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Tradición y redacción en Lucas (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

La acusación y lapidación de Esteban (Hch 6,9-14; 7,58a) sigue el modelo de la de Nabot (1 R 21,8-13); la historia de viuda de Naím (Lc 7,11,17) estaría inspirada en la de Elías y la viuda de Sarepta o Eliseo y la Sunamita (2 R 4,1-37; y 1 R 17,17-24); el bautismo del eunuco etíope (Hch 8,9-40) nos recordaría la historia de Naamán el leproso (2 R 5); el comienzo del viaje a Jerusalén imitaría la partida de Elías hacia el Jordán (2 R 1,1-2.6). La aparición del ángel durante la agonía (22,43.45) estaría relacionada con la aparición del ángel a Elías, cuando le dio fuerzas para seguir adelante en su camino (1 Re 19,7-8). Sobre este tema se puede ver la ficha 1-3.

También en la ficha 4-6, que reproducimos aquí parcialmente, Jesús es presentado como el Profeta (4,24-27; 7,16; 9,8.19; 24,19), y en ocasiones aclamado como tal por el pueblo. Esto conlleva un preanuncio de su muerte, porque los profetas son perseguidos y asesinados (6,23; Hch 7,52). Un profeta no puede morir fuera de Jerusalén (Lc 13,33-34). En los ultrajes en casa del sacerdote, le tapan la cabeza a Jesús y le invitan a profetizar (23,64), confirmando así irónicamente la condición de Jesús como profeta rechazado.

En su discurso programático de Nazaret Jesús se remite a la misión universal de Elías y Eliseo (4,25-26; 1 R 17; 2 R 5), así como al hecho de que ambos fueron rechazados en Israel. Su ascensión está modelada en la de Elías; el Espíritu que reciben los discípulos después de ver a Jesús subir al cielo es paralelo al "espíritu de Elías" que recibió Eliseo cuando consiguió verlo ascender (2 R 2,9), y son muchos los pasajes en el que la historia de Jesús y sus discípulos ha sido escrita en paralelo con la de los grandes profetas Elías y Eliseo. Es curioso que Lucas haya omitido varios pasajes sinópticos que identificaban a Juan el Bautista con Elías (Mt 3,4; 11,12-14; 17,10-13; Mc 9,13). El motivo más obvio es que Lucas quiere reservar el título de nuevo Elías para Jesús.[101]

En la tradición sinóptica, Moisés y Elías estaban presentes en la transfiguración, pero sólo Lucas nos dice que hablaban con él sobre su éxodo (9,30), lo cual pone en paralelo el viaje de Jesús a Jerusalén en que será "ascendido" (9,51) con el viaje de Elías al Jordán para su ascensión (2 R 2,1-11). En 9,54, poco después, los discípulos piden que caiga fuego del cielo sobre las aldeas samaritanas, en clara referencia a Elías (1 R 18,37-38; 2 R 1,10-14; Si 48,1). Jesús se niega a hacer bajar este tipo de fuego, pero inmediatamente acepta que sí ha venido a traer un fuego a la tierra como Elías, aunque de otro modo distinto, refiriéndose al fuego del Espíritu de Pentecostés (Lc 12,49).

2.- Paralelismos con la escena de Marcos

En ambos casos se trata de un/a hijo/a único/a (Lc 8,42). En ambos casos la resurrección tiene lugar en presencia del progenitor/a. En cambio en los relatos del AT las resurrecciones no tenían testigos.

En ambos relatos pide Jesús que cese el llanto.

Jesús tocando las parihuelas donde llevan al joven (7,14) recuerda a Jesús tomando de la mano a la hija de Jairo Mc 5,41; Lc 8,54).

Las palabras dirigidas al joven son: "Joven, a ti te digo, levántate" (Lc 7,14) comparables a las palabras a la hija de Jairo en Marcos: "Niña, a ti te digo, levántate" (Mc 5,41).

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3.- Paralelismos con el propio Lucas

Más importantes son los detalles paralelos a otras escenas lucanas. Así por ejemplo, las palabras en el relato sobre la hija de Jairo, cuando Jesús dice a la multitud:

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También es típicamente lucano el tema de la alabanza a Dios que suscita el milagro de la resurrección (Lc 7,16), como pude verse en la ficha 12-1: Los pastores regresaron alabando y dando gloria a Dios por todo lo que habían visto" (Lc 2,20). Tras la curación del paralítico, "quedaron todos asombrados y alababan a Dios llenos de pasmo diciendo: "Hemos visto hoy cosas extraordinarias"" (5,26). Después de la curación del ciego de Jericó: "Toda la gente que lo vio alababa a Dios por lo que había ocurrido" (18,43). Incluso en el momento de la muerte de Jesús el centurión al pie de la cruz alababa a Dios (23,47).

Lo mismo podemos decir por el interés de Lucas de reseñar tras la resurrección del joven que la fama de Jesús se iba corriendo por todas partes (Lc 7,17). Veamos otros textos paralelos: "Todo aquello fue muy comentado por toda la región montañosa de Judea" (1,65). "Estos relatos se corrieron por toda la región" (4,37). Ver también Lc 5,15; Hch 13,49.

El país judío por donde se corre la fama de Jesús (Lc 7,17) es un tema recurrente en Lucas (Lc 1,5; 4,44; 6,17; 23,5; Hch 2,9; 10,37). El tercer evangelista ha dado mucho relieve al hecho de que junto con los discípulos galileos, Jesús tenía también discípulos en el país de los judíos. Ver ficha 8-4.

También el miedo unido a la alabanza y a la glorificación de Dios aparece en el texto que comentamos (Lc 7,16). Se trata de otro tema lucano típico, como podemos ver en Lc 1,65; 5,26; 8,25.35 y en Hch 2,43; 19,17.

Lo mismo podemos decir del establecimiento de parejas de hombres y mujeres que cumplen una misma función en el evangelio, como puede verse en la ficha 11-5. Algunas de estas parejas vienen ya de Q (ninivitas y reina del sur: Lc 11,31-32 = Mt 12,41-42; los dos hombres en el campo y las dos mujeres moliendo: Lc 17,34 = Mt 24,40-41) o de Marcos (el poseído de la sinagoga y la suegra de Pedro). Pero en muchos otros casos la historia acerca del hombre es tradicional, mientras que la historia de la mujer es una composición original de Lucas que nos brinda un contrapunto femenino. Por ejemplo, al hombre que tenía 100 ovejas (Mateo), Lucas añade la mujer con las diez monedas (original de Lucas). A Simón en la vía dolorosa añade Lucas un grupo de mujeres (Lc 23,26-32). A las mujeres que están al pie de la cruz, Lucas ha añadido también a los conocidos varones (Lc 23,49). A menudo ambas historias son propias de Lucas (Zacarías e Isabel, Simeón y Ana, la viuda y el juez, Eneas y Tabita).

Este rasgo redaccional de Lucas puede llevarnos a entender por qué al relato marcano de la resurrección en que aparece una niña con su padre, ha añadido otro relato en el que aparece un joven con su madre.

J. P. Meier piensa, sin embargo, que Lucas no compone este relato de una forma creativa, sino que existe una fuente prelucana (L).[102] Para llegar a esta conclusión se basa en varios argumentos. Primeramente el hecho de las profundas diferencias que hay con los relatos de los LXX o con los paralelos de Lucas. Los paralelos se refieren sólo a los detalles estilísticos. En el caso de Elías había toda una relación entre el profeta y la viuda, mientras que en el caso de Jesús, la viuda es una perfecta desconocida. Las otras resurrecciones tienen lugar en la casa, mientras que la de Naím tiene lugar camino del cementerio. Las otras fueron en privado, la de Naím en público. Jesús toca el féretro, no al difunto, sin oración previa ni manipulaciones físicas. Las aclamaciones no vienen sólo de la madre, sino de todos. El relato de Naím termina con la información de que la fama se divulgó, cosa que no aparece en el resto de los relatos.

Igualmente podemos ver grandes diferencias entre el relato de Naím y el de Jairo. En el caso de Jairo también la resurrección tiene lugar en la habitación, y en presencia de cinco personas. Los asistentes al duelo se burlan de Jesús, mientras que los presentes en Naím le tratan siempre con respeto. El padre, Jairo, es nombrado, mientras que la viuda permanece anónima.

En el caso de Tabita, Pedro se queda solo con la muerta y ora a Dios. Los paralelismos que cabe encontrar en este caso más bien han funcionado en sentido contrario. Es el relato de Tabita el que se inspira en el de Naím, dada la tendencia de Lucas a reproducir en la vida de los apóstoles hechos inspirados en la vida de Jesús, para mostrar así la continuidad (cf. Tabla XVIII y ficha 5-10).

La localización en Naím, un pueblo nunca citado en la Biblia, ni en los deuterocanónicos, Filón, Josefo o la Misná, tuvo que venirle a Lucas de una fuente. No pudo haberla inventado él. Su cercanía a Sunem no es prueba suficiente, dado además que Lucas no conoce tan bien la geografía de Galilea. La arqueología nos ha dejado ver que la ciudad estaba amurallada de hecho, y por tanto tenía puerta.[103]

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Otro argumento aportado por Meier para pensar que la fuente L está detrás del relato es la tendencia de Lucas a no repetir duplicados (cf. ficha 1-12). Un capítulo más adelante Lucas narra la resurrección de la hija de Jairo; por eso no parece verosímil que se haya inventado otra resurrección muy parecida, si no la hubiese encontrado en la fuente. De hecho Lucas es el único evangelista que nos narra dos resurrecciones.

c) Zaqueo

La segunda escena que queremos analizar, siguiendo a Drury, es el relato sobre Zaqueo en Lucas 19,1-10. Esta escena rezuma por todas partes el lenguaje característico de Lucas y su teología. Trata sobre el dinero y la limosna (ver ficha 14-3), el arrepentimiento (ver ficha 3-2), los sinvergüenzas que son astutos (cf. Lc 16,1-9), las comidas de Jesús en casa de los pecadores (ver ficha 2-1), la salvación (ver ficha 15-1), el "hoy" (ver ficha 15-5), la alegría (ver ficha 12-3), el "hijo de Abrahán" (ver ficha 13-2).

Veamos ya en lo concreto todos los ecos lucanos que tiene este pasaje:

Zaqueo es pequeño de estatura (Lc v.3). Lucas favorece siempre a los pequeños, y es el único evangelista que habla de la estatura en sus relatos (aquí y en 2,52) y en sus materiales didácticos (Lc 12,25 = Mt 6,17).

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Se nos dice que aquel hombre era hijo de Abrahán (v. 9). Es la misma afirmación que se nos hizo en el episodio de la curación de la mujer encorvada (Lc 13,16). Esta expresión es única en los evangelios en el sentido de que "hijo de Abrahán" es un título para merecer la salvación aportada por Jesús (ver ficha 13-2)). "Como había hablado a nuestros padres, a Abrahán y su descendencia para siempre" (Lc 1,55). Según el juramento que juró a nuestro padre Abrahán (Lc 1,73). Es en el seno de Abrahán en donde es recogido el pobre Lázaro (Lc 16,22-30). Pablo anuncia la buena nueva en su discurso de Antioquía de Pisidia: "Hermanos, hijos de la raza de Abrahán, y cuantos entre vosotros teméis a Dios; a vosotros os ha sido enviada esta palabra de salvación" (Hch 13,26).

El conjunto de la perícopa es una situación de crisis con un antes y un después. Esta suele ser la estructura lucana que se revela también en las parábolas, en contraste con las parábolas escatológicas de Mateo en las que la crisis está la final, y no en el medio.

La idea de que la muchedumbre impide a Zaqueo acercarse a Jesús está ya presente en el episodio del paralítico en Mc 2,4 = Lc 5,19. En el episodio sobre la madre y los hermanos de Jesús Lucas explicita algo que podía ya intuirse en el relato de Marcos: "No podían llegar a él por causa de la gente" (Lc 8,19 ( Mc 3,31).

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Otra palabra de fuerte raigambre teológica lucana es el término "hoy" (ver ficha 15-5), que aparece 2 veces en el relato. "Hoy me tengo que hospedar en tu casa" (v.5), y "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (v. 9). En el evangelio de Lucas la palabra "hoy" es usada continuamente. El "hoy" (23,43) en el paraíso debe compararse con la salvación inmediata ofrecida en 2,11. Hoy os ha nacido un salvador. Hoy ha llegado la salvación (19,9). "Hoy" se ha cumplido entre vosotros esta profecía (4,21). Hoy hemos visto cosas maravillosas (5,26). Hoy los demonios son expulsados (13,32). Lázaro el mendigo fue llevado inmediatamente al seno de Abrahán (16,22-23), y el rico fue inmediatamente después de su muerte al lugar de los tormentos. No se habla de un estado intermedio. El buen ladrón no tendrá que esperar a la resurrección de los muertos. "Hoy" estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,43).

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La manera que tiene Zaqueo de dirigirse a Jesús como "Señor" es también típica de Lucas (cf. ficha 4-11). Marcos y Mateo sólo usan la palabra "Señor" referida a Jesús en boca del narrador una vez, mientras que en Lucas aparece 14 veces. En 7 de ellas se trata de perícopas lucanas, pero en 3 ocasiones se trata de redacción lucana de materiales Q, y en 3 ocasiones es redacción lucana de una perícopa de Marcos, y finalmente hay una mención del título Señor en el pasaje paralelo al único texto de Marcos y Mateo en el que se usa esta expresión (Mc 11,3 = Mt 21,3 = Lc 19,31).

En cuanto a la palabra "Señor" en boca de los personajes del evangelio, aparece sólo 1 vez en Marcos, en el relato de la cananea. En Mateo aparece 17 veces, muchas de ellas en pasajes de triple tradición donde la palabra "Señor" es claramente redaccional. En Lucas aparece esta palabra en labios de los personajes 20 veces.

El hecho de que la historia suceda en Jericó es también muy importante. La llegada de Jesús a Jericó y la curación del ciego los toma Lucas de Marcos. Lucas conserva este relato, porque además recuerda que también Elías y Eliseo pasaron por Jericó de camino hacia los grandes acontecimientos del éxodo de Elías y su ascensión (2 R 2).

Pero también hay otro recuerdo bíblico en Jericó, el de Josué. En los capítulos 2 y 6 del libro de Josué, se nos dice cómo el primer Jesús llegó a la ciudad y la conquistó en su camino hacia la tierra prometida. El relato nos habla de cómo una prostituta, Rahab, acogió en su casa a los exploradores de Josué (Jos 2,2).

Rahab tuvo muy buena prensa en el NT. La carta a los Hebreos alaba su fe (Hb 11,31), Santiago, sus obras (Sant 2,25), Mateo la introdujo junto con otras tres mujeres de dudosa reputación en la genealogía del Mesías (Mt 1,5). Es raro que Lucas no la mencione explícitamente a pesar de su devoción por las mujeres, los pecadores y la hospitalidad. Pero, como dice Drury, su ausencia es más aparente que real. Se ha reencarnado en Zaqueo que llevaba en Jericó un oficio parangonable al de las prostitutas (Mt 21,31). Ya Lucas nos había hablado de los gestos de hospitalidad de una pecadora. Ahora se forma una nueva pareja con los gestos de hospitalidad de Zaqueo. Hospeda en su casa a un nuevo Josué.

Aunque Lucas ya nos ha contado una vez el banquete en casa de Leví, nos ofrece ahora un duplicado muy enriquecido, del mismo modo que Cornelio es un duplicado enriquecido del centurión romano de la fuente Q.

En realidad, para componer esta historia, Lucas no necesitaba una fuente adicional para proporcionarle los detalles. Bastaba con que conociese una tradición referente a un cierto Zaqueo, un publicano convertido que se había subido a un árbol para ver pasar a Jesús, para que Lucas rellene los detalles que faltan reutilizando retazos de sus fuentes de una manera creativa.

Comienzos del ministerio

a) Texto organizado

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b) Estructura del bloque

Vamos a tratar de ejercitar todo lo aprendido hasta ahora sobre tradición y redacción en un bloque importante del evangelio de Lucas, que es paralelo al de los otros dos sinópticos. Veremos la arquitectura de todo el bloque, y luego nos fijaremos más en concreto en dos perícopas, la del bautismo y la de las tentaciones.

El relato del comienzo del ministerio de Jesús en los sinópticos (Mc 1,2—15 / Mt 3,1-4,17 / Lc 3,1-4,15) se divide en cuatro grandes bloques:

a) Ministerio del Bautista (Mc 1,2-8 / Mt 3,1-4,17 / Lc 3,1-4,15).

b) Bautismo de Jesús (Mc 1,9-11 / Mt 3,13-17 / Lc 3,21-22).

c) Tentaciones de Jesús (Mc 12-13 / Mt 4,1-11 / Lc 4,1-13).

d) Regreso a Galilea (Mc 1,14-15 / Mt 4,12-17 / Lc 4,14-15).

Desde el principio diremos que aunque estos textos pertenecen a la triple tradición, sin embargo es muy probable que Q tenía también un relato del ministerio del Bautista, del bautismo de Jesús y de las tentaciones. El texto de Q está latente en la redacción de Mateo y de Lucas, y puede explicar los textos comunes a ambos ausentes en Marcos, y muchos de los acuerdos menores en textos presentes en Marcos.

1. Orden de Marcos

Mateo y Lucas van a seguir fielmente a Marcos en el orden general de estos bloques, aunque en el interior de cada bloque introducen algunas trasposiciones:

1.1 Trasposiciones

a) La transposición de la segunda parte de la profecía de Isaías de Mc 1,3b. Tanto Mateo como Lucas han realizado una pequeña inversión con respecto a Marcos. Éste traía primero la profecía y luego la aparición del Bautista, Mateo y Lucas han invertido este orden.

b) La trasposición de la descripción del Bautista y su modo de vestir y de comer que Mateo adelanta al relato de las multitudes que se bautizaban confesando sus pecados (Mc 1,5-6 ( Mt 3,4-5 (Estos dos versos de Marcos han sido omitidos por Lucas).

c) La trasposición en el discurso del Bautista sobre los dos bautismos. Tanto Lucas como Mateo han realizado una pequeña trasposición en el discurso del Bautista de Mc 1,7-8. Mientras que en Marcos viene primero la alusión al más fuerte que viene y al desatar las sandalias, y luego el contraste entre el bautismo con agua y el bautismo con Espíritu Santo, en Lucas y Mateo viene primero la mención al bautismo de agua de Juan Mt 3,11a / Lc 3,16a, luego la alusión al más fuerte y a las sandalias (Mt 3,11b / Lc 3,16b), y finalmente la alusión al bautismo con Espíritu Santo (Mt 3,11c / Lc 3,16c). Nuevamente nos encontramos con un "acuerdo menor" que podría ser explicado por el influjo latente de Q.

d) La trasposición lucana que adelanta la prisión del Bautista. Vemos cómo Lucas por su parte realiza una trasposición importante, adelantando el relato de la prisión del Bautista y situándolo antes del bautismo (Lc 3,19-20).

Esta trasposición redaccional encaja bien en la costumbre de Lucas de terminar temas antes de comenzar otros nuevos (cf. ficha 1-17). También enlaza con la tendencia creciente a hacer perder protagonismo al Bautista. Mateo y Lucas mencionan en bautismo en una oración subordinada, frente al verbo principal de Marcos. Lucas va más allá, narrando el bautismo en una oración subordinada y pasiva en la que no se menciona para nada al Bautista. Juan llegará al extremo de omitir del todo el relato del bautismo. Deja tan sólo el testimonio del Bautista afirmando que vio el Espíritu bajar sobre Jesús como una paloma, pero sin especificar cuándo, dónde, o en qué contexto (Jn 1,32).

Lucas ha separado totalmente el ministerio del Bautista del de Jesús; hasta podría dar la impresión narrativa de que el Bautista había sido encarcelado ya antes del bautismo de Jesús. El extremo contrario de esta tendencia lo encontramos en Juan que afirma que hubo un ministerio simultáneo del Bautista y de Jesús que bautizaban cada uno con sus discípulos respectivos en distintos puntos del río Jordán (Jn 3,22-26).

En cambio Mateo y Marcos hace coincidir el comienzo del ministerio de Jesús con el arresto de Juan (Mt 4,12 / Mc 1,14). También Q narra la embajada de los discípulos de Juan para interrogar a Jesús, especificando que Juan los envió desde la cárcel (Mt 11,2).

En cualquier caso el problema histórico que queda por resolver es por qué, si el Bautista identificó tan claramente a Jesús como el Mesías, siguió luego bautizando como si tal cosa. ¿Por qué no desbandó a su grupo de discípulos y les dijo que se fuesen todos detrás de Jesús? ¿Por qué envió una embajada a Jesús desde la cárcel para preguntarle si tenían todavía que esperar a otro? ¿Por qué persistió un movimiento bautista durante muchas décadas y se expandió incluso hasta llegar a Éfeso? (Hch 19,3).

La subordinación de Jesús al Bautista en algún momento de su vida, y el hecho de su bautismo causaban un escándalo cada vez más grande a medida que la cristología de la comunidad iba siendo más alta. En los evangelios podemos leer en una lectura en relieve las disputas que se daban entre los herederos del bautista y los miembros de la comunidad mateana o juánica. Los esfuerzos apologéticos de los evangelistas ponen de relieve que el bautismo de Jesús fue un hecho histórico incómodo pero incontrovertible. Nunca la comunidad hubiese inventado este episodio molesto de la vida de Jesús si no hubiese una tradición innegable que lo afirmaba. El hecho de que Jesús fue bautizado por Juan es una de las cosas de las que podemos estar más seguros en la vida del Jesús histórico. Probablemente el contacto de Jesús con el Bautista fue más profundo que el de un mero contacto puntual el día del bautismo. Bien hubiera podido ser que Jesús hubiese sido durante un tiempo discípulo del Bautista, hasta que en un momento dado decidió establecerse por su cuenta, y arrastró consigo a algunos de los mejores discípulos.

1.2 Omisiones

1.2.1: por parte de Lucas y Mateo a la vez

Tanto Lucas como Mateo han reproducido casi la totalidad de Marcos. Veamos brevemente el material exclusivo de Marcos:

a) El título del evangelio (1,1).

b) La primera parte de la profecía que introduce el ministerio del Bautista, en concreto la parte tomada del profeta Malaquías (1,2). Nos referiremos a ella más adelante, al hablar de la fuente Q: 1.2.2 c.

c) El Bautista confiesa que no es digno "ni agachado" de soltar la correa de las sandalias (Mc 1,7b). El término "agachado" ha sido suprimido por Mateo y Lucas (Mt 3,11 / Lc 3,16). Se trata de un nuevo acuerdo menor negativo, que habría que achacar a la fuente Q, lo mismo que la trasposición que hacen ambos en este mismo texto.

d) En el 1,9 Marcos nos da el detalle de que Jesús vino de Nazaret. Mateo nos dice que Jesús vino desde Galilea, pero no menciona Nazaret porque ya había narrado anteriormente que Jesús y su familia se habían radicado en Nazaret al volver de Egipto (Mt 2,22). Lucas en cambio no habla nada de la venida de Jesús al Jordán. En Lc 2,51 Jesús crecía en Nazaret, y lo siguiente que volvemos a saber de él es que tras su bautismo bajó el Espíritu sobre él.

e) La doble mención del desierto en 1,12-13a. Marcos hace dos afirmaciones sobre Jesús: una, que el Espíritu lo empujó al desierto, y otra, que estaba en el desierto cuarenta días. Mateo sólo menciona el desierto una vez al decirnos que "Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu" (Mt 4,1), y Lucas también lo menciona una sola vez al decir que Jesús "era guiado por el Espíritu en el desierto".

f) En el 13b se nos dice que Jesús estaba en el desierto con los animales. El acento en Marcos está puesto sobre la escatología profética, el retorno a las condiciones del pueblo en el desierto, según Oseas 2,16 ("La seduciré de nuevo y la llevaré al desierto"). La restauración de la relación con los animales es lugar común en la escatología profética (cf. p. 76). No es claro por qué motivo coinciden Mateo y Lucas en omitir este dato de los animales, pero la razón más sencilla es ver cómo en este episodio de la tentación Mateo y Lucas siguen más de cerca de Q, y cómo, especialmente Lucas, apenas tienen coincidencias verbales con este relato de Marcos.

g) Hay alguna frase exclusiva de Marcos en el sumario de la predicación de Jesús: "Se ha cumplido el plazo… Creed en el evangelio" (Mc 1,15).

1.2.2: por parte de Mateo

Mateo no tiene ninguna omisión de Marcos digna de mención, salvo las que comparte con Lucas.

1.2.3: por parte de Lucas

Lucas omite los siguientes textos de Marcos, conservados por Mateo:

a) El texto de Mc 1,5-6, en el que habla de la gente que acudía a él confesando sus pecados, y describe el vestido y la comida de Juan. De algún modo había una redundancia en el texto de Marcos, cuando decía que vino Juan predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, y que la gente venía a él y se bautizaba confesando sus pecados. Lucas trae sólo la primera parte, y omite la segunda, aunque en el momento del bautismo de Jesús recoge esta idea de que la gente se bautizaba: "al bautizarse todo el pueblo" (Lc 3,21).

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b) Lucas omite la mención a los ángeles que le servían. Como veremos más que una omisión cabría hablar de una trasposición si consideramos que el ángel del huerto de los olivos, es este mismo ángel cuya aparición Lucas ha aplazado hasta que se terminasen todas las tentaciones (cf. p. 78). La retención de este ángel estaría motivada por la redacción lucana que presenta las tentaciones como un tiempo todavía abierto, cuando dice que "concluida toda tentación el diablo se alejó de él hasta su momento" (Lc 4,13).

1.3. Adiciones

1.3.1 Adiciones de Mateo y Lucas a la vez.

Normalmente estas adiciones tienen que ver con los materiales tomados de Q, cf. 1.2.1

1.3.2 Adiciones de Mateo solo:

a) En 3,2b Mateo da un resumen de la predicación del Bautista. Donde Marcos y Lucas dicen que predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados (Mc 1,4 / Lc 3,3), Mateo nos da en estilo directo el contenido del mensaje: "Convertíos, pues está cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2). Este mensaje coincide con el sumario que se hará después de la predicación de Jesús al regresar a Galilea (Mc1,15b / Mt 4,17b). Lo interesante es que Mateo atribuye al Bautista la predicación de la cercanía del Reino, cosa que los otros evangelistas atribuyen sólo a Jesús, dejando para el Bautista sólo la predicación del juicio inminente.

b) En 3,5, al especificar la gente que acudía al bautismo de Juan, donde Marcos hablaba de "toda la región de Judea y todos los de Jerusalén" (Mc 1,5), Mateo menciona a "Jerusalén, toda la Judea, y toda la región del Jordán". Lucas ha omitido toda este versículo.

c) En 3,11 Mateo dice: "Yo os bautizo con agua "para la conversión". El término "para la conversión" es un añadido redaccional mateano a un texto de triple tradición.

d) En 3,14-15 Mateo añade al relato de Marcos un diálogo entre Jesús y el Bautista, inmediatamente antes del Bautismo. El Bautista trata de impedir el bautismo, pero Jesús le convence, diciendo que tiene que cumplir toda justicia. Se trata de dos versículos redaccionales de Mateo (cf. p. 72).

e) Al referirse a la estancia de Jesús en el desierto, Mateo añade al dato de los "cuarenta días" (Mc 1,13 / Lc 4,2) las palabras "y cuarenta noches" (Mt 4,1).

f) En la narración de las tres tentaciones, tomada de Q, Mateo alarga la cita de Dt 8,3. Donde Lucas citaba: "No sólo de pan vive el hombre" (4,4), Mateo añade: "sino de toda palabra salida de la boca de Dios" (Mt 4,3).

g) También en la narración de las tentaciones encontramos términos mateanos distintos de los de Lucas.

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En cambio Lucas añade esa palabra "gloria" en el ofrecimiento: "Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí se me ha dado" (Lc 4,6).

h) Al narrar cómo Jesús se estableció en Galilea, Mateo añade una cita que combina Is 8,23; 9,1 y 58,10 (Mt 4,15-16). Se trata de la típica redacción de Mateo que ha ido subrayando cada uno de los pasos de la vida de Jesús hasta el momento con una cita bíblica (Mt 1,21; 2,15.18.23; 3,3), y continuará con este rasgo estilístico durante el resto del evangelio.

1.3.3 Adiciones de Lucas solo

a) Sincronía con la historia universal (Lc 3,1-2a). Establece el tiempo del comienzo del ministerio profético del Bautista relacionándolo con el imperio de Tiberio, la procuradoría de Pilato, la tetrarquía de Herodes, Filipo y Lisanias, y el sumo sacerdocio de Anás y Caifás (cf. ficha 8-1).

b) En 3,2b-3, al introducir el ministerio del Bautista, dice que "vino la palabra de Dios a Juan el de Zacarías en el desierto", y seguidamente concreta que su predicación tuvo lugar en el valle del Jordán.

c) Lucas alarga la cita de Isaías 40,3, para hacerla llegar hasta el verso donde dice que "toda carne verá la salvación de Dios (Lc 3,5-6)". En este añadido lucano se expresa muy bien su alcance universalista que ya estaba presente en el evangelio de la infancia.

d) El añadido más largo es el de la predicación ética del Bautista, en forma de diálogo entre la gente y el Bautista (Lc 3,10-14). Se repite la pregunta estereotipada: "¿Qué tenemos que hacer?" (Hch 2,37). Este diálogo está incrustado entre un pasaje de fuente Q, el de los hijos de Abrahán y las piedras (Q 3,7-9) y un texto de triple tradición contrastando el bautismo de agua con el bautismo del Espíritu. A las multitudes les exhorta a compartir, a los recaudadores les exhorta a no ser abusivos, a los militares les exhorta a no aprovecharse de nadie y contentarse con la paga. Es difícil saber si este diálogo proviene de la fuente propia de Lucas (L), o es composición personal de Lucas. Algunos incluso han pensado que pertenecen a Q, lo mismo que los logia inmediatamente precedentes; sin embargo, al haberlos omitido Mateo, nunca se podrá demostrar con certeza.

Conecta este diálogo con el texto sobre el bautismo de agua y Espíritu mediante un verso claramente redaccional (3,15-16a) en que nos presenta al pueblo expectante que se interroga sobre la identidad de Juan.

También es redaccional el verso 3,18, que forma la conclusión a todo el largo discurso del Bautista.

e) Muy importantes los añadidos redaccionales a la escena del bautismo. El hecho de que Jesús estaba en oración (Lc 3,21; cf. p. 73), y que el Espíritu bajó "en forma física" como paloma (Lc 3,22).

f) El inciso lucano más largo, con mucho, es el de la Genealogía (Lc 3,23-38) que se remonta hasta Adán, hijo de Dios, y va a servir para conectar la escena del bautismo con la de las tentaciones (cf. p. 79).

g) En la escena de las tentaciones encontramos algunos añadidos típicamente redaccionales de Lucas como el presentar a Jesús "lleno del Espíritu Santo" (Lc 4,1; cf. p. 78).

Para decirnos que fue al desierto, especifica que "volvió del Jordán" (4,1), quizás porque al haber introducido la genealogía de por medio, era necesaria una referencia al Jordán y al bautismo, que en Marcos y Mateo resultaba inútil.

Lucas subraya el ayuno mateano de Jesús diciendo que "no comió nada" (4,2).

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También añade Lucas las palabras del diablo insistiendo en que el poder y la gloria que ofrece le han sido dados y puede darlas si quiere (4,6b). Es una intuición de teología política bastante negativa. El poder de los gobernantes de este mundo no viene de Dios, sino del diablo, a condición de que se le adore, de que se le reconozca como fuente de poder alternativo. No especifica Lucas quién le ha dado este poder al diablo, ni cuándo.

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De este modo deja abierta la última tentación, cuando Satanás entre en Judas en el momento de la pasión, y cuando Jesús combata contra la tentación y la supere del todo en el huerto (cf. p. 81).

2. Presencia de la fuente Q

2.1 Ubicación

Todo parece indicar que el relato sobre los comienzos del ministerio aparecía simultáneamente en Marcos y en Q, aunque nos parece difícil precisar la extensión de Q. Al menos parece que Q contenía:

a) Partes de la predicación del Bautista: Raza de víboras, dad fruto de conversión, Dios puede sacar de las piedras hijos de Abrahán. El hacha está ya puesta en la raíz (Q 3,7-9). Otro fragmento de la predicación del Bautista procedente de Q es el del bieldo, el granero y la paja quemada (Q 3,17). Ambos fragmentos de Q están interrumpidos, tanto en Mateo como en Lucas por un texto de Marcos: "Viene detrás de mí el que es más fuerte que yo; no soy digno ni agachado de soltar la correa de las sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo" (Mc 1,7-8 / Mt 3,11 / Lc 3,16). El haber creado este sándwich de Q/Mc/Q puede considerarse como un acuerdo menor por parte de Mateo y Lucas. Podría explicarse suponiendo que el texto de Mc 1,7-8 estaba también en Q, y lo que han hecho Mateo y Lucas ha sido simplemente relatar la predicación del Bautista toda seguida tal como venía en Q. Eso explicaría también el acuerdo menor que detallaremos más adelante del "Espíritu santo y fuego" en el paralelo marcano.

b) La pormenorización de las tres tentaciones (Q 4,2b-12). Efectivamente, en Marcos sólo se nos dice que Jesús estuvo en el desierto y fue "tentado por Satanás" (Mc 1,13). Mateo y Lucas añaden la referencia al ayuno y al hambre de Jesús y a continuación pasan a sustanciar el contenido de la tentación con el relato de las tres pruebas, que con toda verosimilitud toman de Q.

c) ¿Bautismo? No es claro si el relato de Q incluía también la escena del bautismo. De hecho no hay ningún versículo de doble tradición para probarlo. Sólo nos insinúan la existencia de una bautismo Q el hecho de algunos acuerdos menores en el bautismo de Mateo y Lucas.

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También Juan dice "sobre", como Lucas y Mateo, lo cual nos puede hacer pensar que era ya una frase hecha y memorizada que puede influir la redacción de Lucas y Mateo simultáneamente (Jn 1,32).

Estos tres acuerdos menores pueden encontrar una explicación diferente por influjo de la tradición oral, o por actividad redaccional coincidente aunque independiente de Mateo y Lucas, y no exigen la presencia de una fuente común, con lo cual no queda probado con certeza que Q tuviese una escena de bautismo.

2.2 Presencia de acuerdos menores en las otras secciones

En cambio la presencia de Q sí puede ayudarnos a comprender algunos de los acuerdos menores entre Lucas y Mateo, en la predicación del Bautista o en las tentaciones:

a) Las trasposiciones a y c de 1.1.

b) "Y fuego": Otro acuerdo menor que podría explicarse es la adición que Mateo y Lucas hacen simultáneamente a la afirmación marcana de que "Yo os bautizo con agua… pero él os bautizará con Espíritu Santo" (1,8), diciendo "con Espíritu Santo y fuego". El añadido "y fuego" podría provenir de Q, en cuyo caso sería un falso acuerdo menor.

c) La omisión simultánea de la primera parte de la profecía de Isaías en Mc 1,2. En realidad la primera parte de la profecía no es de Isaías, sino de Malaquías. Marcos ha fundido en uno tres textos proféticos, uno de Malaquías (3,1), otro de Ex 23,20 y finalmente el texto de Isaías 40,3. Marcos los presenta como si fuese una profecía única y la pone toda en labios de Isaías. Quizás Mateo y Lucas, trabajando cada uno por su cuenta, han caído en la cuenta los dos de esta inexactitud de Marcos y han decidido conservar sólo la última parte, la que sí que corresponde de hecho a Isaías.

En realidad la profecía de Malaquías reaparece tanto en Mateo como en Lucas en un pasaje de la fuente Q, la embajada del Bautista (Q 7,27). Por eso, otro motivo para omitir la cita de Malaquías en la presentación del Bautista, es que luego la iban a traer los dos al narrar el pasaje de Q sobre la embajada del Bautista. Una vez más el acuerdo menor de la omisión conjunta puede explicarse aduciendo la fuente Q.

Como veremos, Lucas además ha prolongado la cita más allá de donde termina en Marcos y Mateo, para hacerla llegar hasta la frase: "Y verá toda carne la salvación de Dios" (Lc 3,5-6). Este tipo de prolongaciones de las citas bíblicas es típico de Lucas. Las suele situar en los comienzos de nuevas fases de su evangelio (cf. ficha 1-23).

d) Las omisiones c, e, f y g en 1.2.1

e) La atribución de las tentaciones de Jesús al diablo,

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c) Bautismo y Tentaciones:

1. El relato sinóptico del Bautismo de Jesús

El relato pertenece a la triple tradición, y aparece situado en los tres sinópticos en el mismo emplazamiento, después de la predicación del Bautista y antes de las tentaciones en el desierto. El texto de Mateo tiene 98 palabras, el de Marcos 53 y el de Lucas 43. Sólo tienen 16 palabras en común entre los tres, incluyendo variantes de tiempos, número (cielo-cielos). Aunque las tres perícopas parecen muy semejantes, bien analizadas, vemos que hay acentos teológicos diversos. El género literario es el mismo: teofanía de tipo apocalíptico; cielos rasgados, descenso del Espíritu, visión… Se trata de una escena de revelación.

1.1 El bautismo en Marcos

Marcos no tiene el discurso escatológico del Bautista (procedente de Q en Mt y Lc). En Marcos el discurso del Bautista se limita al anuncio de la inminencia de la venida del Mesías, y la superioridad de Jesús y su bautismo respecto al Bautista. Subraya la subordinación diciendo: "agachándome"; subraya la oposición entre bautismo de agua y bautismo de Espíritu. Mateo y Lucas en cambio en línea con el discurso escatológico del Bautista, añaden el tema del bautismo de fuego.

El texto puede dividirse en dos partes: el bautismo y la teofanía. El bautismo de Marcos nos narra el único encuentro entre Jesús y el Bautista. Más que los otros dos sinópticos, Marcos fija su atención en el hecho mismo del bautismo, que refiere con un verbo principal en indicativo, mientras que en los otros dos sinópticos el bautismo se narra en una oración subordinada.

Se da una presentación mesiánica de Jesús conforme a las expectaciones proféticas. La escena del bautismo en Marcos podría considerarse un midrash al texto de Is 63,11™. ¿Quién es éste que sube del mar, el pastor del rebaño?

Is 63,11: ¿Quién es éste que pone el Espíritu santo en medio de ellos? El Espíritu es mencionado tres veces en los vv. 10, 11 y 14.

Is 63,16: Tú eres nuestro Padre

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1.1.1: Versículo 9a de Marcos: Es claramente un versículo redaccional que narra la venida de Jesús desde Galilea al Jordán. Como Marcos carece de evangelio de infancia, este relato es el primer momento en que aparece Jesús en el evangelio. Marcos quiere mostrar a los lectores quién es Jesús, aunque en la narración los presentes no vean nada ni oigan nada, el lector si es testigo de lo que Jesús vio y oyó.

Tiene una gran solemnidad. Reproduce el versículo Jc 19,1

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Es un giro típico de los LXX, a los que es tan aficionado San Lucas. Aparece en varios oráculos proféticos (cf. Jr 3,16.17…). En cambio en Marcos no lo es. El hecho de que lo use aquí significa que está dando una gran solemnidad a este pasaje.

Netamente comienza una nueva perícopa. La escena del bautismo termina, como en los otros dos evangelios, con la voz celeste en estilo directo.

1.1.2: Versículo 9b de Marcos

Marcos pasa a narrar el bautismo de Jesús con otro verbo coordinado: Vino y se bautizó. Es el único evangelista que describe la acción del bautismo con un verbo principal, y por eso es el que más ha insistido en la realidad del hecho del bautismo, que otros intentan escamotear un tanto, sobre todo Juan. Con todo hay una diferencia entre el bautismo de Jesús y el de la gente. Cuando toda Judea se bautizaba, lo hacía confesando sus pecados (1,5), mientras que ahora en el bautismo de Jesús cualquier alusión al pecado está ausente.

1.1.3: Versículo 10 de Marcos

La perícopa de Marcos tiene dos escenas: el bautismo, muy breve (1 versículo), y la teofanía (2 versículos). Jesús va a ser sujeto primero de una visión (v. 10), y luego de una audición (v.11).

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Ambos hechos son objeto de la visión de Jesús. La acción de subir del agua la pone con un participio.

Sólo Marcos usa aquí el verbo rasgar que usará también después, al hablar del velo del templo (15,38). (Mateo habla de que el velo y las piedras se rasgaron. Lucas también describe el rasgarse el velo del templo, pero no utilizan este verbo en la escena del bautismo). Por eso en el bautismo se da un acuerdo menor Mateo-Lucas contra Marcos en el uso del verbo "abrirse" los cielos. El "rasgarse" los cielos hay que relacionarlo también con la profecía de Isaías 63,11.-19: "Si rasgaras los cielos y vinieras…"

En Marcos el Espíritu se designa sin ninguna especificación, mientras que Mateo dice "El Espíritu de Dios", y Lucas dice el Espíritu Santo. Lucas nunca usa la expresión "Espíritu de Dios" y en cambio usa Espíritu Santo 13 veces. Mateo usa Espíritu de Dios 2 veces y Espíritu Santo sólo 4 veces. La diferencia puede ser redaccional.

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La usa 41 veces, frente a 5 de Mateo y 1 de Lucas (Q). Lucas es el que más tiende a suprimirla, pero Mateo lo hace también a menudo.

La paloma puede aludir al Génesis, al Espíritu que revoloteaba sobre las aguas (Gn 1,2) o a la paloma del diluvio (Gn 8,8) símbolo de un nuevo comienzo partir de las aguas. Quizás pueda aludir a algún texto rabínico que nos es desconocido. Sólo hay una comparación del Espíritu con una tórtola en TgCant 2,12, pero es un texto posterior a la era cristiana.

La paloma es el símbolo de Israel en Os 11,11; Ct 1,15. Quizás la referencia no es tanto a la paloma misma, cuanto al modo como la paloma se posa suavemente, sin hacer ruido. El espíritu descendió sobre Jesús de la misma manera que se posa una paloma. El texto de Marcos subraya el movimiento ascendente y descendiente (Mc 1,10). "Subiendo del agua… vio el espíritu descendiendo"

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Como explicaremos más adelante, el sujeto de la visión es Jesús, lo mismo que en Mateo, mientras que en cambio en Lucas no se nos habla de visión, sino de un hecho objetivo que aconteció. Nadie parece haber sido consciente de lo que estaba pasando

1.1.4: Versículo 11 de Marcos

Tras la visión, viene la audición.

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Nuevamente se mencionan los cielos en plural en Mateo y Marcos, mientras que en Lucas aparece el cielo en singular.

Al hablar de la voz, coinciden Marcos y Lucas en que la voz se dirigió a Jesús en segunda persona, mientras que en Mateo la voz proclama a Jesús en tercera persona. En el caso de Marcos, todo fue una visión interior de Jesús. Nunca se nos dice que nadie más viera nada ni oyera nada, lo cual puede combinarse bien con el secreto mesiánico. Como en Mateo, Jesús es el que tuvo la visión, y lo mismo que en Lucas la voz se dirigió sólo a él.

Podríamos ver también una relación entre esta "voz" sobre las aguas, y la frase del Salmo: "La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha tronado, el Señor sobre las aguas caudalosas" (Sal 29,3)

El título hijo de Dios es un título mesiánico según el oráculo de Natán (2 Sm 7,14; Sal 2,7; 89,27-28). El amado en los LXX es una alusión al hijo único, Isaac (Gn 22,2.12.16), con lo cual la filiación divina se pone en relación con el sacrificio, tal como el centurión reconocerá a Jesús como hijo en la cruz.

La alusión a la complacencia divina sobre su hijo nos remite a Is 42,1, con lo cual la figura de Jesús se funde con la del siervo.

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1.2 El bautismo en Mateo

1.2.1: versículo 3,13 de Mateo

Mateo claramente parafrasea este versículo.

Omite la alusión a Nazaret de Marcos, porque Mateo ya nos ha dicho que Jesús vivió en Nazaret al regreso de Egipto, mientras que en Marcos todavía no se ha hablado para nada de Jesús ni de su vida oculta. Añade el dato de que la intención de Jesús en su viaje fue la de ser bautizado.

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Lo traduciríamos: "pero entonces" (Mt 3,13). Lejos de parecer un juez temible, más fuerte que Juan, Jesús aparece en comunión con esa humanidad pecadora.

1.2.2: versículos 14 y 15 de Mateo

Mateo interrumpe el relato para narrar en los versos 14 y 15 el diálogo entre el Bautista y Juan, que no aparece para nada ni en Lucas ni en Marcos. De hecho Mateo no nos narra en un verbo principal el momento del bautismo. Primero narra la intención de Jesús de bautizarse, y luego nos dice que después de bautizarse salió del agua, pero no nos cuenta el momento de su entrada.

Los dos versos añadidos por Mateo son típicos de las adiciones a Marcos que no están recogidas en Lucas y que, tal como vimos, son una prueba de que Lucas no conoció a Mateo. En estos versos se recogen temas típicos mateanos. No podemos saber si los redactó él o los tomó de alguna de sus fuentes. La mayoría de los exegetas se inclinan a pensar que estos versos son de redacción propia. El tema de "cumplir toda justicia" es típico de Mateo. 7 veces aparece justicia en Mateo y una sola vez en Lucas, en el Benedictus. Mateo ha subrayado el descenso de Jesús, en la línea del himno de filipenses.

Se subraya en Mateo esta comunión. "Tenemos que cumplir toda justicia". La palabra justicia y la palabra cumplir son típicas de Mateo. Se trata de la justicia del Reino en la que hay que abundar más que escribas y fariseos (Mt 5,20), la justicia de la que hay que tener hambre y sed (Mt 5,6) y que hay que buscar por encima de las otras cosas que sólo se nos darán por añadidura (Mt 6,33), la que no hay que practicar para ser vistos por los hombres (Mt 6,1). También el verbo "cumplir" pertenece al vocabulario mateano. Jesús no ha venido a abolir, sino a dar cumplimiento (Mt 5,17).

1.2.3: versículo 16 de Mateo

En Mateo hay tres oraciones principales; los sujetos son: Jesús subió, los cielos se rasgaron, Jesús vio el Espíritu. Jesús es el sujeto de la primera y la tercera oración. A la primera se le añade un participio pasado, indicando que Jesús, bautizado, subió del agua.

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Mateo coincide con Lucas en decir que el Espíritu bajaba sobre él, en lugar de "hacia él" de Marcos. Sería un acuerdo menor (cf. pág. 68). Coincide también con Lucas en decir que los cielos (cielo) se abrieron, contra el "se rasgaron" de Marcos (cf. p. 71). Denomina al Espíritu "Espíritu de Dios", frente al "Espíritu" de Marcos y al "Espíritu Santo" de Lucas (cf. p. 79)

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Hay una referencia velada a Ez 1,1. En Ezequiel encontramos un profeta junto a la orilla de un río cuando se oye una voz. Respecto al plural "cielos" cf. p. 74.

La apertura de los cielos no es objeto de la visión personal de Jesús, sino un hecho objetivo público. En cambio la visión de la paloma "que desciende y viene sobre él" es una visión exclusiva de Jesús.

La voz, como en Is 42,1 está formulada en tercera persona, y no está dirigida a Jesús. ¿A quién se dirige la voz del Padre? No se menciona el destinatario, con lo cual podemos pensar que la voz va dirigida al lector. El evangelio eclesial de Mateo, anuncia a la comunidad la revelación de la identidad de Jesús.[105]

1.2.4: versículo 17 de Mateo

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El contenido de la cita es exactamente igual al de Marcos.

1.3: El bautismo en Lucas

Lucas no menciona al Bautista. De hecho para el momento del bautismo, Lucas ha narrado ya su arresto y prisión La gente está siendo bautizada (pasiva sin sujeto). La referencia al bautismo se hace mediante un participio pasivo, y no con verbo principal (Lc 4,21). Jesús menciona en 12,49-50 el bautismo que tiene que recibir como signo del misterio pascual.

Lucas ha omitido totalmente el verso de transición de Mc 1,9 en que narraba el viaje de Jesús desde Galilea. Jesús aparece en como por ensalmo, sin que nos diga de dónde viene. Lo último que supimos de él es que crecía en Nazaret (2,51), pero esa noticia queda lejos, separada por toda la narración del ministerio y la predicación de Juan.

Antes de volver a hablar de Jesús, Lucas cierra la predicación del Bautista con la noticia de su prisión, adelantándola, según su técnica especial de ir cerrando acontecimientos (cf. p. 64 y ficha 1-17).

1.3.1: verso 3,21 de Lucas

Lucas ha construido una transición redaccional propia citando al pueblo que viene a bautizarse en una oración subordinada.

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Lo usa en singular 70 veces (35 en el evangelio y 35 en los Hechos), mientras que Mateo sólo lo usa 14 veces, y Marcos sólo 2 veces.

Resta importancia al bautismo de Juan, que no se nos narra en verbo principal sino en un genitivo absoluto subordinado. En un segundo genitivo absoluto subordinado Lucas presenta a Jesús orando durante su bautismo. Uno de los rasgos redaccionales más típicos de Lucas es su interés por la oración de Jesús. Lucas se refiere a la oración de Jesús 13 veces. Analicemos en detalle el origen de estas referencias:

3 de ellas están tomadas de Marcos, 1 más tomada de Marcos pero reelaborada, 1 de Q y 2 de sus propias fuentes. En cambio un mínimo de 6 referencias se puede considerar como adiciones redaccionales de la pluma de Lucas mismo.

1.- oración en el Bautismo (3,21)

Redaccional

2.- después de la curación del leproso (5,16)

Redaccional

3.- la noche antes de escoger a los doce (6,12)

Redaccional

4.- en la bendición de los panes (9,16)

M/M

5.- antes de la confesión de Pedro (9,18)

Redaccional

6.- en la transfiguración (9,28-29)

Redaccional

7.- exultación en el Espíritu Santo (10,20)

Q

8.- antes de enseñar el Padre Nuestro (11,1)

Redaccional

9.- bendición de pan y vino en la última cena (22,17.19

M/M

10.- oración en favor de Pedro (22,31-32)

L? Redaccional?

11.- oración en el monte de los Olivos (22,42)

M/M

12.- oración por sus verdugos (23,34)

L? Redaccional?

13.- oración en el momento de morir (23,46)

Reelaborada

En la mayor parte de estos casos no hay necesidad de postular nuevas fuentes; las adiciones de Lucas pueden ser simplemente redaccionales. Cuando Lucas insiste tanto en la oración de Jesús su intención es parenética. Jesús ora en los momentos clave de su vida y su misión, cuando el propósito del Padre está siendo revelado. Así la oración de Jesús puede ser fuente de inspiración para la plegaria de los discípulos.

La oración sobre todo en el libro de Daniel puede ser una preparación antes de recibir revelaciones de tipo apocalíptico (Dn 2,18; 9,3.21). De este modo la oración de Jesús es el prólogo a la teofanía. Por otra parte la oración en Lucas está especialmente encaminada a la recepción del Espíritu, que es el don que el Padre nunca negará a los que le piden (Lc 11,13). Una variante en algunos manuscritos añade en el Padrenuestro la petición: "Que tu Espíritu Santo venga sobre nosotros y nos purifique" (Lc 11,3). La venida del Espíritu en Hechos es respuesta a la oración de la comunidad (Hch 1,14; 4,31; 8,15).

El verbo principal es Sucedió que se abrió el cielo, tras las dos oraciones subordinadas (una en infinitivo con artículo, "al ser bautizado el pueblo" y otra en un doble genitivo absoluto, "mientras Jesús se bautizaba y oraba").

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Estos tres infinitivos subordinados que designan las tres acciones del relato: los cielos que se abren, la paloma que baja, y la voz que acontece. Jesús no es el sujeto de ninguno de los verbos en el relato lucano.

El abrirse el cielo se narra no como una visión de Jesús, sino como un hecho objetivo. Ya hemos señalado como hay aquí una coincidencia de Lucas con Mateo contra Marcos en el uso del verbo "abrirse" (cf. p. 71).

Lucas cambia el plural "los cielos" de Marcos y Mateo por el singular "el cielo". La forma plural es un claro semitismo que traduce el plural del hebreo o el arameo. Marcos prefiere el uso singular de la palabra, y curiosamente ésta es una de las pocas veces que usa cielos en plural (5 plural + 13 singular). Mateo ha conservado el plural de Marcos, lo cual es normal en su estilo semitizante; el plural es su forma preferida (52 plural, 25 singular). En cambio Lucas ha cambiado en este caso el plural de Marcos por el singular, en consonancia con la tendencia general de Lucas que evita usar la palabra cielos en plural (4 plural, 30 singular).

1.3.2: verso 22 de Lucas

Lucas es el único que no hace referencia a una ninguna visión por parte de Jesús. No sólo el abrirse el cielo se narra como algo objetivo, sino que Lucas subraya la objetividad del fenómeno, insistiendo en que el Espíritu descendió "en forma corporal" (Lc 4,22).

Sólo Lucas designa al Espíritu en esta ocasión como el Espíritu "santo". Para Mateo es el "Espíritu de Dios", y para Marcos simplemente "el Espíritu" (cf. p. 78 y ficha 7-1).

Lucas ha asociado también el don del Espíritu con la unción profética y mesiánica de Jesús (Lc 4,18; Hch 10,37). Jesús está "ungido de Espíritu y poder". Hechos 10,37 recuerda la relación entre el bautismo de Juan y la unción del Espíritu en Jesús, y el mismo Lucas, al adelantar la escena de la visita a Nazaret, pone en orden consecutivo la unción del Espíritu con la proclamación de Jesús de que "El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha ungido" (4,18). De ese modo tanto el ministerio de Jesús como el de la Iglesia empiezan los dos por una manifestación del Espíritu (cf. Hch 2,1-4).

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La voz del cielo tendrá un desarrollo posterior en la literatura rabínica como la bat qol. Se oirá de nuevo en la transfiguración, y se insinúa también en el evangelio de Juan durante la estancia de Jesús en el templo (Jn 12,28).

Respecto al contenido de la voz hay un importante problema de crítica textual. Aunque la mayoría de los manuscritos repiten la misma fórmula de Mt y Mc al informarnos del mensaje de la voz del cielo, hay unos textos de tradición occidental (D, Vetus latina, Hilario, Agustín, y también Justino, Clemente de Alejandría, Orígenes), que traen: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy", repitiendo la idea del salmo 2,7. El salmo 2 es uno de los salmos mesiánicos más evidentes y explícitos. Ahora bien, Lucas nos ha hablado ya de cómo la gente se preguntaba acerca de Juan si sería "el Cristo". La cita del salmo 2 sería la respuesta a este interrogante, viendo a Jesús presentado ante el pueblo como Mesías. El bautismo sería el momento de la investidura real y mesiánica de Jesús. En Hechos 13,33 Lucas cita el salmo 2 al referirse a la investidura de Jesús en el momento de la resurrección, pero bien puede ser que aquí se adelante su investidura al momento de su bautismo. La insistencia de la obra de Lucas en la unción mesiánica hace que esta lectura sea verosímil. En este caso se difuminaría la relación al "siervo" y al "sufrimiento", para subrayar la investidura y unción mesiánica de Jesús, que ya proclamaron los ángeles al llamarlo Mesías (2,11)

En el episodio del Tabor Lucas tampoco llama a Jesús "el amado", sino el "elegido" (9,35), lo cual por paralelismo, favorecería la versión occidental en la escena del Bautismo. Por ello aunque el peso de la evidencia externa favorece la omisión de la cita del salmo 2, en cambio la evidencia interna está a favor de la autenticidad de esta cita.

1.4: Historicidad del bautismo

La historicidad del bautismo de Jesús no ha sido nunca puesta en duda. Difícilmente un hecho así pudo haber sido inventado por la comunidad. Todos los relatos muestran una cierta incomodidad al presentar a Jesús sometido al Bautista. Sienten la necesidad de dar alguna explicación apologética para aminorar el posible escándalo causado por una tal subordinación al Bautista. De hecho Juan omite el relato totalmente, y deja sólo una alusión en boca de Juan diciendo que vio la paloma y da testimonio de ello. Lucas reconoce el hecho del bautismo, pero en una oración subordinada y pasiva en la que no se menciona a Juan para nada (cf. p. 65).

¿Hubo una teofanía visible en el Jordán? No es tan claro. Si hubiera habido una teofanía visible, ¿cómo es que más tarde Juan, o sus discípulos al menos, dudan sobre la identidad de Jesús? (Mt 11,3). En la tradición cristiana el momento de la investidura mesiánica de Jesús es la resurrección, y la importancia del bautismo ha sido reducida. (Hch 2,36; Rm 1,4). En Marcos todo parece suceder dentro de la conciencia de Jesús más bien que como un fenómeno objetivo. De otro modo no habría lugar para el secreto mesiánico que ocupa un lugar tan prominente en la primera parte de su evangelio.

En cualquier caso, los cristianos, convencidos de que Jesús es el siervo lleno del Espíritu Santo, utilizaron esta escena llena de implicaciones teológicas como solemne prólogo al ministerio de Jesús.

¿Tuvo Jesús una experiencia profunda relacionada con su bautismo? Es muy probable. En la vida de Jesús podemos pensar que hubo momentos especiales en los que experimentó el amor de su Padre y la llamada a realizar su misión. Quizás éste fue el momento en que Jesús decidió comenzar su vida pública y separarse del grupo del Bautista para comenzar su propio ministerio independiente.

El relato sinóptico de las tentaciones en el desierto

El episodio de la estancia de Jesús en el desierto y de las tentaciones aparece en Marcos, y aparecía con toda probabilidad en Q. Lucas y Mateo han redactado su respectivo relato a partir de esas dos fuentes.

Las diferencias que existen con respecto a Marcos en los versos marcanos hay que atribuirlas a la redacción, aunque no se puede excluir una cierta contaminación debida a la presencia de la fuente Q. Hay un acuerdo menor de Lucas y Mateo cuando nos dicen que Jesús fue tentado por "el diablo", contra el tenor literal de Marcos que dice "por Satanás". Posteriormente Lucas es coherente y se sigue siempre refiriendo al diablo las 4 veces que lo nombra en la perícopa. En cambio Mateo lo llama diablo tres veces (Mt 4,1.5.11), pero en una ocasión le llama "el tentador" (Mt 4,3) y en otra "Satanás" en vocativo y en boca de Jesús, sin paralelismo en Lucas (Mt 4,10). Otro acuerdo menor que podría atribuirse a la presencia de Q es el orden en que aparece la expresión "cuarenta días".

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En cuanto a las diferencias que existen entre Mateo y Lucas en el material de doble tradición, no siempre es posible saber cuál de los dos refleja el tenor literal de Q en cada caso, y cuál es el que lo ha modificado redaccionalmente. En cualquier caso no parece que ni Mateo ni Lucas hayan utilizado ninguna fuente propia aparte de las dos comunes.

Sin duda ya estaba en Q la conexión entre el bautismo y las tentaciones mediante una importantes palabra gancho: "Hijo de Dios". El tentador va a repetir las mismas palabras que Jesús acaba de escuchar de labios del Padre: "Si eres hijo de Dios…"; trata de dar un desarrollo equivocado a esa conciencia de filiación que Jesús tiene.

2.1: Las tentaciones en Marcos

El acento en Marcos está puesto sobre la escatología profética, el retorno a las condiciones del pueblo en el desierto, según Oseas 2,16 ("La seduciré de nuevo y la llevaré al desierto"). La restauración de la relación con los animales es lugar común en la escatología profética (Is 11,6-9; Ez 34,23-28; Is 65,25). El servicio de los ángeles del salmo 91,11-13 indica una protección divina. En el testamento de Neftalí hay un texto semejante.

Los cuarenta días evocan la revelación de Moisés (Ex 34,28), el camino de Elías hacia el Horeb (1 R 19,1-8) y los cuarenta años de estancia de Israel en el desierto.

Marcos no especifica las tentaciones, tal como hacen Mateo y Lucas, que tenían a su disposición el material de la fuente Q. Pero en el transcurso del evangelio Marcos deja traslucir las tentaciones de Jesús a través de los otros personajes. La tentación del protagonismo, cuando le dicen: "Todo el mundo te busca", y Jesús responde: "Vámonos a otra parte" (Mc 1,35). La tentación del poder mundano tras la multiplicación de los panes, cuando Jesús manda a sus discípulos que se alejen (Mc 6,45). La tentación del rechazo de la cruz que le llega a través de Pedro, que se convierte en portavoz de Satanás (Mc 8,31).

2.2: Las tentaciones en Mateo

Mateo edita el relato de las tentaciones, añadiendo el material de la fuente Q, e insistiendo en el paralelismo con las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto. Jesús, proclamado como hijo de Dios en su bautismo, es llevado al desierto lo mismo que Israel había sido llevado al desierto. La cita de Dt 8,5 se refiere al camino que el Señor tu Dios te ha hecho caminar por el desierto para ponerte a prueba.

Hay una conexión evidente entre las tentaciones y la escena del Bautismo, lo mismo que en Lucas a través de la expresión "Hijo de Dios". Como acabamos de decir, probablemente esta conexión estaba ya presente en Q.

Moisés ayunó cuarenta días y noches: Ex 34,28; Dt 9,9. Sin duda Mateo ha añadido a los cuarenta días de Marcos la mención explícita de las cuarenta noches para reforzar el paralelismo con Moisés.

La primera tentación es la del hambre. También en el Sinaí la tentación del hambre fue previa al don del maná. En Éxodo 16,3 hay una queja: "¿Has traído este pueblo al desierto para matar de hambre a toda la comunidad?". El Deuteronomio ha tematizado esta experiencia del hambre como prueba: "Él te humilló y te hizo pasar hambre". Ésta será precisamente la respuesta de Jesús a la primera tentación: la negativa a usar sus poderes en beneficio propio. Jesús considera que ninguna cosa creada es absolutamente necesaria. El único absoluto en la vida es la referencia al Padre. Por tanto Jesús responde: "No sólo de pan vive el hombre…" (Dt 8,3)

La segunda tentación es paralela al episodio de Masá y Meribá (Dt 6,16). "No tentarás al Señor tu Dios", o a la tentación de Ex 17,1-7: "Cuando los israelitas tentaron a Dios a propósito del agua diciendo: "¿Está o no está Dios con nosotros?"" Se trata de poner a prueba a Dios forzándole la mano para que actúe conforme a nuestras expectativas.

La tercera tentación reproduce la situación de Moisés en el monte Nebo. Allí contempla la tierra cuya posesión se le había prometido (Dt 34,1-4). Satanás parece aún más generoso; ofrece no sólo la tierra de Canaán, sino toda la tierra. La respuesta de Jesús a Satanás tiene que ver con el episodio del becerro de oro (Dt 6,13; Ex 32; Dt 9,7-29).

La montaña alta es un tema favorito de Mateo que aparece como escenario del sermón del monte: Mt 5,1 (Lc = llanura). El monte de las curaciones: Mt 15,29. El monte del final del evangelio: Mt 28,16. Estos cuatro montes son redaccionales de Mateo. Es curioso que al final del evangelio Mateo, en el monte excelso, pone en boca de Jesús las palabras: "Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra" (Mt 28,18),

2.3: Historicidad de las tentaciones

Es muy probable que Jesús se retirara al desierto al comienzo de su ministerio. El relato evangélico dramatiza la realidad de la tentación en la vida de Jesús. Q ha creado una viñeta para dramatizar la realidad de la tentación durante toda la vida de Jesús, tal como se nos dice en la carta a los Hebreos: "Fue probado en todo menos en el pecado (Hb 4,15). Lucas 22,28 se refiere a los discípulos como "aquellos que habéis perseverado conmigo en mis pruebas". Por supuesto Satanás tienta a Jesús a través de muchas mediaciones: los fariseos que quieren un signo del cielo (Mc 8,11), los sacerdotes que el piden que se baje de la cruz (Mc 15,32), sus parientes que le pedían que se mostrase al mundo (Jn 7,3-4), la multitud que quería coronarle como rey (Jn 6,15), Pedro que trata de desviarle de su curso y a quien Jesús tiene que reprender llamándole "Satanás" (Mc 8,33), los discípulos en Getsemaní que le preguntan: "¿Herimos con la espada?" (Mt 26,53). De todos estos modos diferentes vemos cómo la tentación fue tan real en la vida de Jesús.

No tiene mucho sentido preguntarse por la historicidad estricta de las tres tentaciones narradas en Q. Todo acontece en la subjetividad de Jesús y sin testigos. Se trata por tanto más bien de una composición literaria dramática, que responde a la íntima realidad del tipo de tentaciones a las que Jesús estuvo sometido durante su vida mortal.

Además como anota D. C: Allison,[106] es posible aprender mucha historia en los relatos novelados o en las novelas históricas. Pienso, por ejemplo, cuánto podemos aprender sobre San Francisco de Asís en el relato novelado de La sabiduría de un pobre. Igualmente en las tradiciones sobre Jesús es posible aprender mucho sobre qué tipo de persona era Jesús y las cosas que solía hacer. En ese sentido el relato de las tentaciones, aunque sea una viñeta catequética, nos está enseñando muchas cosas ciertas sobre el Jesús histórico, que libró un decidido combate contra Satanás, que se negó a satisfacer las peticiones de milagros hechas por sus adversarios, que era un hombre del Espíritu, que vivía en continua referencia a las Escrituras. En este sentido la figura de Jesús que emerge en esta viñeta de las tentaciones es rigurosamente histórica, aunque dicho incidente nunca tuviera lugar.

3. La teología de la escena de las tentaciones en Lucas

3.1: Orden de las tentaciones

Las principales diferencias de la escena lucana con relación a la escena de Mateo son fáciles de detectar. Siguiendo a la fuente Q, Lucas también desarrolla como Mateo el contenido de las tres tentaciones, aunque con un cambio importante en el orden. El clímax de la tercera tentación en Lucas tiene lugar en Jerusalén, mientras que el clímax de la escena en Mateo tiene lugar en el monte.

¿Cuál era el orden original de las tentaciones en la fuente Q, el de Mateo o el de Lucas? Según la mayoría de los exegetas Mateo es más arcaico. Su orden de tentaciones termina en el pecado más odioso, postrarse ante Satanás. Hay también una gradación: desierto, Jerusalén, mundo entero. Para Lagrange el ritmo de la narración de Mateo es más primitivo, menos pensado. En la tercera tentación Jesús se dirige a Satanás con su nombre, desenmascarándolo finalmente. La razón más convincente a favor de la prioridad de Mateo es su paralelismo con Éxodo 16 (el hambre), 17 (la sed y el tema de tentar a Dios), 32 (el becerro de oro). El orden de las tentaciones en Mateo es el inverso a su aparición en el Deuteronomio: Dt 8,3 = Mt 4,4; Dt 6,16 = Mt 4,7; Dt 6,13 = Mt 4,10.

Además Lucas tenía sus propias razones para haber cambiado el orden de Q. La genealogía de Adán está situada entre bautismo y tentaciones presentando a Jesús como el punto de partida de una nueva humanidad, el prototipo del bautizado. En las tentaciones Jesús es el prototipo de la nueva humanidad en su lucha contra Satanás. Como hemos visto ya, Jerusalén juega un papel principal en el marco general del evangelio (ver ficha 8,5) y especialmente el templo (ver ficha 8-6), y Lucas tenía poderosas razones para resituar en Jerusalén el clímax de las tres tentaciones. Rengstorff recuerda que el orden de las tentaciones lucanas es justamente el inverso al de las peticiones de su Padrenuestro: nombre santo, reino, pan.

3.2: La presencia del Espíritu

En MM Jesús es "llevado" por el Espíritu al desierto (viaje carismático que nos recuerda las veces en que los profetas eran llevados por el Espíritu).

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Esto quiere decir que Jesús mantiene su propia iniciativa como agente durante todo el proceso de su estancia en el desierto y durante todo el tiempo de las tentaciones. Mientras que en MM el Espíritu era el agente, en Lucas Jesús mantiene el protagonismo.

También dice Lucas que Jesús es "en" el desierto, mientras que M/M decían que fue llevado "al desierto". En Lucas la guía del Espíritu está situada no sólo en la iniciativa puntual de ir al desierto, sino que se mantiene presente a través de toda la estancia de Jesús y durante el tiempo de las tentaciones (ver ficha 7-1).

El Espíritu Santo es un poder (4,14) en la lucha contra Satanás, contra el poder que le ha sido dado (4,6), el poder del enemigo (10,19). El poder del Espíritu Santo vendrá sobre vosotros (Hch 1,8). (Estos cuatro textos se encuentran sólo en Lucas). Este poder contrasta con el poder de las tinieblas (22,53), y el poder de Satanás en Hch 26,18.

Lucas cita dos veces al Espíritu Santo. Además de ponerlo en la raíz de la iniciativa de Jesús, añade que Jesús estaba "lleno del Espíritu". Es una expresión típicamente lucana. Además de este texto en que se aplica a Jesús (Lc 4,1), se aplica también en las narraciones de la infancia a Juan Bautista (1,15), Isabel (1,41), y Simeón (2,25.27).

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Nunca aparece en los otros evangelios. Jesús se comporta como un cristiano recién bautizado, lleno del Espíritu, que va al desierto a derrotar a Satanás.

3.3: El final de la escena

Es muy importante también fijarse en cómo termina la escena de las tentaciones en Lucas. Mientras que en Mateo las tentaciones se terminan en el desierto y dan lugar al servicio de los ángeles, en Lucas las tentaciones no terminan ahí. "El diablo le dejó hasta otra ocasión" (Lc 4,13). Esta ocasión es sin duda la oración en el jardín de los olivos. Lucas la describe como una agonía, un combate. Satanás reaparecía poco antes en 22,31 entrando en Judas, y en 22,53 ahechando a los discípulos como el trigo.

El evangelista, consciente de que las tentaciones no han terminado aún, se guarda la visita angélica hasta el momento del jardín. Allí es donde finalmente Jesús supera al tentador, y allí es donde el ángel viene a confortarle. Lucas el papel del ángel del jardín no es, como para Mateo, impedir la captura de Jesús (Mt 26,53), sino fortalecerle. Dios no envía sus ángeles para librarnos del peligro, sino para darnos fuerza para ser fieles en medio de él. La ayuda que el ángel le presta no es evitando que su pie tropiece contra la piedra (Lc 4,11), no es evitándole la muerte, sino fortaleciéndole para que consume su existencia humana en la fidelidad a lo absoluto de Dios.

Ahora que de verdad se han acabado las tentaciones, los ángeles vienen a servir a Jesús. La figura del ángel encaja por otra parte en el contexto del jardín. Los ángeles expulsaron a Adán pecador del paraíso. El segundo Adán en cambio tiene un ángel junto a él para protegerle. El ángel de Lucas viene a confirmar que verdaderamente Jesús es el hijo de Dios que permanece fiel a su Padre en Getsemaní.

3.4: El contraste teológico entre Mateo y Lucas

Las tentaciones en Mateo son mesiánicas. Jesús es tentado en su misión de Mesías de Israel. Los paralelismos que se trazan se refieren siempre al pueblo de Israel en el desierto. Esas tentaciones no tienen su equivalente en la vida del cristiano normal. La finalidad de Mateo no es exhortar al cristiano en su lucha contra el diablo. En cambio en el caso de Lucas encontramos una dimensión humana. Jesús es tentado no en cuanto Mesías del pueblo de Israel, sino en cuanto hombre, como cabeza de una nueva humanidad. En este sentido podemos percibir un tono más parenético.

En la tentación mateana de la montaña, Satán se refiere al dominio sobre el mundo que según el salmo 2 tiene que ser dado al Mesías. Pero Lucas añade: "La autoridad y la gloria, porque me han sido dadas a mí". Podemos sospechar que fue tras el pecado de Adán cuando el poder le fue entregado a Satanás; fue entonces cuando él empezó a usurpar esta prerrogativa divina y por eso presume de compartir este privilegio con quien él quiera. Satanás no está ofreciendo a Jesús el triunfo final como Mesías; le ofrece el poder para someter el mundo entero, el poder que Dios le prometió a Adán en el jardín del paraíso.

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Lucas ha eliminado las alusiones al monte (Nebo), porque no quiere subrayar el paralelismo con Moisés. No localiza la tentación en un monte, sino que dice que Jesús fue ascendido por el diablo.

A Jesús se le pide cambiar sólo "una" piedra en pan, para saciar su hambre. En Mateo las muchas piedras podían recordar el prodigio del maná en el desierto, mientras que en Lucas la piedra única es una referencia a Adán en el jardín del paraíso, al fruto prohibido.

La ausencia de las "cuarenta noches" en Lucas debilita el paralelismo con el ayuno de Moisés (Ex 34,28; Dt 9,9). Las dos citas del Deuteronomio contenidas en la respuesta de Cristo son más breves en Lucas que en Mateo.

Mateo se dirigía a judeo-cristianos. Quería mostrar la relación entre las dos alianzas, la justicia vieja y la justicia más perfecta; quería poner de manifiesto la diferencia entre el antiguo pueblo de Dios que fracasó en el desierto y el pueblo reconstituido en Cristo que triunfa sobre Satanás.

Lucas se dirige, en cambio, a una comunidad mixta en la que hay también étnico-cristianos, aunque no exclusivamente. Quiere mostrarles a Jesús como Salvador y ejemplo de una nueva humanidad, para que vean el nuevo camino de salvación que ellos tendrán que recorrer, reproduciendo las actitudes de Jesús en el bautismo y en el desierto. Jesús, recién salido de su bautismo y lleno del Espíritu Santo, es el paradigma del cristiano bautizado que tiene también que enfrentarse con el diablo en una lucha y en una prueba.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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