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Historia de la esclavitud (página 4)


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En Inglaterra, una parte de la población arrancada del campo por la revolución agraria fue absorbida por la industria de las ciudades, mientras la parte restante emigró. Wakefield demostró que las colonias estaban llamadas a complementar la economía nacional inglesa. Mientras en la metrópoli se iba reduciendo el suelo laborable y crecía, en cambio, el capital y la mano de obra, en las colonias ocurría el caso inverso, es decir, la sobra de tierras y la falta de mano de obra y de capital. Tratábase, pues, de proporcionarles estos elementos. A fin de atenuar en las colonias la oposición de los factores productivos, Wakefield recomendaba qua las tierras no fuesen cedidas gratuitamente, sino vendidas. El producto obtenido se destinaría a facilitar el traslado de los trabajadores y colonos. Los razonamientos de Wakefield hallaron aplicación principalmente en la colonización de Australia meridional y de Nueva Zelanda (1839).

La demanda de emancipación de la personalidad no se detuvo ante los individuos de raza negra. A pesar de los tratados internacionales que prohibían el comercio de esclavos y de la caza de que los cruceros británicos hacían objeto a los barcos negreros, en el período qua va de 1819 a 1847 se calcula en cerca de 3 millones de esclavos el número de los que fueron transportados de Africa a América. Era pues cuestión de abolir la esclavitud como institución. Inglaterra llevó la delantera; en 1832 declaráronse emancipados los esclavos de la Corona, y al año siguiente quedó suprimida la esclavitud en todas las colonias inglesas, con indemnización de los propietarios. Estas medidas no pudieron llevarse a la práctica sin que fuese preciso sortear dificultades económicas. Los plantadores de las Indias Occidentales viéronse expuestos, con la abolición de la esclavitud, a una peligrosa competencia por parte de Cuba y del Brasil, países que continuaban explotando a los negros. La aparición del azúcar de remolacha dió totalmente al traste con la prosperidad de aquellas colonias británicas, de máximo valor en otros tiempos. Privados de su mano de obra por efecto de la supresión absoluta de la esclavitud, los boers comenzaron en 1836 a emigrar hacia el Norte, para establecer allí posesiones autónomas. Francia libertó a los negros de sus colonias en 1848, indemnizando a sus propietarios. La resolución definitiva tomada en la cuestión de la esclavitud, produjo en los Estados Unidos la Guerra Civil.

En este país los propietarios de plantaciones habían venido represen-tando el principal papel desde el día de su fundación. A instancias suyas la capital federal fué trasladada en 1790 a un territorio entresacado de los Estados no abolicionistas de Maryland y Virginia. Siendo el algodón el principal de los artículos de exportación de los Estados Unidos, los habitantes del Sur tuvieron una influencia predominante en los esfuerzos expansionistas a costa de Méjico, el cual, en 1848, cedió los territorios de Texas, Nuevo Méjico y California. Con todo, la inmigración y los progre-sos industriales habían fortalecido también a los Estados del Norte, y ambas partes se disputaban el destino de los de reciente creación: tratábase de ver si el predominio iba a corresponder o no a los Estados antiabolicionistas del Sur. Cuando, en 1860, Lincoln fue elevado a la silla presiden-cial, los Estados meridionales se separaron de la Unión, mientras los republicanos septentrionales luchaban por el mantenimiento de la integridad federativa y contra la extensión de la esclavitud, pero de ningún modo por su supresión, la cual era considerada como un problema particular de cada Estado. Así, de los territorios limítrofes, mantuviéronse fieles a la Unión Delaware, Maryland, Kentucky, Missouri y Virginia occidental. Sólo los éxitos Bélicos de los Estados del Sur obligaron a los del Norte a considerar a los negros como sus aliados. En 23 de septiembre de 1862 concedióse la libertad a los esclavos de los territorios ocupados, pero la manumisión no tuvo carácter de ley constitucional hasta 1865. Para los Estados del Sur, esta modificación de la antigua organización del trabajo constituía un serio perjuicio económico. Los plantadores perdían sus capitales, invertidos en los esclavos, y en la deuda pública, totalmente desvalorizada, de la Confederación, mientras los negros manumitidos mostraban muy poca disposición para el trabajo. Para el Sur no empezó un nuevo florecimiento hasta después de 1880, gracias a la industrialización.

De igual modo que en Occidente, también los años subsiguientes a 1860 aportaron en Oriente la eliminación de la antigua servidumbre. La derrota de Rusia en la guerra de Crimea señaló la necesidad de reformas interiores. En 1861 Alejandro II decretó la emancipación de los siervos. Esta liberación de los campesinos, empero, no suponía, como en el Oeste, la instauración de empresarios independientes, agricultores y propietarios, sino que los campesinos rusos, en su mayor parte, continuaron ligados en la vieja forma de la propiedad comunal en tierras reducidas y gravadas por cuotas de rescate. El terrateniente vióse privado de la clase trabajadora que había proporcionado al propietario prusiano la no regulación de los campesinos sujetos a servidumbre personal; de modo que si quiso seguir explotando sus tierras, no le quedó otro recurso que acudir a los servicios de los labriegos con sus propias yuntas, sistema retrógrado, totalmente equivalente al empleado en el viejo régimen de servidumbre, sin otra diferencia que la de formas jurídicas. Hasta fechas bastante más recientes no se constituyó una clase de empresarios agrícolas que arrendaban o compraban tierras de labor, e integrada, ya por elementos ciudadanos, ya por campesinos que habían logrado reunir un capital trabajando en el Sur como obreros temporeros. La derrota de Rusia en la guerra con el Japón volvió a poner a la orden del día, junto con la cuestión de la constitución del Imperio, el problema agrario, tan mal resuelto antes. Las Leyes de 1906 y 1910 abolían las antiguas trabas de la propiedad territorial y creaban para Rusia la base de la agricultura capitalista-individualista.

El sexto decenio del siglo XIX señala el apogeo del movimiento en pro de la libertad económica iniciado por los fisiócratas y Smith. Mientras Ios Estados de la Europa occidental se unían por una red de tratados librecambistas, en América era abolida la esclavitud y en Rusia la servi-dumbre. El movimiento hubo de enfrentarse continuamente con tendencias opuestas que aparecieron en primer plano hacia 1880.

El Islam y la esclavitud en las sociedades árabes y africanas

Herencia y diferencia.

La esclavitud de los negros a manos de los árabes fue radicalmente diferente a la practicada por sus homólogos europeos. Fue más compleja y variada, en función de la época y el lugar. Así, la esclavitud de los zanj en Iraq no se parecía a la esclavitud en Zanzíbar. Tampoco los árabes son un grupo racial o religioso; algunos árabes son negros y otros blancos, algunos son musulmanes y otros son cristianos o judíos.

Una de las mayores diferencias entre la esclavitud árabe y la europea fue que, en el primer caso, los esclavos procedían de todas las razas y casi nunca eran empleados para la producción agrícola; los esclavos no fueron el motor de la economía árabe. Por lo general, durante la esclavitud árabe no hubo grandes extensiones de plantaciones de azúcar donde los esclavos trabajaran a golpe de látigo bajo un sol abrasador. A diferencia del comercio europeo de esclavos negros, las evidencias físicas del comercio árabe son muy difíciles de rastrear. No hubo guetos, instituciones mentales o prisiones donde se retuviera a los africanos. Muchas mujeres fueron capturadas en África para servir en los infames harenes árabes; sin embargo, sus hijos de padres árabes nacían libres y, de este modo, podían heredar las posesiones y el estatus de sus padres, y todos ellos se integraban por completo en la sociedad. Así, muchos africanos ascendieron de rango gracias a sus padres árabes. Los infames eunucos eran estériles, pero el resto de esclavos iría casándose gradualmente con mujeres no africanas y así se facilitó que la cultura y la descendencia de los negros fueran absorbidas en las de los árabes. El concepto de raza en el mundo árabe, tan distinto al europeo, ayudó a que casi toda la población negra capturada en África se mezclara con la población árabe mayoritaria. Sin embargo, en Occidente no había modo de superar los "estigmas raciales". 

El Islam y la esclavitud.

Cuando surgió el Islam, la guerra y la servidumbre eran características de la vida en África y en Arabia. Tanto el Judaísmo como el Cristianismo existían entre ciertas tribus árabes y, al igual que estas religiones, el Islam no ilegalizó abiertamente la esclavitud, aunque sí prohibió claramente que los esclavos fueran tratados como una mercancía. El Corán, en todas sus referencias a la esclavitud, invita al creyente a liberar a los esclavos como un modo de expiar los pecados. La frase "emancipar al esclavo y alimentar al huérfano" se repite constantemente a lo largo del Corán como un acto que atrae el favor de Dios. También se establecieron normas para mejorar las leyes preislámicas relacionadas con el trato hacia los esclavos. Tenían derecho a estar bien atendidos, a vestirse con la misma ropa y a comer el mismo alimento que sus amos. Estas personas esclavizadas eran más parecidas a los criados forzosos de Europa que a los "esclavos-mercancía" de las Américas.  

Se convirtió en un principio fundamental de la jurisprudencia islámica que la condición natural y, por tanto, el estatus que debe darse por supuesto en el ser humano, es la libertad. A pesar de esto, hubo personas codiciosas y malintencionadas que ambicionaban hacer esclavos entre sus hermanos y hermanas musulmanes y entre otros africanos. Hubo también muchas tribus árabes de cristianos y judíos y otros árabes de la región que continuaron con su tradición esclavista. Dado que la Sharia islámica tenía leyes relativas a la esclavitud, los oportunistas la consideraron como algo permitido por Dios y consustancial a la vida misma. Las numerosas leyes a favor de la manumisión fueron mantenidas oportunamente al margen de la sociedad.

Algunos europeos demasiado entusiastas siempre han presentado una sobreabundancia de datos sobre el comercio árabe de esclavos negros, para aliviar así su sentimiento de culpa al respecto. "Bueno, los árabes también lo hicieron" se ha convertido en el comentario habitual entre los historia-dores contemporáneos. Por desgracia, muchos historiadores afroamericanos que sólo disponen de estas fuentes europeas para conocer la historia han tomado como algo incuestionable estas informaciones de segunda mano intencionadamente manipuladas. Sin embargo, es bien conocido el hecho de que los europeos, en sus representaciones artísticas de las incursiones esclavistas, siempre han retratado deliberadamente a los comerciantes de esclavos como musulmanes negros o árabes.

Los eunucos en el comercio árabe de esclavos.

El grupo de esclavos más caro en las sociedades árabes era el de los eunucos, hombres castrados que procedían de Europa, aunque también de Darfur, Abisinia, Kordofán y otras naciones africanas. Resulta una ironía que, gracias a su ausencia de capacidad sexual, obtuvieran grandes privilegios, mientras que los privilegios de las mujeres procedían de su sexualidad. Por lo general, quienes los convertían en eunucos eran monjes coptos de Egipto, pero también un grupo de árabes conocido como los chamba. Muchachos jóvenes, víctimas de incursiones y de guerras, eran sometidos a la horrible, incalificable e inhumana monstruosidad de la castración sin anestesia, la cual producía un 60% de mortalidad. Para detener la hemorragia se colocaba carbón al rojo vivo en la herida abierta, lo cual provocaba la coagulación de la sangre, acompañada del más increíble de los gritos que un ser humano pueda emitir. El precio de sobrevivir a este terrible y brutal acto era una vida de influencia y lujos; para reflejar la riqueza de sus amos, éstos les obsequiaban con vestimentas de seda, caballos de pura raza árabe y joyas. Resulta una paradoja que los eunucos fueran apreciados y muy venerados como una élite dentro de la sociedad árabe, a pesar de ser esclavos. Es evidente que no eran esclavos pisoteados ni oprimidos. El actual término "esclavo" estaba lejos de ser un tabú, como lo demuestra el hecho de que la mayoría de las personas piadosas se hiciesen llamar "esclavos de Allah" (abdullah).

Árabes y negros.

La relación entre árabes y negros ha estado repleta de complejidades vinculadas a un nexo cultural. Lo más importante a destacar es que la definición de "negro" que comenzó en el siglo XVIII aún no existía en este periodo, y que algunos de los llamados árabes lo eran desde el punto de vista lingüístico, pero eran negros desde el punto de vista racial. De este modo, el comercio de esclavos africanos no sólo fue obra de árabes asiáticos o caucásicos, sino también de árabes negros, es decir, negros que hablaban el árabe como primera lengua y que habían abrazado la cultura árabe. Estos negros formaban parte de la sociedad árabe y durante generaciones habían estado residiendo de manera permanente dentro del mundo árabe. Se veían a sí mismos como árabes, al igual que los afroamericanos se definen a sí mismos como de nacionalidad estadouni-dense, sin que ésta entre en conflicto con su más amplia identidad africana.

Sin embargo, no hay duda de que la situación de los negros en la sociedad árabe llegó a estar relacionada con la esclavitud. La palabra para "esclavo" (abd) se convirtió en el modo coloquial de referirse a los negros. Otras palabras como haratin se relacionan con la clase social inferior de los negros. Como en el caso de Hanns Vischer, quien pensaba que la piel "negra" de los africanos los convertía en una raza de esclavos, también entre los eruditos árabes de origen caucásico hubo algunos racistas. Pero también existen pruebas del rechazo hacia el comercio de esclavos, como resulta evidente en los escritos de Al-Nasiri. Libros como Tanwir al-Gabbash fi fasl al-Sudan wa al-Habash , de Ibn al-Yawzi, y Los negros y su superioridad sobre los blancos , de Ibn al-Marzuban, dan testimonio de ello. De este modo, la herencia de los negros presente en estas tierras árabes –y más tarde turcas– estaba lejos de haber sido sometida por completo. Los negros ocuparon altos cargos militares, administraron las provincias y gestionaron la imponente Mezquita de La Meca. A mediados del siglo XI, el califa africano Al-Mustansir gobernó Egipto junto a su  madre, una esclava sudanesa con una notable fortaleza de carácter. No existen ejemplos parecidos en el Nuevo Mundo. Los negros, incluso los que fueron esclavizados, jugaron un papel importante en la historia y la política de estas regiones antes de la Primera Guerra Mundial, e incluso durante la misma.

La revuelta de los zanj.

Los zanj protagonizaron la resistencia más destacada contra la esclavitud árabe. Eran esclavos procedentes en su mayoría de África Oriental, que fueron obligados a trabajar en las terribles y húmedas salinas de Shatt-al-Arab, cerca de Basora, en el actual Iraq. Conscientes de su gran número y de las condiciones opresivas de trabajo, los zanj se revelaron en tres ocasiones. La mayor de estas rebeliones se prolongó desde el año 868 hasta el 883, periodo durante el cual infligieron una derrota tras otra a los ejércitos árabes enviados para reprimir la revuelta. Durante unos 14 años, lograron notables victorias militares e incluso fundaron su propia capital –Moktara, la Ciudad Elegida–, la cual, en su apogeo, se encontraba a 70 millas de Bagdad. Moktara poseía inmensos recursos que permitieron la construcción de no menos de seis ciudadelas inexpugnables en las cuales había arsenales donde se fabricaban armas y buques de guerra. Los logros de los zanj resultan aún más impresionantes si tenemos en cuenta que tuvieron lugar durante el apogeo del Imperio Abbasí. Un imperio que gobernaba de manera directa sobre Iraq, Mesopotamia y el oeste de Persia, y de manera indirecta sobre territorios que se extendían desde el norte de África hasta Asia Central, y desde el Mar Caspio hasta el Mar Rojo.

Finalmente, tras doblegar a los zanj , el victorioso general abbasí Muwaffaq desestimó todas las peticiones de los propietarios de esclavos, quienes pretendían que los zanj regresaran al trabajo. En cambio, Muwa-ffaq reconoció la fortaleza de los zanj e incorporó a miles de ellos a las pro- pias fuerzas gubernamentales. Los efectos de esta intensa rebelión tendrían eco en el mundo árabe, frustrando todos los intentos de imponer el trabajo en masa a los esclavos hasta el siglo XIX, cuando los mercados europeos que eran proveídos de especias y cocos por los árabes controlaron Zanzíbar. 

La historia árabe y turca está repleta de violentas sublevaciones de africanos. Otra destacada batalla que resuena en la historia árabe hasta el día de hoy es conocida como "la batalla de los negros". Tuvo lugar en Egipto, en 1169, entre las fuerzas leales a los fatimíes y el ejército de Saladino.

África y el Islam.  

El Islam nació en una Arabia multiétnica situada a 22 km. de la costa del continente africano. Antes del ascenso del Islam, Etiopía, una superpotencia de la época, se había anexionado durante siglos lo que hoy son el Yemen y algunas partes de Arabia Saudita. Las referencias coránicas al poderoso ejército del general etíope Abraha, quien marchó hacia La Meca con un grupo de elefantes, dan testimonio del poder del antiguo imperio de Etiopía.

Los africanos se cuentan entre el primer grupo de personas que aceptaron la nueva religión traída por el Profeta Muhammad. Se dice que cuando el etíope Bilal, uno de los musulmanes más legendarios y venerados, oyó hablar por primera vez del Islam, lo llamo la "antigua religión". La llamada a la oración que hoy resuena en las tierras musulmanas fue difundida por vez primera por una voz africana (la de Bilal).

El Islam se convirtió en un rasgo constante de África cuando, en el año 612, el Profeta Muhammad envió a Etiopía un primer grupo de entre los musulmanes más antiguos para que recibiera protección del Negus frente a la persecución de los árabes; ésta fue la primera hégira (hiyra,emigración). De este modo, el Islam se difundió por África antes incluso de que lo hiciera por Medina.

Es importante señalar que, si bien, por lo general, el Islam se difundió por África de manera pacífica, también tuvo que ganar algunas batallas, como las guerras de riddah, para obligar a los árabes a continuar siendo fieles al Islam. A medidos del siglo X, durante el gobierno del califa omeya Abdul-Rahman III (929-961), musulmanes de origen africano navegaron hacia el oeste desde el puerto español de Delba (Palos), adentrándose en el "océano de oscuridad y niebla". Después de una larga ausencia, regresaron con un gran botín desde una "extraña y curiosa tierra". Es evidente que personas de origen musulmán fueron conocidas por acompañar al Nuevo Mundo a Colón y a algunos exploradores españoles posteriores. También se informa de que los descendientes de Kanka Musa de Malí llevaron a cabo un viaje épico con una gran flota de 2.000 barcos en busca de las Américas.Recientes investigaciones lingüísticas, culturales y arqueológicas llevadas a cabo en Brasil y Perú ofrecen evidencias documentales de que los musulmanes mandinkas de África Occidental habrían explorado la América precolombina. El Islam se difundió a través de África Occidental de la mano de comerciantes africanos como el pueblo fulani, desde una época tan temprana como el siglo VIII, y estaba ya firmemente establecido hacia el siglo XI. El rumbo pacífico y permisivo que el Islam tomó en África Occidental se debió en gran medida a que los difusores de la fe eran cultural y étnicamente iguales a quienes la recibían. También las religiones indígenas africanas tenían muchos elementos en común con el Islam, como la inmolación de animales, la oración comunitaria, el respeto a los antepasados, la circuncisión, la poligamia, los obsequios en forma de dote a la novia y el mundo de los espíritus o yinns. En África, el mundo de los espíritus bori y zar sirvió de puente hacia el mundo islámico de los yinns, quienes, al igual que los espíritus africanos, podían ser amigos o enemigos.

Estas similitudes entre el Islam y las religiones indígenas africanas facilitaron una conversión general pacífica y la tolerancia religiosa en África Occidental. Por lo tanto, el Islam permitió a la cultura africana seguir siendo exclusivamente africana y un Islam sufí tradicional se fue moldeando en África a lo largo de los siglos. Este tipo de Islam llegó incluso a remodelar la cultura islámica en territorios más allá de África. 

En su libro El África negra precolonial (pág.163), Cheikh Anta Diop escribe: "Por lo tanto, la razón principal del éxito del Islam en África, con alguna excepción, deriva del hecho de que unos pocos árabes y bereberes se acercaron a ciertos reyes y notables negros que luego lo difundieron de manera pacífica entre quienes estaban bajo su jurisdicción […] Lo que debemos destacar aquí es la naturaleza pacífica de esta conversión, al margen de la leyenda que la rodea." En otra parte del libro (pág. 102), el autor afirma: "Las conquistas árabes deseadas por los sociólogos son necesarias para sus teorías, pero no existen en realidad. Hasta el día de hoy no hay documentos históricos fiables que fundamenten dichas teorías." Por su parte, en su libro de 1991, Genocide in Africa (pág. 10), Molefi Asante escribe: "La religión del Islam convertía a cada comerciante o viajero musulmán en un misionero en potencia, y el atractivo de esta religión, con su parecido con las religiones africanas, era mucho mayor que el del cristianismo."

Cuando el Islam proliferó en África en torno al siglo IX, una de las primeras universidades fue fundada por musulmanes africanos. Se llamó Sankoré y fue construida en Tombuctú. Árabes y otros acudían a Sankoré para aprender de eruditos africanos que disertaban sobre creencia y jurisprudencia islámicas, astrología, ciencia y otros muchos temas. Tombuctú era conocida por su erudición, y allí los vendedores de libros formaban la élite más rica de entre el colectivo de los comerciantes.

La mayor parte de la historia africana posterior al antiguo Egipto fue escrita en lengua árabe tanto por negros como por árabes. El alfabeto árabe también sirvió para escribir de manera aljamiada idiomas como el suahili, el wolof o el mande. Durante cientos de años, el árabe sirvió como idioma internacional de comercio, al igual que ocurre hoy en día con el inglés. Parte de la historia oculta de África está encerrada en hasta 700.000 manuscritos árabes escritos por antiguos eruditos africanos. Uno de estos manuscritos, Tariq-ul-Sudan, detalla la historia del África Occidental islámica, pero permanece inaccesible para quienes no hablan árabe. Los historiadores occidentales prefieren documentos como los manuscritos del Mar Muerto, los cuales permanecen en sus tumbas de arena hasta que encuentran la manera de tergiversar y eliminar su contenido.

El auge de la esclavitud en el siglo XVIII.

Durante el siglo XVIII, el comercio árabe de esclavos experimentó un cambio brutal. Los portugueses habían destruido la costa suahili y Zanzíbar se convirtió en la base de la riqueza del Estado árabe de Mascate. Hacia 1839, la esclavitud ya se había transformado en  el principal negocio árabe. La demanda de esclavos en Arabia, Egipto, Persia e India –pero, sobre todo, la de los portugueses que ocuparon Mozambique– provocó una ola de destrucción en África Oriental. 45.000 esclavos pasaban cada año por Zanzíbar.

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Esclavos encadenados

Para satisfacer esta demanda de esclavos, los árabes penetraban en el interior de África, siguiendo las antiguas rutas de Bagamoyo, Kilwa y Tanga, donde dejaban un rastro de terror y destrucción a su paso. Los saqueadores árabes toparon con una salvaje resistencia, lo que supuso que el comercio de esclavos provocara un índice de mortalidad muy elevado. Muchos documentos hablan de caminos plagados con los cuerpos de las personas más débiles y de los moribundos, mutilados y abandonados con los grilletes en torno a sus cuellos. Muchos, como en Tsavo (Kenia), se convirtieron en comida para los leones. Los niños que representaban una carga para la caravana de esclavos eran brutalmente asesinados delante de sus madres.

Personas como Livingstone serían testigos de primera mano de esta devastación, pero la historia escrita por los europeos la consideró una característica endémica de África, y no un genocidio reciente, sin preceden-tes en la historia africana. Livingstone fue el precursor del colonialismo, cuyo modelo se formuló para salvar las almas de los paganos en nombre de Jesús y para civilizarlos, con el fin de que su cultura fuera una mala copia de la europea. Livingstone es retratado como la gran esperanza blanca que liberó a África de este infierno.

De este modo, en el nombre de la humanidad, los europeos, sobre todo británicos y belgas, conquistaron África para acabar con la esclavitud árabe. Para los africanos, un horror fue sustituido por otro, que asestó el golpe definitivo: el colonialismo.

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Autor:

Benedicto Cuervo Álvarez

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