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Heterosexuales y homosexuales. ¿Una relación de amistad posible? (página 2)


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La emancipación plena de los hombres homosexuales implica promover y lograr cambios en el imaginario de una sociedad que todavía no acepta la homosexualidad aunque se muestre más comprensible y flexible ante la presencia de este "fenómeno," comparado con tiempos anteriores. Por tal razón el presente trabajo pretende fundamentar como los estereotipos y prejuicios presentes en nuestra sociedad irrumpen el establecimiento de relaciones de amistad entre los jóvenes varones homosexuales y heterosexuales.

Los estereotipos y prejuicios que existen en nuestra sociedad sobre la homosexualidad constituyen una de las principales causas del rechazo y la discriminación por parte de los heterosexuales hacia estas personas con esta orientación sexual, influyendo esto negativamente en el desarrollo personal y bienestar de los jóvenes varones homosexuales, pues se limitan los grupos a los cuales ellos pueden pertenecer, y con ello se obstaculiza o dificulta el proceso de socialización por el cual atraviesa el joven, y por ende dificultan el establecimientos de relaciones de amistad entre las personas con estas orientaciones sexuales.

Por tanto es necesario conocer que la juventud (desde los 16 hasta los 23 años aproximadamente) en nuestra sociedad es una etapa de relevante importancia, pues constituye el tránsito esencial de la infancia a la madurez, donde se consolidan y afianzan los lazos de amistad, los cuales tienen un especial acento selectivo, emocional e íntimo. Aquí serán otros los criterios que se tendrán en cuenta para la elección del amigo. En esta etapa la estructura de los roles de la personalidad ya adquieren una serie de cualidades nuevas, adultas. Ocurre todo un proceso de socialización de la vida emocional y afectiva del joven, por tanto la juventud es una etapa de afianzamiento de las principales adquisiciones logradas en períodos anteriores y en especial de la adolescencia, consolidación que se produce en consonancia con la tarea principal que debe enfrentar el joven, la de autodeterminarse en las diferentes esferas de su vida.

Desarrollo

Se considera de mayor interés para nuestro trabajo a los jóvenes por el nivel de protagonismo e implicación que tienen a nivel social en las actuales situaciones de la Batalla de Ideas que libramos en nuestra Revolución Cubana, donde los jóvenes son los protagonistas esenciales para la emancipación de nuestra sociedad y por ende les ocupa un rol eminentemente responsable en la elaboración, ejecución y perfeccionamiento de las acciones sociales, razón por la cual constantemente son evaluados por la sociedad, quien construye representaciones sociales y expectativas con respecto a su desempeño, lo que se convierte en punto de partida para la crítica cuando los comportamientos que exhiben no se corresponde con lo que de ellos se espera, fundamentalmente cuando se trata de la expresión de su orientación sexual, y mayoritariamente cuando se evalúa con quién se relaciona, cómo lo hace, para qué lo hace, es decir en sentido general el establecimiento de sus relaciones sociales y entre ellas, con muy marcada significación, las relaciones de amistad.

Aunque en el presente, en nuestra sociedad se ha ido cambiando en cierta medida la visión que se tenía acerca de "cómo debe comportarse el varón" y "cómo debe hacerlo la hembra", o sea, qué elementos deben caracterizar a estos sexos, si la debilidad, la fuerza, la sensibilidad o la inteligencia para uno u otro, y en este sentido se es más flexible hoy en día, continúan siendo los jóvenes varones mas cuestionados que las hembras, pues a su vida sexual se le da más espacio y se considera más interesante por el papel que socialmente se le ha conferido; se considera que el deseo y la satisfacción sexual de la mujer dependen en gran medida del hombre, que a ellos los debe caracterizar la rudeza y nunca la debilidad, pues esto es para la mujeres, que mientras más relaciones sexuales tengan con mujeres más "hombres" son, y que en esa relación deben ser ellos quienes tengan el dominio y el control.

Con respecto a lo anterior se plantea que con el transcurso del tiempo se ha ido creando "un modelo hegemónico de masculinidad" donde las asignaciones más importantes al varón son: el dominio, la posesividad, la fortaleza, la inteligencia, la virilidad, la potencia sexual desligada del afecto y las emociones, asumiéndose esto como lo relativo a su sexo, lo que niega cualquier posibilidad de ser diferente y a la vez mantenerse "hombre", producto a que se naturalizan conductas, actitudes y roles social e históricamente asignado a dicho modelo de masculinidad (Álvarez, M. 2001)

Esta situación implica para el varón un conjunto de expropiaciones de necesidades insatisfechas y de limitantes para su desarrollo personológico y humano, que traen como consecuencia afectaciones para su salud. Evidentemente, son los varones homosexuales los que más sufren y los más perjudicados en este sentido, por ser ellos los que menos se corresponden con el "ideal de varón", que la sociedad espera, por el solo hecho de desear a una persona de su mismo sexo.

¿Por qué la homosexualidad masculina?

En todas las épocas se han creado imágenes hostiles en torno a los hombres homosexuales, y especialmente en torno a su sexualidad. De forma periódica, el temor a la homosexualidad masculina se ha reflejado a través de largos e intensos debates sociales.

La sociedad ha intentado, a lo largo de los años controlar de distintas formas la sexualidad de los hombres homosexuales. Antes se alegaba como excusa, el deseo de proteger a la juventud. Hoy la excusa es el SIDA. De lo que en realidad se trata hoy en día, como entonces, es de la misma incomprensión hacia aquellas personas de orientación homosexual.

La construcción de la realidad homosexual ha estado condicionada por un número de circunstancias, y a lo largo de la historia ha sido nombrada de diversas maneras.

La palabra homosexual fue acuñada en 1869 por Benkert y se popularizo posteriormente, desplazando a otras denominaciones como: amor griego, sodomía, inversión sexual, entre otras. (Orlandini, A. 1995).

La revolución sexual, comenzada a partir de los años 60, ha incluido dentro de sus temáticas la defensa de los homosexuales y han predicado la tolerancia a las personas con una orientación sexual diferente a la heterosexual. Desde esa época los homosexuales se han considerado como minorías discriminadas y victimizadas por la sociedad, lo cual ha repercutido negativamente en su conducta y su autoaceptación.

Desde 1974 los psiquiatras de Estados Unidos han "despatologizado" la homosexualidad, y como tal, la han retirado de la clasificación de las enfermedades, con la excepción de la homosexualidad ego-distónica (aquellas personas que no se aceptan como homosexuales y desean dejar de serlo), en el cual el conflicto homofóbico ocasiona sufrimientos en el psiquismo (Orlandini, A. 1995).

Actualmente la CIE-10 reconoce solamente a la homosexualidad ego-distónica como una patología pues estas personas pueden asumir comportamientos que van desde un detrimento de su salud tanto física (falta de apetito o por el contrario aumento de este debido al estado de ansiedad en que viven, dificultades para conciliar el sueño, entre otros) como psicológica (estados de depresión, temor a que su familia o la sociedad lo rechace, aislamiento social, ruptura de relaciones interpersonales, estrés, incertidumbre, baja autoestima, pobre autoconocimiento, sentimientos de inferioridad, trastornos de conducta y psicofisiológicos, intentos suicidas que pueden provocar la muerte, etc.)

No obstante reconocemos que aquellas personas con homosexualidad egosintónica, a pesar de no ser consideradas como enfermas, pues se aceptan como tales, o sea, como homosexuales, lo que facilita que no presenten determinados síntomas patológicos, también experimentan sufrimiento debido al rechazo que reciben de la sociedad. Por tanto, pedir a las personas que se comporten de forma contraria a su orientación sexual, pone en serio peligro la salud y el equilibrio psicológico de esas personas. 

Han sido muchas las definiciones que sobre la homosexualidad se han dado, no obstante la asumimos como una variante de la conducta sexual humana, como una orientación sexual con las mismas posibilidades reales que las otras y por ende, con la aceptación equitativa que requiere.

Según el Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH / SIDA, 2004, la orientación sexual, es la preferencia y/o el deseo sexual por personas del mismo o distinto sexo. Es una atracción constante hacia un tipo particular de personas en el plano emotivo, romántico, sexual o afectivo. Reconocemos además el plano cognoscitivo (pensamientos, puntos de vista), el cual puede ser objeto de atracción para la persona.

Es esencial aclarar que la orientación sexual es diferente del comportamiento sexual. La orientación sexual se relaciona con los sentimientos y la autoimagen, y representa un tipo de disposición sexual hacia las personas del otro sexo, del mismo o de ambos. Esta es una dimensión de la sexualidad muy estable aunque no estática. Los comportamientos sexuales no siempre son arraigados, las personas pueden tener determinados comportamientos en contextos específicos y cuando cambia el contexto pueden cambiar los comportamientos. No siempre los comportamientos sexuales expresan la orientación sexual de una persona.

Por otra parte la formación y transformación de la orientación sexual no depende únicamente de la voluntad de las personas, puesto que inciden otros factores (biológicos, sociales, culturales y psicológicos), por lo que resultaría muy difícil querer cambiar la orientación sexual que presentan las personas, mediante la movilización de su conducta, por medio de la presión social, ejercida desde las concepciones machistas existentes en nuestra sociedad.

Si bien la minoría de los homosexuales lleva una vida "exitosa y feliz", la mayoría a menudo bajo presión por parte de su familia o de grupos sociales y religiosos, desean cambiar su orientación sexual por medio de la terapia. Sin embargo, la realidad es que la homosexualidad no es una enfermedad, por tanto no requiere tratamiento y no se puede cambiar porque se desee.

Según Bell y Weinberg, la homosexualidad puede ser vivida – lo mismo que la heterosexualidad – con una variedad de estilos de vida y esperan que "las investigaciones futuras quizás lleguen a probar que estos índices diversos son mucho más importantes para entender la situación de una persona que la orientación sexual por sí sola".

Según estos autores los homosexuales forman un grupo extraordinariamente variado al igual que los heterosexuales, esto se debe a que nuestra personalidad es diferente e inigualable, pues la formación y desarrollo de esta dependen de la historia de vida individual de cada persona y de la manera en que se interiorice y asimile la influencia que recibimos del medio, que va a depender en gran medida de nuestras necesidades, intereses, motivos etc., sin olvidar el papel activo y emprendedor del hombre, por tanto sería errado caracterizar a la persona por su orientación sexual.

Ellos plantean que "Se entiende mejor a los hombres y a las mujeres homosexuales, cuando se les considera como seres humanos con necesidades, actitudes, hábitos, pensamientos, emociones, sentimientos y no únicamente en término de su comportamiento sexual".

Evidentemente no se puede juzgar ni cuestionar a los homosexuales por su orientación sexual, pues entonces sólo se tendría en cuenta la preferencia sexual de la persona y no quién es en realidad, por lo que se expresarían actitudes mecánicas y rígidas al atribuirle características específicas (sensible, débil, "afeminado", incapaz de realizar algunas actividades que requieran de fuerza, etc.) a los homosexuales, que estarían dadas por su orientación sexual y excluiríamos por completo el carácter único e irrepetible de la personalidad así como el papel activo y transformador del ser humano, su autonomía, autoconciencia y formas exclusivas e irrepetibles de manifestarse ante las situaciones cotidianas que se les presentan en su devenir histórico social. Las cuales al querer homogenizarlas, sólo conllevaría a la enajenación del sujeto y por ende a la pasividad de la respuesta social que debe brindar en las relaciones que establece durante todo su proceso de socialización.

¿Qué son las relaciones de amistad y cómo surgen?

Las relaciones de amistad están incluidas dentro de las relaciones interpersonales. Al igual que éstas tienen como rasgo específico e importante la base emocional, lo que significa que las relaciones de amistad surgen y se desarrollan sobre determinados sentimientos, generados en las personas en su relación mutua, aunque las relaciones entre las personas no se forman únicamente sobre la base de los contactos emocionales directos.

Las relaciones de amistad evolucionan a lo largo del ciclo vital. El concepto de amistad y la forma de comportarnos con nuestros amigos cambia en las distintas etapas del desarrollo a medida que avanza nuestro nivel cognitivo y adquirimos experiencias racionales con compañeros y amigos. Cambia el significado de la amistad, la forma de comportarnos con nuestros amigos, los sentimientos hacia ellos, lo que pensamos, esperamos y exigimos de ellos, la forma de expresar la amistad y las variables que van a condicionar, en cada etapa de la vida que tengamos o no amigos. Por el contrario existen también algunos aspectos de la amistad que no cambian, que permanecen constantes en el transcurso de nuestra vida, como la elección voluntaria de los amigos, la reciprocidad, el deseo de proximidad, protección, apoyo emocional, entre otros.

Han sido muchas las definiciones que se han dado sobre la amistad, no obstante la que sustenta o acoge esta investigación es la de Ruth Sarabany, 2000, la cual concibe a la amistad como un apego específico a otra persona que implica mantener el contacto con el otro (desear estar con él), compartir conocimientos (contarse cosas y/o introducir temas de agrado e interés), intereses conjuntos (deseos de ir al mismo sitio o hacer algo juntos), inquietudes y sentir afecto por el otro.

Partimos de esta definición pues los elementos que aborda Sarabany (apego, contacto con el otro, compartir conocimientos, intereses conjuntos y sentir afecto por el otro) son precisamente los más difíciles de lograr en la relación que puede establecer la persona heterosexual con la homosexual, debido a la presencia de estereotipos y prejuicios, que impiden el vínculo directo, afectivo, fraterno y cordial entre estas personas de diferentes orientaciones sexuales, manteniéndose "distancia"" entre ellos, pues los heterosexuales cuestionan con gran fuerza el hecho de sentarse a conversar con los homosexuales durante determinado período de tiempo o simplemente ir juntos a algún sitio, siendo más criticable el sentir afecto por estos, ya que supone para ellos la identificación con esta orientación sexual, y por tanto es puesta en duda por el resto de la sociedad su "hombría". Esta situación genera temor para los heterosexuales ya que pueden ser calificados como homosexuales, aunque demuestren o estén conscientes de que no lo son, lo que resulta degradante para ellos.

Ahora bien, es preciso conocer que una auténtica amistad rara vez surge de golpe. Esta, suele estar precedida por búsquedas, fracasos, relaciones transitorias. Sobre la base de esta experiencia se va plasmando y puliendo el ideal personal del amigo y de la amistad. Se ha demostrado que es más fácil que surjan relaciones y más difícil que se consoliden y se profundicen.

La elección de los amigos es un proceso complejo que requiere de valoraciones individuales y factores sociales compartidos y ante la pregunta de cómo suelen elegirse entre sí quienes tienen status idénticos y aquellos que tienen status diferente en la sociedad (Maisonneuve, 1955) contesta:

  • Existe una propensión entre los sujetos populares a elegirse mutuamente, contrariamente a lo que sucede entre los sujetos medios y excluidos.

  • Existe una tendencia inversa de los sujetos populares a evitar a los aislados.

  • Existe una mayor tendencia de los sujetos medios a asociarse más bien a los populares que a los aislados.

Esto demuestra que el desarrollo de las amistades en los grupos sigue una secuencia cuyo primer estadio seria la proximidad, atracción física y semejanza en el status social, luego viene el status del que disfruta cada uno dentro del grupo y la seguridad que perciben en él; más tarde sería el acuerdo sobre valores e intereses y por último la complementariedad.

Aunque existan estos elementos que le dan una secuencia al surgimiento y formación de las relaciones de amistad según este autor, se considera que lo primordial es la aceptación de la persona tal y como es, pues de no ser así la relación de amistad no sería posible.

Se ha demostrado que los sujetos con problemas de ansiedad, desajuste, hostilidad e incapacidad personal suelen ser más rechazados por los compañeros que aquellos que no presentan estos problemas, igual sucede con los homosexuales, pues son considerados por la sociedad como portadores de características que no se corresponden con su sexo, lo que resulta "anormal" y por tanto son aislados y discriminados, siendo su comportamiento en todo momento objeto de crítica, lo que tiene su base en los prejuicios y estereotipos que sobre la homosexualidad existen y que vinculan la existencia de conductas desviadas de las establecidas socialmente como "adecuadas", que cuestionan todos los procesos que se suceden en la reciprocidad afectiva y la intimidad que pueda existir entre amigos heterosexuales y homosexuales.

Ahora bien, según la teoría de la autoestima las personas se sentirán atraídas hacia aquellas personas que le suministran informaciones favorables y alejadas de aquellas cuya información resulta desfavorable, al margen de que el feedback sea o no consistente con sus puntos de vista. El hecho de que la información recibida sea favorable o no va a depender en gran medida en este caso de los prejuicios y estereotipos sociales que sobre los homosexuales se tienen así como de la cultura en sentido general.

Es importante tener en cuenta que el individuo intenta asemejarse a aquel colectivo en el que se siente integrado. En la mayoría de los casos son muy pocos los homosexuales que se sienten integrados (independientemente de que quieran o no) a aquellos grupos conformados por personas heterosexuales debido a los prejuicios y estereotipos que hacia los homosexuales existen en nuestra sociedad y que asumimos sin siquiera cuestionárnoslo, los cuales limitan en gran medida las relaciones interpersonales entre estos, especialmente las relaciones de amistad.

Aunque existan criterios acerca de la elección de los amigos, lo cual, como hemos visto está influenciado por los estereotipos y prejuicios existentes en nuestra cultura, se considera que podemos llegar a ser amigos, y buenos amigos de quienes inicialmente despiertan en nosotros sentimientos negativos. Por tanto se deben fomentar y potenciar las relaciones de amistad, ellas son importantes y necesarias para todas las personas ya sean homosexuales o heterosexuales.

¿Por qué son importantes las relaciones de amistad?

Las relaciones de amistad son acreedoras de satisfacciones a necesidades que encuentran su materialización sólo a través del contacto o en la actividad con el otro, lo que supone que los amigos deban compartir ciertas características afines, que permitirá una mejor interacción y por tanto congruencia en las acciones de la relación.

Se puede afirmar entonces que el afecto que surge de la amistad mejora nuestro equilibrio psicológico. La amistad es una forma de amor que se basa en la comunicación, el apoyo mutuo, la comprensión, la aceptación, la tolerancia, el cariño, entre otros, elementos estos que son necesarios en nuestras vidas y que no están presentes en la relación que se establece entre la persona heterosexual y la homosexual, debido a los estereotipos y prejuicios que sobre la homosexualidad se tienen, los cuales deben ser disminuidos por las consecuencias negativas que traen consigo para el ser humano.

El establecer relaciones de amistad con los homosexuales, permitirá tanto al homosexual como al heterosexual fomentar en ellos la colaboración, el intercambio, el reconocimiento del otro, la alegría compartida, además de reducir la agresividad, la desconfianza y las actitudes defensivas. Los ayudará a conocerse mejor a ellos y al mundo, haciéndoles ver las cosas desde otros puntos de vista (empatía, mayor realismo). De igual forma mejorará no solo su autoestima sino también el control, además de ayudarlos a combatir y aliviar la soledad (inherente al ser humano y la existencia misma), lo que permitirá que estas personas con diferente orientación sexual puedan llevar una vida "plena y feliz".

Es esencial conocer que no tener amigos puede ser tan dañino para la salud como el tabaco o el sobrepeso, de ahí la gran importancia que tienen principalmente para los homosexuales (ya que son rechazados y aislados por la sociedad y sus relaciones son limitadas en comparación con las del heterosexual) el establecimiento de verdaderas relaciones de amistad, pues se ha demostrado que los vínculos sociales disminuyen el riesgo de algunas enfermedades al reducir la tensión arterial, las afecciones cardiacas y el colesterol, activa el sistema inmunológico. Las relaciones de amistad activan ciertas áreas del cerebro y liberan hormonas que facilitan la relajación y el bienestar (López, A. 2005).

La amistad puede llegar a ser un valor para las personas, ya sea un valor formal si regula el comportamiento del individuo ante situaciones de presión o control externo o un valor personalizado, si el sujeto que lo asume lo expresa de manera legítima y auténtica.

Se puede apreciar como en este sentido la amistad de los heterosexuales con los homosexuales se expresa, en la mayoría de los casos, sólo como un valor formal, pues es manifestada solo en determinados lugares y ante determinadas situaciones, fuera de estos marcos, el vínculo o relación entre ellos es imposible, pudiéramos mencionar por ejemplo a un grupo escolar o laborar donde para lograr los objetivos del mismo se necesita de la comunicación, cooperación y el apoyo de todos sus miembros y fuera de este contexto es apreciada como innecesaria y vergonzosa la relación de amistad entre estas personas que tienen diferente orientación sexual, lo que tiene su base en los prejuicios y estereotipos que aún perduran en nuestra sociedad.

Por ende, es meritorio que la amistad que se establezca entre homosexuales y heterosexuales sea asumida como un valor personalizado, pues esto contribuye a que estas personas establezcan determinados proyectos, propósitos y metas; ayuda a que se tenga una alta estima a otros individuos, y por ende se le reconozcan; contribuye además a que se prioricen las relaciones de amistad de acuerdo al sentido que estas tengan. La amistad como valor constituye una guía general de conducta que le da sentido a la vida, propiciando su calidad.

Referido a la importancia de la amistad dijo Aristóteles, que se puede ser feliz sin dinero y sin poder, pero no sin amigos, lo que una vez más resalta la gran significación que tienen las relaciones de amistad para los individuos.

En la juventud, el significado y la importancia de las relaciones de amistad adquiere un carácter especial, pues estas se resaltan, al cumplir variadas funciones, como el desarrollo de las habilidades sociales, como ayuda para enfrentar las crisis y los sentimientos comunes, ayuda a la definición de la autoestima y status, no por lo que dicen, sino por la posición del grupo al que pertenecen (Remplein, 1971; Hurlock, 1980; Craig, 1997 Cit por Moral MV. y Ovejero A. 2003 ).

Con respecto a lo que plantean estos autores se puede afirmar que en el caso de los homosexuales estas funciones que cumple la amistad apenas pueden ser percibidas debido a la limitadas y pobres relaciones de amistad que tienen la mayoría de los homosexuales, lo que está dado por el rechazo que reciben de los heterosexuales, al ser considerados para estos, como portadores de características negativas que no se corresponden con lo que de ellos se espera de acuerdo a su sexo. Por lo cual muchos homosexuales experimenten sentimientos de inferioridad, miedo a expresar lo que sienten, a ser menospreciados, soledad, inseguridad, angustias, etc.

Convendría preguntarse entonces ¿qué significa tener amigos? "Tener amigos es un logro social significativo, un indicador de competencia social y un signo de buena salud mental" (Hartup, 1984, p.408). En efecto la competencia social procede en gran medida, de las interacciones entre iguales, de modo que en este proceso de interacción se adquieren y afianzan ciertas habilidades sociales como se planteaba anteriormente, que son, hasta cierto punto imprescindibles para el joven (sea homosexual o heterosexual) que se desenvuelve en un ámbito académico y grupal específico.

Las relaciones de amistad son imprescindibles para los jóvenes dado que de la propia integración y aceptación por el grupo va a depender la conformación y afianzamiento de su identidad personal, por tanto se hace necesario percibir con mayor apertura y flexibilidad las relaciones de amistad que se establezcan entre homosexuales y heterosexuales, lo que supone eliminar o disminuir en gran medida los prejuicios y estereotipos que dificultan el establecimiento de estas relaciones.

Para ello, se debe partir de que son precisamente las relaciones de amistad una de las bases para el desarrollo adecuado de los seres humanos (independientemente de su orientación sexual) en su vida comunitaria, en el intercambio continuo y cotidiano de intereses, valores, afectos y forma de actuar y de pensar, de ahí que pertenecer a un grupo de amigos fortalece nuestro sentido de identidad, posibilita descubrirnos como somos en esa relación interpersonal, lo cual sirve también para fortalecer la propia estima, ayuda a desarrollar seguridad, aporta estabilidad en momentos de inquietud, dudas y sentimientos confusos: permite identificarnos y reconocernos como iguales ante otras personas.

Se puede apreciar como las sociedades justas tratan de condicionar un sistema educacional basado en el logro del establecimiento de relaciones interpersonales adecuadas, fraternales, conciliadas bajo la esquela de atención al prójimo, intercambio cultural y motivacional, esmero con el amigo, cuidado de los valores positivos que se generan y contribución al desenvolvimiento de una sociedad protectora, potenciadora de proyectos de vida y atención al ser humano, desde la base familiar, lo cual propicia la necesidad de incrementar el desarrollo de las relaciones de amistad que pueden considerarse movilizadoras de acciones en conjunto, influyentes en el estilo de vida de las personas y modificadoras de su conducta a favor del cumplimiento de determinadas normas y leyes sociales (Santana, Y. y Soteras, M P. 2001).

En este sentido no se establecen diferencias entre el homosexual y el heterosexual pues el tener relaciones interpersonales adecuadas, fraternales y especialmente relaciones de amistad, como se planteaba anteriormente no dependen de la orientación sexual de la persona, pues todos tenemos derecho a vivir nuestra sexualidad a plenitud, sin tener que ser discriminados ni rechazados.

Podemos señalar que una persona puede tener varios amigos con intereses diametralmente opuestos, la flexibilidad (participar de las actividades y aficiones que gustan de los demás, aceptar los consejos y las recomendaciones sobre nuestra persona con sencillez y serenidad, reconocer nuestros errores, aceptar los puntos de vistas de los otros etc.) nos permite alejar ese sentimiento de exclusividad que muchas personas equivocadamente reclaman.

Cada persona al ser diferente aporta algo distintivo en la vida de los demás, en eso consiste el enriquecimiento personal y el cultivo de amistades, por tanto, uno de los valores que deben primar en las relaciones de amistad es la flexibilidad, la apertura hacia los demás, el reconocimiento de las diferencias individuales, lo que nos permitirá establecer el diálogo abierto y sincero sobre disímiles temas, con esos individuos que son portadores de diferente orientación sexual, encontrando satisfacción al intercambiar vivencias y conocimientos con estas personas y conocer otros puntos de vista, otra manera de ver la vida.

¿Qué son los estereotipos y prejuicios y cómo irrumpen el establecimiento de verdaderas relaciones de amistad entre los jóvenes varones homosexuales y heterosexuales?

Los prejuicios están basados en un conjunto de creencias que condicionan nuestras actitudes y comportamientos hacia grupos de personas que por alguna condición particular: raza, edad, etnia, sexo, religión, etc. son evaluados como portadoras de características negativas, lo que nos puede llevar a crear situaciones discriminatorias dentro de los grupos.

Algunas fuentes de origen de los prejuicios son:

1. La no aceptación de las diferencias. Intolerancia de determinados grupos o su incapacidad para asimilar prácticas culturales o características diferentes en otros grupos o personas.

2. Conflictos sociales. Existencia de una larga historia de conflictos entre grupos, etnias, etc. motivada por factores económicos, religiosos u otros.

3. Aprendizaje social. Papel de modelo, como el de los padres, que influyen en la adquisición de ciertas actitudes por parte de sus hijos, que además reciben el refuerzo del medio social correspondiente.

4. Categorización social: proceso de categorización de la realidad, apoyado en determinadas creencias a partir de las cuales se divide el mundo social entre "nosotros y ellos", atribuyéndose generalmente características negativas a estos últimos.

Los prejuicios que existen sobre la homosexualidad y el rechazo que reciben las personas homosexuales, provoca que hasta los propios homosexuales interioricen todo esto, desarrollando una tendencia hacia una baja autoestima. Esto no quiere decir que todas las personas homosexuales tienen una autoestima baja, pero sí existen muchos factores que lo condicionan.

Por su parte el estereotipo sexual, significa los mandatos y las prohibiciones de la sociedad que determinan los roles femeninos y masculinos de sus miembros. Resulta una entidad rígida, cuya falta de flexibilidad ocasiona no pocos sufrimientos y malestares a las personas independientemente de su edad o sexo.

Los estereotipos consisten en aplicar de manera indiscriminada un patrón para la valoración de personas o situaciones.

Dentro de los estereotipos masculinos que existen en nuestra sociedad podemos citar algunos ejemplos:

  • El varón no puede ser emotivo ni tierno, debe ser un "duro".

  • El varón debe de acostarse con todas las mujeres que pueda, pues eso lo hace más "hombre".

  • Al varón lo debe caracterizar la rudeza, la fuerza, porque si no, es un débil, un "flojo".

  • El varón no debe jugar con muñecas y debe de andar suelto para hacer todo lo que quiera, ya que "es de la calle y no de la casa".

Estos estereotipos privan al hombre homosexual de poder vivir a plenitud su sexualidad pues en cierta medida se ven obligados a "cumplir con la sociedad", lo que significa reprimir su verdadera orientación sexual, afectando sus relaciones interpersonales, en todas sus aristas y fundamentalmente las relaciones de amistad.

Los estereotipos más dañinos se han originado sobre la base de la ideología machista. Debido a la nocividad de los patrones genéricos, los sexólogos modernos abogan porque se "desestereotipen" los códigos sexuales.

Los estereotipos y prejuicios que en torno a la homosexualidad existen, impiden que estas personas con esta orientación sexual sean consideradas como seres humanos "normales", con iguales derechos de expresar sus sentimientos, sus puntos de vista, sus gustos y preferencias, como los heterosexuales (claro está, con sus diferencias, las cuales no están dadas por su orientación sexual, sino por el carácter único e irrepetible de la personalidad).

El temor que sienten los heterosexuales de ser catalogados como homosexuales es un reflejo de los estereotipos y prejuicios que en nuestra sociedad existen, pues ser homosexual para ellos es indigno y bajo, lo que conlleva a que una buena parte de los heterosexuales rechacen a los homosexuales y por tanto establezcan limites muy estrictos en sus relaciones con estos; no van a ningún lugar con ellos, no se detienen a entablar una conversación fuera de los marcos donde por obligación sea necesario, no piden una opinión ni un consejo acerca de determinadas cuestiones que se han asumido en la sociedad como "propias de los hombres" (ya que estos –los homosexuales– son percibidos como "afeminados"), no se identifican con los problemas y alegrías de ellos, además de no frecuentar lugares que por costumbre sean visitados por homosexuales.

Para algunos heterosexuales en nuestra sociedad, la homosexualidad como una orientación sexual normal no tiene cabida, y con no poca frecuencia han manifestando opiniones como: "esas personas no deberían existir", "la homosexualidad es un pecado condenado por Dios, una aberración", "es una degradación del sexo masculino", entre otras.

En otros heterosexuales se puede apreciar una mayor apertura hacia el entendimiento y comprensión de la homosexualidad, como una variante sexual normal, e incluso hay quienes llegan a establecer un vínculo afectivo directo y sincero, pero a pesar de ello limitan sus relaciones con los homosexuales y evitan ser vistos con estos en determinados lugares y realizar algunas actividades donde estén otras personas homosexuales, ya que le confieren gran significación a la opinión que los otros puedan tener de ellos. Esta situación tiene como base los prejuicios y estereotipos que no permiten apreciar y valorar a la persona homosexual fuera de los marcos de sus preferencias sexuales.

Como una de las consecuencias negativas de estos prejuicios y estereotipos pudiéramos referirnos en este sentido a la homofobia la cual suele definirse como el rechazo que sienten los heterosexuales hacia los homosexuales (Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH / SIDA, 2004), aunque es necesario aclarar que los homosexuales también sienten homofobia hacia sí mismos aunque no siempre estén conscientes de ello.

La homofobia como todo prejuicio, descansa no sólo en el desconocimiento, sino sobre un conjunto de valores compartidos por la sociedad en general. La misma se traduce en una serie de estereotipos y prejuicios sumamente dañinos en su mayoría falsos, que facilitan que muchos homosexuales hayan sufrido insultos y burlas desde la infancia y hayan interiorizado la percepción de una sexualidad inadecuada, enfermiza, burlesca o vergonzosa, lo que influye negativamente en el desarrollo adecuado de estas personas, teniendo una marcada significación y repercusión en la juventud, debido a las características de dicha etapa.

La homofobia conlleva a que los jóvenes homosexuales sean caracterizados por la sociedad como enfermos, anormales, transgresores del orden (peligrosos), culpables de una deformación, objeto de burla, de crítica, de maltrato, de discriminación, lo que traen consigo que sean rechazados, desvalorizados, etc.

Ante esta situación su reacción es de aislamiento de los pares: "que nadie se entere", no socializa el aprendizaje, existe un distanciamiento por parte de los seres más cercanos y de posibles apoyos en su desarrollo, se puede apreciar falta de modelos a imitar, no encaja con lo socialmente esperado, se sienten despreciados y buscan la aceptación de su orientación sexual sobre la base de "falsas apariencias" para poder ser acogidos por la sociedad (se produce una disociación en el desarrollo de su proceso sexual). El proceso de socialización en ellos es a partir de la decepción, lo que trae consigo que vivan en permanente manipulación por parte de la sociedad, en vez de ser espontáneos. Todas estas reacciones provocan muchas veces en los jóvenes encuentros sexuales despersonalizados.

Los principales temores que tienen estos jóvenes frente a la sociedad son:

  • temor al rechazo social,

  • temor a la condena de los otros,

  • temor a verse aislados forzosamente,

  • temor a los abusos físicos,

  • temor a sentirse discriminados,

  • temor a sentirse limitados educacionalmente y en las carreras profesionales u oficios que elijan.

Estas reacciones y temores tienen que ver con que el joven está determinado por multitud de condicionantes y connotaciones sociales que, en buena medida, le sirven como punto de referencia. De ahí que necesita la aceptación del grupo y conseguir un cierto equilibrio, vinculado a la interpretación, a nivel afectivo, entre otros, de esa evaluación y valoración que hacen los otros de él.

Estos temores influyen negativamente en el desarrollo personológico de los jóvenes, afectando no sólo su salud mental, sino también somática; independientemente de que en esta etapa se haya alcanzado cierto nivel de estabilidad, aún se dan cambios importantes en la vida del joven, que necesita del apoyo y la aceptación de sus coetáneos, pudiéramos mencionar dentro de estos cambios que se dan a nivel personológico en el joven, la aparición de la concepción del mundo y la autovaloración como unas de las principales adquisiciones en esta etapa que requieren del sistema de relaciones que establece el joven y que deben reforzar desde lo positivo sus puntos de vistas, su autoestima.

El modo como se enfrenten estos resultados negativos y temores en el joven, producto del rechazo de la sociedad, dependerá entre otras cosas de la aceptación que encuentre el mismo en el seno familiar y en el grupo de coetáneos, lo que será posible si se disminuyen los prejuicios y estereotipos que sobre la homosexualidad se tienen.

Acerca de la actitud que asumen los heterosexuales con respecto a los homosexuales y su repercusión negativa en el desarrollo y bienestar del ser humano, Schofield 1961, plantea: "La homosexualidad es una condición que en sí misma sólo tiene efectos menores sobre el desarrollo de la personalidad. Pero las actitudes, no del homosexual, sino de las demás personas hacia esta condición, crean una situación que puede tener un efecto profundo en el desarrollo de la personalidad y puede conducir al deterioro del carácter de un tipo de orientación sexual, que desea la integración efectiva en la comunidad. Muchos de los problemas que abruman al homosexual son creados en gran medida por la hostilidad de la sociedad". (Cit por Gauthier L. 2004).

Es válido señalar que no todo lo que concierne a los estereotipos es negativo, pues ellos constituyen pautas de comportamientos para los diferentes sexos, que son aprendidas por el individuo mediante el proceso de socialización, en la medida en que este se va insertando a los diferentes grupos de los cuales llega a formar parte.

Conclusiones

La realidad demuestra que aunque en la actualidad existe una mayor apertura hacia la homosexualidad aún persisten con gran fuerza en nuestra sociedad falsos estereotipos y prejuicios en torno a este tema, los cuales tienen su base principalmente en el desconocimiento de este "fenómeno" o en una percepción inadecuada del mismo, limitando así las relaciones interpersonales entre ellos (heterosexuales y homosexuales), especialmente las relaciones de amistad.

La relación de amistad entre homosexuales y heterosexuales es posible si se asume, que la homosexualidad es una orientación sexual más, y que son precisamente los estereotipos y prejuicios que poseemos los que nos impiden concebir a estas personas como seres humanos con necesidades, intereses, gustos, etc. que nunca van a ser iguales a los de los otros, puesto que poseemos una personalidad única e irrepetible independientemente de la orientación sexual que tengamos, y que esta (orientación sexual), por si sola, no define ni caracteriza a la persona.

Para fomentar adecuadas relaciones interpersonales y poder establecer una auténtica relación de amistad con un homosexual (o cualquier otra persona) es imprescindible la aceptación de la persona tal cual es, a partir del respeto por las diferencias individuales en cuanto a criterios, puntos de vistas, concepción del mundo, necesidades, intereses, preferencias, autopercepción, etc., lo que supone la apertura hacia la diversidad, la flexibilidad, la comprensión, la tolerancia y la empatía.

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Autor:

Yorkys Santana González

ysan[arroba]csh.uo.edu.cu

yorkyss[arroba]yahoo.com

Universidad de Oriente. Cuba.

Yanet Ricard

Universidad de Guantánamo. Cuba.

María del Pilar Soteras del Toro

maripili[arroba]csh.uo.edu.cu

Universidad de Oriente. Cuba.

Barry Schneider. Universidad de Ottawa. Canadá.

Contactos:

Barry Schneider

barry[arroba]uottawa.ca

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