Vigencia de la orientación y la Cosmovisión del Nuevo Paradigma Educativo (página 2)
Enviado por Cecilia Castillo
Cosmovisión del Nuevo Paradigma Educativo
Ahora bien, es conocido que el siglo XXI es heredero de los valores y culturas de los siglos XIX y XX caracterizados por una concepción Darwinista biológica del mundo, el mecanismo de Newton, el racionalismo de Descartes y la era industrial que requería obreros especializados. Si a esto se añaden los avances tecnológicos de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en comunicación, que dan como resultado el fenómeno de la globalización, muy habitualmente aprovechado por los intereses de las grandes corporaciones para extender su dominio económico a todos los rincones del mundo, es claro que los sistemas educativos oficiales tiendan a crear necesidades, expectativas y a formar individuos que le den sostenimiento a esta ideología.
En este sentido, Lahmann, Lamas y Axelsson (2004), destacan que las características de la educación del paradigma actual de enseñanza y formación presenta visos de la estandarización, dejando ver una estrategia precedida en crear necesidades, convencer a todo el mundo de que el desarrollo económico debe ser la gran aspiración de pueblos personas y países, la educación debe estar al servicio del desarrollo, convertir la puntualidad, uniformidad, orden, respeto y disciplina en valores superiores, se distorsiona el verdadero sentido de la responsabilidad, la capacidad y la creatividad ciudadana, se ignora el sentido de solidaridad, el currículo escolar está diseñado como un colador, aceptado universalmente, para garantizar una estratificación en la escala socioeconómica al igual que se orienta a los educandos a ser personas adaptadas y conformistas en vez de ser seres creativos y originales.
Bajo esta perspectiva, los mencionados autores refieren que como consecuencia de este tipo de educación se observa que: los derechos y privilegios de las personas están en relación directa a los años de escolaridad y los títulos obtenidos, las expectativas de "mejor futuro" obligan a muchas familias a grandes sacrificios para que sus hijos estudien, se superponen valores como éxito y riqueza a bienestar y realización personal, se fomentan sociedades competitivas en lugar de solidarias, la inversión del estado en el sistema educativo no solo no se discute sino se defiende incluso expensas de planes de erradicación de la pobreza, las personas aceptan a renunciar a su tiempo libre, su recreación, sus gustos, sus ilusiones y su singularidad; lo que permite caracterizar en parte la educación oficial de inicios del siglo XXI como consumista, enajenada, violentas y necrófilas.
Partiendo del planteamiento precedente es evidente decir que ese paradigma de formación y enseñanza se basa en el conformismo y en la subordinación, donde normalmente se espera de las personas en prácticas y de los alumnos que estén sentados, callados y que hagan lo que se les dice. Más actualmente, se requiere de personas que tomen la iniciativa a la hora de resolver problemas y que aporten especialmente perspectivas diversas en lo que realizan. Así también la sociedad y las familias de hoy necesitan personas que tomen iniciativas y hagan honor a la diversidad, razón por la cual, cambiar el contenido de lo que se enseña no es suficiente para encontrarnos con estas nuevas necesidades de los supersistemas, porque la misma estructura del sistema de formación y enseñanza disuade a la hora de desarrollar la iniciativa y la diversidad.
Todo esto hace evidente, como bien dice Reigeluth (1999), que el actual paradigma de formación y enseñanza resulten contraproducentes a la hora de enfrentarnos a las crecientes necesidades de la era de la información, donde el mensaje queda claro: es necesario cambiar de paradigma para cumplir con las necesidades de los supersistemas y de los alumnos (un asunto relativo al producto) y de cómo hacer esas transformaciones (un asunto relativo al proceso). Este es el núcleo central de un nuevo campo que se está desarrollando en la actualidad y que se denomina "Diseño de Sistemas Educativos" (DSE), donde es innegable que el actual paradigma de la enseñanza y la formación necesita una transformación para pasar de fijarse en la selección en el conocimiento.
Así las características fundamentales del nuevo paradigma educativo al decir de Reigeluth (ob.cit.), descansan en:
- Pasar de la noción Darwinista de la "supervivencia del más apto" a la noción más espiritual y humanamente defendible de la supervivencia de todos, ayudando a todos a alcanzar su potencial, es decir pasar de la estandarización a la personalización.
- De dirigirse a exponer el material a asegurarse de que se satisfacen las necesidades de los alumnos, pasando de concentrarse en introducir las cosas en la mente de los estudiantes a ayudarles a comprender las capacidades de su inteligencia mediante un paradigma "enfocado hacia el aprendizaje".
- Desplazamiento desde un aprendizaje pasivo a uno activo que deje de estar dirigido por el docente solamente.
- Pasar de un aprendizaje descontextualizado a unas tareas auténticas y significativas.
- Considerar el tiempo como algo constante y permitir que varíen los resultados, a dejar que cada alumno tenga el tiempo que necesite para alcanzar los resultados deseados (continuo humano).
- El docente tiene que ser más "un guía a nuestro lado" que un "sabio en el estrado", es decir es alguien que facilita las cosas en lugar de ser el representante de la mayor parte del conocimiento.
- La teoría del diseño educativo y las tecnología educativa juegan un papel importante en el proceso de aprendizaje, más también lo juegan otros agentes como: compañeros, recursos de vida cotidiana del entorno inmediato y a su vez los recursos más remotos que ofrece Internet por ejemplo.
- Definición de una educación que incluya lo que numerosos teóricos cognitivos definen como "construcción", donde se ayude al discente a elaborar sus propios conocimientos, en contraposición al simple proceso de trasladar información al alumno.
- La educación debe definirse de un modo más amplio, como todo aquello que se hace para facilitar un conocimiento lleno de significado.
- Paradigma de la teoría de diseño educativo que pase de ser un mero monólogo a un diálogo, no sólo entre especialistas y los interesados, sino también entre los especialistas y aquellos que interactúan con ellos.
- El nuevo paradigma debería incluir la teoría actual y ofrecer al mismo tiempo un tipo de orientación flexible respecto a los alumnos sobre cuándo y cómo se les debería dejar la iniciativa (autodirección), trabajar en equipo sobre tareas reales, de la vida cotidiana, permitir escoger entre una variedad de métodos válidos, utilizar el potencial de las tecnologías más avanzadas e insistir hasta que alcancen unos niveles adecuados.
- Expandirse en áreas no cognoscitivas como el desarrollo emocional, el desarrollo del carácter o el espiritual.
- Favorecer de la mejor manera posible el aprendizaje en todas sus variedades y tipos y ayudar a descubrir las necesidades cambiantes de los sistemas de enseñanza y formación.
- La investigación formativa representa una posible metodología en la mejora de las teorías de la práctica ya existentes.
Todas estas características conducen al llamado de una conciencia colectiva que acuerdo a Morín (2003), desemboca en la búsqueda de nuevas preguntas y respuestas a nivel filosófico y científico generando cambio de paradigmas en todos los campos que sin duda alguna están marcando el inicio de una nueva era. Ya la física cuántica logró demostrar que la realidad no es mecánica, lineal predecible ni exacta como lo definía el modelo newtoniano. Implica que el proceso de vida: muerte/vida se produce permanentemente desde la más ínfima célula hasta el inmenso cosmo. Quedando por sentado que el ámbito educativo no es la excepción y que en este siglo conceptos como solidaridad, diversidad, sustentabilidad y espiritualidad parecen ser los precursores de lo que anticipamos. Ante esto es viable comprender la funcionalidad del binomio orientación – educación en aras de comprender tal dinámica.
Orientación y Educación: Binomio Indisociable.
La orientación como proceso de ayuda se integra al proceso educativo bajo el carácter proactivo para favorecer el desarrollo cognitivo, afectivo y social del estudiante con el fin de que realice adecuadamente su aprendizaje y haga un proyecto de futuro que le permita participar en la construcción social. En este sentido, hace uso de los principios de prevención, desarrollo y atención a la diversidad mediante programas que se enmarcan en las áreas de atención y servicios de orientación y bienestar social que operacionaliza a través de objetivos centrales como: desarrollar al máximo la personalidad, conseguir la orientación de sí mismo, ayudar al individuo a comprenderse y a aceptarse a sí mismo, ayudar a la persona a alcanzar la madurez para la toma de decisiones educativas y vocacionales, ayudarles a lograr la adaptación y el ajuste y facilitarle la consecución de un aprendizaje óptimo en su situación educativa y de vida.
Esto indica que la orientación y la educación como bien dice Martínez (2002), constituyen un binomio indisociable en el sentido de que la educación en su conjunto es una acción orientadora, que permite interpretar a la orientación como un factor de calidad y proceso de ayuda profesionalizada que persigue la prosecución de la promoción personal y maduración social al punto de constituir el enlace entre el estudiante y el conjunto de la educación para favorecer aprendizajes significativos que develan que el educar no es enseñar a personas ignorantes sino formar a seres humanos en un proceso permanente, continuo y sistemático que se desarrolla como parte fundamental de la educación y que por lo tanto se ofrece en todos los niveles del sistema educativo.
Con base en este planteamiento, el binomio educación – orientación se sitúa en una acción más vivencial que ayuda a comprender y a buscar soluciones a diversas situaciones que podrían incidir negativamente en el estudiante, proporcionándole clarificar la esencia de vida, ayudándole a comprender que es una unidad con significado, capaz y con derecho de usar su libertad, su dignidad personal, dentro de un clima de oportunidades.
En realidad, la orientación forma parte del currículo educativo, es decir se concibe como parte integrante de él, asumiendo las funciones de ayudar al estudiante para que por sí mismo y de modo gradual obtenga un ajuste personal social, en y para la vida, siendo esencial para ello, estimar las fuerzas y esfuerzos del discente para alcanzar su autodeterminación y felicidad personal.
Ante esto, Castillo (2006), contempla que uno de los aportes más significativos de la orientación a la educación consiste en la explícita intencionalidad de mantener como centro del proceso educativo al ser humano, pues como es sabido la dinámica sociocultural actual en muchos casos parece olvidar que la razón de ser de la educación es el desarrollo pleno de la persona; y es observable a veces, como prevalecen visiones economicistas que relegan a un segundo plano la realización de las personas verdadero capital humano.
Las anteriores afirmaciones, revelan que la orientación y la educación se hermanan en los propósitos que persiguen para con el ser humano, y esto permite aseverar que son disciplinas humanísticas por antonomasia y como tal tienen capacidad para dar respuestas a las necesidades humanas de la población estudiantil. De allí, que Vital (2002), señale que entre los aportes que la orientación brinda a la educación en la relación orientador – orientado están:
- Estimulación al desarrollo pleno del estudiante de acuerdo con las características y las necesidades propias de su etapa evolutiva.
- La orientación constituye un eje dinamizador en el ámbito educativo, que ofrece una serie de vectores de ayuda que van desde la adaptación al escenario educativo hasta la construcción de una formación integral de los estudiantes, facilitándole de esta manera el logro de una vida armoniosa educacional, profesional y ciudadana.
- La orientación aporta a su vez, el conocimiento que facilita la comprensión y la forma de resolver el ejercicio de agentes poco eficaces, la falta de una cultura institucional orientada hacia el logro, así como la falta de involucramiento real de los actores significativos.
- Atención a las necesidades humanas de los estudiantes y en la conformación de una cultura institucional beneficiosa.
- La orientación como parte consustancial de la educación, contribuye en la prevención de problemas asociados con los riesgos sociales, las dificultades para el aprendizaje, la indecisión vocacional, el deterioro de las relaciones interpersonales, entre otros no menos importantes aspectos.
- Contribuye a su vez la orientación, a que los agentes significativos reconozcan no sólo sus debilidades sino además su fortalezas, y los faculta en la resolución de situaciones asociadas con su desempeño de manera que exista un aprovechamiento máximo de recursos personales y ambientales que contribuyan al mejoramiento.
- La orientación incentiva los aprendizajes que sirven de fundamento a la toma de decisiones y a la definición de estrategias de autoayuda.
- La interacción entre orientador – orientado tiene el propósito fundamental de explorar, reconocer y asimilar sentimientos para convertirlos en fortalezas que faculten a la persona para enfrentar constructivamente su vida.
- La orientación ayuda a la persona a ser parte activa de la sociedad y encaminarle hacia la búsqueda del bien común.
- La orientación al igual que la educación, facilita el desarrollo de capacidades y destrezas para la resolución constructiva del ciclo vital del ser humano, a propósito de ayudar en la construcción de una sociedad más justa, libre y con capacidad de respuestas asertivas ante las situaciones de vida.
En definitiva, la orientación ha venido transitando por caminos que la misma dinámica educativa le ha venido exigiendo, así actualmente, la orientación es concebida como una labor de equipo entre los distintos profesionales que intervienen en el proceso educativo en colaboración con los otros agentes del entorno social, a fin de trascender lo individualista psicologista y dar valía a lo vivido, a lo experiencial como fuente auténtica que rebasa el discurso y la búsqueda de la verdad en correspondencia con los juicios del sujeto.
Es por eso, que actualmente la orientación se circunscribe como una práctica social con una perspectiva de programas de intervención a diferentes niveles de organización humana: individual, interpersonal, grupal, comunitaria, institucional e interinstitucional; con el fin de producir transformaciones que promuevan el desarrollo y la importancia de aceptar la pluralidad de pensamientos en reconocimiento de la diversidad como aporte sano, abierto al debate y a la reflexión crítica que valora al ser humano de forma integral.
Significa que la orientación como parte del currículo y del proceso de enseñanza formalizada, representa una práctica de intervención por excelencia que hoy más que nunca demanda la fuerza de la interdisciplinariedad, la pluralidad, la integración de visiones dicotomizantes direccionadas a comprender el interjuego de lo individual con lo social, que permite observar el transito de una concepción de hombre centrada en lo económico (productor – consumidor) a una concepción humanista o unidad social que devela un ser humano en armonía consigo mismo y los demás. Así el orientador como agente de la disciplina orientadora viene a ser un "formador de formadores" aportando principios, técnicas e instrumentos para la formación humana, la solución de problemas académicos y la toma responsable de decisiones, que hoy más que nunca demandan favorecer el respeto a la diversidad de opinión y expresión, teniendo presente que se puede ayudar y al mismo tiempo ser ayudado, y la orientación atiende aspectos que engloba cognición y afecto, pues considera que para la construcción de favorables aprendizajes hay que poner mente y corazón. A manera de comprender el alcance de esta binomio (orientación – educación), resulta oportuno conocer las características del nuevo paradigma educativo y la vigencia orientadora
Características del Nuevo Paradigma Educativo y Vigencia Orientadora.
Ante esta nueva realidad, las características fundamentales del nuevo paradigma educativo y de la vigente orientación apuntan a la necesidad de una educación más humanista, centrada en el ser humano y ser planificada desde la evaluación de las necesidades de tipo social, cultural, económico y geográfico a fin de favorecer no sólo sociedades sustentables sino además formar individuos con conocimientos que sean útiles a sí mismo y a su contexto.
Esto es en definitiva, propiciar una forma de vida de cualquier grupo humano, capaz de garantizar soberanía alimentaria y satisfacer sus necesidades biológicas, intelectuales, culturales, afectivas, sanitarias, espirituales tanto a nivel individual como colectivo, de manera autónoma, sin detrimento del medio ambiente ni a expensas de un esfuerzo desigual de las personas ni favoreciendo la existencia de élites privilegiadas, por el contrario la meta es potencial esfuerzos y no restar ni dividir, sino saber unir verdades que conduzcan a comprender que somos como una gran orquesta donde si bien cada instrumento conserva su individualidad no es menos cierto que para ejecutar el gran concierto es necesaria la suma integrada de cada uno de ellos. Así que es oportuno considerar, como bien puntualiza Popper, citado por Ganten, Deichmann y Spahl (2005), "…cada cual debe contribuir de acuerdo a sus posibilidades a diseñar el futuro en interés de todos; con humildad ciertamente, pero con los ojos puestos en la mejora de las condiciones de vida" (p.601).
En consecuencia, la función orientadora hoy más que nunca cobra fuerza en el ámbito educativo, pues focaliza su acción cada vez mas a la valía del ser humano como unidad con significado, al cual ayuda para que tenga conocimiento de sí mismo, logre su plenitud como persona y comprenda que su desarrollo es de tipo longitudinal, es decir toda la vida. Así la orientación transversaliza la vida del individuo ayudándolo a ponderar las aptitudes realísticamente y ayudándolo a aprender a planificar para participar con propósito en la educación y en las exigencias de vida.
Cabe destacar, que el nuevo paradigma educativo demanda una educación consecuente con el ser humano, como una totalidad en la que su intelecto es interdependiente de sus emociones, sensaciones, percepciones, voluntad, sentimiento, herencia, sexualidad, sociabilidad, relaciones con sus semejantes y su medio ambiente. Para cada una de esas posibilidades humanas, el ser cuenta con sistemas y órganos específicos, razón por la cual una educación holística está llamada a orientar y a desarrollar ese conjunto de potencialidades.
En fin, las principales características del nuevo paradigma educativo con fundamentación en la orientación como ciencia de la acción plantea dejar que los libros y los discursos le den espacio al aprendizaje a través de los sentidos: que la vista más allá de las letras descubra la sabiduría de los colores, de las formas, y del aleteo de un colibrí. Que el olfato aprenda a oler la humedad, los aromas de las flores, el peligro que acecha. Que el paladar no se olvide a que sabe una fruta madura y que ese sabor indescriptible, no se puede comunicar a través de ningún medio. Que el oído se afine al concierto permanente del universo, al murmullo de los ríos y a las bravuras del océano, quienes les están transmitiendo una enseñanza milenaria. Que el tacto descubra y nos haga estremecer con la caricia del viento; con la áspera corteza de un árbol o con la exquisita suavidad de un pétalo.
En definitiva, la vigencia orientadora en este nuevo paradigma es evidente en cuanto el llamado es a desarrollar los sentidos y facultades internas, la intuición, la traslocación, aprender a sumergirse en las profundidades del propio yo y a la vez trascender el ego y descubrir niveles más sutiles de la naturaleza humana. Aventurarse en el descubrimiento personal de nuestras propias células en el doble juego de las partículas subatómicas: ora materia, ora energía y las infinitas posibilidades que eso supone no deberá seguir siendo patrimonio exclusivo de los científicos puesto que es conocimiento básico sobre nuestro ser y nuestras propias potencialidades. Ayudar al estudiante a disfrutar el gozo de la vida pero también a desterrar los miedos, emociones negativas, complejos, marasmos, que son los grandes hurtadores de energía.
En síntesis, el nuevo paradigma educativo con fundamento en la orientación, reclama una educación consecuente con un mundo de cambio constante, cada vez más enajenado y cada vez paradójicamente más consciente para orientarse a dar el salto interdimensional a través del manejo colectivo de la energía humana y acercarse finalmente al punto omega, donde el enfoque del ciclo vital es más notorio en tanto la educación en su conjunto es una acción orientadora que permite dar por sentado lo trascendental que viene a ser la orientación en el plano educacional debido a que favorece condiciones para que los agentes educativos dinamicen procesos de interacción creando ambientes propicios para el desarrollo socio afectivo, al igual que promueve la facilitación de aprendizajes y la preparación para desempeños que proporcione en el estudiante la interpretación de sus experiencias y el conocimiento de sí mismo para que se proyecte y logre un desarrollo integral y equilibrio de sus potencialidades, con capacidad de actuar con responsabilidad en un clima de oportunidades que le conduzcan hacia la consecución de la promoción personal y maduración social.
Reflexiones Finales
Una de las reflexiones que a bien puede señalizarse es la referida a que la cosmovisión del nuevo paradigma educativo deja ver claramente la importancia de la orientación como eje dinamizador de la acción educativa, facilitando al estudiante no sólo el conocimiento de sí mismo, sino además, el desarrollo de potencialidades, fomentando la autonomía, procesos autogestores, autodisciplinamiento y orientación al logro, afianzando de esta manera, el camino cierto hacia la autorrealización.
De igual modo, se puede decir que ciertamente la acción orientadora como fuente de ayuda al campo educacional es un proceso como bien dice Bisquerra (1998), dirigido a todas las personas, en todos sus aspectos, con el objeto de potenciar el desarrollo humano a lo largo de toda la vida, y esta acción se recrea en ambientes de especial interés como el educativo, a propósito de ofrecer apoyo y atención al estudiante para que alcance un rendimiento académico óptimo orientado a la cimentación de progreso en sus estudios, al igual que desarrolle habilidades y destrezas para aprender a aprender y formar hábitos independientes, actitudes, valores y comportamientos positivos frente a las actividades de aprendizaje en el contexto educativo en que se desenvuelve.
Es notoria la vigencia de la orientación en el nuevo contexto educativo que se vive debido a la capacidad evolutiva que esta ciencia de la acción ha venido manifestando, pues como acota Vera (2002), la vigencia y el desarrollo de una profesión dependen de su habilidad para transformarse así misma, de enriquecer en forma continua el conjunto de saberes teóricos y aplicados de su campo y de mantener la permeabilidad suficiente que le garantice la cualidad de multidimensional y transdisciplinariedad, aspecto que se evidencia en el caso de esta disciplina que ha evolucionado de una actividad diagnóstica y de carácter puntual a un enfoque más amplio, rico, comprensivo y procesual.
La cosmovisión del nuevo paradigma educativo denota la migración hacia un cambio de enfoque que se aleja del contenido y la capacidad de reproducir datos y enunciaciones teóricas, es decir se opone a la reproducción de contenidos infecundos y, por el contrario se orienta hacia la creación de conocimiento, procesos orientados a la autonomía y participación activa, lo que demanda discentes activos en la construcción de discernimiento a través de su propio proceso de aprendizaje tanto solo como en grupos. Razón por la cual experimentar y explorar son aspectos importantes de este nuevo enfoque basado en la construcción activa del conocimiento.
El binomio educación – orientación contribuyen a la humanización de la función educativa como tal, ayudando al estudiante a conocer sus habilidades y limitaciones, estimulando un mayor rendimiento, educando para la vida y el desarrollo de la autonomía y del aprender a aprender.
Realmente, la función orientadora se focaliza a guiar el proceso de enseñanza y aprendizaje hacia un enfoque más humano a propósito de trascender la función remedial producto del modelo médico (diagnóstico, pronóstico y tratamiento), orientándose hacia las funciones de prevención, desarrollo y atención a la diversidad, anticipándose al surgimiento de problemas en gestación, ayudando al atendido a buscar dentro de sí aquellas potencialidades que lo conduzcan a adquirir el conocimiento que el mismo siente que amerita para lograr su plenitud como persona.
Significa que la función orientadora pone énfasis en el papel activo del sujeto que está siendo orientado, el diálogo orientador en vez de diagnóstico cerrado, el aumento de la evaluación más que en el uso de los test y el desarrollo de servicios de consulta voluntaria, es decir orientación hacia un enfoque de ciclo vital que comprende toda la vida, trascendiendo la institución educativa y extendiéndose a los medios comunitarios y organizacionales, quedando precisado el desarrollo de la personalidad integral del estudiante atendido.
En resumen, la vigencia de la orientación en el contexto educativo exhibe hoy más que nunca su vigor, debido a una doble categoría del papel que el agente orientador puede asumir: una donde la orientación se concibe como función suplementaria del programa académico, y la otra como función educativa total a la que le concierne introducirse como agente de cambio social.
En consecuencia, ha de ser entonces un proceso concebido coherentemente y sistematizado; donde la intervención ha de ser evolutiva, diferencial, motivadora, fomentadora de la participación activa del alumnado e implicar a los distintos agentes significantes. En sí, la educación en su conjunto es una acción orientadora lo que da por sentado lo trascendental de la orientación en el ámbito educativo, constituyendo un enlace entre el estudiante y el conjunto de la educación, favoreciendo de esta manera el aprendizaje significativo, dado a que facilita la interpretación, integración y proyección de las experiencias de los estos, ayudándole a comprender que son unas unidades con significado, capaces de avanzar en una promoción personal y maduración social.
REFERENCIAS
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Lahmann, C; Lamas, N y Axelssson, J. (2004). Provocaciones Científicas del Nuevo Paradigma Educativo. San José: Trabajo de reacción Grupal del G1 al G4.
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Vital, F. (2002). Fundamentos de la Orientación. Maracay: Upel
Autora:
Dra. Cecília Castillo
Fecha: Enero, 2008
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