Indice1. Introducción 2. Capacidad De Trabajo 3. Solidaridad
Tomado de la revista: Capacitación y Desarrollo # 11 Asombra al mundo el ascenso del Japón a superpotencia mundial y la constante expansión de su economía. Es en verdad sorprendente lo que ha hecho ese país, que hoy cuenta ya con 120 millones de seres, pero cuya extensión territorial es de solo 337,780 kms cuadrados es decir menos que los estados de Coahuila y Chihuahua juntos, que entre ambos suman 394,920 kms. Cuadrados. Debe además tenerse en cuenta que las islas que forman el Japón son de naturaleza volcánica, con solamente un 14% de superficie cultivable, y una carencia casi total de materias primas como el carbón, hierro, petróleo. Y sin embargo, Japón ocupa hoy en día el segundo lugar, después de los E.U.A. en términos del valor de exportaciones, y el primer lugar en términos de la balanza comercial. ¡Qué hay!, ¿Que existe detrás del pasmoso éxito económico del Japón, en los mismos momentos en que Estados Unidos parece quedar atrás, Europa permanece adormecida en su comercio y en industrias, y la economía rusa se convierte rápidamente en anacrónica?. En el llamado milagro japonés intervienen toda una serie de elementos históricos, culturales, sociales y políticos que se han combinado de una manera excepcionalmente benéfica para la economía y la prosperidad del país del sol naciente. Examinar esos factores resulta fascinante y está lleno de lecciones, lo mismo para los países que para los individuos. Hay 7 factores que han permitido el sorprendente éxito económico del Japón, el tercer país más grande en la economía mundial de hoy:
2. Capacidad De Trabajo Los japoneses forman un pueblo extremadamente trabajador. A tal grado, que el éxito de su país no debe atribuirse tan solo a sus excelentes dirigentes empresariales, sino sobre todo a sus millones de empleados y obreros, animados por un ardor infatigable en sus tareas, por una valiosa disciplina y por una sobriedad difícilmente igualada en el occidente. El desenvolvimiento económico de Japón es una realidad percibida y apreciada en toda su importancia por el pueblo, no de un modo pasivo, sino de una manera activa que contribuye considerablemente a la grandeza industrial nipona. Ningún otro pueblo ha demostrado tanta perseverancia y fervor en el esfuerzo nacional. La ética japonesa de trabajo bien puede resumirse en esta frase del viejo y desaparecido empresario Shibusawa Eiichi, fundador del Dai Ichi Bank y de más de 500 negocios: "Fomentar la productividad es una manera de practicar la virtud". Ahora bien, para entender al obrero japonés y la ética que lo anima, hay que tomar en cuenta que en el Japón cada persona que entra a trabajar en una empresa está consciente de poseer en ella una participación social y moral muy profunda. Así la relación amistosa del obrero japonés suele circunscribirse a la gente de la empresa para la que trabaja, excepción hecha de sus parientes y de algunos amigos íntimos y por lo común antiguos excondiscípulos. La unidad de la fuerza laboral se ve reforzada por un sistema educativo fundado en disciplinas de enseñanza básica, que ponen énfasis especial en la importancia de participar con entusiasmo en proyectos de grupo. Ese sentimiento de participación constituye un factor significativo en las buenas relaciones entre los distintos niveles de las empresas. Alrededor de trece millones de trabajadores nipones pertenecen a organizaciones sindicales, las cuales existen en Japón desde la época desde la época antigua. Los sindicatos tuvieron un desarrollo amplio en la década de los veinte; pero a finales de los treinta los obreros fueron rigurosamente encuadrados en una gigantesca organización manejada por el Estado, aboliéndose los sindicatos no oficiales. Pero al terminar la guerra mundial, una de las reformas promovidas por la ocupación norteamericana consistió en la promulgación de una amplia serie de leyes y reglamentos laborales. Una ley básica estableció el derecho de los trabajadores a organizarse y a negociar colectivamente. La acción de los sindicatos laborales es sin duda poderosa en Japón, si bien la mayoría de los obreros pertenecen a sindicatos de empresa, es decir, sindicatos organizados dentro de una sola compañía, que corresponden al gran sentido comunitario característico del trabajador japonés, para quien la asociación con sus compañeros y jefes significa mucho. Los sindicatos japoneses de empresa contribuyen indudablemente al desarrollo económico de la nación, pues tanto los líderes sindicales, como los trabajadores y los directivos de una empresa tienen por meta primordial la productividad. Todas las diferencias se discuten y resuelven bajo esta premisa.
Educación El sistema educativo del Japón ha servido y continúa sirviendo para formar recursos humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un país que carece casi por completo de recursos naturales. Indiscutiblemente, una de las claves del éxito japonés es el afán de un pueblo admirable por instruirse y cultivarse.
Los japoneses de hoy se ven a sí mismo como el pequeño país isleño que son y que, carente de recursos naturales pugna por avanzar paso a paso, venciendo los obstáculos inconmensurables, saben que deben de seguir juntos y de común acuerdo a fin de no quedarse a la zaga. Esta visión realista permite que el gobierno, las industrias, las empresas comerciales y financieras y el pueblo enfoquen con acierto sus energías y almacenen éxitos cada vez más espectaculares. Fue esta visión del Japón acerca de sí mismo y de las circunstancias en que se mueve su economía, lo que le permitió ser el primer país que comprendió todo el significado que había detrás de los aumentos de precios fijados al petróleo por la OPEP, de su situación precaria, y percatarse de que la era de la energía barata terminaba; reorganizó su economía dando el paso a los productos de alta tecnología y bajo consumo. De inmediato, iniciaron un vasto programa de conservación energética. Sus fábricas de autos empezaron a producir grandes cantidades de carros de bajo consumo de gasolina. El país comenzó a sentar los cimientos eventuales de su tecnología. Todos los cambios que siguieron pudieron ser realizados gracias a la unidad de propósitos existentes entre los distintos sectores de su población. Existe un proceso informal y continuo de intensa comunicación entre el ministerio de comercio Internacional e Industrial (MITI), las empresas principales, los sindicatos y las estructuras gubernamentales. Casi todos los ejecutivos japoneses se reúnen con funcionarios sindicales y del gobierno, para comentar noticias, puntos de vista y tendencias económicas. Los estudiantes universitarios también mantienen vínculos estrechos entre sí, al mismo tiempo guardan excelentes relaciones con las empresas y los distintos departamentos del gobierno. Por lo demás, los altos ejecutivos se interesan mucho en sus trabajadores, los cuales a su vez colaboran arduamente con los directivos con el propósito de lograr altos rendimientos en la producción. La alta productividad nipona se alcanza por medio de la mutua lealtad, el compromiso común, la identificación de los individuos con el éxito de las empresas, y la buena relación que existe entre el trabajador y los mandos superiores. La solidaridad existente entre los japoneses tiene raíces muy profundas. Lo mismo en la familia que en la escuela y los lugares de trabajo, los japoneses viven siempre en grupos. Cada japonés sirve a un grupo, el que por su parte le ayuda, brindándole calor humano y ofreciéndole seguridad económica. Se estudia, se vive y se trabaja en un círculo de compañeros y amigos. Resulta significativo que en las fábricas, las decisiones se tomen de abajo para arriba, lo que solamente es posible gracias a la profunda integración de los trabajadores a sus empresas. Una vez tomada una decisión, todos la apoyan y emplean lo máximo de sus habilidades para hacer que se convierta en un éxito. Poseedor de un gran sentido solidario, el gobierno japonés considera su obligación el hacer avanzar a las industrias del país, en vez de ponerles trabas que las obstaculicen, como ocurre en otras naciones, y reducir al 0 sus gravámenes. Japón constituye el ejemplo de una democracia de libre empresa que ha sabido planificarse su futuro y avanzar hacia metas comunes, sin desviarse hacia el estatismo, la violación de los derechos humanos o el desmantelamiento del libre mercado. 4.- Ahorro El ahorro japonés posee en alto grado la virtud del ahorro. Con base en ella, el país alimenta su poderosa máquina económica, habiendo construido una estructura organizativa que absorbe los ahorros nacionales y los canaliza hacia las industrias. Esta captación de ahorros aporta al gobierno alrededor de 40 millones de dólares por año, que de inmediato convierte en créditos a largo plazo y de bajo interés, para fomentar el crecimiento de las industrias y las exportaciones. Esta estructura fue creada después de la guerra para asegurar el flujo continuo de crédito barato, destinado a la reconstrucción de las empresas desbastados por la guerra. Estos ahorradores satisfechos con el pago de intereses libres de impuestos, representan un gran peso en el desarrollo económico del país, puestos que las empresas japonesas no han tenido que preocuparse mayormente a causa de los altibajos en los mercados de valores. Siempre ha tenido capital disponible de sobra para ponerlos en marcha. 5.- Imitación Y Perfeccionismo Hay aun muchos que piensan que los japoneses únicamente son hábiles para imitar, que se aprovechan de las ideas de los demás solamente. En realidad, Japón dispone de una rica tradición de investigación básica, y es un hecho poco conocido que ocupa la vanguardia normal mundial en ramas como el cálculo de probabilidades, la física estadística, la física de los metales y la microbiología. Además revelan una gran capacidad de inteligencia y sentido práctico, el hecho de valerse de tecnologías importadas, y terminar mejorándolas. Es bien conocido que después de la guerra los japoneses comenzaron a obtener toda la información técnica y científica disponible. Compraron patentes tecnológicas al occidente y adquirieron la maquinaria más moderna de aquellos tiempos. Lo mismo hicieron los soviéticos, pero pronto se arruinaron por falta de mantenimiento o por la utilización inadecuada a que fueron sometidas. Los japoneses al contrario, la desarmaron para estudiarlas y descubrir hasta sus menores defectos y fallas. Luego empezaron a producir mejores modelos a menor precio que los originales. De acuerdo con una estadística publicada en Tokio, este país pagó entre 1950 y 1978 solamente 9;000 millones de dólares para un total de 32 mil convenios para construir bajo licencias y técnicas de vanguardia. Esta cantidad representa alrededor de la quinta parte de lo que gasto Estados Unidos por año durante este período. Muy sensatamente, los japoneses prefieren pagar por las tecnologías occidentales, lo que resultó mucho menos costosos que invertir en el desarrollo de una tecnología propia. La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar tecnología importada y producir con base a ella productos mejores y más baratos, así como su capacidad para innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa expansión de su economía. 6.- Estructuras Empresariales Sui Generis Al finalizar el fenómeno del espectacular desarrollo económico del Japón, necesariamente se deben tomar en cuenta las estructuras tan características de sus empresas, destacar los siguientes aspectos: el grupo desempeña un papel de verdadera importancia en los distintos niveles de la empresa. Ello corresponde a la antigua y arraigada tendencia a agruparse, inclinación que las empresas aprovechan para alcanzar las realizaciones de sus objetivos. El principio de consenso es decisivo en la toma de decisiones, y es de tenerse en cuenta la aversión de los japoneses por todo acuerdo que pueda resultar nocivo para cualquier minoría. La empresa da una gran importancia a los años de servicio, en el momento de determinar sueldos y salarios. Con ello se garantiza a todos los trabajadores de una empresa, empleo vitalicio, seguridad económica y social así como prestigio personal. Las relaciones obrero-patronales están concebidas bajo la idea de pertenecer a una misma familia. Cada trabajador se siente integrado a esa segunda familia en la que se convierte para la empresa, familia que se hará cargo de el hasta el día de su jubilación. Trabajará celosamente y dará los mejor de sí para valerse una promoción. A sus superiores les exigirá ser buenos "hermanos mayores", y al patrón, ser un buen "padre". Cuando consideran necesario sustituir a sus viejos obreros por otros más jóvenes, lo hacen sin vacilación, entrenándoles para nuevos puestos. El concepto japonés de empresa, basado en la columna o pueblo, es totalmente distinto al criterio empresarial del occidente, para los comunes. Los directivos tienen su mayor responsabilidad en trabajar por el bienestar del personal de la empresa. En las empresas de Japón no predomina la filosofía del dinero. El enriquecimiento de una firma industrial o comercial, raramente es el objetivo primordial de sus directivos. Prefieren el progreso al provecho monetario, buscan la expansión de la empresa, la modernización de su equipo y por ocupar un buen sitio dentro de la competencia nacional y mundial. Otra característica de las empresas japonesas en su flexibilidad. Las fábricas son cascarones adaptables al cambio inmediato de actividad industrial. Se puede rehacer cuantas veces sea necesario por medio de pequeñas innovaciones, adaptaciones y agregados de maquinaria. Con la introducción de robots industriales, las fábricas cambian en cuestión de horas y se dedican a nuevas actividades productivas. La flexibilidad en las instalaciones industriales existe también en lo que respecta a los obreros. Los obreros pasan de una tarea a otra sin dificultades de ninguna clase, lo que le importa es el trabajo, no la tarea particular. Dado el sistema de empleo permanente, la automatización de las empresas no representa una amenaza para la base trabajadora. Las constantes reconversiones industriales, para las que siempre hay flexibilidad y se cuenta con la solidaridad de los trabajadores y sus sindicatos, están situando al país a la vanguardia de la era de la alta tecnología. 7.- Valores Espirituales De los 7 factores que hemos enumerado creo que el profundo valor espiritual de los japoneses es lo que ha fomentado el desarrollo de los otros 6. Para empezar, los japoneses tienen 3 religiones que practican e influencian su vida sin presentar conflictos de ideología ni rivalidad. El Shinto es la religión oficial que rige con el nacimiento de un niño, el matrimonio de una pareja y el entierro de un anciano, además de participar en la apertura de una empresa o cualquier evento de importancia de gobierno. El Confucionismo que es la base moral del japonés, que ha prestado muchas de las características sociales con los cuales viven los japoneses actuales: el valor del grupo sobre el valor individual, la necesidad de mantener una relación armónica y solidaria con los demás. Esta forma de pensar se filtra y ampara a la sociedad industrial y mercantil nipona. El Confucionismo es de carácter racional y rechaza el misticismo y las conjuras de otras religiones. La habilidad de los japoneses para asimilar la tecnología occidental con rapidez y sensatez se debe en buena parte a su educación bajo el Confucionismo. Aún tienen otra poderosa fuente de influencia que fortalece el espíritu japonés: El Zen Budismo. Esta es un antigua disciplina que formó los samurai en el pasado y actualmente entrena a los gerentes y directores de empresas japonesas además de los jefes y supervisores de línea. El Zen les enseña a meditar, a canalizar su energía, a relajarse y a encontrarse a si mismo. Su entrenamiento es antilógico, contrapuesto a lo intelectual, basado en el aquí, no en el pasado o el futuro. En un terreno estructural, desde hace algunos años, se ha hecho notar la fuerte diferencia, en el terreno de la economía mundial, entre las esferas productiva, la comercial y la financiera. Sobre todo, la inmensa separación de esta {ultima con relación a las anteriores. En el propio terreno financiero, ya de lleno en la situación de las bolsas de valores, se percibe también una considerable distancia entre los valores derivados, en relación a los valores subyacentes. En crisis anteriores, que también han tenido gatilladores locales, se ha hecho notar la importancia de estas diferencias. Las crisis, las rasgadutras de la esfera financiera se han dado sin exccepción en lugares "recalentados", sobresaturados por la compresión de valores trillonarios que no encuentran un exponente de multiplicación, o que han perdido desde hace tiempo toda relación con la producción real En este sentido puede recordarse el meltdown del milagro japonés, de comienzos de los 90, derivado del estallido de su economía"burbuja" fundada precisamente en el mercado de derivados y de la especulación de la propiedad raíz; o la crisis mexicana, con tantas dimensiones especulativas, que todavía se conmemora y viene a incertarse en la actual crisis que sopla desde el sudeste asiático. Esta sucesión dada como ejemplos, no implica que cada uno de esos lugares en donde se vió con alguna claridad desde hace algunos años la debilidad del sistema, estén ya vacunados frente a la crisis que comienza a desplegarse. Ya que ésta más que orientarse hacia una tranquila recesión, tiene potencial suficiente para poner en cuestión la operatividad del sistema financiero en su conjunto, a través de una serie de episodios explosivos, que como lo demuestra la debilidad revelada en esta ocasión por países como Argentina, Brazil o Indonesia, son bastante probables. El fenómeno que estamos presenciando desde hace una semana, iniciado mediante una baja dramática de los valores, vale la pena enfatizar esto, no fue ni casual ni inadvertido. Desde 1995, se ha venido examinando muy de cerca el curso que tomaba el proceso económico y financiero en el sudeste asiático. En numerosas reuniones del FMI, del Banco Mundial, de comisiones especiales y de grupos de interés, como la Fundación RAND, amén de los informes de ministerios y bancos de la zona, se venía expresando el temor de una catástrofe inminente en el terreno financiero, la negociación de nuevas fórmulas en la paridad monetaria, y el examen del entorno social y político que eventualmente pudiera tornarse adverso a la continuidad de los negocios. En lo que ha sido una larga y a veces agotadora inquisición a las estructuras económicas del Asia, se ha estado monitoreando muy de cerca los comportamientos económicos y financieros de Japón, de Hongkong, de Thailandia, de Indonesia, de Birmania, Filipinas, Ceilán, Taiwan, Cambodia, y China. Lo curioso es que todos los dictámenes vienen a coincidir en señalar en todos ellos, causas de inestabilidad y hasta condiciones abiertas a la provocación de crisis muy serias. Estos exámenes no se agotan con un diagnóstico regional; proveen también alcances y advertencias para otras zonas de las esferas productivas, comerciales y financieras involucradas, como los EEUU, Europa o América Latina. La llamarada de Hongkong puso todos estos alcances en perspectiva.
El estancamiento japonés. Hace unos días un ministro japonés intentando definir la situación económica de su país, utilizó el término "estancamiento". Lo que pudiera ser sólo un eufemismo ministerial para evitar un enfoque menos optimista, ya que desde hace unos diez años Japón viene experimentando una serie de contracciones, y efectos que han quitado toda dinámica a su planta productiva. Un resultado del fracaso de un modelo fundado en la expansión acelerada del capital financiero, consolidado de manera hegemónica sobre el resto del sistema corporativo. Al menos desde 1980 y hasta 1990, esa economía podía definirse como "economía burbuja", caracterizada por la elevada especulación de la propiedad raiz y de los stocks de la bolsa, sobre todo en aquéllos rangos descritos como "derivados", lejanos a la "economía subyacente", esa economía de base que llegado un momento ya fue incapaz de sostener los valores especulativos, originando la primera gran crisis de la economía japonesa. El descenso de los valores en la propiedad raiz, provocó en una economía donde los bancos poseían gran parte de los stocks, una corrida que al cabo de cuatro años, hacia 1994, habia dado origen a una baja de los precios en la bolsa de casi un 50% en relación a 1989. La reacción posterior, ante una declinación de los ingresos bancarios, ha sido la concentración, que ha dado origen a inmensas entidades de crédito, verdaderas bombas en potencia si se estima la envergadura de las deudas. Pero antes, muchos bancos fueron a la quiebra: Tokyo Kyowa Credit (1994),el Yuei Credit (1995), el Kyodo bank (1995), el Osaka Credit union (1996),etc. Diversas maniobras politicas, como la recomendación de fusiones,el financiamiento de los jusens, la reducción de tasas de descuento,etc., han buscado sin exito reenderezar la situación de los bancos, pero sin lograr levantar el horizonte a largo plazo. Actualmente las cifras de la deuda de las instituciones financieras japonesas, oscila según los cálculos de diversas organizaciones bancarias en cifras que van de los 233 mil millones a los 656 mil millones de dólares. Esta situación no sería del todo comprensible sin la fuerte presión en torno al valor del yen, que desde 1985 se ha sostenido, permitiendo con ello una más fácil captura de créditos externos, sobre todo con respaldo gubernamental. La economía burbuja japonesa comprometió de este modo a la burbuja financiera mundial. La situación se agravó en los últimos años, con la extensión de las insolvencias. Hace un año, la deuda que no se estaba sirviendo alcanzaba a los 53,4 mil millones de dólares. Existe pues a la fecha una considerable debilidad en el sector financiero japonés, y a la cual no se le ve una solución fácil. Por una parte ha originado un efecto depresivo en la economía real en su conjunto, y medidas como un alza de los intereses,(que podría contribuir aún más a la depresión) o la devaluación del yen podrían desestabilizar aun más a los mercados (demasiado deprimidos) y tener un efecto boomerang sobre la maltrecha economía japonesa. De todos modos, la percepción de esta crisis que podemos llamar larga, de la economía japonesa, produjo una migración de parte del capital especulativo hacia otras riberas del sudeste asiático, y si por un momento tonificó lo suficiente a esas economías como para contribuir al surgimiento de los Tigres de Asia, al reponer alli su experiencia burbuja, creó esos otros dispositivos críticos que ahora están estallando. En estos días y en los que sigan, por estas razones, no se puede esperar un impulso "bull" desde el interior de las finanzas japonesas, y su bolsa seguirá con gran fidelidad las declinaciones a que están llamando el resto de las bolsas del sudeste asiático.
Reseña del éxito del Japón, la tierra en que se dan la mano el futuro y el presente La cadena insular, aislada del resto del mundo durante buena parte de su historia y vista por muchos como país enemigo, es hoy en día la envidia del mundo moderno. Pocos años después de salir de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, el Japón disfrutaba ya de una supremacía económica indiscutible y se había transformado en algo sin paralelo en el mundo: una superpotencia económica que crece y progresa sin necesidad de tener un imperio militarista. En las postrimerías del siglo XX, el Japón era el primer acreedor del mundo, marchaba a la vanguardia de la tecnología y poseía una sólida unidad monetaria, el yen, producto en buena parte de los enormes saldos favorables de su balanza de pagos. Su imperio inmobiliario piramidal incluía inversiones en todo el mundo, desde Australia hasta México y el Hawaii y los rincones más distantes del planeta. Y lo que es especialmente admirable es que el Japón, este titán económico, carece de recursos naturales propios. Occidente contempla atónito como los japoneses negocian sin pelear y comercian sin abogados. Según un análisis publicado en U.S. News and World Report, "el Japón no creó sus oportunidades; antes bien, las vio y ha sabido aprovecharlas . . . El llamado 'milagro japonés' de la posguerra es testimonio elocuente del poder de la observación. El Japón reconoció –y sigue reconociendo– un mundo de superpotencias que alardeaban de armas capaces de acabar con la civilización, pero que, al mismo tiempo, habían perdido ese ingenio, esa iniciativa a los que debían su condición de superpotencias. Como suele hacerlo, el Japón advirtió lo que faltaba y aprovechó esa carencia". El éxito sin paralelo del Japón es ejemplo del pragmatismo supremo de su pueblo. Porque, ante todo, los japoneses se dedican a lo que da resultados. En su libro El Siglo el Pacífico, Frank Gibney ha llamado al Japón —y a las otras potencias comerciales del Asia, Corea del Sur y Singapur— "confucianos capitalistas". Estos países florecen con valores tradicionales que ensalzan la importancia de la educación, la lealtad familiar y la armonía social. Como Gibney atinadamente señala, es ahí que radica la auténtica fuerza motriz de estos países; son estos valores lo que hace que sus economías sean tan dinámicas y lo que explica la formidable competencia de sus países. La estima de que el Japón goza en el mundo quedó de manifiesto en marzo de 1989, cuando 163 países enviaron representantes especiales a las exequias del emperador Hirohito. Nunca antes en todo el siglo XX se habían reunido tantos y tan distinguidos dignatarios para unos funerales. Ante 10.000 invitados especiales, los nuevos monarcas, el emperador Akihito y la emperatriz Michiko —que habían honrado con su presencia los Congresos Mundiales de la JCI celebrados en Osaka y Nagoya—, rindieron su último homenaje al hombre que durante más de 60 años ocupó el trono del Crisantemo. En las últimas décadas, la economía japonesa se ha expandido rápidamente. La base industrial del país, que antes se basaba en las industrias ligeras, recae ahora en las industrias pesadas, químicas y electrónicas, que juntas constituyen al menos los dos tercios del valor total de las exportaciones anuales. En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de 4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El presupuesto nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de 892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de dólares de gastos. Antes y durante la II Guerra Mundial, la mayor parte de la economía japonesa estaba controlada por una docena de familias acaudaladas, denominadas colectivamente como zaibatsu (‘camarillas ricas’). Las familias más importantes fueron Mitsui, Iwasaki (operando bajo el nombre de la compañía Mitsubishi), Sumitomo y Yasuda; controlaron la mayoría de las industrias de carbón, hierro, pulpa y aluminio. En 1945 y 1946, las autoridades aliadas de ocupación disolvieron la propiedad familiar de estos inmensos consorcios industriales, aunque las empresas permanecieron intactas y aumentaron incluso en poder económico al englobar otras actividades, como los transportes por vía marítima, la banca y otras industrias. Los productos japoneses, desde diminutos juegos electrónicos hasta automóviles y enormes buques petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de calidad. Las empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de sus ventas en investigación, lo que favorece la creación cada vez mayor de productos más eficientes y avanzados. Las industrias japonesas sufrieron graves daños en la II Guerra Mundial. Después, el país acometió una reconstrucción que dio como resultado la completa modernización de las instalaciones industriales, poniendo el énfasis en las industrias químicas y petroquímicas y en la industria de maquinaria pesada. A mediados de la década de 1950, la producción industrial había superado los niveles anteriores a la guerra; el crecimiento industrial alcanzó el 9,4% anual durante el periodo comprendido entre 1965 y 1980 y el 6,7% al año durante el periodo de 1980 a 1988. A mediados de la década de 1990, Japón era el principal país constructor de barcos del mundo y se encontraba entre los productores más destacados del mundo de productos eléctricos y electrónicos, acero y vehículos de motor. La producción de acero crudo en el mismo periodo era de unos 109,7 millones de toneladas; y la producción de hierro en lingotes, de 80 millones de toneladas. La industria nipona también producía 9,8 millones de turismos, 7,6 millones de camiones y grúas, 47,7 millones de relojes, 28,2 millones de vídeos, 14,3 millones de televisores en color, 18 millones de cámaras de 35 mm, 6,1 millones de hornos microondas, 5,2 millones de refrigeradores, 4,3 millones de faxes, 2,6 millones de ordenadores, 2,3 millones de copiadoras y otros muchos aparatos eléctricos y electrónicos para el hogar y para el trabajo. Gracias a la fuerza del yen, las compañías japonesas han invertido de forma creciente en plantas industriales fuera de Japón. A mediados de la década de 1990 Japón se encontraba también entre los principales productores mundiales de materias primas químicas básicas, de industrias textiles y de fibra sintética. Sin embargo, durante este periodo, la producción de seda y algodón disminuyó. Antes de la II Guerra Mundial, Japón ocupaba el quinto puesto en el comercio mundial con una balanza comercial favorable; la mayor parte de las exportaciones japonesas se dirigían a territorios que formaban parte del Imperio, como Dongbei Pingyuan (Manchuria) y la China ocupada; sin embargo, las relaciones comerciales con algunos países desarrollados como Estados Unidos y Gran Bretaña eran desfavorables. Las autoridades aliadas de ocupación permitieron a las empresas privadas que continuaran con el comercio exterior en 1946. En 1996, las importaciones anuales totalizaron 349.152 millones de dólares y las exportaciones 410.901 millones, lo que hace de Japón el tercer país exportador del mundo. Los bienes manufacturados aportaron el 94,9% del total de las exportaciones; respecto a las importaciones, la partida de combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras importaciones son alimentos, animales vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y acero) y materias primas como madera o minerales metálicos. Hasta 1993 se prohibieron las importaciones de arroz, pero las escasas cosechas de 1993-1994 obligaron a realizar una importación de emergencia de 1 millón de t procedentes de Tailandia, Australia y Estados Unidos; la conclusión de la ronda de negociaciones del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), celebrada en 1993 en Uruguay, impuso una relajación gradual de las restricciones al libre comercio. El comercio exterior es esencial para la economía japonesa, pues el mercado interior es capaz de absorber por completo los bienes manufacturados que produce la industria nipona. Por otro lado, como Japón tiene que importar la mayoría de las materias primas de las que depende su industria, el país también debe exportar una buena proporción de su producción anual, con el fin de mantener una balanza comercial favorable. Japón ha invertido los grandes excedentes comerciales acumulados durante las décadas de 1970 y 1980 en el exterior, de manera que se ha convertido en la principal nación acreedora del mundo. A principios de la década de 1990, el comercio con los países asiáticos suponía cerca del 42% de las importaciones japonesas y el 33% de sus exportaciones. Los principales socios comerciales asiáticos de Japón eran Corea del Sur, China, Taiwan, Hong Kong, Indonesia, Arabia Saudí y Singapur. Durante el mismo periodo, los países de la Unión Europea —en especial Alemania, Francia y Gran Bretaña— aportaban el 13% de las importaciones japonesas y compraban el 17% de sus exportaciones. Estados Unidos absorbe el 28% de las exportaciones japonesas y aporta el 22% de sus importaciones. Otros socios comerciales destacados de Japón son Australia, Canadá y los países de la antigua Unión Soviética. Crecimiento económico La economía japonesa ocupó el primer puesto mundial por su tasa de crecimiento en 1964. En su desarrollo comercial, el gobierno japonés estableció un acuerdo con China por el que cada país establecería oficinas de enlace comercial no oficiales en la capital del otro; mientras, se acordó con la URSS la venta de una planta de fertilizantes como pago a los créditos soviéticos. El primer ministro Ikeda dimitió como primer ministro a finales de octubre por razones de salud y fue sucedido por el antiguo ministro de Estado Sato Eisaku (hermano del anterior primer ministro Kishi Nobusuke), también perteneciente al PLD. Los XVIII Juegos Olímpicos se celebraron en Tokio en octubre, lo que supuso una mejora de sus infraestructuras. En marzo de 1965 el ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur pasó a ser el primer coreano que obtuvo una audiencia con el emperador japonés desde la II Guerra Mundial. Durante su visita los gobiernos de Japón y Corea del Sur alcanzaron un importante acuerdo de relaciones mutuas. A finales de la década de 1960, Japón fue el escenario de manifestaciones generalizadas y a veces violentas llevadas a cabo por los estudiantes radicales que protestaban por el apoyo nipón a la política exterior de Estados Unidos. Las relaciones entre ambos países entraron en un periodo de estancamiento en 1971, en 1972 Okinawa fue devuelta a Japón. En la década de 1960 Japón superaba a todas las naciones de Europa Occidental en el producto nacional bruto y seguía a Estados Unidos como potencia industrial mundial. La Exposición Mundial de Osaka, que tuvo lugar en 1970, demostró que el país había restablecido su posición en el comercio internacional: en 1971 Japón era el tercer país exportador más importante del mundo, después de Estados Unidos y de Alemania Occidental (ahora parte de la unificada República Federal de Alemania), y el quinto en importaciones.
Resumen: El ¿Por qué? Del llamado "Milagro" Esto se debe a que luego de la derrota en la segunda guerra mundial, ciertos países como por ejemplo Alemania y Japón iniciaron un espectacular crecimiento económico, político y social de sus naciones. Este increíble crecimiento luego de una derrota se le ha llamado Milagro, en este trabajo analizaremos con detenimiento el Milagro Japonés: Antes de comenzar el análisis del ascenso de Japón como potencia mundial luego de su derrota en la segunda guerra, debemos recordar sus consecuencias; tanto en la guerra como luego de terminada la misma, también quienes fueron derrotados. En Japón el esfuerzo militar que se formó, no tuvo semejantes en el resto del mundo, esta movilizó toda la industria principalmente la pesada, se obtuvo una gran experiencia en temas de organización industrial y de formación de mano de obra, sobre todo la femenina. Las consecuencias de la derrota, y la gran miseria de las poblaciones en el período inmediato a la post-guerra, han hecho que la renovación económica se apoyará, al inicio, sobre un nivel de vida muy bajo, con costes saláriales, en consecuencia, particularmente competitivos. En segundo lugar, Alemania y Japón, dispusieron de una gran fuerza de trabajo, con un nivel récord: de todos los miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), son los únicos que en los años sesenta tenían mas del 60% de la población ubicada en edades comprendidas entre los 15 y 59 años. En tercer lugar, el decaimiento económico; monetario y financiero de post-guerra se convirtió en una desaparición casi completa del ahorro nacional. En años siguientes la reconstrucción de este ahorro permitirá la realización de tasas de inversión excepcionales que alcanzarían el 30% en Japón. El japonés ahorra mas del 17 por ciento de sus ganancias, mientras que el francés solamente el 8%, el norteamericano el 6%, el inglés el 5%. El japonés ahorra por 5 motivos fundamentales: 1.- Previsión para enfermedades y accidentes. 2.- Fondos para educación y matrimonio 3.- Previsión para la vejez 4.- Fondos para la adquisición de la vivienda 5.- Porque su gobierno le ha aconsejado hacerlo.
En términos nominales el ingreso per. capita en Japón fue de $ 382 dólares en 1960, habiéndose elevado más de 20 veces en 23 años: $ 7,982 dólares en 1983. La alta tendencia de los japoneses al ahorro refleja la realidad de una sociedad previsora y colocada siempre de frente hacia el futuro. En cuarto lugar, el apogeo de estos países es, como consecuencia del auge industrial. Se demuestra que Alemania y Japón son los dos países de la OCDE en que la producción industrial global en los años 70’ superaba el 50%. Esta industria repercute en todo el mundo y alcanza los mayores márgenes de crecimiento. Además, como los productos industriales son los motores del intercambio internacional, ambos países ocupan una posición de potencia comercial de primer orden. La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar tecnología importada y producir con base a ella productos mejores y más baratos, así como su capacidad para innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa expansión de su economía. Como quinto punto tenemos el tema de la educación en Japón anterior a la ocupación y el de hoy en día, en el Japón ocupado por los aliados, los dirigentes del gobierno consideraban que era suficiente para el pueblo una instrucción básica: leer, escribir y contar; y que salvo para una minoría, no era conveniente superar la educación primaria, con el fin de evitar el espíritu de crítica y oposición, y disponer de una masa dócil y fácil de gobernar. El Japón de hoy, por lo contrario, se preocupa por dar al mayor número de japoneses una educación tan elevada como sea posible. Actualmente la enseñanza es obligatoria consta de 9 años: 6 en la primaria y 3 en la secundaria inferior. La totalidad de los niños de 6 a 14 años estudian. El porcentaje de los alumnos que ingresan a la secundaria es superior al 95%, y poco más de la mitad de los egresados de ellas pasan a alguna institución de enseñanza más alta. Los padres japoneses realizan grandes sacrificios para educar a sus hijos, sabiendo que el nivel social que alcancen estos en sus vidas dependerá, más que nada de su preparación. Además, el gobierno y las empresas importantes tienen sus propios cursos de estudio y entrenamiento para preparar a sus empleados. Son muchas las compañías que consideran que el mejor diploma de técnico o ingeniero existente es el que ellas mismas otorgan. Las empresas niponas consideran que la preparación de sus trabajadores es parte fundamental del éxito de su negocio. "Es una necesidad competitiva ". Algunos consideran insuficientes los cursos establecidos por el gobierno y las empresas privadas, y sin dejar de concurrir a ellos forman grupos de estudio integrados por amigos y compañeros de trabajo. Por lo que concluimos que el sistema educativo del Japón ha servido y continúa sirviendo para formar recursos humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un país que carece casi por completo de recursos naturales. Es indiscutible, que una de las claves del éxito japonés es el afán del pueblo admirable por instruirse y cultivarse. Por último, es conveniente recordar la cuestión de los gastos militares y, en forma mas general, la de la soberanía. La diferencia que encontramos entre el Milagro Alemán y el Japonés, es que el primero es sumamente equilibrado, controlado, moderado sin embargo el crecimiento del Japón es un crecimiento muy diferente en el que podemos destacar que es desequilibrado, incontrolado. En sí se sabe que no se trata de un milagro propiamente dicho, el proceso puede explicarse; se unen dos corrientes, elementos claramente japoneses, y circunstancias de tipo internacional que le favorecen. La actitud norteamericana es un factor fundamental. Como país vencido de la Segunda Guerra mundial sufrió la ocupación decidida por los vencedores; de hecho estuvo en manos de las fuerzas norteamericanas dirigidas por el general Douglas Mac Arthur. Según las potencias ocupantes, el objetivo de la ocupación era impedir que Japón se convirtiera nuevamente en una amenaza para la paz y seguridad del mundo. Las medidas que se utilizaron para conseguir estos objetivos fueron las siguientes: -Se realizó la desmilitarización del país; destrucción de las instalaciones militares, del material de guerra y aviación. -Se cerraron las fabricas de material bélico. -Se desmovilizó el ejército; se repartieron 6 millones de japoneses (la mitad militares) de los territorios ocupados. -En la nueva constitución se aprobó a la renuncia para siempre a la guerra y violencia como medio de solucionar disputas internacionales. Luego se castigó a los responsables de los delitos de guerra. Se juzgó a los principales dirigentes y se los condenó a muerte.
Mas tarde se estableció una nueva constitución en el año 1947, esta estableció una monarquía parlamentaria y la separación de los poderes. Poder Legislativo en dos cámaras elegía al Primer Ministro (Poder Ejecutivo). El impulso fundamental para el cual Japón logró este llamado Milagro provino de la guerra de Corea. En el cual los Estados Unidos apoyaban la industria pesada, y permite la rehabilitación de las personas comprometidas con el antiguo régimen, a estos procesados como <criminales de guerra> se les reintegra a la vida civil para ocupar cargos políticos o dirigir empresas, se expulsó a los comunistas de los cargos administrativos, en la industria y enseñanza. A pesar de los obstáculos constitucionales, se comenzó lentamente a la reconstrucción del país con disciplina y tenacidad. Se firmó el tratado de paz en San Francisco el día 8 de septiembre de 1951. Ese mismo día Estados Unidos y Japón firman un tratado de seguridad, en el cual se dictó que el segundo cedía bases al primero para mantener fuerzas armadas en su territorio. Luego de la guerra de Corea, es cuando Japón experimenta un rápido crecimiento económico que cada vez toma mas fuerza, alcanza su nivel máximo hasta entonces nunca igualado en 1968, transformándose en la tercera potencia económica mundial. La ayuda norteamericana se demostró en los siguientes aspectos a mencionar: -Una mano de obra abundante y barata, en su mayoría técnicos y calificados obreros, todos ellos muy trabajadores disciplinados, inteligentes y tenaces; el alto nivel de educación, la realización de importantes investigaciones; constantes innovaciones en la miniaturización de aparatos; inexistencia de gastos militares, este último es fundamental ya que los gastos militares que otros países utilizan, en Japón es utilizado para industrias pacíficas, y aumentar en estas su nivel técnico-tecnológico.
El gran desarrollo financiero se debe a que hubo un gran ahorro, que posibilitó que se produjeran inversiones muy importantes. Este mismo desarrollo se fue orientando hacia el desarrollo industrial por lo que podemos deducir que muchas inversiones son principalmente para las industrias. Tanto repercutió esto que hizo que Japón se convirtiera, en el primer constructor naval en el mundo. Y en cuanto al acero, a los automóviles, a las radios, los productos químicos, cosas de este estilo también ocuparon lugares muy importantes. Otro de los factores que hizo que alcanzara el primer lugar fue la pesca, debido a que el desarrollo de la misma hizo que Japón alcanzara el primer lugar de comercialización de pescado. En lo que se refiere al comercio, aunque no lo crean EEUU se convirtió en el principal cliente de Japón. Y gracias a estas cosas y a otras Japón hizo que su balanza comercial fuera favorable y que más adelante llegara a invadir con sus productos, los mercados del tercer mundo. Gracias a todo esto lo que paso fue que se experimento un gran aumento en el ámbito de la sociedad, ya que la misma llego a tener 100 millones de habitantes que como cifras se le calculó un crecimiento anual de 1 millón de hab. Pero todo esto duro hasta la década del 40’ ya que en ese entonces el gobierno japonés estableció un programa de control de natalidad con lo cual hizo que se redujeran los índices de nacimiento.
¿Continua este milagro hoy? Tenemos dos posturas frente a este tema, las cuales dan un resultado muy diferente. El primero y el mas certero es el siguiente: -El milagro sigue existiendo debido a que fue un proceso que se dio luego de una guerra, pero se mantiene en vigencia hasta nuestros días. O sea, que por lo tanto es un proceso que se dio bajo ciertas circunstancias y que continua actualmente a pesar de que hoy en día todo es muy diferente a lo ocurrido en el pasado (con respecto a la guerra).
Nuestra segunda postura es que: -Como la definición del Milagro Japonés es que se da únicamente en ciertos países que sufrieron ser vencidos en la guerra, en este caso de la Segunda guerra mundial, y luego se beneficiaron de esto saliendo triunfadores en los campos económicos, sociales y políticos, concluiríamos que Japón pasó por este proceso pero el mismo no continua debido a que se da luego de una guerra, y que hace tiempo no hubo una guerra o un suceso mundial de este tipo que luego de ser vencido un país, este saliera triunfador en otros campos de los cuales ya mencionamos. Pero lo que si sabemos sobre el Japón en el pasado cercano son los siguientes datos: Los productos japoneses, desde diminutos juegos electrónicos hasta automóviles y enormes buques petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de calidad. Las empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de sus ventas en investigación, porque como ya habíamos mencionado los japoneses no "gastan" su dinero en material bélico y militar, lo que favorece la creación cada vez mayor de productos más eficientes y avanzados. A mediados de la década de los 90 Japón se encontraba también entre los principales productores mundiales de materias primas químicas básicas, de industrias textiles y de fibra sintética. Sin embargo, durante este periodo, la producción de seda y algodón disminuyó. El comercio exterior es esencial para la economía japonesa, ya que el mercado interior es capaz de absorber por completo los bienes manufacturados que produce su propia industria. Por otro lado, como Japón tiene que importar la mayoría de las materias primas de las que depende su industria, el país también debe exportar una buena proporción de su producción anual, con el fin de mantener una balanza comercial favorable. Japón ha invertido los grandes excedentes comerciales acumulados durante las décadas de 1970 y 1980 en el exterior, de manera que se ha convertido en la principal nación acreedora del mundo. En 1996, las importaciones anuales totalizaron 349.152 millones de dólares y las exportaciones 410.901 millones, lo que hace de Japón el tercer país exportador del mundo. Los bienes manufacturados aportaron el 94,9% del total de las exportaciones; respecto a las importaciones, la partida de combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras importaciones son alimentos, animales vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y acero) y materias primas como madera o minerales metálicos. En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de 4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El presupuesto nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de 892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de dólares de gastos.
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