Orgullo, soberbia, vanidad, arrogancia espiritual y humildad (página 3)
Enviado por JORGE EDGARDO OPORTUS ROMERO
14. Eclesiastés 2:26: Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría y ciencia y gozo, mas al pecador da trabajo, el que allegue y amontone, para que dé al que agrada á Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
15. "El adorno de las cuales no ha de ser por de fuera con los rizos del cabello, ni con dijes de oro, ni gala de vestidos. La persona interior escondida en el corazón es la que debe adornar con el atavío incorruptible de un espíritu de dulzura y de paz, lo cual es un precioso adorno a los ojos de Dios." (1 Pedro 3:3-6)
ORACIÓN
Tomado de Proverbios 30:7-9
"Dos cosas te he demandado mi Señor; No me la niegues antes que muera para así vivir la eternidad separado de Ti: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí que soy un pecador y sufro por este pecado que está arraigado en mi alma; No me des pobreza ni riquezas en mi vida, solo dame el pan necesario para vivir con dignidad; No sea que me sacie en la riqueza, te olvide y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? Por qué he de necesitar de el? O siendo pobre, hurte, robe o adquiera lo que me falta para vivir en dignidad de malas maneras Y blasfeme tu santo nombre y el de tu amado hijo Jesuscristo. Amado mío, mi dulce amado, tómame en tus brazos, cobijame bajo tus alas para no caer en el pecado de la vanidad, del orgullo, de la sobervia y de la arrogancia espiritual. Envíame tu Santo Espíritu para que me haga una persona humilde reconociendo así que, nada soy y nada tengo por mis propios méritos sino, lo que soy y tengo es un regalo que me envías, fruto de tu amor por mí y que no merezco nada.". Amen
La arrogancia espiritual
No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones. 1Samuel 2:3
Definición conceptual:
1. El diccionario de la Real Academia Española define la palabra arrogante como: Altanero, soberbio.
2. Defecto de la personalidad. El individuo arrogante siente un orgullo excesivo sobre su persona y exige un reconocimiento desmedido, creyéndose con derecho a tener privilegios que, en realidad, no tiene ni debería tener.
3. El arrogante espiritual es aquél que se siente superior (sin mancha de pecado) al resto.
4. Personalidad que se atribuye una importancia desmedida basada en su autoimagen. Por lo tanto, actúa en consonancia con esa imagen distorsionada de sí mismo y quiere ejercer derechos que se atribuye en base a dicha supuesta importancia.
5. Característica que presentan algunas personas y que refiere la altanería, soberbia y sentimiento de superioridad que hace que el individuo que la posee se sienta muy superior a los demás.
6. Personalidad del individuo que siempre tiende a exagerar su propia importancia con respecto al mundo que lo rodea.
7. Valentía o decisión que presenta una persona ante una determinada circunstancia. La arrogancia que demostró, aún ante el peligro, realmente fue admirable.
Las personas arrogantes tienen un solo propósito en mente, o bien piensan que son superiores a los demás o inferiores a ellos. Esta persona arrogante que te está intimidando se siente inferior a otra persona porque así es como funciona su mente. Esta arrogancia puede ser más nada que una manera de cubrir estos sentimientos de inferioridad que experimenta cuando trata con otra persona.
Por ejemplo, en una reunión o en cualquier otro ámbito, el arrogante será fácil de detectar porque será aquel que constantemente echará por la borda las opiniones y comentarios del resto de las personas, por supuesto, situándose el por encima de las mismas con sus propias opiniones y comentarios. Por esta razón es que casi siempre el arrogante resulta ser un individuo bastante impopular y desagradable. Para muchas personas les resulta muy desagradable tartar con este tipo de personalidades.
Por otra parte, es necesario diferenciar entre la arrogancia y la autoestima o la confianza en uno mismo. Tener una elevada autoestima o confiar en las capacidades personales de uno mismo no supone un defecto ni tiene connotación negativa; por el contrario, resulta saludable y beneficioso para la persona. La arrogancia es un exceso de dicho sentimiento.
Cómo actúa una persona arrogante ante Dios?
Tengamos cuidado con actitudes que pueden resultar muy destructivas para nosotros y para aquellos que están a nuestro alrededor: "No te fíes de tus riquezas ni digas: "Con esto me basta". No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar según tus caprichos. No digas: "¿Quién podrá dominarme?", porque el Señor da a cada uno su merecido.
No digas: "Pequé, ¿y qué me sucedió?, porque el Señor es paciente". No estés tan seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro. No digas: "Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados", porque "en él está la misericordia, pero también la ira, y su indignación recae sobre los pecadores" (Eclesiástico 5:1-6).
Muchas veces nos volvemos arrogantes por el dinero, por la fama, por el poder que tenemos pero, cuidado pues, un corazón que está lleno no tiene espacio para Dios. Toda vida fundamentada en el dinero, en las posesiones, en la fama, termina siendo vacía. Esos no pueden ser los valores fundamentales de alguien que quiera ser verdaderamente feliz. Todos necesitamos recursos para salir adelante pero ellos no pueden ser lo fundamental en la vida. Hay que tener las posesiones y no dejar que estas nos tengan a nosotros. Es necesario comprender que somos mucho más que lo que brilla, pesa y es útil. Tenemos que aprender a trascender y a descubrir el verdadero valor de las personas y de la vida. La arrogancia, el creernos más que los demás lo único que demuestra es que estamos vacíos por dentro y no hemos entendido el verdadero sentido de la vida.
Tampoco podemos dejar que nuestros deseos y nuestros caprichos nos dominen. Es necesario actuar de manera inteligente, sabiendo el porqué y la dirección de cada una de ellas. Somos disciplinados, dueños de nuestras decisiones y capaces de controlar todas nuestras fuerzas interiores. Nuestras acciones tienen que ser intencionadas, y tenemos que tener claro cuál es esa intención. Ser una veleta que se mueve para cualquier parte según los vientos de nuestras emociones solo nos lleva a ser inestables y a no ser confiables.
El cinismo religioso (arrogante spiritual) es una actitud de manipulación de Dios. Los cínicos religiosos dicen: "Si soy creyente puedo hacer lo que sea que Dios siempre me protegerá", creyendo que Dios nos sobreprotege y nos evita asumir las consecuencias de nuestros actos. También pretenden hacer del perdón la justificación perfecta para hacer cualquier acción mala o negativa. No importa lo malo que haga, al fin y al cabo Dios me perdona. Olvidando que el perdón siempre exige un arrepentimiento verdadero y el deseo de no volver a hacer lo malo. A Dios no lo puedo manipular, Él escapa a todas nuestras fuerzas y conceptos. Él es libérrimo y siempre está más allá de nuestras comprensiones. Tenemos que aprender a amarlo en libertad y responsabilidad. Sabiendo que Dios no va a quitarnos nuestra responsabilidad histórica ni mucho menos nos va a tratar como "mocosos" que no pueden responder por sus actos. Sabemos bien que lo que el Eclesiástico entiende como ira y castigo de Dios son las consecuencias que tenemos que asumir por nuestros actos.
Los creyentes tenemos que ser humanos capaces de vivir desde la generosidad y la entrega, teniendo claro que somos dueños de nuestros actos y que tenemos que responder por ellos. No podemos vivir como inmaduros espirituales que pretenden que Dios resuelva todo, olvidando todas las capacidades y talentos que nos ha dado.Por otra parte, para muchos es muy fácil caer en el pecado de arrogancia espiritual cuando la persona cree que ha llegado al "tope" o pináculo del conocimiento espiritual, y comienza a ver a los demás como si fueran inferiores, o como aquellos que saben menos, o a verse a sí mismo como "padre" o "líder" y aún como "infalible", que siempre escuchan la voz de Dios y nunca se equivocan. Cuando una persona es arrogante espiritualmente hablando, está, en otras palabras, cavando un hoyo profundo delante de sí mismo pues, característico es, que se siente superior (sin mancha de pecado) al resto olvidando o desoyendo el ejemplo de Cristo Jesús, "el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:6-8). Cristo se humilló a sí mismo, muriendo para salvar a los pecadores. Como pecadores salvados solo por Su gracia, debiésemos reconocer humildemente esta verdad y darle a Él toda la Gloria y no como aquellos arrogantes que señala en el salmo 17. "Envueltos están con su grosura; Con su boca hablan arrogantemente". Salmos 17:10
No nos engañemos, la palabra de Dios dice que a todos los Altivos los abatirá Dios. En estos días, se escucha insistentemente que las ovejas se están cansando de la actitud de algunos líderes que están dando lugar a la Arrogancia espiritual tanto en sus casas, como en sus iglesias y enseñanzas. Esto, además de no ser correcto, es una gran piedra de tropiezo no sólo para el crecimiento de la iglesia, sino para la predicación del evangelio a todos aquellos que aún no han escuchado hablar de Jesús. Al respect dice la biblia en Jeremías 48:29: "Hemos oído la soberbia de Moab, que es muy soberbio, arrogante, orgulloso, altivo y altanero de corazón".
Si tu haz dado lugar a la arrogancia espiritual, es necesario que recapacites en esta actitud contraria a las enseñanzas que Dios nos ha dado. Dios ha puesto delante de ti la bendición por tu arrepentimiento y obediencia a Su palabra, o la maldición por exaltarte a ti mismo creyéndote superior: Escoge a quién haz de Servir, pues no podemos servir a dos Señores. Y detrás de la Arrogancia Espiritual está Satanás. Simplemente es uno más de sus disfraces. Y si Dios no perdonó a Satanás su arrogancia, y a Job le habló duramente por lo mismo, ¿tendrá de ti misericordia? Sí consideras que eres una persona arrogante y te arrepientes, estarás hacienda camino para "contemplar" la luz del rostro de Jesús, te convertirás como dice Jorb 4:17 en hombre o mujer justo ante Dios: "¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?" Job 4:17. Para tal efecto, debemos acatar la enseñanza que se nos da Pablo en Romanos "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos". Romanos 11:25. Y también lo que nos enseña dios en Samule "Porque tú salvas al pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los Altivos para abatirlos". 2 Samuel 22:28.
Como podemos ver, la cosa es simple, o elegimos el camino de la arrogancia o acatamos los dictados de Dios. El primero te conducirá irremedablemente a la Muerte Espiritual y el Segundo, a vivir desde la la promesa de la Vida Eterna. La elección es tuya. Ahora, si no crees en La palabra de Dios o ves a un Dios distante, que tu oración, por muy breve que esta sea, pide que el señor te de FE.
La palabra Altivo es definida como: Orgulloso, soberbio. Entonces, la altivez de espíritu se da cuando una persona da lugar a la arrogancia espiritual, y es el preludio a la caída. Dios nos dice en proverbios y en job lo siguiente: "Abominación es a Jehová todo Altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune". Proverbios 16:5. "Derrama el ardor de tu ira; Mira a todo Altivo, y abátelo". Job 40:11
Dios abomina los ojos altivos, y no perdonará al corazón que se exalta a sí mismo, pues esto va en contra del conocimiento de Dios vivo. Además es un horrible testimonio para los humildes de espíritu que acuden a la iglesia buscando sinceramente a Dios. Toparse con una persona altiva dentro de la iglesia, es lo que ciertamente, nadie se esperaría, y sin embargo cada vez son más frecuentes los siervos líderes que se exaltan a sí mismos pero, la palabra es clara para con ellos: "El Altivo de ánimo suscita contiendas; Mas el que confía en Jehová prosperará". Proverbios 28:25
Gracias a Dios, nuestro Señor es un juez justo, y a todos dará su recompensa según sus obras, pero principalmente según su corazón. Nosotros no podemos escudriñar el corazón de las personas, pero Dios hará justicia a todos los humildes de espíritu y a los humillados por causa de Su nombre. Y los altivos no prosperarán, pues escrito está: "Hay generación cuyos ojos son Altivos Y cuyos párpados están levantados en alto". Proverbios 30:13 y en Isaías 2:12: "Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y Altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido". Isaías 2:12
La multiforme sabiduría de Dios estableció que el hombre es menor que los ángeles, y los ángeles son menores que Dios. Por lo mismo, la revelación de la palabra de Dios a los hombres no depende de la sabiduría o inteligencia de las personas, sino de la sabiduría e inteligencia de Dios, y de su soberanía para revelarla a quien El quiera, como El quiera y cuando El quiera. El hombre no puede manipular a Dios, ni debe usar la palabra de Dios para manipular a las masas. Eso también es Arrogancia Espiritual y Altivez de Espíritu. Y éstas son así mismo, unas de las características de Satanás. Por lo cual si manifestamos estas actitudes, entonces no es el espíritu de Dios quien nos está llevando, sino Satanás mismo, alejándonos de Dios así como él mismo se separó de Dios por su pecado.
Satanás vino a robar, matar y destruir, y es además el padre de mentira. Dios abomina estos atributos tanto en Satanás como en el hombre que se deja engañar por el. "Los ojos Altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente" Proverbios 6:17. Es a estos a quien Dios aborrece.
La contraparte de la Arrogancia Espiritual es la humildad, y la contraparte de la Altivez de Espíritu es el ser mansos y humildes, lo cual es lo opuesto a la vanidad, la petulancia, el engreimiento, la presunción y la suficiencia, y es actuar como Jesús nos enseñó. Si pensamos que no sabemos todo, no conocemos todo, no entendemos todo, y que sin Cristo Jesús morando en nosotros no somos nadie, esto nos ayudará a mantener nuestros pies bien firmes en la tierra. Si a esto aunamos el hecho de que Jesús mismo increpó a los apóstoles cuando se peleaban por ver quién era el primero de ellos, -Pedro- y cómo ese hecho le dio lugar a Satanás para pedir a Pedro y luego zarandearlo como el trigo, entonces comprenderemos que tanto la Arrogancia Espiritual como la Altivez de Espíritu dan derecho legal a Satanás para poner a todos los altivos y arrogantes en su lugar.
Nota:
Muchos de los versos que he incluido hablan de "CASTIGO DE DIOS", sin embargo, creo que son expresiones dada en ese tiempo historico para dar a entender que el pecado no queda impune. No creo que sea Dios el que te envía un castigo, sin embargo si creo que, puesto Dios nos conoce desde antes de nacer y sabe toda nuestra vida, incluso antes de que las cosas nos sucedan, El sí deja o permite que las consecuencias de nuestros malos actos se manifiesten negativamente en nuestras vidas. Dios nos ha creado libres, de tal manera, somos responsable de las consecuencias negativas en la vida. Es así como la Palabra de Dios dice: Para Dios nada queda impune, Dios deja caer su mano, Dios se enoja, Dios castigará al pecador etc. pero, la verdad (lo que he llegado a comprender) que de Dios Padre no provienen las desgracias, los sufrimientos, las penas, las enfermedades. Si contraigo una enfermedad venérea, no es castigio que venga de Dios sino es una consecuencia de mi lujuria. Si manejo a alta velocidad, choco y quedo postrado en una silla de ruedas, es solo una consecuencia de mi irresponsabilidad. Si millones de niños en todo el mundo se mueren de hambre, no es el hambre enviada por Dios para castigar a su pueblo sino, el resultado de la avaricia de nuestra parte, de la sociedad o la política imperante pues, tan solo con la comida que se tira a la basura en EE.UU, es suficiente para palear el hambre del mundo. Dónde está entonces Dios que permite estos sufrimientos?. Está con nosotros, nos ve, nos observa, mira nuestras actitudes arrogantes, soberbias, nos habla pero no queremos obedecer a Su Palabra. Llegará el día en que debamos comparecer ante El y dar cuenta de nuestras acciones, del hambre que sufre el mundo porque, Su palabra dice: Llegará el día en que compareceran ante mí, los unos para vivir la Vida Eternal y los que no acataron mis palabras (mandamientos, leyes, estatutos) para condenación eterna. De esta manera, la elección es tuya porque Dios te ha creado dandote libertad de acción y te ha puesto muchas veces con personas que te han hablado de Su Palabra.
ORACIÓN
Padre Celestial te ruego y suplico que nos perdones por haber pecado contra ti, con arrogancia y altivez de Espíritu. Te pido y suplico que prepares mi corazón y el corazón de todos los cristianos que están leyendo esta reflexión y que nos lleves a ese lugar, de arrepentimiento en polvo y ceniza, y que nos des otra oportunidad más de servirte en humildad, sumisión, obediencia, acatamiento de Espíritu, fidelidad, dependencia, prudencia y mansedumbre sujetos siempre a tu voluntad, a tu palabra y a tu Espíritu Santo. Te pido y suplico que lleves este escrito a todos mis hermanos que están siendo piedra de tropiezo, y que redarguyas sus corazones, para que se arrepientan de este pecado y se inunden como torrentes de agua viva con Tu palabra. En el poderoso nombre de JESUCRISTO nuestro Señor amen. Así sea.
La humildad cristiana
Después Jesús dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!" Lucas 14:12-14
Definición conceptual de humildad
1. Humildad. (Del lat. humilitas, -). Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
2. La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilitas.
3. Dicho de una persona: Natural, espontánea, que obra con llaneza.
4. Ingenuo en el trato, sin doblez ni engaño, y que dice lo que siente
5. La humildad es la ausencia de soberbia. Es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores que los demás, independientemente de cuán lejos hayan llegado en la vida.
6. La palabra humildad también puede utilizarse como sinónimo de pobreza de falta de recursos. Esto se puede apreciar en las frases "una persona humilde" o "un barrio humilde". Cabe mencionar que este uso suele tener una connotación positiva.
7. Actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades y actúa sin orgullo.
8. La humildad es aquella cualidad del ser humano mediante la cual la persona es modesta y no se preocupa por sí misma si no por los demás, por los que lo rodean.
9. Humildad es aquella cualidad de la persona que no es egocéntrica si no que minimiza sus logros para no centrarse en ellos y perder la objetividad en su accionar diario.
10. La humildad no es un concepto, es una conducta, un modo de ser, un modo de vida.
11. La humildad es una de las virtudes más nobles del espíritu. Los seres que carecen de humildad, carecen de la base esencial para un seguro progreso. Las más bellas cualidades sin humildad, representan lo mismo que un cuerpo sin alma.
12. La humildad es signo de fortaleza. Ser humilde no significa ser débil y ser soberbio no significa ser fuerte, aunque el vulgo lo interprete de otra manera.
13. La humildad es la más sublime de todas las virtudes admirables. Virtud sin humildad no es virtud. El que posee la humildad en alto grado, generalmente es poseedor de casi todas las virtudes, pues la humildad nunca se encuentra sola.
14. La humildad es aliada inseparable de la modestia y forma una trilogía con la bondad.
15. La humildad nos hace tolerantes, pacientes y condescendientes con nuestros semejantes. Es la mansedumbre, la prudencia, la paciencia, la fe, la esperanza.
16. Desde la filosofía, Immanuel Kant afirma dice que la humildad es la virtud central de la vida ya que brinda una perspectiva apropiada de la moral.
17. Para Friedrich Nietsche, en cambio, la humildad es una falsa de virtud que esconde las decepciones que una persona esconde en su interior.
18. Las religiones suelen asociar la humildad al reconocimiento de la superioridad divina; todos los seres humanos son iguales ante los ojos de Dios y deben actuar en consecuencia. Para el budismo, la humildad es la conciencia respecto al camino que se debe seguir para liberarse del sufrimiento.
Sinonimos de humildad como característica del comportamiento
Modestia, docilidad, recogimiento, recato, paciencia, moderación, sencillez, llaneza, acatamiento, sumisión, obediencia
Humildad desde un punto de vista económica
Pobreza, bajeza, indigencia, desamparo
Antónimos de humildad:
Soberbia, vanidad, rebeldía, orgullo, altivo, altanero, petulante, presuntuoso, fastuoso.
La humildad como virtud:
Humildad: Es la virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo (es decir, sin Dios) solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen.
"El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas"
El Papa Francisco y la humildad:
El Papa papa Francisco dice que, la humildad es la regla de oro del cristiano.
Asimismo, el Pontífice en la Misa celebrada de la Anunciación, ha destacado que Dios "no es un Dios falso", "un Dios de madera, hecho por los hombres", sino que es un Dios que "prefiere el camino de la humildad", que es el mismo camino seguido por Jesús, un camino por el que se humilló hasta la Cruz.
Además, el Papa ha señalado que "la humildad cristiana se eleva a Dios para que quien es testigo sepa "rebajarse" para darle espacio a su caridad".
En esta línea, el Pontífice ha indicado que este camino de la humildad es "opuesto al de los ídolos Fuertes" que se hacen escuchar y que dicen "Aquí mando yo". No obstante, ha agregado que "ser humildes no significa ir por la vida con la cabeza bajada, sino recorrer ese camino que lleva de la humildad a la caridad".
Finalmente, el Papa Francisco dijo que "si no hay humildad, el amor permanece bloqueado y no puede fluir".
La humildad, virtud cardinal del Cristiano
No pocas oraciones, sobre todo las de los salmos, manifiestan hermosos y profundos sentimientos de humildad ante Dios. Pero fue sólo con el ejemplo y la enseñanza de Cristo como se mostró el ideal perfecto de la humildad. La virtud de la humildad Cristiana lleva doble dirección: una hacia el superior, otra hacia el igual e inferior.
La primera es inseparable del verdadero sentimiento religioso. Su verdadero y único requisito es la fe viva y la convicción de que uno trata con un Dios personal. La humildad es, ante todo, la virtud de saber ocupar el puesto de criatura, es la actitud de la criatura frente al absoluto dominio de Dios.
La humildad cristiana tiene, además, otro aspecto que también es esencial y que es exclusivamente suyo: la humildad del superior frente al inferior, el inclinarse del grande llevado de su propio peso. Esto fue lo que Dios mismo hizo en Cristo. La humildad cristiana es la "imitación interior, espiritual, del gran gesto de Cristo Dios que, renunciando a su grandeza y majestad, viene hacia los hombres para hacerse, libre y alegremente, esclavo de sus criaturas".
La humildad no se enumera generalmente entre las virtudes cardinales. Con todo, ha sido considerada siempre en el cristianismo como virtud fundamental, como la base de todo el edificio espiritual.
A la virtud de la humildad, le toca regular todas las facultades y energías del hombre, o sea someterlas a Dios creador y dispensador de la gracia. La humildad es la respuesta o actitud del hombre ante la inmerecida y divina elección que Dios hizo de él para hacerlo hijo suyo en Cristo.
La humildad de Cristo
Dios mismo en persona vino a enseñarnos la humildad. "Existiendo en la forma de Dios no reputó codiciable tesoro mantenerse igual a Dios, antes se anonadó tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres" Filip. 2:6
Jesús es la humildad encarnada. Perfecto en todas las virtudes, nos enseña en cada momento en cada palabra. En todo hacía, como siempre la voluntad de su Padre. Nunca buscó llamar la atención sobre si mismo sino dar gloria al Padre. Al final murió en la Cruz. Nos dijo: "Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón".
Jesús se dispuesto a servirnos, a ayudarnos, a levantarnos de las caídas. ¿Servimos nosotros a los demás, en la familia, en el trabajo, en esos favores anónimos que quizá jamás van a ser agradecidos?. "Ejemplo os he dado" -dice el Señor después de lavarles los pies a sus discípulos" "para que como yo he hecho con vosotros, así hagáis vosotros" (Juan 13:15). Nos deja una suprema lección para que entendamos que si no somos humildes, si no estamos dispuestos a servir, no podemos seguir al Maestro.
El Señor nos invita a seguirle y a imitarle, y nos deja una regla sencilla, pero exacta, para vivir el amor con humildad y espíritu de servicio: "Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos" (Mateo 7:12).
El peso del desbordante amor divino lo trajo a la tierra, como dice san AGUSTÍN: "Dios no teme perder nada al inclinarse hacia sus criaturas, llevado del amor". Sólo el orgulloso quiere mantener una grandeza usurpada, una dignidad que se siente insegura. "Todo orgullo es orgullo de pordiosero".
El alma realmente grande se inclina decididamente hacia los pequeños.La gloria de Dios es la gloria de su amor. Muestra Dios la gloria, altura, extensión y profundidad de su amor al inclinarse hacia los hombres.
Con su vida humana nos puso Cristo ante los ojos lo que es la humildad: desde su nacimiento fue su vida anonadamiento, destierro, persecución, oscuridad en Nazaret, perfecta obediencia a los hombres, respetuoso y amable trato con pecadores y publicanos, profesión de servidor ante los simples mortales: "Yo estoy en medio de vosotros como un servidor" (Lc 22:27). Su obra cumbre es obra de obediencia al mismo tiempo que de humildad, pues la humildad y la obediencia corren parejas.
La humildad del cristiano relacionada con la de Cristo
Cristo unió en su humildad sus dos aspectos en forma inigualable:
1. La humildad que se inclina hacia el inferior y
2. La humildad que reconoce la distancia que lo separa del superior.
La encarnación es la humildad de Dios que se achica; asimismo todos los actos de Cristo son actos de humildad de Dios, pero al mismo tiempo traducen la humilde respuesta de la humanidad de Cristo al Padre celestial, la humildad de la criatura ante su creador, del Hijo ante su Padre: "El Padre es mayor que yo". La obediencia hasta la muerte de cruz es la sumisión de la voluntad humana de Cristo a la excelsa voluntad del Padre celestial. La humildad de Cristo excede infinitamente a la de sudiscípulo, ya en la altura y profundidad del abatimiento, ya en la humilde sumisión al Padre celestial.
Pero el cristiano puede, a pesar de ello, seguir a Cristo en estas dos actitudes de la humildad, puesto que por la gracia y la filiación adoptiva ha sido elevado hasta la participación de la naturaleza divina, y por la fe y el amor puede apreciar aproximadamente la infinita distancia que lo separa del Creador y del Padre. También puede transitar por el camino de la humildad que Cristo recorrió, sirviendo a los más pequeños y obedeciendo al Padre celestial en las permisiones o en las voluntades que nos comunica mediante sus más insignificantes criaturas.
El segundo motivo de humildad que le asiste al cristiano le falta completamente a Cristo: el pecado, que establece entre Dios y el hombre una distancia más grande y profunda que el mundo. Razón precisamente para que nuestro agradecimiento por haber sido levantados de la postración profunda de la culpa hasta la amistad amorosa con el Dios santísimo, suba de lo más hondo de la indignidad en que yacíamos por nuestros pasados pecados, y en la que yacemos a causa de nuestra permanente culpabilidad. Para que nuestra respuesta de amor ante el abajamiento de Dios y ante nuestra elevación, aunque pecadores, sea verdadera y legítima, tiene que ser la respuesta de la humildad temerosa, pero confiada y alegre.
La condición de criaturas y la condición de pecadores son los dos motivos que obligan nuestra humildad. Cristo, que era plenamente consciente de su perfecta inocencia, nos mostró cuál ha de ser nuestra humildad al reconocernos pecadores, ya que Él, agobiado por el peso de nuestros pecados, cayó en Getsemaní y en el camino del Calvario, bajo el castigo por nuestros pecados merecido. Esa humildad de Cristo es la que nos levanta de la infamante bajeza del pecado hasta la regia dignidad de ciudadanos del reino de Dios: doble motivo para nuestra humildad. Dice Cristo a sus discípulos: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11:29). Su humildad es el fundamento de nuestra elevación: la imitación de su humildad es la condición básica y permanente de la dignidad de discípulo suyo. La humildad es la única que nos hace capaces de aprender algo de Cristo y que en cierto modo nos hace dignos de ser sus discípulos. Cuanto más profunda es la humildad, tanto mayor es la docilidad y tanto más amorosa la voz del Espíritu Santo que habla en el interior.
La humildad predispone a recibir la gracia y la verdad de Cristo Jesús. Tanta será la gracia y la verdad que Cristo nos comunique, cuanto sea el sitio que en nuestro corazón ocupe la humildad.
Esencia y requisitos de la humildad
1. La humildad ha de penetrar tanto el conocimiento como el amor.
La humildad de pensamiento para su atención en el verdadero lugar que le corresponde al hombre frente al Dios santísimo, y aun en sus relaciones con sus semejantes procura no salirse de dicho lugar. Así pues, lo que la humildad exige en primer lugar es la seria confrontación con Dios. ¡Yo, criatura, yo, pecador frente al Santo de los santos! Esta consideración no sólo humillaría, sino que aplastaría completamente si no fuera acompañada por esta otra verdad: ¡Yo, hombre pecador, elevado hasta Dios! ¡Dios, con un amor inigualable, se inclina hasta mí! Así pues, el humilde principia por colocar sus miradas en su propia bajeza frente a Dios, mas termina considerando gozoso la grandeza de Dios.
El hombre reconoce por la humildad el lugar que le corresponde, como también la infinita y suprema grandeza de Dios. Dicho reconocimiento es perfecto si va hasta provocar una honda alegría, no sólo por ver cuánta es la grandeza de Dios, sino también por saberse uno bajo la estrecha y total dependencia suya.
Un motivo que nos excita poderosamente a este júbilo embriagador de la divina gloria, es el considerar cómo Dios desinteresadamente nos ha comunicado su gloria a nosotros, sus pobres criaturas.
2. De cómo el humilde conocimiento de sí mismo y el jubiloso y humilde reconocimiento de la grandeza de Dios peligra por una falsa y prácticamente incrédula confrontación con el prójimo
"Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros".
Reconociendo que tenemos debilidades y pasiones tales como la ira, el enojo, falta de sometimiento o rebeldía tenemos que hacer el ejercicio de ir poniendo todos esos deseos carnales en sujeción del Espíritu de Dios. La única manera para poder lograr que todos los deseos carnales mengüen y podamos vivir una vida espiritualmente sana es sometiéndonos al poder de DIOS; el Espíritu Santo. Es a través de su Espíritu que Dios siembra en nosotros la buena semilla que producirá los frutos espirituales tales como el amor, la humildad, la paz etc. Por tanto; para lograr una buena relación con nuestro prójimo es esencial estar en buena comunión (Común Unión) con Dios a través de su Espíritu para así lograr aplicar la buena conducta producida por los frutos espirituales.
Toda confrontación con el prójimo que no tenga en cuenta la confrontación con Dios conduce a la sobreestima de sí y a la desestima del prójimo. Sólo considerando al prójimo con los dones que lo elevan ante Dios y considerando al mismo tiempo nuestra pequeñez y culpabilidad ante Dios, podemos compararnos legítimamente con nuestros semejantes. Así, nuestra confrontación con el prójimo debe ser en realidad una confrontación con Dios, o mejor dicho una confrontación con el prójimo, pero ante Dios; de otra manera no podrá ser humilde. El humilde supera toda tentación de menosprecio del prójimo sabiendo que el amor de Dios lo busca para ennoblecerlo, aunque sea pecador. Además, el vivo temor que despierta la propia culpabilidad debe desvanecer toda tentación de menosprecio del prójimo.
Sólo el verdaderamente humilde es capaz de apreciar digna y noblemente las cualidades y ventajas del prójimo. El orgulloso considera siempre su propio valor para elevarse, estimando ser propia desventaja el mérito del prójimo. El alma humilde se olvida de sí misma, y en Dios y por Dios se alegra de todo bien. En las ventajas que le lleva el prójimo no ve un perjuicio propio, puesto que todo lo considera como reflejo de la gloria de Dios, que es lo único que busca y le interesa.
3. "La humildad es andar en verdad" (Santa Teresa: Moradas sextas')
La humildad conoce bien la parcialidad del orgullo. Por ende, en la apreciación y estima de las cosas no procede como si el orgullo no pudiera turbar nuestra mirada cuando se trata de nosotros mismos. El humilde, por conocer que el hombre está siempre acechado por el orgullo, se abstiene de reparar innecesariamente en las faltas ajenas. Igualmente se abstiene de fijar sus miradas en sus propias ventajas. Sin duda procura conocer los dones de Dios recibidos para agradecerlos, mas se guarda bien de "gozarse" en esos dones y ventajas. El humilde sólo se considera a sí mismo como un favorecido por Dios, obligado, por lo mismo, en virtud de las aptitudes recibidas, a mayores servicios. En cuanto al prójimo, lo considera imparcialmente para gozarse de los dones que lo agracian. El agradecido reconocimiento por la dignidad recibida de Dios forma parte esencial de la humildad cristiana.
El cristiano tiene que conocer sus propios talentos; mas dichos talentos aparecen mejor a la luz de los deberes que de los valores que posee ; y así, por la conciencia de la responsabilidad y de que es un "siervo inútil" evitará gozarse y deleitarse en ellos. El humilde sabe que no es posible, sin exponerse al orgullo, detenerse a considerar sus propias ventajas, pues no consideramos con la misma simplicidad e imparcialidad nuestras ventajas y cualidades y las del prójimo. El pensar lo contrario sería ya un efecto del orgullo.. Sólo en el cielo, donde nuestra humildad será perfecta, no tendremos necesidad de tantas cautelas, pues todo lo consideraremos y gustaremos en Dios, viendo que todo procede de su munificencia.
El humilde no se detiene a considerar los progresos alcanzados, si es que los hay. Al comprobarlo advertirá que sólo por la gracia de Dios ha podido realizarlos y que, por tanto, todo bien es atribuible sólo a Dios, y que de sí mismo sólo puede sacar el mal, el pecado, la insuficiencia para aprovechar mejor los dones de Dios. Así, al considerar el bien que tiene, lo agradece a Dios, declarándose cual "siervo inútil". Mas al ver la distancia que aún lo separa de la perfección reconoce paladinamente que esto se debe a su propia incompetencia. Cuanto más crece el hombre en la caridad, tanto más elevado se le presenta el ideal y tanto más profunda la diferencia entre su fidelidad y la fidelidad de Dios en amarlo.
Así aparece sincera y verdadera la humildad de los santos que se consideran ingratos pecadores y aun los mayores pecadores del mundo. Con ello no quieren decir que han cometido mayores crímenes que los demás, sino que, guiados por la humildad, creen verdaderamente que los más famosos pecadores serían acaso mejores que ellos y más agradecidos si hubieran recibido tantas gracias como ellos.
La humildad es la verdad, puesto que el humilde se compara con el modelo, con la santidad, mientras que el orgulloso se compara con los miserables, con la caricatura.
"El orgulloso se eleva, porque al mirar continuamente hacia abajo se persuade de que se encuentra en una elevada torre. A medida que él va bajando realmente, echa sus miradas más abajo todavía, de nodo que siempre hay una compensación a su favor: él se figura que va subiendo. Y mientras tanto no se da cuenta de que esa profundidad que tiene siempre ante los ojos y que le hace creer que él está elevado, lo está atrayendo lentamente. Así, cae el ángel poco a poco atraído por la profundidad que contempla" |
El humilde mira siempre hacia arriba, hacia la santidad de Dios, para rebajarse siempre, y así sube proporcionalmente. Es el pensamiento de san AGUSTÍN: Hay algo en la humildad que por manera maravillosa eleva el corazón, y algo en la altivez que lo abate. Parecerían cosas contrarias el que la altivez abata y la humildad eleve. Mas la pía humildad sujeta al superior a Dios, y por eso la humildad eleva, puesto que somete a Dios" |
4. La humildad es la verdad aún en las obras
Sería insincero confesarse ante Dios digno de castigos y humillaciones, y luego sublevarse contra el prójimo por la menor desatención. Y aunque buena parte de las ofensas y desprecios que se reciben no fueran merecidos por tal o cual causa determinada, la humildad y la verdad enseñan que lo son por otras razones mucho más perentorias. El humilde se entristece por la injusticia, mas no tanto porque sea injusticia que lo incomoda a él, sino porque ofende a Dios. A la humildad pertenece ante todo la obediencia a Dios, y también a los hombres en cuanto por ellos nos manifiesta Dios su voluntad. La santa obediencia, la voluntaria y alegre sumisión a la voluntad es una de las mayores muestras de humildad y un poderoso medio de cultivarla. Humildad es servicialidad. "El mayor entre vosotros sea como el menor, y el que manda como el que sirve" (Lc 22:26; Mt 20:25). El humilde rechaza los honores inmerecidos y, yendo en pos del Crucificado, está pronto a soportar el descrédito y la deshonra, mientras éstas no se opongan a la buena fama que necesita generalmente el hombre para trabajar con fruto para el reino de Dios.
5. La humildad, desbordamiento y manifestación de la caridad
"La humildad es uno de los modos del amor, el cual con sus ardientes rayos disuelve el hielo con que el triste orgullo aprisiona al yo siempre más miserable"
Sólo el amor ilumina los ojos para ver las ventajas del prójimo. Así, la caridad está al servicio de la humildad y recíprocamente. Sólo el amor comunica al humilde la disposición y energía para el sacrificio. La humildad sin amor sería, a lo sumo, abatimiento.
Mas con el amor, la humildad se dispone a acometer las mayores empresas a que Dios llame. Sería orgullo disimulado el querer por propia elección limitarse a poquedades. El humilde espera la misión que Dios le envíe, pero cuando Dios llama a realizar grandes obras de amor, cuando invita a elevada santidad, el humilde no retrocede, sino que se entrega gozoso a Dios. "Hizo en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es santo" (Lc 1, 49).
Una gran humildad procede de un gran amor. Los grados del amor y los de la humildad se corresponden. Cuanto más rico en amor, más rico en humildad. Cuanto más desinteresado el amor, tanto más digna la actitud del humilde, alejada de toda afectación. Pero mientras el amor no consiga derretir perfectamente el orgullo, debe el hombre luchar varonilmente hasta alcanzar la humildad. |
6. La humildad, don del cielo y victoria en el combate
La lucha por la humildad es siempre dolorosa para el hombre manchado por el pecado original: el primer pecado fue pecado de orgullo. "La humildad es el gesto de una continua muerte interior para que Cristo viva en nosotros". Esta posibilidad y este mandato de hacer morir al orgulloso hijo de Adán es una de las gracias que nos vienen conferidas en el bautismo. La humildad sigue siendo siempre un don y un mandato. "Preciso es que Él crezca y yo mengüe"
La humildad que le debemos a Dios:
La humildad empieza en el momento cuando se comienza a reconocer a Dios como soberano absoluto y dueño de nuestra vida, que de su voluntad y amor nos dio la existencia y que por tanto somos sus hijos amados. Teniendo este conocimiento nos sometemos a su voluntad por amor y agradecimiento; no de mala gana, sino porque entendemos que todo lo que somos y todo lo que tenemos es por gracia y misericordia del señor. Esto nos lleva a recibir y obedecer sus ordenanzas y palabras tal y como el mismo señor la inspiro a quienes escribieron la biblia; sin quitarle ni añadirle nada. Jesús dijo que el primer y más grande mandamiento es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente y este es el principio de todos los buenos frutos espirituales incluyendo la humildad. Jesús dijo: "Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia" Juan 7:16-18.
Por tanto; alguien que se llame ser cristiano (seguidor de Cristo) y que quiere crecer en la humildad lo primero que tiene que hacer es someterse en obediencia y agradecimiento a las sanas doctrinas que el padre envió a través de Jesucristo y sus apóstoles. Esto era precisamente lo que hacían los primeros discípulos de la iglesia primitiva: "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" Hechos 2:42.
Nosotros los cristianos no estamos llamados a hablar por nuestra cuenta propia. !Ni siquiera Jesús vino a hablar por su propia cuenta; el vino a decir lo que el padre le entrego como doctrina!.!El que aprende a vivir de acuerdo a la doctrina de Dios aprende lo que es la humildad y a amar a Dios sobre todas las cosas!.
Jesús dijo: "Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho" Juan 12: 49. ¡Esto es la verdadera humildad que nosotros tenemos que imitar!
La falta de humildad para aceptar la verdad doctrinal de Dios crea un alejamiento de Dios y esa persona cae en una humildad hipócrita (mentirosa) dando a demostrar a los demás hombres que es humilde porque acepta los mandamientos de los hombres como si fueran los de Dios; o peor aun: ligan la verdad de Dios con mandamientos humanos. Proverbios 30:6-7 dice: "Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso"
De esta manera, si el amor a Dios es la base para todos los frutos Espirituales (entre ellos la humildad) nuestra primera responsabilidad como creyentes es aceptar la palabra de Dios tal y como El la envió a través de Cristo y sus apóstoles. Jesús dijo estas palabras a sus discípulos: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" Juan 14:15. El el apóstol Pablo dijo estas impresionantes palabras: "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo" 2 Corintios 2:17.
La sinceridad es parte inseparable de la humildad, es su lado verdadero. El que es sincero habla la verdad tal y como el señor la inspiro.
7. Frutos de la humildad
"El que se humilla será ensalzado" (Mt 23:12). "Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia" (1 Pedro 5:5). La gracia divina no es propiamente fruto de la humildad, sino de la divina caridad, mas la humildad es condición para recibirla. Ni llega el hombre a la fe sino por un cierto grado de humildad.
Cuanto más profunda es la humildad, tanto más profunda es la penetración que alcanza el hombre en los misterios de la fe, pues el humilde nunca se atreve a medir la ciencia y verdad de Dios con los alcances de su diminuto yo. El humilde está, ante todo, dispuesto a dejarse enseñar por Dios. El humilde consigue contemplar la hermosura y grandeza íntimas de las verdades divinas, al paso que al orgulloso se le oscurece toda verdad que no traiga ventajas para el engrandecimiento de su propio yo. "Te alabo, oh Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos" (Mt 11:25).
La humildad es condición indispensable para el verdadero conocimiento propio, para el dolor y la penitencia. Sólo el humilde soporta el verdadero conocimiento y ve su propia culpabilidad.
La humildad abre el corazón al amor desinteresado a Dios y al prójimo. "La humildad de corazón consiste en renunciar al amor interesado de sí mismo, para servir a un amor superior". No hay camino más excelente que el del amor, pero por él solo pueden transitar los humildes. (san Agustín)
La humildad purifica la mirada del pecador para que pueda reconocer los valores y virtudes que ha lesionado. La humildad es requisito para una conciencia sana, pues cuando la humildad no viene a cubrir la distancia que va de las obras al deber conocido, el orgullo nubla el conocimiento de los valores no realizados y procura reparar el defecto por los caminos torcidos de la mentira.
La humildad garantiza el respeto que protege el amor: entre el respeto y la humildad hay mutua dependenciá. El fondo religioso de la humildad se hace mucho más perceptible en el respeto. Así como la última razón de la humildad es una confrontación con Dios, así el respeto nace de la sensación de la gloria de Dios que se trasluce en todos los seres.
Grados de humildad. Vicios opuestos
Tiene la humildad diversos grados en densidad y profundidad; lo mismo el orgullo, su contrario.
Mientras que la vanidad se engríe por pequeñas ventajas y por ellas descuida los valores superiores, la modestia es como un pudor espiritual que aspira a tener ocultas a las miradas ajenas las propias cualidades y ventajas. |
La vanidad sólo se extiende a ventajas despreciables, como la belleza corporal, el adorno, la alcurnia, etc., y es por lo mismo una tontería innocua; al paso que la orgullosa complacencia en sí mismo es más odiosa y contraria a Dios cuanto más elevada es la cualidad de que se jacta el orgulloso. Pues cuanto más altas son esas ventajas, tanto más llevan el carácter de dones gratuitos, y por Io mismo la jactancia por tales dones es más contraria al dador de ellos. Sin duda que el jactancioso no niega que tales dones los recibió de Dios, mas se gloría de ellos como si los poseyera por sus propios méritos. Con la jactancia de los propios bienes corre generalmente pareja la vanagloria, que se esfuerza para que otros contemplen extasiados nuestros reales o imaginaríos méritos. La ambición se esfuerza por conquistar preponderancia y ascendiente sobre los demás. La modestia se contenta con ocupar un puesto humilde. Dicha modestia alcanza el grado de humildad cuando sus motivos alcanzan la profunclidad de ésta.
El humilde renuncia gustoso a todo honor humano, pues no sale de su asombro al ver cómo Dios lo ha elevado tanto a él, tan indigno. Al paso que el jactancioso se interesa por los valores en cuantos éstos pueden hermosearlo, el orgulloso propiamente tal no puede considerar la dignidad y hermosura del bien en sí, sino sólo lo que le es ventajoso o perjudicial. El orgulloso ansía ante todo verse libre de la dependencia de otros. Ni siquiera quiere reconocer las deudas de gratitud. Lo opuesto es lo que busca la humildad, que es voluntaria sumisión de la obediencia. El peor enemigo de la humildad es la soberbia, que se caracteriza por el embrutecimiento ante los valores y por un carácter hostil a la virtud. Los valores y virtudes no significan para el soberbio más que un menoscabo de su independencia. Indudablemente percibe la voz del bien y de la virtud que acusa y condena, pero la desoye, persuadido miserablemente como está de su propia excelencia. El bien ya no luce para él, ni es calor que lo encienda. El soberbio consumado no soporta el saber que depende de Dios; de allí que la forma extrema de la soberbia es la negación de Dios y la proclamación de la soberanía y autonomía del hombre. El soberbio desprecia a sus semejantes, no sólo a los pecadores, sino sobre todo a los hombres religiosos que se someten a Dios y que por amor a Dios se someten obedientes a los hombres.
El orgulloso choca sobre todo con Cristo, que es humilde y convida a la humildad por todo lo que es. Estaría, sí, dispuesto a reconocer a un Dios lejano; mas para el Dios-hombre, que se presenta en una forma humilde y, sin embargo, exigente, no tiene sino odio mortal.
Muchos padres de la Iglesia piensan que la soberbia de satanás se encendió ante este misterio.
Por amor de Cristo y siguiendo sus ejemplos, el humilde se alegra de las humillaciones y rechaza aún los honores merecidos, cuando por tal medio puede procurar la gloria de Dios. Así como Cristo estaba sujeto a los hombres, el humilde se somete voluntariamente a la autoridad humana del Estado, y sobre todo a la de la Iglesia. La soberbia empujó a los herejes a rechazar la obediencia a la Iglesia, so pretexto de obedecer directamente a Dios o a Cristo.
Los grados de la humildad corresponden exactamente a los del amor, así como los. grados del orgullo y de la soberbia corresponden a los de la glacial estrechez y mezquindad del yo replegado sobre sí mismo.
El poder de la humildad
Regularmente se cree que el rico es orgulloso y el pobre es humilde, pero en realidad no es así. Dios no manda el mal a la gente ni escoge al azar quién va a estar bien y quién no. Él nos quiere a todos igual y desea que estemos bien. Es posible que muchas de tus oraciones no han sido respondidas porque no tienes humildad en el corazón.
La Palabra de Dios en Proverbios 22:4 dice: Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová".
Al decir vida, no se refiere a la que recibes biológicamente, esta hablando de la buena calidad de vida que es una recompensa para las personas que tienen respeto y temor al Señor. Es decir, si el motivo por el cual haces las cosas es cumplir, honrar y obedecer a Dios con actitud de humildad, obtendrás riquezas, honra, y vida. Entonces, riquezas, honor y vida son una recompensa al humilde.
No podemos perder las bendiciones por pequeños detalles de orgullo que tenemos. Dios tiene en una mano toda la bendición para podértela dar, solo esta esperando que cambies. Dios no escucha a los orgullosos.
Dios no tiene ningún problema en honrarte o enriquecerte si ve tu corazón humilde. Hay cosas que aunque las pidas Dios no te las puede dar por el corazón que tienes.
Aunque te cueste creerlo la voluntad de Dios es exaltarte si te humillas. ¿Dios puede exaltar a alguien? Dios no tiene problemas de exaltar a alguien si a demostrado que puede bajar. Si tu puedes bajar seguramente Dios te puede subir. La humillación anuncia la honra.
En 1 Pedro 5:5 dice: "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros revestios de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes".
En el Salmo 138:6 dice: "Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos".
Dios oye al humilde. Hasta para presentar reclamos hay que ser humildes. Si quiero que Dios me atienda tengo que pasar humillaciones, tu necesitas en medio de tus problemas que Dios te atienda, pero al orgulloso dice que lo tiene de lejos, no le oye y es imposible que lo atienda. Dios es excelso, y cuando nosotros nos portamos orgullosos hacemos el ridículo delante de Él. ¿Que te cuesta bajar la cabeza?
En Isaías 57:15 dice: Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde es espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados".
¿Por qué es mala tu situación? Será porque por fuera aparentas humildad, pero por dentro tienes un orgullo muy grande?. ¿Qué vas a hacer? Vas a perder todo lo que Dios tiene para tu vida por esos actos y arrebatos de orgullo que a menudo y frecuentemente estás teniendo?. No tienes muchos años para vivir en la tierra como para desperdiciar las bendiciones.
Captura a Dios, no lo dejes ir si Dios te ha visitado. Mientras más grande te haga Dios más vas a requerir humildad para soportarla, para llevarla, para demostrarla. No importa que digan de ti o lo que te puedan hacer que te cause dolor y sufrimientos porque, con una actitud humilde, Dios te va a dar mas, te bendicirá mas y tu alma se llenará de gozo. Claro está que, ante ofensas, es tu deber defenderte en buena lid. Recuerda que Jesús se defendió cuando uno de sus verdugos le dió una bofetada o se enojó cuando los mercaderes hicieron del templo una guarida de ladrones. La humildad no es sinonimo de humillación.
Todos tenemos una parte de orgullo, pero hay quienes saben que son más orgullosos. Si reconoces que en verdad eres una persona orgullosa, debes liberarte de ello. Piensa ahora misnmo en algo que hallas ganado por orgullo. Ganaste algo?, ¿Cuántas veces te ha ido mal por ese orgullo? Cuántas veces te has herido a ti mismo/a y has herido a tus seres queridos? Has perdido tu esposa/o por tu orgullo al no reconocer que lo/a amas?. Si eres orgulloso/a quiero desafiarte a tomar la decisión de dejar tu orgullo a partir de hoy. Confía en Dios, vas a ver como Dios te sana.
Tú conoces las cosas que tienes en tu corazón y puedes analizarlas. Habla con Dios y dile que estás cansado de ese orgullo que no te hace feliz. Renuncia a tu orgullo y con la ayuda del Espíritu Santo llegará a ser una persona humilde de corazón con con grandeza de alma.
Los beneficios de la humildad
1. Quien aprende realmente a ser humilde, logra vivir una vida más feliz.
2. Al estar en armonía con uno mismo, se está dispuesto a mostrar honor y aprecio hacia otras personas. Valorarse a sí mismo trae aparejado valorar a los demás.
3. La humildad crea serenidad y tranquilidad.
4. Con humildad se desarrolla la capacidad de admitir las equivocaciones, ya que se elimina el miedo a sentir que uno no vale nada. Al conocerse a sí mismo, la crítica se transforma en una posibilidad de crecimiento.
5. Con humildad, es más fácil perdonar a otros y a perdonarse a si mismo más rápidamente.
6. Humildad es apreciar lo que tenemos, es tener conciencia de que todo es un regalo.
7. La humildad es signo de evolución espiritual. El humilde es un ser que ya ha limado muchas de sus impurezas e imperfecciones. Si algún acontecimiento sacude violentamente su espíritu, el humilde sabe recibir los golpes de la vida con fe y resignación y pronto su alma encuentra el alivio necesario.
Evidencias de la humildad.
1. Ser como niño:
Según nos dice Mateo los discípulos querían saber quién era el mayor en el reino de los cielos. Jesús puso a un niño en medio de ellos, diciendo: "Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos" (Mateo 18:4).
Jesús es nuestro ejemplo perfecto de uno que siempre andaba con el espíritu de humildad. Filipenses dice esto acerca de Jesús: "El cual (…) no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo". Filipenses 2.6-7
Jesús no buscó la grandeza, pero después de humillarse "Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre" (Filipenses 2.9).
Los que, como Cristo, manifiestan un espíritu manso, sumiso y humilde pertenecen a Dios y serán exaltados a su debido tiempo. La sencillez semejante a la de un niño, la inocencia y no guardar rencor son evidencias de la verdadera humildad.
2. La mansedumbre
Efesios 4.2 dice que "con toda humildad y mansedumbre" debemos soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor. Los humildes nunca caen desde muy alto porque no se exaltan a sí mismos. Pero los que se exaltan a sí mismos caen y sufren. Sería bueno notar aquí que hay una diferencia entre la humildad y la humillación: la humillación, por lo general, es nada más que el orgullo herido.
Los mansos no se ofenden fácilmente. Dice Proverbios 13.10: "Ciertamente la soberbia concebirá contienda" Cuando se hiere el orgullo del hombre, él muy pronto lo siente y el resultado es contención. Pero con los mansos es diferente. Como su Salvador, cuando los maldicen, ellos no responden con maldición; cuando son perseguidos, lo sufren todo con mansedumbre; cuando los injurian, lo soportan todo sin responder. Los mansos oran por sus enemigos, amontonando así "ascuas de fuego" sobre sus cabezas según Romanos 12.18-20. Eso sí es humildad.
3. La modestia
La modestia se manifiesta en el semblante, en las costumbres y en el vestir sin sintuosidad. El que tiene un corazón humilde no tiene ojos altivos. Los humildes se conocen por su manera de ser; son modestos en cuanto a su apariencia y sus costumbres. Ellos no se jactan de ser más importantes que los demás, no lucen ropa estravagante o de gala. Se visten si, con lo mejor, cuando van a la Iglesia y lo hacen por respeto a Dios. Para Dios su mejor vestuario. Cuando el corazón está lleno de humildad el "gran yo" no se ve. La modestia es fruto natural de la humildad y se manifiesta en toda área de la vida de la persona.
Por qué ser humildes?.
1. Dios así lo ordena en su palabra
Dios manda que los santos se humillen "bajo la poderosa mano de Dios" (1 Pedro 5:6), que se vistan de humildad (Colosenses 3:12), que se revistan de humildad (1 Pedro 5:5) y que anden con toda humildad (Efesios 4:1-2).
2. Dios se satisface con la humildad y la bendice
(Leae Proverbios 16:19; Mateo 5:3-5.) Dios da gracia a los que son humildes (Santiago 4:6). Los que poseen la humildad son los mayores en el reino de Dios. "Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad" (Proverbios 22:4).
3. La humildad es la precursora de la exaltación verdadera
¿Has notado que la Biblia con frecuencia habla de la exaltación junto con la humildad? Sin embargo, no debemos tratar de humillarnos con la esperanza de ser exaltados. Es importante saber que la senda del orgullo siempre lleva al desastre, mientras que la senda de la humildad siempre lleva a la exaltación. Pero no debemos preocuparnos de cuándo y cómo seremos exaltados. Dios se encargará de todo eso. Lo que nos toca a nosotros es seguir en la humildad, confiar en Dios, obedecer Su Palabra, mantenernos al pie de la cruz y recordar que las promesas de Dios a los humildes son seguras.
4. Dios escucha las oraciones de los humildes
"No se olvidó del clamor de los afligidos" (Salmo 9:12). Los ninivitas se vistieron de cilicio y ceniza ante Dios. Ezequías se humilló ante Dios y oró que fuera librado del poder de Senaquerib. El publicano rogó a Dios por misericordia. Todos estos acudieron a Dios en humildad, y él oyó sus oraciones. A nuestro Dios Todopoderoso le place contestar las oraciones de los mansos y humildes que vienen a él con súplicas y oraciones.
Cómo podemos desarrollar la humildad
Aprendemos a aceptar las capacidades de los demás y celebrémoslos.
Reconociendo la propia realidad, sin caer en la arrogancia.
Siendo sencillos, sinceros y veraces.
Pediendo ayuda cuando la necesitamos y reconocemos que no somos autosuficientes.
Escuchando a los demás y dejando de hablar de nosotros mismos.
Decálogo de la humildad
Elimina la soberbia, cultiva el espíritu positivo hacia los demás.
No permitas que tus actitudes o palabras ofendan a otros.
Estar en armonía es el mejor regalo; sonríe y mira a todos con cariño.
Cuida tu lenguaje. No hables para criticar, ni siquiera con el fin de agradar.
Haz de la humildad una clave de tu vida y el resultado será una buena autoestima.
Reconoce tu realidad y esfuérzate por ser mejor.
Elige a tus amistades por tus afinidades.
Resalta los aspectos positivos en los demás, minimiza sus debilidades.
No te sientas superior a nadie.
Aprecia otras virtudes para fortalecer la humildad: la modestia, la sobriedad, la mesura, etc.
Un examen de conciencia:
1. ¿Me doy cuenta y tengo siempre presente que nada soy y nada puedo si Dios no está conmigo?
2. ¿Consiento pensamientos de engreimiento, vanidad y auto-suficiencia, tales como: "qué bueno soy", "qué bien hice esto", "qué capaz soy", etc.
3. ¿Busco de los demás aprobación y reconocimiento?
4. ¿Me doy yo mismo aprobación y reconocimiento ?
5. ¿Hablo siempre de mí y de mis cosas?
6. ¿Me gusta llevar la voz cantante?
7. ¿Me molesto ante críticas, ataques y humillaciones?
8. ¿Acepto y reconozco mis faltas cuando soy corregido o creo yo tener la razón?
9. Cuando sirvo, ¿me proyecto yo mismo ?
10. Cuando hablo ¿soy mi propia fuente de inspiración?
11. ¿Trato de llamar la atención con mi supuesta "sabiduría"?
La verdadera humildad versus humildad fingida:
La verdadera humildad se distingue de la forma falsa de humildad que lleva a una hipocresía. Se trata, más que de un voluntario desprecio de uno mismo, a una honesta valoración de uno mismo como criatura de Dios y de la adquisición de la consciencia de que nada somos ni tenemos que no nos haya sido dado por Dios, y que todo ello es a fin de que podamos servir con la actitud de corazón regida a través del Espíritu Santo de Dios.
La correcta humildad es aquella actitud de corazón producida por el fruto del Espíritu que debemos cultivar diariamente reconociendo nuestra condición de criaturas creada, dependientes y llamadas por Dios y que por lo tanto somos valiosos ante los ojos del señor y nosotros mismos, sin arrogancia.
La falsa humildad versus el celo por las cosas de Dios.
1. ¿Puede un verdadero cristiano lleno de humildad sentir y expresar indignación cuando es acusado falsamente o cuando descubre que en el lugar donde se congrega existe errores doctrinales?
2. ¿Puede un creyente humilde enfrentar valientemente a aquellos que deliberadamente se oponen a la obra y doctrina que Dios envió a través de Jesucristo y sus apóstoles?
3. ¿Como reaccionaron Cristo y sus apóstoles con los opositores religiosos de su tiempo?.
Así como nuestro señor Jesús demostró una humildad que nosotros tenemos que imitar también demostró un celo santo por la obra y palabras de su padre que también tenemos que imitar. El señor no perdió el don de la humildad cuando entró en el templo y con un azote expulsó a los mercaderes ladrones que habían invadido la casa de Dios. ¿Por que lo hizo? Porque el celo por la obra de Dios estaba en Jesús muy por encima de la hipocresía permisiva o de aquella falsa humildad de que no se puede "ofender a nadie". Jesús confrontó a los líderes de su tiempo (fariseos, maestros de la ley) los cuales habían añadido a los mandamientos de Dios normas y tradiciones que resultaban en pesadas cargas y engaños para el pueblo que vivía ignorante de esos engaños o que no se atrevían a expresarlos por temor a ser expulsado de la sinagoga (la iglesia) y los llamó hipócritas, necios, sepulcros blanqueados y el peor de todos los insultos: hijos del diablo. ¿Acaso perdió Jesús la humildad y la mansedumbre por demostrar el celo y la indignación que sentía en contra de dirigentes que estaban engañando y explotando al pueblo de Dios? De ninguna manera. Jesús siempre fue amable con el pueblo y les hablaba con un profundo amor y respeto. Más a los líderes religiosos engañadores, Jesús los denunciaba públicamente y les decía la verdad en sus caras. Lucas 11:37-54.
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