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Desafíos Sociomorales que enfrenta la Iglesia Cristiana (página 2)

Enviado por Abiezer Luzunaris


Partes: 1, 2

Los efectos de la criminalidad que se pueden observar en la familia son diversos. El crimen tiene un impacto emocional y económico. Esto es así, tanto para las familias que han sido víctimas del crimen como para aquellas en que algún miembro participe en actividades delictivas. La inestabilidad, inseguridad y ansiedad causadas por la pérdida de un familiar, sea por muerte o por encarcelamiento, genera crisis en el sistema familiar (Martínez, 2001).

Ese sentido de inseguridad que experimenta la familia puertorriqueña, la lleva a incurrir en un gasto económico para tratar de garantizarse cierta seguridad, que las autoridades en Puerto Rico no han podido proveer. Otro efecto del sentido de inseguridad y vulnerabilidad que sienten los ciudadanos es la tendencia de éstos a encerrarse. Lo cual ha generado una cultura de encerramiento (Martínez, 2001).

La criminalidad está asociada con otros problemas sociales como la adicción a drogas, deserción escolar, divorcios o abandono de sus progenitores, maltrato y violencia conyugal. Esta problemática representa factores de riesgo para que cualquier miembro de la familia llegue a manifestar conducta delictiva. En la literatura revisada se puede observar que las personas que han presentado conducta delictiva tienen unos rasgos en común como abandono de sus padres, maltrato o provienen de familias uniparentales (Martínez, 2001).

Educación Sexual

La educación sexual es parte fundamental de la educación integral. Su objetivo tiende a contribuir al desarrollo pleno del ser humano. Los conocimientos adecuados sobre la sexualidad ayudarán a la niñez y a la juventud a utilizar su sexualidad conscientemente; con respeto y responsabilidad hacia ellos mismos y hacia los demás. Es responsabilidad de los familiares impartir esta educación a los hijos, creando un ambiente de confianza (Martínez, 2001).

En Puerto Rico la educación sexual formal ha contenido represión, supresión y negación. Para contrarrestar la represión sexual es necesario que la familia promueva un ambiente más abierto a la discusión de la sexualidad. Eliminar algunos mitos es crucial en este proceso, como por ejemplo, que los niños no son seres sexuales (Finkelhor, 1980 citado en Martínez, 2001). La familia, el sistema educativo y la iglesia tienden a ignorar las necesidades de educar con relación al sexo. La misma se ha limitado a lecciones de anatomía y fisiología (Cangiano, 1985 citado en Martínez, 2001).

Generalmente, el proceso de educación sexual en el seno familiar resulta ser inefectivo. En ocasiones la dificultad en los adultos para discutir sobre el sexo de una manera franca o abierta, con lo jóvenes, refuerza la preocupación de los adolescentes sobre el tema. Esto obstruye, además, las fuentes naturales y legítimas de la información sexual y fuerza a buscar fuentes desequilibradas para satisfacer su curiosidad normal (Martínez, 2001).

La Secretaría Auxiliar de Medicina Preventiva y Salud Familiar del Departamento de Salud indica que los adolescentes necesitan orientación. Gran parte de los jóvenes están influenciados por mitos sobre la sexualidad. Las familias necesitan educación sexual y la oportunidad para clarificar sus propias opiniones y valores, para así poder dialogar eficazmente con sus jóvenes.

Conclusión

Es necesario asumir, con suma seriedad y compromiso, la búsqueda de alternativas para crear espacios de convivencia libres de violencia, donde todos/as tengan una vida digna y justa con igualdad de condiciones y oportunidades. De esta manera se forjará el camino hacia la revitalización de la infraestructura sociomoral de Puerto Rico recobrando y dejando como el mejor legado a la niñez y a la juventud una sociedad en la imperen los valores de la convivencia y la solidaridad.

La base de la alta incidencia en problemas sociales reside en la falta de atención que se está prestando. La familia está siendo bombardeada por un sinnúmero de factores económicos, políticos, sociales, internos y externos, que no están tomando con la seriedad que ameritan. El aprendizaje psicomotor y emocional comienza en la niñez temprana. Este se puede ver afectado mayormente en los niños/as cuyos padres no están aptos para ejercer su paternidad y maternidad. De estos padres depende que los futuros adultos y la sociedad futura, disfruten de salud mental.

El divorcio o la separación en algunos casos, supone una crisis que genera dolor y sufrimiento. Sin embargo, la experiencia puede proveer a la persona una oportunidad de crecimiento personal y de toma de conciencia. El proceso puede tomar entre seis meses a dos años aproximadamente, período en que pueden ocurrir otras experiencias transformadoras. El divorcio o la separación debe partir de una toma de conciencia social y de organización para el cambio.

El alcoholismo y la drogadicción son problemas muy complejos. Las transformaciones en los roles sociales, el materialismo, producto del sistema económico, y las frustraciones sociales han hecho que la familia sea más vulnerable a la complejidad del mundo moderno. Asimismo estos factores han socavado los valores de la familia y la han expuesto al deterioro moral. Las soluciones que se propongan deben fundamentarse en el rescate de aquellos valores y prácticas que afirmen la familia como modelo de apoyo y protección para sus miembros lo cual redundará en el beneficio de la sociedad.

En la actualidad, los jóvenes son observadores y partícipes de situaciones diferentes a las que vivieron por sus padres. Como parte de su entorno familiar o comunitario, éste es el momento preciso para compartir y discutir con ellos sobre los distintos aspectos relacionados con el alcoholismo y la drogadicción, incluyendo, primordialmente, los potenciales efectos a su cuerpo y en su interacción con el mundo que los rodea. Fomentar la comunicación efectiva con los jóvenes redundaría en una mayor calidad de vida para todos. Hay que ofrecerles modelos válidos de vida que puedan orientarles hacia la convivencia sana y productiva, no sólo en el seno del hogar, sino en el espacio social y comunitario.

Hay que desarrollar iniciativa y creatividad en el hogar, la escuela y la comunidad para ofrecerle a nuestra juventud una serie de actividades educativas, recreativas, sociales y espirituales que disminuyan el riesgo de que caigan en el consumo de alcohol o drogas. Si el joven ya es víctima del consumo del alcohol o las drogas , es preciso dialogar de la manera más honesta posible, sin señalamientos que proyecten hostilidad, coraje o desagrado hacia su persona, sin disminuirlos por su conducta. Es necesario enfrentar el problema, no esquivarlo ni rechazarlo.

El suicidio en Puerto Rico se inserta dentro de una gama de situaciones sociales que afectan la calidad de vida del puertorriqueño. Resulta necesario que este problema despierte el compromiso de todos los puertorriqueños. También urge que se desarrolle un proyecto nacional para la construcción de una sociedad que valore la vida. Hay que humanizar la experiencia de convivencia cotidiana y hacer más habitable este mundo para todos los seres humanos.

El problema de la falta de seguridad social es un asunto preocupante para la sociedad puertorriqueña. Este tiene un impacto en la familia como institución, los miembros de ésta y sobre todo, en la juventud. Por otro lado, el gobierno de Puerto Rico ha utilizado la mayor parte de los recursos en otras áreas sin ofrecer importancia a la prevención y el mejoramiento de calidad de vida. Es importante la labor de organización y acción comunitaria para la solución de los problemas existentes. La criminalidad en Puerto Rico es un problema multifactorial y la política pública que se ha implantado no ha sido efectiva. Es necesario establecer una alianza entre la comunidad, sector público y privado y la iglesia, pués este asunto nos compete a todos.

Es necesario que desde temprana edad se eduque a la niñez sobre la sexualidad. En el mercado existen libros para diferentes edades. La educación sexual es parte integral de la educación pero es responsabilidad de los padres. La educación sexual es la herramienta para disminuir el número de adolescentes embarazadas y ofrecer la información correcta sobre la sexualidad. Es una tarea primordialmente de los padres pero incluye a organizaciones como las escuelas, iglesias, medios de comunicación, el gobierno y la comunidad en general, ya que es en ellas que los jóvenes interactúan. Si se labora en conjunto por el bienestar de la juventud y se fortalecen y/o reestablecen los valores de la familia, los logros serán de gran beneficio para Puerto Rico.

En cuanto a conflictos familiares la iglesia cristiana debe:

  • Fomentar programas de prevención del maltrato a menores coordinando con las agencias pertinentes y/o utilizar recursos de la misma iglesia para colaborar al respecto.

  • Fortalecer las destrezas que capaciten a hombres, mujeres, niños/as y a jóvenes a relacionarse armoniosamente poniendo a Dios siempre por delante.

  • Integrar a la familia en la iglesia y promover y apoyar proyectos de autogestión comunitaria en estructuras organizativas de apoyo y modelaje positivo.

En cuanto al maltrato a menores la iglesia cristiana debe:

  • Velar por la niñez y promover la participación más activa en la iglesia.

  • Concentrar sus esfuerzos en estimular el desarrollo adecuado de la niñez. Esto incluye la salud física, la alimentación adecuada, la educación preescolar y a una educación universitaria efectiva y competitiva.

  • Rescatar la niñez y ofrecerles una mejor calidad de vida. Dándole la importancia que se merecen y brindarles amor y comprensión y hacerles sentir la iglesia los apoya en todo momento.

  • Dar un paso firme hacia la acción preventiva para evitar llegar a la acción remediativa.

En cuanto al divorcio la iglesia cristiana debe:

  • Fortalecer el desarrollo familiar mediante charlas y talleres que propicien la importancia del matrimonio que Dios instituyó.

  • Inculcarles a los niños y jóvenes la importancia del matrimonio para que crezcan pensando en la importancia de criar los hijos dentro del matrimonio.

  • Dar apoyo moral a las familias que han pasado por el proceso de divorcio.

  • Establecer un equipo de consejería para trabajar en todo momento con el proceso de divorcio y en el proceso del matrimonio.

En cuanto al alcoholismo y drogadicción la iglesia cristiana debe:

  • Organizar, educar y facilitar la toma de conciencia de la población sobre las actividades que pueden llevarse a cabo para enfrentar los problemas del alcoholismo y la drogadicción.

  • Que la iglesia y las comunidades desarrollen acción concertadas a fin de promover la discusión franca e informada sobre estos problemas.

  • La iglesia debe auspiciar estudios que contribuyan a que distintos sectores sociales profundicen en la comprensión del problema.

  • La iglesia debe desarrollar iniciativa y creatividad en el hogar, la escuela y la comunidad para ofrecerle a nuestra juventud una serie de actividades educativas, recreativas y sociales que disminuyan el riesgo de que caigan en el consumo de alcohol o drogas.

  • Dialogar de la manera más honesta posible si la persona ya es víctima del consumo del alcohol y drogas, sin señalamientos que proyecten hostilidad, coraje o desagrado hacia su persona, sin disminuirlos por su conducta. Es necesario enfrentar el problema, no esquivarlo ni rechazarlo.

  • Fomentar la comunicación efectiva con los jóvenes. Esto redundaría en una mayor calidad de vida para todos. La iglesia debe orientar hacia la convivencia sana y productiva, no sólo en el seno del hogar, sino en el espacio social comunitario.

  • Desarrollar un grupo de líderes en la iglesia que trabajen estrategias dirigidas hacia la prevención.

En cuanto al suicidio la iglesia debe:

  • Promover la creación de estrategias dirigidas hacia la prevención del suicidio en todas las esferas de la sociedad puertorriqueña, haciéndole entender a la gente que el que se quita la vida no heredará el reino de los cielos.

  • Buscar la llenura del Espíritu Santo para identificar y documentar intentos suicidas, a fin de desarrollar estrategias de prevención.

  • Desarrollar estrategias de identificación e intervención con jóvenes que están en alto riesgo, coordinando esfuerzos y recursos del Departamento de la Familia, el Departamento de Salud, la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción, el Departamento de Educación y el Tribunal de Menores ya que este tema nos compete a todos.

  • Promover la creación de grupos de apoyo en iglesias, escuelas, centros de trabajo, universidades y comunidades, dirigidos a prevenir el comportamiento suicida.

  • Crear programas en las iglesias, en coordinación con el Departamento de la Familia, para mejorar la comunicación familiar y capacitar a los padres en el manejo de los/las hijos/as y la solución no violenta de conflictos familiares.

  • Fortalecer campañas en los medios de comunicación para desalentar el uso del alcohol y drogas.

  • Crear programas de orientación y concientización de la comunidad sobre el suicidio y como prevenirlo.

  • Tener acceso a las estadísticas de muerte por suicidio para establecer un plan de orientación por preservar la vida humana para Cristo (Ver Apéndice A).

  • Adoptar el plan de acción de la Ley 227 del 12 de agosto de 1999 conocida como Ley para la Implantación de la Política Pública en Prevención del Suicidio ya que es un problema que nos compete a todos.

En cuanto a la seguridad social la iglesia cristiana debe:

  • Establecer un plan de servicios preventivos, a los miembros de las familias afectadas, para evitar que estos lleguen a presentar alguna conducta que atente contra la seguridad social. Estos servicios deben incluir desde la terapia familiar hasta la ayuda a familias uniparentales para llevar a cabo las tareas del hogar y disminuir así la tensión que pueda generarse.

  • Coordinar con las agencias pertinentes la seguridad social y el impacto a la comunidad inmediata.

  • Propiciar una condición de paz y justicia.

  • Crear una alianza entre los diferentes sectores (agencias públicas y privadas, instituciones de la sociedad civil, las comunidades e individuos) de la sociedad, para fomentar las fortalezas de los puertorriqueños.

En cuanto a la educación sexual la iglesia cristiana debe:

  • Coordinar con las agencias pertinentes la educación a la niñez sobre la sexualidad.

  • Debe ofrecer orientaciones a los padres para fomentar los valores de la familia.

  • Educar a las adolescentes que son madres o que próximamente lo serán, es necesario educarlas en el nuevo rol que desempeñaran.

  • Promover los programas para la prevención de embarazos en adolescentes

Bibliografía

Frisbie, David & Lisa. (2006). Salga adelante después del divorcio. PublishedbyHarvestHousePublishers Eugene, Oregon USA.

http://suicidioenpr.wordpress.com/2008/05/21/el-suicidio-en-puerto-rico/

La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569). Revisada por Cipriano de Valera (1602). Revisión de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas 1993.

Martínez Arroyo, Felipe. (2001). La situación sociomoral de Puerto Rico. Familia y juventud puertorriqueña: Desafíos y retos de cara a un nuevo siglo. Centro para el Fomento de la Fe Cristiana Universidad Interamericana de Puerto Rico. Impreso en San Germán, Puerto Rico por el Centro de Publicaciones de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. San Germán. P.R.

 

 

Autor:

Abiezer Luzunaris Vargas, Min. D.

Doctor en Ministerio Cristiano

 

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