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Lo monstruoso en la novela "Una cuestión personal", de Kenzaburo Oé (página 2)


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Para el estudio de la novela Una cuestión personal recurrimos al análisis de la temática y de la fábula o historia, a partir de los fundamentos de Claude Bremond recogidos en la obra de Mieke Bal, Teoría de la narrativa . Entendemos como fábula o historia a "una serie de acontecimientos lógica y cronológicamente relacionados que unos actores causan o experimentan".

La novela de Oé responde a un modelo clásico, compuesto de tres fases: la posibilidad ("una función que abre la posibilidad del proceso en forma de conducta a observar o de acontecimiento a prever".), el acontecimiento ("una función que realiza esta virtualidad en forma de conducta o de acontecimiento en acto".) y el resultado ("una función que cierra el proceso en forma de resultado alcanzado".) En este estudio nos hemos concentrado en la lectura de la historia, señalando el conjunto de acontecimientos que, dentro del ciclo narrativo propuesto por Bremond, se dividen en dos tipos de procesos: de mejoría y de deterioro. Hemos identificado cómo se cumplen ambos procesos a lo largo de la historia, como un soporte de la temática de lo monstruoso y un camino hacia la redención de Bird, el personaje.

Además de centrarnos en el estudio de la historia, hemos incluido algunas aproximaciones puntuales sobre elementos del discurso, es decir sobre: el personaje, que hace las veces de antihéroe; el narrador, que es omnisciente, muy cercano al autor y que se introduce en la conciencia del personaje; el tiempo, que es lineal con breves saltos al pasado, con los que se da a conocer mejor al personaje; y el espacio, que hemos identificado como atmósferas específicas propicias para el desarrollo de presagios siniestros.

Hemos mencionado a breves rasgos algunos detalles estilísticos como el uso de imágenes sensoriales. Al respecto podemos decir que la narración en Una cuestión personal consigue estremecer al lector, demuestra la indudable capacidad del autor para expresar estéticamente eventos desagradables y lograr que los lectores experimenten sensaciones intensas que van de la simpatía a la compasión, pasando por una profunda repulsión.

La lectura y el análisis de Una cuestión personal responde a una necesidad de encontrar en una novela contemporánea la sensibilidad para abordar temas sociales sin optar por posturas moralizantes. La obra de Oé se ocupa de aquello que es trascendente por su importancia histórica y, a la vez, de lo que es primordial por su valor personal.

Por otro lado, la intensidad con la que la novela refleja la caída de los personajes y su naturaleza monstruosa, resulta fascinante. El mundo marginal y sórdido que propone Oé es un infierno real y cotidiano que aterra y a la vez absorbe, cautiva, obsesiona.

Además, el estudio sobre lo monstruoso de José Miguel Cortés ha sido una de las mejores y más interesantes herramientas para este análisis. En su obra se unen por el lazo de la monstruosidad desde E.T.A Hoffman hasta David Cronemberg, de Edvard Munch a Ingmar Bergman, en una propuesta que resulta pertinente. Cortés abarca los fenómenos psicológicos que hacen del monstruo una fabricación de la mente; ofrece una breve panorámica de las expresiones siniestras en el arte pictórico evaluando los símbolos de la sexualidad femenina en artistas como Munch. Presenta el temor del ser humano de convertirse en animal con base en la teoría darwiniana de la evolución e incluye ejemplos como los personajes de Kafka o los del cineasta Cronemberg.

Finalmente, podemos decir que la cultura japonesa ha sido escasamente difundida en nuestro medio y que lo poco que conocemos ha sido la versión ambigua propuesta por mercados como Hollywood, o el de los escritores Best sellers. En un estudio tan específico como es el del análisis temático y de la fábula en una novela, es imposible abordar la totalidad del fenómeno de una cultura tan lejana como la japonesa, sin embargo, una aproximación parcial y panorámica sirve, sino para profundizar en el conocimiento de lo oriental, para eliminar ciertos estereotipos y para tener en cuenta una historia de guerras y violencia, que especialmente en el siglo XX, concierne a toda la humanidad.

Capítulo 1: El presagio

En este trabajo nos ocuparemos de la novela Una cuestión personal de Kenzaburo Oé, siguiendo el modelo de análisis narratológico que Mieke Bal recoge de la propuesta de ciclo narrativo de Claude Bremond en la que la fábula o historia se considera "como agrupamiento específico de series de acontecimientos", y está compuesta de tres fases que son: la posibilidad (o virtualidad), el acontecimiento (o realización) y el resultado (o conclusión del proceso).

Desde el punto de vista del discurso, la novela cuenta con una estructura temporal básicamente lineal aunque contiene algunos saltos al pasado, a manera de retrospecciones ("momento de la fábula en que hace acto de presencia la anacronía, el acontecimiento que en ella se nos cuenta se sitúa en el pasado".), a través de las que podemos profundizar en la historia personal del protagonista y de algunos de los personajes con los que se relaciona a lo largo de la historia.

Una cuestión personal posee un narrador omnisciente que conoce a Bird, el protagonista, conoce su pasado, se introduce en su pensamiento, califica sus apreciaciones. Es capaz de describir sus sentimientos y sensaciones, opina, presenta las circunstancias y crea atmósferas a partir del pensamiento del protagonista. A pesar de que la mayor parte de la narración se realiza en tercera persona, el narrador le da la palabra a Bird brevemente.

En esta primera parte del estudio nos ocuparemos del primero de los catorce capítulos que contiene la novela y nos referiremos a la fase de la posibilidad, sobre la que Bremond afirma que abre un proceso "en forma de conducta a observar o un acontecimiento a prever". A estos posibles sucesos y comportamientos los identificaremos como el presagio.

El presagio es un concepto que se ha asociado a los signos premonitorios. En la religión y la mitología se trata de anuncios divinos o profecías, en el psicoanálisis se suele relacionar con los sueños, en la literatura se convierte en un elemento narrativo:

Más allá del reflejo de la creencia popular y de la situación social el motivo del signo premonitor constituye en la literatura un ingrediente específicamente ?poético? así como un factor estructural tanto en la narrativa como en representación teatral y en ambientación lírica. El motivo que señala al futuro de los personajes sirve de medio de tensión y móvil artístico.

Es así que las acciones de Bird y de los personajes secundarios, así como la presión que ejercen ciertos espacios, conversaciones y acciones son presagios, señales o indicaciones de un acontecimiento siniestro y del camino que Bird elegirá hacia su monstruosidad.

En esta etapa de Una cuestión personal se realiza la presentación de Bird a través de una descripción de su condición física y ciertos indicios de lo que será su comportamiento a lo largo de la novela, y sobre los que podremos establecer su condición de ser monstruoso según los conceptos que ofrece José Miguel Cortés. Además, se presentan atmósferas y presagios siniestros a los que aplicaremos las definiciones propuestas por Eugenio Trías.

A partir de los pensamientos del personaje, en los que se introduce el narrador con frecuencia, se crean ámbitos de oscuridad que pronostican el acontecimiento caótico al que deberá enfrentarse; y este evento requerirá de sus acciones y le destinará a cumplir una misión durante el resto de la novela. Cumplen una función fundamental en el presagio del acontecimiento siniestro las relaciones que mantiene Bird, a lo largo del primer capítulo, con algunos de los personajes secundarios. La naturaleza y el comportamiento de estos personajes los caracteriza como seres socialmente indeseables, marginales y monstruosos. La aparición de estos seres en los primeros momentos de espera y reflexión de Bird preparan el camino para el nacimiento de su hijo anormal y anticipan su condición monstruosa.

1.1 Bird, el protagonista

Es el mes de junio, principios del verano y son las seis y media de la tarde cuando Bird contempla en un escaparate un mapa de África. El narrador describe el calor de la tarde y el efecto que éste produce en la gente que se refugia en la penumbra para dejar de sudar ante la intensidad del clima. Se introduce en el pensamiento de Bird, quien asocia el sudor de la gente con la imagen de su mujer quien, en ese momento, seguramente "rezumaba sudor por todos los poros del cuerpo mientras gimoteaba de dolor, ansiedad y esperanza, desnuda y acostada en un colchón de caucho, con los ojos cerrados como los de un faisán abatido del cielo por un disparo".

El pensamiento de su mujer en la labor del parto le estremece, pero aparta la imagen de su mente rápidamente mientras dedica sus pensamientos más intensos y toda su emoción a revisar uno por uno los mapas de carreteras de África, cuyas líneas y colores evocan en Bird sensibilidad y melancolía. Contempla extasiado distintos mapas del continente africano y, a pesar de la emotividad con la que los observa, éstos le sugieren "la idea de una muerte brutal, violenta".

Estas son las primeras impresiones que tenemos de Bird, quien pronto será padre por primera vez, pero que por el momento dedica sus pensamientos a su sueño de juventud: viajar a África. Y para ello compra dos mapas por primera vez con la intención de usarlos o al menos esa es la idea que le da vueltas la cabeza mientras considera que en ese preciso instante, mientras su esposa da a luz a su primogénito, él pierde para siempre la oportunidad de viajar a África. Y el narrador nos guía hacia la reflexión de Bird: "¿Se vería obligado, muy a su pesar, a despedirse de la última ocasión de experimentar su única y obsesiva tentación de juventud?" Y va más lejos todavía cuando expresa su duda "Pero si fuese así, ¿qué podía hacer para evitarlo?". Con estos pensamientos sale de la tienda donde ha comprado los mapas y desvía su mirada de una estatua de Buda, gastada por el contacto de muchas palmas nostálgicas, a la que él no es capaz de mirar siquiera.

Mientras Bird camina por la calle, se detiene frente a la vitrina de una librería. Ese momento, a través de la contemplación de su reflejo y la reflexión que intuye el narrador, conocemos a Bird, quien tras mirarse reflejado en la vitrina, siente que "su figura flota torpemente, como el cadáver de un ahogado, en el oscuro lago de los escaparates".

Bird, que en inglés significa pájaro, es el apodo que recibió el personaje a los quince años. Tras mirar su reflejo en la vitrina, el protagonista comprende que a sus veintisiete años con cuatro meses el apodo de la adolescencia sigue siendo una descripción exacta de su contextura física: flaco, con los hombros alzados hacia delante, como alas plegadas, la frente inclinada, una sobresaliente nariz lisa como un pico, los labios delgados y duros siempre tensos sobre los dientes, el cabello rojizo y una mirada brillante que no expresa emoción alguna. Bird hace de sí mismo una descripción fría y fatalista. Se observa con detenimiento y dictamina que parece un anciano demacrado; admite que su propia imagen le estremece, le produce un disgusto casi visceral y siente incluso nauseas ante la idea de ser un anciano agotado, senil, que pronto estaría lleno de hijos.

Como expresa José Miguel Cortés en su estudio Orden y caos, un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes, cada sociedad posee un sistema de jerarquías, de valores y define a su vez las relaciones que deben existir entre las personas. La sociedad establece normas y leyes que aseguran una convivencia ordenada, normal y para defenderse rechaza todo aquello que parece inapropiado o que cuestiona y pone en peligro el orden:

Los individuos que pongan en duda este sistema serán excluidos, perseguidos, eliminados [?]. Aquellos que rechazan este proceso de homogeneización y la conformidad a las leyes quedan marginados geográfica, cultural, lingüísticamente, quedan devaluados en la escala oficial de valores: se convertirán en monstruos.

En esta primera parte de la novela, entendida como posibilidad o presagio, conocemos a Bird, un hombre que a punto de ser padre solo puede pensar en su sueño de juventud de viajar a África. En este momento de su vida, en el que debe asumir el rol que le impone el orden social, él sabe que lo hará "muy a su pesar" y que deberá sacrificar su sueño para hacerlo, pero a la vez esta idea no le impide comprar los mapas con la intención de poder usarlos en la locación, gesto con el que acaricia la idea de huir. Y más adelante al contemplar su reflejo comprenderá que la imagen que ve en la vitrina es la de un hombre que empieza a envejecer y la idea de la madurez, de la paternidad y por lo tanto de mantenerse dentro del sistema que la sociedad impone, le produce un disgusto tan intenso que siente nauseas y repele su propia imagen.

Este comportamiento y especialmente las ideas que surgen en la mente de Bird y que el narrador expone detalladamente son los primeros indicios de lo que será su condición monstruosa. Bird preferiría no asumir sus responsabilidades o la "vida decente", como expresará más adelante su esposa. De poder tomar en sus manos la decisión, él viajaría a África, lo que en su caso en particular significaría su auto marginación tanto en el sentido geográfico como cultural. Se excluiría, se convertiría en monstruo, para no asumir el rol que le depara la sociedad, la paternidad específicamente.

1.2 El pasado de Bird

Avanza la tarde y Bird espera el momento adecuado para llamar al hospital y saber noticias de su esposa y mientras lo hace camina por la plaza con las manos en los bolsillos para proteger sus mapas de África. De repente se detiene en una calle de bares baratos y siente una necesidad profunda de beber un trago, aunque sea solo. La vergüenza de aparecer frente a su suegra en el hospital oliendo a whisky le disuade de la idea, pero no logra contener el recuerdo de su pasado y el narrador se adentra en su historia íntima para contar que:

Bird se casó en mayo, a la edad de veinticinco años, y durante ese primer verano permaneció borracho cuatro semanas seguidas [?] descuidó sus obligaciones como licenciado, su trabajo, sus estudios de postgrado. Lo abandonó todo sin pensar, y pasaba el día entero, e incluso hasta bastante tarde por la noche, sentado en la cocina de su departamento, a oscuras, escuchando música y bebiendo whisky.

Sin saber exactamente la razón de su necesidad de beber, Bird permaneció alcoholizado durante setecientas horas, en las que "descubrió en sí mismo, desgraciadamente sobrio, la desolación de una ciudad destrozada por la guerra".

Y el narrador se encarga de calificar el estado y la situación de Bird: "Era como un débil mental al que sólo le quedara una mínima oportunidad de recuperarse, pero tenía que volver a ordenarlo todo, no sólo a sí mismo sino también sus relaciones con el mundo exterior".

Las motivaciones de su pasado alcohólico habían permanecido, durante esos dos últimos años, como un enigma. Nunca consiguió entender las verdaderas razones por las que bebía de esa forma y le estremecía el hecho de que en el preciso momento en el que su mujer daba a luz, la idea de volver a beber se le hubiera tornado seductora.

Esto le daba a entender que no era una etapa superada en su vida y que se sentía absolutamente propenso a una recaída repentina. Y mientras analiza su situación recuerda un pasaje que había leído en uno de sus libros sobre África en el que se comentaba que las celebraciones tribales en muchas aldeas africanas se realizan con mucho alcohol, lo que a los historiadores del libro les hacía pensar que aquellas aldeas aún carecen de algo fundamental ya que únicamente profundas insatisfacciones, desesperación y abandono pueden llevar a los habitantes a beber de esa forma. Tras recordar esta lectura, Bird asume que en su caso podía suceder algo similar a lo que les ocurría a los pobladores africanos y concluye que él mismo se había negado a analizar y reconocer las propias carencias de su vida y como no lo iba a hacer por el momento entonces sería sencillamente mejor permanecer alejado del alcohol.

Este retroceso en el tiempo, el reconocimiento de su pasado alcohólico, la tentación, la seguridad con que Bird admite su fragilidad y su predisposición a una recaída y la certeza de que sus motivaciones del pasado no tienen una explicación racional son por un lado un presagio del acontecimiento siniestro y proponen una lucha interna del personaje en la que se debate entre asumir sus deseos o sus responsabilidades, su condición monstruosa o su rol en la sociedad.

Por un lado Bird siente temor de sí mismo, de sus insatisfacciones, como expresa Cortés: "El sujeto ante lo informe desordenado y caótico se siente amenazado, percibe un peligro que se cierne sobre su integridad, que pone en duda su seguridad (física y psíquica) y no puede soportarlo".

Bird sabe que no puede lidiar con sus insatisfacciones personales, que como los pobladores de las tribus en África no fue ni será capaz de analizar las carencias de su vida y por lo tanto prefiere mantenerse alejado del alcohol y de esa forma no atentar contra sí mismo, pero no en el sentido saludable, sino más bien reprimiendo sus apetencias que podrían revelarse de forma siniestra más adelante: "Lo auténticamente monstruoso es descubrir a la bestia en el seno del ser humano y, con ello, destruir toda la seguridad en la identidad del hombre".

Por otro lado, su pasado confirma una tendencia hacia lo monstruoso, un deseo de romper el esquema de normalidad. Bird, recién casado y graduado confabula contra el orden establecido para imponer el caos con su estado de ebriedad prolongado e irracional. Su completa negación ante las razones reales de su borrachera le da un toque monstruoso que está íntimamente ligado al miedo, "la marginación, el desprecio, cuando no la compasión más humillante".

El mayor presagio del acontecimiento siniestro es el hecho de que de la pugna constante que hay entre los deseos insatisfechos y la represión nace el monstruo: un ser que a la vez fascina y repugna; un ser que existe "basado en un sentimiento inmanente de terror ante la profundidad misteriosa de la existencia".

Para terminar con esa etapa de su vida Bird recurrió a la ayuda de su suegro, uno de los hombres más respetables que él había conocido, y antiguo director en la escuela donde Bird se graduó. En ese tiempo Bird era estudiante de Literatura y de inglés, pero durante su borrachera lo abandonó todo y una vez que dejó de beber, su suegro le ayudó a conseguir un trabajo de profesor en una academia preuniversitaria.

En aquella ocasión, después de su borrachera de setecientas horas, Bird renunció al caos generado por su estado etílico, hizo caso omiso de los indicios de su naturaleza monstruosa y durante lo siguientes dos años se mantuvo dentro del orden social, cumpliendo con la moral establecida. Ahora, era el miedo a lo desconocido y a sus propias insatisfacciones, junto a la autoridad y benevolencia de su suegro lo que le impedía volver a beber, la tarde en que su mujer se encuentra en la labor de parto.

1.3 Bird y sus relaciones con el mundo exterior

Bird se detiene frente a una vitrina y repentinamente, del lado oscuro de ésta, surge una figura extraña. Bird, con la sensación de que estaba siendo atacado por un monstruo, voltea para enfrentar su mirada y después de escudriñarse ambos detenidamente, la mujer pasa de la urgencia a la indiferencia total cuando descubre que Bird no es la persona adecuada para relacionarse. "Entonces Bird percibió lo anormal de su cara, enmarcada en un cabello rizado y abundante [?] observó el vello rubio que había escapado al afeitado en el labio superior: atravesaba la gruesa capa de maquillaje y temblaba".

El travesti saluda a Bird y se aleja. Lo había confundido con un pervertido lo que para Bird era un error humillante, pero se había redimido su honor cuando aquel ser anormal se había alejado. Sin embargo, el encuentro da pie a que Bird divague e imagine lo que hubiera sucedido si decidía acompañar al travesti durante esa noche.

Los pensamientos de Bird se ubican en un espacio sórdido en el que reposa junto al hombre travestido y le cuenta que su mujer debe estar en ese mismo momento en la labor de parto. En su imaginación Bird asume que se ha desvestido para que el joven se sienta menos turbado y que aprovecha que la naturaleza de un ser como aquel no le permite emitir ningún juicio, para contarle que:

[?] durante años he querido ir a África, y que mi mayor ambición consiste en escribir una crónica de mis aventuras que titularé El cielo en África. Incluso hasta le hubiese dicho que el viaje a África será imposible si cuando nazca el bebé me encierro en la jaula que significa la familia. (Desde que me casé he estado en la jaula, pero hasta ahora siempre me pareció que la puerta permanecía abierta; el bebé a punto de llegar bien podría cerrarla definitivamente).

Es tan personal la confesión que Bird hace imaginariamente al joven travesti, que el narrador le cede la palabra y se expresa en primera persona, asumiendo uno de sus mayores temores: ser padre, abandonar sus sueños y asumir la responsabilidad de una familia.

Bird se siente capaz de confesarle su intimidad a un travesti pero no es capaz de aceptarla dentro de sí mismo. Aquello que hace del travesti un ser confiable es precisamente su anormalidad ya que en palabras del narrador dentro de los pensamientos de Bird: "Un joven que, fiel a lo retorcido que hay en él, termina buscando pervertidos en las calles, un joven así tiene que poseer unos ojos, unos oídos y un corazón exquisitamente sensibles al terror que habita en lo más profundo de su subconsciente".

Bird pone fin a su delirio con la idea de que hubiera significado ir demasiado lejos pasar la noche con un travesti, pero podría haber compartido una copa con él.

Una vez más en esta ocasión, al igual que con el deseo de beber, Bird se siente tentado a transgredir las normas y poner en peligro la seguridad del sistema tras imaginar que se relaciona con uno de los seres más indeseables, monstruosos y temidos por la sociedad. El travesti es la muestra más clara de aberración:

Aquel que transgrede los límites establecidos, aquel que nos devuelve una imagen inquietante de nuestro cuerpo que no corresponde con las viejas ideas, aquel a quien su diferencia relega a la frontera externa de la realidad. Su monstruosidad no le permite la convivencia con la sociedad.

En la figura del travesti se materializa lo peligroso e indefinible, "es aquello que debiendo permanecer oculto se ha manifestado". Sin embargo, es un ser útil ya que la sociedad encuentra en él la confirmación de su normalidad. Un ser como el travesti es indispensable para conservar el orden, justificar la moral y las leyes sobre las que se ha constituido la sociedad y confirmar, por oposición y contraste, lo que se considera normal, armónico e incluso bello.

La monstruosidad del travesti que además, confunde por un instante a Bird con un pervertido, es una amenaza. Como retoma Trías de la teoría freudiana sobre lo siniestro u ominoso ("lo que pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita, angustia y causa horror".), un ser como el travesti, cuya naturaleza monstruosa es el sinónimo mismo del caos social, no puede sino ser el portador de un presagio funesto, lo que para el caso de esta primera parte de la novela viene a ser un encuentro determinante dentro de la etapa de la posibilidad.

Más tarde, a las siete Bird busca un teléfono para llamar a su suegra y pedir información sobre el estado de su mujer, con la esperanza de que la línea esté ocupada. Para usar el teléfono trata de alejarse de los bares para que su suegra no escuchara el bullicio de la gente y encuentra un lugar que le llama mucho la atención por el colorido de los anuncios luminosos y su nombre en inglés: Gun Corner (Rincón de las pistolas). Es un lugar de vídeo juegos, dardos, juegos para probar fuerzas, etc., repleto de jóvenes que oían rock.

Después de enterarse de que su hijo se rehusaba a venir al mundo y que su mujer sufría lo indecible, Bird se queda parado observando a los jóvenes, quienes parecían hipnotizados por los diferentes juegos y sus dificultades. Concentrados, violentos, satisfechos hasta el punto de los alaridos, los jóvenes eran de una generación a la que Bird no pertenecía y tampoco alcanzaba a comprender.

Mientras mira los juegos se encuentra frente a una pandilla cuyos integrantes usan "idénticas cazadoras de seda, bordadas con dragones de oro y plata, el tipo de souvenir de Hong Kong para turistas norteamericanos". Entonces Bird decide intentar con uno de los juegos de fuerza. Era una doncella metálica que tenía los brazos cruzados y el competidor debía intentar abrirlos para poder ver sus senos metálicos. La fuerza aplicada se cuantificaba en número que se desplegaban en los ojos de la doncella y a su lado en una tabla de equivalencias se indicaba la fuerza promedio que correspondía a cada edad.

Bird intenta y mientras obliga a la doncella metálica a abrir los brazos siente gran dolor en cada uno de sus músculos y la extraña sensación de que cometía una violación. Cuando lo consigue su puntaje es el equivalente a la fuerza promedio de un hombre de 40 años. Bird a sus 27 años y con todo el cuerpo adolorido se siente humillado y decide intentar en otro juego, pero su debilidad ya había atraído las miradas de toda la pandilla que desafiante daba muestras de su fuerza. Para el siguiente juego Bird ya estaba rodeado de los jóvenes y una vez más sus intentos no llegaron ni al promedio requerido. Su puño alcanzaba apenas 300 puntos de los 2500 requeridos y en un segundo intento 500. Bird se aseguró de no arrugar los mapas de África al ponerse su chaqueta y huyó ante las miradas frías y las carcajadas de la pandilla.

Se aleja de Gun Corner entre las prostitutas alineadas en las calle, los vagabundos, el aroma de las bebidas alcohólicas que despiden los bares hasta que llega a un descampado donde podría superar la humillación, pero inmediatamente descubre que detrás suyo se encuentra toda la pandilla de jóvenes con chaquetas de Hong Kong quienes no habían podido resistir la tentación de amedrentar a un hombre como Bird: "su debilidad había despertado los instintos salvajes de la pandilla".

Bird busca por todos los medios la forma de escapar y de repente el recuerdo de los mapas en su bolsillo y de que su mujer daba a luz en ese preciso momento a su primogénito le dan fuerza para luchar solo, con su fuerza de un hombre de 40 años, con toda una pandilla deseosa de destruirlo. Bird piensa: "Si huyo ahora no sólo perderé para siempre la oportunidad de ir a África, sino que además mi bebé llegará al mundo sin otra posibilidad que llevar la peor de las vidas".

Bird recibe varios golpes pero ofrece resistencia y una voluntad que le aseguraba el júbilo de la batalla. Golpeado, ensangrentado y con un diente roto la pandilla se aburrió de él y se marchó. Para Bird aquel encuentro brutal le deja una cierta paz interior y hasta un mejor humor del que había tenido durante todo el día desde que su mujer iniciara la labor del parto.

Con respecto a los personajes secundarios que conforman la pandilla con la que se relaciona Bird, comenta la estudiosa de Oé, Michiko Niikuni Wilson, en su obra The Marginal World of Oe Kenzaburo, que cuando al autor incluye en sus novelas aventuras en las que se habla de personajes criminales o antihéroes sucede que estos, sea por su decisión personal o por las circunstancias, ocupan una posición verdaderamente marginal, características de seres extraños o extranjeros quienes no aceptan ni son aceptados por la sociedad, como en el caso de la pandilla. Y Oé crea a su vez, como complemento, personajes solitarios e incapaces de relacionarse, pero dueños de un poder de observación de la sociedad reforzado por un espíritu satírico.

El personaje solitario analiza el mundo desde su posición que es un intermedio entre el mundo respetable y el marginal tal es el caso de Bird, personaje sombrío capaz de realizar una observación tan elemental pero a la vez específica como la de las chaquetas que usan lo pandilleros, como un souvenir para extranjeros.

Este detalle puesto al descubierto de una forma satírica pero sutil, pone en evidencia la condición marginal de estos seres, que tiene a su vez una relación con su imposibilidad de adaptación así como con el hecho de ser extranjeros o de las afueras de la ciudad. Por un lado el que está al margen de la sociedad incluso de forma territorial y física, es una especie de paria. En la sociedad japonesa esto tiene una relación política que deriva del estado absolutista y centralizado del tiempo del Emperador, en el que los poblados periféricos vivían un cierto abandono.

Por otro lado y como una consecuencia del fin de la Segunda Guerra Mundial se presenta primordialmente la idea de la liberación de este Estado absolutista, libertad que los habitantes del Japón no supieron asumir durante varias décadas y que originó una atmósfera de angustia en todos los sentidos. Aquellos seguidores del régimen cometieron suicidios por el miedo a quedar desprotegidos de la autoridad del Emperador, aquellos sobrevivientes a la era nuclear o las generaciones que vivieron en las siguientes décadas, como es el caso de la generación de Bird (nacido en 1935), adoptaron una postura de pesimismo, desarrollaron una conciencia de la destrucción y la fragilidad humana que los sumió en el abandono de sí mismos, de sus creencias y en una negación del futuro.

Los nacidos en la era posterior a las bombas viven una negación formulada en la base del desconocimiento de la guerra y de los tiempos de enfrentamiento bélico. Son seres apáticos, apolíticos y con una tendencia a la amoralidad y la incapacidad total de tomar decisiones o ser parte activa de la sociedad de alguna forma útil, entendido de la forma política. Los jóvenes japoneses nacidos desde los años sesenta en adelante, como en el caso de los integrantes de la pandilla, viven el consumismo de una potencia comercial y económica que surgió de las cenizas de Hiroshima y Nagasaki (1945) con una vertiginosidad asombrosa.

Así, las relaciones que entabla Bird con los personajes secundarios durante esta primera parte de la novela pueden considerarse como un pronóstico de lo que serán sus relaciones en adelante y, a la vez, influyen en su ánimo, recargan el ambiente de una sordidez inevitable y ponen al descubierto la fragilidad del orden y del sistema del que Bird ha pretendido ser parte. La naturaleza monstruosa de los seres de los que se ha visto rodeado pone a prueba su propia condición monstruosa de la que ha tratado de mantenerse alejado, pero por la que siente cierta fascinación. Su mundo interno inexplorado, sus insatisfacciones por descubrir, su deseo de huir, son las inquietudes que le inician en un proceso de ruptura con la sociedad, con el orden, y le acercarán a lo siniestro y al caos.

1.4 El ambiente del presagio y las condiciones siniestras

Bird deambula por espacios marginales cuya atmósfera grave se va creando a partir de los calificativos oscuros que surgen de la voz del narrador. El protagonista se aleja de su casa, de su lugar de trabajo en una respetable academia preuniversitaria, del hospital donde su mujer está a punto de dar a luz (instituciones que reafirman el orden social) para refugiarse de su angustia y de sus pensamientos en un barrio céntrico poblado de figuras grotescas. Como las describirán Kayser y Cortés: seres siniestros, lúgubres, que exhiben su deformidad como un espectáculo. Y lo reafirmará Trías, cuando recuerda que: "Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se ha revelado".

Estas criaturas con las que Bird se encuentra en su camino, no se ocultan, se muestran, se ofrecen y son las que dan un tinte marginal a los ambientes y determinan una atmósfera de presagios siniestros.

Trías realiza a su vez un inventario temático de motivos siniestros, en el que recopila las asociaciones de Freud con el concepto y determina seis condiciones en las que se produce lo siniestro (estas se pueden identificar a lo largo de la novela en distintas circunstancias por lo que volveremos a mencionar esta clasificación más adelante):

1. Un individuo siniestro es portador de maleficios y presagios funestos. Este caso lo habíamos comentado anteriormente en relación al encuentro de Bird con el travesti y aplica también a su enfrentamiento a la pandilla. Ambos personajes son portadores de un presagio funesto (el fracaso, la muerte, la demencia, etc.) que se confirma a continuación en el acontecimiento central: el nacimiento de su hijo.

2. El individuo siniestro que trae presagios funestos para el sujeto puede tener el carácter de un doble del mismo.

3. Una relación entre lo humano y lo inhumano, la relación de promiscuidad entre lo orgánico e inorgánico.

4. Resulta siniestra la repetición de una situación en condiciones idénticas a la primera vez que se presentó. Un genuino retorno de lo mismo. Esta condición se encuentra en varias acciones de Bird durante el desarrollo de la novela y tendrán relación con la huida, la responsabilidad y su naturaleza propensa a los vicios y las recaídas que se presiente cuando recuerda su etapa alcohólica.

5. Es siniestro aquel cuerpo que presenta lesiones, amputaciones, órgano defectuosos. Esta es posiblemente la condición fundamental de la novela y el signo con el que estará marcado el hijo de Bird.

6. Se da la sensación de siniestro cuando algo presentido, sentido y secretamente deseado por el sujeto se hace realidad. O cuando convicciones primitivas que parecían superadas hallan su confirmación. Bird presiente desde el inicio que el nacimiento de su niño será desastroso para su vida, será el fin de su libertad y este presentimiento tomará cuerpo cuando el niño nazca.

Finalmente, los hechos, los pensamientos, los ambientes y personajes confirman el presagio de un acontecimiento siniestro. La atmósfera de gravedad que se cierne sobre Bird se afianza con las imágenes de escaparates en donde se ve reflejado como un anciano decadente primero y como un cadáver después; calles y callejones poblados de travestis, homosexuales y prostitutas; restaurantes y bares donde se refugian bebedores y lugares de juegos luminosos donde se reúnen jóvenes extranjeros, provincianos marginales, pandilleros, seres violentos y enajenados, deseosos de confrontar al débil. Y por último con indicios como: dos mapas de África en el bolsillo de la chaqueta (los dos primeros que ha comprado con la intención de usarlos en la locación, sinónimo de huida).

Un recuerdo pausado, casi placentero, de sus días de alcoholismo y la certeza de que una recaída sería posible. Una llamada telefónica que le confirma los dolores de su mujer y la resistencia de su hijo para venir al mundo. La seguridad de que ser padre de familia será como cerrar la jaula en la que se encuentra desde que se casó. Medir sus fuerzas y comprobar su debilidad. El cuerpo golpeado, un diente roto, la chaqueta ensangrentada y una extraña certeza de que los enfrentamientos violentos de ese día son los únicos que le han proporcionado un poco de paz interior antes de entrar en lo que serán los acontecimientos o la realización del presagio.

Capítulo 2: La realización del presagio: el nacimiento del monstruo

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo y se sintió

más víctima que nunca: el bebé monstruo

le haría la vida imposible.

2.1 El nacimiento del hijo

Para continuar con el modelo de análisis narratológico de Claude Bremond, en este capítulo de nuestro estudio nos referiremos a la segunda etapa de la fábula que corresponde al acontecimiento o realización, en la que se cumplen los presagios de lo siniestro que se anunciaban con la conducta, las acciones y la tensión narrativa; y nace el hijo de Bird, una criatura anormal.

En la teoría de Bremond los acontecimientos se definen como "la transición de un estado a otro que causan y o experimentan los actores" y "adquieren sentido en relación a un proyecto humano", en este caso el proyecto que Bird emprenderá de ahora en adelante consiste en decidir sobre el futuro de su hijo. Los acontecimientos alrededor de este proyecto se pueden agrupar a lo largo de la fábula o historia en dos tipos de procesos, según favorezcan o contraríen la misión del personaje, estos son: proceso de mejoría y proceso de deterioro ("Ambos tipos se pueden hacer posibilidad. Ambos pueden o no realizarse, y ambos pueden concluir con o sin éxito").

Según la clasificación de Bremond, los procesos de mejoría pueden ser: el cumplimiento de la tarea, la intervención de aliados ("en forma de un agente que toma a su cargo del proceso de mejoramiento", sin importar si la ayuda que se recibe del aliado es voluntaria, por obligación o azar), la eliminación del oponente, la negociación ("consiste en definir las modalidades de intercambio de servicios que constituye la finalidad de su alianza".), el ataque y la satisfacción.

Los procesos de deterioro consisten en el tropiezo ("una tarea cumplida al revés, el agente emplea medios aptos para alcanzar un resultado opuesto a su fin".), el deterioro, la creación de un deber, el sacrificio ("una conducta voluntaria, asumida con vista a un mérito a adquirir".), el ataque soportado y el castigo soportado. Una vez que el protagonista se ve enfrentado a los acontecimientos, en el caso de Bird, al nacimiento de su hijo, siente la necesidad de actuar ante ellos, de introducir cambios, y éstos responderán a los procesos de mejoría o deterioro con respecto a la situación inicial.

En Una cuestión personal encontramos que los procesos de mejoría y deterioro se combinan e incluso en algunos casos pueden llegar a cumplir una doble función dependiendo de la misión que asume el protagonista y quienes le rodean (aliados u opositores). En el caso de Bird, en esta etapa y hasta el final, encontraremos una clara diferencia entre lo que desea y lo que realmente debe llevar a cabo y esto se verá reflejado en los procesos que enfrentará y que identificaremos a lo largo de este análisis. Por ejemplo, Bird, como parte del proceso de mejoría, deberá cumplir una tarea, que por un lado consiste en salvar a su hijo, buscar la forma de que sobreviva y, por otro lado, la tarea que desea efectuar es deshacerse de él y conseguir que muera. Buscar aliados, es por una parte encontrar alguien que le ayude a salvar a su hijo y por el otro, hallar cómplices capaces de encubrir el asesinato del bebé. De esta forma se cumplen y se combinan los procesos de acuerdo a los distintos rumbos que toman los acontecimientos.

En esta parte confirmamos que la tragedia del nacimiento de un hijo enfermo da lugar a que Bird asuma su condición monstruosa. A medida que el conflicto crece, él busca refugio en el alcohol, la oscuridad y las perversiones. Se abandona para conseguir en la perdición un consuelo, una forma de purificación. Así también, nos enfrentamos a otra forma de monstruosidad que corresponde a las anomalías y lesiones físicas, que es el caso del hijo de Bird, quien involuntariamente será un anormal desde su nacimiento. Consideraremos al padre como un monstruo social, que se ha posesionado, por propia elección, de una naturaleza siniestra en contraste con la condición monstruosa innata del hijo.

El presagio al que nos referíamos en la primera parte se cumple cuando Bird, que dormía con su ropa ensangrentada de la pelea de la noche anterior y soñaba que estaba en una meseta africana, despierta a la madrugada con una llamada que le anuncia que debe ir de urgencia al hospital ya que su hijo ha nacido con una anomalía.

Desde que recibe la llamada telefónica Bird sospecha lo peor de esta noticia: sale en su bicicleta a toda velocidad venciendo los obstáculos del camino y soportando la lluvia y a lo largo del trayecto:

Tomó conciencia de que cualquier cosa le sobresaltaba y que sus ojos, oídos y olfato se habían agudizado en exceso. Tuvo la vaga sensación de que ello era un mal presagio: lo mismo había sucedido durante la época de interminables borracheras.

Una vez en el hospital se dirige a una sala que está prácticamente en tinieblas y se identifica como el padre, pero no recibe ninguna respuesta salvo las miradas que lo escudriñaban detenidamente. Descubre, sentada entre los médicos, a su suegra, una figura encogida y llorosa que se esconde detrás de las mangas del kimono y que es incapaz de mirar a Bird a los ojos. Él se sienta y repite que es el padre y obtiene un gesto de afirmación de parte de uno de los médicos, el director del hospital, quien en lugar de responder saca una pipa y la llena de tabaco. El director:

Era un hombre bajo, con aspecto de tonel, obeso en extremo, lo que le daba un aire melancólico, pesado y de pretenciosa pompa. Tenía la bata sucia y abierta a la altura del pecho, tan peludo como el lomo de un camello. Las mejillas, el labio superior y el buche de grasa que le colgaba hasta la garganta estaban cubiertos de barba.

Bird, quien lo observa detenidamente, siente que hay "algo sospechoso en ese doctor peludo y de mediana edad que le impedía bajar la guardia. Como si, por debajo de su piel hirsuta, se ocultara algo peligroso".

Luego de la espera, el médico con una expresión de extrañeza y una sonrisa ambigua pregunta: "¿Quiere ver la cosa antes?" Bird que no asimila el anuncio, pregunta si el bebé está muerto y como respuesta recibe un suspiro de su suegra que le hace pensar que "había querido indicarle cuán profunda era la ciénaga de la calamidad en que él y su esposa estaban metidos".

Durante estos instantes se percibe la atmósfera de tensión y oscuridad que rodea a Bird y a su familia y se corrobora con la presencia de un personaje de aspecto tan grotesco como el director del hospital quien, de alguna forma, es el responsable de haber traído al mundo a aquella criatura a la que ahora se referirá como ?la cosa?.

Cuando Bird atina a pronunciar palabra, solicita información antes de ver a su hijo y el médico le da la razón diciendo que es mejor que lo sepa antes de verlo porque definitivamente es algo que resulta chocante. Para Bird lo chocante en ese momento es que el doctor no deja de sonreír de una manera cínica y Bird piensa que tal vez reía porque:

Había extraído de entre las piernas de la mujer de otro hombre una especie de monstruo inclasificable. Tal vez se trataba de un monstruo con cabeza de gato y cuerpo hinchado como un globo. Aparte lo que fuera la criatura, el doctor se sentía avergonzado por haberla traído al mundo.

Para Bird ese no era motivo para que un médico riera y apareciera como un comediante en lugar de un profesional digno. Lo que Bird quería saber era qué tipo de monstruo había engendrado, sintiéndose desde ese mismo instante como ?el padre del monstruo?. Supo que su hijo tenía el aspecto de un ser con dos cabezas.

Había nacido con una hernia cerebral y él casi ingenuamente osa preguntar si hay posibilidad de que él niño viva con normalidad. Y como si explotara, el médico le responde a Bird: "¡Con normalidad! [?] ¡Estamos hablando de una hernia cerebral! Se podría abrir el cráneo y meter dentro el cerebro, pero incluso así, y con suerte, sólo conseguiremos una especie de humano vegetal".

Bird aún completamente desconcertado piensa: "Pobrecillo, la primera persona que mi bebé encontró en el mundo tuvo que ser este doctor peludo y rechoncho como un cerdo". Después de saber que ?la cosa? era un varón, sigue las instrucciones del médico de ir a su casa a cambiarse la ropa húmeda con la que ha llegado al hospital, para luego preparar el trámite de traslado del niño al hospital de la Universidad Nacional que podrá hacerse cargo del "monstruo" de mejor manera.

No le aseguran que muera enseguida porque es, dentro de lo posible, un niño vigoroso, pero nadie le ofrece ninguna esperanza. Mientras Bird camina hacia la calle y monta su bicicleta siente una voz que le dice: "Puedes conducir esa bicicleta hasta un paraje desconocido y atiborrarte de alcohol durante cien días. Bird escuchó esta dudosa revelación [?] Esperó que la voz volviera a hablar. Pero sólo hubo silencio".Esta voz es una especie de juego del narrador quien se atreve a hacer sugerencias a Bird, ya que conoce su naturaleza.

El anuncio del nacimiento del niño es la confirmación del presagio de lo siniestro que se cernía sobre Bird. El niño ha nacido para cerrar la jaula en la que Bird se consideraba atrapado desde su matrimonio y para convertirse en una marca de vergüenza, en una calamidad para su familia. El nacimiento del niño corresponde a las condiciones en las que se produce lo siniestro según Eugenio Trías, a las que nos habíamos referido en el primer capítulo. Una vez que ha nacido el niño se convierte en el portador de presagios funestos, en este caso asociados a la demencia y la muerte. Tras la certeza que el médico ha dado a Bird de que el niño no podrá crecer con normalidad, para Bird la única opción que queda es esperar su muerte.

En la segunda condición Trías menciona que el individuo siniestro puede tener el carácter de doble del sujeto y asegura que en esta clasificación se considera la relación entre el padre y el hijo como la de un doble. Bird es el sujeto que confirma su naturaleza siniestra en la medida en la que encuentra en su doble, (su hijo) a un monstruo.

Como menciona Trías en la quinta condición de lo siniestro: es siniestro aquel cuerpo que presenta lesiones, amputaciones, órgano defectuosos. El médico dirá del niño que le recuerda la obra del compositor austriaco Josef Wagner (1856-1908) "Bajo la doble águila", marcha que hace referencia al águila de dos cabezas distintiva del Imperio Austro-Húngaro. El bebé es un ser con dos cabezas al que se atreve a llamar ?la cosa?.

Trías indica, además, que se da la sensación de siniestro cuando convicciones primitivas que parecían superadas hallan su confirmación. En primer lugar se ratifica la sospecha de Bird de que el nacimiento de su niño le traerá desgracia. Pero más adelante encontraremos un importante acontecimiento que dará un nuevo sentido a esta condición de lo siniestro. Bird al relacionarse sexualmente con una mujer confesará su miedo a los órganos sexuales femeninos como cavidades de donde solo puede surgir el mal. Esta convicción primitiva encuentra sus razones en una extensa y antigua mitología en la que la mujer se consideraba generadora de caos, perdición y muerte, conceptos sobre los que profundizaremos más adelante.

A continuación, Bird experimentará el primero de los procesos de mejoría que consiste en el cumplimiento de la tarea: asumir su paternidad y hacerse cargo de su hijo y de su futuro. Para esto deberá trasladarlo a un nuevo hospital y desde ese momento esperará que el bebé muera.

De vuelta al hospital, Bird es recibido por otro de los médicos, un joven que tiene un ojo de vidrio y lleva una pequeña cesta cubierta y un cilindro de oxígeno. No podía verlo pero podía escuchar "por el débil siseo del oxígeno [?] que aquello vivía". Todo estaba preparado para el viaje en ambulancia. Bird se sienta frente a la canasta donde iba su hijo y el viaje en la ambulancia con sirena empieza él mientras piensa a través del narrador omnisciente: "Hasta ahora, las sirenas siempre habían sido objetos en movimiento que pasaban a toda velocidad. Sin embargo, ahora Bird llevaba una sirena adherida al cuerpo como una enfermedad: esta sirena nunca se alejaría".

El médico joven intenta entablar una conversación con Bird, pero él no responde a sus preguntas. El médico le cuenta a Bird la fascinación que ha producido un caso como el de su hijo, único en la historia del hospital donde trabaja, y se sincera diciendo que sería bueno para la medicina, después de la autopsia del niño, saber cuál fue el mal que le aquejó. Después de mencionar la autopsia comenta: Además, si me permite ser sincero, creo que el bebé estará mejor muerto, y lo mismo le ocurrirá a usted y a su mujer. Algunas personas son extrañamente optimistas en este tipo de casos, pero créame, cuanto antes muera el niño mejor para todos.

Con este comentario el médico sentencia al bebé y de alguna forma consuela a Bird, quien no guarda la esperanza de su mejoría y se prepara con cierto alivio para la muerte de su hijo. Bird alcanza a ver al niño en la canasta y descubre que:

es un bebé feo, de cara apretada, colorada, llena de arrugas, residuos de grasa, los ojos completamente cerrados como las conchas de un bivalvo, y unos tubos de goma penetraban por las fosas nasales; la boca permanecía abierta en un grito mudo [?] logró ver la cabeza vendada. Bajo el vendaje, el cráneo estaba recubierto de algodón ensangrentado. Pero no había manera de ocultar que allí había algo anormal.

A continuación vemos a Bird experimentar una cierta melancolía frente a la visión del niño y llora mientras piensa que el bebé tiene la cabeza vendada como Apollinaire cuando fue herido en el campo de batalla. El narrador da paso a la reflexión precisa y casi poética que hace Bird: Cómo Apollinaire, mi hijo fue herido en un campo de batalla oscuro y silencioso que no conozco, y ha llegado con la cabeza vendada. Tendré que enterrarlo como a un soldado muerto en combate".

Desde este momento Bird entiende que espera la muerte del niño para cumplir con la tarea de enterrarlo como un héroe.

2.2 El bebé monstruoso

El hijo de Bird ha nacido con una hernia cerebral, parece que tiene dos cabezas. Cuando Bird puede conocerlo, en las incubadoras del hospital al que ha sido trasladado éste:

Ya no tenía la cabeza vendada como Apollinaire. A diferencia de los demás bebés, tenía la piel roja como la de un langostino hervido y con un extraño aspecto lustroso. El rostro resplandecía como recubierto por un tejido nuevo procedente de una quemadura recién sanada. Considerando el modo en que tenía cerrados los ojos, parecía como si soportara una gran incomodidad, sin duda originada por el bulto que sobresalía de la parte posterior del cráneo como otra cabeza roja. Seguro que producía una sensación de pesadez, de molestia, como un ancla sujeta a la cabeza. ¡Esa cabeza larga y afilada, modelada por el útero! Machacaba dentro de Bird las aristas del shock con más brutalidad que el propio bulto, y le producía una náusea espantosa [?] el bebé ya no estaba al borde de la muerte, ¿Crecería con un bulto craneal? El bebé seguía vivo [?] envuelto en esa piel roja de langostino, el bebé comenzaba a vivir ferozmente con un ancla a rastras en el cráneo. ¿Una existencia vegetativa? Quizá. Un cactus mortal.

Como hemos mencionado anteriormente, según las reflexiones que hace Cortés, en la sociedad "el ser humano se construye un mundo estable en el que los objetos y las personas tienen formas reconocibles y permanentes". En contraste con este sistema, entendemos que los monstruos son seres vivos (no minerales o mecánicos) que han transgredido las fronteras establecidas y se contemplan básicamente dos categorías en las que se puede agrupar a estos seres: "unos monstruos traspasan las normas de la naturaleza (los aspectos físicos), otros las normas sociales y psicológicas". Con respecto al segundo caso, Cortés comenta que la sociedad se basa en reglas y obligaciones, exige de las personas un comportamiento cívico "el cual tiene como principal objetivo refrenar los impulsos y censurar los más profundos deseos."

Es así que la sociedad se protege a sí misma de la amenaza de aquello que puede perturbar el orden y rechaza todo lo inapropiado. Los seres monstruosos encarnan el caos porque son "manifestaciones de todo aquello que está reprimido por los esquemas de la cultura dominante". Bird, convertido en un monstruo social, representa todo lo que la sociedad repudia: es un depredador que desea la muerte, que ocasiona una ruptura en las jerarquías, que amenaza la estabilidad de las instituciones básicas.

Considerando el caso del bebé, quien ha transgredido las normas de la naturaleza con su hernia cerebral, podemos también contemplar los conceptos que propone Cortés retomando a Freud, en los que explica que el ser humano experimenta dos grandes temores: el primero es el miedo a la castración y a la transgresión de las fronteras corporales y el segundo la prevención que siente el hombre por la sexualidad de la mujer (tema que abordaremos luego detalladamente).

A este temor se asocia el acto sexual, la procreación y sus resultados. Específicamente sobre los nacimientos expresará que "cada vez que nace un niño, un monstruo potencial está en camino. La amenaza constante. Toda tentativa de transmitir vida constituye un riesgo".

Bird se ve afectado por ambos temores, en su hijo se plasma el temor a la deformidad: su hijo es ?la cosa? a quien los médicos consideran un caso clínico único que podría ser utilizado como un antecedente para prevenir casos similares. Y es además un nacimiento que confirma que cada niño puede ser un potencial monstruo, lo que se asociará más adelante con el temor de Bird por la sexualidad femenina: de las cavidades de su mujer han extraído al monstruo que él ha engendrado.

La percepción del monstruo depende de algunas variantes como son: aquello para lo que fue creado y lo que ha podido significar en una época o lugar ya que cada pueblo y cada cultura tiene un diablo, un monstruo al que se enfrenta.

En este caso es pertinente hacer una relación con el ámbito social. Hay que tomar en cuenta la sociedad que se describe en Una cuestión personal. Bird vive en la década de los sesenta en un Japón que empieza a vivir la regeneración económica pero que lleva a sus espaldas el estigma de la destrucción y el caos. Después de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, hay que tener en cuenta que la sociedad se enfrenta a una seria proliferación de seres monstruosos. En el caso de aquellos cuya naturaleza (aspectos físicos) los excluye se puede enumerar a los miles de sobrevivientes de las bombas: ciegos, sin piel, con cánceres de distintos tipos, tanto los afectados, como aquellos que los auxiliaron y los habitantes de zonas aledañas que vivieron durante décadas expuestos a los efectos de la radioactividad.

Esta contaminación sería la causante del nacimiento de niños deformes y enfermos, un temor social que confirmaba que cualquier nacimiento podría ser el de un potencial monstruo. Además, aquellos monstruos que amenazan las condiciones sociales y psicológicas con los "que la sociedad fabrica (guerra, accidentes, crueldad, psicosis?)". En este caso soldados, sobrevivientes y no sólo asociados a la guerra sino al crecimiento de las ciudades, al resurgimiento económico en el que se contemplan siempre seres que no se adaptan a las condiciones, los veteranos seguidores del Emperador, por ejemplo. Y sectores marginales compuestos de homosexuales, travestis y prostitutas, que pueblan también los ámbitos sórdidos que presenta Una cuestión personal.

Para referirnos más específicamente al bebé, retomamos una clasificación que hace Cortés de monstruoso en la literatura, en la que menciona que su aparición empieza como una variación de la novela gótica inglesa en el último tercio del siglo XVIII y el primer cuarto se siglo XIX. Y considera a los cuatros seres monstruosos más significativos del siglo XIX y principios del XX, quienes tienen en común entre ellos y con el hijo de Bird, la privación del uso de la palabra, es decir una imposibilidad de comunicarse.

Si contemplamos la primera película de James Whale sobre Frankstein, el personaje de Mr. Hyde en la famosa novela de Robert-Louis Stevenson, la versión de Murnau de Drácula, o a Gregorio Samsa, en La metamorfosis de Kafka, podemos apreciar como a todos ellos se les ha condenado al silencio. Se les ha confinado a una comunicación no verbal, hecha de toscos y bruscos gestos que enfatizan su diferencia y su pertenencia a otros mundos, al tiempo que se rompen los lazos de semejanza con las personas, evidenciando la imposibilidad de pactar con ellos porque son el otro.

El bebé no podrá nunca comunicarse con su padre de manera verbal y es así que "frente al mutismo al que la bestia se ve reducida, se alza implacable el discurso de las instituciones (el de la medicina, el de la ley, el de la familia, el de la racionalidad), que no tiene otra función que reestablecer el orden. El razonamiento de la sociedad no puede contradecirse, no hay contestación posible ya que los monstruos no pueden hablar". En este caso la curiosidad y el juicio determinante de los médicos, el de Bird, su suegra, que sufre lo indecible porque considera que su familia ha sido marcada por la vergüenza, e incluso no entiende por qué Bird debe ir al hospital a ver el progreso del bebé, insinuando así que este ser debería ser abandonado y olvidado, sin nada que él pueda decir en su defensa, quedando desamparado a merced de la sociedad.

2.3 El mundo del bebé

La condición monstruosa del bebé se hace eco de la atmósfera siniestra que le rodea y de la propia monstruosidad que va creciendo en Bird como un presagio de la muerte del niño. Bird reflexiona sobre la naturaleza de su hijo y sobre su paso por el mundo:

La muerte de un bebé vegetal, sólo tiene funciones vegetativas, no va acompañada de sufrimiento. Muy bien, pero ¿pero qué significa la muerte para un bebé así? ¿O la vida? El germen de una existencia que aparece sobre una llanura de nada extendida durante millones de años, y de allí crecen durante diez meses. Evidentemente, un feto no tiene conciencia, tan sólo se acurruca formando una bola y existe en un mundo oscuro y mucoso. Luego sale peligrosamente al mundo exterior, donde todo es duro, frío, estridente, seco y de un fulgor impetuoso. Un mundo que el bebé no puede abarcar por entero y se ve obligado a vivir con numerosos entes extraños.

El bebé estuvo desde el inicio de su existencia rodeado de atmósferas tétricas y seres extraños. La clínica privada donde nace es un lugar lúgubre de largos pasillos y salas oscuras y a continuación el hospital a donde lo trasladan es un lugar burocrático y frío donde ni las enfermeras escuchan a los parientes de los enfermos y solo insisten en que se ocupen del papeleo de los trámites de hospitalización.

Los médicos con los que Bird debe tratar son seres grotescos, de comportamiento miserable como es el caso del director del hospital, un hombre grande, peludo como el lomo de un camello, que se ríe como un comediante barato de las anomalías del hijo de Bird. Luego le atiende un doctor con un ojo de vidrio que anhelaba la autopsia del niño, sin disimular su curiosidad. Más tarde otro de los médicos "con ojos de tortuga [?] la garganta colgante y flácida de una tortuga brutal y altanera" se ofrecería a racionar la leche del bebé y darle como sustituto agua azucarada para que se vaya debilitando y finalmente muera.

Mientras Bird camina por los corredores del hospital que parecían "alcantarillas oscuras" se encuentra con un paciente joven en una silla de ruedas con la que obliga a Bird a retirarse de su camino con una mirada hostil "como si Bird simbolizara a todos los que llevaban su cuerpo sobre dos pies". Más adelante se encontrará con el padre de otro de los pacientes, un hombrecillo de aspecto vulgar y manos sudorosas "el cabello pegado a la frente y tenía un gran cráneo plano; el conjunto daba un aspecto aceitoso indecente". Este hombre extraño y de aspecto desagradable era el padre de un bebé que había nacido sin hígado. Bird deambula indeciso por el hospital, y observa a través de las puertas de las habitaciones a los enfermos "parecidos a animales sucios, acostados o sentados en las camas con gestos inexpresivos" y en la puerta de uno de los cuartos:

Una joven delgada, joven y completamente desnuda permanecía de pie junto a la puerta [?] en la penumbra su cuerpo parecía no haber llegado todavía a la plenitud. Mientras se apretaba con una mano los diminutos pechos, con la otra se acariciaba un vientre plano y se tironeaba del vello púbico. Luego separó los pies poco a poco y hundió un dedo suavemente en su vulva perfilada con toda claridad.

Así, tras huir de la imagen de la ninfómana, Bird se enfrenta al médico que se hará cargo del bebé: un abortista inescrupuloso con la cabeza en forma de huevo y que usa una bata salpicada de sangre.

Los personajes son a menudo comparados con animales, él mismo Bird ha sido comparado desde los quince años con un pájaro. Aquellos seres con los que Bird se encuentra en su camino y que componen el mundo del bebé se pueden agrupar en las categorías de monstruos físicos y sociales. En el primer caso están los enfermos: una ninfómana, un niño sin hígado, un inválido. Y luego el grupo más numeroso en el que se puede mencionar a cada uno de los médicos cuyo aspecto es grotesco y su comportamiento es cruel, frío y en el mejor de los casos irónico. "Pero ambos (lo físico y lo moral) se juntan en el campo del significado, en la medida que normalmente, lo físico simboliza y materializa lo moral" y en este caso todos se consideran monstruos que transgreden el orden establecido y generan el caos.

Para poder hablar de la naturaleza de los monstruos podemos tomar la clasificación que Cortés recoge de la teoría de G. Lascault, según la cual existen tres tipos de seres monstruosos. En primer lugar está aquel ser en el que se combinan las formas, los géneros, etc. Son el producto de metamorfosis, composiciones o desplazamientos de órganos, etc. En este grupo, al que pertenece también el hijo de Bird, encontramos al niño sin hígado y al joven inválido.

El segundo caso es el del monstruo simbólico que encarna el desbordamiento afectivo de los deseos, la exaltación imaginativa en su paroxismo, las intenciones impuras. Podemos considerar al mismo Bird dentro de esta categoría, así como a los médicos, que además de constituirse como monstruos sociales, simbolizan el deseo de la muerte de la criatura y en el caso del abortista un deseo perverso e impuro.

La última categoría es la de los fantasmas de la mente. En este caso lo monstruoso se deriva del miedo:

Si el monstruo nos asusta es porque nos está mostrando los deseos propios [?] nos fascina y atrae porque nos inquieta, nos tienta, nos obliga a salir de lo cotidiano y banal [?] al observar a un ser monstruoso, se nos revela una parte de nosotros mismos, que desconocemos, se despierta en nuestro interior la ocasión de expresar, de proyectar los deseos y los temores.

Esta resulta una categoría particular ya que de alguna forma todos aquellos monstruos sociales, en especial Bird y los médicos, frente al niño anormal, han despertado a su propia monstruosidad.

2.4 La relación del padre y el hijo

Desde el anuncio del nacimiento de su hijo anormal, Bird busca la forma de librarse de aquello y para poder seguir con su vida, la que tomaría, sin duda, un nuevo rumbo ya que sin la presencia del hijo, su mujer le pediría el divorcio y esto implicaría su libertad y la posibilidad de viajar a África.

Bird se convence, desde que le anuncian que su hijo nació anormal, que el niño morirá en uno o dos días. Junto a su suegra deciden ocultarle la verdad a su esposa para que después de muerto el niño ella piense que fue su corazón el que falló y no tenga que vivir con la imagen del bebé de dos cabezas grabada en su mente.

Después de trasladar a su hijo al hospital donde los especialistas del cerebro podrían ocuparse de su caso, deja muy en claro que él no quiere hacerse cargo de un niño vegetal y pacta con un médico para que disponga que el niño solo sea alimentado con agua azucarada para que se debilite y muera cuanto antes.

Cuando Bird comenzó a cruzar la plaza del hospital [?]. A mitad de camino se dio la vuelta y contempló el edificio donde acababa de abandonar a su primer hijo, un bebé al borde de la muerte. El edificio era gigantesco [?], hacía que el bebé que gemía en alguno de sus rincones pareciera más insignificante que un grano de arena.

Y aquella imagen le reconfortaba por instantes y pensaba que de cualquier forma un niño vegetal no podía sentir cosa alguna. Después de dos días el niño se fortalece en lugar de morir como su padre esperaba. Bird se siente indignado al confirmar que había entre los médicos un grupo dispuesto a operar a su hijo y salvarle la vida. "esos médicos que pretendían probar sus conocimientos en el bebé y luego cargárselo a él por el resto de su vida". Bird únicamente piensa:

Tengo que librarme de él. Además, ¿qué ocurriría con mi viaje a África? En un impulso como de autodefensa como si el bebé estuviera atacándole desde la incubadora, Bird se preparó para la batalla al mismo tiempo se ruborizaba, avergonzado de sí mismo [?] si al menos pudiera librarme de la carga que implica un bebé vegetal.

Eugenio Trías propone en su estudio de lo bello y lo siniestro un concepto usado por Kant que es el de lo sublime, sentimiento que incluiremos en este punto del análisis para explicar en parte la relación de Bird con su hijo o principalmente para expresar aquello que el protagonista siente frente a su hijo. Según el análisis kantiano del sentimiento de lo sublime:

El sujeto aprehende algo grandioso (muy superior a él en extensión material) que le produce la sensación de lo informe, desordenado y caótico. La reacción inmediata al espectáculo es dolorosa: siente el sujeto hallarse en estado de suspensión ante ese objeto que le excede y le sobrepasa. Lo siente como amenaza que se cierne sobre su integridad. A ello sigue una primera reflexión sobre la propia insignificancia e impotencia del sujeto ante el objeto de magnitud no mesurable. Pero esta angustia y ese vértigo, dolorosos del sujeto son combatidos y vencidos por una reflexión segunda, supuesta y confundida con la primera, en la que el sujeto se alza de la conciencia de su insignificancia física a la reflexión sobre su propia superioridad moral.

A continuación Trías propone un proceso de cinco pasos para la contemplación del objeto. Primero la aprehensión de lo grandioso que se presenta como el caos, la deformidad y el infinito. El segundo paso será el temor y la angustia. Luego la conciencia de la propia insignificancia frente al objeto que se contempla. Después una reacción al dolor mediante la búsqueda de placer. Y finalmente la mediación: el hombre se acerca y toca aquello que teme y descubre su condición finita.

Bird, el sujeto, experimenta lo sublime al enfrentarse al monstruo. Siente la magnitud del peso del niño y su destino se revela a través de este sentimiento en el que lo sublime es el comienzo de lo terrible y lo siniestro.

El niño es el objeto de dimensiones inconmensurables que Bird contempla, un ser imperfecto que genera caos, amenaza su integridad y que es capaz de destruir su vida. La contemplación y cercanía del bebé como un objeto siniestro despierta dolor y amenaza la tranquilidad del padre. Cuando Bird contempla a su hijo se encuentra frente al caos. Su entendimiento es superado por la monstruosidad del objeto que excede los límites de lo establecido. A continuación Bird sentirá pánico y para calmar su sensación de insignificancia buscará en el alcohol, y en las relaciones sexuales con su amiga Himiko una redención a través del placer y la perversión, usando al objeto, el niño, como un pretexto para remover represiones sexuales, familiares y laborales.

Finalmente al acercarse Bird a su hijo y contemplar que es apenas un niño indefenso, descubre la condición finita del niño y alcanza conciencia de su propia superioridad, o en este caso, de su capacidad de decidir sobre la vida de un monstruo que no puede negociar y decide ser "el gran enemigo de su bebé, el primer enemigo que tenía en la vida, el peor" y conducirlo hacia la muerte, para poder decir al fin: "He vencido al monstruo, he librado la última batalla".

Partes: 1, 2, 3

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