Antecedentes
La Venezuela que surge en 1830 con la separación de la Gran Colombia, era una sociedad que buscaba mantener los privilegios de las élites dominantes durante el tiempo de la Colonia. En otras palabras, lo que se pretendía consolidar era un consenso político fundamentando en el establecimiento de un sistema oligárquico de gobierno, el cual incorporase a su seno tanto a los remanentes del mantuanaje criollo como a los nuevos grupos surgidos de la Guerra de Independencia, cuyos privilegios sociales se veían confirmados por las tierras que habían recibido como resultado del traspaso a nuevas manos del latifundio colonial.
Por otra parte, a los intereses de la clase latifundista había que añadir los de una burguesía comercial que se había fortalecido por las oportunidades de abastecimiento que ofrecían 3 lustros de campañas militares. En síntesis, para 1830 el panorama político venezolano consistía en un campamento armado de ex combatientes de la Independencia, recompensados muchos de ellos con la adjudicación de tierras; pero que veían bloqueadas sus aspiraciones de conducir los destinos de la República, debido a la centralización del poder legitimada por la Constitución de 1830, bajo el poder de José Antonio Páez y su base de poder: la burguesía comerciante caraqueña, núcleo dominante del Partido Conservador.
Ante la obstrucción de su acceso al poder, los militares-hacendados comenzaron a dirigir entre 1830-1831 rebeliones en el oriente del país que buscaban restablecer sus privilegios, además de expresar un regionalismo político que tenía sus orígenes en la Colonia y que se había fortalecido durante los primeros años de la guerra emancipadora. En términos generales, los rebeldes abogaban por un gobierno federalista que protegiera sus dominios regionales. Por otra parte, este mismo argumento fue esgrimido posteriormente por los líderes de la Revolución de las Reformas de 1835-1836, al manifestar la intención de limitar bajo el manto del federalismo al poder central, así como otorgar a los hacendados unas mayores prerrogativas tanto políticas como económicas.
En este sentido, la aprobación de la Ley de Libertad de Contratos del 10 de abril de 1834 significó por lo menos parcialmente cierto entendimiento de los sectores en disputa, debido a cierto grado de bonanza económica, sobre todo en las zonas de producción agrícola de los valles centrales.
Paralelamente, en los llanos se vivía una situación distinta, ya que los hacendados se enfrentaban al incremento del abigeato y del bandolerismo, como manifestaciones de una profunda inconformidad social.
Con la crisis económica que se experimenta a partir de 1842 en Venezuela, comienzan a evidenciarse las graves tensiones sociales latentes. La pauperización creciente de pequeños y medianos propietarios, desposeídos de su tierra por los efectos del encarecimiento del crédito y de las ejecuciones hipotecas y la marginalización de pequeños comerciantes, vinculados esencialmente a los circuitos de distribución interna de los productos agropecuarios, son las principales causas de los levantamientos de los años 1846 y 1847, cuya expresión política se refleja en la creciente radicalización de los planteamientos del Partido Liberal y de su vocero, el periódico El Venezolano. No obstante, los planteamientos del sector liberal no estaban orientados a modificar de manera profunda la estructura de la sociedad, ya que se enmarcaban dentro de los intereses de una clase propietaria: los hacendados. En tal sentido, durante la década de la consolidación en el poder de la «autocracia liberal» (1848-1858), después de los acontecimientos del 24 de enero y la derrota de José Antonio Páez (agosto 1849), se experimentan ciertas medidas favorables a la clase terrateniente: abolición de la esclavitud y otorgamientos de indemnizaciones a los antiguos propietarios de esclavos; modificación de la Ley de 1834 y de su suplantación por la Ley de Espera y Quita de 1841.
Finalmente, ante el acaparamiento de tierras por parte de la dinastía monaguista, una fracción del Partido Liberal logra un entendimiento con un grupo de los conservadores bajo la consigna de «Unión de los venezolanos y olvido de lo pasado» que deriva en el derrocamiento de José Tadeo Monagas en marzo de 1858.
LOS COMIENZOS DE LA GUERRA
Con la Revolución de Marzo de 1858 en contra del gobierno de José Tadeo Monagas, se iniciaron la cadena de acontecimientos que derivarían en la Guerra Federal. Bajo la dirección de Julián Castro, el movimiento insurreccional prometía liberar a todos los trabajadores, sirvientes y campesinos de las deudas contraídas con sus patronos. Pero, una vez consolidado el nuevo gobierno, el predominio de elementos conservadores en su seno junto con ciertas medidas represivas, reavivaron la lucha.
El 7 de Junio de 1858, un decreto del Presidente Castro ordena la expulsión de Venezuela de Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, Wenceslao Casado, Antonio Leocadio Guzmán, José Gabriel Ochoa, Fabricio Conde y otros futuros jefes de la contienda armada, mientras en los valles de Aragua, en la sierra de Carabobo y en los llanos de Portuguesa se levantaban en armas, bandas de campesinos armados. Al tiempo que la insurrección se extendía, el gobierno daba muestras de incapacidad para suprimir tales estallidos, que cada vez eran más intensos. Muestra del grado de conflictividad social que se experimentaba la podemos apreciar en un las siguientes consignas: «¡ Mueran los blancos!» y «Hagamos una nación para los indios».
En parte como una manera de atenuar la difícil situación, los congresistas que asistieron a la Convención Constitucional de Valencia aprobaron la Constitución de 1858 (31 Diciembre de 1858), la cual aparte de significar la conciliación entre conservadores y liberales, otorgaba ciertas concesiones políticas a los estratos más bajos de la sociedad (sufragio universal de varones, abolición de la esclavitud). No obstante, la Carta Magna se encontraba desfasada con relación al desarrollo de los acontecimientos en el país.
Finalmente, en agosto de 1858, un intento de los liberales para derrocar a Julián Castro, conocido como La Galipanada, es debelado y fracasa; pero el domingo 20 de febrero de 1859, el comandante Tirso Salaverría, seguido de 40 hombres, asalta con éxito el cuartel de Coro, se apodera de 900 fusiles y lanza el «Grito de la Federación», cuya fecha pasará luego a formar parte del escudo nacional, al lado de la fecha del 19 de abril de 1810. La guerra había comenzado.
CONSIDERACIONES GENERALES
En términos generales, la Guerra Federal ha generado un suerte de mitología que no ha permitido evaluar de manera seria el impacto de dicha contienda en la sociedad venezolana de mediados del siglo XIX. En tal sentido, es necesario precisar algunos puntos claves para una mejor comprensión de un fenómeno de tal magnitud.
En primer lugar, la Guerra Federal no involucró a todo el territorio venezolano. Los combates más importantes se desarrollaron en la zona de los llanos altos y bajos (el territorio de los actuales estados Barinas, Portuguesa, Cojedes, Apure y Guárico); aunque varios brotes se registraron en la zona central (estados Falcón, Lara, Yaracuy, Carabobo y Aragua), así como en el oriente (principalmente en el territorio de los estados Anzoátegui y Sucre), se trataba en estos casos de actividades de guerrilla que sólo lograron cobrar importancia en los últimos meses de la contienda. Regiones enteras del país, como los Andes, Guayana y el Zulia se mantuvieron prácticamente al margen de la lucha.
En segundo lugar, los efectos de la guerra sobre la economía fueron diversos. Si bien es cierto que la ganadería quedó disminuida (resultado lógico de la concentración de los combates en las zonas de tradición pecuaria), hubo otros rubros de la producción que no se vieron afectados. El café, cultivado en los Andes, y el inicio del «boom algodonero» en Guayana, provocado por las incidencias de la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1860-1865), son claros ejemplos de esta circunstancia.
Además de los aspectos señalados anteriormente, conviene analizar la Guerra Federal desde los puntos de vistas político, social y militar, para una mejor comprensión de tal fenómeno. Desde la perspectiva política, conviene señalar que durante el tiempo que duró la contienda armada, el debate político estuvo centrado en Caracas, en torno a la oposición entre los sectores liberales y conservadores. Roto el consenso inicial de la Revolución de Marzo de 1858, Julián Castro buscó la alianza de uno u otro bando con el fin de lograr su permanencia en el poder. Sin embargo, estas maniobras sólo lograron acelerar su caída en 1859; el establecimiento de un efímero gobierno provisional federalista que duró menos de 24 horas y que, después del episodio de La Sampablera, es reemplazado por un nuevo Gobierno de tendencia conservadora.
No obstante, en el propio seno del Partido Conservador se enfrentan dos tendencias: las de los «civilistas» o «legalistas», que apoyan a Manuel Felipe Tovar y Pedro Gual; y la de los «dictatoriales», quienes promueven la figura de José Antonio Páez como única salida para reestablecer la paz. Esta pugna se decantará finalmente con el segundo regreso de Páez en marzo de 1861, el derrocamiento del presidente Pedro Gual (29.8.1861) y la proclamación de una dictadura encabezada por Páez pero dirigida, en realidad, por Pedro José Rojas.
Asimismo, una vez en el poder los conservadores llevaron adelante conversaciones con los federalistas en la sabana de Carabobo (diciembre de 1861), que no lograron un resultado favorable, prolongándose la lucha hasta las negociaciones del Tratado de Coche, en abril de 1863.
En el plano militar, la Guerra Federal fue esencialmente una guerra de guerrillas. Por otra parte, fue por lo menos en sus inicios, la primera contienda armada venezolana que utilizó la recién instalada red del telégrafo eléctrico como medio de información; aunque al poco tiempo, la destrucción de los cables y de las estaciones telegráficas paralizaría este servicio. En cuanto a la dirección de la contienda, sólo durante el primer (febrero 1859-febrero 1860), se puede hablar de una unidad de mando en el seno del Ejército federalista, destacando en este período y hasta la fecha de su muerte en San Carlos (10.1.1860), la figura de Ezequiel Zamora. Tres grandes batallas constituyen hitos de excepción en el desarrollo de los combates: la de Santa Inés (10 de Diciembre de 1859) en el que Zamora al mando de 3.400 hombres, derrotó a las fuerzas del gobierno que consistían de 2.300 hombres, con un saldo de 1.200 bajas entre ambos bandos aproximadamente; la de Coplé (17 de Febrero de 1860) en que las fuerzas gubernamentales del general León Febres Cordero derrotan al Ejército federalista de 4.500 hombres, bajo el mando de Falcón, y la batalla de Buchivacoa (26,27 de Diciembre de 1862), en la que los generales federalistas Manuel Ezequiel Bruzual y José González, al mando de unos 3.000 hombres, derrotaron a los 2.500 soldados del general Facundo Camero. De estas tres batallas, fue en realidad la de Coplé la que decidió el curso general de la guerra, ya que a partir de la misma Falcón decidió disolver su ejército.
Quizás el componente social de la Guerra Federal sea el más complejo de analizar, debido a que pese a que con el «Grito de la Federación» se produjo la irrupción violenta en el escenario venezolano de las huestes llaneras; la dirección política de la insurrección, especialmente después de la muerte de Ezequiel Zamora, la desempeñaron los terratenientes, capas sociales de la burguesía urbana y caudillos militares ideológicamente aburguesados.
En este sentido, el propio programa de Zamora era de naturaleza esencialmente intelectual, primordialmente política y más bien moderada que radical: exigía la abolición de la pena de muerte, la prohibición perpetua de la esclavitud y el sufragio universal combinado con el principio alternativo de gobierno. Es por esto motivo, que algunos historiadores señalan que más que una «insurrección campesina», en el sentido europeo de la palabra, la Guerra Federal significó un renovado intento de fusión entre 2 realidades sociales y raciales, blancos contra razas mezcladas, de la Venezuela Agraria.
En cuanto a sus consecuencias, se puede afirmar que la Guerra Federal no modificó las estructuras de una sociedad agraria tradicional. La solución conciliatoria adoptada con la firma del Tratado de Coche, en abril de 1863 consagró el triunfó nominal de la Federación, aunque en la práctica este principio político nunca pasó de ser una ficción. Una vez en el poder, Falcón distribuyó liberalmente los frutos de la victoria entre él mismo y sus compañeros más allegados. Se le atribuye en este sentido al general federalista José Loreto Arismendi la cínica o desencantada declaración «… luchamos cinco años para sustituir ladrones por ladrones, Tiranos por Tiranos…».
En síntesis, a pesar de los calificativos tales como «Crisol de la igualdad social», «insurrección campesina» «guerra revolucionaria»o «guerra social» que se han utilizado para resaltar su carácter igualitario de la Guerra de los Cinco Años, en términos generales, al final de ésta, el fundamento material de la sociedad oligárquica seguía intacto. Es debido a esta circunstancia, que muchos autores señalen que en el fondo la Guerra Federal, nunca pasó de ser un intercambio ideológico entre las élites políticas del país.
La idea de la depuración racial en Venezuela
En la Venezuela de la época colonial, no bastaba con ser de piel blanca para tener privilegios o incluso, derechos, para la corona española, quien sabia que la economía era agropecuaria, sabía también que quien controlará los principales factores de esta como la propiedad de la tierra y la mano de obra controlaría de esta manera la economía y mantendría así el estatus más alto de la sociedad.
Partiendo de este principio, en Venezuela, podemos hablar de tres grupos sociales que se distinguen, como son:
Los Dominantes o explotadores, conformados por terratenientes y comerciantes;
Los Intermedios, conformados por pequeños propietarios y pequeños comerciantes, artesanos, profesionales y pequeños productores; y
Los Grupos Sociales Explotados o Dominados, donde se encuentra el mayor número de personas sometidas a esclavitud vesollaje o endeudamiento.
A pesar que el factor que definía estos grupos, estaban compuestos casi exclusivamente por descendientes directos, y no mezclados de los primeros conquistadores, de este modo la clase dominante se convierte también en una aristocracia, o lo que es lo mismo, un grupo de personas que consideran que ellos son de mejor calidad que el resto, a esta clase se le denomina para la época como "Nobleza Criolla".
Por otra parte también las personas eran ubicadas en un lugar inferior o superior del sistema de jerarquías sociales de acuerdo con sus características fenotípicas, es decir, en función de su fisonomía y el color de la piel ya que para las aristócratas de la época estas características definían la calidad de las personas.
Al tomar estos rasgos como criterios de organización social de forma excluyente los aristócratas tenían esto como cuestión natural pero en realidad esta es una falsa percepción de la realidad.
Luego de esto comenzaron a darse la mezcla entre Blancos Puros y afro descendientes a cuya descendencia se llamaría Pardos o Mulatos y quienes en un principio constituyeron el 50% de la población pero por la misma estructura de la que ya hablábamos Constituían la parte más baja de la sociedad.
Modelos económicos
AGRARIO1.830 – 1.920
Es un modelo económico basado en la agricultura, que desempeño un importante papel en el desarrollo de las poblaciones indígenas americanas, el cual se realizaba en un contexto de perfecto equilibrio ecológico y de forma extensiva en la tierra e intensiva en el trabajo. En las labores agrarias, los indígenas utilizaron técnicas, métodos y sistemas totalmente naturales e inteligentes para obtener más producción, en menos tiempo y en el mismo terrero, sin contaminación.
Posteriormente y con la llegada de los españoles, este modelo se fue transformando, hasta quedar marginado y a expensas de otros modelos económicos que perdieron el interés por la parte agraria, hasta llegar el modelo mixto en el que se avizoran grandes posibilidades de rehabilitación de este modelo con la idea de "retorno al campo".
Antes de la colonización española, la actividad agraria era la principal fuente de sustento alimentario complementada con las actividades de caza y pesca.
Después de la invasión europea, el modelo netamente agrario, se transformó en un modelo exportador de productos agrícolas, principalmente el café.
Posteriormente la actividad agrícola fue mermando con la consecuente introducción de tecnologías que ocasionaron una serie de transformaciones o reingeniería no solo desde el punto de vista agrologico, sino también en el aspecto de las organizaciones indígenas sociales, políticas, culturales, económicas, pero ante todo ecológicas por el impacto negativo que ocasionaron con la posesión desequilibrada de los recursos naturales y la consiguiente coerción de la fuerza de trabajo.
El modelo agrario cafetalero permaneció durante algún tiempo, como centro de la economía venezolana, hasta que en 1920 – 1.921, se produjo la caída violenta en los precios de varios rubros agrícolas, entre ellos el café; sin embargo, con la aparición del petróleo se subsanó en parte el problema.
Desde 1.921 hasta 1.999, la aplicación de políticas neoliberales acabó con el pequeño y mediano productor Venezolano, es así cuando en 1.929, ocurre la desvalorización del dólar frente al bolívar lo que sepultó la etapa agraria exportadora como principal actividad económica del país.
Es a partir de estos sucesos que el modelo agrario fue marginado casi totalmente para dar paso a los modelos capitalistas, rentistas y neoliberales, que otorgaban prioridad y beneficios solo a una elite de terratenientes y empresarios, mientras la gran parte del campesinado subsistía en condiciones precarias.
En la actualidad, el modelo Mixto, sustentado sobre la base de un modelo productivo capaz de generar un crecimiento autosustentable, esgrime como estrategia "La Ley de Tierras" que tiene como finalidad el retorno al campo, con medidas de desarrollo integral, que buscan no solo mejorar la productividad de la tierra, sino también la calidad de vida en el sector rural, lo cual se logrará con el financiamiento de la renta petrolera.
MINERO1917-1958
Modelo económico venezolano que se caracteriza por la explotación de minerales tales como oro, hierro y bauxita, carbón, manganeso, níquel, asbesto, yeso, mica, azufre, sal, caliza, tungsteno y petróleo, lo cual ha con vertido al país en la segunda nación que concentra un 2% de la oferta mundial de minerales en términos de producción. Todos esos minerales junto a las perlas marinas han formado parte de las actividades económicas de Venezuela desde tiempos lejanos. En la actualidad, la explotación y comercialización del petróleo y otros de los min erales mencionados, representan la actividad más importante de la economía Venezolana.
Antes de la llegada de los españoles a las costas venezolanas, los indígenas usaban el oro y el hierro en adornos para complementar su vestuario, en la fabricación de ídolos y dioses entre otros, complementado con la recolección de perlas para el mismo fin.
Al llegar los colonizadores aplicaron la pesca indiscriminada de los ostrales naturales, intercambiaban impositivamente especias que traían de Europa por los adornos, imágenes y demás objetos que éstos fabricaban con los minerales que recolectaban.
En la colonia se destacó la explotación del cobre en las minas yaracuyanas de Aroa, que fueron mantenidas por empresas extranjeras hasta el siglo XIX.
Posteriormente y con la aparición del petróleo, se desarrolló en Venezuela un modelo económico caracterizado por la explotación y comercialización del mineral petróleo. Hay que destacar que este modelo minero no solo se centró en la exportación del petróleo, sino que también se manejó la exportación de otros minerales como: carbón, hierro, bauxita, manganeso, níquel, cromo, asbesto, yeso, mica, azufre, sal, caliza y tungsteno.
El ingreso petrolero fue utilizado para el desarrollo industrial, agrícola y pecuario del país.
Facilitaba el crédito a los empresarios (elites) para optimizar sus ingresos y a su vez mejorar de sus industrias.
Permite la transformación rápida de Venezuela en un país moderno y desarrollado debido al bajo costo del dólar y a los bajos impuestos.
Es también llamado comúnmente (sembrar el petróleo), aceptando, pero con serias advertencias de moderación cierto aumento del gasto público no productivo e inevitable al desarrollarse instituciones para canalizar el gato.
El petróleo se percibía como un capital natural en consecuencia, todo gasto del ingreso que no fuera una inversión, representaba una descapitalización.
La cultura rentista es en medida el producto de la renta petrolera por parte del estado Venezolano, por lo cual se le denomino capitalismo rentístico.
Indios y mestizos
Indios: Son indígenas aquellas personas que se reconocen a si mismas y son reconocidas como tales, como originarias y pertenecientes a un pueblo con características lingüísticas, sociales, culturales y económicas propias, ubicadas en una región determinada o pertenecientes a una comunidad indígena.
Conjuntamente con los negros esclavos, los indígenas ocuparon la posición de menor jerarquía en la estructura social de la Venezuela colonial. Su capacidad productiva fue utilizada por los sectores dominantes mediante la esclavitud en los inicios del periodo colonial, y bajo la figura de semiesclavitud consagrada con la encomienda. Los indígenas y los negros no gozaron de ningún privilegio social.
Mestizos: Esta palabra fue aplicada a los seres humanos por el imperio español en el siglo XVI, para denominar a una de las "castas" o "cruzas" que integraban la estratificación social de tipo racista impuesta en sus colonias en América: la del hijo de un padre o madre de raza "blanca" y una madre o padre de raza "india". El sistema de castas español derivo de la doctrina medieval de los estatutos de limpieza de sangre. Las personas que eran clasificadas como mestizas tenían un estatus social disminuido, que les impedía o limitaba su acceso a la educación y a posiciones de mando, propiedad o prestigio.
El mestizaje entre grupos étnicos origino la conformación de una nueva cultura, diferente a la original que identifico a cada uno de los grupos participantes, y en la cual se hicieron presentes múltiples manifestaciones de dichas culturas. Esto equivale a decir que mediante el mestizaje se produjo un proceso de sincretismo cultural que sirvió de base para el desarrollo de la identidad nacional del pueblo venezolano. Por esta razón que, desde el punto vista físico, la apariencia de los venezolanos y venezolanas de la actualidad es tan diversa, y desde el punto de vista cultural, las expresiones creativas del ser venezolano presentan una amplia riqueza y variedad. Esto puede observarse en las distintas variantes nacionales de la gastronomía, la música, las artes plásticas, las creencias religiosas y el lenguaje.
Reivindicaciones socioeconómicas
PROTESTAS Y LEVANTAMIENTO DE LOS CRIOLLOS
Los criollos o blancos criollos, conformaron la clase social dominante desde el punto de vista económico. Ya que fueron los descendientes de los primeros conquistadores que a través de los repartimientos, las composiciones y la compra-venta, se convirtieron en propietarios de grandes latifundios en los cuales desarrollaron plantaciones, haciendas y/o hatos. Los blancos criollos actuaron como esclavistas, encomenderos de la mano de obra indígena, y patrones de los peones sometidos a relaciones de servidumbre.
La sociedad colonial venezolana experimento un alto nivel de conflictividad entre los diversos grupos que la conformaron. Las causas de estos conflictos fueron la segregación política y las diferencias étnicas y económicas.
En muchas oportunidades, la corona limito el enriquecimiento de los criollos al imponerles una gran cantidad de impuestos que pecharon sus actividades productivas, y al perseguir el comercio ilegal de estos con las potencias europeas consideradas enemigas por España. A la larga, este conflicto se convirtió en la principal causa de la independencia de las provincias venezolanas.
Los conflictos políticos, los blancos criollos se opusieron a los blancos peninsulares. Este resentimiento tuvo su origen en el hecho de que los segundos excluyeron a los primeros del ejercicio de los principales cargos políticos. Los mantuanos se sintieron con derecho a ocupar dichos cargos con base en el poder económico que acumularon.
La Real Compañía Guipuzcoana
La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa comercial constituida el 25 de septiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España. Operó en Venezuela desde 1730 hasta 1785, es decir, durante más de cincuenta años del siglo XVIII; y tuvo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de la colonia. Fue una empresa a base de acciones, cubiertas por capitalistas vascos, principalmente de la provincia de Guipúzcoa, en el norte de España. El Rey tuvo una considerable participación en el negocio, pues recibió de los empresarios 200.000 pesos en acciones. Esta circunstancia dio a la Compañía Guipuzcoana carácter oficial. De allí su denominación de Real Compañía.
ACTUACION DE LA COMPAÑIA GUIPUZCOANA
Las operaciones de la Guipuzcoana se iniciaron a mediados de 1730, fecha en que llegaron a La Guaira los dos primeros barcos de la Compañía.
Los resultados de su actividad fueron plenamente satisfactorios, y puede decirse que los, empresarios lograron los objetivos que se habían propuesto al constituir la empresa:
Primero: Aseguraron el comercio con las provincias venezolanas, que antes beneficiaba en gran parte a los contrabandistas extranjeros.
Segundo: Aseguraron el envío de frutos a España, regularizando y aumentando los embarques de cacao y tabaco, principalmente, y de esta manera pudieron rebajar los precios de dichos frutos en la Península.
Tercero: Consiguieron frenar y disminuir el contrabando, persiguiendo y hostilizando a los ingleses, holandeses y demás extranjeros que venían ejerciendo ilegalmente gran parte del comercio de la colonia.
OPSICION A LA COMPAÑIA GUIPUZCOANA
El establecimiento de la Guipuzcoana significó un cambio profundo en el sistema de comercio tradicional de las provincias venezolanas. Era la única empresa que podía vender mercancías europeas en el país, y la única también que podía comprar los frutos que se exportaban a España. De consiguiente, los precios de las mercancías importadas y de los frutos, dependían ahora de la empresa, la cuál los fijaba de acuerdo a sus conveniencias, en perjuicio de los consumidores y de los productores locales. Estos no podían comprar ni vender libremente, sino a la empresa, a los precios que ésta fijaba. Además, la compañía estaba en condiciones de castigar cualquier violación. Todo esto explica la oposición que ciertos sectores coloniales hicieron a la compañía. Al principio fue una oposición sorda, legal, pacífica. Más tarde llegó a ser oposición violenta.
OPOSICION DE LOS HACENDADOS Y DE LOS MERCADERES
Los primeros, que se consideraron afectados por el monopolio de la Guipuzcoana, fueron los hacendados y los mercaderes venezolanos. Y comenzaron a oponerse a través del Cabildo, organismo municipal integrado por representantes de dichos sectores. El Cabildo de Caracas se quejaba de que se hubiera establecido el monopolio sin habérsele consultado, o por lo menos dado alguna participación en un negocio de tanta importancia. Los hacendados ya no podían vender sus frutos al mejor postor, sino a la empresa; tampoco podían utilizar las naves de la compañía para enviar directamente sus frutos a España, pues la empresa se negaba a ello.
En relación con esto último surgió una larga disputa entre los hacendados y mercaderes, por una parte, y la Guipuzcoana por la otra. Los primeros querían que la compañía les permitiera utilizar una tercera parte de la capacidad de sus barcos para ellos enviar directamente sus frutos a España. Alegaban que durante muchos años fue costumbre repartir así las bodegas de los buques que llegaban a los puertos venezolanos, y que la empresa debía respetar esa costumbre. Pero la Guipuzcoana se negó repetidas veces a aceptar tal cosa, y las autoridades decidieron siempre la cuestión a favor de la empresa.
OPOSICION DE LOS CONTRABANDISTAS
Las actividades de la Guipuzcoana afectaban directamente a los contrabandistas, sobre todo a los asentistas ingleses. Los barcos de la compañía inglesa que atracaban en los puertos venezolanos para vender esclavos, eran inspeccionados por la Guipuzcoana, que enviaba sus funcionarios a bordo, con órdenes de confiscar toda mercancía que no fuera esclavos.
Esta actitud provocó las protestas de la compañía inglesa ante el gobierno español, pues consideraba que la práctica de inspeccionar sus barcos era una violación del convenio suscrito entre España e Inglaterra en 1713. Pero la Guipuzcoana continuó hostilizando a los barcos ingleses, vigilando de cerca las operaciones que realizaban en Venezuela e impidiéndoles todo intento de comercio ilegal. Esta actitud provocó la enemistad de los contrabandistas, quienes en varias oportunidades fomentaron el descontento contra la Compañía y ayudaron económica y militarmente los movimientos que se produjeron contra ella.
OPOSICION DE OTROS SECTORES
El sector más numeroso de los pequeños agricultores y comerciantes se vio también afectado por la Compañía, pues estos grupos eran los más ligados al comercio de contrabando y la Compañía venía a entorpecerle. La empresa se hizo particularmente odiosa, porque trataba de controlar el gobierno de la colonia y ponía al frente de los cargos a elementos de su confianza.
El descontento contra la Guipuzcoana estalló en varias revueltas, entre las cuales fueron las más importantes: 1) la que encabezó Andrés López del Rosario, más conocido como "Andresote", y 2) la que acaudilló Juan Francisco de León.
La rebelión de Andresote
Ocurrió entre 1732 y 1735, en la región del río Yaracuy y las tierras vecinas hasta el mar, zona que se había convertido en centro importante del contrabando que hacían los holandeses desde Curazao. El zambo Andresote, nativo de Valencia, se convirtió en jefe de numerosos esclavos y negros libres de la región, estableció su control en aquellas tierras y protegía el contrabando con los holandeses.
El gobernador de la provincia, bajo la presión de la Guipuzcoana, envió tropas contra Andresote, para reducirlo y acabar con el contrabando en la zona. Pero Andresote mantuvo en jaque, por varios meses, a las fuerzas del gobierno y destruyó en repetidas oportunidades las tropas enviadas contra él. En 1734, destruyó casi en su totalidad una fuerza de más de 300 soldados enviados para combatirlo.
La rebelión de Andresote logró mantenerse tanto tiempo, gracias al apoyo que recibió de numerosos sectores enemigos de la Guipuzcoana.
En primer lugar, los pueblos vecinos, cuyos habitantes colaboraban con los alzados, dándoles provisiones e informándolos a tiempo de los movimientos de las tropas del gobierno.
En segundo lugar, los hacendados de la región, muchos de los cuales aparecieron comprometidos, pues tenían interés en hacer fracasar a la Guipuzcoana en su intento de controlar el comercio.
En tercer lugar, los contrabandistas, quienes habían actuado hasta entonces con gran libertad en la zona y ahora tenían que enfrentarse a la empresa que se constituía para combatirlos. Los contrabandistas proporcionaron a Andresote y sus hombres armas, municiones y pertrechos para que lucharan contra el gobierno.
La rebelión de Juan Francisco de León
Origen de la revuelta: La rebelión de Juan Francisco de León contra la Guipuzcoana se produjo entre 1749 y 1752, en los valles de Panaquire y Caucagua (Barlovento), y de allí se extendió a los valles de Tuy, y otras regiones de la provincia de Caracas. El canario Juan Francisco de León era Teniente Cabo de Guerra y Juez de Comisos de Panaquire. El factor de la Guipuzcoana denunció ante el gobernador Luis Francisco Castellanos, el hecho de que en los valles de Panaquire y Caucagua, importante zona cocotera, se estaba practicando descaradamente el contrabando con los holandeses.
En virtud de la denuncia, el gobernador designó a uno de los empleados de la Compañía para sustituir a León; pero éste se negó a entregarle el cargo y, por el contrario, le ordenó salir de Panaquire. Enterado el gobernador del incidente, ordenó a León reconocer al nuevo funcionario; pero el isleño contestó que no entregaría el cargo a ningún empleado de la Guipuzcoana. De esa manera se inició la revuelta contra la Compañía.
Desarrollo de la revuelta: Alrededor de León se fueron uniendo numerosos vecinos de la región, quienes lo instaban a mantener su posición y a protestar contra la Guipuzcoana. Alentado por este apoyo, León se dirigió a Caracas, seguido por centenares de personas que se le sumaron en los pueblos por donde pasaba, para plantear directamente al gobernador las quejas contra el monopolio vasco.
El 20 de abril de 1749, León entró con su gente a Caracas, y públicamente se entrevistó con el gobernador. Le expuso el descontento de los vecinos y le pidió la expulsión de la Compañía. Varios escritos de protesta presentó León al gobernador, y solicitó además la reunión del Cabildo y de los vecinos más notables de la ciudad, para que libremente dijeran si la Compañía había sido beneficiosa o perjudicial en los dieciocho años que llevaba en el país. Con esta convocatoria, León trataba de comprometer públicamente a los sectores que hasta entonces lo venían apoyando, darle más fuerza a sus demandas, y, sobre todo, presentar el movimiento como resultado de la aspiración justa de los vecinos y no como acto de rebeldía individual de su parte.
La junta general de los vecinos fue convocada. Asistieron los miembros del Cabildo y un numeroso grupo de terratenientes, dueños de haciendas. Esta junta general acordó lo siguiente:
La Compañía era responsable de la escasez y elevado precio de los artículos de importación.
La Compañía era responsable de haber rebajado los precios de los frutos, principalmente del cacao, cuyo precio, en los años de actuación de la empresa, había caído de 20 a 8 pesos la fanega. Estos cargos contra la Compañía significaban que su actuación había sido perjudicial a los intereses de la provincia, y, en consecuencia, se pedía su expulsión.
No sólo Juan Francisco de León pedía la expulsión de la empresa. También se pronunciaban contra ella el Cabildo, la nobleza, el claustro universitario y los más diversos sectores de la sociedad colonial. Ante esta situación, el gobernador optó por declarar la expulsión de la Compañía; pero al mismo tiempo, incapaz de enfrentar los hechos, huyó a La Guaira y se llevó consigo a otros funcionarios.
Después de varios meses, el Rey destituyó al Gobernador Castellanos y nombró en su lugar a Julián de Arriaga, quien llegó a La Guaira a fines de 1749, con el encargo de resolver el problema suscitado en la provincia.
Actuación del Gobernador Arriaga: Ofreció, pues, perdonar a quienes habían participado en los hechos. Al mismo tiempo, restableció la Guipuzcoana por vía de prueba, por seis meses, y nombró factor de la empresa a una persona no vasca. Pero la agitación continuaba y la gente mantenía su demanda de expulsión de la Guipuzcoana. El Gobernador Arriaga se dio cuenta de que no podía controlar mucho tiempo esta situación y solicitó ser reemplazado El Rey envió un nuevo Gobernador en 1751, Felipe Ricardos, quien llegó a Venezuela con 600 hombres armados. Traía instrucciones precisas para apresar a Juan Francisco de León y sus principales colaboradores, y reprimir todo intento de continuar las protestas contra la Guipuzcoana.
Fin de la revuelta: Al saber la llegada de Ricardos y su propósito de restablecer la Compañía, León comenzó de nuevo a movilizar sus gentes para marchar a Caracas y reclamar una vez más la expulsión de los vizcaínos. Pero el Gobernador Ricardos actuó con gran energía. Solicitó refuerzos a Cumaná y La Habana y movilizó sus tropas contra León, a quien declaró rebelde y traidor al Rey.
León evitó el encuentro con las tropas de Ricardos. Seguido de sus principales partidarios, huyó a los llanos y durante dos meses se mantuvo acosado por las tropas del gobernador. Entre tanto, Ricardos había detenido a un buen número de partidarios de la revuelta y embargado sus bienes. Sin ánimo de luchar contra el gobierno y con sus gentes dispersas y amedrentadas, Juan Francisco de León y su hijo Nicolás se entregaron a las autoridades de Panaquire. Trasladado a Caracas, rindió declaraciones y fue remitido a España, junto con los principales comprometidos en la revuelta.
Consecuencias de la revuelta
Con la prisión de Juan Francisco de León terminó de hecho este movimiento que mantuvo por más de dos años agitada la provincia de Caracas, y dio origen a acontecimientos políticos muy importantes para la vida de la colonia. Sin embargo, este movimiento, aun cuando fracasó en sus propósitos, tuvo importantes consecuencias:
Primero: Las autoridades acogieron las acusaciones formuladas contra la Guipuzcoana durante la revuelta, y tomaron medidas para corregirlas.
Segundo: Se creó una junta de precios, formada por el gobernador, un representante del Cabildo y otro de la Compañía, para fijar los precios del cacao.
Tercero: Se aseguró a los hacendados y cosecheros un sexto de la capacidad de los barcos de la compañía para que remitieran por su cuenta frutos a España.
Cuarto: Se garantizó a los cosecheros y mercaderes criollos el derecho de seguir comerciando con México y se le negó a la Compañía participar en este comercio.
Quinto: Después de la revuelta mejoraron los precios, del cacao y la compañía incremento sus exportaciones a España.
Sexto: Se permitió a los hacendados y mercaderes criollos adquirir acciones de la Compañía, y de esa manera, tener participación en los beneficios de la empresa.
No hay duda de que esta última consecuencia fue la más importante. Los nobles criollos, que habían luchado contra la Compañía y habían apoyado e incitado a León en su revuelta, eran ahora los que obtenían los beneficios de aquel movimiento. Teniendo de su parte a los nobles terratenientes que ahora eran accionistas suyos, la Guipuzcoana no tuvo ya más problemas serios. Esto explica, en cierto modo, la tranquilidad y la paz en que opera la Compañía en los siguientes treinta y cinco años de permanencia en Venezuela.
Autor:
Jesus Vargas
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