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Cultura estética e interculturalidad en estudiantes universitarios bayameses (Cuba)


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

Resumen

Los estudios más actualizados sobre la cultura estética afirman que entre sus nuevos contenidos se expresa la posibilidad de dinamizar la construcción de la sensibilidad del sujeto al reevaluar los cánones estéticos establecidos socialmente en correspondencia con los condicionamientos culturales que identifican un nuevo escenario identitario. El objetivo del presente trabajo es reflexionar sobre la significación que reviste la formación de la cultura estética en la producción simbólica de nuevos constructos materiales y espirituales que posibiliten la interacción consecuente de la cultura y la praxis cultural, dirigida a la búsqueda de pertinencia e identidad en jóvenes universitarios en los que se revela la escasa asunción de patrones estéticos conectados a referencias históricas, contextuales y culturales, que han desembocado en un vínculo poco relevante con el espacio geográfico y temporal en el que habitan, las relaciones de filiación, las costumbres, las tradiciones y el imaginario social. Utiliza como metodología la crítica bibliográfica y la metodología hermenéutica para alcanzar los resultados. Estos se pueden resumir en la comprensión de la cultura estética como recurso mediador de la interculturalidad que se argumenta en la proactividad del sujeto sintetizada en la gestación de procesos culturales diversos y las posibilidades que ello brinda al desarrollo social, la reconstrucción de su subjetividad y de una sociabilidad que cualifica el autorreconocimiento y la afirmación identitaria.

Palabras claves: cultura estética, interculturalidad, gestión sociocultural, identidad

Introducción

Las referencias actuales sobre la cultura estética como aspiración superlativa de la educación en este orden, desbordan su estudio de la esencia del arte, para ponderar el espectro de sus análisis e influencias a múltiples esferas de la vida del hombre y el sentido que las mismas tienen para él.

En la dinámica cotidiana del estudiante universitario bayamés este propósito no alcanza aún visibilidad como resultante acabada, es más bien un proceso en formación que litiga con currículos garantes del desempeño profesional pero poco pertinentes al desarrollo de los elementos que tributan a la construcción de una subjetividad donde lo sensible tamice el uso de lo aprendido para solucionar conflictos propios, y adquiera significado y sentido personal, la relación con los amplios parámetros articulados a lo estético, de modo que sus elaboraciones, alcancen un estatus consciente en su imaginario, representaciones y prácticas.

No escapa a esta insuficiencia, las influencias extracurriculares, esas que rodean la vida del joven y que le llegan a través, del vórtice de las referencias mediáticas, de la aplicación inconsecuente de las políticas culturales, de los heteróclitos patrones internacionales, de la familia y amigos, jóvenes como él, en la diáspora; a lo cual se unen factores como el de ser oriental y granmense, con toda la carga de demarcaciones en relación con el desarrollo de propuestas culturales de estetizaciones inclusivas y diversas, a lo que se añaden entre otros, el limitado poder económico y poder decisor y protagónico en los escenarios sociales.

En este contexto, urge para los mayores reconocer que la realidad de hoy, impactada por el acelerado ritmo con que los cambios epocales tienen lugar en el presente, produce modificaciones significativas que desdibujan los procesos de conformación y hacen más difusas las identidades. Esa heterogeneidad complejiza los hábitos de consumo y las prácticas culturales, diferenciando a la juventud de las generaciones precedentes, pero también fracturando sus expresiones colectivas en torno a la arquitectura simbólica que desde lo estético debe manifestarse como esencia de autorreferencialidad y autoperfeccionamiento.

Tal disquisición es apreciada desde la exploración y estudios sobre la juventud, cuyos contenidos apuntan hacia dos tendencias divergentes: una insiste en revelar que los discursos juveniles se asientan en el conocimiento de la herencia cultural, reconocen su validez pero no se identifican con ellas y poseen nuevos hábitos derivados del gusto formado azarosamente, por las influencias ya mencionadas. Este posicionamiento coloca a los estudiosos en una actitud defensiva de la identidad como memoria histórica que solo se valida o construye siguiendo sus trazas, y mira con rectitud condenatoria todo lo que se aparta de lo meramente ortodoxo.

La otra arista razona sobre la inevitabilidad del cambio de hábitos y prácticas culturales, habla de la simulación del discurso juvenil al referir los valores históricos y ello lo atribuye a la inconsecuencia epistémica que se advierte entre los procesos de formación pedagógica y el conocimiento auténtico e individualizado de las esencias fundacionales de la cultura y lo que estas significan para su construcción personal y social.

La lectura a estas posiciones demanda un análisis que sitúa en primerísimo orden, desmontar las demarcaciones de la estética para reinterpretar todo el universo distendido en el que, de suyo hoy, ella tiene lugar.

Desarrollo

La estética o como al decir de Ubals se define la "cultura estética" comprende… todo el sistema de relaciones emocionales, sensibles, figurativas y estético-educativas que establece el hombre en sus nexos conscientes con la naturaleza, la sociedad, el arte y el propio hombre. [1]Esta acepción compulsa a repensar sus gradaciones y determinantes no ya como apéndice de la filosofía sino en términos de recurso mediador, cuando pasa por el tamiz del entramado de relaciones con los múltiples universos que definen al ser humano de hoy, o cuando los cualifica desde la noción de resultante de interculturalidad.

En este sentido cabe reconocerla … como rasgo constitutivo de nuestra época (…) [dejando] en el pasado, su imagen elitista como filosofía del arte y de la belleza; la herencia de subestimación centrada en su supuesta incapacidad de enrolarse en asuntos que trasciendan el discurso del arte y los artistas. Queda también fuera de lugar, la estela dejada por la suspicacia del dogma, el descrédito de la intolerancia y el desconocimiento, que lamentablemente, viciaron los enfoques marxistas desde el socialismo real [2]

Así conecta Sánchez Medina el alcance de la estética como nueva configuración e instrumento de empoderamiento, en lo que se advierte que hablar de estetización de las sociedades rebasa el tradicional territorio de su marco para entenderla como dispositivo simbólico eficaz hacia el interior de los espacios públicos y privados, de las relaciones familiares, inter e intrapersonales.

De manera que cuando se encuentran referencias sobre la amplitud y alcance de la estética, se descubre su desterritorialización de los planteos tradicionales y su empoderamiento simbólico en lo que antes era considerado ámbito extra-estético, así aparece lo que se conoce como estetización de las sociedades actuales… el tránsito de rasgos de la experiencia estética a la experiencia extra-estética, al mundo de vida, a aquella que es definida como realidad contrapuesta de esta manera al mundo de la belleza y el arte[3]

Desde su influencia, la estética jurisdicciona hoy cualquiera de los universos en los que el hombre dinamiza sus prácticas al resignificar, textual, icónica, o rítmicamente la fisonomía de procesos y acontecimientos culturales legitimando… la oficialización y sacralización de todas las cosas en términos de signos y de la circulación de signos…[4] por… el rápido fluir de signos e imágenes que impregnan el tejido de la vida cotidiana…[5]

Por ello, no es fortuito encontrar toda esa espectralidad solo en las prácticas, las representaciones o los discursos de los ciudadanos de alto nivel de escolaridad, urbanos, de elevado poder adquisitivo, con voz y decisión sobre el uso de los medios masivos de comunicación, también hacen suya toda esa dinámica estetizada, sujetos que desempeñan distintas profesiones y oficios, que comparten el espacio urbano, suburbano, o rural, y asimismo lo hacen sujetos marginales, periféricos, que no pertenecen a la intelectualidad y su nivel económico se deriva de prácticas disímiles no siempre asociadas a la oficialidad. En fin, aunque con discursos inconexos, y concepciones diversas, la estética no es privativa de minorías, toda la sociedad está imbuida de ella.

Siendo así, es posible distinguir una codificación bidireccional; unas veces de encuentro, de diálogo, de negociación y otras de resistencia, desafío, oposición y desacuerdo. Mientras más parcializado y hermético sea el código, mayor distancia de la interculturalidad.

En estas circunstancias, las interinfluencias globalizadoras que se asumen desde la recepción pasiva en los contextos más próximos, actúan bajo la máscara de una nueva construcción valorativa diversa y multicultural de los referentes culturales, lo que trae consigo que muchas veces se simule cierta euritmia en el modo en que se desarrollan las relaciones estéticas; los sectores apegados al poder parecen acceder y hasta transigir, en la legitimación de los códigos "undergraund" y periféricos o de minorías, promocionando sus símbolos, dándoles voz y espacio.

Pero en esa actuación también se advierte, de modo sutil y solapado, un pensamiento discriminatorio y preeminente, cuando a la vez, el discurso de la oficialidad y sus instituciones, dogmatizan los altos valores de sus códigos, los explican, y en esta explicación se expedita que los otros, exhiben repertorios ofensivos a los valores tradicionales; repertorios que van "del silencio al grito" y es cierto, que ese grito irrumpe agresivamente, con comportamientos lacerantes, en muchas ocasiones, a la esencialidad de la historia cultural y los auténticos valores construidos de ayer a hoy, que legitiman una matriz simbólica en la que se descubre ennoblecido lo imaginal popular, pero ese grito es su manera de reconocerse y de denunciar las aspiraciones que no han alcanzado o que no han podido visibilizar.

Sobre este particular el antropólogo George Beladier afirma: todos los sistemas de poder han producido un dispositivo simbólico, prácticas fuertemente codificadas que se utilizan para producir efectos sensibles, y cuya función es crear relatos de autolegitimación.[6]

En el panorama de la sociedad cubana aunque no prevalezcan las asimetrías sociales y culturales como lo hacen en las potencias capitalistas, sí se reconoce en ella, el apego a los grandes relatos de referencia que iconizan un anclaje hacia el otrora, no es casual el actual empeño de instituciones oficiales, formales o no, en aprovechar conceptos y categorías estéticas legitimadas históricamente, para emplearlos como asideros conceptuales y reivindicar las nuevas actuaciones y representaciones sociales derivadas de la praxis cultural.

Esta necesaria estetización es comprendida en los campos de la Pedagogía, sin embargo, el corpus teórico que ocupa los sistemas conceptuales de programas de enseñanza continúa trazando esquemas que particionan su alcance, ajustando metodológicamente su universo a espacios o ciencias específicas, y no comprendida como recurso mediador de múltiples procesos, distendida en el tejido social.

Diversos estudios corroboran esta afirmación, a ello se une el análisis de documentos normativos de las carreras y la observación a la práctica profesional en los que se advierte, que los enfoques estéticos no ocupan hasta el momento, el lugar preponderante en la promoción del desarrollo de la sensibilidad que debe revelarse en sus modos conductuales, de manera que aporten soluciones cada vez más atinadas y pertinentes, en los más diversos contextos de actuación, y contribuyan de manera estable duradera y eficiente a la precisión y defensa de índices de desarrollo cultural y de construcción de las subjetividades.

Este nuevo registro supone en los contextos educativos, una perspectiva didáctica que exceda los meros niveles perceptivos en aras de modelar en los sujetos una cultura generadora de un hacer transformador de esencia estética, que posibilite reconstruir su sensibilidad en torno a la reevaluación de los paradigmas legitimados dentro de los marcos tradicionales de modo que emerjan auténticamente otras heterodoxas miradas que puedan ser decodificables, operacionalizables y contrastables con la praxis cultural y consonantes con las subjetividades instaladas en el nuevo ámbito social.

Tal propósito está advertido de que la diversidad y complejidad de los procesos de formación de la cultura estética en la juventud cubana precisa, desde lo epistemológico, la readecuación de los marcos interpretativos y las orientaciones metodológicas, para penetrar una realidad diferente, en la que cambian las actuaciones, las representaciones, las mediaciones, y se pongan en juego todos los recursos exegéticos para acceder a la comprensión de códigos sin precedencia que conforman los nuevos repertorios simbólicos.

En este sentido conviene apelar a la tesis que declara: La perspectiva del juicio de gusto (…) permite mostrar la conjunción de la tradición cultural, los alcances del progreso tecnológico, las dimensiones culturales que están presentes en las atribuciones de significados y los esquemas de orientación del individuo moderno, constitutivos de la expresión de las articulaciones del sujeto actual en contextos cambiantes… Un posicionamiento en tales intersecciones visualiza una estructuración de tendencias investigativas que se orientan hacia el rol del sujeto cognoscente…[7]

Esta aseveración confirma la idea de que en el presente, los medios y modos de vida, los recursos dialógicos que perfilan el entendimiento, la codificación, la conexión, la convencionalidad y dinámica comunicacional entre los jóvenes, extienden nuevas estetizaciones sobre el mundo sígnico y semántico que requieren otros filtros de legitimidad y hermenéutica, cuya esencia dialéctica les permita reconocer desde la herencia, autorreferentes afines a las nociones de patria, nación, historia o tradición pero conectados a componentes sensibles que testimonien y documenten la continuidad vital en el proceso de construcción de identidades, desde los procesos pedagógicos y sobre la concepción de transdisciplinar, lo intercultural.

A tal efecto, se apuntan significativamente, percepciones invocadoras de un pasado, que si bien es reconocido como memoria imprescindible para construir el entramado distintivo y singular que define lo mismo al sujeto que a sus contemporáneos, también se perfila hacia la subvaloración de las nuevas maneras de autenticar la realidad presente como afirmación identitaria, anatemizando los diversos constructos del ahora: creencias, espacios de circulación y representaciones subjetivas, imágenes, conceptos y esquemas autorreferentes que la juventud reconoce como esenciales para desempeñarse en el medio natural y social.

Cobran fuerza en esta dirección las intervenciones y los estudios socioculturales, de cuyas tesis se deriva la develación de problemáticas que demandan una reestructuración del pensamiento, de proyecciones y políticas culturales a fin de lograr recuperar los valores "perdidos" o sustituidos por hábitos, comportamientos y prácticas poco ortodoxas o carentes del cuño aprobatorio de lo realmente valioso en órdenes de lo legítimamente referente e identificador, que como resultado de la inoperante influencia de las instituciones y los medios encargados de mantener la memoria, han ganado espacio y contra corriente emergen, instalándose en una nueva y poderosa enunciación de identidad.

En otra dirección, también son significativos los estudios que se realizan en el entorno de los jóvenes universitarios bayameses, a través de los cuales se validan las conceptualizaciones de cultura estética desde las prácticas culturales, el consumo, el tratamiento a la identidad y cuidado del patrimonio, estudios de representaciones desde las artes, y los análisis sobre comportamientos que definen las relaciones de género. En este sentido la cultura estética es abordada como recurso mediador para comprender la interculturalidad.

A tales efectos es posible apuntar los estudios sobre los gustos musicales en jóvenes universitarios del contexto bayamés de ambos sexos en los que se descubre que … la música para los jóvenes universitarios es la práctica cultural más disfrutada pues la consumen en casi todos los momentos y lugares, sin necesidad de ir a un lugar específico, basta tener los recursos necesarios(…) Los géneros de preferencia son el romántico, el popular bailable, pop y reggaeton, las principales vías de acceso son las computadoras, celulares, MP3, DVD. Los motivos de selección obedecen a la moda…[8]

Es relevante en este estudio el análisis sobre las preferencias del gusto en lo que se distingue, lo auditivo sobre lo visual, lo informal como la vía por la que se consume, lo nuevo, lo que siguen sus contemporáneos, como razón de elección.

Estas conclusiones refieren un comportamiento asociado al nivel que ha alcanzado en la actualidad escuchar música en cualquier lugar, que es más fácil que detenerse a presenciar imágenes; esto está ligado a la dinámica de la época, además de que la música es seleccionada por el propio sujeto a partir de sus gustos, sin que medie en ello la programación musical por los medios masivos, lo que conduce a repensar en una vía de empoderamiento, a la reafirmación de su subjetividad, porque puede o no, compartir los valores deseados socialmente, tanto porque los ritmos pueden o no formar parte del repertorio sonoro de la nación o porque sus textos legitimen mensajes de significatividad axiológica o no.

Merece también una reflexión que el motivo de selección sea la moda y no se encuentre la huella de la formación estética que propone incorporar a la construcción de la personalidad, signos de los valores de trascendencia universal para un autoperfeccionamiento a partir del reencuentro con el universo cultural desde la espiritualidad y subjetividad popular en tanto prácticas culturales concretas y cotidianas y puesto que la estética es asimismo un medio de referencia etológica, alcance un estatus como correlato a las relaciones de parentesco, de filiación, de contextualidad.

En aras de acotar la disquisición anterior, otro estudio sobre las influencias del comportamiento de los jóvenes universitarios en las relaciones de género explica: El reggaetón como un movimiento alternativo de carácter urbano, mayormente consumido por la juventud, no es solo música, sino también un espacio, una cultura que ha marcado sus composiciones y en cuyas letras se expone una forma de vida relacionada con el lujo, el dinero, el poder, la lujuria etc, pero además donde los textos e imágenes presentan el típico machismo y egocentrismo de los exponentes, así como la imagen subvalorada de las féminas.[9]

Estas conclusiones movilizan un sistema de pensamiento amplio y diverso; juega aquí la necesidad que apunta a valorar la significatividad de los elementos de formación. ¿Están debidamente integrados, transversalizados y sistematizados los contenidos que se imparten? ¿Qué trascendencia tendrá lo afectivo en el proceso docente educativo?

En tales circunstancias se inscribe un análisis sobre las representaciones sociales de la Nueva Trova en jóvenes universitarios de la licenciatura en Estudios Socioculturales de la Universidad de Granma que revela …La pasividad y distracción ante este movimiento trovadoresco denota preferencia hacia otros géneros musicales reconociendo las canciones de la nueva trova como un patrimonio cultural alejado de la música con que se identifican … la existencia de un corpus discursivo en torno a la Nueva Trova que evidencia niveles de conocimiento y asimilación. Sin embargo, también pudo apreciarse que los jóvenes universitarios no se sienten inclinados hacia este género y en cuestionarios plantearon "que no les gusta", "que son contenidos poco atrayentes y sin interés".[10]

En las discusiones a estas consideraciones se develó que los estudiantes asocian los contenidos de la Nueva Trova a acontecimientos formales, solemnes, oficiales y escindidos de su realidad, por lo que comunican la falta de continuidad y reconocimiento a los motivos que han fundido a generaciones desde el pasado y tampoco reconocen a los llamados "novísimos" a los que definen como "escindidos del referente real del joven de esta región" [11]

En esto se advierte que el proceso de enseñanza aprendizaje solo roza la esfera cognitiva pero no incide en el desarrollo de la sensibilidad necesaria para la comprensión profunda de los procesos y hechos culturales y la aprehensión espiritualizada de la cultura.

Estas conclusiones remiten a recontextualizar la interculturalidad estética o la estética intercultural en el ámbito pedagógico, toda vez que si sus prácticas coincidieran con lo que describen Aguilar Idáñez y Buraschi como modelo de la estética intercultural que pone acento en la interacción entre las culturas, en la tolerancia y el respeto, a las oportunidades positivas que abre la diversidad cultural… (pero le adjudican) …una posición ingenua o superficial porque entonces caen en la folklorización de las diferencias, o sea en un culturalismo edulcorado, una visión de las "culturas de escaparate". Se corre el riesgo de reproducir una visión reducida y estática de las culturas…[12]

Ante esta advertencia, valdría reconsiderar las actuales prácticas pedagógicas clarificando la necesidad de la formación de una cultura estética a partir del fomento de la sensibilidad, la actitud estética y la educación de los componentes estructurales de la conciencia en este orden, en función de colocar al hombre como sujeto de la valoración estética pero también como integrante del corpus del objeto valorado dentro de la sociedad, reconociendo su papel como parte de ella, de la historia y el contexto que lo signan, para generar procesos culturales en los que cristalice lo estético como elemento simbólico preponderante, desacralizador de lo considerado tradicionalmente estético que convierte en cliché este enfoque por verlo solo en el sentido aparente y hedonista.

Asimismo se despliega en los referidos estudios en los jóvenes universitarios, una serie de problemáticas que exceden la demarcación de la estética en el campo de la Pedagogía para evaluar las determinaciones culturales en los múltiples escenarios de la estetización a nivel social.

Habrá que volver sobre Horkheimer y Adorno cuando afirmaban La industria cultural, en suma, absolutiza la imitación, [13]a fin de valorar la influencia o no, de todas las esferas y espacios de circulación donde la industria de la cultura ha colocado su red de símbolos, en la búsqueda de valores universales asociados al bien, la justicia, la verdad o la belleza, o reconsiderar la conexión de la formación pedagógica a la circulación, distribución y producción de la cultura y a la conformación del imaginario del joven universitario bayamés, para valorizar cómo conducen, al decir de García Canclini… la interculturalidad migratoria, económica, mediática, (tecnológica) a prácticas mestizas como recursos para reconocer lo distinto y elaborar las tensiones de las diferencias[14]

En conexión con estas ideas, se coloca otro análisis, en suma revelador, sobre el consumo cultural alternativo de productos audiovisuales que precisa la preferencia de los jóvenes bayameses por series, películas, novelas, programas humorísticos y musicales derivados del "paquete" y no de la programación de la televisión cubana, ni de las instituciones culturales, porque estas no satisfacen sus gustos, ni sus intereses.[15]

Queda aquí reflejado que la complejidad epocal conduce al redimensionamiento del pensamiento y la apertura a miradas hermenéuticas en la que se instalen como determinantes los recursos de estetización.

En este sentido es aclaratorio una de las prácticas más frecuentes de la juventud de hoy: "el self": práctica que resulta del empleo del teléfono móvil para autorretratarse, y colocar, siempre que exista el recurso, su imagen en las redes sociales. Para ello el joven no escoge la imagen convencional a la usanza de sus mayores, sino aquello que lo hace diferente y lo coloca justo en el centro de la moda, para denotar la pertenencia a un grupo social determinado, sus afinidades, filiaciones y creencias, y que sin dudas también declara atributos de su subjetividad.

Este fenómeno, según discusiones actuales en torno a la moda, supone que los paradigmas estéticos asumidos por los jóvenes de hoy en torno a su imagen, resultan incongruentes con las referencias históricas, contextuales, de idiosincrasia, con las relaciones de pertenencia o parentesco, al margen de lo que en calidad de representación emerge del espacio geográfico y temporal en que se habita, de las relaciones de filiación, las costumbres, las tradiciones, el imaginario social de las generaciones precedentes, etc, para incorporar otros signos que podrían integrarse a la nueva fisonomía de los sujetos, de la sociedad y de sus espacios vitales.

Visto de esa manera parecería que estamos en presencia de un fenómeno nuevo cuando en realidad nos encontramos ante uno de los rasgos del Interaccionismo Simbólico descrito, desde los inicios del siglo anterior por sus representantes como: El self es, en lo fundamental la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto; el self tiene la peculiar capacidad de ser tanto sujeto como objeto.[16]

En los subsiguientes análisis a los fundamentos de Mead, Caballero y Guzmán precisan que los autores del Interaccionismo Simbólico ponderan el self …para estudiar los modos entre los hombres interactuando con otros otorgan significados y valor a su cuerpo, sus sentimientos, sus características, sus personas y sus biografías, a los demás, a los objetos, a sus situaciones, a sus acciones y a otros mundos sociales, (enuncian) los significados y valores, expresados en palabras o gestos, su emerger, su perdurar y su fluir, según las zonas y contextos sociales de la interacción.[17]

Más adelante Blumer, también representante del Interaccionismo, precisa tres ideas fundamentales: las conductas de los individuos están sujetas al significado que le otorguen a los objetos de su mundo de vida; lo que signifiquen las cosas para el sujeto depende de su interacción social con otros actores de su entorno; y los significados dependen de la experiencia social del sujeto.[18]

Amen al uso o repercusión que pueda haber tenido aquella teoría en su tiempo, el concepto del self, también tuvo resonancia en el campo psicológico dándole apelativo a la "Psicología del sí mismo", desde la que se comprende por la mayoría de los autores como: …el conjunto integrado de elementos que el individuo construye acerca de ese mismo individuo.[19]

En la contemporaneidad la Psicología toma el self como: los diversos constructos de "autorreferencia", es decir, todo aquello que del sujeto refiere al mismo sujeto: creencias y representaciones subjetivas, como esquemas e imágenes.[20]

Esos esquemas referenciales trascienden simbólicamente hasta convertirse en recursos mediadores de sus relaciones con el medio y el resto de la sociedad. En la perspectiva psicológica, al self se le atribuyen potencialidades para remarcar la autoestima y con ella denotar el sentimiento de complacencia consigo mismo, sentimientos de triunfo que remiten a la idea de ser competente y estar empoderado dentro del grupo al que pertenece, su retrato le devuelve la seguridad en lo que cree y quiere que los demás conozcan y juzguen, de ahí también que se interprete como símbolo de autoeficacia.

Su imagen es su icono perfecto, su ideal de perfeccionamiento que facilitará la comunicación con los de su mismo grupo o con los que le interesa compartir creencias, ideas, sentimientos, o incluso aquello que desea esconder o simular y por ello resuelve que su paradigma representacional es nuevo, reconstruido desde la internalización de lo plural y diverso de sus contemporáneos que es válido para autoafirmarse. Este sujeto físicamente, no se parece a sus padres, ha actuado sobre sí mismo reconstituyéndose y en esa autoconstitución va implícito los modos en que actúa, los modelos que sigue, las prácticas que les son afines, sus hábitos y sus consumos, sus opiniones y aspiraciones.

Estas ideas son sumamente significativas para develar la significación del self como práctica actual. Los jóvenes revelan a través de sus prácticas que no son el resultado pasivo de patrones establecidos, legitimados y sacralizados. Sienten la necesidad de reconocerse contra corriente y establecer nuevos paradigmas de estetización. Persiguen reconstruir su subjetividad y ponerla a juicio de sus contemporáneos, defender una identidad diversa y desesquematizada que puede entrar en contradicción con lo establecido y que se desterritorializa.

En el ámbito de la juventud, la reconceptualización de los paradigmas estéticos es premisa para comprender los alcances y aspiraciones de este grupo etario; las relaciones consigo mismo y con el medio natural y social, sus intenciones y búsquedas están mediadas por estetizaciones.

Su imagen desea iconizar su ideal de perfeccionamiento o su enmascaramiento para afirmar el sentido de pertenencia, sus marchas conmemorativas son performances cargados de espectacularidad, sus discursos son su narratividad que se refuerza a partir de una gestualidad que incorpora los signos y símbolos de su grupo, sus prácticas asumen la codificación necesaria para producir efectos sensibles y crear correlatos de autoafirmación. Reconsiderarlos es no segmentar el público, reconocer la capacidad para la circulación de su cultura en todos los espacios, a tiempo real y al margen de lo establecido. Es expeditar la interculturalidad.

Conclusiones

Las disquisiciones realizadas demandan en el campo de la Pedagogía, rehacer las miradas sobre nosotros mismos para reconocer y promover la reinterpretación de una cultura propia que obre hacia el reconocimiento de los amplios parámetros de lo estético en cada uno de los escenarios de actuación, que incida en la solución de conflictos culturales a nivel individual y social y favorezca el reconocimiento de la diversidad como potencialidad social de creación cultural pero reconociendo las influencias que ejercen la emigración, la economía, los medios, la tecnología, la industria cultural en el rediseño de los paradigmas sacralizados para reconocer a su vez, las diferencias como diversidad y no como incongruencia.

Siguiendo estas coordenadas conviene recordar a Fornet cuando dice: la identidad (no puede ser entendida) como un conjunto de rasgos cerrados y homogéneos, sino como el famoso ajiaco que hablaba Fernando Ortiz, o si lo prefieren como una serie de capas superpuestas pero capaces de actuar entre sí, aunque conserven siempre el núcleo duro formado por recuerdos y experiencias de la infancia…[21].

La Pedagogía de hoy, inclusiva, diversa, intercultural, tiene que apostar por un proceso donde el individuo sea el sujeto del que emerjan los procesos culturales y estos procesos culturales comporten todas las oportunidades para que desde ellos se configure y reconfigure, la personalidad de los sujetos.

Notas: [1] Ubals, José M. La formación de una cultura estética en el profesional de la educación desde su formación inicial. Revista Electrónica EduSol, ISSN: 1729-8091. Volumen 11, No. 34, 2011

[2] Sánchez Medina, Maira. Estética y Poder. Apuntes a la estetización de la política. Revista Cubana de Ciencias Sociales. Instituto de Filosofía. No 40/41, oct/09

[3] Citado por Brea, José, La era posmedia. Acción comunicativa, prácticas (post) artísticas y dispositivos neomediales. Epígrafe: La estetización del mundo y la muerte tecnológica del arte. http://www.laeraposmedia.net

[4] Baudrillard, J. La simulación en el arte. En La ilusión y la desilusión estética: Monte Ávila Editores, 1998. En Http://www.analitica.com.biblioteca/venezuela/editoriales.asp

[5] Mike Featherstone. Theory, Culture and Society. SAGE, London, 1996. P. 230.

[6] Beladier, George. El poder en escenas. De la representación del poder al poder de la representación. Paidós Ibérica, SA, Barcelona, 1994

[7] Gómez Castells, Máximo. Eficacia simbólica en museos. Públicos y significados en el consumo de servicios culturales. Ediciones Trea S. L. ISBN: 978-84-9704-962-7, 2016

[8] Tasé Garcés, Naiviv. Consumo cultural de la música en jóvenes universitarios: estudio de caso en la UDG. Trabajo de Diploma. 2015

[9] Armesto López, Claudia Lorena. Comportamientos que dese el reggaeton reafirman las relaciones de género desiguales entre los jóvenes del sexo opuesto del campus 2 de la UDG. Trabajo de Diploma. 2015

[10] Reyes labrada, Yudisdel. Representaciones sociales de la Nueva Trova en jóvenes universitarios de la licenciatura en Estudios Socioculturales de la Universidad de Granma. Trabajo de Diploma. 2016

[11] Ibid

[12] Aguilar Idáñez, María José y Daniel Buraschi. El desafío de la convivencia intercultural. Rev. Inter. Mob. Hum.,Brasília, Ano XX, Nº 38, p. 27-43, jan./jun. 2012

[13] Max Horkheimer y Theodor Adorno La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas Dialéctica del iluminismo, Sudamericana, Buenos Aires, 1988.

[14] García Canclini, Nestor. Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la Modernidad, Editorial Grijalbo, 1990.

[15] Regueira Oliu, Adisnexy. Los jóvenes y el consumo cultural alternativo de productos audiovisuales. Trabajo de Diploma. 2015

[16] Mead, George H. Rasgos característicos del interaccionismo simbólico. Citado por Caballero Rodríguez, Tamara y Omar Guzmán Miranda. Teorías sociológicas contemporáneas. Interaccionismo simbólico.

[17] Caballero Rodríguez, Tamara y Omar Guzmán Miranda. Teorías sociológicas contemporáneas. Interaccionismo simbólico.

[18] Ibid

[19] Tomado de Wikipedia January 01 1970

[20] Ibid

[21] Fornet, Ambrosio. Algo más sobre el tema cultura e identidad. Revista Ventana Sur. No 4. /2007

Bibliografía

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Autor:

MSc. Martha Gisela Puebla Rodríguez.

Profesor Auxiliar. Lic. en Historia del Arte

Dr. C. José Alfredo Villarreal Valera.

Profesor Titular. Lic. En Filosofía y Ciencias Sociales

UDG. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales