- Introducción
- Presentación de ambos casos
- Diferencias entre ambos casos
- Consideraciones finales
- Bibliografía
"La Verdad duele pero el olvido mata"
Desmond Tutu[1]
Introducción
La memoria colectiva, relacionada con los acontecimientos ocurridos en nuestro país en la década de los años 70 es un tema que ha surgido con mucha fuerza en este último tiempo, sobre todo, a partir del nuevo impulso que el presidente Kirchner le dio a su política de derechos humanos.
El concepto "Memoria Colectiva" es original del sociólogo Maurice Halbwachs quien la define como "el proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad"[2].
A partir del año 1983, con la recuperación de la democracia, comienza un periodo de reconstrucción de la memoria colectiva sobre la desaparición de personas durante el gobierno militar entre los años 1976 y 1982.
El juicio a las Juntas militares, llevado a cabo por el presidente Raúl Alfonsín, como principales responsables de lo ocurrido en el periodo en que se cometieron los delitos considerados de lesa humanidad, no alcanzó para calmar los ánimos de la sociedad. El conflicto se intentó saldar judicialmente sin embargo esto no fue suficiente pues quedaron temas sin resolver que no permitieron cerrar las heridas abiertas.
Recuperar la memoria se volvió necesario para evitar que el indulto decretado por Menem pusiera un manto de olvido sobre este pasado oscuro.
Durante los últimos años se desarrollaron medidas importantes para que la memoria colectiva, sobre este periodo, resurgiera con mucha fuerza. Se abre, de esta manera, un debate sobre la memoria que nos lleva a reflexionar sobre conceptos tan importantes como verdad, justicia, perdón, olvido y reconciliación. Conceptos esenciales en los que debemos ponernos de acuerdo para que el futuro no sorprenda a otras generaciones cometiendo los mismos errores del pasado. Somos responsables, como sociedad, de aprender del pasado para construir el futuro, como sostiene Hans Jonás, quien dice: "nuestra actuación en el presente tiene consecuencias con respecto a las generaciones que van a seguirnos"[3].
Hannah Arendt, delimita el ámbito de debate a tener en cuenta para poder superar una etapa tan difícil al definir que la política empieza allí donde deben y pueden vivir juntos los que son diferentes[4]
Surge la pregunta: ¿es posible que la memoria colectiva se pueda transformar en un espacio de debate que ayude a reconciliar a una sociedad con su pasado?. Con respecto a esto es buenos aclarar lo que dice Castany Prado: "No se trata, claro está, de olvidarlo todo, sino superar una concepción prescriptiva o esencial del pasado, con el objeto de convertirlo en un medio para un mejor presente"[5].
Ahora, ¿cómo saber si la memoria está cumpliendo un propósito que beneficie a un pueblo o país a encontrarse a sí mismo para construir un futuro superador a su pasado?, ¿cuál es el criterio para distinguir si la memoria ayuda o paraliza? o en otras palabras ¿cuál es el límite de la memoria?. Un primer criterio podría ser, dice Todorov, "preguntarnos por sus resultados y preferir aquellos usos de la memoria que fomenten la paz antes que la guerra" y un segundo "distinguir entre memoria literal y memoria ejemplar. Según Todorov, la memoria literal preserva el hecho histórico, normalmente traumático, en su literalidad (lo que no significa su verdad), permaneciendo intransitivo y no conduciendo mas allá de sí mismo. La memoria ejemplar, en cambio, sin negar la propia singularidad del suceso histórico en cuestión, lo utiliza como una manifestación entre otras de una categoría más general, y se sirve de él como modelo para comprender situaciones nuevas, con agentes diferentes"[6].
En este sentido el análisis de la experiencia de Sudáfrica permite considerar como una sociedad puede encarar un proceso que posibilite usar la memoria de manera ejemplar, al decir de Todorov. Sudáfrica tuvo que enfrentar un pasado de violación a los derechos humanos con desapariciones, muertes, torturas y vejaciones, todos, considerados delitos de lesa humanidad. Sumado a este drama debemos agregar que, quienes sufrieron estas violaciones, fue por ser negros y considerados por los dueños del poder como inferiores y por ende segregados socialmente. Por lo tanto, en un mismo territorio, coexistían dos pueblos bien diferenciados, los colonizadores de origen europeo y los nativos africanos. El apartheid fue un hecho dramático para quienes tenían que sufrir el racismo de quienes detentaban el poder[7]
A través de este trabajo intentaré reflexionar sobre, la acción de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en Sudáfrica, la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas en Argentina y, su vínculo en la transición democrática de los respectivos países para poder hacer un análisis de las diferencias entre ambas experiencias.
Presentación de ambos casos
La Comisión de la Verdad y Reconciliación en Sudáfrica (TRC) y su vínculo en la transición democrática.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación TRC (siglas en inglés) forma parte de un proceso de transición negociado en el marco de una situación de extrema crispación política existente en Sudáfrica como consecuencia del Apartheid que había sumido a la población en cinco décadas de separación entre blancos y negros y siglos de discriminación y violencia.
En febrero de 1990, el presidente Le Klerk declaró el fin del Apartheid y de esta manera comenzó en Sudáfrica un proceso de redefinición de la ciudadanía y de construcción nacional[8]
En este contexto la TRC jugó un papel significativo que podemos desdoblarlo en dos aspectos fundamentales: por un lado dar respuesta a las demandas de los sectores de la sociedad civil que pedían justicia ante las violaciones de los derechos humanos que se habían cometido durante el Apartheid y, el otro, ejercer un tipo de justicia que no pusiera en peligro los acuerdos obtenidos entre las principales fuerzas políticas que pusieron fin al Apartheid. A partir de estas premisas es que la TRC va a tener características inéditas para este tipo de comisiones como la realización de audiencias públicas y el otorgamiento de amnistías. La TRC surgió como una manera de encarar un proceso constitucional para pacificar la sociedad. En 1990 el presidente Le Klerk anunciaba al Parlamento el fin del Apartheid, Mandela salió en libertad y los movimientos opositores, que habían sido perseguidos, fueron legalizados. Sin embargo esto no trajo el resultado esperado debido a la intención del gobierno de hacer borrón y cuenta nueva o sea dejar atrás el pasado y comenzar de nuevo. Dos fuerzas políticas se enfrentaron, el Partido Nacional (PN) que gobernaba y el Congreso Nacional Africano (CNA) liderado por Mandela. El equilibrio de fuerzas hacía imposible que ninguna se impusiera sobre la otra y esto determinó la necesidad de una transición pactada. En el año 1994, luego que Mandela ganó las elecciones se inició un debate público y político que culminó con una ley del Parlamento (the Promotion of National Unity and Reconciliation act, n. 34 de 1995) que dio origen a la TRC[9]
Más allá de los asuntos operacionales, la Comisión resultó ser la piedra angular del nuevo proyecto de nación post apartheid mediando y enmarcando traumas individuales e incorporándolos a una narrativa colectiva que comenzó a dejar de lado la idea de la memoria literal para dar paso a una memoria ejemplar, es decir, superadora del pasado. Se propuso la necesidad de "hacer memoria" para hacer frente a las divisiones y conflictos del pasado.
Para llevar adelante sus actividades, la Comisión, que estaba presidida por el Obispo anglicano Desmond Tutu, se dividió en 3 subcomisiones. El Comité para las violaciones de Derechos Humanos, el Comité de Amnistía y el Comité de Reparación y Rehabilitación. El proceso tuvo 3 fases: 1) la víctimas testificaron en audiencias públicas en diversos lugares del país y eran transmitidas por radio y televisión, 2) luego se convocaron las "audiencias de amnistía" en las que los perpetradores (uso de la palabra en inglés perpetrator) tenían que testificar y fueron sometidos a indagaciones para determinar si podrían recibir amnistía, 3) y por último, se llevaron a cabo audiencias con sectores específicos como medios, empresas, religiones, sindicatos, fuerzas armadas, etc[10]El jurista peruano Carlos Chipoco afirma que "la búsqueda de la verdad por parte de la Comisión fue importante por el deber moral hacia las víctimas, los familiares y los deudos, además de descubrir y sancionar a los culpables. Solo esto permitiría afirmar la democracia y el control ciudadano de las instituciones públicas para evitar que se repita"[11].
Es importante remarcar que no se trató de amnistías sin condiciones sino de aquellas que eran decididas por un panel en una audiencia pública. El perpetrador personalmente y en audiencia pública debía revelar por completo sus crímenes y demostrar la manera en que los había llevado a cabo frente a las víctimas y sus representantes quienes podían, además, participar del interrogatorio. Se trataba de crímenes solamente considerados políticos, es decir, motivados en defensa institucional o ideológica del régimen. Este acto no solo dejaba al perpetrador expuesto ante sus víctimas sino, también, lo exponía a la condena pública.
De esta forma a los requerimientos legales convencionales la TRC agregó "verdad social ó diálogo" (mediante interacción, discusión y debate), "verdad narrativa" (percepciones, historias y mitos) y "verdad de cura" (ubicar el significado de los hechos en el contexto de las relaciones humanas)[12]. La Comisión desarrolló 140 audiencias por todo el país. A las audiencias asistieron la gran mayoría de los perpetradores y confesaron su participación en atrocidades de toda índole cometidas durante el Apartheid. Participaron también víctimas y familiares quienes podían preguntar libremente y tener cara a cara a los victimarios[13]
A partir del trabajo de la TRC, se pueden observar los intentos por cimentar una nueva nación y construir una memoria oficial. Esta surge como resultado de las memorias populares emanadas de las audiencias y se inscriben en la participación activa de la comisión que posibilitó la transformación social y política de Sudáfrica a través de la valorización de su desempeño y la materialización de sus recomendaciones. La necesidad de establecer las bases de un nuevo proyecto de nación necesitó de importantes cambios que permitieran llevar adelante la transición democrática en Sudáfrica. Era necesario que esta transición no violara los acuerdos pactados por los dos frentes políticos, el Partido Nacional (PN) y la Convención Democrática de Sud África (CODESA). La Comisión fue el espacio mediador en la pugna de intereses que este proceso democratizador debió soportar y que además dejó en claro las importantes controversias que se pueden generar en torno al concepto de memoria. Controversias que por otro lado tuvieron que priorizar el objetivo primordial que era la reconciliación en pro de reconstruir una nueva nación[14]
La tarea de la TRC también incluyó la elaboración de un conjunto de recomendaciones necesarias para garantizar cambios reales que fueran percibidos por toda la población sudafricana. Entre estas recomendaciones se destacan la edición de una versión popular del Reporte Oficial y la necesidad de ofrecer reparaciones a las víctimas reivindicándolas, no solo materialmente sino también, moralmente al igual que a sus familiares. El cambio de nombres de calles y el establecimiento de monumentos y museos se constituyeron en factores fundamentales de estas reparaciones simbólicas. En torno al concepto de reconciliación se trató de unir a los sudafricanos y fue alrededor de esta idea que la Comisión centró su atención y sustentó su trabajo[15]
Rescatamos que, más allá de que todavía el proceso está en deuda con muchas víctimas y que indudablemente llevará tiempo su total integración, la constitución de una nueva nación está en marcha. La naturaleza del antiguo régimen fue superada por una sociedad que, más allá de sus diferencias y antagonismos, estuvo dispuesta a emprender el camino restaurador alrededor del concepto de reconciliación. Este caso se encuadraría en la idea de Todorov sobre la memoria ejemplar.
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y el proceso democratizador en Argentina.
En el caso de Argentina, con la vuelta a la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín, creó una Comisión para investigar los delitos cometidos por la dictadura militar. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), formada por personalidades reconocidas de distintos ámbitos de nuestra sociedad, tuvo como principal objetivo sacar a la luz la desaparición de personas y los delitos cometidos por los militares que tuvieron el poder entre los años 1976 y 1982. Tal como lo dijo en su oportunidad el presidente Raúl Alfonsín, después de esta etapa de tanta violencia, "No puede haber un manto de olvido. Ninguna sociedad puede iniciar una etapa sobre una claudicación ética semejante"[16].
La CONADEP se creó por decreto de Ley Nº 187/83 el 15 de diciembre de 1983 y realizó su trabajo durante 9 meses de investigación. La Comisión determinó que el gobierno militar había producido más de 9000 desaparecidos. Se publicó una selección de los testimonios bajo el título de "Nunca Más". Esta Comisión, a diferencia de la Sudafricana, no tenía autoridad para dictar penas ni otorgar ningún tipo de amnistía, sin embargo, fue tan minucioso su trabajo, que la Fiscalía basó su acusación en el informe de sus miembros. El informe permitió dejar en claro el accionar de los responsables y fueron estos antecedentes mencionados internacionalmente que posibilitaron enjuiciar a los Comandantes con cargos muy bien documentados. "Nuestra Comisión no fue instituida para juzgar, pues para eso están los jueces institucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo, para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimiento y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos"[17].
Mas allá del trabajo de la CONADEP y de la evidencias que quedaron de manifiesto por sus investigaciones la Argentina tuvo que atravesar distintas etapas, en su proceso democratizador, debido a la fragilidad institucional. Estas marchas y contramarchas dificultaron este proceso. En los primeros años de democracia hubo un florecimiento de la defensa de los derechos humanos. Sin embargo este entusiasmo se fue desvaneciendo con el tiempo y en aras de la "reconciliación nacional", los distintos gobiernos democráticos, tuvieron que ir adoptando medidas para defender la institucionalidad. Primero las leyes de "obediencia debida y punto final", y luego "el indulto", dejaron en parte de la sociedad la sensación de que la justicia quedaba en deuda con los familiares de las víctimas. La fórmula, "perdón y olvido", dejó impunes los delitos cometidos por el gobierno militar.
Con la anulación, por parte del Congreso de la Nación, de las leyes de Obediencia debida y Punto Final, se abrió nuevamente un camino hacia la justicia. Actualmente se están juzgando y condenando a represores responsables de violación a los Derechos Humanos en el periodo mencionado.
Diferencias entre ambos casos
La necesidad de construir una nación colocó a los sudafricanos ante el desafío de llegar a acuerdos mínimos que hicieran posible la convivencia. Y sobre esta pluralidad, emprendieron este proceso.
El rol del estado y la religión marcaron diferencias importantes entre ambos casos debido a que los sudafricanos buscaron unirse en torno al concepto de reconciliación. Este fue una pieza clave en este proceso. Tal cual afirma Mónica Cejas, "El concepto africano de Ubuntu fue promovido por el mismo Tutu como la noción legal y política clave para el orden post-apartheid inmediato"[18]. Este término significaba, según Richard Wilson, "reciprocidad, respeto, dignidad humana, cohesión de la comunidad y solidaridad y era utilizado por las comunidades rurales africanas"[19]. En lugar de la venganza por violencia se daba una cura mediante la posibilidad del perdón liberador. Una justicia basada, en el entendimiento y no en la venganza, en la restauración y no en la represalia. Esto en el contexto ya descripto en el que la verdad era sacada a la luz, los perpetradores arrepentidos, y las víctimas indemnizadas. Para Tutu, dice Marta Minow, "esta era una idea africana de justicia restauradora que busca restablecer el balance torcido o quebrantado a diferencia de la justicia occidental que implica la idea retributiva"[20].
En su autobiografía Nelson Mandela nos muestra como fue el camino hacia la Reconciliación. "No nací con hambre de libertad, nací libre en todos los aspectos que me era dado conocer. Libre para correr por los campos cerca de la choza de mi madre, libre para nadar en el arroyo transparente que atravesaba mi aldea (…) Sólo cuando empecé a comprender que mi libertad infantil era una ilusión, cuando descubrí, siendo joven, que mi libertad ya me había sido arrebatada, fue cuando empecé a añorarla (…) Pero, poco a poco, fui comprendiendo que no sólo no era libre, sino que tampoco lo eran mis hermanos y hermanas. Vi que no era sólo mi libertad la que estaba en juego, sino la de todo aquel que se pareciera a mí. Fue entonces cuando me uní al Congreso Nacional Africano, cuando el ansia de mi propia libertad se transformó en otra más grandiosa, que buscaba la libertad para mi pueblo (…) Bajo el Apartheid, los negros vivían en la penumbra, a medio camino entre la legalidad y la clandestinidad, entre el ocultamiento y la franqueza. Ser negro en Sudáfrica significaba que uno no podía confiar en nada. Aquella situación no difería demasiado de lo que representa llevar una existencia clandestina durante toda la vida (…) Cuando salí de la cárcel, ésa era mi misión: liberar tanto al oprimido como al opresor. Hay quien dice que ese objetivo ya ha sido alcanzado, pero sé que no es así. La verdad es que aún no somos libres; sólo hemos logrado la libertad de ser libres, el derecho a no ser oprimidos. Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás"[21].
La Ley dictada por el Parlamento que creó la TRC, es el resultado de la voluntad política de Reconciliación de Mandela. Su apertura para que se dé el debate público posibilitó que la sociedad sudafricana llegara a un estadio que antes hubiera sido inimaginable. El convencimiento de que para construir un país todo el mundo era necesario y hace falta un cierto entendimiento mutuo, no ideal, pero sí mínimo, le permitió asumir el liderazgo que Sudáfrica necesitaba.
Es de destacar que este proceso de reconciliación fue posible porque el estado asumió un rol activo pero distante de las posiciones que debían saldar las deudas pasadas. Con respecto al presente el estado debe cumplir y hacer cumplir los derechos humanos con toda la fuerza y autoridad que le da el pueblo y la constitución.
El presidente Mandela creó el ámbito propicio para que la sociedad debatiera y para que la discusión sea pública. Debemos tener presente de donde venía Mandela y que sin renunciar a su condición, sin olvidar lo que pasó, y con la verdad como sustento, se logró, desde el estado, sentar los cimientos de un país reconciliado con su pasado.
En Argentina los distintos gobiernos democráticos tuvieron posturas disímiles relacionadas con la memoria colectiva y la intención de reconciliar a la sociedad con su pasado traumático. Si bien en un primer periodo hubo un marcado entusiasmo en un sector muy importante de la población sobre el tema, el gobierno de Menem intentó, desde el poder, resolver el problema. A través del indulto, tanto a los militares asesinos y condenados por la justicia, como a los líderes de la guerrilla que estaban presos, se consideró que se lograría la pacificación de la nación. Este acuerdo no resultó porque se realizó sin el debate público necesario para resolver un pasado tan oscuro.
Estos últimos años, han vuelto a poner el debate en la opinión pública. La memoria colectiva requiere de un espacio de discusión y seguramente, todavía, hay muchas cosas que deben salir a la luz. No se ha privilegiado la construcción de un futuro de nación, como en el caso sudafricano, sino la necesidad de conseguir una justicia retributiva. Según Hugo Vezzetti,"es claro que en la Argentina el término de referencia privilegiado para pensar los problemas de la memoria no es la nación sino la justicia. Lo digo como una simple constatación: no celebro que el problema de que la nación haya quedado en éste como en otros tópicos borrado del discurso intelectual o histórico para quedar instalado en las glorias del fútbol (o del rugby) o en los consumos masivos en los medios"[22].
Consideraciones finales
Teniendo en cuenta la complejidad de la situación que presentaba la sociedad sudafricana antes y durante el Apartheid es importante señalar que resulta imprescindible encuadrar dentro de ese contexto el análisis del trabajo de esta experiencia.
Sudáfrica no es la sociedad ideal. Los resultados alcanzados no han sido suficientes. Según quienes han estudiado el caso con mayor amplitud dan cuenta de que, a pesar del importante trabajo realizado por la TRC, todavía las estructuras de poder que mantuvieron el control sobre el país, durante tantos años, no han desaparecido y no se espera que lo hagan de la noche a la mañana.
Aunque todavía tienen un largo camino por recorrer las bases están puestas y la vía en la que transitan les permite ver el futuro con otra perspectiva. En la opinión de Ferriol Soria, "parecería acertado pensar que era un proceso necesario pero no suficiente para lograr que las desigualdades desaparezcan, no solo ante la ley sino también en la cotidianeidad"[23].
En Argentina, los juicios a los responsables están en marcha gracias a la voluntad del gobierno de considerar los derechos humanos como política de estado. Sin embargo, perecería, que esto no es suficiente para pacificar a la sociedad en su conjunto. De todos modos este es el camino que se ha elegido y el futuro dirá si el mismo posibilitará que se pueda construir una nación reconciliada. Hugo Vezzeti expresa que "la escena judicial ha sido y sigue siendo el espacio mayor de las prácticas de memoria del terrorismo de estado y de la violencia política en la Argentina. Las banderas de la verdad y la justicia impulsaron las movilizaciones, siempre en nombre de las víctimas. Hubo y hay actores y luchas que han sostenido sobre todo la vía del derecho. No voy a insistir en lo que es sabido. Hoy están abiertas la vía de la investigación y la acción judicial sobre los crímenes de Estado. Esta es una conquista extraordinaria de la sociedad y de los actores que han luchado por ese objetivo. Pero caben dos preguntas: a) ¿el derecho (las prácticas judiciales, los códigos, la penalidad..) equivale o, mejor, agota la realización de la justicia, como valor y como ideal de una comunidad? b) La justicia, como dispositivo judicial ¿reemplaza el tratamiento, la deliberación política, de un pasado significativo para el destino de una comunidad nacional?"[24].
En ¿qué es la política? Hanna Arendt afirma que todas las actividades de los hombres están condicionadas por la pluralidad humana, ya que no es el hombre, sino los hombres los que habitamos la tierra y vivimos entre semejantes, "la pluralidad es Ley de la tierra y condición de la política"[25].
Que la Ley condene a los responsables es saludable para el futuro sin embargo, no debemos quedarnos ahí, la memoria colectiva, debe ayudarnos a no quedar petrificados en el pasado sino mirar hacia lo que tenemos que construir. Citando a Bernat Castany Prado podemos decir que "si tenemos que conservar viva la memoria del pasado no es para pedir una reparación por el daño sufrido, sino para estar alerta frente a situaciones nuevas y sin embargo análogas. De este modo, lejos de seguir siendo prisioneros del pasado, pondremos el pasado al servicio del presente y la memoria al servicio de la justicia"[26].
En ese sentido me interesaba analizar la experiencia sudafricana pues, con todas las dificultades que podemos observar, encontraron la forma de reconciliarse para mirar hacia el futuro con otra perspectiva.
No pienso que debemos copiar el ejemplo sudafricano sino buscar la forma de que la memoria colectiva pueda ser utilizada de manera ejemplar para poder proyectar un futuro en la pluralidad de nuestras diferencias
La acción política es siempre la posibilidad de comenzar de nuevo. Pero esa posibilidad es necesario construirla entre todos.
Bibliografía
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En
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www.historiacultural.com/2010/09/apartheid-sudafrica.html.
.Autor:
David
[1] Eclesiástico y político sudafricano. En 1961 fue ordenado sacerdote anglicano. Entre 1971 y 1975, trabajó en el Consejo Mundial de las Iglesias. Tras su regreso a Sudáfrica, en 1975, se convirtió en el primer eclesiástico de color en ser nombrado deán de Johannesburgo. En 1978 fue elegido secretario general del Consejo de Iglesias de Sudáfrica, cargo en el que destacó por sus acciones y alegatos a favor de la supresión del apartheid. La notoriedad adquirida gracias a la concesión, en 1984, del Premio Nobel de la Paz, y el proceso aperturista del régimen le permitieron convertirse en el primer obispo de color de Johannesburgo y, en 1996, en primer arzobispo de color de Ciudad del Cabo.
[2] Halbwachs, Maurice, en Selección y Traducción de M. A. Aguilar, Revista de Psicología, Año 1, Nº 1, México, UNAM, Facultad de Psicología, 1991.
[3] Hans Jonás, en “Memoria, olvido, reconciliación: el uso público del pasado” de Enzo Traverso.
[4] Arendt Hanna, ¿Qué es la política?, Paidós, Barcelona, 1997.
[5] Castany Prado Bernat, en reseña:”Los abusos de la memoria” de Tzvetan Todorov, Barcelona, Paidós, 2000. pp. 202
[6] Todorov tzvetan, “Los abusos de la memoria”, Paidós, Barcelona, 2000, pp. 31.
[7] El Apartheid (significa "vidas separadas" en africano) era un régimen segregacionista que negaba a los negros de África del Sur (Republica de Sudáfrica) los derechos sociales, económicos y políticos. Sin embargo, la segregación existía en Sudáfrica desde el siglo XVII, cuando la región fue coloniazada por ingleses y holandeses, el termino Apartheid paso a usado legalmente en el año 1948. El régimen del Apartheid era controlado por los blancos de origen europeo (holandeses e ingleses), que creaban las leyes y gobernaban para el interés de la población minoritaria blanca. A los pobladores de raza negra se le impuso leyes, reglas y sistemas de control social.www.historiacultural.com/2010/09/apartheid-sudafrica.html.
[8] Cejas Mónica, Memoria, Verdad, Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y Humanísticos, México, Chiapas, 2007. pp. 26. http://redalyc.uaemex.mx.
[9] Ibidem, pp. 28
[10] Ibidem, pp. 29
[11] Chipoco, Carlos, jurista peruano, en Memoria, Verdad, nación y ciudadanía: algunas reflexiones sobre la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica, de Mónica Cejas, Liminar, Estudios Sociales y Humanísticos, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Vol, V, nº 001, 2007.
[12] Cejas Mónica, Memoria, Verdad, Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y Humanísticos, México, Chiapas, 2007. pp. 32. http://redalyc.uaemex.mx.
[13] Madariaga Julia “La Comisión de Verdad y Reconciliación en Sud” [email protected].
[14] Ventura Navarrte, “La Comisión de la Verdad y la reconciliación y su vínculo con la transición democrática sudafricana”, XXII Congreso Internacional de ILADDA, México, D.F. pp. 1-4
[15] Ferriol Soria, Reconciliación en Sudáfrica: repaso tras diez años de la Comisión, Pueblos, Revista de información y debate, Barcelona, 2005.
[16] Cuya Esteban, “Las Comisiones de la Verdad en América Latina”, KO'AGA ROÑE'ETA se.iii (1996) – http://www.derechos.org/koaga/iii/1/cuya.html..p.p. 7.
[17] CONADEP, http://www..oni.escuelas.edu.ar/olimpi2000/santa-fe-su/niderechosnihumanos/conadep.html
[18] Cejas Mónica, Memoria, Verdad, Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y Humanísticos, México, Chiapas, 2007. http://redalyc.uaemex.mx.
[19] Wilson Richard, Politics of truth and reconciliation in South Africa: Legitimizing the post-apartheid Stat, Cambridge University Press, 2001. (Políticas de verdad y reconciliación en Sudáfrica: Legitimación del estado post- Apartheid)
[20] Minow, Marta, between vengeance and Forgiveness Facing History After Genocide and mass Violence, Beacon Press, 1999. (Entre la venganza y el perdón: frente a la historia después del genocidio y la violencia de masas)
[21] Fernadez Escudero, Clara, Sudafrica usa la memoria para superar el Apartheid, www.diarioperfil.com.ar/edimp/0567/articulo.php?art=28626…
[22] Vezzetti, Hugo, La memoria justa: política e historia, Coloquio Internacional “Problemas de historia reciente en el cono sur”, Los Polvorines, 2007, pp.3.
[23] Soria Ferriol, “Reconciliación en Sudáfrica: repaso tras diez años de la comisión”, Pueblos. Revista de información y debate, 30 de diciembre de 2005.
[24] Vezzetti, Hugo, La memoria justa: política e historia, Coloquio Internacional “Problemas de historia reciente en el cono sur”, Los Polvorines, 2007, pp.4.
[25] Arendt Hanna, La condición humana, Paidós, Barcelona, 1996.
[26] Castany Prado Bernat, Reseña Los abusos de la Memoria, Cartaphilus 5, Revista de investigación y crítica estética, 2009.