Descargar

Conde Kostia y Ruy de Lugo Viña: Voces en el tiempo

Enviado por ariellemes


    1. Conde Kostia: intelectual cubano de talla mayor
    2. El conde Kostia
    3. Ruy de Lugo Viña: entre el periodismo y las ciudades

    Envuelto en el olvido y la ignorancia, subsisten dos intelectuales villareños y universales que ponen muy en alto el nombre de la antigua provincia de Las Villas, nuestras letras y nuestra cultura.

    Me refiero a Ruy de Lugo Viña y Aniceto Valdivia y Sisay de Andrade, ilustres escritores, periodistas, poetas, críticos, conferencistas, políticos y dramaturgos, este último con el seudónimo de Conde Kostia, quienes se revelan como dos de las personalidades más interesantes y representativas de la cultura cubana en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX.

    Ambos son autores no estudiados en nuestro país con la intensidad y dedicación que ameritan por sus indiscutibles contribuciones a nuestro acerbo cultural. Las publicaciones periódicas de mayor importancia y despliegue de la época en que les toca vivir, contienen hondas huellas de sus pasos por el periodismo y de sus maestrías narrativas y culturales.

    Llama la atención en estas dos figuras la formación autodidacta, y una cultura que surge desde los bajos fondos de la sociedad en que se desenvuelven, pero a pesar de esto, forjan Lugo Viña y Sisay de Andrade una senda propia y genuina en el mundo intelectual cubano; y es precisamente el periodismo el que les abre las puertas y por el que sale sus voces en el tiempo.

    CONDE KOSTIA: INTELECTUAL CUBANO DE TALLA MAYOR

    El 20 de abril de 1857, en el ingenio Mapo, en Sancti Spíritus, nace Aniceto Valdivia Sisay de Andrade, reconocido como intelectual de talla mayor. Siendo aún un niño se traslada a Santiago de Cuba, pues su progenitor, médico militar al servicio de la colonia, es transferido a esa ciudad por cuestiones laborales.

    Allí concluye su infancia y transita la adolescencia, que van a estar muy influidas por las enseñanzas del sacerdote católico jesuita Padre Ramón Ortigueira. La inteligencia del muchacho conlleva a que el religioso dedique todo el empeño y fortuna en su educación. De esta forma, culmina el Bachillerato en el Instituto Cuba de esa urbe oriental.

    Con sólo 14 años, en 1871, viaja a España con su madre. Matricula en la Universidad de Santiago de Compostela, y una década más tarde obtiene el título de Licenciado en Leyes en Madrid. Abandona esa profesión y se dedica al oficio de escribir, pues prevé que su futuro está alejado de los tribunales y bufetes.

    Con apenas 20 años, empieza a trabajar en la redacción del periódico madrileño El Globo. Sus artículos, permeados por las corrientes ideológicas del momento, cobran inusitado interés entre la sociedad española, y su nombre comienza a adquirir fama.

    Su paso por ese órgano, defensor de las ideas republicanas, ayuda en la temprana formación del joven villareño, y define su actual y venidero pensamiento filosófico.

    Los iniciales triunfos periodísticos lo impulsan a colaborar con otras publicaciones de la capital ibérica: El Pabellón Nacional, Madrid Cómico y El Imparcial, son testigos de la sagacidad, cultura y refinamientos de Aniceto.

    En enero de 1880 lee en esa ciudad su drama en tres actos y en verso "Senda de abrojos". Dos dramas nacen de sus manos: "La ley suprema" y "La muralla de hielo", estrenados en la capital española por la compañía del famoso actor Antonio Vico. El primero, en abril de 1882 en el teatro Alhambra; el segundo, en el Apolo.

    Gran conocedor de la literatura francesa, protagoniza una célebre controversia crítica al descubrir que el poeta Ramón de Campoamor, había cometido un plagio. La intelectualidad de ese país europeo se conmueve cuando el escritor cubano acusa al español, y demuestra las coincidencias existentes en el poema en cinco cantos "Los buenos y los sabios" del autor de "El tren expreso".

    La discusión queda zanjada cuando Campoamor, al no poseer argumentos ni armas para desmentir la imputación, visita a Aniceto y, en un tono festivo y alegre, le propone la paz y le dice conciliadoramente: ¿Cuándo ha visto usted que los Obispos se tiren las mitras a la cabeza?

    Valdivia transa la polémica y surge así una amistad entre los dos hombres de letras. Mas el peninsular aprovecha su influencia política y, al temerle la cercanía de aquel censor, comprende la necesidad de silenciarlo y le persuade a que asuma un cargo administrativo en Puerto Rico.

    En la tierra borinqueña reconoce que el quehacer burocrático no resulta compatible con sus gustos e intereses intelectuales, y regresa a Cuba en el período de auge y esplendor de las ideas autonomistas.

    A solicitud de Ricardo del Monte, pasa a la redacción de El País, rotativo de esa tendencia política, donde permanece por algún tiempo.

    Su amigo Arturo Alfonso Roselló refiere que: "…un espíritu inquieto y demasiado nutrido de influjos renovadores en literatura y política, buscase campo más afín para dialogar con su público, sin adscribirse a una disciplina determinada…"

    Al parecer, por ese motivo se distancia de la publicación y comienza a laborar en La Lucha, de Antonio San Miguel, donde se mantiene escribiendo asiduamente durante treinta años.

    Sus grandes dotes de reportero hacen que viaje a Constantinopla como redactor de ese periódico, para reseñar los sucesos políticos y sociales que acontecen en esa región del Cercano Oriente. También describe la Exposición de París, en 1990, ofreciendo a sus lectores datos precisos del evento. Los famosos carnavales de Niza y de Nueva Orleans están contados en crónicas amenas que titula "Mi linterna mágica".

    Refiere la prensa de ese entonces que "… la versatilidad de su estilo le permitió, en ese lapso, redactar folletines cada semana, según el gusto de la época. Atendió con regularidad la crítica teatral en momentos en que el flujo y reflujo de compañías de drama y comedia, de ópera y zarzuela, daban a nuestra capital una categoría de plaza artística de primer orden. El tono frívolo- y a veces trascendente- de las denominadas gacetillas, tuvo en él un cultivador de gran maestría, que supo siempre dosificar, según el caso, sin concesiones a lo cursi, lo solemne y lo festivo. Atendió con pulcritud un capítulo escasamente cultivado en el periodismo de ahora: la referencia a los sucesos literarios y artísticos registrados en el mundo culto, y la etopeya y fijación crítica de los intérpretes. Los escritores, músicos, pintores y dramaturgos que producían o que morían, tuvieron en Valdivia un informador enterado. Sus crónicas son modelos de concreción, de elegancia, de finura crítica…"

    Artículos separatistas con su rúbrica son agrupados en La Lucha. Esto provoca la reacción de las autoridades españolas. Ante esto, el Capitán General de la Isla ordena sea sometido a juicio y encarcelado por "graves ofensas a la Madre Patria". En la prisión surge el sobrenombre que lo inmortalizaría…

    EL CONDE KOSTIA

    Durante el cautiverio lee la célebre novela de Víctor Cherbulier. La personalidad del noble ruso que le da notoriedad al libro lo atrae, y decide esconder su identidad tras ese seudónimo. Así satisface también a San Miguel, quien le insta a seguir colaborando bajo nombre supuesto.

    La reputación que Aniceto había cosechado durante su carrera periodística, la gana con rapidez el improvisado Conde Kostia. Solo cambia la firma, pero las ideas, la cultura, el poder de síntesis y de observancia de lo que le rodea y sucede en el mundo, radican en una misma persona. Para colmo, su propio verdugo, el Gobernador de Cuba, felicita al director de La Lucha por haber encontrado tan excelente sustituto a la pluma "infidente" del periodista encarcelado.

    Un ejemplo de su rechazo a la política de opresión que ejerce sobre nuestro país las autoridades coloniales la podemos ver en la crónica "En la Academia (Recepción Salazar)", en la que, exaltando al joven poeta y su conferencia "El dolor de la lírica cubana", el Conde Kostia asegura: "… Tema enorme y de un desenvolvimiento que exigiría volúmenes, porque el dolor de que habló nuestro estimado amigo- y del cual la Poesía se hizo eco durante siglos -, es el dolor mismo de toda Cuba, la bella ilota aplastada por la codicia extranjera. Porque eso fue siempre Cuba. España: una extranjera estrujadora…"

    Tras el reinicio de la gesta independentista, el 24 de febrero de 1895, Aniceto, reconocido como separatista, emigra a México. En suelo azteca funda y dirige el periódico "El Imparcial". Desde aquí alza su voz por la causa libertadora.

    Tiempo después, al no contar con el suficiente respaldo económico, abandona la publicación y la tierra de Benito Juárez, y viaja a Nueva York, donde coopera con los emigrados revolucionarios cubanos.

    El Conde Kostia tiene que oponerse a la voluntad de su propia familia, la cual no participa de las ideas del destacado periodista. Uno de sus hermanos, el doctor Juan Valdivia Sisay, médico mayor de la Sanidad Militar de la Metrópoli, decide romper relaciones con él por este motivo, lo cual habla muy bien de las cualidades de este patriota.

    Una vez establecida la República Neocolonial, Aniceto torna a la Mayor de las Antillas y se reincorpora a la redacción de La Lucha. Pero ya ha dejado de ser Valdivia. Ahora es, y lo será para siempre, el Conde Kostia.

    Su celebridad se consolida más a cada instante gracias a los contundentes trabajos divulgados en El Fígaro, en Letras, en Cuba y América, en El Hogar, entre otros medios de difusión.

    Traba amistad íntima con el poeta nicaragüense Rubén Darío, en las visitas que este realiza a nuestro país. También despliega una incansable actividad cultural en La Habana, junto a los poetas Julián del Casal, los hermanos Federico y Carlos Pío Uhrbach, y la poetisa Juana Borrero.

    Cuando cae el gobierno de Tomás Estrada Palma, desde las columnas de El Triunfo – diario fundado para apoyar la aspiración presidencial de José Miguel Gómez – auspicia su candidatura. En 1911, una vez electo mandatario el general villareño, Valdivia parte a Noruega para representar a Cuba ante la corte de Haakon VII.

    Con elevados méritos cumple su cometido. Se incorpora al mundo literario y periodístico de la nación escandinava, pues los intelectuales del lugar admiten su valía, cultura y el dominio de varios idiomas.

    Al desarrollar un brillante estudio histórico sobre ese país, titulado "La moderna Noruega", el rey vikingo lo condecora con la Gran Cruz de Olaf. Sin embargo, es esta la única prerrogativa que acepta en su vida, debido a que no puede rechazarla, como hubiera deseado, por cuestiones diplomáticas.

    El Conde Kostia desaprueba todos los homenajes y tributos que intentan rendirle a cada instante. La sencillez y modestia dominan su ser. Declina, incluso, en París, las palmas académicas que los eruditos franceses quieren imponerle al traducir "Esmaltes y camafeos", de Gautier; "Ruiseñora", de Catulle Mendés; "Traducción en verso castellano de Yámbricos y de Lázaro", de Augusto Barbier; "El grupo de los idilios", "La leyenda de los siglos" y "Poemas", de Víctor Hugo, y otras obras, entre las que sobresalen algunas de Charles Baudelarie y José María Heredia.

    Mas en su tierra se hace merecedor de honores. Considera esencial el haber elaborado el discurso de aceptación de Enrique José Varona en la Sección de Literatura de la Academia Nacional de Artes y Letras, de la que es miembro de número. Esta apología se considera como una pieza antológica de su género.

    Con posterioridad, Valdivia ocupa el puesto de Ministro Plenipotenciario de Brasil. En suelo carioca: "…se destacó por su distinción, su inteligencia, su sociabilidad y su cultura; pero en los medios en que alternaban los escritores y artistas, su presencia monopolizó la atención de todos, por ser la suya, más que diplomática y social, una personalidad de hombre de letras, con una sólida formación cultural, sobre todo, muy informado de las Literaturas Modernas…", detallan los periódicos de la época.

    El Conde Kostia retorna a su patria y al periodismo; esta vez desde el Heraldo de Cuba, órgano fundado por Manuel Márquez Sterling, en 1914, como uno de sus primeros redactores.

    Desde las páginas de El Mundo, La Habana elegante, Revista Cubana, el Diario de la Marina y El Palenque Literario, Valdivia prosigue mostrando su talento y distingo. Gráfico, Social y otros relevantes rotativos acogieron artículos y ensayos críticos, crónicas y poemas de este diarista por excelencia.

    Según el periodista santaclareño Severo García Pérez: "En el semanario crítico literario El Bobo, fundado en La Habana, el 1 de agosto de 1895 y dirigido por Benito Quevedo, el cuerpo de redactores estaba integrado por Felipe López de Briñas (hijo), Jorge de Lacedonia y Francisco de Cárdenas. Se publicaron artículos jocosos, crónicas de salones, teatros y otros temas. Entre sus colaboradores se encuentran el Conde Kostia (seudónimo de Aniceto Valdivia), Ángel Godínez, Carlos Ciano, El hermano Juan (seudónimo de Juan Fernández Coca). Deja de publicarse en 1896".

    El literato mexicano Antonio Mediz Bolio, en su "Palmeras al viento. Crónicas de Cuba, señala que: "Hacen crónicas de teatro todos los periódicos habaneros. Hermida, verdadero conocedor, positivamente un crítico de arte teatral, hombre muy documentado y escritor de prestigio, es quien tiene más nombre y más autoridad, con el erudito y atildado conde Kostia. Mi compañero del Heraldo, González, "El músico viejo" es de lo más competente".

    Aniceto es, además, un poeta influenciado por el movimiento que en Francia renueva las formas líricas, no sólo en la estructura del verso, sino en la originalidad temática.

    "Apolíneos", "Siderales", "Bronces cubanos", entre otros sonetos, evidencian la genialidad del villareño. "Ultratumba", libro de acentuado tono romántico, recibe innumerables elogios de los doctos, tras ser editado en Madrid.

    En 1904 sale a la luz en Cuba, por Rambla y Bouza, el opúsculo "Melancolía", que recoge un poema en tercetos escritos en Londres un año antes.

    Escribe las comedias "Expropiación forzosa" y "La institutriz". La primera en colaboración de Eduardo Luscanó; la segunda, de Eduardo Navarro González.

    En Notas de Viaje, libro publicado en 1895, Ricardo Palma narra las experiencias sobre sus recorridos de España a varios países americanos durante 1892. A su regreso a la península ibérica pasa por La Habana y realiza una estancia "breve pero intensa". En la capital caribeña fortalece los lazos que lo unen con escritores y periodistas cubanos, y efectúa una valoración del clima político que vive la Isla.

    El autor de Tradiciones Peruanas hace causa común con los independentistas criollos y escribe bellas palabras a favor de los cubanos. Además de mencionar a Pedro Santacilia, Rafael María Merchán, Eva Canel, Manuel de la Cruz, Joaquín Palma, Julián del Casal, Ramón Meza, Enrique Collazos, Alfredo Zayas, Andrés Clemente Vázquez, Aurelia Castillo de González, Lola Rodríguez de Tió, señala que: "Don Eugenio Sánchez Fuentes, poeta y abogado español, con más de 20 años de residencia en La Habana, correspondiente a la Academia de la Lengua, me visitó sin encontrarme en el hotel, e igual mala suerte tuve al corresponderle su visita. Idéntica fatalidad me privó de conocer personalmente a Enrique Hernández Miyares, el hábil director de La Habana Elegante; a Manuel Sanguily, una de las plumas más ilustradas y fecundas, un gran patriota y uno de los caracteres más altivos de la isla; a Valdivia, el literato de guante blanco que se esconde bajo el seudónimo de Conde Kostia…".

    Durante más de cinco décadas el Conde Kostia edita su obra, la cual se encuentra dispersa hoy en numerosas publicaciones nacionales y foráneas. A veces con su verdadero nombre, otras empleando los seudónimos Kond Kostya, A La Vía y VLDVIa.

    El 9 de febrero de 1885 muere el padre, por lo que regresa a Cuba poco tiempo después. Por esta época empieza su colaboración en La Habana Elegante. Nicolás Azcárate le presenta a Ramón Meza.

    Se reúne en la biblioteca de Meza con Enrique Hernández Miyares, Manuel de la Cruz y Aurelio Mitjans. Acuden juntos a la Biblioteca de la Sociedad Económica a copiar textos de Cirilo Villaverde. Asiste a tertulias de José María de Céspedes.

    Parte de su obra periodística es recogida en la serie Grandes Periodistas Cubanos, editada por el Departamento de Publicaciones del Instituto Nacional de Cultura, en el tomo 14.

    En el prólogo del libro "Mi linterna mágica", publicado por el Instituto Nacional de Cultura, del Ministerio de Educación de Cuba, en 1957, su colega Arturo Alfonso Roselló manifiesta: "El examen de su vida y de su obra revela una de las personalidades más interesantes y representativas del medio cultural cubano. Espigó en la poesía, en la crítica, en el ensayo, en el periodismo polémico; fue un conferenciante y un autor dramático".

    Recopila testimonios sobre la vida republicana de los primeros dos decenios. En letra impresa están los nombres de personalidades de la vida social, científica y artística de Cuba, y también sobresalen, como buen polemista, muchos juicios críticos acerca de la vida republicana que nos impuso el gobierno norteamericano al frustrar las ansias independentistas del pueblo cubano.

    "No enfrenta conflictos de intereses, y ejerce su periodismo como quien cabalga impulsado por el aire de la libertad de expresión a pesar de la férrea censura de la época. Sin reparos, identifica a latigazos verbales que son más bien sus ideas, los males republicanos como el militarismo, el caudillismo, las ambiciones políticas, la hipocresía social. Mas, no oculta lo valioso de la vida de su época, ni lanza al ostracismo a las figuras que merecieron el respeto y la admiración en sus trabajos".

    La devoción por Antonio Maceo, la admiración por José María Aguirre, el respeto por Carlos Saladrigas, el elogio a Fernando Ortiz, el reconocimiento por el estilo de Márquez Sterling, la relevancia científica del Dr. Benigno Souza, la excelencia pianística de Ursulina Saez Medina o de Lidia Rivera, la actualidad teatral y artística habanera de su época, los juicios sobre artistas europeos, su apego a la cultura francesa, son ingredientes que confieren valor testimonial e histórico a sus trabajos.

    De su obra periodística se llega a decir que: "Tal como una linterna traza un camino de luz en un recinto cerrado y oscuro, se pueden leer los trabajos periodísticos realizados por el Conde Kostia. Por esta razón asombra leer sus artículos y crónicas. Quien se alumbre con la magia de la linterna de Valdivia, verá la luz gracias a los artículos y crónicas salidos de su pluma, a muchos años de distancia; la riqueza de los hechos acontecidos, la variedad de personalidades que los produjeron y la animación de la vida de La Habana".

    Entre su obra sobresale: "Reflejos de gloria. Los Uhrbach", publicado en El Fígaro, La Habana, 1907; "Mi linterna mágica, Oro", en La Lucha, La Habana, 1907.

    También se destaca "A través de una fronda, Resurrección", en El Fígaro, La Habana, 1916; "Dos poetas hermanos" en La Habana Elegante, La Habana, 1894, sobre los hermanos Uhrbach.

    Además establece una bella relación amistosa con la poetisa Juana Borrero, a quien le dedica el prólogo de su obra Rimas, al decirle: "Las líneas de su pensamiento, como una orla de luz, fijan los contornos de su frase a la manera indeleble, y los arabescos de su fantasía, como una red de mallas luminosas, encierran las ideas, transparentando la gracia alada de sus expresiones".

    El historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, reconoce en su artículo A mi maestro y predecesor, que Emilio Roig de Leuchsenring: "Admiró las crónicas y pasajes de José de Armas y Cárdenas, José Victoriano Betancourt, el Conde Kostia…"

    El poeta, periodista y dramaturgo matancero Bonifacio Byrne reconoce que: "Así es como, si no por sí solos, gracias a la generosidad de algún amigo, que le facilitaba los libros adquiridos por éste en sus viajes, podía acceder el modernista a la flamante literatura extranjera. Un ejemplo: Aniceto Valdivia, más conocido por el seudónimo de "Conde Kostia", tras abastecerse en Europa de numerosísimas obras, sería el encargado de iniciar a Julián Del Casal en la devoción por Leconte de L'lsle, por José María de Heredia, por Charles Baudelaire, por Rimbaud, Huysmans y por otros parnasianos, simbolistas y decadentistas franceses".

    El poeta Joaquín Cabeza de León reconoce la amistad que une a Kostia y a Del Casal y le dedica una poesía a este último con el título:

    EL AMIGO DEL CONDE KOSTIA

    Sale a dibujar los candelabros  con aires de soledad.  Ansia buscar el pájaro, los corales;  era idéntico al ejercicio de su sombra,  creó una nave embrujada por sus polvos  y no buscó los demonios que huían.  Era la ceremonia a los arlequines azules:  propuso nieve para proteger la catedral.  El purificó los mármoles, las hojas de algún invierno,  soñó mercaderes cansados.  Amamantó la luna de París con porcelana china,  convocó las imágenes,  creyó en el reverso de la permanencia  y dejó su fantasma por la calle Cuba  corriendo tras los ojos  de un Mallarmé trasnochado.

    Es testigo de la muerte de su amigo. Se encuentra el día 21 de octubre de 1898 entre los asistentes a la cena en casa de Lucas de los Santos Lamadrid, en Prado 111, en La Habana, cuando, de sobremesa, uno de los presentes hace un chiste. Del Casal lanza una carcajada; le sobreviene una hemorragia y muere de la rotura de un aneurisma. Su testimonio confirma el diagnóstico de los médicos. "Debió tratarse de un aneurisma gigante, a juzgar por la extensa -e intensa- hemorragia que produce la muerte de modo tan súbito". 

    Escribe dos días más tarde, en el diario La Lucha, la crónica Julián Del Casal, en la que narra el deceso del célebre poeta modernista: "Apartó la cara y una ola de sangre salió a sus labios. Una hemorragia que lo mató en dos segundos, sin permitirle dar un grito, decir palabra ni hacer gesto (…) Sólo conservaba abiertos los ojos, sus nostálgicos ojos verdes, luminosos y tristes (…) El señor Lamadrid con Casal en brazos, recibiendo sobre sus vestidos la catarata roja, torrencial, siniestra, vistiéndolo de una púrpura babosa (…)". 

    En el artículo póstumo que publica en 1898 Aniceto Valdivia en el diario La Lucha, con motivo de la reciente muerte del pintor canario Valentín Sanz Carta, además de resaltar la significación de su obra artística señala que: "Su enseñanza ha sido, en cambio, fecunda. Discípulos -hoy verdaderos maestros- han aprovechado bien las lecciones que el sabía infiltrar en las almas y en los talentos preparados para comprenderla".

    No cabe duda que su oficio preferido lo constituye el periodismo. A pesar de sobresalir en otros órdenes, lo cierto es que en la prensa se halla su principal actividad creadora y que, al no existir muchas referencias o fichas biográficas, resulta necesario reunir toda la información posible para llevar a cabo una revisión más rigurosa y profunda de su labor.

    Fallece el 28 de enero de 1927.

    RUY DE LUGO VIÑA: ENTRE EL PERIODISMO Y LAS CIUDADES

    "Gobierno Municipal es interés por la ciudad, prolongación de nuestra propia familia y de nuestra propia casa. Las ciudades deben intercambiar ideas, proyectos y noticias sobre los resultados de su administración".

    Con estas palabras un villaclareño expresa su teoría científica sobre la Intermunicipalidad Universal y consigue que la Unión Internacional de Ciudades la haga suya, durante la Sexta Asamblea de ese organismo mundial, celebrada en Ginebra, Suiza, del 7 al 26 de septiembre de 1925.

    Ruy de Lugo Viña, periodista y político Villareño, nace el 23 de septiembre de 1888 en Santo Domingo. Mas, ¿quién es esta descollante personalidad de nuestra provincia y cuáles sus principales logros en la sociedad cubana de aquel entonces?

    Siendo un niño, sus padres lo envían a Cienfuegos. Allí estudia en los más importantes colegios sureños, donde se gradúa de maestro. En los albores de la República ejerce esta profesión. Paralelamente, comienza a colaborar con diferentes publicaciones de esa urbe y entra a formar parte de la membresía del Liceo de la Perla del Sur.

    De existencia andariega, viaja a Argentina donde prosigue su incursión en el periodismo y funda una revista. El teatro del país gaucho encuentra en Lugo Viña un refinado dramaturgo. En la nación austral lleva a escena, en 1912, las obras "El atentado de Nur", "Romance colonial" y "La presa del tigre". Según el periodista y editor Abelardo A. García-Berry, "sus notables éxitos, sus aventuras galantes y los lances de honor, dan por esa época un colorido de novela a su vida inquieta".

    Se traslada a Nueva York y saca a la luz una gaceta en español e inglés. Tiempo después parte a la capital mexicana, y por varios años se convierte en redactor de los periódicos Excélsior y El Universal. Por esa época ya Lugo Viña comienza a ser considerado un ardiente panfletista.

    En 1918 regresa a la patria y reinicia su labor periodística en Heraldo de Cuba. Contratado junto a muchos diaristas de prestigio y reconocimiento, escribe encendidos artículos y editoriales que sirven de agitación política contra el entreguista e impopular gobierno de Mario García Menocal, por lo que es llevado a prisión en el momento en que este cierra, el 13 de febrero de 1917, el órgano en el que trabaja.

    Esto lo recuerda Tomás González Rodríguez en el libro La Prensa en Cuba: Bodas de Perla 1902-1932, cuando expresa "por orden gubernativa fueron clausurados los periódicos Heraldo de Cuba, La Prensa, El Triunfo y La Nación, quedando gran cantidad de repórters sin trabajo (…) Por consecuencia de la clausura de esos diarios, fueron presos y remitidos a la cárcel los compañeros Ángel Pérez Hernández, Ruy de Lugo Viña y Federico Ibarzábal…".

    Sin embargo, esto le vale para que en 1920 resulte electo concejal del Ayuntamiento habanero. A partir de esta fecha se convierte en difusor de su teoría de la Intermunicipalidad universal, sobre la que escribe ponencias y folletos, y dicta conferencias en congresos internacionales durante varios viajes por distintos países de América y Europa. En 1926 retoma el cargo de miembro de la Cámara Municipal de La Habana.

    En la década de los años 20 del siglo pasado, es elegido primer Historiador de la capital de los cubanos, pues se hace evidente la necesidad de contar la urbe con un cronista que haga más útil, digna y culta sus anales. Lugo Viña establece relaciones con otros países a partir del municipio.

    Por poseer "un carácter inquieto en perenne actividad para satisfacer su espíritu periodístico que demandaba renovación constante de cosas y personas", al concluir su misión política vuelve a formar parte de la redacción del Heraldo de Cuba y llega a ser director de este órgano de prensa y del Imparcial. Con posterioridad resulta designado Delegado a la Liga de las Naciones.

    Colabora, además, en Bohemia, Social y La Nación, y en la revista semanal de Critica y Arte Ideas y Figuras, que circula en Argentina desde mayo de 1909 y hasta agosto de 1916. Su faena como repórters llega a ser de tal magnitud, que en el Directorio Profesional de Periodistas de Cuba, en el artículo Los que fueron…, de Miguel A. Tamayo, al hacer este un recuento de las más connotadas plumas del diarismo nacional, reconoce a Lugo Viña como uno de los grandes articulistas cubanos, junto a Gustavo Robreño, Miguel de Landaluce, Mario Lezcano Abella, Alberto Riera, Enrique Fernández Arrondo, Enrique Palomares, y muchos más.

    Por otra parte, en el artículo Panorama del periodismo cubano: columnista, José Conangla Fontanilles afirma que "Heraldo de Cuba, fundado por Manuel Márquez Sterling, fue adquirido y dirigido luego por Orestes Ferrara. En las columnas de este diario combatieron brillantemente a favor del partido y de los intereses liberales, el propio Ferrara y, sucesivamente, Carlos Mendieta, Wolter del Río, Enrique Mazas, Roselló, Zaydín, Ramiro Guerra y Lugo Viña, entre los columnistas más notables".

    Igualmente deviene apasionado orador. El doctor Juan J. Remos, en su artículo La oratoria desde la independencia, nombra a importantes conferencistas cubanos, como Mario García Kohly, José Manuel Cortina, Orestes Ferrara y Merino, Juan Gualberto Gómez, Rafael Guas Inclan, Fernando Ortiz, Emilio Núñez Portuondo, entre otros, y señala: "En la devoción patriótica pocos rindieron una labor tribunicia tan continuada y fervorosa como Gabriel García Galán y Ruy de Lugo Viña".

    Prolífico escritor, entre sus obras sobresalen Los ojos de Argos, de 1915; El tribuno de la Diplomacia, 1923; L' Intermunicipalité Universelle, 1926; y Campana rajada, de 1930.

    En el segundo de estos libros citados, redactado mientras cumple el encargo de Comisionado Municipal de la capital de la Mayor de las Antillas en Madrid, exalta la figura del diplomático criollo Mario García Kohly, y llega a afirmar: "He venido a España en misión de propaganda, y, aunque cubano, sólo debo – por motivo de las limitadas atribuciones de mi cargo- hablar en nombre de La Habana. Por eso (…) he de hablar de un cubano, uniendo a mi nombre la denominación del cargo en cuyo carácter aquí me encuentro. Y así cumplo con una doble obligación: la que tengo contraída desde hace ya varios años con mis lectores, a quienes he servido en el plato diario de mi periodismo constante tópicos que resulten de su agrado, y la que debo también a las funciones que desempeño, que no por recientes dejan de merecer toda mi predilecta atención ¡Aunque malhadada es la oportunidad en que realizo tal propósito, porque así el funcionario habrá de callar mucho de lo que no podría dejar de decir el escritor!".

    De esta forma se resume la ética que mantiene Ruy entre su labor de periodista y la de político.

    Así va el mundo se denomina la revista que en 1934 inaugura en Madrid, la que gana la atención de la sociedad española gracias a sus reportajes sensacionalistas y atractivos.

    Asume la presidencia del Consejo Deliberativo de los periodistas cubanos y, el 8 de marzo de 1928, la del Séptimo Congreso de la Prensa Latina. En el libro Álbum del Cincuentenario de la Asociación de Repórters de La Habana: 1902-1952, aparece el artículo Síntesis Histórica de la Asociación de la Prensa de Cuba, en el que su autor, Ramón Blanco Jiménez, recuerda que: "integraron las primeras directivas de la Asociación de la Prensa de Cuba grandes figuras del periodismo y las letras (…) A esos adalides rodea una verdadera constelación de prestigiosos. Para citar solo a algunos de ellos: Manuel Márquez Sterling, Manuel Serafín Pichardo, Mario García Kohly, Eduardo Dolz, Ruy de Lugo Viña (…) Juan Gualberto Gómez y Gastón Mora y Varona".

    La obra profusa de Lugo Viña debe ser rescatada para el periodismo cubano. Su labor nos lleva por los diarios y revistas más connotados de su época, tanto de Cuba como de otras naciones. Con todas las publicaciones sostiene buenas y duraderas relaciones, en las que despliega durante muchos años su actividad reporteril.

    Su estilo transita desde el más puro costumbrismo criollo hasta el llamado Nuevo Periodismo, empleado por escritores y periodistas estadounidenses como Tom Wolfe.

    Bebe de la sabia y la tradición popular de nuestro país, y las plasma en su obra.

    El periodismo de Lugo Viña debe mucho a su literatura, y viceversa. Su pluma nos lega una obra imperecedera.

    Antonio Mediz Bolio, en la obra citada, recuerda que: "En El Heraldo hacía primores de crónica literaria un joven de porte inequívoco de artista, –corbata mariposa, larga cabellera, chalecos a lo Gautier– que desde el primer momento me fue grato. Llámase Ruy de Lugo Viña, nombre sonoro, caballeresco y raro, prestigiadísimo ya en Cuba, después de unos años de vida bohemia y nada oscura en la República Argentina, a donde lo llevó un afán cosmopolita y aventurero. Tiene mucho talento. En el diario de Márquez, los lectores buscaban asiduamente su firma. Hizo entrevistas preciosas; su periodismo tenía un arte particular y sugestivo; toda su literatura lleva un sello de desgaire y atrevimiento, que da a cuanto escribe admirable originalidad y muchísima atracción. Personalmente, Lugo Viña es un simpático sujeto, muy compañero, muy amable, muy cordial. Conversa ágil y vivamente; muy tocado de "argentinismo", dice la mar de términos gauchos y suspira por la calle de Florida. Ama extraordinariamente el arte le atrae el teatro, ha estrenado bellos dramas, ha escrito bellos libros; es un artista de sangre, un bohemio de los Verlaine, sin ajenjo y sin morfina. Lo recuerdo siempre con simpatía y cariño".

    Regresa a Cuba en 1936. Mientras figura como cronista oficial del famoso Vuelo Pro-Faro de Colón, pierde la vida en un doloroso accidente aéreo sobre las cumbres de Cali, Colombia, el 29 de diciembre de 1937. Cuenta al morir solamente con 49 años de edad.

    "Una máquina de escribir, mejor aun, los restos de una máquina de escribir que las llamas envolvieron hasta dejarla inservible, despierta la curiosidad de nuestros colegas de la costa del Pacífico. No sin emoción recordamos en su obsequio el gran drama de Cali; la catástrofe en que culminó el gran vuelo de confraternidad Pro-Faro de Colón. La máquina, les decimos por último, perteneció al compañero inolvidable Ruy de Lugo Viña, un gran periodista, un gran espíritu que anhelaba estrechar cada vez más las relaciones entre los pueblos hermanos. Lugo Viña emprendió este viaje que había de terminar trágicamente, llevando muy oculto un oscuro presentimiento. Había luchado durante tanto tiempo para que el proyecto fuese llevado al plano de las realidades. Nunca le abandonaron la fe en el buen éxito de los nobles propósitos, ni el entusiasmo por los empeños difíciles. Los que le vieron partir no pudieron imaginarse que llevaba en el ánimo una extraña mezcla de optimismo y de aprehensión. En Río de Janeiro, como bien dice Manuel Villaverde, acabó por expresar públicamente sus secretas inquietudes en una frase premonitoria: Me veo morir envuelto en llamas", rememora el doctor Manuel Marsal en el artículo Diálogo en el Museo Periodístico de la Asociación de Repórters de La Habana.

    "Su obra fecunda, su gran preocupación por estimular las mejores relaciones y estrechar los lazos de solidaridad humana y democrática entre las ciudades de todas partes del mundo y sus condiciones extraordinarias de buen periodista, le han merecido el homenaje de la más sentida recordación por el municipio de La Habana con la creación del premio periodístico que lleva su nombre", el cual recompensa "al autor del mejor trabajo publicado cada año sobre un tema libre, de carácter municipal o destinado a promover los lazos que unen a las ciudades de América", .

    Renombrados periodistas obtienen el citado galardón. Baste nombrar a David Aizcorbe Borges, por su artículo Ha servido para unir a los pueblos la música popular de América, publicado en El País el 11 de septiembre de 1943; Carlos Díaz Versón, con En 126 años desde el primer Congreso convocado por Bolívar en 1826, se han celebrado 230 reuniones panamericanas, en el mismo periódico en 1953; Arturo Alfonso Roselló con La Intermunicipalidad, un ideal del Apóstol, en 1948; Eugenio Yániz, con Fue un éxito científico y de acercamiento intercontinental, que sale a la luz en Alerta el 22 de septiembre de 1954; Manuel Camio Jr., con Los municipios: clave en las relaciones humanas, divulgado en Finanzas el 24 de diciembre de 1955; Jesús González Scarpetta, con Bicentenario de un cubano en Colombia, publicado en Bohemia en 1956; y José Aníbal Maestri, con Figuras del urbanismo, en Avance el 5 de diciembre de 1957, y muchas otras reconocidas plumas del periodismo cubano del momento.

    Bibliografía:

    – Conde Kostia (Aniceto Valdivia). Fragmento tomado de Poesías, pp. 59. (Originalmente el prólogo a Rimas, Biblioteca de Gris y Azul, La Habana, 1895.)

    – Grandes Periodistas Cubanos. Tomo 14. Departamento de Publicaciones del Instituto Nacional de Cultura.

    – Emilio de Armas: Casal. Letras Cubanas, 1981.

    – En medio del camino. Poesías. «Pórtico», por Conde Kostia (seud. de Aniceto Valdivia). Matanzas, Imp. de T. González, 1914. |Byrne, Bonifacio, bibliografía del poeta, periodista y dramaturgo matancero

    – "Julián del Casal", La Lucha, 23 de octubre de 1893. El Conde Kostia

    Mi linterna mágica. Aniceto Valdivia Sisay de Andrade. Ed. Oro. La Habana. 1907.

    – Los Duelos en Cuba / Agustín Cervantes; pról. del Conde Kostia. – [Habana] : Impr. La Moderna, 1894, XVI, 119, XIII p. ; 18 cm

    www.bnjm.cu/bnjm/espanol/publicaciones/noticias_republica/gobierno_4.htm01 EL BOBO (1895-1896) Aniv. 110

    www.centropablo.cult.cu/boletines/bol_65.pdf,

    www.cubaliteraria.com/autores/autor.asp?Nombre=Federico&Apellidos=Urbach

    www.cubaliteraria.com/autor/juana_borrero/manuscritos.htm

    www.hero.cult.cu/h_municip/ ssptus/PAGINAS/efemerides.htm – 87khttp://www.ceha-madeira.net/canarias/hia25.html

    www.histal.umontreal.ca/espanol/documentos/traduccion_y_renovacion_literaria.htm

    www.lajiribilla.cu/2003/n126_10/fuenteviva.html – 49k

    www.lonestar.rcclub.org/~jisassi/ChronCasal.html – 5k

    www.uady.mx/sitios/editoria/biblioteca-virtual/palmeras/cosas.html

     

     

    Autor:

    Ariel Lemes Batista

    Periodista, investigador social, historiador y profesor universitario cubano.