Los orígenes de Ghana se remontan al siglo IV, aunque las primeras referencias escritas datan del VII, época en la cual era un territorio rico y poderoso. La capital, Kumbi Saleh, se fundó en el siglo IV por los bereberes, o los soninké, o posiblemente por los mestizos de bereberes y negros llamados sarakollés, antepasados del grupo mandé.
Existían otras ciudades, pero Kumbi Saleh fue la más próspera, situada a unos 300 kilómetros del norte de Bamako, la actual capital de Malí. La mayoría de la población negra y el rey eran animistas. En el siglo XI, la ciudad comercial era musulmana y había dispersos grupos cristianos y judíos que se habían establecido allí en épocas anteriores.
La sucesión del rey seguía la línea materna, pues el heredero era el hijo de la hermana. En el 790, Kaya Magha Cissé, de una familia de los rakollé, para vengar el asesinato de su padre, mató al rey bereber, ocupó su lugar y fundó una dinastía negra que duró tres siglos.
Ghana alcanzó el apogeo de su extensión, de su riqueza y de su poderío entre los siglos IX al XI gobernada por los cissé. Se amplió al este, hasta la ciudad de Tombuctú, Tumbuctú o Timbuctú, al oeste asta Segal, y al sur hasta el río Baulé.
Ghana constituyó el primer enlace comercial entre el mundo norafricano, y el sahariano, y el país de los negros, como lo llamaban los árabes. El rey de Ghana tenía el control del acceso a las regiones auríferas, y realizaba el comercio con los bereberes islamizados y con los centros del Sahara; en tanto que los nómadas eran los tributarios de ambos.
Ghana proporcionaba polvo de oro, marfil y pieles del Bambuk, en Guinea, además de hombres para el trabajo doméstico, mientras los segundos, armas y barras de sal. El rey cobraba impuestos por el tráfico comercial y fue el principal proveedor de oro del mundo mediterráneo.
Ghana fue considerado en la época "El Dorado Negro". Las riquezas auríferas eran tantas como para permitir que los jefes de Ghana y luego de Malí calcularan sus rentas en peso de oro.
Sin embargo, no todo era armonía, pues hasta el norte no todo era armonía, pues hacia el norte, tuvo que luchar sin cesar, con alternativas de éxitos y fracasos contra los nómadas bereberes para mantener el control de las rutas saharianas. Su declive comenzó en el siglo Xi, cuando los almorávides conquistaron Marruecos y extendieron su guerra santa hacia el sur. Bajo la dirección de Abu Baker, la capital fue tomada en 1077 después de 15 años de combates y aunque permanecieron 11 años en ese territorio, lo destruyeron todo, incluidas las rutas comerciales.
El soberano de Ghana debió aceptar el aislamiento y pagar tributo, aunque la conversión no tuvo resultado entre el grueso del campesinado.
Al producirse el asesinato de Abu Baker y las divisiones internas del califato, el poderío de los almorávides en la zona sudanesa se desvaneció. Si bien Ghana recobró una "semi autonomía", apenas pudo controlar los alrededores de la capital, mientras sus antiguas tribus se independizaron.
En el 1203, el rey sosso, Sumanguru Kannté, dependiente de Ghana, tomó la ciudad recién reconstruida. Esta fue saqueada de nuevo en 1240, cuando el soberano mandé, de Malí se apodero del antiguo Estado. A partir de entonces quedó subordinada a Malí, pero su rey conservó un título igual al de su "señor", siguiendo el ejemplo de los "amos de la tierra" de numerosas regiones del África Negra o subsahariana.
El Estado de Malí
De esa forma nació un nuevo imperio, Malí, controlado por los malinké keita, también pertenecientes al grupo mandinga. Se extendía por la franja que hoy ocupan Senegal, y Malí. Su período de mayor influencia fue entre los siglos XIII al XVI.
La milenaria ciudad de Djenne o Yenné – Yenó fue uno de los centros de Malí a tres kilómetros de la actual Yenné, ubicada en una llanura de aluvión fluvial, en el interior del río Níger. Es rica en peces, y ganado, y en ella se plantaban cereales, en especial arroz y mijo. La abundante producción de alimentos abastecía a la ciudad de Samkoré, ubicada en el norte, con la que se comunicaba a través de una red fluvial navegable de 500 kilómetros de extensión. Además contribuía a su esplendor el hecho de que la ruta de oro pasara por estas dos ciudades antes de atravesar el Sahara y llegar a África del Norte. Lugar de encuentro entre los comerciantes árabes, los bereberes del norte y los africanos del sur, se convirtió en un gran centro de enseñanza del Islam, y se conserva aún la gran mezquita, reconstruida en 1907 siguiemdo el estilo tradicional.
La ciudad de Yenné estaba protegida por una muralla de dos kilómetros, con tres metros y sesenta centímetros de ancho y cerca de cuatro metros de alto, las casas de los aldeanos eran de forma circular, fabricadas de paja y adobe.
A principios del siglo XIV, la ciudad de Tombuctú pasó a formar parte del Estado de Malí. Constituyó un centro comercial de gran relevancia y el epicentro de la cultura islámica, era terminal de las caravanas que recorrían el Sahara y ligar desde el cual se canaliza la actividad comercial desarrollada en el cause alto de Níger. Los zonghai la conquistaron en 1468, tras lo cual alcanzó su máximo esplendor como centro comercial y religioso. Los mercaderes del norte de África viajaban a Tombuctú para intercambiar sal y telas por oro y esclavos negros. En la Mezquita Sankoré funcionaba una universidad cuyos maestros se habían educado en las academias islámicas más importantes del oriente próximo.
El rey de Malí Allakoi Keita, se convirtió al islamismo en contacto con los almorávides. Hizo la peregrinación a la Meca y volvió con el título de sultán en el 1050. el pequeño reino despertó la codicia de sus vecinos por el control del comercio del oro. En el 1230 fue conquistado por un jefe del grupo sosso.
Sundiata, el único sobreviviente, organizó una confederación de tribus de la étnia malinké, su pueblo, y después de una guerra con los sosos logró la victoria. Se dedicó a conquistar nuevos territorios, incluido al imperio de Ghana. Al morir en 1255, controlaba desde el Sahara hasta los bosques ecuatoriales, actuales Senegal, Gambia, Guinea Bissau, Noetr de guinea, mitad de Mauritania, sur de Argelia, y todo Malí.
El imperio Malí comenzó a resquebrajarse en el siglo XV. Varios factores se concentraron: las agresiones fulanis, tuareq, mossi, por el oeste, norte y sur respectivamente y especialmente la de los songhai de Gao por el este; otros elementos no menos importantes que dieron al trate con el reino Malí fueron los conflictos internos con la familia real y el vínculo con los portugueses por el litoral atlántico a partir de 1470.
El Estado de Songhai
El reino de Songhai, de origen bereber, se impuso en Malí. Muy pronto la población fue asimilada por los songhai, y se inició un proceso mediante el cual el nuevo Estado amplió su influencia hacia el sur y hacia las márgenes del río Níger. La dinastía de los Díaoza gobernó entre los siglos VII y XIV. El rey se convirtió al Islam en el siglo XI e hizo de Gao su capital a orillas del río, por donde cruzaba la ruta del comercio transahariano.
En 1464 aconteció la conquista de Tumbuctú y otras ciudades. Mohammed Turé, con el título de Askia, el Grande (1493-1528), fundó una nueva dinastía. Con él, el Estado de Songhai extendió su autoridad a otras zonas. Estableció un sistema regular de impuestos, y remplazó el reclutamiento en masa por un ejército profesional formado por esclavos prisioneros de guerra. Hizo la peregrinación a la meca y en 1497 obtuvo el título de califa. Llamó a los letrados árabes anteriormente perseguidos y restableció el florecimiento de las viejas ciudades de Yenné y Tombuctú.
Songhai estuvo vinculado a la vieja ruta comercial del comercio transahariano que iba de Trípoli a Gao a través del valle fósil del Tilemsi. Pero las luchas internas por la sucesión y otros factores exógenos lo debilitaron hasta que el poder centralizado llegó a su fin en 1528. en 1591 las principales ciudades fueron conquistadas por tropas marroquíes al mando del eunuco español Judar Pasa.
El Estado de Kanem-Bornú
El último Estado de esta zona fue Kanem-Bornú, ubicado en la ruta caravanera de bilma, la cual se acercaba al lago Chad.
Aproximadamente desde el siglo VIII se habían asentado en la región grupos de pastores afines a los tibu, nómadas autóctonos de las montañas del Tibesti, los Kanuri, quienes dominaron la población local, estableciendo una autocracia militar y crearon el reino de Kanen. Convertidos al islamismo en el siglo XI, cultivaron estrechas relaciones con el mundo árabe basadas en el tráfico de esclavos.
En tanto que, posiblemente, hacia el siglo X, llegaron al otro lado del lago, los sao, pueblo nilótico, que estableció una confederación de tribus hacia el sudoeste. La captura de esclavos llevó con frecuencia a los kanuri al territorio sao, y finalmente terminaron por conquistarlo. No obstante, en el siglo XII, fueron remplazados por un gobierno musulman del Kanem.
La prosperidad les permitió mantener un ejército de 30 mil jinetes y enviar a los jóvenes de familias notables a estudiar a la universidad de Al Azhar en el Cairo. La civilización del Chad fue también conocida por su producción artística y metalúrgica de alta calidad. Se hizo difícil el control de lagunas comunidades, lo que obligó a la dinastía de los Saif a abandonar Kanem y trasladar su capital a Bornu.
En el siglo XIX las invasiones fulani obligaron al soberano de Bornu a pedir ayuda a Mahamad Al-Kanemi, quien detuvo a los invasores, pero retuvo el poder para sí. Su hijo Omar mantuvo esa dualidad de gobierno, que finalizó en 1846, cuando hizo ejecutar al rey Ibrahim y puso fin a la milenaria dinastía Saif.
En 1893, el sucesor de Omar fue depuesto por Rabah, un guerrillero sudanés que extendió hacia el Sudán las fronteras de Kanem-Bornú. Después de varios añis de lucha contra los franceses, que pretendían controlar el territorio, Rabah fue cercado y derrotado. Su muerte significó el fin de la resistencia a la penetración colonialista francesa de finales del siglo XIX.
Lo anterior demuestra que los grandes estados sudsaharianos Ghana (700-1200), Malí (1200-1500), Songhai (1350-1600), y Kanem-Bornú (800-1800) tuvieron un alto nivel de desarrollo político y económico para su época, conformándose como monarquías religiosas de confesión musulmana, caracterizando su situación económica como despotismos "Orientales", cuya esclavitud era generalizada y recaía sobre la comunidad campesina, un alto desarrollo del comercio y las artesanías, fundamentalmente el trabajo con oro y el tráfico de esclavos.
En África sudsahariana, en todas las etapas de su desarrollo, los grupos humanos que allí se establecieron tuvieron por base la propiedad colectiva de la tierra por derecho inalienable de la familia del primer ocupante. No había propiedad privada. Todo era un bien común y cultivaban sus parcelas en usufructo mediante el trabajo colectivo. También se dieron verdaderos reinos en los cuales el monarca, considerado de origen divino, ejercía un poder "absoluto" , aunque había un consejo que asesoraba al rey. A este nivel jerárquico, algunos estudiosos lo han llamado "Monarquía Elemental".
LAS CIUDADES-ESTADO YORUBAS: IFE, OYO, Y BENIN
En los siglos del X al XI, Ifé,- Ifé, oyó y Benin fueron las principales Ciudades-Estado de una confederación que extendió su influencia desde el río Níger a una parte de la actual Ghana. Estas tres ciudades fueron las protagonistas de la vida de la región hasta finales del siglo XIX
Dahomey, aproximadamente lo que es hoy la República de Benin, e Ilorín fueron otras de las Ciudades-Estado o reinos importantes.
El primero se ubica en el contexto dominado por la cultura yoruba de Ifé, donde los pueblos ewe, del mismo tronco lingüístico, formaron en el siglo XVII dos reinos: El de Hogbonu (Porto Novo) y el de Abomey, en el interior.
Los reyes fon, de adomey, extendieron su dominio al este y al oeste de las actuales fronteras de Benin. Su poder permitió romper la tutela de Alafín, el jefe sagrado que residía en Oyó y conquistar varias ciudades yorubas. Terminaron por convertirse en traficantes de esclavos para América, desde el puerto de Ouidah.
Los yorubas vivían en ciudades amuralladas, muy pobladas, y provistas de amplias avenidas.
La Ciudad-Estado de : Ifé,
Ifé-Ifé, aún considerada por los yorubas como ciudad santa, estaba rodeada de siete colinas, se fundó en el siglo XI, tras la unión de trece comunidades y se mantuvo hasta su destrucción a mediados del siglo XIX. Por constituir el principal centro de poder espiritual, fue la sede del Oní, el jefe religiosos de los Yoruba. El soberano temporal era el Alafin.
El poder del soberano no era absoluto, un consejo de ancianos o notables podía decidir el fin de su mandato, por lo general obligándolo al suicidio, porque según las tradiciones, los gobernantes no debían morir de muerte natural. Tenían un sistema interno de administración urbana, por un consejo designado por el Ogboni, grupo de hombres de la ciudad, y por un jefe, el balí, a quien el Ogboni confiaba un mandato de dos años. La sociedad mantenía vestigios de la organización clánica: solidaridad, de grupo y control de las jerarquías.
La agricultura, y el intercambio comercial desempeñó un importante papel en la economía de Ifé.
La Ciudad-Estado de Oyó
La ciudad-Estado de Oyó fue fundada por los yorubas en la selva al norte de Lagos, antigua capital de Nigeria, hoy Abuja, en los siglos XI y XIII. El alafín se eligió de entre el linaje fundador por el "Consejo de los Siete" que representaba a las grandes familias, las cuales limitaban su poder, incluso podían revocarlo.
En la etapa de su apogeo, Oyó llegó a controlar un vasto territorio entre los ríos Volta y Níger (1650-1750). Desarrolló una importante artesanía de productos de cuero y de piel, así como artículos confeccionados a partir de cortezas de calabazas. El algodón fue otra de sus producciones artesanales, sustentados sobre la base de un gran desarrollo agrícola.
Hasta la década de 1830, la capital del estado fue la Antigua Oyó (Katanga)donde aún tiene su residencia el Alafín de Oyó.
La ciudad fue destruída en 1789 por guerras intestinas. Con la trata de esclavos los jefes de Estado se convierten en verdaderos autócratas, lo que trajo como consecuencia la quiebra de la cultura.
Las disputas internas continuaron y Oyó empezó a perder el control de las rutas comerciales que conducían a los esclavos hacia América. A inicios del siglo XIX fue invadida desde el este por los fon de Dahomey, y los fulani -haussa por el norte, perdiendo su autonomía.
La Ciudad-Estado de Benin
Benin fue la tercera Ciudad-Estado histórica de África Occidental (fines del siglo XII-XIX). No llegó a ser nunca muy extensa y en algunos momentos, la autoridad del soberano apenas llegaba más allá de la ciudad y sus alrededores.
Benin alcanzó gran desarrollo bajo la dirección de su jefe Ewedo, quien gobernó a fines del siglo XII y, sobre todo, con Eware, el Grande (1440-1480). La historia lo registra como un excelente soldado y un buen religiosos. Extendió sus tierras desde la ciudad de lago, fundada por el rey de Benin, hasta la margen occidental del rió Níger.
Benin devino un próspero reino. Su hijo Ozalua, 1484, tuvo los primeros contactos con los portugueses y su sucesor profundizó está relación. El comercio comprendía marfil, aceite de palma y productos agrícolas. Desarrollaron mucho el arte superando incluso a la cultura sudanesa, la agricultura la cerámica el trabajo con el metal la escultura, los bajorrelieves máscaras y esculturas de barro cocido. Trabajaron el marfil, el cobre, el latón y el bronce, con la técnica de la cera perdida, que data del siglo XV.
Pero en la medida en que cambiaron las condiciones históricas y se convirtieron en fuertes traficantes de esclavos, disminuyó la producción interna y decayó el arte. La prohibición de la esclavitud perjudicó a los jefes y los obas se refugiaron en la religión Finalmente pasaron a control británico en el siglo XIX, cuando en 1897. la ciudad fue tomada e incorporada a Nigeria. Actualmente, el oba de Benin es asesor del gobierno nigeriano.
Las ciudades Estado yoruba tenían las características de los estados que aparecen en la época de transición de la comunidad primitiva a la sociedad dividida en clases, donde subsisten a la vez las viejas estructuras de la organización gentilicia y aparecen nuevos aparatos de autoridad, los cuales van modificando sus prerrogativas y complejizando sus funciones. En una primera etapa de su desarrollo el poder era compartido entre el Consejo de Ancianos y el Alafín, designado por este, y había separación entre la autoridad religiosa y la política. El Oba por su parte actuaba como Sacerdote Supremo y guía espiritual de todos los yorubas. Con el desarrollo de las relaciones comerciales el poder de los alafines aumentó, llegándose a convertir en una especie de monarca absoluto. La expresión territorial de ese poder fue la confederación de tribus, cuyos lazos de unión se hacían débiles fuera de las fronteras de las ciudades.
FEDERACIÓN TRIBAL DE BACONGOS
A fines del siglo XIV, ya se habían formado varias jefaturas o reinos con distintos grados de integración entre sí, y el principal fue el reino bacongo de habla bantú, fundado en el siglo XIII. Abarcaba desde el norte de Punta Negra hasta la desembocadura del río Congo y Luanda, en la actual Angola. Ese reino del Congo comprendía la extensión de varios Estados actuales: La República del Congo, la República Democrática del Congo y Angola.
Diversos autores estiman que a la llegada de los portugueses los bantúes constituían una confederación de tribus y no un verdadero Estado. Fundado por un guerrero llamado Nimi o Lukani, el Manicongo, el señor o rey del Congo, jefe de los bacongos. La capital era Mbanza, más tarde San Salvador y hoy Mbanza Congo, en el noroeste de Angola. El rey controlaba el comercio de marfil, de pieles, de esclavos y de conchas, que se usaban como monedas. Tuvo mucha influencia y mantuvo lazos con las diferentes jefaturas vecinas. Algunos le pagaban tributo, arbitraba en sus querellas, los guiaba en el comercio, recibía homenajes y, si era necesario, ayuda militar.
Nzanga Nkuwu se convirtió al cristianismo en 1489, y adoptó el nombre de Juan I. El poder resultó cada vez más autocrático, al introducirse el comercio de seres humanos, y se produjeron disensiones religiosas por la conversión del rey, pues la mayoría siguió venerando a sus dioses tradicionales. El sexto Manicongo, cristianizado, tomó el nombre de Alfonso cuando comenzó su reinado(1507-1541), y constituyó el momento de clímax de la europeización y cristianización para consolidar su poder. Su sucesor intentó la ruptura con Portugal y la reafricanización , con el apoyo popular, pero sin grandes éxitos.
El resultado fue un paulatino debilitamiento del poder y la disgregación en jefaturas independientes. La hegemonía política del Congo pasó a uno de los reinos, el Ndongo, hoy Angola, cuyo soberano era el Ngolo. Portugal desempeñó un papel significativo en el apoyo al Ngolo´ en detrimento de otros jefes, pues hacia el 1575 le resultaba fundamental el puerto angolano para el tráfico negrero.
El complejo cuadro de África occidental apenas esbozado permite conformar una pálida imagen de lo que fue el conjunto multicultural introducido en Cuba a partir del siglo XVI. De ese conjunto se destaca su economía y su organización social que, aunque menos elaboradas que la de sus contemporáneos europeos, ya habían rebasado los niveles primitivos, como el de los aborígenes antillanos, tanto en la agricultura como en las relaciones mercantiles, por lo que habían desarrollado habilidades, fortalezas y técnicas que le permitieron enfrentar, con mucho más éxito que los aborígenes, las condiciones extintivas a las que fueron sometidos.
EL NEGRO: APROXIMACIONES SOCIOCULTURALES
La cultura como complejidad total se asienta en la multiplicidad humana, lo que le concede a la Antropología la característica de ser una ciencia de la totalidad cuya generalidad le permita abarcar diversas especialidades, dimensiones y saberes. Las contribuciones del eminente economista cubano Manuel Moreno Fraginals (1920-2000) en su magna obra, El Ingenio: complejo económico social cubano se hace tangencial con esta consideración inicial, específicamente en su epígrafe titulado Trabajo y Sociedad, el cual constituye un referente básico para todo estudio de sociedad y cultura cubana vinculada a la diáspora de la plantación azucarera cubana de los siglos XVIII y XIX en la que resalta una diversidad de tratamientos con base en la africanidad como fenómeno conformador de la nación.
Es nuestro propósito hacer converger estos múltiples tratamientos desde variadas ópticas antropológicas con aproximaciones al negro, más que simple denominación acientíficamente racial, el camino que permitiría al etnólogo cubano Fernando Ortiz convertirse en exegeta por antonomasia de los fundamentos sociológicos de nuestra cubanidad.
En carta escrita a Fraginals el 6 de octubre de 1964, tras la lectura del primer tomo de El Ingenio, el Comandante Ernesto Che Guevara le expresaría:
"…no recuerdo haber leído un libro latinoamericano en el cual se conjugara el riguroso método marxista de análisis, la escrupulosidad histórica y el apasionamiento, que lo torna apasionante.
Si los otros tomos mantienen la misma calidad, no tengo temor de augurarle que El Ingenio será un clásico cubano".
Estos augurios serían corroborados en la riqueza con que economía, sociedad y cultura en unidad dialéctica se hacen referenciales para abordar variadas temáticas vinculadas al negro ya sea, para un antropología interesada en abordar la salud, la sexualidad, la lingüística, lo físico, lo étnico o lo económico mismo como expresión de las múltiples áreas de aplicación de esta ciencia.
En publicaciones recientes de la revista cubana de antropología, "Catauro", se recogen en sendos trabajos algunas citas y comentarios referenciales sobre aspectos de interés sociocultural para el conocimiento más general de la africanidad vinculada a la plantación esclavista, como tema central de la magna obra del historiador y economista cubano.
El médico y especialista de segundo grado en epidemiología, Enrique Balderraín Chaple publica uno de sus trabajos bajo el titulo;"Medicina y esclavitud", en el que cita a Fraginals para referirse al "vastísimo complejo de enfermedades" de las esclavos bozales recién introducidos al país cuyos aportes patológicos enriquecerían dramáticamente el cuadro de enfermedades introducidas en Cuba entre los siglos XVI y XVII.
En "Sexualidades disidentes en el siglo XIX en Cuba"; Abel Sierra Madero, historiador e investigador de la Fundación Fernando Ortiz comenta sobre las asimetrías numéricas porcentuales en la cantidad de negras esclavas en relación con el sexo masculino en las dotaciones lo que incidiría, en las conductas homosexuales y en otras no consideradas tabúes en las dotaciones de fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Los grupos étnicos que nutren a la economía de sustentación esclava, su riqueza de manifestaciones culturales, residirían esencialmente en la estrategia esclavista de compartimentación en correspondencia con la diversidad lingüística, medio de garantizar la incomunicabilidad necesaria que lo exceptuaría de cualquier forma de resistencia u oposición de parte de aquellos que garantizaban su reproducción. Ello estaría reforzado por las variadas creencias, concepciones y actitudes condicionadas por aquellas diferencias socioculturales que matizarían el proceso de ruptura cultural esclavista.
La positiva secuela de las denominada por Fraginals pureza étnica ante esta compartimentación, aseguraría una pureza cultural. En este sentido, a diferencia de otros enclaves de desarrollo esclavista el caso cubano experimentaría una evolución particular cuyo sincretismo no impediría la persistencia de variadas modalidades religiosas como el Palo Monte o expresiones como el Tambor Yuca o el Kinfuisi, todos de origen congo. Estas en su convergencia hacia la cubanidad, la concederían al etnos cubano una particularidad mucho más general como concepto referencial para el abordaje antropológico de las etnias en Cuba.
Esta pureza, en las diferentes imágenes que se construirían por parte del dominador se manifestaría en la prevalencía de estereotipos que en los estudios más actuales de racismo en Cuba revelan el trasfondo económico de sus orígenes. Estas simplificaciones étnicas se manifestarían en expresiones hacia los congos como…en todos los vicios corrompidos, o de su bajo rendimiento laboral o intelectual por la irracionalidad de las horas o intensidad de explotación. Otros se expresarían en conductas sexuales surgidas del…mundo de represión, que explotaba de mil formas… que…no se originaba en la sexualidad de africano, sino en las infrahumanas condiciones de vida. Las asimetrías demográficas hombre–mujer en detrimento de esta última ante el elevado precio y rendimiento de los hombres, el régimen carcelario con hacinamiento masculino, la moral cristiana que imponía una ética más económica que humana, la abstinencia impuesta por las largas jornadas de trabajo que reducían las horas para la satisfacción de necesidades biológicas introducirían, entre otras causas, manifestaciones sexuales distorsionadas tanto femeninas como masculinas que introducirían otros estereotipos como el del negro, prestos para todos los vicios, la mulata lujuriosa o la inmoralidad natural de la negra. Una de estas distorsiones se expresarían en manifestaciones prácticas de homosexualidad, cuentos de marcado erotismo que reforzarían la imagen del negro violador o entregado a todo barbarismo sexual y la incorporación de un léxico ocupacional de base plantacionista que perdura hasta hoy como el de cuerazo para referirse a la cópula o al coito o el de manjarria o mandarria para denominar al órgano reproductor masculino.
La perspectiva de género desde la esclavitud concibe como punto de partida el mantenido interés de los traficantes por el mercado de brazos masculino y los costos de reproducir lo que siempre seria considerado como un instrumento deshumanizado. Sin embrago un grupo de factores incidiría considerablemente para fines del siglo XIX, en su incremento demográfico. Para Fraginals estos se resumirían en:
- El vegetativo o reproductivo.
- Importativo o comercial.
- Financiero.
- Tecnológico y optimizador del trabajo.
El primero, introduciría el interés esclavista por una estabilidad social de las dotaciones mediante la búsqueda del matrimonio y la creación de familias lo que favorecería la producción, las conductas acordes con la moral cristiana y la procreación lo que no cuajaría dentro de un ambiente de coacción económica en el que eran comunes la violenta ruptura de las relaciones sociales de tipo familiar ya sea mediante la venta de esclavos con al consiguiente separación familiar. Esta situación se traduciría en distorsiones como las frecuentes poligamias o, en el caso de la crianza del los criollitos o niños esclavos sin la protección materna. De ahí que la familia como construcción social se establece en estrecha contraposición con la plantación como organismo social deforme del que se derivan toda una seria de yuxtaposiciones como: la educación desde una institución informal, los llamados criolleros, cuyas influencias estarían signadas por la simple crianza que lo prepararía desde edades tempranas para el trabajo, la fecundidad como recurso para abaratar los costos de producción, o la denominada pobreza por envejecimiento en la que muchos morían en la soledad. Estas observaciones sociológicas refuerzan el concepto de organismo social típicamente plantacionista como entidad económica y sociocultural cuyos matices se extienden hacia las deformidades actuales a las que hemos hecho referencia vinculadas a las imágenes del negro y la negra en Cuba.
Una particularidad propia de estas deformidades se relacionaría con la medicina como campo de interés antropológico. Los temas vinculados a la depreciación de la fecundidad serian de interés en 1879 para la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, fundada el 26 de julio de 1877. Según Fraginals, en estos debates participarían los pioneros de la rama física o biológica en Cuba. Los mismos versarían sobre temas de género relacionados con la infecundidad de las negras esclavas en al que se expondrían algunos criterios racistas como los de José R. Montalvo vinculados a la poligamia que estas practicaban como causas de esterilidad. Estas más bien provenían de prácticas anticonceptivas como el uso de papaya para la preparación de pócimas anticonceptivas, la continuidad de los ritmos de explotación y la inclusión del castigo corporal en el período de gestación o de enfermedades como el tétanos contraído por el uso del pabilo de la yuca para atar el condón umbilical contenedor de bacilos tetánicos. Mención particular merece las prácticas de matricidio por parte de madres esclavas como medio de emancipación prematura para quien nacería bajo la negación de su condición humana.
Las enfermedades ocupacionales, más comunes dentro de las dotaciones serían aquellas relacionadas con las propias condiciones del ingenio. Las acciones preventivas serían comunes como parte del tráfico negrero en la que los mismos eran vacunados con el fin de evitar las enfermedades más comunes que se desencadenaban durante las largas travesías. Ello permitiría la importación de gérmenes patológicos naturales del África. Montané y Dardé sostendría algunos criterios científicos sobre la refractareidad del negro ante enfermedades como al fiebre amarilla. Sin embargo, numerosas patologías se sumarían a las diversas causas de muerte que se convertirán en endémicas de la plantación. Una importante e inestimable obra de valor científico y documental la aportaría el médico francés Henri Dumont cuyo nombre se castellanizaría como José Enrique Dumont. En sus servicios prestados a varios ingenios estudiaría a fondo no solo las enfermedades más comunes dentro de los negros sino todo el tejido cultural y social que giraba en torno a estas patologías. El resultado se reflejaría en el trabajo, aun sin editar, Antropología comparada de los negros esclavos la que inauguraría los estudios antropológicos y biométricos en Cuba. Otro de sus méritos estaría en la redacción de un cuestionario médico en lengua lucumí.
Las limitaciones de personal médico ante los frecuentes casos de enfermedades o accidentes ocupacionales harían a los dueños de ingenios recurrir hasta las mismas negradas para atender los enfermos, ya sea como curanderos o practicantes de sus propias formas de atención procedentes del África.
Las catalogaciones realizadas dentro de las enfermedades y dolencias ocupacionales más comunes incluían los lisiados, paralíticos, enfermos de disentería, cólera, linfangitis, elefantiasis, diarreas, llagas, ganglios. Comunes serían las niguas ante las desprotección de las extremidades inferiores por el trabajo en las plantaciones o las bubas como complejo de enfermedades epidérmicas que incluían las llagas, protuberancias o granos inflamados. Por la lógica doble condición productiva del esclavo, el dueño no podría aceptar la progresiva perdida de un recurso que constituía su fuente fundamental de ganancia por lo que este factor que incluiría entre otros, las sucesivas sublevaciones esclavas, el incremento del precio del esclavo, la contradicción de este con el desarrollo capitalista que presionaba con la introducción de nuevas tecnología relacionadas a la producción azucarera, la introducción creciente de la inmigración blanca y de chinos culies comenzaría a cimentar el proceso de crisis de la esclavitud por lo que para la década del; 40 se instauraría el llamado buen tratamiento . Este se desarrollaría principalmente para el período 1845-1868. Una importante trasformación se produciría en lo demográfico con las modificaciones porcentuales en las tasas de población femenina e infantil con el arribo de 7 hembras por cada 10 varones y la introducción de niños bozales de entre 7 y 12 años.
El incremento de la población femenina por la introducción de negras procedentes de los núcleos urbanos como las que se dedicaban a la servidumbre domestica impondría un cambio en las costumbres de vida. No obstante, la condición del buen tratamiento más que una actitud de filantropía militante estaría compulsada por un interés de prolongar la vida activa por reposición que en realidad experimentaría un decrecimiento para 1860 en la que el envejecimiento seria privilegio de unos pocos. En realidad al decir del propio Fraginals el buen tratamiento seria la aceptación del un mal tratamiento.
En verdad el buen tratamiento seria el resultado de lo antes expuesto, o sea la caducidad o el colapso de una forma de producción que ya estaría siendo minada por la introducción de relaciones capitalistas como las propuestas de concederle algún salario al esclavo o el derecho de un autosostenimiento mediante la cría de animales o la siembra de pequeños cultivos. Ello incluiría la compra por parte de los dueños de algunas de estas producciones lo que manifestaría la introducción de relaciones monetarias mercantiles como expresión de los inicios de formas capitalistas dentro la esclavitud en una economía de subdesarrollo.
Ello incidirá en modificaciones comportamentales ante esta relativa capacidad adquisitiva como las concurrencias a tabernas, adquisición de bienes y prácticas lúdicas a las que el negro daría un matiz particular. Estas posibilidades obligarían hacia la creación de una oferta interna para evitar las escapadas de los negros con la implementación de tiendas en los ingenios y la acuñación de monedas particulares de uso interno lo que visiblemente, introduciría un tipo de relaciones incompatibles con el régimen de esclavitad minando sus bases, con la conformación de nuevos intereses.
La decadencia o crisis de la sociedad esclavista no eliminaría las relaciones de explotación pero significaría la conformación de nuevas relaciones que se traducirían en trasformaciones de tipo demográficas, de tradiciones, costumbres, modos de percepción de la cambiante realidad, lo que prefiguraría la consolidación del negro dentro del fenómeno de la cubanidad o el criollismo ante la disyuntiva de su incorporación a la independencia o el mantenimiento de su condición deshumanizada, de ahí que el buen tratamiento, más que la visible disolución de la esclavitud seria la inserción del un sujeto cultural en el proceso de formación y consolidación de la nacionalidad cubana.
CONCLUSIONES
- Los tres macizos culturales de donde provenían los esclavos africanos traídos a Cuba, estados sudaneses, reinos yorubas, y bacongos, mostraban un elevado desarrollo económico, político, social, y cultural, para el siglo XV, fecha en la que comienza la trata negrera hacia la Isla.
- Los pueblos sudaneses conocieron el monoteísmo en sus variantes de islamismo, cristianismo y judaísmo antes de la llegada europea.
- Las invasiones externas, las divisiones internas, las guerras intertribales, el fin de la trata, y las misiones religiosas europeas, provocaron la crisis y desintegración de los reinos africanos.
- Los negros africanos fueron asimilados a la modalidad de la producción esclavista, no por su fortaleza física, sino por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de los conglomerados sociales de los que provenían, donde ya existían relaciones esclavistas de producción.
- Las circunstancias en que se dio la trata, principalmente la masculina, crearon las condiciones para la conformación de un estereotipo moral africano.
- El politeísmo fue la principal expresión religiosa de las culturas africanas que incidieron en la transculturación, mostrándose en las variantes de culto a los antepasados, adoración a las fuerzas de la naturaleza, y veneración a los jefes.
- Las limitaciones de personal médico ante los frecuentes casos de enfermedades o accidentes ocupacionales harían a los dueños de ingenios recurrir hasta las mismas negradas para atender los enfermos, ya sea como curanderos o practicantes de sus propias formas de atención procedentes del África.
Autor:
Lic. Alie Pérez Véliz
Lic. Silfredo Rodríguez Bassó
Lic. Olga L. Crespo Hdez
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