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Desafíos Sociomorales que enfrenta la Iglesia Cristiana

Enviado por Abiezer Luzunaris


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Conflictos familiares
  3. Divorcio
  4. Alcoholismo y Drogadicción
  5. Suicidio
  6. Seguridad Social
  7. Educación Sexual
  8. Conclusión
  9. Bibliografía

Introducción

La iglesia debe hacer un llamado a todos. A las instituciones cívicas, a las asociaciones profesionales, a los empresarios y negociantes, al gobierno, a las instituciones educativas, a los medios de comunicación, en fin, a todo el que se interese por la situación moral en Puerto Rico. Es un llamado a la reflexión y si es posible al diálogo y a la colaboración porque predicar la Palabra de Dios es un verdadero desafío con estos problemas socio-morales que afectan a la sociedad.

Nuestra sociedad está atravesando por una serie de cambios drásticos que verdaderamente ocasionan un reto a la iglesia cristiana. La iglesia tiene la responsabilidad de poder ayudar en estos desafíos que se mencionan, entendiendo que existen aún más desafíos. La iglesia enfrenta hoy más que antes los continuos retos y desafíos de este mundo posmoderno, donde los valores morales, de ética, conducta, y comportamiento, están devaluados y pisoteados. Razón que urge la aplicación y la reivindicación de las virtudes cristianas por parte de la iglesia, por medio de las características del carácter de Cristo, como modelo en nuestras vidas.

Desafíos que enfrenta la iglesia cristiana

Conflictos familiares

Al iniciar el análisis de los conflictos familiares, es importante definir los conceptos que enmarcan la discusión sobre el tema. Se define conflicto como discordia, divergencia o lucha entre personas, grupos o naciones (Ezequiel Ander-Egg citado en Martínez 2001). Antagonismo entre quienes tienen intereses a fines contrapuestos. A su vez, se define familia como un grupo de personas unidas por unos lazos de consanguinidad, afectividad, matrimonio (legal o consensual) o adopción, los cuales permiten la satisfacción de las necesidades básicas de protección, educativas, emocionales, económicas, recreativas y espirituales. La familia es la parte principal del proceso de desarrollo socio-moral de sus miembros y una base fundamental para la sana convivencia y transformación de la sociedad. La relación de la familia con otros sistemas e instituciones lleva a que sus miembros tengan la capacidad de transformar la sociedad, al mismo tiempo que ellos mismos cambian (Definición tomada del marco conceptual utilizado en el Primer Informe del Proyecto para la Revitalización de la Infraestructura Socio-moral de Puerto Rico citado en Martínez, 2001).

Divorcio

Esta investigación reconoce la familia como el grupo primario por sus características sociales particulares. Esto permite aproximarnos críticamente a aquellas necesidades básicas de los individuos en la sociedad, tales como las espirituales, físicas, sociales, emocionales, económicas, educativas y recreativas.

A partir de este entendimiento, la experiencia familiar influye significativamente en el desarrollo psicosocial de sus miembros; por ende, contribuye al proceso de construcción de la infraestructura socio-moral de un país (Centro para el Fomento de la Fe Cristiana, Estudio sobre el Estado de Situación de la Infraestructura Socio-moral de Puerto Rico, Universidad Interamericana, 1997, citado en Martínez, 2001).

Por otro lado, a pesar del gran crecimiento económico experimentado, existen bajos niveles de ingresos, alto desempeño y la creación insuficiente de oportunidades de trabajo para una población en constante crecimiento. Todo lo antes expuesto ha fomentado la disfunción de la familia y de la sociedad en la que ésta se desenvuelve, resultando en los males sociales que nos aquejan (Martínez, 2001).

El divorcio o la separación de la pareja es una manifestación de los problemas que aquejan a Puerto Rico. Este estudio no se circunscribirá al divorcio, ya que éste excluye a otros

arreglos familiares. No obstante, para tener una idea de la situación de la separación de parejas en Puerto Rico, las estadísticas de divorcios son la única fuente existente (Martínez, 2001).

El aspecto económico tiene una relación directa con el divorcio o la separación que procede del impacto que tienen, sobre la pareja, los diferentes niveles de exigencia y las dificultades del mundo del trabajo. Se podrían mencionar los efectos de las tareas repetitivas de índole laboral, el desgaste emocional y físico que genera el trabajo, el escaso tiempo que en ocasiones deja disponible el trabajo para poder compartir con la pareja, las altas de desempleo, la dificultad para conseguir vivienda adecuada y la incorporación de la mujer a la fuerza laboral (Muñoz & Fernández, 1988 citado en Martínez, 2001).

La separación o el divorcio podrían afectar el funcionamiento de los hijos. De acuerdo con Dr. David Fassler, psiquiatra de la niñez y autor de una serie de libros dirigidos a este público particular sobre la transformación de las familias, plantea que los niños tienden a externalizar su ira en cuanto al divorcio peleando con sus compañeros de escuela y tratando de desquitarse contra el mundo. Las niñas, por otro lado, tienden a internalizar sus sentimientos y se tornan ansiosas, se sienten rechazadas y deprimidas. En las niñas también es más probable que usen la fantasía para consolarse a sí mismas (Martínez, 2001).

Los siguientes tipos de conducta pueden presentarse en la niñez como reacción a un divorcio o una separación: persistente tristeza o depresión, agresividad intensa, quejas frecuentes o dolores de estómago, de cabeza y otros tipos de malestares de índole físico, aislamiento o falta de interés por amigos y miembros de su familia, problemas al comer o dormir, dificultades en el ambiente escolar y problemas de comportamiento (Martínez, 2001).

El divorcio es la muerte del "juntos" el final aparentemente del "para siempre" (David & Lisa Frisbie, 2006). La iglesia como agente de cambio debe educar, fortalecer, y pedirle a Dios la sabiduría para ministrar a matrimonios en crisis para evitar el divorcio. Partiendo de la norma bíblica que lo que Dios unió no lo separa el hombre, Dios provee las herramientas para ayudar a las personas en su matrimonio. Primero, es muy importante la consejería matrimonial antes de contraer nupcias. La consejería debe ser por una persona guiada por el Espíritu Santo para que de esta manera tanto la mujer como el hombre sepan y entiendan cuál es su rol en el matrimonio y sobre todo el propósito de Dios en su relación de pareja y estar al tanto de su interdependencia.

En términos generales el divorcio acarrea muchos males. En algunas circunstancias es mejor que el divorcio ocurra antes de que suscite una desgracia familiar a causa de la violencia doméstica, el suicidio y otros males. En el siglo XXI se han agigantado los problemas que tienen que ver con matrimonios problemáticos, violencia doméstica, crímenes pasionales y divorcios. Sin embargo, hay que estar conscientes del papel educativo que tiene la iglesia como responsabilidad en la consejería de los matrimonios. Jesús fue un defensor del matrimonio instituido por Dios.

Él dijo que en un principio, (en Génesis), lo que Dios creó con la primera pareja, Adán y Eva, (Génesis 2:20-24), es el fundamento sobre el cual se edifica la familia y la sociedad. El hombre y la mujer separados uno del otro, están incompletos. El matrimonio les da sentido de unidad y realización; es una fortaleza que protege el amor e interés mutuos. Cuando Dios creó la primera pareja los hizo idóneos para cohabitar en amor y ayuda mutua para toda la vida. La intención original de Dios era que el matrimonio produjera unidad (Marcos 10:6-8). La advertencia en Marcos 10:9 es que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Según Jesús, el matrimonio es un compromiso para toda la vida y es por eso, los votos y acuerdos matrimoniales se hacen ante Dios (Mateo 19:6).

Hoy es abrumadora la cantidad de divorcios que se registra en nuestras comunidades. Entre católicos romanos y protestantes ha sido motivo de grandes debates todo lo relacionado con el divorcio y el re-casamiento. El apóstol Pablo menciona una serie de pecados que tienen que ver con prácticas sexuales condenadas por Dios y que algunos de los corintios habían practicado en su antigua manera de vivir pero que con la gracia de Dios una vez que se arrepintieron y aceptaron a Cristo como su Salvador fueron santificados y justificados ante Dios (1 Corintios 6:9,11).

Alcoholismo y Drogadicción

The Social WorkDictionary define alcoholismo como la dependencia física o psicológica del consumo del alcohol (Martínez, 2001). Esto puede causar tolerancia, compulsividad hacia la substancia, evidencia de deterioro y disfuncionamiento social, mental o físico en quien lo padece.

Define, también, abuso del alcohol como el consumo de éste en una forma tal que dañe o arriesge el bienestar del usuario o de aquellas personas con la que ese individuo tiene contacto. Ese consumo aumenta la frecuencia con la que el usuario puede causar accidentes, puede llegar a ser físicamente violento, menos productivo o tal vez a provocarse a sí mismo un daño físico serio. Finalmente, se define como un patrón en el uso del alcohol que menoscaba el funcionamiento social del usuario (Martínez, 2001).

El patrón de conducta generalmente asociado con el problema incluye una necesidad o deseo continuo del alcohol, intentos inconsistentes de controlar la dependencia, desórdenes físicos agravados por el uso del alcohol, borracheras ocasionales, problemas en el trabajo como resultado de la ineficiencia en las tareas realizadas o de las ausencias, violencia y problemas de relaciones sociales efectivas. Debido a que resulta poco común que todos estos síntomas se manifiesten simultáneamente, es común que la persona niegue que padezca de alcoholismo (Martínez, 2001).

Por otra parte, The Social Dictionary define la drogadicción como el abuso de sustancias químicas que resulta en una dependencia fisiológica que afecta los tejidos corporales que se requieren para funcionar (Martínez, 2001). En la ausencia de esta sustancia, el individuo experimenta síntomas de retirada. El abuso de drogas es el uso inapropiado de sustancias

químicas que van en detrimento del bienestar físico y mental del individuo que las consume (Martínez, 2001).

A su vez, el DiagnosticStatistical Manual (DSM-IV) refiere que la característica principal de la dependencia de sustancias, incluidas las drogas y el alcohol, consiste en un grupo de síntomas cognoscitivos, de conducta y fisiológicos que indican que el individuo continúa consumiendo la sustancia, a pesar de la aparición de problemas significativos relacionados con ella (Martínez, 2001). Los síntomas, mencionados a continuación, deben presentarse en algún momento dentro de un mismo período de 12 meses para que sea diagnosticada la dependencia (Martínez, 2001):

  • Tolerancia- una necesidad creciente de la sustancia para obtener el efecto deseado.

  • Abstinencia- el desarrollo de un síndrome debido al cese o disminución en el uso de una sustancia que ha sido utilizada de manera prolongada. Este síndrome causa deterioro en el área social, ocupacional u otra área importante del funcionamiento general de quien lo padece.

  • La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que inicialmente se pretendía.

  • Existe deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar el consumo de la sustancia.

  • Se toma mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia o en la recuperación de los efectos de la misma.

  • Disminuye la participación en actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia.

  • Continúa utilizando la sustancia a pesar de que el individuo es consciente de los problemas psicológicos o físicos que pueden ser causados por el consumo de la sustancia.

En la revisión de la literatura relacionada con la problemática del alcoholismo y la drogadicción, se observan varios aspectos útiles para su análisis. Estos incluyen los referentes al problema mismo como consecuencia de un núcleo familiar con patrones de conducta disfuncionales, aquellos relacionados con la presión de grupo, ejercida especialmente por los pares de los adolescentes; los valores culturales transmitidos que inciden en el problema; los que resultan directamente de trastornos físicos (Martínez, 2001).

Para la investigación de los temas relacionados, es necesario indicar que en la actualidad existen distintos enfoques que se consideran confiables, aunque procedan d estudios limitados o parciales realizados fuera de Puerto Rico (Martínez 2001):

Alcoholismo

El ser humano ha usado el alcohol con diversos propósitos; históricamente, ha utilizado el alcohol en rituales religiosos, en la confección de medicinas o de alimentos o para celebrar eventos de relevancia. En muchos países, incluyendo Puerto Rico, el uso del alcohol forma parte de la vida social y es la droga legal más común y permitida por nuestros patrones culturales, a pesar de que existen controles por edades y por lugares de consumo, que muchas veces tampoco se cumplen. Esta es la razón principal por las que sus implicaciones negativas, emocionales y

sociales, no son siempre atendidas ni reconocidas. Se ha estudiado que, en el país, la población que mayormente consume alcohol es predominantemente joven y en edades productivas (Moscoso, 1995 citado en Martínez, 2001).

El alcoholismo en Puerto Rico ha sido identificado, en los últimos años, como un factor que contribuye a otros grandes problemas, tales como algunas enfermedades fisiológicas, divorcios, pérdida de ingresos, suicidios, homicidios y delincuencia. El uso excesivo del alcohol afecta directa e indirectamente a todas las personas que de una manera u otra, entran en relación con aquel que lo ingiere en exceso; familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y patronos. Conviene señalar el tipo de relación inadecuada que se genera entre el alcohólico y los demás miembros de su entorno familiar y social cuando éstos se sienten responsables o culpables de dicha problemática. También conviene señalar el nivel de tolerancia hacia la conducta del alcohólico que los demás miembros de la familia desarrollan, lo cual permite mantener los patrones disfuncionales existentes (Martínez, 2001).

El alcoholismo es un problema familiar, ya que afecta a todos los miembros de la familia. El uso excesivo de bebidas alcohólicas afecta el funcionamiento social, la estabilidad, la unidad, las actitudes, los valores, la economía y la salud física y mental de una familia. También puede incidir en la habilidad para llevar a cabo las responsabilidades de cada miembro de la familia, su autodisciplina, la manera de conducir su vida, de relacionarse con otras personas y de expresar sentimientos. Además, trae como secuela otros males sociales, tales como la adicción a drogas narcóticas, delincuencia juvenil, rompimiento del hogar y desajustes emocionales (Martínez, 2001).

El sistema alrededor del alcohólico cambia para acomodarse a éste, por lo que el alcohólico de debe tratar en términos de sus relaciones familiares y no como un individuo aislado. El alcohólico muchas veces se incapacita y delega sus responsabilidades paternales y primarias en su cónyuge, en cualquier otro familiar o amigo. En el caso del esposo alcohólico, generalmente es la esposa quien asuma la jefatura del hogar, y por consiguiente, la responsabilidad de asegurar también el sustento de la familia (Martínez, 2001).

Los miembros de cada familia no reaccionan igual frente a las distintas etapas del problema. En las etapas iniciales del problema, la mayor parte de las familias niegan que alguno de ellos esté bebiendo excesivamente y niegan el disfuncionamiento familiar. Hay una tendencia a responsabilizar a factores externos de los problemas y a buscar soluciones a través de la manipulación del ambiente familiar. Ante esta situación, prevalecen dos reacciones principales: una creciente hostilidad y resentimiento entre todos los miembros, que trae como consecuencia el daño de las relaciones interpersonales y una distorsión o pérdida de los roles familiares normales, lo que puede llevar a los miembros a un estado de ansiedad y conflicto (Martínez, 2001).

Lo antes mencionado es de pertinencia para la sociedad puertorriqueña por encontrarse ésta en un período de transición, que se evidencia en los cambios surgidos en los valores y las costumbres. Estos constituyen una fuente de preocupación en relación a cómo estos cambios pueden trastocar el funcionamiento social de la familia. Parte relevante en la discusión del problema es la observación respecto al gran número de los jóvenes estudiantes del Puerto Rico de hoy que consume alcohol. Varios estudios realizados anteriormente coinciden en afirmar que la utilización del alcohol aumenta en esta etapa del desarrollo, lo que se fomenta, a su vez, por patrones culturales transmitidos de generación en generación (Martínez, 2001).

Drogadicción

El consumo de drogas ilícitas se ha transformado en un problema que concierne tanto a países desarrollados como a aquellos que están en vías de serlo; Puerto Rico no es la excepción. El uso de drogas no tan sólo afecta el funcionamiento fisiológico, intelectual, social y económico del individuo, sino que además puede promover conductas delictivas y violentas. Existe una fuerte conexión entre los aspectos sociales, culturales, médicos, legales y morales que promueven o inciden en dicha problemática (Martínez, 2001).

Los factores socioculturales intervienen en el tipo de uso que lleva a cabo y determinan cual o cuales son admisibles para cada grupo en particular. Los jóvenes, al inicio del consumo de drogas ilícitas, tienden a combinarlas con algún tipo de bebida alcohólica. La presión de grupo también es un factor preponderante, igual que vimos en el análisis del alcoholismo. Durante la adolescencia se forma la identidad personal. Los jóvenes enfrentan un sinnúmero de demandas sociales y lo que piensen sus pares tiene mucho peso al igual que sentirse admitidos al grupo. Por esta razón puede ser decisiva la presión que ejerzan sus pares para que utilizar drogas ilícitas (Torres, 1990 citado en Martínez, 2001).

La influencia que ejerce el núcleo familiar en la formación del individuo, es otro de los factores asociados a la drogadicción. Los seres humanos se perciben a sí mismos y al ambiente que los rodea básicamente de acuerdo con las experiencias vividas en el núcleo familiar donde se desarrollan. Si este núcleo no realiza un intercambio efectivo de información entre sus

miembros, la percepción de sí mismos y del ambiente podría afectarse seriamente. El que un individuo, desde temprana edad, tenga contacto directo con adultos que estén involucrados en la drogadicción, facilitará la creación de estereotipos que visualizan dicha conducta como positiva (Martínez, 2001).

La drogadicción tiene características diferentes, según el grupo social de cada país que la utiliza. Aun así, existe un denominador común: se entiende que los jóvenes forman el grupo de más alto riesgo en el consumo de drogas ilícitas. En un estudio, (Garrido, 1986 citado en Martínez, 2001), realizado en México, se identificó que el porciento mayor en la utilización de fármacos se encontraba entre los jóvenes de 11 a 20 años, mayormente del sexo masculino; el 15.8 por ciento indicó haber utilizado varios tipos de drogas, especialmente inhalantes, tranquilizantes o marihuana. En otro estudio, se observó que la marihuana y los inhalantes son las drogas ilícitas más utilizadas por los hombres y los tranquilizantes por las mujeres (Ortiz, 1992 citado en Martínez, 2001).

En un estudio realizado en Chile, se identificó que el 70% de los jóvenes habían consumido alcohol, el 7.3% marihuana, el 2.5% tranquilizantes y el 1.9% estimulantes (Florenzano, 1989 citado en Martínez, 2001). Por otro lado, en una investigación llevada a cabo en Ecuador, se observó que los hombres tienden a consumir drogas ilícitas más que las mujeres; en una proporción de diez a uno (Bonilla y Andrade, 1989 citado en Martínez, 2001).

En Puerto Rico entre un 6% y un 10% de los empleados de cualquier tipo de organización pública o privada, han presentado problemas asociados con el consumo de alcohol o drogas (Martínez, 2001). Entre éstos, se mencionan los actos de violencia, robos, accidentes, la frecuente utilización de los planes médicos, las tardanzas y el ausentismo.

A la problemática asociada al consumo de drogas es necesario agregar la que identifica a Puerto Rico como un punto estratégico para la distribución y venta de drogas ilícitas. A pesar de las gestiones realizadas al respecto por las agencias que trabajan con la seguridad social, el problema continúa. Aunque las autoridades señalan que se ha reducido la distribución de drogas en Puerto Rico debido a cambios estratégicos orquestados por sus distribuidores y al encautamiento de narcóticos, todavía se calcula que entre un 20% y un 30% de la cocaína que se consume en los Estados Unidos entra por algún punto del Caribe, especialmente por Puerto Rico (Dávila, 1997 citado en Martínez, 2001).

También se documentan otros aspectos relacionados con la utilización de menores, tales como: los códigos de silencio, las instrucciones que reciben los vendedores, el pago por el trabajo realizado, la naturaleza de las transacciones, los intereses particulares que desarrolla el menor involucrado. Por otro lado, se examina la presión emocional a la que están expuestos estos niños, la agresividad y hostilidad que desarrollan contra el vendedor y el ambiente social que los rodea, los efectos en su desempeño escolar, así como las dimensiones legales del problema (Martínez, 2001).

Suicidio

Puerto Rico se ha convertido en una sociedad violenta. El maltrato y abuso de menores, el maltrato conyugal, el crimen, la violencia institucional y el suicidio son manifestaciones de una sociedad que ha legitimado el uso de la violencia como solución a los problemas, y ha relegado otras formas para la solución de los conflictos (Martínez, 2001).

Entre los grandes problemas contemporáneos que enfrentamos figuran los siguientes: la escasa comunicación en la familia, el desempleo, la deserción escolar, la criminalidad, el deterioro ambiental, el alto costo de la vida, el uso y abuso de alcohol y drogas, el consumismo desmedido, el SIDA, las pocas oportunidades para la juventud y la pobreza. Estos problemas perjudican la calidad de vida de los puertorriqueños (Martínez, 2001).

El conjunto de estas situaciones, sumado a los cambios acelerados en las estructuras económicas y sociales, estimulados por las políticas neoliberales, crean condiciones para que la sociedad padezca serios problemas de adaptación. En este clima de inestabilidad y desasosiego, muchos puertorriqueños se frustran al sentirse incapaces de cumplir con las expectativas sociales y estándares de éxito establecidos por la sociedad. Los medios de comunicación contribuyen con este clima de desesperanza al exaltar los aspectos negativos de la vida cotidiana. Así se dan las condiciones propicias para que mucha gente opte por suicidarse (Martínez, 2001).

El suicidio en Puerto Rico es una manifestación más del estado de violencia que vivimos. De hecho, hay quienes plantean que el suicidio es la expresión más extrema de la violencia, por ser autoinfligida (Martínez, 2001).

Definir el suicidio en términos de la consumación del acto de quitarse la vida, es una perspectiva fracturada y limitada ya que lo supone un acto espontáneo y aislado. La muerte por suicidio es sólo la última etapa dentro de un continuo que abarca una serie de acciones previas tales como el plan, la idea, la amenaza y el intento. Visto desde esta perspectiva, el comportamiento suicida se define como un amplio espectro de condiciones que incluye ideas, amenazas, intentos y la consumación (Pfeffer, 1986 citado en Martínez, 2001).

El problema del acopio de las estadísticas sobre los casos de suicidio podría atribuirse a diferentes causas. En el caso de las estadísticas de la Policía, la falta de adiestramiento a los oficiales podría contribuir a que se documenten muertes por suicidio como accidentes. En los casos en lo que el suicidio se debe a: ahorcamiento, o uso de armas de fuego resulta relativamente sencillo de computarlos. En aquellos en lo que el método para quitarse la vida es más sutil (uso de medicamentos, productos químicos o un accidente automovilístico provocado), podrían documentarse como accidentes. Según especialistas, numerosas defunciones por accidentes son en realidad suicidios disfrazados (Martínez, 2001). El personal de la Policía de Puerto Rico no tiene un adiestramiento especializado para identificar los casos de suicidio, según afirman expertos en el área.

La segunda fuente donde se obtienen los datos de suicidio son las estadísticas del Departamento de Salud. Cuando un paciente llega a una sala de emergencia por un intento suicida, los planes médicos no cubren los servicios que se le ofrecen, porque sólo cubren los servicios que están bajo un diagnóstico clínico. Esto podría tener el resultado de que intentos suicidas, como cortarse las venas y envenenarse se documenten en el expediente médico como "heridas con objeto punzante o intoxicación médicomentosa accidental" y no como suicidios o intentos suicidas (Martínez, 2001).

Otra área donde podrían escapar algunos casos de suicidio son las situaciones en las cuales el suicida tiene un seguro de vida. Las pólizas de seguro, en general, no pagan por las personas que mueren a causa por suicidio. Los familiares podrían estar interesados en que el acta de defunción indique otra causa de muerte y así el seguro pague la póliza (Martínez, 2001).

La mayoría de las muertes por suicidio reseñadas en la prensa han sido de adultos en edades productivas. El 90% de estas muertes han sido de varones entre las edades de los 20 a 55 a años. Un factor que incide con frecuencia en las muertes por suicidio y que está vinculado con la mujer, es la violencia doméstica. Un 24.4% de las situaciones reseñadas en la prensa en 1997, estuvieron vinculadas a la violencia doméstica. El 60% de estas situaciones, la persona que se suicidó había asesinado a su pareja o a un familiar (Martínez, 2001).

Se puede observar que los métodos más utilizados para cometer suicidio fueron el ahorcamiento, el uso de armas de fuego y explosivos y el envenenamiento mediante sustancias sólidas o líquidas (Ver Apéndice A). El hecho que el ahorcamiento sea el método más común podría deberse a que es más fácil, lo que dificulta la prevención. En el caso de los suicidios con armas de fuego, preocupa el hecho de que un número significativo de que muchas víctimas son policías, oficiales de custodia y personas que prestan servicios de vigilancia y seguridad (Martínez, 2001).

Estas personas, por lo general, padecen de un alto nivel de tensión y, al mismo tiempo, validan el uso de la violencia como resultado de la naturaleza de sus trabajos. Por otro lado, preocupa la portación ilegal de armas en un sector creciente de la población. En el caso del envenenamiento mediante sustancias, se podría argumentar el hecho de que existe poco control sobre sustancias que podrían ser letales (Martínez, 2001).

El suicidio ha sido considerado siempre como un pecado grave, ya que usurpa el dominio de Dios sobre la vida. Sin embargo, más que acusar al suicida, la sociedad debiera examinarse para descubrir las causas que conducen a este tipo de opciones personales, ya que rara vez el suicidio tiene una malicia deliberada de rebelión destructora frente a Dios. Más bien es la expresión de personas depresivas, psicópatas o enfermizas, incapaces de enfrentarse con situaciones que otras personas llegarían a superar.

Es rara la vez que alguien decide suicidarse sin pensarlo de antemano. Durante las horas y los días antes de que una persona se quite la vida, generalmente hay signos y advertencias. Los signos más fuertes e inquietantes son verbales "no puedo seguir adelante", "ya nada me importa" o incluso "estoy pensando en acabar con todo". Los comentarios de esta índole hay que tomarlos siempre en serio.

Situaciones por las que una persona llega a suicidarse:

  • Estado de depresión o abandono

  • Comportamiento temerario

  • Poner orden en los asuntos y regalar posesiones de valor

  • Un cambio radical en el comportamiento, actitud o apariencia

  • Abuso de drogas o alcohol

  • Sufrir una pérdida importante o cambio de vida

Comportamiento

  • Llantos

  • Peleas

  • Infracciones a la ley

  • Irreflexiones

  • Auto herirse

  • Escritos acerca de la muerte y suicidio

  • Comportamiento previo de suicidio

  • Extremos en el comportamiento

  • Cambios en el comportamiento

Pensamientos y emociones

  • Pensamientos hacia el suicidio

  • Soledad- Falta de apoyo de la familia y amigos

  • Rechazo, sentirse marginado

  • Profunda tristeza y culpabilidad

  • Incapacidad de enfocar las cosas

  • Soñar despierto

  • Ansiedad y estrés

  • Inutilidad

  • Pérdida de auto estimación

Treinta y nueve jóvenes entre 18 y 24 años se han suicidado colectivamente en California. La noticia produce siempre una sensación mixta de incredulidad y de alarma roja. Lo que se lleva ahora es el suicidio colectivo o suicidio en compañía, que rompe la imagen tradicional del suicida como persona no integrada en la sociedad. Esta nueva modalidad refleja la integración más absoluta de la personalidad colectiva tan fuerte que prácticamente suprime la autonomía del individuo. El fenómeno implica la inversión patológica de los valores religiosos que lleva a la pérdida del sentido de la vida personal.

Los integrantes del grupo que explicaban sus creencias a través de internet, se suicidaron de tres en tres con una mezcla de alcohol y barbitúricos. Las creencias de este tipo de personas explicaban por internet que la secta esperaba ser rescatada de la tierra por una nave sideral que venía detrás del cometa Hale Boppen su espectacular recorrido por el espacio. Reconoce que el suicidio es una forma aceptable para que los seguidores accedan a un estado de vida superior.

El suicidio es pretender uno mismo hacer el papel de Dios y decidir cuándo debe terminar nuestra carrera terrenal. En el fondo de este problema se puede percibir la idea de que, al menos en ciertas circunstancias, uno puede hacer el papel de dios y que esto, está perfectamente bien lo cual es incorrecto.

Los pecados que hemos cometido tienen solución, pero si rechazamos esa única solución que Dios ofrece, Satanás muy pronto ofrecerá la suya como lo es el suicidio. Dios promete personarnos y restaurarnos, pero Satanás trata de convencer a sus víctimas que para ellos es mucho mejor la muerte que la vida. Todos cuantos se suicidaron entre los personajes bíblicos, conocieron a Dios, tuvieron la oportunidad de servirle, arrepentirse y corregirse, pero no lo hicieron. Por el contrario, algunos fueron criminales y mataron gente a sangre fría. Hay una gran diferencia entre un pecado que tiene la oportunidad de reconciliarse con Dios, y un pecador que cierra todas las puertas. La única que le queda ampliamente abierta es la garganta del diablo que se llama suicidio.

Satanás convence a su víctima de que dejará de sufrir, o tal vez valiéndose de algún consejero, le persuade de que irá al cielo, le da valor suficiente para suicidarse, porque los valientes de Satanás a menudo remachan su valor con el suicidio. El suicidio es la manifestación más elocuente de la cobardía. Y la Biblia habla así de los cobardes: "pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalispsis 21:8). Esta lista infernal está encabezada por los cobardes.

En P.R. existe la ley núm. 227 del 22 agosto del 22 de agosto del año 1999 llamada Ley para la Implantación de la política y pública en Prevención del Suicidio. Donde establece que el suicidio en Puerto Rico es un problema social y de salud que está alcanzando grandes proporciones. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año más de 800,00 personas se quitan la vida. En Puerto Rico se observa en todos los grupos de edad.

La política pública que mediante esta Ley se implanta reconoce:

  • El suicidio como un problema de la sociedad puertorriqueña el cual tenemos la obligación de afrontar.

  • El efecto del estigma social asociado a las condiciones de salud mental que impiden a una persona buscar la ayuda que necesita cuando se encuentra en riesgo de suicidio.

  • Además, el estigma social afecta grandemente a las familias y hace difícil su regreso a la vida normal y productiva.

  • El suicidio como un peso económico indeterminable al Estado en términos del potencial de las vidas perdidas y costos médicos incurridos, entre otros.

  • El suicidio como un problema complejo, multifactorial (biológico, psicológico, y un problema social).

  • Que a pesar de ser un problema que se puede prevenir, hay gran urgencia de desarrollar programas más efectivos en la prevención.

  • Los esfuerzos de prevención nunca son suficientes, siempre hay algo que aportar por lo cual debemos maximizar nuestros esfuerzos.

Mundialmente ha predominado la visión de los puertorriqueños como seres alegres, amigables, comunicativos, fiesteros, simples, humildes, por mencionar algunas de las características que más se han resaltado a través de la historia. Puerto Rico es un país en el cual la mayoría de las personas son criadas con bases cristianas. Nuestra cultura nos enseña desde niños a valorar la vida, a celarla con el mayor ímpetu posible. El cristianismo predica que el suicidio es un pecado castigado por Dios, ya que es un rechazo al regalo de la vida. Se nos enseña que la vida es valiosa porque es sólo una, y una, y por tanto todos los actos que se cometen en su contra son repudiados (http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21el-suicidio-en-puerto-rico/)

Sin embargo, a pesar de esto existen personas que prefieren dejar de vivir. Resulta que ante una sociedad que se enfrenta a constantes cambios económicos, culturales, políticos, espirituales y sociales, se ha predispuesto el suicidio. Durante los últimos años todos los estratos de la sociedad puertorriqueña han sufrido alteraciones. Por ejemplo, la economía se ha encontrado en un perpetuo estancamiento que promueve el aumento en el costo de vida y provoca la inestabilidad laboral y la incertidumbre social. Vivimos en una sociedad en la cual las prioridades han cambiado. Nuestras vidas se rigen por el estrés, el trabajo, las cuentas por pagar, los quehaceres del hogar, la familia, los compromisos, etc. Vivimos en una sociedad competitiva y enfocada en lo material, donde diariamente enfrentamos un ajoro colectivo. Este ritmo de vida ha provocado que nuestras prácticas culturales cambien a un nivel tan acelerado como el que experimentamos en nuestro día a día. Lo que antes tardaba siglos por cambiar hoy se olvida en un abrir y cerrar de ojos (http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Tales condiciones crean un ambiente propicio para el aumento de males sociales como las drogas, el alcohol, la prostitución, los robos, los asesinatos, la miseria y la pérdida de valores, entre otros que repercuten directamente en el individuo, la familia y la sociedad. Es así como el individuo llega a considerar el suicidio como escape para su sufrimiento, desesperación, posible sentimiento de culpa, enajenamiento, o complejo de inferioridad resultante.

Según se establece en el artículo "Consideraciones sobre el suicidio en Puerto Rico" del periódico Claridad, en Puerto Rico ocurren un promedio de 300 suicidios al año sin contar aquellos que no son registrados. En el año 2007 el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) reportó un total de 292 suicidios con un alza en los suicidios de menores de 18 años. Según la Policía de Puerto Rico, desde enero hasta mayo del 2008, 92 personas se han quitado la vida. Si comparamos a Puerto Rico con otros países de América Latina estamos entre los primeros 7 lugares de mayor incidencia de suicidio (http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Aunque el suicidio es un acto meramente personal, también es directamente social, ya que basándose en los valores, ideas y creencias, el suicidio es el resultado de la autopercepción del individuo de acuerdo a la sociedad en que se desenvuelve.

En los últimos años se ha notado un aumento en los esfuerzos publicitarios para la prevención del suicidio en Puerto Rico. Entre estas propagandas se encuentran campañas televisivas, prensa escrita y radial, y grupos sociales que se dedican a llevar el mensaje de prevención. Ejemplo de esto lo es el surgimiento reciente de la campaña publicitaria "No te Quites". Desarrollada por Uno Radio Groupy el periódico Primera Hora, su mensaje ha impactado de tal manera que ha creado hasta su propio estilo de graffiti (el ejemplo más común lo es el despliegue del slogan : "No te quites" en los automóviles). Esta campaña tiene como objetivo lograr la prevención del suicidio mediante una labor de concienciación social, reconociendo así que el suicidio es un problema que afecta todas las edades y clases sociales en Puerto Rico (http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/).

Seguridad Social

En Puerto Rico, desde la década de los sesenta, se refleja un aumento de la violencia y la criminalidad. La preocupación de los pobladores de la Isla, reflejada en las encuestas de opinión pública y la inversión de la gente en garantizar su seguridad personal son muestra de esto. En varias encuestas realizadas en las dos últimas décadas se observa que la mayor preocupación de la población es la criminalidad (Editorial, El Nuevo Día, 21 de enero de 1997 pág. 8, citado en Martínez, 2001).

A la sociedad puertorriqueña no sólo le preocupa la cantidad de delitos prevaleciente que se documentan a diario, sino también el nivel de violencia que se refleja en los mismos. Un elemento que refleja el nivel de violencia en los crímenes es el uso de armas de gran potencia (Estades, 1998, citado en Martínez, 2001). La criminalidad, no sólo ha aumentado en cantidad sino en el nivel de violencia. Resulta importante observar que los delitos contra la propiedad han disminuido y los delitos contra la persona han aumentado.

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