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Experiencias y Expectativas de la Resistencia al ALCA en América Latina

Enviado por Julio Gambina


     

     

     

    I

    Hay una historia de la resistencia al ALCA que ha ido evolucionando desde que la iniciativa fue presentada en 1994. Los primeros en confrontar fueron los movimientos populares y en el último tiempo, y progresivamente, se van incorporando algunas voces oficiales e incluso, gobiernos de América Latina y el Caribe. Eso potencia la resistencia a un proyecto estratégico de EE.UU., de las Corporaciones Transnacionales de ese origen y de muchos de los gobiernos de la región en concordancia con los intereses y necesidades de los capitales más concentrados que actúan en esos territorios. Es un proyecto impulsado por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y cuenta con la cooperación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

    No es un tema menor considerar la creciente resistencia al ALCA, en tanto expresión continental de los objetivos liberalizadores del capital transnacional a escala global, y que sostienen las propuestas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El ALCA es al continente americano, lo que la OMC es al sistema mundo. El dato de la resistencia popular al ALCA es revelador de la recomposición de las clases subalternas en la perspectiva de constituirse como sujeto social y político en condiciones de instalar en el imaginario popular la posibilidad de una construcción social y política de carácter alternativa.

    La novedad cultural a comienzos del Siglo XXI es la emergencia de un sujeto, una propuesta de agenda y programa alternativo al pensamiento hegemónico, concebido como "único" en la última década del siglo XX. Ese aporte civilizatorio está siendo protagonizado por los pueblos con una diversidad difícil de categorizar en la actualidad, pero que induce a pensar en la construcción de una subjetividad transformadora que rema contra la corriente principal del pensamiento hegemónico y las prácticas impuestas por las clases dominantes en escala global. Parte de esa historia se procesa en nuestra región y entre otros temas en torno de los cuáles se levanta un proyecto distinto es la resistencia al ALCA.

     

    II

    El Área de Libre Comercio de las Américas tiene como antecedente inmediato la convocatoria de George Bush (padre), Presidente de EE.UU., en junio de 1990, difundida entonces como Iniciativa para las Américas, IPA. Este fue un proyecto estratégico de EE.UU. pensado en el nuevo tiempo histórico que se vivía entre la caída del Muro de Berlín, en 1989, y la desarticulación de la Unión Soviética, en 1991. En pleno momento de cambio de la situación mundial, el presidente de los EE.UU. lanzaba una estrategia hacia América Latina para reubicar geopolíticamente a la región bajo el dominio norteamericano, con una fuerte iniciativa política de carácter integral, económica, cultural, hacia toda la región. El objetivo era reinsertar a los EE.UU. en la disputa global por el nuevo orden que ya se avizoraba ante la debacle del campo socialista y la ruptura de la bipolaridad.

    Se trata del momento más importante de disminución de la defensa de las clases subordinadas a escala global. Es el punto más bajo de la resistencia de los pueblos que veían afectada no sólo su capacidad de confrontación con el proyecto económico del capital, sino también su capacidad de instalar un proyecto subjetivo, de carácter alternativo. Lo que estaba afectado era el imaginario popular para construir una sociedad alternativa. Era la oportunidad para un relanzamiento del carácter hegemónico de EE.UU., particularmente en la región. No debemos olvidar que EE.UU. venía afectado por la derrota en Viet Nam en los 70’, y había sido desafiado por la revolución Sandinista y el régimen iraní en los 80’. La guerra del Golfo Pérsico y la IPA se promueven en los inicios de la década del 90’ y constituían la respuesta global y continental del gobierno de EE.UU. para reposicionarse en el nuevo orden internacional en disputa.

    La Iniciativa para las Américas, ante el cambio de gobierno en los EE.UU. en 1992, con la ascensión de William Clinton y el Partido Demócrata, se adecua la propuesta continental y se transforma en el desarrollo de dos iniciativas sucesivas y convergentes: el Tratado de Libre Comercio (TLC o NAFTA) entre EE.UU., México y Canadá, que se negocia desde el inicio de la gestión demócrata y que empieza a funcionar el 1 de enero de 1994, y el lanzamiento del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en la Primera Cumbre de las Américas, organizada por la OEA en Miami, en 1994. Era también una respuesta de EE.UU. a la iniciativa europea de las Cumbres Iberoamericanas iniciadas en 1991, las que excluían a los países del norte de América e integraban a España y Portugal junto a América Latina y el Caribe. Esas reuniones fueron el marco de relaciones políticas y diplomáticas que facilitaron el ingreso de inversiones europeas en la región durante la década del 90. La disputa por la dominación integral de nuestra región estaba en pleno desarrollo. EE.UU. lo tomó como un desafío que hoy se mantiene.

    Se concebía al Tratado de Libre Comercio o NAFTA, como un ensayo desde el punto de vista jurídico, económico, político, cultural, de la construcción de una zona de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego, con la exclusión de Cuba. La realidad es que, tanto al proyecto originario de Iniciativa para las Américas de Bush padre, como al objetivo de constituir el Tratado de Libre Comercio (NAFTA) y el ALCA, generó un proceso incipiente de resistencia popular.

     

    III

    Esa resistencia ha tenido un trayecto cuyos puntos originarios más visibles son, el levantamiento zapatista, que es coincidente con la inauguración del TLC a comienzos del año 1994, y la batalla de Seattle, en Washington, en noviembre de 1999, contra el proyecto de liberalización de las economías a escala global planteado por la Organización Mundial de Comercio. Insistimos en que el ALCA representa en la región americana lo que la OMC propone para escala global; es decir, un proceso de liberalización creciente de las economías favorable a las dinámicas de acumulación de los capitales más concentrados con origen en los países capitalistas desarrollados. Es, además, una profundización cultural de las ideas del capitalismo: todo es mercancía, todo se compra y se vende. Se estandariza un enfoque cultural de la realidad tendiente a generar acostumbramiento. Se instala así un sentido común generalizado que es favorable a los intereses de las clases dominantes.

    Ya en 1998 se convoca a una primera contra cumbre, o Cumbre de los Pueblos, en Santiago de Chile, en oportunidad de realizarse la Segunda reunión de Presidentes Americanos. Las Cumbres de los Pueblos se fueron organizando recién a partir del segundo cónclave de los presidentes. Estos llevaban la delantera y era producto de la iniciativa política a la ofensiva del Consenso de Washington y las ideas dominantes en la década de los 90. Todavía hoy se plantea si será posible organizar una Cumbre de los Pueblos al margen de la realización de un Encuentro de Jefes de Gobierno. Durante el año 2002 se consideró esa posibilidad para Buenos Aires en abril del 2003 y esa posibilidad parece alejarse. La dinámica de la resistencia todavía sigue atada a las fechas que define la agenda del poder. A cada cumbre presidencial, desde la segunda le sucede una cumbre de los pueblos. La lógica del FSM (Foro Social Mundial) siguió la misma trayectoria. Porto Alegre nació como el anti Davos. FSM contra FEM (Foro Económico Mundial).

    En el encuentro de Chile, los jefes de gobierno hicieron un balance positivo de la evolución de la economía en la región desde la reunión en Miami en 1994. Era una consideración favorable al desarrollo de las políticas neoliberales en curso en los países de América Latina y el Caribe y la reafirmación del Consenso de Washington como ideario a instalar, con matices, en todos los países. La lectura de la realidad realizada por los pueblos era distinta. Es que el desempleo y la pobreza, la miseria y la explotación habían crecido como consecuencia de la crisis capitalista en su versión regional, más conocida como efecto tequila.

    En efecto, la devaluación del peso mexicano a fines de 1994 indujo un proceso recesivo en toda la región con fuerte incidencia en las dos economías de mayor peso relativo: Argentina y Brasil.

    La CEPAL informa que el desempleo urbano abierto pasó del 6,6% en 1994 al 7,5% en 1995, al 8% en 1996, al 7,6% en 1997 y al 8,1% en 1998. Incluso, en 1999 subiría al 8,9% y al 8,4% en 2000 y 8,4% en 2001. Queda claro que entre la reunión de los Presidentes de 1994 a la de 1998 había habido un deterioro en tan importante indicador socio económico. La deuda externa pasó de 564.399 millones de dólares en 1994 a ser de 619.233 millones en 1995, 641.305 millones en 1996, 666.482 millones en 1997 y 747.583 millones en 1998. (www.cepal.org)

    Ese crecimiento de la deuda tiene su correlación en los condicionamientos establecidos por los organismos multilaterales de crédito y que generaran a su vez un proceso de resistencia de los pueblos. Por eso es correcto vincular la resistencia al ALCA con el movimiento por la anulación de la deuda externa pública y más allá de la economía, el movimiento actual contra la guerra y la militarización, tal como surge del FSM en su última versión de enero de 2003.

    La respuesta de las clases dominantes ante la crisis fue la profundización de las políticas de ajuste estructural que empujaron los organismos multilaterales de crédito. Así, se fueron generalizando las políticas de ajuste fiscal, privatizaciones y de reforma estructural regresivas, objetivo que se suscribía en la declaración final de la Segunda Cumbre de las Américas en Santiago de Chile y se anticipaban como referencias a suscribir en el tratado sobre aranceles, tema principal de las conversaciones de los gobernantes. Aunque, junto a los aranceles se introducía el tema de las inversiones para consolidar los derechos adquiridos con las crecientes inversiones, principalmente en el sector público de la región. El ALCA se iba instalando como el código de consolidación de las reformas impuestas en la década del 90’. En ese contexto se instala un proceso de resistencia que tendría para ese tiempo carácter testimonial. Las consecuencias del ALCA y los acuerdos de los gobernantes estaban lejos de la consideración pública, tema agravado por el secreto con que se analizaba los detalles del acuerdo.

    En oportunidad de la Tercera Cumbre de las Américas es que la resistencia popular contra el ALCA tuvo visibilidad. El cónclave de los Presidentes se reunió en abril del 2001 en Québec, Canadá y pocos días antes se había realizado la reunión ministerial en Buenos Aires, Argentina. Para entonces, ya estaba constituida la Campaña continental contra el ALCA, la que motorizó un conjunto de movilizaciones estimadas en 30.000 manifestantes de distintas partes del continente en Buenos Aires. A los quince días, en Québec, se estimaron en 40.000 los participantes de la protesta en la Segunda Cumbre de los Pueblos, que se transformó en la primera y masiva convocatoria contra el ALCA. La movilización popular ya había abandonado el carácter testimonial y se expresaba masivamente en las calles y con un nivel de organización continental y con expresiones nacionales e incluso articulación de redes y movimientos populares. Así, durante el 2001 y 2002 se acrecentaron las iniciativas populares contra el ALCA.

    Las autoridades de Buenos Aires instalaron un cerco represivo y de silencio en torno de la reunión de ministros. El Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina respondió negativamente el requerimiento de una delegación de representantes de organizaciones sociales contra el ALCA, que estaba presidida por el premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Ezquivel. La intención era conocer la posición argentina en las negociaciones. La respuesta fue el carácter secreto de las mismas, como un compromiso asumido por el conjunto de los Estados partícipes.

    En Québec las precauciones fueron mayores y se instaló un cerco físico de 4 kilómetros de extensión y 3 metros de altura para aislar la protesta del lugar de realización de la cumbre presidencial. La represión incluyó gases y palos para alejar la movilización. Sin embargo, tamaña protesta tuvo su efecto y así apareció el primer logro de la lucha contra el ALCA. El compromiso de los presidentes fue hacer público el documento en borrador de las negociaciones hasta entonces secreta. Es cierto que se trataba de una trampa, ya que pese a su divulgación, era imposible descifrarlo adecuadamente ya que se trataba de un texto con innumerables párrafos entre corchetes que eran expresión de los desacuerdos de alguno de los países que negocian el tratado sobre el ALCA. De todas maneras, el texto permitió conocer la similitud de las cláusulas del ALCA con el NAFTA, cuyos efectos negativos en los pueblos involucrados ya eran conocidos. Quedaba en evidencia que EE.UU. no solo tenía iniciativa política sino que sus técnicos o equipos negociadores habían colocado la letra de los documentos a discutir. Era muy probable y lo sigue siendo, que los negociadores en representación de los gobiernos de la región estén muy lejos, técnicamente hablando, de los ideólogos e impulsores con origen en EE.UU.

    Pero a esas reuniones, de Buenos Aires y Québec, se había llegado con una acumulación de experiencias de resistencia que involucraba al movimiento obrero. En efecto, en diciembre de 1999 se realizó la primera cumbre sindical del MERCOSUR con 400 dirigentes, en paralelo a la Cumbre de Presidentes del MERCOSUR y allí se cuestionó la estrategia de integración impulsada por los gobiernos en la región y las negociaciones con EE.UU. Se decidieron acciones convergentes con la protesta global contra la liberalización y en particular contra el ALCA.

    Al año siguiente, en agosto del 2000 se realizó en Brasilia una reunión alternativa de dirigentes sindicales, manifestando contra la reunión de Presidentes de América Latina; y en diciembre de ese año en Florianópolis, 700 dirigentes protagonizaron en paralelo a la cumbre de Presidentes del MERCOSUR, una reunión convocada por la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS). Entre otras resoluciones, la CCSCS impulsó la protesta global contra el ALCA en Buenos Aires y Québec para abril del 2001.

    Otro antecedente previo a la Tercera Cumbre de presidentes (Québec, 2001) es la realización en Porto Alegre, Brasil, del Primer Foro Social Mundial (FSM). Entre las principales resoluciones de ese encuentro se anotará la resistencia al ALCA. Tema que será central en la Segunda y Tercera convocatoria de los años siguientes (2002 y 2003). En la versión 2002 del FSM se lanzó la Campaña continental de lucha contra el ALCA con una manifestación por las calles de Porto Alegre con más de 60.000 participantes, un acto político y la difusión de un manifiesto de la Campaña. El balance en la versión 2003 del FSM fue elocuente la extensión del movimiento de resistencia en el masivo acto y movilización realizado superando todas las previsiones de participación sugeridas previamente por los organizadores. Cerca de 100.000 manifestantes contra el ALCA constituyendo de hecho la clausura de las deliberaciones desarrolladas durante cinco días a fines de enero de 2003.

    Durante el 2002 se desplegó la parte inicial de la Campaña de lucha. La idea apuntaba a crear en cada país organizaciones locales para impulsar las acciones contra el ALCA. Se pretendía una estrategia amplia de alianzas de fuerzas sociales y políticas para impulsar el esclarecimiento y sensibilización sobre los alcances y consecuencias del ALCA. Entre otras iniciativas se promovía la realización de plebiscitos o consultas populares para lograr el pronunciamiento de la sociedad, asunto que sólo pudo materializarse durante ese periodo en Brasil con más de 10 millones de adhesiones.

    Entre las principales consignas que se generalizaron sobresalen las siguientes: "No al ALCA, Sí a la Vida", "No al ALCA, otra América es posible"; "Por lo nuestro, contra el ALCA"; "Soberanía Sí, ALCA No". La intención de los lemas era destacar el aspecto negativo del tratado negociado por los gobiernos y al mismo tiempo la necesidad de resaltar una propuesta alternativa por la positiva. Los preparativos de una Tercera Cumbre de los Pueblos indicaban hacia abril del 2003 en Buenos Aires, ya que el ex Presidente de Argentina, Fernando De la Rúa había sugerido a dicha ciudad como sede de la Cuarta reunión de presidentes. La renuncia anticipada del gobierno argentino fue diluyendo la convocatoria y a comienzos del 2003 no se conocía ni lugar ni fecha de la Cumbre de Presidentes. La movilización popular en Argentina de fines de diciembre del 2001 había tenido un logro imprevisto: postergar una reunión clave de un proyecto estratégico de las clases dominantes en la región. Este es quizá uno de los aportes específicos de la pueblada Argentina a la lucha contra el ALCA. Impensado como objetivo de esa lucha, pero resultado concreto en la obstaculización de un proyecto clave del poder y contribuyendo a crear mejores condiciones para el entramado social y político que se propone la Campaña de lucha contra el ALCA.

    Durante el 2002 pueden consignarse algunos momentos claves de desarrollo de la Campaña continental contra el ALCA. Un momento especial estuvo dado por la resistencia a la Cumbre de los Jefes de Estado de la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe, realizada en Mayo de ese año en Madrid, producto de la presidencia española de la UE durante el primer semestre. El tema tuvo su importancia más allá del ALCA, ya que las discusiones de liberalización comercial entre Europa y la región tenía, en esencia, las mismas regresivas connotaciones. Sólo cambiaba la hegemonía en las relaciones comerciales y económico políticas, de EE.UU. hacia Europa. Otra instancia destacable ocurrió a fines de Octubre en ocasión de sesionar en Quito, Ecuador, la reunión de Ministros por el ALCA. Allí sesionaron múltiples talleres y debates con relación al ALCA y sobre todo una gran movilización callejera donde sobresalían las presencias de los pueblos originarios, los que unían sus históricos reclamos a los actuales, contra viejas y nuevas expropiaciones.

    En síntesis, desde 1998 se desarrolló un movimiento de resistencia al ALCA que ha ido creciendo en cantidad y calidad entre los pueblos de la región. Un dato relevante lo constituyen las manifestaciones populares en EE.UU. y Canadá, organizadas por una cantidad importante de movimientos de nuevo y viejo cuño. Es destacable en ese sentido el papel del movimiento obrero norteamericano (EE.UU. y Canadá). Quizá como nunca, los intereses de ese movimiento son convergentes con los de los trabajadores del resto del continente. Es que la defensa de los ingresos laborales en el norte motiva al sindicalismo a luchar contra el trabajo no registrado y de bajos salarios de los inmigrantes, al tiempo que confronta con la exclusión de la fuerza de trabajo entre los posibles intercambios definidos en el ALCA. En efecto, en los borradores difundidos sólo hay lugar para el libre cambio de capitales, mercancías y servicios. El texto negociado excluye la circulación de personas para impedir el masivo ingreso de potenciales trabajadores al mercado laboral de EE.UU.

    Se trata en general de una resistencia protagonizada por "organizaciones sociales, políticas y culturales, nacionales y regionales; grupos ecologistas, de derechos humanos, de solidaridad; movimientos de campesinos, indígenas y mujeres; iglesias cristianas y otros grupos religiosos" (www.noalalca.org.ar, 2002), todos ellos articulando la resistencia en la Campaña continental contra el ALCA.

    En un reciente informe, de enero de 2003, realizado por la Secretaría de la Campaña Continental contra el ALCA sobre la base de informaciones ofrecidas por movimientos de 11 países, tanto por Comités Nacionales de lucha contra el ALCA, como por organizaciones que desarrollan iniciativas en ese sentido, dan cuenta de una importante actividad durante el 2003. Este informe fue realizado para ser presentado en la Reunión de la Coordinación Continental de la Campaña contra el ALCA, en el marco del III Foro Social Mundial, llevada a cabo en Porto Alegre, Brasil, el día 28 de enero de 2003. (www.asc-hsa.org)

    El informe se ordena sobre tres interrogantes:

    1. ¿Existe en su país un comité unitario de campaña?. En caso contrario, ¿existe un proceso rumbo a la unificación? Y de no ser así, cuál es la propuesta de los distintos interlocutores/as acerca de cómo llegar a lograrlo.

    2. ¿Está prevista la realización de la consulta popular? ¿Cuándo? ¿Con qué modalidad? ¿Con qué metas?

    3. ¿Qué otras acciones tienen previstas para 2003?

    Las respuestas provienen de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Perú, República Dominicana y Uruguay. No excluye la realidad de otras experiencias existentes de resistencia al ALCA, pero resultan representativas de cómo viene evolucionando un movimiento que ha crecido en los últimos dos años. Es probable que la realidad de la resistencia sea más extendida, pero a los efectos de brindar un cuadro que pretende ser integral, la información resulta útil, aunque, insistimos, pueda ser incompleta.

    Salvo en Chile, todos reconocen haber constituido un Comité Nacional contra el ALCA, aún con distintas denominaciones, con carácter plural y una diversidad de situaciones con relación a la participación de los partidos políticos en su seno. El tema vale su consideración ya que los efectos de la aplicación del ALCA afecta a todos los actores, sociales o políticos y en una campaña de esta naturaleza resultan conveniente incorporar a la mayor cantidad de población, con independencia de su lugar en la sociedad. Resulta curioso como la crisis de credibilidad en la política impacta en los propios movimientos que pretenden una política alternativa y boicotean sus propias acciones limitando la incorporación de sujetos y actores que aporta a la masividad y extensión de una tarea que es estratégica para el Imperio, pero que su rechazo también resulta estratégico para los pueblos. Por ello es que ante las experiencias de resistencia al ALCA, la expectativa es la de desarrollar frentes amplios, plurales, con inclusión de movimientos sociales, culturales, políticos, es decir, sin exclusiones. Es probable que la situación planteada en Chile se vincule al fenómeno de resistencia más específico contra el acuerdo comercial y de inversiones suscripto con EE.UU. a fines del 2002. Si bien es parte de la construcción del ALCA es el primer tratado impulsado por EE.UU. desde que el Congreso aprobó la TPA y favorecer las negociaciones bilaterales del gobierno de EE.UU. con otros países.

    Brasil remite su actividad al movimiento organizado durante el 2000 contra la Deuda Externa y las negociaciones del gobierno y el FMI. Incluyen entre los convocantes a fuerzas sindicales, eclesiales, de iglesias, sociales y populares del campo y de la ciudad y movimientos de ciudadanía y fuerzas político partidarias. En Argentina se constituyó la campaña a comienzos del 2002 con inclusión de movimientos sociales y partidos políticos, personalidades de la cultura, la política y la sociedad y organizaciones diversas que asuman el compromiso de resistencia al ALCA. Para México, el Comité constituido en Julio del 2002 es amplio e incluyente, con sindicatos, movimientos campesinos, vecinales, estudiantiles, de mujeres, jóvenes, ONG's, artistas e intelectuales, organizaciones políticas. Varias de esas organizaciones tienen estructura Nacional, algunas regional y otras son de carácter local. En el caso de Perú existe la Campaña desde agosto de 2002. La integran movimientos sociales, de género, de ciudadanía, de intelectuales; organizaciones vinculadas a los medios de comunicación, de jóvenes, etc. En Uruguay lo integran la central sindical, la federación de estudiantes universitarios, organizaciones cooperativas, otros movimientos sociales y no incluyen a los partidos. En República Dominicana existe un proceso de convergencia entre las distintas iniciativa y tienden a articular la actividad de movimientos sociales y políticos. La experiencia colombiana es de unificación desde Septiembre de 2002 y articula una red de múltiples comités de lucha contra el ALCA en los distintos espacios sociales, políticos y de la producción. Ecuador tiene un comité unitario, de carácter social y político. En El Salvador se ha constituido la campaña en Enero de 2003 y con fuertes vínculos con la resistencia a las privatizaciones. En Canadá existen dos comités de campaña, uno en la región de habla inglesa y otro en la francesa y tienen fluida comunicación y articulación.

    Sobre la realización de consultas populares, es Brasil el que ha materializado en septiembre de 2002 un plebiscito con una participación superior a los 10 millones de consultados. Se apoyaron en la experiencia de una consulta previa con 6 millones de participantes sobre la deuda externa en 2000 y están peticionando al nuevo gobierno la convocatoria a un plebiscito oficial. Es un tema en debate dentro de las mismas organizaciones sociales y políticas que sustentan el nuevo gobierno asumido en enero de 2003. La idea de peticionar una convocatoria oficial se estudia en Ecuador, motivación que resulta del cambio de gobierno en enero de 2003 y los vínculos de este con el movimiento popular que impulsa la resistencia al ALCA. De no haber éxito se convocará a la consulta desde los movimientos populares. En algunos países se están materializando y proyectando consultas que incluyen la modalidad de recolección de firmas, tal el caso de El Salvador, Perú y en el área de habla inglesa del Canadá. En México se planifican jornadas de votación en lugares públicos y dentro de las propias organizaciones en el transcurso de este año. En Argentina, Colombia, República Dominicana y Uruguay el tema está en estudio y si bien en algún caso existe fecha, todavía no hay confirmación. En Chile se asume una consulta mediante un observatorio de las negociaciones comerciales.

    En materia de otras acciones a desarrollar, Brasil incorpora acciones de formación y sensibilización articulando tres ejes: ALCA, Deuda Externa y Militarización. Se preparan para protagonizar iniciativas regionales previstas para abril del 2003, en Buenos Aires, en Cancún contra la OMC, quizá la movilización más importante del calendario de resistencia a las políticas de liberalización. Los mexicanos están abocados a los preparativos de la agenda internacional que convoca a Cancún en septiembre para alternativizar la reunión oficial. En Perú está prevista la capacitación y esclarecimiento, tanto como acciones sobre los partidos y el parlamento. En este último sentido apuntan las acciones en Uruguay. La preocupación central en Argentina es realizar entre el 10 al 13 de abril un encuentro regional de los pueblos contra el ALCA sobre la base de una importante actividad nacional con invitados internacionales. En Colombia están previstas acciones sobre el Parlamento y seguimiento de los borradores negociados. Ecuador también planifica acciones sobre el Parlamento. En El Salvador se incluyen acciones directas para llamar la atención de la población. Todos están pensando continuar con tareas de formación, divulgación y sensibilización, incluso con utilización de los medios masivos de comunicación. En Ottawa se piensa desarrollar un evento público, de educación popular que pretende visibilidad pública a través de los medios. En Chile se articula el estudio de la temática con iniciativas académicas que involucran a otros países.

     

    IV

    En este proceso de resistencia, que emerge como levantamientos populares callejeros, en tanto iniciativas de la sociedad civil confrontando con los proyectos del gobierno de EE.UU. y los gobiernos involucrados, todos articulados en organismos de integración superestructural (OEA, CEPAL, BID), ha ido evolucionando progresivamente para incorporarse, a comienzos del siglo XXI, con la presencia de las resistencias de los gobiernos nacionales en la región. Este es un proceso todavía incipiente, que tiene, entre sus puntos más destacados, en primer lugar, las iniciativas desarrolladas por el gobierno y la sociedad cubana contra el ALCA, que –pese a ser uno de los países excluidos del Tratado de Libre Comercio planteado por EE.UU. y los gobiernos de la región a través de la OEA- ha desarrollado en los últimos años un conjunto de iniciativas internacionales que suman al proceso de resistencia popular que se viene desarrollando en la región. En el II Encuentro hemisférico contra el ALCA en noviembre de 2002 se decía en el llamamiento de La Habana que: "Además de las luchas que libraremos en cada país y región, convocamos a encontrarnos y movilizarnos contra el ALCA y la OMC en el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre en enero del 2003; a encontrarnos y movilizarnos junto con nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo en Cancún, México, en septiembre del 2003 contra la OMC, desarrollando toda clase de movilizaciones y acciones simultáneas en todos nuestros países; a realizar una jornada continental de acción contra el ALCA cuando se reúnan los ministros de comercio del ALCA a fines del 2003 en Miami y a volvernos encontrar en La Habana en enero del 2004." (www.alcaabajo.cu, 2003)

    En segundo lugar, se encuentra el caso de Venezuela, cuyo gobierno ha instalado algunas señales que expresan una resistencia al proyecto hegemónico del ALCA, entre las que se destacan las observaciones al documento final de la Tercera Cumbre de Presidentes de las Américas, realizada en Québec, en abril de 2001, que luego fuera potenciada con la posición de los negociadores del gobierno venezolano en la Cumbre de Ministros, realizada a fines de octubre de 2002, en Quito, Ecuador. En las dos oportunidades, el tema que permitió el posicionamiento diferenciado del gobierno de Caracas fue el plazo de ejecución del ÁLCA, planteando como interrogante por qué necesariamente tenía que irse a un proceso de reducción arancelaria con fecha en el año 2005, sugiriendo una flexibilización y postergación del plazo de suscripción del acuerdo. El segundo elemento que mostró la posición de Venezuela tiene que ver con la cuestión democrática. La sugerencia del Presidente venezolano al documento final en Québec era de privilegio a la defensa de la democracia participativa por sobre la propuesta a favor de la democracia representativa que había inscripto el presidente de la Argentina, el mismo que sería expulsado del gobierno pocos meses después por la movilización popular. En la reunión ministerial de Quito, en octubre de 2002, el representante del gobierno de Caracas planteó que la Constitución de Venezuela lo obliga a realizar una consulta, por lo que demandaba más tiempo y mayor transparencia. Es un mensaje que podría incidir en otros ámbitos de la región, en un proceso de esclarecimiento previo, de difusión, que podría culminar en plebiscitos y de ese modo, el accionar de los gobiernos estaría convalidado por la participación popular en torno de sí es conveniente o no adherir al Área de Libre Comercio de las Américas.

    También hay que considerar las críticas del gobierno brasileño al proceso del ALCA, tema de alguna manera expresó la política exterior de Cardoso y que se profundiza a partir del nuevo gobierno brasileño, en enero de 2003, cuya política, desarrollada en la campaña electoral y ratificada en los primeros comentarios a poco de asumir el gobierno del presidente Lula, plantea al ALCA como una política de anexión y privilegia las relaciones económicas, políticas y culturales, con la Argentina y con los países integrantes del MERCOSUR, con potencialidad de proyectarlo al conjunto de los países de América Latina y el Caribe y, por lo tanto, una confrontación con el ALCA. Durante el primer mes de gestión gubernamental los cambios más visibles se perciben en la política exterior, con un carácter más ofensivo en el liderazgo regional y que actúa de hecho en contradicción con los intereses de EE.UU. De todos modos es aún temprano para considerar hasta donde irá la confrontación de Brasil con el proyecto ALCA.

    Puede plantearse, asimismo, que la posición que puede asumir el gobierno ecuatoriano, que asumió el 15 de enero de 2003, es también la de priorizar la resolución de los problemas internos y una inserción en la economía regional, de modo diferenciado a lo que plantean los supuestos del Área de Libre Comercio de las Américas, tal como se venía negociando hasta ahora. También genera muchos interrogantes la nueva posición a asumir por el nuevo gobierno ante el ALCA.

    Se puede agregar que la Argentina es una incógnita respecto a cómo va a actuar, porque su política exterior viene siendo funcional a las demandas de EE.UU., y por lo tanto al ALCA, e incluso al proyecto de dolarización de la economía argentina y latinoamericana. Sin embargo, en los últimos tiempos, la resistencia popular, la dinámica de los movimientos sociales y la crisis de representación política que existe en la Argentina, y que tiene un horizonte imprevisible con independencia de cómo resulten los comicios de renovación presidencial en el corto plazo (elecciones presidenciales de abril de 2003), ubican a la Argentina, desde la nueva institucionalidad popular y el régimen político que pueda emerger de la crisis actual, en una potencialidad de asociarse a unas políticas de resistencia a la constitución del ALCA, en la línea que presentan Cuba y que comienza a ser explícita en Venezuela, y que genera expectativa en los posicionamientos del gobierno de Brasil, e incluso Ecuador.

    Dentro de este cuadro, tiene que incluirse la potencialidad de la izquierda uruguaya a partir de la posibilidad de disputar la presidencia de ese país en la renovación presidencial del año 2004, lo que generaría condiciones para una confrontación de los gobiernos de la región a la política exterior norteamericana. Es cierto que lo comentado es una hipótesis que tendrá que verificarse a corto plazo. La incorporación de gobiernos a la resistencia al ALCA potenciaría la capacidad de resistencia, que hoy está fuertemente radicada en la sociedad civil.

    Los acuerdos asumidos en las dos cumbres previas sostienen la necesidad de crear una Zona de Libre Comercio desde Alaska a Tierra del Fuego, que se propone iniciar sus actividades en el 2005. Desde Chile se anticipó el agrado por adelantar al 2003 el comienzo de la desregulación comercial. Brasil informa que no hay apuro y que la perspectiva de negociación debe sustentarse en acuerdos previos de carácter regional, es decir, desde el MERCOSUR. ¿Qué nos dice el gobierno argentino? Poco se sabe, aunque guiña el ojo hacia ambas fronteras y mientras.., trata de ganar puntos con la administración Bush.

     

    V

    En síntesis, lo que queremos subrayar es que la trayectoria de la resistencia al ALCA incluye iniciativas del movimiento popular, de la sociedad civil, y ha incorporado en el último tiempo la resistencia de los propios gobiernos, con perspectiva de políticas soberanas por parte de los estados locales. La importancia de esto radica en que, al inicio de la construcción del ALCA, había una fuerte iniciativa de las autoridades de EE.UU., a las cuales se asociaban los gobiernos de América Latina y el Caribe y, por eso, admitieron las condiciones de negociación que planteaba la OEA: en primer lugar, la exclusión de uno de los estados de la región, como es el caso de Cuba. El cambio de situación en el ámbito global permite una evolución de la resistencia al ALCA que genera expectativas para construir una agenda alternativa de integración en América Latina y el Caribe.

    En este sentido, hay que pensar que hay una historia de la integración de los pueblos, a la que uno podría ubicar en los últimos años en la experiencia de la ALALC, en la década del ’60, o de la ALADI, en la década del ’80, que eran proyectos de integración en el marco de modelos de acumulación de capitales que se proyectaban como aliento al desarrollo de los mercados internos, fuerte participación de los Estados en el desarrollo económico nacional y, desde allí, una integración que tenía en cuenta el carácter proteccionista de las economías locales; es decir, una estrategia de integración que era funcional a los modelos de acumulación dominantes que los capitales más concentrados desarrollaban fronteras adentro.

    La realidad es que, en la década del ’90, los proyectos de integración sufrieron la transformación que requería la funcionalidad de los modelos de acumulación de capitales; es decir, proyectos de integración inspirados en la apertura económica, particularmente de la cuenta de capitales que facilitara el libre ingreso y salida de los capitales. Todo esto fue acompañado por una estrategia fuertemente proteccionista en los países capitalistas desarrollados que se expresaba en los límites al ingreso de mercancías de los países capitalistas más atrasados y, al mismo tiempo, fuertes subsidios a las producciones locales, tema que subsiste hasta nuestros días. Es decir, se alentaba teóricamente un proceso de apertura de la economía y hacia adentro de los países capitalistas desarrollados, válido esto para EE.UU., Europa y Japón, se alentaba una política fuertemente proteccionista. Esto ha generado resistencias desde los pueblos en los propios países capitalistas desarrollados, pero también fue motivo de fuertes protestas en los países capitalistas dependientes, que han motivado profundas resistencias a escala global.

    Lo que está puesto en discusión, con las distintas experiencias de resistencia a la apertura de la economía, al libre comercio que fomentan las corporaciones transnacionales, los Estados de los países capitalistas desarrollados y sus articulaciones en el Grupo de los 7, o su hegemonía en el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio, tiene su historia y su perspectiva a corto y mediano plazo. ¿Por qué? Porque la posibilidad de instalar la política de apertura económica, de fuerte ofensiva del capital en los años ’60 y ’70, luego potenciada en las décadas que siguieron, particularmente en el nuevo orden derivado de la ruptura de la bipolaridad a comienzos de los años ’90, con la instalación de la hegemonía neoliberal en el capitalismo global, tiene que ver con la destrucción de sujetos: destrucción física, tal como ocurrió durante las dictaduras militares de Chile, Argentina y otras similares en América Latina y otras partes del Mundo; pero también procesos de manipulación de la conciencia, de chantaje, de disciplinamiento político, social, cultural, de los pueblos, tal como podemos ubicar en la experiencia mexicana y algunos otros países de la región, generando condiciones para obstruir toda constitución de sujetos de resistencia, lo que nos ha llevado a decir en varias oportunidades que uno de los méritos de la ofensiva del capital y de las políticas neoliberales fue la de destruir, desarticular sujetos que puedan confrontar con esa ofensiva del capital. El nuevo fenómeno a comienzos del Siglo XXI es precisamente la construcción de sujetos.

     

    VI

    Constituir sujetos tiene relevancia, ya que la disputa de poder pareció reducirse en los 80’ y 90’ a una confrontación entre las principales potencias económicas del capitalismo desarrollado y ello llevó a EE.UU. a retomar su interés por la región y a presionar para consolidar su poder hegemónico. En ese marco apunta a todos los terrenos y profundiza su hostilidad contra Cuba; enarbola el Plan Colombia para preparar una ofensiva militar policial en toda Latinoamérica; y consolida el espacio continental como territorio propio para el negocio de sus transnacionales. Es obvio que no juega solo, sino que encuentra en el mercado a sus rivales globales del capitalismo desarrollado y ahora, tiene que incluir en el territorio continental la resistencia al ALCA.

    El ALCA actúa en la disputa por el reordenamiento del sistema mundial, el que se procesa en la producción y en la circulación. Son los principales protagonistas de esa confrontación cotidiana los países que lideran las áreas dominadas por las monedas fuertes: yen, euro o dólar. Desde allí entonces que el ALCA no es sólo un protocolo para favorecer el comercio en América. Es la parte económica de un proyecto integral que asume el capital concentrado de origen en EE.UU. para afirmar su dominación en un espacio en disputa por Europa y Japón.

    No se puede concebir al ALCA sólo como una herramienta económica. Es parte de una política deliberada, todo terreno, de estructuración de las relaciones globales. Si las Compañías de Indias constituían el sujeto que promovía la inserción de las colonias en el orden capitalista mundial en emergencia; hoy, ese papel lo cumplen las transnacionales. Las compañías asociaban a su actividad a las oligarquías nativas, las que hoy denominamos Grupos Económicos. Y ayer como hoy, el funcionariado del Imperio y de la Colonia aplica sus dotes al servicio del naciente orden económico.

    Es necesario delimitar adecuadamente el campo de batalla. Lo que queremos señalar es que la dominación es producto de una congregación de fuerzas económicas, sociales y políticas que actúan en el centro y en la periferia, y que a eso le llamamos transnacionalización del poder y es un tema central para dimensionar la característica actual de la resistencia popular. Una cuota de ese poder está en manos de los gobiernos locales, claro que en forma subordinada al gobierno norteamericano y un poco también a otros gobernantes del círculo del poder mundial (G7). Que otra parte del poder pasa por capitales concentrados originados en cada país, y por cierto subordinados a su capacidad de articulación, asociación y o fusión con Corporaciones Transnacionales. Eso explica las ventas (parciales o totales) de empresas locales a capitales foráneos y la fuerte dependencia local de los inversores internacionales. Tanto como la dependencia por las decisiones asumidas en la Reserva Federal norteamericana, o en cualquier oficina influyente en el imperio.

    También sugerimos la posibilidad de confrontación en una articulación global, más allá de reclamos nacionales. La confrontación contra el ALCA no puede hacerse desde una contradicción Nación – Imperio. Sostenemos que hay actores sociales en uno y otro lado de la relación que afirman su poder con la suscripción del ALCA. Que quiénes lo sostienen afirman sus intereses económicos y políticos de dominación. Y que aquellos que confrontan también necesitan articular intereses comunes contra el régimen de explotación, en el Norte y en el Sur. Por ello es clave el carácter del sujeto que confronta contra el ALCA, el que no puede resignarse a un carácter nacional, sino que debe construirse desde una perspectiva global, continental e incluso internacional, global. Por eso la lucha contra el ALCA es parte de la agenda a la que convoca el FSM bajo la consigna OTRO MUNDO ES POSIBLE. La resistencia al ALCA es parte del movimiento de resistencia a la globalización capitalista. No es una lucha antiglobalizacón, sino por otra globalización.

    Es imprescindible esta demarcación de límites, pues aquellos que defienden el uso de categorías nacionales desprecian o subestiman el peso que tienen estructuras, instituciones, ideas y personas que organizan una cultura favorable a las demandas del poder global, aún desde posiciones locales, ya sea en gobiernos, universidades, medios de comunicación, etc. En ese orden, aparecen aquellos que reivindican los acuerdos regionales, entre gobiernos de regiones, para confrontar contra poderes globales. ¿MERCOSUR, Comunidad Andina de Naciones u otros ámbitos de integración regional contra ALCA? ¿Han sido acaso los primeros, ámbitos de resolución de las necesidades de los trabajadores, productores agropecuarios, pequeños y medianos empresarios de los países involucrados? ¿La expansión del comercio intra regional mejoró la situación de la mayoría poblacional en los países que integran esos acuerdos arancelarios?

    ¿Qué integración? El asunto radica en el cambio de contenido del proceso de integración. Hoy la voz cantante surge de la ofensiva del capital. Es sabido que en los años 60 y 70 el poder de los trabajadores limitó la capacidad de valorización del capital y se materializó como la confirmación de una tendencia a la disminución de la tasa de ganancias. Eran sujetos constituidos en la resistencia con la perspectiva de alentar un nuevo tiempo histórico, con un imaginario popular de profundas transformaciones.

    La ofensiva del capital incluyó la promoción de políticas públicas que alentaron la baja de la masa de salarios, la disminución del gasto público social, la reforma de la función estatal, para colocarla al servicio de la iniciativa privada. En ese marco había que abrir las fronteras económicas, y al mismo tiempo establecer "muros de la vergüenza", como en ciudad Juárez en México, o del mismo modo que se hace con las leyes de residencia en el civilizado mundo de los países capitalistas desarrollados. Libre circulación de mercancías, servicios y dinero era la consigna. Y cada quién en su casa, además del mantenimiento del proteccionismo en los países imperialistas. La realidad de ese proyecto devino en la "globalización", con el predominio de la burbuja financiera que mueve 2 billones diarios en bolsas y mercados de capitales por doquier. No es menor la proporción de esos recursos que sustentan la especulación, el tráfico de armas, drogas y personas y que luego requieren ser "lavados".

    América Latina y el Caribe, en tanto países emergentes, son piezas claves de la circulación de dinero en los últimos años: las llamadas inversiones externas, las privatizaciones y el endeudamiento externo son sólo una porción de un fenómeno que conlleva la contrapartida del desempleo en aumento y el deterioro de la calidad de vida de la mayoría de la población.

    ¿Es distinto el MERCOSUR, la CAN u otros tratados similares? Hasta ahora los grandes beneficiarios de negocios son los grandes capitales que actúan en cada país. La demora de converger en políticas macroeconómicas en cada tratado ha significado el ajuste sobre sectores populares.

    El problema a resolver es el de organizar otra integración: la de los pueblos, y que tiene como punto de partida la resistencia a la integración neoliberal, tanto regional, continental, como global. Es el camino que se trazó en el Foro Social Mundial. Es cuestión de reinstalar en las conciencias aquello de que los trabajadores y los pueblos deben unir sus voluntades en todo el mundo. Es cierto que eso fue dicho hace mucho y quizá, como en otros casos, de lo que se trata es de recuperar la memoria.

     

    VII

    Finalmente, lo que está en cuestión es la instalación de una agenda propia de los pueblos del continente por una integración que recoja las tradiciones de la lucha por la independencia y la articulación con la resistencia de otras poblaciones del mundo. Es un problema de soberanías nacionales y de construcción de otras relaciones internacionales, e incluso de nuevas formas de articulación en una globalización alternativa, favorable a los intereses y necesidades de los pueblos. Hacia allí deben apuntar legislaciones que hoy pueden transitar la realidad de algunos pueblos en la región, tal como hemos apuntado con relación a Cuba, Venezuela, Brasil, Ecuador e incluso con cierta perspectiva de cambio, Uruguay y Argentina.

    Pero va más allá de algún marco jurídico alternativo. El tema a resaltar es que la aprobación del acuerdo por el ALCA desde el 2005 y los condicionantes que ello implica. En ese sentido, resulta de interés considerar las diferentes facetas de este tema y evaluar el impacto cultural del fenómeno. Un intelectual argentino razona sobre el efecto del ALCA y la cultura del siguiente modo: "Estados Unidos está tratando de promover, a través del ALCA, la liberalización total de las inversiones en las industrias culturales. Hace años que lo impulsa desde la Organización Mundial del Comercio pero sin éxito gracias a la resistencia de algunos países europeos y de Canadá. Pero si nosotros no producimos leyes, formas de defensa y apoyo preferencial a lo que se produce en los países latinoamericanos antes del 2005, después estaremos perdidos. Vamos a quedar presos en un sistema transnacional que no sólo implicará una pérdida económica sino el fin de decidir nosotros mismos quiénes somos. Otros se apropiarán y moldearán nuestra identidad, nuestra imagen. Canadá y Francia han sabido protegerse. Por ejemplo, tiene que haber 42% de cine francés en las pantallas. Hay acciones estatales, decisiones políticas y económicas que fortalecen y dan continuidad a lo que un país es. La pregunta es si lograremos construir redes de presión social, en la Argentina y en los demás países de Latinoamérica". (García Canclini, 2002). El tema es extensivo a otras esferas de la vida, con lo cuál se demuestran efectos más allá de lo económico y de lo jurídico, para instalarse en una dimensión cultural, o si se quiere, civilizatoria.

    En definitiva, se trata de pensar con independencia y la resistencia contra el ALCA impone pensar una agenda propia de solución a los problemas globales. Ha señalado el Jefe de gobierno cubano que: "Si bien albergo la más firme convicción de que América Latina y el Caribe podrán ser devorados, pero no digeridos por el decadente imperio, ya que los pueblos harían renacer las naciones de nuestro continente de sus propias cenizas para integrarse entre ellas, como deben integrarse y unirse en busca de un destino superior y más decoroso, sería mucho mejor que los cientos de millones de latinoamericanos y caribeños nos ahorremos una durísima etapa de posterior lucha por nuestra liberación. ¡Evitemos la anexión, exijamos resueltamente y desde ahora que ningún gobierno pueda vender una nación a espaldas del pueblo! ¡No puede haber anexión si hay plebiscito! Sembremos conciencia del peligro y de lo que significa el Sucre, Morazán, Hidalgo, Morelos, Juárez y Martí". (Castro, 2001)

    Resulta destacable resaltar la existencia de Alternativas para las Américas, un extenso material que articula trabajos de una multiplicidad de colaboradores y que durante mucho tiempo intentaron sistematizar elementos de una "alternativa al modelo de integración dominante" y que se desarrollan en el análisis de los distintos tópicos que hacen a las negociaciones oficiales por el ALCA. El documento ha sido confeccionado por la Alianza Social Continental (ASC), que es un foro de organizaciones y movimientos sociales progresistas de las Américas, surge en 1997 en una contra cumbre planteada ante una reunión hemisférica que los gobiernos sostenían a favor del ALCA y se consolidó como propuesta ante la Cumbre de Presidentes de Chile en 1998 y comenzó sus actividades en 1999. La ASC se formó "para intercambiar información, definir estrategias y promover acciones conjuntas en la búsqueda de un modelo de desarrollo alternativo y democrático, que beneficie a los pueblos". Se trata de una red de organizaciones de todo el continente y que es uno de los principales animadores de la Campaña continental de lucha contra el ALCA. Es importante señalar que los autores de documento no consideran conveniente pensar en incorporar algunos de los planteos sostenidos en su material al documento oficial por el ALCA y recoge el mandato general de la Campaña contra el ALCA, el que se asienta en el No al ALCA y la necesidad de pensar en términos alternativos. (Alianza Social Continental, Diciembre 2002)

     

    VIII

    Resulta complejo hacer un balance de la resistencia al ALCA, pero pueden señalarse algunas conclusiones:

    1. Existe una Campaña continental donde las movilizaciones callejeras se han acrecentado y su máxima expresión fue la multitudinaria marcha en Porto Alegre al cierre del FSM el 27 de enero de 2003. Al mismo tiempo, hay conciencia que no alcanza con la visualización de la resistencia movilizada por parte de la sociedad y hace falta profundizar el vínculo entre los efectos de la liberalización de la economía y la vida cotidiana. Para ello se requiere potenciar iniciativas que fortalezcan los lazos entre las personas y organizaciones populares con los contenidos esenciales que impone el ALCA. En ese sentido se encuentra muy retrasado el plan de plebiscitos o consultas populares que requieren mayor preparación que una caminata. En un plebiscito se contempla el trabajo previo de preparación de la militancia que protagoniza la consulta, tanto como las ideas para su difusión y búsqueda del consenso social, como el trabajo que supone obtener la adhesión social para participar de la consulta. Incluso puede contabilizarse el trabajo posterior de divulgación de los resultados para extender la sensibilización y toma de conciencia de los cambios estructurales regresivos que generaría la suscripción de los acuerdos anticipados en los borradores por el ALCA.

    2. Es relevante la nueva situación política en la región derivada de nuevos gobiernos surgidos en los últimos tiempos y que generan expectativas en los sectores populares. Es el caso de Venezuela, Brasil y Ecuador. Algunos de ellos han dado señales de obstaculizar las negociaciones. Venezuela con acciones concretas y todavía incipientes o tímidas. Brasil con algunas declaraciones específicas sobre el ALCA y una iniciativa en política exterior que abre posibilidades de instalar ejes alternativos a la hegemonía de EE.UU. en la región. En rigor, estamos hablando de la incorporación de un actor oficial en la resistencia, es cierto que aún tímidamente, y que puede en la convergencia con la resistencia de la sociedad civil colocar en un plano superior la visibilidad de los efectos regresivos contenidos en el ALCA. La demanda de los movimientos brasileños contra el ALCA para que ahora sea el gobierno el que convoque un plebiscito sobre el ALCA pone en discusión los alcances que puede tener una movilización asociada entre gobierno y sociedad civil resistente. La resistencia popular es esencial pero insuficiente. El acceso al gobierno de proyectos políticos con respaldo popular potencia esa resistencia. La demora en expresar políticamente e institucionalmente el poder popular puede hacer retroceder los éxitos de las campañas de movilización contra el neoliberalismo y en este caso contra el ALCA. La articulación sistemática de resistencia, gobierno y poder debe ser la clave a la hora de proyectar con éxito las perspectivas de una integración alternativa.

    3. En realidad, la combinación de los dos comentarios previos habla de los límites del movimiento popular en la región e incluso en el mundo, si no se construye un nuevo imaginario y práctica social y política alternativa. Es decir, una nueva sociedad a construir donde las diferencias entre Estado y Sociedad Civil están marcadas por las diferencias funcionales pero convergentes en la perspectiva de construcción de otra sociedad, ese otro mundo posible a que remite la máxima de los FSM de Porto Alegre. La resistencia al ALCA tiene los límites de la ausencia de alternativa política en cada uno de los países y en el ámbito regional y global. La propuesta de EE.UU. ha avanzado desde el llamado inicial con fuerte iniciativa política desde comienzos de la década del 90 y el proceso de resistencia, como hemos sostenido, viene construyendo con retraso y todavía con dificultades para articular en un mismo arco una potencia social y política que puede construir una alternativa al ALCA e incluso más allá, ya que aún en la hipótesis de derrota del ALCA, no debe olvidarse el avance de los fenómenos liberalizadores inducidos por la OMC y que se materializan en la legislación de cada uno de los países. Pero también el avance de los acuerdos bilaterales, como el recientemente suscripto entre EE.UU. y Chile.

    4. La constitución de sujetos para el cambio es resultado del proceso de resistencia al ALCA y a las políticas hegemónicas impulsadas por las CTN, los grupos económicos locales, el gobierno de EE.UU. y la mayoría de los gobernantes locales, con la asistencia de los organismos multilaterales de crédito. Es quizá la más importante conclusión que podemos sugerir sobre las experiencias y expectativas generadas por el proceso de resistencia, con los límites e insuficiencias que aún mantiene. Es que se trata de un proyecto estratégico de las clases dominantes en el ámbito global, específicamente radicado en la política exterior de la mayor potencia mundial. Es más que dominación económica. Tiene alcances culturales en la subordinación de la vida cotidiana a la naturalización de principios y normas originarias de la constitución del capitalismo. Se trata de la naturalización de unas relaciones de intercambio que pretenden naturalizar y perpetuar el fenómeno de la explotación. Es la mercantilización del conjunto de las relaciones sociales. Es una cuestión cultural que define los problemas que afronta la civilización contemporánea y es imprescindible una visión alternativa que pueda constituirse en sujeto para una construcción alternativa. ¿Podrá la experiencia de resistencia que construye actualmente la campaña contra el ALCA aportar a la construcción de esa perspectiva contra hegemónica y abrir espacio para la emancipación social?

    Enero de 2003.

     

    BIBLIOGRAFÍA

    Castro Ruz, Fidel (2001): "Sembremos conciencia del peligro y de lo que significa el ALCA", discurso del 1 de Mayo en la Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba, en www.noalalca.org.ar

    García Canclini, Néstor (2002): "Aún controlamos la producción cultural", Diario Clarín, Suplemento ZONA, domingo 8 de Septiembre de 2002.

    CEPAL. América Latina y el Caribe: Principales Indicadores Económicos. Cuadro A.1 y América Latina y el Caribe: Deuda Externa Bruta Desembolsada. Cuadro A-13, en www.cepal.org

    Llamamiento de La Habana, en II Encuentro hemisférico contra el ALCA, en www.alcaabajo.cu

    Alternativas para las Américas, diciembre de 2002. Alianza Social Continental, en www.asc-hsa.org

     

    Julio Gambina (*)

    (*) Profesor de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP (adherida a CLACSO). Miembro del Consejo Académico de ATTAC-Argentina. – jgambina[arroba]rcc.com.ar