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Corrimiento a la izquierda


Partes: 1, 2

  1. Un poco de historia…
  2. Ideología con Revolución
  3. El Partido Socialista Popular, una teoría necesaria
  4. Desandando la prensa prerrevolucionaria
  5. El rostro de la prensa escrita
  6. La voz de la radio y los cimientos de la TV
  7. La Revolución en el Poder y la nueva prensa revolucionaria. Luces y sombras

Las transformaciones socioeconómicas y políticas revolucionarias en Cuba revolucionaria 1959-1961.

A primeras horas de la mañana del 1ro. de enero de 1959, comienzan a filtrarse rumores inquietantes entre los periodistas cubanos, respecto a una precipitada convocatoria hecha desde el cuartel de Columbia por el general Eulogio Cantillo a los directores de los medios de comunicación nacionales.

Sobre las 6:30 y 7:00 AM, por el canal 2, Telemundo, el periodista Carlos Lechuga comunica la noticia de la fuga precipitada del dictador Fulgencio Batista hacia los Estados Unidos y la conformación de una Junta Militar de Gobierno. De forma paralela, Radio Progreso interrumpe su programación musical y lanza la buena nueva.

Minutos después, otro periodista, Lisandro Otero comunica la noticia ante las cámaras del canal 12. Otero había estado transmitiendo ininterrumpidamente desde las 3:00 AM. Su colega norteamericano, Jules Dubois, se le unió tres horas más tarde al enterarse por fuentes de la embajada de su país.

Estas emisiones fueron los primeros heraldos de la gran coyuntura político social (probablemente la mayor de toda la historia) que envolvió a Cuba a partir de ese día y cambió radicalmente el derrotero del país hasta nuestros días.

El dominio sobre el país del gobierno provisional encabezado por Carlos M. Piedra y Piedra es efímero, y las organizaciones revolucionarias, principalmente el Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Movimiento 26 de julio, se ocupan de levantar a todo el pueblo en una Huelga General que propina el golpe final. El pueblo no abandona las calles hasta la entrada de la Caravana de la Victoria.

"Gracias Fidel", "Viva la Revolución", rezaban los carteles escritos y colgados a toda velocidad en ventanas que pertenecían, lo mismo a mansiones que a solares. La revolución exacerbó los ánimos de todos los cubanos por igual, que se aferraron bien a ella para que no se fuera a "bolina", sintiendo cumplida la esperanza y la fe en el futuro que siempre ha caracterizado a este pueblo.

"Estaba claro el valor de los medios para difundir las nuevas ideas. De ahí que entre las primeras medidas del gobierno revolucionario estuvo la de suprimir las "subvenciones" que recibían confidencialmente las empresas mediáticas. Páginas completas de periódicos e importantes espacios de radio y televisión fueron contratadas por el gobierno, según las tarifas regulares de propaganda. Las agencias publicitarias fueron contratadas a su vez para producir los nuevos anuncios. El Estado se convertirá en cliente de estos medios e instituciones. En medio de esta vorágine surgen todo tipo de iniciativas, se organizan actos, maratones y comparecencias que los medios no tienen más remedio que difundir: toda una eclosión en pantalla, en la radio, en las planas de los diarios, de la voz y la imagen de los "barbudos rebeldes"." [1]

Un poco de historia…

La Ley Fundamental de la República de Cuba, vigente a partir de la victoria de enero del "59, mantuvo vigente el artículo 33 de la constitución de 1940, que establecía que "toda persona podrá, sin sujeción a censura previa, emitir libremente su pensamiento, de palabra, por escrito, o por cualquier otro medio gráfico u oral de expresión, utilizando para ello cualesquiera o todos los procedimientos de difusión disponibles (…) sólo podrá ser recogida la edición de libros, folletos, discos, películas, periódicos o publicaciones de cualquier índole cuando atenten contra la honra de personas, el orden social o la paz pública…"[2]

Muchas transformaciones se sucedieron en el terreno político en los primeros tres años (1959-1961) de Revolución. Se trabajó para demoler el viejo Estado burgués e iniciar la construcción de un Estado-Nación Soberano y Popular. En este sentido pueden mencionarse la aparición de nuevos ministerios y organismos así como de instituciones que coadyuvaron en la labor de impulsar los grandes cambios, entre ellos, el Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el Ministerio de Bienestar Social,  el Instituto Nacional de Ahorro y viviendas (INAV), el Departamento Industrial del INRA, luego Ministerio de Industrias,  el  Banco de Seguros Sociales, el Instituto Cubano del Petróleo, la Oficina de Fomento Marítimo, el Instituto Nacional de la Industria Turística, el Banco de Comercio Exterior, y la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), entre 1959 y 1960. En el propio año de 1961, se fundan además, el Consejo Nacional de Cultura, el Ministerio de Comercio Exterior, el Ministerio de Comercio Interior, el Ministerio de Transportes, el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER),  etc. Todas estas nuevas instituciones y ministerios se complementaron y coordinaron, en lo posible, los planes de desarrollo de la Isla. Algunos de los viejos ministerios fueron reestructurados y otros fueron eliminados (tal fue el caso del Ministerio de la Agricultura que fue absorbido por el INRA), todo con el fin de lograr una dirección económica eficiente y que respondiera a las expectativas de bienestar económico y social que el pueblo esperaba de la Revolución.

Pero, conjuntamente a estos cambios profundos en la superestructura política, que implicaron la creación de mecanismos para llevar adelante las políticas socioeconómicas en curso, el Gobierno Revolucionario se dio a la tarea de organizar, concientizar y preparar a las masas populares en las labores de construir un nuevo tipo de democracia y hacerlas participativas en las labores económicas y sociales, además de incorporarlas a la actividad la política, la cultura y la defensa del país. Los años, desde 1959 hasta 1961, van a ser testigos de la construcción de una gran red de instituciones y organizaciones políticas, de masas y sociales, incluyendo las de los profesionales, que van a conformar la nueva sociedad civil y política cubana. Este fenómeno de carácter original permitió el trabajo de concientización política activa a través del protagonismo del sujeto popular y la ampliación de la democracia participativa y directa del pueblo trabajador en apoyo de la Revolución Cubana en aquellos difíciles dos años.

Por otra parte, la unidad que se había ido forjando en el seno de las organizaciones políticas, de masas y sociales, fue fortalecida e impulsada por el esfuerzo unitario de las principales fuerzas revolucionarias, el MR 26 de Julio, Partido Socialista Popular y el DR 13 de Marzo.

En específico, las direcciones políticas de todas estas organizaciones, desde mediados de 1959, primero los líderes del MR 26 de Julio y el PSP y, más tarde el DR 13 de Marzo, sostuvieron una serie de reuniones con el fin de crear una sola organización de vanguardia que dirigiera la Revolución y su proceso de transformación socioeconómico y político.

Sin embargo, este proceso no puede considerarse un Paseo de Riviera, si se tiene en cuenta, que en el seno de las tres organizaciones existían grupos y elementos que tenían proyecciones diferentes acerca de los espacios políticos a ocupar, de los ritmos de los posibles  cambios, de la posición a asumir frente a los EE.UU., e ideas diversas sobre las propias transformaciones a desarrollar.

Fue necesario superar estos obstáculos a través de un trabajo persuasivo en las bases y en los niveles de dirección altos e intermedios, esencialmente, tratando de eliminar los recelos, los ánimos y actitudes sectaristas, los prejuicios anticomunistas y la idea de que una sola de esas organizaciones era capaz de asumir el papel de vanguardia política en el proceso revolucionario.

Las principales personalidades revolucionarias y sus seguidores más conscientes, en el intrincado camino de lograr la unidad acelerada del pueblo hicieron un máximo esfuerzo de sacrificio, sentido del deber y altruismo revolucionario patriótico y humanista.

Ello en parte debido a la aguda lucha de clases interna y la hostilidad de los EE.UU. que permitieron, junto a la claridad y voluntad política de los dirigentes, percatarse que la división y la escisión podían dar al traste con el proceso revolucionario y, por lo tanto, permitir que las autoridades estadounidenses, con sus redes contrarrevolucionarias interiores y exteriores, provocaran el roll back de la Revolución Cubana.

La capacidad de dirigir, conducir, convocar, movilizar, unida a la de organizar y concientizar al pueblo, por parte de la vanguardia política, enriquecida con nuevas figuras y sectores del pueblo, dio lugar que la polarización de la población fuera radical y que separara en dos grupos -no exentos de posibilidades de diálogos y rectificaciones-, los que del lado de la Revolución y, por lo tanto, a favor de una Patria libre, independiente y soberana, y con las clases, los grupos, sectores, estratos y segmentos sociales más explotados y oprimidos brindaron un consenso mayoritario a estas fuerzas revolucionarias de vanguardia.

Del otro grupo, siendo minoritarios, los grandes burgueses, los medianos y los pequeños burgueses, no solo por su pertenencia de clase sino por su mentalidad colonizada en el orden ideopolítico y cultural, más algunos desclasados junto a los "sietemesinos", sin importar su origen social, que se fueron perfilando como elementos antipatriotas, pronorteamericanos, contrarrevolucionarios y, por lo tanto, capaces de llegar al límite inadmisible de la traición al propiciar y permitir la intervención de los norteamericanos para solucionar los problemas de su patria.La hegemonía de las fuerzas revolucionarias que representaron los intereses de los oprimidos y los explotados y que brindaba la gran oportunidad de una Cuba digna, libre e independiente fue asumida y ratificada por las grandes masas de obreros, campesinos, trabajadores manuales e intelectuales, los estudiantes y un destacado grupo de la pequeña burguesía radicalizada. Este respaldo a la Revolución se debió a  los logros alcanzados en esos años que se materializó, en todas las esferas de la vida social y tuvo la participación democrática activa del pueblo en la toma de decisiones, como en la solución de muchos de los problemas en el ámbito nacional. También esa democracia popular participativa, informal pero de alto contenido ideopolítico, se percibió las grandes concentraciones populares en la Plaza Cívica (luego Plaza de la Revolución) en la capital de la República y, las que se realizaban en otras localidades del país.

Ideología con Revolución

El concepto de ideología ha sido muy manejado entre los intelectuales y filósofos, pero lo cierto es que a partir de estos conceptos se ha construido sociedades, modos de vidas, en fin se establece la producción y reproducción del ideal social.

Ideología, es para Marx y Engels falsa conciencia; teoría no científica o no lógico experimental para Pareto y visión del mundo de un grupo humano para Mannheim. [3]

Jorge de la Fuente lo conceptualiza: "Cuando la ideología forma parte del conocimiento científico aparece como un sistema de ideas o sustrato valorativo que garantiza la objetividad del análisis o deforma la perspectiva teórica – "falsa conciencia"- de acuerdo con el carácter de los intereses sociales y clasistas que el investigador asume, consciente o inconscientemente. Pero cuando la ideología forma parte de otros modos de actividad social no identificables con la ciencia o la teoría, el lugar que ocupa y la función que cumple son diferentes en la medida en que sus determinaciones no aparecen en forma de abstracciones o de interpretaciones discursivas sino que se incorporan y diluyen en el proceso práctico y en sus resultados. Y no solo se trata de que en un caso la ideología aparece de un modo más o menos explícito (nivel teórico ideológico) y en otro se manifiesta implícitamente (aspectos ideológicos de la "mentalidad social"); se trata también de una cuestión de procedimiento, de elaboración peculiar de lo ideológico en las distintas formas de apropiación y transformación de la realidad características del sujeto social".[4]

En La ideología alemana, se analiza como sistema de ideas, como conciencia ilusoria, a través de la cual la sociedad se representa sus motivos reales, incluso en el plano de las relaciones familiares.[5]

La concepción materialista de la historia asegura que el hombre actúa a partir de su proceso de vida real exponiéndose al desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. "La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su trato material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento."[6]

En fin la ideología la podemos definir como la producción y reproducción del ideal social, apoyándonos en el concepto de Rubén Zardoya: toda ideología constituye una forma de idealidad. La realidad de la formación de la subjetividad humana y la socialización de los individuos.[7]

La subjetividad humana es heredera de la ideología, se corresponde con los esquemas que norman o debe normar el comportamiento social o particular de un solo individuo. Forma parte de la realidad de la formación de las capacidades humanas, rige la acción de una forma determinada de organización de las relaciones de propiedad y de poder y, en general, de las relaciones sociales, en correspondencia con una constelación específica de normas y valores.

Para Zardoya la ideología es poder y asume que es el poder de configurar el universo mental de los hombres y mujeres, modelar sus esquemas de pensamiento, organizar su actividad psíquica con arreglo a determinados fines, establecer los límites de la experiencia e, incluso, de la percepción, conferir sentido a las nociones del bien y el mal, lo bello y lo feo, lo legal y lo ilegal, lo profano y lo sagrado. La ideología, insiste Zardoya, "es el poder de consagrar la hegemonía de una clase o grupo social sobre los restantes, de manera tal que la realidad de esta hegemonía resulte incontestable, sea dada por sentada (repárese en esto: sea dada por sentada) para la conciencia, se presente como enraizada en el orden natural de los acontecimientos humanos; o bien el poder de desestabilizar y herir de muerte aquella hegemonía, subvertir los valores que se intenta dar por sentado y encauzar la acción contrahegemónica"[8]. No olvidar que "la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante"; el poder de regular la producción, la distribución, la circulación y el consumo de las ideas con arreglo a sus intereses y a su ideal de organización de la vida social, y garantizar la hegemonía de las ideas que expresan y sancionan las relaciones materiales dominantes.[9]

A pesar de tantas teorías sobre la ideología, para el hombre en sí resulta invisible e intangible puesto que es el propio proceso de apropiación del hombre el que la genera. Solo es más apreciable cuando se convierte en formas más evidentes y susceptibles como es la religión y la política.

La ideología no la podemos separar de manera independiente de la conciencia social, ni constituye una forma específica de producción de ideas, que pueda ser clasificada y dispuesta en una misma serie de conjunto con la ciencia, el arte, la filosofía, la política o la mitología. "Constituye, antes bien, una determinación sustancial de todos los modos de producción espiritual existentes en los marcos de las formaciones sociales antagónicas: globalmente hablando, estos modos de producción de ideas y las correspondientes formas de conciencia son esencialmente ideológicos, apuntan implícita o explícitamente y con independencia de toda intencionalidad, a la fundamentación o descalificación de uno u otro ideal, capacitan o incapacitan a los sujetos sociales para la acción socialmente significativa en correspondencia con los imperativos que dimanan de aquél. En virtud de esta omnipresencia, la ideología constituye un factor determinante de todas las formas de la actividad humana, de todas las instituciones sociales y todas las modalidades de la cultura, un medio poderoso del proceso de producción social."[10]

El Partido Socialista Popular, una teoría necesaria

Desde los oscuros días del cuartelazo del 10 de marzo de 1952 el Partido Socialista Popular (PSP) fue un partido político cubano. Fundado el 16 de agosto de 1925 como el Partido Comunista Cubano por Carlos Baliño, José Miguel Pérez y Julio Antonio Mella

El 22 de enero de 1944 toma el nombre definitivo de Partido Socialista Popular (PSP). En gran parte de su historia su Secretario General fue Blas Roca (desde 1934 hasta el 1962).

En 1953 el PSP es ilegalizado por la dictadura de Fulgencio Batista, aunque su prensa continúa circulando libremente, excepto el órgano partidario Noticias de Hoy. En ese mismo año, el PSP condena como "actividades golpistas y aventureras de la oposición burguesa"[11] el asalto al cuartel Moncada realizado por Fidel Castro y sus seguidores.

El primer partido, que ante la lucha contra Batista definió sus objetivos tácticos fue el PSP que como línea estratégica, se planteo la lucha por la instauración de un gobierno transitorio de amplia coalición que restableciera la Constitución del 1940 y todas las libertades y derechos democráticos y realizara elecciones inmediatas en las que el pueblo pudiera elegir un gobierno de liberación nacional capaz de aplicar el programa de transformaciones que el país exigía.

Forjar la unidad de acción de la clase obrera, del campesinado trabajador y de todos los sectores populares, era el objetivo del PSP, quien pretendía construir un frente único de partidos, sociedades y organizaciones capaz de desencadenar la acción de las masas a un grado tal que obligara a la tiranía a dar marcha atrás.

La dirección del PSP mostrará en 1957 una actitud ambigua hacia el Movimiento 26 de Julio, ya que en varias reuniones clandestinas previas se destacaban las diferencias de criterios de cómo se debía llegar al poder (para llevar a cabo los programas sociales que ambas organizaciones pretendían), mediante las elecciones o la lucha armada en la cual, el PSP no consideraba alcanzaría la victoria.

Es a finales de 1957 cuando el Comandante Fidel Castro se entrevista de madrugada en la Comandancia General en la Sierra Maestra con Ursinio Rojas, uno de los dirigentes del PSP y miembro de su Buro Político, acordándose mutuamente planes conjuntos para continuar la lucha.

El PSP introdujo las modificaciones necesarias para conjugar las formas de lucha, autorizando a sus militantes a integrar las filas del Ejército Rebelde. Así, a su regreso a la Sierra Maestra, cumpliendo orientaciones del Jefe de la Revolución Comandante Fidel Castro, Ursinio, a finales del 1957 e inicios de 1958, da los primeros pasos para la creación del Frente Obrero Nacional del Movimiento 26 de Julio.

Muchos miembros del PSP se integran a las filas del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, y a la lucha revolucionaria y el apoyo logístico y clandestino de este, desde las ciudades. Surge también uno de los frentes guerrilleros integrados por militantes del PSP, en las montañas del Escambray.

Con el triunfo de la revolución cubana en enero del 1959 algunos de los miembros del PSP asumen actitudes 'sectaristas' hacia la nueva estrategia y dirección del partido, y hacia las primeras medidas que toma la dirección de la Revolución.

El PSP se integra a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) en 1961 y en 1962 se fusiona con el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo para formar el posteriormente denominado Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURS), declarado como partido único.

No es hasta el 3 de octubre de 1965 cuando toma el nombre definitivo de Partido Comunista de Cuba (PCC), momento en que muchos de los militantes del antiguo Partido Socialista Popular (PSP) integran la nueva organización, convirtiéndose muchos de ellos en figuras claves de la nueva dirección del país, como Blas Roca Calderio, Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña, Juan Marinello, Flabio Grobat, Ursinio Rojas, Juan Taquechel, Severo Aguirre, Agapito Fiqueroa, y muchos otros.

Desandando la prensa prerrevolucionaria

Quienes desconocen la extensa trayectoria del periodismo cubano, quizás piensen que las características de nuestra prensa socialista, se asentaron desde el mismísimo surgimiento de los medios de comunicación en las filas de la escuadra especializada en informar y orientar al pueblo. Sin embargo, antes del triunfo de enero de 1959, era otra la historia.

El siglo XX deviene momento exclusivo para el desarrollo de la profesión periodística en Cuba. El advenimiento de una serie de hechos, aparejados a la marcha de la República Neocolonial (1902-1958) otorga a la prensa cubana características excepcionales en su historia. Ofrecemos, pues, un paneo por la situación del periodismo en tan singular etapa.

Dentro del progreso al cual nos referimos, no podemos dejar de citar algunos acontecimientos que menciona Juan Marrero en Dos siglos de periodismo en Cuba como son la irrupción de las nuevas tecnologías de impresión y la inserción de la fotografía como elemento fundamental en revistas y periódicos. Además, el nacimiento de un servicio que las empresas periodísticas más solventes incorporan a las redacciones: las agencias cablegráficas.[12]

Irrumpe la segunda década de la centuria y la perla de las Antillas se anticipa a sus vecinos de América Latina para ser la primera en establecer la radio en 1922, aunque la inauguración oficial no ocurre hasta un año después por Luis Casas Romero. Luego, a mediados de siglo se incorpora a los medios ya existentes, uno más completo y aglutinador: la Televisión. [13]

Todos estos acontecimientos repercuten considerablemente en la agilidad, actualidad y dinamismo del ejercicio periodístico; sin apartar el espacio cada vez mayor que ocupan la propaganda y la publicidad dentro del sistema de los medios de prensa. Precisamente el desarrollo de este fenómeno, garantiza en extraordinaria medida el sostenimiento y avance indiscutible de tantos periódicos, emisoras y canales de TV en esa época. [14]

A la par de ese oportuno desarrollo, la sombra capitalista resguarda sus intereses en cada sector de la nación cubana. Según Ernesto Vera y Elio Constantín en El periodismo y la lucha ideológica, durante los años de la república mediatizada la prensa dominante en Cuba tuvo un carácter netamente imperialista, reaccionario como consecuencia de la situación semicolonial.[15]

Ambos autores resumen en El Periodismo y la lucha ideológica, las características de esta prensa del modo siguiente:

  • Fue un medio utilizado para negar y ocultar las mejores tradiciones de las luchas independentistas de nuestro pueblo.

  • Fue un permanente difamador de la ideología de la clase obrera, el marxismo-leninismo, y su más firme exponente: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) primero y, posteriormente, también los demás estados socialistas.

  • Apoyada en falsos valores, trató de sembrar en la conciencia de nuestro pueblo la frustración, el conformismo, el fatalismo geográfico y político y, muy especialmente, el anticomunismo.[16]

Resulta preciso añadir que durante los años de la Segunda Guerra Mundial la campaña antifascista que se llevaba mundialmente también tuvo ecos en Cuba. Durante ese período gubernamental Fulgencio Batista —el hombre fuerte de Cuba— "que era muy hábil, muy sagaz en la politiquería, le dio apoyo a los periodistas para fundar el Primer Colegio de Periodistas de América Latina (1943) y para hacer antes el Primer Congreso de Periodistas cubanos en el año 1941".

De esta manera, con todo el apoyo propiciado por Batista y las subvenciones del gobierno, la prensa dominante se imbricaba a los intereses del gobierno. Sin embargo, como expresión del auge de las luchas revolucionarias "se dan determinadas condiciones[17]que permiten la circulación legal de alguna prensa revolucionaria".[18]

Añaden además, Ernesto Vera y Elio Constantín, que algunos años después, la agudización de la campaña anticomunista patrocinada por Estados Unidos contra el campo socialista obstaculiza esta "apertura informativa".

Durante el período de los gobiernos auténticos y principalmente en el que correspondió a Carlos Prío la embestida contra las ideas revolucionarias, principalmente las marxistas y leninistas alcanzó niveles sangrientos. Más, presumimos que debido a su conformidad con una buena suma de billetes al retirarse del gabinete presidencial, Prío optaba por mantenerse indiferente ante los severos asomos críticos que denunciaban sus fechorías.

Con el golpe de estado de Batista, otra bien distinta sería la situación del periodismo. No obstante, podemos resumir que la seudorrepública resultó fecunda en publicaciones de todo tipo. El periodismo militante pudo desenvolverse en la en la legalidad y semilegalidad salvo en regímenes dictatoriales como los de Gerardo Machado y el ya mencionado Fulgencio Batista.

El rostro de la prensa escrita

Hemos hecho referencia a dos tendencias dentro de la prensa cubana antes del triunfo revolucionario de 1959; una dada por el servilismo a los intereses del régimen (prensa dominante) y otra que repudia la injusticia y abraza las transformaciones políticas profundas.

Dentro de la primera no podemos dejar de mencionar a las grandes empresas periodísticas de Cuba: Diario de la Marina (1844), El Mundo (1901) y El País (1941).

Diario de la Marina, durante los años de gobierno auténtico, no denunció los robos ni el gangsterismo aunque sí aprobó la práctica del divisionismo en la clase obrera y la imposición del mujalismo. Tampoco lo hizo el diario nacido en los albores del siglo. "Sus intereses «serios» estuvieron muy por encima del pueblo. Pero se las arreglaba para mantener una aparente equidistancia entre el poder y sus adversarios."[19] (Pueden incluirse también en esta tendencia reaccionaria, a otros tantos cuya política dependía de los intereses del gobierno de turno. Pero consideramos que no pueden faltar en este recuento algunos como Alerta (1936), Avance y El Crisol, que son considerados "hijos" de los grandes diarios mencionados anteriormente.

Contrarios a estos periódicos subordinados a la burguesía nacional surgieron otros preocupados por la defensa de de los intereses del proletariado y de los sectores más humildes del pueblo. Justicia[20]Bandera Roja[21]La Palabra y Línea, fueron antecedentes sobresalientes de la publicación Noticias de Hoy (1938) y que desempeñó un extraordinario papel como servidor de la causa antiimperialista del pueblo cubano, de la lucha contra la explotación, por el socialismo y la paz"[22]

La década del 30 devino momento propicio para la circulación de la prensa comunista y revolucionaria. Además, incluimos en esta secuencia de voceros de las ideas justas a El centinela,[23] Mella[24]La Palabra, la revista Masas y Mediodía. A diferencia de la corta duración de estas publicaciones, Noticias de Hoy disfrutó de una existencia legal en etapas semidemocráticas. Sufrió después el asalto, la persecución y la censura hasta ser clausurado definitivamente a raíz del asalto al Cuartel Moncada.

El período posterior al cuartelazo del 10 de marzo suscitó la concurrencia de una prensa llamada por Vera como "prensa masiva", al referirse a la nacida de la clandestinidad y que figura como clave dentro de los momentos de la historia del periodismo progresista en cuba antes del triunfo de la Revolución. No adentraremos nuestro análisis y en esta etapa pues no se circunscribe al marco de nuestra investigación y sí la consideraremos para futuras investigaciones.

La voz de la radio y los cimientos de la TV

La radio en Cuba se fundó a principios de la década del veinte. Este medio alcanzó un sorprendente arraigo popular en nuestro país y fuera de él. Diez años después de su inauguración, en la isla había sesenta y dos emisoras, lo que la situaba en el cuarto lugar del mundo.

Sin embargo, no es hasta la década del cuarenta que este medio adquiere un impetuoso desarrollo. Cifras ofrecidas en Dos siglos de periodismo en Cuba, refieren 156 instalaciones radiales en el país hacia finales del decenio. Surgen dentro de este período, la CMQ (1942) y Radio Reloj (1947).

Los micrófonos de la CMQ estuvieron a disposición de las nuevas generaciones, —estudiantes y profesores de la Universidad— para pronunciarse y constituyó la trinchera combativa de Eduardo Chibás en su lucha contra la corrupción administrativa y otros males sociales.

En esta apretada síntesis del impacto logrado por el medio radial en Cuba, no podemos olvidar a dos figuras: Guido García Inclán con "El periódico del aire" en la emisora COCO, y José Pardo Llada en Unión Radio con un timbre de voz exclusivo y un mensaje populista.

Hacia la mitad del siglo XX, Gaspar Pumarejo inaugura Unión Radio Televisión, Canal 4 (1950). Los hermanos Goar y Abel Mestre, abren más de un año después el canas6, CMQ. "Luego Amadeo Barletta pone en funcionamiento el canal 2. Y con posterioridad se crearon los canales 7, 11 y 12, este último en colores"

El medio de comunicación televisivo tuvo poco alcance en sus primeros años de fundado. Como dato interesante sobre las posibilidades que abría a la publicidad la llegada de la imagen, el 75% de su programación iba encaminada al entretenimiento y los anuncios publicitarios. Los espacios noticiosos eran mínimos y los acontecimientos que reflejaban prescindían —como lo hacía la prensa escrita— de temas relacionados con la crisis social y los atropellos de las fuerzas represoras del gobierno.

Constituye este, un breve acercamiento a la historia de la prensa en las décadas que nos atañen —1940 y 1950— fundamentalmente.

La Revolución en el Poder y la nueva prensa revolucionaria. Luces y sombras

El esperado triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, con Fidel Castro a la cabeza del movimiento, no solo trajo consigo cambios sociales relevantes. Significó el comienzo de una nueva etapa, para la población, para la nación y por supuesto para los medios de prensa. Por esa época muchos empresarios de la prensa capitalista ya habían abandonado el territorio nacional para hacer causa mercenaria con el imperialismo yanqui. Solo unos pocos de estos periódicos fueron intervenidos por el nuevo mandato, y otros, fueron sustituidos por una nueva vertiente discursiva que dejaba ya entrever, cuál era el verdadero objetivo de la revolución cubana. La nacionalización de la gran prensa en Cuba fue resultado de un proceso, al tiempo que se reanudaron o nacieron medios de comunicación al servicio de la Revolución.

El papel de la prensa alternativa que se creó con el triunfo de la Revolución fue construir una muralla contra la manipulación de la realidad. Se trataba de Cuba, que constituye un caso único visto la diferencia enorme entre la representación ideológica transmitida por los medios occidentales y la realidad del país.

La estrategia del estado en esos años fue convertir a los medios de prensa en un arma poderosa con el objetivo de dar la información objetiva a los ciudadanos, además de defender el orden político, económico y social establecido, por diversos medios eficaces, tales como la propaganda política a través de los discursos y sobre todo, los editoriales en primera plana.

"Los medios de comunicación son en una amplia medida, (…) los transmisores más que no los creadores de las causas y de los efectos de los que por lo general se ocupan los historiadores", comenta Michael Schudson, a propósito de las lagunas metodológicas y teóricas que en la actualidad dificultan el camino a quienes se proponen hacer la historia de los medios de comunicación, los cuales "se desarrollan en el telón de fondo, no en primer plano ocupado por el acontecimiento de las principales líneas de los temas históricos."[25]

Serrano establece que "para que el Sistema de Comunicación Pública pueda verse modificado por un cambio del Sistema Social, sólo se requiere que le sea dependiente. Pero si además sucede que a veces el Sistema Social resulta afectado por la transformación del Sistema Comunicativo, esa interdependencia supone, por definición, la independencia suficiente para que el Sistema de Comunicación llegue a tomar la iniciativa del intercambio."[26]

El desarrollo de un Sistema Comunicativo con cierto grado de autonomía discurre paralelo al desenvolvimiento del Sistema Social, si bien no siempre existe sincronía. Ambos sistemas "están organizados de modo diverso y sus componentes satisfacen en cada caso funciones específicas que nunca hasta ahora han aparecido completamente reguladas por el control del otro."[27]

Cada uno cuenta entonces con procesos internos e independientes de ajuste, eso sí, provocados por la afectación del otro, y que se resuelven "según las leyes que regulan el funcionamiento del propio Sistema afectado y no según las que rigen el funcionamiento del afectante…

Los primeros tres años de la Revolución Cubana; época pletórica de cambios políticos y sociales subvirtieron todo el régimen imperante, encauzando al país por un nuevo derrotero de igualdad social. Objetivo que recabó en el imprescindible concurso de los medios de comunicación como vehículos difusores de la nueva realidad, solo posible de lograr con el esfuerzo aunado de toda la sociedad.

Los medios de comunicación participan junto a otras instituciones sociales (la familia, la escuela, la iglesia) en la tarea de control sobre las representaciones sociales de cada individuo. Por la capacidad educadora y formadora del ser humano, estas instancias controlan y conducen los rumbos de la producción y la oferta de información. Desde esta perspectiva, son modalidades de control social por el recurso a la información todas las acciones que inciden en la enculturización de las personas: estudios reglados; manifestaciones culturales, artísticas, rituales o recreativas; oferta de noticias que circulan por sistemas informales o por los MCM (Medios de Comunicación de Masas)

Con la nueva situación que se creaba en Cuba con el triunfo de la insurrección armada encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, se abrían a la prensa revolucionaria nuevos horizontes de una amplitud sin precedentes en nuestro país, pero al mismo tiempo se planteaban nuevas tareas de una magnitud también sin precedentes en Cuba.

La prensa en general sufría de inmediato las transformaciones irreversibles, pero a la prensa revolucionaria en particular le correspondía la extraordinaria tarea de transformaciones, no solo en el contexto de los profundos cambios que comenzaban a operarse en toda la sociedad cubana, sino también, y sobre todo, a contribuir a ser vehículo de esos profundos cambios políticos, económicos y sociales.

Por tanto a esa prensa le urge la tarea de contribuir eficazmente, como medio masivo de comunicación, a impulsar, esclarecer y acelerar las profundas transformaciones que comienzan a operarse en nuestra sociedad, y por supuesto, transformarse ella misma simultáneamente con las transformaciones dirigidas por las fuerzas revolucionarias que van asumiendo el poder.

En este fenómeno, surgido al calor de la lucha insurreccional nacional liberadora y revolucionaria, encontramos en la prensa consecuente con esa lucha los elementos de síntesis más completos que expresan la riqueza política e ideológica de la revolución cubana.

No solo vemos un Ejército Rebelde, sino que está presente también la contrapartida antagónica una prensa de una prensa de riesgo y heroísmo que llega al pueblo y comprueba que nuestro país

Hasta ahora se ha comprobado cómo los medios de comunicación, entre ellos la prensa, son dirigidos (reformados cuando es necesario) hacia el establecimiento y permanencia de instituciones integradoras de determinado sistema social. Son acoplados a dicho sistema para actuar en consonancia y facilitar que estos se establezcan en las categorías mentales de los elementos de la sociedad.

Gracias a estos acoples y mediaciones, se logra la hegemonía social (duradera o no) de determinado orden, condicionando a las personas desde la propia idiosincrasia, la cultura popular, que legitima entonces los puntos de vista ofrecidos como propios. Se puede comprobar que de esta manera funcionan en la actualidad las sociedades del mundo, con mayor o menor éxito por parte de las instituciones detentadoras del poder.

"Los sesenta" han sido codificados en la memoria, con razón de sobra, como la época heroica, por la Reforma Agraria y las que le siguieron en corto tiempo, por la rápida victoria sobre la invasión de Playa Girón, y la menos rápida pero igualmente contundente sobre la contrarrevolución interna. Por la crisis de octubre, que tensó al máximo la cuerda de la confrontación mundial, y permitió a Fidel Castro desplegar sus cualidades de líder y de estadista. La humanidad tendría que reconocerlo desde entonces como una figura de talla mundial y no sólo como el jefe de la revolución que había triunfado en la isla más grande del Caribe. No fue el alineamiento el signo de su grandeza sino la singularidad y la justeza de sus posiciones y la capacidad, la coherencia y la valentía para defenderlas.

En los dos primeros años el debate giró esencialmente sobre el rumbo de la revolución, y esto se reflejaba en una prensa que conservaba la configuración del espectro mediático precedente a la victoria de enero de 1959. Hago la salvedad del diario Revolución, creado como órgano del Movimiento 26 de Julio, y el diario del Partido Socialista Popular, Noticias de Hoy, que volvía a ver la luz después de muchos años de prohibición. Tal vez el puntal de mayor prestigio en la prensa de entonces era el semanario Bohemia, con medio siglo de presencia en la vida nacional. Y con un papel crítico reconocido en el manejo de los vaivenes de la política.

El debate sobre el marxismo y la cuestión de la opción por el socialismo, se convertiría en una de las prioridades en la agenda a medida que avanzaban los sesenta. Sobre la divulgación del marxismo y también sobre el marxismo mismo como teoría. El rumbo revolucionario se había definido ya como socialista; se introducía, desde posturas autóctonas (en términos de legado independentista y de soberanía actual) al contorno del socialismo existente, y asumía el marxismo y el leninismo como matriz teórica. El debate público cubano se ha desarrollado, profundizado y expandido durante las dos últimas décadas. El ejercicio del debate constituye un medio para el compromiso y la cooperación sociales. La mezcla de los discursos políticos y los culturales ha caracterizado a la esfera pública cubana.

A decir de la Dra.C. Alina Bárbara López Hernández, "El sector que representó la visión más ortodoxa de la cultura, que fue de hecho un grupo decisor en la etapa y por tanto sus concepciones dejaban de ser simples opiniones personales para convertirse en políticas culturales, estuvo compuesto en su mayoría por intelectuales que provenían del Partido Socialista Popular (PSP), entre los que podemos mencionar a Mirta Aguirre, Edith García Buchaca,[28] José Antonio Portuondo y Blas Roca como los más activos y que, desde el periódico Hoy, órgano del PSP, estuvieron entre los artífices de las posturas dogmáticas que conducirían más adelante al período conocido como Quinquenio Gris."

El rumbo tomado por la Revolución, para avanzar y defenderse, también fue de diversas maneras ideológica y políticamente polémico al interior de las fuerzas actuantes dentro del proceso revolucionario.

En los primeros meses existía un alto espíritu de lucha, pero existían desiguales niveles de compromiso con la opción socialista y las alianzas establecidas internacionalmente. La mayoría se había identificado plenamente, pero también convivían sectores con preocupaciones, dudas y desacuerdos explícitos o implícitos en su quehacer.

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