En el presente ensayo se plantea dos capítulos que son Población sobrante y Cultura respectivamente, destacando el primero tema, se deduce de esto que la economía mundial no está al servicio de las familias, entonces las sociedades, lamentablemente, se adecuarían a los recursos que genera la economía.
Si la economía no permite una integración de todos los sectores sociales, estamos entonces frente al fenómeno de la "población sobrante", al mismo tiempo impactando poblaciones que ejercen el ambiente natural.
El segundo capitulo plantea sobre la cultura esto se define básicamente como habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración, sobreponiéndose ocasionalmente en los sustantivos derivados. Así, 'habitar' se convirtió en colonus, de colonia. "Honrar con adoración" se desarrolló en cultus, de culto. Cultura tomó el significado principal de cultivo o tendencia a (cultivarse), aunque con el significado subsidiario medieval de honor y adoración. Por lo tanto, el significado primario fue labranza: la tendencia al crecimiento natural.
CAPITULO I
Población sobrante es un término que se refiere a una condición en que la densidad de la población se amplia a un límite que provoca un empeoramiento del entorno, una disminución en la calidad de vida, o una sobra considerable de la población.
El impacto que las poblaciones humanas ejercen en el ambiente natural es severo. Muchas especies animales y vegetales han sido extinguidas por el avance de las manchas urbanas, la contaminación es un problema cada día más grande por el uso de más coches y la industrialización de los países emergentes.
La densidad de la población es el número de habitantes que viven en un área específica, por ejemplo: 100 habitantes por Kilómetro cuadrado.
La sobrepoblación humana ha sido influida por factores diversos, como el incremento en la duración de la vida, la ausencia de enemigos naturales, la mejora en la calidad de vida, y la accesibilidad a mejores bienes.
La población mundial aumenta en más de 81 millones de personas por año. Cada 10 años, alrededor de mil millones de habitantes se añaden a la población mundial.
Es cierto que la población mundial ha aumentado durante este siglo. Incluso, se duplicó de 1950 a 1991, y en 1993 alcanzó la cifra de 5,6 mil millones de habitantes. Pero este aumento demográfico no se debe a un aumento de la tasa de nacimientos, sino a un aumento sin precedentes de la esperanza promedio de vida, fruto de mejores políticas y condiciones sanitarias y alimenticias.
En realidad, al contrario de lo que alegan los alarmistas, la tasa de crecimiento de la población mundial está disminuyendo dramáticamente. Además de esto, no sólo no hay una "superpoblación", sino que en realidad lo que hay es una implosión demográfica. Los siguientes datos lo demuestran:
1. El Buró del Censo de los Estados Unidos (US Census Bureau) informó recientemente que en 1996 la población mundial aumentó en sólo 79,6 millones de personas. Esta cifra es 6,4 millones menos que los 86 millones y pico de aumento demográfico de 1994, cantidad que se considera ahora el punto culminante del crecimiento de la población mundial. La cifra de los 79,6 millones es también aproximadamente 20 millones menos que los 100 millones que los alarmistas del crecimiento demográfico han estado anunciando continuamente.
2. Además, la tasa de crecimiento demográfico mundial ha disminuido, después de alcanzar su máximo entre 1965 y 1970. En 1994 dicha tasa fue de 1,5%, la más baja en los últimos 50 años y ha continuado disminuyendo después de 1995.
3. Mientras la población de Asia, África y América Latina continuará creciendo todavía durante algunas décadas más, el resto del mundo sufrirá pronto una caída demográfica en picada. La población mundial alcanzará su ápice de 7 mil millones en el 2030, y luego comenzará un largo descenso hacia el ocaso demográfico de la humanidad. Esto es esencialmente lo que ha predicho la División de Población de las Naciones Unidas (ONU) en su informe del 13 de noviembre de 1996.
4. La razón inmediata de esta disminución, confirmada por las cifras más recientes de la División de Población de la ONU, es la disminución del tamaño de las familias. Según el Buró del Censo de los Estados Unidos, la tasa de fertilidad mundial (el número de hijos por mujer nacidos durante su vida fértil), ha disminuido hasta alcanzar la cifra de 2,9, la más baja de la historia, cuando apenas hace poco más de 10 años, en 1985, era de 4,2 . Téngase en cuenta que, según los demógrafos, para que una nación logre reemplazar su población en la próxima generación, necesita como mínimo una tasa de fertilidad del 2,2.
5. Actualmente hay 79 países, que constituyen el 40% de la población mundial, cuyas tasas de fertilidad se encuentran por debajo del nivel de reemplazo (2,2). Las naciones desarrolladas son las que se encuentran en la peor situación. De hecho, hay 15 de ellas en las que cada año se llenan más ataúdes que cunas. Todas las demás seguirán el mismo camino. Los esfuerzos de los gobiernos por detener este desastre demográfico, de tremendas consecuencias socioeconómicas, han sido inútiles.
En Alemania y Japón, por ejemplo, a pesar de los abundantes incentivos financieros que se les ofrecen a las mujeres dispuestas a tener más hijos, las salas de maternidad permanecen vacías.
6. Pero esta carestía de nacimientos se ha extendido ahora más allá del mundo desarrollado. En estos momentos hay 27 países en desarrollo donde las mujeres tienen un promedio de menos de 2,2 hijos. Hay que tener en cuenta que las inferiores condiciones sanitarias y económicas de estos países, hacen que su nivel de reemplazo tenga que ser en realidad más alto que el de 2,2.
7. Además, la tasa anual de crecimiento demográfico de los continentes en desarrollo está descendiendo también: la de Asia bajó de 2,3% en 1970 a 1,9% en 1990, la de América Latina de 2,9% en 1970 a 2,1% en 1990, y aunque la de África ha aumentado un 0,3%, las numerosas guerras, las catástrofes naturales, y la epidemia del SIDA hacen que esa cifra no sea confiable
8. Por si esto fuera poco, la densidad poblacional (habitantes por km2) de los países y continentes en desarrollo es baja.
La de América Latina y la de África es mucho más baja que la de Europa Occidental (cuyos países están desarrollados), como lo demuestra la siguiente tabla:
Continente |
| Densidad (habitantes por km2) |
África |
| 80 |
Europa |
| 213 |
América Latina |
| 55 |
Norteamérica |
| 55 |
Asia |
| 422 |
Oceanía |
| 55 |
9. Por último, la población mundial no ocupa más del 1% de la superficie firme del planeta, el equivalente a vivir cómodamente (según el típico hogar estadounidense) en el Estado de Texas, dejando al resto del mundo completamente vacío.
La palabra cultura proviene de la palabra cultüra, latín, cuya última palabra trazable es colere, Colere tenía un amplio rango de significados: habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración.
Hay cultura donde hay hombre, y viceversa (Mosterín, 1993). Sólo se está ante lo que entendemos por cultura cuando nos referimos a lo humano.
El hombre es a la vez producto de la evolución biológica y protagonista de la cultura que él genera. El hombre ha salido de la naturaleza sin dejar de pertenecer a ella. El "salto" a la cultura no hay que entenderlo como una brecha total ya que el hombre nunca abandona la naturaleza.
Cultura es el modo común de pensar organizado de los individuos de una sociedad en orden a producir actividades sociales coherentes, tanto de acción material como de acción individual.
LA cultura es producto del aprendizaje y no de la herencia.
El pensar organizado se refiere al modo conocido de transmitirse ideas unas personas a otras en forma inteligible, y asimismo, al modo social también reconocido de realizar éstas su comportamiento, para lo cual el lenguaje viene a ser el vehículo básico de la relación humana culturalmente organizada.
Esto quiere decir que la cultura toma sentido a partir del lenguaje, pues éste representa no sólo un modo específico de equiparar al individuo con medios simbólicos de relación y comprensión de la realidad, sino que también hace obtener un conocimiento preciso de la cultura por el hecho de que en él se incluyen formas de designar las cosas y el comportamiento de los miembros de una sociedad.
El lenguaje es nuestra puerta de acceso al mundo, la "mediación universal" operante en todas las relaciones humanas, entre los individuos, y mediando también la relación de éstos con la naturaleza. Condiciona y posibilita la cultura y es el factor humanizante por excelencia.
Sin embargo, además de la totalidad de los conceptos y productos que forman el inventario cultural de una sociedad, "cultura" abarca los modos de acción que refieren a los modos de vivir de los hombres en una sociedad, que se explican en función de las relaciones sociales integradas en el espacio y en el tiempo.
Lo "material" alude a la producción material, como un instrumento de supervivencia y del vivir de los hombres, como por ejemplo el equipo doméstico, las armas, etc. El ámbito de acción referido a lo espiritual refiere a las ideas, valores, orientación de la personalidad, concepción del mundo, ideologías, etc. El ámbito espiritual constituye el aspecto de la cultura que existe como una realidad autónoma. Conforme a estos principios, Berenger Castellari coincide con Malinowski (1948, 56) en decir que el rasgo principal de la cultura es el estar organizada.
Frente a la concepción burguesa del hombre, marcadamente individualista (Mac Pherson, 1979; también Renault, 1993), se ha ido subrayando la dimensión social del hombre como algo constituyente. El hombre concreto es tal en tanto que vive en el seno de unas relaciones sociales en virtud de las cuales es humano (Marx, Karl, Manuscritos).
Sin individuos, no hay conjunto de relaciones sociales, pero el individuo humano solamente es tal en esa trama relacional, pudiendo decirse a la vez que es a la vez resultado –aunque no sólo eso- de ese conjunto en su totalidad. En un sentido lato de los términos, sociedad e individuo siempre se han mediado entre sí.
El grado de interacción cultural de las sociedades modernas es menor que el de las primitivas. Así, la afirmación de Durkheim (1928, 157) de que a mayor primitivismo social, mayor es el numero de semejanzas que pueden advertirse en los miembros de una sociedad. Esa semejanza los hace ser, social y culturalmente, más homogéneos, haciendo que el sistema cultural total sea casi universal a los efectos de la frecuencia de participación de sus individuos en el mismo a través de grupos sociales y de subsistemas culturales que son básicamente comunes. Cuantos menos subsistemas culturales existen en una sociedad, mayor será su integración cultural.
En una sociedad urbana, los límites de desviación del comportamiento individual son, en comparación con las sociedades primitivas entonces, muy amplios.
El modo de producirse las formas y las estructuras culturales, es histórico. La cultura representa una experiencia social que, a su vez, se transmite de unos individuos a otros a través del llamado proceso de socialización uno según el cual individuos y grupos entran simultáneamente en contacto con cada persona y la instruyen en las técnicas que le permitirán relacionarse en el mundo externo. Estas técnicas incluyen valoraciones específicas de este mundo externo, de conciencia específica o histórica de la realidad, así como un modo relativamente homogéneo de representarla y experimentarla.
Toda cultura es un acto de formación y reformación continua y a la vez constituye una estructura de comportamiento que para tener homogeneidad, necesita repetirse. Sus cambios implican no sólo transformaciones del medio, sino también del hombre y de las relaciones de éste con otros, y de éstos en conjunto con la producción de bienes materiales.
El modo de producirse las formas y las estructuras culturales, es histórico. La cultura representa una experiencia social que, a su vez, se transmite de unos individuos a otros a través del llamado proceso de socialización uno según el cual individuos y grupos entran simultáneamente en contacto con cada persona y la instruyen en las técnicas que le permitirán relacionarse en el mundo externo. Estas técnicas incluyen valoraciones específicas de este mundo externo, de conciencia específica o histórica de la realidad, así como un modo relativamente homogéneo de representarla y experimentarla.
Toda cultura es un acto de formación y reformación continua y a la vez constituye una estructura de comportamiento que para tener homogeneidad, necesita repetirse. Sus cambios implican no sólo transformaciones del medio, sino también del hombre y de las relaciones de éste con otros, y de éstos en conjunto con la producción de bienes materiales.
Antes de nuestra era, los atenienses (en la época de Pericles) admiraban los mismos templos y las mismas estatuas, aplaudían las mismas tragedias o las mismas comedias, formaban verdaderamente un pueblo, desde los aristócratas de la cultura, hasta los artesanos y quizá los esclavos.
Los "vínculos naturales" del mundo medieval que conformaban una comunidad, dejan paso a "vínculos artificiales" que los individuos establecen entre sí: es el paso de la comunidad a la sociedad analizado por F. Tönnies. La individualidad, resultando de un proceso histórico-cultural de individualización, emerge con la transición de lo comunitario a lo societario, que tiene lugar con la aparición de la sociedad burguesa en el despegue del capitalismo europeo.
A fines del siglo pasado, la mayoría de la gente vivía en pueblos y no se hubiera encontrado con un extranjero de una cultura remota en toda su vida. A fines del siglo pasado, y en los comienzos de éste, la mayoría de la gente entra en contacto con personas de otras culturas a diario.
Imágenes de otras culturas llenan las pantallas de la TV y el cine, y en sus lugares de trabajo, calles y mercados, la gente encuentra comerciantes, migrantes, viajeros y refugiados constantemente, en especial en las ciudades. En el espacio de 100 años, la interacción cultural en el mundo ha crecido dramáticamente.
Las interacciones globales en la actualidad presentan el problema de tensión entre la homogeneización y la heterogeneización cultural.
Homogenización que deriva o bien hacia un argumento acerca de la creciente expansión de la cultura estadounidense, o bien hacia la transformación de la cultura en mercancía. La mayoría de las veces ambos se hallan íntimamente relacionados. Sin embargo, tan rápido como las fuerzas de las distintas metrópolis logran penetrar otras sociedades, muy pronto son aclimatadas y nacionalizadas de diversas maneras.
El crecimiento de las relaciones interculturales, de corrientes políticas como el multiculturalismo, de sistemas de discriminación, del racismo, etcétera, están a la vista en la escena mundial.
El aumento de los intercambios indirectos (mediáticos e informáticos) y de los directos (cara a cara) entre diferentes culturas a raíz del crecimiento también de la industria del turismo, de las relaciones comerciales, de la programación televisiva y del desarrollo de las nuevas tecnologías, exige que se desarrollen "competencias".
Para Calderón y Dos Santos, el nuevo dinamismo del mercado y la industria cultural a nivel global conllevan un orden complejo y disgregado que difícilmente pueda ser comprendido a través de las meras relaciones de oferta y demanda o entre países centrales y periféricos; se trata más bien de la gestación, muy dinámica, de una serie de asincronías entre la política, la economía y la cultura.
Siguiendo a Ford, el proceso central en la sociedad contemporánea está producido fundamentalmente por una globalización llevada a cabo de manera salvaje y absolutamente dependiente del mercado; crecimiento de diferentes tipos de brechas, diversidades críticas y diferencias socioeconómicas y socioculturales.
En primer lugar, problemas estructurales tales como la creciente ampliación entre riqueza y pobreza, cambios en la constitución de la familia y en el rol de la mujer, aumento del empleo precario y del desempleo, nuevas formas de violencia y marginación, fragmentación de las ciudades, racismo, desatención sanitaria, educacional, social, tiene sus efectos durante toda la estructura social: el pago de la deuda de Tanzania es 9 veces lo que gasta en atención primaria de salud y 4 veces lo que gasta en enseñanza primaria.
La creación de una cultura de masas no tendería hacia una homogeneización en el imaginario colectivo, sino más bien hacia una diversidad de apropiaciones. Nos apropiamos de lo que recibimos de la cultura de las masas, la adoptamos, digamos, pero a nuestro modo.
Ford destaca la importancia de que ante tanta apología y mitologización de la globalización, o mejor dicho, de las formas en que ésta se produce, poner en escena los diferentes tipos de desigualdades infocomunicacionales que acompañan a las diversas y crecientes brechas entre riqueza y pobreza que se producen en la sociedad contemporánea.
Ante un discurso hegemónico que habla como si todos los habitantes de la tierra tuviesen una computadora y estuviesen conectados a Internet, es importante recordar que gran parte de los habitantes del planeta carece de teléfonos, televisores, diarios, y que incluso no ha tenido todavía acceso a la alfabetización.
Ahora, si bien la diversidad cultural de nuestras sociedades latinoamericanas es uno de los rasgos centrales de su propia constitución, no es menos cierto que esta diversidad de prácticas y de representaciones expresada en una variedad de mundos de vida, de una u otra manera, conflictiva e integrativamente, se ha constituido históricamente en relación con la cultura europea. Quizás allí radique precisamente nuestra especificidad cultural: en habernos hecho en conflicto e integración con otros pero a la vez ser distintos, además de desear constantemente esa distinción.
Las políticas sociales deberían encaminarse siempre teniendo en cuenta el lenguaje común de la población a la cual se dirigen. Es fundamental un buen uso del lenguaje en todos los planes sociales y las relaciones humanas, pues de este uso dependen la transmisión del mensaje que se realice y sus consecuencias en la constante formación de la cultura.
Coincido con M. A. Ciuro Caldani en que debe haber una estrecha colaboración entre grupos, entre organizaciones de toda índole, salvándose todos las diferencias que puedan condicionar una obstrucción a la colaboración mutua. De este modo, entes como Estado podrían relacionarse libremente y en armonía con otras organizaciones tales como los movimientos vecinales. Esta colaboración, esta transmisión de cultura es muy importante en una sociedad profundamente fragmentada, competitiva y egoísta como la nuestra, en donde conviven muchas formas de organización, muchos subsistemas y grupos distintos que generalmente se encuentran muy distantes unos de otros y en donde se mira con desconfianza, recelo y reticencia al exogrupo.
El establecimiento, discusión e inventario de políticas específicas que defiendan los patrimonios culturales, económicos, sociales e históricos, en el marco de "la globalización" es sumamente necesario para impedir que se pierdan o se diluyan nuestras culturas, y para que, como dice Ford, seamos "procesados por otros".
Los planes de capacitación para los educandos de todos los niveles, desde los padres, hasta los maestros avanzados, deben tener en cuenta la cultura en la cual se insertan.
Pienso que en las condiciones de crisis y de multiculturalismo en que se encuentran las sociedades del mundo en estos últimos tiempos, y en los que existe una gran inseguridad en cuanto al futuro en general, e incluso en cuanto al futuro próximo, tanto de los grupos culturales como de los individuos, en tiempos en los que le es costoso a cualquier persona auto-identificarse y entender la compleja trama socio-cultural en la que se desenvuelve, es necesario que los que detentan el poder, los "amos del mundo" como dice Bordieu, tomen conciencia de la importancia de las necesidades reales del hombre como ser humano y como ser sensible. El hombre necesita de la transmisión de ciertos valores, es necesario una salida que vuelva a unir al hombre consigo mismo, que lo devuelva a los valores que siempre encontró en la naturaleza, no solo para poder afrontar la cosificación de la que es producto por el juego de los mercados o para no considerarse una ficha en el juego de la democratización o de la estatificación de la nación en que vive, sino también para tener seguridad, confianza en sí y en sus pares.
El ser humano debe aprender a confiar en si mismo. Se debe enseñar y comunicar. La sabiduría debe decirnos que el hecho de ser distinto a otros no es malo, que un grupo, por pequeño que sea, es parte de la raíz de un pueblo, de una sociedad, es cultura tan valedera como cualquier otra, y que a su medida constituye un pueblo entre sus propios límites. Debe decirnos que cada cual debe estar orgulloso de lo que es, del grupo del que formamos parte, de su lengua, religión, o de lo que fuere, aunque estas distinciones no sean coincidentes con la cultura común de la sociedad, y como contrapartida de esta valoración del propio grupo, se encuentran la valoración del otro, el aprender y fomentar la tolerancia y el respeto por el que es distinto.
Debe evitarse la desnaturalización de los derechos humanos, y, de ser necesario, cambiarles su denominación, o, ¿para qué nombrarlos?, hay que ejercerlos. La sociedad muchas veces ha creído, y aún hoy muchos lo siguen creyendo, que los derechos humanos son palabras que encierran vacío o falsedad, que son una "careta" que se usa en nombre del bien común y de la humanidad, cuando en realidad los hechos demuestran otra realidad, haciendo que caiga su importancia y su real significado. Zaffone nos da un claro ejemplo: "(…) bajo las ideas de defensa de la democracia y las libertades personales, los angloamericanos abarcaron, únicamente en la segunda mitad del siglo XX, con la vida de 4 a 5 millones de seres humanos. Que mejor ejemplo de desnaturalización que esta espantosa cita".
Hoy en día, no existe entre los distintos autores un pensamiento uniforme en base al curso actual de los hechos. La crítica de la crítica se ha vuelto constante en todos los ámbitos, y basta que alguien opine algo desde determinado punto de vista para que sea rápida y fácilmente criticable. La situación es compleja. No puede compararse a un pensador de la época medieval, en donde si quería o si podía opinaba generalmente teniendo en cuenta una cultura limitada, específica y homogénea sobre situaciones que encrucijaban a sólo unos cuantos factores, con un pensador actual que más bien debe ver muchísimos enfoques y puntos de vista sobre un mismo tema y así relacionar distintas culturas, de lo contrario su postura sería limitada y no englobaría todos los puntos de vista sistemáticamente, y, si habla de "globalización" no puede excluir conceptos como "cultura de masas" o "posmodernidad". A su vez, teorías que deshumanizan al hombre o teorías que no consideran la humanidad, o que es peor, que la destruyen, logran consenso bien por la cultura mediática, bien por la falta o la mala educación. Un pensador, hoy, debe ser prudente, debe imaginar todos los puntos de vista posibles, debe buscar el consenso para dar firme base a su ideología o a su mensaje, y debe saber cómo dirigirlos y a quién dirigirlos, respetando fundamentalmente el lenguaje de todos sus receptores. En este mundo, o más bien, en lo que este mundo se ha convertido, se debe buscar la acción concreta, se debe luchar para que el bien triunfe, se deben buscar los ejemplos, se debe enarbolar el cambio cultural. Los tiempos nos han dado una herramienta fuerte como lo es la libertad de expresión y grandes vías de comunicación para hacerla palabra, y a su vez, nos ha dado hechos, experiencia.
- Daniel Noin, Atlas de la population mondiale. Paris. Reclus. La Documentation française, 1991, 22; Population Reference Bureau, World Population Data Sheet, 1993.
- Eamonn Keane, Population and Development (Gaithersburg, Maryland: Population Research Institute, 1994), 23
- Steve Mosher, "¿Demasiada gente? ¡Nada de eso!", Escoge la Vida (marzo-abril de 1996): 1
- Noin, 22
- U.S. Census Bureau, Report on World Population (abril de 1994)
- Mosher, 1.
- Ibídem. 7
- Ibídem 8
- Ibídem 9
- Jacqueline R. Kasun, Ph.D., Population and Enviroment. Debunking the Myths (Baltimore, Maryland: Population Research Institute, 1991), 2-3; Population Reference, World Population Data Sheets, 1970-1990; Gene Antonio, The AIDS Cover-Up? The Real and Alarming Facts About AIDS (San Francisco: Ignatius Press, 1996), 67-74.
- Keane, 29.
- Kasun, 2
- Filosofía y crítica de la cultura, José Antonio Pérez Tapias, Trotta, 1995, Madrid, p.156.
- Proceso del cambio cultural, George Peter Murdok, Social Structure, The Macmillan Co., Nueva York, 1949.
- Sobre el concepto de cultura, A. Berenger Castellari, Mitre, Barcelona, 1984.
- El pueblo y la cultura, Joseph Folliet, Del Atlántico, Buenos Aires, 1958.
- Hombre, cultura y sociedad. Harry L. Shapiro. Fondo de Cultura Económica, México, 1985, 2° reimpresión.
- Culture, creativity and market, World Culture Report, París, Unesco, 1998.
- La modernidad desbordada, Arjun Appadurai, Trilce / Fondo de Cultura Económica, Montevideo, 2001.
- Sociedades sin atajos, Fernando Calderón y Mario R dos Santos, Paidós / Estado y Sociedad, Buenos Aires, 1995.
- Procesados por otros, Aníbal Ford, Sociocultura contemporánea, Revista Encrucijadas UBA, Año 1, N° 9, julio de 2001.
- Pensamiento y acción, Pierre Bordieu, Libros del Zorzal.
- La libertad práctica, Jorge Zaffone, Revista Encrucijadas UBA, Año 1, N° 9, julio de 2001.
Víctor Hugo Hernández Sevilla
ESTUDIOS: Estudio la Licenciatura en Contaduría Publica, el la Universidad Autónoma de Tlaxcala. FECHA DE REALIZACIÓN Marzo 2005.