Los paradigmas, la sociobiología, la consiliencia y el futuro del pensamiento neuroscientífico
Enviado por Felix Larocca
- El progreso de las ciencias
- El augurio dudoso de la neurociencia
- Thomas Kuhn
- La Estructura de las Revoluciones Científicas
- Nace la Revolución copernicana
- La coherencia
- Las ideas de Kuhn acerca de toda progresión científica
- Críticos y críticas
- Nace la neurociencia
- Bibliografía
En el 2008, se conmemoraron los tricentenarios del nacimiento de dos científicos notables: el sueco, Carlos Lineo (1707-78) y el francés, Georges-Louis Leclerc Conde de Buffon (1707-88).
Buffon
Aunque Lineo, en el transcurso de su vida, acopiaría mayor meritos que Buffon; el galo tuvo una carrera más distinguida y una producción mayor de obras científicas, muchas de las cuales no fueron publicadas hasta después de su muerte.
Algunas fueron erróneas — mientras que otras todavía se consideran modelos para las ciencias naturales, ya que fue su genio quien anticipara el cambio de paradigma que resultara en la génesis de la Teoría de la Evolución.
De todas maneras, ambos intelectuales trazaron una senda de investigación en los fenómenos de la Naturaleza, dignos de ser emulados.
El progreso de las ciencias
Nuestras ciencias naturales, físicas y del comportamiento, han avanzado mucho en estos trescientos años, viviendo su época más impresionante al concluir el primer milenio de nuestra historia inscrita.
En esta tesis se exploran solamente aspectos salientes que pertenecen a las ciencias de la conducta humana
Serapis (sincretismo de Osiris y Apis)
En el ámbito de estas disciplinas hoy contamos con una influencia metodológica que controla nuestra ideología. Esta tendencia, proviene, en gran parte, del campo de la neurociencia que ha invadido todos los aspectos de las esferas de influencia que antes fueran jurisdicciones de la psiquiatría y la neurología, como una vez lo hiciera el psicoanálisis.
Mientras esto sucede, hay que enfatizar que existen riesgos que, para ser evitados, requieren nuestro reconocimiento, y el examen de pasados errores, que no queremos repetir. ("Quien olvida su historia está condenado a repetirla." George Santayana 1863-1952.)
El augurio dudoso de la neurociencia
El peligro de la influencia de la neurociencia en nuestras ciencias del comportamiento es que, como disciplina está tan malentendida y poco definida, como lo fuera el psicoanálisis, en sus vacilantes principios.
Quien — en el campo de la ciencia — no sabe lo que busca, nunca entiende lo que encuentra… Nos dice un cierto y vetusto adagio.
Humpty Dumpty…
Los neurocientíficos, a menudo, rayan en lo absurdo cuando interpretan sus teorías de manera sincréticas.
La neurociencia — por contraste con el sistema freudiano — nos expone a mayores dilemas de pensamiento. Porque goza — cuando se expresa — de experimentos, repletos de imágenes dramáticas de la actividad del cerebro, las que para muchos son persuasivas, haciendo de lo que pretenden explicar; "verdades", aunque, a veces, éstas constituyan falsedades. Y, además, de que disfruta del impacto derivado de la mención de los efectos, en nuestros encéfalos, de sustancias extrañas, llamadas neurotransmisores que son los equivalentes biológicos al adagio antiguo: "el diablo me hizo hacerlo", ya que cuando éstas actúan, todo lo cambian — desde la hostilidad, hasta el amor. (Véase: La Oxitocina: La Hormona del Amor en
http://www.monografias.com/trabajos49/oxitocina/oxitocina)
Ante todo estos desarrollos y permutas, hay que mantenerse escépticos…
Para justificar nuestras actitudes suspicaces, podemos argumentar que el psicoanálisis gozaba del antídoto intelectual del "psychobabble" (o "la jerga de psicólogos"), ya, que, como nadie lo entendiera — y siendo tan abstruso — pocos deseaban descifrarlo, aunque nadie soslayara, a su propia manera, de aplicarlo. Lo que no sucede con la neurociencia, la cual todos adoptan sin debido entendimiento usándola a su favor, con resultados, a veces, tan deplorables como tragicómicos.
En un artículo que aparece en la revista Journal of Cognitive Neuroscience, los autores nos comunican su preocupación acerca del uso erróneo con que se aceptan explicaciones "científicas" — equivocadas o ciertas — si éstas se basan en la neurociencia. (Weisberg DS, Keil FC, Goodstein J, Rawson E, Gray JR: (2008) The seductive allure of neuroscience explanations J Cogn Neurosci Mar:470-7.)
Thomas Kuhn
Esta ponencia, es acerca de la ciencia, de la psiquiatría, de la neurociencia y de los impactos de la última, en las disciplinas del comportamiento humano. La ciencia y su filosofía
La ciencia moderna ha contraído una deuda enorme con el filósofo e historiador de la misma, Thomas Kuhn, por sus contribuciones a su entendimiento y relevancia como disciplina, como más adelante veremos.
Mi introducción a Kuhn fue, por serendipia, en el año 1973.
Un taller electivo se ofreció en el Instituto para el Psicoanálisis en Chicago, con el propósito del estudio de: Las Estructuras de las Revoluciones Científicas y de los Paradigmas, en la Evolución del Pensamiento Psicoanalítico.
Paradigma
Las conferencias estaban basadas en el libro La estructura de las revoluciones científicas (Thomas Kuhn, 1962). Obra que ofreciera una síntesis sobre la filosofía de la ciencia.
El libro de texto, y el autor del mismo, eran para mí, ambos desconocidos.
Thomas Kuhn
Muy pronto Thomas Kuhn y Las Estructuras, se convertirían en palabras familiares, no sólo para mí, sino para todos en todas las ciencias, como más adelante sería — la condenada a la ruina — sociobiología de E. O. Wilson — cuya existencia fue atacada del modo más cínico por el establecimiento científico — como asimismo fueran los pensamientos de Kuhn.
Una de las sorpresas más gratificadoras durante mi entrenamiento en el arte y la disciplina del psicoanálisis fue este curso, enseñado por uno de los discípulos más allegados a Heinz Kohut, Paul Ornstein. Dr Ornstein en esa fecha, nos adoctrinaría — a un grupo de escépticos del psicoanálisis — de poder conducir tratamiento psicoanalítico, en pacientes sufriendo de la enfermedad maníaco-depresiva en su fase maníaca.
Cambio de paradigma…
Algo que todavía muchos consideramos insólito.
¡Absurdo! algunos dirían… Pero, no lo es, siempre y cuando se acepten los caprichos diagnósticos del psicoanálisis de otrora.
Pero éste no era un curso acerca de la técnica psicoanalítica ni de la teoría del narcisismo. Éste era un taller formal acerca de la obra por Thomas Kuhn de cómo la misma impactaba con su noción de cambios de paradigma, en el futuro del psicoanálisis como ciencia.
La obra de Kuhn, por razones extrañas, permanece por muchos ignorada, aun en el currículo de psicología de las universidades más progresivas del mundo — como nos lo atestigua el amigo, colega y vecino hibernal; el Profesor Zbigniew Pleszewski de la Universidad de McGill, donde la Estructura no se enseña como parte del currículo.
El profesor Pleszewski, debe saberlo, ya que encabeza el departamento de Historia de la Psicología en esa destacada universidad canadiense.
Aunque para nosotros, la tesis de Kuhn, es contribución al entendimiento científico que debiera de ser material requerido, por todos quienes se interesen en toda ciencia aplicada y en su metamorfosis evolutiva.
Para avanzar los propósitos de esta tesis, una sinopsis breve de esta labor monumental, se presenta, adaptada de fuentes variadas y citadas en la bibliografía.
La Estructura de las Revoluciones Científicas
El libro apareció en el año 1962 como The Structure of Scientific Revolutions.
Su publicación marca un hito en la filosofía del conocimiento y de su epistemología, popularizando los nuevos términos de paradigma y cambio de paradigma.
La génesis de esta publicación, Kuhn mismo la traza al 1947, cuando era estudiante de psicología en Harvard University y le asignaran la enseñanza de un cursillo en ciencia para los estudiantes nuevos.
Kuhn admite que para la tarea asignada, carecería de orientación o de líneas directivas. Teniendo que ensamblar textos filosóficos arcaicos que no le proporcionaran satisfacción intelectual.
Más adelante, en un esfuerzo metódico y deliberado, Kuhn analizaría la historia y la filosofía de la ciencia, enfocando en los conceptos más destacados de cada época.
Adoptando esta posición, el autor concluye que la evolución de las teorías científicas no resulta de la acumulación progresiva y lineal de eventos, sino que procede de acuerdo a los cambios que ocurren en todos sus aspectos intelectuales y teóricos, siempre en estado fluctuante.
La historia de la ciencia, aquí se entiende, como si fuese un proceso no-lineal.
Para apoyar sus teorías, Kuhn exploraría la historia de la ciencia en general y de la química en particular, guiándonos a través de los cambios adaptados, por estas disciplinas, a medida que el conocimiento avanzara.
En éstas, Kuhn detectaría, que un cuerpo de razonamientos, progresivamente, suplantaba al otro.
Movimiento ilusorio
Nace la Revolución copernicana
Copérnico propuso la concepción de un universo heliocéntrico que estaba en conflicto con las concepciones previas establecidas por Tolomeo.
Las nociones de Copérnico, carecían de credibilidad formal y fueron de inmediato descartadas por sus contemporáneos — algo que Kuhn considera justificado por la falta de soporte que la teoría ofreciera.
No fue hasta que Galileo Galilei introdujera sus nuevos conceptos acerca de los movimientos astrales, que las ideas de Copérnico se aceptaran.
Luego se introdujeron las conjeturas de Johannes Kepler, cuyas nociones añadieron más peso a las hipótesis de Galileo, culminando en la producción del cambio paradigmático efectuado por Newton — basado en los ajustes que los astrónomos que, antes de que él vivieran, hubieran catalizado.
La coherencia
Uno de los goles de toda ciencia es el de encontrar modelos que puedan explicar tantas observaciones experimentales como sean posibles, sin aventurarse muy lejos en especulaciones abstrusas — como lo indica el pensamiento de William de Ockham — dentro de un patrón estable.
Aquí, para el beneficio de todos, repetimos el aforismo que introdujera el fraile William de Occam (u Ockham) [1285-1349]: "Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem", el cual traduce a: "No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias."
La progresión científica de Galileo, a Kepler, a Newton yació las fundaciones para el cambio de paradigma que diera nacimiento a la nueva cosmología.
Este tipo de paradigma, lo conocería Kuhn como la ciencia normal.
La "visión" de algunos científicos…
Etimología
El término paradigma se origina en la palabra griega pa??de??µa (paradeigma), que significa "modelo" o "ejemplo". Que, a su vez, tiene las mismas raíces que pa?ade?????a?, que significa "demostrar".
Pero, asimismo siempre contamos con la influencia de la segunda ley de la termodinámica, la Ley de la Entropía.
A medida que un nuevo paradigma se extiende a sus límites, dificultades en explicar nuevos fenómenos comienzan a acumularse — la inestabilidad de los sistemas — de acuerdo a la segunda ley de la termodinámica, se establece y cambios imprevistos emergen.
En estos comienzos, el significado de la inestabilidad en la ciencia, es advertido por quienes practican la cambiante disciplina.
Entonces, algunos acontecimientos o anomalías se dimiten como siendo accidentales o como errores de observación. Otros se corrigen con ajustes conceptuales menores. Otros se resuelven de modo espontáneo — Kuhn observa que todos estos cambios de dirección no disuaden a la mayoría y, que nadie, como resultado, pierde la fe en la disciplina en cuestión.
Pero, sucede que en toda comunidad de científicos existen algunos que son más recelosos que los demás. Estos últimos, juzgando que una crisis se desarrolla, se embarcan en lo que Kuhn llama ciencia revolucionaria, explorando alternativas a los principios y asunciones establecidas por ya mucho tiempo.
Heliocentrismo
Este paradigma incipiente no se arraiga de inmediato, porque siendo nuevo, está plagado con anomalías ideológicas intrínsecas.
Entonces, la resistencia al cambio se considera normal, pero no por mucho tiempo.
Cuando el nuevo paradigma comienza a hacer manifiesta su presencia obvia, aunque tenue, la mayoría de los científicos opondrán el nuevo concepto, especialmente aquellos que son de tendencias conservativas.
Los científicos más innovadores serán los primeros que adoptarán las nuevas direcciones — llegando a un punto donde se encontrarán adherentes a ambos prototipos, pero en campos opuestos. Aunque, en tiempo debido, si el paradigma nuevo se unifica y se solidifica terminará reemplazando el otro paradigma y un cambio de paradigma habrá ocurrido.
Las tres etapas
Progresivamente, Kuhn diferencia tres etapas para que esta evolución tenga lugar.
La primera, sólo aparece una vez, y se la conoce como la fase pre-científica, en ésta no existe consenso en ninguna teoría. Esta fase se reconoce porque predominan teorías incompatibles, incompletas y contradichas entre ellas.
Si los actores en la comunidad pre-científica eventualmente gravitan hacia algún patrón conceptual y más adelante a un consenso generalizado en la aplicación de métodos, terminología, y la clase de experimentos aceptados; un grado de discernimientos se vislumbra, marcando el comienzo de la segunda fase de ciencia revolucionaria.
Una ciencia puede travesar varias fases de ciencia revolucionaria en su progresión, hasta que llega al período de transición.
El período de transición
Este período no es rápido ni es sencillo. Kuhn aquí cita a Max Planck que observa lo siguiente:
"… una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes; haciendo que ellos vean la luz, sino, porque sus oponentes eventualmente mueren y una generación nueva nace, que está familiarizada con la nueva verdad."
Los representantes de las disciplinas en competición se encuentran en una posición insostenible frente a sí mismos.
Para los campos en competencia, nunca existirán pruebas que justifiquen una creencia sobre la otra. La verificación siendo imposible.
Una teoría se considerará falsificada y la otra veraz.
Las ideas de Kuhn acerca de toda progresión científica
Para este filósofo, la tarea de la ciencia ha sido la de resolver problemas, por ello Kuhn consideró que para que un nuevo paradigma pudiera ser aceptado en la comunidad científica, primero, debía de solucionar algún problema existente, por todos reconocido y en búsqueda de solución. Y segundo, que el paradigma nuevo debería prometer la preservación de una porción relativamente significativa de los principios históricos que gobernaran el viejo paradigma.
Sería redundante iterar que las ideas de Kuhn en el campo de la filosofía de la ciencia fueron paradigmáticas ellas mismas y que llamaban a un cambio de paradigma en su propia disciplina. Esto sería precisamente, lo que el joven Kuhn vislumbrara, cuando decidiera enseñar los estudiantes que le asignaran en Harvard.
Críticos y críticas
Muchos hoy denigran a Khun, por ir "demasiado lejos" en sus asunciones y otros, por "no ir lo bastante lejos."
Nada es nuevo bajo el sol…
Muchos lo acusan de tratar de menoscabar la ciencia misma en sus fundaciones — otros lo consideran responsable por hacer de la ciencia un concepto asequible.
Repercusiones
Los cambios que ocurren en las ciencias políticas, los negocios, las economías y otras, se expresan a menudo en términos adaptados a las teorías de Kuhn y — peligrosamente, hoy — extraídos de las neurociencias.
Sí, de las neurociencias…
Aunque, por abuso en su uso, las nociones de paradigmas y de los cambios de paradigmas se hayan convertido en clichés inespecíficos sin valor alguno — ya que aunque no posean relación con las ideas del filósofo — su relevancia es cierta cuando se aplican juiciosamente.
Por ejemplo, y, a pesar de las críticas, los capítulos y las nociones de Kuhn, contenidas en la Estructura, se reconocen como la obra más citada en la literatura de la ciencia en el siglo XX.
Muchos de sus antagonistas ideólogos, lo resintieron…
Tolomeo
Así es la vida, y así es la envidia.
Kuhn, por su éxito y por su visión, permanece como uno de los pensadores más exaltados y a la vez más vilipendiados que haya habido.
Simposios y miles de páginas se han exhausto, tanto en su defensa como en su censura, sin que hayamos logrado llegar a un acuerdo, siendo precisamente, lo que él predijera.
Mientras tanto, aquí nos serviría útil estudiar un ejemplo de las pasiones que los científicos confrontan cuando tratan de introducir un cambio de paradigma.
Veamos la influencia del entomólogo E. O. Wilson; originador, inadvertido y aciago, de la palabra sociobiología.
Wilson se distinguió primordialmente por ser la autoridad mundial en el estudio de las hormigas (mirmecología), demostrando la comunicación que existe entre ellas, por medio de las feromonas.
Asimismo, Wilson se convirtió en el exponente principal de la sociobiología, que consiste en una creencia de que existen bases biológicas para todos los comportamientos sociales entre animales — seres humanos incluidos — lo que atrajera altercaciones desproporcionadas y adversas al valor de sus ideas.
La sapiencia y el coraje de un mirmecólogo: La sociobiología o la psicología evolucionaría — término este último, adoptado por razones políticas
Wilson estableció la sociobiología como una nueva disciplina científica. Argumentando que todo comportamiento animal — incluyendo los de nuestro género — está afectado por los genes y es nunca, enteramente, resultado del libre albedrío. Considerando este concepto como nuestra "traílla genética."
Copérnico
Esta teoría ha sido germinal, controvertida, y de mucha influencia en el pensamiento de quienes estudian la biología y sus aportes.
La controversia que plaga la investigación sociobiológica, es en la manera en que ésta aplica a los seres humanos.
La teoría rechaza la noción básica de la tabula rasa, que mantiene que en nuestra especie, como seres humanos, nacimos sin ningún contenido mental innato y que la experiencia acumulada funciona aumentando nuestro conocimiento y nos asiste en la supervivencia y la adaptación.
En el último capítulo del libro Sociobiology y en su volumen compañero, On Human Nature, Wilson mantiene que la mente humana ha sido conformada tanto por la herencia biológica como por la cultural.
Esta postura fue el origen de las dialécticas amargas provenientes de críticos, intolerantes de los cambios de paradigma que Wilson desencadenara.
"Podemos estar en desacuerdo, siempre y cuando me des la razón", nos advierten los representantes intransigentes de la ciencia pura.
Otro concepto avanzado por Wilson: La Consiliencia
En su libro publicado en el 1998 Consilience: The Unity of Knowledge, Wilson discute métodos que se han utilizado para unificar las ciencias y que pudieran lograr unir las últimas con las humanidades. Para ello él propuso el término de la consiliencia como descriptivo de todos los campos especializados del conocimiento humano, que funcionan en coherencia.
Kepler
Wilson interpreta la naturaleza humana como si ésta consistiera en una colección de principios epigenéticos — representando los patrones no-genéticos del desarrollo emocional.
Él mantiene que las culturas y las costumbres son productos derivados, y que no constituyen parte primordial de nuestra naturaleza.
Por ejemplo nos dice, que el arte no es función de nuestra esencia, pero que la apreciación del mismo, lo es.
Asimismo argumenta que conceptos como la valoración de la estética, el miedo de culebras, o el tabú del incesto (Efecto de Westermarck) pueden analizarse por medio del método científico.
En esta misma vena, algunos neurocientíficos, hoy nos tratan de "vender" el gen de Dios y, aún el de la obesidad.
El Humanismo Científico
Otra expresión acuñada por Wilson fue el término Humanismo Científico, expresado como describiendo "la única visión mundial de entendimiento, capaz de integrar científicamente las leyes naturales y el conocimiento creciente del mundo que nos circunda."
Dios, la religión y la ciencia
Wilson no descansó en el Sabbath.
Newton
Para Wilson la noción de Dios reside en lo que él llama teísmo provisional. Lo que consiste en un sistema de creencias que se aleja del credo tradicional.
Sus argumentos son distintos, porque Wilson mantiene que la creencia religiosa y en una divinidad, son productos de la evolución. Él argumenta que éstos no deben de ser dimitidos o aceptados por su valor nominal; sino que deben de ser investigados por el método científico, para entender mejor su impacto en la naturaleza humana.
Durante su evolución personal y sistemática Wilson ha contribuido otras ideas de importancia que aquí omitimos por su falta de coherencia para esta presentación.
Críticas
Todo desvío paradigmático atrae los rayos fulminantes de los críticos. Wilson disfrutaría del raro privilegio, de contar entre sus detractores más severos, sus propios colegas en Harvard.
Los mejores conocidos son: Marshall Sahlin, Richard Lewontin y el difunto Stephen Jay Gould.
Pero sus críticos no eran oponentes cualquiera, ellos formaron horda implacable, acusándolo (gratuitamente) de misoginia, racismo y eugenesia.
En el 1978 un jarrón de agua fue derramado en la cabeza de Wilson, en medio de una conferencia, por uno de los participantes en la misma — todo hecho en nombre de la ciencia, de la libertad de la expresión académica y de las ideas científicas.
Con ello retornamos al derrotero de esta ponencia.
Para que una ciencia progrese y para que su futuro sea asegurado ésta debe adaptarse a los cambios históricos que, otras ciencias y las humanidades — mientras evolucionan — experimentan.
Por esta razón no podemos aceptar el desvío de paradigma que la neurociencia impone a la psiquiatría, ni a pie juntillas, ni a ciegas.
Nuestra misión, como rabís seculares es la de enseñar el camino — luego de haberlo estudiado y entendido — antes de hacerlo.
Para ello — repetimos — hay que estudiarlo y entenderlo. En vez de aplicarlo — sin estudiarlo y sin entenderlo — como con frecuencia se hace.
Hasta ahora, hemos descrito los pasos que marcan los cambios de paradigma en toda ciencia. Asimismo hemos indicado los peligros inherentes que se asocian a las aplicaciones infundadas e indiscriminadas, con que hoy, frecuentemente, se implementan los principios fidedignos y, algunos, establecidos de las neurociencias; mientras que, en la sección que sigue, exploraremos las bases que confluyen en establecer una psiquiatría, críticamente, neurocientífica.
Esta segunda parte tiene asimismo como propósito establecer las líneas que confluyen para hacer de la psiquiatría moderna, la neurología y la neurociencia, disciplinas en congruencia y no en conflicto como, en ocasiones, aparentan ser.
Ron Mueck
No deja de picar la curiosidad de quienes estudian nuestras ciencias, el hecho de que la neurología se haya adueñado, con la asistencia de los hallazgos de la neurociencia aplicada, de una buena parte de la psiquiatría, la que, a menudo relega al uso de la psicoterapia y la receta de medicinas — como si la teoría misma — por ellos, ahora, controlada — constituyera asunto tan remoto para el psiquiatra, que no la puede investigar, o quizás — peor, aun — que no la puede entender.
El neurocientífico par excellence, hoy, es Eric Kandel, ganador del premio Nobel por sus descubrimientos acerca de la memoria en la babosa Aplysia californica.
¡Aplauso!
Los estudios de Kandel fueron basados en los principios formulados por el psicólogo Donald Hebb, a quien Kandel da crédito merecido — lo que resulta necesario recalcar, ya que muchos científicos no dan crédito a lo que derivan del conocimiento, de otros.
Más adelante, y fortalecido por sus logros en la neurociencia, Kandel, el psiquiatra, sin experiencia clínica admitida, nos deleita con un libro que escribiera asistido por los comentarios ofrecidos por algunas de las más destacadas mentes en la psiquiatría actual. El resultado debe de ser juzgado por quienes se atrevan a leerlo sin ser cegados por la llama del nombre de Kandel y no por la sustancia — o falta de la misma — que este último libro nos ofrece.
Prosigamos
Las bases fundamentales de nuestra tesis las yació el mismo Freud, cuando en 1895 concibiera el Proyecto para una Psicología Científica.
Acerca de este documento de extrema importancia histórica, Ernest Jones, hagiógrafo de Freud, escribe:
"La riqueza de las ideas contenidas en el "Proyecto" y la estrecha relación que entre ellas existe, provee al estudiante con una fuente abundante de material para la investigación. Este pequeño ensayo abre las puertas para que se escriban varios monografías dedicadas a la dilucidación del mismo".
Lo de "varias monografías" fue un elogio extravagante por parte de Jones — por siempre lisonjero del maestro.
Diego Velásquez
De todos los trabajos de Freud, El Proyecto, es indudablemente, el más importante para apreciar el trasfondo neurológico — y, por ende, biológico — que orientara a Freud, al final de su vida, en el desarrollo de los conceptos más avanzados en el entendimiento del psicoanálisis.
Por ejemplo, el principio del placer, el de la realidad, el sondeo de la realidad, el principio de la Nirvana, la ansiedad, los instintos, el principio de la constancia, el desplazamiento, y la libido; todos son en parte derivados del Proyecto y de los esfuerzos que Freud hiciera para transformar sus ideas en un cuerpo científico, como parte intrínseca de una ciencia biológica, natural.
Por primera, y única vez, en el Proyecto, Freud expresa sus deudas intelectuales a sus mentores: Ernst Brücke, Theodor Meynert y Sigmund Exner — los tres, en su época, neurólogos de distinción indisputable, e imperecedera a la vez.
No olvidemos que, con el psicoanálisis, Freud se apartó de la medicina y de la neurología. Tanto así que uno de mis supervisores en la psiquiatría infantil, Roy M. Mendelsohn, solía decirnos que para ser buen psiquiatra era esencial desaprender la medicina.
Para ser justos, no hay mucho en el modelo neurológico que Freud propuso, que no derivara directamente de la influencia y el pensamiento de los científicos extraordinarios que lo inspiraran.
Pero Freud, siempre sería parco, cuando se tratara de reconocer en sí el impacto que las influencias ideológicas que otros tuvieran. Este vicio, de manera conveniente, Freud lo tildó de criptomnesia, algo que restando muy cercano a las mismas — justifica — el plagio de las ideas.
Muchos de los conceptos y términos, alguno oscuros, que Freud avanzara en sus estudios posteriores, originaron en el Proyecto. Quizás el más controvertido sería el de la cathexis, el cual todos usamos con aplomo, quizás — muchos, haciéndolo — sin entenderlo.
El cráneo de Phineas P Gage
Es ésta última, una noción, que Freud introdujo como parte de otra ponencia posterior, Chistes y su Relación con el Inconsciente, que él mismo se empeñara en atribuir a las actividades neuronales.
He ahí, lo que es de la mayor importancia. Que Freud, el argonauta de la mente, nos constriñe a pensar en procesos celulares — que existen, por su admisión, en la biología de la mente — el idéntico curso que hoy se trazan los neurólogos — quienes más y más se reconocen a sí mismos como neuropsicólogos o neurocientíficos.
Éstas últimas que fueran ramas del conocimiento, que Freud, el neurólogo, instigara.
Para elaborar su noción del Proyecto, Freud no escatimó la representación física de sus imágenes psíquicas.
Manteniendo firmemente la preeminencia de la actividad biológica, como la base de las emocionales — Freud, permanecería muy por delante del Zeitgeist de su tiempo.
Leonardo
Para sustentar y corroborar sus ideas, Freud, asimismo, haría grandes esfuerzos para conminar las actividades neurales de nuestros pensamientos y emociones para apuntalar sus hipótesis.
En el Proyecto, la palabra "neurone", aparece con frecuencia inusitada. Lo que hoy nos parece déjà-vu, porque es como si Freud fuera uno de los neurocientíficos, que hoy conocemos.
Pero, su entusiasmo se extinguió, por razones no bien explicadas, y el Proyecto hibernaría por muchos años.
Pero, en cierto modo, la historia se repite.
En mi ensayo biográfico, Freud: Un Hombre para todas las épocas, hago hincapié en la tendencia que el padre del psicoanálisis tuviera para rodearse por mujeres — con quienes se identificara — tendencia que sigue la neurociencia que hoy, a él, representa.
En página 91 de su obra The Tangled Wing, luego de haber nombrado, en una lista corta, treinta y cinco mujeres que han avanzado las neurociencias, Melvin Konner prosigue (la traducción, aproximada, de sus palabras es mía):
"Éstos son los nombres de algunas de las mujeres científicas quienes han dedicado sus vidas a la investigación del cerebro, las hormonas y el comportamiento. Cada una se considera un líder en su disciplina, extremadamente competente, rigurosa y original. Cada una ha dedicado muchos años de su vida a esclarecer el dilema de si la existencia de la diferencia del comportamiento entre los sexos — por ellas observadas en el campo, la clínica, o el laboratorio — posee una base que es en parte biológica.
Torre de Babel
"Sin excepción, todas han contestado esta pregunta de manera afirmativa.
"Pero uno no puede dejar de pensar que así lo hicieran sin dificultades. Cada una tiene que haber padecido personal y profesionalmente, de la discriminación que existe contra la mujer en y fuera de la academia. Cada una debe de haber trabajado para algún hombre quien en su fuero interno más recóndito, la pensara como descalza, sin pretensiones, embarazada y en la cocina".
Porque la neurociencia, como la Biblia, que hoy encarna la psiquiatría biológica, en su estructura, es una ciencia tan controvertida, como la Biblia es machista.
Melvin Konner debe de reconocer en carne propia a qué en lo último se refiere, habiendo desposado a una de las antropólogas más preeminentes del siglo pasado, Marjorie Shostak (1945-1996), autora de Nisa, y a quien perdiera de modo prematuro al carcinoma del seno.
Hay libros que se entienden mejor, si se leen con la asistencia del apoyo explicativo de algún experto — la Biblia es uno, Análisis Terminable e Interminable es otro.
Para entender la razón por la cual es esencial comprender los motivos que orientaran al genio de Freud en muchas de sus contribuciones al pensamiento psicoanalítico hay que intuir la necesidad imperiosa que Freud albergara de "proteger" su creación filosófica y sus contribuciones científicas.
Einstein
Pero, antes de proseguir, deseo enfatizar dos puntos:
Que para la apreciación plena de la Biblia, el mejor de los trabajos que, en mi opinión, se haya publicado es: PsychoBible: Behavior, Religion & the Holy Book, por el psiquiatra Armando Favazza.
El otro es, que para leer y apreciar el Análisis, yo disfruté, en grupo, de la dirección provista por el incomparable pedagogo Gustavo Lage (1926-2002) en Chicago.
Veamos algunos detalles acerca del pensamiento de Freud, en el apogeo de su vida, cuando publicara algunas de sus contribuciones más controversiales.
El Análisis Terminable e Interminable, para muchos representa una obra de índole técnicamente oscurecida por la resistencia al cambio de Freud, quien quisiera soslayar la insistencia de algunos de sus discípulos de acortar la duración de un proceso — que continuaba prolongándose.
Otros percibirían el hecho de que muchos analizados, tuvieran que retornar a varios análisis más — como se estila entre los analistas mismos — como expresión, para ellos, del fallo terapéutico del método psicoanalítico.
Muchos de los candidatos, en mis días de entrenamiento, lo conformaban al hecho de que un primer análisis dispone de los problemas edípicos, el segundo de los narcisistas.
¿Y qué de los análisis subsecuentes, para tantos analistas inevitables?
Usted dirá…
("El psicoanálisis es la misma enfermedad que pretende curar." Karl Kraus 1874-1936)
Nisa
Por supuesto, pocas personas sensatas aceptan como válidas estas extrañas nociones.
La publicación de El Futuro de una Ilusión fue otra obra que arroja luz en lo que Freud no quisiera enteramente revelarnos. Esta obra seguiría La Interrogante del Análisis Laico y precedió La Civilización y sus Descontentos (1926-1930).
En una correspondencia que Freud dirigiera a su amigo el pastor Oskar Pfister (25 de noviembre del 1928), Freud escribe:
"No sé si has detectado el eslabón secreto que existe entre el Análisis Laico y la Ilusión. En el primero, mi deseo es proteger el análisis de los médicos y en el segundo de los sacerdotes".
E O Wilson
Freud, reconocía el hecho de que su dogma servía como religión para muchos, lo que atrajera a los clérigos, y siempre permaneció temeroso de que el establecimiento médico quisiera hacer de su método algo eminentemente físico, lo que decidiera evitar; ya que carecía respeto por la religión y los galenos de su era.
Pero, aun en estos respectos, Freud permanecería ambivalente, algo que no evitara admitir.
Nunca se opuso abiertamente a las enseñanzas de la religión — como tantos neurocientíficos estilan, ni se opuso a considerar el rol la religión misma como elemento de conforte para muchos.
El dilema para Freud sería uno de territorialidad y de control, por ello suprimió la publicación del Proyecto.
El Proyecto se concibió en el 1895 y no vio la luz del día hasta el 1950.
Para muchos esta obra reintegra el psicoanálisis dentro de la corriente principal del pensamiento científico. Para otros no.
Nace la neurociencia
Quizás la neurociencia nació con los trabajos de Broca, o con el accidente de Phineas P. Gage que ocurrió cerca de las 4:30 de la tarde el 13 de septiembre del 1848, cuando la explosión ocurriera que le disparó una barra metálica a través del cráneo lesionándole el cerebro. (Para una descripción del mismo, véase mi ponencia Temas de Neurociencia en el Tratamiento Psiquiátrico Moderno I).
Freud
O quizás la neurociencia nacería en medio de la Guerra Civil Norteamericana (1861-65) cuando los médicos de aquellos tiempos confrontarían heridas destructivas con lesiones neurológicas tanto directas como indirectas — véase mi artículo acerca del miembro fantasma (Temas de Neurociencia: La Pseudociesis o el embarazo facticio.)
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