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La historia que cambió la Historia

Enviado por Elias zeitler


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Los fundamentos teóricos de la historia de género
  4. El género como categoría: usos y utilidades
  5. Enfoques metodológicos en la historia de género
  6. Conclusiones
  7. Bibliografía

Resumen

La historia de las mujeres y la historia de género fue, y es, de vital importancia para el desarrollo del campo historiográfico, pues no sólo renovó la temática de los estudios históricos sino que contribuyó a una revisión crítica de la disciplina histórica, su construcción, su discurso, sus elecciones, sus representaciones.

Los fundamentos, enfoques y perspectivas en este campo de estudio han sido muchos y fructíferos tanto para la historiografía como para el conjunto de las ciencias sociales.

Un balance sobre sus aportes y limitaciones es crucial para avanzar en la comprensión del estado actual del campo historiográfico.

Palabras claves: género, mujeres, historiografía

Abstract:

The history of women and the history of gender was and is of vital importance for the development of the historiographic field, because not only renewed the subject matter of the historical studies but that contributed to a critical review of the historical discipline, its construction, its speech, their choices, their representations.

The foundations, approaches and perspectives in this field of study have been many fruitful both for the historiography and the whole of the social sciences.

A balance on their contributions and limitations is crucial to move in the understanding of the current state of the historiographic field.

Keywords: gender, women, historiographic.

Introducción

Las mujeres, actores históricos al igual que los hombres, quedaron al margen de la historia tradicional y esto no por la inexistencia de un accionar social sino por el predominio de una mentalidad occidental cargada de prejuicios. La Historia y los historiadores hicieron omisión, por mucho tiempo, del papel desempeñado por las mujeres en el devenir histórico, pero esta desaparición forzosa ha sido descubierta en las últimas décadas gracias a una revisión de los fundamentos teóricos y metodológicos de la historia tradicional acompañado de una apertura temática a la problemática del género.

La historia de las mujeres abrió las puertas en la historiografía a la historia de género y ambas sacudieron los cimientos de la disciplina provocando la necesidad de una reestructuración filosófica, epistemológica y metodológica.

Es el objetivo de este trabajo pasar revista a esos cambios dando cuenta de los fundamentos teóricos de esta perspectiva, su aplicación en la historiografía francesa, anglosajona, italiana y española, los usos y utilidades del género como categoría, los enfoques metodológicos y la cuestión de las fuentes que replantea.

Este balance pretende revalorizar los aportes que se han hecho para cimentar esta propuesta historiográfica renovada y renovadora y, paralelamente, dilucidar con mayor claridad los problemas que aun presenta.

Los fundamentos teóricos de la historia de género

Sin duda alguna, los escritos de Joan W. Scott han sido de gran importancia y contribución para la Historia de las mujeres, al fundamentar teórica y metodológicamente su importancia en el estudio histórico. Para Scott el género es "un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder".[1]

Al considerar al género como "elemento constitutivo de las relaciones sociales" está afirmando que en el trato entre hombres con mujeres, de hombres con hombres y de mujeres con mujeres el género aparece como la unidad central de estas relaciones: toda relación social se da en el marco problemático del género y, siempre, estas relaciones sociales son reflejo de relaciones de poder.

El género comprende cuatro elementos principales que, aunque poseen significación propia, están inter-relacionados: en primer lugar, símbolos culturales que poseen múltiples representaciones; en segundo lugar, conceptos normativos que interpretan los significados de dichos símbolos, estos conceptos se expresan en diversas doctrinas que colocan en una posición dominante y única el significado de varón y mujer, masculino y femenino; en tercer lugar, incluye nociones políticas, referencias a las instituciones y a las organizaciones sociales como familia, mercado de trabajo, educación y política; y por último, la identidad subjetiva, por lo cual los historiadores deben investigar las diversas formas de construcción de dichas identidades y la relación que se establecen entre éstas y las actividades, organizaciones y representaciones de los hombres.

Por otra parte, también se considera al género como una forma primaria de relaciones significantes de poder. El género es el campo primario, y aunque no el único sí el más importante, dentro del cual o por medio del cual se articula el poder y en el cual se establecen las diferencias profundas entre hombres y mujeres.[2]

Para C. Ramos Escandón el género es la "construcción histórico-social de la diferencia sexual". Si el género es una construcción entonces la femineidad es una característica adquirida y por lo tanto el género no es dependiente total del sexo de la persona sino que depende de la formación social, de la clase social, del tiempo y el momento histórico al que pertenece la persona. Esto explicaría el porqué de la frase "no se nace mujer, sino que se hace mujer".

Pero el hacerse mujer no resulta nada simple y menos en comparación con el hombre por el hecho de que las mujeres han sido vistas durante mucho tiempo, y por desgracia aun persiste el preconcepto, como inferiores a los hombres, como "sub-humanas".[3]

Como sabemos, la historia de la humanidad no puede existir sin la presencia de las mujeres. Aun así, éstas aparecen ausentes en la "Historia" por omisión en el proceso de investigación, y esto porque tampoco se las consideraba objetos de estudio.

Esta deplorable situación comenzó a cambiar a partir de la década de los setenta cuando comenzaron a cobrar importancia los movimientos feministas que despertaron el interés por la "Historia de las mujeres". En las últimas décadas del siglo XX, esta rama de la disciplina histórica ha ganando terreno, investigadores -con sus teorías, métodos y trabajos- y un mayor reconocimiento académico en países como Inglaterra, Francia, Italia y España, aunque su presencia aun es débil en Latinoamérica.[4]

Esta omisión de las mujeres en la historia no fue simplemente una omisión de un aspecto antes olvidado sino también, y sobre todo, una omisión de las relaciones entre los sexos. Pero no son solamente estas relaciones entre hombres y mujeres lo que la percepción del género busca encontrar sino también, y sumadas a las primeras, las relaciones dentro de los sexos.

Es necesario entonces analizar las relaciones entre las mujeres dando especial atención a la solidaridad que entre ellas se produce y a los enfrentamientos o conflictos que tienen lugar en el trato mutuo, por esto es indispensable partir de la comprensión de que "la historia de las mujeres es la historia del género".[5]

Para Joan Scott la historia de las mujeres ha estado durante largos años estrechamente vinculada con la política e incluso aparece como su punto de arranque en los orígenes mismos de la historia de las mujeres. Aunque progresivamente se fue distanciando de la política hasta su ruptura final en la década del ochenta, la historia de las mujeres no logró desvincularse totalmente del feminismo, ni tampoco pudo independizarse de las intenciones políticas que acompañó a esta historiografía desde sus comienzos. Justamente por esto, Scott afirma que la historia de las mujeres es historia de la política. [6]

A la problemática general planteada por el concepto de género y sus implicancias, se suma también el debate conflictivo acerca de las relaciones entre el profesionalismo de la práctica histórica y su uso político: para gran parte de los historiadores, su profesión no está vinculada directamente a la política y muchos sostienen que cualquier persona con los conocimientos necesarios tiene la posibilidad de realizar investigaciones históricas.

La realidad del campo historiográfico, sin embargo, es distinta: las organizaciones profesionales aceptan a unos y excluyen a otros basándose no sólo en competencias profesionales sino también en valoraciones por identidad social y las luchas entre pares -consagrados e ingresantes-, tal como lo afirma Bourdieu, es parte constitutiva de todo campo intelectual. La historia de las mujeres ha complejizado este panorama al poner en tela de juicio el pretendido cuerpo unitario de los historiadores y la figura única de estos y cuestionar la existencia de relaciones políticas no sólo con el Estado sino también en cuestiones de género.

Es un hecho conocido también que la historia de las mujeres ha ampliado los límites de la historia, actuando como un complemento y a la vez como una sustitución. Virginia Wolf proponía añadir a la historia general un "suplemento" que trate sobre las mujeres. Un concepto que despierta interrogantes cruciales pues significa, a la vez, adición y sustitución: la mujer por lo tanto sería una adición y una añadición a la historia pero por otra parte sería una sustitución de lo que falta, de lo que ha quedado olvidado.

Esto sugiere que la historia es incompleta y que además la totalidad de los sucesos y la integridad y obviedad del sujeto son solamente parciales, por lo cual la misma Historia y en especial a la historiografía tradicional ofrece un discurso carente de veracidad e incompleto. La historia de las mujeres implica entonces una modificación de toda la Historia.

Aunque limitada por la tradición, la historia de las mujeres encontró terreno fértil para desarrollarse en la Historia Social, donde adquirió importancia y legitimidad. Dentro del marco teórico-metodológico que ofrecía la Historia de las mentalidades los estudios de la cultura femenina cobraron vigor y gracias a esto la sub-disciplina logró adquirir identidad, autonomía, individualidad y emancipación.[7]

Cabe preguntarse cuál es la situación de la Historia de las Mujeres en la Historia general, qué innovaciones ha acarreado y qué confrontaciones se han desatado. Al respecto la historiadora Isabel Morant nos ofrece datos de gran importancia.[8]

La cuestión de la diferencia de los sexos tuvo como importante punto de partida el libro de Simone de Beauvoir "Segundo sexo". El tema central era como históricamente las mujeres se habían convertido en un segundo sexo, subordinado y dependiente del varón. El libro no sólo planteaba un problema historiográfico sino fundamentalmente un problema político.

Según Simone de Beauvoir, hacia finales de los años setenta comenzaron a plantearse problemas teóricos-metodológicos que buscaban una perspectiva común pero ante las diferencias las mujeres pronto comenzaron a pensar en forma independiente, separadas de los hombres. El resultado fue una mayor diversidad de perspectivas de fuentes y métodos, aunque todas perseguían el mismo fin: denunciar la ausencia de las mujeres, sus orígenes y las causas de su marginación.

Esta situación trajo de la mano consigo innovaciones importantes: la determinación del objeto de estudio, que pasó a ser el modo en que lo cultural constituyó en género a las mujeres; la formulación de preguntas y la necesidad de un debate teórico; la implicación en los estudios de hombres y mujeres de conceptos con carga simbólica que manifiestan la exclusión social y un mayor interés por los hechos de la vida privada.

Pero junto con las innovaciones también llegaron los conflictos: una de las características de la historia de las mujeres es sin duda la diversidad de planteamientos y de corrientes historiográficas. Morant resalta el hecho de que esta diversidad de planteamientos está vinculada con el lugar y las tradiciones de los países y los ámbitos intelectuales. [9]

1.1. La historiografía francesa

En Francia, la corriente historiográfica del género ha privilegiado el estudio de la "vida cotidiana" de las personas. Se destaca la producción de Michelle Perrot que ha abordado temas sobre la vida cotidiana de las mujeres y sobre las actividades que tienen lugar dentro de la familia y el entorno doméstico.

Michelle Perrot, parte del estudio de la vida privada de las personas y proyecta esta experiencia sobre un aspecto mas notable: la historia de las mujeres. Señala que para esta nueva historia hay que tener en cuenta cuatro aspectos importantes: primero, tener un enfoque nuevo, una perspectiva diferente desde un punto de vista femenino; segundo, dar mayor importancia a los acontecimientos y a la reconstrucción de la vida privada; tercero, buscar desentrañar el ideal femenino y el comportamiento femenino que servirá para entender el imaginario colectivo; y cuarto, es necesario utilizar la historia oral para recuperar la imagen que las mujeres tenían de si mismas.

Además se ha dado importancia al enfoque de las relaciones entre los sexos y a las diferencias sexuales, a los movimientos feministas y los movimientos de mujeres contemporáneas.

1.2. La historiografía angloamericana

En éste ámbito, la historiografía del género ha sido una de las primeras en tratar el tema sobre ausencia de las mujeres en la historia tradicionalista. Los primeros trabajos tocaban temas relacionados con los movimientos feministas y la lucha de las mujeres contra su opresión.

Una de las características de la historiografía norteamericana es su perspectiva basada en la investigación empírica, el abordaje de aspectos específicos y el análisis explicativo más que descriptivo. También se interesa por las representaciones que producen las fuentes literarias y por las imágenes que justifican la dominación varonil.

Las diferencias con la historiografía francesa no impidió que ambas arribasen a conclusiones semejantes: "la necesidad de estudiar a las mujeres en su entorno social, en su relación con los hombres".[10]

En la historiografía norteamericana los mayores aportes provienen de Joan Scott. Su propuesta pretendía superar la tradicional historia narrativa y desarrollar un nuevo tipo de historia cuyo centro de investigación sea las relaciones entre los sexos.

1.3. La historiografía italiana

La academia italiana mantuvo muchas de sus posiciones tradicionales y ha sido poco receptiva a la historia de las mujeres. Dentro de la "corriente historiográfica feminista" las historiadoras se han valido para analizar el género de diversos enfoques. Entre los más importantes cabe mencionar a:

Los teóricos del patriarcado: hacen hincapié en la subordinación de la mujer al hombre y en su necesidad de dominarla. Para algunos la explicación del patriarcado residía en la reproducción, donde prima la paternidad y dónde la actividad principal de la mujer -el parto– no es considerado un trabajo. Para otros, la clave estaba en la sexualidad: la subordinación de las mujeres tenía como causa primaria al proceso por el cual la mujer se convierte en un objeto sexual (objetificación sexual), dando a entender por lo tanto que la razón de las diferencias socioculturales entre los hombres y las mujeres son las relaciones desiguales entre los sexos.

Las feministas marxistas: para éstas el patriarcado y las relaciones desiguales entre los sexos se desarrollan y cambian de acuerdo al factor económico productivo. En éste tipo de análisis, el género aparece como un producto accesorio y dependiente de las estructuras económicas.

La teoría psicoanalítica: aquí debemos distinguir entre la escuela angloamericana, que se basa en las teorías relaciones-objetos, y la escuela francesa que utiliza la lectura estructuralista y post-estructuralista que Lacan hace de Freud. A pesar de sus diferencias, ambas centran su atención en el desarrollo del niño, en los procesos que ocurren durante la infancia y en la identidad del género que crean estos procesos.

1.4. La historiografía española

El caso de España es muy particular y según Morant se puede observar una gran amplitud y predisposición hacia la historia de las mujeres, bajo una fuerte influencia de la corriente historiográfica francesa.[11]

Efectivamente, la historia de las mujeres ha sido una de las áreas privilegiadas investigadas por los españoles y muchas de sus investigaciones han sido precursoras en los estudios sobre las mujeres.

La historia de las mujeres se ha transformado en una compleja disciplina que continua afianzándose, luchando por conseguir mayor aceptación y legitimación académica, para lograr no sólo el desarrollo historiográfico de las mujeres sino también su desarrollo en la práctica, mediante la integración en los planes de estudio.

Esta consolidación puede observarse en dos etapas distintivas. En un primer período, que va desde 1974 a 1981, sólo un número reducido de investigadoras decidió tratar a las mujeres en sus estudios haciendo frente a la falta de apoyo universitario. A pesar de las dificultades se logró formular los primeros métodos y se obtuvieran los primeros resultados en las investigaciones. El fin perseguido en los estudios era recuperar la memoria histórica de las mujeres e incluirlas como agentes del cambio histórico.[12] Fue la negación y la omisión de las mujeres en la historia lo que estimuló el surgimiento de la historia de las mujeres estrechada fuertemente con los movimientos feministas en España.

En una segunda etapa, desde principios de los ochenta hasta la actualidad, la historia de las mujeres obtuvo mayor legitimación universitaria y alcanzó logros notables. Se consolidó el movimiento de mujeres; se desarrolló la conciencia feminista; aumentó el número de profesoras y de proyectos de investigación; se creó el Instituto de la Mujer; aumentaron los temas estudiados; se abrieron nuevos campos y disciplinas; los trabajos de investigación tuvieron apoyo universitario; se creó una sección autónoma dentro de la Universidad de Barcelona; se organizaron seminarios, congresos y grupos de trabajo sobre las mujeres. Los estudios sobre las mujeres alcanzaron legitimación, institucionalización y reconocimiento universitario.

Las investigaciones se orientaron sobre todo a las actividades de las mujeres, el estatus que ocupa en una sociedad patriarcal y la opresión que en ella recibe. En los estudios de la modernidad se abordan temas socioculturales, como por ejemplo la condición social de la mujer bajo las normas jurídicas del Antiguo Régimen; las funciones y la imagen de las mujeres; la educación que recibían; la religión, la religiosidad y el celibato; la estructura familiar, las estrategias matrimoniales y los sistemas hereditarios; la delincuencia femenina; la prostitución, el trabajo femenino y la vida privada.[13]

El género como categoría: usos y utilidades

El género ha sido introducido en la realidad social, cultural e histórica como una categoría con el fin de percibir y estudiar dicha realidad, y como tal debe ser considerado una "representación mental e intelectual" que sirve para percibir y estudiar a las personas y actúa como una herramienta útil para analizar la historia de las mujeres.

Sin embargo, no debe ser utilizada para explicar los sucesos históricos como un "molde estático" sino que debe ser tratada dentro del contexto histórico del cual depende. Y aun más, para poder lograr esto, es decir, para poder tomar al género como una categoría sociocultural, todo aquel que pretenda analizar los sucesos históricos deberá primero eliminar de sí mismo la categoría de biología y las nociones que de ella se derivan.[14]

El género fue tomado como una categoría analítica sociocultural y fueron las ciencias sociales las que lo han empleado de manera más clara.

Al hacer uso del género, la nueva historia trata de corregir los defectos de la historia tradicional que consideraba como hechos históricos únicamente los acontecimientos políticos en los cuales los hombres desempeñaban el papel principal, mientras que la vida de las mujeres quedaba oculta. El género aparece entonces como una categoría transformadora o "subversiva" que pone en duda los mismos fundamentos tradicionalistas de que existe una naturaleza única e inamovible y que no se ve afectada ni por el espacio ni por el tiempo.[15] Por eso las feministas señalan que el estudio de las mujeres conduce a una reconsideración crítica de las antiguas premisas y normas de la Historia y amplía los temas de estudio.[16]

Ahora bien, el uso de ésta categoría no es unívoca y podemos distinguir al menos dos formas de utilización que hacen los historiadores de ella. El primer uso del género como categoría es descriptiva, no interpreta los fenómenos o las realidades sino que simplemente da a conocer su existencia. El segundo es causal pues busca explicar y comprender cómo y porqué dichos fenómenos o realidades son como son.

El género es empleado muchas veces como sinónimo de mujer y esto se relaciona directamente con los temas políticos en los cuales las mujeres brillan por su ausencia. Sin embargo en esta acepción simple y deficiente el género no implica la causalidad de las desigualdades de poder, es decir que al ser un recurso simplemente descriptivo no busca reconocer las causas que provocan las desigualdades de poder, y muchos menos da a conocer cual es el bando oprimido y cual el dominante.

Pero género también es empleado como sustitución de mujeres para mostrar que el estudio de éstas implica necesariamente el estudio de los hombres y que la información de uno es información del otro. Rechaza por lo tanto el que la historia de las mujeres sea tratada en forma separada de la historia de los hombres.

El género es usado además para mostrar las relaciones socioculturales que existen entre ambos sexos, entre hombres y mujeres, dando a entender así que el género no implica el determinismo biológico sino que por lo contrario lo rechaza, y especificando que si bien el sexo puede ser incluido dentro de este sistema de relaciones sociales y culturales de ninguna manera determina la sexualidad. Género es por lo tanto "una categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado".[17]

Sin embargo, aunque esta última concepción de género trata todos aquellos temas que implican las relaciones entre los sexos no explica el porqué de la naturaleza, organización y funcionamiento de estas relaciones. Para poder superar este problema, los especialistas han empleado diversas teorías desde perspectivas variadas, empleando para ello diferentes metodologías.

Cabe agregar también que el género como una relación sociocultural, aparte de mostrarnos los vínculos entre éste, nos permite ver las relaciones del género con otras muchas relaciones socioculturales como por ejemplo la clase, la raza, la edad, la sexualidad, la cultura, el lenguaje, la religión, la familia, la economía, etc. A su vez, cada una de estas relaciones ha tenido y tiene, para hombres y mujeres, un significado distinto y están condicionadas por las relaciones de género. El "poder" es un buen ejemplo de ello: nos muestra que los hombres han tenido mayor poder que las mujeres y mayor poder sobre éstas.[18]

Al complejizarse así esta cuestión queda claro que género no es sexo y que el uso del concepto de género implica mucho más que sexo. Mientras que "sexo" sólo es un atributo biológico específico y tan sólo es un referente que construye la diferencia genérica junto con la cultura, los símbolos, la vida social, las costumbres y la historia, el género está construido por las formas culturales apropiadas para el comportamiento femenino o masculino estableciendo así la diferencia sexual. En otras palabras: el género constituye la diferencia sexual, no de sexos, diferencia que es a la vez el producto de la cultura.[19]

Como lo marcábamos anteriormente, todo historiador que pretenda analizar la historia de las mujeres debe despojarse totalmente de la categoría biológica de género y sus nociones. El concepto mismo de biology ha adquirido con el pasar de los años diversos significados. Nos detendremos aquí en el carácter sociocultural de la noción de biología.

Debemos notar en principio que el término biology acarrea consigo un prejuicio de género basado en una vieja creencia de que mientras que los hombres carecen de género, las mujeres son seres con género, son el otro sexo o el sexo inferior. A su vez esta metáfora comporta un juicio de valor negativo para las mujeres y traslada esta inferioridad a las actividades de las mujeres (parto, crianza, etc.) que por dicha razón no van a ser consideradas como trabajo. En resumen: el concepto de biology establece que son las diferencias biológicas las que establecen las desigualdades de poder social y político.

Pero hay algo más que debemos tener en cuenta y es que "no es la anatomía el motivo de que las remuneraciones a esas mujeres sean inferiores, sino la cultura disfrazada de biology o de juicios de valor biológicos".[20] Por tanto, ha sido el hombre quien para justificar su superioridad ante el sexo opuesto, y para legitimar sus privilegios de poder en oposición a la participación limitada, sino prohibida, de las mujeres ha recurrido a la biology como medio para conseguirlo, utilizándola como un disfraz para ocultar sus verdaderas intenciones pretenciosas. Bien podríamos decir también que las diferencias sociales y culturales entre hombres y mujeres no se deben a las diferencias biológicas sino que más bien son éstas, las diferencias físicas, las que se utilizan para justificar y legitimar las diferencias socioculturales y de poder preexistentes.

Es una verdad también el hecho de que las características "fatales" de la mujer son un obstáculo para la liberación de éstas y a la vez, esta reducción del cuerpo de la mujer y todo lo que con el está relacionado, obscurece lo que intenta reflejar la Historia de las mujeres: las formas de experiencia, las actividades y las representaciones corporales de hombres y mujeres.[21]

Enfoques metodológicos en la historia de género

Joan Scott señala que si bien la historia de las mujeres confrontó las tradicionales premisas y produjo nuevas investigaciones con el fin de hacer visibles a las mujeres en los marcos históricos, no creó una nueva metodología. En sus orígenes la historia de las mujeres no elaboró una metodología específica, por el contrario, se caracterizó por la diversidad y variedad de teorías y de métodos empleados, mientras algunos estudiaban la vida privada de las mujeres, otros investigaban la familia o las actividades económicas.[22]

Sin embargo, ante el aumento progresivo de nueva información pronto surgió la necesidad de contar con una metodología que le permita responder a las preguntas esenciales que formulaba: cómo opera el concepto femenino con la diferencia sexual, cómo se modifica esta concepción, cuál es su contraposición y relación con lo masculino, etc.[23]

Cuando los historiadores comienzan a preguntarse cómo y porqué las mujeres son invisibles en la historia tradicional, comienzan a percibir la existencia no sólo de un problema de omisión sino también, y sobre todo, problemas teóricos y metodológicos, conceptos a priori, categorías erróneas o anacrónicas que subyacen en el fondo de toda investigación. El cambio historiográfico, primeramente temático, exigió una revisión y renovación del marco teórico-metodológico.

En el intento por superar este límite y ampliar el campo intelectual de posibilidades de análisis e interpretación, los historiadores se sirvieron de diversas teorías que fueron adaptando a sus problemas y necesidades historiográficos para desarrollar nuevas metodologías apropiadas.[24] La perspectiva marxista, los aportes de Lacan y de Foucault fueron, sin duda, los más significativos.

3.1. El marxismo: los investigadores que se enmarcaron en esta corriente centraron sus análisis en la división sexual del trabajo, afirmaban que mientras se atribuía solo al hombre la capacidad de dedicarse a las actividades productivas, públicas y políticas, se reducía a las mujeres al cumplimiento de las actividades de la vida privada (reproducción, crianza, parto, etc.) no reconocidas como trabajo: era la separación excluyente entre esfera pública y privada lo que devaluó el trabajo femenino.[25] Por eso para los marxistas el género es un elemento importante en y para el capitalismo pues separa los espacios, público y privado, y las actividades que en éstos se realizan.

En este tipo de ideología resalta el hecho de que la mujer es invisible en la historia por el simple hecho de que al estar restringido su trabajo a la esfera privada, no participa -pues no se le permite- en la vida pública.

3.2. La teoría y metodología lacaniana: los estudios se enfocaron en la construcción de la identidad y subjetividad sexual, el lenguaje y las representaciones simbólicas, que adquieren gran importancia al influir en la identificación de los individuos con los grupos sociales y las relaciones sociales. La idea de Lacan tuvo fuerte repercusión en la historia de larga duración al brindar un marco que permita analizar cómo las sociedades crean y cambian el significado a los símbolos.

Alcanzó gran importancia aquí la historia de las mentalidades –emblema de la tercera generación de los anales- que además de la lengua tenía en cuenta las convenciones sociales: el pensamiento, el intelecto, los sentimientos, las ideas y los estereotipos colectivos, incluyendo también los estilos, los modelos y las modas que permiten interpretar un texto.[26]

En esta perspectiva, las asociaciones simbólicas, la inferioridad de la feminidad y el estatus de "otra" que adquiere la mujer son las causas de la invisibilidad de la mujer en la historia. Son los diferentes valores simbólicos los que construyen la diferencia sexual y la inferioridad de la mujer, dejándolas al márgen de la investigación histórica.

3.3. La teoría y metodología foucaultiana: para éste filósofo era el discurso, que comprende las ideas y su organización e ideología, el que construye las relaciones de poder, por lo que el análisis del lenguaje es fundamental para comprenderlas.

Escandón afirma que para Foucault la sexualidad era justamente un espacio de relaciones de poder y, por lo tanto, las causas de la invisibilidad de las mujeres serían éstas relaciones de poder desiguales, a raíz de la inferioridad sexual de las mujeres, la causa de su ausencia histórica: a las mujeres no se las reconocía como actores históricos por tener y ocupar, sexual e históricamente, una posición social y política subordinada al hombre, por no ser factores de cambio no era necesario su estudio, de ahí su exclusión, ausencia e invisibilidad en el discurso histórico.

3.4. Las fuentes

Gisela Bock sostiene que la historia de las mujeres ha empleado una gran variedad de métodos y perspectivas, algunos historiadores han utilizado la biografía, la historia cultural, social, económica, política, de las mentalidades y de las ideas, otros se han servido de la antropología, la demografía histórica, la tradición oral o la historia de las familias. Esto es un indicativo de la originalidad de la historia de las mujeres y del género, originalidad que no reside en la creación de un método único sino en la diversidad de preguntas planteadas y en el conjunto de relaciones que se establecen.

Es en función de estas preguntas y relaciones que adquieren significado "las fuentes".[27] Sin embargo, la identificación de fuentes ha sido difícil para las historiadoras a la hora de intentar reconstruir la historia de las mujeres en España. Esta escasez de fuentes afecta sobre todo a la edad Moderna, pues la poca documentación que se tiene pertenece a los siglos XIX y XX, mientras que para los períodos del medioevo y la modernidad sólo se dispone de escazas biografías sobre las mujeres españolas.

Joan Scott, en cambio, sostiene que el encontrar fuentes y materiales sobre las mujeres en España no fue difícil ya que el problema de la invisibilidad de las mujeres "no es la falta de información sobre la mujer sino la idea de que tal información no tenía nada que ver con los intereses de la historia".[28]

Estas fuentes consisten ante todo en colecciones de documentos y cartas familiares que informan sobre la vida familiar y las relaciones que se desarrollaban en la unidad doméstica. También se han encontrado documentos gubernamentales que informan sobre las funciones que cumplían las mujeres en las actividades económicas y políticas. Michelle Perrot, que centró sus estudios en la vida privada de las mujeres, postula que se debe utilizar también como fuentes para la investigación diarios personales, correspondencia privada, cartas y novelas, entre otras, para el estudio de las mujeres.[29]

Fue el desarrollo de la historia social, y una mayor apertura a las ciencias sociales por iniciativa de los anales, lo que estimuló el descubrimiento y uso de estas fuentes y el trabajo interdisciplinario con la economía, la sociología, la antropología y la arqueología.[30] A su vez, la historia social también fue influenciada por los nuevos métodos cuantitativos, el interés en la vida cotidiana y los estudios de los marxistas ingleses.

Sin duda, todo esto contribuyó a un desarrollo fructífero del marco teórico-metodológico de la historia de las mujeres y del género y afectó profundamente a las formas tradicionales de hacer historia.

Conclusiones

Sin duda, la historia de las mujeres y del género ha alumbrado intensamente los rincones oscuros de la historia tradicional, y su luz contribuyó a hacer visible lo que hasta entonces permanecía oculto.

La invisibilidad de las mujeres no fue ingenua, actuó más bien como una estrategia de dominio cultural y político y el género resultó una categoría útil para marcar diferencias, límites y jerarquías, donde no existían pero la necesidad de dominio exigía su invención.

La renovación que la historia de género produjo fue doble: por un lado, cuestionó y obligó a revisar los fundamentos de la historia tradicional pero, al renovarse los estudios históricos, contribuyó a cuestionar las representaciones culturales, sociales, económicas y políticas que la sociedad occidental contemporánea elaboró y mantuvo por siglos.

Por todo, esta sub-disciplina de la historia fue, y es, significativa en el campo historiográfico, intelectual y social y, por eso también, conocer y comprender sus aportes y sus problemas es significativo para todo historiador, intelectual y ciudadano del mundo contemporáneo.

Bibliografía

Bock, Gisela, "La Historia de las Mujeres y la Historia del Género. Aspectos de un debate internacional". Historia Social, N°9 (1991), pp. 57-77

Cardozo, Ciro F. S., Introducción al trabajo de la investigación histórica. Conocimiento, método e historia. 4° ed., Barcelona, [Crítica], 1989, pp. 135-194

Escandón, Carmen Ramos, "El concepto de Género y su utilidad para el análisis histórico". La Aljaba, Segunda época, vol. II (1997), pp. 13-32

Mary Nash, "Dos décadas de Historia de las mujeres en España: una Reconsideración". Zona Franca, Año II, N° 3 (1998), pp.3-16

Morant, Isabel, "Historia de las mujeres e historia: innovaciones y confrontaciones". En: II Congreso Internacional Historia a Debate, T. III, Santiago de Compostela, 1999, pp. 293-304

Scott, Joan W., "El Género: una categoría útil para el análisis histórico", en [AMELANG, S. et.al.], Historia y Género: las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea. Valencia, [Ediciones Alfonso El Magnánimo-Institución Valenciana-D"E. Estudy I.Investigación], 1990, pp. 23-56

Scott, Joan W., "El problema de la invisibilidad", en [Carmen Ramos Escandon, et.al.], Género e Historia. México, [Instituto Mora-UAM], 1992. pp. 38-65

Scott, Joan W., "Historia de las Mujeres", en [Peter Burke, et.al.], Formas de hacer Historia. Madrid, [Alianza Universidad], 1993, pp. 59-88

 

 

Autor:

Elias Zeitler[1]

[1] ITAS Y NOTAS Scott, Joan W., “El Género: una categoría útil para el análisis histórico”, en [AMELANG, S., et.al.], Historia y Género: las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea. Valencia, [Ediciones Alfonso El Magnánimo, Institución Valenciana, D’E. Estudy I.Investigación], 1990, p. 44

[2] Scott, Joan W. “El Género…”, 1990, pp. 44-47

[3] Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género y su utilidad para el análisis histórico”. La Aljaba, Segunda época, vol. II, Argentina, [Universidades Nacionales de Luján, La Pampa y Comahue], 1997, p.13

[4] Escandón, Carmen Ramos. “El concepto de género…”, p. 16

[5] Bock, Gisela, “La Historia de las Mujeres y la Historia del Género. Aspectos de un debate internacional”. Historia Social, N°9, Valencia, [Universidad de Valencia], 1991, pp. 58-59

[6] Scott, Joan W., “Historia de las mujeres”, en [Peter Burke, et.al.), Formas de hacer Historia. Madrid, [Alianza Universidad], 1993, pp. 53-88

[7] Scott, Joan W. “Historia de las mujeres…”, p.17

[8] Morant, Isabel, “Historia de las mujeres e historia: innovaciones y confrontaciones”. En: II Congreso Internacional Historia a Debate, T. III, Santiago de Compostela, 1999, pp. 293-304

[9] Para profundizar en las “corrientes historiográficas” y la inclusión o exclusión de las mujeres en sus estudios véase Escandón, Carmen Ramos “El concepto de género…” (pp. 22-29) y Morant, Isabel “Historia de las mujeres e historia…” (pp.293-304)

[10] Escandón, Carmen Ramos. “El concepto de género…”, p.26

[11] Acerca de este tema, Mary Nash ha hecho un importante análisis de la Historia de las mujeres en España. Véase Mary Nash, “Dos décadas de Historia de las mujeres en España: Una Reconsideración”. Zona Franca, Año II, N° 3, pp.3-6

[12] Bock, Gisela, “La historia de las mujeres…”, pp. 75-77

[13] Mary Nash, “Dos décadas de historia…”, pp. 2-4

[14] Bock, Gisela, “La Historia de las Mujeres…”, pp.59-61

[15] Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género…”, pp. 14-15

[16] Scott, Joan W., “El género…”, p.25

[17] Scott, Joan W., “El género…”, p28

[18] Bock, Gisela, “La historia de las mujeres…”, pp.59-67

[19] Bock, Gisela, “La historia de las mujeres…”, p.63

[20] Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género…”, p.15

[21] Scott, Joan W., “Historia de las mujeres…”

[22] Scott, Joan W., “El problema de la invisibilidad”. En: La Historiografía sobre la mujer. México, Autónomo, Metropolitana, 1992, pp. 38-65

[23] Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género…”, p. 19

[24] Véase los trabajos de Scott, Joan W., “El problema de la invisibilidad”, pp. 46-50 y de Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género…”, pp.19-22

[25] Esta división sexual del trabajo es la que permite el desarrollo del capitalismo.

[26] Cardozo, Ciro F.S., Introducción al trabajo de la investigación histórica; método e historia. 4° ed., Barcelona, [Crítica], 1989, p.146

[27] Bock, Gisela, “La historia de las mujeres…”, pp.57-58

[28] Scott, Joan W., “El problema de la invisibilidad…”, p. 44

[29] Escandón, Carmen Ramos, “El concepto de género…”, pp. 23-24

[30] Cardozo, Ciro F.S., Introducción al trabajo…, p.138. Respecto a las “fuentes” y su utilización véase Scott, Joan W., “El problema de la invisibilidad…”, pp. 43- 46 y Bock, Gisela, “La historia de las mujeres…”, pp.4-5

[1] Profesor de Historia-Universidad Nacional del Nordeste-Argentina. Este trabajo se realizó en el marco de un proyecto de investigación financiado por la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional del Nordeste y de un proyecto de tesis de doctorado por la Universidad Nacional de Córdoba, bajo la dirección de la Dra. María Silvia Leoni.