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Los milagros de Jesús (página 2)


Partes: 1, 2

Es significativo que la Biblia apela constantemente al reino de la ley en la naturaleza, al tiempo que da fe de la ocurrencia real de los milagros. Ahora bien, la voluntad humana, al actuar sobre fuerzas materiales, interfiere con las secuencias regulares, pero no paraliza las fuerzas naturales o destruye su tendencia innata a actuar de una manera uniforme. Así, un niño, al lanzar una piedra al aire, no altera el orden de la naturaleza o acaba con la ley de gravedad. Sólo se trae una nueva fuerza y contrarresta las tendencias de las fuerzas naturales, así como las fuerzas naturales interactúan y se contrarrestan entre sí, como se demuestra en las bien conocidas verdades del paralelogramo de fuerzas y la distinción entre la energía cinética y potencial. La analogía entre un acto del hombre y un acto de Dios es completa en lo que se refiere a una ruptura en la uniformidad de la naturaleza o una violación de sus leyes. El alcance de la potencia ejercida no afecta el punto en cuestión. Por lo tanto la naturaleza física se presenta como un sistema de causas físicas que producen resultados uniformes, y sin embargo permite la interposición de la acción personal, sin afectar su estabilidad.

Lugar y valor de los milagros en la visión cristiana del mundo

Como la gran objeción a los milagros realmente se basa en opiniones filosóficas falsas del universo, por lo que es necesaria la verdadera visión del mundo para comprender su lugar y su valor.

El cristianismo enseña que Dios creó y gobierna el mundo. Este gobierno es su Providencia, la cual se muestra en el delicado ajuste y subordinación de las tendencias propias de las cosas materiales, dando como resultado la maravillosa estabilidad y armonía que prevalecen en toda la creación física, y en el orden moral, que a través de la conciencia, ha de guiar y controlar las tendencias de la naturaleza del hombre a una completa armonía en la vida humana. El hombre es un ser personal, con inteligencia y libre albedrío, capaz de conocer y servir a Dios, y creado para tal fin. Para él la naturaleza es el libro de la obra de Dios que revela al Creador a través del designio visible en el orden material y por medio de la conciencia, la voz del orden moral, basado en la constitución misma de su propio ser. De ahí que la relación del hombre con Dios es una personal. La Providencia de Dios no se limita a la revelación de sí mismo a través de sus obras. Él se ha manifestado de una manera sobrenatural, lanzando un torrente de luz sobre las relaciones que deben existir entre el hombre y Él mismo. La Biblia contiene esta revelación, y se llama el Libro de la Palabra de Dios, el cual da el registro de la Providencia sobrenatural de Dios conducente a la redención y a la fundación de la Iglesia cristiana. Aquí se nos dice que más allá de la esfera de la naturaleza hay otro reino de la existencia, lo sobrenatural, poblado por seres espirituales y las almas de los difuntos. Ambas esferas, la natural y la sobrenatural, están bajo el dominio de la Providencia de Dios. Así, Dios y el hombre son dos grandes hechos. La relación del alma con su Creador es la religión.

La religión es el conocimiento, el amor y el servicio de Dios; su expresión se conoce como culto, y la esencia del culto es la oración. Así, entre el hombre y Dios hay una constante interacción, y en la Providencia de Dios el medio señalado de esta relación es la oración. Mediante la oración el hombre habla con Dios en los actos de fe, esperanza, caridad y contrición e implora su ayuda. En respuesta a la oración Dios actúa en el alma por su gracia y, en circunstancias especiales, mediante los milagros. De ahí que el gran hecho de la oración, como el nexo de unión del hombre con Dios, implica una intervención constante de Dios en la vida del hombre. Por lo tanto, en la visión cristiana del mundo, los milagros tienen un lugar y un significado. Ellos surgen de la relación personal entre Dios y el hombre. La convicción de que los puros de corazón son agradables a Dios, de algún modo misterioso, es universal; incluso entre los paganos sólo se preparan ofrendas puras para el sacrificio.

Este sentido íntimo de la presencia de Dios puede explicar la tendencia universal a referir todos los fenómenos sorprendentes a causas sobrenaturales. El error y la exageración no cambian la naturaleza de la creencia fundada en la convicción permanente de la Providencia de Dios. San Pablo apeló a esta creencia en su discurso a los atenienses. (57) En el milagro, por lo tanto, Dios subordina la naturaleza física a un propósito más elevado, y este propósito superior es idéntico a los más altos objetivos morales de la existencia. La concepción mecánica del mundo está en armonía con lo teleológico, y cuando el propósito existe, ningún evento es aislado o sin sentido. El hombre es creado por Dios, y un milagro es la prueba y la promesa de Su Providencia sobrenatural. De ahí que podamos entender cómo, en la mentes devotas, incluso hay una presunción a favor y una expectativa de milagros. Ellos muestran la subordinación del mundo inferior al superior; son la ruptura del mundo superior sobre el inferior

Algunos escritores, llevan la visión cristiana al extremo, y dicen que los milagros son necesarios para atestiguar la revelación. Los teólogos católicos, sin embargo, tienen una visión más amplia. Ellos afirman:

1) Que los grandes objetivos principales de los milagros son la manifestación de la gloria de Dios y el bien de los hombres; que los fines particulares o secundarios, subordinados al primero, son confirmar la verdad de una misión o una doctrina de fe o moral, para atestiguar la santidad de los siervos de Dios, para conferir beneficios y reivindicar la justicia Divina.

2) Por lo tanto enseñan que la testificación de la revelación no es el fin primario, sino su fin secundario principal, aunque no el único.

3) Dicen que los milagros de Cristo no eran necesarios, sino "muy adecuados y totalmente acordes con su misión", como un medio para dar fe de su verdad. Al mismo tiempo colocan los milagros entre las evidencias más fuertes y más certeras de la revelación divina.

4) Sin embargo, enseñan que, como evidencias, los milagros no tienen fuerza física, es decir, asentimiento absolutamente coercitivo, sino sólo una fuerza moral, es decir, no le hacen violencia al libre albedrío, aunque su apelación al asentimiento es de la especie más fuerte.

5) Que, como evidencias, no son obrados para mostrar la verdad interna de las doctrinas, sino sólo para dar razones manifiestas de por qué debemos aceptar las doctrinas. De ahí la distinción: "no evident vera, hasta evidenter credibilia", (traducido al español: "No hay evidencia real, hasta evidenciar la credibilidad". Pues la revelación, de la cual dan "fe" los "milagros", contiene doctrinas sobrenaturales por encima de la comprensión de la mente e instituciones positivas en la Providencia sobrenatural de Dios sobre los hombres. Así que no es cierta la opinión de muchos filósofos como Locke y otros, que la doctrina prueba el milagro y no el milagro la doctrina.

6) Finalmente, afirman que los "milagros" en las Sagradas Escrituras y el poder de obrar "milagros" en la Iglesia son de fe divina, no, sin embargo, los milagros en la historia de la Iglesia propiamente dichos. De ahí que enseñan que los primeros son ambos evidencias de fe y objetos de fe; que los últimos son evidencias de propósito para el cual son obrados, no, sin embargo, objetos de fe divina. Por lo tanto esta enseñanza guarda de la otra visión exagerada propuesta recientemente por los escritores no católicos, que afirman que los milagros se consideran ahora no como evidencias sino como objetos de fe.

La Biblia muestra que en todo momento que Dios ha obrado milagros para atestiguar la revelación de su voluntad.

El Antiguo Testamento revela un alto concepto ético de Dios que hace "milagros" para altos fines éticos, y despliega una dispensa de la profecía que conduce a Cristo. "Cristo" hace los "milagros" en cumplimiento de esta profecía. Su respuesta a los mensajeros de San Juan Bautista fue que fueran y le contaran a Juan lo que habían visto. Jesús profesó abiertamente el hacer "milagros". Apela repetidamente a sus "obras" como la prueba más auténtica y decisiva de su filiación divina y de su misión, y por esta razón condena la obstinación de los judíos como inexcusable. Él hizo milagros para establecer el Reino de Dios, les dio a los Apóstoles y a los discípulos el poder de hacer milagros, instruyéndoles por este medio a seguir el mismo método, y prometió que el don de milagros persistiría en la Iglesia. A la vista de sus obras maravillosas, los judíos, y el ciego de nacimiento, confiesa que hay que atribuirlos al poder divino.

El testimonio de los Apóstoles sobre los milagros es doble:

a) Ellos predicaron los "milagros de Cristo", especialmente las de Resurrección. Así San Pedro habla de los "milagros, prodigios y señales" que Jesús hizo como un hecho bien conocido para los judíos, y como publicados a través de Galilea y Judea. Los Apóstoles se declaran a sí mismos testigos de la Resurrección de Cristo, dicen que la característica de un apóstol es que sea un testigo de la Resurrección, y su predicación en Jerusalén se basa casualmente en eso, en la Resurrección; también en Antioquía, en Atenas, en Corinto, en Roma, y en Tesalónica;

b) Ellos mismos obraron milagros, prodigios y señales en Jerusalén, sanaron a los enfermos, y expulsaron demonios, resucitaron a los muertos. San Pablo llama la atención a los cristianos de Roma a sus propios milagros, se refiere a los muy conocidos milagros realizados en Galacia, invita a los cristianos de Corinto a ser testigos de los milagros que obró entre ellos como señales de su apostolado, y le da al don de milagros un lugar en la economía de la fe cristiana. Así los Apóstoles obraron milagros en sus viajes misioneros en virtud del poder que recibieron de Cristo confirmado después de su Resurrección.

Lugar y valor de los milagros de los Evangelios

Al estudiar los milagros de los Evangelios quedamos impresionados por los relatos dados de su multitud, y por el hecho que los evangelistas narran en detalle sólo una muy pequeña proporción de ellos; los Evangelios hablan sólo en términos muy generales de los milagros que Cristo realizó en los grandes viajes misioneros a través de Galilea y Judea. Leemos que la gente, al ver las cosas que Él hacía, le seguían en tropel, de modo que no podía entrar en las ciudades, y su fama se extendió desde Jerusalén a través de Siria. Su reputación era tan grande que los sumos sacerdotes en consejo hablaban de Él como alguien que "hace muchos milagros"; los discípulos de Emaús, como el "profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y todo el pueblo", y San Pedro se lo describe a Cornelio como el predicador que hace prodigios. Los evangelistas hicieron una selección de la gran cantidad de acontecimientos milagrosos que rodean la persona de Nuestro Señor. Es cierto que era imposible narrarlos todos. Sin embargo, podemos ver en los milagros narrados un doble motivo para la selección.

El gran propósito de la redención fue la manifestación de la gloria de Dios en la salvación del hombre a través de la vida y obra de su Hijo encarnado. Por lo tanto, es la obra suprema de la Providencia de Dios sobre los hombres. Esto explica la vida y enseñanzas de Cristo, y nos permite comprender el alcance y el plan de sus milagros. Se pueden considerar en relación con el oficio y persona de Cristo como Redentor.

Por lo tanto:

a) tienen su origen en la unión hipostática y siguen en la relación de Cristo como Redentor con el hombre. En ellos podemos ver referencias a la gran obra de redención que Él vino a realizar. Por lo tanto los evangelistas conciben el poder milagroso de Cristo como una influencia que irradia de Él, y los teólogos llaman a los milagros de Cristo obras teándricas[19]

b) Su objetivo es la gloria de Dios en la manifestación de la gloria de Cristo y en la salvación de los hombres. San Juan abre su Evangelio con la Encarnación del Verbo Eterno y añade "vimos su gloria". (58) De ahí que San Ireneo y San Atanasio, enseñen que las obras de Cristo fueron las manifestaciones del Verbo Divino quien al principio hizo todas las cosas y quien en la Encarnación desplegó su poder sobre la naturaleza y el hombre, como una manifestación de la nueva vida impartida al hombre y una revelación del carácter y propósitos de Dios. Las repetidas referencias a la "gloria de Cristo" en los Hechos y en las Epístolas tiene relación con sus milagros. La fuente y propósito de los milagros de Cristo es la razón para su íntima conexión con su vida y enseñanza. El propósito de los milagros fue una misión salvadora y redentora, como lo fue la doctrina y la vida del eterno Hijo de Dios;

c) Su motivo fue la misericordia; la mayoría de los milagros de Cristo fueron obras de misericordia. No fueron realizados con miras a sobrecoger a los hombres por el sentimiento de omnipotencia, sino mostrar compasión por la humanidad pecadora y doliente. No deben ser considerados como actos de simpatía aislados o transitorios, sino como impulsados por una misericordia profundo y permanente que caracteriza al oficio de Salvador. La redención es una obra de misericordia, y los milagros revelan la misericordia de Dios en la obra de Su Hijo encarnado;

d) Por lo tanto podemos ver en ellos un carácter simbólico. Eran signos, y en un sentido especial significaron, por el lenguaje típico de los hechos externos, la renovación interior del alma. Así, al comentar sobre el milagro del hijo de la viuda de Naím, San Agustín dice que "Cristo" resucitó a tres de la muerte del cuerpo, pero a miles de la muerte del pecado a la vida de la gracia divina;

El alivio que Cristo le trajo al cuerpo representó la liberación. Él estaba trabajando en las almas. Sus milagros de curaciones y sanaciones fueron la imagen visible de su obra espiritual en la guerra con el mal. Estos milagros, que se resumen en la respuesta de Jesús a los mensajeros de Juan, son explicados por los Padres de la Iglesia con referencia a los males del alma. El "motivo y el significado de los milagros explican la moderación que Cristo mostró en el uso de su poder infinito". Reposo en la fuerza es un rasgo sublime en el carácter de Jesús, el cual proviene de la posesión consciente del poder que debe utilizarse para el bien de los hombres. Todo lo que Él hizo tiene un significado cuando se mira en la relación de Cristo con el Hombre. En la clase conocida como los milagros de poder, Jesús no muestra una simple superioridad mental y moral sobre los hombres ordinarios. En virtud de su misión redentora Él prueba que Él es el Señor y el Maestro de las fuerzas de la naturaleza. Así, con una palabra calma la tempestad, con una palabra multiplicó unos pocos panes y peces para que miles festejaran y se saciaran, con una palabra curó leprosos, expulsó demonios, resucitó los muertos a la vida, y, finalmente, le puso el gran sello a su misión al resucitar de la muerte, como había anunciado explícitamente;

e) Por lo tanto "los milagros de Cristo" tienen una importancia doctrinal. Ellos tienen una conexión vital con su enseñanza y su misión, ilustran la naturaleza y el propósito de su reino, y muestran una relación con algunos de las más grandes doctrinas y principios de su Iglesia. Su catolicidad se muestra en los milagros del siervo del centurión y la mujer sirofenicia. Los milagros sabáticos revelan su propósito, es decir, la salvación del hombre, y demostrar que el Reino de Cristo marca el paso de la antigua Ley. Sus milagros enseñan el poder de la fe y la respuesta dada a la oración. La verdad central de su enseñanza fue su vida. Él vino a dar vida a los hombres, y enfatiza esta enseñanza resucitando a los muertos, especialmente en el caso de Lázaro y su propia Resurrección.

La enseñanza sacramental de los milagros se manifiesta en el milagro de Caná, en la curación del paralítico, para demostrar que tenía el poder de perdonar los pecados y utilizó este poder y se lo dio a los Apóstoles. Por último, el elemento profético de la suerte del individuo y de la Iglesia se muestra en los milagros de aquietar la tempestad, de Cristo sobre las aguas, del saque de los peces, de la dracma y la higuera estéril. Jesús hace del milagro de Lázaro, el tipo de la resurrección general, al igual que los Apóstoles toman la Resurrección de Cristo para denotar la salida del alma de la muerte del pecado a la vida de la gracia, y para ser una promesa y profecía de la victoria sobre el pecado y la muerte y de la resurrección final.

Providencias especiales

La oración es una gran realidad, que se expresa de una manera persistente, y entra íntimamente en la vida de la humanidad. Tan universal es el acto de oración que parece un instinto y una parte de nuestro ser. Es el hecho fundamental de la religión y la religión es un fenómeno universal de la raza humana. La filosofía cristiana enseña que, en su naturaleza espiritual el hombre es hecho a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto su alma se vuelve instintivamente a su Creador en aspiraciones de culto, de esperanza y de intercesión.

El valor real de la oración ha sido un tema vital para la discusión en los tiempos modernos. Algunos sostienen que su valor reside únicamente en que es un factor en la cultura de la vida moral, que da el tono y la fuerza de carácter. Así, el profesor Tyndall, en su famoso discurso de Belfast[20]propuso este punto de vista, y sostiene que la ciencia moderna ha demostrado que el valor físico de la oración es increíble. Basó su afirmación en la uniformidad de la naturaleza. Pero ya no se sostiene que esta base sea un obstáculo a la oración por beneficios físicos.

Ahora la filosofía cristiana enseña que Dios, en respuesta a la oración, no sólo confiere favores espirituales sino que a veces interfiere con el curso ordinario de los fenómenos físicos, de modo que, como resultado, eventos particulares suceder lo contrario de lo que deberían. Esta interferencia se lleva a cabo en los milagros y providencias especiales.

Cuando nos arrodillamos a rezar no siempre le pedimos a Dios que obre milagros o que nuestras vidas sean prodigios constantes de su poder. El sentido de nuestra pequeñez le da un espíritu humilde y reverencial a nuestra oración. Confiamos en que Dios, a través de Su infinito conocimiento y poder, realizará lo que pedimos de algún modo mejor conocido para Él. Por lo tanto, por providencias especiales nos referimos a los acontecimientos que suceden en el curso de la naturaleza y de la vida a través de la instrumentalidad de las leyes naturales. No podemos discernir en el propio evento o en su forma de ocurrir cualquier desviación del curso de las cosas conocidas. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que los eventos se forman en respuesta a nuestra oración. Las leyes de la naturaleza son invariables, sin embargo, un factor importante que no se debe olvidar: que las leyes de la naturaleza pueden producir un efecto, las mismas condiciones deben estar presentes. Si las condiciones varían, los efectos también varían. Al alterar las condiciones, otras tendencias de la naturaleza se hacen predominantes, y las fuerzas que de otro modo realizarían sus efectos ceden a las fuerzas más fuertes. De esta manera nuestra voluntad interfiere con el funcionamiento de las fuerzas naturales y con las tendencias humanas, como se demuestra en nuestras relaciones con los hombres y en la ciencia del gobierno.

Ahora bien, si tal poder recae en los hombres, ¿puede Dios hacer menos?. ¿No podemos creer que, en nuestra oración, Dios puede hacer que las condiciones de los fenómenos naturales se combinen de modo que, a través de su agencia especial, podamos obtener el deseo de nuestro corazón, y sin embargo, de manera que, para el observador común, el evento ocurra en su lugar y hora ordinarios? Para el alma devota, sin embargo, todo es diferente. Reconoce el favor de Dios y está devotamente agradecida por el cuidado paternal. Sabe que Dios ha ocasionado el asunto de alguna manera. Cuando, por lo tanto, oramos por la lluvia, o para evitar una calamidad, o para evitar los estragos de la peste, no pedimos tanto por milagros o signos de su omnipotencia; le pedimos que Él, que tiene el cielo en sus manos y escudriña el abismo, escuchará nuestras peticiones y, en su buen y propio modo, conseguirá la respuesta que necesitamos.

Fuente: Driscoll, John T.: "The Catholic Encyclopedia", (En español: "Enciclopedia Católica". Vol. 10. 1911. New York, EE.UU. Ed. Robert Appleton Company. http://www.newadvent.org/cathen/10338a.htm. Traducido por Luz María Hernández Medina[21]

Los milagros realizados por Jesús

Los milagros de Jesús son los hechos sobrenaturales que se atribuyen a Jesucristo en el curso de su vida terrenal y que han sido recogidos en los Evangelios canónicos. Estos milagros se pueden clasificar en cuatro grupos: las curaciones, exorcismos, la resurrección de los muertos y el control sobre la naturaleza. El número exacto de los milagros depende de cómo se cuentan los milagros, por ejemplo, en el milagro de la hija de Jairo, donde una mujer se cura y una niña es resucitada, pero los dos acontecimientos son narrados en los mismos párrafos de los Evangelios, y por lo general de forma conjunta, y el hecho de que la niña tenía 12 años y la mujer había estado enferma durante 12 años ha sido objeto de diversas interpretaciones.

Estos milagros causaban la indignación de los escribas y los maestros de la ley.

En esos tiempos, los escribas, fariseos y otros, atribuyeron a una confabulación con Belcebú este poder de expulsar a los demonios. Jesús se defendió enérgicamente de estas acusaciones. (59) Según los relatos evangélicos, Jesús no sólo tenía el poder de expulsar demonios, sino que transmitió ese poder a sus seguidores. (60) Incluso se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor de Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre. (61)

Según lo escrito en Mateo (62), Corazín, Betsaida y Cafarnaún ?también llamada Capernaúm?, son las ciudades donde Jesús realizó la mayor parte de sus milagros, debido a que estos todavía no se arrepentían de sus pecados.

Según Juan (63) , Jesús les pide a los apóstoles que crean por esas obras porque es el Padre (Dios) quien las realiza en él. También les dice que todo lo que pidan al Padre en su nombre él lo hará, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Una parte importante en la aceptación que Jesús encontró fue por la abundancia de milagros que hacía. Jesús rodea su predicación del reino de muchas curaciones y expulsiones de demonios.

Es significativa la cantidad de milagros destinada a sanar las enfermedades. El dolor es un efecto del pecado de origen. Cristo, al vencer al dolor, quiere demostrar que viene a vencer a su causa que es el pecado. No sana todas las enfermedades, sólo unas pocas, aunque sean cientos. Porque el dolor se va a convertir en instrumento del amor más grande. Gran misterio el del dolor; pero mayor aún el del amor que, en el dolor, no deja de querer. Jesús dará a conocer su mesianidad por medio de los milagros, pero cada milagro será un signo elocuente de lo que viene a traer al mundo: una felicidad nueva, traída por un amor generoso y fuerte, que llega de lo Alto.

Los milagros de Jesús registrados en el Nuevo Testamento son más que maravillas: son señales. Él los realizó para exhortar a hombres y mujeres a que creyesen en Él para vida eterna. Sanó a un paralítico para afirmar su derecho a perdonar pecados. Alimentó a miles de personas con el almuerzo de un muchacho, preparando así el escenario para afirmar que era el "Pan de vida". Caminó sobre el agua, calmó mares embravecidos, sanó a los enfermos, restauró manos y piernas paralizadas, dio vista a los ciegos y oído a los sordos, y hasta resucitó de los muertos a un hombre embalsamado de nombre Lázaro. Una de las razones por las que Jesús hizo milagros fue para apoyar su afirmación de que era Dios. El apóstol Juan escribió: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre". (64)

Muchos fueron los milagros que Jesús realizó, en las Sagradas Escrituras sólo se cuentan cuarenta; sin embrago, sabemos a ciencia cierta que fueron muchos más; y estos pueden dividirse en cinco grupos: 1) Milagros sobre la naturaleza; 2) Milagros de curación física; 3) Milagros de liberación demoníaca; 4) Milagros de victorias sobre voluntades hostiles; y, 5) Milagros sobre Resurrecciones.

1) Milagros sobre la naturaleza:

? En la que Jesús transforma el agua en vino, realizada en las Bodas de Caná; Milagro por intercesión de la Virgen: El primer milagro que nos relata el Evangelio, la misma que la realiza en las Bodas de Caná; (65)

? La primera pesca milagrosa; (66)

? Jesús calma la Tempestad; (67)

? Jesús alimentó cinco mil hombres sin contar mujeres, ni niños; (68)

? Camina sobre las aguas; (69)

? Jesús alimentó a cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños; (70)

? Jesús hace aparecer una moneda dentro de un pez; (71)

? Jesús causó que la higuera estéril se secara; (72)

? La segunda gran pesca milagrosa. (73)

2) Milagros de curación física:

Jesús hizo muchísimas sanaciones milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle, pero si se relatan las siguientes:

? Jesús sanó al hijo de un oficial del rey; (74)

? Jesús sana a la suegra de Pedro de una terrible fiebre; (75)

? Jesús sana a un leproso; (76)

? Jesús sana a un paralítico; (77)

? Sanación del paralítico de Betesdá; (78)

? Jesús restaura una mano seca de un hombre; (79)

? Jesús sanó al sirviente del centurión; (80)

? Jesús sanó a un ciego; (81)

? Jesús sana a la mujer del flujo de sangre; (82)

?  Jesús sana la vista de dos ciegos; (83)

? Jesús hace hablar a un sordomudo; (84)

? El paralítico de Betesdá, es sanado; (85)

? Jesús sanó a un ciego de nacimiento; (86)

? Jesús sanó a una mujer que padecía de espíritu de enfermedad por dieciocho años; (87)

? Jesús sanó a un hidrópico; (88)

? Jesús sanó a diez leprosos; (89)

? Jesús sana a un ciego de Jericó; (90)

? El siervo que perdió la oreja. (91)

3) Milagros de liberación demoniaca: (exorcismos con manifestaciones físicas).Las formulas generales para exorcizar (92); y, el pasaje de Mateo (93); "le trajeron muchos endemoniados", demuestran que endemoniados eran numerosos en la vida pública de Jesús. Algunos casos fueron contados con detalle.

? El endemoniado de Capernaum; (94)

? Los endemoniados gergesenos; (95)

? Endemoniado mudo; (96)

? Hija de la mujer cananea; (97)

? El niña lunática; (98)

? El sano un muchacho lunático; (99)

? Jesús sanó a una mujer que padecía de espíritu de enfermedad por dieciocho años. (100)

4) Milagros de Victorias sobre voluntades hostiles:

En algunos casos en los que Jesucristo ejerció poder extraordinario sobre sus enemigos no está claro si fue por intervención de poder divino o por los efectos naturales de la ascendencia de su extraordinaria voluntad humana sobre la de aquellos hombres.

? Los judíos no arrestan a Jesús porque la hora no había llegado; (101)

? O a veces no lo arrestaban porque se escondía de los judíos; (102)

Hay dos casos en que parece que se trata del ejercicio de su poder:

1) Cuando saca los vendedores del Templo; (103)

2) El episodio de su escape de la turba hostil en Nazaret; (104)

5) Milagros sobre Resurrecciones:

Jesús respondió a los enviados de Juan Bautista: "Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva". (105) La forma general en que habla de resurrecciones hace pensar que Jesús resucitó a muchos más de los tres que no aparecen en el Evangelio:

? Él resucita a la hija de Jairo; (106)

? Hijo de la viuda de Naim; (107)

? Jesús resucitó a Lázaro de entre los muertos; (108)

Fuente: http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia.

A manera de conclusión

El Milagro: Manifestación del poder divino de Jesucristo.

Si observamos atentamente los "milagros, prodigios y señales" con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros y señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre.

Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del "Hijo del hombre – Hijo de Dios", cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

Los Milagros: Signos del Amor de Dios.

"Signos" de la omnipotencia divina y del poder salvífico del Hijo del hombre, los milagros de Cristo ?narrados en los Evangelios? son también la revelación del amor de Dios hacia el hombre, particularmente hacia el hombre que sufre, que tiene necesidad, que implora la curación, el perdón, la piedad. Son, pues, "signos" del amor misericordioso proclamado en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Los milagros, por tanto, son "para el Hombre". Son obras de Jesús que, en armonía con la finalidad redentora de su misión, restablecen el bien allí donde se anida el mal, causa de desorden y desconcierto.

Un estudio atento de los textos evangélicos nos revela que ningún otro motivo, a no ser el amor hacia el hombre, el amor misericordioso, puede explicar los "milagros y señales" del Hijo del hombre. En el Antiguo Testamento, Elías se sirve del "fuego del cielo" para confirmar su poder de profeta y castigar la incredulidad/

Todo lo que El hace, también en la realización de los milagros, lo hace en estrecha unión con el Padre. Lo hace con motivo del reino de Dios y de la salvación del hombre. Lo hace por amor.

Por esto, y al comienzo de su misión mesiánica, rechaza todas las "propuestas" de milagros que el Tentador le presenta, comenzando por la del trueque de las piedras en pan. El poder de Mesías ("Cristo") se le ha dado no para fines que busquen sólo el asombro o al servicio de la vanagloria. El que ha venido "para dar testimonio de la verdad", es más, el que es "la verdad", obra siempre en conformidad absoluta con su misión salvífica.

Todos sus "milagros y señales" expresan esta conformidad en el cuadro del "misterio mesiánico" del Dios que casi se ha escondido en la naturaleza de un Hijo del hombre, como muestran los Evangelios, especialmente el de Marcos. Si en los milagros hay casi siempre un relampagueo del poder divino, que los discípulos y la gente a veces logran aferrar, hasta el punto de reconocer y exaltar en Cristo al Hijo de Dios, de la misma manera se descubre en ellos la bondad, la sobriedad y la sencillez, que son las dotes más visibles del "Hijo del hombre".

El mismo modo de realizar los milagros hace notar la gran sencillez, y se podría decir humildad, talante, delicadeza de trato de Jesús. Desde este punto de vista pensemos, por ejemplo, en las palabras que acompañan a la resurrección de la hija de Jairo: "La niña no ha muerto, duerme", como si quisiera "quitar importancia" al significado de lo que iba a realizar. Y, a continuación, añade: "Les recomendó mucho que nadie supiera aquello".

Si Jesús realiza en sábado algunos de sus milagros, lo hace no para violar el carácter sagrado del día dedicado a Dios sino para demostrar que este día santo está marcado de modo particular por la acción salvífica de Dios. "Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también". Y este obrar es para el bien del hombre; por consiguiente, no es contrario a la santidad del sábado, sino que más bien la pone de relieve: "El sábado fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por el sábado. Y el dueño el sábado es el Hijo del hombre".

Milagros: Un llamado a la Fe.

Los "milagros y los signos" que Jesús realizaba para confirmar su misión mesiánica y la venida del reino de Dios, están ordenados y estrechamente ligados a la llamada a la fe. Esta llamada con relación al milagro tiene dos formas: la fe precede al milagro, más aún, es condición para que se realice; la fe constituye un efecto del milagro, bien porque el milagro mismo la provoca en el alma de quienes lo han recibido, bien porque han sido testigos de él.

Es sabido que la fe es una respuesta del hombre a la palabra de la revelación divina. El milagro acontece en unión orgánica con esta Palabra de Dios que se revela. Es una "señal" de su presencia y de su obra, un signo, se puede decir, particularmente intenso. Todo esto explica de modo suficiente el vínculo particular que existe entre los "milagros?signos" de "Cristo" y la fe: vínculo tan claramente delineado en los Evangelios.

Efectivamente, encontramos en los Evangelios una larga serie de textos en los que la llamada a la fe aparece como un coeficiente indispensable y sistemático de los milagros de Cristo. Al comienzo de esta serie es necesario nombrar las páginas concernientes a la Madre de Cristo con su comportamiento en Caná de Galilea, ?y aún antes y sobre todo? en el momento de la Anunciación. Se podría decir que precisamente aquí se encuentra el punto culminante de su adhesión a la fe, que hallará su confirmación en las palabras de Isabel durante la Visitación: "Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se te he dicho de parte del Señor".

Sí, María ha creído como ninguna otra persona, porque estaba convencida de que "para Dios nada hay imposible". Y en Caná de Galilea su fe anticipó, en cierto sentido, la hora de la revelación de Cristo. Por su intercesión, se cumplió aquel primer "milagro?signo", gracias al cual los discípulos de Jesús "creyeron en él". Si el Concilio Vaticano II enseña que María precede constantemente al Pueblo de Dios por los caminos de la fe, podemos decir que el fundamento primero de dicha afirmación se encuentra en el Evangelio que refiere los "milagros?signos" en María y por María en orden a la llamada a la fe.

Nótese cómo en la narración evangélica se pone continuamente de relieve el hecho de que Jesús, cuando "ve la fe", realiza el milagro. Esto se dice expresamente en el caso del paralítico que pusieron a sus pies desde un agujero abierto en el techo. Pero la observación se puede hacer en tantos otros casos que los evangelistas nos presentan. El factor fe es indispensable; pero, apenas se verifica, el corazón de Jesús se proyecta a satisfacer las demandas de los necesitados que se dirigen a Él para que los socorra con su poder divino.

Una vez más constatamos que, como hemos dicho al principio, el milagro es un "signo" del poder y del amor de Dios que salvan al hombre en Cristo. Pero, precisamente por esto es al mismo tiempo una llamada del hombre a la fe. Debe llevar a creer sea al destinatario del milagro sea a los testigos del mismo.

Esto vale para los mismos Apóstoles, desde el primer "signo" realizado por Jesús en Caná de Galilea; fue entonces cuando "creyeron en Él". Cuando, más tarde, tiene lugar la multiplicación milagrosa de los panes cerca de Cafarnaum, con la que está unido el pre?anuncio de la Eucaristía, el evangelista hace notar que "desde entonces muchos de sus discípulos se retiraron y ya no le seguían", porque no estaban en condiciones de acoger un lenguaje que les parecía demasiado "duro". Entonces Jesús preguntó a los Doce: "¿Queréis iros vosotros también?"; respondió Pedro: "Señor, ¿a quién iríamos?. Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios".

Así, pues, el principio de la fe es fundamental en la relación con Cristo, ya como condición para obtener el milagro, ya como fin por el que el milagro se ha realizado. Esto queda bien claro al final del Evangelio de Juan donde leemos: "Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de los discípulos que no están escritas en este libro; y éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre".

Amén.

Citas bíblicas

  • (1) Jn. 11:1-46; Jn. 11.28.44; (2)R.17:9-22; (3) Mt. 14:15-21; Mr. 6:32-44; Lc. 9:1317; Jn. 6:315; (4) Jn. 2:1-11; (5)R. 6:5-7; (6) Dn. 3:10-30; (7) Ex. 8:19; Lc. 11,20; (8)S. 5:6; (9) Esd. 8:31; (10) Lc. 7:11-18; (11) Jn. 9:1-14; (12) Lc. 5:12-14; (13) Dn. 3:10-30; (14) Hch. 12:4-11; (15) Ex. 7; (16)R. 17; (17) 2 R. 5:8-25; (18) Hch. 2:43; (19) Hch. 3:9; (20) Hch. 19; (21) Gál. 3:5; (22) 2 R. 2:8; (23) 2 R. 13:14; (24) Mt. 9:21; Mr. 5:28; (25) Hch. 19:12; (26) Nm. 21:9; (27) Dn. 5; (28)Cr. 6:7; (29) 2 R. 5:14; (30) Jn. 5:2-7; (31) Jn. 11:1-46; Jn. 11.28.44; (32) Jn. 2:1-11; (33) Éx. 7 – 10; (34)R. 18:21-38; (35) 2 Rey. 5; (36) Mt. 9:8; (37) Lc. 18,43; (38) Mt. 15:31, Lc. 19:37; (39) Hch. 4:21; (40) Éx. 4; (41) 1 R. 17:24; (42) Jn. 6:14; (43) Lc. 7:16; (44) Jn. 2:11; (45) Jn. 3:1, 2; (46) Jn. 11:28-44; (47) Jn. 5:36; (48) Jn. 15:24; (49) Jn. 17:8; (50) Mc. 16:16, 17; (51) Jn. 20:31; Hch. 10:38; (52) 2 Co. 12:12; (53) Éx. 8:19; (54) Mt. 8:31; (55) Mt. 24:24; (56) Ap. 9:14; (57) Hch.  17; (58) Jn. 1;14; (59) Mt 9:32-34Mt 12:22-30; Mc 3:22-27Lc 11:14-15, 11:17-23; (60) Lc 10:17-20; (61) Mc 9:38-40; (62) Mt. 11:20-24; (63) Jn.14:10-14; (64) Jn. 20:30, 31; (65) Jn. 2:1-11; (66) Lc. 5:1-11; (67) Mt. 8:23-27; Mr. 4:3541; Lc. 8:2225; (68) Mt. 14:15-21; Mr. 6:32-44; Lc. 9:1317; Jn. 6:315; (69) Mt. 14:22-32; Mc. 6:47-51; Jn. 6:16-21; (70) Mt. 15:32-39; Mr. 8:110; (71) Mt 17:27; (72) Mt. 21:19-22; Marcos 11:18-26; (73) Jn. 21:1-14; (74) Jn. 4:46, 47; Jn. 4:46-53; (75) Mt. 8:14, 15; Mr. 1:30, 31; Lc. 4:38, 39; (76) Mt. 8:1-4; Mr. 1:40-45; Lc. 5:1216; (77) Mt. 9:1-8; (78) Jn. 5:1-9; (79) Mt. 12:10-13; Mr. 3:1-5; Lc. 6:6-10; (80) Mt. 8:5-13; Lc. 7:1-10; (81) Mr. 8:22-26; (82) Lc. 8:43-48; Mt. 9:20-22, Mr. 5:25-34, Lc. 8:43-48; (83) Mt. 9:27-31; (84) Mt. 9:32, 33; Mc. 7:3137; (85) Jn. 5:1-9; Jn. 5:1-15; (86), Jn. 9:1-11; (87) Lc. 13:10; (88) Lc. 14:1-4; (89) Lc. 17:11-19; (90) Mt. 20:29-34; Mc. 10:46-52; Lc. 18:35-43; (91) Lc.. 22:50, 51; (92) Mc. 1:32-34; (93) Mt. 8:16; (94) Mc. 1:21-27; Lc. 4:31-35; (95) Mt. 8:27-32; Mc. 5:6-17; (96) Mt. 9:32-34; (97) Mt. 15:22-28; Mc. 7:25-30; (98) Mt. 17:15-18; Mc. 9:17-27; Lc. 9:37-42; (99) Mt. 17:14-21; (100) Lc. 13:10; (101) Jn.7:30-44; 8:20; (102) Jn. 8:59; (103) Jn. 2; Mt 21; Mc. 11; Lc. 19; (104) Lc. 4; (105) Mt. 11; Lc. 7:22; (106) Mt. 9:18-26; Mr.5.35.43; (107) Lc. 7:11-15; (108) Jn. 11:28-44.

Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA.

1) ANSÓN, Francisco: 2003. "Tres milagros para el siglo XXI". 5tª edición. 20013. Bs. As., Argentina.

2) KEENER, Carig S.: "The Credibility of the New Testament Accounts", (En español: "La credibilidad de los relatos del nuevo testamento". 2011. Oxford, EE.UU. Ed. Baker Books.

ENLACES.

Cajamarca, 29 de Octubre del 2014.

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* El Dr. Navarrete Obando, Luis Alberto, es Abogado de Profesión; Ex – Catedrático Principal de la Universidad Nacional de Cajamarca; Catedrático invitado de la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de Trujillo (http://www.pg.unitru.edu.pe/); Condecorado como "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional de Trujillo (La Libertad-Perú) (http://unitru.edu.pe/); Catedrático Honorífico por la Universidad Nacional Autónoma de México, D.F. México; Condecorado como "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional Autónoma de México, D.F. México; Ensayista, Escritor, Poeta e Historiador autodidacta; Magister en Educación Universitaria por la Universidad Nacional de Trujillo; Doctor en Educación Universitaria por la Universidad de Sao Paulo –

Brasil; Doctor en Investigación Universitaria por la Universidad de La Habana – Cuba; Doctor en Teología, Filosofía y Humanidades por la Universidad La Salle, Barcelona – España; con estudios en Teología, Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo, Lima – Perú; colaborador de las Revistas Virtuales de http://www.monografias.com (Universidad de Madrid, España); http://[email protected] (Universidad de La Habana, Cuba); http://unam.mx; http://www.contacto@servidor.unam.mx (Universidad Nacional Autónoma de México); http://www.unim.it (Universidad de Milán, Italia); http://www.derechoycambiosocial.com y http://[email protected] (Revista Virtual especializada en temas de Derecho, Sociales, Culturales, Literarios, Económicos, entre otros); http://[email protected] y/o http://proups.msn.com; (Revista Virtual CIENCIAs JURÍDICAs & POLÍTICAs); Consultor Permanente de la UNESCO, en representación de la Universidad UNAM de México, en temas de Educación, Cultura y Desarrollo Social para América Latina y El Caribe (http://www.unesco.org.pe); colaborador en la elaboración del "Diccionario Histórico Jurídico" de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México" y en el "Anuario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación" (http://[email protected]) de dicho país; Miembro Numerario de la "Sociedad Latinoamericana Iusfilosófica" (http://sli.org.es/); Miembro Numerario de la "Sociedad Peruana de Leyes" (http://www.spda.org.pe/); Aprobación y aplicación de la materia jurídica "Epistemología Jurídica" por la Universidad de Milán, Italia (http://www.unim.it); incorporado como "Honorarium Member" por la "Federal Association of Lawyers of Los Angeles (EE.UU); colaborador en diferentes Diarios y Revistas especializadas en Perú (http://www.elperuano.com.pe; http://www.la republica.com.pe; http://www.elcomercio.com.pe); y, columnista en el Diario Oficial "Panorama Cajamarquino" (Derecho y Sociedad – (http://[email protected]; http://[email protected]), (http://[email protected]); Director de la "Fundación para el Desarrollo y Bienestar Familiar" – FUNDEBIF (http://www.fundebif.org.com.pe; [email protected]); Gerente General del Estudio Jurídico Contable: NAVARRETE & OBANDO – ASESORES, CONSULTORES & ANALISTAS (http://www.navarreteabogados.org.com.pe; [email protected]). Publicación de Libros especializados en materia de Derecho; publicación de Libros de naturaleza social y Poemarios. Ganador del Poeta más joven del Perú; Ganador de los XII Juegos Florales Universitarios del Perú; y, Ganador de los I Juegos Florales Universitarios Latinoamericanos (Chile); En talleres, el Ensayo: "La Revolución Campesina del Valle Chicama".

® Derechos reservados de Autor, registrado en INDECOPI; "Derecho y Sociedad", Código de marca registrada LANO-CPP-1420-P.

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"Con el mayor cariño, a mi hijo Luis Ernesto Navarrete Araujo, experiencia personal resultado de un Milagro de Dios"

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando*

ABOGADO – DOCENTE UNIVERSITARIO – ESCRITOR

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[1] DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMÍA ESPAÑOLA. 2013. Madrid, España. Ed. Larousse. S.R.L.

[2] SOCA, Ricardo: “Etimología de la palabra Milagro”. 2011. Madrid, España.

[3] CASES, Enrique. Disponible en: Catholic.net – Los milagros de Jesús, https://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/553/…/articulo.php?id…

[4] DICCIONARIO CATÓLICO. 2012. Madrid, España.

[5] BETHIER, René: “101 Reponses a the Organization of the United Nations”, (En español: “101 respuestas a la Organización de las Naciones Unidas”. 1977. Ed. Hachette.

[6] RIVAS, Luis H.: “Diccionario para el Estudio de la Biblia”. 2010. Barcelona, España. Ed. Amico.

[7] TERNANT, Paul: “Vocabulario de Teología Bíblica: Vocablo.- “Milagro”. 18a. edición. 2001. Barcelona, España. Biblioteca Herder.

[8] Tomás de Aquino: “Suma teológica”. I parte. S. XIII.

[9] Concilio Vaticano II, promulgado en Roma por Pablo VI (7 de diciembre de 1965). “Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”.

[10] RIVAS, Luis H.: Ob. Cit.

[11] Tomás de Aquino: Ob. Cit.

[12] Everett en su obra: “The Psychologic Elem (power) of Religion Faith”, (traducido al español: “El Elem (poder) sicológico de fe y de la religión”. 1902. New York, EE.UU.

[13] BABBAGE, Charles: “Concepción de lo sobrenatural de los milagros”. 1879. Londres, Inglaterra

[14] SPINOSA, Baruch: “Los milagros como experiencia personal”. 1656. Ámsterdam, Países Bajos.

[15] El deísmo es la postura filosófica que acepta el conocimiento de la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón y la experiencia personal, en lugar de hacerlo a través de los elementos comunes de las religiones teístas como la revelación directa, la fe o la tradición. Dios es un Creador u Organizador del universo, es la Primera Causa. En palabras más sencillas: un deísta es aquel que se inclina a aseverar la existencia de Dios, pero no practica ninguna religión, y además niega la intervención de Dios en el mundo. Disponible en: Glosario de filosofía ? Deísmo, http://www.webdianoia.com/glosario/display.php?action=view&id=78…

[16] Delitzsch: “Deep Gulf between the Old and the Modem Theology”, (Traducido al español: “Hoyo profundo entre la antigua y la teología de moderna”), 1890. Munich, Alemania.

[17] MILL, John Stuart: “La Lógica y la Libertad”. 1851. Londres, Inglaterra.

[18] El noúmeno (del griego “noúmenon”: “lo pensado” o “lo que se pretende decir”"), en la filosofía de Immanuel Kant, es un término problemático que se introduce para referir a un objeto no fenoménico, es decir, que no pertenece a una intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible. Disponible en: Fenómeno y Noúmeno, diferencias, http://www.encuentroalternativo.com/fenomeno-y-noumeno-diferencias/.

[19] “Teándrico” es una palabra que se emplea a veces para indicar lo que es a un tiempo humano y divino. Igualmente se ha llamado operación teándrica la que pertenece al hombre y a Dios. Esta terminología envuelve con frecuencia el equívoco, por cuya razón no ha logrado fortuna en la ciencia contemporánea. En efecto, la confesión de las perfecciones del Ser absoluto y del hombre, ser finito y limitado, ha dado origen a numerosas confusiones teológicas y filosóficas. Disponible en: Diccionario enciclopédico de teología – Teántrico, http://www.books.google.com.pe/books?id=6V-WLdexHD0C.

[20] El discurso ante la British Association de 1874 en Belfast, Reino Unido. Disponible en: Conferencias científico?religiosas en PDF, http:www.uv.es/~orilife/textos/Castellotep.pdf.

[21] DRISCOLL, John T.: “The Catholic Encyclopedia”, (En español: “Enciclopedia Católica”. Vol. 10. 1911. New York, EE.UU. Ed. Robert Appleton Company. http://www.newadvent.org/cathen/10338a.htm. Traducido por Luz María Hernández Medina

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