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Relación lenguaje-identidad y cultura

Enviado por almipaz


    Consideraciones desde sus usos y funciones 

    1. Consideraciones generales.
    2. Acerca de los conceptos básicos
    3. Definiciones y las relaciones funcionales
    4. Los usos y funciones de los términos: lenguaje, identidad, cultura y sus implicaciones en la vida escolar
    5. Lo funcional en niveles más complejos de la vida social.
    6. Hombre, lenguaje y cultura
    7. Bibliografía

     PROLOGO

     Podría decirse que una buena parte de los hechos que enmarcan nuestra vida social son tangibles a partir de sus determinaciones funcionales. Tal es el caso de los elementos de análisis que ocupan estas líneas, en las cuales se establece un acercamiento, en el sentido de sus usos. 

    Los hechos del lenguaje, entendidos en una relación de doble vía con los hechos de la identidad cultural, son visualizados en esta perspectiva. Es decir, el valor de uso como posibilidad de apreciar los términos en sus contextos y ambientes de acción

    Es esa la intención primaria del presente ensayo. De ahí que se procuren inicialmente unas consideraciones generales acerca de los términos en referencia, siempre articulados en sus dinámicas. Luego se establecen unas pautas definitorias, con el ánimo de visualizar las partes e integrarlas a un todo, comprendido en el espacio escolar y en la estructura social más compleja. 

    Todos estos componentes del texto funcionan como soportes de la hipótesis general, en los cuales los ejemplos citados acuden con propósitos orientados a ilustrar dos fases contrapuestas: la no funcional—la funcionalidad y sus implicaciones.

     El abordamiento temático, si bien puede ser enriquecido con nuevos elementos teórico—experienciales, permite sopesar de manera positiva las hipótesis que regulan las ideas centrales del texto.

      

    CONSIDERACIONES GENERALES.

     El lenguaje como creación cultural establece los principios constitutivos de la identidad del individuo y de los grupos sociales, mediante las formas particulares en que se desarrollan los idiolectos, los dialectos y las lenguas, principalmente. Estas variantes lingüísticas dan forma contextual y conceptual al carácter funcional del lenguaje.

     En el ámbito de lo contextual se relacionan los componentes socioculturales, en los cuales se dinamizan los lenguajes. Así como en el terreno de lo conceptual se establecen los sentidos que comportan su estructura y función interna. Como se observa, la aproximación desde lo funcional a la relación lenguaje – identidad y cultura señala una línea que se articula a la comprensión de la lengua en sus usos y en sus posibilidades dinamizadoras de los procesos socioculturales, en los cuales adquiere sentido de identidad el individuo y el grupo social, del cual es componente.

     La configuración temática así esbozada, propone la búsqueda de una apropiación conceptual básica para comprender sus elementos, como insumos necesarios para visualizar el desarrollo del trabajo que aquí se aborda. Para el efecto se acude, en primer término, a los documentos de autores de mayor relevancia en este campo y a los aportes experienciales que puedan tener sentido práctico y teórico. Por circunstancias de orden práctico y operativo en el trabajo, se utilizan indistintamente los conceptos de lenguaje y de lengua. Lo que no implica desestimar los usos específicos que en algún momento se le puedan dar a los términos lenguaje y lengua. El primero visto en un sentido abarcador de los sistemas de las lenguas y el segundo asociado a los idiomas: español, inglés, francés, etc.

     Para efecto más prácticos el lenguaje entendido como el objetivo particular de estudio de la lingüística. Es decir, el lenguaje, un objeto del conocimiento, asumido en su funcionalidad. El lenguaje en situación (Ducrot, 1981.)

     Al respecto André Martinet en su obra "El lenguaje desde el punto de vista funcional" muestra el recorrido, no menos problemático, que la lingüística ha tenido que llevar a cabo desde sus primeros intentos, por superar los obstáculos epistemilógicos y conquistar el carácter de disciplina científica, con su objeto particular de estudio: El lenguaje.

     En esta trayectoria, el lenguaje se descubre en su funcionalidad y en sus usos, que adquieren sentidos a partir de sus relaciones internas (lo intrínseco) y con otras áreas del comportamiento (lo extrínseco). La funcionalidad interna corresponde a lo que podría denominarse, un lenguaje hablando de sí mismo, reconociéndose en sus componentes; en tanto que la funcionalidad externa responde a un lenguaje vehiculizando saberes, reconociéndose en la actividad comunicadora.

     La perspectiva funcional del lenguaje, objeto de estudio de la lingüística, permite establecer su carácter dinamizador de los procesos culturales de la comunidad, en la cual interviene. Los sentidos culturales se dinamizan proyectivamente mediante la intervención del lenguaje de la comunicación y del lenguaje del conocimiento. Ambos términos: comunicación y conocimiento, están implicados en el desarrollo y optimización de los recursos lingüísticos con que cuentan el individuo o una comunidad determinada.

     En esta interconexión del lenguaje comunicacional, que socializa saberes y prácticas, y del lenguaje del conocimiento que comporta saberes, se estructura la identidad cultural con sus rasgos individuales y colectivos. Los usuarios del lenguaje establecen su relación cultural, en la medida de sus roles y de posibilidades.

     La dinámica funcional del lenguaje, asumida en su carácter cognoscitivo y comunicacional, propone variados enfoques multidisciplinarios para su estudio. Estos enfoques se articulan o se distancian del objeto, en la medida de sus implicaciones comunicantes de las cuales el lenguaje es su punto de referencia más importante. Es decir, la relevancia, en un momento dado, de los acercamientos al lenguaje funcional, determinada por los intereses de estudio particular de cada disciplina, responde al carácter que se le imprime en momentos y en circunstancias dadas.

     Así, disciplinas de estudio como la sociolingüística, la neurolingüística, la geolingüística, entre otras, reclaman para sí aproximaciones al lenguaje funcional, desde sus áreas. Y por supuesto, en cada área el lenguaje es reconocido en su acción dinámica, de manera interactuante. Además, esta variedad de enfoques, lejos de desintegrar la visión funcional del lenguaje, fortalece el acopio teórico–práctico para su estudio.

     La referencia a los estudios particulares (enfoques disciplinarios), reconoce en el lenguaje la particularidad de ser objeto de estudio de disciplinas distintas a la lingüística, estableciendo, además, la distinción entre el lenguaje como medio (instrumento) y el lenguaje como referente de los estudios disciplinarios (objeto).

     El enfoque desde lo funcional, mediante el cual se asume el presente trabajo, tiene su fundamento en el reconocimiento y comprensión de la actividad mediadora, la cual cumple el lenguaje, a través del tejido de redes interactuantes en el contexto de una cultura determinada. En este tejido se pueden identificar los rasgos lingüísticos particulares que distinguen los individuos y los grupos sociales que la componen.

     Dentro de las funciones, la función instrumental (mediadora) y cognoscitiva (saberes), cumple roles culturales, en la medida en que ponen en evidencia elementos del saber social, incluyendo los ideológicos, mediatizados por los sentidos propios de la comunidad. Esta capacidad de producir sentidos guarda estrecha relación con los intereses de los usuarios y sus niveles de desarrollo lingüísticos.

     Con estos planteamientos, al asumir el estudio del lenguaje, la identidad y la cultura, desde una aproximación funcional, se pretende reconocer la estrecha relación entre los términos, materializada en las prácticas cotidianas y, principalmente en el desarrollo de patrones culturales y lingüísticos de las sociedades actuales

    ACERCA DE LOS CONCEPTOS BASICOS

     Resulta indispensable, de esta manera, partir de los conceptos previos, básicos de los términos, para una mejor comprensión del tema en referencia.

     El término lenguaje presenta varias acepciones, aunque sin variaciones significativas. Estas obedecen, principalmente, al ámbito particular de cada estudio, en concordancia con las necesidades propias de cada enfoque. Se cita aquí una definición generalizada que proporciona el diccionario Enciclopédico Espasa, en su edición española de 1985.

     "Lenguaje. Conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente – Idioma hablado por un pueblo o nación, o por parte de ella – Manera de expresarse – Estilo y modo de hablar y de escribir de cada uno – Uso del habla o facultad de hablar – Conjunto de señales que dan a entender una cosa – Conjunto de caracteres, símbolos, representaciones y reglas que permiten introducir y tratar la información en un ordenador".

     En cuanto al término cultura, se presentan igualmente varias definiciones concurrentes, por su pertinencia temática, en el planteamiento de I. Savranski, en su libro "La cultura y sus funciones":

     "La cultura es un sistema complejo que funciona con determinada integridad y dinamismo. Incluye un conjunto de diversos subsistemas, los cuales desempeñan un papel esencial en la creación y difusión de los valores espirituales".

     Buena parte de los subsistemas de la cultura tiene que ver con los códigos lingüísticos que circulan, merced a las interacciones comunicantes entre los usuarios pertenecientes a una cultura determinada. En esta dinámica, la comunidad crea sus sentidos culturales y difunde sus valores espirituales.

     Como se observa en esta definición de cultura, se muestra una mayor susceptibilidad a ser estudiada, como objeto, desde el campo de la filosofía y la sociología. Condición ésta que no rechaza intervenciones desde los estudios de los folclorólogos, con una disciplina que ha venido copando espacios de la antropología (Motta, 1985) y de la literatura (Oliveilla, 1982).

     Asumiendo relacionalmente los, concepto del lenguaje y de la cultura, se advierte la necesidad de reconocer los hilos funcionales que los trascienden de manera recíproca. Es decir, el lenguaje como subsistema del sistema cultural, portador de sentidos e instrumento, a la vez, de la comunicación de los valores espirituales de una comunidad dada. La cultura, a su vez, creadora de los lenguajes y vehiculizada por éstos. En este marco se configuran los elementos que le dan identidad a los usuarios de una comunidad.

     La identidad podría considerarse, entonces, como producto de la relación funcional entre lenguaje y cultura, o bien como el grado de intervención de los individuos en este proceso. Intervención que no puede ser pasiva (por el sólo hecho de pertenecer a la comunidad) sino activa (en la medida de los usos de los códigos lingüísticos y de los valores espirituales de la cultura).

    Entendido así, el término identidad debe ser definido, superando su forma literal proporcionada por los diccionarios de la lengua española:

     "Identidad / Calidad de idéntico, hecho de ser una persona o cosa, la misma que se supone o se busca, igualdad que se verifica siempre, sea cualquiera el valor de las variables que su expresión contiene…" (Espasa 1, 1985).

     Una manera de superar esta definición consiste en aprovechar las interpretaciones que suscita la expresión "el valor de las variables", de donde se pueden inferir connotaciones de orden antropológico, ontológico, político, o bien, lingüístico. Son las que, por sus características, permiten un mejor acercamiento a los propósitos de este trabajo. Tenemos, entonces, con estas variables interpretativas que el término identidad se define:

     Como una serie de atributos congénitos, diferenciables marcadamente de los "otros". Otros que no necesariamente deben responder a las caracterizaciones estandarizadas de los grupos sociales. (Ruiz, 1987).

     -         Se desprenden así dos identidades que no se descartan y actúan correlativamente: Ontológicamente, el individuo en su psicología, como una particularidad "asignada" por el grupo, con unos rasgos que lo semejan a los demás y lo diferencian entre ellos; políticamente, los individuos, con sus códigos lingüísticos, sus ideas y sus formas de vida que enmarcan su pertenencia a determinado territorio, en el esquema social-antropológico, y en cuyas prácticas se expresa su filosofía de la vida: de lo cotidiano y lo trascendente funcional. 

    DEFINICIONES Y LAS RELACIONES FUNCIONALES 

    -         Implicados en esta trascendencia funcional, los términos lenguaje, identidad y cultura asumen roles, que adquieren vigor práctico en la medida de su capacidad de intervención en los procesos sociales que dinamizan la vida de una comunidad. Estas intervenciones, generalmente, van coimplicadas, en donde las evidencias culturales son puestas en escena por el lenguaje mismo, de acuerdo a sus ritmos internos y a la correlación con otros elementos del sistema de la cultura en general.

     -         De esta manera, la aproximación funcional a los conceptos de lenguaje, identidad y cultura, es una forma de comprenderlos en su dimensión operativa. No es posible reconocer el lenguaje en sí mismo, se distingue en sus relaciones que le dan sentido a la vida en comunidad y se nutre de esos sentidos para implicar otros, a su vez. De igual manera la cultura es comprendida y puede ser explicada en sus manifestaciones funcionales. La funcionalidad, es expresión de los sentidos que le dan vida al lenguaje y a la cultura. Lo funcional expresa y reconoce la identidad, la hace manifiesta.

    -         Vistos en su integridad, los términos lenguaje, identidad y cultura se expresan conceptualmente, a partir de sus relaciones solidarias y se materializan en sus prácticas, que pueden en un momento dado determinar la preponderancia de los roles de cada término, según los ambientes socio-culturales les sean o no favorables. El contexto socio-cultural es muy importante para el desarrollo funcional de los elementos en cuestión.

     Se abre así un marco de referencia para la formulación de una de las posibles hipótesis que pueden suscitar las aproximaciones funcionales al tema del trabajo:

     -       Un ambiente socio-cultural favorable, posibilita en sus individuos desarrollar inmejorables niveles del lenguaje.

     El orden de los términos en la formulación de esta hipótesis puede ser cambiado, sin que con ello se alteren los sentidos que se pretenden demostrar. Es decir, la aproximación funcional al estudio de la relación lenguaje, identidad y cultura, no puede ser alterada en su ordenamiento dado que se trata de darle sentido operacional a los términos, implicándose entre sí solidariamente, en un contexto socio-cultural determinado.

     Lo que sí es posible señalar es el papel del lenguaje, entendido como subsistema del sistema cultura. Una función que se define fundamentalmente de carácter instrumental, cuyas implicaciones en la vida social de los individuos y en el desarrollo del pensamiento, es cada vez más elocuente, a partir de los estudios sociolingüísticos (Labov, 1983), psicolingüísticos (Grene, 1980), neurolingüísticos (Luria, 1995), entre otros.

     Por las características del estudio, así como por la variada información que proporciona para dar respuesta a algunos de los indicios que se vienen esbozando, se recurre a un ejemplo clásico. Una historia real citada por M. Sídorov en su libro "¿Cómo el hombre llegó a pensar?"

     Se trata del hallazgo realizado por el misionero Singj, su esposa y un grupo de expedicionarios en una de las selvas de la India. Impulsado por la curiosidad de descifrar historias de "fantasmas" en una madriguera de lobos, contadas por asustados aldeanos, el misionero descubre que se trata de dos niñas de año y medio y ocho años aproximadamente. Llevadas a su casa (centro de observaciones), para efectos de los estudios del caso, se dan los nombres de Amala a la pequeña y de Kamala a la mayor.

     Los años de vida transcurridos con los lobos de estas dos niñas, produjeron cambios considerables en su estructura ósea y muscular. En los desplazamientos permanentes con la manada, ponían en actividad las cuatro extremidades, imitando el caminar de los lobos; así mismo, la conformación de los maxilares les permitían desgarrar la carne cruda, ayudadas por las manos un poco más alargadas para su movilidad. Siempre comían con las manos, en el tiempo de la observación no fue posible que aprendieran a manejar los utensilios.

     Dentro de estos cambios, el más sorprendente observado por el misionero y su grupo, consistió en el deterioro irreversible de la capacidad de habla de las niñas, determinado, entre otros, por la temprana edad en la que presumiblemente fueron adoptadas por la manada de lobos y el tiempo de convivencia en un ambiente de mínimos requerimientos para la comunicación. En el tiempo de observación las niñas emitían leves gemidos, imitando los aullidos de los animales en circunstancias de hambre, frío o peligro.

     Estas exigencias mínimas en materia de comunicación dieron al traste con el desarrollo del lenguaje, correspondiente a sus edades, lo que presume un sensible atrofiamiento de los centros cerebrales, destinados a tal fin y de los órganos fonológicos articulatorios del lenguaje hablado.

     Desde el punto de vista del desarrollo del pensamiento (Luria, 1993), la casi imperceptible manifestación del lenguaje interior que constituye la base del acto intelectual del niño, en estas edades, muestra exiguas posibilidades mentales. El desarrollo de la actividad práctica del niño, dice el mencionado autor, tiene lugar con la participación de su lenguaje activo. Ese lenguaje activo (funcional) en Amala y Kamala no está presente, porque no es requerido entre los animales. Es una facultad humana, hasta donde se conoce.

    "Gracias al lenguaje el pensamiento permite elaborar conceptos abstractos y formular conclusiones lógicas que rebasan los marcos de la percepción sensorial…" (Luria, 1993, p.25).

     Atendiendo a la concepción de Luria, con respecto a la importancia y función del lenguaje en relación con el desarrollo del pensamiento, se puede inferir que esta actividad mental no puede rebasar los marcos de la percepción sensorial, dado que no existe el lenguaje como soporte.

     En el supuesto de un "lenguaje animal" se puede establecer una distinción con el lenguaje humano; por cuanto el primero sólo expresa en los sonidos que emiten ciertos rasgos de afectividad, no logrando superar la designación de los objetos concretos.

     La designación de objetos concretos son funciones de las palabras, que a juicio de Luria se cumplen en tres fases: a) la catalogación objetiva o función concesiva, b) la función abstracta o sintetizadora y c) la función generalizadora.

     Al no existir evidencias del lenguaje humano en desarrollo, la fase de conceptualización con sus tres tipos de funcionalidad, está ausente en las niñas de la historia mencionada. No hay actividad lingüística, porque el lenguaje, como se recuerda, no existe en sí, sino en su funcionalidad. Y esta no aparece, en tanto no se puede desarrollar sin un ambiente cultural adecuado, que le dé identidad a las niñas con relación al grupo. No hay una estructura del lenguaje que posibilite el desarrollo del pensamiento. La manifestación funcional del lenguaje no es posible sin un ambiente apropiado para el desarrollo del pensamiento.

    Desde el punto de vista social, la funcionalidad del lenguaje está determinada por el ambiente socio-cultural, en el cual se relacionan los usuarios (Halliday, 1994). Hay una estrecha correlación entre el lenguaje y la vida social (Bally, 1941). En el caso de las niñas de la historia, esta correlación representa un nuevo ingrediente para reconocer que la ausencia del lenguaje, funcionalmente hablando, guarda relación con la ausencia de la vida cultural, social y por tanto de identidad.

     Podría pensarse en un entendimiento mínimo, lingüísticamente hablando, entre Amala y Kamala; sin embargo, el hecho de haber sido adoptadas, desde sus primeros años de vida, se supone, no permitió el desarrollo en su primera fase de los fundamentos del lenguaje humano, más sí de adaptarse a los rudimentos sonoros de los lobos. Justamente lo imprescindible para sobrevivir en la manada.

     Sin la presencia de interlocutores de la misma especie (humana) no hay funcionamiento del lenguaje, y sin esa funcionalidad el lenguaje no existe como tal. Este no puede desarrollarse, teniendo como materia prima los aullidos de los lobos, quienes los usan para cumplir requerimientos mínimos, frente a situaciones especificas: Hambre, frío, peligro. Además, las expresiones afectivas mínimas que se traducen en algunos sonidos, no pueden responder a toda la carga valorativa que circula, mediante el lenguaje, en condiciones culturales favorables.

     Funcionalmente la identidad no encuentra razón de ser en circunstancias tan desfavorables. Perdida la noción del ser, interaccionante, autónomo y proyectivo, desaparecen los rasgos que pueden hacer semejantes y diferenciables a los individuos. Aunque, según el grado observador, los rasgos de afectividad en Amala y Kamala son instintivamente fuertes. La muerte de una de las niñas provoca una crisis en la otra, crisis que se manifiesta en un mayor aislamiento del nuevo grupo familiar (equipo de trabajo del Dr. Singj).

     En esta misma dinámica de la "vida" de las niñas, también desaparecen los vestigios de la vida cultural. Con una mínima relación interpersonal, los elementos básicos para la proyección de los valores espirituales no funcionan, dado que la manada de lobos no puede ser interlocutores para la dinamización de los sentidos culturales. No son necesarios.

     Vista la funcionalidad de los términos lenguaje, identidad y cultura a la luz de la historia de Amala y Kamala, se puede aventurar otra hipótesis que no difiere mucho del planteamiento inicial; pero que sí da cuenta de las múltiples posibilidades que se mueven en este campo.

     – Los niveles de utilización del lenguaje por parte de sus usuarios, determinan el grado de desarrollo del ambiente sociocultural en el cual viven.

     Con la formulación de esta hipótesis se pueden canalizar nuevos elementos que permiten ampliar el panorama conceptual y contextual de los términos lenguaje, identidad y cultura, en el sentido de su funcionalidad. Genera además otras hipótesis, proporcionando espacios para el ejercicio de nuevas lecturas interpretativas de los casos. Por ejemplo, si la historia de las dos niñas muestra la correspondencia entre el incipiente entorno cultural y el apenas perceptible "lenguaje animal" sonoro. Otros casos pueden mostrar la correspondencia entre un espacio cultural favorable con el desarrollo del lenguaje.

     El pobre y casi nulo desarrollo del lenguaje, del cual disponían las dos niñas de la historia, sólo puede explicarse por su incipiente relación social. El hombre es un animal social: El lenguaje es el producto de ese instinto de sociabilidad, señala Aristóteles (citado por Bally p.28, 1941). En la manada de lobos, las niñas seguían sus comportamientos, adaptándose a sus prácticas alimenticias y formas de comunicación, caracterizadas por aullidos, como respuestas a los estímulos externos. Por fuera de la manada, la actividad social era nula.

    El medio cultural, al no existir, plantea pocas o casi nulas exigencias comunicativas a las niñas, lo que se traducía en el no uso de los códigos lingüísticos, agravado por la atrofia de los órganos productores de la voz humana. En estas condiciones, el desarrollo de los principios de identidad carecería de la más elemental conciencia de vivir, a la manera de Bally, cuando plantea que "la vida en función del lenguaje es la conciencia de vivir y la voluntad de vivir". El hecho trágico es la no existencia de identidad en las dos niñas.

    Según Sídorov (1966), el ejercicio del pensamiento libre y autónomo no puede desarrollarse en circunstancias tan precarias. Amala y Kamala sólo viven un presente continuo.  

    LOS USOS Y FUNCIONES DE LOS TERMINOS: LENGUAJE, IDENTIDAD, CULTURA Y SUS IMPLICACIONES EN LA VIDA ESCOLAR

     En un ejemplo inverso a la historia de las niñas, se podría citar la vida de la escuela. Lo que muchos denominan "la cultura escolar". En esta, las condiciones relacionales de la comunidad educativa se manifiestan en espacios que brindan las mejores condiciones para el desarrollo de una cultura, que si bien es estandarizada, sus componentes interactúan en sentido dinámico y proyectivo.

     El empleo del termino "cultura escolar" tendrá un tratamiento preferencial, en este caso, por cuanto permite globalizar un conjunto de ideas entorno a considerar la escuela como la institución que cumple el papel de sintetizador de la cultura y de contacto con el desarrollo de la sociedad. La escuela estandariza y racionaliza los saberes.

     En relación con la cultura, la escuela es un espacio que la promueve en sus prácticas. La convivencia de los individuos, mediante las redes de interacción cotidiana con sus interlocutores en la comunidad educativa, genera un marco ideal para la construcción de un nuevo contexto de cultura. Un contexto de cultura en el cual se asumen nuevos paradigmas en el sistema valorativo. Los sistemas tradicionales de valores particulares socializan y dan vida a uno nuevo. Es el sistema escolar distinto al sistema familiar.

     Además, aparte de que los individuos al socializar sus culturas particulares, establecen valores comunes entre sí, la escuela superpone su sistema valorativo institucional, cuyo carácter arbitrario es aceptado por la mayoría de los miembros de la comunidad escolar. La síntesis normativas de este marco de transacciones e imposiciones está materializada en el llamado "Manual de Convivencia", que se asume como el regulador de los sistemas valorativos enunciados.

     Se señalan así los ingredientes que permiten construir el enramado de prácticas de una cultura predominante pero que contienen elementos de las culturas particulares. Los indicios arrojados por estudios realizados en 1993 por la F.E.S, en torno a la cultura escolar, muestran que con o a pesar de está, subsisten los subsistemas de otras culturas, estimulados por la presencia de lenguajes subyacentes al estandarizado de la escuela (Bally, 1941).

      En cuanto al lenguaje, los cimientos de una cultura fuerte estandarizada, hilada a otras particulares que circulan el medio escolar, desarrolla un rol de primer orden en la aprehensión conceptual y en la difusión de los sistemas de valores, mediante la puesta en escena de códigos y símbolos que los usuarios de la comunidad emplean en sus relaciones cotidianas.

     Aquí es posible establecer los patrones de la identidad que colocan a los individuos del grupo escolar en ambientes de interacción con los valores espirituales de la cultura, circulando en el lenguaje escolar de lo académico y lo común. La identidad como proceso tendría otras connotaciones en la escuela, por ejemplo, lo relacionado con el proceso de identidad profesional (el perfil del estudiante), lo relacionado con el proceso de identidad personal (formación ciudadana) y la identidad, en cuanto a rasgos lingüísticos, culturales, sociales…

     La circulación de saberes culturales y la interacción lingüística median sobre las estructuras de la identidad del joven estudiante, materializándose en los niveles de desarrollo de la personalidad, incluyendo su desarrollo del pensamiento. Desde luego, éstos son procesos que implican ritmos de una funcionalidad creciente de los lenguajes y la cultura o culturas de la escuela. Esta es una cadena que se involucra en estructuras más complejas. 

    LO FUNCIONAL EN NIVELES MÁS COMPLEJOS DE LA VIDA SOCIAL.

     Las culturas en las sociedades son dinámicas gracias a la vida funcional de los lenguajes. No hay otra forma de trascender la cultura en sí y de proyectar al individuo en sus procesos de identidad, ya que deben ser igualmente funcionales.

     El movimiento de lenguaje como medio de propagación de los valores espirituales de la cultura y como conocimiento en sí, es lo que Jacobo Grimberg, en su obra "más allá de los lenguajes" ha dado en llamar los segundos y los terceros lenguajes. En autores como William y M. Halliday aparecen como los sentidos culturales.

     Lo humano en el hombre, o mejor, la distinción más importante entre el hombre y los animales, radica fundamentalmente en la capacidad de abstraer, de pensar, en ejercitar la memoria de manera proyectiva. En esta distinción, el lenguaje interviene de manera determinante en la puesta en funcionamiento de sus códigos y símbolos. En el desarrollo de la mediación del lenguaje circulan los productos de la cultura, de los cuales se apropian los usuarios, de acuerdo con sus necesidades, con sus conocimientos (saberes) e intereses particulares y con la capacidad de asimilación.

     En esta concurrencia funcional de elementos culturales y lingüísticos, el individuo va estructurando su identidad. Al respecto se pueden establecer dos componentes básicos:

     a)    La identidad individual, que presupone además de los rasgos físicos y espirituales, niveles de dominio de las estructuras del lenguaje, de sus códigos y de la producción de sentidos (Labov, 1983).

     Este último aspecto es muy importante tenerlo en cuenta, puesto que constituye el eje de los encadenamientos funcionales del lenguaje, mediados por los códigos lingüísticos y la simbología popular, de los cuales se apropian los usuarios para caracterizar sus prácticas sociales y culturales. Articulado a este primer componente, aparece un segundo relacionado con:

    b)   La identidad social (o de grupo), cuyo mejor indicador es la capacidad expresiva de la cultura de la colectividad social, a través de los códigos que funcionan convencionalmente, desde el interior hacia fuera, para comunicarla.

    Con la puesta en evidencia de dos situaciones inversas: La historia de Amala y Kamala y la cultura escolar, se pueden inferir un elemento común en torno a mostrar que la trascendencia de lo funcional es un síntoma inequívoco de la existencia del lenguaje, la identidad y la cultura. Que sus manifestaciones más tangibles se dan en los vínculos relacionales dinámicos que cada término imprime en su desarrollo. Esta condición de lo funcional puede ser aplicable en las diferentes situaciones, de las cuales participan los referidos componentes.

     La aproximación desde el enfoque funcional enmarca nuevas posibilidades de estudio para comprender los cambios que se vienen operando al interior de las sociedades y sus incidencias en el entorno, del cual se nutre solidariamente. En esta dinámica entran en juego nuevos elementos de las culturas, signadas por los nuevos hechos sociales, políticos, económicos, tecnocientíficos y lingüísticos.

     En todos estos hechos, el lenguaje se integra con significativos aportes, en términos de nuevas elaboraciones de la codificación lingüística, en consonancia con los requerimientos de la técnica y la ciencia, en desarrollo. Los dominios que adquieren las lenguas, el amparo de las condiciones que generan el desarrollo de las economías, principalmente, se explican en la medida en que se comprenden y asimilan los nuevos paradigmas de los sentidos culturales.

     Esto explica el hecho, cada vez más elocuente, de la expansión de ciertas lenguas, en desmedro de otras, cuyas áreas de influencia son estables o van perdiendo el espacio común que tenían. Recientemente se escuchan voces autorizadas reconociendo la fuerza con que viene irrumpiendo la lengua inglesa de los Estados Unidos de América a través de los mercados mundiales y del desarrollo técnico-científico, principalmente.

     Antes de continuar con esta reflexión es preciso aclarar un cambio que se viene introduciendo. Se trata del término lenguaje por el término lengua. La alusión que se viene haciendo, en esta última parte, indistintamente, obedece a la necesidad temática de establecer ciertas precisiones, distinguiendo las lenguas dominantes de otras no dominantes, y entre sí mismas.

     A propósito de esta aclaración, en el Diccionario Enciclopédico de la Ciencias del Lenguaje (Ducrot, 1981) se plantea:

     " La palabra lenguaje se asume en el sentido preciso de lengua natural". Esta restricción conceptual se fundamenta en los siguientes aspectos:

    a)    La necesidad de precisión del objeto de conocimiento, frente a la variedad de sentido tradicional.

    b)   La extensión de la palabra lenguaje implica el tratamiento de diferentes sistemas de signos, cuyos estudios pueden darse por separado.

    Superado este escollo conceptual, es pertinente indicar además que el concepto de lengua predominante se aplica preferentemente a aquellas, cuyo dispositivo lingüístico (códigos), ha permitido sobrepasar otras barreras idiomáticas, merced a la estructura económica que las respalda.

     El panorama geopolítico del mundo ofrece situaciones significativas a este respecto que deben ser valoradas en su justa dimensión. Los nuevos rumbos lingüísticos proponen nuevos paradigmas en los sentidos culturales de las comunidades humanas, cada vez más cerca comunicativamente.

     Esta nueva correlación en el desarrollo de las lenguas, tiene un marco de funcionalidad, en el cual intervienen factores diversos, en cuanto a la difusión y propagación de políticas económicas, en relación con los mercados mundiales. Intervienen además factores de orden tecnológico-científico en el campo de las comunicaciones, específicamente. Estos elementos condicionan un nuevo orden en el plano del desarrollo de las culturas, y en donde el individuo se inscribe en un proceso de identidad más colectivo.

     Como puede colegirse, este nuevo esquema del desarrollo de las lenguas, en el cual se enmarcan las nuevas circunstancias relacionales del lenguaje, la identidad y la cultura tiene su explicación en los cambios que se vienen operando de manera acelerada para no perder el ritmo del desarrollo material de las sociedades. Pero estos cambios no pueden ser operativos, sino descansan en la funcionalidad interactuante de estos tres componentes. El lenguaje aparece como el hilo conductor para su función comunicativa y expresión de la cultura y de las identidades.

     Los últimos registros acerca de las lenguas más habladas del mundo, señalan en primer término al inglés, al francés, el español, y el alemán. Aunque se aclara que no se miden por el número de hablantes, sino por sus niveles de difusión en el mundo. Dentro de estas lenguas ocupa lugar preeminente la inglesa, cuyo crecimiento progresivo la hace lengua oficial en muchas regiones, y en casos también crecientes, la segunda lengua en importancia, especialmente en los países europeos más avanzados.

     Tomando para el caso la lengua inglesa, dentro del contexto lenguaje, se establecen, en primer lugar sus fuentes culturales originarias, la Gran Bretaña y los Estados Unidos de América. Esto con el fin de identificar los rasgos de su estructura social, para comprender su proceso evolutivo funcional. Ya ubicados en el contexto geopolítico norteamericano; por cuanto es el que mayormente interesa para el caso, se advierte un marcado nacionalismo en defensa de la lengua.

     Esta particularidad se constituye en un primer ingrediente, favorable por razones de una cultura nacionalista muy arraigada por lo medios propagandísticos. Sin embargo, la defensa de la lengua no basta por sí sola, por muy fuerte que sea el trabajo propagandístico, es necesario que ésta se potencie en un campo sociocultural favorable a su vida funcional. Aquí entran en juego las condiciones políticas y económicas, mediante las cuales, el mercado de la tecnología por su capacidad de movilización se constituye en el segundo ingrediente de dinamización de la lengua inglesa.

     Este caso particular puede ser el de otras lenguas, lo que llama la atención es que se trata de una cultura (la norteamericana) trascendiendo sus propios espacios para determinar cambios (globalización) en otras culturas. Cambios que se fundamentan en el consumismo como punto de entrada en sociedades que lo adoptan en muchas áreas de la vida de los individuos.

     La relación funcional lenguaje – identidad y cultura entra, así, en un nuevo plano, merced a los dominios económicos y políticos que pueden desarrollar determinadas culturas. Ya no se trata de identificar y reconocer los rasgos funcionales de la relación planteada, en términos de las culturas hacia adentro, en sus dinámicas particulares; ahora se trata de reconocer otras dimensiones, en las cuales el lenguaje, la identidad y la cultura, supera sus dinámicas internas para influenciar sobre otras.

     En este plano, el carácter funcional tiene expresiones más refinadas y contundentes. No otra cosa explica el hecho de que la lengua inglesa se acepte y adopte en otras culturas, distintas a la norteamericana, como segunda opción, sustentada en una necesidad, generalmente artificiosa del mercado.

    La lengua inglesa funciona así como mediación en un proceso de expansión económica, sin que se desestimen factores de orden académico, científico, tecnológico. Esto tiene relación con los intereses y las finalidades con que se adoptan en otras culturas. El caso Colombiano registra la implementación del inglés en áreas académicas, traducciones, tecnológicas y de mercadeo, principalmente.

     Aunque en mucho menor grado, la lengua francesa se presenta funcionalmente con otros matices, específicamente en áreas de las ciencias, los derechos humanos, la pedagogía, proponiendo cambios culturales en sectores mínimos de la población.

     Un análisis detenido de este nuevo plano del desarrollo funcional del lenguaje, la identidad y la cultura, permite inferir grados de funcionalidad, indescartables en cualquier proceso, bien sea interno y externo. Sólo que el funcionamiento tiene sentido en áreas especificas, según las posibilidades proyectivas de la cultura que se expande.

     Si se observan las condiciones particulares en que se desarrollan la relación lenguaje, identidad y cultura en los contextos internos de las sociedades, así como en su trascendencia a otras culturas, se puede advertir un punto en común: Todo este desarrollo relacional tiene sentido en la medida en que se aborde desde la funcionalidad de los tres elementos interactuantes 

    HOMBRE, LENGUAJE Y CULTURA

    El hombre es un ser trasgresor, se hace a partir de las prohibiciones antropológicas inciales. La evolución biológica no fue un factor suficiente, es claro que él evolucionó; pero el factor que lo hizo hombre es el lenguaje y sólo con él fue posible la cultura.

     La normatividad es expresión de la cultura y al mismo tiempo una trasgresión al mundo natural, por eso la ambivalencia. El hombre sé prohibe y se humaniza, pero es él, el primero en violar, en transgredir las normas que se establecen para garantizar el orden. De hecho si no fuera así el hombre sería un esclavo de su propia normatividad.

      El lenguaje es un sistema de signos que cumple una función cognoscitiva y de comunicación entre los seres humanos y el resto de seres. Surgió en algún momento de la era antropozoíca y ha evolucionado con el transcurrir del tiempo. Sin él es impensable cualquier actividad humana, aún la del pensar.

    Lenguaje y pensamiento están estrechamente ligados, es el verbo del ser humano por ser acto más creativo del ser humano, le permite interpretar la realidad, recrearse en lo imaginario a través del signo y del símbolo, estableciendo códigos. Es considerado también un instrumento del pensamiento, también un producto social, que influye sobre los demás productos culturales, él lo determina todo. Dice Karl Vossler "Si yo fuera el único en el mundo no tendría lenguaje, ni habla y ni siquiera mi habla". Por lo tanto sin lenguaje no hay pensamiento y sin pensamiento no es posible hablar de cultura.

      Denominamos con el nombre de cultura a todas las producciones materiales o espirituales del hombre, la cultura se aprende, se comparte, integra y sobre todo responde a las necesidades materiales y, o espirituales de una sociedad. El lenguaje humano es también infinitamente productivo dada su capacidad simbólica y del desarrollo del lenguaje depende el desarrollo de la cultura.

      No es posible mirar el lenguaje como una parte de la cultura. El hombre es hacedor de la cultura y ella también lo determina, al tiempo que el lenguaje abarca todo, por que todos sus productos son signos, símbolos e implican comunicación. Los seres humanos somos lo que somos en el lenguaje, somos en la medida que reflexionamos, actuamos; sin lenguaje no hay reflexión, ni conciencia, no hay discurso y por lo tanto se carece de identidad.

      El hombre desde el inicio de los tiempos se ha preguntado por la esencia de las cosas, ha intentado de establecer un diálogo con la naturaleza, inicialmente a través del mito, el arte y la religión; posteriormente la filosofía y finalmente por medio de la ciencia. Siempre ha pretendido conocer la verdad en referencia a los seres de la naturaleza.

    Ahora bien, comprender, explicar y penetrar los secretos de las cosas desde una perspectiva racional sólo es posible mediante el lenguaje. Es por eso, que los seres humanos en su afán de conocer han "elaborado" diferentes lenguajes que le posibiliten acceder a lo real y de esta manera aprovechar y transformar el entorno para su beneficio. Son muchos los lenguajes: auditivos, visuales, táctiles; todos ellos de utilidad creadora, permiten al hombre metaforizar la realidad.

      Definitivamente es a través de la metáfora y la metonimia que el hombre elabora conceptos para poder interpretar la realidad real e imaginaria y lograr la comunicación. En síntesis todo está atravesado por el lenguaje, lo simbólico rige nuestro ser, no hay nada en lo social que no este bajo el imperio del lenguaje. Recordemos que el lenguaje es pacificador en la medida que posibilita el entendimiento, los seres humanos lo son en la medida que reprimen su agresividad y es la cultura el medio de expresión del lenguaje, pero sin la transgresión a las prohibiciones el hombre no sería libre de lo que se desprende que la identidad es también consecuencia del lenguaje y de la cultura.  

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    ÁLVARO MINA PAZ

    SANTIAGO DE CALI