Enfoques sobre Consumo Cultural.
El principal mérito de los aportes teóricos más recientes es a nuestro interés, el plantear el análisis del consumo articulado con los bienes y servicios culturales, discutiéndolos a través de enfoques relacionales y proponiendo el estudio multidisciplinario para el análisis de los procesos involucrados.
Hablamos de "consumo cultural" en cuanto que, la cultura, se percibe como un bien intercambiable en el mercado a través del juego de la oferta y la demanda. Teóricos como Horkheimer y Adorno (1972) que han seguido los trabajos de Lefebvre (1971), sostienen que la lógica del mercado y la racionalidad instrumental que se manifiesta en la esfera de la producción se refleja en la esfera del consumo, viéndose en las diferentes actividades de tiempo libre y de la cultura una especie de "industria", ya que los valores de estas áreas parecen dictarse por los valores del mercado.
Si en el análisis del consumo, hacemos eje en lo económico, encontramos este tipo de interpretaciones en pensadores como Marx, Edmond Préteceille y Castells, entre otros.
El primer autor expresará en su "Introducción a la Crítica de la Economía política" que el consumo es parte, es un momento de la producción y es el responsable de crear la necesidad para que el proceso productivo pueda completarse: "es aquel mediante el cual el productor se torna asimismo ´verdaderamente´ productor" (Marx, 1986). Edmond Préteceille (1977), por su parte y desde este enfoque, sostendrá que el proceso de consumo es un proceso productivo, que como proceso de trabajo concreto el hombre, en este proceso de producción, se reproduce a sí mismo. Y Castells (1985) considerando los aspectos ideológicos y políticos, analizará el consumo como proceso productivo, y focalizará el análisis en el consumo colectivo de un capitalismo avanzado.
Las críticas al enfoque materialista y economicista del consumo están dadas principalmente por quienes centran su enfoque analítico en lo simbólico del consumo.
Desde otras perspectivas teóricas, diversos autores enfatizarán en diferentes aspectos del consumo. En este sentido resultan representativos los planteos de Veblen, Simmel, Pierre Bourdieu, Jean Baudrillard, Douglas y Isherwood, Appadurai y Arantes, entre otros.
Nos centraremos sólo en algunos de estos autores y a modo de síntesis.
En las discusiones planteadas desde esta perspectiva, se encuentran las conocidas teorías de Veblen y Simmel (1978) que se complementan y diferencian en sus conceptos. La teoría de la moda y el consumo como igualación y discriminación social que se desarrolla más ampliamente y se fundamenta en un análisis histórico de Veblen sobre el "consumo ostentoso" en donde la riqueza confiere honor al individuo que se entrega a un consumo ostentoso, donde la diferenciación se realiza a través de la competencia de consumos, se complementa en cierto punto con la conceptualización que Simmel construye de "la moda". El estar atento a lo novedoso, a lo que es moda representa uno de los muchos estilos de vida de ciertos grupos que intentan de esta manera pertenecer a esferas uniformes de ciertas actividades que tienden hacia la igualación social guiadas por el deseo de cambio y la diferenciación individual.
Es de destacar que ambos autores concuerdan en la existencia de una clase ociosa que determina ciertas formas de relaciones sociales. Pero mientras que Veblen no trata de explicar por que cambian los hábitos de consumo, sino los " métodos decorosos de consumir" que conllevan históricamente del ocio ostensible al consumo ostensible, Simmel, desarrolla el por qué se dan estos cambios y explica que existe en la moda una tendencia permanente a la "imitación y a la diferenciación" para mantener distancias sociales entre diferentes grupos, que producen los cambios constantes que se dan en los hábitos de consumo y que se trasladan a otros ámbitos sociales. Y estas conductas, se relacionan más con la educación que con la imitación.
En los símbolos encontramos conceptualizaciones que reconocen en la vestimenta como en cualquier otro bien que se consume, "símbolos de status de clase" (Goffman, 1951). Según Bourdieu (1983) es el conocimiento de los nuevos bienes culturales, la lógica del funcionamiento de la producción de estos bienes y las estrategias de distinción de su propia dinámica, el valor social que poseen, el valor cultural y el uso apropiado que a éstos se les da, lo que predispone a los bienes culturales a presentarse y funcionar diferencialmente entre los grupos sociales convirtiéndose, estos bienes, en herramientas de distinción. Por tanto, los sectores dominantes que poseen, no sólo mayor capital económico, sino también cultural pondrán el eje de las relaciones sociales de distancia entre los grupos, en la capacidad de disfrute y de apropiación de signos distintivos (bienes y/o prácticas). No es sólo la posibilidad de consumirlos, sino la capacidad de apropiarse de estos signos que los distingan socialmente. Esta lucha simbólica, para afirmar la singularidad, se refleja en un permanente accionar dirigido a la conservación y búsqueda de bienes y prácticas que se reconozcan como signos de distinción, y no como bienes ordinarios y divulgados (Bourdieu, 1991).
Desde otras bases analíticas, Baudrillard (1983) sostiene que el consumo posee una lógica propia: la del signo y la de la similitud. Es en el momento en que los objetos a consumir se diferencian de otros que adquieren sentido con respecto a una jerarquización referida a un código de significaciones. Esta lógica del consumo, está incluida en las cuatro lógicas de intercambio que distingue el autor, para entender el consumo como una "prestación social" (Baudrillard, 1983): " 1-Una lógica funcional del valor de uso (o lógica de la utilidad). 2. Una lógica económica del valor de cambio (o lógica del mercado). 3. Una lógica del cambio simbólico (o lógica del don). 4. una lógica del valor-signo (o lógica del status). La primera es una lógica de las operaciones prácticas, la segunda es una lógica de la equivalencia, la tercera es una lógica de la ambivalencia, y la última es una lógica de la diferencia." (Baudrillard, 1983).
Douglas e Isherwood (1980: 176 y sigs.) proponen, desde una postura antropológica, analizar el consumo como "… proceso ritual cuya función primaria consiste en darle sentido al rudimentario flujo de los acontecimientos." (1980). Los bienes, son entendidos, desde esta perspectiva, como básicos y específicos de ese ritual.
En una línea que presenta ciertas semejanzas con la anterior, Arjun Appadurai (1991) desde una mirada cultural, sostiene que el consumo es un: " …mecanismo social complejo que media entre los patrones a corto y largo plazo de la circulación mercantil". (Appadurai, 1986). Consecuentemente, en el proceso económico el momento más importante es el del intercambio. Este intercambio le conferirá significado a la "vida social" de las mercancías (vida social que no es reducible a variables económicas y/o tecnológicas como según el autor propone el marxismo).
Antonio Arantes (1993) considera que los bienes y servicios se pueden entender como los recursos que forman los vínculos sociales y los estilos de vida; y el consumo, como constituido por acciones de apropiación que construyen vínculos sociales que moldean y a su vez están moldeados por el carácter moral de esas relaciones. En este sentido, y como resultado de la articulación que hace en sus trabajos, relacionando el entretenimiento como práctica y el consumo, es que sostiene el interés de tomar las alternativas del tiempo libre como forma de acceso social, de uso tanto práctico como simbólico y de posesión material, es decir, como consumo contextualizado por un sistema de relaciones sociales y un sistema de orden moral.
Es de destacar el aporte que realiza N. García Canclini (1991) desde un enfoque que intenta ser integrador.
Sostendrá que las "necesidades" que surgen en la relación sujeto-objeto son un producto social. Al igual que Marx, los bienes existen por su valor de cambio pero, García Canclini sostendrá que está presente también un valor simbólico que responde "según las leyes de la ganancia y de la división de las sociedades en clases" (García Canclini, 1991) Y, que el consumo, responde a otras racionalidades más allá de las económicas. La racionalidad integrativa y comunicativa de una sociedad, también se construye en el consumo, por tanto, el consumo no es sólo un instrumento que funciona como divisor de los miembros que conforman una sociedad (como sostenía Bourdieu).
Quienes trabajan aquí el tema consumo cultural, desde la Sociología Ana Wortman (2003) y desde la Antropología Mónica Rotman (1998), coinciden en la percepción en relación con la relevancia adquirida por este tema y en la importancia teórica de los autores aquí citados.
Wortman y sus colaboradores, en su reciente trabajo, invitan a reflexionar sobre las clases medias, particularmente de Buenos Aires, en el marco de cuatro cuestiones que atraviesan la investigación: 1. la relación que estas clases medias han establecido con la cultura, en tanto punto de articulación de una identidad singular; 2. cómo este vínculo con la cultura se resignifica en los años noventa, donde los valores de la sociedad de consumo ocupan un primer plano de la vida social; 3. el vínculo de estas clases medias con el espacio urbano, nuevos usos y fragmentaciones de una ciudad que supo ser abierta y cosmopolita (nuevos espacios de circulación del arte, nuevas formas de consagración, etc.) y; 4. el papel del Estado, en un contexto de profunda crisis en tanto capacidad de intervención en las relaciones sociales, sometidas a las pautas del mercado y debilitamiento simbólico, aspecto que establece un signo de interrogación con relación a la potencialidad de eventuales políticas culturales. Rotman, por su lado, sostendrá que el tema consumo cultural está frente a "la necesidad de renovación teórico-metodológica de su tratamiento" (Rotman, 1998:186). siguiendo una observación de Martín Barbero coincidirá en que dicha temática debería ser abordada, desde una red de condiciones, razones y contextos en que se producen las prácticas de consumo sin caer en la tentación de creer que en últimas él poder reside en el consumidor (Barbero, 1991: 4).
Los conceptos de tiempo "libre" y "Jóvenes".
Sabemos que el concepto de "tiempo" no es único, que responde a cada cultura que hace sus propias representaciones gráficas y mentales, que encierran ciertas concepciones y usos sociales, que es un organizador social que nos ofrece una manera de ver y entender el mundo, que organiza el trabajo y el descanso, que organiza roles sociales en relación con el momento o no (edad) de adquirir con responsabilidad dichos roles, que organiza cuando alimentarse e higienizarse, organiza la educación, organiza nuestras formas de recordar y, por sobre todo que organiza la forma temporal en que observamos e interpretamos nuestra historia.
Ante esto cada cultura unifica, legitima y da forma a las maneras de percibir el tiempo de los sujetos, de qué uso darle, de cómo vivir el tiempo.
Hablamos de "tiempo de ocio" como una construcción histórica que simboliza el tiempo de no-obligatoriedad, diferente al tiempo de obligaciones en el cual hacemos referencia a las actividades productivas (Waichman, 1993).
Al hablar de" jóvenes" se tendrá presente como juega en la construcción de la identidad y el consumo lo que podríamos llamar "cultura juvenil", relacionada a una modalidad de lo joven que parece ser independiente de la edad y que se representa en un binomio "juventud-signo" y que ", Mario Margulis y Urresti (1998) denominan: "juvenilización", donde lo juvenil se puede adquirir dando lugar a "actividades de reciclaje del cuerpo y de imitación cultural" y esto, consideramos nosotros, también se ofrece en el mercado como un bien más." Pero, si bien creemos que la "cultura juvenil" definida de esta manera, resulta un interesante aporte teórico, este análisis no se centrará en tal conceptualización. Nuestro universo estará conformado por los sujetos que tienen entre 18 y 24 años, que reflejan el imaginario colectivo dominante de toda la sociedad en cuanto a lo que es la etapa de la vida llamada "juventud" relacionada directamente con la edad de los sujetos.
Algunos datos
La puesta en escena de la vida democrática de los últimos 20 años ha traído consigo la recuperación de la expresión humana en sus diversas formas, la cultura apropiada y transmitida desde las mayores potencialidades creativas, participativas, recreativas y sobre todo placenteras y de disfrute. Los procesos de Consumo en relación con la cultura han abierto la reflexión, la ocupación y preocupación sobre el acceso, las maneras, los sentidos y significados en los que los actores se convierten en consumidores culturales.
Es propósito resaltar que en la búsqueda de investigaciones relacionadas con los "consumos" culturales y el ocio, tanto en el ámbito público como privado, y en la cotidianeidad de las prácticas sociales de los jóvenes de sectores medios, existe una producción importante de trabajos que prestan atención a los medios de comunicación, a los videojuegos y afines, y pocas producciones (sobre todo empíricas), que aborden la relación del ocio y los "consumos" culturales, tomando "consumos" culturales, como cualquier otro bien cultural que escape al ámbito de lo interactivo y donde, en lo cultural organizado exista un proceso de aprendizaje recreativo como "recurso" de acceso social.
Sólo por cuestiones formales en la presentación de este trabajo se hará referencia a uno de los datos empíricos que han aportado información a los fines de esta investigación. En la encuesta realizada en Octubre del 2.000 por el Arq. Carlos Vera en los países de Argentina, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Venezuela (Vera, 2001) y en relación con los niños, jóvenes y adultos que se tomaron en la muestra, se observa que: en la relación "Recreación diaria" el deporte ocupa el primer lugar (realizándose principalmente en la comunidad); Los juegos le siguen (realizados principalmente en el hogar); Las actividades sociales ocupan el tercer lugar (principalmente en el hogar); Siguen las actividades artísticas (principalmente en la comunidad); en quinto lugar se ubican las aficiones (en el hogar); y, por último, las actividades al aire libre en lugares públicos. En la relación "Recreación y tecnología", dicha encuesta, brindó los siguientes resultados: para los jóvenes de los seis países: la incorporación de la tecnología a la recreación ha sido perjudicial para un 60%, mientras que el otro 40% dice que ha sido favorable. Para los niños encuestados en los seis países: el 60% dice haber sido favorable, mientras que el 40% afirma que ha sido desfavorable la incorporación de la tecnología a la recreación. Por último en el 15% de los adultos que habitan en estos países se observa que la incorporación tecnológica en el campo recreativo ha sido favorable, mientras que para el restante 70% opina que ha sido perjudicial. La TV. aparece como el medio tecnológico más utilizado por toda la muestra (85%) y la Realidad Virtual, Internet y Equipos electrónicos, ocupan el segundo lugar con un 60% de usuarios de toda la muestra.
Ahora bien, al enfrentarse con los datos empíricos que suman información al tema propuesto, surgen las siguientes preguntas: ¿Son los Centros Culturales barriales exponentes del Consumo Cultural de los últimos 20 años? ¿A qué se debe la expansión de dichos Centros y a la permanente concentración de diversas actividades en un mismo espacio que pareciera "distribuir" y "seleccionar" la producción y reproducción de cultura? ¿Se podría pensar el centro cultural, desde los sectores medios, como uno de los lugares posibles para el encuentro, la expresión, la creación en un ambiente agradable y participativo en el que se puede recuperar la esencia solidaria para ejercer nuestro derecho a la cultura? ¿Serán los jóvenes de sectores medios, los actores principales de estos espacios? ¿Serán ellos los destinatarios primeros de las actividades que en los Centros se realizan? ¿Serán los Centros Culturales, para los jóvenes urbanos de sectores medios, uno de los espacios sociales importantes en la ciudad para la construcción, reconstrucción y transmisión de la cultura hegemónica? ¿Serán estos lugares barriales, para los jóvenes urbanos de sectores medios de la sociedad actual, espacios consolidados y/o a consolidar de resistencia y construcción de formas y sentidos de pertenencia a una cultura urbana alternativa?
Breve aproximación general al Programa Cultural en Barrios.
Desde hace 20 años los centros culturales están abiertos a todos los vecinos sin distinción de edad, sexo o condición social, persiguiendo desde el Programa, la posibilidad de que se desarrollen actividades creativas.
Se pueden encontrar talleres de iniciación y perfeccionamiento, como también, producciones en distintas disciplinas artísticas.
Los treinta y cuatro Centros que dependen del Programa Cultura en Barrios, a principios de 2004, se distribuyen en los siguientes barrios de la Ciudad de Buenos Aires: Balvanera, Floresta, Villa Lugano (5), B° Illia, B°Rivadavia, Belgrano, Boedo, Colegiales, Devoto, Saavedra (2), Caballito (2), Liniers, Villa Luro, Cid Campeador, San Telmo, Pompeya, Nuñez, Parque Avellaneda, Paternal, Barracas, Almagro, Mataderos, Villa 21 (Barracas), Flores, Villa Urquiza, Palermo Versalles, Villa Crespo.
Responden a la siguiente organización jerárquica:
ORGANIGRAMA
¯
Centros culturales: "Tato Bores" y "Centro Cultural Colegiales"
A partir de la década del noventa, los Centros Culturales han tomado una relevancia importante a la hora de pensar en Cultura/educación/acceso social. Cada Centro dependiente del Programa "Barrios" han ido construyendo a lo largo de su historia, su propia identidad: han cambiado sus nombres, han cambiado de lugares edilicios, han cambiado objetivos y formas.
En este sentido, ha sido importante reconstruir las alternativas culturales que se ofrecen en estos Centros, la manera en que son propuestas y cual son los objetivos culturales, artísticos, sociales y educativos a alcanzar.
Es objetivo de la investigación en curso, pensar si los procesos de apropiación de estos espacios públicos podrán entenderse como maneras de expresar formas culturales que previamente estaban en juego en nuestra sociedad y que han sido organizadas de manera sistemática, dando forma y sentido a esas prácticas realizadas por los actores en esos momentos ociosos, como un espacio relevante para generar estrategias de acceso social, incidiendo en la producción/ reproducción de una forma de cultura en los jóvenes de los sectores que acceden a los "beneficios" culturales que contienen los Centros.
Los dos Centros de referencia funcionan en edificios escolares, luego del horario en donde se realizan las actividades educativas formales. Funcionan de 18:00 Hs. a 21:00 Hs. Los coordinadores de ambos Centros coinciden en que el uso de estos espacios refiera a un sentido de "gratuidad", comunidad, formación y capacitación, seriedad y compromiso.
El presupuesto con él que cuentan es otorgado por el Gobierno de la Ciudad, cubre los sueldos de los directores y coordinadores, en algunos casos el personal de mantenimiento y algunos docentes. En este sentido, no realizan grandes estrategias de difusión, trabajan Talleristas ad honorem y/o circulan por los Centros bonos de contribución optativos que en general tienen un costo de $2; lo pagan la mayoría de los participantes.
Las actividades son muchas y variadas. Los dos Centros cuentan con un promedio de 35 talleres y/o cursos cada uno.
El centro de Palermo cuenta con malabares, percusión, clown, teatro, acrobacia, entrenamiento para actores, instalación de videos, video arte, historieta, cómics, dibujo y pintura avanzados, artes combinadas para chicos, artes combinadas para adultos, periodismo, periodismo de autor, historia del arte, periodismo de Rock, taller literario, entre otros.
El Centro de Colegiales ofrece las mismas actividades que el de Palermo. Sin embargo, se diferencia en algunas prácticas específicas, que según su propia dirección: "Los diferencia":
– Talleres: artes escénicas (teatro: improvisación, iniciación actoral, dramaturgia, teatro callejero, teatro negro, iluminación, vestuario, maquillaje, mimo. Danza: afro, árabe, capoeira, clásica, contemporánea, flamenco, folclore, jazz, milonga, moderna, salsa, tango, tap.
– Actividades en relación con lo audiovisual: cine: análisis y crítica cinematográfica, crítica de grandes directores. Video, fotografía: estenopéica, investigación y experimentación fotográfica, laboratorio blanco y negro.
– Actividades que responden a lo que se denomina "Cultural urbanas": acrobacia, circo, clown, malabares, swing, telas, trapecio, zancos.
– Cursos relacionados con las Letras: cuento y novela, historia del arte, historia barrial, literario, narrativa.
– Música: batería, canto comunitario, coro, ensamble, guitarra, iniciación musical, percusión, percusión afro latinoamericana, sikus y charango, técnico vocal.
En Periodismo: gráfico y radial.
– Artes plásticas: Artesanías, cerámica, esculturas, escultura en metal, fileteado, historieta, dibujo, macramé, mural, pintura, pintura sobre tela y madera, porcelana fría, serigrafía, tejeduría tradicional, telar, vitrofusión y muchas actividades más.
En las entrevistas realizadas a los Docentes a cargo de los diversos talleres o cursos, llama la atención como ellos mismos caracterizan a sus actividades diferenciándolas de las otras. Por ejemplo, el profesor de Capoeira describe su actividad como un estilo de vida, casi una filosofía: "no es como cualquier otra danza o deporte…" y agrega: "los que asisten al Capoeira deben mostrar compromiso…".
La directora del Centro Colegiales también hace referencia a que en su Centro se deben ofrecer cursos y talleres diversos respecto de otros centros, con otras expectativas en cuanto a niveles y resultados debido a que la población asistente se caracteriza por ser "personas formadas".
En función de los jóvenes entrevistados en la segunda parte del año 2004 asistentes a los diferentes talleres en el marco de esta investigación, podemos describir algunas características semejantes y diferentes entre los dos Centros en observación.
Mientras que el mayor porcentaje de l@s asistentes entrevistad@s en el Centro Cultural del barrio de Palermo conoció su existencia por l@s herman@s que van a la escuela; l@s asistentes entrevistad@s en el Centro del barrio de Colegiales se han acercado por algún tipo de difusión (escasa, pero que alguna vez se ha realizado) y/ o por pasar y verlo. El mayor porcentaje de los entrevistados en esta primera parte del trabajo de campo, coinciden en la "selectividad" de las prácticas que realizan: "… no es para cualquiera, hay que estar preparado.", etc. Construcciones de demandas que construyen y encierran un discurso propio que fortalece la selectividad de las prácticas culturales y recreativas, reflejando la selectividad de los actores que participan de ellas.
Algunas consideraciones finales
El desarrollo de este trabajo ha intentado acercarse a una breve enumeración y caracterización de las prácticas culturales desarrolladas por los jóvenes de sectores medios en su tiempo de ocio, enmarcado en la participación de los actores en los Centros Culturales.
Se a comenzado a intuir como juega la doble construcción dada por la producción / consumo de estos jóvenes que no solamente encuentran en los centros intereses nuevos sino que paralelamente, los centros satisfacen sus demandas.
Se ha hecho una breve indagación en relación con la significación que pareciera dar sentido a los jóvenes de sectores medios en las prácticas culturales desarrolladas en su tiempo de ocio. Se desprende de esto la hipótesis a probar de que los jóvenes resignifican estas prácticas culturales en alternativas de acceso cultural fuera de la educación formal, y alternativas de un futuro laboral desde un marco creativo, alternativo.
Se ha podido realizar una breve aproximación para hipotetizar los probables tipos de semejanzas/diferenciaciones que buscan establecer los jóvenes de sectores medios con respecto a otros jóvenes de diferentes sectores sociales a través de las practicas culturales desarrolladas en su tiempo de ocio y en centros culturales específicos que parecieran contener y reproducir dentro de sus diversas ofertas culturales, diversos sentidos y significados de pertenencia social.
En relación con lo anterior, reflexionar los probables tipos de semejanzas/diferenciaciones que pareciera, buscan establecer los jóvenes de sectores medios con respecto a otros jóvenes con distintos estilos de vida a través de las practicas culturales desarrolladas en su tiempo de ocio, actividades que no solo se realizan en el centro, sino que también implican una disciplina de vida, un compromiso con el cuerpo, una filosofía alternativa, etc.
Se han dado los primeros acercamientos para indagar en probables tipos de semejanzas/diferenciaciones que buscan establecer/ marcar los jóvenes de sectores medios con respecto a otros grupos etarios a través de las practicas culturales desarrolladas que en general se asocian a las posibilidades de desafiar el cuerpo, desafiar un futuro laboral alternativo, etc.
Para finalizar, se recuerda que esta investigación recién da sus primeros pasos y que el único objetivo de este trabajo es el de compartir algunos resultados intentando generar un aporte para pensar y discutir sobre el tema.
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Lic. Marcela Alejandra País Andrade Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Doctoranda CONICET.
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