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Uritorco: El cerro, la meseta y el fuerte (página 3)


Partes: 1, 2, 3

En general la montaña, la meseta, el cerro, están relacionados simbólicamente con la "elevación interna y espiritual", "la meditación", "la comunión con los santos y los dioses". Caminar hacia la cumbre implica un rito de iniciación en el que lo meramente humano se contagia de sacralidad a medida que se asciende. Arriba, en la cima, la comunicación con los dioses era factible y, seguramente, ese fue el motivo por el que Moisés gastó sus sandalias para recibir las Tablas de la Ley.[81]

Del mismo modo, la verticalidad estaba identificada con el "eje del mundo" (Axis Mundis), convirtiendo a la montaña—tal como lo explicara Mircea Eliade— en el punto más alto de la Tierra y ombligo del planeta; lugar en el que —según centenares de mitos— dio comienzo la Creación.

Por otro lado, su tamaño y grandiosidad quedó asociado a lo perenne, a lo que no cambia, a lo que siempre "es"; sueño de eternidad y trascendencia que muchas sociedades intentaron reeditar al construir sus propias montañas-artificiales; tales como los zigurats mesopotámicos, las pirámides egipcias, los teocalis de México o las construcciones piramidales de los mayas.

La montaña siguió inspirando respeto sagrado a lo largo de miles de años, pero en algún momento posterior a la declinación del imperio romano —muy especialmente durante la Edad Media— Occidente olvidó los cerros, haciéndolos a un lado en sus creencias y desatendiendo la curiosidad que éstos podían despertar.

Recién a partir de mediados del siglo XVIII ese desinterés desapareció y fue el movimiento ilustrado el encargado de volver a convertir la montaña en objeto de estudio, y no de adoración. Las riquezas minerales y forestales, el interés por medir la humedad atmosférica, el deseo de conocer certificadamente la altitud y la búsqueda de respuestas al enigma de la formación de la Tierra, hicieron que las altas cumbres fueran exorcizadas por los científicos y pasaran a ser un capítulo más de la Historia Natural, tan en boga entonces.

Es notable observar cómo, antes del siglo XVIII, sólo en contadísimas ocasiones los estudiosos se dirigieron a la montaña. No había interés por ellas, pero, a poco de redescubrirse su potencial teórico-iluminista, ese interés empezó a mutar buscando no sólo la desencantada mirada del científico, sino la emoción, el sobresalto y el sentimentalismo. Ese fue el aporte que hicieron los romanticismos.

Johann Wolgang Goethe (1749-1832), Horace Bénedict de Saussure (1740-1799) y Alexander von Humboldt (1769-1859) fueron los precursores de esa nueva forma de observar la montaña; rescatando en ella el "alma" perdida de la naturaleza y renovando el interés por las alturas, ahora asociadas a la idea de libertad y evasión.

Cada uno de estos autores combinó en sus escritos ciencia y emoción, exactitud y arrebato, ante una montaña que empezó a ser adjetivada como "sublime".

En carta a Goethe, Humboldt le escribió el 3 de enero de 1810:

"A la naturaleza hay que sentirla; quien sólo ve y abstrae puede pasar una vida analizando plantas y animales, creyendo describir una naturaleza que, sin embargo, le será eternamente ajena".

La influencia del insigne naturalista y viajero alemán fue enorme, tanto en América como en Europa. Su deseo por reproducir en pinturas la intensidad de las experiencias vividas, elevó el sentimiento al mismo sitial en el que estaba el conocimiento. La "cientificación del arte", cuyo objetivo sería instruir y estimular, empezó un largo recorrido que terminó en la estilización y la "geografía estética".

Arte y ciencia se daban la mano y, en ese encuentro, el ángulo epistemológico de Occidente ante la montaña cambió.

La unión mística con el paisaje conllevó una nueva relación del hombre con el entorno. La fuerza de los elementos, la imponente masa terrestre y su grandilocuencia frente al ser humano, llevó a que no sólo se las midiera, sino se las admirara con nuevos ojos; quedando el hombre sometido a sus misterios y prohibida accesibilidad.

La montaña, después de siglos, volvió a tener un carácter cuasi-sagrado. Y los viajeros románticos se encargaron por difundirlo a través de libros de viajes, pinturas, poemas y mentiras.

EL FUERTE ARGENTINO

Fernando Fluguerto Martí no sólo era ingeniero, divulgador de la historia no-oficial expuesta por Mahieu respecto de los templarios, sino también un nacionalista esotérico, buen relator y presidente, líder intelectual y creador de la Fundación o Grupo Delphos. Él mismo decía ser discípulo del gran Guillermo Terrera y creía encarnar la persona indicada que debía heredar, tras la muerte del abogado en 1998, el famoso Bastón de Mando de los comechingones. Cosa que no ocurrió y que se encargó de reprochar en cuanta entrevista dio para la televisión.[82]

De acuerdo a las investigaciones realizadas por Hernán Brienza[83]y Raúl Kolmann[84]Martí comulgaba, antes de fallecer en 2013, con el ideario de la ultraderecha nacionalista argentina, siendo ferviente seguidor y creyente convencido de los ideales de Julios Evola, un fascista de salón poco conocido; tanto como de un supuesto (y delirante) proyecto que los judíos pergeñaban para invadir y ocupar la Patagonia argentina: el mítico Plan Andinia del imaginario antisemita vernáculo.[85]

Apropósito de ello, Martí escribió:

"La Patagonia es la tierra del Santo Grial. Por eso, los enemigos de la humanidad, la Sinagoga de Satán (…), los Hijos del Diablo (…), buscan y persiguen el Grial. De ahí el interés que despierta el suelo de Argentum en los hijos de la noche. De ahí las compras de enormes extensiones de nuestras tierras."[86]

También fue uno de los defensores más acérrimos de la teoría de la presencia templaria en nuestro país. Idea que expuso, con calma oratoria, más de una vez en documentales de televisión controvertidos y bastante poco académicos por sus contenidos (especialmente en el History Channel).

De igual forma que Terrera, Martí y su grupo se apoyaron en textos medievales para autoconvencerse y confirmar (de manera endeble por cierto) que los monjes guerreros del Temple anduvieron dando vueltas por la Patagonia y, hasta su último aliento, sostuvo que en la cima del Fuerte Argentino había existido una construcción (una fortificación) levantada por templarios y proto-templarios (¡?).

El escrito en cuestión era el Perlesvaus o El Alto Libro del Grial, de cuyas páginas Martí rescataba los siguientes versos, a fin de sostener y defender sus ideas.

"Perlesvaus se aleja de la tierra de tal modo que ya sólo ve el mar y la nave marcha a gran velocidad

… La nave ha corrido tanto noche y día, tal y como a Dios le plujo, que llegaron a un castillo en una ínsula de mar. Preguntó a su marinero si sabía qué castillo era aquel.

-En verdad, no lo se, señor, pues hemos corrido tanto que no conozco ni el mar ni las estrellas…

… Se acercaron al castillo y oyeron sonar muy dulcemente cuatro trompetas arriba de las murallas y los que las tocaban iban vestidos de blanco. Se dirigen hacia aquella parte…

… En cuanto la nave tomó puerto debajo del castillo y el mar se retiró de modo que la nave se quedó en tierra seca,…

… Salieron de la nave y luego entraron al castillo por la parte que daba al mar…

… Y ve la fuente más bella y clara que nadie puede contemplar,…

… Uno de los maestros toca tres veces una campana y en la sala aparecieron treinta y tres hombres formando una compañía. Iban vestidos con túnicas blancas y todas llevaban una cruz roja en medio del pecho…

… Allí dentro fueron servidos muy gloriosa y santamente. Perlesvaus se complace más en mirarles que en comer…

… En cuanto se descubrió la entrada al foso, salieron de allí los gritos más terribles y dolorosos jamás oídos…

… Si no juráis que regresareis en cuanto veáis la nave con la vela cruzada por la cruz roja…

… Y encuentra su nave dispuesta y oyó sonar las trompetas a su partida igual que a su llegada. Entra en la nave y se izan las velas. Se aleja de la tierra…"[87]

En pocas palabras, Martí creía que, huyendo de una Europa que les resultaba por demás hostil, un barco templario navegó noche y día hacia el sur, cambiando de hemisferio (de ahí que el navegante desconociera el cielo) trayendo el Grial a una zona con amplias mareas, identificada como el Golfo de San Matías, en Río Negro.[88] Corría el año de 1307. Y allí, en una isla (que no sería otra que la barda conocida como Fuerte Argentino)[89], habrían sido recibidos por templarios vestidos de blanco y cruces en el pecho.

El análisis que Martí hizo del "Fuerte" fue por demás imaginativo: creyó detectar vestigios de antiguos muelles y denunció hallazgos de restos "arqueológicos", de los cuales nunca dio cuenta públicamente.[90] El secretismo, una vez más, creaba un muro de misterio imposible de ser atravesado.

Y como si todo eso fuera poco, agregó:

"Hoy, el Grial está físicamente ubicado en una ciudad subterránea bajo la meseta de Somuncurá, a unos mil metros de profundidad y protegida por miembros de la Orden que tienen contacto con la superficie a través de túneles ascendentes y descendentes".[91]

Ciudades subterráneas, túneles y templarios intraterrestres.

Volvemos a lo mismo de siempre: la tierra y sus recovecos como protectora de misterios insondable. Somuncurá es a Río Negro lo que el Uritorco a Córdoba.

El Grupo Delphos está convencido de que el Grial está América. Más concretamente en nuestro país. Lo aseveran sin titubear. También, sin prueba alguna. Sólo algún que otro indicio, originado en interpretaciones libres e imaginativas de ciertas señales, son las bases en las que se apoyan a la hora de transmitir la historia.[92] Una historia que a poco de avanzar se llena de elementos fantásticos. O mejor dicho, mucho más fantástico que los señalados hasta ahora.[93]

Los buscadores argentinos del Grial sentencian que tras abandonar el Fuerte (hoy Argentino) los templarios ocultaron la preciada reliquia en un sitio clave, secreto, fuera del alcance de los hombres impuros: debajo de la meseta de Somuncurá, sitio al que se accedería a través túneles y galerías inexploradas hasta ahora. Allí, sería posible encontrar un río subterráneo que uniría el océano Atlántico (justo frente al Fuerte) con el Pacífico, y a medio camino, en una ciudad bajo tierra, que identifican como La Ciudad de Los Césares, estaría el Grial custodiado por templarios centenarios en edad. Una comunidad de monjes guerreros, perdidos/escondidos literalmente en la Patagonia, en tanto cuidan la reliquia, no deja de llamar la atención. [VÉASE APENDICE 1]

Por otro lado, aseveran que hay una entrada a ese mundo místico. Una puerta de piedra que estaría ubicada en un enorme macizo rocoso cercano a la pequeña localidad de Telsen (provincia de Chubut), al sur de la meseta de Somuncurá, y que llaman, justamente, "La puerta de Telsen".[94]

Otra puerta (para muchos dimensional) que conduciría a una nueva y sureña ciudad intraterrena, casi idéntica en todo a los cuentos del Uritorco.

ERRORES Y MENTIRAS

La manipulación, tergiversación y acomodación del pasado con fines ideológicos ha sido una práctica más extendida de lo deseado.

Voluntaria e involuntariamente, errores y mentiras, exageraciones e interpretaciones falsas, se acumulan por doquier construyendo una historia paralela (no-oficial, dicen) por completo deformada, sin base alguna en la realidad, ni en los hecho comprobados. Sus responsables, cual demiurgos poderosos, crean mundos nuevos. Inventan sucesos. Conectan lo inconexo. Toman por ciertas sus propias elucubraciones fantásticas y parten en la búsqueda de cosas y lugares que jamás existieron.

Curiosamente, esa pesquisa termina dándole emoción y sentido a sus vidas, y cuanto más se alejan de la realidad probable, mayor es el impulso y voluntad que invierten en la empresa. Se aprovechan de la ignorancia y de la falta de dato. Rellenan los espacios oscuros con sus iluminados pseudo-descubrimientos y se dejan seducir por sus ideas incoherentes al punto de quedar atrapados en sus propios discursos, de los que no hay vuelta atrás. Imposible es hacerlos cambiar de opinión. El espíritu conspirativo atenta contra todo lo razonable y la lógica se diluye en un mar de conceptos esotéricos, místicos, herméticos, que parecerían retrotraernos a una literatura de tipo medieval, en la que todo es posible y el simbolismo católico, los milagros y sucesos maravillosos ocupan el espacio que, en otros libros, no serían más que un capítulo de la historia del imaginario.

Dejemos el espíritu de aventura para las novelas y filmes y reconozcamos que detrás de toda gran teoría, detrás de todo sabio con ínfulas eruditas, no hay más que un tipo en camiseta.

Controlemos nuestros deseos de emoción. Desacralicemos a las autoridades. Examinemos las pruebas y rebatamos las afirmaciones obispales que rehúsan la discusión crítica. Preguntémonos si lo que se nos comunica es creíble. Descubramos los supuestos y prejuicios en los que se basan los argumentos y evitemos creer en corazonadas y conocimientos revelados. Toleremos la incertidumbre y huyamos de la fantasía a la hora de completar el rompecabezas que está inconcluso; porque, recordemos siempre que la carga de la prueba recae en quien propone una afirmación y que las afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias.

Con respecto a la presencia de templarios en la Patagonia y en el Fuerte Argentino deberíamos decir que todo el cuento está fundado en falacias y errores. Tal vez los visos históricos que se mechan en el relato vuelvan más creíble todo, especialmente si se lo compara con el del Uritorco y Capilla del Monte (mucho más orientado hacia lo místico). En el sur escasean las energías misteriosas, los seres de luz interdimensionales, los ovnis, la telepatía y los herméticos mensajes de la Hermandad Blanca. Pero tampoco se quedan atrás. Inventaron tradiciones, reinterpretaron los datos la geología, exageraron los hallazgos arqueológicos y también vieron cosas donde no las había.

En un trabajo crítico muy bien documentado, un vecino de la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste (cuna del Grial patagónico), Marc Pesaresi, ha rebatido con suficiencia cada uno de los supuestos expuestos por Martí y su grupo de seguidores.

Resumamos, pues, las conclusiones de Pesaresi. [95]

En primer término es mentira que exista una tradición templaria en la región. Nadie nunca antes habló de templarios trasladando cálices sagrados por la Patagonia. No existe tradición oral alguna que refiera esos hechos. Todo es un injerto de los años "90 y el jardinero principal fue el grupo de Martí.

En segundo lugar, no existen restos arqueológicos de ningún tipo en la meseta. No hay rastros de fuerte, de murallas, de tejas. No hay nada que insinúe la presencia de los monjes soldados del Temple en estas latitudes.

Tampoco hay descendencia alguna de esos supuestos europeos precolombinos.

En cuarto término, no hay caballos europeos sino desde 1536, que fue cuando Pedro de Mendoza los trajo por primera vez. No hubo caballos templarios vagando por las planicies argentinas antes de la llegada de los españoles.

En quinto lugar, es falso que la barda donde se levantara el supuesto fuerte haya sido hacia 1307 una isla. Los estudios geológicos demuestran que el nivel del mar no bajó desde entonces. Todo lo contrario: desde hace 250 años sube. Poco, pero sube.

Y finalmente, la meseta es una altiplanicie árida, seca, imposible de habitar y menos que menos apropiada para levantar un fuerte. No tiene agua potable. Hasta 1973 el tema del agua fue un problema grave para los rionegrinos.

Sorprende que empresas de divulgación internacional (aparentemente científicas), editores y comentaristas varios, no tengan en cuentan todos estos aspectos a la hora de exponer este y otros temas. Aunque, pensándolo dos veces, no debería sorprendernos demasiado. Es comprensible que así sea. Si le quitaran a la historia las falacias, repetidas una y otra vez, la historia misma se desvanecería o perdería, sin más, la preciada mercancía, lo único que se pretende vender: el misterio. Tras la credulidad delirante viene el negocio.

En un mundo desencantado, el encanto, que se resumen en las leyendas y rumores, lucha por sobrevivir.

El pensamiento mágico levanta barricadas.

Resiste.

Y lo viene haciendo con éxito.

FJSR

Buenos Aires

Marzo 2015

Apéndice

APÉNDICE 1

DE TRIBUS Y EXPLORADORES PERDIDOS

Las inquietudes y especulaciones que han despertado, y despiertan, las expediciones perdidas son otras de las constantes que se repiten dentro del imaginario de Occidente. Un sentimiento recurrente que, no exento de morbo, moviliza a la opinión pública y facilita, al ocasional escritor, captar la atención de sus lectores a través de la romantización del drama, y su posterior conversión en aventura. Y es que, generalmente, el escenario de la "atrayente" pérdida no está en el ajetreado mundo urbano en el que la mayoría vivimos. Las expediciones no se pierden en las grandes metrópolis, sino en un marco natural que suele tener como telón de fondo a la selva, la montaña o el desierto; sitios no controlados y en los que toda nuestra tecnología suele convertirse en un adorno inoperante que, si bien ayuda, en muchos de los casos (reales o literarios) termina convirtiéndose en el ajuar funerario de los audaces e inconscientes exploradores.

Ya desde la época de la conquista de América se vienen registrando historias sobres náufragos o huestes perdidas que han alimentado las tramas de inolvidables novelas y películas. La narración de las penalidades y sufrimientos de exploradores desaparecidos han dejado flotar mil y unas interpretaciones sobre la suerte corrida; y en torno a ellos se tejieron rumores y leyendas que terminaron haciendo de muchos incautos, verdaderos héroes. Así, aquel que buscaba lo exótico, al desaparecer, se volvía él mismo, en objeto exótico de otros.

Enrique de Gandía, el brillante historiador argentino que analizara con detenimiento los mitos y leyendas de la conquista americana, escribe:

"En verdad ninguna fantasía humana podrá superar en belleza y en misterio el hechizo que rodea el recuerdo de aquellos náufragos y conquistadores [exploradores, FJSR] olvidados, cuyas voces parecerían llegar desde el fondo de las selvas sombrías y las costas heladas, hasta los oídos de sus hermanos que los buscaban empeñosamente sin poderlos hallar".[96]

Hombres perdidos en tierras desconocidas. Una conjunción ideal para el imaginario. Una oportunidad más para recrear emocionalmente la tragedia y transformarla en objeto de indagación, especulación y búsqueda. Una constante que adquirió mil rostros y personajes a lo largo del tiempo. Un incentivo extraño a la curiosidad que nace del dolor.

El tópico del explorador perdido despierta una singular atracción debido a las múltiples posibilidades que se encierran en el acto mismo de desaparecer. Quien desaparece no termina de morir del todo y la agónica esperanza de volver a encontrarlo con vida facilita el despliegue de toda una serie de especulaciones que prolongan la presencia del desafortunado viajero más allá de los límites normales del duelo.

Ante la dificultad de resolver el misterio, el explorador desaparecido abre una ventana a "otro mundo", de lleno imaginario. Un mundo caracterizado, fundamentalmente, por la distancia y el aislamiento, en el cual es posible construir las más fantásticas o realistas hipótesis; ésas que van de la pura y sencilla muerte en manos de aborígenes y animales salvajes, hasta la irresistible fantasía de imaginarlo siendo el rey de un nuevo país en el que ejerce su fuerte personalidad de "hombre blanco".

En el Amazonas y en el Orinoco, por ejemplo, subsistió largo tiempo la creencia de que por aquellas regiones había españoles perdidos desde hacía muchos años. Esta creencia se viene arrastrando aproximadamente a partir de 1528, cuando, desde Venezuela empezó a divulgarse el rumor de que en lo profundo de las selvas había cristianos perdidos. De igual modo, los naufragios en costas americanas generaron comentarios semejantes, y la imaginación, que nunca olvidó a aquellos desafortunados viajeros, los supuso con vida pero apartados del mundo, lejos de la civilización y "barbarizados" por el entorno que los devorara.

Se oyó decir también que estaban rodeados de riquezas en maravillosas ciudades perdidas, reconstruyendo sociedades ideales y conservando los secretos que tanto habían deseado desvelar. Irónico destino para un explorador y clara mezcla de impotencia y de crítica al mundo del que provenían. Ambivalencia de una situación límite que conserva en sí misma dos posibilidades, repetidas una y otra vez en cientos de mitos y leyendas: la de recuperar el Paraíso Perdido o la de ser prisionero en un infierno terrestre, húmedo, selvático o árido, pero controlado por celosos salvajes pertenecientes a razas desconocidas.

El explorador perdido pega, así, un salto y sale del tiempo. Adquiere, de algún modo, cierto halo de eternidad y su no presencia, producto de un fracaso, se convierte en ejemplo, símbolo y modelo de futuros exploradores. ¿Pulsión de muerte? Es posible, ya que parece no existir mayor impulso para un aventurero que el fracaso de una expedición anterior. Deseo de una muerte romántica; ansias de perdurabilidad, que se sostuvieron activas hasta bien entrado el siglo XX y que todavía se detectan en los marginales exploradores que recorren sitios aislados en nuestros días.

Pero hay un aspecto que las expediciones y exploradores perdidos revelan: la permanente existencia de fronteras abiertas hacia Terras Incógnitas.

Una y otra vez, los mismos argumentos se repiten en diarios de viajes y novelas. Como en los viejos cuentos infantiles, que reiteran constantemente hasta el cansancio idénticas situaciones (que no son lícitas modificar, a menos que se pretenda quitarles el efecto emocional que éstas encierran), cuando se hace referencia a personas desaparecidas en regiones alejadas de la civilización, suele caerse en argumentaciones de este tipo: "Imagine la superficie de la Tierra, reste los océanos, los desiertos, las montañas y las regiones árticas. ¿Qué queda? Un 20 % aproximadamente. Habitamos una quinta parte del planeta y creemos que estamos en todas partes, que no hay espacio para nadie más o que todo está completamente explorado y conocido".

Suena emocionante, atrayente; el mundo inacabado perdura de algún modo. Los espacios en blanco de los mapas picanean la curiosidad y hacia ellos continúan marchando expediciones, de las que, en muchos casos, jamás recibiremos noticias. Los espacios en blanco (que existen) se transforman, así, en verdaderos agujeros negros. Esa fue la suerte que corrieron muchos exploradores que hoy engrandecen los libros de geografía. Ese es el sendero que transforma a un hombre en leyenda.

Toda exploración en regiones consideradas vírgenes posee distintos momentos de dramatismo, pero no existe instante más sobrecogedor que aquel en el que el expedicionario se topa con alguna sociedad desconocida. Entonces, el "Otro" toma forma concreta, se materializa señalando diferencias, indicando también similitudes y despertando, siempre, sentimientos contradictorios que van de la admiración al desprecio. Todo un arsenal contenido de adjetivos calificativos se desploma sobre la "nueva raza" y, como hemos dicho antes, el imaginario cumple allí una función inevitable. Hombres distintos, creencias incomprendidas, rituales extraños y morfologías condimentadas con mil suposiciones fantásticas, llevan al "indio" a recorrer una escala ontológica que va de lo monstruoso a lo angelical; del caníbal agresivo al "buen salvaje". Una vieja costumbre que, en América, se arrastra desde los días de Cristóbal Colón. ¿O los templarios?

Aquella persona que estuvo alguna vez en las selvas sudamericanas podrá reconocer que cientos de leyendas, referidas a tribus misteriosas, tienen clara vigencia aún hoy en día. En las selvas de Perú, Bolivia o Brasil se comenta a diario sobre la aparición (siempre esporádica) de "indios blancos, rubios y con ojos claros", miembros de una perdida tribu no catalogada, que buscan constantemente mantenerse aislados de la civilización. Los rumores se acumulan, se difunden en las tertulias celebradas alrededor de las cervezas nocturnas y, en esas condiciones, los "indios blancos" cobran una realidad muy difícil de ser negada. Se les adjudican poderes fuera de lo común; vestimentas que no concuerdan con el estereotipo del silvícola tradicional y, últimamente, un elevadísimo grado de espiritualidad que los acerca más a los iluminados gurús de la New Age, que los degenerados politeístas de las crónicas españolas del siglo XVII[97]

Cuando los europeos se desplazaron por el mundo, en momentos de la última gran expansión imperialista (fines del siglo pasado y principios del XX), creando colonias y explorando regiones hasta entonces intransitadas por occidentales, supieron recopilar extraños informes sobre aborígenes de piel muy clara, habitando rincones que el sentido común jamás hubiera considerado propicios para el desarrollo de comunidades blancas. El mito del indio rubio se propagó como una mancha de aceite por los cinco continentes y no tardaron en ser considerados los responsables de las más magníficas obras arquitectónicas de la antigüedad. Ya sea en África, Asia o América, la raza blanca se endosó todo aquel pasado que, a ojos de un explorador europeo, resultaba admirable.

Pero no todas las tribus perdidas son blancas y rubias. Están también las negras y enanas (el otro extremo de la escala imaginaria de la alteridad) o aquellas que conservan el más atávico de los primitivismos por ser caníbales, violentas y completamente peludas. Seres a mitad de camino entre la bestia y el hombre. El verdadero, y tan buscado, "eslabón perdido".

Las historias sobre hombres salvajes se proyectan en el imaginario desde los más remotos tiempos. Su presencia en la antigua Epopeya de Gilgamesh, bajo la figura de Enkkidu (un semihumano que vive entre las bestias), y datada en el segundo milenio antes de Cristo, es bastante sugerente. Por su parte, la Edad Media tampoco olvidó al hombre salvaje de los bosques y lo representó de cientos de formas distintas haciendo resaltar, en todos los casos, las características paradigmáticas de la bestia con el objeto de confrontarla con el civilizado habitante de la ciudad.

El salvaje es la otra cara de lo urbano, el lado negativo del hombre, lo primitivo, lo instintivo. Su estampa, esculpida en las catedrales europeas desde el siglo XIII, ha podido perdurar hasta nuestros días en leyendas contemporáneas, como las del Yeti o Pie Grande. Su hirsuta figura y sus hábitos, muchas veces nocturnos, lo convierten en un negativo de lo que nosotros somos. Marca contrastes y evidencia, así mismo, el prejuicio racial que se derivó (renovado) de la teoría evolucionista del siglo XIX.

Para el hombre salvaje su ámbito es el bosque, la montaña o la selva, y mantiene con la naturaleza una relación que en mucho se diferencia a la que el occidental tiene desde los tiempos clásicos de Grecia y Roma. Él conservó un íntimo contacto con el reino animal (cuyo destronamiento se inicia en el período Neolítico) sin dejar del todo de pertenecer al universo de lo humano. Representa lo inculto y, por ello, se lo suele ubicar en regiones poco conocidas o exploradas. Simboliza el aspecto bestial del ser humano, su faceta irracional e indomable, motivo por la cual lo transferimos fuera, con el objeto de poder combatirlo con mayor facilidad.

El hombre salvaje del que hablamos (el del imaginario), es, al mismo tiempo, objeto de curiosidad y de legitimación para la tarea "civilizadora" del hombre blanco y su ciencia.

Compleja y confusa, la imagen del salvaje de los bosques, es encontrada en casi todos los continentes, y a pesar de ser un producto típico de la imaginación humana, aguijoneó búsquedas verdaderas hasta la actualidad. Como las ciudades perdidas, los monstruos o los tesoros ocultos, el hombre salvaje encarna la fuerza, la rareza, lo misterioso y lo secreto. Es otro claro ejemplo de que la imaginación y la conducta se prestan mutuo apoyo, ejerciendo una acción conjunta que arrastra a la vivencia de sucesos y lances extraños; en otras palabras, a la aventura.

 

 

Autor:

Fernando Jorge Soto Roland*

 

[1] Véase todo lo referido a Fawcett y sus expediciones delirantes en http://lasvocesdebabel.blogspot.com.ar/2013/04/percy-harrison-fawcett.html

[2] Véase al respecto: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/percy_harrison_fawcett_y_su_delirio.htm

[3] Véase al respeto: http://www.akasico.wanadoo.es/akasico/html/carticulos/67618_3.html

[4] Como puede verse tampoco su periplo en el “exilio” es claro. En tanto que Guillermo Dangel nombra Albania, González y Villamil ni siquiera indican esa escala previa al Tíbet.

[5] González, Ricardo y Villamil, Roberto, Las Luces de ERKs y las Ciudades Subterráneas, Publicaciones Ecis, Buenos Aires, 2012, pp.35-36.

[6] Dangel, Guillermo J., Todo sobre el cerro Uritorco y la ciudad de Erks, Libros de La Tortuga, Buenos Aires, 2012, Pág. 15.

[7] Todos estos datos fueron recogidos por Roberto Villamil, amigo personal y fotógrafo de Acoglanis, pero de los cuales el mismo Villamil dice no tener confirmación alguna. Todo indica que las mudanzas y el ir y venir de un lugar a otro fueron un componente permanente en la neblinosa vida de Acoglanis.

[8] Dangel, G. op.cit. Pág.16.

[9] Véase: Escardó, Florencio, El Niño y los Ovnis. Disponible en Web: http://www.angelfire.com/scifi/etdelsol/archivos/Merkabah/florencioescardo.htm

[10] Nota: En el universo de la ovnilogía, un “contactado” es aquella persona que dice haber tenido (y tener) contacto con entidades extraterrestres, seres de luz o intraterrestres, según los casos. La mitología sostiene que esas comunicaciones pueden ser tanto físicas como telepáticas (¡).

[11] Gonzáles. R. y Villamil, R., op.cit, Pág. 168.

[12] Véase: Dangel, op.cit., Pág. 33.

[13] Nota: Más allá de toda suspicacia, aquellas personas que fueron atendidas por Acoglanis todavía recuerdan el modo en que sanaron sus dolencias tras pasar, literalmente, por sus manos o seguir sus consejos terapéuticos. En enero de 2015, en el pueblo cordobés de San Marcos Sierras (a muy pocos kilómetros de Capilla del Monte), tuvimos oportunidad de conversar con una remisera local de nombre Mabel que aseguró haber conocido a Acoglanis (“Mi maestro”, dijo) y haber sanado de una dolencia “terminal” de riñón (“que se me habían caído de hacer tanto esfuerzo”) después de varias consultas con el controvertido “médico”. Así todo, dijo desconocer la veta mística de Acoglanis y los extraños rituales que practicaba en la zona de Los Terrones. Sólo después de su muerte y del revuelo que se desató en Capilla del Monte, se enteró de lo que parece haber sido un aspecto no demasiado publicitado de sus actividades (a no ser si se era una persona de confianza).

[14] Dangel, G., op.cit., Pág. 84.

[15] Nota: Sobre el asesinato de Acoglanis véase en capítulo 5 del libro de Guillermo Dangel, op cit. pp.43-49.

[16] Pareidolia (derivada etimológicamente del griego eidolon (e?d????): ‘figura’ o ‘imagen’ y el prefijo para (pa??): ‘junto a’ o ‘adjunta’) es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible. 

[17] Véase: Makic, Mario, “En busca de la ciudad perdida del Uritorco”, capítulo 9, en Cuadernos del camino. De Tierra del Fuego al cometa Halley, Editorial Marea, Buenos Aires, 2005.

[18] González, Ricardo, op.cit., pág. 42.

[19] La invocación, que fuera grabada oportunamente decía lo siguiente: Guama Imanuak/ Guana Igikuna/ Guana Cuatil/ Manuana Iku/ Naguana y Mu/ Eneguna Iuk/ Guana Iguaikuana/ Guana Guanta. ¿Qué significa esto? Sólo Acoglanis lo sabía. Sólo él entendía el idioma Irdín. Un desatino de principio a fin.

[20] Gonzáles R. y Villamil R., op.cit, pág. 43

[21] Ibídem, pág. 165.

[22] Ibídem, pág. 43.

[23] Véase: Los Diarios de Erks, autor Sarumah. Disponible en Web: http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[24] Ibídem. Disponible en Web http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[25] Ibídem. Disponible en Webhttp://www.erks.org/diarioerks1.htm

[26] Ibídem. Disponible en Webhttp://www.erks.org/diarioerks1.htm

[27] Aquellos que decidan conocer en detalle la delirante cosmovisión imaginada por Acoglanis no tiene más que consultar los “Diarios” arriba citados.

[28] Nota personal: En enero de 2015, mientras recopilaba información para la presente investigación en Capilla del Monte, tuve la oportunidad de contratar, en una conocida oficina de servicios turísticos del centro de la ciudad (y a precio bastante elevado por tratarse de una incursión espiritual), un tour nocturno a lo que llamaban “Las Puertas del Cielo”, un cerro de casi 1500 m.s.n.m. cercano a Los Terrones. El objetivo de la excursión era participar en una ceremonia de “sanación álmica”, en el corazón mismo del lugar en donde Acoglanis había dado origen a toda esta historia. El especialista que comandaba al grupo (de unas trece personas aproximadamente) se presentó como un “contactado” y discípulo de Trigueirinho. No bien hicimos cumbre (jamás olvidaré ese cielo maravilloso tachonado de estrellas titilantes) tendió una gran lona en la que todos nos sentamos en círculo. Acto seguido solicitó que apagáramos todas las linternas y la oscuridad (noche sin luna) nos tragó. Tardamos unos minutos en adaptarnos las tinieblas. Pero nada debíamos temer: el maestro sanador nos guiaba. Entonces, tras tocar lo que supuse era un xilofón (era un cuenco de bronce), y bajo la reververancia del sonido que salió del instrumento, dijo: “Pedimos a los maestros de Erks, nuestros ángeles custodios, que se hagan presentes aquí y ahora. Que descienda una campana de luz de bendición y ampliación de la conciencia para este grupo. Tomamos aire y vamos llenando de luz el corazón”. Acto seguido hizo que nos presentáramos. Me sorprendió que muchos dijeran que habían recibido un mensaje para concurrir a ese lugar. Evidentemente “querían creer”. No pude más que recordar el viejo film Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Entonces el gurú continuó: “Todos saben lo que es Erks. Encuentro de Remanentes Kósmicos Siderales. Ellos son como nosotros, pero sin cuerpos físicos, en otro estado de vibración evolutiva. Estamos ahora en el valle de Erks. Yo podría ahora convocarlos para que aparecieran, pero no lo voy a hacer. No sólo por el susto que se llevarían, sino porque vibratoriamente hay que tener un trabajo previo. Hay que estar preparado. Hay que tener una adecuación vibratoria para que uno se pueda entregar a ese tipo de experiencia.” En la siguiente hora y media habló sobre las experiencias de encarnación de las almas provenientes de ¡Orión! y de cómo cada uno antes nacer elige la familia en la que va a vivir. Obviamente no dejó de referirse a la reencarnación y las vidas anteriores como origen de los traumas. Toda una parafernalia pseudo-psicológica en la todo se mezcla con todo. Como puede observarse, parte de las experiencias iniciadas por Acoglanis hace ya varias décadas (en lo que nuestro gurú llamó “El Portal de la Transformación”) siguen en pie. Vivas y redituables. (Archivo del autor).

[29] La teosofía o “Sabiduría e los Dioses” fue una sociedad mística fundada (entre otros) por la carismática y desquiciada Helena Petrovna Blavatsky. Madame Blavatsky, como era popularmente conocida, representa uno de los escalones más elevados del delirio esotérico del siglo XIX. Sus múltiples escritos, herméticos y misteriosos, dieron con el tiempo insospechados frutos en el árbol del irracionalismo occidental. Frutos que aún hoy siguen madurando en decenas de sectas, cofradías y grupos, extendidos a lo largo de todo el mundo, cuyas teorías explotan y difunden los iluminados obispos de la New Age. Rusa de origen, esta mujer obesa y de profunda mirada, transitó por cuanta actividad mistérica pueda uno imaginarse. Desde el espiritismo con base en la doctrina de Allan Kardec, hasta la supuesta canalización de información procedente de hermanos superiores que vivían en lo alto del Tíbet, en lo profundo de las selvas e, incluso, en subterráneas ciudades secretas, donde se conservaría el legado sapiencial de los antiguos atlantes (raza, según la iluminada rusa, de hombres superiores que habrían dado origen a todas las altas culturas de la antigüedad, a un lado y otro del océano Atlántico). Con base en estas ideas fundó en 1875 la Sociedad Teosófica, en la que se nuclearon importantes personalidades en torno a teorías de difusionismo cultural y de profunda raigambre racista. Todos ellos contribuyeron a reescribir (sin pruebas y con un estilo libre sorprendente) la historia completa de la humanidad (como lo hicieron, varías décadas más tarde, algunos miembros del partido nazi de Alemania).

[30] Respecto de la continuación de las enseñanzas esotéricas de Acoglanis, muchos cree que sus seguidores, tras el asesinato del gurú, dejaron las cosas en stand by por temor a las mismas supuestas represalias que debió sufrir el médico griego. Aducen que se instauró un “pacto de silencio” muy difícil de romper y que ninguno de sus acólitos (incluso su viuda) da información de ningún tipo y menos que menos entrevistas (Di Prinzio sería la excepción). En nuestra opinión todo esto es parte del espíritu conspirativo que guía a los creyentes del tema.

[31] Dangel, op.cit. pág.92

[32] Nota: Ahora, si usted quiere tener millones de dudas irrazonables, la podrá encontrar por todos lados y de todos los colores.

[33] Nota: La famosa “huella” o “marca” en El Pajarillo (de la que se ha hablado tanto en los últimos 29 años) era un espacio quemado, de forma ovoide, que fue visto el 10 de enero de 1986, por la mañana y que habría sido hecho por una nave extraterrestre durante la noche anterior, al sobrevolar la zona. Casi de inmediato surgieron tres testigos de ese sobrevuelo misterioso: una abuela, su nieto de 11 años y la madre del mismo. Los “investigadores” locales los interrogaron, siendo el niño la “principal fuente de información”. De sus dichos se derivaron todas las hipótesis que siguen circulando hasta hoy. Véase en Web googleando “El Pajarillo”.

[34] Véase: Artículo El equipo de José. Disponible en Web: HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML

[35] Dangel, G., op.cit., Pág. 27.

[36] Véase: Eco, Umberto, El péndulo de Foucault, Editorial Lumen, España, 1989.

[37] Pero a no sorprenderse. Algo similar ocurrió en otras partes del mundo. En Escocia, por ejemplo, los órganos gubernativos municipales han votado leyes/ordenanzas que protegen de cazadores inescrupulosos al mismismo monstruo del Lago Ness (un supuesto plesiosauro, remanente del período jurásico, que todavía nada en sus oscuras aguas); o en algunos territorios de Estados Unidos, que han hecho lo mismo con respecto al famoso Bigfoot (Pie Grande).Leyes que protegen quimeras. No porque la quimera exista objetivamente (sería un despropósito), sino por la cuantiosa suma de dinero que ésta le genera a esas regiones.

[38] Véase: Agostinelli, Alejandro, “…Y los ET nunca vinieron”, en Revista Descubrir, año 6, N°63, octubre de 1996, pág.87.

[39] Véase el excelente artículo de A. Agostinelli publicado en julio de 1986. Disponible en Web: https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[40] Ibídem, pág.8: https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[41] Ibídem, pág.7 : https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[42] Véase: Agostinelli, Alejandro, “La mancha de El Pajarillo: con pecado concebida”. Disponible en Web: HTTP://FACTORELBLOG.COM/2011/11/14/LA-HUELLA-DEL-CERRO-PAJARILLO-CON-PECADO-CONCEBIDA/

[43] Sus miembros afirmaron haber recibido mensajes telepáticos de naves extraterrestre un día antes de que apareciera la huella (¡¡). Entre otras cosas sostienen que en 1907 hubo un combate entre seres extraterrestres en el cruce la ruta 38 y la ruta 17 (camino a Los Terrones y Ongamira) (¡!). Lógicamente eran (¿son?) partidarios de creer que los pueblos originarios “tuvieron relaciones directas con los extraterrestres”.

[44] Ibídem, pág.9 : https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[45] Véase reportaje completo. Disponible en Web: HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML

[46] Véase el excelente artículo de A. Agostinelli publicado en julio de 1986, Pág.9. Disponible en Web: https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[47] Agostinelli, Alejandro, “…Y los ET nunca vinieron”, en Revista Descubrir, año 6, N°63, octubre de 1996, pp. 87-88.

[48] Véase en Web artículo: HTTP://FACTORELBLOG.COM/2011/11/14/LA-HUELLA-DEL-CERRO-PAJARILLO-CON-PECADO-CONCEBIDA/

[49] Ibídem.

[50] Llama la atención lo siguiente. En el año 2012, en un reportaje que Alejandro Agostinelli le hiciera al intendente de Capilla del Monte (Gustavo Sez, creyente en los ovnis e hijo del jefe comunal en los días en que apareció la huella), éste aseguró no conocer la hipótesis planteada por el bombero. Véase en Web reportaje: http://factorelblog.com/2013/02/07/festival-alien-2013-el-uritorco-tira-los-platillos-por-la-ventana/

[51] Es de notar que e intendente Gustavo Sez, en la entrevista antes citada, se agarró de la historia del sauce para rebatirle al periodista ciertos comentarios escéptico al respecto.

[52] Agostinelli, op.cit pág. 9. Disponible en Web: https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[53] Entendidos en el sentido que le dieron los filósofos griegos a partir del siglo V a.C., es decir, como sinónimo de “mentira”, “falacia”, y no bajo la acepción que tiene dentro de la historia de las religiones, “relato sagrado que explica el origen de las cosas”.

[54] Véase: Brienza, Hernán, Los Buscadores del Grial en la Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

[55] Coincidentemente con los renovados bríos de esos antiguos mitos difusionistas del siglo XIX, el mercado editorial de mediados de la década de1980 empezó a poblar las mesas de novedades de las librerías con un tipo de material bibliográfico que también reciclaba viejas mentiras, está vez de las décadas de 1940 y 1950, referidas a la presencia de nazis en Sudamérica, y más específicamente en Argentina. A partir de entonces, se impuso una tendencia que el historiador Ignacio Klich denomina revisionista (atención con no confuir este término con posturas reivindicativas del régimen nazi) [VÉASE: Klich, Ignacio y Buchricker, Cristian, Argentina y la Europa del Nazismo. Sus Secuelas, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2009]. Libros, artículos, reportajes y documentales/ficción se encargaron de volver a instalar la idea de que Argentina había sido, en los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, un nido de nazis en el que empollaron miles y miles de criminales de guerra, entre ellos los más altos jerarcas del caído régimen alemán. Como no podía ser de otra manera, el mito más impactante se revitalizó y no fueron pocos los que con seguridad obispal sentenciaron (y lo siguen haciendo) que el mismísimo Adolf Hitler se había trasladado a nuestro país, deambulando por diferentes rincones de Argentina (la costa patagónica, Bariloche, Mar del Plata, La Falda y Miramar en Córdoba, sin adentrarnos en aquellos que sostienen haberlo visto de tour por España, la Antártida o el Tíbet) [Véase al respecto nuestro trabajo previo Hitler y los Misterios del Gran Hotel Viena. Disponible en Web: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/hitler_y_los_misterios_del_gran.htm]. Toda esta producción revisionista partió de una serie de prejuicios, ideas y rumores que estuvieron presentes y circularon, como ya dijimos, hacia el final del conflicto, pero que en años posteriores se probaron completamente falsos. El primero de esos supuestos fue la fobia al peronismo. Todos los autores que se inscribieron en esta línea pretendieron denostar con denuncias al régimen de Juan D. Perón, tildándolo casi de un IV Reich latinoamericano, abierto a recibir a cuanto asesino nazi tocara las puertas. Cualquier estudio histórico cierto (y el de Ignacio Klich lo es) relativiza y pone en tela de juicio esta generalización exagerada y falsa. En segundo lugar, los escritores, devenidos en tardíos cazadores de nazis, carecieron (todos) de formación histórica. No eran (no son) historiadores profesionales (por más que se autotitulen de ese modo), sino periodistas; muchos de ellos proclives al sensacionalismo y a las conspiraciones políticas, con una absoluta falta de crítica histórica y sustento documental (basta con hojear la mayoría de ellos para observar la carencia de citas documentales y bibliográficas) [Tal vez sea Uki Goñi el más serio y mejor documentado de todos ellos]. Lo que la mayoría hizo, con mayor o menor éxito, fue repetir falsedades instaladas en el imaginario de la gente. Así nacieron el perdido tesoro (oro) nazi, las deambulaciones ya citadas de Hitler y su secretario Bormann por el mundo, la llegada de submarinos a las costas de la Patagonia cargando jerarcas en fuga y, finalmente, la presencia de expediciones secretas de nazis en la zona de Capilla del Monte y el Uritorco en pos de objetos de poder. [Ya fuera del campo de este revisionismo periodístico, habría que considerar también esa tendencia que liga a los nazis con ovnis, experimentos parasicológicos, viajes en tiempo y contactos con entidades de otros planetas].

[56] Véase: Terrera, Guillermo, Wolfram Eschenbach, Parsifal, Orfelio Ulises – Leyenda y Metafísica, Tercera edición. Del autor, Buenos Aires, 1991. Y Terrera, Guillermo; Antropología Metafísica. El Bastón de Mando y los Triángulos de Fuerza, Editorial Kier, Buenos Aires, 1987. 

[57] Véase. Disponible en Web: http://www.taringa.net/comunidades/literario/1141770/Vida-y-muerte-de-Orfelio-Ulises.html

[58] Últimamente, el periodista Jorge Camarassa, en su libro Historias secretas de Córdoba, agregó que Orfelio Ulises vivió largo tiempo en el pueblo de Villa Bustos (Córdoba) dando clases particulares de matemática y reuniendo a sus seguidores en torno a la Escuela Primordial de las Antípodas, grupo esotérico que él mismo fundara y en el que participaba el padre de Guillermo Terrera, desde 1939. De ahí el contacto que posteriormente tuvo con el aún joven abogado devenido en maestro del hermetismo y portador del Bastón de mando hasta el día de su muerte en 1998.

[59] Esta tan singular literatura habla de muchas ciudades intraterrenas desperdigadas por el mundo. El planeta, como diría el inefable Fabio Zerpa, es como un queso gruyere, repleto de cavernas y túneles interconectados en los que parece viven seres un tanto diferentes a nosotros. Un listado de centros intraterrenos o accesos a ellos (seguramente incompleto) debería tener en cuenta a los siguientes: Erks (Córdoba, Argentina), Shambhala (Tíbet), Belukha (Siberia), Monte Horeb (Sinaí), Monte Etna (Italia), Monte Perdido (Pirineos), Montserrat (España), Monte Shasta (California), Culiacán (Mexico), Ciudad Blanca (Honduras), Laguna de Guatavita (Colombia), Roraima (Venezuela), Cueva de Los tayos (Ecuador), Cusco (Perú), Paititi (Selva amazónca peruana), Marcahuasi (Perú), Puerta de Amaru Muru (Bolivia), Sajama (Bolivia), Sierra do Roncador (Brasil), Talampaya (La Rioja, Argentina), Isidris (Mendoza, Argentina), Somuncurá (Patagonia, Argentina).

[60] En Busca de Shambhala. Disponible en Web: http://www.bibliotecapleyades.net/vida_alien/alien_races11.htm

[61] González, R. y Villamil, R., op.cit, pág. 109

[62] Ibídem, pág. 109.

[63] Ibídem, pp.-109-110.

[64] En un viaje al Perú, realizado en el año 1985, el autor pudo entrar en contacto con un joven cantor ambulante en la ciudad costeña de Nazca (famosa por sus gigantescos geoglifos de la Pampa Colorada) que le refirió una extraña historia sobre "indios blancos" en las selvas cercanas a Iquitos. Relató que "hacía ya unos años" había sufrido una enfermedad a la que ningún médico de Lima le había podido encontrar cura. Estaba perdiendo peso y su salud empeoraba día a día. Sabiendo que se moría, decidió regresar a su pueblo natal, en plena selva. Hacía tiempo que no lo visitaba y en ese viaje, que suponía el último, se encontró con un viejo amigo de la infancia que sorprendido al verlo tan desmejorado, decidió llevarlo a una comunidad aborigen, a varios días de caminata, en donde lo sanarían. El cantor ( que contaría con unos 35 años cuando transmitió esta historia) describió a los indios con unas características sorprendentes: altos, delgados, rubios y extremadamente blancos. Vestían túnicas que resaltaban la bondad que tenían, y poseían, dijo, la capacidad para comunicarse telepáticamente. Permaneció con ellos durante tres meses. Sus cuidados y atenciones, como así también el uso de plantas medicinales desconocidas por los farmacéuticos de las ciudades costeras del Perú, le salvaron la vida. También comentó que estos hombres "superiores" eran protectores de una ciudad perdida, conocida con el nombre de Paititi, y que escasa personas conocían la existencia de esa misteriosa tribu [FJSR].

[65] Sobre la Ahnenerbe no hay demasiados trabajos serios publicados en castellano a no ser la obra de Heather Pringle, El Plan Maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi [Editorial Debate, Argentina, 2008] y su antecesor, el libro de Michael Kater, Das Ahnenerbe der SS 1935-1939, publicado en 1974. pero a lo largo de la década de 1980 el tema fue cajoneado. Había todavía en actividad muchos ex miembros de la organización trabajado como académicos en universidades de Alemania Occidental y Oriental. Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín, y dos años después el Comunismo soviético, el asunto se reactivó llegándose a organizar un congreso que versaba sobre los Nazis y la Prehistoria, a cuya cabeza estaba el Profesor Achim Leube (académico del lado Este). Kater y Leube encontraron, pues, indicios de las operaciones realizadas por la Ahnenerbe en el exterior. Finalmente Pringle, desenterró casi 1000 documentos originales que han permitido reconstruir parte de las tareas que allí se cumplieron y, aún más interesante, aquellas que NO se habían realizado.

[66] Para conocer en detalle este fenómeno sociológico véase: Otamendi, Alejandro, El turismo místico-esotérico en la zona del Uritorco (Córdoba, Argentina). Síntesis de una perspectiva etnográfica. Disponible en Web: http://revistas.univerciencia.org/turismo/index.php/rbtur/rt/printerFriendly/101/140

[67] Muchos son los que se arrogan la potestad de este enorme cambio. Desde Fabio Zerpa, pasando por Guillermo Terrera, Gustavo Fernández o el IPEC. En todo caso, de lo que no hay controversia, es en el rol fundamental que tuvieron los medios de comunicación en la difusión del asunto. Para algunos el papel que jugó José de Zer (Nuevediario) fue clave; para otros, el periodista Enrique Sdrech (diario Clarín) fue el primigenio auspiciante del fenómeno.

[68] Véase: Fernández, Gustavo, La Mentira filonazi de Guillermo Terrera. Disponible en Web: http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm Agostinelli Alejandro. Guillermo Terrera: a dónde va el fundamentalismo mágico. Disponible en Web: http://www.elojoesceptico.com.ar/revistas/eoe05/eoe0508

[69] En las siguientes direcciones Web el lector podrá escuchar partes de dos conferencias que Terrera realizara en Capilla del Monte hacia el año 1994. Es interesante escuchar no sólo lo que dice sino cómo lo dice. Disponible en Web: http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-15-02-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_536976_1.html y la segunda: http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-03-05-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_641707_1.html

[70] Citado en Web: http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm

[71] Ibídem.

[72] El texto completo y traducido al español del Parzifal de Eschenbah. Dispnible en Web: https://drive.google.com/folderview?id=0B1JOCjHNuc90YTNiZTk1NDktMmUzOC00ZTdhLThiZTMtZTAyYTdkNTI4Zjdm&usp=sharing

[73] Anónimo, Perlesvaus o El Alto Libro del Graal, Ediciones de Victoria Cirlot Siruela, Madrid, 1985.

[74] Véase: Goñi, Uki, La Auténtica Odessa, pág. 147.

[75] Se supone que en esos años debió conoce a Guillermo Terrera en el ámbito universitario que compartían.

[76] Véase: Mahieu, Jacques de, La Geografía secreta de América antes de Colón, Editorial Hachete, Buenos Aires, 1974.

[77] Véase: Mahieu, Jacques de, El Gran Viaje del Dios-Sol. Los vikingos en México y en el Perú (967-1532), Editorial Hachete, Buenos Aires, 1981.

[78] Véase: Mahieu, Jacques de, La Agonía del Dios Sol. Los vikingo en el Paraguay, Hachette, Buenos Aires, 1977,

[79] Véase: Mahieu, Jacques de, El Imperio Vikingo de Tiahuanaco, Hachete, Buenos Aires, 1985.

[80] Véase a Jacques de Mahieu disertando estos delirios en https://www.youtube.com/watch?v=goWqtbbmDik

[81] Hoy se sigue buscando lo mismo. La diferencia radica en que Dios ha sido suplantado por extraterrestres.

[82] Según los rumores, el Bastón de Mando lo tienen los hijos de Terrera; quienes lo enterraron en un “lugar seguro” a la espera del momento justo. Otra versión sostiene que uno de los hijos lo puso en venta, pidiendo un millón y medio de dólares. Que se sepa, el Bastón todavía no fue adquirido por nadie.

[83] Brienza, Hernán, Los Buscadores del Santo Grial en Argentina, op.cit.

[84] Kolmann, Raúl, Las Sombras de Hitler. La vida secreta de las bandas neonazis argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001.

[85] Raúl Kolmann señaló oportunamente a Martí como un asiduo colaborador de la revista El Fortín, dirigida por Marcos Ghío; una publicación de ultraderecha, seguidora de las ideas de Julius Evola, enemiga de la modernidad, de la democracia y promotora del espíritu aristocrático, tanto como el honor y la valentía. Ghío también sostiene que el Grial está en nuestro país.

[86] Ibídem, pág. 28.

[87] Transcripción cita en el libro de Hernán Brienza, op.cit pp. 133-134

[88] El Golfo de San Matías es uno de los pocos lugares del mundo que posee mareas que oscilan de los 9 y 10 metros entre la bajamar y la pleamar. Literalmente la playa entera aparece y desaparece a diario, siendo hoy uno de los atractivos turísticos más destacados del balneario Las Grutas.

[89] Barda es el nombre que los geólogos le dan a las mesetas aisladas junto al mar.

[90] El Grupo Delphos estuvo trabajando por más de una década en diferentes zonas de la provincia de Río Negro, en donde dicen que hallaron numerosos vestigios de presencia templaria, entre ellos un enorme bloque de piedra de casi un milenio de antigüedad tallado con una cruz y varias tejelas de forma triangular utilizadas para proteger fortalezas que guardan extraña similitud con otras de su tipo ubicadas en el fuerte de Tintagel, sitio en el que habría nacido el rey Arturo, legendario monarca de la Inglaterra medieval cuyo mito estuvo siempre ligado de alguna forma a la historia de los templarios. Nada de esto fue presentado para un estudio serio. Nos quedamos sólo con el comentario que ellos hicieron. Cuando alguien le preguntó a Martí dónde estaba el famoso molde con la cruz templaria dijo: “Guardado en un lugar seguro”. Es todo muy poco serio. Aunque dicho con un tono grave de seria autoridad.

[91] Véase: Alberto, Carlos, Patagonia el confín secreto del Grial. Disponible en Web: http://www.diagonales.com/sociedad/195877-nota-195877-patagonia-el-confin-secreto-del-santo-grial.html

[92] Tumbas galesas con supuestos símbolos templarios en el cementerio de Trelew, aparentes grifos gigantes que representarían runas vikingas en Telsen y demás indicios que no tienen lógica y asidera alguno, más allá de la imaginativa fantasía de quien los interpreta.

[93] Una historia contada por Marti prefigura qué tipo de personas son las conforman e grupo que presidía. Relató el ingeniero que Delphos tiene una ceremonia de iniciación que consiste en pasar una noche entera, a solas, en la cima del Fuerte Argentino. Esa prueba es por demás traumática y peligrosa al punto que muy pocos valientes han podido soportarla. El motivo de semejante dificultad es que por la noche el iniciado es sorprendido y mortificado por ¡gnomos! Sí, leyó bien: gnomos. Además, sostenía que la meseta se defiende sola y que tiende a expulsar a los que no desea lanzándoles truenos y tormentas. Hay que pedir permiso para entrar en ella, decía Marti. A pesar de todos estos delirios, debemos convenir que comparados con los del Uritorco y Capilla del Monte son dislates un poco mas controlados, aunque ya explotados turisticamente como se observa en la pagina de Factbook “Telsen ruta de templarios”.

[94] Hasta hace poco tiempo nadie sabía a ciencia cierta dónde estaba esa bendita puerta de piedra. Según el History Channel (poco confiable por cierto)existe una filmación, descontextuada por completo e imposible de usar como prueba, en la que se observaba una pared de piedra con forma de puerta (“con la apariencia de haber sido cerrada desde adentro”). Eso bastó para que el delirio esotérico se desatara. Es de destacar que por Internet circulan fotos que muestran a varios grupos de personas posando frente a la consabida puerta. ¿Guardarán e secreto por mucho tiempo más o el negocio del turismo local develará el misterio para siempre? Otro seguidor de las teorías del nazi Jacques de Mahieu afirmó haber ubicado la puerta. Véase en Web: http://www.diariocronica.com.ar/80190-descubren-restos-de-presencia-templaria-en-la-provincia.html

[95] Véase: Pesaresi, Marc, Los Templarios en la Patagonia. Disponible en Web : http://patagoniayprotestante.blogspot.com.ar/2011/05/templarios-en-patagonia.html

[96] De Gandía, Enrique, Historia Crítica de los Mitos y Leyendas de la Conquista Americana, Centro Difusor del libro, 1946, pp. 251-252.

[97] En un viaje al Perú, realizado en el año 1985, el autor pudo entrar en contacto con un joven cantor ambulante en la ciudad costeña de Nazca (famosa por sus gigantescos geoglifos de la Pampa Colorada) que le refirió una extraña historia sobre "indios blancos" en las selvas cercanas a Iquitos. Relató que "hacía ya unos años" había sufrido una enfermedad a la que ningún médico de Lima le había podido encontrar cura. Estaba perdiendo peso y su salud empeoraba día a día. Sabiendo que se moría, decidió regresar a su pueblo natal, en plena selva. Hacía tiempo que no lo visitaba y en ese viaje, que suponía el último, se encontró con un viejo amigo de la infancia que sorprendido al verlo tan desmejorado, decidió llevarlo a una comunidad aborigen, a varios días de caminata, en donde lo sanarían. El cantor ( que contaría con unos 35 años cuando transmitió esta historia) describió a los indios con unas características sorprendentes: altos, delgados, rubios y extremadamente blancos. Vestían túnicas que resaltaban la bondad que tenían, y poseían, dijo, la capacidad para comunicarse telepáticamente. Permaneció con ellos durante tres meses. Sus cuidados y atenciones, como así también el uso de plantas medicinales desconocidas por los farmacéuticos de las ciudades costeras del perú, le salvaron la vida. También comentó que estos hombres "superiores" eran protectores de una ciudad perdida, conocida con el nombre de Paititi, y que escasa personas conocían la existencia de esa misteriosa tribu [FJSR].

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