hablamos con ellos nos sorprenderemos al escuchar como iniciaron.
En los últimos años y para algunos ministros, el concepto de ministerio se ha deformado, ha perdido el significado y valor que tenia hace muchos años.
Hoy, hablar de ministerio es hablar de dinero, lujos, iglesias grandísimas, etc. ¿Es esto lo que dijo Jesucristo? No. Él nos enseña a servir, solo y cuando regresemos a esas palabras y recordemos que no nos han prometido nada a cambio y que el que sirve a los de mas es el mayor, podremos rectificar ese romo concepto de ministerio y saldremos a servir al mundo.
Entonces se cumplirán en nosotros las innumerables promesas del Señor. Se conocen muchísimos casos de pastores que aun en las más serias y criticas situaciones siguieron sirviendo a Dios y hoy han alcanzado sus sueños. Estos grandes hombres y mujeres de Dios tuvieron una correcta filosofía del ministerio. El ministerio no es cualquier trabajo pero tampoco por ello debemos exigir como pago grandísimas cantidades. Jesucristo nos llamó para servirle, y no nos prometió nada, dijo que El no tenia donde recostar su cabeza, pero nos ha prometido la unción y dirección del Espíritu Santo, que acompañaría siempre a sus siervos. También nos prometió que todo lo que dejáramos por su causa lo recibiríamos multiplicado.
El ministerio es un servicio santo, que debe realizarse con el mayor entusiasmo, la mejor voluntad y disposición ya que es para Dios ¡Claro que podemos progresar! El obrero es digno de su salario, si trabaja por Dios Él nunca lo abandonara, y le proveerá todo absolutamente todo lo que necesite. No para enorgullecerse y apartarse de Él. Sino para testificar a todos que Dios es fiel.
Todo aquel que sirve fielmente a Dios se prepara tanto secular como ministerialmente, porque si se prepara reconoce su necesidad de ser mejor siervo de Dios y que el ministerio requiere siervos comprometidos, trabajadores, preparados y llenos del Espíritu Santo. Esta es otra faceta de la filosofía del ministerio. El ministro al momento de trabajar en la obra de Dios y reconocer que no se trata de algo sencillo, caerá en la cuenta de que no puede, haciendo uso de su propia sabiduría, así que reconocerá que necesita de la sabiduría de Dios y que es urgente prepararse para prestar un mejor servicio.
Esto es lo que logra la filosofía del ministerio, una auto evaluación. Esto para analizar la situación actual y para que nazca el deseo de prepararse.
Se concluye diciendo que una correcta filosofía de ministerio es necesaria para poder comprender la importancia de la educación ministerial.
Es interesante contemplar ahora de qué trata de la hermenéutica contextual.
- Terminología
a. Definiciones
Hermenéutica, arte de interpretar textos para fijar su verdadero sentido. En un principio se utilizó en el estudio de la teología y se aplicó específicamente a la interpretación de las Sagradas Escrituras, pero su uso se ha ampliado desde el siglo XIX hasta abarcar las teorías filosóficas del significado y la comprensión, así como las teorías literarias de la interpretación textual.
Puede ser la interpretación de cualquier texto, situación o circunstancia que necesite una luz para la completa comprensión.
Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica, es decir, de reconstrucción, por parte del lector, de la intención original del autor.
En este sentido, el texto es la expresión de los sentimientos de su autor y los intérpretes deben intentar ponerse en el lugar del autor para revivir el acto creador. El problema de esta concepción es principalmente su exceso de fe en el género humano: presupone que todo el mundo tiene la misma capacidad para superar las dificultades que entraña todo proceso de comprensión.
Se basa en la creencia de que es posible alcanzar una única interpretación correcta. Sin embargo, una visión algo más escéptica de la interpretación sostiene que no hay razones fundadas para emitir un juicio y por lo tanto se corre el riesgo de hundirse en la ciénaga del subjetivismo y el relativismo (el descubrimiento de que el conocimiento no es absoluto). El filósofo alemán Martin Heidegger y su discípulo Hans-George Gadamer describían este dilema como un círculo hermenéutico, en alusión al modo en que la comprensión y la interpretación, la parte y el todo, se relacionan de manera circular: para comprender el todo es necesario comprender las partes, y viceversa. Tal es la condición de posibilidad de toda experiencia y toda investigación humanas.
b. Aplicación
La filosofía no puede ser uniforme para todos los pastores, de la misma manera en que los sueños y visiones no son las mismas.
Para unos lo ideal es tener una iglesia que tenga mil miembros, mientras que otros piensan en cinco mil o más. Para lograr que todos los pastores del país tengan una filosofía del ministerio, debemos guiarlos hacia una correcta, hermenéutica contextual. Esto no es otra cosa sino la correcta interpretación de los paradigmas bíblicos de acuerdo al contexto en que vive y se desarrolla el individuo.
Muchos acontecimientos bíblicos, que se dieron como respuesta de Dios a sus siervos, no pueden suceder hoy, si el contexto es diferente.
El entorno que nos rodea puede variar de una manera sorprendente en nuestra mutifacética Guatemala. No se pueden usar los efectivos métodos urbanísticos de las mega iglesias de la ciudad capital, en los caseríos más apartados del área de Ixcán. Puede ser que estos métodos han ayudado al crecimiento de las iglesias fuertes, pero no es posible que las personas de un medio diferente puedan aplicarlo de la misma manera, es por ello que cada ministro debe hacer una correcta hermenéutica contextual de cada método, situación o experiencia que escuche o lea.
Por eso es importante hacer una correcta exégesis del cuadro bíblico, para luego hacer una correcta eiségesis o aplicación personal de lo aprendido. El pastor debe interpretar la escritura de acuerdo al contexto en el que se desarrolla. Ningún ministro puede pensar en otro contexto que no sea el suyo, sino en el que se desenvuelve, vivir en ese contexto, planificar para ese contexto e interceder por él. Muchos pastores no prosperan ni son felices, porque viven observando y pensando en un contexto diferente.
Dios está dispuesto a ayudarnos en todo tiempo siempre y cuando nuestro trabajo, nuestra visión y nuestra mente este enfocada en nuestro contexto. Los proyectos de desarrollo en Guatemala se hacen después de un exhaustivo estudio de la población, clima, etnia, etc. De la misma manera se debe trabajar con las iglesias en los distintos territorios del país.
Cuando el ministro aplica una correcta hermenéutica contextual, sabrá que el Dios de Abraham es el mismo suyo, pero ahora no se trata de Mesopotamia, sino de Huehuetenango, Coban o Antigua Guatemala.
Entonces reconocerá que la voluntad de Dios sigue siendo la misma desde el principio y que nosotros y nuestras culturas, métodos, percepciones, idiosincrasias, distintivos, peculiaridades, deseos, problemas etc., han cambiado, por eso es necesaria una hermenéutica contextual.
- Hermenéutica Contextual:
Al momento de vislumbrar el por qué de una filosofía del ministerio en cada pastor vienen a nuestra mente innumerables ejemplos bíblicos. Es menester mencionar algunos de estos paradigmas, pues de ese modo podremos comprobar la importancia de una filosofía del ministerio, antes de abordar el tema de educación ministerial. Para la correcta aplicación de determinado ejemplo, debemos tomar en cuenta el tipo de contexto en el que nos desarrollamos.
Llamado Abram originalmente, fue el hijo de Tare, un descendiente de Sem, y nació en Ur, ciudad de Caldea, donde se casó con su hermana por parte de padre Saray o Sara. Ambos abandonaron Ur por inspiración divina y se dirigieron a Harán junto a su sobrino Lot. Al recibir la promesa de que Dios haría de él una "nación grande", Abram se trasladó a la región señalada, Canaán, donde vivió como un nómada.
Se menciona a este hombre por su relación con Dios. A través de esa relación "de amigos", logro comprender a ese Dios no tan conocido, pero revelado en ese entonces. Otrora despreciado por los hombres, pero revelado en ese momento a Abraham. Desde el principio este hombre conoció a un Dios misterioso pero fiel. Exigente pero cumplidor y proveedor. Esa fue la filosofía del ministerio que formó Abraham, esa era su teología. Lo más importante para la vida de este hombre fue que le creyó a Dios y fue llamado justo.
De nada hubiera servido a Abraham conocer a Dios, ver sus maravillas, recibir su promesa si no hubiera creído a Dios. Era necesario creer esas promesas lejanas.
Abraham aprendió que muchas veces la voluntad de Dios es contraria a la nuestra, pero al final comprendemos su propósito santo. Dios escogió a Abraham para hacer un pacto con él. Este pacto o berit, como es la raíz hebrea, significa la alianza entre dos personas. Dios promete "en ti serán injertadas todas las familias de la tierra", pero Dios pide algo de Abraham "Anda delante de mí y sé perfecto".
En este fragmento del Génesis se describe la alianza o pacto que Yahvé estableció con Abraham, a quien prometió la posesión de los territorios de Palestina, así como el liderazgo sobre su pueblo, que habitaría y heredaría esta tierra prometida bajo su protección. A cambio, Abraham debía prometerle fidelidad absoluta y no adorar a ningún otro dios.
Todas las promesas de Dios a través de la Biblia están acompañadas de un mandato. La obediencia y cumplimiento de dicho mandato permite el cumplimiento de la promesa.
Abraham comprendió que delante de Dios somos tan pequeños e insignificantes, y que una relación con Dios tiene un precio. Ese precio es la santidad. No es simplemente andar con Dios, el ser humano debe dar algo a cambio. En esta sociedad tan despersonalizada y egoísta, en la que lo único que interesa es el bien propio y no el de los demás, donde el pensamiento maquiavélico de que el fin justifica los medios esta haciendo trizas las relaciones interpersonales es donde debemos trabajar, he ahí la importancia de una buena preparación ministerial.
El ministro de hoy debe aprender que ser siervo de Dios, trae consigo el cumplimiento de las innumerables promesas de Dios, pero también implica que el ministro debe obedecer a todos lo mandatos, instrucciones y exigencias de Dios. No es solamente de pedir con exigencia el cumplimiento de las promesas de Dios. El ministerio demanda que cumplamos con las instrucciones dadas por Dios a través de las escrituras. La preparación en Abraham fue la santidad, Dios le dijo sé perfecto, aunque personal y especial esa fue su preparación.
Esto no es subjetivo solamente, es objetivo, implica una vida dedicada al servicio y por ende, preparada para hacerlo.
- Abraham:
Profeta, legislador y guía religioso hebreo, fundador de Israel.
La historia de su vida se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del Antiguo Testamento.
Al parecer, nació en Gosén, región del antiguo Egipto. A la sazón, los judíos residentes en Egipto se hallaban esclavizados por el faraón. Poco antes del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado dar muerte a todos los varones hebreos recién nacidos. Para salvar a su hijo, su madre lo colocó en una cesta de papiro que lanzó al Nilo, episodio que fue observado por su hermana Miriam. (Éx. 2,4; Núm. 26,59) Fue rescatado de las aguas por la hija del faraón, que le crió como si fuera su hijo.
Una vez allí, debía guiarlos hacia la tierra de Canaán, más tarde denominada Palestina, donde debían instalarse de forma permanente. Para ayudarle en el proyecto, Yahvé otorgó a Moisés el poder de realizar milagros.
Ya adulto, Moisés mató a un egipcio que a su vez había azotado a un esclavo judío, por lo que hubo de huir de Egipto. En el exilio, fue pastor toda su vida. A los 80 años, Yahvé, el dios de los hebreos, se le apareció en una zarza ardiente y le ordenó volver a Egipto para salvar a su pueblo de la esclavitud.
Es muy interesante preguntarnos ¿cuál era la filosofía de ministerio de Moisés? Desde pequeño supo acerca de Dios, más no le conocía aún. Tuvieron que pasar muchos años para que se encontrara con Dios y pudiera conocerle. Estuvo cuarenta años en el candente desierto de Sin aprendiendo de Dios y de los secretos del desierto, al mismo tiempo que formulaba su filosofía del ministerio, su teología. Una filosofía de ministerio no se formula de la noche a la mañana, tiene que pasar tiempo de oración y búsqueda de Dios para lograrlo. Por muchos libros que el ministro lea, por muchos cursos de teología que reciba, para conocer a Dios se necesita tiempo, dedicación y deseo.
Esa intensa búsqueda de Dios tiene su resultado. El ministerio de Moisés no fue fácil, pues adquirió la responsabilidad de dirigir el éxodo de Israel de Egipto donde estuvieron viviendo como esclavos por más de cuatrocientos años.
Moisés es uno de los grandes paradigmas bíblicos en cuanto a preparación y filosofía del ministerio se refiere. Pasó toda su juventud preparándose académicamente en los mejores colegios y universidades de Egipto, para que después de conocer a Dios y recibir el llamado al ministerio tuviera que pasar cuarenta años en el desierto, preparándose ministerialmente porque conoció ampliamente el propósito de su llamado.
No era una tarea fácil, por lo que no se apresuró a cumplirla, sino se dedicó a aprender todo lo necesario para esa eventual salida.
Aun en las situaciones más difíciles Moisés no volvió atrás. Su confianza siempre estuvo en Dios, en ese Dios que hacía un tiempo atrás era desconocido para él, pero que en su infinito amor se le había revelado.
Otro aspecto importante de este ministro es que buscó más de Dios. Nunca se conformó con lo que ya había visto y oído. Él pidió más, aquí se demuestra la dimensión de su visión, no era una visión pequeña sino grandísima y superaba incluso las experiencias vividas. Después de haber estado hablando tanto tiempo con Dios, viendo la gloria de Dios recibiendo nombramientos y estatutos de parte de Adonai le pide "Muéstrame tu gloria". Para Moisés no era suficiente lo que había visto siempre perseveró y obtuvo lo que anhelaba. Se entrego a la labor que tenia, esa labor que inició como una pequeña inquietud que tenia desde tiempos inmemoriales.
Moisés es una figura bien conocida en el cristianismo y se le menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. En la transfiguración de Cristo, Moisés representa a la Ley (Mt. 17,3). El papel que desempeñó en el Antiguo Testamento es reseñado en la Epístola a los Hebreos, comparándolo con el de Cristo (Heb. 3,1-6). También se le menciona en el Evangelio según san Juan, de nuevo para destacar el papel de Cristo (Jn. 1,17) como referendo de lo anunciado en las Escrituras.
- Moisés
Es el más largo de los libros proféticos del Antiguo Testamento. Isaías, considerado por la tradición como autor del libro que lleva su nombre, hijo de Amós, nació en el seno de una familia aristocrática de Jerusalén hacia el 760 a.C. Profetizó durante los reinados de Ajaz, rey de Judá, y de su hijo y sucesor Ezequías. Según la tradición, sufrió martirio en el 701 o el 690 a.C. La belleza de su estilo y la constante nobleza de su mensaje le convirtieron en uno de los autores bíblicos más reverenciados.
Con frecuencia, los comentaristas dividen el Libro de Isaías en dos secciones, que tienen su origen en épocas diferentes y que se caracterizan por destacadas y distintas perspectivas teológicas y estilos literarios.
Los primeros 39 capítulos datan sobre todo de la época del Isaías histórico; es decir, en un sentido amplio, la segunda mitad del siglo VIII a.C. Por lo tanto, el grueso de esta sección se atribuye al profeta histórico y se denomina Primer Isaías. La segunda sección del libro (capítulos 40 al 66) ha sido atribuida a diversos autores, y suele subdividirse en Segundo y Tercer Isaías.
Aunque la totalidad del libro se atribuye a Isaías, la mayoría de los especialistas considera hoy que se trata de una obra compuesta, que tal vez alcanzó la forma en que es conocida antes del 180 a.C.
Hablar de Isaías es hablar de un gran profeta. Realmente se menciona como uno de los profetas más grandes e importantes de Israel.
Estando en el templo Dios le habla. Quizás pocas veces nos hemos dado cuenta que Dios esta en el templo, el siempre ha estado allí para todos los que le buscan, el problema es que muchas veces pasamos desapercibidos.
Estando en ese escenario se da cuenta de la santidad de Dios. Pero al mismo tiempo reconoce su propia inmundicia, su pecado. Inmediatamente voló hacia el un querubín y tocó sus labios con una brasa y purifico sus labios. Es entonces cuando escucha la voz de Dios.
Dios habla en ese momento, hace una pregunta ¿a quien enviaremos, y quien irá por nosotros? A lo que él respondió heme aquí, envíame a mí. Dios le dio un discurso en el que le mostró la realidad y el grado de dificultad de su ministerio.
¿Acaso las cosas han cambiado? No, hoy se trata de la misma situación. Nosotros estamos inmundos, solos, y necesitamos preparación, porque nuestro ministerio al igual que el de Isaías, es difícil, la tarea no es fácil, pues la gente tiene duro el corazón, y no solo eso, si no que este siglo trajo consigo la despersonalización y el relativismo, que hace de nosotros una generación cada vez más ajena a los problemas de los demás.
Pero Isaías realizó su trabajo, y nunca faltó el respaldo de Dios. Es evidente que Isaías era un hombre muy intelectual con amplio conocimiento sobre el contexto geográfico e histórico de su país. Por otra parte, su estilo literario posee una excelencia no igualada en todo el Antiguo Testamento y aun con muy pocos rivales en la literatura universal. Gran parte de su material esta en verso y su poesía alcanza niveles realmente soberbios que los que saben de esta materia reconocen rápidamente. Reconoció que el servicio a Dios conlleva preparación.
Muchas de sus porciones son piezas de antología; fue un verdadero maestro de las figuras de dicción, personificó ciudades, la naturaleza, el brazo de Dios, etc.
Este es un gran ejemplo para los ministros de hoy, pues el llamamiento de Dios es especial, sobrenatural, pero también complicado, pero en el momento en que Dios mira que nos preparamos, nos da su ayuda para alcanzar niveles sorprendentes de conocimiento. Esto fue lo que comprendió Isaías, por lo cual llegó a ser el profeta que Dios quería que fuese.
- Isaías
- Pablo
- Paradigmas Bíblicos:
- TEOLOGÍA DEL MINISTERIO
De ninguna manera podemos obviar al gran apóstol Pablo. Este personaje debe estar incluido en estos paradigmas
Primer teólogo del cristianismo y el más importante de sus misioneros, por lo que también fue llamado el Apóstol de los gentiles.
Nació en Tarso (en la actual Turquía) y recibió de sus padres, fieles cumplidores de la religión judaica, el nombre de Saulo (por el antiguo rey hebreo Saúl). Al octavo día fue circuncidado (como estipulaba la Ley judía) y se educó, con el máximo rigor, de acuerdo con la interpretación farisaica de la Ley. Como joven judío de la diáspora, escogió el nombre latino de Pablo, por la similitud fonética de éste con el suyo.
Sus epístolas posteriores reflejan un conocimiento profundo de la retórica griega, algo que sin duda aprendió en Tarso cuando era joven. Pero sus modelos de pensamiento reflejan también una educación formal en la Ley mosaica, quizá recibida en Jerusalén del famoso maestro Gamaliel el Viejo durante su preparación para convertirse en rabino.
Destacado estudioso de la Ley y defensor acérrimo de la ortodoxia judía (Gál. 1,14; Flp. 3,6), su celo lo llevó a perseguir a la naciente Iglesia cristiana por considerarla una secta hebrea contraria a la Ley que debía ser destruida (Gál. 1,13). En los Hechos de los Apóstoles se relata su participación como testigo en la lapidación de san Esteban, el primer mártir cristiano.
Se convirtió al cristianismo tras experimentar una visión de Cristo durante un viaje de Jerusalén a Damasco (He. 9,1-19; 22,5-16; 26,12-18), acontecimiento al que se refiere sin emplear el término ‘conversión’, que implica un cambio de una a otra religión. Para él, esta revelación de Jesucristo suponía la señal del fin de todos los credos y, por tanto, de todas las diferencias religiosas (Gál. 3,28). En cambio, habla con reiterativa insistencia de que Dios "lo llamó" (ver más adelante Elección) al cristianismo y a la evangelización de los gentiles. Aunque reconoció la legitimidad de su misión entre los judíos, como la llevada a cabo por Pedro, estaba convencido de que el cristianismo era una llamada que Dios hacía a todas las personas al margen de los requerimientos de la Ley judía.
Según el conocido relato contenido en los Hechos de los Apóstoles, Pablo realizó tres viajes misioneros. Sus cartas revelan que su itinerario se guió por tres preocupaciones principales:
(1) su vocación de evangelizar territorios aún no hollados por otros evangelistas cristianos, de ahí sus planes para dirigirse por el oeste hasta España (Rom. 1,14 y 15,24-28);
(2) su interés pastoral por volver a visitar sus propias congregaciones cuando surgieron problemas, como, por ejemplo, sus diversas visitas a Corinto; y
(3) su inquebrantable determinación por entregar él mismo en la Iglesia judeocristiana de Jerusalén el dinero recolectado en sus iglesias gentiles. Aunque los eruditos no captan de forma convincente los motivos de Pablo en este empeño, lo cierto es que abrigaba el propósito de unificar las iglesias de su misión gentil con las de los judíos cristianos de Palestina.
Por los Hechos de los Apóstoles sabemos que fue preso en Jerusalén tras los disturbios provocados por sus antagonistas judíos, y que fue conducido a Roma. En el mismo texto se refiere también a la posibilidad de su muerte (He. 20,24; 20,38). Lo más probable es que fuese ejecutado en Roma en el año 62. Desde el siglo IV la tradición cristiana fijó el día en el 22 de febrero.
Es sorprendente el ministerio del apóstol Pablo, su entrega, su pasado, su conversión. Cualquiera diría que por la forma en que se convirtió y como llegó a comprender la vedad no necesitaba más. Muchos creen que después de haber recibido la revelación de Jesucristo y su comisión, inició su ministerio, pero no es así.
Pablo pasó mucho tiempo preparándose, ¡aproximadamente 22 años de preparación!. Pero ¿era necesario que un hombre tan preparado lo siguiera haciendo? Pablo era fariseo, o como el mismo decía, fariseo de fariseos. Un Fariseo estudiaba la ley desde pequeño, además de esto Pablo estudió en Tarso, una ciudad importante y famosa por el hecho de albergar importantísimas universidades.
La filosofía de ministerio de Pablo era sencilla en el aspecto de definiciones, que realmente plasmó en tesis que encontramos en todas las cartas que escribió.
"No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree."
"Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi"
Esa era su filosofía. La mayoría de bases para poder formular una teología de ministerio las encontramos en los escritos paulinos. De hecho, la teología paulina es considerara una de las más fuertes e importantes para la doctrina de la iglesia. Pablo consideró el ministerio como un deber que conlleva sacrificio y responsabilidad, no es un trabajo, sino una vocación como respuesta a un llamado de Dios. Dios llama según su perfecta voluntad a hombres y mujeres para que le sirvan, pero ¡ay de aquel que no cumpla con esa vocación!
Pablo jamás vio el ministerio como un negocio o una oportunidad para ganar dinero. El mismo dijo "todo lo que antes tenia, lo tengo por perdida por seguir a Cristo". Cristo debe ser en todo tiempo el motivo de nuestro trabajo. Esa debe ser nuestra filosofía del ministerio.
Cualquier intento de resumir el pensamiento de Pablo ha de afrontar varios obstáculos, y en particular el hecho de que las cartas iban dirigidas a una comunidad determinada, incidiendo en sus problemas específicos con el fin de corregir sus errores. Incluso su epístola más sistemática, la que remite a los romanos, no proporciona una exposición completa de su teología, pero algunos temas y aspectos se repiten con suficiente frecuencia como para ser considerados como el núcleo más significativo de su pensamiento.
Para Pablo, una verdadera percepción de la cruz revela el extraño poder de Dios, un poder que se hace perfecto en su propia manifestación de debilidad. Dios afirmó este poder al resucitar a Jesús de entre los muertos, al enviar al Espíritu Santo y al fundar la Iglesia como fundamento de la Edad Nueva venidera, situándola en medio de la batalla escatológica con la seguridad de que pronto enviaría al Señor resucitado para lograr la victoria final del Bien.
1. Opinión sobre Cristo
Pablo enumera y establece las formulaciones de los primeros cristianos, que interpretaron la muerte de Cristo desde la perspectiva del sacrificio (1 Cor. 15,3), pero la esencia de su visión de Cristo se encuentra en la afirmación de que Dios quiso que Jesucristo venciera el poder del pecado. Rechazó por tanto la importancia que los judeocristianos otorgaban al arrepentimiento y al perdón de los pecados, y en lugar de invitar a sus discípulos a arrepentirse, ejemplificó la victoria de Dios sobre todos los pecados.
Las consecuencias de estas doctrinas, al representar de forma implícita una interpretación de la Ley mosaica, son complejas. Afirmó que la Ley era santa, justa y buena, pero cuando se convirtió al cristianismo dejó de creer que fuera lo bastante poderosa como para vencer al pecado y la muerte (Rom. 8,3), por lo que no es posible someterse a ella. En realidad, aquel que lo haga se encontrará con que, en manos del pecado, la Ley puede convertirse en un poder esclavizador (Gál. 3,23-25).
- La Ley
Pocos aspectos del pensamiento de Pablo han sido tan mal entendidos como los que se refieren a los términos de carne y espíritu. Según él, se trata de esferas de poder que se hallan en conflicto y no deben ser entendidas sólo como partes constituyentes de los seres humanos, porque el reino de la carne (el reino humano) es susceptible de sucumbir ante el poder del pecado.
La solución al mal no radica en un código ético que la gente pueda y deba obedecer, sino en la obra del Espíritu Santo, don de Dios, que triunfa en la vida de la nueva comunidad aportando sus frutos de amor, alegría y paz.
- Opinión sobre los seres humanos
- Elección
Pablo nunca habla de su conversión del judaísmo al cristianismo, sino de haber sido "llamado" por Dios. En esencia dijo lo mismo a todos los cristianos, por lo que puede considerarse que para él el cristianismo no parte de una actitud personal sino en la propia decisión de Dios que se manifiesta a través de su Hijo y al enviar su espíritu.
Es Dios quien llama a las personas para que se unan a la comunidad cristiana a través del don de la gracia. Pablo insiste en la naturaleza radical del poder de Dios afirmando que con la muerte de Cristo Dios ha rectificado al impío (Rom. 4,5).
No es que Dios aliente a los pecadores a rectificar por medio de las buenas obras, sino que actúa en primer lugar, y la fe es un don de Dios más que un acto voluntario y consciente del ser humano (Gál. 5,22). La fe, igual que la vida misma, es algo que Dios hace nacer (Rom. 4,17) y no depende de la voluntad o esfuerzo de la persona, sino de la misericordia divina (Romanos 9:16).
Siempre se ha considerado que el pensamiento de Pablo quedó pronto eclipsado por otras enseñanzas teológicas y que sólo san Agustín de Hipona en el siglo V y Martín Lutero en el siglo XVI lo recuperaron hasta cierto punto. Se está revisando esta consideración en la actualidad.
A pesar de que el autor de la segunda epístola a Pedro habla de las dificultades para entender a Pablo (2 Pe. 3,16), numerosas comunidades de finales del siglo I y principios del siglo II conservaron sus cartas y, con gran coraje, trataron de aplicar aspectos de su pensamiento a las nuevas situaciones a las que se enfrentaron. Estas comunidades paulinas aparecen en las epístolas dirigidas a los Colosenses, a los Efesios, y a 1 y 2 a Timoteo y Tito. Sin embargo, es cierto que fueron san Agustín y Lutero los primeros en abordar una interpretación sistemática y rigurosa de la teología de Pablo. En el siglo XX, la obra de los teólogos alemanes Karl Barth y Ernst Kasemann ha renovado el interés en la teología paulina.
La preparación del apóstol Pablo es una de las más intensas, pero su teología es también una de las más extensas e impactante
CAPITULO II
Ahora entramos a nuestro tema central. La educación. Para que un ministro comprenda la importancia de la educación, debe tener una filosofía de ministerio que le indique y le motive a hacerlo. ¿Qué es educación teológica, bíblica y ministerial?
- Educación teológica:
- EDUCACIÓN TEOLÓGICA, BÍBLICA Y MINISTERIAL
La educación teológica tiene una amplia gama de temas, desde hace muchos años los problemas teológicos han sido atendidos por teólogos de diferentes líneas de pensamiento. Pero esto ha hecho de la teología una mezcolanza te temas y filosofías.
Por lo que la importancia de la educación teológica descansa en el conocimiento de los orígenes de las teologías que manejamos actualmente.
- Bases de la educación teológica
Teólogos tan diferentes como el italiano santo Tomás de Aquino en el siglo XIII y el teólogo Karl Barth en el siglo XX han mantenido que la teología es una ciencia. Sin embargo, los dos se preocuparon por subrayar que hay ciencias de muchos tipos.
La teología parece una ciencia, puesto que en el estudio de sus contenidos se aplican procedimientos metodológicos, críticos e intelectuales, aunque difieren por completo de los de las ciencias naturales y también de las humanas, ya que su objeto final, Dios, no es accesible a la investigación empírica. Por lo tanto, el problema de establecer un método riguroso de razonamiento sobre Dios es crucial en teología. Aquino emprendió su sistema filosófico presentando cinco pruebas de la existencia de Dios como base de todos sus demás argumentos. Barth, por otra parte, comenzó con la revelación de Dios o su propia comunicación (la palabra de Dios), pensando que sólo así se podría evitar el peligro de aproximarse a Dios como si fuera un simple objeto de investigación.
Los seguidores del método de Barth sostienen que una ciencia debe empezar con determinados supuestos y que el supuesto de un Dios que se comunica consigo mismo es el punto de partida más adecuado para la teología; los que siguen el ejemplo de Aquino sostienen que la integridad espiritual exige que el teólogo comience con la cuestión de sí existe Dios. No hay un único método de carácter universal reconocido en teología. El método difiere de un teólogo a otro y depende en gran medida del grado de importancia que se concede a las diversas fuentes.
San Anselmo, del siglo XII, es un buen ejemplo de teólogo que utiliza un método de riguroso razonamiento lógico. En el Proslogium, Anselmo se propone probar la existencia de Dios a partir del concepto de un ser perfecto, y en Cur Deus homo sostiene que, dada la existencia de un Dios benevolente y de la maldad de la humanidad, las doctrinas cristianas de encarnación y expiación pueden deducirse por necesidad lógica.
Pocos teólogos han sido tan rigurosamente lógicos como Anselmo, pero casi todos han aspirado a la coherencia lógica. Sin embargo, una minoría, incluidos el padre de la Iglesia del siglo II Tertuliano y el filósofo danés del siglo XIX Sören Kierkegaard, han negado que la teología pueda concebirse como un sistema racional y han afirmado que la experiencia humana de Dios revela discontinuidad y paradojas.
Se puede observar un método bastante diferente entre los teólogos protestantes de la Reforma y posteriores a ella, que han intentado fundamentar la teología ciñéndose tan sólo a la Biblia. En su forma más cruda, esto significaba una constante apelación a la Biblia para demostrar afirmaciones teológicas. Sin embargo, con el desarrollo de los estudios bíblicos, este tipo de teología se ha hecho mucho más sofisticada.
En primer lugar, el método consiste en establecer el texto bíblico a partir de los manuscritos y de diferentes lecturas, sometiendo después este texto a un profundo examen para tomar nota, por ejemplo, de consideraciones lingüísticas, fuentes literarias y antecedentes históricos. En esto consiste el trabajo de exégesis, que aspira a la comprensión, en la medida de lo posible, del significado que pretendió el escritor.
Los teólogos deben entonces continuar y preguntarse cómo ha ido evolucionando el significado original del texto en el curso de la historia doctrinal, y el significado que pudiera tener en la propia época y situación cultural de los teólogos. Este paso afecta a la hermenéutica, ciencia de la interpretación de textos.
Hay quien afirma que la interpretación es en sí misma un acto creativo e innovador y no tan sólo la transposición de significados de un contexto antiguo a otro moderno. Además, una transposición que intentara reproducir el significado exacto del texto original podría dar lugar a cambios substanciales.
b. Teología y Otras Ciencias
El teólogo alemán del siglo XX, Rudolf Bultmann, abogó por un método de 'desmitologización', en el supuesto de que el significado esencial del Nuevo Testamento es una comprensión de la existencia humana que debe desvincularse del lenguaje mitológico de la época en que se escribió. El proyecto de Bultmann implicaba la traducción de este significado esencial en el contexto del lenguaje de la filosofía existencialista moderna.
En apariencia similar a las teologías de fundamento bíblico de los escritores protestantes son las de los escritores católicos, que han tratado de desarrollar teologías fundadas en los pronunciamientos dogmáticos de la Iglesia. Esto se realizó con cierta ingenuidad en los manuales más antiguos, aunque se ha reconocido ahora que las cuestiones hermenéuticas son tan relevantes para el dogma como lo son para la escritura, y que incluso los dogmas más venerados necesitan una periódica reinterpretación que puede dar lugar a la aparición de nuevas ideas.
Los teólogos poco dispuestos a comenzar con una apelación a los textos autorizados, ya sean bíblicos o dogmáticos, comienzan su labor por el extremo opuesto, analizando la experiencia humana y sus problemas, y preguntándose después cómo la sabiduría tradicional podría iluminar o resolver estos problemas.
El teólogo alemán del siglo XX Paul Tillich ha utilizado la expresión "método de correlación" para describir este procedimiento en teología. Él y otros autores han hecho buen uso de la fenomenología en sus análisis de la experiencia humana.
Los principales tipos de métodos teológicos pueden combinarse de diferentes formas. Cada teólogo importante tiene un método único en sus detalles, pero que sin embargo implica numerosos procedimientos similares a los de otros teólogos.
Es importante señalar que muchos procedimientos de la teología son los mismos que utilizan los historiadores, los estudiantes de lengua y literatura, los filósofos, y otros especialistas.
Es claro que en ambos casos la teología ha de ocuparse tanto de los seres humanos y de su capacidad como de Dios. De hecho, Barth ha dicho que la teología debería llamarse con mayor propiedad 'teoantropología', ya que el tema en cuestión no es Dios aislado, sino más bien lo divino y lo humano en la medida en que se relacionan entre sí.
La palabra teología es utilizada a veces en sentido amplio para significar no sólo el estudio de la doctrina, sino también los estudios bíblicos y la historia de la Iglesia, como cuando se habla de la facultad de teología de una universidad. Pero en general, teología significa teología sistemática, que es la exposición ordenada de las creencias de una fe religiosa en su conjunto.
La teología sistemática cristiana se subdivide en la doctrina de Dios (teología en sentido estricto); cristología, doctrina de la persona de Cristo; soteriología, doctrina de la salvación; antropología, doctrina de la humanidad; pneumatología, doctrina del espíritu; escatología, doctrina de las 'últimas cosas' o el final de los tiempos, y eclesiología, doctrina de la Iglesia. A veces se añaden nuevas divisiones, aunque la teología sistemática subraya siempre la unidad e implicación mutua de las diversas partes.
La distinción entre teología natural, que se basa en la razón y la experiencia común, y la teología revelada ya ha sido apuntada. Por el mismo motivo debería hacerse una distinción entre apologética —intento de exponer las creencias religiosas mientras se atiende o se responde a las objeciones y críticas— y dogmática, exposición ordenada de las creencias. Sin embargo, algunos teólogos rechazan la apologética, ya que parece permitir a sus rivales fijar el orden, argumentando que la mejor apologética es tan sólo una exposición clara de la creencia.
La aparición y desarrollo de doctrinas religiosas es el tema de la teología histórica, que tiene importantes implicaciones en la reflexión teológica actual. En cierto modo menos dependientes de la aventura teológica son varias disciplinas en las que las ideas procedentes de la teología sistemática se aplican a diversos problemas especializados. En teología moral las ideas de fe se aplican a cuestiones de conducta moral.
A causa de la variedad de estos problemas, la teología moral tiende a convertirse en una tarea interdisciplinar. Cuando los problemas aparecen vinculados a aspectos institucionales y sociales de la vida humana, se puede hablar de teología social e incluso de teología política. La teología pastoral o práctica tiene que ver con el ejercicio del ministerio en materias como el asesoramiento y el cuido y enseñanza de las almas.
c. Teología Moderna
Después de la Reforma se produjo un periodo de estancamiento teológico, mientras las ortodoxias católica y protestante se enfrentaban entre sí manteniendo posiciones muy rígidas. En los siglos XVII y XVIII ambos campos se vieron amenazados por la aparición de la filosofía racionalista y la ciencia empírica.
El prolongado dominio de la teología como la 'reina de las ciencias' estaba concluyendo. A pesar de estas amenazas, el teólogo alemán del siglo XIX, Friedrich Schleiermacher, resucitó la teología. La autoridad de la ortodoxia había desaparecido, y la antigua teología natural había quedado desprestigiada por dos filósofos del siglo XVIII, el escéptico inglés David Hume y el idealista alemán Immanuel Kant.
Por eso, Schleiermacher hizo un enérgico llamamiento para que la experiencia viva de la comunidad de creyentes fuera considerada como la nueva base de la teología.
En su obra más importante, Compendio de la fe cristiana según los principios de la Iglesia evangélica (2 vols. , 1821-1822), la doctrina es tratada como la transcripción de la experiencia. Con Schleiermacher, el foco de la teología parece desplazarse desde Dios a la humanidad, y esta fue la realidad, en términos generales, de la teología liberal que dominó el siglo XIX. Su desarrollo se vio interrumpido por la obra de Karl Barth, cuya obra monumental, Die kirchliche Dogmatik (1932-1962), significó un regreso a la filosofía bíblica.
En la segunda mitad del siglo XX coexistían varias escuelas teológicas. Importante entre ellas es la revitalizada teología católica romana que surge del Concilio Vaticano II (1962-1965). Otras escuelas utilizan los principios del filósofo inglés del siglo XX Martin Heidegger, e incluso de Carlos Marx, para elaborar nuevas interpretaciones teológicas.
d. Teología y otras disciplinas
La compañera de diálogos más antigua de la teología ha sido la filosofía. Sucesivas escuelas de filosofía han inspirado el pensamiento teológico innovador, han ofrecido categorías para la aclaración de las ideas teológicas y han interpretado el cambio de intereses de la sociedad.
La teología judeocristiana ha estado implicada de forma muy estrecha con la historia, ya que en la tradición bíblica la historia es el medio de la revelación y las afirmaciones históricas de fe tienen que ser probadas y analizadas como otras afirmaciones.
La psicología, la sociología y la antropología implican el estudio de la religión y, aunque sus métodos y objetivos sean diferentes de los de la teología, muchas veces ilustran sobre el proceso del desarrollo teológico.
La teología debe recurrir también a las ciencias naturales, por ejemplo, al investigar de qué modo las doctrinas de creación y providencia se relacionan con el mundo descrito por la ciencia. Por último, y a finales del siglo XX, los filósofos cristianos han entablado el diálogo con las demás religiones importantes, han fijado un territorio común y han analizado los elementos que la diferencian.
Todas estas líneas de pensamiento están incluidas de alguna manera en nuestra teología actual o en dogmas y pensamientos.
Acción en la que desarrollan o perfeccionan las facultades y aptitudes del individuo para su perfecta formación.
Según Luis Arturo Lemus: Es la influencia ejercida en una persona, ocasionándole modificaciones en su conducta.
- Educación:
Es la formación que recibe el ministro en el campo teológico.
Este incluye los diferentes pensamientos, linemientos, escuelas, doctrinas y corrientes existentes en dicho campo. Conlleva profundidad en el aspecto teórico.
- Educación Teológica:
Es la formación que recibe el ministro en el campo netamente bíblico.
Esto para comprender Las Sagradas Escrituras de acuerdo a sus principales divisiones.
- Educación bíblica:
- Educación ministerial:
- Terminología:
Es la preparación teórica y practica que recibe el ministro para poder cumplir con su ministerio.
En esta se tratan aspectos puramente prácticos, contextuales y actuales.
Chávez
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