Muchas veces pensé compartir mis reflexiones, sin referir el porqué resulté escribiéndolas. Después de leer mi obra literaria, les aseguro que incluyendo a los siquiatras, no encontrarán elementos para poder decir que soy enfermo mental, psicópata, fanático religioso, o algo parecido.
Para muchas personas de nivel espiritual superior, les será fácil comprender mi historia real. Los escépticos no podrán decir que fue producto de mi imaginación o una fantasía, pues tendrán toda la evidencia necesaria y la fuerza de los acontecimientos futuros.
Es muy importante para mí decirle a quienes han tenido experiencias extrañas que no están solos y que, por lo tanto no están locos y mucho menos, estén mintiéndole al mundo.
Mis reflexiones sobre cómo la humanidad logrará la felicidad individual y la paz social, que es el tema central de mi obra y el principal objetivo de la Fundación Vivamos AMPM, son comprensibles independientes de la presente historia; aunque es recomendable leerla; porque hasta cierto punto mi historia y mis reflexiones son interdependientes, son causa y efecto recíprocamente; no escribirla sería injusto con aquellos que sí desean leerla por increíble que parezca.
Hoy, varios años después de haberse iniciado la presente historia y que mi obra literaria avanza, e imaginando que yo no la estuviese escribiendo y que su autor me pidiese un prólogo corto, esto sería lo que diría: Como cuento, es increíble; como verdad, es irrefutable; como anécdota, es fascinante; como algo útil, es esperanzador; como mensaje, es universal; como algo futurista, es inevitable.
He aquí mi historia, al principio le parecerá increíble tal como me sucedió a mí:
-Hasta aquí fue todo lo que escribí el 22 de Agosto del año 2001 cuando intenté por primera vez contar mi historia.-
Hoy, nueve días después, 31 de agosto del presente año hago el segundo intento en mi difícil decisión de escribir o no el origen del libro titulado Tercer Testamento-Nueva concepción de la vida y del mundo.
Abrí el archivo que contiene mi primer intento titulado Aunque Usted no lo crea e ignorando su contenido sitúo el cursor al inicio del archivo y vuelvo a escribir, con otro título: La Historia De Este Libro y empiezo así:
A principios de 1998 preocupado por los altos índices de violencia en el mundo comencé a orar con el firme deseo de convertirme en un pacifista de pensamiento y obra las 24 horas del día. Durante los primeros meses de oración comencé a tener una serie de sueños tan lúcidos y fáciles de recordar que decidí escribirlos, al tiempo que reflexionaba sobre los mismos.
Escribí mis reflexiones durante más de tres años ininterrumpidamente. A partir del cuarto año, después de una serie de acontecimientos, de varios de ellos existe evidencia, y más sueños y visiones, que relato en el transcurso de mi obra, comencé a concebir la idea de contar qué había detrás de este repentino deseo de escribir. Es decir, comienzo a escribir de manera simultánea la historia detrás de mis escritos hasta la fecha.
¿En qué porcentaje de mi obra literaria iba, cuando comencé a escribir la presente historia? Es difícil saberlo porque ignoro cuánto me hace falta. Quizás no la termine en la presente vida terrenal, he pensado. ¿Puede tener principio y fin una obra literaria pacifista? Cuando ni siquiera al principio sabía que estaba escribiendo para publicar. Yo puedo hacer un corte en el momento de decidir qué se imprime; pero será muy difícil poner fin a mis reflexiones, sin antes liberar el espíritu de la materia que le da cuerpo.
–Hasta aquí escribí mi segundo intento–
Hoy 9 de septiembre, noveno día del noveno mes del 2001 entro de nuevo al archivo inicialmente titulado: Aunque Usted No Lo Crea y pulsando de manera simultánea las teclas Control y fin, me fui al final, e ignorando todo lo anterior, sitúo el cursor de mi computador directamente aquí. Y empiezo nuevamente.
Hoy lo intento por tercera vez. Tenga paciencia por mi indecisión y ayúdeme con su espíritu.
¿Qué piensa, si Dios le salva la vida varias veces? Sin contar las veces que no recuerda; las enfermedades que quizá tuvo recién nacido, por ejemplo.
¿Para qué cree que Dios me salvó la vida varias veces? ¿Será para cumplir la misión asignada? ¡Qué difícil es saber, con certeza, para qué venimos a este mundo!
Queriendo sacarle el cuerpo por tercera vez, me paro de mi computador con mil pretextos. Aprovecho para leer el beeper que sonó minutos antes. Esta es la fecha y la hora indicada en el Beeper: 12:03 p.m. del 9/09/2001.
Las fechas y los números tienen una significación especial, es un lenguaje que estoy tratando de descifrar, porque son demasiadas coincidencias en mi vida con ellos como para no darle importancia. Entre las letras y los números existe una relación directa y estrecha en el lenguaje del Creador. No soy numerólogo, pero sí me intrigan las coincidencias en mi vida.
-En algún momento de mi obra literaria pacifista les contaré la forma como me he ganado dos pequeñas loterías. Primero lo primero; por ahora continuemos con la presente historia.-
A mi lado tengo una caja que contiene los dos cuadernos de apuntes universitarios de los que le hablé ya, carpetas, recibos, facturas, pólizas, agendas viejas, contratos, etc. Todo lo que hace parte de mi historia y que me ayudará a redactarla con la mayor veracidad posible. Para algo había de servir el capricho de no botar nada y de vivir como en un eterno presente. Mi única técnica narrativa será contarla tal cual, natural y sin artificios literarios, que absolutamente desconozco ¿Será una buena forma? Lo ignoro, los lectores tienen la palabra. La decisión de contarla está tomada por unanimidad: por el otro Yo y mi Verdadero Yo. No hay reversa, la contaré con nuevo título:
Escritor Por mandato Divino.-Dios siempre cumple.
Respiro hondo y profundo por la difícil decisión. Tomo de la caja un recibo provisional expedido por la aseguradora Colpatria. El recibo está identificado con el No. 126318 de fecha 18 de septiembre de 1993. Tomo una agenda electrónica moderna, para saber qué día de la semana era el 18 del noveno mes de 1993. Era un sábado -según mi agenda electrónica Casio Digital Diary ref. SF5500B que aún poseo funcionando perfectamente.
Sección 1.02 Acercamiento con la médium
Entonces, puedo contarles con precisión que el dieciocho (18) del noveno mes (septiembre) de 1993, un sábado, entraba al edificio ubicado en el sector conocido como Centro internacional, en Bogotá-Colombia, en la calle 39 con Cra. 13A., Allí hay un hotel llamado Centro internacional y al lado hay tres edificios llamados Catalina 1, 2 y 3, respectivamente. Yo vivía en Catalina… tres o dos, no me acuerdo, verificaré.
Tomo de dicha caja, el contrato de arrendamiento de la inmobiliaria Durán & Cía Ltda y extraigo la siguiente información:
Inmueble No. 211 (ojo con este 11 del 211; después les contaré por qué; claro está que quien haya leído Nuevo Apocalipsis-Profecías del 9-11 escrita el 18 de Abril de 2002 comprenderá perfectamente mi recomendación) ubicado en la Cra. 13ª No. 38-71 Apto.—- tel. 28523 (omito deliberadamente el número del apartamento y los dos últimos números del teléfono) del edificio Catalina dos. Duración del contrato: Julio 2 de 1993 hasta julio 2 de 1994.
Yo vivía en Catalina dos. Ahora puedo decirlo con certeza. Antes había vivido en Catalina tres (3) cra. 13 A No. 38-89 Apto… desde Marzo 8 de 1987 a Marzo 7 de 1988, según otro contrato de arrendamiento existente en la caja de mis recuerdos.
–Hoy 2008 se llega con seguridad cogiendo la ruta No. D3 o H3 del Transmilenio y bajándose en la estación identificada como Avda. 39–
En la recepción del edificio Catalina II no estaba el portero. De pies, aunque había un sofá, se encontraba una dama, dueña de una estampa angelical pero con ropas de ejecutiva, el sábado 18 de septiembre de 1993 a las tres de la tarde.
-¿Qué se le ofrece señorita? –Le pregunté acomedido.
Antes de responderme me regaló su mejor sonrisa. Su sonrisa no era como la de las demás; cuando ella sonrió, resplandeció, no salieron destellos de su boca, pero sí identificaron un alma leal a su Dios interior.
Vendo Seguros y títulos de Capitalización – me dijo entregándome su tarjeta personal que aún conservo.
Tan pronto leí su nombre, le dije: señorita Aurora la felicito, trabaja usted para una empresa muy seria. Todos los carros que he tenido de uso personal los he asegurado con ustedes, además, tengo ahorro de capitalización –le ratifiqué mostrándole la tarjeta del título de capitalización No.18318600 de cuotas de $50.000,oo mensuales válida hasta diciembre 31 de 1993 y otra tarjeta de seguro del vehículo según póliza No. 1040542 recién vencida, en enero 16 de 1992.
-¿Señor, tiene usted seguro de vida? –Preguntó animada.
-No tengo señorita Aurora"le respondí, mirándola a los ojos.
-Por favor, no me llame Aurora (*1), llámeme Ángela -me dijo tiernamente.
*1 Leer al final un pequeño homenaje al nombre Aurora.
-Como quiera señorita Ángela"le repliqué coquetamente.
-¿A quién espera? -Pregunté.
-¿Gusta usted que le explique los planes de seguro? Replicó, ignorando mi pregunta.
(Años después. Hoy noveno día, del noveno mes del 2001, haciendo memoria, ella nunca tuvo otro cliente en el edificio)
-Pues sí…, nada tengo por hacer, sigamos a mi apartamento -fue mi respuesta afirmativa aquel 18 (1+8=9) de septiembre (noveno mes).
–Si el lector ha observado los números le será fácil entender cómo he acertado dos veces la lotería–
Terminé entregándole $93.984,oo (ojo con este 939) acorde con el plan de seguro de vida que escogí. Ella me expidió el recibo provisional de caja No. 126318 de 1993, que aún conservo, ya referido, y por eso puedo asegurar qué fecha era cuando apareció en mi vida esta enigmática mujer.
Posteriormente nos volvimos a ver; me entregó la póliza de seguros. Le compré algunos títulos de capitalización. En verdad resultó ser muy eficiente asesora de seguros. Muy juiciosa como corresponde a una dama que sigue las exigencias de los mormones, la religión a la que pertenecía. Ignoro si aún vive. Aún conservo el Libro de Mormón obsequiado por ella con una bella dedicatoria. Dios bendiga este libro y a todos los que lo acatan.
Nos hicimos muy buenos amigos. Con mucha regularidad la invitaba almorzar. Por motivos de trabajo de ambos, sólo la recogía los viernes. Era separada, tenía un hijo.
–En 1993 yo también estaba separado y vivía solo. Hoy 2001 estoy nuevamente casado y con tres hijos"
Acompañábamos nuestro encuentro con algún vino. Ninguno de los dos merecíamos el calificativo de "buenos bebedores", quizá el de "bebedores sociales". Siempre después de nuestros amorosos encuentros, la dejaba en la librería Panamericana, la que queda en la Avenida Suba con Calle 140 diagonal al Centro Comercial de Suba. Nunca me permitió llevarla hasta su casa. Me decía que vivía cerca y que ahí no había forma de parquear. Y como me quedaba fácil devolverme dando la vuelta por Subazar, nunca le insistí. Como yo soy alérgico al teléfono, en mi casa no lo contesto, y como era ella quien me llamaba con frecuencia, no se me ocurrió pedirle el número telefónico de su casa. Me bastaba tener los de su oficina.
Nunca tuvimos grandes discusiones ni por motivos de trabajo, ni por la religión que profesaba, ni por la amistad que sosteníamos. Disfrutábamos del sexo como buenos amigos sin prometernos nada y jamás pensé en fertilizarla. No hicimos vida conyugal. Lo hacíamos, lo disfrutábamos y nada más. Su inquebrantable fe en Dios y su pasión desinhibida para el goce sexual me hicieron pensar que el cielo y la tierra se juntan en el acto.
En muchas ocasiones la apoyé económicamente cuando sus ingresos no alcanzaban a cubrir sus egresos. Era una relación muy cordial y respetuosa. Nunca nos proyectamos hacia un futuro de vejez compartida. En los planes de ella ni en los míos se incluía matrimonio o algo parecido. Eso me gustaba de ella, no me presionaba por una relación diferente a una buena amistad.
Transcurrieron más de doce meses viéndonos con regularidad. Un viernes a principios de 1.995, Ángela y yo decidimos por cambiar la rutina, pasar la noche en un motel, y compré una botella de licor en una cigarrería cerca de su oficina. Eran aproximadamente las siete de la noche cuando entramos al motel. Allí parqueé mi coche y nos dejamos guiar por el encargado hacia la habitación, quien prendió las luces y exigió el valor por adelantado. Yo cancelé, le di las gracias y cerré la puerta. Destapé la botella y serví dos copitas.
-Bueno mi amor, brindo por los dos, –le dije
Sección 1.03 Mensaje a través de un ángel
-Se equivoca de persona, señor. Yo soy el ángel Sarén y debo entregarle un mensaje de Dios -dijo mirándome seria y fijamente a mis ojos.
Arrodillado sobre mi rodilla izquierda, levanté mi copa y con mi mano derecha exclamé:
-¡Y yo soy Simón Bolívar, libertador de cinco naciones!
-Yo soy el ángel Sarén y tengo un mandato de Dios: usted escribirá un libro que será leído por muchos pueblos, naciones, lenguas y gobiernos. –insistió firmemente en tono suave.
Solté una fuerte carcajada.
Te equivocas mi amor, yo podré llegar a ser cualquier otra cosa, menos escritor. Ya tengo más de cuarenta años y bien sabes que no me gusta escribir, ni siquiera una tarjeta, mucho menos un libro -le dije convencido por el conocimiento que tengo de mis limitaciones y de mis gustos.
Solo canto para saber qué se siente cantar. El cantante Yordano es el único que puede soñar cantar a dúo conmigo. El resto de cantantes del mundo se oyen desentonados. Me consuelo sabiendo que tengo oído para bailar. En estas artes me sucede algo así como pensar sin saber escribir. El diccionario nunca fue ni es mi libro favorito, sólo acudo a él por obligación. Por lo general me resulta pesado. Su natural tamaño, en su pretensión de contener todas las palabras, me da la razón. La literatura nunca ha sido mi fuerte. En la universidad los exámenes los preferí orales, por la dificultad que tengo para escribir"repliqué sonriente.
-Viajará a Aguachica, Cesar, un municipio del Magdalena Medio -continuó imperturbable entregando su mensaje.
-No, mi amor; no te pongas pesada, eso está muy peligroso por allá -le dije sin perder mi buen humor. Esa es zona de candela, es mi tierra natal, pero allí se vive la guerra con mayor intensidad – le repliqué jocosamente.
-Nada tiene que temer, Dios ya le ha salvado la vida varias veces y continuará haciéndolo, pues usted tiene una misión que cumplir, como séptimo hijo de padres terrenales – me dijo con una voz solemne y llena de tranquila autoridad.
-Le repito señor que nada tiene que temer. Dios lo ha bendecido al elegirlo. Si alguien quiere hacerle daño antes de cumplida la misión de su vida, morirá primero. Cuando haya cumplido su misión; ¡ay de la ciudad que propicie su muerte! le serán arrebatados más de siete mil moradores y será destruida una décima parte de su territorio – advirtió frunciendo el ceño. Hablaba con voz sin matices, era invulnerable en su seguridad, me sorprendía su actuación.
-Y obviamente escribiré sobre la importancia de mantener tapados los volcanes– le dije para continuar su juego.
-Todo le será revelado en sueños. Dormido o despierto, todo lo que hable o escriba le vendrá por inspiración divina, será lleno del Espíritu Santo -me dijo complacida.
-Bueno mi amor, ya me diste el mensaje de Dios. Te felicito por tan buena actuación. Ahora sí, brindemos -le dije convencido de que el juego había terminado. Pero no…
–Señor, lléveme a casa -dijo sin dar muestra de mal genio.
¿Estás hablando en serio, mi amor? ¿Nos vamos ya?– Le pregunté tímidamente.
–Salgamos de acá señor -fue su firme respuesta.
Mirando su rostro comprendí que no bromeaba, que no actuaba, que algo extraño le sucedía a mi amiga.
-Si eso quieres, nos vamos -le dije más preocupado que disgustado.
-¿Qué le molestó señor? ¿Por qué se van? -Preguntó el encargado del motel intrigado por tan pronta salida, pues no habían transcurrido más de quince minutos desde nuestra llegada.
Ella le sonrió, queriéndole decir que nada sucedía. Yo creo que debí lucir pálido, pero sin lugar a dudas mi actitud era de extrema preocupación. Nunca antes en más de un año de tratarla y compartir sexo, ella había dado muestra de doble personalidad o algún otro desequilibrio emocional. Tampoco le gustaban las bromas. Ambos esperábamos ansiosos nuestros encuentros los viernes porque podíamos amanecer juntos.
Yo descarté la posibilidad de una broma y, obviamente tampoco fui receptor del mensaje. Lo único que pensé fue que mi amiga había enloquecido.
Mientras nos alejábamos del motel, respiré hondo y profundo para que el timbre y el tono de voz le resultaran apacibles a mi pregunta: -¿Qué te pasa, Ángela?
-Señor, yo no soy Ángela, yo soy el ángel Sarén enviado por Dios para darle el mensaje, que usted escribirá un libro, que será leído por muchos pueblos, naciones, lenguas y gobiernos; pero primero debe viajar a Aguachica –. Fue su reiterativa respuesta.
Y me repitió todo el mensaje con pasmosa serenidad, en el mismo tono solemne, y como quien repite un mensaje aprendido de memoria.
En esos momentos pensé: mejor la dejo cerca de su casa, donde siempre la he dejado. A lo mejor su familia sabe qué hacer. Qué mejor que dejarla en su casa.
El viaje transcurrió en silencio, no nos cruzamos una palabra más, hasta cuando ella bajando de mi auto, frente a la Librería Panamericana, me dijo: -«Vaya usted con Dios»
-¡Te llamo el lunes, mi amor! –le dije confiando que muy pronto la volvería a ver.
Como un autómata di la vuelta por detrás de Subazar como lo había hecho muchas veces después de dejarla. Como un verdadero zombi conduje mi coche; llegué a Villas del Mediterráneo, parqueé y subí a mi apartamento donde no había absolutamente nadie, ni siquiera una compañía del reino animal. Mi hermana Diosita quien gustaba acompañarme, ni siquiera estaba. Como sonámbulo, pero más despierto que nunca, después de tirar al piso todo lo que tenía puesto, me empiyamé. Acostado de espaldas en la cama con mis manos entrelazadas en la nuca, miraba al techo y repasaba todo lo sucedido. Cerraba mis ojos para ver con mi mente sus expresiones, oír sus palabras cargadas de misterios, no sabía qué hacer ni pensar. Tampoco quería hacer o pensar. Me engañaba fingiendo somnolencia para ver si lograba dormirme y acabar con el día lo más antes posible, con la seguridad de que mañana sería otro día. Por ratos, mi mente quedaba en blanco, por momentos recordaba lo que no quería recordar más, pero que tampoco podía olvidar. Todo lo que quería era dormir. Estiré mis piernas, di un bostezo largo como queriéndome auto hipnotizar diciéndome: "duerme, ya tienes sueño". Luego recogí mis piernas en posición fetal sobre mi costado derecho para no presionar mi corazón descontrolado, me arrunché abrazándome a mí mismo, con un frío en el alma que nunca antes había sentido. Concientizando cada respiración lenta y serena me dormí ignorando la hora y el tiempo que había estado en ésas, hasta el otro día en que me propuse escribir todo lo que recordara.
Sólo podría saber de ella hasta el lunes, día laboral, cuando la llamaría al trabajo.
Por fin el esperado lunes. La llamé bien temprano, a las 8 AM. Qué suspenso cuando la recepcionista me dijo:
-Un momento señor.
¡Qué alivio! Cuando la escuché decir: -Aló.
-Soy yo mi amor- le respondí.
-Mi amor, estoy muy ocupada, te llamo luego -fue su respuesta serena.
-Tengo que salir de mi oficina, mejor te invito a almorzar, te recojo a las 12 -le dije rápidamente y con gran satisfacción.
-Está bien mi amor, te espero, Chao. Y colgó.
Colgué lentamente. Nunca había colgado un teléfono tan len-ta-men-te.
¡Qué mañana tan larga!
Doce en punto del medio día; estaba entrando a la oficina, cuando ella salió a mi encuentro.
-¿Qué te pasó mi amor? Fue lo primero que le pregunté cuando la vi con heridas en las rodillas y con gafas oscuras, tratando de ocultar un moretón en su ojo izquierdo, que por su tamaño resultaba inocultable.
-Ya te cuento, vayamos a almorzar"fue su respuesta provisional.
Caminando hacia el carro la volví a interrogar: ¿Qué te pasó el viernes? ¿Y por qué estás golpeada?
-No sé mi amor, no me acuerdo de nada. Mi hermana dijo que yo había llegado como a la una de la mañana. Parece que esa noche estuve caminando sin rumbo -fue su respuesta serena a pesar de lucir mal físicamente.
Después de cancelar el valor del parqueo, salimos rumbo a un restaurante vegetariano de la calle 59, cerca de la carrera 13.
Al mediodía, bajando por la calle 64 con Cra. 11, casi siempre hay trancón automovilístico y ése día no era la excepción. Ambos permanecíamos en silencio, dentro del carro que no avanzaba, cuando de repente, ¡otra vez…!
-Señor, yo soy el ángel Sarén y he venido a darle un mensaje de Dios Padre Espiritual: usted escribirá un libro, que será leído por muchos pueblos, naciones, lenguas y gobiernos; pero primero deberá viajar a Aguachica — me dijo con la misma voz y la misma expresión con que me habló el pasado viernes.
-¡No mi amor, no otra vez! – le dije desconcertado pasando ambas manos por mi frente hacia atrás, seguido de un largo y nervioso bostezo.
Te repito, jamás seré escritor, porque ignoro las exigencias para serlo. No sé si existan en el mundo libros que enseñen el arte de escribir. Apenas si recuerdo qué es el sujeto y el predicado -le afirmé.
-Y además ¿sobre qué voy a escribir? –le pregunté resueltamente.
-Todo le será revelado en sueños. Dormido o despierto, todo lo que hable o escriba le vendrá por inspiración divina, será lleno del Espíritu Santo -me repitió con la misma satisfacción expresada el viernes.
-¡Pero eso lo puedo hacer aquí en Bogotá! ¿Por qué he de irme para Aguachica? -Le pregunté seriamente, para no contrariarla.
-Nada tiene que temer, señor. Dios lo ha bendecido al elegirlo. Si alguien quiere hacerle daño, antes de cumplida la misión de su vida, morirá primero. Cuando haya cumplido su misión, ¡ay de la ciudad que propicie su muerte! le serán arrebatados más de siete mil moradores y será destruida una décima parte de su territorio. -respondió, sin pestañear, con desconcertante precisión a lo dicho el viernes.
-Hace tiempo que no leo un libro de principio a fin. ¿Qué clase de libros he de leer? –Pregunté intrigado.
-Dios pondrá en sus manos unos libros que le recordarán lo que ya usted sabe desde siempre y otros que le mostrarán los errores en que incurren los humanos. –respondió sin variar su estado de ánimo. No había trasfondo de sonrisa en su rostro.
-¿En concreto cuál es mi misión?–Le pregunté muy afectado.
–El día de un suceso apocalíptico identificará su misión. –respondió sin ni siquiera tomarse tiempo para pensar la repuesta.
-¿Y qué pasa si me opongo? -murmuré, casi sin voz al final de la pregunta.
–No podrá, ni querrá, señor -respondió en un tono de absoluta seguridad. Su actitud era clara y enfática.
Aprovechando la parada en el semáforo de la calle 63 con carrera 13, abrió la puerta, se bajó y antes de cerrarla me dijo: -«Vaya usted con Dios»
—En esta misma esquina, hace 7 años me sucedió algo insólito que contaré después—
Sección 1.04 Mis reacciones
En ése instante cambió el semáforo a verde. Los que han manejado carro en Bogotá-Colombia, saben qué pasa si uno no arranca inmediatamente. Mínimo le recuerdan la madre terrenal en términos muy feos.
Avancé hasta el parqueadero de mi oficina. En él me quedé un buen rato sentado dentro de mi carro. Tomando el timón con ambas manos con los brazos estirados y mi espalda recostada a la silla, respiraba hondo y profundo para poder asimilar lo que sucedía, y pensaba: ¡Pobrecita Ángela, se enloqueció! ¿O quizás no está loca?"preguntaba a mí mismo. Quizás finge -respondía yo mismo. ¿Pero cómo puede fingir de tal manera? Y hacía memoria de lo sucedido el viernes anterior. ¿Por qué hacer todo aquel teatro, justo cuando ya había cancelado los derechos de habitación en el motel? No tenía sentido rechazarme sexualmente después de haberlo disfrutado muchas veces y no estar disgustados aquél día. ¿Por qué no se fue derecho a su casa, cuando la dejé al frente de la librería Panamericana? ¿A dónde iría? ¿Quién le había propinado aquellos golpes? — Preguntas y más preguntas cruzaban por mi mente.
¿Y hoy a dónde se fue?– Me pregunté nuevamente.
Inmediatamente, puse en marcha el carro y salí a buscarla. Recorrí todo el sector sin hallarla. Regresé a la oficina a preguntarla.
-¿La señorita Ángela por favor? — Pregunté a la recepcionista.
-No sé, señor -fue su fría respuesta.
(En la oficina también se dio a conocer con el nombre de Ángela a pesar de que según la cédula de ciudadanía su nombre era Aurora)
-¿Regresará?-insistí.
-No se sabe, señor; porque ella es agente vendedora- me respondió justificando su primer respuesta.
Traté de olvidar todo lo sucedido entregándome en mente y en cuerpo a mi trabajo en lo que quedaba de la tarde de aquel lunes. Martes, miércoles y jueves, de aquella semana, ni yo la llamé ni ella me llamó. Durante estos días leía y releía en casa el mensaje escrito, lo más fielmente posible. Por eso hoy noveno día del noveno mes del 2001 he podido transmitirlo a todos ustedes y quiero resaltar algo más del mensaje escrito en la libreta de apuntes que aún conservo. Sin fechar escribí en esa ocasión: «Ignoro si hacia el futuro tenga algún sentido lo que dice mi amiga Ángela, quien insiste en decir…»: y aparece todo lo que ya les dije. Al final de una parte del mensaje escribí también: «De todo esto prefiero no opinar nada, se lo dejo todo al tiempo que le dará algún sentido, si es que lo tiene» y ya para terminar escribí, en aquella ocasión: « ¡Oh Dios! Perdóname, pero no entiendo ni pío. Aún así Hágase en mí según tu palabra, si en realidad en ella encarnó un espíritu angelical» Y así finalicé mis notas aquella vez.
Amigo lector: ¡Cómo lamento no haberla fechado, pues, por el afán de recordarlo todo olvidé escribir la fecha! ¿Quién está preparado para este tipo de cosas? En ese entonces, pensé que mi historia no era narrable. No sé si pueda terminar de vivirla. El fin es incierto, aunque nada escapa a él.
Mientras trabajaba, rondaban en mi cabeza gestos y expresiones de ella: «Ángel Sarén» «Un libro que será leído por muchos pueblos…» «Debe viajar a Aguachica» «Misión que cumplir como séptimo hijo…» «Qué nadie intente hacerle daño, porque se muere primero» «Amenazas para una ciudad» «Será lleno del Espíritu Santo» «Dios ya le ha salvado la vida varias veces…» «El día de un suceso apocalíptico identificará su misión» «libros que le recordarán lo que ya usted sabe desde siempre» «No podrá, ni querrá»
¡Qué mensaje, por Dios!
Aún puedo escucharla una y otra vez como si fuera ayer. Las tres veces que expuso el mensaje, fue coherente, nada fue inconexo, tanto el timbre como el tono y los gestos correspondían al mismo ser que entraba en ella. Hoy entiendo que frente a una médium uno escucha sin sentido crítico, se es todo oídos y ojos.
¿De dónde habrá sacado todo eso? ¿Qué libro estará leyendo? ¿Qué le sucede?–preguntaba a mí mismo, en aquellos días.
«El día de un suceso apocalíptico identificará su misión» lo que le faltó decirme fue que la doctrina del libro enfrentaría la doctrina identificada como el anticristo. No sabía si alegrarme, asustarme o reírme.
Lo que más me resultaba familiar de todos estos pensamientos aludidos al mensaje, era la afirmación de que Dios me había salvado la vida varias veces. Pues en realidad sí me acordaba de algunas ocasiones en que mi vida ha estado en peligro de muerte. Estas situaciones de peligro las contaré en su momento cuando escriba mi autobiografía, por ahora continuemos recordando, en orden.
A algo que también le encontraba mucho sentido, referente al mensaje de mi amiga Ángela, era a la promesa de ser llenado por el Espíritu Santo; porque durante los exámenes en la universidad oraba mucho implorando la ayuda al Espíritu Santo y me iba muy bien. Fui acreedor a varias matrículas de honor, mientras estudiaba. Aunque estoy seguro de que los ateos dirán que fue el justo premio a mi sacrificio de muchas noches y muchos domingos y festivos dedicados a estudiar.
Eso de viajar a Aguachica y dejar a Bogotá después de veinticinco años, ¡era una verdadera locura! Bogotá me ha dado tanto: mis estudios superiores en Administración pública, en Administración de Empresas, en contabilidad, filosofía, neurología, mi apartamento, mi carro, mi moto, todos mis bienes, gratas fiestas, bellas mujeres. ¿Cómo abandonar mi mundo para ir a un mundo que después de veinticinco años me resulta extraño? ¿De qué iba a vivir en una provincia ubicada en una región en guerra? ¿Sobre qué iba a escribir? Con más de cuarenta años, no me he ganado un solo peso escribiendo. ¡No pensará que lo haga sobre Dios cuando ni siquiera me gustaba leer la Biblia! Era esquivo a todo lo que huela a religión o política. Me fascina el mundo laboral privado. Evito cualquier reunión política. Política y corrupción son palabras sinónimas para mí. Todos mis cargos en empresas multinacionales privadas fueron obtenidos por mi formación académica y mi experiencia laboral, no por cuota burocrática, o por politiquería. En una ocasión gané un concurso, obtuve el primer lugar para un cargo en una entidad del Estado y esta fue la única entidad gubernamental, donde fui auditor interno y rendí un informe a la Contraloría que llevó a la cárcel a dos funcionarios, cuyos familiares intentaron matarme, pero Dios me salvó milagrosamente.
Sección 1.05 Mi preocupación literaria
Las únicas obras literarias leídas por mí, obedecían a trabajos impuestos por los profesores durante mis estudios. Cuando estudiaba bachillerato en Bogotá sacrificaba el dinero de mis recreos en llamadas a mi madre, que se encontraba en Aguachica, con tal de no escribirle. Ni de odio ni de amor he escrito cartas. A mis 43 años nunca he escrito un cuento y mucho menos una novela. Siempre he preferido la investigación y no la invención de cuentos; fui monitor de investigación en la Universidad Externado de Colombia. Considero de mal gusto inventar cuentos. Aunque no tengo nada en contra de los literarios. Gocé con algunos en mi infancia. Las novelas me parecen un cuento demasiado largo. Las novelas de la televisión nunca han sido mi fuerte. Las personas que han convivido conmigo a fuerza de rogarles que me dejen ver los noticieros y los programas formativos, han terminado por darme la razón y contagiarse de mis preferencias. ¿No te pareció más útil haber aprendido tal o cual cosa, en lugar de ver la novela de turno?-les preguntó para justificar mis preferencias. Considero cada vida humana una novela y todo el cuento es no querer morirse, ser feliz y convivir en paz. Señalar con el dedo me parece más práctico que describir algo, y menos por escrito. Estoy a mil años de escribir dramas de lágrimas.
A los que son cuentistas profesionales quiero hacerles una pregunta que espero, dada mi ignorancia literaria, no la juzguen como estúpida: ¿La calidad de un cuento puede depender de qué tan bueno o malo es el lector? No en el sentido moral, sino de qué tanta educación literaria posee. Agradezco al primero que me responda. Otra ingenua pregunta: ¿Los críticos literarios son escritores o solamente se dedican a criticar? Si también son escritores, entonces, son desleales con el gremio, por aquello de que «entre bomberos no debe uno pisarse las mangueras» Y si no son escritores, con qué moral critican lo que no saben hacer. ¿Es posible hablar de críticos arquitectos, médicos, abogados, ingenieros, etc.? Prometo en una próxima encarnación estudiar literatura y elegir la profesión de escritor desde la niñez como lo hizo nuestro premio Nóbel Gabriel García Márquez.
Si para ser escritor hay que seguir algunas reglas que determinan el estilo ¿cómo puedo seguirlas yo si las desconozco? Mi única regla es no tener reglas. Aunque desnudo no estoy. A propósito de vestiduras, mis amigos de pubertad cuando volví a mi pueblo natal me recordaron mi sobrenombre: «Estilo» porque me fascinaba vestir de acuerdo con el último grito de la moda. Me fue fácil vestir bien porque mi madre además de ser la mejor modista del pueblo, tenía almacén de ropa para hombres, mujeres y niños. ¡Cómo recuerdo las camisas hechas por mi madre, exclusivamente para mí, al estilo de Elvis Presley, de cuellos grandes y flecos en la manga! ¡Dios bendiga a todas las madres!
–¡¿Sobre qué iba a escribir, por Dios?! ¡¿Sobre qué?! ¡¿Por qué he de atafagar al mundo con un libro más?!
¿Qué significaba aquello que Dios pondría libros que me recordarán lo que yo ya sé desde siempre? Confieso con vergüenza, aunque estoy seguro que hay pecados mayores, que apenas recién comienzo a leer la última obra: Vivir Para Contarla de Gabriel García Márquez. Tan pronto recupere Cien Años De Soledad que después de cambiar de lugar más de cien veces sin leerla, se la presté a mi hermano de sangre Rodrigo. Si el impulso me alcanza aspiro a leer también: El Amor En Los Tiempos Del Cólera y El Otoño Del Patriarca en el orden que logre obtenerlos. Nunca se es viejo para leer a nuestro premio Nóbel. Un solo libro, y hasta la página 393 y ya me ha cautivado y aconsejado, sin proponérselo, que tengo que leer mucho para medio aprender a escribir. Cien Años De Soledad lo había comprado para no pasar la pena de no tener nada de nuestro orgullo nacional dentro de mi paupérrima biblioteca personal. En lo que llevo leído de Vivir Para Contarla me queda bien claro que se nace y se hace escritor. Que Gabo está donde está por su talento natural y su dedicación sin límite de tiempo. Si algún día él leyera mi libro, por la nobleza que deja ver en el relato de su vida, estoy seguro de su indulgencia. ¡Cómo me gustaría saber cuáles fueron los trucos prácticos de temática y métrica para versificar sin pretensiones, enseñados por su profesor de Castellano en el Liceo Nacional de Zipaquirá! Confieso que lo estoy leyendo, como quien lee un curso práctico de literatura con un buen desconocimiento de la teoría. Gabo es tan bueno en su oficio, que sólo me resta decir: un millón de gracias Gabito por enseñarme y por darnos tan grande honor. No sin antes ofrecerle disculpas por mi precario rendimiento académico. Unos dicen que loro viejo no aprende. Otros afirman que nunca es tarde. Parodiando al maestro Gabo, y teniendo en cuenta mi historia real, mi libro bien podría llamarse Reencarnar Para Escribir.
De cualquier forma usted tiene una obra en sus manos. ¿De qué género? Ni idea. Siempre he preferido el género femenino, no el literario.
No pretendo justificar mis escasos libros leídos, pero para ser sincero quiero evitar, en lo posible, lo de siempre: que los escritores se influyen mutuamente. Al fin y al cabo no escribo por oficio, es un compromiso con Dios Padre Espiritual adquirido a través del ángel Sarén. Después viviré como he logrado sobrevivir mis primeros cuarenta y tres años con la certeza de que ser feliz es barato. Basta con aprovechar la promoción: ser humano y ser espiritual, lleve dos y viva una. Como vivo, vivo bien. Tengo demasiado como para ser pobre; me falta mucho para ser rico. Un emparedado es suficiente para calmar el hambre y mantenerme sano.
«El que con lobos anda a aullar aprende» dice un adagio popular. Pero cómo he de aprender si aun no tengo ni siquiera un amigo escritor. Lo mas seguro es que después de editada mi obra llegue a tener alguno.
Amigo lector, póngase en mi difícil situación: sin ser historiador, estoy relatando un hecho real que será historia; sin ser literato, estoy esforzándome en hacerlo con lenguaje especial para convertirlo en un texto literario. Así y todo, será un lenguaje cargado por mis vivencias, por mi nacionalidad, por mi lengua natal, por mi formación académica, por mi inexperiencia literaria, por mis buenas intenciones e ilusiones, por todo lo que soy y no soy y por lo que quise ser, por lo que me gusta y no me gusta; acorde con mi edad y a la época en que me correspondió vivir.
En esta etapa de mi vida he dado con algunos escritores que embellecen la expresión usando acertadamente símiles y metáforas para expresar ideas en formas indirectas, dando agilidad y capacidad de sugerir muchas cosas en sus escritos. Otros, mencionan sólo una parte para sugerir la totalidad o viceversa. Hábilmente, otros sugieren mediante imágenes para que el lector adivine o lo intuya de un modo propio y personal. Otros sencillamente se valen de un vocabulario, de uso cotidiano, sencillo, directo, sin ningún recurso aparente. En otros he admirado la presentación caricaturesca de una característica predominante de algo, mediante el uso de connotaciones figurativas y emotivas para describir algún fenómeno embarazoso. Los hay para todos los gustos. A todos ellos, mis respetos.
¿Podemos hablar de expresiones literarias absolutamente nuevas? Nada hay nuevo bajo el sol, es lo que he sabido siempre. Si inadvertidamente escribo un término raro, se debe a que en la región donde crecí es común. Por nada más. Desconozco los estilos o qué distingue un tipo de literatura de otra, de las diferentes épocas de la humanidad. Ignoro lo que en términos literarios esté de moda. Si es que existen modas en literatura. Ignoro qué fórmulas literarias son muy o poco usadas. Si mi obra viola prohibiciones literarias, lo siento.
De todos los escritores que he leído, aunque un poco tarde, aprendo algo, especialmente con un deseo intenso de gustar, agradar, y hasta emocionar con tal de lograr interesar, comprometer, despertar sentimientos, incitar a la acción pacificadora, que es mi mayor y central preocupación.
Humanos felices son seres vivientes pacíficos. Quiero transmitir, contagiarlo de mi felicidad. Si mi lenguaje no es el adecuado, mi intención sin lugar a dudas es: BUENA.
Y si en algún momento uso un lenguaje florido es porque usted también merece flores, y si me tocó escribir es justo que juegue a ser escritor.
A los críticos literarios que quieran ser buenos conmigo, no como críticos, sino como buenos humanos; les recomiendo no perder de vista que es mi primer y único libro tan extenso que me tocó dividirlo en tres. La actualización ampliada y mejorada será editada después de muerto según órdenes expresas mías. Demasiado camello ser escritor. Además, el ángel Sarén dijo muy claro: «usted escribirá un libro» U n o, y nada mas que U n o, afortunadamente. Por fortuna, en ningún momento dijo sobre qué específicamente debía escribir.
No debiera pedir lo que voy a pedir por lo difícil de cumplir, pero inténtelo: despréndase de cualquier formato preconcebido que le impida participar e identificarse con mí obra que por tratarse del objetivo 1A de la humanidad (Ser feliz y convivir en paz) resultó tan extensa que tuve que dividirla en tres tomos: EL LIBRO DE LA VIDA / Manual de funciones cerebrales / VIVAMOS AMPM, TERCER TESTAMENTO-Una nueva concepción de la vida y del mundo y SEMILLLAS DE PAZ-Filosofía para todos.
Después de esta pausa literaria que algunos calificarán de digresión, regreso a mis cavilaciones de aquellos días…
Sección 1.06 Mis incertidumbres
¿De qué iba a vivir en Aguachica? Pues la verdad: qué voy a querer dejar a Bogotá. Qué voy a querer viajar cuando aquí lo tengo todo. Tendría que vender mi apartamento que representa ahorros de muchos años de esfuerzos, para lanzarme a una aventura, porque una mujer delirando me decía que era un ángel, me garantizaba que nada me pasaría y amenazaba a la ciudad donde se causará mi muerte.
Pero eso de que no podrá ni querrá abandonar la misión, y que el día de un suceso apocalíptico identificará mi misión, me desconcertaba mucho.
A la única parte a dónde hay que ir es al consultorio de un siquiatra, pensé seriamente en aquellos días, para que determine si ha sido afectada por doble personalidad, si ha sido poseída por algún espíritu o ha empezado a consumir algún tipo de droga que le está haciendo daño. Cualquier cosa, menos que quiera sacarme de mi actual vida en la capital. Ahora…, si se consiguió otro hombre y quiere sacarme de su vida, no necesita hacerse la loca y salirme con estos cuentos raros. Sí, tiene otro hombre y me quiere dejar. -Pensé. La volveré a ver para decirle que no hay problema, que demos por terminada nuestra relación sentimental–decidí después de tanto cavilar.
Sí, la veré el viernes. Le propondré ir a un siquiatra. Si no quiere ir a un siquiatra es porque finge, porque tiene otro y ella cree que voy a morir porque no me quiere ver más. Muy ilusa –Todos estos pensamientos cruzaban por mi cabeza. Preguntas y más preguntas, respuestas y más respuestas en mi mente.
¡Quién tiene que darme muchas respuestas es ella!–pensé y tomé la decisión de verla el siguiente viernes.
El viernes llegué a la corporación bien de mañana, cuando todos los agentes vendedores normalmente están. Saludé muy formalmente a la recepcionista para quien yo era una persona conocida.
Sección 1.07 Desaparición de la médium
-¿Y Angelita? -Pregunté.
-Ella ya no trabaja con nosotros, señor –me respondió preocupada por tener que darme tan mala noticia.
-¿Se puede saber por qué ya no trabaja con ustedes? -pregunté queriendo indagar qué había sucedido con ella.
-Señor ésa es una información confidencial, dudo que alguien se la dé -fue su respuesta formal.
No le insistí, pues mi experiencia laboral como ejecutivo en grandes empresas privadas indicaba que la recepcionista me decía la verdad.
-Gracias señorita -fue todo lo que acerté a decir y salí con el presentimiento de haber perdido a mi amiga y a mi agente de seguros.
Se confirmaba que no me quería volver a ver, pues nunca me volvió a llamar. ¿El motivo? El único para mí: se consiguió otro que le pintó pajaritos que yo nunca le pinté. Perdonen mi falta de modestia, pero todas mis antiguas novias certifican tres cosas: soy tierno y cariñoso, no soy tacaño ni mal amante. Entonces, ¿la verdad? Sólo ella la sabe. Quizás se alejó porque nunca le propuse matrimonio, y a ella le daba pena hablar al respecto. Tampoco he sido amigo del matrimonio. No soy de los que se casa en cada borrachera. Ni soy de los que usa esta promesa con tal de lograr favores femeninos. Aún sigo sin casarme a pesar de que convivo con una gran mujer y tener tres sanos e inteligente hijos con ella.
Sección 1.08 Días después
El tiempo como el mejor cicatrizante de las heridas del corazón, había hecho su trabajo.
Acostumbro a darme un tiempo después de acabar cualquier relación sentimental. Aunque para ser sincero, no me doy mucho tiempo. Me fascina dar amor para merecer amor. Estoy convencido que fuimos encarnados para el placer sexual con o sin amor, aunque preferiblemente con amor, por supuesto.
En los siguientes tres meses me refugié en el trabajo. Inexplicablemente el clima frío empezaba hacerme daño después de veinticinco años de haber llegado de mi tierra natal. Mi actividad laboral no rendía los mismos beneficios económicos. Bogotá me resultaba estresante. Quería partir a donde fuera, menos a Aguachica.
Recién lo acontecido con Ángela, a principios del año 1995, entre enero y marzo, conduciendo mi auto por la circunvalar en Bogotá, recibí en la puerta derecha un golpe estruendoso del cual no supe con certeza si fue una roca o un disparo. Continué sin parar hasta mi apartamento.
Un poco asustado me bajé a revisar qué había pasado. En la puerta opuesta a la del conductor había abolladuras que parecían causadas por una piedra muy grande pero también tenía un orificio como de bala. Lo que me pareció extraño fue no haber perdido el control del vehículo con semejante golpe. Fue como una voz de piedra o de bala que algo me advertía. Un motivo más para irme de Bogotá, a cualquier ciudad de Colombia, pero menos para Aguachica.
En la semana santa del mencionado año, en uno de sus días santos, no recuerdo cuál, me encontraba acostado viendo televisión y cuando quise cambiar de canal, el control remoto no me respondió y entonces pensé que era hora de cambiarle las baterías. Por ahora vería la película que en ese instante comenzaba. Dicha película trataba de la vida y Obra de San Francisco de Asís. Con humildad les confieso que me estremeció hasta la última fibra. No salía del asombro de ver cómo un hombre puede abandonar las comodidades del mundo terrenal para hacer votos de pobreza y dedicarse a trabajar en beneficio de los más pobres. Di gracias a Dios-Padre por las enseñanzas de la película. Finalizada la película tomé, mecánicamente, el control remoto y presioné la tecla para cambiar de canales y misteriosamente cambiaba de arriba a bajo con gran facilidad. Los días posteriores el control remoto funcionó a la perfección. Entonces comprendí que Dios-Padre quería que yo viera la película.
Sección 1.09 Mis reflexiones sobre el mensaje
Por suerte, el ángel Sarén encarnado en Ángela no entró en detalles en cuanto al contenido de mi obra. Si lo hubiese hecho el susto o mis carcajadas hubieran sido mayores. Tampoco entró en detalles sobre insólitos acontecimientos venideros en mi vida terrenal, pues, al fin y al cabo el mensaje fue completo acorde con el desarrollo de su cumplimiento.
Imagina usted mi reacción si ella hubiese entrado en detalles sobre el objetivo principal del libro que escribiría.
Jamás hubiese imaginado que con EL LIBRO DE LA VIDA / Manual de funciones cerebrales / VIVAMOS AMPM, propondría una nueva forma de vida, sustentada científicamente, para re-direccionar a la humanidad.
Se alcanza a imaginar el susto con los fanáticos religiosos, aferrados a sus libros sagrados, cuando lean en la portada Tercer Testamento-Nueva concepción de la vida y del mundo y en una esquina la afirmación: Apocalipsis 10.
Cuando usted lea la Explicación de la Carátula comprenderá lo difícil que fue decidir titularlo así. Claro está que después de que usted lee todos los sueños y visiones relatadas, mediante los cuales recibí instrucciones, revelaciones e inspiraciones útiles para el cumplimiento de lo ordenado, va a exclamar: «así quien no escribe» y yo le respondo con humildad: no había otra forma que con la ayuda de mi Dios interior, pues, escritor de oficio no soy. No pierda de vista y recuérdelo siempre: no escribo por profesión sino por misión. Me han sucedido cosas, he tenido sueños y visiones que me han hecho llorar de emoción al darme la seguridad de que YO SOY.
Mientras escribo, a veces salto del escritorio y expreso: ¡Siempre he querido leer un libro como el que estoy escribiendo! No es falta de modestia, es que en verdad gozo releyéndolo para mejorarlo. Porque usted se lo merece.
Cuando escribo lo hago pensando en el presente y en el futuro, mucho más allá de mi muerte, de la muerte de mi esposa y de la muerte del último de mis hijos. Es decir, lo hago pensando en los humanos dentro de muchos siglos sin temer que hoy enfurezca a los místicos, a algunos falsos moralistas líderes de religiones del mundo, a los hipócritas sexuales de todos los estratos sociales tanto de regímenes económicos socialistas y capitalistas. Afortunadamente lo escrito, escrito estará hasta después de que la presente generación haya muerto toda, y la nueva generación naciente lo acoja con madurez, al reconocer el carácter profético y de revelación divina. Estoy seguro que los de espíritu superior no se escandalizarán, pero los retrógrados educadores chocaran con lo expuesto y los politiqueros de doble moral rechazarán mis hipótesis y ese rechazo será bandera de campaña electorera. La opinión pública irracional, no la estructurada y racional, lamentablemente es la más bulliciosa. Escribo la obra literaria de la Compasión divina. Dios no deja de preocuparse por este lejano mundo.
¿Tiene idea de mi reacción si el ángel Sarén me hubiera especificado que el libro ordenado contendría la verdad y nada más que la verdad sobre la vida y obra de Jesucristo, contradiciendo, en mucho, el Nuevo Testamento y como consecuencia ganarme de enemigo a los que comercializan con su divinización? Y menos imaginarme que escribiría el periodo de vida comprendido entre los 12 y los 30 años de edad, año por año, e inclusive día por día en algunas ocasiones, ocultado al mundo, por motivo que también será claramente expuesto.
¿Se puede imaginar mi escepticismo si me hubiera dicho que por primera vez esquematizaría la evolución del pensamiento filosófico en dos tendencias principales, para entrar a plantear una tercera concepción filosófica? ¿Y qué tal que mi hubiera dicho que propondría a todas las organizaciones religiosas que en lugar de predicar un Dios a imagen y semejanza de los humanos, predicaran Los humanos a imagen y semejanza de Dios, como una nueva concepción teológica, con todas sus favorables implicaciones?
Muy dificil de imaginar que dos días despúés de haber decidido (dia 9 del noveno mes) contar mi historia personal detrás de mis inesperados impulsos por la escritura, el martes 11 de septiembre de 2001, el mundo observaría atónito un suceso apocalíptico: se derrumban dos torres gemelas en New York por un ataque sorpresivo de un vengador. Y aún más dificil de imaginar que el 18 de abril de 2002 estuviese escribiendo un sueño profético con el Título: Nuevo Apocalipsis-Profecías del 9-11.
Y qué decir de los otros temas tratados en mi obra trina que prefiero sea sorpresa.
La presente historia la comencé con una gran pregunta: ¿Fantasía o realidad?
La respuesta es la misma: El tiempo lo dirá.
Sección 1.10 Homenaje a mi amiga Aurora
*1 Transcribo un hermoso himno dedicado a la resplandeciente Aurora tan mencionada en el Rigveda, como un homenaje a mi amiga bautizada por sus padres terrenales como Aurora, pero que ella prefería que la llamaran Ángela y que cuando era poseída por un espíritu angelical, decía ser el ángel Sarén.
"La Aurora ha desplegado ya su luminoso estandarte. Hela aquí que se engalana, en la playa oriental del cielo; he aquí a la Aurora, portando la luz a todos los seres; ella abre las tinieblas, así como a las vacas su establo; he aquí que su deslumbrante esplendor aparece, se expande y pone en fuga a las sombrías tinieblas. La hija del cielo se ha puesto brillante vestidura, sobre la cual lanza colores tal como un pintor, en un día de fiesta, ilumina el poste del sacrificio. Hemos salido, pues, de las tinieblas, y la Aurora teje su rutilante tela.
Suntuosamente, como una bella mujer, sonríe radiante y llena de gracia, despertando el mundo a los pensamientos alegres. Oh tú, radiante, inspiración de las palabras bellas y buenas, hija del cielo, los gautámidas aquí te celebran. Dígnate, oh Aurora, dispensarnos nuestros bienes: hijos, héroes, caballos y rebaños. Oh tú, Aurora, en quien resplandece la gloria heroica, incitada por nuestras ofrendas y nuestros sacrificios, haz en tu generosidad que obtengamos la ilustre riqueza de hijos heroicos, de servidores y caballos numerosos. Con su mirada posada en todos los mundos, la diosa expande la claridad por doquiera. Despertando al movimiento a todos los seres vivientes, ella ha escuchado la palabra de todos ellos. Ella se ha despertado, descubriendo los confines del Cielo al hacerlo, y expulsando a lo lejos a su hermana, la Noche. Ella resplandece como una mujer en presencia de su amante. Deslumbrante, dichosa, brilla esparciendo sus rayos semejantes a rebaños, como el mar esparce sus ola. Ella que no viola jamás las leyes de los dioses es enriquecida por los rayos del sol. Ella despierta a las aves que, a su aparición, vuelan de sus nidos, y no se dan reposo por tanto tiempo como ella resplandece. Ella ahuyenta los malos sueños y no niega la luz ni a los pequeños ni a los grandes. Ella avanza en un carro espléndido, al cual se uncen espontáneamente las rubicundas vacas; es ella quien abre el sendero a Surya, el sol, su esposo, el ojo de los dioses, el blanco corcel; es ella quien brilla para los hombres que no son ya, que brilla hoy y que brillará en el lejano futuro sin envejecer ni morir jamás. Su esposo, Surya, la sigue, como un joven sigue a una virgen. Surya de la cabellera de oro, que sale de su regazo mientras las notas jubilosas del canto de los poetas le proclaman por doquiera el animador de la vida y las estrellas, semejantes a ladrones, desaparecen furtivas"
En el lenguaje rigvédico, Usha significa la verdad tanto como la Aurora, según podemos deducir del siguiente verso: "Nuestros padres han hallado la luz oculta; por la rectitud espiritual han hecho nacer la Aurora"
Sección 1.11 Todos somos ángeles
Con la fuerza de los acontecimientos posteriores a mi experiencia con mi amiga Aurora, a quien le gustaba que la llamaran Ángela, me resultó racional contemplar la posibilidad de que los ángeles encarnaran en humanos o que los humanos nos comportáramos cómo si fuésemos ángeles. Por favor, créame que no quiero posar de santo; y según los cánones terrenales establecidos para santificar una persona, estoy muy lejos de ser un santo, a pesar de que mi conducta no lesiona ni material ni emocionalmente a nadie. Sólo quiero asegurarle que es muy grato comportarse como si uno fuera un buen ángel. Eso significa que uno hace cosas sin ningún interés terrenal, pues como es obvio, los placeres de un ángel, son distantes de los intereses netamente humanos.
La razón principal por la que decidí contar mi historia real, que aunque usted no lo crea, le aseguro que no es creación literaria, la conté tal cual sucedió, y quiero decirle que decidí contarla porque cada vez que me he comportado como si fuese un buen ángel he comprendido que el mundo lograría ser diferente si toda la humanidad asumiéramos conducta de buenos ángeles. Prefiero no contar bellas experiencias vividas asumiendo el papel de un ángel, porque resultaría muy vanidoso y chocante para algunos. Además, son muchos que sin jugar a ser ángeles han hecho significativos favores a extraños, desapareciendo sin esperar a escuchar un gracias.
Sección 1.12 ¿Cuántos buenos ángeles se necesitan?
Nuestro planeta Tierra es un ser sensible; como usted y como yo. Los entendidos aseguran que en los últimos segundos el corazón de la Tierra ha efectuado ocho pulsaciones. Cada célula de nuestro cuerpo humano y de todos los seres vivientes está en sincronía con las pulsaciones de la Tierra.
Somos aproximadamente 6.500 (6+5=11) millones de habitantes en este pequeño hogar llamado Tierra. Si tan sólo el 1% del 10% de la población mundial decidimos ser buenos ángeles encarnados en humanos, la Tierra germinará de nuevo.
Estoy hablando de apenas seis millones quinientos mil habitantes (6.500.000), un poco menos que la población de Bogotá-Colombia para cambiar de rumbo.
"El fin del mundo" en realidad significa el inicio de un nuevo mundo. Si ha creído durante algún tiempo que nos dirigimos hacia algo especial, está usted en lo cierto si decide ser uno del 1% del 10% de la población mundial. En realidad no necesitamos ser muchos para re-direccionar a la humanidad.
El caballo blanco del que habla el Apocalipsis y otras mitologías del mundo es, en realidad el humano mismo; él es el verdadero Salvador de esta bella experiencia humana en este bello planeta.
La Era de Acuario, según tradiciones de todo el mundo (las de los sioux, mayas, incas, africanos, hindúes, caldeos, hebreos, griegos, celtas, escandinavos, polinesios, y europeos) indican que es el principio de un tiempo de nueva conciencia planetaria y hermandad de la humanidad.
El Plan Divino del Padre Celestial para la elevación espiritual y evolución física de la humanidad, requiere de nuestra voluntad. Todos podemos y debemos ser ángeles de paz. Una paz de inspiración divina protagonizada por los humanos mediante el uso equilibrado de los dos hemisferios cerebrales.
Qué diferente sería el mundo si todos nos comportásemos como si fuésemos buenos ángeles encarnados en humanos. Imagínese, eso sí sin que nadie lo sepa, que usted decidió que jugaría a ser un ángel encarnado en humano. Insisto en decirle que se asegure de que nadie lo sepa, porque de lo contrario muchos, por no decir todos, abusarían de usted.
Gran favor se hará la humanidad así misma al acoger con beneficio de inventario y carácter crítico los postulados rectores ofrecidos por un bien intencionado humano; en lugar de continuar esperando al Mesías con poderes sobrenaturales que con un simple tronar de dedos le corrija lo que viene pensando, diciendo y haciendo mal. No sea que se extinga esperando a quien no ha de llegar nunca.
Para que Mahoma se hubiera dedicado a la ingente tarea de escribir el sagrado Libro Corán debió haberle sucedido algo similar. Yo creo sinceramente que el ángel Gabriel, que en árabe es Jibrael, no sólo le asignó la tarea de escribirlo, si no que también se lo reveló o recitó. Me gusta leer el sagrado Corán porque es la continuación del Antiguo y Nuevo Testamento de la sagrada Biblia, pero desde una perspectiva diferente. Recuerde que el sagrado Corán nos invita a creer en Dios, en el libro y en los ángeles. Me reconforto espiritualmente leyendo los libros sagrados de todas las religiones del mundo.
Sección 1.13 Nota
Hasta hace muy poco dejé de desear, volver a ver a Aurora para hacerle varias preguntas e imaginé grabar, en secreto, sus respuestas para sustentar mi historia. Hoy [septiembre 29 (2+9=11) de 2008 (2+8=10)] estoy seguro que nada podría responderme, porque ella no era ella. A través de ella el ángel Sarén habló (No estoy seguro que se escriba así). Mirando retrospectivamente, durante el mensaje repetido por tercera vez, ella ignoraba lo que decía mientras hablaba. Quienes no crean que Ángela fue poseída por el espíritu angelical de nombre Sarén, son quienes tienen que demostrar lo contrario. Yo me limito a escribir lo que creo que es bueno para la humanidad. Para mi es más fácil ser el que Soy.
Lo sucedido durante mi estadía de tres años en Aguachica fue incluido en la autobiografía que estoy escribiendo. Las demás inquietudes dejadas en este corto relato le serán resueltas cuando lea toda mi obra literaria pacifista.
A principios de 1998, comencé a escribir con papel y lápiz mis reflexiones pacifistas, tres años después estaba ingresándolas a un computador con la ayuda mecanográfica de mi sobrina Alexandra, al verme solo porque ella se devolvió a vivir con su madre (mi hermana Ninfa) no tuve otra alternativa que continuar solo hasta la fecha. Sin la ayuda del computador hubiese tardado por los menos 10 años más.
Cuando le escuché decir "Usted escribirá un libro que será leído por muchos pueblos, naciones, lenguas y gobiernos." creí que Ángela había enloquecido; pero hoy que dispongo de mi blog (http://www.vivamosampm.blogspot.com) creado el 24 de junio de 2008 con traductor a 24 idiomas y que a escasos tres meses el Geocontador mundial registra la visita de más de 30 países, no me cabe duda que todo su mensaje se cumplirá al pie de la letra. ¡OH Dios, hágase en mí según tu palabra!
Actualmente con la ayuda de un amigo a quien cariñosamente llamo el ángel Webmaster se está construyendo mi página Web: www.vivamosampm.com en la cual publicaré toda mi obra literaria pacifista que bien puede compendiarse en un solo libro impreso.
¿Qué hubiera hecho usted, en mi lugar, frente a los acontecimientos que relato?
(Tema relacionado con "Parte 2 Nuevo Apocalipsis-Profecías del 9-11")
Autor:
Apóstol de Paz Omar Ortiz Esparza http://www.vivamosampm.blogspot.com/
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