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¿Quién tiene un libro de Juan Filloy? Informe sobre la obra de un escritor singular (página 2)

Enviado por Aniulis, Raquel


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Desde el olvido y la distancia

En el artículo "Un escritor real. El mito Filloy", Hugo Daniel Aguilar analiza el fenómeno Juan Filloy. Lo primero que releva es que el escritor "permaneció en el olvido mucho tiempo. A la sombra de la historia, lejos de la crítica, fuera de las editoriales". Con relación a las instituciones, formaciones y experiencias que se organizan como modelo en la línea de la tradición, Raymond Williams esboza la idea de estructura del sentimiento. Esto es, la forma en que la cultura fue vivida por sus productores y su público, la experiencia concreta que comprende "actividades particulares integradas en formas de pensamiento y de vida".

La estructura de sentimiento apunta a resaltar la calidad de la experiencia social en el campo de la cultura, en cuanto a creencias, teorías, sistemas educativos, pautas estéticas, instituciones, visión del mundo, ideología, etc. Al respecto, Beatriz Sarlo señala que esta estructura que opera como organizadora de las experiencias culturales se convierte en centro productor de nuevos complejos significativos, de sus formas sociales de difusión, consumo y evaluación.

Aguilar explica que el olvido y la distancia de Filloy de las editoriales se debe a la actitud de él mismo, quien "dueño de una cultura sorprendente y de una inteligencia poco común, prefirió mantenerse alejado del sistema de humillaciones que supone la industria editorial", a pesar de que todas sus obras fueron bien recibidas por la crítica. Siguiendo las ideas de Williams, la ausencia de un autor de la producción editorial puede obedecer a una causalidad mucho más compleja. Demandaría un análisis más profundo de la obra de Filloy determinar si en algún aspecto su estilo, temática, o ideología se alejan de las concepciones vigentes en el momento histórico y sociocultural que se analiza.

Las páginas de Internet comentan reiteradamente la paradoja de un autor muy valorado pero tan poco publicado, pero cuando analizan las razones de ese fenómeno, aluden a motivos parciales. Esto es, el contenido provocador de los textos, la distancia, la estrechez de los círculos de provincia. Sirvan como ejemplos:

"Y si se llamó a silencio (editorial, no escritural) fue porque en esos años su labor como magistrado lo forzó al recato y le impidió hacer pública la constante impudicia de sus textos, así como sus opiniones polémicas, abundantes en toda su obra"

"(…) hay una capacidad inventiva, un desprejuicio frente a las formas tradicionales de la narrativa y un tan regocijante manejo del idioma, que desgajan a la obra de Juan Filloy del contexto histórico de la novelística de su tiempo y aconsejan una atención particularizada de la misma".

"Hoy somos muchos los escritores que hablamos de otra Argentina, otras ciudades literarias (…) Pienso en Manuel Puig con su General Villegas y en Daniel Moyano con sus altos de La Rioja (…) y pienso sobre todo en el empecinamiento ejemplar de Juan Filloy, quien a los 103 años (cumplidos en agosto de 1997) sigue escribiendo de espaldas a Buenos Aires? (?)casi todas las antologías del cuento argentino son, fundamentalmente, antologías del cuento porteño. Es como si en esas muestras cuentísticas Buenos Aires fuera toda la Argentina. Ignoro si es esto es así por obeliscocentrismo, ignorancia o simple estupidez. Sospecho que hay un poco de cada una".

"Filloy es un escritor para escritores", solía decirse entonces como un secreto a voces. El Lezama Lima argentino, pudo haber dicho Cortázar. Para siempre Juan Filloy simbolizará la pureza en el campo literario, el verdadero respeto a los valores tan poco valorados hoy en día. La perfecta elegancia en tema y lenguaje muchas veces lo llevó a hurgar en los andurriales de uno y otro porque él bien sabía -como juez, como hombre de la vida, como paradigmático mundonólogo- de la atracción de los opuestos. Fue quizá respondiendo a dicha atracción que a mediados de los años 60, desde su generosidad en el otro extremo del vasto espectro literario de entonces, Bernardo Verbitsky lo convocó, lo conminó y por fin lo convenció para que aceptara publicar en la colección de bolsillo dirigida por él. Así el profuso y memorable novelista del pueblo logró sacar al elitista del closet riocuartense y editar siete mil ejemplares de dos de sus novelas.

Una mente esclarecida como la de Filloy habrá percibido cuáles eran las expectativas del público y los lineamientos de selección del ambiente literario. ¿Se resistió a ajustar su producción artística a éstos, aún sabiendo que pagaría el precio de la exclusión? Aparentemente prefirió apostar a mostrar con honestidad una obra auténtica, verdadero reflejo de su inspiración artística.

La inspiración literaria y el gusto del lector

A este respecto, la noción del gusto se refiere al conjunto de normas, valores, pautas, articulados en la percepción de las obras literarias. Es una categoría de orden social y objetivo, que tiene como portador a los grupos nucleados por similares criterios de juicio y apropiación cultural. esto se relaciona con cierta "servidumbre" del autor ante el gusto del público, que determinará la selección y compra de la obra literaria .

A esto se refiere Sarlo cuando cita "el ejemplo del pez" que nada con la corriente, aunque no tenga otro remedio que "forzar a su inspiración a obedecerle". Por supuesto, es un derecho del escritor acceder a algunas concesiones y compromisos con el público: aun "sin disminución de su dignidad, el artista inteligente respetará ciertos prejuicios de su público. Estas características han sido relacionadas con el hecho de que muchos escritores pasan períodos de gran difusión y otros de relativa o total ausencia.

Al revisar fragmentos de las notas periodísticas leídas, pareciera haber silencios de años en la publicación de obras, que obedecen a la decisión expresa de Filloy de no publicar, por motivos éticos, para salvaguardar su imagen pública como abogado, fiscal y juez. Aunque también para evitar rendirse a las exigencias estético-ideológicas del mundo editorial y de la crítica literaria del momento.

Bourdieu había señalado que aprehender el campo intelectual (área social en la que se insertan productores y productos de la cultura), constituye una de las claves para analizar el fenómeno de la publicación y recepción de la obra literaria. Interrogarse sobre el origen del sentido público de una obra "es preguntarse quién juzga y quién consagra, cómo se opera la selección que, en el caos indiferenciado e indefinido de las obras producidas e incluso publicadas, discierne las obras dignas de ser amadas y admiradas, conservadas y consagradas". Sarlo cita como ejemplos los vaivenes y dificultades en la publicación de obras de Marechal y Cortázar, autores que citan reiteradamente las páginas de Internet cuando alaban a Filloy.

Por otra parte, cuando Filloy opina sobre Borges, que es algo así como opinar sobre la literatura establecida, acreditada por la crítica literaria, lo hace a modo de desafío. Dice que Borges

"(?) ha escrito poco. No tiene una novela. Tampoco la tiene Lugones. Sobre novelística argentina Borges jamás opinó; prefirió identificarse con el tango… Esto, y su devoción al suburbio y sus malevos, encarnan inclinaciones sin mayor importancia, porque no son sinceras. El no se ha dedicado, ni remotamente, a investigar la literatura nacional con la fruición con que lo ha hecho respecto de la inglesa (?) tuvo una educación muy limitada, a cargo de gobernantas inglesas y francesas. Su visión sobre la vida nacional fue muy rudimentaria; le faltó contaminación con la realidad y el paisaje, con la tradición popular argentina. Así como escribió con tenacidad literatura inglesa, tuvo un criterio despectivo sobre el Martín Fierro, (?) una obra fundamental que nos representa y que permanecerá firme.

Para toda la muchachada que lo leímos, Martín Fierro fue una figura rebelde que coincidió plenamente con nuestras vehemencias juveniles; que participó en la gestación del espíritu nacional porque iluminó una época en la que la nación no estaba aún consolidada. Es un poema épico, realizado con una gran habilidad, con versos netamente argentinos, sin alusión ni semejanza con el romancero español. Está escrito en quintillas o sextinas típicamente suyas, con una combinación métrica perfecta. Tiene sus incorrecciones y licencias, por cierto, pero en general son versos muy correctos. Todo esto con una magnífica inspiración y acopio de experiencias para describir los caracteres humanos…  Borges equiparaba a Fierro con Juan Moreira. Error flagrante. Son arquetipos distintos. Martín Fierro es un personaje discutible pero simbólico. Moreira, un matón de comité. Aquél prevalecerá porque tuvo rebeldías valiosas y ciertos impulsos cuestionadores. Por lo demás, amén de la genialidad condensada en su Martín Fierro, José Hernández fue un escritor que hizo todo lo posible por exaltar las industrias agrarias del país. Ambos afanes son deudas que no caducan".

Puede atribuirse esta encendida defensa del Martín Fierro al gusto de Filloy por representar el lenguaje tal cual lo emplean los personajes de las obras, sin desdibujarlo, corregirlo ni eufemizarlo con sinónimos y pulimientos ajenos a su esencia. Y relacionar esta postura frente a la producción literaria, con el rechazo de alguna de sus obras por parte de la empresas editoriales. Pero quedaría sin explicar la ausencia de muchas otras, de lenguaje delicado y clásico. Aguilar se pregunta: "¿Cuáles son las razones que justifican este olvido? ¿Desconocimiento? ¿Mala fe? ¿Resabios de falso recato? ¿Abierto conservadurismo reaccionario? ¿Centralismo?".

Finalmente, Filloy mismo alude a la ausencia de su obra en las librerías, cuando explica porqué el lanzamiento de sus libros debía ser limitado: "mis libros eran coprolálicos, crudos, heterodoxos, y yo era nada menos que fiscal, camarista? No podía lanzar obras que hubieran podido ser inculpadas por trasgresión al artículo 208 del Código Penal." Suena a sencilla explicación verosímil en un funcionario prudente, pero también a la ironía de la zorra que sabe que las uvas están lejos, no verdes. Autoexcluido o marginado por las editoriales, la verdadera respuesta la percibió él mismo, quien supo cuántas oportunidades genuinas de publicar tuvo.

Si "la comunidad artística se presenta como un medio estructurado y, en ocasiones, fuertemente jerarquizado; como un espacio donde el comportamiento del público y la actividad de los escritores responden a costumbres, ideas, sentimientos y gustos que difieren históricamente y según sectores sociales.

La imposición, difusión y legitimación de las conductas estéticas y los juicios críticos corren a cargo de un conjunto de instituciones mediadoras: la crítica, la educación artística, los premios, las bibliotecas, las colecciones de grandes obras, las antologías, el periodismo cultural, las academias y la universidad, entre otras instancias", esta enumeración resulta orientadora para ver dónde está Juan Filloy y dónde no.

La crítica evidentemente lo reconoce y alaba, lo tiene en cuenta y hasta se queja de que se atribuyan a otros particularidades de su creación, como la introducción de lo coloquial en la novela, con las voces propias de los personajes, que se suele adjudicar a Marechal. En el ámbito de la educación, por lo menos en los niveles medio y superior del profesorado, no está, como tampoco en las bibliotecas escolares, públicas y en aquéllas de los clubes barriales. En las colecciones de grandes obras, que suelen aparecer cada tanto, tampoco. Apenas si aparece en algunos premios y, ahí sí, en muchos artículos periodísticos.

Otro contrasentido: tanto se achaca a los medios periodísticos la responsabilidad por formar el gusto de la gente (o por deformarlo), pero en este aspecto los elogios al autor no han alcanzado para hacerlo reconocible en el gusto de los potenciales lectores. Una explicación puede ser también la decisión del autor cordobés de permanecer en Córdoba, lejos de Buenos Aires.

En un reportaje, él mismo reconoce que otra hubiera sido la historia si se hubiera mudado a la Capital Federal, cosa que no hizo por "cómodo", por no tentar una suerte poco alentadora al precio de dejar su vida estable y segura como juez en la provincia, "prefiero las ciudades chicas, usted vive consigo mismo". Y agrega: "nunca quise editar en Buenos Aires para no someterme al triple ludibrio de la prensa, la moral ciudadana y la Iglesia de aquella época".

Esto recuerda el reportaje citado en el que confiesa que no publicó algunas obras para no arriesgarse a ser denunciado por trasgredir el artículo 208 del Código Penal. Si estuvo dispuesto a ajustarse a la sensibilidad de Córdoba (prensa, moral ciudadana e Iglesia), ¿por qué no aceptó el riesgo del mismo juicio en Buenos Aires? En cierta forma, estaba percibiendo el juicio condenatorio antes de someterse al examen de los grupos sociales y literarios capitalinos.

Como se ha mencionado, Filloy tenía conciencia de la pretensión de las instituciones de poder al momento de establecer pautas rígidas para moldear tanto la escritura como la lectura. Si hubiera querido publicar en Buenos Aires, probablemente habría podido, pero sacrificando aspectos de su obra o de su vida que él consideró prioritarios: la riqueza casi excéntrica del léxico, el perfil marginal de sus personajes, la carrera judicial, la residencia en el interior de Córdoba. Claro que fue justamente esa resistencia a someterse a aquellas exigencias lo que lo convirtió en un escritor de perfil bajo pero de sólida presencia en las letras contemporáneas.

La norma de creación en el campo de la preceptiva literaria, señala Sarlo, "funciona como disposición de carácter obligativo y conciente que la escritura artística debe acatar (?) es concebida como una ley que define la legalidad literaria" Tanto si el autor se ajusta a la norma vigente como si la transgrede, la relación con ésta es inseparable, hasta el grado de que la trasgresión debe ser entendida como tal por el lector, que decidirá aceptarla e identificarse con el contenido o con el recurso mismo.

Cuando se le señaló a Filloy que su forma de escribir era muy erudita, y se le recriminó su jactancia según la cual, para entender sus obras, debía tenerse al lado el diccionario, comentó: "a mí me gusta la erudición, pero hay dos clases de erudición: una es sólo lucimiento y otra que es el resumen de lecturas, de conocimientos que se van adquiriendo y difundiendo a lo largo del tiempo". Y ante la objeción de que esto lo llevara a ser muy elitista, se defendió: "no me interesa el número de lectores, lo que me importa es la riqueza del idioma. Si tenemos setenta mil palabras, ¿por qué vamos a hablar con ochocientas solamente?" Otra vez aparece la resistencia a la exigencia exterior que pretende que el escritor se subordine a lo normal y corriente.

Este esbozo de análisis perfila la realidad de un escritor a espaldas de la gran ciudad, de las editoriales y aún de la crítica literaria de lectura popular, que por poco no queda a espaldas del lector también. Y definen un escritor singular. Como escribiera Aguilar: "un escritor sin obras, una literatura sin libros".

Conclusión

Puede señalarse que el caso Filloy resulta ser fascinante al momento de definir su obra heterodoxa y vasta, y resulta un verdadero misterio a la hora de rastrear sus libros. No está en las bibliotecas escolares ni en las públicas, ni en las de los amigos, ni en los puestos de usados, apenas en algunas pocas librerías. El nombre no suena familiar a los vendedores ni a los bibliotecarios.

Ha resultado sumamente interesante la tarea misma de aplicar los contenidos teóricos a un caso particular. Especialmente por el hecho de que es un caso que permite analizar los temas, pero sin obtener una respuesta evidente, sino, por el contrario, descubrir más líneas de investigación posibles. Queda la sensación de que esta búsqueda es sólo el comienzo.

En la relectura de los textos periodísticos tomados como base para el trabajo, pudo observarse también que los mismos conceptos y frases se repiten en una y otra ocasión, como si las páginas fueran siempre citas de otras entrevistas, sin poder determinar cuál es la original. Esto crea entonces otra pregunta, que de por sí excede el objetivo propuesto: ¿cómo determinar cuáles son voces y cuáles ecos de esas voces que resuenan en la Red universal?.

En este caso, la mención elogiosa hacia Filloy, ¿está en todos lados, en decenas de páginas web?, ¿o es una sola opinión sobre su obra, tomada y retomada en las demás páginas? Al mismo tiempo, ¿hasta qué punto esa reiteración de frases e ideas está formando o transformando el campo intelectual? ¿Se suma el ciberespacio a los cenáculos, círculos de críticos, salones y cafés, que son reconocidos en su papel de guías culturales?. Más aún, ¿puede siquiera considerarse la Red como incipiente formadora de opinión y moldeadora del gusto, otro taste maker?

Pero ha sido muy interesante la posibilidad de comprobar cuánto se puede saber sobre un autor antes de arribar a su obra. Como autopista que es, la Red lleva mucho y rápido. Esto lleva a pensar que casi nunca se llega a la lectura del libro limpio de juicios (y prejuicios) propios o a-propiados.

Queda la idea de Aguilar: "la literatura argentina sin Filloy es una historia contada a medias, parcial y gratuitamente injusta (?) En un tiempo de "escribidores" a sueldo, experimentadores vacuos y torpes, y mitificadotes banales, Filloy es nada más y nada menos que un escritor. Un escritor real o escritor no más, como él diría. Casi nada" .

Bibliografía

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Bourdieu, Pierre, "Campo intelectual y proyecto creador", en Intelectuales, política y poder, Eudeba, Buenos Aires, 1999.

Massimino, Horacio Daniel. Letralia Tierra de Letras N° 48. 1°/6/98. www.letralia.com/48/en01-048.htm

Sarlo, Beatriz y Altamirano, Carlos . Conceptos de sociología literaria, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993

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Una breve y básica bibliografía biográfico/crítica:

  • Don Juan. Antología de Juan Filloy. Selección, estudio y prólogo a cargo de Mempo Giardinelli. Ediciones Desde la Gente, Buenos Aires, 1995. 128 págs.
  • Tramas para Leer la Literatura Argentina. Número 5, Narvaja Editor, Córdoba, 1996. Pág. 119 y ss.
  • Juan Filloy. El escritor escondido. Mónica Ambort, Op Oloop Ediciones, Córdoba, 1992. 140 págs.
  • Atípicos en la literatura latinoamericana. Noé Jitrik (compilador). Oficina de Publicaciones del Ciclo Básico Común, UBA, Buenos Aires, 1997. Pág. 75 y ss. (Amalia Iniesta Cámara), pág. 107 y ss. (Sandra Gasparini).
  • El Grillo. Revista de Cultura. Nº 8, abril/mayo 1993, Buenos Aires. 1993. Pág. 8 y s. (María Rosa Lojo).
  • Resquicios de la Ley. Una Lectura de Juan Filloy. Sandra Gasparini. Hipótesis y Discusiones/3. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, 1994. 48 págs.
  • Anatomía de Op Oloop. Hermenéutica de la novela Op Oloop de Juan Filloy. Héctor González Quintana. Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto, 1994. 122 págs.
  • Poesía Argentina de Fin de Siglo. Tomos I y II. Estudio Preliminar. Critina Piña, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1996. Pág. 15.
  • Anatomía de La Potra. Hermenéutica de la novela La Potra de Juan Filloy. Héctor González Quintana. Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto, 1996. 172 págs.

 

Datos del autor:

Aniulis, Raquel

Estudios cursados: terciarios

Partes: 1, 2
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