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Escatología (página 2)

Enviado por Josué Gallegos Salas


Partes: 1, 2, 3, 4

El rico y Lázaro platican juntos (Luc. 16:19-31). Pablo habla del estado descorporificado como de "estar ya con el Señor", y como algo que se desea ya más como la vida presente, (2 Cor. 5:6-9; Fil. 1:23), con toda seguridad, Pablo, difícilmente hubiera hablado de esta manera para referirse a una existencia inconsciente que sería prácticamente una inexistencia. En (He. 12:23) se dice que los creyentes se han congregado a… "los espíritus de los justos hechos perfectos", lo que implica con seguridad su existencia consciente. Además, los espíritus que están debajo del altar claman porque su sangre sea vengada de los perseguidores de la iglesia (Ap. 6:9), y las almas de los mártires se dice que reinan con Cristo (Ap. 20:4). Esta verdad de la existencia consciente del alma después de la muerte ha sido negada en más de una forma.

  • La doctrina del sueño del alma (Psychopannychy)

a. definición de la doctrina:

Esta es una de las formas en que se ha negado la existencia del alma después de la muerte. Sostienen que después de la muere, el alma continúa existiendo como n ser espiritual e individual, pero en un estado de reposo inconciente. Sus defensores en la edad media fue un grupo pequeño llamado Psicopaniquianos y en la actualidad sus defensores son los ruselistas en los Estados Unidos. Estos últimos dicen que en la muerte el cuerpo y el alma se van a la tumba; el alma en un estado de sueño, que en realidad equivale a un estado de no existencia. Lo que se llama la resurrección resulta en realidad una nueva creación.

b. La supuesta base escritura para esta doctrina

La prueba bíblica para esta doctrina se encuentra de forma especial en lo que sigue:

La Escritura representa con frecuencia a la muerte como un sueño (Mt. 9:24; Hch. 7:60; 1 Cor. 15:51; 1 Tes. 4:13). Se dice que este sueño n no puede ser un sueño del cuerpo, y por tanto debe ser un sueño del alma.

Hay ciertos pasajes de la Escritura que enseñan que los muertos están en la inconsciencia (Sal. 6:5; 30:9; 105:17; 146:4; Ecl. 9:10; Is. 38:18, 19). Esto resulta contrario a la idea de que el alma continúa su existencia consciente.

La Biblia enseña que los destinos de los hombres se determinan mediante un juicio final, y que será sorpresa para algunos. En consecuencia, es imposible aceptar, que el alma entre a su destino inmediatamente después de la muere (Mt. 9:22, 23; 25:37-39, 44; Jn. 5:29; 2 Cor. 5:10; Ap. 20:12ss)

Ningunos de aquellos que fueron levantados de entre los muertos a dado jamás algún relato de sus experiencias. Esto puede entenderse mejor sobre la hipótesis de que sus almas estaban inconscientes en su estado descorporificado.

c. Consideración de los argumentos

Los argumentos precedentes pueden contestarse de la manera siguiente, en el orden que fueron presentados:

  • duerme, sino sólo la persona que muere. Además, la va muerte es un rompimiento con la vida del mundo que nos rodea, y hasta donde se le considera como un sueño, es un descanso. Por último, no debe olvidarse que la Biblia representa a los creyentes gozando de una vida consciente en comunión con Dios y con Jesucristo inmediatamente después de la muerte, (Luc. 16:19-31; 23:43; Hch. 7:59; 2 Cor. 5:8; Fil. 1:23; Ap. 6:9; 7:9; 20:4).Debería notarse que la Biblia nunca dice que el alma cae en sueño, ni que el cuerpo.

  • Los dos pasajes que parecen enseñar que el que muere está inconciente tienen claramente la intención de acentuar el hecho de que en el estado de muerte el hombre no puede seguir tomando parte en la actividad del mundo presente.

  • El día del juicio no es necesario para llegar a una decisión respecto a la recompensa o al castigo correspondiente a cada hombre, sino solamente para el anuncio solemne de la sentencia, y para la revelación de la justicia de Dios en la presencia de los hombres y de los ángeles. La sorpresa de que algunos de los pasajes dan evidencia pertenecen al terreno sobre el cual el juicio descansa más bien que sobre el juicio mismo.

  • La Biblia enseña con claridad la existencia consiente de los muertos. Sin embargo, muy bien pudo ser que aquellas personas guardaron silencio a cerca de sus experiencias, pero que esto puede explicarse desde luego sobre la hipótesis de que no les fue permitido hablar de ellas, o de que no pudieron relatárnoslos en lenguaje humano. Compárese (2Cor.12:4).

  • La resurrección de la carne y su estado final

  • La resurrección de la carne

La doctrina de la resurrección de la carne (entiéndase «cuerpo humano») es una afirmación del Credo de los Apóstoles, pero para nuestro estudio de hoy, esta doctrina es la precondición para hablar del estado final del ser humano, pues la resurrección del cuerpo es anterior a su estado final.

El estado final será muy diferente en un caso o en el otro.

Si la resurrección del cuerpo es algo en que debemos creer por ser enseñanza bíblica, entonces no podemos pensar en la vida eterna como de un espíritu que existe (según pensaban los filósofos) sin la cárcel del cuerpo.

Pablo habla de la resurrección en términos de la semilla que «muere», y luego de la semilla «muerta» sale lo nuevo. También dice que los que estén vivos al momento de la segunda venida de Jesús serán transformados (1ª Corintios 15:35-52).

Podemos concluir de todo esto que el cuerpo resucitado será el mismo pero diferente, de la manera que el nuevo trigo es el mismo pero diferente de la semilla sembrada.

También podemos notar que el cuerpo resucitado de Jesús era el mismo pero diferente: tenía aspectos de libertad que normalmente solamente asociamos con el espíritu de no estar limitado por paredes y espacio, por ejemplo—pero fue reconocido y comió pescado.

  • El estado final

El estado final para la humanidad, como ya hemos notado, es doble, o es vida, en todo el sentido de la palabra, o es muerte, también en toda la extensión de la palabra.

La palabra «ge'henna» es griega, pero viene del hebreo «Hinnom», un valle al lado de Jerusalén donde en la antigüedad se practicaban las peores formas de idolatría, sobre todo la de quemar los hijos a Moloc

La palabra «paraíso» o «paraíso de Dios» también estimula la imaginación, pero en otro sentido. Además, las muchas descripciones en las profecías del estado bendito del creyente, estimulan la imaginación para poder pensar en el estado permanente del creyente.

  • El A.T. habla de la Resurrección

El Antiguo Testamento habla bastante claro sobre la resurrección si se está dispuesto a oír la enseñanza de esta parte de la Biblia. Algunos de los textos que se pueden citar para mostrar que esta doctrina se enseña en el AT son los siguientes: Job 19:25-27, Salmo 16:8-11, 71:20, Isaías 25:8; 26:19, Daniel 12:2, Oseas 13:14.

El paraíso: la tierra nueva

Es cierto e indudable que el creyente va (sin escalas) al cielo, la «misma presencia de Dios» y pasa su estado intermedio en la presencia de Cristo.

Es cierto también que el estado intermedio es el estado final inaugurado, pero no debemos confundir el estado intermedio con el estado final

La nueva tierra, la nueva creación que Dios realizará después del juicio final, es donde el creyente vivirá para siempre, con cuerpo y alma, para la gloria de Dios y su eterna felicidad.

En esa nueva tierra debemos esperar pasar la eternidad, donde disfrutaremos sus bellezas, exploraremos sus recursos, y emplearemos sus tesoros como medio de alabanza y servicio.

Si pensamos en el hecho de que nuestro divino Redentor también hará su morada allá y la presencia de Dios será palpable en cada rincón, esto hará que sigamos estando en el cielo cuando estemos en la nueva tierra.

El cielo y la tierra no estarán separados, como lo están ahora, sino serán un solo universo, un verdadero universo.

Desde Génesis sabemos que toda la creación es de Dios, y desde Génesis sabemos que la redención está prometida.

La obra del Salvador, la obra de la redención, no es menos que redimir la totalidad de la creación de los efectos del pecado.

Este propósito se cumple en la nueva tierra, el paraíso de Dios.

Solamente la doctrina de la nueva tierra pone las dimensiones cósmicas al plan redentor.

Las promesas hechas a Abraham han de cumplirse. Y se cumplirán en la verdadera descendencia de Abraham.

La razón para afirmar esto es porque la Biblia dice que los herederos de Abraham son el Israel espiritual.

En Génesis 17:8, Dios dice: «Y te daré a ti, y tu descendencia después de ti…en heredad perpetua…». Hay que notar que la promesa no es solamente para la descendencia de Abraham, sino para Abraham también.

Los herederos de las promesas de Abraham son el verdadero Israel, el «espiritual», los verdaderos hijos de la promesa.

La nueva tierra y los nuevos ciclos de Isaías 65 no son diferentes de los cielos nuevos y la tierra nueva de Apocalipsis 21.

No habrá dos nuevas creaciones, una para los judíos y otra para los cristianos, sino una sola para todo el pueblo de Dios.

Jesús, de la misma manera, afirmaba que los gentiles iban a estar en el mismo lugar con Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 8:11 y Lucas 13:28-29). Lejos de ser promesas para un Israel físico y para un corto tiempo de solamente un mil años, las promesas son para todo el pueblo de Dios y para toda la eternidad, y se cumplirán en la nueva tierra.

  • GE'HENNA: El lugar de castigo

Es un lugar de remordimiento, la aguda conciencia de la separación de Dios y de todo lo bueno; un lugar con toda la miseria y el dolor que se puede imaginar, producidos por el ser humano mismo, en cuerpo y alma.

Pero no sabemos cuáles serán los castigos especiales que Dios mismo infligirá.

La nueva tierra y los nuevos ciclos de Isaías 65 no son diferentes de los cielos nuevos y la tierra nueva de Apocalipsis 21.

No habrá dos nuevas creaciones, una para los judíos y otra para los cristianos, sino una sola para todo el pueblo de Dios.

Jesús, de la misma manera, afirmaba que los gentiles iban a estar en el mismo lugar con Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 8:11 y Lucas 13:28-29). Lejos de ser promesas para un Israel físico y para un corto tiempo de solamente un mil años, las promesas son para todo el pueblo de Dios y para toda la eternidad, y se cumplirán en la nueva tierra.

Escatología general (La segunda venida de Cristo)

  • Introducción

Palabras que se usan para indicar la segunda venida

  • 1. Apokalupsis – gr.?????????????? Que significa revelación, que indica la remoción lo que ahora obstruye nuestra visión de Cristo. (1Cor.1:7; 2Tes. 1:7; 1P. 1:7, 13; 4:13).

  • 2. Epiphaneia – gr. ???????????: que significa Aparición, manifestación, un término que se refiere a la venida de Cristo como si saliera de un escondido fondo con las ricas bendiciones de salvación, (2Tes. 2:8; 1Tim. 6:14: 2 Tim. 4:1, 8; Ti.2:13).

  • 3. Parousia – gr. ?????????: Literalmente significa presencia, lo que señala hacia la venida que precede a la presencia o que resulta en la presencia, (Mt.24:3, 27; 1Cor.15:23; 1Tes. 2:19; 3:13; 4:15; 5:23; 2Tes. 2:1-9; Sat.5:7, 8; 2P.1:16; 3:4, 12; 1Jn.2:28).

  • 4. Erkhomai – gr. ???????? Significa venir, trasladarse de un lugar a otro, enfatiza la acción (Mt. 24:30; 25:6-13; 24:37-44; 1Tes. 5:2; 2Tes. 1:10; Ap.22:7, 12, 20).

  • 5. Heko – gr. ????? Significa llegar, y señala el punto de destino, como la frase "acabó de llegar" o "he llegado" (Mt. 24:14; 2 P. 3:10; 1Tes. 5:2, He. 10:37; Ap. 2:25).

La Segunda Venida del Señor es el acontecimiento más importante que haya esperado el creyente de todos los tiempos, pues representa la consumación de la plenitud de las cosas, la victoria visible al mundo de la obra de la cruz, y la apreciación por parte de los creyentes de la verdadera dimensión de la gloria del Señor y de su herencia. Los ángeles dijeron a los discípulos en el monte desde donde partió Jesús al cielo: "…Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá así, tal como le habéis visto ir al cielo" (Hech.1:11).

Los pasajes bíblicos que nos hablan de la segunda venida de Cristo, vienen acompañados de consecuencias buenas y malas. Resumimos brevemente algunas de estas consecuencias:

  • El Señor juzgará la soberbia del hombre: Dice Isa 2:10-21,

  • El Señor barrerá al temible "hombre de pecado": dice 2Tes. 2:3-12

  • El Señor viene por su Pueblo: Dice (Jn.10:27-29, Ap. 19:5-9; 2Tes. 1:6-10; 1Cor. 15:51-57; Fil. 3:21)

  • La segunda venida será un solo evento

Los dispensacionalistas de la actualidad distinguen entre una doble futura venida de Cristo, aunque algunas veces procuran preservar la unidad de la idea de la segunda venida: hablando de esas dos futuras venidas como de dos aspectos de aquel gran acontecimiento. Pero puesto que estas dos, en realidad, se presentan como dos eventos diferentes, separadas por un período de varios años, teniendo cada una un propósito propio, pueden difícilmente ser consideradas como un solo evento. La primera de estas es la parusía o simplemente "la venida", y resulta en el rapto de los santos, presentado algunas veces como un rapto secreto. Esta venida es inminente, es decir, puede ocurrir en cualquier momento, puesto que no hay eventos predichos que deban preceder al momento en que ella ocurra. La opinión dominante es que en este tiempo Cristo no descenderá a la tierra, sino permanecerá en las alturas de aire. Aquellos que mueren en el Señor serán resucitados de entre los muertos, los santos que vivan serán transfigurados, y juntos, serán arrebatados para encontrar al Señor en el aire. De aquí que a este regreso se le llame también "la venida por sus santos", 1 Tes. 4:15, 16. Esta será seguida de intervalo de siete años, durante los cuales el mundo será evangelizado, Mat. 24:14, Israel convertido; Rom. 11:26, 1a gran tribulación ocurrirá, Mat. 24:21, 22, y el anticristo o el hombre de pecado será revelado, II Tes. 2:8-10. Después de estos acontecimientos hay otra venida del Señor con sus santos, 1 Tes. 3:13, venida a la cual se llama "la revelación" o "el día del Señor", y en éste bajará hasta la tierra. Esta venida no puede considerarse inminente, debido a que tiene que ser precedida por varios eventos predichos. En esta venida Cristo juzgará a las naciones que vivan, Mat. 25:31-46, e introducirá el reino milenial. De esta manera tenemos dos diferentes venidas del Señor, separadas por un período de siete años, de las cuales la primera es inminente y la otra no, la una está seguida por la glorificación de los santos, y la otra por el juicio de las naciones y el establecimiento del reino. Esta construcción de la doctrina de la segunda venida es muy conveniente para los dispensacionalistas, puesto que los capacita para defender el concepto de que la venida del Señor es inminente, pero no está autorizada por la Escritura y lleva consigo implicaciones sin apoyo bíblico. En 2Tes. 12:1, 2, 8 los términos parusía y "día del Señor" se usan indistintamente, y de acuerdo con 2Tes. 1: 7,10 la revelación mencionada en el versículo 7 sincroniza con la parusía que trae la glorificación de los santos, de la cual habla el versículo 10. Mat. 24:29-31 representa la venida del Señor en la cual los elegidos serán reunidos juntamente, acontecimiento que seguirá inmediatamente después de la gran tribulación que se menciona en el contexto, en tanto que según la teoría que estamos considerando, esto debería ocurrir antes de la tribulación. Y por último, según esta teoría, la iglesia no pasará por la gran tribulación, que se explica en Mat. 24: 4-26 y que sincroniza con la gran apostasía; pero la explicación bíblica en Mat. 24:22; Luc. 21:36; II Tes. 2: 3; 1Tim. 4: 1-3; II Tim. 3: 1-5; Apoc. 7: 14 es por completo diferente. Sobre la base bíblica debería sostenerse que la segunda venida de Cristo, y la tratan como una desautorizada novedad. Dice Frost: "No se conoce por lo general, y todavía es un hecho indisputable que la doctrina de una pretribulacion, resurrección y rapto es una interpretación moderna y estoy tentado a decir, una invención moderna". Según el, esto arranca de los días de Irving y Derby. Otros premilenialista, es decir, Alejandro Reese, levantan un argumento muy fuerte en contra de toda esta idea, en su obra titulada "The Approaching Advent Of Christ"

  • Los grandes eventos que precederán a la parusía

De acuerdo con la Escritura, deberán ocurrir antes del regreso del Señor varios eventos importantes, y por tanto, no puede considerarse inminente. A la luz bíblica no puede sostenerse que no haya eventos predichos que deban sobrevenir antes de la segunda venida.

2Tes. 2:1-12 cree que "…no vendrá sin que antes venga la apostasía…", etc… De manera que habrá señales evidentes antes que el Señor venga y se produzca el fin. Lógicamente la cuestión se circunscribirá a la interpretación que le demos a esas señales precedentes. Precisamente vamos a hablar de esas señales, que entendemos no están tan lejanas en su cumplimiento y detallamos algunas de ellas.

  • La proclamación del Evangelio a todas las naciones.

El Evangelio del Reino, debe ser predicado a todas las naciones antes de la venida de Cristo, Mat. 24:14; Marc. 13:10; Rom. 11: 25. Esto significa que todas las naciones han de ser de tal modo evangelizado que el evangelio venga a ser un poder en la vida del pueblo, una señal y llamamiento para todos a la decisión. Esta señal no quiere decir que cada una de las personas del mundo debe ser convertida antes que Cristo regrese, pues es evidente, por la Escritura, que éste no es el caso. Tampoco quiere decir que cada individuo sobre la tierra debe escuchar el evangelio antes de la parousia. Lo que sí quiere decir esta señal es que el Evangelio debe ser predicado a través del mundo como un testimonio a todas las naciones, es decir, no que cada persona de cada nación escuchará el Evangelio, sino más bien, que el Evangelio llegará a ser parte de la vida de cada nación que no podrá ser ignorado. El Evangelio

  • La conversión de la pleroma de Israel

2 Cor… 3:15 y Rom. 11:29, refieren la conversión de Israel, y el pasaje de Romanos parece relacionar este hecho con el fin de los tiempos. Algunos dicen que estos pasajes enseñan que todo Israel como nación finalmente se volverá al Señor. Es más probable empero que la expresión todo Israel de Romanos 11:26, se refiere simplemente al número total de los elegidos del Antiguo y del Nuevo Pacto. El pasaje parece empero dar a entender que gran número del pueblo de Israel se volverá al

Señor.

  • La gran apostasía

La palabra apostasía viene de un verbo griego que significa "caer". En 2Tesalonicenses 2:3, aparece esta señal. La apostasía ocurrirá dentro de las filas de los miembros de la Iglesia visible. Aquellos que son verdaderos creyentes no desertarán (Jn. 10:27-29; 1Ped. 1:3-5), pero muchos que han hecho una profesión de fe externa lo harán. Es increíble que la biblia enseña repetidamente que al fin de los tiempos habrá un grande desfallecimiento de la fe. La iniquidad crecerá y el amor de muchos se resfriará, Mateo 24:12; 2.a Tes. 2:3; 2.a Tim. 3:1-7; 4:3, 4.

  • La gran tribulación

La gran tribulación es la maldad de la apostasía que clama al cielo y traerá como resultado una terrible tribulación «como no ha sido desde el principio del mundo hasta ahora ni será». Mateo 24:21.

Esta señal es obviamente una indicación de la oposición al reino de Dios por sus enemigos. Esta señal fue ya predicha por los profetas del A.T. (Jer. 30:7; Dan. 12:16) En el discurso de los olivos Jesús habla de la tribulación como una señal de los tiempos que debe ser esperada de su pueblo a través de todo el periodo entre su primera y segunda venida (Mat. 24:9,10;5:10-12; Jn. 15:20; 16:33) La señal de la tribulación no se restringe al tiempo final, sino que caracteriza toda la época entre las dos venidas de Cristo. Esta tribulación no será básicamente diferente de la experimentada a través de la historia desde la primera venida, pero sí será mucha más intensa a medida que se acerca el fin. Por último, no hay indicación de que la llamada "Gran Tribulación" por los dispensacionalistas, se restringa solo a los judíos, y que los gentiles o Iglesia gentil no pasará a través de ella.

  • La revelación venidera del anticristo

El término antichristos se encuentra solamente en las Epístolas de Juan, es decir en 1Juan 2: 18-22; 4:3; II Juan 7. Hasta donde la forma de la palabra tiene que ver, puede describir

(a) a uno que toma el lugar de Cristo; entonces "anti" se toma en el sentido de "en lugar de"; o

(b) uno que, aunque asuma la apariencia de Cristo, se opone a Él; entonces "anti" se usa en el sentido de "en contra".

La venida de Cristo dará lugar, naturalmente, a este principio en su específica forma anticristiana y Jesús lo explica como incorporado en varias personas.

Habló el Señor de Pseudoprophetai y Pseudochristoi, y que tomaran posiciones en contra de el y de su reino, Mat. 7:15; 24; 5, 24; Marc. 13:21, 22. Luc. 17:23. Para corregir el concepto erróneo de los Tesalonicenses, Pablo llama la atención al hecho de que el día de Cristo no puede venir, al menos que venga primero la apostasía, y el hombre de pecado se revele, el hijo de perdición.

El problema del carácter personal del anticristo todavía está sujeto a debate. Algunos sostienen que la expresión "anticristo", "el hombre de pecado", "el hijo de perdición", y las figuras alusivas en Daniel y Apocalipsis son nada más descripciones de un principio ateo y anticristiano, el cual se manifiesta en la oposición del mundo hada Dios y su reino, a través de toda la historia del reino, una oposición algunas veces débil, otras veces más fuerte, pero mucho más fuerte hacia el fin del mundo. Estos no esperan ningún anticristo personal. Otros sienten que es contrario a la Escritura: hablar del anticristo únicamente como poder abstracto. Sostienen que tal interpretación no hace justicia a los datos bíblicos, los cuales hablan, no sólo de un espíritu abstracto, sino también de verdaderas personas. Según ellos, "anticristo" es un concepto colectivo, la designación de una sucesión de personas, que manifiestan un espíritu ateo o anticristiano, por ejemplo, los emperadores romanos que persiguieron la iglesia y los papas que se comprometieron en un trabajo parecido de persecución. Pero ni siquiera ellos piensan en un anticristo personal que será en sí mismo la concentración de toda maldad. Sin embargo la opinión más general en la iglesia es que, en último análisis el término "anticristo" denota una persona escatológica, que será la encarnación de toda maldad y que, por lo mismo, representará un espíritu que siempre ha estado más o menos presente en el mundo, y que ha tenido diversos precursores o tipos en la historia. Este concepto prevaleció en la iglesia primitiva y parecería ser el concepto bíblico. Lo siguiente puede decirse en favor suyo:

(a) La delineación del anticristo en Daniel 11 es más o menos personal, y puede referirse a una definida persona como un tipo de anticristo.

(b) Pablo habla del anticristo como "el hombre de pecado" y "el hijo de perdición". 'Debido al uso peculiar hebreo de los términos "hombre" e "hijo" estas expresiones en sí mismas no pueden ser conclusivas, pero el contexto claramente favorece la idea personal. Se opone, se instala como Dios, tiene una revelación definida, es el que se opone a la ley, etc.

(c) Aunque Juan habla de muchos anticristos como ya presentes, también habla del anticristo, en el singular; como uno que todavía vendrá en el futuro, 1 Juan 2:18.

(d) Aun en Apocalipsis, en donde la explicación es ampliamente simbólica, el elemento personal no falta, por ejemplo en Apocalipsis 19:20, que habla del anticristo y su subordinado, diciendo que fueron arrojados en el lago de fuego. Y

(e) puesto que Cristo es una persona, no es sino natural pensar que el anticristo también será una persona.

  • Señales & maravillas

La Biblia habla de varias señales que serán anunciadoras del fin del mundo y de la venida de Cristo. Menciona:

  • (a) Guerra, Terremotos, Hambruna, Enfermedades. Estas señales también tienen antecedentes en el A.T. (Is. 19:2; 2ª Cro. 15:6; Jue. 5:4,5; Sal. 18:7; 68:8; Jer. 15:2; Eze. 5:16,17; 14:13; Is. 24:19;29:6; 64:1) Estas señales son evidencia de juicio divino (Gen. 3:7; Rom. 1:18; Stg. 5:9) Como las otras señales, estas también marcan todo el periodo entre la primera y segunda venida de Cristo (Rom. 8:22,23)

  • (b) la venida de falsos profetas, que extraviarán a muchos, y de falsos cristos, que harán grandes señales y portentos para engañar, si posible fuera, aun a los elegidos; y

(c) de espantosos maravillas en el cielo abarcando, al sol, la luna y las estrellas, cuando los poderes de los cielos serán conmovidos, Mat. 24:29, 30; Marc. 13:24, 25; Luc. 21:25, 26.

Puesto que algunas de, estas señales son de la clase que repetidamente, ocurre en el orden natural de acontecimientos, surge, naturalmente, la pregunta, ¿de qué manera podrán ser reconocidas como señales especiales del fin? Se acostumbra llamar la atención al hecho de que diferirán de los acontecimientos similares y previos, en intensidad y en extensión. Pero, de consiguiente, esto no satisface por completo, porque quienes vean tales señales nunca podrán saber, de no haber otras indicaciones, si las señales que ellos están atestiguando no serán seguidas por otras señales similares, y aún más grandes en extensión e intensidad. Por lo tanto, también debe llamarse la atención el hecho de que habrá, cuando el fin: esté cercano, una notable conjunción de todas estas señales, y que los acontecimientos naturales estarán acompañados con fenómenos sobrenaturales, Luc.21:25, 26. Jesús dijo: "Cuando vieres todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas", Mat. 24:33.

  • La parusía o segunda venida propiamente dicha

Inmediatamente después de los portentos que acabamos de mencionar la señal del Hijo del hombre será vista, viniendo en las nubes del cielo, Mat. 24:30. En relación con esto deben notarse los siguientes puntos:

  • El tiempo de la segunda venida

El tiempo exacto de la venida del Señor es desconocido, Mat. 24:36, y todos los intentos de los hombres para encontrar la fecha exacta demuestran estar equivocados. La única cosa que puede decirse con certeza, fundados en la Biblia, es que El volverá al fin del mundo. Los discípulos le preguntaron al Señor, "¿cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?" Mat. 24:3. Ellos ligaron a los dos juntamente, y el Señor no les hizo ver en alguna forma que estuvieran equivocados, sino que más bien aceptó lo correcto de la pregunta en su discurso. El explicó los dos, sincronizándolos, en Mat. 24:29-31, 35-44; compárese Mat. 13:39,40. Pablo y Pedro hablan también de los dos como coincidentes, 1Cor.15: 23,24; 2Ped.3:4-10. Un estudio de las concomitancias(relaciones) de la segunda venida conduce al mismo resultado. La resurrección de los santos será una de tales concomitancias (relaciones), 1 Cor. 15:23, I Tes. 4:16, y Jesús nos asegura que El levantará a sus santos en el último día, Juan 6:39, 40, 44, 54. Según Thayer, Cremer-Koegel, Walker, Salmond, Zahn y otros, esto no puede significar más que el día de la consumación, – el fin del mundo. Otra de esas concomitancias será el juicio del mundo, Mat. 25:31-46, particularmente también el juicio de los malvados, II Tes. 1:7-10 el cual los premilenaristas colocan al fin del mundo. Y, por último, ese juicio nos llevará también a la restauración de todas las, cosas, Hech. 3:20, 21. La enérgica expresión "restauración de todas las cosas" es demasiado fuerte para referirse a cosa alguna que no sea la perfecta restauración de, aquel' estado de cosas que existió antes de la caída del mundo. Señala ala restauración de todas las cosas a su primera condición, y esto no se encuentra en el milenio de los premilenaristas. Aun el pecado y la muerte continuarán asesinando sus víctimas durante aquel período. Como ya fue indicado en lo que precede, varias cosas, deben ocurrir antes de que el Señor regrese. Esto debe tenerse presente al leer aquellos pasajes que hablan de la venida del Señor o del último día, como cercano, Mat. 16:28; 24:34; Heb. 10:25, Sgto. 5:9; 1 Ped. 4:5; 1 Juan 4:18. Estos pasajes encuentran su explicación, parcialmente, en el hecho de que considerada desde el lado de Dios con quien un día es como mil años y mil, años como un día, la venida está siempre cerca; parcialmente en la explicación bíblica del tiempo del Nuevo Testamento como que constituye los últimos días o el último tiempo; parcialmente en el hecho de que el Señor al hablar de su venida no siempre tiene en mente su retorno físico al final del tiempo, sino que puede referirse a su venida en el Espíritu Santo; y parcialmente en la característica visión profética, en la que no se hace ninguna ,distinción clara entre la próxima venida del Señor, en la destrucción de Jerusalén y en su venida para juzgar al mundo. Los sectarios con frecuencia han hecho el intento de fijar el tiempo exacto de la segunda venida, pero sus intentos han sido siempre decepcionantes. Jesús dijo explícitamente: "Pero de aquel día y de aquella hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre solamente", Mat. 24: 36. La afirmación respecto al Hijo, probablemente, significa que este conocimiento no está incluido en la revelación que Él tenía que traer en su carácter de Mediador.

  • La manera de su segunda venida

Los siguientes puntos merecen acentuarse aquí:

  • a) Será una venida personal

No mandará un mensajero por nosotros, él mismo viene. Es el mismo salvador que los discípulos vieron partir y a quien conocieron bien.

Esto se sigue de la afirmación de los ángeles hecha a los discípulos en el monte de la ascensión: "Este Jesús, que fue recibido arriba de vosotros en el cielo, así vendrá de la misma manera como le habéis visto ir al cielo", Hech. 1:11. Jesús en persona estaba dejándoles, y Jesús en persona volverá.

  • b) Será un regreso físico

Que el regreso del Señor será físico Hech. 1:11; 3: 20, 21; Heb. 9:28; Apoc. 1:7. Jesús volverá a la tierra en el cuerpo. Hay algunos que identifican el anunciado regreso del Señor con su venida espiritual en el día de Pentecostés; y entienden que la parusía significa la presencia, espiritual del Señor en la iglesia.

No debemos olvidar que las Epístolas se refieren a la segunda venida, repetidas veces, como a un evento que está todavía en el futuro, Fil. 3:20; 1 Tes. 3:13; 4: 15,16; II Tes. 1:7-10; Tito 2:.13. Esto no encaja con la idea de que la venida ya fue un evento del pasado.

  • c) Será una venida visible

Esto está íntimamente relacionado con lo precedente. Puede decirse que, si la venida del Señor ha de ser física, también será visible.

La Escritura de la visibilidad del regreso de nuestro Señor. Numerosos pasajes lo testifican, por ejemplo, Mat. 24:30; 26:64; Marc. 13:26; Luc. 21:27; Hech. 1:11; Col. 3:4; Tito 2: 13; Heb. 9:28; Apoc. 1: 7.

  • d) Será una venida repentina

Aunque la Biblia nos enseña por una parte que la venida del Señor será precedida por diversas señales, nos enseña por otra parte, de manera igualmente enfática, que la venida será repentina, más bien inesperada, y tomará a la gente por sorpresa, Mat. 24:37-44; 25: 1-12; Marc. 13: 33-37; 1Tes. 5:2, 3; Apoc.3:3; 16:15, Esto no es contradictorio, porque las señales predichas no son de tal clase como para designar el tiempo exacto. Los profetas señalaron ciertas señales que precederían a la primera venida de Cristo, y sin embargo, su venida tomó a muchos por sorpresa. La mayoría del pueblo no puso atención a ninguna clase de señales. La Biblia nos hace sentir que la medida de la sorpresa a la hora de la segunda venida de Cristo estará en razón inversa a la medida de la vigilancia de los que le esperan.

  • e) Será una venida gloriosa y triunfante

La segunda venida de Cristo, aunque personal, física y visible, será muy diferente de su primera venida. No volverá en el cuerpo de su humillación, sino en un cuerpo glorificado y con ropajes reales, Heb. 9: 28. Las nubes del cielo serán su carruaje, Mat. 24: 30, los ángeles su guardia personal, IITes.1:7, los arcángeles sus heraldos, I Tes. 4:16, y los santos de Dios sus gloriosos servidores, 1Tes.3:13; II Tes.1:10. Vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, triunfante sobre todas las fuerzas del mal, habiendo puesto a sus enemigos debajo de sus pies, I Cor. 15:25; Apoc. 19:11-16.

  • El propósito de la segunda venida

Cristo volverá al fin del mundo con el propósito de introducir la Edad Futura, el estado eterno de cosas, y El hará esto mediante la inauguración, y el cumplimiento de dos poderosos eventos es decir, la resurrección de los muertos y el juicio final, Mat. 13:49, 50; 16:27; 24:3; 25:15-46; Luc. 9:26; 19:15,26, 27; Juan 5: 25-29; Hech. 17:31; Rom. 2:3-16; 1 Cor 4:5; 15: 23; 2Cor. 5:10; Fil. 3:20, 21; 1Tes. 4:13- 17; 2Tes. 1:7-10; 2:7, 8; 2Tim 4:1,8; 2Ped. 3:10-13; Judas 14:15; Apoc. 20:11-15; 22: 12. En la explicación acostumbrada de la Escritura, como ya lo hemos advertido en lo precedente el fin del mundo, el día, del Señor, la resurrección física de los muertos y el juicio final coinciden. Aquel gran punto crítico traerá también la destrucción de todas las fuerzas, del mal que son hostiles al Reino de Dios, 2Tes. 2:8; Apoc. 20:14. De no haber habido algunos que pusieron a Apoc. 20:1-6 como norma según la cual debería interpretarse todo el Nuevo Testamento, es de dudarse que alguien que se acercara a los pasajes citados, los hubiera leído de otra manera, tan diferente así, que los aparta de su sentido pertinente. Según los premilenaristas la segunda venida de Cristo servirá, principalmente, para establecer el reino visible de Cristo y dé sus santos sobre la tierra, y para inaugurar el día verdadero de salvación para el mundo. Esto envolverá el rapto, la resurrección de los justos, las bodas del Cordero, y los juicios sobre los enemigos de Dios. Pero seguirán otras resurrecciones y juicios a diversos intervalos, y la última resurrección y el juicio final estarán separados de la segunda venida por los mil años. Las objeciones a este concepto ya han sido dadas en parte en lo que precede y en parte se mencionará en los capítulos siguientes.

Conceptos milenaristas

  • Apocalipsis 20

Este tema de los mil años es una discusión desde el punto de vista de cuatro posiciones escatológicas. Lo primero que aremos es interpretar el pasaje de Apocalipsis 20 que titula La derrota de Satanás y el día del juicio los veros 1-15

Este capítulo se puede dividir en cuatro partes: el encadenamiento de Satanás (vv. 1-3); los santos con Cristo (vv. 4-6); la derrota y el fin del poder de Satanás (vv. 7-10); y el juicio (vv. 11-15).

Vr.1. Y vi un ángel que descendía del cielo que tenía la llave del abismo y una gran cadena en la mano.

El término que utiliza Juan, vi, no debe verse como una sucesión cronológica. La expresión se refiere a uno de las numerosas imágenes que recibió y registró (p.ej., 19:11, 17, 19; 20:4, 11, 12). Ésta describe a un ángel que desciende del cielo (compárese con 10:1; 18:1). Dios lo envía al abismo (9:1) con una llave para abrirlo y con una gran cadena en la mano para sujetar al archienemigo, Satanás. Nótese que en este versículo y en los subsiguientes no se dice nada del Cristo victorioso. El versículo recuerda la guerra en el cielo cuando Miguel y sus ángeles derrotaron a Satanás y sus huestes y los desterraron a la tierra (12:7-9). Ahora, en esta escena, un ángel desciende para limitar la influencia de Satanás al confinarlo al pozo sin fondo, conocido también como infierno. El abismo es el lugar donde permanecen los demonios, pero a veces se los deja salir (véase 9:1; Lc.8:31). Al final de los tiempos tendrán que cambiarlo en forma permanente por el lago de fuego y de azufre ardiente.

Vr. 2. Y sujetó al dragón, la antigua serpiente, que se llama el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años.

Vr. 3. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y selló encima de él, de modo que ya no pudiera engañar a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Después de estas cosas es necesario liberarlo por un breve tiempo.

a. «Y sujetó al dragón». El objeto de la misión del ángel es hacer un arresto. No se trata de un arresto ordinario sino de la aprehensión del dragón mismo, que también se conoce como la antigua serpiente (Gn. 3:1-7), el diablo y Satanás (véase comentario sobre 12:9). La trayectoria de Satanás lo conduce desde el cielo a la tierra y al abismo.

b. «Y lo encadenó por mil años». El ángel se impuso a Satanás y lo encadenó. Pero este encadenamiento se refiere a restricciones que Dios le impuso al malvado bajo la forma de quitarle poder y autoridad.

Satanás y sus ángeles caídos están «atados como a una soga, que puede extenderse más o menos ».[1] Pueden intentar liberarse, pero les es imposible soltarse. Juan no pensaba en un encadenamiento literal sino en una restricción debido a la cual Satanás no podía llevar a cabo sus maldades como antes de dicha restricción. De Jesús aprendió Juan que para entrar en la casa de alguien fuerte, como lo es Satanás, había que encadenarlo (Mt. 12:26-29; Mr. 3:26-27). Jesús le dijo que había visto a Satanás caer como un rayo del cielo (Lc. 10:18). Simón Pedro escribe que Dios no perdonó a los ángeles caídos, entre quienes estaba Satanás, sino que los arrojó al infierno, atándolos con cadenas de oscuridad [p 587] para esperar su juicio (2 P. 2:4). Pedro está muy consciente de la ira de Satanás (Ap. 12:17). El diablo sigue activo, acechando como león rugiente que busca a pecadores extraviados a quienes quiere devorar (1 P.5:8).[2] Pero Satanás puede obrar solamente lo que Dios le permita (véase Job 1:12; 2:6). Pablo escribe acerca del hombre de maldad quien, como líder de las fuerzas malignas, se está frenado (2 Ts. 2:6). Aunque estas palabras son crípticas, revelan que el malvado está bajo control.

Si el encadenamiento de Satanás es un acto simbólico, entonces resulta razonable asumir que el término mil años también puede interpretarse de manera simbólica. La literatura acerca de este término está abierta a una interpretación tanto literal como simbólica, con raíces en diversos ambientes.[3] En la iglesia primitiva, el número mil se explicaba a la luz del Salmo 90:4, «Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó, son como unas cuantas horas de la noche» (véase también 2 P. 3:8).

Muchos teólogos abrazan una explicación literal de exactamente mil años como el intervalo entre el retorno de Jesús a la tierra y el fin de los tiempos. Pero hay objeciones en contra este punto de vista.

Primera, la palabra milenio, que se deriva de las palabras latinas mille (mil) y annus (año), aparece seis veces en este capítulo y en ninguna otra parte de ninguna de las otras enseñanzas escatológicas del Nuevo Testamento (vv. 2, 3, 4, 5, 6, 7). En su discurso escatológico (Mt. 24) Jesús no dice nada acerca de un reino de mil años con los santos en esta tierra. En sus respectivas cartas, Pablo y Pedro no mencionan ningún reino interino de mil años en la tierra. Luego, el Nuevo Testamento enseña sólo un regreso de

Cristo y no dos. Tercero, la primera mención de un período de mil años (v. 2) es «el milenio del diablo» que va desde la permanencia de Satanás en el abismo hasta que es confinado al lago de fuego para siempre.7[4]Cuarto, una interpretación literal de este número en un libro de simbolismos, y en especial en este capítulo lleno de símbolos, constituye de hecho en un obstáculo considerable. Y por último, mil es diez a la tercera potencia y denota plenitud. Es, por tanto, más acorde con el tono y tenor de Apocalipsis interpretar el término de manera metafórica.

c. «Y lo arrojó al abismo y lo cerró y selló encima de él». ¿Cómo es posible que Satanás siga activo en esta tierra cuando el ángel lo arroja a un pozo sin fondo que cierra con un sello? Para Satanás es imposible liberarse. Pero el punto no es este, porque los tres verbos arrojar, cerrar y sellar expresan finalidad en cuanto a quitarle a Satanás su poder anterior. De hecho, estas tres acciones pueden ser modismos que equivalen a nuestra expresión «firmado, sellado y entregado».8[5]Cuando Satanás fue expulsado del cielo y arrojado a la tierra, perdió la autoridad que en otro tiempo había poseído (12:9).

d. «Para que ya no pudiera engañar a las naciones hasta que se cumplieran los mil años». En toda la época del Antiguo Testamento, sólo la nación de Israel recibió la revelación de Dios (Ro. 3:2). Aunque los nombres de personas no judías se incluyeron en el registro de Dios y fueron adoptados en su familia (Sal. 87:4-6), las naciones gentiles no poseían su palabra. Pero todo esto cambió después de la resurrección de Jesús, cuando instruyó a sus seguidores que hicieran discípulos de todas las naciones (Mt.28:19-20). Desde la ascensión de Jesús, Satanás no ha podido detener el avance del evangelio de salvación.

Ha sido encadenado y no tiene autoridad, mientras que las naciones alrededor del mundo han recibido las gozosas buenas nuevas. El Hijo de Dios ha tomado posesión de estas naciones (Sal. 2:7-8) y ha impedido que Satanás las extravíe durante esta era del evangelio. Cristo atrae hacia sí personas de entre todas las naciones. Estas naciones reciben la luz del mundo (Jn. 8:12) y ya no viven en las tinieblas y el engaño. Satanás no puede frenar la expansión misionera de la iglesia, porque no puede impedir que las naciones conozcan al Señor. «Por medio de la predicación de la palabra que el Espíritu Santo hace fructificar, los elegidos, de todas las partes del mundo, son conducidos de las tinieblas a la luz».[6]

Apocalipsis utiliza la palabra nación veintitrés veces. De ellas, dieciséis están en plural con el artículo definido: las naciones.[7] De estas dieciséis, las últimas tres (21:24, 26; 22:2) se refieren a las naciones redimidas en gloria, mientras que los otros trece casos sugieren que pertenecen a la clase de naciones gentiles.

El significado de la palabra en este versículo es que Satanás ha perdido durante el milenio su poder engañador sobre las naciones del mundo. Parece que lo mejor es tomar el término mil de manera simbólica como referencia a un período indefinido entre la ascensión de Jesús y su regreso. En resumen, el pasaje enseña una escatología que en la actualidad está en proceso de irse haciendo realidad.[8]

e. «Después de estas cosas es necesario liberarlo por un corto tiempo». Es la tercera vez en Apocalipsis que Juan habla de un corto tiempo (6:11; 12:12). ¿Cuánto dura este período? Notemos primero la lectura es necesario, que habla de necesidad divina. Es decir, Dios el Padre sabe el tiempo exacto del retorno de Jesús (Mt. 24:36), y desde esta perspectiva celestial el período de tiempo cronológico es corto. Luego, la expresión corto tiempo debería entenderse en relación con los mil años. Uno es corto, el otro largo. El mensaje de Juan a los santos en la tierra es que vendrá un corto intervalo durante el cual Satanás será liberado. Jesús promete que «por causa de los elegidos se acortarán estos días» (Mt. 24:22). Les garantiza su seguridad, porque Satanás es incapaz de destruirlos espiritualmente.

Vr. 4. Y vi tronos y los que estaban sentados en ellos. Y recibieron autoridad para juzgar. Y vi las almas de quienes habían sido decapitados a causa de su testimonio de Jesús y de la palabra de Dios, y los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su señal en la frente ni en la mano. Y vivieron y reinaron con Cristo por mil años.

a. «Y vi tronos y los que estaban sentados en ellos. Y recibieron autoridad para juzgar». Este largo versículo revela por lo menos tres puntos: tronos de juicio; almas de mártires, y un milenio de vivir y reinar con Cristo. Comencemos con los tronos en los que están sentados el pueblo de Dios para juzgar.

Hay referencias a tronos y juicio en el Antiguo Testamento (Dn.7:9, 22) y en el Nuevo (Mt. 19:28; Lc.22:30; 1Co. 6:2). Los santos en el cielo tienen el honor y el deber de juzgar a las doce tribus de Israel, al mundo, a los ángeles; y reinarán con Cristo. En realidad, Dios exalta hasta lo más alto a los santos dándoles el privilegio de juzgar a seres humanos y a ángeles. Este juzgar alude no al juicio final sino más bien a la autoridad que reciben los santos de reinar, como hicieron los jueces del Antiguo Testamento. Juan se refiere a los tronos en conexión con los veinticuatro ancianos que fungen como representantes del pueblo de Dios en el cielo. Están en la presencia de Dios, alrededor del trono de Dios, reinando con el Cordero y adorando al que está sentado en el trono. Siguen haciéndolo, y no hay indicio de que se les diga que dejen de reinar.[9] En otras palabras, sentados en sus tronos reinan con Cristo en el cielo mientras que Satanás está encadenado en la tierra. Jesús promete a los vencedores que se sentarán con él en su trono (3:21), y esta promesa de reinar con él aparece con frecuencia en Apocalipsis (5:10; 20:4, 6; 22:5); y ver 2 Ti. 2:12).

b. «Y vi las almas de los que fueron decapitados a causa de su testimonio de Jesús y de la palabra de Dios». Luego, examinemos el tema de las almas de los mártires. Juan tiene una forma descriptiva y precisa de escribir, porque no emplea la expresión almas como sinónimo de personas; se refiere a almas sin cuerpos. Describe a mártires decapitados por los verdugos romanos. Sus cuerpos volvieron al polvo de la tierra y sus almas a Dios en el cielo; y estos santos están para siempre con Cristo. Son los mártires muertos a causa de su valor en dar testimonio de Jesús y en proclamar la palabra de Dios. La analogía con 6:9 es significativa: «Vi debajo del altar las almas de los inmolados a causa de la palabra de Dios y a causa del testimonio que mantuvieron». En todo Apocalipsis Juan utiliza las frases palabra de Dios y testimonio de Jesús (1:2, 9; 12:11, 17; 19:10; 20:4). ¿Piensa en este texto sólo en los mártires decapitados? Sin duda que Juan el Bautista fue decapitado por enseñar y predicar la revelación de Dios, y también Santiago el hijo del Zebedeo (Mt. 14:3-12; Hch. 12:2). Según la tradición, Pablo fue decapitado al exterior de las murallas de Roma, pero Pedro fue crucificado boca abajo y Santiago, el medio hermano de Jesús, fue despeñado desde el templo. Sin duda que a ellos también se les incluye aquí. El apóstol Juan vivió hasta finales del siglo primero (98 d.C.) y murió de muerte natural. Pero, por haber proclamado con fidelidad el evangelio de Cristo y haber enseñado las Escrituras, fue desterrado a Patmos.

c. «Y los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su señal en la frente ni en la mano». ¿Menciona este versículo dos grupos de santos (los mártires y los otros santos) o sólo un grupo? Es decir, ¿sugiere dos grupos de santos: los que fueron decapitados y los que murieron de muerte natural siempre fieles a Jesús al negarse a rendir pleitesía a la bestia? No, en realidad no. Siempre que Juan menciona el concepto de martirio a causa de Jesús, el contexto parece indicar la inclusión de todos los creyentes que han sido obedientes a su Señor. Juan no da a entender que los santos fieles difieren de los mártires que sufrieron (véase comentario sobre 6:9; 17:6). Más bien con una sola cláusula intenta aclarar la frase anterior. Satanás y sus verdugos no eximen a ningún verdadero seguidor de Jesús de la opresión, las pruebas y la tentación. Y, por último, todos los verdaderos creyentes son vencedores que reciben la invitación de sentarse con Cristo en su trono (3:21).[10]

Con la repetición de la referencia a la adoración de la bestia y a llevar su señal en la mano derecha y en la frente (14:9, 11; 15:2; 16:2; 19:20), Juan afirma que ninguno de los santos ha participado en su adoración ni llevado su señal. Con esta explicación incluye a todos los santos que han sufrido por Cristo de una forma u otra: maltratos, destierro, privaciones, encarcelamiento, confiscación de bienes y propiedades. Han sido excluidos del mercado y se les ha prohibido comprar o vender.

d. «Y vivieron y reinaron con Cristo por mil años». El tercer aspecto en este texto es un milenio de vivir y reinar con Cristo. El verbo griego edsesan (vivieron) se encuentra también en el versículo 5 con referencia al resto de los muertos (véase el comentario). Además de estos dos casos, el verbo (en singular) se encuentra dos veces más en Apocalipsis: una describe al Cristo resucitado (2:8) y la otra describe, a modo de parodia de la resurrección de Jesús, a la bestia que ha sido herida de espada pero vivió (13:14). Este mismo verbo también se utiliza en la parábola del hijo perdido, donde el padre se regocija de que su hijo que estaba muerto esté de nuevo vivo (Lc.15:24, 32). El padre afirma que su hijo perdido ha pasado por un renacimiento espiritual; de igual modo los santos han llegado a la vida espiritualmente.15[11]Cuando los santos parten de este escenario terrenal, entran en la vida eterna. Permanecen sin sus cuerpos resucitados hasta el retorno de Cristo.

Los santos viven y reinan con Cristo por mil años, pero ¿dónde está Cristo? Está en el cielo, donde está sentado en el trono y reina; le ha sido dada toda autoridad para reinar en el cielo y en la tierra (Mt.28:18). Y los santos, redimidos del pecado y de la muerte, están sentados en tronos celestiales y tienen el privilegio de reinar como realeza con Cristo en el cielo.

Vr.5. (Y los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años). Esta es la primera resurrección.

Algunas traducciones consideran que este versículo 5a es como un interludio, a modo de paréntesis entre los versículos 4 y 5b, para expresar contraste. El libro de Apocalipsis está lleno de contrastes entre bien y mal, santo y profano, vida y muerte. En este capítulo se contrastan las almas que disfrutan de vida eterna con el resto de la raza humana, que sigue muerta. Nótese que Juan dedica mucha atención a los santos que reciben vida eterna, pero sólo una frase a los incrédulos. Dios nunca otorga a «los demás muertos» vida eterna; quedan separados para siempre de la fuente de vida y son condenados a permanecer para siempre separados de Dios. El énfasis en el versículo 5a se pone en el verbo denegado, vivir, lo cual indica que todos los que han adorado a la bestia y tiene su señal carecen de vida espiritual.

El versículo 5a no habla de una resurrección que vayan a experimentar los incrédulos; están muertos y permanecen en ese estado. Sin embargo, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo hablan de la resurrección de incrédulos.

«Y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en el desprecio perpetuos» (Dn. 12:2).

«No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Jn. 5:28-29).

Juan escribe «hasta que se cumplieron los mil años» e insinúa que durante el período de mil años hasta el juicio final los malos permanecen separados de Dios. Cuando este período llega a su fin, aparecen delante de Dios en el juicio final y son entregados a «la segunda muerte». Esto quiere decir que permanecen por siempre separados de Dios tanto en cuerpo como en alma.

La breve frase «Esta es la primera resurrección» debería verse como la conclusión del versículo 4, donde los santos entronizados en el cielo reinan con Cristo. La primera resurrección, entonces, es espiritual, del mismo modo que la segunda muerte también es una muerte espiritual. La primera significa vida eterna en la presencia de Dios, la segunda, separación completa de Dios. No cabe duda de que la segunda resurrección, que Juan omite en su presentación, es un fenómeno corporal. Y por comparación, si la segunda muerte es una muerte espiritual para el incrédulo, entonces la primera muerte, que no se menciona, se refiere a la muerte física del creyente.

Vr.6. Bienaventurado y santo es quien participa en la primera resurrección. Sobre éstos la segunda muerte no tiene autoridad, pero serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.

Juan escribe la quinta bienaventuranza de una serie de siete.[12] Es la única bienaventuranza que tiene un doble predicado: bienaventurado y santo. También, es una bienaventuranza que está en singular pero que se aplica a todo el pueblo santo de Dios. La santidad separa a los creyentes del resto de la humanidad, porque todos los creyentes serán sacerdotes de Dios y de Cristo. Nótese que, con las palabras de Dios y de Cristo, Juan coloca a Cristo una vez más en el mismo nivel que Dios y subraya su divinidad(véase 11:15; 21:22; y 22:3).

Puesto que se los declara santos, nunca pueden estar sujetos a la segunda muerte. Servirán a Dios y a Cristo como sacerdotes, y como reyes reinarán con él. En dos pasajes anteriores (1:6; 5:10), Juan escribe que los santos han sido hechos sacerdotes, es decir, son sacerdotes en el reino ahora y en el futuro. Toma las ideas de sacerdotes y reino del Antiguo Testamento, «Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (Éx. 19:5b-6; Is. 61:6). Los santos son un sacerdocio real que sirven a Dios como sacerdotes y con Cristo reinan en su reino (1 P. 2:9). Al salir de este lugar terrenal y entrar en el cielo, seguirán fungiendo como sacerdotes y reyes, porque su íntima comunión con Cristo perdurará de manera indefinida (véase v. 4).

Vrs.7-10 Derrota y desaparición de Satanás

Es el tercer cuadro que Juan presenta a sus lectores. Es una descripción de Satanás que hace la guerra contra Dios. No sólo pierde esta batalla sino que también, al igual que la bestia y el falso profeta, es arrojado al lugar de tormento eterno del que nunca podrá salir. Es el primer miembro del trío porque Satanás, como padre de la mentira, ha sido el instigador. Pero en este caso es el último del trío, porque debe darse cuenta de que, como el peor de los tres, es incapaz de eludir el castigo que Dios le ha reservado.

Vrs.20:11-15 El día del juicio

El cuarto cuadro revela un aspecto celestial del juicio final. En cinco versículos Juan despliega el fin del tiempo cósmico y, con ello, el fin de la historia del mundo. El plan de Dios ha sido cumplido y todo lo que había que resolver se ha concluido. Ahora Dios llama a todos ante su tribunal y, al abrir los libros, cada uno es juzgado según la justicia divina. La división entre los santos y los incrédulos es irrevocable y definitiva. Aquellos cuyos nombres constan en el libro de la vida están por siempre con el Señor, y los que lo han despreciado quedan por siempre excluidos.

  • El Amilenialismo

Los amilenialistas entienden que el milenio mencionado en Apocalipsis 20:4-6 describe el presente reinado de las almas de los creyentes fallecidos que están con Cristo en el cielo. Ellos entienden que el encadenamiento de Satanás que se menciona en los primeros tres versículos de este capítulo están en efecto durante todo el período en de la primera y segunda venida de Cristo, aunque terminará poco tiempo antes del regreso de Cristo. Enseñan, pues, que Cristo regresará después de este reinado celestial de mil años.

Los amilenialistas sostienen, además, que el reino de Dios está presente ahora mismo en el mundo, ya que el Cristo victorioso gobierna a su pueblo por su Palabra y su Espíritu, aun cuando dicho pueblo anticipa todavía un reino futuro, glorioso y perfecto sobre la nueva tierra en la vida por venir. A pesar de que Cristo ha logrado una victoria decisiva sobre el pecado y el mal, el reino del mal continuará existiendo junto al reino de Dios hasta el fin del mundo. Aunque ya disfrutamos de muchas bendiciones escatológicas en este tiempo presente (escatología inaugurada), anticipamos una serie culminante de acontecimientos futuros asociados con la Segunda Venida de Cristo que introducirán el estado final (escatología futura). Los así llamados "signos de los tiempos" han estado presentes en el mundo desde el tiempo de la primera venida de Cristo, pero llegarán a una manifestación más intensificada y final justamente antes de su Segunda Venida. Por lo tanto, el amilenialista espera que se complete la tarea de llevar el evangelio a todas las naciones y la conversión de la plenitud de Israel antes' del regreso de Cristo. Espera asimismo una forma intensificada de tribulación y apostasía, como también la aparición de un anticristo personal antes de la Segunda Venida.

El amilenialista entiende que la Segunda Venida de Cristo será un acontecimiento único, no uno que tenga dos fases. En el momento en que Cristo regrese habrá una resurrección general, tanto de creyentes como de incrédulos. Después de la resurrección los creyentes que estén todavía vivos serán transformados y glorificados. Estos dos grupos, creyentes resucitados y creyentes transformados, serán luego arrebatados en las nubes para ir al encuentro del Señor en el aire. Después de este "arrebato" de todos los creyentes, Cristo completará su descenso a la tierra y llevará a cabo el juicio final. Después del juicio los incrédulos serán consignados al castigo eterno, en tanto que los creyentes disfrutarán para siempre de la bienaventuranza del nuevo cielo y de la nueva tierra.

  • El Premilenialismo

Los premilenialistas creen que la Segunda Venida de Cristo será premilenial; o sea, antes del milenio. Los premilenialistas, por lo tanto, anticipan un reinado de Cristo sobre la tierra que durará mil años a partir de su regreso, y que será previo a la introducción del estado final. Lo que viene a continuación es un bosquejo de los rasgos más importantes del premilenialismo histórico.

Según el premilenialismo histórico, hay varios acontecimientos que deben ocurrir antes que Cristo regrese: la evangelización de las naciones, la gran tribulación, la gran apostasía o rebelión y la aparición de un anticristo personal. La iglesia debe padecer esta tribulación final. La Segunda Venida de Cristo no será un suceso en dos etapas sino un acontecimiento único.

Cuando Cristo vuelva, los creyentes que hayan muerto serán resucitados y los creyentes que todavía vivan serán transformados y glorificados, y luego ambos grupos serán arrebatados conjuntamente para encontrarse con el Señor en el aire. Después de este encuentro en el aire, los creyentes acompañarán a Cristo en su descenso a la tierra. Después del descenso de Cristo a la tierra, el anticristo será muerto y su reino opresor llegará a su fin. En este tiempo, o acaso antes, la gran mayoría de los judíos vivos entonces se arrepentirá de sus pecados, creerá en Cristo como Mesías, y será salvo; esta conversión del pueblo judío será una fuente de bendición indecible para el mundo.

Cristo establece en este momento su reino del milenio-reino que durará aproximadamente mil años. Jesús gobierna ahora de un modo visible sobre todo el mundo pero su pueblo redimido reina con él. Los redimidos son tanto judíos como gentiles. Si bien los judíos en su mayor parte se han convertido recientemente, después de la reunión de los gentiles, ellos no forman un grupo separado, ya que sólo hay un pueblo de Dios. Entre aquellos que gobiernan con Cristo durante el milenio están incluidos los creyentes que han sido recientemente resucitados de entre los muertos y los creyentes que todavía estaban vivos cuando regresó Jesús. Las naciones incrédulas que todavía existen sobre la tierra durante este tiempo son tenidas a raya y gobernadas por Cristo con vara de hierro.

El milenio no debe ser confundido con el estado final, ya que el pecado y la muerte todavía existen. El mal, sin embargo, se verá grandemente refrenado y la justicia prevalecerá sobre la tierra como nunca antes. Este será un período de justicia social, política y económica, y de gran paz y prosperidad. Hasta la naturaleza reflejará la bienaventuranza de esta era, ya que la tierra será extraordinariamente productiva y el desierto florecerá como la rosa.

Cerca del fin del milenio, sin embargo, Satanás, que había estado encadenado durante este período, será soltado y saldrá a engañar nuevamente a las naciones. Reunirá a las naciones rebeldes para la batalla de Gog y Magog, y las guiará en un ataque sobre el "campo de los santos". Satanás, empero, será consumido por fuego desde el cielo y entonces arrojado al lago de fuego.

Una vez acabado el milenio se llevará a cabo la resurrección de los incrédulos que hayan muerto. En ese momento toma lugar el juicio ante el gran trono blanco, en el cual todos los hombres, tanto creyentes como incrédulos, serán juzgados. Aquellos cuyos nombres fueren hallados escritos en el libro de la vida entrarán en la vida eterna, en tanto que aquellos cuyos nombres no se encuentren en ese libro serán arrojados al lago de fuego. Después de esto vendrá la introducción del estado final: los incrédulos pasarán la eternidad en el infierno, en tanto que el pueblo redimido de Dios vivirá para siempre sobre una nueva tierra de la cual ha sido expurgado todo mal.

¿Qué pruebas bíblicas ofrecen los premilenialistas históricos como fundamento de la enseñanza de que habrá un reino terrenal de mil años después del regreso de Cristo?

George Eldon Ladd reconoce que el único lugar en el cual la Biblia habla de un reino terrenal de mil años es Apocalipsis 20:1-6.26 El encuentra una descripción de la Segunda Venida de Cristo en Apocalipsis 19 y entiende que Apocalipsis 20 describe acontecimientos que seguirán a la Segunda Venida. Los primeros tres versículos de Apocalipsis 20, sostiene Ladd, describen el encadenamiento de Satanás durante el milenio que sigue al regreso de Cristo. 27 Apocalipsis 20:4 describe el reino de los creyentes resucitados con Cristo sobre la tierra durante el milenio. Ladd insiste en que la palabra griega ezesan (vivieron, o volvieron a vivir), que aparece en los versículos 4 y 5, debe significar resucitados físicamente de entre los muertos.28 El encuentra en el versículo 4 una descripción de la resurrección física de los creyentes al principio del milenio (llamada más adelante "la primera resurrección"), y en el versículo 5 una descripción de la resurrección física de los incrédulos al fin del milenio. Ladd explica el hecho de que la enseñanza respecto a este reino terrenal de mil años se encuentre sólo en este capítulo en base a su concepto de revelación progresiva.

Ladd encuentra apoyo adicional para su enseñanza en 1 Corintios 15:23-26, aunque reconoce que este pasaje no da pruebas concluyentes a favor de un milenio terrenal. 29 Se apela en particular a los versículos 23 y 24: "Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego (epeita) los que son de Cristo, en su venida. Luego (eita) el fin (telos), cuando entregue el reino al Dios y Padre… "Pablo aquí describe, según Ladd, el triunfo del Reino de Cristo que se logrará en tres etapas. La primera etapa es la resurrección de Cristo. La segunda etapa ocurre en la parusía, cuando los creyentes son resucitados. Después viene el fin, cuando Cristo entrega el reino a Dios el Padre; esta es la tercera etapa. Dado que hay un intervalo significativo entre la primera y la segunda etapa, no parece improbable que haya también un intervalo significativo entre la segunda y la tercera. Ladd afirma que las palabras luego (eita) y fin (telas) dejan lugar para pensar en un intervalo no determinado de tiempo entre la Segunda Venida de Cristo y el fin, cuando Cristo acabará la subyugación de sus enemigos. 30 Este intervalo sería el milenio.

A manera de evaluación, podemos decir en primer lugar que hay mucho que nos puede agradar en la posición de Ladd. Entre estos puntos están las enseñanzas que

(1) Dios no tiene dos pueblos separados con destinos diferentes (a saber, judíos y gentiles, o Israel y la iglesia) sino solamente un pueblo;

(2) el reino de Dios es a la vez presente y futuro;

(3) ya en este tiempo presente la iglesia disfruta de bendiciones escatológicas;

(4) los signos de los tiempos han estado presentes desde el tiempo de la primera venida de Cristo, pero tomarán una forma intensificada antes de su Segunda Venida;

(5) la Segunda Venida de Cristo no es un acontecimiento con dos fases sino un suceso único.

Debemos también apreciar el rechazo decisivo que hace Ladd de muchas enseñanzas escatológicas dispensacionalistas; en consecuencia, tanto su premilenialismo, como el de los premilenialistas históricos en general, debe ser cuidadosamente distinguido del premilenialismo dispensacional. Pero a pesar de esto, quedan ciertas dificultades básicas con la enseñanza que tienen en común el premilenialismo dispensacional y no dispensacional que habrá un reino terrenal de mil años después del regreso de Cristo.

Se pueden presentar las siguientes objeciones en contra de este punto de vista:

(1) Apocalipsis 20 no aporta ninguna prueba irrefutable a favor de un reino terrenal de mil años posterior a la Segunda Venida. Es cierto que muchos teólogos evangélicos encuentran prueba de dicho reino en este pasaje. Pero, como se demostrará en un capítulo subsiguiente, esta no es la única manera posible de interpretar estos versículos. La manera en que los amilenialistas interpretan Apocalipsis 20:1-6, como una descripción del reinado de las almas de los creyentes muertos junto con Cristo en los cielos, ha merecido respeto en la iglesia desde los días de San Agustín. 32 Se encontrará una elaboración y defensa más amplia de la interpretación amilenialista de este pasaje más adelante en el capítulo 16.

Resta destacar un punto adicional respecto al concepto premilenialista de Apocalipsis 20:1-6. Por lo general, los premilenialistas no dispensacionalistas entienden que los que reinan con Cristo durante el milenio son no sólo los creyentes que han sido resucitado s de entre los muertos sino también los creyentes que todavía estén vivos cuando regrese Cristo. Debe notarse, sin embargo, que aun usando como base la interpretación premilenialista, este pasaje no dice nada respecto al segundo grupo. Si se piensa que las palabras "vivieron (o volvieron a la vida) y reinaron con Cristo mil años" significa "que fueron resucitados de entre los muertos y reinaron con Cristo", nada se dice aquí respecto a los creyentes que no murieron pero que estaban todavía vivos cuando Cristo regresó. Según la corriente interpretación premilenialista, por lo tanto, este pasaje habla solamente de un reinado con Cristo durante el milenio de los creyentes resucitados. Pero este sería un tipo diferente de reinado terrenal de mil años que el que generalmente enseñan los premilenialistas.

(2)1 Corintios 15:23-24 no da ninguna evidencia clara respecto a un reinado terrenal de mil años de este tipo. Lo primero que debe decirse es que no hay fundamento en ninguno de los escritos paulinos para la expectativa de un reino de mil años previo al estado final. -Además, no hay ninguna enseñanza clara respecto a este tipo de reino terrenal de mil años en este pasaje. En 1 Corintios 15 Pablo se ocupaba de los cristianos que aparentemente creían en la resurrección corporal de Cristo pero que ya no esperaban una resurrección corporal de los creyentes. Enfrentando este error, Pablo establece en este capítulo el orden divino de las cosas: Cristo, las primicias, fue resucitado primero; después de esto, en la Parusía, aquellos que son de Cristo serán resucitados de entre los muertos. Pablo no sugiere aquí que habrá una resurrección de incrédulos mil años después de la resurrección de los creyentes-en este pasaje él no dice absolutamente nada respecto a la resurrección de los incrédulos. Las palabras del versículo 24 "luego el fin, cuando entregue el reino a Dios y Padre", no sugieren necesariamente un largo intervalo de tiempo después de la resurrección de los creyentes, sino que son simplemente un modo de decir que solamente entonces, después de que todo esto haya sucedido, llegará el fin o sea la consumación de la obra mesiánica de Cristo.

(3) El regreso del Cristo glorificado y de los creyentes glorificados a una tierra en la cual el pecado y la muerte todavía existan violaría la finalidad de su glorificación.

¿Por qué deberían aquellos creyentes, que han estado disfrutando de la gloria celestial durante el estado intermedio, ser resucitados de entre los muertos para regresar a una tierra en la cual el pecado y la muerte todavía existen? ¿No sería esto un anticlímax? ¿N o reclaman los cuerpos glorificados en la resurrección una vida sobre una nueva tierra, de la cual todos los remanentes del pecado y de la maldición hayan sido desterrados? ¿Por qué, además, regresaría el Cristo glorificado a una tierra en la cual todavía reinan el pecado y la muerte? ¿Por qué debería él, después de su regreso en gloria, verse obligado todavía a gobernar a sus enemigos con vara de hierro y verse obligado aún a destruir la rebelión final en contra suya al fin del milenio? ¿No se terminó la batalla de Cristo contra sus enemigos durante su estado de humillación? ¿No logró él entonces una victoria decisiva y final sobre el mal, el pecado, la muerte y Satanás? ¿No enseña la Biblia que Cristo regresará en la plenitud de su gloria para introducir no un período interino de limitada paz y bendición, sino un estado final de perfección sin calificativos?

Partes: 1, 2, 3, 4
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