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Consumo cultural en El Gran San Salvador: (página 2)

Enviado por jcgrande_ues


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Sin embargo, hemos de admitir que actualmente hay una nueva forma de presentación del cine. Junto con la proliferación de cómodas y atractivas salas, se vislumbra un aumento de espectadores, según los últimos datos, ya que, además, ello supone el mejoramiento del sonido, visión, asientos, estrenos y golosinas variadas a un costo relativamente aceptable.

También funcionan muchos centros de diversión legales y con fines comerciales, según fuentes del Ministerio de Hacienda, tales como: 89 clubes de diversión (billares, boleramas, salas de ping pong, juegos de azar, etc.), unos 600 restaurantes (con franquicias internacionales o nacionales), entre de comida rápida, casera y de todo tipo de bebidas, así como varias barras show, donde se practican exhibiciones al desnudo. Por su puesto que son cientos los negocios de este tipo que no están registrados legalmente y que, por lo tanto, evaden sus impuestos al Estado.

En esos mismos rubros, de acuerdo con datos de la Cámara Salvadoreña de Empresas Consultoras (CAMSEC), sólo en El Gran San Salvador, durante el año 2006, se gastaron 38. 3 millones de dólares en diversos consumos, cada fin de semana (de viernes a domingo), desglosados así: compras varias realizadas especialmente en supermercados y almacenes 35.6 %, el entretenimiento ocupa un 10.2 % (predominando la asistencia a los cines), el 37% (equivalente a unos 400 mil consumidores) se destina a consumir diversos tipos de alimentos, principalmente en los restaurantes de comida rápida y luego las pupusas u otra típica. El resto se distribuye entre espectáculos deportivos, paseos, eventos culturales, etc.

El estudio de CAMSEC detectó que más del 93% de los salvadoreños salió el fin de semana, de lo que se infiere que al menos 627 mil familias hicieron algún desembolso monetario. Arriba del 58% fue a un supermercado, a un centro comercial o a comer fuera de casa, tres de las actividades favoritas para esos días libres; mientras que más del 25% disfrutó de alguna actividad de entretenimiento. Los datos coinciden con las visiones de los analistas y con los hallazgos de la ENIGH, que muestran que las personas se están volcando a gastar más en comida rápida y diversión, y que buscan, sobre todo, visitar lugares seguros durante los fines de semana.

Este mismo estudio, válido para los primeros seis meses de 2006, destaca que las personas entre 21 y 30 años son los más asiduos consumidores, sobresaliendo entre ellos la capa media-media y alta con un 38 % y 22 % respectivamente. Asimismo, dos de cada tres que compran en supermercados son mujeres y dos de cada tres que gastan en discotecas y bares son hombres. A propósito es importante relacionar que de los departamentos de El Salvador que reciben más remesas provenientes del exterior, hasta el 2010, están San Salvador, (19.97% del total) y la Libertad (10.02%). El 90 % de esas remesas se gastan en consumo diverso.

Vale decir, que sólo entre los restaurantes de comida rápida o "fast food", en el país se encuentran prácticamente todas las marcas reconocidas a escala mundial, desde pizzerías, hamburguesas, pollos aderezados, carnes, donas, etc. y algunas marcas locales, las cuales generan un mercado que consume aproximadamente 114 millones de dólares al año, según datos de la empresa Ketucky Fried Chicken. El consumo de significativos símbolos globales como es el caso de Pizza Hut y Mac Donalds quienes coexisten en Metrocentro y Galerías por ejemplo, con los lugares de comida rápida tradicionales y el gusto de los sectores sociales medios por las mismas, tales como por ejemplo, "las pupusas" y "Pastelitos, "yuca salcochada", etc. vuelven evidente aferrarse, hasta cierto punto, a la cultura local.

En otro orden, en el Gran San Salvador también abren sus puertas al público un Museo de Historia Natural, un Museo Nacional de Historia y otro de Antropología, el de la "Palabra e Imagen" e incluso 2 militares, un zoológico nacional, un jardín botánico, un parque temático , 3 teatros nacionales y 3 privados, 15 galerías de arte, 2 mercados de artesanías (el más conocido es el denominado Ex cuartel con 538 locales para vender), 17 casas de la cultura etc.

El denominado turismo cultural, el cual tiende a extenderse entre los capitalinos durante los fines de semana, hemos de señalar que si algo ha caracterizado a estos últimos tiempos, es precisamente la utilización al máximo del caudal de sus recursos y la incorporación del patrimonio cultural a esos objetivos; que lejos de mermar su significación, puramente cultural, la acrecienta y difunde, con lo cual podemos comprobar que en general, el concepto actual del patrimonio tiende a ser más dinámico que en épocas pasadas, creando oportunidades para que cada generación de capitalinos encuentre respuestas a sus necesidades.

Implícitamente, la visita a los anteriores lugares es un reconocimiento de que el patrimonio cultural salvadoreño se encuentra estrechamente conectado con el patrimonio natural, por que no se puede concebir a aquel desvinculado de su entorno, de su medio, a tal punto que en la actualidad se incluye una nueva categoría como son los "paisajes culturales" tan complejos como enriquecedores.

En el Gran San Salvador también funcionan 3 estadios modernos para la práctica del fútbol profesional en San Salvador , uno en Santa Tecla, uno en Soyapango, numerosas canchas de grama sintética para practicar el fútbol aficionado , el papi-fútbol o el fútbol sala, 3 estadios para béisbol, un palacio para diversos deportes, un velódromo para ciclismo y otro para automovilismo, 2 gimnasios nacionales para la práctica del básquetbol (muchas instituciones educativas universitarias de elite o de capas medias tienen sus propios gimnasios y canchas deportivas) 9 piscinas públicas y muchas de empresas o clubes privados (además del lago de Ilopango y las playas del pacífico que se encuentran a unos 30 kilómetros de distancia las más cercanas) así como 10 polideportivos.

En el AMSS, también existen numerosos talleres de artesanías o academias de artes, unas 395 iglesias entre católicas, bautistas, episcopales, mormones, luteranas, musulmanas, Asambleas de Dios, etc. ( de las más de 2500 en todo el país), 192 librerías y venta de papelería de oficina, 26 empresas editoriales de libros de todo tipo, 295 imprentas para papelería diversa, varias loterías de cartón, 21 centros comerciales considerados muy grandes ( de estos al menos 9 son considerados megacentros al sobrepasar los 140 locales comerciales, según los estándares internacionales).

Asimismo hay varios parques públicos entre ellos los más importantes son por su extensión y atractivo: el Balboa y de la familia (en los Planes de Renderos), Bolívar, Plaza Barrios, Libertad, Infantil, Centenario, Venustiano Carranza, San José , Cuscatlán y el parque del Bicentenario que es un área natural protegida que abarca los municipios de Antiguo Cuscatlán y San Salvador, consta de 129 manzanas ubicadas en la Reserva Forestal El Espino. Asimismo hay 351 zonas verdes o plazuelas, la mayoría en mal estado, 25 centros culturales académicos, 28 hoteles entre de lujo y de primera categoría, 77 casas de huéspedes u hoteles pequeños, 60 moteles, 196 hospedajes para practicar sexo (el más conocido es el denominado popularmente como el "OSO), 48 salas de recepciones o de té, etc.

Sobre los aspectos anteriores hemos de decir que el incremento de las capas medias y de su poder adquisitivo relativo, según el estrato, ha permitido el desarrollo de una industria del ocio que rellena los descansos del trabajo. Esto ha producido, en las diversas sociedades, y en la salvadoreña, una lucha entre dos maneras de entender el ocio: como enriquecimiento cultural, creativo, restaurador, etc. o como simple entretenimiento. Esta lucha, conceptual, a inicios del tercer milenio, está siendo ganada abrumadoramente, a nuestro juicio, por la segunda opción y sin duda es la que gusta a los capitalinos.

De los centros comerciales, Metrocentro es el más emblemático del Gran San Salvador. Este mega centro es visitado, según estimaciones de la empresa (Grupo Roble) por unos 19 millones de personas anualmente (con tendencia a crecer cada vez más) y en una zona donde transitan unos 90 mil vehículos diariamente. Metrocentro, por sus características y precios, está diseñado para los sectores medios -medio y, en menor medida para los medio- bajo, aunque es frecuentado también por los amplios sectores populares.

Por su parte, Plaza Mundo, en Soyapango, inaugurado en noviembre de 2003, recibe un promedio de 70 mil visitantes diariamente, según datos del Grupo Agrisal y el grupo objetivo son los sectores medio bajo y el abanico de sectores populares de la zona metropolitana del norponiente de la capital.

Otros mega proyectos son los denominados Multiplaza y la Gran Vía ubicados en Santa Tecla y Antiguo Cuscatlán respectivamente , los cuales comenzaron a operar en 2004 y 2005 y son considerados los más grandes de Centroamérica por su tamaño y número se locales, servicios y otras comodidades modernas que ofrecen. Estos mega centros tienen como grupo objetivo los sectores medios (medio y altos), así como los visitantes extranjeros, turistas y hombres de negocios. Además existen centros comerciales importantes y modernos como: Galerías, Plaza San Benito, Metrópolis, San Luis, Plaza Marte, Las Cascadas, Unicentro, El paseo, plaza Cristal, Villas españolas, etc., que también se segmentan socialmente de acuerdo con la ubicación geográfica de la zona metropolitana.

Sin duda, los centros comerciales del AMSS tienen un tráfico de personas impresionante. De acuerdo con las estadísticas de las compañías operadoras de los complejos, siete de estos inmuebles recibieron mensualmente 4.1 millones de visitas solo hasta el año 2007, distribuidos así: Plaza Merliot, con 775 mil visitas; Galerías Escalón, con 700 mil; Multiplaza, con 420 mil; La Gran Vía, con 280 mil y Plaza Soyapango, con 48 mil.

En la zona metropolitana sobresalen los denominados Unicentros del Grupo Roble como el de Soyapango que recibe al mes 48 mil visitas; Metrópolis, con 30 mil, Altavista que tiene 26 mil y Lourdes, con 40 mil. La característica de estos centros es su menor tamaño con respecto a los megacentros. Vale recordar que los propietarios de prácticamente todos los centros comerciales del país son de los grupos empresariales Roble, Agrisal o Dueñas.

La visita hacia centros comerciales capitalinos (conocidos en inglés como malls, o shopping center) no cabe duda que es la actividad preferida de los distintos sectores.

Este dato es más que importante, ya que refleja una de las actividades de tiempo libre de mayor auge a escala mundial y una manera de consumir la ciudad de manera fácil, entretenida y segura, lo cual no implica que se asiste necesariamente a comprar algún articulo en lo particular, ya que precisamente el sector comercial fue uno de los de mayor contracción en la economía nacional desde la crisis económica del 2007 y en los primeros meses del 2011.

Es más, la alta preferencia indica los niveles y los gustos que tiene este sector en cuanto al consumo cultural y material, pues es sabido empíricamente que el ir a ver escaparates o vitrinas es una forma de pasatiempo moderno y de reflejar tendencias hacia ciertas modas, artículos superfluos, formas de endeudarse utilizando tarjetas de crédito, reflejar cierto estatus, etc. Por lo mismo, las construcciones de los centros comerciales e incluso su ubicación geográfica responden a dicha dinámica, lo cual es obvio que pretende volver consumistas a los sectores que se supone tienen mayor capacidad de compra.

En el mismo orden, hemos de tener presente que la visita a estos centros también viene inducido fuertemente por los medios de comunicación, particularmente a través de la publicidad, la cual incita a comprar en determinado lugar y a determinado precio, con el fin de vender, al mismo tiempo, estatus social.

Pero sea como sea, lo cierto es que esta actividad posmoderna es una forma de reivindicación de las prácticas cotidianas como espacios que posibilitan un mínimo de libertad. Esto es así, porque dichas prácticas se ubican dentro de un sistema hegemónico, son prácticas del escamoteo, donde se busca sentirse libre de alguna manera y donde también, en cierta forma, se trata de poner cierto énfasis en el consumo como espacios de constitución de las identidades y de conformación de comunidades, de acuerdo con el sector social al que se pertenece.

Hemos de agregar a propósito de esta creciente actividad postmoderna y que tiende a volverse masiva en el Gran San Salvador y todo el país, que las visitas a los "malls", o shopping center" se da ante los crecientes procesos de globalización y de restructuración de los referentes identitarios locales, muy influidos por las migraciones hacia Estados Unidos y México principalmente.

Estos han pasado a ser uno de los lugares y símbolos distintivos de las transformaciones urbanas que se han dado como parte de dichos procesos. Transformación no sólo arquitectónica y comercial, sino, y lo que constituye nuestro interés , de los espacios de construcción simbólica de las identidades; en la medida en que fusionan el mercado y los procesos de interacción social y simbólica de los sujetos; llegando a ser un elemento constitutivo de las relaciones intersubjetivas que se dan en los espacios urbanos.

Los megacentros comerciales se constituyen en estos nuevos espacios de cohesión social, en la medida en que en ellos, los individuos y los grupos encuentran la unidad pérdida con la ciudad y con la comunidad, pero al mismo tiempo, son un territorio de expresión de las diferencias sociales y de nuevas formas de distinción, organizado bajo los rituales de la moda y el consumo.

Al mismo tiempo, las prácticas culturales al interior del mall (pasear, "Vitrinear", ver películas, reunirse para comer alguna comida rápida) e incluso los gestos, el caminar, las miradas y en general el comportamiento, se convierten en rituales de integración y de afirmación de identidades para la mayoría de los que pasan el tiempo libre al interior del mall.

Pero, para todos los grupos sociales, el consumo es básicamente cultural y en este aspecto el "look" y la moda pasan a ser los elementos fundamentales en la construcción de sus representaciones.

Sin embargo, es importante aclarar que la ciudad, como tal y pese a la construcción de grandes centros comerciales, no es atractiva en términos estrictamente turísticos, pese a su buena infraestructura hotelera.

En el ámbito educativo funcionan actualmente 26 universidades privadas con sucursales en otras ciudades del interior y una estatal (la UES) con su propio complejo deportivo muy moderno. Esta última atiende unos 50 mil estudiantes actualmente (aunque con un presupuesto totalmente deficiente) y las otras, en conjunto, 98,160, aunque ciertamente presentan serias deficiencias muchas de ellas en cuanto a la calidad de sus servicios educativos e instalaciones construidas.

En el nivel medio y básico de la educación la cobertura es bastante aceptable en el AMSS, aunque estos centros, principalmente los públicos, presentan deficiencias en cuanto a equipamiento, espacio y de calidad en la enseñanza. Es precisamente en el área metropolitana donde se encuentran los colegios privados más prestigiosos del país, la mayoría de ellos de corte católico (Liceo Salvadoreño, Externado San José, Col. Guadalupano, etc.). En estas instituciones estudian los niños y jóvenes de las capas medias y altas del país.

En consonancia con lo anterior, es importante reconocer que, en general, en el área metropolitana según datos del PNUD para el año 2010, el 97.5 % de la población sabe leer y escribir, mientras, como contraste, en el resto del país el índice de analfabetismo es del 81.7 %. Además, el 92.5 % de la población en edad escolar está matriculada.

No puede dejar de mencionarse el aspecto del sector informal de la economía, el cual ha hecho de las calles capitalinas del centro histórico de la ciudad y de otras ciudades del área el espacio comercial más grande del país. Los datos oficiales de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), elaborada por la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC) señalaba que, ya en 2004, el sector informal albergaba al menos a 772, 407 personas en todo el país. Eso representaba un 49.8% del total de la población ocupada a escala nacional. Buena parte de ese sector se concentraba en la capital, bajo la forma de ventas callejeras.

La alcaldía asegura, ya para el año 2010, que todo el centro de San Salvador, desde el Hospital Rosales hasta la plaza Zurita (unas 60 manzanas) tiene en mayor o menor medida ventas callejeras. El problema se vuelve obviamente mayor en las últimas 25 manzanas del centro histórico. La municipalidad calcula que solo en San Salvador existe un número de entre 17,000 y 27,000 vendedores informales, los cuales generan un bullicio, desorden y e inseguridad de proporciones preocupantes. Reordenar la ciudad es, sin duda el principal reto de cualquier administración municipal

En todo caso, y de hecho, es en el Gran San Salvador donde se compite fuertemente, por parte de las distintas empresas, por captar o acaparar el ingreso per cápita de algunos segmentos sociales que, como en las ciudades de Antiguo Cuscatlán, Santa Tecla, Mejicanos, Ayutuxtepeque y San Salvador pueden alcanzar hasta los $ 17,532 anuales según el PNUD, lo cual indica que al menos hasta el año 2003 se había logrado altos niveles de desarrollo humano similares a los del primer mundo, en contraste con las otras ciudades del área metropolitana o la mayoría del interior del país que han caído a niveles de pobreza extrema en un 14.3 % y de pobreza relativa del 21.9 % (cercano al 36.2 % en total) y con un ingreso promedio para el territorio de apenas 2,104 dólares, lo cual demuestra la gravedad de las desigualdades y desequilibrios sociales en el país.

Es más, la pobreza en todo el país, se concentra principalmente en el área rural con el 46.2%, mientras en el área urbana es del 30.1 %, agregando a lo anterior que sólo el 57.3 % tiene empleo pleno y el 36.40 % son subempleados en el sector informal, para una población económicamente activa del 63.3% ubicada en el área urbana y del 36.7 % en la rural, según la EHPM de 2010.

Aclaramos que algunos de los datos numéricos que ciertamente son válidos para todo el país, los utilizamos en esta investigación con el propósito de tener una idea general de la situación socioeconómica que rodea o existe en el entorno de los habitantes del Gran San Salvador, máxime si tomamos en cuenta la pequeña extensión del país, la enorme población flotante que llega a la ciudad todos los días y la interconectividad.

Es importante plantear, llegado a este punto, en el ámbito estrictamente social y cultural, que en el Gran San Salvador existen condiciones de estructura histórica que favorecen el establecimiento de una convivencia de relativa tolerancia. Aunque, como es lógico, hay variadas diferencias en las distintas comunidades debido a factores diversos que si bien son salvables, lo cierto es que ningunas tienen características fatalmente divisivas, como sucede en otros países, aun cuando el problema de las "maras" ha adquirido dimensiones escalofriantes. Aclaramos que el problema de la violencia delincuencial y el accionar de las pandillas o maras es un fenómeno que escapa a este análisis, además es un problema de carácter nacional con otras dimensiones y características.

Para el caso, no existen comunidades religiosas enfrentadas, hay suficiente homogeneidad racial, no se padece de problemas de incomunicación lingüística, etc. aunque está claro que falta capitalizar las experiencias del pasado, para desarrollar una convivencia democrática y política, como valor y como práctica realmente cotidiana, lo que no implica eliminar las protestas cívicas como mecanismo de presión ante ciertas políticas gubernamentales o injusticias sociales estructurales, propias del sistema, que son francamente nocivas para el pueblo.

Finalmente, hemos de plantear que, en general, en lo relativo al uso y decadencia de los espacios públicos urbanos de la ciudad capital y el área metropolitana, una vez motivo de orgullo para los capitalinos, estos prácticamente han sido abandonados a los excluidos. Algunos han pasado por renovaciones (como el caso de los parques Cuscatlán, Libertad, San José y Centenario,) para fines casi exclusivos de consumo superfluo y en alguna medida el turismo; otros espacios, sin embargo, se han tornando en verdaderos centros comerciales al aire libre como es el caso de los ubicados en los alrededores de los mercados municipales y parques de todas las ciudades del AMSS.

Aunado a lo anterior, también es importante mencionar que la inseguridad se ha instalado en las calles capitalinas para los cada vez más raros peatones nocturnos, haciendo que estos se apuren para llegar a sus destinos hogareños o para ir a pasear a un centro comercial: que son los nuevos espacios donde reina la sociedad de consumo, el ornato, el aseo y la seguridad que ciertamente es muy buena en términos generales.

La Ciudad: El Consumo Simbólico y los lenguajes que ofrecen los medios masivos de comunicación

Existen varias perspectivas teóricas que nos marcan unos aspectos desde los cuales podemos pensar y consumir simbólicamente el área metropolitana de San Salvador. Actualmente se sostiene teóricamente que los modos de representación y de enunciación se han complejizado, se han diversificado las propuestas culturales, se han configurado las nuevas formas de relación, de habitar el espacio y de territorializarlo; en fin, se han creado nuevos campos semánticos y nuevos mapas simbólicos para consumir y construir cualquier ciudad como una sola localidad y todo esto, con bastante probabilidad, debido al modo fundamental y principal en el que influyen las palabras en las imágenes visuales que ofrecen los medios de comunicación, las vallas publicitarias , las formas de las construcciones de los comercios y centros recreativos, el bullicio que genera el sector informal, etc.

Entonces, en la actualidad las personas que viven en las 14 ciudades (y otras muy cercanas también) evidencian un repliegue hacia espacios más privados, alejándose lo más posible del centro de las ciudades (principalmente de los centros históricos), donde se afirma y construye el lugar social que también está en relación directa con las emociones y lo afectivo. Esto explica en gran medida la alta visita a los nuevos centros comerciales, entre otras cosas

Precisamente los parques, las vitrinas de los centros comerciales, las vallas luminosas en las calles, los carteles de cine, la programación de la TV y la radio, las modas que se observan, las actitudes de las personas, el bullicio que generan los miles que se dedican a las ventas informales callejeras, etc. nos invitan a una nueva opción para analizar las 14 ciudades, pero a partir de examinar la "gran ciudad metropolitana" como escenario de interacción, de comunicación, de comercio y de afirmación de la heterogeneidad cultural, la identidad local y sus expresiones prácticas, modernas y tradicionales.

Lo anterior implica que, al pensarla como escenario, estamos tomando al Gran San Salvador, como un lugar de lenguajes, que son al mismo tiempo de dimensión comunicacional y de representaciones simbólicas, en cuanto se comparten significados y significantes comunes, lo que no quiere decir necesariamente estar de acuerdo con ellos por parte de todos los habitantes.

Es también, de dimensiones comunicativas porque sus habitantes al entablar relaciones se insertan en la ciudad marcándola, modificándola, relatándola, ensuciándola, limpiándola, recorriéndola a través de la constante codificación y decodificación.

También es de dimensión representativa simbólicamente, porque va dirigida a crear una estructura significante que ordena las ideas que se enuncian, dándole valores dialécticos y culturales que se configuran por las representaciones sociales que de ella construyen los sujetos que la habitan en su cotidianeidad y quienes a través de encuentros transitorios, de ciudad en ciudad, de colonia en colonia, de barrio en barrio, y con respecto al núcleo central y de los recorridos que se hacen, le van imponiendo marcas a los territorios. Así, cada sociedad y comunidad del área metropolitana, independientemente del tamaño, produce y reproduce su espacio: el espacio social y ambiental cotidiano, en la medida en que le asigna funciones, relaciones de jerarquía, redes relacionales y de significado.

Por lo mismo, la ciudad es segregada, es de ruptura de la solidaridad social y en el caso del Gran Salvador, el imperio de la violencia urbana social, de las pandillas juveniles, de los trasnochadores, de la prostitución y travestís, de la drogadicción, ebrios, etc. pero también de la práctica de valores y normas de convivencia y de relativa tolerancia cotidiana, donde las iglesias evangélicas y católicas, sin duda, dan su aporte e introyectan buenos valores.

Sin embargo, la condición de modernidad (tardía) suele exasperar las contradicciones en la medida que da la sensación de que desaparece lo poco que se ha logrado rescatar de lo urbano, el agotamiento de la vida pública y la búsqueda de privacidad, de alternativas, no a un tipo de ciudad, sino a la vida urbana entendida como "tumulto" y gritos de vendedores, sonidos de vehículos, insultos entre peatones, etc. que a decir verdad son estresantes, prácticamente a cualquier hora.

Esto es así, porque, el abandono de políticas públicas unificadas, junto al agravamiento del desempleo y la violencia social generan segregación espacial: quienes pueden se encierran en enclaves fortificados, fomentando la separación urbana entre grupos mediante muros, rejas, vigilantes privados y dispositivos electrónicos de seguridad, entre otras formas. Junto a las barreras físicas viene los cambios de hábitos y rituales, las obsesivas conversaciones sobre la inseguridad que tienden a polarizar lo bueno de lo malo, a establecer distancias y muros simbólicos que refuerzan los de carácter físico.

Por lo anterior, se hace necesario analizar al Gran San Salvador y su espacio público específicamente, como algo más allá de las calles, avenidas, los parques, centros comerciales, iglesias, etc. Como escenarios del conflicto social, carencias y lo cultural, y la pugna por la hegemonía cultural; es decir, lo que la sociedad produce y por las diversas maneras de usarlo simbólicamente, en términos de prácticas de consumo cultural, ya que la historia de la ciudad misma está hecha más por las transformaciones en los usos, percepciones, representaciones e imágenes de los sujetos que por las vías, los parques, las iglesias, los medios de comunicación, etc.

En el mismo orden, vale decir que todo sujeto ingresa en el AMSS (no nos referimos sólo a la población flotante) cuando puede apropiarse de las ofertas que ella hace. Pero esto no siempre es posible porque no todos los sujetos, debido a la exclusión social evidente, tienen las mismas posibilidades de acceso a tales ofertas, de modo que la apropiación del Gran San Salvador se configura por capas o clases y por lo mismo por género-sexo, edad, estrato socioeconómico, nivel educativo, etc.

De ese modo, el ejercicio de lo público en el Gran San Salvador estaría definido por los usos y los consumos que hacen los sujetos de la ciudad; es decir, los sujetos entran al ámbito de lo público en la medida en que logran acceder a una oferta de la ciudad, inscribiéndose en ella, donde la representación social y la creación de un universo de sentido compartido son apropiadas, dependiendo del lugar específico que se tiene en la estructura de la sociedad.

En el Gran San Salvador, la percepción que tenemos de la ciudad no es el registro visual puro, sino que está "contaminada" por nuestros afectos, deseos, temores, y el consumo cultural dominante, ya que lo simbólico, en este caso, tiene que ver con la dimensión cognitiva a través de la cual se narra, se re elabora la vivencia y cotidianidad urbana y se crean unos discursos que sitúan a los sujetos en su espacio social, en relación con los otros. Es más los discursos dominantes al ser manipulados mediáticamente, por la tv, la radio y los medios escritos del país, sirven apara sustentar políticas específicas de alineación "imaginando mundos de la vida" que realmente no coinciden con la realidad que sí podemos sustentar.

Y es que no hay duda. En el Gran San Salvador de hoy, la gente consume en escenarios diferentes y con lógicas distintas, desde los centros comerciales grandes y pequeños, las compras en un mercado municipal, supermercado o las calles, los usos de los espacios, el tiempo libre y hasta la televisión, la radio, los periódicos y el incesante uso y consumo de internet y su colateral servicio de interacción: las redes sociales, fundamentalmente Facebook, al cual se unen cada mes 66,000 salvadoreños según la empresa de estadísticas sobre redes sociales Socialbakers (datos hasta junio de 2011) y lo prefiere el 93.6 % de los jóvenes salvadoreños entre 15 y 29 años de edad, el 77 % de los adultos contemporáneos y un 78 % de las personas que pasan los 44 años, según la investigación Top Brand Award de la UTEC, dada a conocer en noviembre de 2011.

Referencias

  • DIGESTYC (2007): VI Censo de Población y Vivienda del año 2007. Ministerio de Hacienda, San Salvador.

  • DIGESTYC (2010): Encuesta de Hogares y propósitos Múltiples. Ministerio de Hacienda, San Salvador.

  • Grande, Julio César. (2003): Diccionario Moderno de la Cultura, Comunicación e Información. San Salvador, Editorial Universitaria.

  • Grande, Julio César. (2006): El consumo Cultural en el Gran Salvador. San Salvador, Editorial Universitaria.

El autor:

Es Licenciado en Periodismo de la UES (con estudios de periodismo en la Universidad de La Habana, Cuba), Profesor de Educación Media, Trabajador Social y Master en Comunicación Social, por la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Es graduado de los siguientes cursos: Postgrado Internacional en Comunicación y Desarrollo de la Universidad de Málaga (España) del Curso de Seguridad y Desarrollo Nacional, impartido en el Colegio de Altos Estudios Estratégicos (CODEM, 2006) y el de Políticas y Estrategias de Defensa en la National Defense University (Washington, 2007). En el 2004 fue condecorado con la Medalla Nacional de Oro al Mérito Magisterial por parte del MINED. Asimismo es autor de seis libros sobre comunicación, cultura y educación, entre otros trabajos de investigación. Actualmente estudia el Doctorado en Ciencias Sociales (Universidad de Zulia, Venezuela).

 

 

Autor:

Julio César Grande Rivera

Abril de 2012

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Nota: el presente trabajo retoma datos y análisis del libro "El Consumo Cultural en el Gran San Salvador", publicado en el año 2006 por el autor de este ensayo. La mayoría de datos se han actualizado.

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