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La vocación, el seguimiento de Jesús e interioridad agustiniana (página 2)

Enviado por Exequiel


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En el seguimiento es donde se vive el carisma o, el don que viene de parte de quien llama. No se puede reducir a un conocimiento o un acto imposible de realizarse. Tampoco existe excusa para negarlo, ya que tiene fundamentos concretos y parte de un hecho histórico: El mismo Dios que se manifestó al pueblo de Israel, de quien procede todo carisma y, quien interpela con su llamada, se ha hecho hombre para conducirnos a la realización plena[37]

Este Dios que se hiso hombre para llamar y mostrar al hombre una nueva realidad, hoy lo podemos entender y conocer, partiendo de sus hechos y palabras en su propio socio contexto. Es partiendo de su vida terrena, que se descubre la manera concreta y real de su llamado, de experimentar la cercanía del Dios que llama, acompaña, se relaciona, enseña y transforma desde el primer instante de la vocación. Para entenderlo de una manera más clara, trataré de utilizar algunos puntos de referencia en los que Martin Hengel desarrolla de una manera crítica y con mucha claridad en su libro seguimiento y carisma.

El seguimiento acontece con el llamado que interpela y exige apertura para romper incluso, de cara a lo que parece irrenunciable: "enterrar a los muertos" (Mt 8, 21), por ejemplo para una cultura donde tiene su significado, no sólo en el cuarto mandamiento, sino también en su religiosidad, en las obras de misericordia, adquiere una gran autonomía junto a la Torá y el culto. También, la obligación para con los muertos podía suplir el estudio de la Torá. En la sensibilidad judía era totalmente inconcebible que en este pasaje pudiera negarse la piedad y quebrantarse la obligación filial, pero la dureza de Jesús en lo tocante a la incondicionalidad del seguimiento, sólo se puede explicar desde su poder único de heraldo del reino próximo de Dios. En vista de su proximidad preeminente, no queda tiempo que perder, por eso hay que seguirle sin pretextos y renunciando a todas las consideraciones y vinculaciones humanas.[38]

El llamado de Jesús a seguirle, no se puede estudiar desde la relación maestro alumno, con paralelismo rabínico muy común en su tiempo, pues Él, no era un rabí; sería un error entenderlo de esta manera. Se podría objetar que Jesús fue ante todo un "maestro," que enseñaba como los rabinos: con parábolas, que hablaba en sinagogas, congregaba discípulos a su derredor, discutía con sus adversarios y sabía utilizar la Torá. A lo cual se responde de la siguiente manera: estas cualidades no estaban definidas únicamente al rabí, sino que aparecieron a fines del siglo I o del II d C, es decir, después de la destrucción del templo y la victoria definitiva del fariseísmo. En todo caso el tratamiento del rabí no era todavía privativo de los eruditos fariseos. Jesús enseñaba como uno que estaba autorizado por Dios, de manera que su palabra era palabra de Dios, a la que no podían sustraerse los hombres. Por consiguiente debería prescindirse de designar a Jesús como un rabí.[39]

No se puede entender desde el modelo rabínico, en cuanto que no se dejaba oír la invitación "sígueme" en el sentido de acceder a unas relaciones maestro discípulo, quien elige es el discípulo y no el maestro;[40]en cambio, al referirnos a Jesús, es Él quien toma la iniciativa de llamar a los que Él quiere.[41]

El verbo "seguir" (akoluzein) si bien es cierto que aparece algunas veces dentro de la tradición rabínica, expresa el sentido de andar, concreto de los discípulos, "detrás del maestro" por los caminos trillados, un sentido de subordinación sin sentido profundo, y va unido siempre a una peregrinación o viaje. La relación discípulo-maestro dentro de la mentalidad rabínica persigue diferentes intereses, los cuales pueden ser: la búsqueda de un puesto en la sociedad, aprender todos los movimientos y actitudes de sus maestros para convertirse finalizada la formación en un maestro. La meta de la actividad de Jesús no la constituye la formación tradicional o el cultivo de la erudición exegética o apocalíptica, sino la predicación de la proximidad de Dios en palabras y obras, la apelación a la conversión y la proclamación a la voluntad de Dios.

Para la enseñanza ordinaria era necesario una escuela fija y unos medios fijos de subsistencia. En cambio la de Jesús se parecía más a los predicadores itinerantes cínicos, que a los rabinos. Andaban por diferentes regiones y vivían de obsequios voluntarios, rechazando toda previsión. Por tanto seguir a Jesús significa tomar parte con Él, en su destino inseguro y hasta peligroso.[42]

Jesús también es fundamentalmente distinto de los profetas apocalípticos de su tiempo a pesar de cierta relación. Aquellos estaban empeñados en ganarse las masas populares. Jesús sólo congregó a unos pocos en torno de sí; aquellos conducían al pueblo hasta el desierto para contemplar los milagros del éxodo del tiempo final. Jesús subió a Jerusalén para confrontar al pueblo con la voluntad escatológica de Dios teniendo ante los ojos la posibilidad de una muerte violenta. Jesús no da lugar a ninguna esquematización.[43]

Aclaradas las diversas interpretaciones que podríamos estar propensos a caer, sino tenemos en cuenta el contexto del llamado, nos ubicaremos de cara al significado y valor que tiene el llamado de Jesús para sus discípulos.

2.3.1. La llamada de Jesús a sus discípulos.

En la mayoría de los relatos vocacionales que encontramos en los evangelios se nos presenta la llamada de Jesús a sus discípulos, acompañada por dos verbos: les ve (froneo) y les llama; las respuestas de ellos también están acompañadas por dos acciones: lo dejan todo y le siguen. Jesús pasa (cf. Mc 1, 16.19; 2,14) ve a alguien (cf Mc 1,16.19; Jn 1, 47) lo llama (cf, Mc 1,17-20; Jn 1,37) ellos responden, dejándolo todo y siguiéndole (cf Mc 1,18.20; 2,14; Lc 5,11).[44]

Teniendo en cuenta el significado profundo de los dos primeros verbos podemos decir que la llamada de Jesús, no es algo superficial sino un acontecimiento que toca directamente la conciencia de la persona. Jesús con su mirada penetra, contempla, descubre y confronta. Con su llamado perdona, acoge y se ofrece a sí mismo.[45]

El que responde lo hace de igual modo a través de dos acciones dejándolo todo y siguiéndole: con estas acciones los evangelistas pretenden dejar claro que quien llama lo hace con autoridad carismática[46]la libertad que Él tiene para llamar a quien quiere sin importar lo que hacen, y la seguridad de ofrecer lo que la persona necesita. Jesús no parte de las apariencias ni crea falsas expectativas, llama en su propio lugar de trabajo. A Jesús le interesa el ser humano, hijos e hijas de Dios, con quien se puede echar a andar un proyecto de vida alternativo. [47]

Quien se siente llamado experimenta la necesidad de volver a nacer, es decir de recuperar su verdadera identidad, descubre en la persona de Jesús la oportunidad de encontrarse nuevamente en relación con el creador, en armonía perfecta de su ser creado para la trascendencia.[48]El dejarlo todo implica comenzar de nuevo, emprender un nuevo camino y seguir a Jesús. Implica tomar parte con Él, en su destino inseguro y hasta peligroso; seguirle implica someterse a una búsqueda bajo la Voluntad de Dios[49]

Aunque Jesús llamó directamente a doce hombres y a cada uno con un nombre y una profesión, no significa que su seguimiento estaba reducido a unos pocos, también le seguían otras personas. Habían mujeres, entre ellas las que estaban al pie de la cruz. No las llama discípulas, pero es evidente que las caracteriza como tales.[50]Los doce que él llamó formaban parte directamente de su proyecto de salvación; con ellos entabló una relación de cara a un modelo de comunión trinitaria.

Jesús llama a sus discípulos, no mirándose así mismo egoístamente, con la intención de tener un grupo de personas a su servicio, más bien, el llamado es en función del amor. El llama para hacer visible y concreta su entrega[51]No exige que le sirvan, pero sí que se dejen servir (cf Jn 13,8). Su entrega va más allá de lo común, pretende anunciar el Reino de Dios con sus hechos y palabras, en función de la comunidad. El llamado y la relación con sus discípulos, debe entenderse como una manera de dar a conocer lo que verdaderamente es, el Reino de Dios.

2.3.2. Respuesta de los discípulos como aceptación del Reino de Dios.

El contexto sociopolítico de la época de Jesús estaba dominado por la espera mesiánica según el judaísmo tardío. La sociedad estaba dividida en diferentes grupos. Entre ellos contamos a los sacerdotes, los fariseos, saduceos, escribas, esenios y herodianos. Cada uno con una visión limitada de lo que sería la llegada del Mesías.

Jesús de Nazaret como hombre situado en su propio contexto toma postura y actúa con actitud profética, poniendo el dedo en la llaga, toma postura frente a los valores fundantes de la fe Judía. Asume la Imagen de Dios que presenta el verdadero humanismo, en una sociedad que ha perdido su identidad. [52]

Cuando decimos el Reino de Dios, nos referimos a la fuerza que tiene la actuación de Dios en los hombres. Jesús habla de la acción de Dios que interviene en la historia de los hombres y la lleva hacia una meta de plenitud y sentido. El mensaje de Jesús supone siempre una amenaza para todo orden establecido y una llamada al constante cambio, a la transformación de todas las injusticias. Todo esto no se entiende mientras no se escucha su llamada, Dios ha puesto a la disposición un nuevo orden una riquísima manifestación de amor que se puede disfrutar mientras se acoja con amor esta gran transformación de la que habla Jesús[53]

Jesús ofrece un elemento nuevo de capital importancia. La realidad escatológica no se aplaza hasta un fin remoto del mundo, sino que se hace próxima y comienza a cumplirse. "El Reino de Dios está cerca" (Mc 1, 15); se ora para que venga (cf. Mt 6, 10); la fe lo ve ya presente en los signos, como los milagros (cf. Mt 11, 4-5), los exorcismos (cf. Mt 12, 25-28), la elección de los doce (cf. MC 3, 13-19), el anuncio de la Buena Nueva a los pobres (cf. Lc 4, 18). En los encuentros de Jesús con los paganos se ve con claridad que la entrada en el Reino acaece mediante la fe y la conversión (cf. MC 1, 15) Y no por la mera pertenencia étnica.

Jesús de Nazaret lleva a cumplimiento el plan de Dios. Y nos muestra el reinado de Dios no sólo con sus palabras sino con su testimonio.[54] Recorre Galilea proclamando "la Buena Nueva de Dios: "El tiempo se ha cumplido y el Reino está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva"" (Mc 1, 14-15; cf. Mt 4, 17; Lc 4, 43). La proclamación y la instauración del Reino de Dios son el objeto de su misión: "Porque a esto he sido enviado" (Lc 4, 43). Pero hay algo más: Jesús en persona es la "Buena Nueva", como él mismo afirma al comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret, aplicándose las palabras de Isaías relativas al Ungido, enviado por el Espíritu del Señor (cf. Lc. 4, 14-21). Al ser él la "Buena Nueva", existe en Cristo plena identidad, proclama la "Buena Nueva" no sólo con lo que dice o hace, sino también con lo que es.[55]

Jesús siempre anuncia el evangelio de manera comunitaria y personal. A todo el pueblo Él habla siempre en singular y en plural. Aunque la repuesta que espera a su llamado es personal: cada individuo lo sigue según su forma de ser. El llamado de Jesús lo hace en comunidad porque sencillamente debemos ser humanos o pertenecer a la comunidad humana para dejarnos reinar por Dios[56]

El Reino de Dios no es algo ultramundano que se realizará un día en la otra vida, en el más allá. Es algo que acontece ahora, que está ya en marcha entre nosotros (Mt 12,28 =Lc.11, 20; 17, 21) si bien es cierto que no se realizará de forma plena en nosotros sino en el futuro de Dios, pero el proceso del reino de Dios es el crecimiento. La lucha por el reino tiene lugar entre los hombres en el seno de la sociedad humana.

Es totalmente falso entender el mensaje de Jesús como un llamado a vivir haciendo méritos para algún día alcanzar el reino de los cielos. Si se piensa de esta manera se pierde el valor de esta vida terrestre y ya no se entiende la historia como un camino de salvación, donde el reino se anuncia y se vive inicialmente.[57] En este sentido la vida monástica a lo largo de la historia de la iglesia se ha preocupado por que los monjes vivan en el aquí y ahora ese reino de Dios que un dia gozarán a plenitud y sirvan de testimonio para quienes aún desconocen esa realidad, que es fundamental para la felicidad del hombre.

2.3.3. El reino de Dios como una buena noticia

Jesús ha anunciado el Reino como una buena noticia (MC 1, 14). Al final el reino de Dios se impondrá en el mundo y con él se impondrá la salvación de los hombres. Las cosas no quedarán así para siempre sin remedio. La historia de la humanidad tiene una meta: el futuro sólo le pertenece a Dios que sólo quiere la felicidad de los hombres.

El Reino de Dios es un don gratuito que se nos da a los hombres. Lo primero que tenemos que hacer es creer en esta oferta, aceptar que Dios se nos acerca como gracia capaz de transformar nuestra historia y abrirnos a los hombres un futuro de esperanza. El reino de Dios es un llamado al cambio de vida que se entiende no a partir de aquello que el hombre construye, sino a partir de Dios y del futuro que se nos propone.

El mensaje de Jesús es una invitación a enfrentarse con confianza a la vida, para vivir la existencia desde el dinamismo del misterio "creed en esta buena noticia" en el fondo de la historia se puede encontrar esperanza. La vida es mucho más que esta vida, este mundo no es lo último que le espera al hombre, no es la verdad absoluta. La humanidad no se termina y se agota en sí misma. Se puede esperar o incluso buscar lo que es inalcanzable por los propios esfuerzos. Esa es la experiencia de los discípulo al emprender un camino siguiendo a Jesús, sintieron el límite último de toda la actividad humana, se sintieron remitidos a alguien más y mejor que ellos, acogieron a ese padre que se les descubrió en Jesús.[58]

2.3.4. El anuncio del Reino de Dios al interior de la comunidad.

Hasta aquí hemos aclarado en qué consiste el anuncio del reino de Dios, pero es necesario preguntarse ¿Cuál es la función de la comunidad de cara al anuncio del reino de Dios? En primer lugar la comunidad es una respuesta a las necesidades más profundas de los que siguen a Jesús. Él ofrece una manera diferente de relacionarse y de compartir la vida. Los convoca para que vivan con y en El.

"Mt 18,1-5: quien sigue a Jesús debe romper con el deseo de dominación del hombre por el hombre y creerse más que el otro. Esto significa desterrar toda idea de división, de marginación de las personas, como si los otros fueran adversarios o enemigos. De este modo se busca no reproducir al interior de la praxis comunitaria el modo de ser hombre y mujer según el sistema de pecado."[59]

En segundo lugar es una manifestación de la experiencia de comunión trinitaria que Jesús ha vivido desde la eternidad, y quiere revelar a todos los hombres un modelo de vida que les permita descubrir una realidad existencial que está por encima de cualquier concepción reduccionista del hombre. Esta experiencia la revela en la historia como manifestación de lo que será verdaderamente la vida del hombre Junto a la Santísima Trinidad.

"Mt 18, 19-20: El hombre y la mujer que optan por seguir a Jesús asumen con libertad la dimensión trascendente del ser humano. Esta dimensión se expresa en la vivencia del ser creatural. Jesús vivió a plenitud su ser creatural como apertura fundamental a la trascendencia, a su Abba. Por tanto, la comunidad seguidora de Jesús ha de vivenciar su apertura a la trascendencia mediante la comunicación íntima con el Abba de Jesús en la oración."[60]

Jesús ha irrumpido en la historia humana para salvar a toda la humanidad sin ninguna exclusión y es en la comunidad donde se apoyará para llevar a cabo su proyecto. Él forma a los miembros de su comunidad y vive un proyecto de verdadera fraternidad; es donde Jesús adopta como verdaderos hermanos a los que le siguen haciéndolos participes de la filiación Divina, y los dota incluso de su propio carisma para que ellos también anuncien que el reino de Dios ha llegado.

"Mt 18, 12-14: La comunidad es fruto de la praxis de la fraternidad/sororidad: [61]saber acoger al hermano/a, saber buscar a quien se apartó. Mateo cambia el contexto de la parábola de la oveja perdida. En Lucas estaba dirigida a los escribas y fariseos (Lc 15, 1). En Mateo va dirigida a la misma comunidad. La parábola pide que la comunidad reflexione: ¿Por qué alguien que estaba en el camino del seguimiento se ha desviado?, ¿Cuál es la actitud de la comunidad frente a este ser humano?, ¿Qué responsabilidad ha tenido la comunidad?. La praxis de la fraternidad/sororidad exige en este caso una constante revisión de nuestra apertura al otro como lo que es: hijo, hija de Dios. Esta praxis es constitutiva del seguimiento comunitario de Jesús y se realiza a partir de la experiencia del amor fundamental."[62]

Es en la comunidad donde Jesús concretiza el principal mandamiento, que es el amor a Dios y a los hombres dentro de una sociedad empecatada que vive bajo la lógica del egoísmo. Él, llama a un grupo de personas para que compartan sus vidas y aprendan de él que es humilde y manso de corazón, solo con el testimonio de vida, el mismo que Jesús les enseña podrán decirle a la sociedad, que es posible crear un mundo nuevo.

Mt 18, 6-11: Evitar el escándalo significa huir del anti-testimonio y saber llevar una vida a la altura de nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios. Para el evangelio el escándalo consiste en dar un falso testimonio –como los escribas y los fariseos-. Para Jesús es la hipocresía del demagogo que habla y no vive lo que dice, engañando a los humildes y sencillos (Mt 23, 25-27). Es reproducir al interior de la comunidad la mentalidad y la praxis del sistema (sus conflictos y divisiones, sus odios y violencias). Por tanto, vivir en comunidad de seguimiento significa pasar por un proceso de transformación total: arrepentirse y convertirse –como lo pide Jesús (Mt 4, 17)-. Escándalo sería decir que asumimos el seguimiento comunitario de Jesús, pero sin vivir el proceso transformador."[63]

2. 4. El seguimiento de Jesús desde la experiencia post pascual

Hablar del seguimiento de Jesús después de la experiencia pascual, es asumir el reto de enfrentarse a las diferentes pruebas de fe, tal y como ocurrió con sus Discípulos después de su pasión y muerte. (Cf. Lc. 24,18) Seguir al Jesús resucitado, no es una experiencia contraria o diferente a la que vivieron los Discípulos[64]Pues las necesidades que acontecen en el interior del hombre, salvada las distancias históricas, fueron, son y serán las mismas. Ante esta circunstancia el hombre está llamado a descubrir en sí mismo, a su creador; debe emprender una búsqueda, siguiendo la dirección de la voz que le llama desde su interior, es désir, la voz de Jesús que es "más íntimo que su propia intimidad". (cfr. Confesiones III, 6, 11)

Seguir al resucitado, es continuar la experiencia de los discípulos con el Jesús que resucitó y se quedó con ellos acompañándoles. Ellos no hicieron ruptura, continuaron el proyecto hasta el final y así lo transmitieron.[65] En esta lógica San Pablo, anuncia la experiencia de un Jesús que por amor se entregó a la muerte y una muerte de Cruz y por amor resucito, rescatándonos de los lazos de la muerte. (Cf. 1 Cor. 15,)

Él ha resucitado. Su palabra sigue viva. Él continúa llamando, consagrando por la fuerza del Espíritu, enviando y suscitando esperanza. La Iglesia, el Espíritu, la fe pascual de los testigos, forman parte de la dimensión escatológica del Mesías. Su causa está viva. Su camino no es un mero recuerdo. El resucitado muestra su presencia viva en medio de los discípulos. No resucita hacia el silencio, hacia el misterio y la ausencia. La resurrección consiste en que el viene a ellos. Resucitó en medio de los discípulos que lo habían amado y le volvían a sentir cerca. Ellos tomaron conciencia de que Dios continúa actuando, adquirieron una nueva visión de sí mismos, de su sentido y de su misión como seguidores.[66]

Esta perspectiva presupone que el resucitado se puede hacer victoriosamente presente en el seguimiento del crucificado, de modo que el seguimiento está transido, ya ahora de lo que en la resurrección de Jesús hay de triunfo[67]Por eso, el seguimiento de Jesús implica rehacer su vida y su praxis, y en ese rehacer, se puede conseguir el conocimiento de Él, en una confrontación entre el ser de Jesús y nuestra Vida, para vivir a profundidad lo que significa la continuación de ese seguimiento en nuestra historia y desde nuestro propio ser.

La historia de la resurrección del crucificado de entre los muertos pertenece a la experiencia pos pascual de la comunidad y su sentido nuevo que adquiere el discipulado y el seguimiento. Pues, en fin de cuentas, la vocación de los discípulos concretos, hecha por Jesús al servicio del reino de Dios, constituye el primer punto de partida de la primitiva misión cristiana y de la formación sobre la tradición de Jesús, que más tarde encontró su expresión en los evangelios. Pareciera que para los discípulos después de la muerte de Jesús, toda la historia comenzará de nuevo: la historia de los discípulos que vuelve a congregarse nuevamente es la historia de la comunidad de Jesús, la historia de la Iglesia. No obstante esta historia estará marcada por Él Jesús histórico, desde donde se entenderá plenamente la persona y la actividad de Jesús a la luz de la resurrección.

2.4.1. El seguimiento al interior de la Iglesia fundada por Jesús.

Hoy el seguimiento solo se puede vivir en plenitud en tanto que se acepte su llamado con la misma radicalidad que lo hicieron los discípulos al interior de una comunidad donde ÉL es su señor y su cabeza. En Él está incluida y representada la Iglesia de todos los tiempos. La Iglesia es vehículo histórico de ese proceso de actualización – interpretación. El don del Espíritu, es el vehículo interior de esa inefable presencia viva de Cristo en la Iglesia.[68]

Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente. En realidad la Iglesia, pueblo congregado por la unidad del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Lleva en si el misterio del Padre que, sin ser llamado ni enviado por nadie, llama a todos para santificar su nombre y cumplir su voluntad; Ella custodia el misterio del Hijo, llamado por el padre y ser enviado para anunciar el Reino de Dios, y que llama a todos a su seguimiento; y es depositaria del misterio del Espiritu Santo que consagra para la misión a los que el padre llama mediante su Hijo Jesucristo.(Cfr. PDV)

Por eso la Iglesia no se cansa de anunciar a Jesucristo, de proclamar su Evangelio como la única y sobreabundante respuesta a las más radicales aspiraciones de los hombres, como la propuesta fuerte y enaltecedora de un seguimiento personal ("ven y sígueme" [Mc 10, 21]), que supone compartir el amor filial de Jesús por el Padre y la participación en su misión de salvación de la humanidad» (Cf. CHL 46)

La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos: que "reproduzcan la imagen de su Hijo" (Rm 8, 29). Sólo así, con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de la esclavitud de la idolatría, puede reconstruir la fraternidad rota y reencontrar su propia identidad (EV 36).

2.5. Mínimos antropológicos que se desprenden del seguimiento de Jesús.

Los mínimos antropológicos que se desprenden del seguimiento de Jesús son el paradigma que cada hombre está llamado a descubrir.[69] Solo el hombre que se encuentra con la verdadera imagen de lo que realmente es, es capaz de experimentar toda la belleza de la cual fue dotado.

Para abordar los mínimos antropológicos, lo aremos partiendo de las preguntas ¿Qué, quien y como es el ahombre? Pero antes conoceremos a groso modo las estructuras adámicas y Crísticas que se revelan en la vida de Jesús de Nazaret.

  • a) Estructuras Adámicas: cuerpo, alma, espiritu.

Hablar de las estructuras adámicas, es hablar del hombre, en su unidad de situaciones existenciales. El hombre en la antropología bíblica, es una unidad: por entero es cuerpo, carne, alma y espíritu. Puede vivir dos opciones fundamentales: En cuanto hombre-carne y en cuanto hombre-espíritu. En cuanto hombre-carne, se contenta consigo mismo y se cierra en su propio horizonte. En cuanto hombre-espíritu, se abre hacia Dios de quien recibe la existencia y la vida resucitada. Está ante el reto de vivir una de estas dos posibilidades existenciales. El Antiguo Testamento es la historia del ir y venir del hombre que oscila entre una y otra opción

Para la Biblia todo en el hombre es de alguna manera corporal. La corporeidad forma parte del ser-hombre. Puede implicar debilidad, pero también puede significar trascendencia. En cuanto que es carne el hombre puede serrarse en sí mismo, pero en cuanto que es cuerpo también es apertura, comunicación, o abrirse a la trascendencia en cuanto que es espiritu. Lo corporal es un sacramento del encuentro con Dios. En Jesucristo ha quedado patente que el cuerpo constituye el final de los caminos de Dios y del hombre. En Jesucristo "habita la plenitud de la divinidad en forma corporal" (Col 2, 9).[70]

  • b) Estructura Cristicas: ser para los demás, ser para la resurrección.

Al referirnos a las Estructuras crísticas, hablamos del hombre como un ser para la resurrección. En Jesús se da el proceso de encarnación y resurrección de tal modo que se alcanza la plenitud antropológica, de lo que en las estructuras adámicas se encuentran en potencia.

El acontecimiento de la encarnación consiste en que la divinidad habita en la humanidad del judío Jesús de Nazaret. Jesús es un ser humano en donde Dios vive su divinidad a plenitud. La encarnación de Jesús es la revelación de Dios en el ser humano, por tanto, es el acontecer de la divinidad en una humanidad concreta, de tal manera que al acontecer, divinidad y humanidad se revelan en plenitud. Esto quiere decir que Dios, en Jesús, está revelando cómo es que Él crea a todos los seres humanos.

A partir del acontecimiento de la encarnación percibimos lo grande que es el hombre para que Dios quisiera ser uno de nosotros. Si el hombre es la suma comunicación de Dios en la creación, entonces el hombre Jesús de Nazaret es la máxima comunicación de Dios en la historia. Jesucristo –Dios y hombre-, es el prototipo divino-humano totalmente realizado.

Y al referirnos a la resurrección, decimos que es la plena glorificación en cuánto divinización del hombre por Dios. En otras palabras, se trata de la realización de la utopía del Reino de Dios referida a la condición humana. Ahora bien, es en este horizonte de comprensión que para el cristiano la utopía se transformó en topía: ya ahora, porque en Jesucristo ha encontrado su topos (lugar) la utopía de un mundo llevado a la plenitud divino-humana.[71]

Habiendo iluminado un poco en qué consisten las estructuras adámicas y cristicas, con las cuales el ser humano es plenamente hombre. Nos adentraremos en los mínimos antropológicos que se desprenden del seguimiento de Jesús, siempre respondiendo a las preguntas enunciadas anterior mente.

2.5.1. ¿Qué es el hombre?

Fray Jaime Valdivia nos recuerda que Jesús de Nazaret nos responde esta pregunta, viviendo a plenitud su humanidad. El hombre es creatura del Padre. (Dimensión creatural de la existencia humana): "Ser criatura es recibir incesantemente de Dios la esencia y la existencia. Es vivenciar que todo lo que viene o ad-viene a uno, que todo lo que se tiene, pro-viene. Hasta la misma capacidad de recibir es un don de Dios. Ser criatura es vivenciar concretamente esa umbilical dependencia con respecto a Dios.[72]

Jesucristo es el modelo por excelencia de esta dimensión creatural: siendo de condición Divina renuncio a su condición y se hizo creatura (Cf. Fil 2, 6-7) este hecho indica la importancia que tiene para el ser humano reconocerse a sí mismo como lo que es, un ser creado y necesitado de su creador para encontrar su verdadera identidad. Ser creatura es ser hombre, no Dios. Solo la creatura puede vivir a plenitud el amor fundamental. Solo siendo creatura podrá realizar a plenitud el ideal de: 1). Ejercer el señorío en la creación. 2). Convivir con otros y ser hermano. 3). Trascender: ser hijo a la manera de Jesús. 4). La estructura dialogal del ser creatural.

En últimas, ser creatura para Jesús es vivir en el espíritu de las bienaventuranzas. Él es el bienaventurado por excelencia. En las bienaventuranzas (Mt 5, 3-10), se diseñan las condiciones indispensables para construir la nueva humanidad (las nuevas relaciones fundantes del Reino de Dios que traen la felicidad al ser humano).Viviendo las bienaventuranzas escomo le conocemos.[73]

2.5.2. ¿Quién es el hombre?

Es una pregunta que se responde a partir de la "proexistencia"[74] de Jesús de Nazaret. El hombre es "un ser para los demás"; es désir un ser cuyas raíces se fundamentan en el amor: el único elemento de nuestra existencia que hace posible la entrega y sin el cual todo intento por alcanzar la verdadera libertad no es posible. Sólo desde el amor es posible una entrega sin esperar nada a cambio. El hombre verdadero es aquel cuya capacidad de amar se verifica en su modo de ser. Este es el mandamiento fundamental (Cf. Lc 10, 27-28).[75]

Con el amor se humaniza la razón, y se puede vivir en una plena comunión con Dios, el hombre y el mundo. La relación con el otro es sacra, es religiosa, solo si en el otro encuentro mi alteridad. Y le acojo en mi corazón como si fuera yo mismo le acepto como parte de mi existencia sin el cual yo no podría ser. [76]

El ser para los demás es la respuesta más precisa que Jesús nos brinda con sus hechos y palabras para responder al interrogante sobre ¿Quién es el hombre? Podemos concluir que: el hombre es más que un individuo, es un ser relacional y personal, su vocación es encontrarse con los demás, y ello es consecuencia de la provocación que la presencia del otro supone para nosotros. "La plenitud humana, para su realización, supone fundamentalmente encuentro con el otro. Encuentro al mismo nivel, y por lo tanto, encuentro transcendente, religado y espiritual". [77]

2.5.3 ¿Cómo es el hombre?

El hombre es un ser para el Reino de Dios. Esta definición es la mejor manera de expresar la realidad existencial en la que el hombre debe vivir: Como ya mencionábamos en el apartado anterior. (El reino de Dios como Buena Noticia).Es un don gratuito que se nos presenta a los hombres, lo primero que tenemos que hacer es creer en esta oferta, aceptar que Dios se nos acerca como gracia, capaz de transformar nuestra historia y abrirnos a los hombres: un futuro de esperanza. El reino de Dios es un llamado al cambio de vida que se entiende no a partir de aquello que el hombre construye, sino a partir de Dios y del futuro que se nos propone.

"El Reino de Dios se constituye en el espacio antropológico por excelencia, desde el cual el hombre y la mujer pueden ser sujetos de la nueva humanidad y de la nueva sociedad. Este Reino acontece ya en la historia mediante la opción fundamental por la persona y el proyecto de Jesús. Jesús es la "basileiathoutheou". Además, es al interior del Reino de Dios que el ser humano puede vivir a plenitud su dimensión inmanente y trascendente. Como tal, el Reino es un nuevo orden de cosas capaz de responder a los interrogantes fundamentales del hombre."[78]

2.6. Seguimiento y vida monástica en el siglo xxi.

El seguimiento y la vida monástica en el siglo XXI son dimensiones de una misma realidad ya que están intrínsecamente unidas, por la radical entrega al servicio del reinado de nuestro Señor Jesucristo. Hoy la vida monástica sigue siendo de mucha importancia para la sociedad actual porque proporciona las herramientas necesarias para un encuentro con Jesús.

Desde los primeros siglos del cristianismo, muchos hombres y mujeres, que se dejaron impactar por el Evangelio de Jesucristo, comprendieron la importancia de retirarse para seguir a Jesús, pobre, casto y obediente. Dejaron todo lo que les ofrecía su entorno social y, se retiraron al desierto: considerado como un lugar de prueba, y de tentación pero, sobre todo, un lugar donde Dios se manifiesta.

"Desde los primeros siglos de la Iglesia han habido hombres y mujeres que se han sentido llamados a imitar la condición de siervo del Verbo encarnado y han seguido sus huellas viviendo de modo específico y radical, en la profesión monástica, las exigencias derivadas de la participación bautismal en el misterio pascual de su muerte y resurrección. De este modo, haciéndose portadores de la Cruz (staurophóroi), se han comprometido a ser portadores del Espíritu (pneumatophóroi), hombres y mujeres auténticamente espirituales, capaces de fecundar secretamente la historia con la alabanza y la intercesión continua, con los consejos ascéticos y las obras de caridad."(VC. 6.)

Jesús fue llevado al desierto por el espiritu. Desde ese lugar árido y sólo, fue puesto a prueba en su humanidad, ayunando cuarenta días, y fue tentado por el demonio. Así le manifiesta el amor y la fidelidad a su Padre, y es ahí donde recibe el consuelo de los ángeles y comienza su misión. A ese desierto inhóspito al que fue arrastrado Jesús por el Espiritu, es al mismo que son conducido hoy todos los hombres y mujeres que siguiendo la vos del espiritu descubren el deseo de manifestarle su amor y fidelidad al padre a través del seguimiento radical de Jesucristo, en un lugar de silencio oración y trabajo.

"Los monjes de hoy también se esfuerzan en conciliar armónicamente la vida interior y el trabajo en el compromiso evangélico por la conversión de las costumbres, la obediencia, la estabilidad y la asidua dedicación a la meditación de la Palabra (lectio divina), la celebración de la liturgia y la oración. Los monasterios han sido y siguen siendo, en el corazón de la Iglesia y del mundo, un signo elocuente de comunión, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas del espíritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de dialogo y de cultura para la edificación de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera de aquella celestial". (VC. 6.)

La vida monástica del siglo XXI sigue siendo ese espacio antropológico y teológico donde se busca alcanzar la libertad propia del ser hombre a Imagen y semejanza de Él. Este estilo de vida es expresión de una respuesta amorosa al llamado de Jesús, tal y como lo vivió el Apóstol San Juan: El discípulo Amado, recostado en su pecho; Maria la hermana de Marta, a los pies del maestro, y Maria su madre, al pie de la cruz.

2.7. La Virgen María en el seguimiento de Jesucristo su Hijo.

Es difícil hablar del seguimiento de Jesús sin mencionar a María, quien además de ser la madre del que llama, es la primera en seguirle. (San Agustin. cf. Discurso 72)Desde antes de que Dios irrumpiera en el espacio y tiempo de nuestra historia, María ya había aceptado hacer su voluntad (Cf. Lc 1, 38) y, ¿Cuál es la Voluntad de Dios sino Seguirle en la persona del Hijo, para aprender de Él que es manso y humilde de corazón? (Cfr. Mt 11,29)

Ella fue la primera en creer en Jesucristo como Mesías y Salvador de la raza humana, paso fundamental para su seguimiento. María es la primera en seguirle, pues en el instante que recibe en su seno a Dios, deja a su familia y se pone en camino hacia donde su prima Isabel. Comienza un nuevo camino, en función del misterio que lleva en su interior. El santo Padre Benedicto XVIl lo expresa Así:

"Después del anuncio del ángel, "se puso en camino y fue aprisa a la montaña" para visitar a Isabel (Lc 1, 39). El evangelista, al decir esto, quiere destacar que para María seguir su vocación, dócil al Espíritu de Dios, que ha realizado en ella la encarnación del Verbo, significa recorrer una nueva senda y emprender en seguida un camino fuera de su casa, dejándose conducir solamente por Dios. San Ambrosio, comentando la "prisa" de María, afirma: "La gracia del Espíritu Santo no admite lentitud" (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: pl 15, 1560). La vida de la Virgen es dirigida por Otro -"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38)-, está modelada por el Espíritu Santo, está marcada por acontecimientos y encuentros, como el de Isabel, pero sobre todo por la especialísima relación con su hijo Jesús. Es un camino en el que María, conservando y meditando en el corazón los acontecimientos de su existencia, descubre en ellos de modo cada vez más profundo el misterioso designio de Dios Padre para la salvación del mundo."[79]

El seguimiento en la Virgen forma parte de su misión y del deber como ser humano. Es importante reconocer el grado de conciencia que tuvo la Virgen al estar siempre al lado de su Hijo: ella fue la elegida de Dios, sin pecado Original, la llena de Gracias. Al seguir a su Divino Hijo le está diciendo a la humanidad que el único medio por el cual se llega al Padre es siguiendo al Hijo, compartiendo con él la vida, la totalidad de la existencia.

Además, siguiendo a Jesús desde Belén hasta el destierro en Egipto, en la vida oculta y en la pública, hasta el pie de la cruz, María vive su constante ascensión hacia Dios en el Espíritu del Magníficat, aceptando plenamente, incluso en el momento de la oscuridad y del sufrimiento, el proyecto de amor de Dios y alimentando en su corazón el abandono total en las manos del Señor, de forma que es paradigma para la fe de la Iglesia (cf. Lumen Gentium, 64-65).

María siendo su madre ocupó el mismo lugar que ocupan todos los hombres que hacen la voluntad de Dios Padre, el de madre y hermana de su hijo.(Cfr. Mt 12, 47-48)No lo acaparó para ella, sino que lo compartió con toda la humanidad, y no como una madre que se separa del hijo; para que el continúe su propio proyecto de vida.(Jn 18, 35-38) María le sigue y se integra al proyecto de su hijo, algo todavía más grande, ella le indica el momento que debe iniciar,(Cfr. Jn 2, 3-5) lo que confirma que Jesús el divino maestro no solo cuenta con una seguidora que debe aprender de Él, también tiene una madre que lo da a conocer,(Lc 2:21-40) le anima, le ayuda a levantarse cuando cae y lo acompaña hasta en los momentos más difíciles.(Cfr. Jn 19,25-30)

María En su asunción nos recuerda que su vida, fue un camino de seguimiento de Jesús, un camino que tiene una meta bien precisa, un futuro ya trazado: la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la comunión plena con Dios, porque -como dice san Pablo en la carta a los Efesios- el Padre "nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús" (Ef 2, 6). En nosotros la unión con Cristo, la resurrección, es imperfecta, pero para la Virgen María ya es perfecta, a pesar del camino que también la Virgen tuvo que hacer. Ella ya entró en la plenitud de la unión con Dios, con su Hijo, y nos atrae y nos acompaña en nuestro camino.[80]

El seguimiento en María alcanza dimensiones que sólo se pueden entender en la lógica de un amor puro. A pesar de ser su madre no le sigue para que renuncie a una misión de mucho riesgo donde está en juego la vida de su hijo, sino que le sigue para aprender de Él, para seguir su ejemplo, para ofrecer su vida junto con la de su hijo. También ella corrió riesgos, por ser su madre, sin embargo no lo dejo solo, como lo hicieron otros discípulos.

Así pues, en María elevada al cielo contemplamos a Aquella que, por singular privilegio, ha sido hecha partícipe con alma y cuerpo de la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. "Terminado el curso de su vida en la tierra -dice el concilio Vaticano II-, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte" (Lumen gentium, 59). En la Virgen elevada al cielo contemplamos la coronación de su fe, del camino de fe que ella indica a la Iglesia, Aquella que en todo momento acogió la Palabra de Dios, fue elevada al cielo, es decir, fue acogida ella misma por el Hijo, en la "morada" que nos ha preparado con su muerte y resurrección (cf. Jn 14, 2-3). [81]

2.8. Interioridad agustiniana y seguimiento

Agustín es un gran maestro también para él hombre actual. Su doctrina y su vida proyectan una luz poderosa sobre nuestro mundo. La interioridad como clave para encontrar la verdad en medio de los problemas de su tiempo, nos aporta un estilo del que podemos servirnos y nos indica un camino a recorrer, para llegar a la meta y un modo de ser más que uno de hacer; nos presenta su vida, con su experiencia de buscador insaciable de la verdad y del amor; su estilo de ser con los demás y a su servicio.

La interioridad es el barco en el cual Agustín cruzó las turbulentas aguas de sus paciones y amores exteriores que, en vez de conducirlo a la felicidad lo alejaban cada vez más; en este sentido él mismo, en sus confesiones nos habla en que consiste la interioridad: La interioridad es el proceso por el cual el hombre se encuentra con su creador a través del conocimiento de sí mismo.

Ese constante descubrir lo que necesita y preguntarse por el siguiente paso a seguir, es lo que le permitió dejarse conducir por el Maestro interior que, es más íntimo que su propia intimidad. (San Agustín, Confesiones III, 6, 11)Para San Agustín todo el recorrido realizado por diferentes ambientes, tanto intelectuales como espirituales, le permitió el conocimiento de las cosas exteriores y de esta manera también conoció su comportamiento de cara a ellas. Por lo que posteriormente no le fue difícil relacionarse de manera correcta con el mismo universo como creación de Dios e integrarlas a su proceso de interiorización.

Ahora bien, la interioridad agustiniana es un modo de leer y de vivir el mensaje cristiano, es valorar el mundo interior, el corazón, donde nos encontramos con Dios. Es imprescindible para la búsqueda de Dios, y nos debe llevar a analizar críticamente las motivaciones profundas. Dios habita en nosotros para ser advertido y reconocido como nuestra verdad y nuestra vida. A través de la búsqueda interior Agustín llega a una relación profunda y familiar con Dios y siente la necesidad de comunicar eso que ha descubierto.

Hemos de buscar unirnos a Dios, pero, evidentemente, "si tú mismo estás lejos de ti, ¿por dónde vas a poder aproximarte a Dios?". (Comentario al Evangelio de Juan 23,10) Será necesario, por tanto, entrar en el santuario interior, y allí examinarse en profundidad: "Despereza tu conciencia, sube al tribunal de tu mente, no te perdones, examínate, te hable al interior del corazón, ve si te atreves a confesarte inocente" (Comentario al Salmo 101,10) pero además no es posible ocultarse a sí mismo por mucho tiempo: "¿Por qué quieres esconderte a ti mismo? Te hayas de espaldas a ti mismo, no te ves; haré que te veas. Lo que colocaste a la espalda, lo pondré delante de ti; y verás tu fealdad, no para corregirte, sino para avergonzarte"(Comentario al Salmo 49,28).

San Agustín trata de invitar a quienes le hoyen a que hagan la experiencia de la interioridad: "Retornad, hombres, de vuestras afecciones. ¿Adónde vais? ¿Adónde corréis? ¿Adónde huis, no sólo de Dios, sino también de vosotros? Volved, prevaricadores, al corazón, escudriñad vuestro espíritu, pensad en los años eternos, encontrad la misericordia de Dios que tiene para con vosotros, contemplad las obras de Dios: su camino está en Cristo"(Comentario al Salmo 76,16).

En el fondo Agustín nos está diciendo que la carrera que tenemos que hacer tiene como meta nosotros mismos, y allí, estando en íntimo contacto con nosotros mismos nos encontraremos con aquel que nos ha creado. Sólo así podremos agradarle en todo: "Recapacita; se juez para ti en tu corazón. Procura que en lo secreto de tu aposento, en el fondo más íntimo de tu corazón, donde estás tú solo y Aquel que también ve, te desagrade allí la iniquidad para que agrades a Dios" (Comentario al Salmo 65,22).

El volver a sí es para conseguir a Dios, que es la única aspiración de la vida; es en el interior donde podemos encontrarnos con él: "Volved al corazón, ¿qué es eso de ir lejos de vosotros y desaparecer de vuestra vista? ¿Qué es eso de ir por los caminos de la soledad y vida errante y vagabunda? Volved. ¿Dónde? Al Señor. Es pronto todavía. Vuelve primero a tu corazón; como en un destierro andas errantes fuera de ti. ¿Te ignoras a ti mismo y vas en busca de quien te creó?… Volved al corazón, allí está la imagen de Dios. En el hombre interior habita Cristo, en el hombre interior serás renovado según la imagen de Dios"(Comentario al Evangelio de Juan 18,10).

Por todo esto ya mencionado, la interioridad Agustiniana en la sociedad actual, es un camino para enfrentar la perdida de sentido de la vida y del sentido de trascendencia. Para comprender todo esto hay que hacerlo a la luz de la vida de san Agustín, el cual es un modelo de hombre, no solo en un periodo determinado de la historia sino que, por su entrega y seguimiento de Jesús, desde un lugar concreto, (la Iglesia católica) ha trascendido el espacio y el tiempo, hasta el punto de tocar los cimientos de una cultura que después de XVII siglos se ha convertido en una sociedad superficial.

Habiendo abordado de manera general en que consiste la interioridad agustiniana trataré de mencionar algunos momentos de su vida, que le fueron clave para alcanzar la interioridad que le llevó a descubrir ese ideal que tanto buscaba en el exterior y estaba en su interior.

2.8.1. Agustin hombre de corazón inquieto

La Vida de San Agustín se desarrolla partiendo de la búsqueda de un ideal que desde su concepción está siempre más allá de la meta: por mucho que le hallas alcanzado el ideal siempre estará más halla[82]José Ingenieros nos dice que: cuando un hombre ve una estrella y extiende sus alas afanoso de perfección y rebelde de toda mediocridad lleva en él un resorte misterioso de un ideal. Es virtud sagrada capaz de prepararlo para grandes acciones. Si se deja apagar no se enciende jamás[83]San Agustín, nunca dejó apagar la luz que le conducía a su Ideal, su vida fue una constante inquietud búsqueda.

El secreto de su victoria, sobre toda mediocridad fue el hecho de no darse por vencido. El continuo dudar y andar a la expectativa por los caminos estrechos y oscuros del espíritu, el continuo doblegar su inteligencia, yendo de un sistema a otro, en ansias siempre de encontrar lo verdadero ante la falsedad de lo que él creía

Verdad[84]con tanto desasosiego buscada, con el espíritu zozobroso ante la huida sistemática de la sabiduría Increada que, cuando creía haberle alcanzado con la red de su vasta inteligencia, se le escurría de su mente poderosa; eso fue lo que le actualizó y lo que aún le hace vivir en el tiempo.[85]

En sus Confesiones San Agustín se descubre así mismo poniendo de manifiesto un largo recorrido en busca de la felicidad, el cual no la podía encontrar, por el hecho de buscarla en lugares equivocados[86]Refiriéndose a Jesucristo como la única verdad, nos dice: ¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé! tú estabas dentro de mí y yo fuera y de fuera te buscaba y como un engendro de fealdad me abalanzaba Sobre la belleza de tus creaturas. Tú estabas con migo pero yo no estaba contigo (Cf. Conf. 9, 27, 38).

A la edad de diecinueve años, Agustín ya tenía todo un camino recorrido; se había dedicado a realizar sus intereses personales y las esperanzas terrenas de su carrera: riquezas y placeres, etc.[87]sin embargo no imaginaba ni podía percatarse de lo imprevisible que son los caminos del señor, (Cfr. Rom 11,33).

La lectura de un libro de filosofía, llamado el Hortensio de Cicerón, le permitió entrar en un ambiente intelectual filosófico que será el punto de partida para una nueva etapa de su vida; despierta en él un gran interés por la sabiduría y le permite dar un gran salto en su pensamiento[88]Como el mismo dirá en las confesiones: "semejante libro cambio mis afectos y mudó hacia ti mis suplicas, he hiso que mis votos y deseos fueran otros". (Conf. 3, 4,7.)

Este Libro describía, la necesidad, la dignidad, la eficacia y la historia de la filosofía y que solo la filosofía _amor a la sabiduría_ era digna de ser amada sobre todas las riquezas y todos los bienes humanos[89]Desde entonces la filosofía se convierte en un proyecto, intelectual que lo lleva a la práctica, para involucrarse existencialmente[90]Pasa de sus interrogantes meramente materialista a interrogantes que trascienden lo material: "De golpe todas mis expectativas de frivolidad perdieron crédito, y con increíble ardor en mi corazón suspiraba por la inmortalidad de la sabiduría y comencé a levantarme para volver a ti"(Conf. 3, 4,7).

Habiendo encontrado una realidad existencial que lo pone de cara a su vocación[91]no descansa de seguir buscando algo aún más grande, pues el libro aunque fuera una obra literaria bien escrita no lograba entusiasmarlo del todo. Pues habiendo probado y conocido de muchas cosas, necesitaba algo más grande, él necesitaba encontrarse con cristo, y el Libro ni siquiera lo mencionaba.(Cf. Conf. 3, 4,8.). Motivado por una nueva visión de su existencia, comenzó a leer las sagradas escrituras, pero como el mismo dirá: "en el fondo la escritura está hecha para crecer con los humildes. Y claro, yo desdeñaba ser humilde, e hinchado de orgullo, me consideraba un fuera de serie". (Conf. 3, 5,9).

La apasionante y dura realidad de lo que San Agustín ha vivido en su corta edad, ahora parece un gran problema, ya que, el Hortensio de cicerón, ha despertado en él un deseo que sobrepasa su entendimiento y al que no puede alcanzar nomas por sus propios medios[92]Leyendo las sagradas escrituras y No entendiendo lo que le decían; cayó en las redes de una secta llamada los maniqueos. Que a primera vista y de manera rápida, presentaban las repuestas a sus interrogantes.[93]De la que el mismo dirá luego, que eran hombres seducidos y seductores, engañados y engañadores.(Conf. 4, 1,1).

A San Agustín un inquieto buscador de la verdad no sería fácil retenerlo nomás con unas teorías sin fundamentos. En poco tiempo surgieron nuevos interrogantes a los cuales los miembros de dicha secta no pudieron responder; ni siquiera: Manes con sus libros ni Fausto, con quien esperaba encontrarse para aclarar sus dudas. Cuando Agustín descubre la falsedad de esta secta, se decepciona y decide continuar profundizando los misterios de la sabiduría.

Luego, es en Milán donde Agustín tendrá una nueva experiencia, de cara a la evolución de su pensamiento. La sed por encontrar la verdad lo llevó a realizar proyectos concretos, como frecuentar la Iglesia católica, donde El Obispo era San Ambrosio: un hombre que además de ser intachable en su testimonio, tenía mucha sabiduría y una excelente retórica; cosa que san Agustín no encontró en los personajes maniqueos; Sus sermones iban dando consistencia a sus interrogantes y minando lo más íntimo de su ser.[94]

2.8.2. Conversión de san Agustín

Narra Agustin que un dia llegó a su vivienda donde se encontraba Alipio y él; un cierto Ponciano, cristiano fiel y muy sabio, este les habló de la conversión de san Antonio, de los orígenes de los monasterios, y de muchos hombres que dejándolo todo se retiraban al desierto, donde siguiendo a Jesús conquistaban la felicidad. Las palabras de este hombre cayeron sobre un Agustin que estaba sediento de encontrar la verdad y cuando las recibió, su interior sufría los estragos, como azotes que le flagelaban el alma.[95]

Destrozado interiormente en el jardín de su residencia en Milán, después de haber escuchado tales palabras de Ponciano, En silencio y una profunda reflexión, escucho una vos de niños que cantaban en forma de juego, "toma y lee, toma y lee", Él interpretó aquellas palabras como si fueran un mandato divino; Abrió la Biblia y leyó el primer pasaje que se ofreció a sus ojos "Nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias". (Rom. 13, 13-14)

Tales acontecimientos, sacudieron toda su existencia, por lo que al instante decidió abandonar todos sus compromisos civiles, para retirarse a vivir la formación previa al bautismo, en una finca, retirado con sus amigos en un ambiente de silencio, estudios y oración; Pasando de este modo de una vida comunitaria anterior mente influenciada por la filosofía a una vida comunitaria movida por el deseo profundo de unirse a Jesucristo. De un monasterio filosófico pasa a un monasterio teológico y así convertido de una vez para siempre pero renovando cada día, permanece en este ambiente comunitario, sirviendo a la iglesia. Fue ordenado sacerdote y luego obispo, pero nunca renuncio a su proyecto monacal, pues así encontró la felicidad que tanto buscó.

Actuar

3. formación de oblatos albertinianos

Con el nacimiento del primer Monasterio de vida contemplativa masculina en Nicaragua surgen grupos de fieles cristianos laicos que se interesan por vivir en santidad, bajo una regla de vida y la autoridad de un Prior. A ellos los acoge el monasterio en calidad de Oblatos según la tradición monástica, como señal de la presencia de Dios Padre Misericordioso que abraza a todo aquel que descubriéndose débil acude a Él.

El Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María, inserto en la tradición Monástica de occidente, y viviendo su espiritualidad en Nicaragua, abre sus puertas a los fieles cristianos laicos que con humildad y transparencia de corazón desean unirse de manera directa a su forma de vida para asumir a la luz de la fe los retos de la Iglesia católica en un país sin tradición monástica masculina como Nicaragua.

Los oblatos siendo fieles laicos que gozan de común dignidad por la regeneración en Cristo, común gracia de hijos, común vocación a la perfección y manteniendo una sola esperanza e indivisible caridad (ChL 3), han querido comprometerse a fondo con el llamado recibido, en virtud del Bautismo, para formar parte de la vida monástica.

El fiel cristiano laico se pone en camino, respondiendo al llamado que acontece en su interior: "id también vosotros a trabajar a mi viña". El trabajo en la viña del señor es abundante y muy variado, todos podemos trabajar según nuestras propias cualidades. Es así que se entiende la oblación desde la dimensión Contemplativa de los Oblatos Albertinianos.

3.1. Breve Historia de los monjes contemplativos albertinianos

La reseña histórica de los Monjes Contemplativos Albertinianos que a continuación les ofreceremos, está tomada de la Regla y Constituciones del Monasterio Albertiniano, tal y como la escribió su fundador, El Padre Prior Fray Jaime Valdivia Pinell, MCA.

En Nicaragua el Espíritu Santo suscitó en la primera mitad del siglo XX a la primera contemplativa nicaragüense de la cual tenemos noticia, la Sierva de Dios Madre Albertina Prudencia Ramírez Martínez, quien, "oculta con Cristo en Dios" (Col 3,3), asumió la "passio" en su vida contemplativa, es decir, la dimensión de la cruz, sin la cual no es posible concebir la vida monástica en la Iglesia Católica.

La Sierva de Dios asumió la cruz, como expresión de su vivencia del amor oblativo hasta llegar a exclamar: "Quiero ser una cruz viviente, una crucificada viviente, una crucifixión viviente por tu amor". Toda su vida fue una inmolación por amor a Dios y la salvación de las almas. La Sierva de Dios fundó en la Provincia Eclesiástica de Nicaragua un camino monástico con las primeras hermanas cofundadoras, el cual quedó esbozado en la primera Regla escrita por ella.

Lo que el Espíritu Santo suscitó en la Madre, ha renacido en lo que hoy podemos llamar con propiedad el "novum" de los Monjes Contemplativos Albertinianos en la Diócesis de Estelí y en la Provincia Eclesiástica de Nicaragua, para honra y gloria de Dios y salvación de las amas con la fundación del primer Monasterio Contemplativo de varones en nuestro país, conocido como MONASTERIO ALBERTINIANO INMACULDA CONCEPCIÓN DE MARÍA, bajo el peculiar cuidado de Su Excelencia Reverendísima Monseñor Juan Abelardo Mata Guevara, SDB, Obispo de la Diócesis de Estelí, Nicaragua, C. A.

El Reverendo Padre Fray Jaime Valdivia Pinell, habiendo orado y consultado su opción fundamental por el seguimiento de Jesús en la vida monástica, ante la necesidad evangélica de nuestra joven Diócesis, se constituye en el fundador del primer Monasterio Contemplativo de Varones en un país sin tradición monástica masculina como Nicaragua, pues no consta en los archivos de la Iglesia nicaragüense que hayan existido monasterios contemplativos masculinos.

El Padre Fundador, Fray Jaime Valdivia Pinell, formado a los pies de San Agustín de Hipona, movido por el Espíritu Santo y el estudio asiduo del legado contemplativo albertiniano, libremente y fiel a la vocación monástica recibida, ha asumido la mismísima intención de la Sierva de Dios para fundar, con la autorización de S. E. R., Monseñor Juan Abelardo Mata Guevara, SDB., Obispo de la Diócesis de Estelí, el primer Monasterio Autónomo "sui iuris" (cf., c. 615 y pertinentes del CIC). A él se han unido con la misma intención el Reverendo Padre Fray Francisco Valdivia Lazo y los hermanos Jacinto Brenes Solórzano, Maylor Matilde Ortez, Exequiel López López, Carlos Miguel López Ramírez, Marlon Ariel Talavera Gutiérrez y Domingo Antonio Rizo Chavarría.

Estos hermanos han decidido vivir, con el auxilio de la Gracia Divina, bajo la Regla Monástica de San Agustín de Hipona, la herencia contemplativa albertiniana y la autoridad de un Prior, con un alma sola y un sólo corazón hacia Dios, en comunión de vida y en comunidad de bienes, según el ideal de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén (cf. Hch. 4, 32-35); e insertos en la gran tradición monástica de la Iglesia Católica, siguiendo a Jesucristo, pobre, casto y obediente (propositum sanctitatis), desde la vivencia del monacato de occidente, "ora et labora", y la dimensión de la cruz "passio", heredada de la Sierva de Dios Madre Albertina prudencia Ramírez Martínez.

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Juan Abelardo Mata Guevara, SDB., por la Gracia de Dios y Voluntad de la Santa Sede Apostólica, Obispo de la Diócesis de Estelí, Nicaragua, C. A., acogió el don que significan los Monjes Contemplativos Albertinianos en su Diócesis y fiel a su ministerio episcopal de favorecer, impulsar y acompañar a la nuevas formas de vida consagrada que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia, y en uso de sus facultades ordinarias (c. 579, 1) autorizó al Reverendo Padre Fray Jaime Valdivia Pinell para fundar el Monasterio Autónomo "sui iuris" de varones (c. 615 y pertinentes del CIC.), conocido como Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María, en el domicilio eclesiástico de la Diócesis de Estelí, Barrio Betania, Ciudad de Estelí, Departamento de Estelí, Nicaragua, C. A.

Fundado como el primer Monasterio Contemplativo de Varones en la Diócesis de Estelí (y en la Provincia Eclesiástica de Nicaragua), el Señor Obispo consultará a la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, cuando él lo considere conveniente, para recibir el "visto bueno" y proceder a la debida erección canónica del Monasterio Autónomo "sui iuris" con Decreto Formal (c. 579, 2).[96]

3.2 Lo que significa ser un monasterio semi urbano, culto y anclado en un barrio marginal.

  • 1. El Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María, está ubicado en un Barrio periférico de la ciudad de Estelí, Nicaragua, no aislado de la ciudad ni en el centro de ella. Es un Monasterio semiurbano. Está inserto en la tradición Monástica de Occidente y por ello asume como padre espiritual, al Padre del Monacato en Occidente, San Agustin, quien fundó sus monasterios en la ciudad, para desempeñar su función de Obispo y monje, cerca de las gentes. No huyendo del mundo sino de la mundanidad (del mundo que le ha dado la espalda a Dios). No lejos de la ciudad como el caso de san Benito sino en las afueras para constituirse en signo del Reino de Dios.

  • 2. Es un monasterio culto porque San Agustin es un intelectual que pone su razón al servicio de la fe. En el monasterio se cultiva un nuevo modo de ser hombre a la manera de Jesús todo lo demás está al servicio de ese nuevo modo de ser. De modo particular se cultiva la teología monástica que se desprende de la Lectio Divina y del estudio de los Santos Padres.

  • 3. Al estar anclado en un barrio marginal permite hacer conciencia de la situación antihumana en que viven los marginados para involucrase existencialmente en su dolor, desde una entrega total y sin reserva a Jesucristo, viviendo un ambiente de oración y trabajo, desde la pasión de nuestro señor Jesucristo.

El monasterio crea proyectos concretos que contribuyen al desarrollo en el orden social y cultural pero sobre todo en la parte espiritual tal y como lo expresa la verdad vinculante en el Nº 54: "Por ser un monasterio semi-urbano y marginal, nos mueve a misericordia la situación de pobreza inhumana que sufren los humildes y sencillos. El Cristo sufriente de Mateo 25 aparece ante nosotros como una cristofanía. La ideología marxista convierte al pobre en un objeto manipulable según los intereses del partido; en cambio, para el monje, en el pobre, Dios está siendo negado de una manera sistemática. Es un ateísmo práctico. Para el contemplativo, el pobre es aquel que yace tirado en el camino, abandonado por el progresivo deterioro de la misericordia en el mundo. Ante él, estamos llamados a integrar en nuestra vida al prójimo y abrazarlo con nuestra capacidad de amar (misericordiosos)."[97]

3.3. La importancia de los oblatos en la vida monástica y en la Iglesia

Los Oblatos, siendo laicos que han decidido entregarse a Jesucristo, desde los lugares que ocupan en la sociedad, contribuyen con la vida monástica y por lo tanto con la iglesia, a extender el reinado de nuestro Señor Jesucristo. Habiendo bebido de la exquisita espiritualidad de la vida contemplativa en la tradición monástica, la dan a conocer, contagiando con su buen testimonio, a aquellos que por diversas razones desconocen la bondad de lo que se vive en un monasterio. En otras palabras, a través de los oblatos los monasterios se proyectan hacia fuera como señal de su preocupación por la evangelización y las diferentes necesidades del pueblo de Dios.

El concilio Vaticano II, devolvió al laico y al oblato su lugar teológico propio y, de un modo admirable, concibió la vida del laico como un acto litúrgico de ofrenda al Padre de las realidades del mundo por medio de la consecratio mundi: "Cristo Jesús, Supremo y eterno sacerdote, porque desea continuar su testimonio y su servicio por medio de los laicos, vivifica a éstos con su Espíritu e ininterrumpidamente los impulsa a toda obra buena y perfecta. Pero aquellos a quienes asocia íntimamente a su vida y misión también les hacen partícipes de su oficio sacerdotal, en orden al ejercicio del culto espiritual, para gloria de Dios y salvación de los hombres.

Por lo que los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, tienen una vocación admirable y son instruidos para que en ellos se produzcan siempre los más abundantes frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso de alma y de cuerpo, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en "hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1 P 2,5), que en la celebración de la Eucaristía, con la oblación del cuerpo del Señor, ofrecen piadosísimamente al Padre. Así también los laicos, como adoradores en todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo." (Lumen Gentium IV, 34).

El Beato Juan Pablo II revivió la teología del laicado propia de Pablo VI al decir: "Los fieles laicos participan en el oficio sacerdotal, por el que Jesús se ha ofrecido a sí mismo en la Cruz y se ofrece continuamente en la celebración eucarística por la salvación de la humanidad para gloria del Padre. Incorporados a Jesucristo, los bautizados están unidos a Él y a su sacrificio en el ofrecimiento de sí mismos y de todas sus actividades."

3.4 Los oblatos Albertinianos

Más que la atracción por la sola belleza exterior, un oblato es atraído por la espiritualidad de los monjes (la vida de silencio, soledad, oración privada y comunitaria), la lectura de las Santas Escrituras (lectio), la meditación, la celebración de la liturgia Monástica los retiros espirituales, el recogimiento, la adoración, etc. Les atrae especialmente el participar con los monjes en la lectura y meditación de la Palabra de Dios, en el canto de la salmodia, (Laudes y Vísperas), así como también en la celebración de la santa Misa y los sacramentos, tomando parte de la adoración y de las meditaciones.

El mundo de hoy está lleno de ruidos, y por eso el monasterio se presenta como un pacífico oasis de tranquilidad donde es posible contemplar el amor de Dios. En consecuencia, la casa de un oblato debe reflejar la atmósfera del monasterio. De este modo la familia del oblato se convierte en una iglesia doméstica, casi una réplica del monasterio.

En el Monasterio Albertiniano el brazo de la caridad monástica son los oblatos. Ellos se encargan del proceso de evangelización del territorio confiado al monasterio, adelantan la catequesis en todas sus etapas, promoverán la vivencia de la fe católica en pequeñas comunidades evangelizadas y evangelizadoras, promueven la recepción de los sacramentos, la adoración perpetua en la capilla del monasterio y la espiritualidad mariana. Además, en diálogo con el Prior y la comunidad monástica diseñan los proyectos necesarios en alimentación, salud, educación, arte, ecología, cultura, etc., para responder a estas necesidades.

3.5 Decreto de erección de los Oblatos Albertinianos

CONSIDERANDO QUE:

1) La Espiritualidad de Los Monjes Contemplativos Albertinianos debe trascender los muros del monasterio y abrirse a las diferentes necesidades del hombre actual sin perder su identidad contemplativa..

2) Todos los fieles Cristianos estamos llamados vivir según la vocación que Dios nos concede, para ser signos de su presencia en un mundo secularista que ha perdido los referentes de la trascendencia.

POR TANTO

Yo Fray Jaime Valdivia Pinell MCA. Prior del Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de Maria, habiendo orado y consultado al capítulo general monástico y por la potestad que me otorga el derecho, en calidad de privilegio Apostólico (Cfr. C. 312del CIC) erijo canónicamente una asociacion de fieles laicos y clérigos, con el nombre de Oblatos Albertinianos siguiendo la tradición monástica de los Oblatos que nacieron con San Benito en el siglo V.

Ellos se encargarán de transmitir la espiritualidad contemplativa particularmente con su testimonio y luego a través de diferentes proyectos de orden social y espiritual. Serán el brazo de la caridad monástica, atendiendo a las necesidades de las personas, con sus familias, en los lugares y parroquias donde Dios los ha llamado.

Dado en el Monasterio Inmaculada Concepción de María, Estelí, Nicaragua a los veintisiete días del mes de agosto del año del Señor de dos mil once, en la memoria de Santa Mónica, Madre de San Agustín.

PAX CHRISTI

Fray Jaime Valdivia Pinell, MCA

Prior del Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María

Fr Carlos Miguel López

Secretario

3.6 Proyecto formativo

Con este proyecto formativo pretendemos ofrecer al Oblato Albertiniano, las herramientas necesarias, para una formación integral. Es decir el fiel que forma parte de los Oblatos Albertinianos, se encontrará aquí con una formación humana, intelectual, pastoral y espiritual que le capacitará para asumir el reto de enfrentarse a los desafíos que la sociedad actual les impone.

  • a. Historia de los Oblatos

Partes: 1, 2, 3
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