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Propuestas básicas para la formulación de un código deontológico (página 2)


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4. Panorama medioambiental, bastante apocalíptico

Al revisar ligeramente la situación medioambiental en nuestro país, sin pretender o ser especialista en el tema, se identifica que: En el rating de los Estados más desforestados de América Latina, estamos ubicados en el Segundo lugar, después de Haití, especialmente por el nivel de deforestación que llega a un 88%; Por el reasentamiento de la población salvadoreña, motivado por la guerra y las condiciones económicas, se ha incrementado la demanda sobre suelos agrícolas, para construir viviendas y para otros usos económicos. Como resultado, se ha originado el aumento significativo de la demanda por los recursos hídricos; Por la utilización de técnicas degradantes y desforestadoras en el uso de la tierra, y por los fuertes flujos migratorios del campo hacia la ciudad, se ha llegado a un 75% de erosión de los suelos; Por proyectos de lotificación, construcción y vivienda, se ha quintuplicado la destrucción de la capacidad de recarga de importantes acuíferos; El 95% de los ríos está contaminado, por la acción depredadora de muchas empresas y por las costumbres exageradamente contaminantes de la población salvadoreña.

Aparecimiento de buenas noticias Como ocurre con la realidad sociocultural, una articulación de limitaciones y posibilidades, en este alarmante panorama de nuestro medioambiente, hay algunos elementos positivos. Existen hechos que han atenuado el problema: la reducción poblacional en Las zonas rurales y el cese de la plantación de algodón, que ha posibilitado el aumento de la fauna en los ríos cercanos a las antiguas regiones de cultivo; La formación de nuevos bosques en tierras que dejaron de cultivarse a raíz de la guerra; Y en los últimos años, ha surgido una conciencia nacional (se han creado leyes especiales para la protección, conservación y mejoramiento de los recursos naturales y del medio ambiente, por mandato de la constitución de la República) y la preocupación internacional, que marcan las pautas de un creciente compromiso y participación ciudadana, para la solución de la problemática medioambiental. Como expresiones de ese cambio en la conciencia acerca del problema, se han organizado instituciones gubernamentales, como el Ministerio del Medio Ambiente, con la finalidad de garantizar la preservación del medio ambiente, y se han potenciado Organizaciones No Gubernamentales, que, entre otros propósitos, tienen el de promover la preservación del medio ambiente e, incluso, el de defenderlo de la prepotencia de algunas empresas constructoras y de las mismas instituciones gubernamentales. Asimismo, algunos medios de comunicación social, como el canal 12, en su noticiero Hechos y en la Entrevista Al Día, y el canal 33, en el noticiero Teleprensa y en la Entrevista De Cerca, han incorporado en su agenda noticiosa el tema del medioambiente. En el primer caso, preocupa que en ese espacio tan prestigioso solo se dé oportunidad a un tipo de asociación o movimiento medio ambientalistas, especialmente los relacionados con el grupo conservador del FMLN. Los medios escritos, especialmente los periódicos (El Co-Latino, El Diario De Hoy, El Mundo y La Prensa Gráfica) han comenzado a mostrar interés por los temas, por medio de la creación de secciones o revistas especializadas en el tema del medio ambiente, en las que están abordando con bastante continuidad el asunto. En los primeros dos casos, esta temática se la aborda desde una perspectiva generalista y discontinua. Significa que se la trata como acontecimiento exclusivamente del día, siempre que tenga que ver con una acción política explosiva o con una situación espectacular, es decir, cuando es parte del debate entre el gobierno y los grupos de presión, o cuando existe un hecho espectacular como el terremoto, que develó la fragilidad de las políticas públicas con relación al medio ambiente y la seguridad ciudadana. Para superar las discontinuidades y los abordajes alarmistas, urge asumir la responsabilidad o la obligación de tratarla desde un enfoque especializado y permanente, con enfoques más integrales donde participen especialistas en el tema, grupos de presión, ciudadano de a pie, el gobierno, las universidades, etc. Esto implica incorporar el fenómeno medioambiental en una planificación temática estratégica de largo plazo. Implica abordarla con métodos de investigación periodísticos fundamentados en los procedimientos acumulados por las ciencias, específicamente de las ciencias del hombre y de la naturaleza. Sin duda la preservación de los recursos naturales y el medio ambiente debe ser asumida por los diversos sectores profesionales y sociales, pues en conjunto necesitan hacer presión sobre las autoridades y agentes sociales depredadores, e impulsar acciones que defiendan las leyes especiales referidas a la conservación de la naturaleza, con la noble finalidad de garantizar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de salvadoreños. Sin embargo, corresponde a los periodistas y a los medios de comunicación social constituirse en agentes fundamentales en la tarea de informar y educar a la población permanentemente, con el propósito de posibilitar el conocimiento y la práctica cotidianos más acordes con las necesidades de la preservación ambiental del país. Significa que la tarea de los periodistas es contribuir en la creación de una conciencia social en favor de la preservación del medio ambiente.

Defender y propugnar por el bien común. Asimismo, en el trabajo periodístico, el cumplimiento del derecho de la libertad de expresión implica actuar responsablemente con fundamento en el bien común, principal justificación de esa libertad. Significa que, en orden de prioridades informativas, como representante de los intereses públicos, según sea la significación social del hecho del presente social actual, profesionalmente los periodistas tienen la obligación moral de defender y propugnar por el bien común. En los últimos años, desde 1999, quizá como resultado de la configuración de las relaciones políticas a partir de los Acuerdos de Paz, se ha expresado una serie de acontecimientos, donde se evidencia la tensión entre la función de los medios informativos y la situación actual del orden jurídico en transición. Sin duda alguna, por las acciones manifiestas, las instancias administradoras de justicia han querido imponerse a la función informativa de los medios, que se expresa en las siguientes constantes básicas:

  • Una interpretación fundamentalista de las leyes del país, especialmente de la ley del Menor Infractor, en tanto que el artículo 5, referido a la no publicitación de la identidad de menores imputados, se ha entendido en su significado literal, sin ubicar la normativa en su contexto y con su significación social.
  • Un desconocimiento de la función social de los medios informativos; al trabajo periodístico se lo entiende como trasgresor, porque supuestamente afecta el orden jurídico del país. Consecuentemente, se ha tratado de ponerle coto, sin reconocer el estatuto de los medios informativos en el marco del bien común de todos los salvadoreños, en esta crítica y dolorosa situación de transición democrática que vivimos.

En el marco de esas constantes se ubican las recientes actuaciones de jueces en contra de periodistas, a saber:

  • A Sandra Moreno, periodista de El Diario de Hoy, el juez interino, Rafael Antonio Andrade Polío, del juzgado de menores, de San Miguel, por la publicación de la identidad de un menor de edad, sumariamente la trató de obligar a pagar una multa equivalente a 25 días de su salario, sin concederle el derecho a defenderse legalmente, pues no contó con una abogado para que la representará en la audiencia; con una resolución emitida tras un único citatorio; sin citar judicialmente a la empresa de comunicación publicación del nombre de un menor infractor imputado por 17 asesinatos.
  • Por la publicación de la identidad y de las imágenes del "Directo" (sobrenombre del entonces fugitivo de la justicia), antes de y durante la captura, una juez amenazó con demandar a los medios, por infringir la ley. Ante la presión política de los medios de comunicación, a través de la publicidad permanente del hecho, y por el reconocimiento de las posibles consecuencias políticas y por la atinada reinterpretación de la situación jurídica del caso, las autoridades judiciales eximieron a los medios de responsabilidad jurídica, con la advertencia de que no volvieran a hacer.

5. Los derechos de otros, límites a la libertad periodística

Trillada la frase, pero con contenido siempre válido: "El respeto al derecho ajeno es la paz" (Benito Juárez, ex presidente mexicano). La libertad de información, como lo he dicho en muchas oportunidades, no puede entendérsela como libertinaje, es decir, como la ilimitada posibilidad del periodista de producir y distribuir información, sin el debido respeto a la institucionalidad jurídica del país y sin la pertinente prevención de las posibles consecuencias negativas para los procesos judiciales y, esencialmente, para la estabilidad democrática del país. Entonces, sus límites aparecen en escena cuando están en juego los derechos de los otros sujetos implicados o participantes de los hechos o de los procesos ocurridos en el presente social actual: los imputados, las fuentes y los consumidores, y, consecuentemente, sus derechos constitucionales y procesales, como el honor, la buena imagen, la presunción de inocencia, el debido proceso, la intimidad, la prohibición de la identidad de los menores, etc. Todos ellos contemplados en los tratados internacionales y en la legislación primaria y secundaria de este país.

Bien común, cordón umbilical del periodismo Aunque, en el trabajo periodístico, en situaciones de significación normales, debe ser de rigor el respeto y el acatamiento literal de la institucionalidad jurídica, la moral periodística esencialmente está construida sobre el amor y el respeto por la verdad, y el servicio del bien común, como sostienen los especialistas María teresa Herrera y Javier Darío Restrepo (1991:113). Por definición, el periodista es un servidor público, un vocero de la opinión pública y un trabajador del bien común. Este es el espacio que justifica y posibilita la existencia de la profesión periodística. En las sociedades actuales, los medios informativos no son mero instrumentos al servicio de instituciones políticas o de intereses personales, de la empresa privada, del gobierno y de los grupos de presión o de los intereses de amigos, sino que se han convertido en verdaderas instituciones sociales, cuya fuerza e importancia radica en su capacidad de representar las preocupaciones e intereses del público, en el bien común. En este sentido, la práctica periodística se convierte en instrumento al servicio de todos los salvadoreños. Entonces, informativamente hablando, en el tejido social, mientras un medio de información periodística representa a toda la sociedad (en sus problemas sociales, económicos, políticos, de seguridad social, etc; en sus expectativas; en sus sentires), es más profesional y mayor arraigo consigue entre los públicos. Contrariamente, mientras sólo representa informativamente a grupos sociales o económicos minoritarios, es menos profesional y menor arraigo establece en los demás sectores de la población. Esta función social de los medios informativos se fundamenta en la Constitución de la República, cuyo pilar clave es el bien común, porque defiende el derecho a la vida, la honra, los bienes. Constitucionalmente, entonces, el lugar que cada individuo o cada institución social ocupa en la comunidad, se determina a partir del bien común. De ninguna manera puede entendérselo como espacios individuales autónomos y aislados de los otros al estilo GULLIVER Como bien señala Arthur Fridolin, (1961:191),"los derechos jurídicos individuales existen sobre la base del bien común y dentro del bien común[…] El bien común confiere, como norma del derecho, naturaleza jurídica a la sociedad; por tanto, es evidente que toda sociedad posee autonomía en el ámbito de su bien común". En este marco, en situaciones de significación social extraordinarias, donde se ve en peligro el bien común ( en el caso del Directo, la seguridad y fundamentalmente la vida de cada uno de los salvadoreños), los periodistas, como trabajadores del bien común, cuya obligación específica era ofrecer de manera profesional toda los referentes necesarios sobre los menores infractores (identidad personal, retratos, fotografías, imágenes televisivas, etc), con la finalidad de alertar a la población, para prevenir riesgos en la seguridad personal de cada una de las familias salvadoreñas. Por el carácter de la situación, los periodistas tuvieron la obligación moral de informar en detalle sobre los imputados acerca de las patologías psicológicas, los antecedentes penales, las reincidencias delictivas, etc., para salvaguardar profesionalmente el derecho de todos los salvadoreños a la vida y a la seguridad. Esto estaba sobre el derecho jurídico individual que garantiza la no-publicación de la identidad personal del "Directo" y de los otros desertores de la cárcel.

Cultivar la colaboración y la solidaridad profesional. Como una de las vías para lograr el reconocimiento social de la profesión, el gremio de los periodistas debe apostarle a la reconversión de actitudes negativas y excluyentes con relación al colega de trabajo. El reconocimiento de la profesión y su legitimidad no sólo vienen de los otros sectores sociales (como el de los políticos del gobierno o de los grupos extremistas de la oposición, el de los propietarios de los medios de comunicación social, el de los anunciantes o el de los usuarios de la información), sino esencialmente de la identidad social del propio gremio.

En la selva del desprecio y la maldad David Escobar Galindo (La Prensa Grafica, 07 de agosto de 1999:12), refiriéndose a la cultura de convivencia en nuestra sociedad, especialmente en las relaciones de poder, sostiene que nuestro comportamiento se rige por la fuerza de la costumbre en tres leyes que carcomen las posibilidades de desarrollo de una democracia en transición, que son:

  • La ley de la selva, la del más fuerte que atropella todo lo que se le pone enfrente, con tal de satisfacer su voluntad y sus apetitos;
  • La ley del embudo: la de la que tiene más poder y busca para sí la parte mayor; Y, por otra parte, relega a los demás la parte más chiquita;
  • La ley de Caifás, la impiedad que deriva del predominio de la insolidaridad: "al que está jodido, joderlo más"

En las garras del irrespeto y la insolidaridad Esas leyes no son exclusivas de los políticos o de los poderosos, sino una costumbre que atraviesa toda la cultura salvadoreña, desde las acciones más simples hasta las más complejas. En este sentido, muchos periodistas, en sus relaciones cotidianas, en sus rutinas de producción de la información de actualidad o en sus relaciones personales, en muchos casos, en mayor o menor intensidad, evidencian un comportamiento que, además de afectar las relaciones personales, implican negativamente la organización y el bien común de todo el gremio. Significa que el sector social de los informadores se convierte en enemigo de sí mismo, que no necesita adversarios que dificulten o franqueen sus posibilidades y legitimidad sociales. Nos encontramos con la existencia de la figura de Caín y Abel, en las relaciones entre compañeros de la misma profesión. Por ejemplo, sin ignorar la existencia de muchas acciones muy respetuosas y solidarias de muchos colegas respetables, es bastante frecuente encontrar en el trabajo, entre otros, comportamientos similares a los siguientes: Entre periodistas de la misma empresa comunicativa, se manifiestan actitudes cuestionables, como la de falsear de un colega respecto de un hecho ante las jefaturas la posición para obtener ventajas personales, laborales o de otra índole, en la estructura de mando de la institución. Esta actitud poco egoísta se expresa por medio de una serie de "triquiñuelas"; "desinformaciones" y "yoyismo", para quedar bien ante el jefe para garantizar su estabilidad laboral, para agenciarse ascensos o hacer quedar mal al otro colega para quitarlo del camino u otras razones miserables. Entre periodistas del mismo tipo de medio informativo (por ejemplo de periódicos, de gabinetes de comunicación, de televisoras, radioemisoras, etc), pero de diferentes empresas de comunicación, al expresar constantemente juicios negativos o despectivos, por medio de los cuales descalifican al (a los) otro(s). La regla es producir y reproducir, por medio del descrédito, las envidias, los egoísmos y las miserias. La excepción, que las hay, es un comportamiento solidario, respetuoso y honesto. Entre periodistas de diferentes medios( de prensa, de radio, de televisión, etc.), al desconocer o ignorar los méritos de los otros colegas, en comentarios que van desde la descalificación profesional hasta el comentario subrepticio sobre la vida privada y sus opciones sexuales. Entre periodistas del mismo o de diferentes medios, al actuar y comunicarse con una doble moral, al realizar comentarios de diferentes signos del otro colega, dependiendo del interlocutor con quien se los hace. En el afán de conseguir protagonismo, de desprestigiar al otro, de conseguir ascensos, de saciar su egoísmo y de sublimar sus fracasos, manifiestan una doble moral: se muestran superficialmente el saludo y la confianza ante el otro; se lo desprotica, se lo destruye, se lo desprestigia ante los demás en ausencia de él. En el trabajo rutinario de los medios de comunicación, estas costumbres reproducen un clima de desconfianza generalizado. Esta, a su vez, genera temores e inseguridades entre los comunicadores, que dificulta, en gran medida, el debate serio de su situación actual como profesionales, de la toma de conciencia y la realización de acciones organizadas en beneficio de todos y cada uno de los periodistas.

De la desconfianza a la fortaleza Sin embargo, estas prácticas cotidianas que tanto minan las relaciones entre muchos informadores, pueden superarse, si se inician ya, entre otras, las acciones siguientes: El (re)conocimiento de la existencia de esas costumbres perniciosas en las relaciones sociales y profesionales y de sus implicaciones negativas para las relaciones laborales particulares como para el bien de todo el gremio. Sobre la base de este reconocimiento previo, se puede iniciar la discusión seria en la que se auto evalué integralmente el gremio, en sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, con el fin de iniciar un programa sostenido instauración de un sector profesional unido con identidad e intereses comunes. El respeto hacia todos y cada uno de los colegas. La convivencia pacífica pasa por el respeto hacia los demás, el que, a su vez, posibilita la confianza y la armonía entre los periodistas. Esto supone que los periodistas deben practicar en su trabajo diario los siguiente principios (código de Ética del periodista panameño, 1979): Evitar el insulto y la diatriba al referirse a sus compañeros de profesión; cuidar la imagen de su profesión; enaltecer la dignidad de la profesión con la polémica de altura; colaborar en el fortalecimiento de la amistad y la dignidad profesional; no usurpar la información obtenida por otro periodista, con lo cual evitará las prácticas deshonestas y el plagio. La colaboración con el (los) otro(s. Como cualquier profesión, el manejo eficiente de las técnicas y de los secretos en el campo de trabajo necesita del aprendizaje vicario: Aprender del más viejo en la profesión, del más experto. Esto supone: Una actitud abierta del más experimentado; poner la experiencia a la disposición de los colegas bisoños. Esto pasa por superar la prepotencia, las "chongas" y las posturas de "pavos reales"; acciones facilitadoras del trabajo: proveer información a los colegas en la búsqueda de las fuentes, de los datos y de los accesos para elaborar la noticia; la práctica de la solidaridad de todos y cada uno para el beneficio y bien común de los demás, como una conducta diaria en un ambiente de postmodernidad caracterizado por el culto al yo y la exclusión de los demás.

6. Fuentes Consultadas

Corte Suprema de Justicia, de la República de El Salvador (1998): Código Penal, San Salvador, Talleres Gráficos de la Corte Suprema de Justicia, Cuarta Reunión Consultiva de organizaciones nacionales y regionales de periodistas activos (1983): Declaración Interinstitucional: Principios internacionales de ética profesional, Praga y París El Código de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, citado por José Martínez de Souza (1981): Diccionario general del periodismo, Madrid Escobar Galindo, David (1999): La Prensa Grafica, 07 de agosto, página 12 FIP(1998): El manual de seguridad del periodista. Fontcuberta, Mar de (1993): La noticia. Pistas para percibir el mundo, España, ediciones Piados Ibérica Fridolin, Arthur (1961): Ética profesional, Barcelona, España, Herder Jakobson, Roman (1974): "La linguística y la poética", en Estilo y lenguaje, Madrid, Ediciones Cátedra Junta Técnica de Periodismo (1986): "Código de Ética del periodista panameño", en Códigos de ética de los periodistas, Quito, Ecuador, Cuadernos Chasqui, Ediciones CIESPAL, Págs. 65 -68 María Teresa Herran y Javier Darío Restrepo(1991): Ética para periodistas, Colombia, Tercer Mundo Editores. Organización de las Naciones Unidas, ONU (1948): Declaración Universal de Derechos Humanos, Asamblea General de las Naciones Unidas, 10 de diciembre. República de El Salvador (1996): Constitución de la República de El Salvador. República de El Salvador (1999): ley del Menor Infractor, El Salvador Rivers, William L. y Cleeve Methews (1992): La ética en los medios de comunicación, México, Ediciones Gernika Stephen Ullmann (1978): Semántica. Introducción a la ciencia del significado, España, Editorial Aguilar Van Djik, Teun A. (1990): La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información, España, Ediciones Piados Ibérica.

 

 

Autor:

Mario Alfredo Cantarero

Master en comunicación social por la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador, profesor de metodología de la investigación y coordinador de postgrados e investigaciones de la Escuela de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad "Dr. José Matías Delgado", El Salvador, Centroamérica. Además, ex – director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de El Salvador y periodistas del año 1998 en la rama de artículo otorgado por la Asamblea Legislativa

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