El papel de la educación como factor de desarrollo y cambio social en el desarrollo histórico de la nación mexicana
Enviado por Juan Francisco Lomelí Rafael
- Introducción
- Durante la colonia
- La Ilustración
- De la independencia a la reforma
- El porfiriato
- De la revolución mexicana a la educación socialista
- Reconstrucción nacional
- Modernización de la educación básica
- La primera década del siglo XXI
- Como colofón
- Bibliografía
Introducción
Sería ilusorio mencionar, dada la permanencia e incluso incremento de la pobreza en México, que la educación no ha cumplido su propósito fundamental en cuanto a generar un cambio en la vida de las personas y por ende favorecer el desarrollo del país.
¡Claro! que si ha dado respuesta y como muestra se tiene la historia personal en cada época de nuestra historia nacional de personajes de carne y hueso que han visto transformado su vida ante el futuro incierto que les deparaba al nacer en cunas roídas por la mala distribución de la riqueza y el mecanismo opresor que surge desde el momento de la conquista española.
Para los más radicales serán garbanzas de a libra, sean derechistas o izquierdistas, sin embargo hoy en día podemos dar cuenta de familias separadas por la brecha académica, digital o cultural.
Por ejemplo, se dan casos de personas profesionistas provenientes de padres analfabetos o con una pobre formación académica, así como hermanos o hermanas que tuvieron que abandonar los estudios a falta del padre, de la madre o de ambos para sobrellevar la carga de la familia y que se ven rebasados en este aspectos por sus hermanos menores.
No obstante, al revisar la historia de la educación, se observan muchos vericuetos en la formulación de proyectos o en su aplicación, sea por situaciones ideológicas, de poder o conveniencias políticas. En veces también producto de una planeación basada en datos estadísticos o a merced de la voluntad de personajes avalados por la estructura hegemónica.
Ya entrados en el tema, el presente trabajo pretende hacer una reseña histórica del quehacer educativo desde la época de la colonia hasta nuestros días con el fin de visualizar su impacto en el cambio social de la nación mexicana.
Así, se inicia con el capítulo titulado "Durante la colonia" en breve pincelada que escrudiña esos antecedentes educativos que se tuvieron, donde la religión católica cobró gran relevancia; luego se sigue con una breve explicación sobre "La ilustración", cuyas ideas incitaron el continente Americano la idea de independizarse de sus colonizadores; entonces se sigue con un apartado que narra el hacer educativo "De la independencia a la reforma", para continuar con un breve repaso de "El Porfiriato", que, a pesar de la permanencia en el poder de Porfirio Díaz, no se desprecia el desarrollo que se tuvo, obviamente plagado de una desatención a las clases menos privilegiadas.
Enseguida se pasa al recuento educativo de "La Revolución Mexicana a la educación socialista" donde se intenta llevar a la práctica las leyes que reivindicarían al pueblo, donde se le apuesta a la educación como estrategia para lograr el cambio social tan ansiado en y enarbolado por Vasconcelos, intenciones que se ven opacadas por las constantes luchas intestinas, donde el movimiento cristero cobró muchas víctimas inocentes; para continuar se denotan los planes y programas educativos y políticos que pretendían la "Reconstrucción nacional" que de todas formas sirvieron como punta de lanza para pasar a la "Modernización de la Educación Básica" donde se hacen proyectos, planes nacionales y se firman acuerdos entre los diferentes sectores sociales para culminar con "La primera década del siglo XXI" donde se propone y echa a andar una Reforma Integral de todo el sistema educativo.
Durante la colonia
Una vez conquistados los territorio del Nuevo Mundo, se inicia la educación de los indígenas por parte de los conquistadores, asignando la corona dinero y hombres para tal labor, tal y como era sugerido por el papa Alejandro VI, a fin de que se instruyera a los naturales bajo las premisas de la fe católica y la enseñanza de las buenas costumbres.
De allí el arribo y dedicación de los frailes franciscanos, dominicos y agustinos para llevar esta "loable labor" durante los siglos subsiguientes mediante las llamadas doctrinas, que además de los conocimientos religiosos, incrementaron la enseñanza de artes y oficios.
Parte puntual de la política de entonces, que es resaltado grandemente en nuestros días, es el uso de la lengua indígena de cada región para la enseñanza a, cosa que para algunos peninsulares fue criticado ya que presumían que al conservar su idioma los nativos, se propiciaba la idolatría y la superstición.
Por tanto se puede vislumbrar a Felipe II como el iniciador del derecho que tiene el indígena de conservar su idioma, "…que permite el desarrollo de la creatividad [además de constituir como]… primer vector de la identidad cultural"[1], al oponerse al Consejo de Indias que obligaba a los indios a aprender el castellano.
No obstante, la expansión de los peninsulares y mestizos e invasión de las comunidades indígenas, así como la necesidad de contar con mano de obra hizo que el castellano fuera erradicando el uso de las lenguas naturales.
Por tanto, durante el mandato de Carlos II, por cédulas reales se crearon escuelas y maestros para la enseñanza del castellano, creándose posteriormente establecimientos para niñas indígenas.
Aunque en 1585 se prohíbe la ordenación de indios como sacerdotes, aunque en la Universidad de México se siguió con esa práctica dado que se reservó para alumnos españoles e indígenas nobles, donde estudiaban gramática latina, derecho y medicina.
Casi siglo y medio después, 1725, por cédula real se permite la preparación de los nativos para ocupar puestos eclesiásticos, políticos y civiles.
Por su relevada importancia en el desarrollo de nuestro país y por ser pieza importante en los acontecimientos del siglo XIX, habría que señalar la creación de tres colegios internos para indígenas que posiblemente sirvieron para escalar a puestos de cierta relevancia y participación en tomas de decisiones, como son el de Parras, Coahuila, en 1622; en San Luis de la Paz en 1640; y el Colegio de San Javier, Puebla, en 1751; además de los seminarios diocesanos, fundados al final del XVII, que tenían becas para los seminaristas indios.
Par a 1753 se tiene la ordenanza del arzobispo Manuel Rubio y Salinas donde se enfatiza sobre la instrucción de los niños y niñas mediante el establecimiento de escuelas de lengua castellana y es acatada por los sacerdotes a través de 8 pasos, donde resultaba también la posibilidad de que la escuela estuviera en la casa del párroco, situación que enfatiza al clérigo como parte fundamental en la educación, además que marca la secularización de las doctrinas en oposición de las órdenes religiosas que por entonces continuaban con sus labores como franciscanos y agustinos.
Sin embargo, a partir de 1773 la educación pasa al encargo del gobierno civil, bajo la supervisión del virrey, aunque el financiamiento de las escuelas pasó a los padres de familia y de las cajas de las comunidades o del subsidio de la parroquia correspondiente. Tal situación ponía al margen de la educación al gobierno, quienes se encargaban de recaudar ingresos que en su mayoría se destinaban a las cajas reales. Situación que pone en relieve la importancia de que el gobierno asuma la responsabilidad de la educación, pronunciándose con mayor legalidad en la Constitución Política de la Monarquía Española de 1812 que en su artículo 321 promulgaba, "Quinto. Cuidar de todas las escuelas de primeras letras y de los demás establecimientos de educación que se paguen de los fondos del común[2]
Pero… ¿Cuáles eran las inconformidades que sobre la escuela se tenían en esa época?
Una era la insistencia de enseñar solo en castellano y considerar las lenguas indígenas como bárbaras, ya que era el deseo de los indígenas que se instruyera en su lengua nativa.
Otro era el costo de la escuela, dado que muchos de los gastos se resolvían de los bolsillos de los padres de familia.
También se consideraba como problema el horario "excesivo" de permanencia en la escuela, que iba en detrimento de la economía familiar, pues los infantes eran pieza clave para obtener tales recursos o por su participación en las faenas de campo o domésticas.
Ahora bien, con respecto a las lenguas indígenas, se tienen datos de manuscritos y cartillas y silabarios en náhuatl para enseñar a leer en dicho idioma como antecedentes de los textos que hoy en día podemos encontrar en diferentes lenguas de nuestra nación, así como del primer silabario de la lengua mexicana en 1818.
Anterior a éste último, se tiene el texto de la Vida ejemplar de Salvadora de Los Santos, india otomí (1763), misma que fue financiada por comunidades indígenas y de distribución gratuita por su sentido local, obra que se puede considerar como el primer ejemplar de texto gratuito, aunque como se sabe tal estrategia fue implementada a partir de 1944 siendo entonces secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet.
La Ilustración
Dada la importancia que tuvo en los diferentes procesos revolucionarios de las colonias conquistadas en el llamado Nuevo Mundo, se precisa destinar un pequeño apartado a este movimiento de la ilustración que permeo el pensamiento y cultura de muchos pueblos y que cobró fuerza a partir de la Revolución Francesa.
Tales ideas tenían como propósito trascender de las pasiones religiosas o de la tradición a un pensamiento donde imperara la razón, por lo que en su tejido cobraron gran influencia la Filosofía y el pensamiento científico de autores clásicos como Descartes, Locke, Bacon, Newtón y Galileo entre otros. Tales pensadores privilegiaron la razón y el empirismo sobre los dogmas y creencias religiosas.
Por tanto podemos encontrar influencia del español Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811) que hace una importante aportación en la ya citada Constitución de Cádiz y que promueve la educación del pueblo.
Para este y muchos otros pensadores ilustrados, el engrandecimiento de un pueblo no se basa exclusivamente en la riqueza material, sino en la procuración de una educación que de bienestar económico y social a todos sus integrantes. De allí la idea de una educación a los grupos sociales desprotegidos que erradique la pobreza y que por ende habría de ser gratuita y considerada como un derecho para todos, donde fuera asumida por el gobierno, a quien le tocaría promover, financiar y supervisar la instrucción pública. Ideas que son contempladas en nuestro artículo 3º constitucional y subrayado en diferentes convenciones y declaraciones mundiales como la de Jomtiem, Tailandia (1990), refrendados en Dakar Senegal (2000) que a la letra dice "La educación básica debe proporcionarse a todos los niños, jóvenes y adultos Con tal fin habría que aumentar los servicios educativos de calidad y tomar medidas coherentes para reducir las desigualdades"[3]
No obstante, la filosofía se centraba en el carácter utilitario de la educación, es decir, aquella que promoviera individuos más productivos en actividades específicas y formara buenos ciudadanos, donde participaran hombre y mujeres en igualdad de condición. Idea última que ha tenido que ser reiterada en tratados internacionales o hacerse reglamentada como Ley General para la Igualdad entre mujeres y hombres en nuestro país, refiriendo en su Artículo 34.- la necesidad de "…II. Fomentar la incorporación a la educación y formación de las personas que en razón de su sexo están relegadas;…"[4]
Así pues, plasmadas tales ideas en el pensamiento de los peninsulares y reglamentadas en la Constitución de Cádiz, se crea en nuestro país la Dirección General de Estudios encargada de la enseñanza pública y la instrucción de que los municipios asumieran el cuidado de las escuelas de primeras letras, un antecedente de nuestra Secretaría de Educación Pública cuyo indicio data del año de 1921, bajo la titularidad de Lic. José Vasconcelos Calderón, que "En sus inicios la actividad…se caracterizó por su amplitud e intensidad: organización de cursos, apertura de escuelas, edición de libros y fundación de bibliotecas; medidas éstas que, en su conjunto, fortalecieron un proyecto educativo nacionalista que recuperaba también las mejores tradiciones de la cultura universal"[5].
De la independencia a la reforma
En tanto el movimiento de la ilustración iba popularizándose y obteniendo adeptos en los pueblos conquistados, de donde podían justificar la liberación del yugo opresor español, también creo las bases para el surgimiento de la escuela moderna, que pasó a formar "parte primordial del nuevo orden social, cultural, económico y político que se conformó a lo largo del siglo XIX"[6]
No obstante, el proceso de pasar de la escuela erigida en el curato de la parroquia, donde la enseñanza partía del conocimiento de los preceptos católicos para proseguir con la sumisión del indígena ante la mirada de los conquistadores, a aquella que se basaba en los principios de la ilustración bajo el auspicio de la comuna y con un maestro seglar, como preámbulo para esa escuela moderna ya edificada exprofeso, donde surgieron diferentes reformas educativas que hicieron una diferenciación entre la enseñanza religiosa y la educación ciudadana; se implementaron programas de estudio correspondientes a los ideales, costumbres y valores de la época; se establecieron métodos de enseñanza y; prevaleció el carácter laico, se observó lento y marcó una gran diferenciación, que abonó a la desigualdad social, a la mala distribución de oportunidades y que constituyó un caldo de cultivo para las ideas revolucionarias de finales de éste siglo y comienzos del siglo XX .
Así pues, partiendo de la Constitución de Cádiz (1812), ya citada, como punta de lanza para la creación de una política educativa independentista y por ende la organización del sistema educativo de ésta época, se puede mencionar el Proyecto de Reglamento General de Instrucción Pública (1823) donde se tratan de plasmar los pensamientos liberales de quienes encabezaron la lucha armamentista como Guadalupe Victoria, Vicente Guerreo y Nicolás Bravo, entre otros.
En tal proyecto el gobierno asume la facultad de normar lo relacionado a la educación, iniciando con el carácter público y gratuito, estableciendo que ésta habría de estar a cargo de una Dirección nacional. Se establece un currículo para la primaria donde "se presentan las asignaturas de lectura, escritura, aritmética, geometría, gramática, catecismo religioso y moral, dibujo y dos materias fundamentales para el nuevo Estado: Constitución del Estado y Catecismo Político es decir se da un espacio al tema cívico y por tanto a la formación de ciudadanos"[7]
Para 1824 se promulga la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos (1824), estableciendo en su artículo 50 que es facultad del Congreso general "I. Promover la ilustración:… erigiendo uno o más establecimientos que enseñen las ciencias naturales y exactas, políticas y morales, nobles artes y lenguas; sin perjudicar la libertad que tienen las legislaturas para el arreglo de la educación pública en sus respectivos estados"[8]
No obstante ello, fue hasta 1826 en que surge un segundo proyecto educativo, oyéndose a la vez ideas diversas al respecto como la del Diputado Sr. Paz, que propone al gobierno de la federación fundar escuelas de primeras letras, asignar a los maestros, dotarlos de implementos para su quehacer y asumir los gastos correspondientes. Tal iniciativa se pasó a la Comisión de Instrucción Pública.
De igual manera, Esteban Guenot sometió a la aprobación de la Cámara un Plan de educación Elemental donde se resalta que
"La igualdad de derechos de cada ciudadano exige que la instrucción sea común a todos para que todos participen de las misma ventajas. Se trata del sistema de enseñanza mutua con buenos locales, indispensable para la buena salud reunidos los niños de 12 a 25 y un monitor general en jefe y un submonitor general"[9].
Luego el 26 de octubre de 1826 surge un tercer Proyecto sobre el Plan de Instrucción pública, donde no se observan las ideas señaladas arriba, pues se privilegian el método lancasteriano y se atribuye el gasto a cada ayuntamiento, estableciendo que en cada territorio habría una escuela gratuita y dos en el Distrito Federal. Concibe la enseñanza mediante tres tipos de instrucción: La primaria, la preparatoria y la profesional.
Sin embargo tales proyectos son archivados y no se llevan a la práctica debido principalmente a la escasez de recursos económicos y a la inestabilidad política. Coincidiendo los tres en que solo con la educación se podría alcanzar el desarrollo de nuestro país, situación nada alejada de planteamientos emanados por organismos y foros nacionales e internacionales actuales como se verá más adelante.
Por tanto, para enero de 1827 se presenta al Congreso las bases del Plan de educación para el Distrito Federal y Territorios, donde se resaltan los objetivos siguientes:
A. Conservar la enseñanza actual, reconociendo su defectuosidad y dificultad para ser instaurada en un incipiente Estado Mexicano por el gasto que representa;
B. Dividir la enseñanza en tres partes:
a. Elemental, destinada a todas las personas y fundamentada en la religión, política y primeras letras. Se prioriza la meta de enseñara a leer y escribir a todos los ciudadanos, fundamentándose la instrucción en la religión, la política y las primeras letras, con el fin de favorecer el surgimiento de un "hombre bueno, excelente padre de familia y ciudadano exactísimo"
b. Una enseñanza que procure la utilización productiva de los campos, mediante asignaturas como matemáticas, dibujo, agricultura y veterinaria.
c. Y la universitaria, donde se resaltan a la religión y jurisprudencia como ciencias sagradas y útiles.
Para la instauración de las escuelas se recurre al principio de una por cada sexo en cada parroquia, resaltándose una diferencia entre el salario para el maestro que sería de $100.00 con el de la maestra que se dispone de $83.00, además de que en su contratación se habrían de someter a una prueba de aptitud por el Cuerpo Inspector.
Esta estrategia es un símil a lo que actualmente se está haciendo en la contratación de las nuevas generaciones de maestros sustentados políticamente en la Alianza por la calidad de la Educación, expresado en el eje 2. Profesionalización de los maestros y las autoridades educativas a fin de "Garantizar que quienes dirigen el sistema educativo, los centros escolares y quienes enseñan a nuestros hijos sean seleccionados adecuadamente, estén debidamente formados y reciban los estímulos e incentivos que merezcan en función del logro educativo de niñas, niños y jóvenes"[10], para lo cual los aspirantes se inscriben desde el ciclo escolar 2008-2009 en el concurso nacional de oposición.
Situación que a la vez es recomendada por la OCDE (2010), organismo al que pertenece México desde 1994, sugiriendo "Mejorar los programas de formación y capacitación del profesorado, así como el proceso de asignación de personal docente a las escuelas y el enfoque global de la carrera de maestro. Estos cambios deben acompañarse de un sistema de evaluación bien diseñado y rigurosamente implementado"[11].
Siguiendo con la época, para 1833 se expiden "Leyes y reglamentos para el arreglo de la instrucción pública en el Distrito Federa", aunque con apartados específicos para los territorios bajo la jurisdicción de la República, donde se puede observar, entre otras cosas, la tendencia a prevalecer el estudio de la religión, la diferenciación de género, la marcada pobreza en el medio rural, la centralización, el uso de métodos rígidos de enseñanza y las formas para certificar a los maestros:
"Art. 1. Se establecerá una escuela normal para los que se destinen a la enseñanza primaria.
2. Se establecerá igualmente otra de la misma clase para la enseñanza primaria de mujeres.
3. Se creará una escuela primaria para niños en el local de cada uno de los seis establecimientos de estudios superiores, con total separación, y puerta aparte sin fuere posible, rector y vicedirector (sic.) del establecimiento.
4. En estas escuelas se enseñara a leer, escribir, contar, el catecismo religioso y el político. Los maestros disfrutarán setenta y cinco pesos mensuales, sin derecho a casa para su habitación.
…
7. La Dirección también establecerá sucesivamente en cada parroquia del distrito y ciudad federal una escuela de primeras letras para niñas, en que se les dará igual enseñanza que la indicada en el artículo 4, y además se le enseñará a coser, bordar y otras labores de su sexo.
17. En cada escuela habrá anualmente un examen público que presidirá el inspector, y en él se repartirán a los más aprovechados los premios que la dirección asigne.
18. Los maestros de las escuelas serán nombrados por esta vez por la Dirección General a propuesta del Director, y en lo sucesivo será precisamente por examen.
19. Los niños y niñas que merezcan por su pobreza ser socorridos con los útiles necesarios para asistir a la escuela, lo serán a discreción de la dirección misma, y previo informe del inspector"[12].
Empero algunas de sus partes son anuladas bajo la presidencia de Antonio López de Santa Anna, con la promulgación del Nuevo Reglamento para organizar la enseñanza Pública, donde se vislumbra su rivalidad con Valentín Gómez Farías, léase, desencuentros entre conservadores y liberales.
Y en 1844 se decreta la obligatoriedad de la enseñanza entre los siete y 15 años, además de establecer el carácter gratuito y libre de la educación, confiando la Dirección de Instrucción Primaria en la capital a la Compañía Lancasteriana.
Para 1857, con la promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, siendo sustituto de la presidencia Ignacio Comonfort, se declara en su artículo 3º que "La enseñanza es libre. La ley determinará qué profesiones necesitan título para su ejercicio, y con qué requisitos se deben expedir"[13].
¿Qué se entiende al decir que la enseñanza es libre?
En este sentido, tal concepto es tratado en el ya mencionado Reglamento general de instrucción pública (1821), emanado de España para la metrópoli y sus dominios donde se resalta la enseñanza privada como absolutamente libre, interpretándose ampliamente a decir de Meneses (1998), ya que "los maestros particulares no estaban sujetos a ningún examen, no se requería algún permiso para abrir una escuela, ni habría reglamentación de estudios, textos o asignaturas"[14]
Siguiendo el recuento, en 1861, Juárez decretó que en lo sucesivo La Secretaría de Justicia e Instrucción Pública se haría cargo de despacho de todos los negocios de la instrucción pública primaria y profesional, creándose, en 1867 la Ley Orgánica de Instrucción Pública, en que se suprime la enseñanza religiosa del plan de estudios de primaria, y establece en su artículo 5º que "La instrucción primaria es gratuita para los pobres, y obligatoria en los términos que dispondrá el reglamento… [además, con respecto a los profesores, el artículo 22 señala] … 22. La Ley reconoce tres clases de profesores de instrucción primaria: de primera, de segunda y de tercera clase […] Para obtener título de profesor de instrucción primaria de primera clase, se necesita haber sido aprobado en los exámenes hechos conforme a esta Ley y los reglamentos que se expidieren […]. [15]
Siguiendo el documento, se resalta el carácter que debería tener la instrucción secundaria para mujeres:
"7. En la escuela de instrucción secundaria para personas del sexo femenino, se enseñarán los siguientes ramos:
Ejercicios de lectura, de modelos escogidos escritos en español, idem (sic) de escritura y correspondencia epistolar, gramática castellana, rudimentos de álgebra y geometría, cosmografía y geografía, física y política, especialmente la de México, elementos de cronología é historia general, historia de México, teneduría de libros, medicina, higiene y economía domésticas, deberes de las mujeres en sociedad, idem (sic) de la madre con relación (sic) á la familia y al Estado, dibujo lineal, de figura y ornato, francés (sic), inglés, italiano, música, labores manuales, artes y oficios que se puedan ejercer por mujeres, nociones de horticultura y jardinería, métodos de enseñanza comparados"[16].
Dos años después se expide una nueva ley y su reglamento, con el fin de imprimir con mayor eficacia al principio de obligatoriedad de la enseñanza. Estipuló la edad de 5 años a partir de la cual se reciba y el contenido mínimo de la instrucción obligatoria, e impuso a los padres o tutores la obligación de hacer constar que sus hijos habían adquirido los conocimientos necesarios para poder realizar una actividad productiva.
Por su coincidencia con las ideas liberales, habría que mencionar la tendencia de Maximiliano respecto a la educación en nuestro país, mismas que, siguiendo con Meneses (1998) "…partía de del principio sólido y evidente de que urgía organizar la instrucción pública… [Que fuera][…accesible a todos, pública y gratuita, al menos la elemental… prohibía en forma categórica la injerencia de la iglesia en la educación pública"[17]
Para 1874, fungiendo como presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada, el Congreso aprueba una ley que precisa la aplicación e interpretación de Las Leyes de Reforma, donde se "prohibía la instrucción religiosa en las escuela públicas, usar ropa eclesiástica en público, efectuar actos religiosos fuera de los templos[18]entre otras, creando descontento entre la grey católica.
El porfiriato
Enl tiempo en que llega Porfirio Díaz al poder, las ideas liberales estaban filtradas en muchos pensadores, quienes…"concebían la educación moderna como una educación racional, científica, objetiva, y laica"[19], por lo tanto se precisaba que las escuelas se transformaran no solo en su infraestructura, sino también en los aspectos curriculares, de dotación de libros de texto y en su planta docente. De igual forma, era preciso llegar a toda la población y garantizar la obligatoriedad, pues de ello dependía el avance del país como proyecto liberal.
En esa búsqueda de uniformidad en el sistema educativo mexicano se llega a la organización del Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública, en que se convoca a todas la entidades federativas, encabezando la reunión Joaquín Baranda, ministro de instrucción pública, y llevado a cabo en la capital de la República, del 1º de diciembre de 1889 al 31 de marzo de 1890.
Tal congreso iba encaminado a procurar "la consolidación y afirmación de un sistema popular de enseñanza, pues con ellas se pretendió a toda costa promover la educación de las masas, con un doble objetivo; prepararlos en el aspecto intelectual, y formarlos en los principios de amor y respeto hacia las instituciones liberales. Con esto no sólo se perfilaba la creación del hombre liberal moderno, sino que además, el Estado promotor de la educación, legitimaba su poder frente a los ciudadanos"[20].
Destacable también es el establecimiento de la Escuela Normal de Profesores en 1886, las reformas para permitir el acceso de la mujer a las carreras profesionales, así como "la obligatoriedad de la enseñanza gratuita y laica de los 6 a los 12 años en 1891"[21].
No obstante, la educación se fue perfilando para las élites en el caso de estudios superiores y la de los planteles públicos para la clase media urbana, ya que el 74% de los niños en edad escolar no asistían a las aulas y el analfabetismo alcanzó el 80% de la población.
Por ejemplo, en el año 1900 a las escuelas primarias asistía el 21.47% del total de población en edad escolar, observándose una gran diferencia entre los estados. Mientras que en el Distrito Federal asistía el 47.53 %, en Jalisco el porcentaje era de 17.23% y en Chiapas el 4.9 %. En el caso de la secundaría se observa una desventaja de género, pues en el mismo año (1900), del total de la población asistía un 75.18 % de hombres contra un 24.82 % de mujeres. Esta diferenciación era marcad a en el estado de Jalisco, ya que se tenía un porcentaje del 91.67 % para hombres contra el 8.33 % de mujeres[22]
Para 1901 se crea el Consejo Superior de Educación Pública y cinco años después la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, dirigida por Justo Sierra, encargada de promover la instrucción primaria, normal, preparatoria y profesional en el Distrito Federal y territorios federales; luego el 22 de septiembre de 1910, se restablece la Universidad Nacional, clausurada por Maximiliano en 1865, dentro de los festejos del centenario de la Independencia y en 1911 se promueve la Ley de Escuelas Rudimentarias, como último esfuerzo centralizado del Porfiriato.
Como se observa, el arrojo de notables pedagogos, políticos y pensadores de la época, sustentados en un proyecto liberal que buscaba por un lado la emancipación del poblador común, apostándole a la educación como el medio para tal fin, se enfrentó a ideas conservadoras para postergar la influencia de ciertas clases privilegiadas y herederas del yugo español, así como a grupos que lo que único que deseaban era anquilosarse en el poder y verse beneficiados de ese descontrol político, además de establecerse oligarquías a nivel central y regional que frenaron las reformas educativas que proponían una mejor distribución de la riqueza o, al menos, el proporcionar lo elemental a ese pueblo que era diezmado desde la conquista española.
No por ello se niega el gran progreso que se vivió y tuvo en esta época, llena del glamour europeo, principalmente del francés y de la hegemonía que iba cosechando el vecino del norte. Habría entonces que reconocer el ddesarrollo y modernización de la red ferroviaria, la industria minera, el comercio de manufacturas y las haciendas maiceras y cafetaleras, a fin de favorecer el mercado de inversiones extranjeras e interno, sobre todo en comunidades con ese tipo de riqueza que representaban el incremento de las arcas de unos cuantos.
De hecho, parafraseando a MENÍNDES (2011) se puede afirmar el progreso educativo desde el punto que se sustenta no solo en la herencia normativa de la Reforma, ya que se destino un presupuesto espacio político que permitió sentar las bases para la formulación de un proyecto modernizador.
De la revolución mexicana a la educación socialista
Con temor a una equivocación, de manera hipotética se puede considerar que las cosas en la educación tuvieron sus altibajos durante la lucha revolucionaría, sobre todo en las manchas urbanas, porque en el rural e indígena ya no podía ser peor.
De hecho, se podría suponer la inclusión en estas luchas de profesores, en alguno u otro bando, producto de su ideología e idiosincrasia y más de alguno pudo propiciar la coincidencia de ideas en sus pupilos.
Pero siguiendo la reseña histórica que marcaron un "avance" en el terreno educativo, suficientemente manifestado como un preámbulo para el desarrollo del país, se tiene la reorganización de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes por parte de Venustiano Carranza, creando la Dirección General de Educación Pública el 29 de enero de 1915. Con ello transforma las secciones en que estaba dividida en direcciones generales, entre ellas la Dirección General de la Enseñanza Técnica y la Universidad Nacional.
Parte importante para el impulso educativo fue su reglamentación dentro de la Constitución de 1917, en que se reforma el artículo 3º Constitucional de 1957, para quedar como sigue:
"Art. 3o.- La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación religiosa, ni ministro de algún culto, podrán establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria. Las escuelas primarias particulares sólo podrán establecerse sujetándose a la vigilancia oficial. En los establecimientos oficiales se impartirá gratuitamente la enseñanza primaria[23]
Sin embargo, esto no dejó de ser más que un escrito en el que se pudieron robustecer algunos para tomar prebendas dentro de algunos puestos de la mencionada secretaría, pues se precisaba de una ley propiamente de educación que diera orden al estado de cosas, además de dirigentes que les preocupara la trascendencia del pueblo.
Dada la gran importancia que tuvo José Vasconcelos en el terreno de la educación del país, en favor del cambio social, habría que señalar que a la muerte de Carranza y con el arribo de Adolfo de la Huerta, es rescatado del exilio por contravenir a las ideas de Victoriano Huerta, para ocupar la rectoría de la Universidad Nacional a partir de junio de 1920.
Este estrado lo aprovechó para poner en marcha sus ideas que sobre educación tenía, así como plantear ante el congreso una Ley para crear el Ministerio Federal de Educación Pública, cargo que ocupó a partir del 12 de octubre de 1921, situación que él mismo narra de la manera siguiente:
"Por vía de fórmula dije a Obregón, una vez que la ley quedó aprobada: —Es éste mi último acuerdo como rector, y ahora procede que se sirva usted nombrar Ministro de Educación Pública.
Se rió campechanamente, y tomando su calendario dijo: —Veamos: ¿qué día quiere que sea la protesta ministerial?
Y se cumplió ésta, con gran sencillez y en el sitio usual del Salón de Embajadores, delante de los empleados y el personal y con todo el público que cupo en la sala, quedando afuera, en los corredores, buena porción de gente contenta"[24].
Ya en esta Secretaría, inició un programa de difusión cultural, haciéndose de recursos humanos calificados y que comulgaran con sus ideales, solicitándoles un filial apego a la ley que se acababa de aprobar. Generó programas de instrucción popular, edición de libros y promoción de arte y cultura. Siendo lector de grandes obras y conocedor del avance que tenían otros países, quiso colocar a México dentro de esas grandes transformaciones que siguieron a la Primera Guerra Mundial.
Con el fin de llegar a las comunidades recónditas, creo las llamadas misiones culturales donde profesores, además de apropiarse de su entusiasmo, eran dotados de sendos materiales bibliográficos y de novedosos métodos para que se convirtieran en transformadores sociales. Para muestra de ello, en su obra ya citada comenta:
"Y nació así el misionero de tipo moderno, por lo común un maestro normalista que hacía de jefe del grupo de educadores y convivía con los indios, ayudándolos a levantar la escuela con los recursos locales, y enseñando los rudimentos de la pedagogía a jóvenes de cada localidad, que en seguida quedaban encargados de la incipiente enseñanza. Detrás de este iniciador llegaba la misión escolar con sus peritos de agricultura y de oficios y artes. También recorría los lugares el lector, que en la plaza pública divulgaba capítulos de historia y de geografía, leía de los diarios y proyectaba cintas cinematográficas culturales. A su lado solía caminar el músico encargado de despertar el interés local por el arte sonoro, y así sucesivamente, según las posibilidades pecuniarias y el personal de que en cada caso podía echar mano"[25].
Cabe añadir que fueron muchos los vericuetos que tuvo que salvar para echar a andar su programa, pues continuaban las luchas intestinas y rivalidades, no solo con los herederos del carrancismo, sino del callismo que emergía y del cual no era nada adepto, además de las restricciones presupuestarias, situación, entre otras muchas más, que lo orillan a un intento por demitir el 28 de enero de 1924, refiriendo lo siguiente:
"…no se concilian los esfuerzos civilizadores de un departamento con el plan de entregar la presidencia a un salvaje. Había sido un bello sueño el propósito de levantar el país por medio de la educación. Cuando apenas comenzábamos, nuestro presupuesto fue burlado y reducido para pagar tropas adictas, para enriquecer a generales, para fortalecer de nuevo al militarismo que nos deshonra desde hace un siglo[26]
Finalmente, al saber del gabinete presidencial en turno que en nada se acercaba a su ideal político educativo, renuncia a su cargo el 30 de junio de 1924 para sucederle el entonces subsecretario de la misma dependencia, Bernardo José Gastélum Izabal.
Una vez en el poder, Calles empezó una campaña de desprestigio del gobierno saliente, declarando la necesidad de un régimen de austeridad dado "el malgasto" que se había tenido, abonando a ello el secretario de educación en turno el Dr. José Manuel Puig Casauranc al declarar el derroche de su predecesor, que en vos de Vasconcelos consistía en:
"Los derroches más denunciados eran los que yo había hecho fabricando en la capital escuelas decentes. El callismo ofreció intensificar la educación rural, así como ilustrar a los indios, pero suprimió a los maestros misioneros, y volvieron los indios a quedar en abandono, y convertidos nada más en asunto de propaganda oratoria"[27].
Aunque se trataba de mancillar la figura de quien podría representar un rival en su proyecto político, dado el crecimiento de la figura de Vasconcelos como generador de grandes avances en lo educativo, habría que agregar que en el mandato de Calles, en artículo de GUILLEN[28]señala que la matrícula crece de 1, 130, 892 alumnos en 1925 a 1, 451 392 en 1828 y aumentó el presupuesto de 7.1 % a 9.0%.
No obstante, en su mandato también emerge el movimiento cristero al establecer reglamentos para escuelas particulares y su estricta vigilancia, resaltando la rigurosidad del laicismo. Habría que agregar que dicho movimiento se había gestado desde el momento en que surge éste término en lo normativo (1874), o quizás más atrás, ante el descontento de los clérigos católicos, sobre todo de los jerarcas de la Iglesia, que incitaron a las masas a la sublevación, acrecentada por la discriminación y odio entre ambos bandos. Esto permitió grandes sacrificios humanos, donde los profesores, bajo ideales liberales e incluso ya de orden socialista, fueron masacrados respaldados por una ideología dogmatica.
Siguiendo la ruta del tiempo, para 1925 se funda la Escuela Nacional de Maestros y en 1926 la escuela secundaria, resaltando en ello el profesor Moisés Sáenz, que a su vez participa en el desarrollo de las escuelas rurales, así como las Escuelas Centrales Agrícolas y el impulso de la enseñanza técnica industrial.
Del periodo del maximato a la elección de Lázaro Cárdenas fueron varios los titulares que pasaron por la Secretaría de Educación, destacándose Narciso Bassols por su tendencia a erradicar al clero de las aulas escolares mediante la defensa del laicismo, además de atribuirle participación fundamental en la reforma del artículo 3º constitucional, donde emergen ideas socialistas, siendo pieza clave el presidente Lázaro Cárdenas del Río, que respaldado por el Partido Nacional Revolucionario, sube a la silla presidencial en el año de 1934.
Dicho artículo es publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de diciembre de 1934, citando enseguida los aspectos más significativos:
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