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Un acercamiento a la competencia social del profesional de la educación técnica y profesional en Cuba (página 2)


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El término competencia asociado a los de competitividad, eficiencia, y calidad aparece por primera vez en el mundo del mercado en el pasado siglo, como una necesidad de obtener cada vez más, mayores y mejores resultados en la explotación de los recursos humanos a partir de las demandas del desarrollo científico y tecnológico.

Esta acepción tiene por finalidad un sentido discriminatorio, es decir, no refleja intereses y posibilidades de la búsqueda de una equidad en las competencias. El desarrollo de la misma se asocia de manera casi absoluta a razones de tipo biológico o hereditario. Este criterio predominó durante muchos años y ha tenido una marcada influencia en definiciones ofrecidas del concepto competencia en la última década del siglo pasado.

Carlos Alberto Ramírez Passo, expresa la definición del concepto competencias en sentido general, para él estas son "repertorios de comportamientos que algunas personas dominan mejor que otras, lo que las hace eficaces en una situación determinada. Una capacidad de hacer, de efectuar las funciones de una ocupación claramente especificada conforme a los resultados deseados." (Ramírez, 2000, p.1). Se considera que esta definición tiene limitaciones análogas a la acepción referida en el párrafo precedente e identifica a las competencias con las capacidades.

Por las razones anteriores en la actualidad algunos profesionales prefieren no utilizar el término "competencia". Los autores consideran que ello obedece a que se desconoce la evolución que la definición del concepto competencia ha tenido en los últimos cuatro años.

El actual desarrollo científico, técnico y social demanda de profesionales eficaces y eficientes en su desempeño. Desde finales de la última década del siglo pasado más de 65 países han adoptado de una u otra forma la formación basada en competencias, es por ello que existen diferentes definiciones de competencias profesionales registrada en la literatura nacional e internacional (Mertens, 1997), (Masten, 1998), (Zarafian, 1998), (Ramírez, 2000), (Miranda, 2000), (CINTERFOR, 2001), (Cela, 2002), (Pérez, 2001), (Pla, 2002), (Popa, 2002), (Castellanos, 2002), (Forjas, 2002).

En la literatura consultada, en búsquedas realizadas en la base de datos nacional e Internet aparecen definiciones del término competencias profesionales en sentido general, es decir, aplicables a cualquier profesional, entre las que se destacan:

"Entiendo por competencia, el tomar iniciativa y responsabilizarse con éxito, tanto a nivel del individuo como de un grupo, ante una situación profesional. Asumir la responsabilidad de una situación profesional es enfrentarse a todas las obligaciones y acontecimientos que pueden surgir en dicha situación y adoptar, por sí mismo, todas las iniciativas que les corresponden." (Zarafian, 1998, p. 2).

"Las competencias son las respuestas profesionales que una persona da a los requerimientos de su puesto de trabajo, un puesto de trabajo que está ubicado en una organización concreta, un sector o actividad determinada, un contexto social, político y económico concreto, etc." (Pérez, 2001, p. 3).

"La competencia profesional es el resultado de la integración, esencial y generalizada de un complejo conjunto de conocimientos, habilidades y valores profesionales, que se manifiesta a través de un desempeño profesional eficiente en la solución de los problemas de su profesión, pudiendo incluso resolver aquellos no predeterminados."(Forgas, 2002, p. 3).

Las conceptualizaciones anteriores del término competencia profesional en sentido general, identifican este con las capacidades por identificarse a las competencias profesionales con: desempeño profesional eficiente, capacidad para resolver problemas de la profesión con éxito y respuestas profesionales eficientes a los requerimientos de su puesto de trabajo. Ello es común en varios profesionales y los autores consideran que las razones de tal identificación se explican suficientemente en el trabajo "Una visión alternativa de la competencia para la investigación educativa" (Llivina,et.al, 2005).

Las definiciones encontradas sobre las competencias profesionales en general y del personal docente en particular más precisas, generalizadoras y que no identifican este concepto con el de capacidades son de autores cubanos, destacándose las siguientes:

La competencia es "una configuración psicológica que integra diversos componentes cognitivos, metacognitivos, motivacionales y cualidades de la personalidad en estrecha unidad funcional, autorregulando el desempeño real y eficiente en una esfera específica de la actividad, en correspondencia con el modelo de desempeño deseable socialmente, construido en un contexto histórico concreto" (Llivina,et.al, 2005, p. 8 ).

Las competencias profesionales son "las… que permiten solucionar los problemas inherentes al proceso pedagógico en general y al proceso de enseñanzaaprendizaje en particular en el contexto de la comunidad educativa escolar y en correspondencia con el modelo del profesional de la educación, con el propósito de promover el desarrollo integral de la personalidad de los y las estudiantes." (Miranda, 2000 referido en Castellanos, 2002, p. 19).

"Las competencias docentes constituyen configuraciones de la personalidad del profesional de la educación que lo hacen idóneo para el desarrollo de la actividad pedagógica en sus diferentes funciones. Son constructos que permiten estudiar, proyectar, revelar, evaluar de manera integrada un conjunto de conocimientos, habilidades, hábitos, capacidades pedagógicas, habilidades profesionales, orientaciones valorativas, intereses, motivaciones y cualidades de la personalidad del docente en relación con el desarrollo de funciones específicas de su actividad pedagógica, que se manifiestan en su desempeño." (Pla, 2002, p. 9).

Los autores consideran que las tres definiciones anteriores son aportadoras a la teoría pedagógica, no obstante se asumirá la del Dr. Ramón Pla López por considerarla más integradora de elementos esenciales y contextualizada a los profesionales de la educación, pues en el primer caso se refiere a competencia profesional en sentido general (para cualquier profesión) y la segunda no la considera como una configuración de la personalidad.

Según la definición de competencia asumida se considera necesario declarar que las competencias, por ser configuraciones de la personalidad, su desarrollo depende de factores tanto biológicos como sociales. Una competencia no es evaluable en sí misma sino a través de los conocimientos, habilidades, hábitos, capacidades pedagógicas, habilidades profesionales, orientaciones valorativas, intereses, motivaciones y cualidades de la personalidad del docente que se asocian a ella.

Las diferentes experiencias adelantadas en materia de competencias, están arraigadas en muchos casos a la cultura educativa de cada país. De este modo se han conformado diferentes modelos de formación por competencias a partir de investigaciones nacionales e internacionales:

  • Modelo básico conductista: Aplicado en los Estados Unidos. Se basa en el estudio del desempeño para establecer los factores que permiten a un trabajador un desempeño superior. Indaga por las características del individuo que conducen a tal desempeño. ( Mertens 1997, p. 4).
  • Modelo básico funcionalista: Aplicado en Gran Bretaña, busca detectar los elementos esenciales que contribuyen significativamente al logro del resultado deseado. Se pregunta cuales son las funciones esenciales en las que el trabajador debe comprobar su capacidad de desempeño. ( Mertens, 1997,p. 4).
  • Modelo básico Constructivista: Utilizado en Australia y Francia. Parte de la idea de resolver las disfuncionalidades y problemas que hay en la organización a fin de lograr los objetivos. Las disfunciones se resuelven a partir de la capacitación y la organización de la producción. Intenta resolver la pregunta: ¿Que desempeño debe mostrar el trabajador para resolver las disfunciones de la organización? (Mertens, 1997, p. 5).
  • Modelo de competencia del Instituto Italiano para el Trabajo y la Formación (ISFOL) que integra las competencias básicas, técnico – profesionales y transversales. (Referido en Angeli, 1997, p. 24).
  • Modelo de competencias técnicas, metodológicas, participativa y social (Bunk, 1994, p. 3-4).
  • Modelo cubano para la formación por competencias laborales, clasificadas en generales y específicas. (Popa y otros, 2002, p. 6).
  • Modelo del profesional de la educación, elaborado por investigadores de la Universidad Pedagógica Enrique José Varona. Las competencias establecidas en este modelo son la competencia didáctica, la competencia para la orientación educativa, la competencia para la investigación educativa, la competencia para la comunicación educativa y la competencia para la dirección educativa. (Miranda, 2000 referido en Castellanos, 2002, p. 20).
  • El Modelo del profesional de la educación basado en competencias para asumir las tendencias integradoras de la escuela contemporánea. En este modelo se definen las siguientes competencias: competencia cognitiva, competencia de diseño del proceso educativo, competencia comunicativa- orientadora, competencia investigativa y competencia social. (Pla, 2002)

Solo en dos de los modelos anteriores se revela la competencia social. En un caso referido a cualquier profesión "la competencia social implica saber colaborar con otras personas de forma comunicativa y constructiva, y muestra un comportamiento orientado al grupo así como un entendimiento interpersonal". (Bunk, 1994, p. 3).

Otra definición de competencia social para cualquier profesional, más completa que la anterior expresa que "las competencias sociales hacen referencia a las habilidades y estrategias socio-cognitivas con las que el sujeto cuente en la interacción social, dentro de las competencias sociales se incluyen las habilidades sociales, el autocontrol, la autorregulación emocional, el reforzamiento social y las habilidades de resolución de problemas, puesto que permiten al individuo hacer frente con éxito a las demandas de la vida diaria". (Rojas, 2000, p.2).

La única definición de competencia social del profesional de la educación localizada, es la revelada por el Dr. Ramón Pla en su modelo del profesional de la educación basado en competencias y que los autores asumen como referente teórico de valor.

Él define dicha competencia como "la configuración psicológica de la personalidad y el constructo que designa la idoneidad del docente para interactuar en la educación social y ciudadana a través de su ejemplo y actuación personal y la dirección de procesos sociales y comunitarios que posibilitan perfeccionar los contextos en los que se desarrolla la educación de los alumnos, en la que se destacan las acciones de orientación, organización, conducción, control, evaluación, participación, cooperación y en general de dirección de la actividad social en función de la educación". (Pla, 2002, p. 16)

La Educación Técnica Profesional tiene particularidades que la diferencian de las demás educaciones por lo que las modelaciones realizadas por el Dr. C. Pla López para el resto de las educaciones requieren de ajustes y precisiones para la citada educación. Ello constituye un reto para la futura actividad científico-investigativa de los profesionales de esta educación, de hecho ya se constituye en tema de aspirantura a doctorado de uno de los autores del presente artículo. Los rasgos distintivos de la ETP son:

  • La relación escuela politécnica – entidad productora o de los servicios no se pone de manifiesto en las demás educaciones.
  • La relación familia – escuela en la ETP se manifiesta de forma diferente puesto que existen centros en que la familia y la comunidad de sus alumnos son de municipios muy distantes y dispersos.
  • Las relaciones de las organizaciones políticas, de masas y estudiantiles, a partir de lo antes mencionado es distinta.

Lo anterior se conjuga con el hecho de que en la sociedad ha surgido una nueva figura: el trabajador social. Su labor consiste esencialmente en atender los problemas humanos de las familias que más lo necesiten, priorizando a los hogares con niños, jóvenes, ancianos y personas con discapacidad. Aun no se ha modelado teóricamente cómo deben ser las relaciones de los docentes y directivos con los trabajadores sociales, por lo que estas relaciones se ejecutan sin una suficiente fundamentación teórica, predominando el método de ensayo-error en el mejor de los casos.

La fuente principal de ingreso a las carreras pedagógicas de la ETP son los graduados de los Institutos Politécnicos. Garantizar la motivación requerida y calidad necesaria del referido ingreso exige de docentes cada vez más competentes para estos centros. Una vía para lograrlo lo constituye el perfeccionamiento del proceso de formación y superación del profesional de la ETP por competencias para asumir las tendencias integradoras de la escuela Politécnica a través del modelo de la Universalización.

Lo expresado hasta aquí permite afirmar que a pesar de la teoría elaborada sobre competencias profesionales y en particular sobre la competencia social del personal docente, todavía no existen modelaciones suficientemente fundamentadas sobre la competencia social del profesional de la ETP y que son necesarias para un desarrollo más eficiente de la práctica pedagógica en esta educación. Ello es necesidad y un reto actual.

Un acercamiento al modelo debe tener en consideración los siguientes elementos:

  • Las habilidades para interactuar en el desarrollo social y comunitario.
  • Los conocimientos sobre el trabajo social y comunitario.
  • La motivación por el trabajo social y comunitario.
  • Características actitudinales asociadas a la competencia social. (Pla, 2002)

Además de poseer elementos esenciales que caractericen al docente como un verdadero educador social:

  • Poseer una personalidad ejemplar determinada por su conducta social que se manifiesta en una férrea voluntad.
  • Que su actitud se corresponda con los intereses y aspiraciones de la gran mayoría.
  • Ser un excelente comunicador.
  • Despertar conciencias, desatar las fuerzas internas de sus semejantes.
  • Estar poseído por el amor a los valores espirituales.( Buenavilla, 2002)

Finalmente los autores dejan formuladas dos interrogantes que exigen respuestas científicas de la comunidad de profesionales de la ETP.

¿Es posible perfeccionar la competencia social en la actualidad, sin conocer la competencia social ideal para el profesional de la ETP?

¿Se puede perfeccionar la competencia social de los profesionales de la ETP sin modelar la relación entre ellos y los trabajadores sociales?

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Lic. Milaida González Pérez

Licenciada en Educación en la especialidad de Veterinaria con 10 años de experiencia profesional. Se ha desempeñado como docente en el nivel medio superior, jefe de departamento en la Educación Técnica y Profesional y profesora universitaria, con categoría asistente desde el año 2005. Ha participado en eventos científicos y cursos de superación postgraduada. Es aspirante al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas y reserva especial pedagógica del Ministro de Educación.

Dr. Ibrahim Arnaiz Barrios.

Investigador del Centro de Estudio e Investigación Educativa de la Universidad Pedagógica de Ciego de Ávila con 27 años de experiencia en la Educación Superior, Profesor Auxiliar desde 1996 y Doctor en Ciencias Pedagógicas. Ha participado en varios eventos científicos de carácter internacional y tiene varias publicaciones en Cuba y en el extranjero. Ha impartido cursos de Postgrado en Cuba y en la República de Panamá.

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