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En el grado cero de la cultura: El cuerpo y su naturaleza


  1. La Cultura: un preámbulo semántico
  2. El cuerpo: mediador de las funciones psíquicas superiores
  3. La naturaleza discursiva del cuerpo humano
  4. Del giro epistemológico de la fenomenología corporal
  5. Bibliografía

Esta tierra es mi cuerpo. El cielo es mi cuerpo. Las estaciones son mi cuerpo. El agua, también es mi cuerpo. El mundo es tan grande como mi cuerpo. No piensen que solamente estoy en el este, en el oeste, en el sur o en el norte. Estoy en todas partes.

Asesinos de Enemigos.Héroe Apache.

Desde el punto de vista disciplinar cualquier teorización antes de adentrarse en las dificultades estructurales de su objeto de estudio, debe conocer la historia de su evolución, o lo que viene a ser lo mismo, los diferentes puntos de vista que sobre él se han conservado. Desde nuestra perspectiva, en esta relación intencional de referencia al objeto de estudio, es el objeto – y no la historia – el que reclama en nosotros el interés científico.

Es obvio que el cuerpo humano aparece como un objeto espacio temporal "físico" igual a otro cualquiera, que al mismo tiempo se particulariza como un fenómeno psíquico (y, más específicamente mental) que nos trae de vuelta al ego. A lo que resulta que el ser humano se constituye primero como cuerpo y sólo después, y sobre esta base, como ego. Así, como el semen contiene en potencia toda la individualidad de la vida, el sema toda la universalidad de la cultura, el soma es ese punto medio "ese particular" donde lo individual y universal confluye.

El cuerpo "el propio" es desde un inicio "una mentalidad motora o corporal", y si lo vemos como algo "extenso", es porque lo miramos justamente desde el ego, es decir, como una representación más, como "cuerpo re- presentado", que se revela de una manera peculiar, primero, en forma de orientación motriz y, después, en forma de inteligibilidad[1]en tanto matriz comunicacional de concreción y articulación del pensamiento en las diversas esferas de la vida.

Y es que el hombre nace como cuerpo y, sólo después, como conciencia. En ese grado cero de la Cultura la mera presencia del cuerpo es ya en sí alteridad (alteración) que es decir "expresión". De modo que, tras ese acto corriente del nacimiento de un hombre, está el sentido "en-carnado" de la cultura.

El secreto de la cultura se revela ya en el andar humano; el hombre es el único ser que aprende fatigosamente a andar, está obligado a salir de sí, fijando un punto fuera hacia donde dirigir sus pasos. Y este estar ya "allí desde aquí", lo que para una criatura humana significa "el primer paso", constituye de por sí "la producción de sentido en representación simbólica", por lo cual el hombre puede andar erguido, puede hablar y puede pensar. En el andar el cuerpo se pone en la otredad del "allí" y cubre la distancia a modo de reencuentro consigo mismo, como función referencial de naturaleza egológica que es en sí una perspectiva intencional al propio cuerpo.

No parece haber sido casual que la mitológica Esfinge hiciera del andar el enigma que contenía el rasgo definitorio de lo humano. Lo que hace a tal acertijo ser tan emblemático es que apunta al hombre mismo en lo originario del sentido de su cuerpo, que abarca tanto la mente como la conciencia, en oposición a la tradición cartesiana que opone el cuerpo a la mente arrojando al hombre como uno más dentro del mundo animal.

A través de un proceso asociativo el interior del cuerpo percibe directamente el sentido del espacio e interpreta, transforma, amplifica y relaciona superficies y profundidades – desde uno mismo, el otro y los otros – , pues "las superficies son los aspectos más evidentes de las profundidades y las profundidades son los aspectos ocultos de las superficies". No es como si dos campos diferentes estuvieran en comunicación, sino como si un campo estuviera continuamente reordenándose, en un proceso no solo individualizado como abstracción, sino como representación, que se sirve ante todo en analizar lo procesual identitario del cuerpo humano en la construcción de universales pluralistas,[2] realidad que coexiste y se ínter penetra en los orígenes y las transformaciones de una propia cultura.

La Cultura: un preámbulo semántico

El concepto de cultura se muestra extremadamente complejo, e implica una multiplicidad de significados de sentido, lo que nos permite construir una representación a partir de que "la cultura se define en un proceso mediante el cual somos capaces de atribuir significación a la realidad "socializada," desde diferentes y desiguales ámbitos de interacción, del ser "sujeto de la cultura", en interruptos y recíprocos procesos de desarrollo sociocultural.

La cultura es parte constitutiva de la naturaleza humana[3]incorporada al universo social, proceso bidireccional de influencias donde el individuo es capaz, inclusive, de renovar la propia cultura; pues el sujeto reconstruye individualmente los modos de acción realizados externamente y aprende a organizar los propios procesos mentales, a controlar y dirigir su comportamiento, "autogobierno", y a actuar en este mundo, por lo que deja de basarse en mediadores externos y empieza a apoyarse en recursos incorporados (ideas, valores, imágenes, representaciones mentales, conceptos, etc.)

El ser humano, en verdad, es un animal con muchas facetas, pero único e irrepetible; diríamos entonces que la construcción del ser humano es un proyecto que se debe edificar en el mundo de la vida, por tanto la relación entre estructura y cultura no puede ser interpretada en forma determinista y unilateral, ambas deben ser pensadas como la forma y el contenido.

Ser "sujeto de la cultura" es formar parte de comunidades y tradiciones dialógicas, en las que construimos nuestra identidad en la interacción con los "otros significantes"; lenguaje, cognición, emoción, valoración, no se dan en una conciencia encerrada en sí. La autonomía se construye "con otros" o se conquista "con otros".

Desde esta perspectiva, el concepto de auto-póiesis (auto-producción) no define al sujeto en cuanto tal, quizás defina a la vida en cuanto tal. El sujeto, además de auto-poiético, es autónomo; y su autonomía se da dentro de tradiciones culturales.

El cuerpo: mediador de las funciones psíquicas superiores

El cuerpo, como mediador de las funciones psíquicas superiores, interpreta y traduce los propios significados asimilados por el hombre, transformación que concientiza tanto lo físico como lo psíquico, lo externo como lo interno, lo corporal como lo espiritual; en la formación de la conciencia (de sí mismo en particular) en el establecimiento de una personalidad integrada y armónica. Las más variadas tendencias teóricas admiten que en el desarrollo corporal (motricidad) tiene su inicio la organización de la actividad psíquica humana. (Wallon H; 1966, Piaget J; 1972; Reich W; 1975, Leontiev A.N., 1983, Vygotski L.S., 1984; 1989; y otros).[4]

Una instrumentación teórica de la naturaleza del cuerpo humano nos hace analizar, en síntesis, cómo ha sido visto éste a lo largo de la historia por diferentes sistemas de conocimiento, para así arribar a una concepción histórico cultural.

En los países del Antiguo Oriente[5]independientemente de la ideología religiosa que hacia prevalecer "el mito de la inmortalidad del alma", se desarrolló un pensamiento científico que relacionaba al cuerpo en dependencia con las interacciones de la naturaleza externa, y a su vez, la actividad del alma dependía del organismo.

Los egipcios a fines del cuarto milenio a.n.e. al explicar el mecanismo de la actividad psíquica atribuían a los líquidos del cuerpo características psicológicas: temperamento sanguíneo, flemático y colérico; en dependencia del predominio en él de (sangre, flema, bilis), llegando a ser consideradas las características psíquicas cualidades del cuerpo (Yaroshevski M.G., 1984).[6]

Mientras que para la tradición hindú el cuerpo humano es un conjunto complejo de procesos psíquicos y físicos, para los chinos y japoneses el individuo "no tiene un cuerpo", sino que "es su cuerpo", y es vivido por él (Nagamoto S., 1997).[7] Sus concepciones evidentemente superaban ya el dualismo cuerpo-mente que hoy prevalece en la cultura occidental.

El primero en darle cierto lugar al cuerpo fue Sigmund Freud, al concebirlo como a los demás cuerpos, dotado de una energía unitaria utilizable en los procesos fisiológicos y psicológicos. "El yo es ante todo un yo corporal".[8]

Wilhem Reich vio al cuerpo como "reservorio de emociones, placer, rabia, angustia y tristeza, que son formas primarias de la vida vegetativa que abarcan al cuerpo como un todo".[9] Sus ideas tuvieron resonancia en los trabajos de A.Lowen en Norteamérica, quien se conoce como fundador de la Bioenergética y expresó que "no solo el movimiento, sino las posturas, disposiciones y gestos constituyen un lenguaje que precede y trasciende la expresión verbal"[10]. Sus ideas se siguen en diferentes escuelas de la Argentina, Brasil, México, Venezuela y Uruguay.

Otras escuelas y autores que han contemplado el trabajo corporal en su desarrollo son la escuela de la Gestalt y los trabajos de "Psicomotricidad" desarrollados por los especialistas en Cultura Física. (Wallon H.1966, Allport G.W.1971, Kort F.1990, Fernández A.1992, Lora J., 1996)

En estos momentos en Latinoamérica, bajo la influencia de W.Reich, la Bioenergética, la Escuela de la Gestalt y otras corrientes teóricas, se desarrolla "el movimiento de los corporalistas", los que se reúnen con grupos de diferentes edades y son promotores de la salud física y mental, utilizando posturas y ejercicios integrados a diferentes dinámicas que constituyen inestimables aportes en la práctica de la relajación y la concentración grupal.

Desde las filosofías orientales más antiguas (tema que merece una atención aparte), hasta los filósofos contemporáneos, comenzando por Ch. Descartes, G.W.Leibniz, B.Spinoza, el científico Ch. Darwin y más específicamente F.Engels, encontramos ideas significativas en relación al cuerpo y la mente. Al respecto F. Engels al explicar el surgimiento de la conciencia en el hombre primitivo plantea la idea de que "la necesidad creó el órgano",[11] relacionando así el reflejo de las carencias de este hombre en su desarrollo corporal; el mismo se refería a la necesidad del hombre de sobrevivir a los cambios, a los que debía someter su vida y actividad en la conciencia de la transformación de su propia naturaleza existencial humana.

Tradicionalmente el cuerpo es apreciado como una realidad material y concreta, claro está, ello se justifica por la gran cantidad de información y de conocimiento práctico que del mismo se tiene, fundamentalmente de su anatomía y fisiología, en menor medida de su psicofisiología y casi nada de su bioenergía y espiritualidad. Es así que podemos afirmar como decía L.S.Vygotskii parafraseando a Spinoza: "Nadie sabe aún de lo que es capaz el cuerpo o lo que se puede sacar de su naturaleza propia…"[12] y en este sentido el propio impulsor del enfoque Histórico Cultural llamaba la atención a este objeto particular de estudio al relacionar lo psíquico con lo corporal augurando un caudal inagotable de conocimiento: "la psique es una función, una propiedad del hombre como ser corporal"[13]. Y es que desconocemos mucho aún de las realidades que se relacionan con el cuerpo, conocimientos que sin duda redundarán en el estudio del hombre mismo, una de esas complejas unidades de análisis, donde aún existen tantos enigmas por descifrar.

"El hombre, desde sus partículas más ínfimas hasta sus cuerpos (…), se halla en un estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, sujeto a incesantes cambios y movimientos."[14] Es así, que apenas nos percatamos de nuestros cambios, sin embargo, estos se producen en ininterrumpido proceso de transformación, por lo que "nos parecemos mucho más a un río que a cualquier otra cosa,"[15] dado su carácter cambiante e imperceptible, pero también por las fuerzas que con él interactúan y aceleran estos cambios. Entonces, si fuésemos a aproximarnos a una definición discursiva del cuerpo, diríamos que "es un sistema que se interrelaciona con el medio exterior, crece en el espacio y/o en el tiempo, que cumple diferentes funciones, y se transforma por la cultura portada por otros hombres, generación tras generación, expresándose de forma particular desde la propia cultura".

El cuerpo humano está sometido a constantes interacciones, (respiración, digestión, funciones psíquicas) y transformaciones, (cambios microscópicos, cuánticos, bioquímicos, eléctricos, invisibles en el momento presente) imposibles de detener para su estudio, al menos, no como un todo. El cuerpo como totalidad (al igual que nuestra psique) tiene un carácter histórico y social, es un producto socio histórico (estructural y funcionalmente), y en él se recepcionan, elaboran, transforman y expresan las influencias externas dejando su huella imperceptible por momentos (sobre todo en la musculatura), pero observable, con el transcurrir del tiempo. De esta forma el propio cuerpo, y no solo la persona ("el otro" según H.Wallon y L.S.Vygotski), es un mediador, portador de una de sus más importantes funciones: "las psíquicas superiores", desde significados asimilados por el hombre a través de la relativa plasticidad y flexibilidad de su estructura. Estos contenidos son interpretados en el proceso de interiorización y exteriorización, de manera que las influencias socio históricas son reestructuradas al asumir su realidad interna individual.

El primer trabajo de F.Engels citado, donde se explica históricamente la aparición de la conciencia a la par de "la transformación de la mano, la postura y el cerebro", es muy elocuente en este sentido. Por si fuera poco, la obra de A.N. Leontiev sobre el desarrollo de la psique animal y humana constituye la más clara evidencia de como en el desarrollo filo y ontogenético, tanto los cambios morfológicos como funcionales, estuvieron en estrecha interrelación con las condiciones de vida y actividad de los organismos (Leontiev A.N., 1981, 1989).

Por todo lo anterior, la definición y fundamentación en lo discursivo del cuerpo no se reduce sólo a explicaciones de lo fisiológico, sino también en lo cultural, aunque este aspecto no sea en apariencias directamente observable. La abstracción, subvaloración o ignorancia del mismo, desde nuestro punto de vista, ha bloqueado y sigue bloqueando el avance científico en esta dirección, al suplantar la imagen del cuerpo y la de su funcionamiento como totalidad, por la de los descubrimientos microscópicos de sus elementos con las ciencias más adelantadas (Biotecnología Genética, Microbiología, etc) en lo particular. Con ello, no desestimamos el valor y alcance de estos trabajos científicos, sino alertamos del peligro en que incurrimos al centrar en solo este sentido las investigaciones del cuerpo. Es necesario continuar con el estudio y revelación de las totalidades "procesos íntegros, unidades de análisis", decía L.S.Vygotski, de las causas y organizadores del funcionamiento total del cuerpo, de las premisas y condiciones de su desarrollo, así como el carácter continuo de sus transformaciones y sus interacciones, para observar un mismo fenómeno desde otros ángulos, al plantear la búsqueda de unidades integrales de análisis para explicar el todo (Vygotski L.S., 1987b).

La naturaleza discursiva del cuerpo humano

Los intentos aislados de estudiar el cuerpo humano dentro del marco puramente filosófico o mediante métodos absolutizados de la biología, la psicología, la sociología, la etiología y otros, se contraponen. La separación de estas diferentes esferas del conocimiento representa hoy uno de los principales obstáculos que dificultan un estudio integral del mismo, no sólo desde las ciencias sociales y las ciencias humanas (filosofía, sociología, estética, ética, etc.) sino también desde las ciencias naturales, médicas, fisiológicas y genéticas. En la práctica nos encontramos con una contradicción a veces insalvable; por un lado los conceptos, teorías y leyes explicativas del cuerpo y la mente humana alterados, y por el otro "el hombre" en su expresividad y realidad comunicativa. ¿Qué hacer? ¿Atender al cuerpo conceptualizado o al cuerpo en su concreción viviente? Desde antaño esta polémica se hizo evidente, pero cualquier posición es extrema científicamente, pues ambos aspectos son importantes.

La problemática de estudio no solo se presenta como problema científico, sino también en la necesidad de establecer un proceso consciente personalizado en una práctica–teórica, en relación con las múltiples re-presentaciones del cuerpo humano en el de – cursar de una historia de vida individual/ grupal/ societal, que debe convertirse en una necesidad y, por tanto, en una forma natural de realización del individuo a través de su personalidad.

Desde estos fundamentos preliminares nos adentrarnos en la naturaleza discursiva del cuerpo humano, portador potencial de los cambios que pueden producirse por el individuo en la recepción, interiorización, procesamiento, elaboración y expresión de la cultura, como forma en que el sujeto en desarrollo actúa, percibe, siente, recrea y elabora la realidad que vivencia, y en donde se ven movilizados tanto sus afectos como sus cogniciones, subyacentes y presentes en toda experiencia de vida.

El cuerpo como unidad discursiva es ese espacio donde se arraiga y reproduce la cultura, ya que él es "el todo" en el que se entrecruzan los diferentes subsistemas de la realidad humana (fisiológicos, psicológicos, energéticos y otros) que a la larga tienen su expresión en la conducta del hombre.

El sentimiento de que el cuerpo nos es extraño, de que no lo poseemos plenamente, devalúa o valora incompletamente nuestra dimensión física. La conciencia deformada que ""secuestra"" al cuerpo está tan arraigada culturalmente que por ella parece hablar el sentido común mismo, lo obvio e indiscutible. Suele hacerse abundante referencia al mismo como objeto, pero es muy poco frecuentada su condición de sujeto, en la idea de que es productor de cambios en la relación social.

La medicina moderna, se dice, se ha desarrollado a partir de una ruptura entre el cuerpo y el espíritu, principio que le ha permitido avanzar considerablemente en numerosos ámbitos, aunque no en todos, ya que esa ruptura parece ser la responsable del aumento de las enfermedades psicosomáticas; como si la naturaleza se tomara la revancha en ese terreno (Kawai H, 1998). Es decir que mientras no se le preste la necesaria atención al hombre íntegro, a sus interacciones múltiples, a los nexos bidireccionales "cuerpo/mente", continuaremos aplazando injustificadamente la solución a un gran grupo de problemas, en la consideración de estudiar al hombre y su medio ambiente en sus diferentes dimensiones, incluyendo la espiritualidad. No es casual la vuelta que se observa en la actualidad a las filosofías orientales y medicinas tradicionales, casi todas tendientes a una concepción del hombre integrado al mundo como un ser pluridimensional (físico, mental, social, espiritual) en estrecha interdependencia con su entorno "natural", en su más amplia acepción, (Brelet-Rueff C., 1998).

La naturaleza humana del cuerpo más que una dimensión es una esencia, no obstante no desdeñamos las dimensiones corporales del mismo hasta aquí mencionadas (fisiológico, psicológico y energético) que se expresan en cada acto humano, pudiendo ponerse de manifiesto en un caso una más que otras, pero en todos, las tres están presentes y pueden ser mediadores potenciales entre sí. De ahí su interdependencia, e inseparabilidad conforme a un sistema, al sistema viviente que es el cuerpo mismo.

Es así que el cuerpo humano se convierte en un mediador de las funciones psíquicas superiores (también puede ser de otras) por ser un portador de significados apropiados por el hombre a través de sus diferentes lenguajes, de su naturaleza, de su relativa plasticidad, de su versátil movimiento, que interpreta y traduce las influencias socio históricas, reestructurando y construyendo su propia realidad interna, realidad que aún es insuficientemente conocida; donde se realizan diferentes procesos, ya sean energéticos o bioenergéticos, fisiológicos (metabolismo, respiración, circulación, etc) como psicológicos (actividad intelectual: pensamiento, percepciones, representaciones, emociones, etc), y en la manifestación de un cierto "biocampo", que reconocen los meridianos energéticos orientales.

Es así que referimos la teórica instrumental del discurso corporal desde los siguientes principios:

  • El cuerpo humano con-forma un sistema que organizacionalmente es cerrado, "se construye y re-produce a sí mismo", e informacionalmente es abierto, "capta y produce continuamente información", siguiendo de lleno los impulsos que surgen desde su interior en respuesta a acciones que revelan (= develan) algo del hombre. Como matriz comunicacional es vía de concreción y articulación del pensamiento en diversas esferas de la vida.

  • El cuerpo muestra "lo que es" en movimiento, cumpliendo diferentes funciones; entre ellas "las psíquicas superiores" que denominó L.S.Vygotski. En su movimiento existe una unidad de lo físico y lo psíquico; de lo biológico, lo social y lo psicológico; de lo psicológico y lo fisiológico. Unidad cuerpo mente que no es por identidad ni adición, sino por interrelación dialéctica entre dimensiones de un mismo fenómeno, que se transforma conjunta y mutuamente.

  • La esencia del ser corporal ha devenido como resultado de las complejas interrelaciones socioculturales en las que se ha desarrollado el hombre. El cuerpo experimenta un condicionamiento histórico que no es adaptación pasiva, sino transformación creadora que en cada instante deja de ser lo que realmente era para convertirse en algo nuevo.

  • El discurso corporal considera aquellos procesos o funciones psíquicas, conscientes o inconscientes, "energéticas, físico-químicas o biológicas en general", que intervienen en éste y se correlacionan e integran en su producción, así como en sus manifestaciones "directas o indirectas" en el comportamiento humano.

  • El cuerpo constituye un transformador de la subjetividad individual/ grupal/ societal, y su función se integra a la de otros sistemas de signos que el sujeto personaliza, interiorizándolos en dimensiones retroalimentarias. De igual manera el cuerpo al expresarse, exterioriza, revela la subjetividad, ocurriendo un proceso de transformación y acomodación que contribuye a su fortalecimiento.

  • Los supuestos teóricos de fundamento en el estudio de la corporalidad, nos permiten descifrar y sistematizar la propia transformación del individuo en tanto "sujeto de la cultura", en el logro de su integralidad como ser humano; es decir, la unidad de los aspectos fisiológicos, psicológicos, sociales y espirituales, comportamentales en general del individuo y el grupo.

En los tiempos actuales el hombre, desposeído por el determinismo biologicista predominante en diferentes momentos, debe recuperar su protagonismo como ser consciente,[16] al asumir la responsabilidad que le confiere ser "el ser vivo más racional de la naturaleza" y por tanto el más responsabilizado y llamado a conservar su propio entorno por ser el propio hombre un hecho cultural.

Del giro epistemológico de la fenomenología corporal

El problema de la teoría trascendental del conocimiento legitima un punto de partida experimentado en "la experiencia, en el pensar, y en el teorizar del sujeto". Las distinciones entre realidad y apariencia tienen lugar en la esfera misma de la conciencia o de la existencia del ser.

A la evasiva de buscar el fundamento y el origen del conocimiento y de la conciencia en lo social, el fenomenólogo opone un mundo ínter subjetivo; tampoco lo social tuviera sentido si su origen no fuera ínter subjetivo, en las constituciones de mi propio ego. Es de ese mundo ínter subjetivo de donde brota la socialidad, donde las cosas son reales o irreales, verdades o ficciones, sentidos o sin sentidos e, incluso, contrasentidos. Dicho de otro modo: "es la socialidad, de fundamento ínter subjetivo, el soporte de todo lo objetivo".

Esta ampliación de la fenomenología en su fusión con la epistemología nos remite a comprender como este mundo de los seres humanos sería imposible si lo social se concibe a la manera de relaciones objetivadas y sin otro nexo con lo subjetivo que no sea el hecho de determinarle su existencia. Antecedentes los hay, diversos autores, siguiendo a Husserl, emprendieron la tarea de constitución de una fenomenología, pero orientada desde una perspectiva existencialista que pretendía sacar a la filosofía del circuito del conocimiento y dirigirla hacia el problema del ser (tal había sido ya el propósito de Heidegger). La husserliana "experiencia del otro" será transformada por Sartre en "existencia del otro", pretendiendo éste fundar vínculos ontológicos y no de conocimientos.

Es así que la epistemología fenomenológica al fundar lo semiológico, lo epistemológico y lo fenomenológico en una teoría de la cultura arroja de una vez y, por todas, una respuesta única que se argumenta, enriquece y desarrolla de manera continua y paulatina en el tiempo y en el espacio del cuerpo para conformar preguntas que son por lo mismo diferentes respuestas que nos indican que "donde hay cuerpo no hay ego, y donde hay ego escuchamos el eco del cuerpo". O seamos más exactos, el análisis epistemológico precede el análisis propiamente fenomenológico.

Sobre la base de la epistemología fenomenológica corporal se puede ampliar y rectificar la propia sociología del conocimiento, pues de lo que se trata es del reconocimiento de la identidad y las formas concretas que reviste el saber del cuerpo en la cultura. Esto nos dice que la realidad corporal es una constitución que trata no sólo las variaciones empíricas del conocimiento, sino también los procesos por los que éste puede ampliar y rectificar la propia sociología en lo cultural.

Según la notoria fórmula de Carlos Marx, cambiando la naturaleza exterior, el hombre cambia a la vez su propia naturaleza[17]La influencia de las peculiaridades biológicas del hombre sobre su desarrollo (y conducta) está mediada por un sistema complicadísimo de conexiones y relaciones biopsicosociales. En la vida de los hombres, esta influencia se recubre en tal grado en su actividad, que lo biológico en la personalidad es socializado en mayor o menor medida. Aquí no cabe ver sólo el hecho de "la diferenciación de la esencia y la existencia", sino también el hecho de que "cambian tanto las formas de manifestación del hombre como su esencia". Partiendo precisamente de esta tesis, podemos afirmar que "lo biológico" no constituye la esencia del hombre, la transformación de lo biológico propiamente "en hombre", como queda dicho ya, es resultado de una epistemología fenomenológica corporal, que pone de manifiesto la vinculación existente entre los estados y procesos psíquicos (intelectuales, emocionales, volitivos), como formaciones complejas que determinan la interconexión de la psique del hombre y su conducta, sea cual fuere su naturaleza.

La teoría vygotskiana, al estudiar los procesos psicológicos en la filogenia (procesos psicológicos inferiores determinados por factores biológicos) y en la ontogenia humana (procesos psicológicos superiores determinados primero por los procesos biológicos y luego por los factores socioculturales), ha establecido una relación de influencia recíproca entre ambos procesos. A esta interacción en doble dirección, Yaroshevski (1979), le llama actividad objetal dado que transforma al objeto (la realidad) y al portador mismo de la actividad, al sujeto (hombre). En este sentido, desde la interpretación marxista, existe un salto dialéctico respecto a las teorías que entienden a la actividad del sujeto como adaptación biológica; por tanto, para comprender objetivamente los procesos de desarrollo de la conciencia humana (así como las formas del psiquismo) es necesario indagar los distintos dominios genéticos que se entrecruzan en el marco ontogenético, dentro de los que se incluyen el filogenético y el histórico-cultural.

El sujeto, como ente cultural, es protagonista de múltiples interacciones sociales, en donde el sujeto internaliza (reconstruye) el conocimiento, el cual transita primero por el plano interindividual y pasa posteriormente al plano intraindividual para ser luego exorregulados (regulados por otros). En este sentido el papel de la interacción social en el discurso corporal es una clara evidencia de su valor de aplicación en la actividad grupal. El asunto aquí no sólo pasa por la acción ejecutada, sino que además asume la necesidad de la interacción corpórea "cuerpo a cuerpo", complementario en tanto es un elemento mismo de la situación del sujeto en el grupo, es la realidad innegable de que se está "aquí y ahora".

Por supuesto, que todos los más tienen sus menos, y aunque no vamos a insistir en una actitud crítica ante los fenómenos que se han derivado de la inclusión de las "prácticas corporalistas" muchas de éstas no son realmente "prácticas grupales", sino prácticas que se pueden hacer en grupo, o que necesitan hacerse en grupo por razones ajenas a la grupalidad. Su diseño de montaje es individual, de relación bilateral entre el entrenador y el entrenado.

Si bien es justo admitir que toda práctica grupal comporta un cierto nivel de artificialidad, en las prácticas corporalistas el nivel de relación, forma parte de un modelo que crea sensación de artificialidad, de ser totalmente distinto a la realidad. Una parte considerable de las personas asumen responsabilidades, o para ser más exactos, roles de dirección en las prácticas corporalistas, con inexperiencias profesionales; los sustentos teóricos de dichas prácticas responden, o bien, a creencias muy simplemente estructuradas, o a elaboraciones empíricas sin la más elemental verificación, ni de consecuencias nocivas probables.

La educación corporal es el primer anclaje del sujeto en la cultura y la responsable de todos aquellos anclajes ocurrentes en los diferentes periodos de la vida (subjetivación o personalización) de la persona[18]donde operan, o deben operar, condicionantes socioculturales que propicien el desarrollo del sujeto[19]en sus plenas potencialidades, en el sentido que éste no es alguien contenido en sí mismo, sino alguien que conquista su mismidad en comunión con sus congéneres y que la comparte éticamente con estos, lo que implica convergentemente la autonomía y la dependencia de los demás (L.S. Vygotski, 1987, E. Morín, 1994, F. Savater, 1997)[20], para que adquiera suficiente conocimiento de sí mismo y de su medio ambiente, para que se desarrolle (física, psíquica y moralmente), hasta el límite de sus posibilidades y pueda aplicar sus aprendizajes con un sentido desarrollador de todas sus potencialidades, capacidades y habilidades fundamentales; para que éste comprenda y se acepte más a sí mismo y a la realidad que le rodea, y se relacione más satisfactoriamente en el proyecto de su vida individual/ grupal/ societal.

El artículo de referencia al reseñar el cuerpo y su naturaleza, intenta desmarcarse del abordaje por sumatoria, por colaboración de disciplinas que conservan, de todas formas, su relativa autonomía, para proporcionar un enfoque donde se funden los saberes, se desdibujan los límites, en la comprensión de la complejidad (del pensamiento simple al pensamiento compolejo), desde la teoría socio histórico cultural y la teoría de los grupos operativos. En este sentido se plantea el problema del estudio de los sistemas sujetos en tanto aprendizaje donde ocupa un lugar central la articulación dinámica entre lo creativo social y lo normativo social; entre lo que se orienta a la descentralidad social y lo que se orienta a lo jerárquico social. Todo ello desde la perspectiva de los sistemas del conocimiento en una realidad sociocultural. .

La problemática del discurso corporal grupal entraña diversos dilemas en el entramado del enraizamiento cultural del sujeto,[21] lo que hace que el ser humano como agente activo precise aglutinar las diferentes condiciones de vida en una subjetividad prospectiva de sus problemas sociales en comunidad. Lo que aquí subyace constituye una ética; es ese imperativo categórico que pronunciara Carlos Marx: "el de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable."[22]

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  • 22. M.Merleau-Ponty: Fenomenología de la pecepción, Península Bardelona, 1994.

  • 23. N. Abbagnano: Historia de la filosofía, 3 t, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.

  • 24. P. Berger y T: Luckman: La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1989

  • 25. P. Ricoeur: Freud: una interpretación de la cultura. Siglo xx1, M´xico, 1987,

  • 26. S.Freud; Obras Escogidas, 3t, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971, t.1.

  • 27. S.Valdes Bernal: Antropología lingüística, Fundación Fernando Ortiz, Colección La fuente Viva, La Habana, 2000.

  • 28. S.Freud; Obras Escogidas, 3t, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971, t.1.

 

 

Autor:

Humberto Lázaro Alfonso Quesada.

 

[1] Lo “inteligible” mismo no es más que una extensión virtual de las necesidades motoras del cuerpo, de manera que este último aparece representado en y por el ego.

[2] Enunciación que relaciona lo dialógico, lo particular, lo heterogéneo, lo diferente, con generalidades construidas, no hegemónicas ni excluyentes.

[3] La formación de las características psicológicas individuales se dan a través de la incorporación de los modos y de las actividades psíquicas históricamente determinados y culturalmente organizados.

[4] Leontiev A.N., Luria A.R., Tieplov B: M. (1987): Prólogo a la Edición Soviética de Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores Editorial Científico Técnica. 1987.

[5] Son interesantes las concepciones egipcias, hindú, china y japonesa en las que se observa una imagen más íntegra del cuerpo humano.

[6] Yaroshevski, M.G.(1984):Historia de la Psicología. Tomo I, EIMAV, Empresa de Producción y Servicio del MES.

[7] Nagamoto, S. (1997):”Como un río invisible” Rev.Correo de la UNESCO. Abril.

[8] Freud, S. (1950): Obras completas tomo VII, tomado de Lowen, A. (1988): El lenguaje del cuerpo. Editorial Heder. Barcelona.

[9] Reich, W. (1975): Análisis del carácter. Editorial Paidós. Buenos Aires.

[10] Lowen, A. (1996): Bioenergética, Editorial Diana. México. S.A.

[11] Engels, F, Marx C.(1971): Obras Escogidas en dos tomos.TomoII.Editorial Progreso. Moscú.

[12] Vygotski, SL. (1982-84-89): Obras Escogidas Tomos 1,4 y 6. Editorial Pedagógica. Moscú.

[13] Leontiev A.N., Luria A.R., Tieplov (BM, 1987, Pág. 3).

[14] Engels, F, Marx C. (1971): Obras Escogidas en dos tomos.TomoII.Editorial Progreso. Moscú.

[15] Chopra, D. (1994): La Curación Cuántica. Edit. Grijalvo. México.

[16] Se utiliza el término consciencia (con s) con toda deliberación. Para nosotros difiere de la conciencia (sin s) en que la primera se relaciona con el darse cuenta de la consciencia interior y la segunda con las manifestaciones de la conciencia objetiva ( la acción de los sentidos físicos).

[17] Véase: C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t, 23, pág, 188

[18] Utilizo el término persona como categoría social – no propiamente psicológica – para destacar al ser humano como individuo consciente, como sujeto de las relaciones sociales. Es en esas relaciones donde éste se desarrolla como persona y como personalidad. Las características individuales de la persona y las que lo caracterizan como personalidad – aunque convergentes – no son equivalentes.

[19] Utilizo el término “sujeto” para destacar el papel activo de la persona y el de “personalidad” para señalar por una parte, los sistemas estructural-funcionales, cognitivo-afectivo más complejos y organizados de esta, y por otra, su estilo propio, original de estructuración y comportamiento.

[20] Morín, E; (1994): La noción de sujeto. En: Fried, D. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Ed. Bertrand Brasil. Río de Janeiro. ————— (2000): A cabeça ben feita: Repensar a reforma, reformar o pensamiento. Ed Bertrand Brasil, Río de Janeiro.

[21] Término utilizado por L. S. Vygotski, 1987, en el campo de la psicología. Este concepto, quizás uno de los más importantes de la teoría culturalista, no ha sido suficientemente desarrollado por los seguidores del enfoque.

[22] Froman, Erich. Marx y su concepto del hombre (Carlos Marx: Manuscrito Económico Filosófico). México FCE, 1964, pag 260 (De la introducción a la crítica de la filosofía del derecho).