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Negociación del TLC (página 2)

Enviado por chabely60


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Después de una serie de consultas en cada país, se tomó con toda formalidad la decisión de empezar las negociaciones. Esta decisión era de extraordinaria importancia para un México cuya política exterior había sido defensiva y cuya política económica había sido aislacionista. Después de un intercambio de cartas entre los presidentes, el de los Estados Unidos solicitó autorización al Congreso para emprender las negociaciones. Así comenzaron los procedimientos del fast track. En ese momento el gobierno mexicano definió un plan y una organización para hacer frente al reto que se aproximaba. En octubre de 1990, el doctor Herminio Blanco, subsecretario de comercio exterior, fue nombrado negociador en jefe para el Tratado de Libre Comercio.

El fast track establece un procedimiento expedito para la consideración de acuerdos comerciales. Sin embargo, es sumamente complicado. Para que el Congreso conceda al presidente autoridad para negociar, primero tiene que recibir una solicitud oficial del gobierno extranjero interesado y el Congreso analiza si los objetivos previstos corresponden a los objetivos de la reglamentación comercial estadounidense.

Mediante una carta firmada el 21 de agosto de 1990 el presidente Carlos Salinas propuso al presidente Bush entrar en negociaciones para un acuerdo comercial. Por su parte, el presidente Bus notificó en una carta al Congreso sobre su intención de iniciar tales negociaciones, informando también que Canadá había expresado deseos de participar en ellas.

A partir de esa fecha, el Congreso, por medio de dos comités, disponía de un período de 60 días legislativos para considerar la solicitud y conferir la autorización al presidente.

La forma de hacerlo puede realizarse mediante un voto afirmativo o por el mero hecho de que transcurra la fecha límite sin ninguna votación. (Parecida a la afirmativa ficta).

Pero, se presentaba un problema, la autoridad fast track concedida en general al presidente, dentro de la cual se llevarían a cabo y se integrarían estas negociaciones, expiraría en junio de 1991. Obviamente en tan corto espacio de tiempo no habría sido posible negociar un acuerdo por más que se tuviera autorización para ello. El presidente tendría que solicitar una extensión de la autoridad fast track tres meses antes de la expiración de la autorización, es decir, en marzo de 1991.

Existe en contraposición a este procedimiento, otro llamado fast track en reversa, que puede echarse a andar en cualquier momento en que el Congreso lo decida si considera que el Poder Ejecutivo no le ha dado información oportuna y no ha consultado con él. Esto nulifica la decisión inicial del Legislativo de autorizar las negociaciones. México tendría que prepararse para actos impredecibles del legislativo que podían significar un retroceso. Estas prerrogativas del Congreso sólo buscaban proclamar su fortísima capacidad para definir la vida de su país y ponía de manifiesto una dominante presencia en su sociedad.

Por otra parte, mientras el grupo que llevaría a cabo las negociaciones se iba conformando, los opositores se habían adueñado del escenario y habían puesto a sus milicias a trabajar en el Congreso y a influir en la opinión pública.

Esta oposición se concentraba en dos áreas: el acuerdo de libre comercio y México. El fast track no es más que un procedimiento para hacer posibles las negociaciones, así que los argumentos contra el mismo, eran un rechazo a un posible acuerdo de libre comercio con México.

México por su parte, se enfrentaba a una tradición de país proteccionista principalmente en la economía y en la sociedad y con un histórico temor a relaciones especiales con el extranjero. Sin embargo, en esta ocasión, era el promotor del libre comercio y de relaciones amistosas con los Estados Unidos.

Todos estos asuntos se manifestaban públicamente con un lenguaje que provocaría el máximo efecto en el Congreso que tendría la última palabra en la materia y en el que convergían las actividades tanto de los que proponían como de los que se oponían al acuerdo de libre comercio. En ese momento, la atención estaba puesta en la aprobación del fast track, sin la cual las negociaciones no se habrían realizado. Lo determinante era convencer al Congreso de darle una posibilidad de existencia al acuerdo.

Las actividades de México, para lograr el fast track, habrían sido imposibles sin la ayuda de consultores de la más alta calificación. Con el tiempo se reunió a todo un ejército de ellos. El conjuntar al equipo estadounidense de apoyo, hizo que el grupo mexicano hiciera frente al problema del cabildeo en el sistema político. Los cabilderos o "lobistas" que representan a gobiernos o instituciones extranjeras han estado sujetos a muchas críticas. A pesar de eso, México tenía que encarar el problema de la naturaleza del cabildeo en los Estados Unidos y de su uso para un país extranjero. Varias personas del sistema político, instruyeron a México sobre el papel histórico que los "lobistas" habían cumplido en el sistema estadounidense y que generalmente era aceptado. Este se deriva de la tradición constitucional que interpreta la primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, la cual afirma el derecho de petición al gobierno de todas las personas. Además, tienen la función de proveer de información crítica a los legisladores más allá de lo que ellos mismos pudieran obtener directamente o por medio de la actividad de su equipo, y también son capaces de generar análisis y comunicar los diversos efectos que determinadas políticas pudieran tener. Por ello son un elemento enriquecedor en el proceso legislativo de los Estados Unidos. El papel de los "lobistas" fue decisivo, ya que sin su participación, México no habría podido participar en el juego sin conocer perfectamente sus reglas y sutilezas.

Si bien es cierto que los "lobistas" que trabajaban en cooperación con México explicaban la complicación en la operación del sistema, el contacto directo con los miembros del Congreso era determinante para comprenderlo.

Sin embargo, las recomendaciones de algunos congresistas era que el papel de la comisión mexicana debía ser más indirecto, que los ciudadanos y las organizaciones de los Estados Unidos eran los que debía presionar a sus representantes. La tarea del grupo mexicano era apoyar esos esfuerzos. En esta labor radica la importancia de la opinión pública.* En EUA, los congresistas, generalmente definen sus posturas, de acuerdo a la voluntad del distrito electoral al que representan.

El 5 de febrero de 1991 los presidentes Salinas y Bush y el primer ministro de Canadá, Mulroney, anunciaron su intención de negociar un acuerdo de libre comercio en América del Norte. Al día siguiente, el 6 de febrero, en el comité de Finanzas del Senado comenzaron las audiencias sobre las negociaciones propuestas y el mismo mes el subcomité de Comercio Internacional del comité de Medios y Arbitrios celebró sus primeras reuniones públicas.

Sin embargo, había que enfrentarse al hecho lógico de que el apoyo en el Congreso está determinado por el apoyo del pueblo estadounidense. Las discusiones sobre los procedimientos del fast track no son fáciles de entender para la mayoría de las personas y la idea de libre comercio es muy abstracta hasta para los más avezados. Pero el debate se llevaba a cabo con conceptos que tenían resonancia en las bases populares. Los argumentos negativos tenían más efecto que los positivos. Por lo tanto, se inició una campaña mexicana a lo largo y ancho de todos los Estados Unidos, cuyo objetivo era tratar de aclarar a la opinión pública la problemática de tal manera que entendieran los beneficios del acuerdo y no se sintieran atemorizados por pretensiones infundadas. La campaña fue un éxito. Se publicaron al menos 45 historias informativas con una tendencia positiva y 30 editoriales o columnas de opinión en apoyo a la aprobación del fast track.

El papel de los medios de comunicación fue relevante durante esta primera campaña de abril a mayo. Los miembros del Congreso toman muy en serio los reportajes de los medios a nivel nacional, sobre todo aquellos que provienen de las localidades que influyen en sus distritos y en sus estados; para ellos son un indicador clave de la opinión pública.

La gran cantidad de noticias y artículos que había suscitado la consideración del fast track incrementó la importancia de México en el sistema político de los Estados Unidos y en la agenda pública, pero ésta traía consecuencias positivas y negativas. Por una parte, se resaltaban las radicales reformas de orientación hacia el mercado que estaba haciendo el presidente Salinas; por otra, se ponían de manifiesto los aspectos desagradables de México, pues se colocaban bajo una lupa, sobre todo bajo la de los opositores, los asuntos polémicos del manejo del medio ambiente, las condiciones de trabajo en México o la operación de su sistema político, entre otros. Sin embargo, hay que confesar que, tanto en ese periodo como en los subsiguientes, los aspectos positivos reflejados por los medios de comunicación tuvieron más importancia que los negativos.

Aparte de la visión de los periódicos y de la de los reporteros, el hecho es que al público estadounidense en general, le importaba qué beneficios obtendrían en lo particular con la celebración del tratado. Lo más importante era relacionar la libertad económica con la prosperidad y el incremento en la competitividad normal, y al mismo tiempo insistir en que de esa manera otros asuntos como el ambiente, el cuidado de la salud, etc., serían resueltos más fácilmente.

Otro factor importante en el proceso de la campaña del fast track del equipo mexicano, era la participación de la comunidad hispana en los Estados Unidos, ya que constituían el 10 % de la población total.

Además de la capacidad de definir el resultado de la votación en algunos distritos, los hispanos podían desempeñar otras funciones. El presidente Bush tenía que buscar suficiente apoyo de los demócratas para obtener la autorización del fast track a pesar de la oposición de los dos pilares de la estructura del partido: los sindicatos y los ecologistas. Los hispanos habían sido preponderantemente demócratas, y en el vacío político que se creaba se manifestaron como una fuerza de gran importancia.

Conciente del creciente papel político del grupo hispano, el gobierno de Bush comenzó a cotejarlos e intentó formar un grupo hispano en el seno del Partido Republicano. Apoyó la creación de la Alianza Hispana para el Libre Comercio, la cual se abrió camino con muchos grupos y fue un gran sustento en todo el proceso. Pero tal vez la organización hispana más influyente que estuvo a favor de la autorización del fast track fue el Consejo Nacional de la Raza.

La influencia de los hispanos en el voto del fast track fue inobjetable.

Por otra parte, hubieron cartas de apoyo de importantes e influyentes asociaciones profesionales, quienes hicieron campañas para colectar firmas y enviarlas a miembros del Congreso. El punto estaba en mantener contacto con todas esas agrupaciones, escuchar su problemas y sus consejos, que al final fueron una participación importante en el voto favorable al fast track.

Buena parte dela oposición se debía a la distorsionada imagen que muchos tenían de México y que los opositores reforzaban. La falsa idea del México pobre, sin educación y sin tradiciones democráticas atemorizaban a mucha gente, lo que fue utilizado por los opositores aunque fuera sólo a través de insinuaciones. De esa manera, la tarea del grupo mexicano fue hablar de un México que sobre la solidez de sus magníficas tradiciones estaba empeñado en construir un futuro más prometedor para sus ciudadanos.

Otro de los problemas a los que se enfrentaron, fue la diferencia en los estilos políticos entre los Estados unidos y México. En Estados Unidos, muchas veces el juego político era abiertamente sucio y se había ido radicalizando. El estilo mexicano es suave, gentil en sus expresiones y cortés en sus maneras. El sistema político estadounidense es más brutal, pero más transparente. La transformación política en México ha dado un rápido giro en los últimos tiempos y ha entrado en etapas de estridencia desacostumbrada. Sin embargo, durante el debate del Tratado de Libre Comercio, la cultura política mexicana conservaba algunas de sus viejas expresiones.

El final de mayo era la fecha límite para que el Congreso votara y renovara el procedimiento del fast track, con el objetivo de concluir la Ronda de Uruguay en el GATT y de comenzar las negociaciones del TLC con México y Canadá.

El voto final sobre el fast track se llevó a cabo el día 24 de mayo. En la Cámara de Representantes, el señor Dorgan ya había propuesto una iniciativa de ley que, para confusión de muchos, estaba redactada como un rechazo a la autorización de la extensión del fast track. Este tipo de redacción confundió a muchos aun a los propios participantes en el proceso. Finalmente la iniciativa fue rechazada y se aprobaron los procesos del fast track tanto para las negociaciones con México y Canadá como para la continuación de las negociaciones del GATT. La votación fue de 271 votos en contra y 192 a favor. Se había perdido el voto del 65% del Partido Demócrata, pero se había ganado el 67% del de los republicanos.

El sentido general era que una gran mayoría de la Cámara de Representantes quería un acuerdo que fuera el más verde y el más obrerista de los acuerdos hasta entonces negociados con los Estados Unidos.

Las Negociaciones.

Las negociaciones comenzaron en junio de 1991. Abarcaban prácticamente todos los ámbitos de las economías y al principio se distribuyeron en 19 grupos. Algunos, como el que consideraba el tema del acceso al mercado, implicaban una gran cantidad de sectores, pues se incluían todos los bienes importables y exportables. En cierto sentido, ello constituía la parte central del acuerdo, puesto que contenía no sólo la consideración sobre la reducción de aranceles y los periodos de transición durante los cuales dichos aranceles llegaran a eliminarse totalmente, sino también la definición de las reglas de origen.

Otros grupos tenían como tarea abordar problemas sectoriales como la agricultura, los servicios financieros, el transporte, la inversión, la solución de controversias, etc. Había el propósito de discutir en el acuerdo una serie de temas normalmente inadvertidos hasta entonces en acuerdos comerciales, como la agricultura y la transferencia de la propiedad intelectual.

Las negociaciones se desarrollaron en tres rangos: el ministerial, con juntas presididas por ministros de los gabinetes; el de jefes de la negociación, quienes, con las diferencias de organización en cada país, coordinaban las actividades del equipo negociador; y el de los grupos, encabezados cada uno por funcionarios directamente responsables de sus áreas respectivas. Los grupos se reunían periódicamente según sus progresos y después de varias sesiones se formalizaban juntas entre los jefes negociadores. Luego de unas dos juntas de jefes negociadores, se llevaban a acabo sesiones de ministros para revisar y evaluar lo alcanzado a la fecha y decidir acerca de los asuntos que hubiesen quedado sin resolución. Asimismo se establecían normas a seguir y los asuntos de la siguiente etapa. La primera reunión ministerial fue en Toronto, Canadá, el 12 de junio de 1991; en ella se definieron y constituyeron los grupos y se dispuso la forma general de proceder.

En los 14 meses que duraron las negociaciones hubo 218 141 reuniones de grupos; se hicieron 2 710 465 llamadas telefónicas entre las delegaciones. Los jefes de negociaciones se reunieron 11 veces en sesiones formales y los ministros siete veces.

El progreso en los diferentes grupos fue muy disparejo y dependía tanto de la sensibilidad política de cada problema como de su complejidad técnica y de la interacción de las personalidades de los negociadores.

Las Etapas.

Las negociaciones se desarrollaron en etapas.

La primera etapa puede ser la de "llegar a conocerse". Había que comprender los aspectos fundamentales de las posiciones que tomarían las otras partes y al mismo tiempo guardar y encubrir las propias lo más posible. El problema inicial era entender los conceptos, las condiciones, la cultura subyacente en las posiciones de los demás. No comprender los puntos de vista, las tradiciones y aun los matices del lenguaje podía llevar, como en efecto llevó, a malinterpretaciones. Esta fue la tarea de la primera etapa, que en ocasiones se vio obstaculizada por el uso de expresiones tanto en inglés como en español, las cuales son difíciles de traducir con el sabor y sentido original.

Habiendo superado las primeras barreras de comunicación y comprensión, cada una de las delegaciones inició la presentación de sus demandas y de las restricciones fundamentales a que estaban sujetas, éstas obviamente en respuesta a las solicitudes de las contrapartes. En muchos casos las demandas eran sumamente exigentes, mientras que las restricciones eran defensivas en extremo. Así comenzó una segunda etapa en la que quizá se generaron las situaciones más difíciles de las negociaciones en cuanto a relaciones humanas y confrontación de intereses. Sin embargo, éstas normalmente eran llevadas con seriedad profesional y con un toque de suave diplomacia.

Después de esa difícil y extremosa etapa, cada una de las delegaciones tuvo una idea clara del perfil de la problemática a la que se estaba enfrentando, y era oportuno que cada una revisara sus posiciones y tratara de vincularlas entre sí y de generar propuestas congruentes que tomaran en cuenta las interrelaciones entre los varios sectores que se negociaban. De esa forma se podrían identificar las posibles bases de acuerdos y las divergencias más notables que requerían compromisos o discusiones posteriores. A fin de conseguirlo, en octubre de 1991 se propuso que cada una de las delegaciones elaborara un borrador con el conjunto de sus posiciones. Las presentaciones iniciales se intercambiaron en noviembre. Pero hasta enero de 1992, se expusieron las propuestas. De esa forma, los problemas se podían enfocar con mayor facilidad a fin de evitar controversias inútiles o marginales. Esto constituyó la tercera etapa.

Habiendo establecido una base común que condujera las decisiones hacia un solo cauce y habiéndose aclarado asuntos intrincados en un texto común, aunque llenos de observaciones, se abrió la cuarta etapa que consistió básicamente en desmembrar ese texto; fue la más larga en duración y más complicada en discusión.

Por supuesto, los asuntos más difíciles de resolver permanecieron más tiempo en tratarse y resolverse; la intervención de los ministros fue necesaria con mayor frecuencia a fin de ir quitando piedras del camino. En cierto sentido, era engañoso que se hablara de un texto común, pues no existía como tal, pero ciertamente ayudó a que se realzaran los puntos conflictivos que requerían más atención y que habrían podido hacer fracasar las negociaciones. Se obtenía así claridad sobre la problemática y se obligaba a no soslayar difíciles decisiones políticas.

La personalidad de cada una de las delegaciones durante este periodo se definió con base en los diversos estiles de expresión propios, los antecedentes culturales, las posiciones estratégicas tomadas y los conflictos de intereses. México comenzó con la posición más débil; Canadá con la más fuerte. La delegación mexicana era la que tenía una menor experiencia en negociaciones comerciales dada la tradición aislacionista de la economía nacional. Además, representaba al país de la economía más débil, menos desarrollada y de muchos desequilibrios internos. Por otra parte, era la que tenía más que ganar desde el punto de vista político, porque México había iniciado una profunda reforma para su modernización y este tratado le daría un poderos impulso, pero también era el país que más tenía que perder con un fracaso.

La posición mexicana, en sus aspectos principales, era clara para la delegación. Con anterioridad se habían hecho investigaciones apoyadas por diferentes agrupaciones económicas y sociales y se había generado un detallado análisis sobre las fortalezas y debilidades de la economía mexicana, todo lo cual señalaba con exactitud lo que México debía obtener de un acuerdo. Dentro de este marco de referencia, México tenía el objetivo de maximizar el apoyo político en los Estados Unidos y minimizar el costo político en México. Se tendrían que hacer suficientes concesiones para crear una red de apoyo en el Congreso y en el sector privado estadounidenses tales que no pusieran en entredicho los objetivos del país.

Los Estilos.

Las negociaciones procedieron en el contexto de diferentes estilos de realizar el juego político y diplomático, de diferentes formas de expresión y de relación personal. La organización y operación del proceso estaban muy centralizadas en el caso de México, donde las personas directamente responsables de cada uno de los grupos eran parte de la oficina del Tratado de Libre Comercio, mientras que en el caso de Estados Unidos, era departamentalizadas, donde las personas responsables de los grupos no eran funcionarios bajo el mando del jefe negociador, sino que dependían de otros departamentos; además el jefe negociador tenía un papel de coordinador general.

Al principio, las delegaciones se expresaban en su propio idioma con traducción simultánea, pero este procedimiento impidió, con frecuencia definir los propios conceptos. Dado que la delegación mexicana tenía un perfecto dominio del idioma inglés, poco a poco se usó esa lengua para evitar malas interpretaciones.

Este fue el estilo que prevaleció y que finalmente tuvo éxito: encontrar soluciones prácticas a problemas que de otra forma habrían sido intratables o habrían ocasionado dilaciones interminables.

Durante las negociaciones se pudo ver una diferencia de enfoque en el tratamiento fundamental de los problemas. Los Estados Unidos insistían en la necesidad de establecer principios generales de los cuales se pudieran derivar aplicaciones a problemas específicos. La delegación mexicana se plantó firmemente en sus posiciones con una suavidad de estilo. México prefirió resolver los problemas caso por caso y esto llevó a enfrentamientos ocasionales con las contrapartes. Obviamente, todos aceptaban los principios fundamentales que están en la raíz de un tratado de libre comercio.

Las distintas personalidades también jugaron un papel capital. En algunos casos, los jefes de grupo fueron capaces de entender los objetivos y limitaciones del otro y lograron progresos en asuntos de gran complejidad. En otros casos, la problemática se prolongó por mucho tiempo y las dificultades naturales en llegar a soluciones satisfactorias se vieron reforzadas por la simpatía entre algunas personas.

El Equilibrio.

El problema de llegar a un equilibrio en el acuerdo fue de primerísima importancia para la delegación mexicana. De alguna forma se cernía en todas las discusiones. Se trataba de u n equilibrio general, lo cual era muy difícil de lograr puesto que se trataba de países con una gran disparidad económica.

El problema del balance surgía por todas partes y entorpecía las negociaciones; por ello, se llegó a la decisión de analizar el problema del equilibrio hasta el final. De una forma u otra el problema estaría latente en las negociaciones, lo cual era inevitable tratándose de economías tan distintas. En realidad, el equilibrio que se buscaba, era un equilibrio político.

Había muchas inconsistencias en las posiciones de los países, pues cada uno aspiraba a un comercio menos restringido y a una liberación de los flujos de inversión, pero de la manera más proteccionista posible según sus propios intereses. En este proceso, los países hicieron uso de la facultad de los Estados de elaborar reservas, que protegieran sus objetivos e intereses.

Probablemente el asunto más crítico desde el punto de vista de los Estados Unidos y el que constituyó el mayor logro de México fue el de solución de controversias. En este campo, los intereses canadienses y mexicanos coincidían. Resultó muy difícil de tratar porque la sensibilidad estadounidense al respecto es como un nervio a flor de piel. Aunque en los EU ha persistido una tradición a favor del libre comercio, existe simultáneamente un principio nacionalista y proteccionista. En atención a su principio de "seguridad nacional", existe viva la amenaza de acudir a acciones unilaterales del gobierno de EU cuando lo juzgue conveniente. Los EU se reservan un amplio margen de maniobra para interpretar los acuerdos comerciales a que se han obligado sin aceptar fácilmente decisiones de tribunales supranacionales y sin siquiera sentirse sujetos a ellos.

En el último momento se salvó aquel tratado por la concesión estadounidense de establecer un mecanismo temporal para resolver disputas mediante el nombramiento de paneles cuyos laudos son obligatorios.

Quizá el ejemplo más notable de cómo se convirtió el TLC en un modelo de gran envergadura es precisamente la forma en que se llegó a una solución de controversias equilibrada y elegante. La base fundamental es el principio de cooperación. Lo primero es la minimización de problemas que puedan transformarse en disputas. Esto se hace a través de un sistema de supervisión de la operación del TLC. No obstante, si surge una controversia, hay una serie de consultas entre las partes que, en caso de no ser exitosas, conducen a una etapa de mediación y conciliación. Si aún así no se ha resuelto, entra en operación el mecanismo de los paneles para la solución de controversias. Finalmente se podrán imponer sanciones comerciales compensatorias del daño sufrido.

Las negociaciones llegaron a un espléndido fin en la madrugada del 12 de agosto de 1992.

Acuerdos Paralelos.-

Los problemas de índole laboral y ecológicos siempre se encontraron presentes, aún después de haber definido los puntos principales del TLC, precedieron las negociaciones al respecto para las cuáles la oposición se hizo presente en todo momento. Los sindicatos, organizaciones no gubernamentales se encontraban posesionados de estos problemas, aún antes que se comenzara a ceñir el camino respecto a estos puntos. La mayoría de los grupos opositores se encontraban ligados al Partido Demócrata, dentro de los cuales se encontraban comunidades católicas, grupos activistas sociales, etnias de origen polaco, irlandés y mexicanos, además de grupos conservadores del sur.

La oposición por parte de estos sectores radicaba en que el acuerdo había sido promovido por un presidente republicano, además se encontraba el hecho de la negociación con un país vecino tan pobre como lo es México que acarrea el factor de la diferencias culturales, de valores entre ambos países.

En un principio México se resistía a tratar con este tipo de problemáticas ya que se suponía haber cubierto la requisitos con el Plan de Acción H 146 propuesto con el presidente Bush en el que se comprometía moralmente a cumplir los acuerdos expresados a continuación. Dicho "Plan" contenía provisiones ecológicas que obligaban a las partes a seguir políticas de desarrollo sustentable, a permitir a cada país imponer dentro de sus fronteras normas ecológicas, de salud y seguridad de alta exigencia, a prohibir la utilización de exenciones en la aplicación de normas ecológicas con el fin de atraer inversión extranjera, a dar precedencia a algunos acuerdos internacionales sobre el medio ambiente aun sobre lo establecido en el TLC, a obligar al demandado en caso de disputas, que sus estándares no son una barrera al comercio. Además en el primer mes del año 1992, Bush se comprometió a crear una reestructuración respecto al programa de entrenamiento de trabajadores desplazados.

Hermann von Vertrab señala que eran varias las fuentes de preocupación por las que finalmente se incluyeron consideraciones laborales y ecológicas en el TLC:

  • Un profundo interés por asuntos relacionados con derechos humanos y laborales e inquietud por problemas ecológicos de parte de grupos con una preocupación latente, pero que en ocasiones pecaban de primitivos.
  • Actitudes proteccionistas que consideraban que desigualdades en estos terrenos dan a algunos países ventajas comparativas indebidas, y
  • Renacimiento de viejas propensiones a jugar el papel de "hermano mayor" que algunos grupos en países desarrollados han conservado porque confunden su nivel de poder económico y político con el derecho moral sobre otros países para dictar sus propias nociones

Respecto a estos señalamientos era difícil distinguir entre pretensiones reales o mera simulación.

Durante esta etapa el TLC se encontraba peligrosamente en el debate político, existían demócratas moderados que aprobaban condicionadamente estos acuerdos, tal es el caso del Bill Clinton gobernador de Arkansas en esa época, por otro lado se encontraban figuras como Jerry Brown que siendo un rebelde político era una cobija para los rebeldes demócratas que se encontraban totalmente en contra de estos acuerdos. La preocupación central radicaba en el hecho de la utilización de esta problemática en la propuestas para solución utilizada meramente como campaña política por la aproximación de elecciones. Además otra problemática para la proliferación de estos acuerdos sería la delantera que los demócratas mostraban durante esas elecciones, aún y cuando Clinton hubiera manifestado su apoyo "moderado" hacia estos acuerdos. Ante esta situación se encontraba el antecedente de la oposición de los demócratas a realizar un tratado comercial con los mexicanos antes de la votación por el fast track en marzo de 1991, por lo que esto significaba un gran problema ya que la política exterior mexicana por tradición trataba únicamente con los gobiernos o con partidos en el poder Ejecutivo, estableciendo así una desventaja para realizar un acercamiento ante los partidos que se encontraban en la ventaja para ganar la campaña presidencial que se estaba realizando, en este caso los demócratas. Además de que el hecho de crear nexos cercanos con estos, significaría riesgo hacia las relaciones con el partido republicano por haber apoyado o haberse vinculado más con los demócratas que con estos. Aún con esto se comenzaron a crear relaciones discretas con miembros de este partido, creando un lazo de cortesía política con los demócratas.

En el año de 1992 el candidato a la presidencia Bill Clinton señaló su aprobación para la realización de un tratado de libro comercio con México, oponiéndose expresamente a las negociaciones realizadas por el entonces presidente George Bush; señalando que se debía corregir y apuntar hacia acuerdos sobre asuntos ecológicos y laborales, además de fortalecer la salvaguarda prevista como protección para la economía estadounidense. Con esta opinión los representantes de México en el tratado, en este caso Hermann von Vertrab sugirió la idea de la reapertura para la discusión del TLC, a la cuál la respuesta no fue satisfactoria, todo esto teniendo como sustento el punto de que si se quería discutir el aspecto de las salvaguardias se tenía que ir al TLC, ya que había sido tema de negociación; la respuesta fue un no rotundo.

En diciembre de 1992, en una ceremonia en San Antonio, Texas fue firmado el TLC por los dos presidentes, Salinas y Bush aún y contra la oposición de los demócratas a que este último firmara dicho documento. Aún así habiéndose firmado dicho tratado era necesario que los presidentes, ahora el nuevo presidente electo Clinton se reuniera para dejar muy en claro la importancia con la que iba a tratar el nuevo gobierno a este tratado, por lo que lograron juntarse para su discusión. Sin embargo pese a este reunión, el tiempo seguía detenido para el tratamiento del TLC, el cuál se encontraba intacto ante esta nueva etapa presidencial.

Los planteamientos sobre asuntos o acuerdos laborales y ecológicos hubieran sido propuestos por los nuevos personajes en el poder, era de suponerse que no serían tratados, es por ello que en abril de 1993 en Ottawa, el nuevo gobierno presentó su nueva propuesta, y parecía haber desaparecido todos los equilibrios internos que había parecido surgir, incluyendo la idea de que el Tratado de Libre Comercio no se encontraba dentro de las prioridades de este gobierno.

Se sabe que era de suma importancia en ese momento dentro de la República Mexicana, la concretización del TLC, ya que entraba en una "nueva" etapa, la campaña presidencial, es por ello que para evitar cierto grado de incertidumbre para los mexicanos, y mas aun para los opositores, era necesario continuar con las negociaciones. En caso contrario, lo mejor era renunciar a esta.

Durante este periodo se suscito un terrorismo político, según lo califica Hermann Von; Dick Gephart, líder de la mayoría, aseguraba que un hombre empresario de Yucatán, el señor Peniche, estaba operando un programa para la compra de empresas estadounidenses intensivas en mano de obra para trasladarlas a México, tratando con esta información, desequilibrar la posición de Serra Puche introduciendo la idea de la tarea que estos tenían de sacar la mayor ventaja política posible. Sin embargo pese a este incidente el presidente Clinton, que había tratado y apoyado dicho tratado, el 26 de febrero del 1993 señalo la necesidad de abrir las fronteras al comercio y apoyar el crecimiento del empleo y una mejoría en los salarios.

Arlinton, Virginia fue la sede para la negociación de los acuerdos paralelos, a mediados de abril fueron continuadas en la ciudad de México, donde Canadá presentó una idea razonable y lógico sobre aspectos laboral y ecológica desde un punto de vista comercial, México no propuso nada, sin embargo personajes de la Sedesol y la Secretaría del Trabajo se daban la tarea de lograr una negociación delicada pero fuerte.

Esta negociación se aboco en problemas que eran latentes, tratándose de analizar en un bosquejo que "abarcara la definición del ámbito que podía abarcar, desde la amplia problemática laboral y ecológica general hasta sólo un restringido subconjunto específico. El segundo aspecto podía ser la legitimidad con la que diversas personas o instituciones podrían exponer problemas, asuntos o quejas para su resolución ante las autoridades que se definieran. El tercer campo sería las normas y obligaciones que se asumirían en cumplimiento de su alcance previsto. El cuarto podía ser la naturaleza precisa de las instituciones y procedimientos que se seguirían y el tipo de sanciones que se impondrían por el no cumplimiento de las normas acordadas. La quinta consideración tendría que definir las fuentes de recursos financieros que se requerirían en particular para desarrollar programas conjuntos en la frontera. Y el sexto sería la conexión de todo con asuntos de comercio internacional, que es lo que daría sentido a los cinco anteriores aspectos. Estas negociaciones no se podían independizar del TLC, su tratado origen. En síntesis la metodología era simple: señalar claramente el problema a atacar, analizar soluciones realizables, proveer los fondos necesarios para ello". El propósito mexicano era lograr las mejores medidas para la mejora de la ecología y del ámbito laboral. Por este punto era obvio que varios grupos ambientalistas, eclesiásticos, por mencionar algunos, desearan intervenir dentro de estas negociaciones con la finalidad de preservar sus intereses.

Dentro del tratado conlleva varias partes, por un lado se encontraba la parte retórica estadounidense en la que había referencias respecto a que los acuerdos paralelos debían tener medios coercitivos respecto al cumplimiento o falta de este de los mismos acuerdos, por lo que requerían aplicación de sanciones severas contra los países que fallaran en implementar las normas laborales y ecológicas que se llegaran a acordar, implicando este un arma de doble filo para el país anglosajón por exigir medidas tan duras para "quedar bien" con ciertos sectores, pero aprovechando esto para desprestigiar el proceso.

La parte política se centraba en la ratificación del tratado, y esta dependería de la venta de la idea del TLC a los nuevos integrantes del gobierno, y era un paso importante ya que estando del presidente de acuerdo, que aún y no estando no se consideraba una tarea exhaustiva para lograrlo, se tenía que convencer a radicales, sin darles todo lo que pedían pero atendiendo un poco sus peticiones, por lo que se tendría que encauzar a una posición moderada intermedia. Sin embargo el enfoque que el TLC tenía que transmitir para una victoria plena se encontraba dentro del Congreso, ya que para ser un verdadero triunfo tenía que ser de enfoque bipartidista, aunque se acusara al Comité mexicano de estar jugando para los republicanos contra los demócratas.

Del 19 al 21 de mayo en negociaciones celebradas en Ottawa, la delegación estadounidense propuso que los acuerdos tuvieran un amplio alcance que abarcara la opinión pública, además de abarcar muchos asuntos, que a final de cuentas iba a requerir de un "filtro" y selección que si no se realizaba de esta manera, las sanciones propuestas ibas a rebasar mas allá de los temas propuestos para estos acuerdos, lo que no se deseaba porque demasiados grupos se entrometerían, agrupaciones de toda índole y terminaría hostigando, además de abrir las puertas a interminables litigios, algunas veces se pudieran considerar absurdos, tal es el ejemplo de este país y su sistema normativo que a veces puede caer en lo absurdo. México y Canadá no aceptaron. Suscitándose así una desaprobación por parte de senadores por la manera en que las negociaciones se iban encaminando, con la amenaza de la no ratificación si se seguía recorriendo esa misma línea de acción.

Pese a esta falta de aceptación por el rumbo en que se habían tornado las negociaciones y por consiguiente la desaprobación del senado, se enfatiza la idea de que el TLC sería una victoria política con visión bipartidista pero moderada. Por estos días siete organizaciones ecológicas de prestigio de declararon a favor del TLC estableciendo razonamientos parecidos a los que México se enfocaba; estos se referían a la aceptación de la idea de que cada país debería cumplir sus propias leyes ecológicas sin admitir que se le impusieran otras extrañas. México deseaba desarrollar un espíritu de cooperación en el TLC y sus acuerdos paralelos apoyaran la solución para mejorar las reglamentaciones respecto al aspecto ecológico.

Canadá se llevaba a otro ritmo de la política estadounidense, a principios de junio Mulroney cabeza del partido conservador, había conseguido que el Parlamento ratificara el TLC y tres semanas después lo hizo el Senado, antes de que hubiera esperanzas de que la negociación de los acuerdos paralelos pudiera ser concluida, mandando el mensaje de que lo fundamental era el TLC y no los acuerdos paralelos que tenían intenciones meramente políticas. Dentro del sistema canadiense la aprobación del TLC por parte del Legislativo no se haría efectiva hasta obtener el asentimiento real de la reina de Inglaterra y de Canadá a través del gobernador, lo cual se realizaría en el momento en que lo solicitare.

En octubre de 1992 se desarrolló una amenaza para la continuación del proceso de negociación de estos acuerdos, tres organizaciones ecológicas no gubernamentales (Public Citizen, Friends of earth y el Club Sierra) acusaron al gobierno de los Estados Unidos de no haber cumplido con los requisitos establecidos en el Acta de Política Ecológica Nacional, las cuales exigen que quien gobierne prepare una legislación sobre el efecto que tenga cualquier legislación en el medio ambiente antes de someterla a aprobación. De esta forma se proponía la ilegalidad del TLC porque se había firmado sin haber precedido por el informe señalado, aún y cuando el ex presidente Bush hubiera señalado que el Plan de Acción ambiental no llenaba ni era su pretensión el llenar los requisitos señalados en el Acta Ecológica, además que esta negociación se traducía en la facultad que tenía todo presidente de negociar asuntos internacionales; el 30 de junio de 1993 se le condena al gobierno a rendir este informe, que significaría un freno para el TLC. Por lo que se siguieron una impugnación ante la Corte de Apelación solicitando una pronta respuesta respecto a este tema, la cuál fue pronunciada el 23 de septiembre y para fortuna fue anulatoria de la resolución de la Corte de Distrito.

Finalizado este panorama un tanto temeroso, las negociaciones continuaron, en el mes de agosto se llegó a un acuerdo final. Las problemática de la negociaciones se centró en la imposición de sanciones a países de los que se hubiera demostrado un patrón consistente de no cumplimiento de sus propias leyes. Para los estadounidenses la imposición de sanciones comerciales era el medio para obligar a los países a cumplir son sus propias leyes. Por otro lado estaba la solución de México que se enfocaba a la imposición de multas a gobiernos culpables y con estas financiar programas para remediar los problemas que hubiera llevado el no cumplimiento de sus propias leyes.

Existía un acuerdo referente a los complicados procedimientos laborales y ecológicos, y solamente después de que las multas se hubieran impuesto y los programas que se hubieran establecido para remediar las fallas no hubieran tenido éxito. Al terminar esta etapa se abriría dos caminos: demandar al gobierno incumplido en sus propias Cortes y privarlo de algunos beneficios comerciales previstos en el TLC. Canadá puso a consideración este asunto, teniendo que consultar al Parlamento y deteniendo las negociaciones. Por otro lado México por el sistema legal no podía aceptar esta alternativa de que su gobierno fuera demandado en sus propias Cortes; debiéndose señalar dos caminos distintos para los países debido a su sistema interno de leyes que eran poseedores.

Durante las negociaciones de estos acuerdos se centraba en encontrar soluciones efectivas, ni proteccionismo ni unilateralidad por parte de los Estados. Para el aspecto laboral se estableció una comisión que puede considerar asuntos relacionados con condiciones de salud e higiene en los centros de trabajo en cuanto descubra patrones de conducta sistemática de no aplicación de las leyes propias de cada país dentro de su territorio. Los Estados se comprometieron a crear estándares mejores y comparables; promovió un espíritu de cooperación. Se establecieron principios generales como la libertad de asociarse en agrupaciones laborales, negociar colectivamente e ir a huelga. Todos estos acuerdos únicamente con el ímpetu de cooperación entre los países sin ningún tipo de intervensionismo, y dicha acción tendría lugar en las oficinas administrativas ubicadas en cada país con el apoyo de la Organización Mundial del Trabajo en Ginebra.

En el caso del acuerdo ecológico existió una solución de cooperación para la mejor protección del medio ambiente en su relación con el libre comercio; dicha cooperación incluye asistencia técnica, entrenamiento, desarrollo de la información necesaria e investigación sobre las normas más adecuadas y efectivas que aplicar. Respecto a la intervención en los procedimientos administrativos y judiciales, solo se permite la participación de entidades reconocidas. Se estableció una comisión ecológica que debe elaborara un informa anual y los grupos sociales pueden participar en un comité consultivo creado para asesorar a la comisión sobre asuntos relacionados con la ecología especificados en el acuerdo. Solo las partes signatarias podrán demandar el inicio de procedimientos de solución de controversias de una forma semejante a lo establecido en el procedimiento laboral.

Todas las relaciones laborales dentro de cada país, el manejo de sus derechos laborales y funciones de sindicatos son propios de cada país por la tesitura política y social que tiene cada uno de estos. En lo que respecta al ámbito ambiental puede considerarse más flexible, y aún con la intervención moderada de agrupaciones privadas.

Ratificación

La problemática se suscitaba respecto al tratamiento que se le daría a esos acuerdos paralelos, además de la ratificación del TLC y de la manera en que se debía convencer a la facción estadounidense puesto que Canadá ya había aceptado dicho tratado, solo faltaba una aprobación real.

Los acuerdos paralelos y su integración era un serio problema, optándose como una implementación a la legislación o una legislación implementaria (Implementing Legislation). Ahora la problemática se centraba sobre el tratado en sí, ya que en México dichas negociaciones tenían el carácter de tratado, y en los Estados Unidos no sería denominado con este nombre, sino como "ACUERDO" y no se ratificaría ni tendría en cuanto tal una existencia legal directa. Además de que lo que el Congreso debía aprobar era la legislación para poner en práctica la norma que se convertiría en ley. Ninguna provisión del acuerdo propiamente dicho que estuviera en contradicción con alguna ley existente tendría validez, por ello la importancia de compararlo y analizarlo con la ley existente. El presidente debería someter al Congreso el texto final del acuerdo, una propuestos de la legislación para regular su aplicación, un documento sobre las acciones administrativas que se proponía para llevar a acabo la legislación, una explicación de la forma en que esto pudiera afectar la legislación existente y un informa sobre las repercusiones y los beneficios que se derivarían para los intereses comerciales de los Estados Unidos.

La problemática, ya se mencionó, se centro también en el tratamiento de los acuerdos paralelos que fueron realizados cuando ya se había firmado el TLC en 1992, aún y cuando el presidente Clinton aceptara que estos eran parte integrante del tratado la duda sucumbía a los interesados en la cualidad que estos debieren recibir.

Si los acuerdos paralelos se expusieran como un decreto del Ejecutivo, no se verían privilegiados por el tratamiento especial señalado por el fast track y por tanto estarían sujetos a enmiendas presentadas en el Congreso. Kantor, representante comercial de los EUA, rectificó y señalo que no podían estar sujetos a enmiendas.

La problemática surgía respecto a la presentación del tratado ante el Congreso de los Estados Unidos, ya que se trataba de vender el TLC, para ello e ir canalizando y conociendo diversas ideas, las empresas contratadas de "lobistas" había estado informándose sobre las opiniones que se suscitaban dentro del Congreso, y en base a los datos que aportaban se generaban estadísticas para ver el tratamiento que se le daría al tratado, y más aun importante era conocer todo a fondo dado que era un Congreso nuevo con el que se enfrentarían. Por ello con la ayuda de aliados se les fue presentando el "producto nuevo".

Rost Perot fue un opositor activista del TLC, que se encargaba de ir difamando y poniendo en contra tanto a legisladores como a la opinión pública, generalmente se inclinaba al sector conservador. Todo se tornaba con un enfoque plebiscitario, en donde los legisladores se iba dirigiendo por la opinión de los ciudadanos. El TLC era apoyado en aspectos de puestos de trabajo ganado y precios de consumo disminuidos, y otro aspecto era la euforia de ser mas competitivos ante Asia y Europa. Detrás de todo este telón se llegó a la conclusión de que la imagen que influía entre las personas era la participación directa del presidente, su líder electo.

Adentrarse en la sociedad, era una forma efectiva de ganar simpatizantes para que a través de estos los comentarios fuera directamente a los estadounidenses, por ello preparaban mensajes adecuados, incluyendo México su historia y su actualidad, para vender toda la ida completa, es decir información sobre el TLC en general, sus beneficios y sobre México.

Posteriormente la coalición US-NAFTA promovió el apoyo para el TLC; la ayuda de los "Lobistas" fue primordial para conocer el entorno humorístico dentro del Congreso. Aún y con el apoyo otorgado a favor del TLC Ross Perot continuaba realizando su campaña en contra de dicho tratado, hasta que el vicepresidente Al Gore decide retarlo e invitarlo a un debate que fue realizado y este logró dejarlo en evidencia y un tanto en ridículo ante la opinión pública dada la vaguedad de sus respuestas y opiniones; esta victoria influyó en la opinión pública creando un ambiente de aceptación para el tratado, pero el problema seguiría siendo aún el Congreso estadounidense para convencerlos de los beneficios que podría traer consigo el TLC, además de que eran conocidas diversas opiniones de congresistas que manifestaban su apoyo pero al momento del voto era una decisión difícil.

La coalición US-NAFTA constituía la principal organización de negocios que promovía y coordinaba esfuerzos de apoyo al TLC; dentro de sus funciones se había señalado la de convencer al público de la importancia de este tratado. Además se encontraban empresas estadounidenses que tenía relación con México manifestando su aprobación al TLC

Dentro de los intentos por derrocar este tratado se encuentra la Resolución 109 llamada Resolución Riegle por el nombre del senador que la promovía: ya que este pretendía eliminar al proceso del fast track y someter al TLC a una revisión y debate en el Congreso como cualquier legislación.

En agosto de 1993 cuando los acuerdos paralelos estaba apunto de terminar, la Casa Blanca mostró una expresión reservada respecto a estos, debido a diversas presiones sociales que se le suscitaron, sin embargo con la intervención del secretario del Tesorero, Bentsen enfatizó su interés en el TLC y con México.

Los mexicanos seguían en la negociación sin cesar sobre los beneficios del Tratado, esto había influido ya dentro de la Casa Blanca, tal era el caso del lobista Howard Paster, que de manifestar un total desacuerdo con el TLC, mostraba una indecisión. La intervención del gobierno estadounidense se mantenía inmóvil, siendo hasta el nombramiento de Bill Daley cuando comenzó nuevamente una intervención mas activa entre el gobierno y el presidente; Daley impulsó un poco este proceso de negociación a tal grado de señalar que no defendería en futuras campaña a demócratas que hubiesen atacado a republicanos por su voto a favor del TLC. El inicio con fuerza de la campaña a favor del TLC fue la presentación de tres ex presidentes y el presidente Clinton en televisión.

Mientras en el Congreso daba inició al proceso muck mark-up; antes de que se presente una iniciativa legal al plano del Congreso, en los comités hay discusiones y posibilidad de que los legisladores propongan enmiendas o modificaciones (proceso mark up). Como en el caso de un acuerdo de libre comercio, que se veía privilegiado por el tratamiento especial del fast track, no eran posibles las enmiendas, la inventiva del legislativo estadounidense había generado otro concepto, el muck mark-up, expresión no traducible literalmente pero era como el mark-up de pretensión. El caso es que, aunque como tal era intocable se permitían enmiendas y adiciones a la ley que regulaba la aplicación del TLC, que era realmente la que se tenía que votar, abriéndose el 18 de octubre la legislación para la propuesta de enmiendas presentándose más de 20 relevantes; por enumerar alguna de estas una se refería a la política comercial en el caso de automóviles, definiendo la cantidad de vehículos que México debía importar, lo que significaba una violación al TLC; el hostigamiento a los productores mexicanos de equipo de televisión.

El evento que tuvo trascendencia al grado de influir en posiciones de congresistas, fue el debate ya relatado entre Peror y Al Gore, en el cuál el primero quedó ridiculizado frente a los telespectadores, de ahí que hubieran posiciones mas favorables y abiertas.

Al final de las negociaciones de acuerdos paralelos, eran 70 demócratas y 110 republicanos los que apoyaban al TLC, el cuál era un número reducido para que el TLC lograra su trascendencia, el día 4 de noviembre, el presidente presentó al Congreso el paquete legislativo del TLC para su votación. Durante la asamblea se fueron cristalizando sugerencias como la creación del Banco de Desarrollo para proyectos fronterizos señalado por Raúl Hinojosa, profesor de San Diego, teniendo también impulsores como el congresista Esteban Torres, logrando los dos gobiernos una decisión con 11 votos. Que el voto de este último era un logro por haberse manifestado en un principio en contra del TLC.

En el Congreso surgieron peticiones que de forma abierta o solapada expresaban quejas que debían ser satisfechas par que apoyaran el TLC, esta situación se suscitaba cuando no eran asunto de importancia para el legislador, los congresistas pueden dar su voto a cambio de alguna solicitud legítima desde el punto de vista particular de alguno de sus electores, era como un soborno democrático. Eran demasiados los asuntos que proliferaron dentro de el asamblea que no tenían conexión alguna con el tema que se discutía; habiendo muchos temas que desde 1992 no habían sido discutidos como la reducción arancelaria de línea blanca, productores de azúcar, que podían haber ejercido influencia en ciertos territorios y por consiguiente podría significar apoyo para el TLC, y aspectos como estos tendrían, obviamente, repercusión de votos de los congresistas a favor del TLC.

El 17 de noviembre fue el día final del voto dentro de la Cámara de Representantes existe el Comité de Reglas, que es el que establece y define con precisión el proceso que debe seguirse en los debates en pleno; fácilmente se aprobó el procedimiento específico mediante el cuál se iba a discutir a pesar de que los principales miembros del comité que lo aprobaron eras opositores. Cada uno de las facciones tuvo una intervención de cinco minutos por representantes. Una vez finalizado el debate se da inició a la votación, en donde la un número significativo daba su voto y otros esperaban para observar por que cauce se iba dirigiendo esa asamblea, hasta que finalmente se dio el voto decisivo 218 y fue un triunfo, esto por parte de la Cámara de Representantes, ahora era el turno del Senado.

El Senado no refleja un organismo que defina el encauzamiento del proceso, debido a que dentro de este órgano todos los Estados, mayoritaria y minoritarios se encuentran representados, cada quien puede mantenerse en la tribuna todo el tiempo que desee y de esta manera impide que el Senado pueda emitir un voto contrario a sus intereses con la finalidad de defender los derechos soberanos del Estado. Es una especie de Derecho de Veto en operación que sólo puede ser terminado si dos terceras partes de los senadores votan por una clausura de debate; en el Senado no hay una programación definida previa sino todo es conforme vaya surgiendo.

El debate del Senado respecto al tratado se inicio el 19 de noviembre, en sesiones que podían tener recesos, el debate inició pero se vio interrumpido por diversos factores como la presentación de una informe sobre la extensión del seguro del desempleo; el TLC parecía ser una especie de carnada para los senadores que se encontraban ese día presentes participando de este suceso para trascender en la historia, por ello se tocaban temas no relativos al tratado, para aprovechar ese momento. Finalmente el sábado 20 de noviembre el Senado aprueba con una mayoría considerable.

Cronología del TLC.

Junio 10 de 1990.

Los presidentes Bush y Salinas emiten un comunicado conjunto apoyando la idea de llevar a cabo un tratado de libre comercio.

Agosto 21 de 1990.

El presidente Salinas envía una carta al presidente Bush proponiendo la negociación de un tratado de libre comercio, acción necesaria prevista dentro de la legislación estadounidense.

Septiembre 25 de 1990.

El presidente Bush, de acuerdo a la legislación de EU, comunica al Congreso la decisión de negociar un acuerdo de libre comercio con México. En la misma carta señala que, Canadá ha expresado deseos de participar en el mismo.

Marzo 1 de 1991.

El presidente Bush solicita del Congreso una extensión por dos años más para usar los procedimientos del fast track para el TLC y para continuar las negociaciones de la Ronda de Uruguay del GATT.

Mayo 23-24 de 1991.

Al aprobar la solicitud del presidente Bush, la Cámara de Representantes y el Senado votan por extender la autoridad del fast track por dos años más para negociar el TLC y continuar el GATT.

Junio 12 de 1991.

Se inician formalmente las negociaciones del TLC, en Toronto, Canadá.

Agosto 12 de 1992.

Los dos presidentes y el primer ministro canadiense anuncian el exitoso fin de las negociaciones y se dan a conocer varios documentos, incluyendo una síntesis del documento final del tratado.

Diciembre 17, 1992

Los dos presidentes y el primer ministro firman el acuerdo en sus respectivas capitales. El presidente electo Clinton, reafirma la necesidad de negociar tres acuerdos suplementarios que abarquen aspectos, ecológicos y laborales, así como salvaguardias para incrementos inesperados en las importaciones.

Enero, 1993.

El presidente Salinas y el presidente electo Clinton se reúnen en Austin, Texas para confirmar su apoyo hacia el TLC.

Febrero, 1993

Se inician las primeras conversaciones informales sobre los acuerdos suplementarios.

Agosto, 1993

Los ministros responsables de las negociaciones anuncian un acuerdo sobre la cooperación en cuestiones ecológicas y laborales.

Noviembre, 1993

El presidente Clinton, envía al Congreso dos cartas que presentan la documentación requerida para la votación sobre el TLC: el texto oficial del acuerdo, la legislación para ponerlo en práctica, la declaración de acción administrativa y los acuerdos paralelos. Los acuerdos últimos no requieren aprobación específica pero deben ser considerados como parte integrante del paquete que deberá el Congreso considerar para decidir su aprobación de la legislación pertinente.

Noviembre 17, 1993

Votación en el pleno de la Cámara de Representantes aprobando el TLC.

Noviembre 20, 1993

Votación en el pleno del Senado aprobando el TLC.

Enero 1°, 1994

El Tratado de Libre Comercio entra en vigor.

Conclusión.-

El proceso de negociación del Tratado del Libre Comercio representó un paso importante para México en el ámbito de la globalización comercial, aún y cuando durante todo ese tiempo se enfrentara con fuertes grupos opositores.

Pese a estos obstáculos existieron elementos favorables como la opinión pública, los medio de comunicación, agrupaciones de ciudadanos, la población hispana quienes fueron un factor importante en la decisión del Congreso y del Senado para llevar a cabo un tratado entre naciones que siendo distintas histórica, cultural, política y económicamente que se unieron para lograr alcanzar un objetivo común.

Por medio de este trabajo de investigación se logra percibir la complejidad que encierran los procesos de negociación para la elaboración de un tratado comercial entre países que presentan un panorama distinto entre unos y otros.

Como se señalo al principio de esta investigación el objetivo no era formar una opinión respecto a los buenos o malos resultados que arroja el TLC, sino el propósito era el estudio de cada una de las etapas que encerró el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio.

 

Maria Perez

Partes: 1, 2
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