Delincuencia organizada, Blanqueo de capitales y delincuencia juvenil
Enviado por Fco. Javier Durán Díaz
- El delito y los delincuentes: evolución y adaptación al medio geográfico y social
- Factores que actúan como elementos favorecedores de la delincuencia organizada
- El blanqueo de capitales
- Formas de delincuencia juvenil
- Influencia de los medios de comunicación
- La responsabilidad penal
- Medidas para prevenir la delincuencia juvenil
- Conclusiones
- Bibliografía
"Al corregir a vuestros semejantes… buena parte de los humanos parecéis imitar a esos malos maestros que, mejor que enseñarles, prefieren azotar a sus discípulos. Decrétanse contra el que roba graves y horrendos suplicios, cuando sería mucho mejor proporcionar a cada cual medios de vida y que nadie se viese en la cruel necesidad, primero, de robar, y luego, en consecuencia, de perecer".
Tomás Moro, 1516. Utopía
1.- El Delito y los Delincuentes: Evolución y Adaptación al Medio Geográfico y Social.
Podemos entender la adaptación como una aptitud para vivir en un ambiente determinado, acomodándose a un medio concreto, con interacciones deseables con otros individuos, lo cual se logra tan solo mediante un largo aprendizaje, mediante la imitación y adquisición de las normas respectivas. Esto es así a todos los niveles de la vida, desde el organismo más simple, unicelular, al más complejo e inteligente, que es el hombre, en el que la adaptación supone una concreta evolución biopsicosocial.
En ese continuo proceso adaptativo, que no tiene porque ser siempre un proceso evolutivo positivo, también se encuentran los delincuentes y sus modos de actuación, es decir, el tipo de actos realizados y su "modus operandi".
La Criminología ha de contemplar el delito no sólo como comportamiento individual, sino, sobre todo, como problema social y comunitario, entendiendo esta categoría acuñada en las ciencias sociales de acuerdo con su acepción originaria, con toda su carga de enigma y relativismo. Porque según pusieron de relieve Oucharchyn-Dewitt y otros1, un determinado hecho o fenómeno debe ser definido como "problema social" sólo si concurren en él las siguientes circunstancias: que tenga una incidencia masiva en la población; que dicha incidencia sea dolorosa, aflictiva; persistencia espaciotemporal; falta de un inequívoco consenso respecto a su etiología y eficaces técnicas de intervención en el mismo y conciencia social generalizada respecto a su negatividad.
El crimen, en efecto, no es como cualquier objeto físico del mundo natural, como un trozo de hierro2. Aun cuando no se compartan los postulados radicales del "labeling approach", en particular, la naturaleza definitorial del delito (no ontológica) y la eficacia constitutiva del control social (éste crearía el delito, no se limitaría a declarar su existencia), nadie discute ya que difícilmente puede comprenderse la realidad del crimen, y su volumen, prescindiendo por completo de la reacción social y de complejos procesos sociales de definición y selección3.
La Criminología tradicional examinaba al delincuente como una realidad biopsicopatológica y convirtió a éste en el centro exclusivo de la atención científica. En la moderna Criminología, sin embargo, el estudio del hombre delincuente ha pasado a un segundo plano, como consecuencia del giro sociológico experimentado por aquélla y de la necesaria superación de enfoques individualistas en atención a objetivos políticocriminales. El centro de interés de las investigaciones –aún sin abandonar nunca la persona del infractor- se desplaza prioritariamente hacia la conducta delictiva misma, la víctima y el control social. En todo caso, el delincuente se examina "en sus interdependencias sociales", como unidad biopsicosocial y no desde una perspectiva biopsicopatológica como sucediera cion tantas biografías clásicas orientadas por el espíritu individualista y correccionalista de la Criminología tradicional4.
En todo estudio Criminológico del delito, parte de la base del análisis es función de la personalidad y de su contexto social, debido a que el individuo se adapta al medio social a través de su conducta y la intencionalidad de la misma constituye un todo organizado que se dirige a un fin.
Una conducta agresiva, es la propia expresión de la psicopatología particular del delincuente, de su alteración física, emocional y social, en donde el delincuente proyecta sus conflictos a través del delito.
La conducta delictiva posee una finalidad, que es indudablemente la de liberar tensiones, en donde dicha conducta es siempre la respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa, en el sentido de que protege al organismo de la desorganización.
El delito es una conducta concreta y simbólica, donde uno de los elementos más importantes para el Criminólogo es precisamente su análisis como factor simbólico, en donde el delito se muestra como un síntoma, es decir, una forma de exponerse al exterior como una defensa emocional del sujeto, como medio para no caer en disgregación de la personalidad.
El detallado estudio y análisis de la conducta delictiva, nos revela muchos aspectos de la personalidad del sujeto, pero no nos explica por qué ese hombre cometió la conducta asocial. Para conocer dicha respuesta, se hace necesario investigar la historia del individuo, sus rasgos de personalidad, perfil criminológico, antecedentes criminológicos individuales y familiares, su ámbito social, geográfico, cultural, etc. es decir, todas las circunstancias de vida del sujeto, su grupo familiar primario y social desde que nació hasta el ahora.
Preguntas clásicas tales como: ¿Que sucedió? ¿Que conducta? ¿Que delito?
¿Que víctima? Relación víctima-victimario. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Donde? ¿Con qué? ¿Por qué? Deben ser investigadas y respondidas.
Sin explayarse demasiado en el tema, podemos decir que las características generales que presenta el delincuente son las siguientes: inmadurez de la personalidad. Incapacidad para adaptar su comportamiento a las normas sociales o de grupo. Incapacidad de regir su comportamiento por pautas morales. Conducta agresiva e insensible desde la infancia. Tendencia a la satisfacción inmediata de sus caprichos. Falta de sentimiento de culpa. Incapacidad de afectos duraderos y profundos. Mitomanía y mundo fantástico. Marcada inestabilidad en todas sus conductas con dificultades del pensamiento lógico y enorme facilidad de pasar a la acción (acting-out). Desconexión del juicio de la realidad, facilitando la experimentación de fantasías y ansiedades persecutorias. Su lenguaje es cortado, concreto, autoritario. Fuerte sentimiento interno de minusvalía. Hiperactivo con mucha energía que desea desenfrenadamente liberar, etc.
Aunque veamos el delito como un acto de involución, el delincuente, en su interacción social, también evoluciona en sus formas y así, en esta sociedad totalmente cambiante, evolutiva social y geográficamente, el delincuente también adapta sus actos a las nuevas situaciones.
Respecto de las nuevas situaciones geográficas que se plantean en la actualidad, comencemos diciendo que las migraciones son decisiones individuales que responden a la existencia de diferencias entre los ingresos obtenidos y los gastos en los que se incurre como consecuencia del traslado. La elección del área geográfica de destino depende de las expectativas de ingreso y de los costes asociados según parámetros de distribución. La delincuencia también puede formalizarse desde un análisis de decisiones individuales. La decisión de delinquir dependerá de las expectativas de ingresos legales e ilegales y de los costes asociados al delito, directamente relacionados con la probabilidad de captura y con la severidad de la pena. El modelo de Borjas permite desarrollar el análisis de la inmigración bajo los
referidos criterios, y el modelo de Ehrlich desarrolla un análisis de la economía y la delincuencia que se a justa de manera adecuada a la formalización planteada. En esta tesis se analiza el problema de la delincuencia y su relación con la inmigración en España, además de identificar los principales determinantes de la actividad delictiva. Se utiliza un enfoque macroeconómico para contrastar un modelo de elección individual. Se presupone la existencia de interrelaciones entre la conducta delictiva y la tasa de inmigración que recomiendan la especificación de un modelo de regresión simple con efectos aleatorios. Se prueba la existencia de correlación positiva entre la inmigración y la delincuencia, correlación que también resulta positiva entre la delincuencia y variables como el PIB per cápita y la tasa de desempleo. Pero no se puede concluir afirmando que la inmigración sea causa de la delincuencia, sino que las variables que favorecen el incremento de la delincuencia se presentan en mayor medida entre la población inmigrante.
Desde un punto de vista exclusivamente geográfico, podemos decir que la amplitud y la distribución de la delincuencia en una zona dependen en gran medida del tipo de personas que residen o la frecuentan; lo que podríamos denominar genéricamente "usuarios". En un medio rural, las personas que frecuentan una zona son a menudo las mismas que la habitan, pero en un medio urbano el número de personas que frecuentan una zona es mucho mayor que el número de habitantes. Por "usuarios" se entiende, pues, además de los habitantes, a las personas que trabajan en una ciudad sin residir en ella. A esas personas hay que añadir, en tanto que frecuentan una zona, a los turistas nacionales y extranjeros, así como a los "amantes de las distracciones", es decir, quienes se desplazan desde zonas periféricas de la ciudad en busca de distracción.
Existen determinados tipos de ciudades que tienen más usuarios que otras, por ejemplo, las capitales, las ciudades industriales, las ciudades turísticas y las capitales regionales. Para comprender los problemas de delincuencia y de inseguridad de las diferentes ciudades o regiones, hay que hacerse una idea clara, no solo del número de habitantes, sino también de quiénes son sus usuarios. Ello reviste una importancia decisiva cuando se trata de evaluar las diferentes intervenciones posibles. Las explicaciones relativas a las causas de la delincuencia buscan su origen en teorías que se basan en el individuo, en las circunstancias que le rodean, o en una combinación de ambos tipos de elementos. Sin embargo, las diferencias de orden cultural no son suficientemente importantes para poder esperar que las causas "individuales" varíen en gran medida.
Cuando se estudia la delincuencia en las ciudades hay que tener en cuenta el aspecto urbanístico. Las estructuras socioeconómicas pueden explicar igualmente la existencia de diferencias dentro de una ciudad o de una región dada. Conviene también examinar la función de la ciudad en la región, por ejemplo, como lugar de trabajo, lugar de aprendizaje, lugar de distracción,
etc. Las grandes aglomeraciones urbanas constituyen un excelente campo de acción para la delincuencia, tanto si se trata de procurarse bienes que tengan un valor comercial como de encontrar salidas para venderlos. En una gran ciudad pueden encontrarse muchas viviendas, muchos automóviles, muchos visitantes y muchas empresas. Hay un flujo constante de personas y de acontecimientos. El ciudadano es más anónimo para su entorno que en las zonas rurales. La ciudad es también, hablando en sentido figurado, un buen "centro de reclutamiento" para la delincuencia. Existe una amplia categoría de personas marginales que, por diversas razones, toman el camino de la ciudad. Los inmigrantes ilegales pueden vivir con mayor anonimato que en la gran ciudad. En una localidad rural es más fácil que sean descubiertos quienes se dedican a actividades delictivas y los inmigrantes ilegales.
Con lo expuesto anteriormente, esperamos que quede claro que el delincuente y sus actos son fenómenos sociales y, por tanto, enmarcados en un entorno geográfico. Como se ha indicado, incluso la tendencia de la moderna Criminología es a estudiarlos así, abandonado el concepto tradicional exclusivamente biopsicopatológico. El proceso evolutivo y adaptativo, por tanto, también resulta lógico de deducir, sin que sea necesario recurrir a enumerar y analizar todas y cada de las nuevas formas delictivas que han ido apareciendo motivadas por ese proceso adaptativo que, por otro lado, son de sobra conocidas por casi todos.
"Cada sociedad tiene la delincuencia que se merece".
2.- Factores que actúan como Elementos Favorecedores de la Delincuencia Organizada.
Para comenzar, es fundamental establecer qué es la delincuencia o criminalidad. Una definición elemental señala que "delincuencia es la conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a las demandas de la sociedad en que vive". Una definición más, aportada por Herrero define la delincuencia como "el fenómeno social constituido por el conjunto de las infracciones, contra las normas fundamentales de convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados".
Ahora bien, el delito cometido por el delincuente no es del todo espontáneo, sino que puede ser premeditado y programado. Sin embargo, dependiendo del número de personas que lo cometa y ejecute, de los procedimientos que siga, de los recursos que utilice y de los objetivos que persiga, podemos encontrar, esencialmente, dos tipos de delincuencia:
? Delincuencia menor, y
? Delincuencia organizada.
Una vez contrastada toda la información recogida, directa o indirectamente, a través de fuentes oficiales y tomando como referencia a autores de indiscutible solvencia académica y reputada profesionalidad, se manifiesta la falta de consenso sobre todas aquellas manifestaciones que entran en la categoría de lo que puede ser considerado como "delincuencia organizada". A este respecto, evitando entrar en disertaciones y conflictos doctrinales al no existir una definición de delincuencia organizada con validez internacional se ha optado por adoptar como referencia la definición pragmática de la Convención Internacional de Palermo (Italia). Esta definición, suscrita por
124 países en diciembre de 2000, ha sido completada con rasgos mayoritariamente aceptados por la doctrina criminológica, tanto del grupo
criminal organizado, como de las actividades delictivas a las que se dedican.
El artículo segundo de la citada Convención Internacional define que, "Por grupo delictivo organizado se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas, que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención, con miras de obtener, directa o indirectamente, un beneficio de orden material". Por delito grave se entienden aquellos delitos que tienen una penalidad de cuatro o más años de prisión.
También se puede definir como "la delincuencia colectiva que instrumentaliza racionalmente la violencia institucional de la vida privada y pública, al servicio de ganancias empresariales con rapidez. Necesariamente vincula jerarquías de la burocracia política y judicial mediante la corrupción y la impunidad".
Algunas características concretas de la delincuencia organizada o crimen organizado son:
? Opera bajo una disciplina y códigos de comportamiento mafioso.
? Actúa con la finalidad de obtener, en la forma de prácticas sociales
recurrentes (enraizadas en la estructura del trabajo, a nivel local, nacional e internacional) ganancias rápidas sin inversión previa de capital, de origen ilegítimo e ilegal, mediante la aprobación de objetos
de uso privado y de propiedad ajena.
? En otras ocasiones, recurriendo a las mismas prácticas, se comercializa con bienes, productos y servicios de origen ilegítimo e ilegal, con poca o ninguna inversión de capital.
? La delincuencia organizada actúa de manera impune en la clandestinidad, protegida, y a veces también dirigida y operada, por autoridades corruptas, delincuentes de alta nivel, especialización y
jerarquía, y posee capacidad para utilizar la fuerza en aras de lograr sus objetivos.
? Con respecto a los bienes, productos y servicios ofertados por la delincuencia organizada, una vez que éstos se ponen en circulación,
quedan definidos sus precios por las condiciones del mercado regional o mundial (denominado coloquialmente, mercado negro), siendo el
mercado, escenario de esta criminalidad organizada.
? Este tipo de delincuencia fue designada con la palabra "organizada", ya que se refiere a la "asociación", a la "sociedad", a la "corporación", al "grupo", al "sindicato", como forma de unificar esfuerzos en grupo; y con el empleo de la violencia, soborno, intimidación y fuerza, los delincuentes llevaban a cabo sus actividades ilegales.
Otro concepto sobre delincuencia organizada lo da la Corporación Euroamericana de Seguridad (con sede en España), que indica que "se entiende por delincuencia organizada cuando más de tres personas acuerdan organizarse para realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, tienen como fin o resultado cometer alguno de los delitos penados por las leyes nacionales o internacionales".
Una variante de esta definición señala que "se considera como delincuencia organizada la asociación de tres o más personas para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas a fin de cometer algunos delitos". Esta definición se encuentra contenida en el artículo 282 Bis de la Ley Orgánica
5/1999, de 13 de enero.
A su vez, la Comisión Europea señala que "la delincuencia organizada se define, de acuerdo con la acción común 98/733/JAI del 21 de diciembre de
1998, como una asociación estructurada, de más de dos personas, establecida y que actúa de manera concertada, con el fin de cometer
infracciones punibles con penas privativas de libertad de una pena más grave". Aquí, la pena de prisión puede ir desde uno a cuatro años, como
mínimo, y la pena más grave puede llegar incluso al castigo con la muerte.
Así, las organizaciones dedicadas a la delincuencia organizada emprenden operaciones que generan la provisión de bienes y servicios ilegales, ya sea la producción y tráfico de drogas, armas, menores, órganos, inmigrantes ilegales, materiales nucleares, el juego, la falsificación, la prostitución, la comercialización de bienes ilícitos obtenidos subrepticiamente, especialmente los vehículos de lujo, animales y obras de artes, y la utilización de redes legales para actividades ilícitas como el lavado de capitales
Forma de Actuación.
La delincuencia organizada tiene un eje central de dirección y mando, y esta estructura opera en forma celular y flexible, con rangos permanentes de autoridad, de acuerdo a la célula que la integra.
? Alberga una permanencia en el tiempo, más allá de la vida de sus miembros.
? Tiene un grupo de sicarios a su servicio.
? Tiende a corromper a las autoridades, (en este punto y el anterior hay dos de los recursos conocidos para el cumplimiento de sus objetivos).
? Opera bajo un principio desarrollado de división del trabajo mediante células que sólo se relacionan entre sí a través de los mandos
superiores.
Además de su aspiración a permanecer en el tiempo, el éxito de las organizaciones delictivas en los negocios ilegales y legales, su rápido crecimiento tras un barniz empresarial y la riqueza que se acumulan, se traducen en nuevas demandas políticas, sociales y económicas, que respaldan en no pocos casos la aspiración de sus dirigentes que tratan, y en ocasiones consiguen, convertirse en miembros de la "élite social y política". Su poder económico es de gran ayuda a la hora de generar legitimidad social. Así se termina produciendo una asimilación social de los dirigentes criminales, entremezclándose con las esferas de poder. Los más organizados emporios criminales, cuyo objetivo último es el beneficio privado, viven al cobijo de organismos públicos aunque estén lejos de monopolizarlos, al menos en apariencia.
A todo esto hay que añadir que este fenómeno se encuentra ligado con otros elementos que dificultan en gran medida su tratamiento. En primer lugar, el crimen organizado aparece vinculado a la corrupción y el clientelismo. En segundo lugar, existen relaciones entre el mundo empresarial y la criminalidad organizada. Y en último término está la dimensión internacional, motivada en gran medida por la galopante globalización que ha impulsado los contactos entre organizaciones, cada vez más intensos que facilitan la distribución de zonas geográficas, actividades delictivas, o fases de una actividad determinada.
El fenómeno delictivo, lo mismo que cualquier otro hecho social, está estrechamente relacionado con las realidades que lo circundan. La delincuencia no tiene lugar en "abstracto" sino que se da en unas condiciones sociales, de desarrollo tecnológico, político y humano, que influyen decisivamente en la forma en como esa delincuencia se produce, en sus modos y maneras de manifestarse, en su cantidad, intensidad y en todas sus connotaciones y peculiaridades.
El crimen organizado en este sentido, puede afectar de manera substancial distorsionando la línea divisoria que separa lo legal de lo ilegal, generando lealtades alternativas a las del Estado y provocando cambios en la opinión pública que afectan negativamente al funcionamiento del sistema democrático.
Es por todo ello capaz de suscitar en el conjunto de la población profundas dudas, que cuestionan abiertamente el imperio de la ley vigente, ante la percepción del código normativo como algo ineficaz e inválido para regir el orden social. Mientras el discurso oficial hace referencia a reglas legales, la práctica se manifiesta en ocasiones perversa, cuando el funcionamiento de la Administración, especialmente el de la Justicia, actúa con flagrante desprecio a la legalidad, y la corrupción pone en tela de juicio la capacidad de respuesta ante el quebrantamiento de las normas. Actualmente, el descrédito y la desconfianza hacia los responsables en la lucha contra la delincuencia organizada, los miembros de la judicatura y la clase política en general, han calado peligrosamente en no pocos sectores de la sociedad.
Las organizaciones criminales se enriquecen a través de las múltiples actividades delictivas que llevan a cabo, porque existen determinados sectores sociales que demandan bienes y servicios de los que estos grupos les proveen, llegando a constituir emporios criminales altamente desestabilizadores, como se deduce de la magnitud del fenómeno del narcotráfico, denominado coloquialmente como la "industria de la droga".
Tipos de Delincuencia Organizada.
Para su estudio, podemos clasificar la delincuencia organizada en tres grandes grupos:
Delincuencia organizada local.
Delincuencia organizada nacional.
Delincuencia organizada transnacional.
Delincuencia organizada local: Por deducción, se puede definir como la delincuencia (consistente en una banda o varias bandas vinculadas) que opera en una escala territorial menor, ya sea una comunidad, municipio o estado, y que generalmente opera en esa demarcación y rara vez fuera de ella.
Delincuencia organizada nacional: Como la anterior, puede consistir en una sola banda de grandes proporciones o varias bandas asociadas, que opera dentro de una escala relativamente mayor, y ya se le reconoce como una delincuencia mayor, pues actúa en varias ciudades, provincias o estados y, potencialmente, puede llegar a tener nexos con otras bandas nacionales e internacionales.
Delincuencia organizada transnacional: Cuando la delincuencia organizada construye conexiones con organizaciones similares formando redes en todo el mundo, la Organización de las Naciones Unidas la denomina delincuencia organizada transnacional. La Comisión Europea también le denomina delincuencia organizada transfronteriza.
Abordaremos esta última más detalladamente por considerar que en la actualidad reviste especial importancia. La delincuencia organizada transnacional es una realidad incuestionable. Representa sin tapujos una amenaza directa y seria contra la seguridad, tanto interior como exterior. En cuestión de años, un problema que por tradición había sido interno (local o nacional) de orden público, se ha transformado en una amenaza que puede poner en peligro la viabilidad de las sociedades, la independencia de los gobiernos, la integridad de las instituciones financieras, el funcionamiento de la democracia y los equilibrios en las relaciones internacionales, con profundas consecuencias para los distintos países, siendo especialmente sangrante en algunas áreas geográficas como Latinoamérica, Asia o Europa del Este.
Hasta hace no mucho, la delincuencia organizada era catalogada como un fenómeno minoritario con raíces históricas específicas. Se consideraba un problema propio de determinadas regiones, ajeno al contexto internacional. La mafia italiana, las tríadas chinas, las cuadrillas vietnamitas, los cárteles colombianos y mexicanos de la droga, la Yakuza japonesa y los grupos de gangster en los Estados Unidos se encontraban entre los más destacados. Todos ellos, a los que hay que sumar organizaciones criminales de nuevo cuño como las mafias rusas, han experimentado una expansión en la esfera internacional sin parangón.
Estos grupos se caracterizan por su progresiva profesionalización, contratando a especialistas para fines específicos como abogados, informáticos o economistas, permitiéndoles aumentar tanto la seguridad de sus operaciones, como sus beneficios. Reflejan profundos conocimientos financieros, económicos, técnicos, contables, mercantiles y jurídicos, así como una dilata experiencia en el control y realización de operaciones bancarias a nivel internacional.
Causas que han llevado a su proliferación.
Causas externas.
Una de las motivaciones principales que llevan a este tipo de organizaciones a superar las fronteras, es el afán de lucro. Su determinación a operar en un ámbito lo más amplio posible, que les reporte beneficios millonarios.
Por ello, la estabilidad económica y política es un factor determinante en la expansión internacional de la delincuencia, que busca países con estas características para el "lavado" de sus capitales. Las zonas turísticas como el Levante español resultan extremadamente atractivas, dado que el turismo masivo genera un ambiente multicultural, garantizando un preciado anonimato y el movimiento de un volumen de divisas, que permite pasar desapercibido grandes cantidades de efectivo en moneda extranjera. Asimismo y en relación directa, cobran relevancia sectores como la
construcción y la hostelería, especialmente sensibles al blanqueo de capitales.
Otro factor determinante de la transnacionalización de la delincuencia, es la existencia de movimientos migratorios, que han abierto un debate falso, porque se ha tendido a relacionar directamente inmigración con delincuencia. No hay que caer en el engaño: no es la inmigración la que trae la delincuencia, sino la delincuencia la que se mueve a donde puede actuar mejor.
El carácter internacional sirve para establecer otro elemento importante: el grado de organización del grupo delincuente. A mayor organización, la tendencia evolutiva es a operar transnacionalmente.
A su vez, la internacionalización de las organizaciones delictivas, genera múltiples problemas a los Cuerpos de Seguridad del Estado en su tarea de control y erradicación. Las intervenciones policiales se ven dificultadas por problemas lingüísticos y culturales, tanto a nivel investigativo, como operativo.
Otro factor a tener en consideración en este análisis, es la presión política y policial que adoptan los países dentro de sus fronteras. La delincuencia ha optado por reubicarse en aquellos países que presentan características más favorables en relación con sus naciones de origen. Así, son candidatos predilectos los países caracterizados por legislaciones benignas o garantistas con leyes de extranjería permeables. Estas legislaciones les ofrecen indirectamente ordenamientos jurídicos que les permiten operar con los mayores beneficios que les pueda otorgar la legalidad. La transnacionalización les permite residir en un país, delinquir en otro y realizar las operaciones de lavado de los capitales obtenidos en un tercero.
El objetivo último debe consistir en evitar que las organizaciones criminales transnacionales se hagan cada vez más invulnerables a la fuerza del Estado. En palabras de los expertos:
"La Unión Europea, está cambiando hacia un crecimiento de criminales extranjeros y grupos de criminales. Un dato que despierta la alarma es el incremento de gente envuelta en grupos criminales. Hoy hay cerca de tres mil grupos conocidos activos en la Unión Europea con más de treinta mil miembros que han sido claramente identificados. Esta cifra, basada en los datos aportados por los países miembro, es sólo una pequeña porción de una situación real. (…) Hay un alto nivel de cooperación internacional entre las redes criminales y una mezcla de nacionalidades. Los cabecillas están superando las estructuras monolíticas del pasado, creando un escenario criminal consistente en relaciones fluidas entre criminales muy profesionalizados en ciertos tipos de delitos. Hay una mezcla cada vez más evidente de actividades legales e ilegales. Cada vez son más imaginativos y toman más riesgos para triunfar en sus actividades ilícitas, y no les importa emplear la violencia".
Esta lacra no sólo afecta a Europa en estos términos. Es común al resto del mundo, constituyendo una amenaza estratégica en un espacio globalizado.
Causas Internas.
"El delincuente extranjero", miembro de una organización delictiva internacional, representa en sí mismo un sujeto digno de análisis, para una mejor comprensión del fenómeno de la transnacionalización.
En este sentido, cobra notoria relevancia la transformación de las poblaciones reclusas en algunos países, motivada por el fenómeno de la exportación de criminales que registran determinados Estados, donde las medidas represivas del gobierno son puntualmente coercitivas con el crimen.
Tomando España a modo de ejemplo, el incremento de internos extranjeros en las cárceles se revela como un problema. Según las últimas estadísticas del Gabinete Técnico de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, seis de cada diez reclusos que entraron en las cárceles durante el año 2004, eran extranjeros.
Dentro del mismo sistema penitenciario, la presencia del delincuente extranjero produce otros efectos nocivos a destacar: el papel que juegan las cárceles como espacio aglutinador del crimen internacional organizado, facultando el nacimiento de nuevas oportunidades de actividades ilegales y asociaciones altamente lucrativas. Recurriendo a la ejemplificación nacional, los tradicionales contrabandistas de las Rías Bajas gallegas (provincia de Pontevedra) en la década de los ochenta, empezaron a establecer contactos, mientras cumplían condena, con las organizaciones de narcotraficantes colombianos. Estos nexos carcelarios se fraguaron porque algunos cabecillas colombianos huyeron a España para refugiarse de la persecución de las autoridades estadounidenses, resultando finalmente detenidos por mandamientos judiciales de carácter internacional. Esta conexión accidental ha convertido a España, junto con la actividad del narcotráfico de hachís proveniente de Marruecos, en una zona caliente de la ruta de la droga, hasta el punto de que alrededor de la mitad de las incautaciones realizadas en la Unión Europea se producen en nuestro país.
Otro elemento novedoso es que los grupos son cada vez más heterogéneos, compuestos por ciudadanos de diversos Estados y grupos étnicos. Se puede establecer, atendiendo al factor nacionalidad, una distinción en el modo de organizarse y en el modus operandi: los colombianos trabajan con la cocaína, los turcos con la heroína, los búlgaros se decantan por los robos de vehículos de lujo y la prostitución relacionada con la inmigración ilegal del Este europeo, mientras que los nigerianos se han especializado en estafas millonarias.
En su mayoría, todas estas organizaciones con "denominación de origen", incluyen en sus filas a delincuentes nacionales del país donde deciden llevar a cabo sus actividades delictivas, porque para determinadas gestiones como alquileres de inmuebles, vehículos, compras de material y otros cometidos, un nacional despierta menos sospechas.
Directamente relacionado con la percepción social de los delincuentes extranjeros, el hecho de que hayan importado a muchos países culturas más violentas y el uso de armas, suscita alarma social y fuerte sensación de inseguridad ciudadana, con frecuencia magnificada por los medios de comunicación.
A nivel interno, la evolución hacia la internacionalización está llevando a las propias organizaciones a plantearse su necesaria reestructuración, superando modelos jerárquicos de organización a favor de esquemas más flexibles y operativos, adecuados a un mundo sin fronteras.
Desde una perspectiva legal, la situación del delincuente extranjero en relación con las leyes de extranjería, plantea multitud de incógnitas. Está aún por evaluar en primer lugar, la efectividad de las expulsiones, independientemente del coste que representan. En segundo término, se plantea la controversia en función de si deben cumplir condena en el país en donde son detenidos y juzgados, o prevalece su sustitución por la expulsión, en virtud de la gravedad de la pena. Incluso cabe cuestionarse si es factible la posibilidad de que cumplan condena en sus países de origen, a los efectos de salvaguardar el derecho de todo recluso a la visita de sus familiares y a las medidas tendentes a su reinserción, sin entrar en consideraciones sobre la efectividad de la misma, dado el escandaloso índice de reincidencia de los profesionales del crimen.
3.- El Blanqueo de Capitales.
Actualmente el blanqueo de capitales es el medio más utilizado por la delincuencia organizada para la legitimación de sus bienes. Este medio, que a su vez es considerado también como un delito, encuentra sus principales hechos generadores entre otros tres: el narcotráfico, la corrupción y la evasión fiscal.
Según el Art. 1.2 de la Ley 19/1993, de 28 de diciembre de 1993, sobre Determinadas Medidas de Prevención del Blanqueo de Capitales ("capitales procedentes de cualquier tipo de participación delictiva en la comisión de un delito castigado con pena de prisión superior a tres años"), se entiende por blanqueo de capitales "la adquisición, utilización, conversión o transmisión de bienes que procedan de alguna de las actividades enumeradas en el apartado anterior o de participación en las mismas, para ocultar o encubrir
su origen o ayudar a la persona que haya participado en la actividad delictiva a eludir las consecuencias jurídicas de sus actos, así como la ocultación o encubrimiento de su verdadera naturaleza, origen, localización, disposición, movimientos de la propiedad o de otros derechos sobre los mismos, aun cuando las actividades que las generen se desarrollen en territorio de otro Estado".
El blanqueo de capitales es una actividad que se desarrolla en muchos países, ya que la corrupción no se circunscribe a unas cuantas naciones, sino que la fomentan las naciones grandes al oprimir de facto a otras (generando pobreza y, por ende, encontrando los pueblos el delito como única fuente de ingresos), mientras que las naciones pequeñas o pobres la cultivan bajo el supuesto de que es una de sus pocas oportunidades de sobresalir y paliar la miseria.
El blanqueo de capitales, como delito, no es nuevo dentro de los negocios ilegales o ilegítimos; sus antecedentes más cercanos se remontan a la primera mitad del siglo XX (1930-1940) en Estados Unidos, durante el periodo conocido como la "Ley Seca".
En ese tiempo, legendarios criminales, como Al Capone y Lucky Luciano, crearon compañías con el fin de ocultar el dinero obtenido de sus actividades delictivas y hacerlo aparecer como el fruto del trabajo honrado (esencialmente lavanderías).
Otras teorías indican que el blanqueo de capitales se generó durante la Segunda Guerra Mundial, pues se establecía que tanto Italia como Alemania enviaban oro a diversos bancos existentes en Suiza para generar divisas en concepto de intereses. Dicho oro era obtenido a través del saqueo realizado por las tropas de estas naciones, en los distintos países que eran dominados por ellos, y de las incautaciones que las tropas nazis realizaban sobre los bienes de los judíos que eventualmente eran enviados a los campos de exterminio. Posteriormente, el oro se fundía y se vendía en lingotes a destinatarios desconocidos contactados por los bancos suizos.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, Suiza se pobló de bancos, los cuales, con el fin de obtener recursos para poder operar, recibieron grandes sumas de capitales cuyos orígenes eran desconocidos y, siguiendo el sigilo bancario, los inversores no encontraron impedimento alguno para realizar sus depósitos. Sin embargo, es preciso destacar que este problema cobró cada vez más relevancia a partir no sólo de la globalización de los mercados financieros, sino del incremento en el tráfico de drogas, negocio en considerable crecimiento, pues en la actualidad, después de la venta de armas, el de las drogas es la industria más rentable del planeta.
A partir de aquí, surgió la necesidad imperiosa de controlar, supervisar y sancionar las conductas tendentes a legitimar el dinero ilícitamente
obtenido, pero los vacíos legales y otras cuestiones (el derecho al secreto bancario), constituyeron fuertes impedimentos a tal labor. Sin embargo, cada vez hay más países que han establecido mecanismos legales y han creado normas en materia de blanqueo de capitales. También se han establecido numerosas y eficientes líneas de comunicación en el ámbito internacional, dentro del orden económico y financiero, para detectar este tipo de actividades.
El propósito es reforzar y extender los mecanismos de cooperación internacional así como los acuerdos específicos con respecto al estudio y persecución de las distintas formas de actividad criminal, entre las que se pueden contar el blanqueo de capitales.
A modo de colofón sirva como ejemplo de la complejidad del fenómeno, la Operación Ballena Blanca, desarrollada en España el 10 de marzo de 2005. Cerca de tres centenares de policías intervinieron en el operativo. Supuso la desarticulación de la mayor red de blanqueo de dinero proveniente de actividades relacionadas con el crimen organizado, conocida hasta el momento en España. La investigación, que dio comienzo en Marbella en
2003, se saldó con un número total de 41 detenidos, entre ellos se vieron implicados tres notarios y siete abogados de prestigio. Entre los arrestados
había ciudadanos franceses, marroquíes, rusos, ucranianos y finlandeses, además de españoles.
La magnitud de las cifras hablan por sí mismas: fueron bloqueadas cientos de cuentas corrientes por un importe total que superaba los 32 millones de euros. La policía se incautó de 251 inmuebles en la Costa del Sol, entre ellos dos urbanizaciones enteras, además de un yate, 41 coches de lujo y dos aviones. El valor de lo incautado ascendía a 250 millones de euros. El dinero que se calcula había movido esta red en los últimos años superaba, según las estimaciones, los 600 millones de euros.
A pesar de los éxitos policiales, lo verdaderamente preocupante de este fenómeno no son las cifras conocidas, sino todo lo demás que permanece oculto en la clandestinidad. El panorama es enormemente complejo y a priori no ofrece síntomas de retroceso.
4.- Modernas Formas de Delincuencia Juvenil.
La delincuencia siempre ha existido y siempre existirá. También la juvenil. Aunque no se ha percibido un aumento de los casos sí se ha experimentado un cambio cualitativo y cuantitativo de las conductas violentas y delictivas de los jóvenes. El patrón tradicional de la delincuencia en esta franja de edad se centraba en delitos y faltas contra la propiedad. Pero, de unos años a esta parte, se han incrementado los episodios delictivos de jóvenes (cada
vez más jóvenes) destinados a infligir daño (cada vez más grave) de forma voluntaria tanto a bienes materiales como a personas.
También hay que distinguir lo que es un hecho aislado que con la edad desaparecerá y lo que puede ser el inicio de una prolífica carrera delictiva. Un menor que comete un hurto puede hacerlo movido por otras motivaciones que no son el ánimo de lucro en sí: demostración de valor o rebeldía, como respuesta a un alto control familiar, como imitación de su entorno social, un trastorno de comportamiento, etc.
Alrededor del 50% de la delincuencia juvenil es ocasional y se cometen delitos graves. El otro 50% es delincuencia de transición que se inicia sobre los 12 años, con delitos de apoderamiento, se mantiene en la adolescencia y suele reincidir a los 20 años.
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