La obra del protectorado en los aspectos militar y patriótico
La jerarquía militar fue reformada por el gobierno protectoral mediante los decretos de 30 de octubre y 24 de noviembre de 1821. El primero de ellos estableció la nueva graduación en el ejército, la cual, en realidad, no variaba en los grados de subteniente, teniente, capitán y sargento mayor. Por encima de este último grado es que se implantaron las modificaciones, estableciéndose los siguientes nuevos grados: jefe de escuadrón o batallón, coronel, general de brigada, general de división, gran mariscal y capitán general. (1)
El decreto de 14 de noviembre reglamentaba sobre los grados y uniformes de la marina. En cuanto a la graduación se establecía la siguiente: alférez de fragata, capitán de fragata, capitán de navío, contraalmirante, vicealmirante y almirante. (2)
Con la finalidad de incentivar el valor y la disciplina militar y servir de modelo, el gobierno de San Martín creó, por decreto de 18 de agosto de 1821, el cuerpo de milicia denominado "Legión Peruana de la Guardia". Torre Tagle fue nombrado General en Jefe de esta Legión. (3)Recibió este personaje su nombramiento el mismo 18, como Inspector General de todos los Cuerpos Cívicos de infantería, de caballería y de artillería del Perú. (4)
Uno de los graves problemas que tuvo que enfrentar San Martín, en el ámbito militar, lo constituyó la actitud decidida de Cochrane tendiente a conseguir, a favor de la tripulación de la escuadra libertadora, el pago de haberes atrasados por un monto de, aproximadamente, unos ciento cincuenta mil pesos. A esto habría que añadir que se les adeudaba también un año de sueldo de gratificación, según se les había prometido, así como cincuenta mil pesos para todos aquellos que participaron en la captura del navío español La Esmeralda, según lo prometido por el propio Cochrane. Lord Cochrane se dirigió al Protector y a Monteagudo solicitando se cumpliese con pagarles todo lo adeudado y prometido, insistiendo varias veces en su petición.
Tratando de poner fin al problema, San Martín promulgó, el 15 de agosto de 1821, un decreto por el cual se estipulaba que el Estado peruano reconocía como deuda nacional los atrasos del ejército y de la escuadra libertadora, así como los ofrecimientos hechos por San Martín. Se establecía que todos los bienes del estado y el 20% de las entradas de las aduanas quedaban hipotecados hasta la extinción de aquella deuda. Eran reconocidos como oficiales del Perú todos los oficiales del ejército y escuadra libertadora que salieron en ella. Gozarían, por una vida, de medio sueldo del empleo que obtuvieron al salir de Valparaíso. Todos los miembros de la expedición gozarían de una medalla, de oro los oficiales y de plata los demás clases, la cual tendría la siguiente inscripción: "Yo fui del Ejército Libertador" en el anverso y las armas del Estado en el reverso. Las medallas de los miembros de la escuadra tendrían en el anverso la inscripción siguiente: "Yo fui de la Escuadra Libertadora". Se establecía que el batallón Numancia y los oficiales y prisioneros de Casas-matas quedaban comprendidos en las gracias concedidas al ejército y escuadra libertadora. Se aclaraba que la pensión de medio sueldo solo la gozarían los que no tuvieren otro empleo. (5)
En la práctica, el decreto que hemos analizado no solucionó en nada el problema, el cual tuvo un desenlace inesperado. Cochrane se apoderó de los fondos públicos que San Martín, debido a la aproximación de los realistas hacia la capital, había hecho trasladar a Ancón, distribuyéndolo, en un monto total de doscientos ochenta y cinco mil pesos, entre los miembros de la escuadra, en pago de lo que se les adeudaba.
En las acusaciones que Cochrane dirigió a San Martín, en diciembre de 1822, hizo la siguiente referencia al decreto de 15 de agosto de 1822: "Usted declaró por su gaceta de 17 de agosto de 1821 que se pagaría a los oficiales de Chile el medio sueldo del Perú por sus servicios y lo retuvo después". "Usted decretó una medalla en conmemoración de los servicios de los oficiales y demás de la escuadra y jamás lo cumplió". "Usted faltó a su empeño con el regimiento de Numancia".
El gobierno intimó a Cochrane en vista de su insubordinación, el 26 de setiembre de 1821, a retirarse del Perú y dirigirse a Chile. Como el Almirante no diera la menor señal de cumplimiento, se volvió a insistir en lo mismo el 3 de octubre. Cochrane, manifestando su espíritu aventurero y su insubordinación total al gobierno abandonó, con parte de la flota, el Perú, dirigiéndose hacia Guayaquil con el propósito de apoderarse de las fragatas españolas Prueba y Venganza. Habiendo llegado a dicho puerto y no encontrándose allí las mencionadas naves, continuó su travesía hasta Acapulco, desde donde emprendió el regreso, llegando nuevamente a Guayaquil el 13 de marzo de 1822, apoderándose, en esta ocasión, del navío Venganza, el cual, sin embargo, ya era peruano. Arrió el pabellón del Perú e izó el de Chile. A pesar de esto, Cochrane terminó por entregar el navío capturado a la Junta Guayaquileña. Cochrane abandonó Guayaquil el 25 de marzo, enrumbando hacia el sur y llegando al Callao el 25 de abril. En esta ocasión tuvo el audaz gesto de reclamar la fragata Protector (ex navío Prueba). Pero como nadie le hiciera caso terminó por decidirse a abandonar el Callao, alejándose definitivamente del Perú.
El símbolo patrio por excelencia, la bandera nacional, lo mismo que el Himno Nacional, tienen su génesis en la etapa sanmartiniana. Si bien es cierto que la bandera actual del Perú difiere de la que se creara durante la administración de San Martín y que tampoco el coro ni la primera estrofa del actual Himno Nacional corresponde a la primigenia Canción Nacional que obtuviese el triunfo en el concurso convocado por el Protector, no es menos verdad que el sentido profundo de los símbolos, en cuanto elementos simbólico-sentimentales de la soberanía nacional, tienen que reconocer su origen en medidas dictadas y adoptadas al respecto por el gobierno sanmartiniano. Algo más, en esencia, el blanco y rojo del símbolo patrio, es el elemento básico del simbolismo patrio peruano. En este sentido, no ha habido varias banderas peruanas, sino una sola que evolucionó en su forma debido a circunstancias diversas, pero siempre reflejando el mismo espíritu y la misma esencia de la naciente nacionalidad peruana.
Ya hemos señalado que antes de abandonar Pisco, San Martín creó el primer símbolo patrio del Perú independiente y que, como bien se comprenderá, realmente era más el símbolo de una causa que de un Estado, pues este aún no existía. El decreto mediante el cual fue la creada la bandera fue expedido en Pisco, el 21 de octubre de 1820. Justifica su creación señalando que era "incompatible con la independencia del Perú la conservación de lo símbolos que recuerdan el dilatado tiempo de su opresión…" El artículo primero estipulaba las características que debía poseer el nuevo símbolo: "Se adoptará por bandera nacional del país una seda o lienzo, de ocho pies de largo y seis de ancho, dividida por líneas diagonales en cuatro campos, blanco lo dos de los extremos superior e inferior y encarnado los laterales. Tendría, además, una corona de laurel ovalada y, dentro de ella, un sol saliendo por detrás de sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. El escudo puede ser pintado o bordado, pero conservando cada objeto sus colores: a saber, la corona de laurel ha de ser verde y atada en la parte inferior con un cinta de color de oro; azul la parte superior que representa el firmamento; amarillo el sol con sus rayos; las montañas de un color pardo oscuro; y el mar entre azul y verde".
Por decreto de 15 de marzo de 1822 el Supremo Delegado Torre Tagle, en vista de los inconvenientes que ofrecía la confección de la bandera, estableció las siguientes modificaciones: "La bandera nacional del Perú se compondrá de una faja blanca transversal entre dos encarnadas de la misma anchura, con un sol también encarnado sobre la faja blanca: la insignia, de preferencia, será toda encarnada con un sol blanco en el centro; y el estandarte será igual en todo a la bandera, con la diferencia de las armas provisionales del estado, que llevará bordado sobre el centro de la faja blanca".
El 21 de mayo, Torre Tagle tuvo que decretar una nueva modificación con la finalidad de evitar confusiones con la bandera española puesto que la única diferencia entre una y otra lo constituía el color de la franja central, que en la enseña peruana era blanco y en la española amarillo. De acuerdo a esta nueva modificación la bandera nacional tendría sus bandas en forma vertical, de color rojo los dos extremos y blanco la del centro. (6)
El gobierno protectoral convocó a concurso para lograr para el Perú una "canción nacional" que fuera la sagrada canción de la patria. El día 7 de agosto de 1821 el Protector rubricó el decreto mediante el cual "se invitaba a todos los profesores de bellas letras, a los compositores y aficionados que amen su Patria y se interesan en su prosperidad, para que dirijan sus producciones firmadas al Ministerio de Estado antes del 18 de setiembre próximo, en cuyo día se decidirá por una comisión de personas inteligentes cuál es la composición que por su letra y música mereciere la distinción de ser adoptada como Marcha Nacional del Perú". El decreto no establecía ningún premio especial para los triunfadores del concurso, salvo la expresa mención que se hacía sobre el aprecio y gratitud que lograrían los ganadores: "El nombre de su autor se dará al público para que, al mismo tiempo que sea considerado por el Gobierno, recoja de sus ciudadanos el tributo de gratitud a que justamente es acreedor". (7)
Una prórroga para la presentación de los trabajos tuvo que darse en vista de que no se había recibido producción alguna, señalándose como nueva fecha el día 28 de setiembre. (8)
Al concurso se presentaron seis músicos:
- Juan Bautista Tena
- José María Filomeno
- Juan Crisóstomo Huapaya.
- El músico mayor del batallón Numancia, cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros.
- Fray Cipriano Aguilar, músico iqueño de la orden agustina.
- Fray Bernardo Alcedo, dominico, que presentó al concurso dos composiciones, triunfando con la que fuera ejecutada en segundo lugar el día del concurso. A la música ganadora se le añadió la letra de José de la Torre Ugarte.
El estreno de la Canción Nacional se efectuó el 29 de setiembre de 1821, según la opinión de Guillermo Ugarte Chamorro, considerando que el día anterior vencía la prórroga del concurso. A veces se consigna la fecha señalada por el coronel Manuel Bonilla de 23 de setiembre, aunque hay que tener muy en cuenta el argumento que esgrime Ugarte Chamorro. La encargada de entonarlo, sobre ello no hay discrepancia, fue la soprano Rosa Merino.
Los manuscritos de la Canción Nacional que ganara el concurso ya no existen y es muy probable que desaparecieran la noche del 11 al 12 de junio de 1822 fecha en la cual se produjo el incendio de los Ministerios de Guerra y de Hacienda. Ello dio pie a la serie de modificaciones que sufriera esta Canción Nacional durante todo el siglo XIX, hasta que por ley N° 1801 de 26 de febrero de 1913 se terminó por declarar intangible la letra y música del Himno Nacional del Perú, armonizado por Claudio Rebagliati, con el consentimiento expreso de Bernardo Alcedo. El Himno Nacional declarado intangible por la mencionada ley no es exactamente igual a la Canción Nacional ganadora del concurso convocado por San Martín. Dicha Canción comenzaba con la estrofa cuyo primer verso es: "Ya el estruendo de broncas cadenas". La actual primera estrofa ("Largo tiempo el peruano oprimido") fue introducida posteriormente y es, por lo tanto, apócrifa además de anónima, como lo ha demostrado Carlos Rasgada. (9)El coro fue introducido por el músico italiano Claudio Rebagliati.
Torre Tagle, por decreto de 13 de abril de 1822, estableció la obligatoriedad de entonar la Canción Nacional por todos los escolares, a partir del 21 del citado mes, para lo cual los niños de todas las escuelas concurrirían a la Plaza de la Independencia todos los domingos, a las cuatro de la tarde. Se establecía, asimismo, que en las escuelas, antes de empezar las clases, se entonarían por lo menos tres estrofas y otras tantas al concluirse la jornada escolar de la tarde. (10)
Con el objetivo de perennizar la fecha de la proclamación de la independencia, San Martín, por decreto de 28 de julio de 1821, declaró que los días 26, 27 y 28 de cada año serían fiestas cívicas, en memoria de la libertad del Perú. Estableció, además, la erección de un "monumento en el camino del puerto del Callao hacia esta capital, que inmortalice el día primero de su independencia". (11)
Por decreto de 17 de enero de 1822 se nombró una comisión, integrada por el conde de Torre-Velarde, Diego Aliaga y Matías Maestro, para dirigir y activar los trabajos del monumento conmemorativo del día de la jura de la independencia. Los gastos que demandase esta obra serían obtenidos creando un fondo sustentado en un impuesto del uno por ciento de todos los derechos que percibía el Consulado.
Por decreto de 26 de marzo de 1822 se mandó crear un paseo público que debería denominarse "Calle del Siete de Setiembre", para perpetuar la memoria del día de la llegada de la expedición libertadora a la bahía de Paracas. Se realizaría esta obra aprovechando el terreno cedido por el convento de San Agustín, dándole a la calle un ancho de 25 varas y formando, frente a la puerta del teatro, una plazoleta de 50 varas de ancho por 38 de fondo.
Por decreto de 15 de febrero de 1822 el Supremo Delegado estableció que todo acto público debería terminar con la exclamación "¡Viva la Patria!". (12)
Resultando incompatible con el nuevo sistema político a adoptarse la supervivencia de escudos de armas de España, San Martín, por decreto dado desde su cuartel general en La Legua, el 17 de julio, ordenó borrar, quitar y destruir los escudos de armas del rey de España.
Ya hemos reseñado que por decreto de 27 de diciembre de 1821 el gobierno protectoral mandó quitar de los lugares no solo las armas de España sino también todas las inscripciones o signos que hiciesen alusión a su etapa de dependencia.
Continuando con la política soberana de individualización de la nación y del estado peruano, el gobierno ordenó cambiar los nombres que recordasen la sujeción a España, para reemplazarlos por otros que estuviesen acordes con la nueva situación soberana alcanzada por el Perú. El 21 de setiembre de 1821 se decretó el cambio de los nombres coloniales de los castillos. El Real Felipe del Callao pasó a denominarse de la Independencia, el de San Miguel fue nombrado del Sol y el de San Rafael fue denominado Santa Rosa. (13)
Por decreto de 15 de octubre de 1821 se cambiaron los nombres de los cinco baluartes del Castillo de la Independencia (ex Real Felipe): el baluarte del rey fue denominado Manco Cápac; el de la Reina, de la Patria; el del Príncipe, de Jonte "para honrar la memoria del benemérito auditor de guerra del ejército libertador que falleció en Pisco"; el baluarte de la Princesa fue denominado La Tapia, en honor al "teniente 1° del batallón n° 4, que murió gloriosamente el 18 de setiembre último en el acto de sitiar una avanzada en frente del Callao, en medio de sus continuos fuegos"; el baluarte de San José fue nombrado de la Natividad, "para recordar el día en que el ejército libertador desembarcó en las playas de Pisco". (14)
Torre Tagle, el 6 de febrero de 1822, rubricó un decreto por el cual se cambiaba de nombre a los navíos "Presidenta", "Nancy" y "Prosperina", los cuales en adelante serían denominados "O’Higgins", "Coronel Spano" y "Cruz". (15)
Por decreto de 6 de julio de 1822 se cambió la denominación de Plaza de la Inquisición por el de Plaza de la Constitución. (16)
Con la finalidad de propiciar y sobre todo premiar el patriotismo, el gobierno protectoral emprendió la tarea de determinar, con justicia, a todos aquellos que, de una u otra manera, habían colaborado decididamente a favor de la patria. El 9 de agosto de 1821 San Martín rubricó el decreto por el cual se constituía una comisión integrada por Mariano Sarabia, Mariano Álvarez, Ignacio Pro y José Boqui, para que recibiera las exposiciones o documentos de servicios de todos aquellos patriotas que hubiesen trabajado por la libertad de la patria durante el gobierno español, con la finalidad de premiarlos y distinguirlos. El 11 de enero de 1822 San Martín expedía un nuevo decreto dentro del mismo espíritu del anteriormente señalado y por el cual se premiaba a aquellas damas que habían servido a la causa de la independencia, condecorándolas con una banda bicolor y una medalla de oro que llevaría en el reverso la inscripción siguiente: "Al patriotismo de las más sensibles". Para poder cumplir a cabalidad con lo decretado se ordenó a los Prefectos pasar una relación fidedigna de las patriotas que mereciesen hacerse acreedoras a la distinción establecida.
En la Gaceta de Gobierno del 23 de enero de 1822 se consigna una lista de patriotas entre las que figuran, entre otras, las siguientes personalidades: Antonia Ulate y Valderrama, Andrea de Mendoza, Antonia Bernales de Zubiaga, Bernarda Argote, Brígida Silva, Carmen Larriva de López Aldana, la condesa de San Isidro, la condesa de la Vega, Francisca de Unanue, Josefa Boquete, Juana Unanue, Josefa Pezet, Josefa Palacios de Mariátegui, Josefa Boqui, marquesa de Torre Tagle, Manuela Sáenz de Thorner y Rosa Campusano.
En la propia Gaceta de Gobierno del 6 de febrero de 1822 se publicó una relación de religiosas patriotas comprendidas en los alcances del decreto de 11 de enero del mismo año. Entre las religiosas que figuran en esta relación, tenemos: Abadesa Sor Rudecinda Vergara, Sor Isabel Manjares, Sor Josefa Castro, Sor Juana Baquíjano. (Todas ellas del Convento de la Concepción).- Abadesa Sor Isabel Núñez, Sor Bernardina Chávez (Encarnación). – Abadesa Sor Manuela Luna, Sor Dolores Pezet (Santa Catalina).- Sor Josefa Cabrera, Sor Vicenta Martínez (Trinidad).- Abadesa Sor Bartola Sanabria, Sor Juana Lince (Descalzas).- Sor Mercedes Salazar, Sor María Pando (Carmen Alto).- Madre Serafina, Sor Teresa Gorozabal (Carmen Bajo).- Sor Rufina de San José, Sor Rosalía de Santa Teresa de Jesús (Trinitarias Descalzas).- Madre Mancilla (Mercedaria).- Abadesa Sor Petronila Anglaide, Sor Luisa Merino (Jesús María).- Madre Mercedes, Sor Josefa Gallo (Nazarenas).- Sor Marina Balmaceda (Santa Rosa).- Madre Priora Sor Paula (Prado).- Sor Ventura Santillana y Gavilán, -Sor Rosa Dueñas (Santa Clara), etc., etc. (17)
El Protector premió, asimismo, a los individuos pertenecientes a las partidas de guerrillas, que tan importante papel jugaron en la guerra emancipadora, magníficamente estudiados por diversos historiadores y entre ellos muy especialmente por Raúl Rivera Serna. El 1 de octubre de de 1821 San Martín firmó el decreto por el cual se concedía una medalla a todos los oficiales y soldados de las partidas de guerrillas, exceptuándoseles, además, del "servicio veterano" y concediéndoseles el honor de la preeminencia en la atención de sus solicitudes para destinos y gracias. La medalla sería de oro para los oficiales y de plata para los soldados. Ambas llevarían en el centro del anverso la inscripción siguiente: "El valor es mi divisa", en tanto que en el reverso y al exergo: "A las partidas de guerrillas". (18)
El gobierno, mediante decreto firmado por Torre Tagle el 30 de marzo de 1822, premió a Bernardo O’Higgins, otorgándole las haciendas de Montaván y Cuiva, en el valle de Cañete y que eran propiedad del Estado. (19)
Debemos señalar que el único virrey que mereció un homenaje por parte del gobierno independiente fue Ambrosio O’Higgins. Torre Tagle, el 10 de abril de 1822, decretó que en el segundo ático de la Portada que mira al Callao se estableciera la siguiente inscripción: "Se fabricó siendo Virrey del Perú don Ambrosio O’Higgins. Ningún español siguió su ejemplo". En la parte considerativa de este decreto se dice que "los únicos monumentos que han quedado en Perú y en Chile capaces de honrar a la antigua administración son los debidos al virrey O’Higgins, que mandó construir los caminos del Callao y de Valparaíso". (20)
Las ciudades también recibieron el premio adecuado en atención a su labor desempeñada en favor de la independencia. Por decreto de 12 de octubre de 1821 San Martín, a solicitud de Riva Agüero, Presidente del departamento de Lima, decretó que esta ciudad fuese denominada "Heroica y esforzada ciudad de los libres". Por decreto de 31 de enero de 1822 se declaró que Trujillo tendría el renombre de "benemérita y fidelísima a la Patria". Por decreto de 19 de marzo del año mencionado, Huancayo recibió el título de "Ciudad Incontrastable". Por decreto de 27 de marzo, Cangallo fue denominada "Villa Heroica". Por decreto de 6 de abril, rubricado por Torre Tagle, se concedió a la Villa de Santa Fe de Jauja la categoría de ciudad. Por decreto de 10 de abril de 1822 y en premio al patriotismo de los habitantes de la Magdalena, fue denominada con el nuevo nombre de "Pueblo Libre". Por decreto de 15 de junio se expidió el título provisional de ciudad a la capital del partido de Lambayeque, con el renombre de "generosa y benemérita".
Un suceso de gran trascendencia política y militar lo constituyó la suscripción del tratado de federación peruano-colombiano, suscrito en Lima el 6 de julio de 1822. Para concertar dicho tratado, Simón Bolívar envió a Lima a Joaquín Mosquera, en calidad de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, el cual llegó a la capital del Perú el 5 de mayo. Joaquín Mosquera y Bernardo Monteagudo suscribieron, el 6 de julio dos tratados. El primero, denominado de "Unión, liga y confederación perpetua", constaba de doce artículos, en los cuales se acordaba lo siguiente:
1° Los dos Estados se unían para sostener con sus fuerzas, su independencia de España y de cualquier otra nación extranjera.
2° Rechazar, en común, todo ataque o invasión que pueda de alguna manera amenazar la existencia de los Estados firmantes.
3° En caso de invasión repentina, ambos Estados podrían obrar hostilmente en los territorios de la dependencia de una u otra, siempre que las circunstancias no diesen lugar a ponerse de acuerdo con el gobierno a quien corresponde la soberanía del territorio invadido.
4° Los ciudadanos del Perú y Colombia gozarán de los mismos derechos y prerrogativas que corresponden a los nacidos en ambos territorios. Es decir, los colombianos serían considerados peruanos en el Perú y los peruanos colombianos en Colombia. Para adquirir este derecho bastaba el requisito de residencia.
5° Libertad de comercio para los ciudadanos de ambos países.
6° Igualdad del pago de derecho de los buques de uno u otro Estado.
7° Auxilio de los bajeles de guerra o mercantes que llegasen a los puertos.
8° Persecución de los navíos corsarios.
9° "La demarcación de límites precisos que hayan de dividir los territorios de Colombia y el Estado del Perú, se arreglarán por un convenio particular, después que el próximo Congreso Constituyente del Perú haya facultado al Poder Ejecutivo del mismo Estado para arreglar este punto; y las diferencias que puedan ocurrir en esta materia, se terminarán por los medios conciliatorios y de paz, propios de dos naciones hermanas y confederadas".
10° Causa común contra los revoltosos o sediciosos que se levantaren contra los gobiernos legítimamente constituidos.
11° Extradición mutua de los acusados de traición, sedición u otro grave delito.
12° El tratado sería ratificado por el Perú en un lapso de diez días. Para la ratificación por parte de Colombia se señalaba: "tan prontamente como pueda obtener la aprobación del Senado, en virtud de lo dispuesto por la ley del Congreso de 13 de octubre de 1821, y en caso que por algún accidente no pueda reunirse, será ratificado en el próximo Congreso, conforme a lo prevenido por la Constitución de la República en el artículo 55 § 18". (21)
El mismo 6 de julio se firmó un tratado adicional el cual consta de nueve artículos:
1° Se formaría una Asamblea compuesta de dos plenipotenciarios por cada parte.
2° Ambos Estados interpondrían sus buenos oficios ante los demás gobiernos de América para que entrasen en el tratado de unión, liga y confederación perpetua.
3° De conseguirse el objetivo del artículo segundo, se reunirían los representantes de todos los gobiernos en una Asamblea General de los Estados Americanos, "con el encargo de cimentar de un modo el más sólido y establecer las relaciones íntimas que deben existir entre todos y cada uno de ellos, y que les sirva de Consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de sus tratados públicos, cuando ocurran dificultades, y de juez árbitro y conciliador en sus disputas y diferencias".
4° El Istmo de Panamá se sugiere como punto de reunión, comprometiéndose Colombia a dar hospitalidad y respetar el carácter sagrado de los representantes.
5° El Perú se compromete a iguales condiciones en caso de que la reunión tuviera lugar en su territorio.
6° El tratado suscrito no interrumpe de manera alguna el ejercicio de la soberanía nacional de cada una de las dos partes.
7° "La república de Colombia se compromete especialmente a sostener y mantener en pie una fuerza de cuatro mil hombres armados y equipados, a fin de concurrir a los objetos indicados en los artículos anteriores. Su marina nacional, cualquiera que sea, estará también dispuesta al cumplimiento de aquellas estipulaciones".
8° "El Estado del Perú contribuirá, por su parte, con sus fuerzas marítimas, cualesquiera que sean, y con igual número de tropas que la República de Colombia".
9° Perú ratificará el presente tratado en un lapso de diez días; Colombia lo hará tan pronto como pudiera obtenerse la aprobación del Senado". (22)
Ambos tratados fueron aprobados por el gobierno peruano el 15 de julio. En cambio el Congreso colombiano, mostrando una serie de dudas y suspicacias en torno a ellos, terminó por aprobarlos y ratificarlos el 12 de julio de 1823.
NOTAS
(1)Gaceta de Gobierno de 07-11-1821.
(2)Gaceta de Gobierno de 28-11-1821.
(3)Gaceta de Gobierno de 18-8-1821.
(4)Gaceta de Gobierno de 18-8-1821.
(5)Gaceta de Gobierno de 17-8-1821.
(6)Sobre la bandera:
Gaceta de Gobierno de 14-8-1821
Gaceta de Gobierno de 16-3-1822
Gaceta de Gobierno de 12-6-1822.
-Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. Antología de la Independencia del Perú. Símbolos de la Patria, pp. 473-499. Lima: Talleres de la Imprenta del Colegio Militar Leoncio Prado, 1972
-Bustos Venturo, Felipe. Los símbolos de la Patria. (Lima: Biblioteca Básica Peruana del Ministerio de Educación Pública. Colección "Patria y Civismo", volumen segundo, 1961)
(7)Gaceta de Gobierno de 15-8-1821.
(8)Gaceta de Gobierno de 19-9-1821.
(9)Sobre el Himno Nacional:
-Raygada, Carlos. "Historia crítica del Himno Nacional" (2 tomos)
-Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. Antología de la Independencia del Perú. Símbolos de la Patria, pp. 473-499. Lima: Talleres de la Imprenta del Colegio Militar Leoncio Prado, 1972
-Bustos Venturo, Felipe. Los símbolos de la Patria. (Lima: Biblioteca Básica Peruana del Ministerio de Educación Pública. Colección "Patria y Civismo", volumen segundo, 1961)
-Bazán, Adolfo. Las cantatas sobre el Himno Nacional. Verdades a medias y mentiras inconclusas sobre una canción que sabemos desde chicos. En: El Comercio. Lima-Perú. Martes 28 de julio de 1998, Sección A, p. 10.
-Donayre B., Jorge. Algo más sobre el Himno. En: El Observador. Lima – Perú. Edición dominical, 4 de abril de 1982 p. X.
-Callirgos Gamarra, Benjamín. Nuestro Himno Nacional. El Comercio. Lima-Perú. 11 de setiembre de 1981.
-Carrasco Limas, Apolonio. José Bernardo Alzado. En: Garcilaso. Revista de la Universidad particular "Inca Garcilaso de la Vega", Lima – Perú, año 1, noviembre 1969, N° 1, pp. 25-46.
(10)Gaceta del Gobierno de 13-4-1822.
(11)Documentos del Archivo de San Martín, tomo XI, p. 416.
(12)Gaceta del Gobierno de 16-2-1822
(13)Gaceta del Gobierno de 26-9-1821.
(14)Gaceta del Gobierno de 15-10-1821
(15)Gaceta del Gobierno de 9-2-1822
(16)Gaceta del Gobierno de 6-7-1822.
(17)Sobre el papel de la mujer en la gesta emancipadora, aún no lo suficientemente bien estudiado:
-Prieto de Zegarra, Judith. "Así hicieron las mujeres el Perú".
-Chambers, Sarah C. Amistades republicanas. La correspondencia de Manuela Sáenz en el exilio (1835-1856). En: Familia y vida cotidiana en América Latina. Siglos XVIII – XX. Pontificia Universidad Católica del Perú. Instituto Riva Agüero, Lima, 2003; pp. 315-354
-San Cristóval, Evaristo. "La mujer peruana durante la gesta heroica". (El Comercio, Lima-Perú, 3 de agosto de 1965).
-San Cristóval, Evaristo. "La mujer peruana en la independencia" (El Comercio, Lima-Perú, 6 de agosto de 1965).
-Mendoza M., Eduardo. "Las heroínas Toledo". (El Comercio, Lima-Perú)
-Gamio Palacios, Fernando. "Valiosa contribución de las mujeres a la independencia" (El Comercio, Lima-Perú).
-Arias Schreiber Pezet, Jorge. "Antonia Cabrera de Pezet en la gesta emancipadora" (El Comercio, Lima-Perú).
-Socorro, Milagros. Manuela Sáenz, [en línea].BitBiblioteca.Biblioteca Electrónica. Caracas, Venezuela.
<http://www.analitica.com/bitblioteca/msocorro/manuela.asp>, [consulta: 13-4-2006]
– Quintero, Inés. Mirar tras la ventana. Testimonios de viajeros y legionarios sobre mujeres del siglo XIX, [en línea]. analitica.com. BitBiblioteca. Biblioteca electrónica. Caracas, Venezuela.
<http://www.analitica.com/bitblioteca/iquintero/mujer.asp#inferioridad>, [Consulta: 13-4-2006]
(18)Quirós, Mariano Santos. "Colección de leyes, decretos…", tomo I, p. 36
(19)Gaceta del Gobierno de 03-4-1822.
(20)Gaceta del Gobierno de 10-4-1822
(21)Gaceta Extraordinaria del Gobierno del martes 17 de setiembre de 1822.
Blanco y Azpurúa. "Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia" (1876), tomo VIII, pp. 453-455.
(22)Gaceta Extraordinaria del Gobierno del martes 17 de setiembre de 1822.
Blanco y Azpurúa. "Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia" (1876), tomo VIII, pp. 455-457.
José de San Martín de regreso de su entrevista con Simón Bolívar, se hizo cargo del gobierno peruano el 22 de agosto de 1822, después de haber aceptado, el día anterior, la renuncia del Supremo Delegado Torre Tagle. (1)
El Protector en su proclama dirigida al pueblo peruano con motivo de retomar el poder, expresó que realmente había pensado no volver a encargarse del gobierno "hasta el día en que debía entregarlo a la representación nacional; pero las reiteradas renuncias de aquel ilustre y benemérito peruano (se refiere a Torre Tagle), me han hecho reasumirlo mientras se reúne el Congreso que se va a instalar"(2)
Su último mes de gobierno San Martín lo dedicó, entre otras cosas, a acelerar la reunión definitiva del congreso peruano. Al asumir el Protectorado, el 2 de agosto de 1821, había prometido que una vez que estuviera libre de enemigos el territorio peruano, convocaría a la representación nacional, ante la cual renunciaría, para luego retirarse del Perú: "La religiosidad con que he cumplido mi palabra en el curso de mi vida pública, me da derecho a ser creído, y yo la comprometo ofreciendo solemnemente a los pueblos del Perú que en el momento mismo en que sea libre su territorio, haré dimisión del mando para hacer lugar al gobierno que ellos tengan a bien elegir". En el Estatuto Provisorio (08-10-1821) vuelve a insistir en el mismo punto: "…Si después de libertar al Perú de sus opresores, puedo dejarlo en posesión de su destino, yo iré a buscar en la vida privada mi última felicidad".
Sin embargo, el Protector del Perú terminó por no cumplir a cabalidad la palabra que él mismo había empeñado: renunciar y retirarse cuando el territorio peruano estuviese totalmente libre del peligro realista. Porque cuando él dimite al cargo de Protector y se aleja definitivamente del Perú, el territorio peruano estaba severamente amenazado por las fuerzas realistas que se encontraban íntegras y muy bien pertrechadas en la zona central y sur. ¿A qué se debió este cambio? ¿Cuál fue la razón o razones que lo impulsaron a no cumplir con la palabra empeñada?
Consideramos que la renuncia y el alejamiento de San Martín deben ser analizados cuidadosa y sobre todo desapasionadamente. No fue, a nuestro entender, un único factor el que decidió a tomar tan drástica decisión. La verdadera causa de esta actitud se explica, a nuestro entender, por tres motivos fundamentales: su aversión al poder, la situación nada halagüeña que le rodeaba en el Perú y los resultados de su entrevista con Bolívar en Guayaquil.
Analicemos, un tanto, el segundo punto, que lo consideramos de suma importancia para la decisión tomada por San Martín. Es ampliamente conocido que en el Perú se le conocía con el mote despectivo e injusto de "Rey José", puesto que sus detractores consideraban que buscaba establecer una monarquía que tendría a él como primer soberano. Esto molestaba terriblemente a San Martín, tanto así que en su última proclama dirigida al pueblo peruano expresó que estaba cansado de oír que quería hacerse rey.
A esto hay que añadir algo que si era sumamente preocupante y desestabilizador. Entre sus propios amigos su prestigio e influencia había disminuido notablemente. De ello San Martín tenía precisa conciencia y es por ello que al hacerle algunas confidencias a su amigo Tomás Guido, el 20 de setiembre de 1822, le expresó su decisión de abandonar el Perú: "No desconozco ni los intereses de América ni mis imperiosos deberes y me devora el pesar de abandonar camaradas que quiero como a hijos, y a los generales patriotas que me han ayudado en mis afanes; pero no podría demorarme un solo día sin complicar mi situación; me marcho. Nadie, amigo, me apeará de la convicción en que estoy, de que mi presencia en el Perú le acarrearía peores desgracias que mi separación. Así me lo presagia el juicio que he formado de lo que pasa dentro y fuera de este país. Tenga Ud. por cierto que por muchos motivos no puedo mantenerme ya en mi puesto, sino bajo condiciones decididamente contrarias a mis sentimientos y a mis convicciones más firmes. Voy a decirlo: una de ellas es la inexcusable necesidad a que me han estrechado si he de sostener el honor del ejército y su disciplina, de fusilar algunos jefes; y me falta el valor para hacerlo con compañeros de armas que me han seguido en los días prósperos y adversos". Como Guido le replicara que no era necesario tomar medida tan extrema, pues bastaría con alejar a dichos jefes del Perú, San Martín le repuso que existía una dificultad aún mayor: "Lo diré a Ud. sin doblez. Bolívar y yo no cabemos en el Perú…" (3)Esta última parte de la confidencia hace referencia al tercer motivo que señalábamos sobre el alejamiento de San Martín del Perú y que sucintamente lo analizaremos más adelante. (Puede verse, al respecto, mi trabajo "San Martín y Bolívar en Guayaquil").
Es bien conocida la aversión de San Martín por el poder político, prefiriendo, en lo personal, la jefatura militar del ejército libertador. Cuando se hace cargo del mando político del Perú lo hace solo en atención a las circunstancias, como emana con total diafanidad de numerosísimos testimonios de la época. Ricardo Rojas, en 1947, puso de realce una carta de San Martín a O’Higgins, de 10 de agosto de 1821, en la cual expresa lo siguiente: "… he tenido que hacer el sacrificio, pues conozco que al no hacerlo así, el país se envolvía en anarquía. Espero que mi permanencia no pasará de un año, pues Ud. conoce mis sentimientos, sabe que no son mis deseos otros que el de vivir tranquilo y retirarme a mi casa a descansar". (4)
Bernardo Monteagudo en su "Memoria sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú, y acontecimientos posteriores a mi separación" confirma esta actitud de San Martín: "… Conociendo (San Martín) la nueva situación de los negocios, él se apresuró a cumplir el voto más antiguo de su corazón, que era dejar el mando. Los jefes del ejército saben que cuando llegamos a Pisco, todos exigimos de él el sacrifico de ponerse a la cabeza de la administración, si ocupábamos Lima, porque creíamos que este era el medio de asegurar el éxito de las empresas militares: él se decidió a ello con repugnancia y siempre por un tiempo limitado…" (5)
A pesar de su aversión por el mando político, San Martín era consciente de que asumirlo en las circunstancias dadas constituía una imperiosa e ineludible necesidad. Es por ello que acepta ese, para él, sacrificio. Pero admitido éste, era indispensable llevar a cabo todas las acciones que hicieran posible, y lo más pronto, vencer a los realistas y asegurar con ello la total independencia del Estado peruano.
Hay que tener presente que la declaración y proclamación de la independencia, en julio de 1821, solo había constituido un acto simbólico, toda vez que ella no fue consecuencia del triunfo militar sobre los realistas, los cuales se habían, táctica y estratégicamente, limitado a abandonar la ciudad de Lima para concentrarse, con todos sus cuadros, en el centro y sur del territorio peruano. Por ello es que era vital realizar un plan para terminar con dichas fuerzas y, de esa manera, lograr realmente la independencia del Perú. San Martín concibe para ello un plan de campaña contra los realistas que no podrá llevar a cabo y que después de su retiro se convertirá en ese fiasco militar que fueron las dos expediciones a Puertos Intermedios que llevaron a cabo, primero la Junta Gubernativa (1822,) que se formó después de su salida, y, poco tiempo después, el gobierno de Riva Agüero. (1823)
¿Por qué San Martín no llevó a cabo su Plan a Puertos Intermedios? Consideramos que él estaba convencido que con el número de efectivos que contaba no había posibilidad de vencer a los realistas. Es cierto que había la posibilidad de recibir mil o más efectivos militares procedentes de Chile pero debió considerar que la verdadera fortaleza se conseguiría con la unión de las expediciones libertadores del sur y del norte y es por ello que viaja a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar. Esto no significa que consideremos que su retiro del Perú sea consecuencia exclusiva de ese acontecimiento.
Si lo que buscaba era la forma de terminar lo más rápidamente posible con los realistas y ello lo lleva incluso a entrevistarse con su par Bolívar, cómo entender entonces su retiro al poco tiempo de regresar de dicha entrevista. Es necesario señalar, para comprender mejor la problemática, que desde fecha muy temprana, diciembre de 1821, más exactamente el 27 de aquel mes, San Martín expidió el decreto N° 146 por el cual convocaba, para el 1 de mayo de 1822, la reunión del Congreso. (6)Como ya sabemos, él había prometido que una vez reunido este organismo, él renunciaría al mando supremo. Por otra parte, el 27 de abril de 1822, el encargado del mando, el Supremo Delgado Torre Tagle, decretaba una prórroga para esta primera reunión del Congreso, fijando como nueva fecha el 28 de julio de mismo año. Por decreto de 15 de junio de 1822, Torre Tagle decreta que "mientras se constituya un edificio a propósito para las sesiones del Congreso, quede desde hoy aplicado a este objeto, el de la Universidad de San Marcos con todos los departamentos en que está distribuido. La Universidad de San Marcos se trasladaría provisionalmente al Colegio de San Pedro" (7)
¿Cómo explicarse esta actitud al parecer desconcertante? Consideramos que el Protector pensaba desprenderse tan solo del mando político pero conservando la jefatura de la expedición libertadora hasta que el territorio peruano quedara totalmente libre del peligro realista y al servicio de un gobierno auténticamente peruano, elegido por los propios peruanos. No de otra manera podría entenderse por qué convoca al congreso ya en diciembre de 1821 y continúa con los preparativos de sus planes militares que incluso lo llevaron, primero en febrero y luego en julio de 1822, a marchar a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar. Él irá a proponer la unión de la dos expediciones libertadoras para una acción conjunta en territorio peruano contra las fuerzas realistas.
Pero en Guayaquil se percata que su plan no podrá ser llevado a cabo. Ello viene a terminar por convencerlo de que su presencia en el Perú resultaba estéril y contraproducente. Preferible era dejarle abierto el camino a Bolívar, aunque ello significase el incumplimiento de la palabra dada al pueblo peruano. Es el propio San Martín quien da esta versión, lo cual significa que él así lo interpretó. Algunos historiadores olvidan, o suelen pasar por alto, que según el propio San Martín él le dijo a Bolívar que abandonaría el Perú dejándole "un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner el último sello a la libertad de América". (8)
Antes de marchar a Guayaquil, el Protector dejó un pliego cerrado, en previsión de lo que podía sucederle, en el cual encargaba el supremo mando político del Perú a Rudecindo Alvarado, General en Jefe del Ejército Unido, quien se encargaría de entregar el mando al Congreso. (9)
De esto San Martín informó a Bolívar y es por ello que éste lo menciona en las Relaciones Oficiales que hiciera sobre las entrevistas. El propio Bolívar menciona que el Protector le expresó su deseo de abandonar el Perú. Nada de esto es extraño, pues San Martín había pensado no volverse a hacer cargo del poder (del cual había quedado encargado el Supremo Delegado Torre Tagle). Si reasumió el mando, el 21 de agosto de 1822, fue por la insistencia de Torre Tagle en renunciar al mando.
Muchos historiadores han visto en la renuncia del Protector y su retiro del Perú una consecuencia exclusiva de la entrevista de Guayaquil. Otros historiadores, en cambio, consideran que este acontecimiento no jugó ningún papel en dicha decisión; este es el caso, por ejemplo, de Enrique de Gandía. (10)Es de nuestra opinión que la mencionada entrevista no hizo sino precipitar una actitud que en el fondo anhelaba San Martín al sentirse huérfano del apoyo necesario entre los propios peruanos, los cuales comenzaban ya a manifestar un ambiente hostil hacia él, y, lo que es aún más grave, entre algunos de sus propios allegados. Es esta atmósfera desagradable y su convencimiento de que le sería imposible llevar a cabo un plan militar de gran alcance contra los realistas, sin la, para él, indispensable ayuda del ejército colombiano, lo que le decidió retirarse del Perú.
El 18 de setiembre suscribió el decreto N° 187, aparecido en la Gaceta del Gobierno de ese mismo día, el cual fijaba como fecha definitiva de la instalación del Congreso el día 20 del mismo mes, día en el cual, según lo señalaba expresamente el artículo segundo del decreto, el Protector dimitiría el mando supremo. (11)
El 20 de setiembre, a las diez de la mañana, en el Salón de Palacio de Gobierno se reunieron los señores diputados, miembros del flamante primer congreso constituyente peruano. De allí se dirigieron a la Santa Iglesia Metropolitana, donde, después de escuchar la misa preparada para esta solemne ocasión, se realizó la ceremonia del juramento. Concluido el acto religioso, los diputados se dirigieron al local habilitado para el funcionamiento del Congreso, acompañados del Protector y demás principales autoridades civiles, militares y religiosas. Llegados al recinto del Congreso se pudo presenciar la tan ansiada instalación del Congreso:
"El Protector ocupó la silla que estaba bajo del dosel, con una mesa al frente, a cuyos lados se sentaron los Ministros de Estado y los Diputados en sus respectivas sillas, colocándose la demás comitiva en lo asientos fuera de la barra, así como un concurso numeroso en las galerías.
Inmediatamente el Protector del Perú se despojó de la banda bicolor, investidura del Jefe Supremo del Perú, diciendo: «Al deponer la insignia que caracteriza al Jefe Supremo del Perú, no hago sino cumplir con mis deberes, y con los votos de mi corazón. Si algo tienen que agradecerme los peruanos es el ejercicio del supremo poder que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. Hoy que felizmente lo dimito, yo pido al Ser Supremo el acierto, luces y tino que necesita para hacer la felicidad de sus representantes.
¡Peruanos! Desde este momento queda instalado el Congreso Soberano y el pueblo reasume el poder supremo en todas sus partes»". (12)
Luego de haber dimitido el mando, San Martín abandonó el local del Congreso siendo acompañado, hasta la puerta, por seis diputados. Se dirigió de allí a su casa de La Magdalena, acompañado por su fiel amigo Tomás Guido. Aquel mismo 20 se dirigió a Ancón, donde se embarcó a bordo del bergantín Belgrano, zarpando dos días después rumbo a Valparaíso. A decir del historiador peruano Rubén Vargas Ugarte, solo se llevaba 183 onzas de oro, el estandarte de Pizarro, obsequio de la ciudad de Lima, una campanilla de oro, y al llegar a Chile recibió del gobierno peruano la suma de dos mil pesos, a cuenta de la pensión vitalicia que se le había asignado. (13)
San Martín antes de partir había dejado para el pueblo peruano la siguiente proclama:
"Presencié la declaración de la independencia de los Estados de Chile y el Perú; existe en mi poder el estandarte que trajo Pizarro para esclavizar el Imperio de los Incas, y he dejado de ser hombre público; he aquí recompensado con usura diez años de revolución y guerra.
Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la guerra, están cumplidas: hacer la independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos.
La presencia de un militar afortunado (por más desprendimiento que tenga) es temible a los Estados que de nuevo se constituyen; por otra parte, ya estoy aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo, siempre estaré pronto a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple particular y no más.
En cuanto a mi conducta pública, mis compatriotas (como en lo general de las cosas) dividirán sus opiniones; los hijos de estos darán el verdadero fallo.
Peruanos; os dejo establecida la representación nacional; si depositáis en ella una entera confianza, cantad el triunfo, si no, la anarquía os va a devorar.
Que el acierto presida a vuestros destinos, y que estos os colmen de felicidad y paz.
Pueblo Libre, y setiembre 20 de 1822
José de San Martín (14)
El Congreso peruano, en señal de gratitud al indiscutible fundador de la independencia del Perú, le otorgó varias importantes distinciones. Aquel mismo 20 de setiembre, a propuesta del diputado Manuel A. Colmenares, se le nombró Generalísimo de las Armas del Perú. (15)A solicitud de Joaquín Olmedo se decretó una acción de gracias "por los eminentes servicios que tiene prestados a la nación".
A pedido del propio Olmedo se nombró una comisión, integrada por los diputados Olmedo, Tudela, Mariano Arce, Alvarado y Ortiz, para que pasase a su casa a informarle tanto de esta dación de acción de gracias en su honor como de la concesión del grado militar que se le había otorgado.
San Martín agradeció a la comisión los honores que se le daban, pero contestó que solo se limitaba a aceptar el título de Generalísimo pero no su ejercicio. Cursó de inmediato una nota dirigida al Presidente del Congreso, comunicándole su decisión sobre la aceptación del título de Generalísimo. El Congreso, por su parte, acordó dar respuesta sobre el particular, pero reunidos en sesión secreta. (16)En dicha sesión acordó, el 21 de setiembre, insistir ante San Martín para que este ejerciera el poder que indicaba el título. (17)San Martín se reafirmó en su actitud de no aceptación.
A pedido del diputado Mariano Arce, el Congreso, en sesión extraordinaria del 20 de setiembre por la noche, decretó distinguir a San Martín con el título de Fundador de la libertad del Perú, la conservación del uso de la banda bicolor símbolo de la jefatura suprema del Estado, el levantarle una estatua apenas se concluyese la guerra, ínterin se colocaría su busto en la Biblioteca Nacional, el gozo del sueldo de que disfrutaba anteriormente, y, a semejanza de Washington, el gozo de una pensión vitalicia, sin perjuicio del sueldo que venía percibiendo. (18)
El Congreso no olvidó dar las gracias al Estado que había tenido la iniciativa y había realizado el esfuerzo de enviar la expedición liberadora del sur al territorio peruano. Es por ello que con fecha 27 de setiembre el Congreso decretó que la Junta Gubernativa Peruana, a nombre de la nación, diese las gracias a Chile por su labor en la independencia del Perú. (19)
Para que no se vaya a tener una idea distorsionada del ambiente que realmente había rodeado a San Martín y al cual hemos referencia, pero que parece contradecirse con las muestras del aprecio y gratitud del Congreso, queremos terminar este capítulo señalando algunos hechos que hablan bien a las claras del ambiente en el cual se había desenvuelto el Fundador de la libertad del Perú. En la sesión secreta del Congreso, del 21 de setiembre por la noche, se manifestaron temores respecto de San Martín y se acordó que la Junta Gubernativa que se había formado para hacerse cargo del poder ejecutivo, previniera cualquier agresión, ordenándosele que diese cuenta exacta de las fuerzas que componían el Ejército Unido en las tres armas. (20)
En la sesión secreta del 27 de setiembre se expresó el recelo acerca que San Martín tratase de apoderarse de las provincias del Alto Perú y de Arequipa y Cuzco. (21)En la sesión secreta del 26 de octubre el Presidente del Congreso presentó unos pasquines a favor del Rey y de San Martín y contra el Congreso. Francisco Javier de Luna Pizarro hizo revelaciones sobre orden público y comunicaciones al enemigo. (22)
NOTAS
(1)Ortiz de Zevallos, Javier. "Correspondencia de San Martín y Torre Tagle" (Lima, 1963).
(2)Gaceta del Gobierno del 24-8-1822.
(3)Guido, Tomás. "San Martín se retira del Perú". En: Busaniche, José Luis. "San Martín visto por sus contemporáneos".
(4)Vicuña Mackenna. "El General San Martín considerado según documentos enteramente inéditos" p. 39
(5)Pelliza, Mariano A. "Monteagudo: su vida y sus escritos políticos" (Buenos Aires: 1880) t. II, pp. 249-295.
(6)Gaceta del Gobierno de 29-12-1821.
(7)Gaceta del Gobierno de 27 de abril y 15 de junio de 1822.
(8)Carta de San Martín a Guillermo Miller de 19 de abril de 1827.
(9)Goenaga, J.M. "La entrevista de Guayaquil". (Roma: 1915, p. 30)
(10)Gandía Enrique de. "San Martín: su pensamiento político".
(11)Gaceta del Gobierno de 18 de setiembre de 1822.
(12)Acta de la sesión del Congreso de 20 de setiembre de 1822.
En: Cámara Nacional de Diputados. "Historia del parlamento Nacional: Actas de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo I, pp. 3-10.
(13)Vargas Ugarte, Rubén SJ. "Historia General del Perú, 1816-1825. (Barcelona: Editor Carlos Milla Batres. I.G. Seix Barral Hnos., S.A., 1966, tomo VI, p. 240)
(14)Odriozola, Manuel de. "Documentos Históricos", tomo VI, p. 117.
Herrera, J. H. "El Álbum de Ayacucho" p. 97
(15)Acta del Congreso del 20-9-1822
(16)Acta del Congreso de 20-9-1822, por la noche.
(17)Quirós, Mariano Santos. "Colección de leyes, decretos…" Tomo I, p. 257
(18)Acta de la sesión extraordinaria del 20 de setiembre, por la noche.
(19)Quirós, Mariano Santos. "Colección de leyes, decretos…" Tomo I, p. 264
(20)Cámara Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo IV, p. 7.
(21)Cámara Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo IV, p. 7.
(22)Cámara Nacional de Diputados. "Historia del Parlamento Nacional: Actas de los Congresos del Perú desde el año 1822". Tomo IV, p. 10.
Jorge G. Paredes M.
Abril 2006
Lima – Perú
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