- Definición de sociología
- Enfoques teóricos de la sociología
- Funcionalismo
- Estructuralismo
- Dilemas teóricos
- Dilema I: estructura y acción
- Dilema II: consenso y conflicto
- Dilema III: el problema del género
- Dilema IV: la configuración del mundo moderno
- Comparación entre Marx y Weber
- Resumen
La sociología es la ciencia que estudia en sí a la sociedad.
I. Definición de sociología
1. – Ciencia que trata de la constitución y desarrollo de las sociedades humanas.
2. – Es una ciencia que tiene como finalidad estudiar la realidad de las entidades sociales tal cual son. Pero no como debería ser, así pues, el estudio de las sociedades debe considerarse análogo al de los objetos del mundo animado. Es la historia natural de las sociedades humanas.
3. – la sociología puede definirse como el estudio científico de la vida grupal de los seres humanos, debido a que con frecuencia se da un uso incorrecto a los términos sociología y sociólogo, valdría la pena mencionar aquí algo de lo que no es sociología, como campo de conocimiento, la sociología no es una filosofía social.
II. Enfoques teóricos de la sociología
Los orígenes de la sociología —con las obras de Marx, Durkheim y Weber— fueron principalmente europeos. Sin embargo, durante el siglo XX, la disciplina ha arraigado en todo el mundo y algunas de las aportaciones más importantes han venido de los Estados Unidos. La obra del filósofo George Herbert Mead (1863-1931), que daba clases en la Universidad de Chicago ha tenido una influencia decisiva en el desarrollo de la teoría sociológica
Mead subrayó la importancia del lenguaje y de los símbolos en la vida social humana y, posteriormente, la perspectiva que elaboró pasó a llamarse "interaccionismo simbólico". Mead prestó más atención a los procesos sociales pequeños que a la sociedad en su conjunto. Aunque los comienzos de! interaccionismo simbólico son bastante antiguos, ésta perspectiva sólo comenzó a ser influyente después de un cierto tiempo. Por lo tanto, nos ocuparemos de ella después de abordar el funcionalismo y el estructuralismo.
Talcon Parsons (1902-1979) fue el teórico más sobresaliente de la sociología estadounidense del período de posguerra. Autor prolífico, escribió sobre numerosas áreas de la sociología empírica y teórica. Hizo aportaciones al estudio de la familia, la burocracia, las profesiones y la política, entre otras. Fue uno de los autores que más contribuyó al desarrollo del funcionalismo, un enfoque teórico del que habían sido pioneros Durkheim y Comte. Desde la perspectiva funcionalista para estudiar cualquier sociedad hay que analizar de qué modo se combinan sus diversas "partes" o instituciones, con el fin de garantizar la continuidad de esa sociedad en el tiempo.
No obstante, los pensadores europeos continúan destacando en la evolución más reciente de la sociología. Uno de los enfoques que ha suscitado mayor interés es el estructuralismo que vincula estrechamente el análisis sociológico con el estudio del lenguaje. Esta corriente surgió dentro de la lingüística y fue el antropólogo Claude Lévi-Strauss (1908-) quien la aplicó a las ciencias sociales, aunque sus orígenes bien pueden remontarse a Durkheim y a Marx.
El pensamiento de Marx se siguió discutiendo y se desarrolló en el siglo posterior a su muerte, denominándose marxismo al trabajo de sus seguidores.
2.1. FUNCIONALISMO
El funcionalismo, como ya hemos señalado, comenzó con Comte, para quien esta forma de análisis era una parte clave de su manera de formular… las tareas de la teoría y la investigación sociológicas. Sin embargo, el desarrollo del funcionalismo moderno, estuvo muy influido por el trabajo de los antropólogos. Hasta principios de este siglo la antropología se basaba fundamentalmente en los informes y documentos redactados por administradores coloniales, misioneros y viajeros. La antropología del siglo XIX era, por tanto, bastante especulativa y estaba insuficientemente documentada. Los autores escribían libros recogiendo ejemplos de todo el mundo, sin preocuparse demasiado por su autenticidad o por e! contexto cultural del que provenían.-Por ejemplo, la religión se analizaba mediante la comparación de numerosos ejemplos de creencias y prácticas extraídos de las más diversas culturas.
La antropología moderna data de los tiempos en que a los investigadores les empezó a parecer insatisfactorio este enfoque y decidieron pasar largas temporadas realizando trabajo de campo en diferentes culturas de todo el mundo. Dos los pioneros en el trabajo de campo antropológico fueron un autor británico seguidor de Durkheim, A. R. Radciiffe-Brown (I881- 1955).y Bronislaw Malinowski (1884-1942), un polaco que desarrolló gran parte de su carrera en Gran Bretaña. Malinowski escribió algunos de los estudios antropológicos más célebres de todos los tiempos, como resultado de su prolongada estancia en las islas Trobriand, en el Pacífico. Radcliffe – Brown estudió a los habitantes de las Islas Andaman, un archipiélago próximo a las costas de Birmania. Radcliffe-Brown y Malinowski sostienen que debemos estudiar una sociedad o una cultura en su conjunto si queremos comprender sus principales instituciones y explicar el comportamiento de sus miembros. Por ejemplo, sólo podemos estudiar las creencias y costumbres religiosas de una sociedad analizando de qué manera se relacionan con otras instituciones, pues las diferentes partes de una sociedad se desarrollan en una estrecha relación mutua.
Estudiar la función de una práctica social o de una institución es analizar la contribución que una u otra hace a la continuidad de la sociedad en su conjunto. La mejor manera de entender esto es por analogía con el cuerpo humano, una comparación que han utilizado Comte, Durkheim y otros muchos autores funcionalistas posteriores. Para estudiar un órgano como el corazón debemos mostrar de qué modo se relaciona con otras partes del cuerpo, al bombear sangre a todo el organismo, e! corazón desempeña un papel vital para el mantenimiento de la vida de éste. De modo similar, analizar la función de un elemento social implica mostrar el papel que representa en el funcionamiento de una sociedad. Por ejemplo, según Durkheim la religión refuerza la adhesión de las personas a los valores sociales centrales, y por ello contribuve al mantenimiento de la cohesión social.
2.1.1. El funcionalismo de Merton
El funcionalismo "regresó" a la sociología a través de los escritos de Talcon Parsons (1952. 1966) y Roben K. Merton, para quienes el análisis funcionalista proporcionaba las claves del desarrollo de la teoría y la investigación sociológicas. El funcionalismo de Merton ha sido particularmente influyente, pues ha servido para centrar la obra de toda una generación de sociólogos estadounidenses, aunque también haya sido utilizada en otras partes. Merton hizo una interpretación más elaborada del análisis funcionalista que la de Radcliffe-Brown o Malinowski. Al mismo tiempo, la adaptó al estudio de las sociedades industrializadas, las cuales difieren en ciertos aspectos básicos de las culturas simples estudiadas por los antropólogos.
Merton distingue entre funciones manifiestas y latentes. Las primeras – son las que los participantes en un tipo específico de actividad social conocen y tienen intención de realizar- . Las funciones latentes son la consecuencia de acciones de las que los participantes no son conscientes (Merton, 1957). Para ilustrar esta distinción, Merton utiliza el ejemplo de una danza de la lluvia realizada por los indios Hopi de Nuevo México, que creen que este ceremonial traerá la lluvia que necesitan para sus cosechas (función manifiesta). Ésta es la razón por la que organizan la ceremonia y participan en ella. Sin embargo, esta danza de la lluvia, sostiene Merton. Siguiendo la teoría de la religión de Durkheim, tiene también el efecto de promover la cohesión de la sociedad (función latente). Según Merton, gran parte de las explicaciones sociológicas consiste en sacar a la luz las funciones latentes de las actividades e instituciones sociales.
Merton distingue, además, entre funciones y disfunciones. Las pequeñas culturas que estudian los antropólogos, señala, suelen estar más integradas y ser más solidarias que las extensas sociedades industrializadas de las que se ocupa primordialmente la sociología. Radcliffe-Brown y Malinowski podían concentrarse única y exclusivamente en identificar las funciones, pues las culturas que analizaban eran estables y estaban integradas. Sin embargo, al estudiar el mundo actual tenernos que ser conscientes de las tendencias desintegradoras. E! término disfunción se refiere a ciertos aspectos de la actividad en sociedad que tienden a producir cambios porque suponen una amenaza para la cohesión social.
Buscar los aspectos disfuncionales del comportamiento en sociedad significa centrarse en aquellos rasgos de la vida social que suponen un desafío para el orden existente. Por ejemplo, es erróneo suponer que la religión es siempre funcional, que únicamente contribuye a la cohesión social. Cuando dos grupos tienen diferentes religiones, o incluso versiones distintas de la misma religión, es posible que se produzcan graves conflictos sociales que pueden dar lugar a un aumento del desorden social. Así, se han declarado muchas guerras entre comunidades religiosas, como ha sido el caso de las luchas entre protestantes y católicos en la historia europea.
2.1.2. Evolución reciente
Probablemente, durante mucho tiempo el pensamiento funcionalista fue la tradición teórica más relevante en sociología, particularmente en los Estados Unidos. En los últimos años su popularidad se ha visto mermada y sus limitaciones se han hecho evidentes, aunque sigue teniendo importantes defensores (Alexander, 1985). Si bien no es el caso de Merton, muchos pensadores funcionalistas (Talcott Parsons es un ejemplo) subrayan en exceso determinados factores que favorecen la cohesión social, a costa de los que originan división y conflicto. Además, muchos críticos comparten la idea de que el análisis funcionalista atribuye a las sociedades cualidades que no poseen. A menudo los funcionalistas hablan como si éstas tuvieran «necesidades» y «objetivos», aunque estos conceptos sólo tengan sentido cuando se aplican a los seres humanos individuales. Pensemos, por ejemplo, en el análisis que hace Merton de ¡a danza de la lluvia de los Hopi. Merton se refiere a ella como si una vez que hubiéramos demostrado que el ceremonial favorece la integración de la cultura-Hopi hubiéramos explicado por qué existe realmente, ya que, después de todo, nosotros sabemos que la danza en si no trae la lluvia. Esto no es así, a menos que pensemos que, de un modo u otro, la sociedad Hopi impulsa a sus miembros a actuar de una manera «necesaria» para evitar su desintegración. Pero ése no es el caso, porque las sociedades no están dotadas- "de voluntad o de objetivos"; sólo los individuos humanos poseen estos atributos.
2.2. ESTRUCTURALISMO
Al igual que el funcionalismo, el estructuralismo se ha visto influido por la obra de Durkheim, aunque el empuje básico para su desarrollo proviene de la lingüística. La obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913) fue la primera y más importante fuente de ideas estructuralistas. Aunque de Saussure sólo escribió sobre el lenguaje, las ideas que desarrolló fueron posteriormente incorporadas a numerosas disciplinas, tanto de las ciencias sociales como de las humanidades.
Con anterioridad a la obra de Saussure, el estudio del lenguaje consistía básicamente en un seguimiento de los cambios en el modo de utilizar las palabras. Según Saussure, este procedimiento omite la característica central del lenguaje.
En ningún caso podemos identificar las características básicas o estructuras del lenguaje fijándonos únicamente en las palabras que emplean las personas cuando hablan (de Saussure, 1974). El lenguaje consiste en una serie de reglas de gramática y significación que "están detrás" de las palabras, pero que no se explicitan en ellas. Por poner un ejemplo sencillo: en inglés se añade normalmente la desinencia "ed" a un verbo cuando se quiere indicar que algo ha ocurrido en el pasado. Esta es una de las miles de reglas gramaticales que todo hablante de una lengua conoce y que emplea para construir lo que dice. Para Saussure, analizar las estructuras del lenguaje significa atender a las reglas que subyacen al habla. La mayoría de ellas las conocemos de un modo implícito: no podríamos explicar fácilmente en qué consisten. De hecho, la labor de la lingüística es hacer evidente lo que sabemos de forma implícita, pero sólo en lo que se refiere a ser capaces de emplear la lengua en la práctica.
2.2.1. Lenguaje y significado
Saussure sostiene que el significado de las palabras se deriva de las estructuras del lenguaje, no de los objetos a los que se refieren dichas palabras. De un modo ingenuo se podría pensar que el significado de la palabra «árbol» es el objeto con hojas al que se refiere el término. Sin embargo, para Saussure esto no es así y lo sabemos porque en el lenguaje hay muchas palabras que no se refieren a nada, como «y», «pero» o «no obstante». Además, existen términos cargados de significado que se refieren a objetos míticos que no existen realmente, como «unicornio». Si el significado de .una palabra no proviene del objeto al que se refiere, ¿de dónde proviene entonces? La respuesta de Saussure es que el significado se crea por las diferencias que existen entre conceptos relacionados que las reglas del lenguaje reconocer. El significado de la palabra «árbol» se deriva del hecho de que distinguimos «árbol» de «arbusto», «matorral», «bosque» y de una serie de palabras que tienen significados parecidos pero distintos. Los significados se crean dentro del lenguaje y no por alusión a los objetos de! mundo real a los que nos referimos por medio de ellos.
2.2.2. Estructuralismo y semiótica
Al anterior análisis Saussure añade la importante observación de que no sólo los sonidos (el habla) o los signos sobre el papel (la escritura) son capaces de crear significados sino que cualquier objeto que podamos distinguir sistemáticamente puede ser utilizado para crearlos. Un ejemplo de ello es un semáforo. Utilizamos el contraste entre verde y rojo para significar "adelante" y "deténgase" (ámbas significan «prepárese para arrancar» o «prepárese para parar»). Véase que es la diferencia es lo que crea el significa no los colores en sí mismos. Daría lo mismo que utilizásemos el verde para significar «deténgase» y el rojo para indicar «adelante», siempre que fuéramos coherentes a la hora de reconocer la diferencia. Saussure denomina semiología al estudio de los significados no lingüísticos, pero el término más comúnmente empleado es el de semiótica.
Los estudios de semiótica pueden hacerse sobre muy distintos aspectos de la cultura humana. Un ejemplo es el vestido y la moda. ¿Qué hace que un estilo de vestir esté de moda en un momento dado? No se trata de la ropa en sí, pues la falda corta puede estar de moda un año y dejar de estarlo al año siguiente. Lo que hace que algo esté de moda es, una vez más, la diferencia entre lo que llevan aquéllos que «están en la onda» y los que no lo están. Otro ejemplo de la esfera del vestir es la costumbre de llevar luto. En nuestra cultura, demostramos que estamos de luto vistiendo de negro. En otras, por el contrario, los que están de luto visten de blanco. Lo relevante no es el color en sí mismo sino el hecho de que las personas que están de luto vistan de forma, diferente a la habitual. El enfoque estructuralista se ha utilizado más en antropología que en sociología, particularmente en los Estados Unidos. Siguiendo la línea de Lévi-Strauss, que popularizó el término estructuralismo. Este tipo de análisis se ha aplicado al estudio del parentesco, el mito, la religión y a otras áreas. No obstante, numerosos teóricos de la sociología se han visto influidos por diversos conceptos procedentes de esta comente. Michel Foucault., utilizó -.varias ideas clave del pensamiento estructuralista, aunque no le gustaba que le llamaran estructuralista. Los conceptos de esta corriente se han aplicado al estudio de los medios de comunicación periódicos, revistas,, televisión), de las ideologías y de la cultura en general.
El pensamiento estructuralista presenta una serie de debilidades que limitan su atractivo como marco teórico general en sociología. El estructuralismo nació a partir del estudio del lenguaje y ha demostrado ser más relevante para el análisis de ciertos aspectos del comportamiento humano que de otros. Resulta muy útil para estudiar la comunicación y la cultura, pero su aplicación es menor para aspectos más prácticos de la vida social, como la actividad económica y política.
2.3. INTERACCIONISMO SIMBÓLICO
El interaccionismo simbólico presta más atención al individuo activo y creativo que cualquier otro enfoque teórico. Desde la época de Mead lo han desarrollado otros muchos autores y en los Estados Unidos ha sido el principal rival de la perspectiva funcionalista. Como en el caso del estructuralismo, el interaccionismo simbólico surge de una preocupación por el lenguaje pero Mead lo desarrolla en una dirección diferente.
2.3.1. Símbolos
Mead sostiene que es el lenguaje lo que nos hace seres auto conscientes, es decir, conocedores de nuestra propia individualidad y el elemento clave en este proceso es el símbolo. Un símbolo es algo que representa otra cosa. Siguiendo con el ejemplo utilizado por Saussure, la palabra «árbol» es un símbolo por medio del cual representamos el objeto árbol. Para Mead una vez que dominamos dicho concepto podemos pensar en un árbol incluso sin verlo. Hemos aprendido a pensar en el objeto de un modo simbólico. Esta forma de pensamiento nos libera de estar limitados en nuestra experiencia a lo que vemos, oímos o sentimos.
A diferencia de la mayoría de los animales, los seres humanos viven en un rico universo simbólico (los primeros carecen del sentido del yo que tienen los segundos). Cada uno es conciente de sí mismo porque aprende a "mirarse" desde fuera, a verse como lo ven los demás.
2.4. MARXISMO
El funcionalismo, el estructuralismo y el interaccionismo simbólico no son las únicas tradiciones teóricas influyentes dentro de la sociología, ni tampoco está triple división es la única forma de clasificar los enfoques teóricos. El marxismo es una perspectiva de gran importancia que fractura esta división. Evidentemente, de un modo u otro, los marxistas han heredado sus ideas de Marx, pero es posible hacer múltiples interpretaciones de las principales ideas de este autor, y así lo demuestran las muy diversas posiciones teóricas que han adoptado las distintas escuelas de pensamiento marxista.
En términos generales, el marxismo puede subdividirse siguiendo las líneas de demarcación que existen entre las tres tradiciones teóricas antes, descritas. Ya sea implícita o abiertamente, muchos marxistas han adoptado un enfoque funcionalista al abordar el materialismo histórico. Su versión del marxismo difiere sensiblemente de la de los marxistas que han sido influidos por el estructuralismo, y el autor más célebre que ha desarrollado esta última perspectiva ha sido el francés Louis Althusser (1969). Ambas tendencias se diferencian del enfoque de otros marxistas que pone un mayor énfasis en el carácter activo y creativo del comportamiento humano. De entre estos últimos, muy pocos autoras se han visto influidos por ei interaccionismo simbólico, pero si han adoptado una perspectiva muy próxima a él. Jürgen Habermas, cuyos trabajos ya hemos analizado en el Capítulo 1 y en otras partes de este libro, es un ejemplo de ello (véase Habermas, 1987).
En todas sus versiones, el marxismo difiere de las tradiciones sociológicas no marxistas. La mayor parte de los autores marxistas conciben su corriente de pensamiento como parte de un «paquete» de análisis sociológico y de reforma política radical. Creen que el marxismo genera un programa de cambio político absoluto.
Además, los marxistas ponen un mayor énfasis en las divisiones de clase, en el conflicto, el poder y la ideología que muchos de los sociólogos no marxistas, y particularmente los influidos por el funcionalismo.
Resulta más adecuado concebir el marxismo no como un tipo de enfoque dentro de la sociología, sino como una serie de escritos que han calado en esta disciplina, superponiéndose unos a otros y, con frecuencia, influyéndose mutuamente. La sociología no marxista y el marxismo siempre han mantenido una relación de influencia y oposición mutuas.
2.4. Dilemas teóricos
¿De qué modo debemos valorar estos cuatro enfoques teóricos? Aunque todos tienen sus defensores acérrimos, existen zonas en las que es evidente que se complementan entre sí. El funcionalismo y la mayor parte de las versiones del marxismo se centran en las propiedades a gran escala de los grandes grupos sociales o sociedades. Su interés se orienta hacia las «grandes preguntas», como, ¿de qué forma se mantiene la unidad de las sociedades? o ¿cuáles son los factores principales que provocan el cambio social? El interaccionismo simbólico, por el contrario, se centra en las situaciones cara a cara de la vida social. El estructuralismo difiere de los demás enfoques en su interés dominante por los rasgos culturales de la actividad social
Enfoques teóricos en sociología
Las líneas continuas indican una influencia directa y las discontinuas una conexión indirecta. No es cierto que Saussure heredara gran parte de sus ideas directamente de Durkheim, aunque muchas de ellas se solapan. Mead no es heredero de las ideas de Weber, pero allí donde éste subraya la naturaleza significativa y premeditada de La acción humana sí tiene afinidades con los temas que estudia el interaccionismo simbólico.
Por tanto, hasta cieno punto, podemos utilizar de-forma selectiva todas estas teorías para analizar determinados problemas sociológicos, pero en cienos aspectos unas y otras chocan claramente. Existen diversos dilemas teóricos básicos —puntos de controversia o disputa constante— que se ponen de maní ueste a través de estos choques, y algunos de ellos se refieren a cuestiones generales relacionadas con el modo de interpretar los asuntos humanos y las instituciones sociales. A continuación exponemos cuatro de estos dilemas.
1. El primer dilema se plantea en relación a la acción humana y a la estructura social. Dice lo siguiente: ¿hasta qué punto somos actores creativos que controlan activamente las condiciones de sus vidas o, por el contrario, gran pane de lo que hacemos es el resultado de fuerzas sociales generales que escapan a nuestro control? Esta pregunta siempre ha producido, y continúa produciendo, una división entre los sociólogos. El interaccionismo simbólico enfatiza los componentes activos y creativos del comportamiento humano. Los otros tres enfoques (con excepción de algunas variantes del marxismo) resaltan el carácter condicionante de las influencias sociales sobre nuestras acciones.
2. El segundo dilema teórico se refiere al consenso y al conflicto en la sociedad. Algunas posturas dentro de la sociología, incluyendo algunas vinculadas al funcionalismo, subrayan el orden y la armonía inherentes a las sociedades humanas. Aquellos que adoptan esta perspectiva, como Talcott Parsons, conciben la continuidad y el consenso como ¡as características más evidentes de las sociedades, a pesar de los cambios que puedan experimentar en el tiempo. Por e! contrario, otros sociólogos —particularmente aquéllos que han tenido una fuerte influencia de Marx o Weber— acentúan la omnipresencia del conflicto social. Para ellos las sociedades están llenas de divisiones, tensiones y luchas. Según ellos resulta ilusoria la idea de que las personas tienden a vivir amigablemente unas con otras la mayor parte del tiempo, ya que, incluso cuando no se producen confrontaciones abiertas, signen existiendo profundas divisiones de intereses que en un determinado momento pueden estallar y dar lugar a conflictos activos.
3. El tercero es un dilema básico que apenas aparece en las corrientes sociológicas tradicionales pero del que ya no puede prescindirse por más tiempo. Plantea cómo podemos incorporar de forma satisfactoria el género al análisis sociológico. Todas las figuras importantes de la historia de la teoría sociológica han sido hombres y sus obras apenas prestaron atención a! hecho de que los seres humanos tienen género (Sydie, 1987). En sus escritos los individuos parecen «neutros», son «actores» abstractos, en vez de hombres y mujeres diferenciados. El hecho de que haya pocos elementos en común entre los problemas del género y las comentes teóricas más establecidas en sociología, quizás sea la razón de que en la actualidad este dilema sea el más difícil de resolver.
El siguiente es uno de los problemas teóricos más importantes en relación con el «género»: ¿tenemos que desarrollarlo corno categoría general dentro del pensamiento sociológico? o, por el contrario, ¿hemos de analizar los problemas de género dividiéndolos en las influencias más específicas que afectan al comportamiento de las mujeres y de los hombres en cada contexto' o Dicho de otro modo: ¿hay en todas las culturas características que separen al hombre y a la mujer por lo referente a sus identidades y comportamiento social? o ¿acaso las particularidades de género siempre hay que explicarlas en función de otras diferencias que dividen a las sociedades (como los factores de clase).
4. El cuarto dilema no se refiere tanto a las características generales del comportamiento humano o del conjunto de una sociedad cuanto a los rasgos del desarrollo social moderno. Concierne a las influencias decisivas que afectan a los orígenes y a la naturaleza de las sociedades modernas, y surge de las diferencias entre los enfoques no marxistas y los marxistas. Este dilema se resume en la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto el mundo moderno es producto de los factores económicos que señaló Marx ; en concreto, los mecanismos del sistema económico capitalista? o, por otro lado, ¿en qué medida otras influencias (factores socíales, políticos o culturales) han contribuido a configurar el desarrollo social en la época moderna?
Cada una de estas cuestiones exige ser tratada por separado.
Dilema I: estructura y acción
Una de las preocupaciones centrales en Durkheim y en otros muchos sociólogos posteriores ha sido el hecho de que la sociedad a la que pertenecemos ejerza una constricción social sobre nuestras acciones. Durkheim sostenía que la sociedad prima sobre el individuo. La sociedad es mucho más que la suma de los actos individuales; cuando se analiza la ESTRUCTURA SOCIAL se estudian las características que poseen una «firmeza» o «solidez» comparable a las estructuras del entorno natural. Pensemos en una persona que se encuentra en una habitación con varias puertas. La estructura de la habitación limita el abanico de sus posibles actividades y la posición de las paredes y puertas, por ejemplo, define las ratas de entrada y salida. De forma paralela, según Durkheim. la estructura social limita nuestras actividades, marcando los límites de lo que como individuos podemos hacer. Es «exterior» a nosotros, al igual que las paredes de la habitación.
Este punto de vista lo expresa Durkheim en un célebre párrafo:
Cuando cumplo con mis obligaciones como hermano, mando o ciudadano y con los compromisos que he aceptado cumplo con una serie de obligaciones definidas por la ley y la costumbre y que son extremas a mí mismo y a mis acciones […]. De modo similar, el creyente descubre tras el nacimiento, y luego desarrolla, las creencias y prácticas de su vida religiosa; si existen antes que él, de ello se deduciría que existen fuera de él. El sistema de signos que empleo para expresar mis pensamientos, el sistema monetario que utilizo para pagar mis deudas, los instrumentos crediticios de los que me sirvo en mis relaciones comerciales, las pautas que sigo dentro de mi profesión, etc., tocias estas cosas funcionan independientemente del uso que yo haga de ellas. Considerando por separado a cada miembro de la sociedad, las siguientes observaciones podrían aplicarse a cada uno de ellos. (Durkheim, 1982, pp. 50-51.)
Aunque el punto de vista de Durkheim tiene muchos adeptos, también ha recibido duras críticas. ¿Qué es la «sociedad» —se preguntan los críticos— sino la suma de múltiples acciones individuales? Si estudiamos un grupo no vemos una entidad colectiva, sólo individuos que interactúan entre sí de diversos modos. La «sociedad" se compone simplemente de numerosos individuos que actúan de una forma regular en sus relaciones entre sí. Desde el punto de vista de los críticos (entre los que se incluye la mayoría de los sociólogos influidos por el interaccionismo simbólico), como seres humanos tenemos razones para hacer lo que hacemos, además de vivir en un mundo social lleno de significados culturales. Para ellos, los fenómenos sociales no son exactamente «cosas», sino que dependen de los significados simbólicos que asignamos a nuestros hechos. No somos criaturas de la sociedad, sino que somos .sus creadores
Valoración
Lo más probable es que esta polémica no se resuelva nunca, ya que ha existido desde que los pensadores modernos trataron de explicar sistemáticamente el comportamiento humano. Además, es un debate que no se restringe a la sociología sino que preocupa a los expertos de todas las ciencias sociales. Cada uno debe decidir después de reflexionar sobre lo que se ha dicho en este libro, sobre la posición que considera más acertada.
Sin embargo, pueden exagerarse las diferencias entre ambas perspectivas. Ninguna de las dos es absolutamente correcta y además existen conexiones entre ellas. La perspectiva de Durkheim es válida en ciertos aspectos. Las instituciones sociales preceden, de hecho, a cada individuo; también resulta evidente que nos imponen restricciones. Por ejemplo, yo no he inventado el sistema monetario que existe en Gran Bretaña. Tampoco puedo elegir entre emplearlo o no si lo que quiero es disfrutar de los bienes y servicios que se compran con dinero. El sistema monetario, como toda institución creada, existe independientemente de cada uno de los miembros de la sociedad y condiciona sus actividades.
Por otro lado, es ciertamente erróneo suponer que la sociedad es «exterior» a los individuos del mismo modo que el mundo físico, ya que éste seguiría existiendo con o sin seres humanos, mientras que decir lo mismo de la sociedad carece totalmente de sentido. Aunque la sociedad sea exterior a cada uno de los individuos, no puede serlo, por definición, al conjunto de todos ellos.
Además, aunque los que Durkheim llama «hechos sociales» puedan condicionar nuestras acciones, no las determinan. Uno podría elegir vivir sin dinero, si está lo suficientemente decidido, aun sabiendo las dificultades que encontrará para sobrevivir día a día. Como seres humanos, siempre elegimos y no nos limitamos a responder pasivamente a lo que ocurre a nuestro alrededor. El modo más satisfactorio de establecer un puente de unión entre el enfoque «estructural» y el de la «acción» consiste en admitir que todos participamos activamente-en la construcción y reconstrucción de la estructura social en e! cursó de nuestras actividades cotidianas. Por ejemplo, el hecho de que utilicemos el sistema monetario contribuye en una parte mínima, aunque necesaria, a la existencia misma de dicho sistema. Si todos, o incluso la mayoría de la gente, decidieran en un momento dado dejar de utilizar el dinero, el sistema monetario desaparecería.
Dilema II: consenso y conflicto
También resulta útil referirse a Durkheirn para contrastar las perspectivas del consenso y del conflicto. Para este autor la sociedad está constituida por una serie de planos independientes. De hecho, para muchos autores funcionalistas, la sociedad es un todo integrado que se compone de estructuras que forman un engranaje. Esta idea concuerda con el énfasis que pone Durkheirn en el carácter condicionante «exterior» ce los «hechos sociales». Sin embargo, la analogía aquí no se establece con las paredes de un edificio • sino con el cuerpo humano.
Un cuerpo consiste en varias partes especializadas (como el cerebro, el corazón, los pulmones, el hígado, etc.) y cada una de ellas participa en el mantenimiento de la vida del organismo. Todas ellas trabajan necesariamente en armonía unas con otras; si no lo hacen, la vida del organismo está en peligro. Así ocurre, según Durkheirn ( Parsons) con las sociedades, ya que, para que éstas tengan una existencia prolongada en el tiempo, sus instituciones especializadas (como son el sistema político, la religión, la familia y e! sistema educativo) deben trabajar armónicamente. Por tanto, la pervivencia de una sociedad depende de la cooperación; para la cual se requiere un acuerdo o consenso general entre los miembros sobre una serie de valores básicos.
Los que se centran, principalmente en el conflicto tienen un punto de vista muy distinto. Los .presupuestos que les guían pueden esbozarse fácilmente tomando como ejemplo la explicación marxista del conflicto de clase. Para Marx, las sociedades se dividen en clases cuyos recursos son desiguales. Al existir estas considerables desigualdades, también hay divisiones respecto al interés que son «inherentes» al sistema social Los conflictos de intereses se convienen en un momento dado en luchas entre las clases, que pueden generar procesos de cambio radical. No todos los autores que están influidos por este punto de vista se centran en las clases tanto como Marx. Otras divisiones se consideran igualmente importantes a la hora de producir conflictos, por ejemplo las diferencias entre grupo raciales o facciones políticas. Cualquiera que sea el grupo en el que se haga más hincapié, se considera que la sociedad está llena de tensiones', incluso el sistema social más estable presenta un delicado equilibrio de grupos antagónicos.
Valoración
Al igual que ocurre con la estructura y la acción, no es probable que éste debate teórico pueda agotarse completamente. Sin embargo, una vez más, la diferencia entre los puntos de vista del consenso y del conflicto parece mayor de lo que es. Las dos posiciones no son en absoluto incompatibles. Probablemente en todas las sociedades haya algún tipo de acuerdo general acerca de los valores y está claro que en todas existe conflicto.
Además, por regla general en el análisis sociológico, siempre hay que examinar las conexiones que existen entre el consenso y el conflicto dentro de los sistemas sociales. Los valores existentes en cada grupo y los objetivos de sus miembros suelen reflejar una mezcla de intereses comunes y opuestos. Por ejemplo, incluso en la descripción que hace Marx del conflicto de ciases, cada una de estas clases comparte con las demás ciertos intereses comunes.' al tiempo que existe una fuerte oposición entre ellas. Así, los capitalistas dependen de la fuerza de trabajo para sus empresas, del mismo modo que los trabajadores dependen de ellos para obtener su salario. En tales circunstancias el conflicto no es continuo, sino que, en unas ocasiones, lo que ambas partes tienen en común supera sus diferencias, mientras que en otras ocurre lo contrario.
Un concepto de gran utilidad a la hora de analizar las interrelaciones entre conflicto y consenso es de ideología, es decir, los valores y creencias que ayudan a garantizar la posición de los grupos más numerosos a costa de la de los más débiles. El poder, la ideología y el conflicto siempre están estrechamente vinculados. Muchos conflictos tienen que ver con el poder, por las compensaciones que éste brinda. Los que tienen más poder-quizá dependan principalmente de la influencia de la ideología para mantener su dominio pero, generalmente, también pueden utilizar la fuerza si es necesario. Por ejemplo, en la época feudal el dominio de la aristocracia se basaba en la idea de que una minoría «nacía para gobernar» pero era frecuente que los aristócratas en el poder recurrieran a la violencia contra los que se atrevían a oponérseles.
Dilema III: el problema del género
Las cuestiones relativas al género no suelen ocupar un lugar preferente en la obra de las figuras principales que han elaborado el marco de la moderna sociología. Sin embargo, los escasos pasajes en los que tocan este tema nos permiten, al menos, esbozar las líneas generales de un dilema teórico fundamental, aunque el escaso material existente en sus obras no ayude a resolverlo. La mejor manera de describir este dilema es contrastar un tema que surge ocasionalmente en los escritos de Durkheim con otro que aparece en los de Marx. En un momento de su análisis sobre el suicidio, Dutkheim señala que el hombre es «casi totalmente producto de la sociedad», mientras que la mujer es «en mucho mayor grado producto de la naturaleza». Extendiéndose en estas observaciones, dice del hombre: «Sus sustos, aspiraciones y sentido del humor tienen mayoritariamente un origen colectivo, mientras que los de su compañera están más directamente influidos por su organismo. Sus necesidades son, por tanto, notablemente diferentes de las de ella…» (Durkheim, 1952, p. 385). En otras palabras, mujeres y hombres poseen, identidades, gustos e inclinaciones diferentes porque ellas están menos socializadas y se encuentran más "próximas a la naturaleza" que ellos.
Nadie aceptaría hoy día una afirmación como la anterior. La identidad femenina depende tanto de la socialización como la del hombre. Sin embargo, si se modifica levemente, la afirmación de Durkheim representa un posible punto de vista sobre la formación y naturaleza del género, según el cual las diferencias entre los géneros se deben principalmente a las variaciones biológicas que hay entre hombres y mujeres. Esta perspectiva no implica necesariamente que las diferencias de género sean fundamentalmente innatas. Más bien presupone que la posición social y la identidad de la mujer vienen determinadas en gran parte (corno sugiere Chodorow; véase el Capítulo 5: «Género y sexualidad») por su capacidad reproductora y por el cuidado de los hijos. Si este punto de partida es correcto, entonces las diferencias de género están profundamente arraigadas en todas las sociedades. Las diferencias de poder entre la mujer y el hombre reflejan el hecho de que las mujeres crían a los hijos y son las que más se ocupan de ellos, mientras que los hombres son activos en las esferas «públicas» ce la política, el trabajo y la guerra.
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